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See discussions, stats, and author profiles for this publication at: https://www.researchgate.net/publication/46563918 La economía institucional: Aproximaciones y temas de discusión Article · January 2005 Source: RePEc CITATIONS 3 READS 1,750 1 author: Carolina Esguerra Externado University of Colombia 13 PUBLICATIONS 57 CITATIONS SEE PROFILE All content following this page was uploaded by Carolina Esguerra on 25 March 2014. 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INTRODUCCIÓN Se puede entender por institución, según John Commons1 (1931), “el marco de leyes o derechos naturales dentro de los cuales los individuos actúan como reclusos [...] A veces se considera institucional a todo lo que señale crítica a la economía clásica o hedonista [...] A veces parece ser economía institucional todo lo que sea ‘dinámico’ en vez de ‘estático’ [...] o acción de masas en vez de acción individual”. Siguiendo esta línea de razonamiento, se puede deducir que la caracterización de la economía institucional depende de la forma de aproximarse a los temas de discusión económica y específicamente a los problemas relacionados con el individuo y la sociedad. El objetivo de este ensayo es caracterizar la economía institucional a través de sus propuestas en torno al individualismo metodológico y la acción colectiva, diferenciando los diversos enfoques que se podrían clasificar como institucionalistas; entre ellos los nuevos y viejos institucionalistas y otras corrientes heterodoxas en historia y sociología económica. El texto se presenta de la siguiente forma. La segunda sección hace referencia al carácter institucional que se configura desde la crítica a los supuestos y herramientas del enfoque walrasiano y las propuestas de investigación que surgen de dicha crítica y sus limitaciones; particularmente la Nueva y la Vieja Economía Institucional. La tercera parte muestra algunos avances teóricos institucionalistas que se enmarcan dentro del imperialismo económico y se desarrollan bajo el supuesto del individualismo metodológico. La cuarta sección presenta algunos aportes de los institucionalistas heterodoxos cuya unidad de análisis no son los individuos sino las instituciones, y se mencionan algunos aportes que fusionan la economía con la sociología y la historia, entre otros. Luego se presentan las conclusiones y reflexiones finales. * Documento presentado en el Congreso de Estudiantes de Economía, Universidad de Antioquia, septiembre 24 de 2003. ** Economista. Coordinadora Editorial de la Revista de Economía Institucional de la Universidad Externado de Colombia, ecoinstitucional@uexternado.edu.co. 1 Representante de la escuela institucionalista americana. Fue profesor de Economía Política y Sociología en las Universidades de Ohio Wesleyan, Oberlin, Syracuse e Indiana desde 1890 hasta 1901. Fue presidente del American Economic Association y sus principales trabajos de investigación giraron en torno a la economía laboral. Entre sus escritos más conocidos se encuentran: The Distribution of Wealth (1893), Proportional Representantion (1896) y Trade Unionism and Labor Problems (1905). 2. LA APROXIMACIÓN INSTITUCIONALISTA A LA ECONOMÍA WALRASIANA Y LA ECONOMÍA EVOLUCIONISTA A continuación se muestran algunas reacciones a la economía walrasiana2 que se caracterizan por encontrar diferencias entre la economía política de los primeros economistas y el estudio posterior de la asignación de los recursos escasos. Además, se muestra la preocupación por endogenizar los costos de transacción en los modelos económicos, cuyos aportes se han enmarcado dentro de lo que se conoce como Nueva Economía Institucional3. Por otra parte, se señalan algunas propuestas de los viejos institucionalistas4 que hacen énfasis en el carácter social y evolutivo de los individuos. 2.1 LA CIENCIA DE LA ELECCIÓN Y LOS COSTOS DE TRANSACCIÓN Una rápida mirada a la evolución del pensamiento económico de finales del siglo XVIII hasta mediados del siglo XIX, pasando por Cantillon, Quesnay, Smith, Ricardo, Mill, Marshall, Walras, Pareto y Pigou, entre otros, permite evidenciar la siguiente secuencia de problemas de estudio: la balanza de pagos y el comercio internacional, el derecho natural y los esquemas de reproducción, las causas de la riqueza de las naciones, la renta diferencial y los precios relativos, la libertad y el utilitarismo, la utilidad cardinal y ordinal, el excedente 2 Se entiende por economía walrasiana la interacción de individuos bien informados y racionales que conducen a una organización sistemática de la producción y la distribución eficiente de la renta, que resulta beneficiosa para todos los individuos. El problema central de este análisis gira en torno al equilibrio económico general. Ver Screpanti y Zamagni (1997). 