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Resumen
En la mayoría de países se ha observado un aumento en el nú-
mero de homicidios de menores durante los últimos años. Los 
datos indican que miles de niños desaparecen y fallecen anual-
mente en una variedad de contextos forenses. En su práctica 
diaria, el antropólogo forense debe participar e incluso asumir 
la entera responsabilidad de los estudios en muchos de estos 
contextos. Conocer las singularidades que conlleva la búsqueda 
del cuerpo de un menor y su análisis es básico para que el an-
tropólogo pueda realizar un trabajo de calidad. Las autoridades 
son cada vez más conscientes que integrar a un experto en el 
estudio de restos esqueléticos como parte del equipo de búsque-
da ahorra tiempo y dinero, además de limitar el sufrimiento de 
los familiares proporcionando una respuesta eicaz en el propio 
campo. Lo mismo sucede en el análisis en el laboratorio o mor-
gue, donde el antropólogo forense correctamente formado debe 
realizar un informe pericial que permita desde la identiicación 
del individuo hasta detectar lesiones ante (p.ej. casos de abuso) 
o perimortem (p.ej. causa de la muerte). En este capítulo, pro-
porcionamos información sobre el estudio antropológico del 
esqueleto subadulto (entendido como perteneciente a una per-
sona menor de 18 años de edad biológica). Se abordan las cues-
tiones prácticas sobre el trabajo de campo (como organizarlo, 
que tratar en una reunión previa,...) y del estudio de laboratorio 
(que puntos incluir, cómo realizar los estudios, qué otros ex-
pertos contactar,...) basándonos en nuestra propia experiencia. 
Asimismo, incluimos breves secciones sobre el análisis de suje-
tos vivos y cuáles son las labores del antropólogo forense. Final-
mente concluimos con unos consejos sobre la elaboración del 
informe pericial y algunos aspectos éticos. El texto está salpi-
cado, a modo ilustrativo, de ejemplos basados en casos actuales 
de importante repercusión mediática donde la participación de 
los antropólogos forenses tuvo un lugar destacado. Este trabajo 
Nicholas 
Márquez-Grant1, 
Andrea P. Muñoz 
Villarreal y
Olalla 
López-Costas2,3,4
Autor correspondiente: 
Nicholas Márquez-Grant n.
marquezgrant@cranield.ac.uk
Referencia: Marquez-Grant, 
N., Muñoz, A. y López-Cos-
tas, O. (2015). Restos huma-
nos subadultos: cuestiones 
prácticas en antropología fo-
rense. En Sanabria M.C. (Ed.), 
Patología y antropología fo-
rense de la muerte: la investi-
gación cientíico-judicial de la 
muerte y la tortura, desde las 
fosas clandestinas, hasta la au-
diencia pública (pp. xxx-xxx). 
Bogotá D.C., Colombia: Fo-
rensic Publisher®.
1 Cranield Forensic Institute, Cranield 
University, Defence Academy of the United 
Kingdom, Shrivenham, Reino Unido SN6 
8LA 
2 Grupo Earth System Sciences, Departa-
mento de Xeografía, Facultade de Xeogra-
fía e Historia, Universidade de Santiago 
de Compostela, Santiago de Compostela, 
15782, España
3 3Archaeological Research Laboratory, 
Stockholm University, Wallenberglaborato-
riet, SE-10691 Estocolmo, Suecia
4 Laboratorio de Antropología, Departa-
mento de Medicina Legal, Toxicología y 
Antropología, Física, Facultad de Medicina, 
Universidad de Granada, Granada 18012, 
España 
Restos humanos subadultos: 
cuestiones prácticas en 
antropología forense 
Subadult human remains: practical issues in forensic Anthropology
Capítulo 9
Subadult human remains: practical issues in 
forensic Anthropology
27
pretende ser de ayuda a aquellos especialistas antropólogos físicos que deseen formarse, abordar 
nuevos aspectos o contrastar metodologías sobre el estudio e identiicación de restos de subadul-
tos. Otros profesionales pueden hallar en este texto un modo sencillo de entender el valor y las 
limitaciones del trabajo de un antropólogo forense para abordar este tipo de casos. 
Palabras clave: Antropología física, menores, esqueleto, infanticidio, informe pericial
Abstract
In recent years, most of the countries have seen an increase in the number of infanticides and child 
homicides. Thousands of children disappear and die each year in a variety of forensic contexts. A 
forensic anthropologist participates —and even takes up full responsibility— in the search, exami-
nation and identiication of human remains found in these contexts. A knowledge of techniques 
that involves the search and analysis of subadult skeletal remains is basic to the anthropologist and 
to maximize the information which can be obtained. In addition, authorities are every year more 
conscious about the advantages (regarding time and money) of integrating an expert in the study 
of skeletal remains as part of the search team. During the work undertaken in the laboratory or 
morgue, a well-trained forensic anthropologist is also able to provide expert witness reports that 
will assist in the identiication of the individual or in the detection of ante-mortem or perimortem 
trauma. In this chapter, we provide information regarding how subadult (for this purpose, indi-
viduals under 18 years of age) human remains may be examined. Practical issues about ieldwork 
with regard to the search for human remains is also provided; followed by an overview of tech-
niques used in the laboratory during the post-mortem examination of the remains, based on our 
personal experience. We also included brief sections on the age estimation of living individuals, 
and the speciic roles of the forensic anthropologist. Advice is also given regarding how to write 
an expert witness statement and some ethical issues have also been considered in this chapter. In 
addition, the text is illustrated throughout the text with reference to forensic cases with signii-
cant media coverage where forensic anthropologists have played a prominent role. The aim of 
this chapter is to provide some guidance to those physical anthropologists who wish to improve 
their training, to address new issues or to contrast methodologies regarding the analysis and iden-
tiication of subadult skeletal remains. Other experts may also ind information regarding what 
our work as anthropologists involves and what are the limitations for our work, especially with 
regard the search and identiication of subadult skeletal remains. 
Keywords: Physical Anthropology, juvenile, skeleton, infanticide, expert witness report.
