Logo Studenta

LA_GEOGRAFIA_UN_ARMA_PARA_LA_GUERRA

¡Estudia con miles de materiales!

Vista previa del material en texto

LA GEOGRAFIA UN ARMA PARA LA GUERRA 
Traigo a colación el comentario y argumento del libro "La geografía: un arma para la guerra" 
de Yves Lacoste. 
 
1. Ficha técnica del libro 
Titulo: “La geografía: un arma para la guerra” 
Titulo original: “La geographie, ca sert, d’abord, à faire la guerre” 
Autor: Yves Lacoste 
Edición original: Paris, Francia Año: 1976 
Editorial y edición: Anagrama, 3° Edición 
Impreso en: Barcelona, España. Año: 1990 
Traducción de: Joaquín Jordá 
Epilogo de: Jean-Michel Brant, Beatrice Giblin, Maurice Renai. 
2. Argumento 
Esta obra de Yves Lacoste advierte cómo el saber geográfico sirve, sobre todo, para 
hacer la guerra. Esta es la tesis central del libro, sin embargo el autor ante todo lo que hace 
es una apología de la utilidad del saber geográfico desde el punto de vista de la geografía 
social (de tendencia izquierdista). “La geografía sirve, de entrada para hacer la guerra” con 
estas palabras, que reitera a través de todo el libro, el autor llama la atención sobre el hecho 
de que la geografía es un saber estratégico estrechamente unido a un conjunto de prácticas 
políticas y militares que permiten controlar mejor a los hombres sobre los cuales el Estado 
ejerce su autoridad. 
Lacoste denuncia las consecuencias que trae el aparente discurso inofensivo y 
apolítico de la geografía impartida en los colegios y como solo la minoría dirigente lo utiliza 
como un instrumento de poder, del cual el común de la población no advierte. 
El autor distingue al menos tres tipos de geografía, a saber: la geografía de los 
profesores, la geografía espectáculo y la geografía de los estados mayores (a la que se 
puede sumar la geografía universitaria y otros tipos que el autor nombra ocasionalmente). 
La primera, según Lacoste, cumple inconscientemente la función de ocultar la importancia 
estratégica de los razonamientos espaciales, transformándolo en un discurso pedagógico 
enciclopédico carente de un razonamiento. La geografía como espectáculo denuncia como 
el turismo y su ideología convierte a la geografía en una forma más del consumo en masa. 
Fotos, paisajes, guías y mapas contribuyen a alejar la idea de poder ver el espacio según 
métodos determinados que permitan un análisis espacial estratégico. Estos dos tipos 
cumplen dos funciones: 1. Disimulan su poder estratégico y 2. Refuerzan la idea de que el 
saber geográfico no procede de un razonamiento. En palabras de Lacoste “algo para 
aprender, pero sin nada que entender”. Por último la geografía de los estados mayores es 
aquella donde claramente sus razonamientos son percibidos como estratégicos por las 
minorías que lo utilizan como instrumento de poder. Respecto a la geografía de las 
universidades afirma que se trata de un “saber por el saber”, sin compromiso y muchas 
veces carente de recursos financieros y de datos de calidad, pues están en manos de los 
aparatos estatales que financian y confiscan los resultados. 
http://altalatitud.blogspot.com/2011/04/la-geografia-un-arma-para-la-guerra.html
Otra idea que defiende el autor es la excesiva influencia de la obra de Vidal de la 
Blache , “padre” de la escuela geográfica francesa. Lacoste expresa que la orientación de la 
escuela vadaliana hacia a la “geografía regional” y sus descripciones regionales profundas 
una tras otra, contribuyó a la despolitización del discurso geográfico. La autor sostiene (con 
algo de sesgo) que esta metodología impide aprehender con eficiencia las características 
espaciales de las realidades económicas, políticas y sociales. Y critica su poca rigurosidad 
