Descarga la aplicación para disfrutar aún más
Vista previa del material en texto
ANTROPOLOGÍA Y PROFESIONALIZACIÓN: ÉTICAS, RETOS Y LÍNEAS DE FUTURO Lidia Montesinos Llinares lidiamontesinos@gmail.com Ankulegi Asociación Vasca de Antropología Patricia Rubio López patricia.rubio.lopez@gmail.com Instituto Madrileño de Antropología IMA Si bien la reflexión sobre el oficio y el quehacer antropológico ha acompañado a la práctica etnográfica desde sus inicios, el desarrollo de la disciplina y su consolidación progresiva dentro de las universidades en el Estado español ha cambiado y ampliado los debates en torno a su desempeño profesional. Con este simposio hemos querido constatar la vigencia de la reflexión sobre la profesionalización de la Antropología y la necesidad de seguir dialogando en torno al desempeño de la Antropología como profesión, a partir, especialmente, de las distintas realidades y experiencias de quienes trabajan fuera de la universidad en relación con la disciplina. La propuesta de este simposio proviene del Grupo de Trabajo sobre Antropología y Práctica Profesional del Instituto Madrileño de Antropología (IMA)1 y tiene el propósito de analizar los retos a los que se enfrentan los y las antropólogas en sus experiencias de investigación fuera de la Academia2 y reflexionar sobre cómo contribuir al desarrollo de la profesión: 1 https://ima.org.es/grupos/practica-profesional, https://twitter.com/ima_gt. 2 Aunque al hablar de profesionalización de la Antropología solemos pensar en dedicaciones y trabajos “fuera 1 ¿hacia dónde se enfocan laboralmente los nuevos egresados?, ¿en qué áreas se demandan profesionales de Antropología?, ¿cómo poner en valor tanto el trabajo que realizan como las técnicas y metodologías empleadas?. En los encuentros organizados por este grupo, las conversaciones y eventos celebrados se han centrado en la importancia de visibilizar el quehacer de antropólogos y antropólogas en entornos en los que su actividad resulta desconocida y en buscar el reconocimiento de las buenas prácticas profesionales. Además, el grupo se ha interesado por explorar y compartir las formas particulares de proceder en cada contexto laboral: ¿cómo se toman decisiones o se llega a acuerdos en momentos determinantes de la investigación y de su diseño?, ¿qué limitaciones o conflictos de intereses surgen en el desarrollo de la práctica antropológica profesional?, ¿qué nuevas dinámicas de trabajo se están desarrollando en la consultoría antropológica o en las empresas?, ¿qué particularidades se presentan en el trabajo para/en instituciones públicas o empresas privadas?. La Asociación de Antropología Vasca Ankulegi3 se ha sumado a esta propuesta de simposio porque la cuestión de la profesionalización de la Antropología ha sido también un tema fundamental que ha trabajado prácticamente desde su fundación en 1994. De hecho, Ankulegi nace ligada a la FAAEE, un espacio cuyo cometido inicial -como explicaremos enseguida- estuvo muy ligado a la defensa de la Antropología, no sólo como disciplina sino también como profesión. Ankulegi, junto a otras asociaciones del Estado, intentó impulsar la creación de un colegio profesional que pudiera reconocer y defender la labor antropológica, aunque finalmente esta vía no pudo consolidarse. En el año 2002, se creó en el seno de Ankulegi una comisión integrada por profesorado, alumnado y personas ya licenciadas para tratar de definir la profesión e identificar campos de trabajo (Díez Mintegui, 2002) y, en aquellos años, las jornadas anuales de la asociación estuvieron relacionadas también con el tema. Los contenidos tratados quedaron registrados en los números 4, 5 y 6 de la revista Ankulegi: “El futuro profesional de la Antropología” (2002), “Problemas teóricos y metodológicos de la investigación antropológica” (2001) y “Líneas de investigación en Antropología Aplicada” (2000). Más recientemente, en 2015, se conformó dentro de Ankulegi un grupo de egresados y de la Academia”, esta separación no siempre es tan clara y radical. Es habitual que las opciones de trabajo se vinculen con las universidades; ya sea porque a través de la colaboración con la universidad se obtiene legitimidad y reconocimiento, ya sea porque las opciones de trabajo se canalizan a través de los grupos de investigación, personal docente e investigador. 3 https://www.ankulegi.org/, https://twitter.com/Ankulegi. 2 egresadas del Grado de Antropología que se dedicó a la reflexión sobre la profesionalización de la disciplina y abordó ciertas preocupaciones en torno al reconocimiento de la profesión, de sus especificidades metodológicas, su versatilidad y transversalidad y su aplicabilidad especialmente en políticas públicas. Como muestran las ponencias de Begoña Pecharromán con Inès Dinant y con Araitz Rodríguez sobre la experiencia de la cooperativa Farapi, el recorrido de la Antropología Aplicada y la consultoría antropológica en el País Vasco es significativo y mantiene su vigencia actualmente, por lo que la labor de Ankulegi ha estado siempre ligada a esta reflexión. De hecho, Ankulegi ha planteado su jornada anual en 2021 en torno a esta temática “La Antropología como profesión”, a modo de balance tras casi 20 años desde la celebración de la jornada “El futuro profesional de la Antropología” (2002). En los últimos años, a estas reflexiones y líneas de trabajo se ha sumado también, en ambas asociaciones, una preocupación en torno a cierto desamparo de la investigación antropológica desde el punto de vista laboral, especialmente cuando se realiza de forma independiente a la universidad y sin la cobertura de una entidad o cooperativa consolidada, quedando reducida en muchos casos a pequeñas becas u ofertas de trabajo dispersas y en precario. En las Jornadas “Antropología Aplicada y herramientas para el desarrollo profesional” que organizó en 2018 el Grupo de Antropología y Práctica profesional del IMA, varias expertas pusieron sobre la mesa que el trabajo fuera de la universidad es limitado y que la escasa demanda de profesionales de Antropología hace que queden subsumidas en entidades o empresas. Sin el apoyo de un colegio profesional o institución que vele tanto por la práctica profesional como por sus trabajadoras y trabajadores, esto precariza aún más su situación. Desde estas complejidades, y dado el interés compartido por ambas entidades y otras asociaciones del Estado4, el simposio propone abordar la cuestión de la práctica profesional en Antropología y de los diversos retos y problemáticas que se van haciendo cada vez más presentes en los grados de Antropología y en la vida profesional: ¿qué aporta a nivel profesional la Antropología?, ¿cómo determinar las labores que puede realizar una antropóloga o antropólogo y qué marcos analíticos pueden ser aplicables?, ¿a qué retos se enfrentan los y las antropólogas que trabajan en empresas, instituciones u organismos públicos?, ¿qué posibilidades tienen de ejercer su profesión y hasta qué punto se sigue o no realizando lo que entendemos por Antropología cuando se reformulan los marcos teóricos y metodológicos?. 4 Desde el Instituto Catalán de Antropología (ICA), por ejemplo, se creó en 2010 la Associació catalana de professionals de l’Antropologia. 