3 La Nueva Economía Institucional, NEI, utiliza las herramientas de la economía para explicar la historia, el derecho, los contratos, la empresa, las redes de información, el gobierno, la familia y otras instituciones sociales. La NEI adopta el individualismo metodológico buscando explicaciones a los hechos en las decisiones de los individuos. Los principales representantes de esta corriente son: Douglass North, Ronald Coase y Oliver Williamson. Ver [www.eumed.net]. “Williamson recuperó las ideas de Coase sobre la empresa y los costos de transacción para darle nombre a la Nueva Economía Institucional [...] Hacen parte de estas propuestas desarrollos tan diversos como la economía de los costos de transacción, los derechos de propiedad, el análisis económico del derecho, la economía de la información, la economía de las organizaciones y la nueva historia económica norteamericana. La mayoría de estos autores consideran que la NEI es un desarrollo analítico complementario de la corriente principal” (Lozano, 1999, 100). El término la Nueva EconomíaInstitucional se usa para delimitarla del antiguo institucionalismo económico de Veblen, Commons y Mitchell. Este primer institucionalismo fue dominante en los departamentos de economía estadounidenses después de la Primera Guerra Mundial (Hodgson, 2001). 4 Los viejos institucionalistas pertenecen a la escuela del institucionalismo estadounidense de finales del siglo XIX, y fueron los primeros en destacar la importancia económica de los hábitos de conducta y pensamiento de los seres humanos. Su visión de la economía es dinámica, pragmática, no individualista y no mecanicista. Los principales representantes son Thorstein Veblen, John Commons y Wesley Mitchell. Consultar [www.eumed.net]. La Vieja Economía Institucional también se ha denominado como Economía Institucional Original (Parada, 2003), con el propósito de resaltar que el término “viejo” no significa obsoleto. del consumidor, la elasticidad de las necesidades, el equilibrio económico general y la optimalidad paretiana. Teniendo en cuenta lo anterior se puede percibir un cambio de énfasis en el objeto de estudio antes y después de la fusión entre los supuestos utilitaristas, el equilibrio general y la optimalidad paretiana. Se puede afirmar que “la economía como disciplina pasó de ser el estudio de las causas de la riqueza a ser la ciencia de la elección. En este tránsito la economía política dejó de lado las instituciones y se demarcó como disciplina científica, como el estudio de la asignación de recursos escasos a fines limitados. La economía comenzó a entenderse como la ciencia de la elección, de la optimización de los recursos escasos a fines ilimitados [...] El núcleo de esta teoría fue la noción de equilibrio walrasiano, que excluye las instituciones diferentes al sistema de precios como variables de estudio” (Lozano, 1999, 101). Este cambio de énfasis es un punto de referencia para hablar de las instituciones; entendidas como reglas de juego, derechos de propiedad y estructuras de autoridad, entre otros. Por ejemplo Coase (1988) parte del concepto de empresa en la economía neoclásica para evidenciar las limitaciones de este enfoque y proponer una visión más amplia que incluya las estructuras de poder. De esta forma argumenta que “la teoría económica requiere un enfoque más realista, que acepte que la firma, el mercado y el derecho desempeñan un papel esencial en el funcionamiento del sistema económico [...] Todo lo que es externo a la empresa es coordinado a través del mecanismo de precios, pero dentro de la empresa las transacciones del mercado se eliminan y son sustituidas por el empresario-coordinador [...] El uso del mecanismo de precios es costoso, y esta es la base para la creación de las firmas” (Parada, 2003, 106). Bajo esta perspectiva, afirmar que el mecanismo de precios es costoso implica que es posible encontrar mecanismos alternativos que permitan a los individuos realizar sus transacciones con menores costos. De allí que los nuevos institucionalistas, entre ellos Coase, definan las instituciones como “una derivación lógica de la teoría de los costos de transacción” (ibíd., 98). Las instituciones, por tanto, tienen la finalidad de reducir