a la hora de elegir las regiones que describe. Según Lacoste, el geógrafo según esta escuela 
no tiene otra cosa que hacer que observar una porción del espacio y leer “el Gran Libro 
abierto de la Naturaleza”, pasando por alto los problemas del análisis a escalas 
diferenciadas que impone la realidad. 
Por otra parte el autor sostiene la tesis de que la geografía, a diferencia de otras 
ciencias, de las cuales de muchas se nutre, carece de un cuerpo epistemológico y teórico 
que ampare sus razonamientos y de algún modo los clasifique como “geográficos”. Quizás 
es esta despreocupación de los geógrafos por estas “consideraciones abstractas” la 
principal denuncia que el autor hace en la obra. Dice Lacoste “los geógrafos utilizan las 
adquisiciones de numerosas disciplinas muy diferente en sus métodos y conceptos (…) el 
economista como el geólogo se ríen de la competencia del geógrafo (evidentemente, el 
geógrafo es un mal geólogo y un mediocre economista)” (Lacoste, 1990: 64) Es la llamada 
interdisciplinariedad, del cual se enorgullece la geografía su principal impedimento para 
alcanzar una epistemología solida y propia. 
Pese a todos los problemas epistemológicos que plantea, no solo para los geógrafos 
si no también para los filósofos de las ciencias, la geografía se proclama como el estudio de 
las interacciones de los “hechos físicos” y los “hechos humanos”, y esta es su esencia. Lo 
que pone en discusión a los filósofos es el corte entre ambas, pues determina a que sistema 
de ciencias pertenece la geografía. Lacoste sostiene que este hecho ha dejado a los 
filósofos en un silencio absuelto, mas no negativo, sino que ve en este silencio lo complejo 
del análisis geográfico y refuerza la tesis de que la geografía sirve al Estado como un 
instrumento de poder. Por último denuncia que a pesar de esta potencial ventaja la práctica 
de los geógrafos, se aleja de esta línea y muchos ejercen su trabajo hacia uno u otro lado 
de la famosa divisoria. Esta dificultad, dice Lacoste es el origen del malestar epistemológico 
de la geografía de los profesores que transformaron el saber estratégico en un discurso 
apolítico, evitando así cualquier debate teórico polémico. 
Hacia la mitad del libro el autor entre de plano en el análisis marxistas de la 
geografía, destacando que esta ideología carece de una base espacial y su discurso es 
siempre histórico, centrado en el análisis temporal de las relaciones de producción y de 
luchas de clase. Su valor está en que los geógrafos marxistas desafiaron y criticaron los 
límites de la geografía vidaliana (aunque terminen según Lacoste coronándolo, debido a 
esta desviación fundamental). 
El autor luego se detiene a analizar la muy en boga, en su época, New Geography o 
Geografía “aplicada. Lacoste destaca que este movimiento hizo que la investigación 
geográfica fuera considerada (al fin) como indispensable. La New Geography tiene el gran 
valor de producir un quiebre en el discurso tradicional, literario y subjetivo de la geografía y 
dar paso al rango de las ciencias exactas. La gran cantidad de datos obliga una presentación 
estadística de sus estudios y “seduce” al geógrafo con la ocasión de dejar de ser profesor, 
para pasar a ser investigador. Este movimiento trajo como consecuencia que, debido al 
escaso financiamiento y la poca facilidad de obtener datos desde las universidades, los 
geógrafos ejercieran su labor amparados por los “centros de poder del Estado” (hoy también 
de privados). De esta manera sus estudios y, lo más importante, sus resultados 
(conocimiento) sean confiscado, y registrados por quienes los financian. 
 