3 1. Antecedentes: La Antropología como disciplina en el Estado español Como destaca Rafael Tomás Cardoso en su ponencia, la Antropología Social surge como especialidad dentro de las universidades en el Estado español en los años 70, dentro de los planes de estudio de las Licenciaturas en Sociología y en Geografía e Historia y se consolida en algunas universidades en los años 80 (Complutense de Madrid, Universidades de Barcelona y Sevilla). Su desarrollo no fue homogéneo en todo el Estado, y tardó algo más en introducirse, por ejemplo, en la Universidad del País Vasco (Díez Mintegui, 2002). A partirde entonces, poco a poco, en las reuniones y congresos de Antropología que se organizaron en aquellos años se fueron poniendo sobre la mesa una serie de problemas: la falta de formación específica en el Estado -mucha gente se había formado en el extranjero-, la necesidad de asociarse y defender la profesión, y también el tema de la territorialidad, en referencia tanto a las distintas identidades nacionales del Estado como a la Antropología en relación a sus objetos de estudio5. Coincidiendo con el II Congreso de Antropología, celebrado en Madrid en 1981, comenzó a discutirse la posibilidad de crear un mecanismo que permitiera una mejor comunicación entre las asociaciones de Antropología existentes en aquel momento, así como la idea de generar nuevas asociaciones en las Comunidades Autónomas en las que no había. En este sentido, se planteó la creación de una federación de asociaciones que pudiera aglutinar a los y las profesionales de la Antropología existentes por todo el Estado y que además pudiera mostrar a la sociedad, más allá de la universidad, que la Antropología -poco conocida en aquellos momentos- podía contribuir a resolver algunos de los problemas sociales que afectaban a la ciudadanía. Como destaca la web de ASAEE: “las antropólogas y antropólogos se rebelaron contra una visión estereotipada que identificaba la disciplina con una ciencia de lo exótico que era, además, tenida por muchos como dependiente o subordinada de otras como la sociología, la historia o la filosofía”. En ese congreso de Madrid se redactaron los primeros borradores de estatutos de lo que sería la Federación de Asociaciones de Antropología del Estado Español (FAAEE), que se discutieron en 1984 en el III Congreso Español de Antropología, celebrado en Donostia / San Sebastián y organizado por la Universidad del País Vasco UPV/EHU. Las bases se aprobaron finalmente en el IV Congreso de 5 En 1973 tiene lugar la Primera Reunión de Antropólogos Españoles en la Universidad de Sevilla y en 1974 la segunda en Segovia, organizada por la Universidad Complutense de Madrid. En 1977 se celebra el I Congreso Español de Antropología en la Universitat de Barcelona y el segundo fue organizado en 1981 por la Asociación Madrileña de Antropología. 4 Antropología celebrado en Alicante en 1987 donde, por tanto, nació la Federación. Es en los años 90, constituida ya la FAAEE, cuando se trabaja en la construcción de una licenciatura específica en Antropología y se presiona al Ministerio de Educación para que sea reconocida. Se constituyeron varias comisiones en las que estaban presentes los distintos departamentos de Antropología del Estado y las asociaciones, en el seno de las cuales hubo debates sobre las asignaturas o cursos que conformarían la licenciatura, especialmente entre quienes defendían una gran troncalidad y los que defendían una menor para poder diseñar un currículum más apropiado a cada realidad socio-política y cultural. Ya entonces se hizo un informe para, de un lado, justificar la demanda social de la carrera y lo que iban a aportar esos estudios a las personas que los cursaran, y de otro, construir una identidad propia que destacase las singularidades de la Antropología frente a otras disciplinas de Humanidades y Ciencias Sociales6. El título de la licenciatura “Antropología Social y Cultural” fue el resultado de una discusión irresoluble entre quienes defendían una Antropología Social y los partidarios de una Antropología Cultural. De esta forma se consiguió una cierta independencia disciplinar en una licenciatura de segundo ciclo a la que se accedía desde estudios previos, que empezó a impartirse en distintas universidades entre 1993 y 1996. En estos años, gran parte del estudiantado que provenía de otras titulaciones ya tenía una dedicación profesional7, y los itinerarios profesionales de quienes querían dedicarse a la Antropología eran principalmente la enseñanza y la investigación universitaria dentro del área. El informe sobre ocupación laboral de los titulados/as en Antropología en el Estado español, elaborado por la subcomisión de perfiles profesionales de la FAAEE (2008) a partir de una encuesta a egresados de la UCM y la UPV, indica que la mitad del estudiantado tenía interés en estudiar antropología (52,7 % de la UCM y 50,3 % de la UPV), mientras que otra parte del estudiantado quería tener una licenciatura y mejorar laboralmente (33,5 % en UCM y 29,9 % en UPV). Como recoge este informe, el interés por la profesionalización no estaba presente en todo el alumnado y, entre las y los profesionales que respondieron a la encuesta, sólo un 36,4 % trabajaba fuera de la Academia. 6 En el País Vasco, por ejemplo, esta comisión estuvo formada por Carmen Díez Mintegui, Txemi Apaolaza, Mikel Azurmendi, Teresa del Valle y Joxemartin Apalategi. Por su parte, en Madrid, María Isabel Jociles Rubio fue la encargada de la realización del estudio junto con Ana María Rivas Rivas y María Cátedra Tomás. 7 Cursar Antropología y obtener una Licenciatura en sólo dos o tres años podía significar un ascenso en el trabajo o una mejora salarial. 5 2. La Antropología en el Estado español y el Espacio Europeo de Educación Superior (EEES) Como recoge también Tomás Cardoso en su ponencia, instituciones de referencia para la disciplina como la American Anthropological Association o la National Association for the Practice of Anthropology han atendido al desarrollo de la profesión antropológica fuera de la Academia, impulsando encuestas y dando importancia al conocimiento y seguimiento de su actividad y de sus ámbitos de trabajo. En esta misma línea, distintas universidades y docentes del mundo anglosajón han realizado guías informativas y de orientación profesional. También la Antropología europea y, especialmente la European Association of Social Anthropologists (EASA), ha dado apoyo a este tipo de investigaciones que visibilizan al colectivo profesional y analizan su situación en diversos campos de investigación y trabajo. Estos estudios impulsados por EASA sobre la situación de la Antropología en Europa han sido una referencia para reformular y modernizar la disciplina en el Estado español, concretamente para la construcción de los planes de estudio de los nuevos Grados de Antropología en convergencia con el Espacio Europeo de Educación Superior (EEES). En el Estado español, en 2004 se crea la Comisión Estatal del Grado de Antropología (CEGA), a propuesta de 13 universidades junto con la FAAEE, con el objetivo de crear y defender un Grado de Antropología en el marco de la reforma universitaria a nivel europeo. La creación y diseño de un grado propio debía incluir una serie de perfiles profesionales, por lo que se agudizó la búsqueda de nichos laborales, un reto imprescindible de cara a las nuevas promociones de tituladas y titulados en Antropología. Esta comisión publicó el “Estudio preliminar del Grado de Antropología Social y Cultural” (2005), que sirvió como Libro Blanco de la Antropología Social y Cultural para la propuesta de aprobación por parte de la ANECA8. Se publicó también la “Encuesta de Demanda Potencial de un Grado de Antropología” (2005), lo que marcaba -siguiendo la ponencia de Tomás Cardoso- “un proceso de ruptura con los perfiles híbridos y la aparición de una concepción estrictamente autónoma de la carrera profesional de antropólogo”. No hay que olvidar que la reflexión sobre la profesionalización estaba ya muy presente en el 8 En el informe para ANECA se consignaron las siguientes salidas profesionales: mediación y asesoría (diversidad social, género y desigualdad, multiculturalismo, migraciones, derechos humanos, interculturalidad, entre otras); promoción, conservación y gestión cultural(museos y patrimonio cultural y etnográfico); desarrollo local y comunitario; asesoría en la industria audiovisual, cinematográfica y editorial; formación en diversidad cultural; consultoría en recursos humanos, sanitarios y sociales; y docencia e investigación. 