Introducción 
En este capítulo pretendemos dar una visión general del estudio de los restos humanos de indi-
viduos menores de 18 años pertenecientes a contextos forenses. No incluiremos aquí referencias 
especíicas al campo histórico-arqueológico, o bioarqueológico, aun cuando la metodología es a 
menudo compartida y los restos subadultos son cada vez parte más fundamental de la reconstruc-
ción del pasado (Lewis, 2006). Tampoco se realizarán menciones detalladas al proceso de excava-
ción de los restos humanos, es decir, la arqueología forense, para evitar redundancias con otros 
capítulos de este volumen (Hunter et al., 2013).
A lo largo del texto, mantendremos una óptica práctica sobre el análisis e interpretación de los 
restos humanos de subadultos, abarcando aspectos relevantes en la búsqueda, localización, recu-
peración e identiicación, con el in de no incurrir en repeticiones con otros textos más metodo-
Nicholas Márquez-Grant, 
Andrea P. Muñoz Villarreal 
Olalla López-Costas
Restos humanos subadultos: cuestiones prácticas en 
antropología forense 
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lógicos, tanto de este volumen, como de otros publicados recientemente (Klepinger, 2006; İşcan y 
Steyn, 2013). Una parte importante de este trabajo, trata de abordar de manera sencilla cuestiones 
prácticas, logísticas y de trabajo conjunto con la policía y otros especialistas en casos de indivi-
duos subadultos, enfatizando los desafíos que se presentan. Para ello nos apoyaremos en nuestra 
experiencia en el campo, esperando que nuestros aciertos y errores puedan ser de ayuda para otros 
profesionales.
Los aspectos tratados en este capítulo se reieren esencialmente al material óseo o los restos es-
queléticos que suelenser el objeto principal de la antropología forense, mencionando los tejidos 
blandos solo de modo colateral. Además, incluiremos un pequeño apartado dedicado a la estima-
ción de la edad en sujetos vivos a través de radiografías. Cabe decir que este capítulo pretende ser 
de ayuda para aquellos especialistas en el campo de la antropología física y forense1 que se enfren-
ten por primera vez al análisis e identiicación de menores, o aquellos que siendo estos parte de su 
práctica diaria, quieran abordar nuevos aspectos o contrastar metodologías o maneras de proce-
der. Otros profesionales como los médicos forenses y los miembros de los cuerpos de seguridad 
del Estado, como la policía, pueden hallar en esta sección, información relativa al tipo de trabajo 
desempeñado por los antropólogos forenses y el valor que podemos aportar a una investigación, 
a la vez que entender las problemáticas especíicas y limitaciones de los análisis.
Funciones y problemática de la labor del antropólogo forense en el 
trabajo con subadultos 
Una problemática que ha de tenerse en cuenta son las diferencias en la práctica concerniente a la 
antropología forense2, como el de la arqueología forense, que en ocasiones existe bajo el umbral 
de la antropología forense, entre países e incluso entre profesionales. Tanto las cualiicaciones 
requeridas, como el marco de trabajo varía bastante, incluso entre países vecinos (véase también 
Kranioti y Payne, 2011; Márquez-Grant et al., 2012; Groen et al., 2015; Ubelaker, 2015). En este 
primer aspecto se puede decir que la mayoría de antropólogos proceden de las ramas de la an-
tropología (Estados Unidos y los países Latinoamericanos) e incluso de la arqueología (algunos 
especialistas en el Reino Unido), aun siendo también comunes especialistas derivados de las ramas 
de la medicina, anatomía y biología (España, Francia, Italia, entre otros).
Las funciones del antropólogo forense dependen de la experiencia personal y el marco jurídico 
en el que se desenvuelva, existiendo así “especialistas dentro de la especialización”. Por ejemplo, 
algunos antropólogos se especializan en la reconstrucción facial (Wilkinson, 2008; Wilkinson y 
1 Cabe mencionar que aunque el término “antropología forense” esté muy bien deinido y consolidado, hay otros especialistas en el área de la 
antropología social y cultural que también son peritos para otras cuestiones, por ejemplo, en casos civiles en relación a asilo para inmigrantes, 
comportamiento de un individuo según su cultura o cuando se encuentran restos humanos debido a rituales (e.g. santería, homicidios rituales; 
Cf. http://www.dailymail.co.uk/news/article-1370917/Torso-hames-identiied-Victim-voodoo-ritual-named-5-year-old-Adam.html; http://www.
theguardian.com/uk/2002/jun/02/ukcrime.paulharris) (véase Berger et al., 2015; Sanders, 2005; Gill et al., 2009).
2 Según el grupo de trabajo de antropología forense en los Estados Unidos (he Scientiic Working Group for Forensic Anthropology o SWGANTH, 
Cf. www.swganth.org/) la antropología forense se deine como aquella aplicación de la antropología física –sus métodos y su teoría en relación a la 
recuperación y análisis de restos humanos- para resolver cuestiones legales. Esta deinición se expande en la página del American Board of Forensic 
Anthropology o ABFA (Cf. http://www.theabfa.org/) para indicar que esta recuperación y análisis se enfoca, desde el punto de vista de la antropo-
logía forense, en restos esqueléticos, en avanzado estado de descomposición o calcinados, cuando la identiicación del fallecido ya no es posible, 
por ejemplo, por métodos visuales o a partir de huellas dactilares. Estas deiniciones son similares a las de la Asociación Europea de Antropología 
Forense (Forensic Anthropology Society of Europe o FASE, Cf. http://www.forensicanthropology.eu/) y seguramente por la Asociación Latinoa-
mericana de Antropología Forense (ALAF, Cf. http://alaforense.org/), si bien no se encuentra una deinición en su página web, los miembros, sus 
publicaciones y sus congresos abarcan estas deiniciones anteriores. 
Capítulo 9
Subadult human remains: practical issues in 
forensic Anthropology
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Rynn, 2012), mientras otros centran su trabajo en el análisis de trauma, en la identiicación de 
los autores de un crimen mediante grabaciones por cámaras de seguridad u otras imágenes que 
proporcionan algunos indicadores de identidad, como el patrón de las venas (vein pattern analy-
sis) o en la estimación de la edad de sujetos vivos partir de fotografías, por ejemplo, en casos de 
pornografía infantil (Thompson y Black, 2006; Cattaneo, 2007a; Cunha y Cattaneo, 2006; Black 
et al., 2010a; Meadows, 2011; Wilkinson y Rynn, 2012; Cummaudo et al., 2014), temas que no 
abordaremos en este capítulo.