los costos de transacción; aquellos que surgen de utilizar el mecanismo de precios. Los costos de transacción incluyen “el costo de descubrir a los socios comerciales, negociar contratos y supervisar el desempeño” (ibíd., 102), entre otros. Como resultado, las elecciones de los individuos están delimitadas por las instituciones y, por tanto, se deben escoger aquellas que brinden los mayores beneficios. La perspectiva de los costos de transacción abrió un espacio de interpretación al problema de las externalidades5. Según Coase, “los agentes involucrados en un problema de externalidades llegarán en un momento dado a negociar entre sí el efecto externo, alcanzando una solución óptima que beneficie a las dos partes [...] cuando se den dos condiciones fundamentales: 5 “Existen externalidades cuando los costos o los beneficios privados no son iguales a los costos o los beneficios sociales”. Consultar [www.economia.cl]. [...] que exista una precisa asignación de derechos sobre el uso de los recursos [...] y que los costos de transacción deben ser nulos” (Bejarano, 1999b, 161- 162). Es decir, si se cumplen estas dos condiciones los agentes logran internalizar el efecto externo sin la intervención de una tercera parte. Sin embargo, si los costos de transacción son positivos, “la solución eficiente no podría producirse con independencia de la norma jurídica elegida respecto de la delimitación de derechos establecidos” (ibíd.). North, por su parte, hace énfasis en el estudio del cambio institucional y de cómo la evolución de las sociedades depende de las instituciones, formales e informales, que caracterizan las transacciones económicas. Así, el estudio del cambio institucional “incluye un concepto de eficiencia adaptativa muy diferente al paretiano y ubica en el mercado político las posibilidades de que las sociedades diseñen instituciones más favorables para el crecimiento económico” (Lozano, 1999, 114). Desde esta perspectiva, por ejemplo, se analizan las políticas que han implementado los países en desarrollo y cuáles han sido sus diferencias y semejanzas con las políticas adoptadas por los países desarrollados. Se hacen explícitos los contextos jurídicos, religiosos y culturales que han enmarcado el desarrollo de cada país, y especialmente, el proceso político y la negociación a través de la cual se toman las decisiones colectivas. Los estudios comparativos son una herramienta esencial en este tipo de interpretación institucional. North afirma “que los trasplantes institucionales de los países ricos al tercer mundo son a todas luces inadecuados, tanto que no existe un conocimiento apropiado de las relaciones entre el mercado político y el económico, o de la dinámica organizacional” (ibíd., 115). Como resultado, North propone un modelo en el cual “existe un gobernante que maximiza la riqueza o la utilidad y el Estado intercambia servicios por ingresos” (Parada, 2003, 111). En este contexto, el Estado provee las reglas del juego necesarias para maximizar el ingreso del gobernante. Sin embargo, “existen tensiones permanentes entre la estructura de propiedad que maximiza el ingreso del gobernante y los derechos de propiedad ‘eficientes’ que reducen los costos de transacción y promueven el crecimiento” (North, 1981, 25)6; por lo tanto, la negociación entre gobernantes y gobernados es indispensable para hacer cumplir las reglas de juego. La noción de cambio institucional está asociada a la posibilidad de modificar las reglas, los derechos y las costumbres con el propósito de establecer un entorno que propicie el crecimiento y el desarrollo económico. Esto implica que los individuos tienen la capacidad de diseñar su entorno institucional y de concertar reglas que reduzcan los costos de transacción. De aquí se desprenden los estudios de los mercados políticos, los grupos de interés y la burocracia 7, muchos de ellos enmarcados en la escuela de la Elección 6 Structure and Change in Economic History. Citado en Parada (2003, 111). 