6 seno de la FAAEE y de las distintas asociaciones de Antropología9, pero en estos años el tema se trabajó con mayor interés y también con cierta urgencia. En 2007, ligada a la Comisión del Grado (CEGA) y a la FAAEE, se creó una comisión de trabajo centrada en el tema de la profesionalización de la disciplina y la inserción laboral de las tituladas en Antropología: la Comisión de Profesionalización de la Antropología (CPA). Dentro de la CPA, la Subcomisión de Perfiles Profesionales publicó al año siguiente el “Informe de la Ocupación Laboral de los Titulados/as en Antropología en España y otros países” (2008). Fueron años en los que la celebración de jornadas sobre Antropología Aplicada y Práctica Profesional evidenciaban el creciente interés por la construcción de salidas profesionales fuera de la Academia para los planes de estudio (Cf. Colás Cortés, 2006; Buxó Rey, 2007). De hecho, la implantación del llamado “Plan Bolonia” suponía un giro de los estudios universitarios hacia la práctica profesional, cuestión que no estuvo exenta de debate. Las críticas a este modelo educativo dieron lugar a importantes protestas y resistencias en toda Europa, por parte principalmente del estudiantado, pero también de ciertos sectores del profesorado. Las luchas contra el Plan Bolonia en el Estado español, especialmente significativas en las principales ciudades, anunciaron ya ciertas críticas al modelo del EEES que recorren actualmente la institución universitaria (Asamblea PDI-PAS de les Universitats públiques catalanes, 2009; Bagué, Comerma y Terradas, 2010), un espacio que, por otra parte, no ha vuelto a experimentar la efervescencia política que se produjo en aquellos años. Las protestas y ocupaciones de edificios por parte del estudiantado duraron meses, pero algunas se fueron desgastando con el tiempo y otras fueron disueltas o reprimidas por la policía, quedando prácticamente desactivadas en 2009. En el caso de la Antropología, la prioridad por obtener un Grado propio decantó la balanza hacia la implementación del plan y la asunción de todas sus implicaciones. El balance de este proceso está todavía pendiente, pero aparece en algunas de las reflexiones que se plantean en este simposio: ¿qué tipo de acercamiento y de relaciones se han producido en estos años entre las universidades y las empresas?, ¿cómo se financia la investigación tanto dentro como fuera de las universidades?, ¿qué papel está cumpliendo el Practicum o los másteres en la formación universitaria?, ¿qué balance podemos hacer del proceso de profesionalización de la disciplina diez años después del Plan Bolonia?. En definitiva, los estudios de Antropología Social y Cultural en el Estado español 9 Véase, solo como muestra: Esteva Fabregat, 1975; San Román, 1984; Actas do III Congreso de historia da antropoloxía e antropoloxía aplicada, 1997; o Uribe Oyarbide, 1999. 7 experimentaron un cierto cambio de orientación a partir de 2008 con la creación del nuevo Grado de Antropología Social y Cultural, que comenzó a impartirse en trece universidades en el curso 2009/2010. La necesidad de crear perfiles profesionales para futuros egresados se tradujo también en una adaptación de la formación universitaria, que se materializó en la creación del Practicum, cuyo objetivo es que el alumnado desarrolle los conocimientos, las competencias y las habilidades necesarias para el desempeño de la labor profesional, para facilitar así su proceso de inserción laboral. En este sentido, en este simposio también se plantea un balance sobre el recorrido de esta formación específica y sobre qué consecuencias reales ha tenido sobre el perfil profesional del estudiantado10. A grosso modo, parece que el Practicum ha abierto vías profesionales para el alumnado y ha propiciado, aunque de forma limitada, opciones de trabajo (Cf. Arrieta Aranguren, 2013; Bullen y Urquijo, 2014; Soto Marata et al., 2014). Aun así, como explican en su ponencia Pecharromán y Dinant, la formación profesional es muchas veces insuficiente para quienes se enfrentan al mundo laboral con una titulación en Antropología. Coinciden en señalar, con muchas otras voces, la necesidad de una formación complementaria, ya sea mediante un máster o mediante cursos de especialización en ámbitos de Antropología Aplicada. Ana Laura Barrera Vilchis y Georgina María Arredondo destacan también, para el caso de México, la importancia de la formación académica y la preparación constante para la especialización del desempeño profesional. Explican cómo en la Licenciatura en Antropología Social de la Universidad Autónoma del Estado de México (UAEM) se promueve, a través de la prestación de Servicio Social y Prácticas Profesionales, la vinculación laboral del alumnado con Organizaciones de la Sociedad Civil, facilitando así que el alumnado desarrolle habilidades aplicadas. Lina Masana, por su parte, pone en duda que “hagamos Antropología” cuando trabajamos o nos hacen trabajar de cierta manera y con ciertas limitaciones en entornos laborales “fuera” de la Academia. Cuestiona así el valor profesional de la Antropología y el valor de la Antropología profesional en entornos no académicos, un aspecto que aparece de forma recurrente en los debates sobre profesionalización. 10 En este sentido, cabe destacar la colaboración entre los departamentos de Antropología de la Universidad del País Vasco, la Universidad Autónoma de Barcelona, la Universidad Autónoma de Madrid y la Universidad de Granada para promover la reflexión sobre la profesionalización de la Antropología entre el alumnado del Practicum, organizando jornadas e intercambios de experiencias (entre los años 2014 y 2018). 8 3. La Antropología como profesión Desde la consolidación del Grado en Antropología la cuestión de las salidas profesionales para la formación antropológica nunca ha dejado de estar en las conversaciones, inquietudes y también dudas tanto del profesorado como del alumnado y de quienes desempeñan labores profesionales (Cf. Tomé Martín, 2011; Valdés Gázquez, 2012). En este sentido, como explica Tomás Cardoso en su ponencia, la Comisión de Profesionalización de la Antropología (CPA) creó en 2012 el Portal Estatal de Antropología, una herramienta online para la promoción profesional del colectivo, donde junto a información general sobre la disciplina en el Estado español (enseñanza, actividad académica, oferta formativa) se incluía un “Registro de Expertos”, una base de datos abierta con distintos perfiles de actividad (en ámbitos académicos o fuera de estos), orientado a promover la visibilización de la Antropología. Sin embargo, actualmente el portal ya no está activo. Más recientemente, en octubre de 2017, la constitución de la Asociación de Antropología del Estado Español (ASAEE) abrió una nueva etapa en la organización de los distintos sectores vinculados a la Antropología que se ha traducido en la creación de tres comisiones diferenciadas: la Comisión de Asociaciones, la Comisión Académica y la Comisión Profesional11. ASAEE recoge el testigo de la FAAEE, la CEGA y la CPA, y prosigue su labor en torno a la consolidación académica, la profesionalización de la disciplina y su reconocimiento social. La comisión profesional atiende cuestiones específicas sobre deontología y salidas profesionales, y sirve también para difundir -y en cierta manera legitimar- la labor de entidades que se dedican al ejercicio profesional de la Antropología. No obstante,como se desprende de las temáticas abordadas en este simposio, es necesaria la coordinación y el trabajo conjunto de las tres comisiones para mejorar y afianzar la formación profesional en las universidades, y también para impulsar la divulgación y el reconocimiento de la investigación antropológica. La redefinición del rol de las asociaciones de Antropología tras la desaparición de la FAAEE podría incluir -entre otras cosas- la creación de un espacio de encuentro y de diálogo entre el mundo académico y el profesional. Por otra parte, es importante tener en cuenta que las preocupaciones más recientes en materia 11 Como explica la web de ASAEE: “La comisión profesional aglutina a entidades no universitarias con personalidad jurídica, públicas o privadas, que son titulares de instituciones que se dediquen al ejercicio profesional de la Antropología, los Museos u organismos que, en sus diferentes ámbitos de actuación, contribuyan al desarrollo y profesionalización de la Antropología. El propósito principal de esta comisión es establecer un foro de debate permanente sobre el quehacer antropológico, deontología, salidas profesionales y todas aquellas otras cuestiones que afecten directa o indirectamente a los/as antropólogos/as como profesionales”. 