No obstante, existen unas funciones comunes para los antropólogos, las cuales se resumen en la 
Figura 1. Hemos dejado los aspectos de la causa de muerte para el médico forense, en el caso que 
el antropólogo no tenga esa cualiicación médica, y aspectos dentales a la función del odontólogo 
forense. Tampoco hemos incluido las tareas de obtención de datos antemortem y su comparación 
con datos postmortem que, en nuestra experiencia, es un papel que puede corresponder a otros 
miembros del equipo de identiicación.
• Determinar si una pieza es hueso o no.
• Determinar si ese hueso o fragmento de hueso es humano.
• Determinar qué tipo de hueso es.
• Indicar el número (mínimo, máximo) de individuos.
• Asistir en la búsqueda y recuperación de restos humanos y en una interpreta-
ción sobre la ubicación del cuerpo.
• Asistir en la identiicación de los restos mediante el análisis de las característi-
cas para estimar la edad, sexo, estatura, ancestro y cualquier otra característi-
ca única (e.g. patología, implante, entre otros), siempre que sea posible.
• Comentar sobre el estado de descomposición del cuerpo y del posible intervalo 
postmortem.
• Evaluar cualquier aspecto tafonómico de alteración del hueso (e.g. fragmen-
tación, carroñeo, cremación, descuartización).
• Evaluar fracturas y asesorar, junto con otros especialistas si se requiere, si 
son antemortem, perimortem o postmortem (debido a procesos tafonómicos), 
para así contribuir al conocimiento de la manera y las causas de la muerte 
(junto con una interpretación del lugar y la manera en la que se ha encontra-
do el cuerpo).
• Proceder a la reconstrucción de restos si se requiere (e.g. reconstrucción de 
cráneos y huesos largos si están fragmentados).
• Obtener muestras óseas/dentales para análisis de ADN y documentar ese 
hueso antes de su análisis destructivo.
• Recomendar otros tipos de análisis que puedan ser útiles a la investigación de 
los restos, como las dataciones de radiocarbono o el estudio de isótopos esta-
bles para dieta y procedencia.
• Escribir informe pericial.
Figura 1 . Algunas funciones del antropólogo forense.
Nicholas Márquez-Grant, 
Andrea P. Muñoz Villarreal 
Olalla López-Costas
Restos humanos subadultos: cuestiones prácticas en 
antropología forense 
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Los cometidos del antropólogo forense incluyen el estudio tanto de restos adultos, como suba-
dultos, si bien en un caso en particular no todos los análisis (Figura 1) serán necesarios o aplica-
bles, habrá otros en que por ejemplo, si se conoce la identidad de la víctima, entonces la función 
del antropólogo en tal caso no es la de apoyar la identiicación, pero si asesorar el diagnóstico de 
posibles traumatismos óseos. El profesional deberá tener conocimiento y estar preparado para en-
frentarse a la investigación de casos que involucren individuos menores de edad. Al igual que con 
individuos adultos, debe confrontar las preguntas básicas: ¿es hueso?, ¿es humano?, ¿qué hueso 
es? y toda cuestión relacionada con el peril biológico del individuo, el análisis de procesos tafo-
nómicos o de la patología (Figura 1). El antropólogo forense tiene la responsabilidad de estudiar 
estos restos siempre dentro de sus límites de conocimiento, por lo queaconsejamos buscar una 
segunda opinión si estos sobrepasan esos límites de conocimiento o experiencia. El poder abordar 
de manera eicaz el análisis de los restos de subadultos necesita de un proceso propio por su sin-
gularidad, por lo que en este caso, la segunda o incluso tercera opinión, se hacen más necesarias.
Deiniciones 
Antes de proceder a la descripción de otros aspectos relativos a la identiicación y cuestiones 
prácticas del trabajo en laboratorio, consideramos que es necesario deinir el término “subadulto” 
que titula este capítulo. Se trata de un concepto referente exclusivamente a la edad de los sujetos 
analizados. En concreto, se consideran “subadultos” aquellos individuos cuyo esqueleto no está 
completamente desarrollado, y especíicamente para aquellos que tengan un esqueleto que in-
dique una edad inferior a 18 años. No obstante, la deinición de edad adulta en antropología no 
se marca en concreto con una edad en años, sino con un proceso biológico (e.g. fusión de sutura 
esfeno-basilar, fusión de epíisis, cese de crecimiento, entre otros) (Scheuer y Black, 2000). Uti-
lizando dicha edad como punto de corte en general, aunque a veces se utiliza la edad de 20 años 
en demografía como edad adulta, especialmente para individuos masculinos, hemos de tener en 
cuenta que los límites legales para que un individuo se considere “subadulto” o “menor” varían 
según la legislación de cada país.
Además en este caso nos centramos en un aspecto muy concreto de madurez física o biológi-
ca, mientras que la mayoría de edad abarca otros aspectos en el ámbito psicológico, y presenta 
connotaciones sociales y culturales no relejadas en el esqueleto (Lewis, 2006, pp. 4-8). Para los 
propósitos de la antropología física y forense, estamos hablando de la edad biológica o isiológica 
ofrecida, es decir, aquella que releja tanto el crecimiento del esqueleto, como el desarrollo dental 
y óseo, la cual está condicionada por factores como la salud, la genética o el ambiente (Cox, 2000). 
Esta no siempre coincide con la edad real o cronológica, es decir, el número de años, días y meses 
vividos, la cual no puede ser calculada con exactitud a través de los restos esqueletizados. Por lo 
tanto, cuando se analiza un caso forense ha de contarse siempre con el error derivado de la dife-
rencia entre estas dos edades.