7 Ver por ejemplo, Tullock (1993), Niskanen (1994) y Buchanan y Tullock (1989). Pública8. En términos generales, se reconoce que “el mercado es un sistema institucionalizado de intercambio” (Lozano, 1999, 101) y se destacan nuevas categorías de análisis que explican las relaciones entre el mercado económico y el mercado político. Sin embargo, la posibilidad del diseño institucional se enfrenta a la crítica de autores como Hayek9 que cuestionan la posibilidad de que “algún individuo u organización sea capaz de recoger la información necesaria sobre los fines de los individuos y proporcionar un mecanismo de coordinación de tales objetivos. No existeuna entidad humana que pueda remplazar a la sociedad descentralizada” (ibíd., 113). Es decir, Hayek argumenta las virtudes de la descentralización debido a la imposibilidad de los individuos de procesar toda la información necesaria para el diseño institucional. Esta crítica hace evidente algunas debilidades que las propuestas institucionalistas, antes mencionadas, no han podido superar al construir sus argumentos sobre los mismos supuestos de las teorías que pretenden rebasar. Para algunos autores, sin embargo, la Nueva Economía Institucional constituye un avance frente a la teoría neoclásica, pues la interpretación de los costos de transacción brinda nuevas posibilidades analíticas, específicamente en la explicación del cambio histórico. “Para North y sus seguidores que son historiadores económicos, el pecado mortal de la ortodoxia es su ahistoricismo y declaran que la historia es importante para examinar las instituciones que le dan forma al intercambio” (Kalmanovitz, 2003). En contraste, autores como Cataño (2003) sostienen que “el neoinstitucionalismo no puede romper con los neoclásicos sino que pretende añadir otros aspectos, seguramente más realistas, a una transacción económica pura inicialmente mal definida” (Cataño, 2003). Comparto la idea de Cataño en el sentido de que la Nueva Economía Institucional es una extensión de la interpretación ortodoxa, puesto que los supuestos fundamentales del modelo analítico siguen siendo los mismos. El análisis de causa y efecto de la perspectiva costo beneficio, incluso en escenarios con costos de transacción 8 En términos generales, los estudios que conforman la Elección Pública extienden el análisis económico al campo de la política; de las decisiones colectivas. “Dada la amplitud temática de este esquema analítico, las teorías de la elección pública se dividen en cuatro escuelas: Virginia, Rochester, Chicago e Indiana. En términos generales, la escuela de Virginia trata el tema de los límites constitucionales sobre la regla de la mayoría; la escuela de Rochester aplica la teoría de juegos y el razonamiento matemático en el estudio de los procesos de votación, la burocracia y los grupos de interés; la escuela de Chicago, bajo un esquema fundamentalmente analítico, estudia los supuestos de utilidad y maximización de beneficios; y la escuela de Indiana trata el conflicto entre los intereses individuales y la cultura comunitaria” (Esguerra, 2003, 168). 9 F. A. Hayek (1899-1992) fue el representante más destacado de los economistas austríacos. Defendió el liberalismo de mercado en contra de las propuestas intervencionistas keynesianas, pues sostiene que las crisis económicas son el resultado de las rigideces de los precios relativos. Reconoce las limitaciones del conocimiento humano y considera que la planificación centralizada no es posible. Entre sus escritos más destacados se encuentran: Law, Legislation and Liberty (1973), Individualism and Economic Order (1949), The Road to Serfdom (1944), entre otros. positivos, no permite que esta interpretación económica traspase las barreras conceptuales de la ortodoxia. En este contexto, vale la pena mencionar otras tendencias institucionalistas que no hacen énfasis en los costos de transacción sino en el carácter evolutivo y social de los individuos. 2.2 LA ECONOMÍA EVOLUCIONISTA En la concepción evolucionista de la economía, las instituciones se conciben “como un resultado histórico y evolutivo, y para ello el hombre racional es una descripción incompleta y errónea del comportamiento humano y los mercados no son un rasgo eterno de las sociedades” (Parada, 2003, 102). En esta perspectiva, el objetivo de la evolución institucional no se construye a partir de la reducción de los costos de transacción, pues no se parte del supuesto de un individuo racional que se enfrenta al problema de elección. Ya no se trata de maximizar una función de utilidad o minimizar una función de costos. El problema de estudio es la acción colectiva “que controla, libera y amplía la acción individual” (Commons, 1931). Desde esta perspectiva, la relación entre el individuo y la sociedad se estudia a partir de la acción colectiva. Las acciones colectivas establecen “los principios de escasez, eficiencia, visión del futuro [y] reglas de funcionamiento” (ibíd.); es decir que la unidad de análisis son las instituciones y no el individuo. La acción colectiva “es la