9 de profesionalización se han visto afectadas por las transformaciones del mundo laboral, las sucesivas crisis económicas y la precarización del trabajo asalariado en general. A los retos metodológicos y de reconocimiento de la disciplina, se suman ahora las dificultades de un mercado laboral flexibilizado y competitivo, que afecta tanto al ámbito universitario como a la dedicación profesional fuera de la universidad (Cf. Díez Mintegui, 2011; Jovanović, 2018). Dentro de las universidades sigue sin resolverse la situación del profesorado asociado en condiciones muy precarias y el problema de las falsas y falsos autónomos. También las nefastas consecuencias de los recortes, la reducción de la financiación pública tanto para becas como para la investigación en general, o los engorrosos procesos de acreditación y el problema del reconocimiento de sexenios de investigación y transferencia que ha trabajado ASAEE12. Fuera de la universidad el panorama no mejora: el problema de la precariedad laboral que afecta de forma incisiva a la juventud con una tasa de paro elevado, la proliferación del régimen de autónomos/as para poder trabajar, la diversificación laboral, las irregularidades en los procesos de licitación y la elaboración continua de proyectos que implican un trabajo no remunerado. Uno de los aspectos que más se ha destacado en este simposio ha sido la necesidad de adecuar los tiempos de un estudio antropológico a los que exige la empresa o las instituciones públicas, así como las implicaciones que tiene esta reducción del tiempo sobre las metodologías a emplear y sobre la relación tiempo/salario. Así lo han relatado Olatz Retegi y Enara Eizagirre en su ponencia, donde destacan el poco tiempo que se consigna para la consecución de múltiples objetivos; o Diego Parejo, que destaca estos mismos problemas en el mundo de la empresa a partir del análisis de entrevistas en profundidad a profesionales de la Antropología más allá de la Academia. Parejo estudia las tensiones, dudas y dilemas éticos que la reducción de tiempos implica, así como las iniciativas metodológicas que se están generando y que considera actualizan la disciplina. Lina Masana, sin embargo, se pregunta: ¿es posible hacer Antropología en estas condiciones?. Otro elemento a tener en cuenta es que la investigación que realizan las universidades, al ser complementaria de la docencia, no se remunera de la misma forma que debería pagarse la investigación aplicada o independiente. Los grupos de investigación y departamentos universitarios trabajan con alumnado en formación y su labor investigadora se considera inherente a su desempeño profesional. En este sentido, reciben casi exclusivamente el reembolso de gastos complementarios o viáticos, incluso en grandes proyectos. Esto hace que 12 Grupo de Trabajo ASAEE para los Sexenios de Transferencia. 10 puedan ofrecer precios de investigación mucho menores que los que consignan las consultoras o investigadoras autónomas, a quienes les resulta complicado competir con sus proyectos. Si bien hay departamentos que renuncian a participar en becas, concursos o licitaciones para desarrollar investigaciones aplicadas porque se consideran vías para el alumnado o para el ejercicio profesional, el debate está todavía pendiente, y hay departamentos y grupos de investigación que sí participan en estudios de este tipo porque cuentan para la carrera académica como méritos de transferencia del conocimiento. Una opción mixta más operativa, como hemos mencionado al inicio, es la colaboración de estos grupos y departamentos universitarios con proyectos realizados por investigadoras e investigadores autónomos, operando muchas veces como entidades coordinadoras o supervisoras del trabajo. No obstante, aún no se han definido claramente este tipo de relaciones. En relación con estas problemáticas, el acto inaugural del I Congreso de Antropología Catalana (COCA) celebrado a final de enero de 2020, fue una mesa de debate titulada “Hegemonías, precariedades y dependencias: los contextos de producción del conocimiento antropológico”, centrada especialmente en la precariedad de la investigación doctoral y post- doctoral en el mundo académico. Participó en la mesa Giacomo Loperfido, miembro de PrecAnthro, un colectivo que trabaja por la organización colectiva y la construcción de una unión antropológica transnacional que actúe de forma coordinada y solidaria ante los abusos del neoliberalismo13. En la Conferencia EASA 2018 de Estocolmo, el Colectivo PrecAnthro organizó un encuentro para reflexionar críticamente sobre la remodelación de la producción de conocimiento en grandes proyectos financiados con fondos externos, como resultado directo de la neoliberalización de la Academia y para redactar un código de buena conducta (Salazar, 2019). Varios miembros de este colectivo han publicado este año, por encargo de la EASA, el informe The Anthropological career in Europe: A complete report on the EASA membership survey (Fotta, Ivancheva y Pernes, 2020). Por último, cabe destacar la iniciativa llevada a cabo por ASAEE junto a otras entidades vinculadas a las Ciencias Sociales14 de lanzar el comunicado “Las ciencias sociales y la gestión e investigación de la COVID-19”, reclamando un lugar para las ciencias sociales en la investigación contemporánea y, en concreto, respecto a la situación de emergencia sanitaria 13 https://www.facebook.com/precanthro/ 14 Asociación Española de Ciencia Política y de la Administración (AECPA), Asociación Española de Geografía (AGE), Asociación Española de Investigación de la Comunicación (AE-IC), Federación Española de Sociología (FES) y Sociedad Española de Pedagogía (SEP). 11 que atravesamos. Disciplinas afines que en ocasiones parecen disputarse el poco espacio de representación que se da a las ciencias sociales, han unido fuerzas y establecido alianzas para reivindicar la investigación social y el reconocimiento de su labor: ...queremos hacer constar que no hay salida posible a la crisis de la COVID-19 que no incluya los saberes y experiencia de las ciencias sociales. Necesitamos apoyar urgentemente la investigación en ciencias sociales sobre la COVID-19. Necesitamos incorporar las sensibilidades y perspectivas de estas disciplinas a la gestión política de la pandemia en sus distintos ámbitos territoriales y administrativos (central,autonómico, municipal). Necesitamos escuchar los saberes situados que las ciencias sociales han aprendido a conjugar de la mano de movimientos sociales y comunidades vulnerables. Cristina Sánchez Carretero, presidenta de ASAEE, ha ahondado en este tema en su artículo “Los silencios de la covid-19: de una pandemia a una sindemia”, en el que enfatiza la necesidad de potenciar líneas de investigación desde las ciencias humanas y sociales. Con estos breves apuntes, hemos querido ilustrar la importancia de la reflexión sobre la Antropología como profesión ante distintas problemáticas y retos contemporáneos. La labor de ASAEE y de las distintas asociaciones, comisiones y grupos de trabajo en torno a la profesionalización sigue siendo fundamental tanto dentro como fuera de las universidades y, especialmente también, en ese espacio de intersección que conforma el estudiantado. La próxima cita tras este simposio será la XXIII Jornada de Antropología organizada por Ankulegi que se celebrará el 5 de marzo de 2021 en Donostia / San Sebastián. Tiene el propósito de hacer un balance del estado de la profesión en el País Vasco y de la situación laboral de quienes se licenciaron y ahora se gradúan en Antropología: ¿dónde se sitúan las y los antropólogas cuando concluye su periodo formativo?, ¿qué recorridos y elecciones profesionales hacen?. La participación de Cristina Sánchez Carretero en la jornada quiere ampliar un poco más la reflexión y abrir de nuevo un debate necesario para la proyección social y laboral de la disciplina: ¿qué papel juegan las asociaciones de Antropología en esta materia?, ¿y las cooperativas, las empresas, instituciones públicas y privadas que ofrecen o demandan servicios profesionales de Antropología?. 