También se emplean las subcategorías de edad dentro del grupo subadulto, los rangos más co-
munes son fetal, perinato, neonato, infantil, juvenil o adolescente (Lewis, 2006; Scheuer y Black, 
2000; Bogin, 1999; González, 1998; Rissech, en este volumen). En el idioma inglés, a veces se ha 
utilizado el término juvenile (juvenil) para incluir cualquier etapa pre-adulta (Scheuer y Black, 
2000, p. 469). El término immature (inmaduro, reiriéndose al esqueleto) también se ha utilizado 
(Ibíd.). La palabra subadulto tiene también sus detractores, y por ejemplo Lewis (2006, p. 2) re-
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Subadult human remains: practical issues in 
forensic Anthropology
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comienda el uso de “no adulto” (en inglés non-adult) debido a que “sub” denota inferioridad o 
algo de menor importancia. No obstante, nosotros nos decantamos por su uso basándonos en el 
hecho que dicho término está al día de hoy completamente extendido en la práctica antropológica 
y especialmente en la literatura en castellano. No obstante, esto sí puede variar en al ámbito de 
reconstrucciones paleodemográicas o cuando se comparan con datos demográicos actuales. En 
el ámbito forense, en cualquier caso, recomendamos a los profesionales que se aseguren que los 
otros especialistas forenses conocen la deinición de la palabra antes de emplearlo en los informes 
periciales, o incluir en los mismos algunos de los sinónimos menos especializados. Asimismo, 
se aconseja cautela antes de emplear el término “subadulto” de cara al público, debido a las dis-
tintas connotaciones que pueda tener en la comunidad o la sociedad, especialmente si la policía 
o el antropólogo produce esta información para pedir colaboración con casos de individuos no 
identiicados o cuando informemos a la prensa, o a algún familiar. Es incluso, más recomendable, 
indicar el rango de edad estimado en años (o meses si se aplica) en lugar de deinir a la persona 
biológicamente por categoría de edad.
Los contextos subadultos médico-legales en los que trabaja 
el antropólogo forense 
Los tipos de caso donde se requiere de la presencia de un antropólogo para las labores de búsque-
da y/o identiicación de un menor muerto, pueden responder a las siguientes maneras de muerte: 
accidental, natural, homicidio, suicidio o indeterminada. El homicidio, fue la manera de muerte de 
casi 95.000 niños y adolescentes menores de 19 años a lo largo del año 20123. El caso del suicidio, 
especialmente en adolescentes (Schmidt et al., 2002), es la segunda razón en número de decesos 
para el grupo de edades entre 15 y 29 años (Organización Mundial de la Salud, 2014)4
Sea cual sea la causa o la manera de muerte, estas suelen ser varias según la edad (Boudreaux et al., 
2001). Las situaciones que involucran restos de subadultos no suelen ser muy dispares de aquellas 
donde se estudian sujetos adultos. Hemos divido en seis las principales actividades donde se re-
quiere el trabajo de un antropólogo forense (Figura 2). Dentro de estos seis principales contextos 
el más común es el relacionado con la obtención del llamado “peril biológico” o estimación de 
aspectos como la edad, el sexo u otras características, siempre que sean posibles para ayudar a 
la identiicación del individuo (Lewis y Rutty, 2003). Muchas veces los distintos tipos de infor-
mación obtenidos por el antropólogo pueden usarse en conjunto para un determinado caso, por 
ejemplo, el obtener un peril biológico es de gran ayuda durante el análisis de trauma, cuyo tipo, 
frecuencia y causas se emplean para detectar casos de abuso de menores (Marks et al., 2009). En 
otras ocasiones, el antropólogo acude a otros especialistas, por ejemplo, puede resultar interesante 
completar el estudio con un análisis de isótopos estables para obtener información sobre el tipo 
de alimentación y así detectar posibles negligencias en el cuidado.
3 Cf. http://data.unicef.org/corecode/uploads/document6/uploaded_pdfs/corecode/VR-full-report_Final-LR-3_2_15_189.pdf (acceso marzo 2015). 
Las tasas más altas de homicidios en subadultos proceden de Latinoamérica y el Caribe, especialmente en El Salvador, Guatemala y Venezuela.
4 Cf. http://www.who.int/mediacentre/factsheets/fs398/en/
Nicholas Márquez-Grant, 
Andrea P. Muñoz Villarreal 
Olalla López-Costas
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antropología forense 
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Tanto la literatura como nuestra experiencia y la de colegas de profesión, apuntan a que la desapa-
rición de un menor suele desembocar en casos de homicidio o más concretamente infanticidio, de-
inido como muertes de subadulto por maltrato o por abandono según la Unicef (2003). Muchos 
de estos contextos son mencionados en la literatura, por ejemplo, casos con individuos adoles-
centes (Perzigian y Jolly, 1984). Otros casos de personas desaparecidas también han sido tratados 
en publicaciones académicas (Snow y Luke, 1984), mientras que otros donde se han requerido 
técnicas de identiicación antropológica pueden ser encontrados en la publicación de Lewis (2006, 
pp. 16-19). Normalmente los infanticidios terminan en un enterramiento o un depósito clandes-
tino del cuerpo (Marshall, 2012). Así, restos fetales, neonatos o infantiles como resultado de estos 
casos de homicidio se han encontrado en los sitios más dispares, desde áticos, hasta los sótanos 
de algunas viviendas, enterrados en todo tipo de lugares como jardines, campos y bosques, o de-
positados en supericies como bosques, campos y canteras) (Cattaneo, 2007b; Gill-King, 2009). 
Incluso los enterramientos en cemento también son conocidos y en la literatura académica están 
documentados, incluyendo a veces una buena conservación del cuerpo (Toms et al., 2008;Dedouit 
et al., 2011).
También se encuentran restos juveniles en fosas comunes relacionados con contextos bélicos o de 
Actividades frecuentes en casos d e subadultos
• Búsqueda, localización, identiicación y recuperación de restos humanos, en este caso de 
individuos subadultos. Suelen ser casos individuales referentes a una persona desaparecida, 
grupos de personas enterradas en fosas comunes o muertes masivas causadas por una catás-
trofe.
• Asistencia en la identiicación del individuo (es decir, el peril biológico). En este caso se pro-
porciona información sobre la edad de la víctima, sexo y características físicas (e.g. estatura), 
en la medida de lo posible.