ampliación de la voluntad del individuo más allá de lo que éste puede lograr por sus propias acciones” (ibíd.). Para Veblen, sin embargo, la relación entre el individuo y la sociedad tiene un carácter dinámico asociado a una idea de progreso que no tiene una referencia a un estado perfecto, un fin último, una ley natural o una noción de equilibrio. El proceso económico se debe explicar sólo a través del proceso mismo. Según Veblen (1898) “el material activo sobre el que se ejerce el proceso económico es el material humano de la comunidad industrial. Para el propósito de la ciencia económica, el proceso de cambio acumulativo que se debe explicar es la secuencia de cambios en los métodos de hacer las cosas: los métodos de tratar con los medios materiales de la vida”10. Esta aproximación evolutiva es la que retoma Geoffrey Hodgson, a través del estudio de los hábitos y las rutinas. “En la evolución social, los hábitos cumplen un papel crucial, enmarcados en la historia y la cultura, aunque también se derivan del carácter biológico del hombre como ‘animal social’” (Parada, 2003, 98). De esta forma “el análisis de la evolución de un organismo específico requiere datos detallados respecto al organismo y su medio ambiente y también explicaciones específicas relevantes de las especies bajo consideración. La biología evolucionista requiere teorías específicas y generales” (Hodgson, 2001). 10 Tomado de la versión en español de Alberto Supelano, en proceso de publicación. Esto significa que la noción de evolución se asocia más con el concepto darwiniano de progreso que con las teorías generales de la física. Es decir que “el enfoque institucionalista pasa de ideas generales respecto al agente humano, las instituciones y la naturaleza evolutiva de los procesos económicos, hacia ideas y teorías específicas, relacionadas a instituciones económicas específicas o tipos de economía” (ibíd.). En otras palabras, la economía evolucionista no busca regularidades empíricas para formular leyes generales de los fenómenos materiales, y por tanto “no tiene una teoría general de los precios, sino una serie de guías de aproximación a problemas específicos” (ibíd.). En síntesis, la economía evolucionista estudia las instituciones históricas específicas, conformadas por la costumbre, los hábitos y las rutinas que contienen la información característica de cada época y lugar, definiendo los hábitos como “una forma de comportamiento, no reflexivo, autosustentable que surge en situaciones repetitivas” (ibíd.). En contraste, la economía institucional de los costos de transacción está inmersa en la búsqueda de instituciones eficientes en un contexto de elección y de maximización, que requiere de la posibilidad analítica del diseño institucional. 3. EL INDIVIDUALISMO METODOLÓGICO Y EL IMPERIALISMO ECONÓMICO Como se mencionó, la aproximación institucional de los costos de transacción supone la existencia de individuos racionales que se enfrentan a un problema de elección y de minimización de costos. Esta perspectiva, que se ha denominado Nueva Economía Institucional, obtiene su característica “nueva” del “intento de explicar el surgimiento de las instituciones tales como la empresa o el estado, haciendo referencia a un modelo racional de comportamiento individualista rastreando las consecuencias no intencionadas en términos de la interacción humana” (ibíd.). Como consecuencia surgeuna explicación que supone los individuos como dados, para luego referirse a las instituciones. Esta aproximación se enmarca dentro del individualismo metodológico, que se define como “una doctrina en donde todos los fenómenos sociales (su estructura y su cambio) son en principio explicables en términos de los individuos” (Elster, citado en Hodgson, 1993, 64). Desde esta perspectiva, los supuestos sobre el comportamiento racional de los individuos configuran la base del análisis económico y de la interpretación de las elecciones individuales. Con estas características, las herramientas del análisis económico se han utilizado para explicar el objeto de estudio de otras ciencias sociales, entre ellas el derecho. El denominado análisis económico del derecho “define un campo de aplicación de la teoría económica (principalmente la microeconomía y las bases conceptuales de la economía del bienestar) al examen de la formación, estructura, procesos e impactos económicos de la ley y las instituciones legales” (Bejarano, 1999b, 155). Este campo de estudio utiliza los supuestos de la teoría económica referentes al comportamiento de elección del individuo, y por tanto se puede enmarcar dentro de lo que se conoce como imperialismo económico. Según Cossio Díaz (1997)11, el imperialismo económico se fundamenta en: 1. Un punto de partida común a las ciencias sociales (o al menos a varias de ellas) en cuanto a la necesidad de fragmentar al individuo en ámbitos a fin de hacerlo comprensible. 