4. Ámbitos de trabajo y líneas de reflexión Apuntaremos ahora, de forma sucinta, algunos de los ámbitos de trabajo vinculados a la 12 Antropología que se dan fuera de la Academia y las reflexiones que plantean o las problemáticas a las que se enfrentan, centrándonos especialmente en aquellos que han tenido presencia en el simposio. No abordaremos la situación de la investigación y la docencia en las universidades, sobre la cual hemos hecho ya algunos apuntes, pero sí vale la pena mencionar, en relación a la educación secundaria, la labor personal y colectiva que se ha realizado en distintas comunidades autónomas para que las y los graduados en Antropología puedan dar clases en educación secundaria en más ramas de las que están reconocidas actualmente (Cf. Pérez Aldasoro, 2015)15. 4.1. Antropología Aplicada: un debate que se reactualiza Como ha quedado en evidencia en este simposio, existe una diversidad de posturas respecto a la profesionalización de la Antropología, y en concreto, se generan ciertas discrepancias entre las personas más fieles al espacio académico y las que optan por desempeñar también una labor aplicada a la gestión e intervención de problemas particulares (Giménez, 2011; 2012). Sin embargo, también se ha hecho patente la inexistencia de posturas dicotómicas que quizá eran más habituales hace unos años. La distinción entre una Antropología esencialmente teórica y otra aplicada se ha ido diluyendo con los años, tanto por el avance de la profesionalización de la disciplina como por la emergencia de problemas sociales de envergadura que demandan la implicación de quienes investigan y/o la intervención pública. Además, cualquier etnografía, independientemente de la finalidad con la que se haya realizado, tiene efectos y resonancias sociales y sus conclusiones o reflexiones situadas siempre pueden ser tomadas en consideración para impulsar procesos más o menos dirigidos. En este sentido, este debate se ha visto desbordado por la cantidad de egresados en Antropología que buscan trabajo en los últimos años y, quizá por ello, el cuestionamiento de la aplicabilidad de la Antropología y de la práctica profesional no es ya la principal problemática en discusión, pues: “¿acaso es evitable?” plantea Teresa San Román (2006). El debate, en todo caso, se actualiza y se rearticula en torno a las formas de esa aplicación, es decir -como plantea Lina Masana en su ponencia-, si acaso toda práctica profesional cabe o 15 El profesorado del Área de Antropología Social del Departamento de Antropología y Filosofía de los valores de la UPV/EHU, por ejemplo, hizo una solicitud al Departamento de Educación para que se reconociera la concordancia e idoneidad del Grado de Antropología Social para las especialidades de Intervención Sociocomunitaria y Servicios a la Comunidad, ya que actualmente solo se reconoce para Filosofía, Orientación Pedagógica / Psicología-Pedagogía, Diversificación Curricular Socio-Lingüística y Geografía e Historia. También se hicieron peticiones personales ante el defensor del pueblo. Otra demanda pertinente es que la titulación en Antropología sea reconocida como válida para el desempeño de empleos públicos en la Ley de Cuerpos y Escalas de la Administración. 13 no en eso que delimitamos como nuestra forma de trabajar, aquella que se inserta dentro de un perímetro epistemológico y metodológico concreto y que reconocemos como común. La Antropología Aplicada se va consolidando en los centros de salud, en políticas públicas, en gestión de la diversidad cultural, en labores de consultoría o gestión cultural, y se abre paso también en relación a temas medioambientales, educación, criminología o en la Antropología industrial y forense. Las múltiples maneras de enfocarla y llevarla a cabo han sido formuladas y cuestionadas en infinidad de congresos y jornadas, aunque nuevas formas de profesionalización aún no han tenido la oportunidad de participar en estos debates. Es por ello que hemos aprovechado este simposio para preguntarnos acerca del valor antropológico que se vierte en la práctica profesional, y más aún en espacios donde antes no estaba formulada siquiera esta disciplina. Un ejemplo claro de esta ampliación y diversificación de la práctica antropológica profesional es el caso que exponen en su ponencia Sergio Gil y Federica Marzoni en relación a la Gastropología y el papel del “anfitrión flotante”: aquel investigador o investigadora que actúa como agente de mejora del servicio y la satisfacción del cliente en bares y restaurantes. De todas formas, a pesar de su ausencia en el simposio, cabe destacar otros ámbitos como el del turismo, la Antropología feminista o la Antropología de la Salud y la Enfermedad, posiblemente una de las especialidades más desarrolladas en Antropología Aplicada. Como plantea Blázquez (2017)16: “la antropología feminista y la antropología médica han sido dos de los campos disciplinares donde más experiencias prácticas se han desarrollado, la riqueza etnográfica ha ido acompañada (con mayor o menor intensidad) con una producción teórica”. 4.2. Antropología y desarrollo Los debates en torno a la Antropología vinculada a la cooperación y el desarrollo comunitario tienen también una larga y controvertida trayectoria (Escobar, 1991, 1995, 2012; Fernández de Larrinoa, 2003, 2006, 2011; Gimeno y Monreal, 1999; Pérez Galán, 2012; Viola, 2000, 2011). Ciertos dilemas éticos, debates conceptuales e incluso conflictos de orden político siguen vigentes en relación al papel de la Antropología en el seno de estos proyectos y se han actualizado en relación a las políticas neo-extractivistas -especialmente en Latinoamérica-, y el abordaje de conflictos ambientales por la gestión de recursos naturales (Campanera, 2017). David Lewis y Kate Gardner (2003), desde su experiencia como profesionales de la 16 Maria Isabel Blazquez Rodriguez (12/04/2017) Antropología Médica y Feminismo en Análisis/News. 14 Antropología, analizaronla obra de las agencias de desarrollo y de lo que denominaron “la industria de la ayuda”. Los estudios de caso que expusieron mostraban el dinamismo de los discursos sobre el desarrollo, según el contexto, y ponían el foco en las posibilidades de apertura y de cambio que se producían en las prácticas concretas. Plantearon que las aportaciones de la Antropología tienen un carácter maleable y que las perspectivas y herramientas antropológicas pueden ser adoptadas por agentes diversos, incluyendo las organizaciones comunitarias locales y las ONGs. En este sentido, más que en los discursos en torno al desarrollo, se enfocaron en los esfuerzos por transformar las relaciones sociales de pobreza y desigualdad. En esta misma línea se posiciona la ponencia de Barrera y Arredondo, con una visión constructiva y comprometida de la Antropología Aplicada al desarrollo de las comunidades a partir del trabajo con la sociedad civil en México; concretamente con la asociación Crea A.C., que promociona el empoderamiento económico de mujeres habitantes de zonas marginadas a través del desarrollo empresarial. Plantean que el papel de las y los antropólogos aplicados, como intermediarios o como enlaces entre las organizaciones que impulsan procesos de cambio o gobernanza y las poblaciones involucradas, puede promover procesos más participativos y colaborativos, menos dirigidos, que contribuyan a generar oportunidades de mejora en