• Toma de muestras para análisis relacionados con la identiicación. El antropólogo suele ser 
la persona encargada (previa coordinación con un especialista en el tema) de tomar muestras 
biológicas para realizar análisis de ADN o isótopos estables.
• Aportar más conocimiento sobre determinación de la manera y causa de muerte. En este tra-
bajo se asiste a otros cientíicos tales como los médicos forenses y, en algunas jurisdicciones, 
los jueces sobre la manera y la causa de muerte según lo que evidencia el esqueleto.
• Asesoramiento en casos de abuso y negligencia. Este aspecto es de gran importancia cuando 
se trata de menores vivos o muertos. Pertenecen a esta sección aquellos casos de muerte por 
el alcoholismo de la madre, contextos de violencia o negligencia doméstica o casos en los 
que hay que veriicar contextos de paternidad. Para ello, se pueden observar fracturas u otro 
tipo de lesiones óseas, líneas de Harris potencialmente y cualquier tema relacionado con el 
desarrollo del esqueleto.
• Estimación de la edad en sujetos vivos. Dichos análisis se realizan a través de radiografías 
u otro tipo de imágenes del esqueleto o a través de imágenes fotográicas. Este contexto 
adquiere una especial sensibilidad debido a cuestiones éticas y que los menores (subadultos) 
tienen diferentes derechos.
Figura 2. Descripción de los principales contextos de la práctica de la antropología forense que involucran 
restos humanos subadultos.
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forensic Anthropology
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guerra civil (Doretti y Snow, 2009, pp. 313-314; Simmons, 2007). Un ejemplo es la presencia de 
subadultos en fosas de los países de la ex-Yugoslavia, Ruanda o Guatemala (Lewis y Flavel, 2006, 
pp. 249-252; véase recientes informes sobre Siria5). Recientemente se ha prestado atención al caso 
de supuestos de sustracción de recién nacidos, “niños robados”, en España, los cuales han acarrea-
do varias exhumaciones de restos infantiles por parte de antropólogos y arqueólogos6 (véase un 
excelente sumario y protocolo en Cubero, 2013).
Cuestiones prácticas en campo: la búsqueda de personas 
desaparecidas y presuntamente muertas 
En esta sección cubriremos los casos en los que el desaparecido es un individuo subadulto presun-
tamente muerto, proporcionamos consejos prácticos para el antropólogo forense en las labores 
de localización, identiicación y estudio de los depósitos o yacimientos en que son encontrados.
Estadísticas 
Conocer las estadísticas puede ayudar a entender la importancia del estudio de campo en el caso 
de un subadulto desaparecido, a la vez, darnos una idea de la envergadura que este tipo de situa-
ciones tiene en la práctica forense. Los datos muestran que miles de niños desaparecen7 y fallecen 
anualmente en variedad de contextos forenses. En los últimos años, se observa una tendencia al 
alza de homicidios de menores. Enwere (2008, p. 1), describe una serie de parámetros que indican 
el aumento de desapariciones y homicidios de individuos subadultos en los últimos 10-15 años. 
Una situación similar es detallada por UNICEF (2003) para Europa, Corea, Japón, Canadá, Aus-
tralia, Nueva Zelanda, Estados Unidos y México.
Existen otro tipo de “números” que deben tenerse en cuenta en un caso de desaparición de un 
menor. Las estadísticas CATCHEM de Reino Unido, indican que el 95% de los niños abducidos 
mueren en las seis primeras horas, por lo que el factor tiempo es también crucial. Para Estados 
Unidos, un 76.2% de niños abducidos son asesinados en las primeras tres horas (Brown et al., 
2006). En estos casos, la presencia de un antropólogo en el equipo ayuda a las fuerzas de seguridad 
y la policía cientíica en la búsqueda de los restos, sobre todo, si tenemos en cuenta el que, supe-
rado un tiempo, es muy probable que los individuos sean hallados muertos.
El rol del antropólogo 
En los últimos años, hemos detectado una mayor colaboración de los antropólogos en las labores 
de búsqueda. Algunos casos han sido mencionados en la prensa en los últimos años, por ejemplo, 
en Grecia8 y la Península Ibérica9, entre otros países.
Según nuestra experiencia es especialmente recomendable la participación de estos profesionales, 
especialmente en los casos donde se puede esperar que los restos subadultos estén esqueletizados. 
5 Cf. http://www.hrw.org/news/2012/06/11/syria-stop-grave-abuses-children (acceso marzo 2015
6 Cf. http://www.sosbebesrobados.es/quienes-somos/ (acceso marzo 2015)
7 Según la deinición de ‘niño desaparecido’ se reiere a toda persona menor de 18 años cuyo paradero es desconocido (UNICEF/ICMEC 2011, p. 13) 
CF. http://www.icmec.org/en_X1/icmec_publications/Central_America_Missing_Children_Report__ES_.pdf (acceso marzo 2015)
8 Según la deinición de ‘niño desaparecido’ se reiere a toda persona menor de 18 años cuyo paradero es desconocido (UNICEF/ICMEC 2011, p. 13) 
CF. http://www.icmec.org/en_X1/icmec_publications/Central_America_Missing_Children_Report__ES_.pdf (acceso marzo 2015) 
9 Cf. http://www.mirror.co.uk/news/world-news/ben-needham-police-to-start-digging-1384886 (acceso marzo 2015)
Nicholas Márquez-Grant, 
Andrea P. Muñoz Villarreal 
Olalla López-Costas
Restos humanos subadultos: cuestiones prácticas en 
antropología forense 
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Así, por la mayor sensibilidad social, la fragilidad de los restos y la diicultad de la identiicación 
(se debe tener conocimiento y experiencia sobre el aspecto y forma de los huesos infantiles) el 
antropólogo, siempre y cuando conozca los protocolos forenses, puede tener un importante papel 
en la búsqueda, sin excluir en ello la importancia del arqueólogo (Hunter et al., 2013) y otros espe-
cialistas de los cuerpos de seguridad. No se debe olvidar que la presencia del antropólogo optimiza 
los factores tiempo y recursos, especialmente si los restos se hallan esparcidos, fragmentados, e 
incluso quemados. Por ejemplo, descartar rápidamente el origen no humano de los huesos en una 
determinada zona, hacer más sencilla la documentación, tomar fotografías y empaquetar el ma-
terial por separado si se trata de huesos de fauna, entre otros. Además, se evitan o minimizan los 
errores en la identiicación, que redundan en una mayor inversión de recursos, personal y tiempo, 
y exacerban el sufrimiento de los familiares. A pesar de estas ventajas, la situación no es del todo 
halagüeña, ya que siguen siendo bastantes los países que por razones de seguridad o ausencia de 
presupuesto/personal, no incluye personas con capacitación y experiencia para reconocer este 
tipo de restos humanos dentro de los equipos de búsqueda.