2. La común pretensión de esas ciencias de explicar al individuo mediante la asignación de un sentido a sus conductas. 3. La formulación de un conjunto muy reducido de supuestos a fin de asignarle sentido a un universo muy diverso de conductas. 4. La progresiva formalización de los supuestos y de los medios para comprender las conductas. 5. La fortaleza de esas disciplinas para la predicción de posibles conductas y sus efectos. Estas consideraciones permiten identificar las reacciones de los individuos frente a las diversas reglas de comportamiento, de tal manera que las leyes se convierten en incentivos que regulan las elecciones individuales. Los castigos, por ejemplo, se pueden diseñar con un criterio de optimización, y el objetivo será entonces encontrar “un castigo óptimo basado en la minimización de la suma del daño social causado por el delito y el costo de su disuasión” (Bejarano, 1999b, 161). Se hace evidente que un problema de elección colectiva se reduce a un análisis costo-beneficio basado en los supuestos individualistas. Como resultado, el imperialismo económico abre un campo de estudio que, a pesar de reducir los conceptos de otras disciplinas a la terminología económica, construye puentes de discusión interdisciplinarias que “propician un intercambio de doble vía entre la economía y otras ciencias sociales” (Pérez Salazar, 1999, 7), haciendo evidente que “disciplinas como la ética, la historia, la política, la sociología y el derecho son indispensables para entender la conducta económica” (ibíd.). Se podría argumentar, sin embargo, que utilizar las herramientas del análisis costo-beneficio para explicar los fenómenos sociales –y en este caso jurídicos– reduce la interpretación de los problemas sociales, puesto que los supuestos individualistas implícitos en el análisis económico simplifican la comprensión del agregado social a la suma de partes individuales. No obstante, el individualismo metodológico admite diversos énfasis. Por una parte, se tienen los desarrollos de Richard Posner (1992), por ejemplo, que asocian el concepto de maximización de utilidad a la maximización de la riqueza, aplicando sin medida la optimización a cualquier problema de elección; por ejemplo, el mercado de órganos. Por otro lado, están los avances de la elección pública, específicamente la Economía Constitucional, que estudian las 11 Citado en Bejarano (1999, 156). reglas de la toma de decisiones y las identifica como los medios y fines de la elección colectiva. En este caso, las decisiones de un grupo “son los resultados de ciertas reglas acordadas para la elección” (Buchanan y Tullock, 1980, 58), basadas en el principio de que el individuo es la única unidad de análisis. Según James Buchanan “la única posible evaluación de un estado social debe provenir del consenso de los agentes, no de la imposición de un valor o fin particular de algún agente privilegiado, porque esto va en contra de la libertad” (Lozano, 1999, 115). Adicionalmente, y entre otros, están los estudios de elección social12 que, basados también en el individuo, admiten la existencia de valores sociales inmersos en la agregación de las preferencias. Arrow estudia, por ejemplo, “la posibilidad de conciliar los diferentes intereses individuales en un contexto que trasciende los problemas de asignación de recursos en un ambiente competitivo” (Esguerra, 2003, 166). Sin embargo, para algunos autores la estructura individualista tiene limitaciones conceptuales para explicar satisfactoriamente los conceptos y categorías socia les. De allí que las propuestas evolucionistas busquen romper estas limitaciones para abordar los problemas económicos por fuera de la perspectiva de la elección, utilizando los hábitos y las rutinas para estudiar las instituciones. 