las condiciones de vida de ciertas poblaciones. Barrera y Arredondo consideran que la crítica reiterada hacia los programas implementados por gobiernos y entidades externas se puede retomar con el fin de aprender de los errores cometidos en el pasado: En México tenemos la tarea pendiente de valorar la actividad profesional propia de la disciplina antropológica para trascender y convertirnos en generadores de empleo formal. Quitarnos la vergüenza de ser antropólogos y mostrar la utilidad y trascendencia que ha tenido y puede tener la Antropología en cualquier ámbito de las organizaciones (pública, privada y social). (...) Movernos sobre las demandas que tiene el mundo y adaptarnos con ética y responsabilidad como científicos sociales. En este sentido, es de suma importancia replantearse lo que un/a antropólogo/a alcanza hacer y qué marco analítico aplica, así como la forma de difundir y comunicar conocimientos. Se vuelve necesaria la realización de documentos más sencillos, informes más cortos, presentaciones de carácter tallerista o producciones audiovisuales (Pichardo 2013). Cada vez más organismos dan cuenta de la importancia de las investigaciones de carácter social, e intentan paliar el desconocimiento en cada ámbito organizando equipos interdisciplinares, contando así con profesionales de la Psicología, la Sociología o la Antropología entre sus 15 investigadores. Barrera y Arredondo se apoyan en la obra, ya clásica, de George M. Foster (1971), que ejemplifica con proyectos de desarrollo y modernización el funcionamiento de lo que denomina “cambio cultural planificado o dirigido”. Foster (1971) organizó un compendio de propuestas al desarrollo para analizar el quehacer de la Antropología Aplicada en este ámbito y detectó, en aquellos años, la ausencia de la labor antropológica en los proyectos de cooperación. A partir del análisis de esos casos aportó una serie de reflexiones críticas con las directrices etnocéntricas y los proyectos que no tienen en cuenta las formas de vida de cada sociedad. Por eso Barrera y Arredondo ponen el foco en el trabajo con la sociedad civil y la colaboración con instituciones y empresas tanto públicas como privadas. 4.3. Antropología de la empresa y de los negocios Otro de los ámbitos de trabajo para las y los profesionales de la Antropología que ha ido ganando peso en el Estado es la consultoría empresarial, el asesoramiento para el desarrollo organizacional, así como los estudios sobre el comportamiento del consumidor o de los mercados. La Antropología de la empresa ha dado pasos importantes en los viveros de empresas o en proyectos como los Medialabs, donde la disciplina ha ido adaptando sus metodologías a campos menos conocidos y prácticamente inexistentes en la formación universitaria. A nivel internacional, publicaciones como el International Journal of Business Anthropology o el Journal of Business Anthropology recogen el empeño y esfuerzos de decenas de profesionales de la Antropología por relatar sus experiencias en el campo profesional en el terreno de la empresa, a menudo en el área de marketing o de consultoría. En los diferentes números de estas publicaciones encontramos debates sobre ética y metodología (Cf. Bainton, 2012; Morais y Waal Malefyt, 2014; Beeman, 2019), así como experiencias prácticas donde es clave la colaboración de antropóloga y antropólogos en la gestión de problemas cotidianos que surgen entre las empresas y las y los “usuarios” de los servicios que estas ofrecen (Qirko, 2012; Heer y Jenkins, 2012; Bjerk, 2016; Ilkjaer, 2019). En el Estado español, junto a trabajos clásicos como los de Jordi Roca (1998, 2001), la obra Antropología de la Empresa publicada por Sergio López (2017) expone y sintetiza el papel del antropólogo/a en el contexto empresarial tanto desde la investigación teórica como desde la aplicada. En este sentido, Pecharromán y Dinant, por ejemplo, y también Rodríguez, relatan su experiencia iniciática en Fagor, empresa de electrodomésticos de la cooperativa-corporación Mondragón, exponiendo tanto las dificultades que tuvieron en un inicio como los valiosos 16 aprendizajes a la hora de consensuar con la empresa un lenguaje, unos objetivos y una metodología común. Coinciden con Barrera y Arredondo en que hay que aprender de otras ciencias sociales y de otros saberes, investigando constantemente y sistematizando estrategias de aplicación. 4.4. Consultoría antropológica En cuanto a la Antropología en entidades e instituciones públicas o público-privadas (fundaciones, por ejemplo), encontramos que los ámbitos de trabajo se han ido ampliando y fortaleciendo, por ejemplo en la gestión y difusión sociocultural, el diseño y la gestión de museos, o el estudio y la salvaguarda del patrimonio etnológico material e inmaterial (Roigé, del Mármol, Guil, 2019; Pérez Galán, 2011). Gana peso también la figura del antropólogo/a como técnico/a o consultor/a de políticas públicas o de dinámicas sociales (Giménez, 2004; Agudo, 2013; Gimeno y Monreal, 1999): gestión y resolución de conflictos, intervención y mediación sociocultural, estudios de sostenibilidad e impacto social, así como investigaciones para la aplicación de medidas para la igualdad de género (Bullen, 2012). Las metodologías participativas y colaborativas, los diagnósticos y los talleres formativos para técnicos y técnicas de la administración, para fundaciones o para la ciudadanía en general son una parte consolidada de las labores de los profesionales de la Antropología que es aplicada en el sector público (Cf. Isla, 2014). Asimismo, la recuperación de historias locales, memoria oral o trabajo gráfico y de archivo en investigaciones sobre territorios (Ríos, 2018) también se presentan como ámbitos de trabajo fructífero, generalmente también -pero no solo- con instituciones públicas. Las consultoras que forman parte de la comisión profesional de ASAEE, cooperativas como Farapi koop., fundaciones o proyectos como el Observatorio de la Vida Cotidiana OVQ o L’etnográfica, son solo algunos ejemplos de iniciativas profesionales en estos campos. En el ámbito público se sitúa también el trabajo que presentan David Berna y Eva Herrero sobre los procesos de transformacióndel barrio madrileño de Usera, a partir de su experiencia de trabajo en la organización participativa del Año Nuevo Chino. Su comunicación reflexiona, a partir de esa experiencia de Antropología Aplicada en el sector público, sobre cómo articular diferentes intereses y posiciones, y sobre las implicaciones éticas y políticas que surgen a la hora de diseñar y provocar procesos sociales. Consideran que la organización de esta “fiesta étnica” y “de barrio” contribuyó en cierta forma a la “exotización” del barrio y a su incipiente gentrificación. 17 Joan Costa también relata, desde su experiencia laboral, los retos que supone colaborar con la administración pública y coordinar un equipo de trabajo multidisciplinar. En su ponencia explica cómo desarrolló su papel en la tarea de inventariado de bienes municipales y catalogación de caminos y vías rurales en Eivissa y Formentera: elegir los marcos analíticos aplicables, diseñar una metodología adaptada a las peculiaridades locales y con un enfoque participativo, crear redes comunitarias y profesionales de apoyo, comunicar del proyecto a muy diversos actores, entre otras muchas tareas. Su trabajo, vinculado al desarrollo territorial y a la intervención pública, consistía en determinar la titularidad de los bienes -lo que a menudo resulta complejo y conflictivo- y determinar también el interés patrimonial y turístico de distintos espacios, atendiendo principalmente a documentos de archivo y fuentes orales. Posiblemente, el ámbito de la consultoría e intervención pública sea uno de los más receptivos a la investigación antropológica, aunque es probable también, que sea uno de los que más complejidades entraña. 