Dentro de esta búsqueda, el antropólogo forense auxilia, examinando posibles indicios encontra-
dos por los equipos de búsqueda, reconociendo in situ si los fragmentos son sospechosos10. El an-
tropólogo forense en muchos casos, o el médico forense, son entonces, los encargados de indicar si 
los restos encontrados son huesos y en caso de serlo, establecer si son humanos o no. Esto implica 
una elevada responsabilidad, la cual se une a las diicultades de conseguir una segunda opinión o 
realizar análisis más complejos, especialmente cuando estos implican el traslado de los restos a un 
segundo país. En estos casos, las consecuencias de un error pueden traer repercusiones de todo 
tipo. Valga como ejemplo un reciente caso en Españade identiicación incorrecta de huesos infan-
tiles por parte de una antropóloga forense11.
Para ello, el antropólogo forense debe tener adecuada formación en el conocimiento del esqueleto 
humano y las variaciones según la edad, sexo, patología, rasgos epigenéticos —variantes anató-
micas— y las modiicaciones derivadas de factores postmortem (tafonomía, véase este volumen; 
véase también Etxeberria, 2013, Pokines y Symes, 2014) que incluyen entre otros, la erosión, 
modiicaciones por carnívoros o la fragmentación. Esta formación debe ser continua; en especial 
se requiere que el especialista tenga un muy buen conocimiento en la identiicación de restos 
fragmentados humanos o animales. En contextos de catástrofes en masa como el 11-S (Sledzik et 
al., 2009: 291; Black et al., 2010b, p. 345) la presencia de fragmentos de fauna, ya sea de animales 
de compañía, o restos de alimentos, va a suponer retos para los antropólogos y es preciso en una 
etapa temprana de la investigación separar los restos que son humanos, de otros que no lo son.
Un ejemplo reciente de búsqueda de un individuo está relacionado con la estimación de la edad. Se 
trata de la búsqueda e identiicación de los restos de un adolescente desaparecido y posiblemente 
enterrado en algún lugar de un cementerio con gran cantidad de tumbas12. En este caso, los exper-
tos se valieron o podrían valerse del conocimiento que el antropólogo tiene sobre la fusión de las 
epíisis de los huesos largos para así poder excluir gran parte (adultos) de la población enterrada 
en ese lugar.
10 En este sentido nos enfocamos aquí a restos en supericie. No nos centramos en este capítulo a la búsqueda necesariamente de tumbas o el uso 
de la arqueología forense en estas estrategias de búsqueda, tema para otro capítulo y ya tratado por otros autores (Killam, 2004; Hunter et al., 2013).
11 Cf. http://www.elmundo.es/elmundo/2013/07/03/andalucia/1372841743.html (acceso marzo 2015)
12 Cf. http://www.theguardian.com/uk-news/2014/apr/08/lee-boxell-disappearance-three-men-arrested (acceso marzo 2015)
Capítulo 9
Subadult human remains: practical issues in 
forensic Anthropology
35
Recomendaciones sobre la 
organización del trabajo y 
consideraciones sobre los 
aspectos tafonómicos 
Procedemos aquí a listar una serie de reco-
mendaciones o consejos sobre el trabajo de 
campo, basados en nuestra propia experien-
cia y en los comentarios de otros colegas.
Antes de iniciar la búsqueda 
Antes de proceder al trabajo de campo re-
comendamos que el antropólogo o médico 
forense y el arqueólogo, realicen una reu-
nión de carácter informativo con los demás 
miembros de las fuerzas armadas o personal 
que participará en las labores de búsqueda. Para esta presentación, se puede recurrir a fotografías 
(Figura 3) o réplicas de esqueletos subadultos de la misma edad (o rango de edad) al desaparecido.
 
En esta reunión se resaltarán los siguientes aspectos:
A. Indicar el tipo de huesos o partes del esqueleto, incluidos dientes, que se pueden encon-
trar. Un aspecto interesante puede ser mostrar el tamaño y forma de las epíisis si se trata de 
individuos infantiles.
B. Si se busca un individuo de una edad conocida, mostrar qué dimensiones cabe esperar del 
esqueleto/huesos.
C. Dentro de las alteraciones tafonómicas, señalar el color que pueden presentar los restos 
según el tipo de terreno. Para esta cuestión, se pueden usar a modo de ejemplo huesos de fauna 
locales. Debido a la porosidad de los restos óseos de esqueletos inmaduros, son más suscepti-
bles de cambiar de color inluidos por el terreno, haciéndolos más difícil de identiicar durante 
una búsqueda y diferenciarlos, por ejemplo, de las piedras para los no especialistas (Lewis, 
2006).
D. Orientar sobre las peculiaridades de otras alteraciones tafonómicas intencionales tales 
como la presencia de huesos quemados.
E. Indicar que se contemple la posibilidad que los huesos puedan estar esparcidos, o al me-
nos que es posible que no todos los restos se encuentren articulados, aun cuando el individuo 
haya sido originalmente enterrado, por ejemplo, campos que hayan sido utilizados para culti-
vo.
F. Mostrar el procedimiento de cribado o rastrillado de los sedimentos, si la búsqueda se 
realiza en un terreno pequeño o del uso de una retroexcavadora si esta fuese necesaria.