 
Este tipo de geografía, convierte al geógrafo en un asalariado, pues muchas veces 
desconoce las consecuencias de su trabajo. 
Siguientemente el autor da un análisis del rol de la geografía en la crisis “actual”. Da 
las orientaciones básicas de los hechos actuales y se pregunta el por qué esta crisis no se 
manifiesta de manera uniforme en la superficie del globo o como se produce este proceso 
de diferenciación espacial. 
En los últimos capítulos el autor llama a los geógrafos a tomar conciencia de sus 
responsabilidades respecto a los hombres y mujeres que son objeto de sus estudios. 
Advierte que la problemática moral y política deben ir indisociablemente unido a la práctica 
científica. Lacoste dice “…hay que hallar el medio para que esta población disponga también 
del saber estratégico,a fin de que puedan organizarse y defenderse” (Lacoste 1990: 122) y 
añade que la población de estudio deben estar capacitado para participar en la producción 
de un saber a partir de lo que viven, para que le geógrafo deje de ser un “espía”. 
La actualidad de los medios de información es un discurso político impregnado de 
representaciones e interrelaciones que en el fondo son geográficas (el discurso de un 
historiador es espontáneamente político), para lograr que la geografía se posicione es 
indispensable plantear los problemas políticos en función de las configuraciones espaciales 
y a escalas de espacialidad deferencial. Algo muy complejo, origen de lo hostil que es un 
análisis geográfico. 
Por último Lacoste describe una metodología de capas de información superpuestas, 
abstracción que configura la realidad. El autor dice que se debe considerar las múltiples 
representaciones espaciales como otros tantos conjuntos y subconjuntos que tienen 
respectivamente una configuración espacial. Pues hoy, para vivir en sociedad, se debe 
utilizar una cantidad enorme de conjuntos espaciales. Así mismo reitera, que la población 
debe saber desarrollar su propio conocimiento espacial, así como fue necesario en un 
momento para los gobiernos que su población supiera leer y escribir. El saber leer mapas 
se debe difundir debido a las actuales exigencias de la práctica social. 
3. Valoración personal 
El libro está escrito de forma sencilla, lo que facilita la comprensión y lectura del mismo, el 
orden seguido es adecuado y los títulos de los capítulos son explícitos haciendo buena 
alusión a su contenido. Posee 156 páginas donde se incluye un epilogo en el cual se llama 
a desarrollar una geografía radical y combativa, escuela a la que se adscribe 
tradicionalmente a Lacoste. 
La tesis central del libro (que la “geografía sirve de entrada para hacer la guerra”), la 
analiza de manera exhaustiva, sin embargo el autor dedica más espacio a que la geografía 
sirve también para organizar los territorios (como diciendo “no solo sirve para la guerra”), 
tanto de la autoridad central (los Estados) como desde las bases sociales (la “población 
objeto de estudio”). En ambos casos el poder y la defensa son elementos comunes. 
En el contexto del autor, se valora que escriba acerca de la geografía política (y 
sobre todo bajo un título tan alusivo), luego que desde la Segunda Guerra Mundial sus 
términos y conceptos sean desprestigiados socialmente. El autor demuestra que la 
geografía sigue siendo utilizada por los centros de poder para controlar mejor a las personas 
que gobierna. 
Dentro de las tesis que defiende, al referirse a la geografía de Vidal de la Blache, 
critica el análisis regional, acusándola de subjetiva (algo que es cierto) añadiendo que esta 
metodología (puramente descriptiva) es uno de los “mayores obstáculos que impide plantear 
los problemas de la espacialidad diferencial” (Lacoste, 1990: 45) sin embargo no advierte 
que este análisis puede ser la base de una análisis multi-escalar, donde solo se debe 
conocer a que escala el autor hace la caracterización inicial. Tampoco agradece que gracias 
a Vidal de la Blache y el rol que dio a la historia, la geografía confirme su papel como una 
ciencia (si se le puede llamar así en esta época), inserta en el sistema educacional francés 
entre las ciencias sociales y las ciencias naturales. 
Por otro lado, algo a lo que no se le puede objetar a Lacoste respecto a la geografía 
vidaliana, es que con solo la descripción no se hace ciencia, y si la geografía pretende serlo 
debe superar esta tradición (necesaria en las primeras fases de cualquier análisis) y 
proponer soluciones de utilidad social, científicas y lo más alejada de subjetivismos, como 
actualmente lo trata de hacer. 
Respecto a la llamada carencia epistemológica, que Lacoste advierte, la comparto. 
La Geografía es lo que hacen los geógrafos, pero ¿Qué exactamente hacen?, actualmente 
mientras unos se dedican más aspectos físicos otros lo hacen con orientación a las ciencias 
sociales, a veces olvidando la esencia de la geografía como ciencia de relaciones. Comparto 
la tesis de que la geografía buscó (o busca aún) no polemizar ni politizar su discurso, en mi 
opinión me parece urgente hacerlo, debido a que como dice Lacoste, los hechos actuales 
que vemos en el mundo tienen un soporte que en el fondo es geográfico. 
Pareciera ser que un discurso político de la geografía, de los hechos pasados y 
actuales, en las escuelas es potencialmente peligroso y nocivo socialmente, algo que no 
sería bienvenido en las clases más conservadoras, y que por ello se ha disimulado su poder 
haciéndolo aparecer un discurso inútil carente de razonamiento. 
La solución marxista a este problema epistemológico, no hace más que denunciar 
en términos de desigualdades e injusticas espaciales vistas desde todas ópticas, no solo 
marxistas. 
Acerca de la New Geography el autor plantea la pregunta si acaso esta geografía 
“aplicada” resolverá los problemas de la geografía. La respuesta (mía, influida claro por 
textos recientes previamente leídos de tratados de geografía) es que no, pues esta 
metodología es de base reduccionista, la realidad es más compleja que solo números, 
muchas situaciones no se pueden modelar matemáticamente, la cantidad de variables la 
mayoría de las veces no son fácilmente reconocibles y las relaciones están lejos de ser 
linealmente proporcionales. En fin la suma de las partes es más que el conjunto de parte por 
sí sola. 
Su descripción de la crisis (las desigualdades de la globalización) es bastante básica 
y no profundiza en su análisis pero le sirve para advertir el rol ético del geógrafo frente a 
estos “nuevos hechos”. Actualmente sabemos más de los síntomas de esta crisis, poseemos 
más herramientas, más datos, más software que ayudan a analizar la inmensa cantidad de 
datos, en una época en que la información es inéditamente más abundante y relativamente 
más fácil su accesibilidad. 
A pesar de lo dicho anteriormente, el autor sostiene que el análisis marxista se 
impone cada vez mas como la mejor explicación de las diversidades de los aspectos 
regionales de la crisis. Algo actualmente muy discutible, sobre todo tras el fracaso del 
sistema socialista a fines de los 80. Pero claramente, comparto la idea de que el problema 
moral y político en especial deben ir unidos a la práctica científica 
Por último el autor debido a la fecha en escribe este libro no analiza otras situaciones 
que se dieron en el mundo desde inicios de la década de los 80, como es liberación de los 
mercados, la privatización de las empresas, y la reducción de los estados en materia 
económica y las consecuencias territoriales de las políticas aplicadas por el sistema 
neoliberal.

Continuar navegando