5. La profesionalización de la Antropología: dilemas éticos, retos y líneas de futuro. Para terminar, y a modo de conclusiones, podemos afirmar que las formas en que se desarrolla la investigación etnográfica y antropológica en cada contexto profesional implica una serie de singularidades; la asunción de ciertos límites y ciertas potencialidades, retos y dificultades específicas que se siguen poniendo sobre la mesa una vez las y los titulados en Antropología salen al mercado laboral o, aun siendo estudiantes, buscan alternativas a una vida académica cada vez más precarizada (Jovanovic, 2018). Estas potencialidades, limitaciones o dificultades a la hora de habitar otras claves de investigación social o llevar adelante proyectos de investigación antropológica ameritan, año tras año, encuentros y diálogos como el que hemos querido generar en este simposio; espacios en los que profundizar en ellas y en los que conversar, a partir de diferentes experiencias investigadoras, sobre cómo se están articulando metodologías y herramientas antropológicas generadas en y para contextos muy diversos. En relación con estas temáticas, el debate sobre los problemas éticos en la investigación social también puede ser abordado desde muy diferentes prismas: desde el manejo de las relaciones de poder que se generan con las personas que participan en la investigación; el rigor científico y metodológico empleado en el proceso de recogida de datos; la medida en la 18 que se informa con claridad y transparencia de los objetivos de la investigación a las y los informantes; el uso y divulgación de los resultados de la investigación; la conciliación de las exigencias y formas de trabajo en entornos institucionales públicos y privados con nuestro código ético, entre otras. Como ilustran las comunicaciones de Barrera y Arredondo, Herrero y Berná o Costa, estas cuestiones se relacionan con las diferentes maneras de articular la ética profesional de cada investigador o investigadora, que surgen a su vez de la pluralidad de subjetividades que construyen las percepciones existentes sobre cómo trabajar desde la Antropología. En este sentido, las orientaciones deontológicas para la práctica de la Antropología profesional elaboradas en septiembre de 2014 por un comité ad hoc de ASAEE sobre ética profesional supuso un paso adelante en la elaboración de un Código Deontológico compartido para la gran diversidad de perfiles profesionales vinculados a la Antropología. Barrera y Arredondo mencionan en su comunicación que en México cuentan con el Código de Ética del Colegio de Etnólogos y Antropólogos Sociales, A.C. (CEAS), de 2020, en el que se incluyen principios generales para la toma de decisiones en la práctica profesional, destacando el respeto de los derechos de las personas que participan en las investigaciones. Aún así, la dedicación etnográfica plantea infinidad de dilemas en su práctica cotidiana que se diversifican aún más en la diversidad de experiencias profesionales, lo que hace compleja esta labor regulatoria. Además, existe una tendencia clara a la realización de proyectos multidisciplinares en los que colaboran diferentes profesionales en algunas o en todas sus etapas -es muy habitual que se trabaje con profesionales de la Sociología, la Psicología, la Educación Social, la Arquitectura, diferentes Ingenierías o distintas ramas de las Bellas Artes- y en este tipo de relaciones contractuales pueden surgir complejidades en relación al consentimiento informado (Gazzotti, 2016; Del Olmo, 2010; Estalella, 2011), especialmente cuando ha sido elaborado a partir de protocolos ya estandarizados por profesionales de otras disciplinas. Parece que siempre está presente la ambigüedad del rol profesional vinculado a la Antropología, cuestión que aparece también en las evaluaciones por parte de comités o comisiones de ética de instituciones de distinta índole. En este sentido, es necesario también abordar y debatir en torno al papel que la formación antropológica tiene en otras dedicaciones profesionales, el uso metodológico que se hace de la disciplina en otros campos profesionales y de saber, así como las reflexiones epistemológicas y éticas que esto plantea. En esta línea, Adolfo Estalella plantea su blog Problematorio17 como una insfraestructura o recurso para 17 Problematorio. Un colaboratorio para la ética de la investigación. 19 cuestionar y problematizar la ética en la investigación social, proponiendo un espacio de trabajo participativo que intervenga sobre las prácticas de producción de conocimiento, la temporalidad de sus problemáticas y los mecanismos de formalización y circulación de ese conocimiento. En definitiva, hemos constatado la necesidad de acordar criterios éticos, de defender técnicas y herramientas metodológicas, de visibilizar la labor antropológica; condiciones sine qua non para desarrollar y mejorar las condiciones de trabajo de las y los profesionales en Antropología. Es una tarea, que si no la promovemos y realizamos de forma coordinada desde todos los ámbitos implicados en la docencia e investigación antropológica (tanto dentro como fuera de las universidades), acabará suponiendo la marginalización e invisibilización de los saberes antropológicos, ahondando en la precarización de la investigación tanto fuera como dentro de las universidades. Por último, queremos aclarar que hemos expuesto la historia sobre la profesionalización de la Antropología que conocemos de una forma situada, aunque sabemos que en otros territorios las relaciones entre la práctica profesional, la Academia y las fórmulas asociativas han sido distintas. Para trascender nuestros ámbitos territoriales, es necesario construir alianzas entre profesionales a partir, por ejemplo, de los campos o áreas de trabajo. Gran parte del relato sobre la historia de la profesionalización de la Antropología no está registrado, pero es posible reconstruirlo y ampliarlo, recogiendo experiencias a través de la comunicación directa con las y los diferentes agentes sociales que lo han vivido. 6. BibliografíaActas do III Congreso de historia da antropoloxía e antropoloxía aplicada (1997) Consejo Superior de Investigaciones Científicas, CSIC, Instituto de Estudios Gallegos "Padre Sarmiento". Pontevedra, 14-16 de novembro 1996. Agudo Sanchíz, Alejandro (2013) “La socialización del consultor antropológico: de la práctica a los marcos normativos de la política pública”, Revista de Antropología Social, 22: 177-198. Arrieta Aranguren, Elisabet (2013) “El Practicum en la Facultad de Filosofía y Ciencias de la Educación de la Universidad del País Vasco (UPV-EHU). Nuevos diseños en las titulaciones de Antropología, Educación Social y Pedagogía”. En Muñoz Carril, Pablo 20 César; Raposo Rivas, Manuela; González-Sanmamed, Mercedes; Martínez Figueira, María Esther; Zabalza Cerdeiriña, María Ainhoa; Pérez Abellás, Adolfo (coords.) Un prácticum para la formación integral de los estudiantes: Actas, Poio, 26-27-28 junio 2013: 439-448. Assemblea PDI-PAS de les Universitats públiques catalanes (2009) La cara fosca del Pla Bolonya. Contra la Universitat S.A. en defensa de la Universitat pública. Barcelona: Edicions Bellaterra. Bagué, Edurne; Comerma, Núria; Terradas, Ignasi (2010) “An Analytical Proposal for Understanding the “Higher Education European Space”: A View from the University of Barcelona”, New Proposals: Journal of Marxism and Interdisciplinary Inquiry. 