Aspectos tafonómicos en el campo 
Los aspectos tafonómicos o modiicaciones postmortem del cuerpo/esqueleto son importantes 
para ayudar a los equipos a localizar el cuerpo, grado de descomposición esperado, posibles dis-
tribuciones espaciales de los restos y grado de articulación del esqueleto. Nosotros aconsejamos la 
Figura 3. Las fotografías pueden servir para indicar 
a los equipos de búsqueda como pueden parecer los 
elementos o restos que se están buscando. Esta fotogra-
fía corresponde a restos arqueológicos (en este caso de 
fémures subadultos humanos).
Nicholas Márquez-Grant, 
Andrea P. Muñoz Villarreal 
Olalla López-Costas
Restos humanos subadultos: cuestiones prácticas en 
antropología forense 
36
realización de un informe tafonómico hipotético para el equipo de búsqueda, teniendo en cuenta 
la presencia de carnívoros o roedores en la zona, condiciones climáticas, en qué época o estación 
del año desapareció la persona (Archer, 2004), las características geológicas o edafológicas del área 
y las actividades humanas, por ejemplo, actividades agrícolas como el arado, especialmente si los 
enterramientos de subadultos están a poca profundidad. Este puede incluir un asesoramiento por 
parte de otros especialistas de cualquier supervivencia de textiles u otros materiales, correspon-
dientes a la vestimenta que llevaba la persona cuando desapareció. Este tipo de información va a 
ayudar a los investigadores y arqueólogos a determinar la estrategia forense de búsqueda y qué 
métodos utilizar, además de las expectativas que se van a dar a los familiares de la víctima (Killan, 
2004, p. 20).
La literatura cientíica muestra, además, la posibilidad que los restos de subadultos tengan un 
comportamiento diferente al de los adultos en lo que concierne su conservación. Mariani et al. 
(2014, p. 19) plantean que por tener un tamaño inferior y un porcentaje menor de masa corporal 
y de grasa, los niños se descomponen con mayor rapidez que los adultos. De hecho, sabemos que 
los restos subadultos son más frágiles que los adultos, en especial los jóvenes adultos masculinos 
(Lewis, 2006: 27; Walker et al., 1988; Gordon y Buikstra, 1981, p. 589; Guy et al., 1997), suelen 
ser más vulnerables a la descomposición o desintegración. Esto puede ser un problema durante la 
búsqueda en supericie por haber una mayor propensión al desprendimiento de extremidades o la 
mayor alteración del esqueleto. De igual manera, Morton y Lord (2006), indican que el esqueleto 
subadulto, especialmente de las edades más jóvenes, puede ser desarticulado y transportado más 
fácilmente por animales carroñeros, generando un mayor esparcimiento de los restos y osten-
sibles alteraciones que llegan a producir la desaparición de los huesos más pequeños, tanto en 
deposiciones en supericie, como enterradas (Enwere, 2008). Lo mismo sucede con los cráneos, 
cuya mayor facilidad a ser transportados por carroñeros ya fue mencionada por Haglund (1997). 
Cabe decir también que los restos calcinados de subadultos sobreviven mejor a las alteraciones 
tafonómicas, por lo que es necesario una minuciosa búsqueda de estos fragmentos (Waterhouse, 
2013) especialmente si se conoce la presencia de restos humanos infantiles en un lugar donde ha 
habido un incendio.
Durante la búsqueda 
La búsqueda de los restos de un individuo subadulto está considerada como un proceso espe-
cialmente complicado. De hecho, Lewis (2006, p. 26) advierte que el número de elementos óseos 
en un esqueleto (hasta más de 300 en etapa juvenil) indican que su morfología y tamaño hacen 
que la recuperación de estos elementos por un equipo no especializado puede resultar negativa 
o incompleta. Para evitar lasrepercusiones de una incompleta recuperación del cuerpo, nosotros 
aconsejamos seguir los siguientes puntos:
A. Asistir en calidad de antropólogo a los operativos policiales durante la búsqueda en el 
terreno, o en otras supericies, de restos humanos. Por ejemplo, la búsqueda puede hacerse con 
el método lineal (o de peine) donde el antropólogo puede estar detrás del personal policial para 
responder rápidamente a las preguntas sobre si algo es hueso o si un hueso es humano o no.
B. Asistir en calidad de antropólogo a cualquier labor de cribado para diferenciar los restos 
humanos de los que no lo son. Entre el tamaño de las cribas, suelen utilizarse las de 8mm, 4mm 
y 2mm, siendo las dos últimas esenciales para individuos subadultos (Mays et al., 2012) y espe-
cialmente 2mm y hasta 1mm para restos fetales (Pokines y Baker, 2014, pp. 455-456).
Capítulo 9
Subadult human remains: practical issues in 
forensic Anthropology
37
C. Mantener una constante comu-
nicación con el equipo para respon-
der rápidamente a sus preguntas. Por 
ejemplo, también puede estar presente 
durante la inspección de un pozo o un 
alcantarillado, mediante cámara en-
doscópica y observar si hay presencia 
obvia de huesos y proporcionar debi-
damente la probabilidad o certeza que 
hayan o no en esa zona inspeccionada. 
D. Advertir, en el caso de esquele-
tos incompletos, la forma y tamaño 
de aquellos huesos que aún no hayan 
sido recuperados. En el caso que sigan 
faltando partes del esqueleto se debe-
rán programar búsquedas adicionales. 
E. Recoger todos los restos óseos 
o similares, aunque no sean humanos 
para evitar errores o posibles confu-
siones en futuros rastreos de la zona.
En el caso que se encuentren restos humanos (Figura 4), adelantar todos los protocolos de docu-
mentación y recogida. Si los restos están enterrados, asistir a arqueólogos forenses u otros especia-
listas en la excavación, mientras el antropólogo tenga experiencia de excavación, documentación 
y recuperación de los restos, tema que no tratamos en este capítulo (véase en este texto el capítulo 
de arqueología forense, Congram et al. o Hunter y Cox, 2005; Dupras et al., 2011; Litherland et 
al., 2012; Hunter et al., 2013).
Cuestiones prácticas en el laboratorio/morgue 
En la morgue, el antropólogo se responsabiliza, por lo general, exclusivamente del estudio de los 
restos humanos esqueléticos y también del análisis inicial de algunas de las evidencias asociadas, 
como prendas de vestir. Para abordar otros aspectos que se salen de su especialidad, como tejidos 
blandos o patologías de los mismos, recomendará o buscará la opinión de otros especialistas.