4. CORRIENTES HETERODOXAS Como se mencionó en la sección 2.2, la economía evolucionista rechaza los lineamientos de la ciencia de la elección, específicamente el mecanicismo que se deriva de ella. Por esto, el término “institución” tiene connotaciones que difieren de su definición como reglas formales e informales. Para los Viejos Institucionalistas, entre ellos Veblen, las instituciones son “hábitos predominantes de pensamiento acerca de las relaciones y funciones particulares del individuo y la sociedad” (Veblen, 1899, 132)13. Por esto, la relación existente entre la política y la economía no se reduce al estudio de los “mercados políticos” y a las expresiones intervensionistas del gobierno para solucionar las externalidades negativas del sistema económico, sino que “la interacción entre política y economía se basa en el sistema de creencias sociales, y el papel del gobierno en el mejoramiento del proceso de la vida es guiado por el proceso evolutivo a través del cual la sociedad construye internamente sus valores” (Parada, 2003, 113). En contraste con la visión del diseño institucional de los nuevos institucionalistas, los viejos institucionalistas –de la corriente de Veblen– sostienen que las instituciones cambian en un proceso evolutivo que involucra un proceso continuo de creación y destrucción; desde una perspectiva en donde 12 Ver por ejemplo, Arrow (1994). 13 Theory of Leisure Class. Citado en Parada (2003, 98). “ni el individuo ni la sociedad son los fundamentos exclusivos de las ciencias sociales” (Hodgson, 1998, 415). Para Commons, sin embargo, la economía institucional se remonta a David Hume en cuanto a la relación que se debe establecer entre la economía, la jurisprudencia y la ética. La ética “trata de las reglas de comportamiento que surgen del conflicto de intereses, que nace a su vez de la escasez y está sometido a las sanciones morales de la opinión colectiva” (Commons, 1931); la economía “trata de las mismas reglas de comportamiento sometidas a las sanciones económicas colectivas de la ganancia o la pérdida de obediencia o desobediencia” (ibíd.); y la jurisprudencia “trata de esas mismas sometidas a las sanciones organizadas de la violencia” (ibíd.). Es precisamente la interrelación entre estos tres tipos de sanciones lo que, según Commons, es el campo de estudio de la economía institucional. Como resultado, la Vieja Economía Institucional –de la corriente de Commons– “examina las instituciones desde un punto de vista holístico e histórico” (Parada,2003, 98). Teniendo en cuenta lo anterior, se puede deducir que las tensiones entre las sanciones éticas, jurídicas y económicas son los “insumos” que utiliza esta aproximación heterodoxa de la economía institucional para interpretar la relación del individuo con la sociedad, dejando de lado la referencia a las necesidades, el placer y la felicidad. En este caso, la acción colectiva no sólo ejerce control sobre la acción individual sino que actúa para liberar la acción individual de la coerción. Por esto, “las acciones individuales son realmente transacciones en vez de comportamientos individuales o intercambio de mercancías” (ibíd., 195) y esto marca la diferencia con otras posturas institucionalistas. En general, la diferenciación en la forma ortodoxa y heterodoxa de explicar la relación entre el individuo y la sociedad, se puede caracterizar también a partir de la distinción metodológica que hace Walras (1900) entre arte y ética. Para él, el arte estudia la relación entre el hombre y las cosas, mientras que la ética estudia las relaciones entre los hombres; lo que necesariamente implica estudiar el conflicto de intereses y la forma como los individuos construyen acuerdos. Este cambio de énfasis, y por tanto de la unidad principal de análisis, es clave en la comprensión de las diferentes vertientes del institucionalismo, especialmente las diferencias entre los nuevos institucionalistas –que se ubicarían metodológicamente en el campo del arte– y los viejos institucionalistas –que se ubicarían en el campo de la ética–. Además, existe una gran diversidad de enfoques que se pueden clasificar como heterodoxos. Entre ellos “la teoría de las convenciones, la escuela de la regulación y los recientes desarrollos de la sociología económica asociados a María Granovetter y Pierre Bourdieu” (Rodríguez, 2001, 63). Vale la pena, siguiendo el artículo de Óscar Rodríguez, mencionar algunas de estas aproximaciones. Por un lado, la teoría de las convenciones generaliza los problemas de organización económica. Las convenciones se definen como “sistemas de reglas que prescriben los comportamientos en función de ciertas circunstancias. Por lo que concierne a la esfera económica, estas reglas permiten que los agentes intercambien y produzcan” (Brosseau, 1993, 47)14. En este caso, las convenciones permiten alcanzar asignaciones eficientes “cuando hay información limitada