3(2): 9-19. Bainton, Barry R. (2012) “Applied ethics: Anthropology and business”, International Journal of Business Anthropology, 3(1): 114-133. Beeman, Bill (2019) “Business Anthropology Fieldwork Problems in the 21st Century”, Journal of Business Anthropology, 8(1): 25-28. Bjerck, Mari (2016) “Developing Work Uniforms for Women: The Role of Ethnographic Research”, Journal of Business Anthropology, 5(1): 137-153. Bullen, Margaret (2012) “Antropología feminista, Antropología Aplicada. Encuentros y desencuentros”, Revista de Antropología experimental, Extra 12(1): 91-102. Bullen, Margaret y Urquijo, Miren (2014) “Los primeros pasos del Practicum en el grado de Antropología Social de la UPV-EHU”, Actas del XIII Congreso de la FAAEE, 2014. Buxó Rey, María Jesús (2007) “Antropología Aplicada”. En Lisón Tolosana, Carmelo (coord.) Introducción a la Antropología Social y Cultural: teoría, método y práctica. Akal: 339-356. Campanera Reig, Mireia (2017) “De lagos propios a Patrimonio de la Nación. Disputas por el espacio acuático en la Reserva Nacional Pacaya Samiria”, Revista de Antropología Social, 26(2): 281-306. Colás Cortés, Eva María (2006) “Antropología Aplicada apuntes para una pequeña reflexión”, Anales: Anuario del centro de la UNED de Calatayud, 14(2), pp. 45-60. Díez Mintegui, Carmen (2011) “La profesionalización de la Antropología en el contexto laboral actual”. En Díaz Viana, Luis; Fernández Álvarez, Óscar; Tomé Martín, Pedro (coord.) Lugares, tiempos, memorias: la Antropología Ibérica en el siglo XXI: 219-234. ―(2002) “La profesionalización de la Antropología”, Ankulegi, Revista de Antropología Social, 6: 13-21. Escobar, Arturo (1991) “Anthropology and the Development encounter: the Making and 21 Marketing of Development Anthropology”, American Ethnologist, 18 (4): 16-40. ―(1995) Encountering Development: The Making and unmaking of the Third World. New Jersey: Princeton University Press. ―(2012) “Más allá del desarrollo: postdesarrollo y transiciones hacia el pluriverso”, Revista de Antropología Social, 21: 23-62. Estalella, Adolfo (2011) “Hacia la ética de la investigación como un espacio epistémico. Una oportunidad para innovar en sus formas institucionales”. Ankulegi, Revista de Antropología Social, 15: 91-102. Esteva Fabregat, Claudio (1975) “La Antropología Aplicada y su problemática”. En Jiménez Núñez, Alfredo (coord.) Primera reunión de antropólogos españoles: actas, comunicaciones, documentación: 253-321. Fernández de Larrinoa, Kepa (2011) Manifiesto por una Antropología razonada: el papel del antropólogo en el estado neoliberal: crítica cultural del desarrollo local y el patrimonio cultural europeos. Pamplona-Iruñea: Lamiñarra. ―(coord.) (2006) Intervención y vínculo. reconstrucción social y peritaje antropológico en la administración pública e industria cultural del ocio. Pamplona-Iruñea: Pamiela. ―(2003) Sabor de antaño. notas sobre identidad local, actualización etnográfica y desarrollo cultural. Universidad del País Vasco / Euskal Herriko Unibertsitatea, Escuela Universitaria de Trabajo Social de Vitoria. Fotta, Martin; Ivancheva, Mariya; Pernes, Raluca (2020) The Anthropological Career In Europe: A Complete Report On The Easa Membership Survey. EASA. Foster, George M. (1974) Antropología Aplicada. México: Fondo de Cultura Económica. Gardner, Katy y Lewis, David (2003) Antropología, desarrollo y el desafío posmoderno. Estado de México: El Colegio Mexiquense. Gazzotti, Luciana (2003) “La responsabilidad profesional en el ejercicio de la profesión antropológica. El caso de la comunidad antropológica norteamericana”, Cuadernos de Antropología Social 18: 141-161. Giménez Romero, Carlos (2004) “Servicio de Mediación Social Intercultural SEMSI”, Res: revista de educación social, 2(8). ―(2011) “Hacia una nueva etapa de práctica profesional en Antropología: retos y propuestas”. En Lugares, tiempos, memorias: la Antropología Ibérica en el siglo XXI, Universidad de León: 173-204. ―(2012) “Teoría y práctica en la historia de las ideas. Implicaciones para la Antropología Aplicada”, Gazeta de Antropología 28(3). 22 Gimeno, Juan Carlos y Monreal, Pilar (1999) La controversia del desarrollo: críticas desde la Antropología. Madrid: Los Libros de la Catarata. Heer, Jaap M. y Jenkins, Andrews (2012) “Practices of cross cultural collaboration in sustainable water management in Bangladesh”, International Journal of Business Anthropology, 3(1). Ilkjær, Helene (2019) “The Future Airport–Experiments and Innovative Technologies”, Journal of Business Anthropology, 8(1): 86-107. Isla, Alejandro (2014) “Certezas e incertidumbres en el espacio de la Antropología Aplicada”, Revista de Antropología Social, 23: 91-116. Jovanović, Deana (2018) “Participando de la precariedad: la agotadora búsqueda de empleo de una antropóloga en sus primeros años de carrera”, Disparidades Revista de Antropología, 73(1): 33-38. López, Sergio D. (2017) Antropología de la empresa. Barcelona: Bellaterra. Morais, Robert J. y De Waal Malefyt, Timothy (2014) “Ethics in Business Anthropology: Crossing Boundaries”, Journal of Business Anthropology, 1(1): 1-10. Del Olmo, Margarita (2010) Dilemas éticos en Antropología. Las entretelas del trabajo de campo etnográfico. Madrid: Trotta. Pérez Aldasoro, Pío (2015) “Antropología Social en la enseñanza secundaria del País Vasco: curriculum y experiencias”, Quaderns-e de l’Institut Català d’Antropologia, 20(1): 37-52. Pérez Galán, Beatriz (2012) Antropología y desarrollo. Discurso, prácticas y actores. Madrid: Los Libros de la Catarata. ―(2011) Nuevas y viejas narrativas turísticas sobre la cultura indígena en los Andes. Turismo y Patrimonio: 27. Pichardo Galán, José Ignacio (2013) Diversidad Sexual y convivencia: una oportunidad educativa. Madrid: UCM con FELGBT, Google y Asociación Transformarse para Transformar. Qirko, Hector N. (2012) “Applied Anthropology and Business Diversity Management”, International Journal of Business Anthropology, 3(2). Ríos, Francisco Ther (2018) “Antropología del territorio”, Polis Revista Latinoamericana, 32. Roca i Girona, Jordi (1998) Antropología Industrial y de la Empresa. Barcelona: Ariel. ―(2001) “¿Antropólogos en la empresa?: a propósito de la (mal) llamada cultura de empresa”, Etnográfica,1: 69-99. Roigé, Xavier; del Mármol, Camila; Guil, Mireia. (2019). Los usos del patrimonio inmaterial en la promoción del turismo. El caso del Pirineo catalán. PASOS Revista de Turismo y 23 Patrimonio Cultural, 17(6): 1113-1126. San Román, Teresa (2006) “¿Acaso es evitable? El impacto de la Antropología en las relaciones e imágenes sociales”, Revista de Antropología Social, 15: 373-410. ―(1984) “Antropología Aplicada y relaciones étnicas”, REIS: Revista Española de Investigaciones Sociológicas, 27: 175-186. Salazar, Noel (2019) On politics and precarity in Academia: Precarity is endemic to Academia. Social Anthropology, 2019, 27(S2): 97-117. Soto Marata, Josefa; Giménez Romero, Carlos; Díez Mintegui, María Carmen (2014) “Entre las exigencias disciplinares y las exigencias laborales. diálogos, límites e identidad profesional en la formación de antropólogos y antropólogas en España”. En Andreu i Tomàs, Agustí; Bodoque Puerta, Yolanda; Comas d'Argemir, Dolors; Pujadas Muñoz, Joan Josep; Roca i Girona, Jordi; Soronellas Masdeu, Montserrat (eds. lit.), Periferias, fronteras y diálogos: Una lectura antropológica de los retos de la sociedad actual, URV: 251-258. Subcomisión de Perfiles Profesionales, 2008, Informe de la ocupación laboral de los titulados/as en antropología en España y otros países, en: http://revista- redes.rediris.es/recerca/Grado/prof_final.pdf [consultado el 23 de enero de 2020]. Tomé Martín, Pedro (2011) “La profesionalización de la Antropología Social y Cultural en España”. En Díaz Viana, L.; Fernández Álvarez, O.; Tomé Martín, P. (coords.) Lugares, tiempos, memorias: la Antropología Ibérica en el siglo XXI: 167-172. Uribe Oyarbide, José María (1999) “Antropología Aplicada. Momentos de un debate recurrente”, VIII Congreso de Antropología, Vol. 8, (simposio VIII: Antropología más allá de la Academia: aplicaciones, contribuciones prácticas e intervención social), 19-42. Valdés Gázquez, María (2012) “Antropología e “interés público”. El desafío profesional de la Antropología en España”, Revista de Antropología experimental, Extra 12(1): 7-22. Viola, Andreu (2000). Antropología del desarrollo: teorías y estudios etnográficos en América Latina. Argentina: Paidós. ―(2011) “Desarrollo, bienestar e identidad cultural: del desarrollismo etnocida al sumaq Kawsay”. En Palenzuela Chamorro, Pablo; Olivi, Alessandra (coords.) Etnicidad y desarrollo en los Andes. Universidad de Sevilla: 255-302. 24
Compartir