y alto grado de incertidumbre” (Rodríguez, 2001, 64). Por otro lado, la sociología económica sostiene que “la acción económica es una forma de acción social, esta acción está históricamente determinada y las instituciones económicas son construcciones sociales que no se pueden explicar por simples motivos individuales” (Swedberg y Granovetter, 1994, 115)15. Esta consideración sustenta su crítica hacia los neoinstitucionalistas, para quienes la existencia de las instituciones se debe a la búsqueda de la “eficiencia económica”. Según Granovetter (1994)16, “para los heterodoxos las instituciones están circunscritas a un conjunto de redes sociales, no surgen automáticamente, se construyen socialmente”. El enfoque de las instituciones de Pierre Bourdieu parte de la definición del mercado como “una suerte de artefacto histórico donde sólo la historia puede darle sentido” (Bourdieu, 1997, 48)17. La educación y los procesos de aprendizaje caracterizan las conductas individuales, tal que “la economía de las prácticas económicas encuentra su principio no en las decisiones de la voluntad y la conciencia racionales o en determinados mecanismos salidos de poderes exteriores, sino en disposiciones adquiridas a través del aprendizaje asociado a una larga confrontación con las regularidades del campo. Estas conductas se pueden considerar razonables en vez de racionales” (Bourdieu, 2000, 20)18. 5. REFLEXIONES FINALES En general, la economía institucional parte de una necesidad de complementar o cuestionar las herramientas tradicionalmente utilizadas en el análisis económico. Esto conduce a diferentes formas de aproximarse a la conducta del individuo en el mercado, siendo este último considerado como una institución. Los principios individualistas de la interpretación económica tradicional se pueden complementar o rechazar según se entienda el funcionamiento agregado de la economía, y la acción colectiva se interpreta como el resultado de las acciones individuales, cuando se adopta el individualismo metodológico, y como la unidad complementaria de análisis, cuando el todo no se define como la suma de las partes individuales. 14 L´économie des contrats . Citado en Rodríguez (2001, 64). 15 “La Sociologie économique. Les propositions fondamentales de la sociologie économique”, Pour une autre économie. Citado en Rodríquez (2001, 66). 16 “Les institutions économiques”, Analyse économique des conventions. Citado en Rodríquez (2001, 66). 17 “Le champ économique”, Actes de la Recherche en Sciences Sociales. Citado en Rodríguez (2001, 67). 18 Les structures sociales de l´économie. Citado en Rodríguez (2001, 67). Las diversas definiciones de economía institucional se desarrollaron en torno a la forma de entender el individuo y la acción colectiva. Vale la pena aclarar que dicha forma de interpretación responde a una inquietud personal sobre cómo la teoría económica ha tratado de responder al problema fundamental planteado por Arrow: cómo “pasar de un conjunto de preferencias individuales conocidas a un modelo de formación de las decisiones sociales” (Arrow, 1963, 2). Es inquietante evidenciar que muchas de las respuestas institucionalistas parecen girar en torno a este problema y por esto comparto la inclinación de John Adams (1998) por estudiar el hombre cultural que rompe las barreras que se imponen sobre el hombre económico. No obstante, el término institución mantiene su carácter ambiguo y es preciso delimitar con precisión a qué se está haciendo referencia cuando nos referimos a él. La Revista de Economía Institucional de la Facultad de Economía de la Universidad Externado de Colombia tiene el propósito de contribuir a la profundización y divulgación de los estudios que avanzan sobre este tema y de fortalecer nuestra comunidad académica en torno a una discusión que no sólo convoca a profesionales del área económica sino que permite el diálogo constructivo con abogados, historiadores, filósofos y sociólogos, entre otros. Extendemos nuestra invitación a participar en este proyecto. 6. REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS Adams, John. 1998. “Economía institucional y economía de la elección social: aspectos comunes y conflictos”, Cuadernos de Economía 17, 29, Bogotá, Universidad Nacional de Colombia, pp. 249-265. Arrow, K. 1963. Social Choice and Individual Values, New York, John Wiley and Sons Inc. Arrow, K. 1987. “Economic Theory and the Hypothesis of Rationality”, Eatwell, J.; M. Milgate y P. 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