Para desarrollar nuestro papel como antropólogos forenses, es necesario estar actualizados con 
respecto a las publicaciones o nuevas técnicas en nuestro campo. Asimismo, recomendamos dis-
poner en la propia morgue, de varios de los manuales más comunes. En nuestra opinión, son útiles 
para afrontar el trabajo práctico con subadultos los libros de Development Juvenile Osteology 
(Scheuer y Black, 2000) con numerosas ilustraciones y Juvenile Osteology (Schaefer et al., 2009) 
cuya edición es bastante cómoda para el trabajo de campo; el manual desarrollado por Baker et al., 
(2005) también puede ser útil. Con respecto a la dentición, los libros de Van Beek (1983), Hillson 
(1996), White y Folkens (2005), se consideran un buen punto de partida para la identiicación de 
dientes deciduos y permanentes. Recordemos, sin embargo, que el perito debe estar cualiicado 
en odontología y si el antropólogo forense no lo está, el análisis debe realizarlo indefectiblemente 
un odontólogo forense.
Figura 4. Parte de una fotografía, en un contexto histórico 
dentro de un cementerio, donde se observan restos humanos 
en supericie. Esta hace parte de varias tomadas, que fueron 
útiles para que otros antropólogos desde la oicina pudiesen 
planear la estrategia y protocolo de actuación previa a la 
documentación y recogida de restos óseos.
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Andrea P. Muñoz Villarreal 
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Restos humanos subadultos: cuestiones prácticas en 
antropología forense 
38
En el laboratorio o la morgue es indispensable contar con instrumental métrico especializado: 
tablas osteométricas, calibres de espesor, báscula y cribas, estas dos últimas especialmente para 
restos calcinados; así como material de limpieza adecuado, y esterilizado si fuese necesario. A su 
vez, es imprescindible asignar una icha a todo fragmento o evidencia que ingrese al laboratorio, 
la cual además de estar correctamente irmada, debe contener toda la información sobre la cadena 
de custodia, tiempo, personas presentes y lugar de análisis (Roberts y Márquez-Grant, 2012)13. El 
correcto cumplimiento de todos estos puntos es indispensable para poder desarrollar un análisis 
de calidad y responder a todas las preguntas alcanzables mediante el estudio de los restos óseos. 
A continuación enunciaremos, haciendo especial hincapié en las recomendaciones prácticas, los 
principales aspectos prácticos a tratar en el estudio de los restos óseos de subadultos.
¿Es un hueso? y si lo es, ¿es humano? 
El primer paso del trabajo del antropólogo cuando se presentan uno o varios fragmentos con 
aspecto de hueso, es identiicar si este material es efectivamente de tipo óseo y si pertenecieron 
a seres humanos o no. De acuerdo con Klepinger (2006, p. 20), casi el 20% de las preguntas que 
se le hacen al antropólogo físico respecto a los huesos son para saber si son humanos o no. Estas 
estadísticas coindicen con la de otros expertos (Rainwater et al., 2012, p. 551). A veces, en nues-
tra experiencia, algunas de estas preguntas son efectuadas, en primer lugar, mediante el envío de 
fotografías por parte de la policía. En muchos casos, esta metodología es exitosa ya que en algu-
nos casos las fotografías son suicientes para responder las preguntas y permiten ahorrar tiempo, 
dinero, y otros recursos. En otras ocasiones, la pregunta sobre la especie va paralela a localizar a 
qué parte del esqueleto pertenecen dichos huesos y si estos son antiguos o modernos y de interés 
médico legal. Para ello, los antropólogos deben evaluar la forma del hueso, su tamaño en relación 
a la forma, la unión de las epíisis, y otros datos complemen-
tarios, como si tiene marcas de corte, la organización o el as-
pecto general del hueso. Esto no signiica que el antropólogo 
conozca a la perfección el esqueleto de cada especie animal, 
pero sí estará en capacidad de reconocer el esqueleto humano 
en sus variantes (morfología, edad, sexo, entre otros) como se 
ha indicado anteriormente.
Las técnicas de laboratorio que los antropólogos físicos y fo-
renses utilizan se dividen en macroscópicas y microscópicas. 
En las visuales o macroscópicas (France, 2008, 2010; Adams 
y Crabtree, 2011), el antropólogo reconoce las diferencias a 
simple vista. Estas suelen ser las primeras empleadas por su 
sencillez y resuelven la mayoría de los casos. Para huesos subadultos, el especialista estudia la 
forma del hueso y el tamaño en relación al desarrollo del esqueleto, lo cual depende de la edad 
(Figura 5).
Los otros análisis son de tipo microscópico o composicional, se utilizan técnicas tales como la 
13 Cf. http://www.miguelcarbonell.com/artman/uploads/1/PROTOCOLO_CADENA_DE_CUSTODIA.pdf (acceso marzo 2015); http://www.
imdhd.org/doctos/IMDHD2_Protocolos.pdf (acceso marzo 2015); https://coordinacionsemefotoluca.iles.wordpress.com/2012/04/protocolo-tra-
tamiento-e-identiicacion-forense-inal.pdf (acceso marzo 2015); http://www.miguelcarbonell.com/artman/uploads/1/PROTOCOLO_CADENA_
DE_CUSTODIA.pdf (acceso marzo 2015).
Figura 5. Fragmento óseo humano de 
acetábulo subadulto 
-resto arqueológico-.
Capítulo 9
Subadult human remains: practical issues in 
forensic Anthropology
39
difracción de rayos X, luorescencia de rayos X y el estudio histológico, entre otros (Cattaneo et 
al., 2009; Stout, 2009; Beckett et al., 2011; Crowder y Stout, 2011; Black y Ferguson,2011; Chris-
tensen et al., 2012; Zimmerman et al., 2015), para conocer las características de los fragmentos y 
poder responder a las preguntas derivadas de su origen. Estos estudios permiten abordar los casos 
más complicados, por ejemplo, los fragmentos pequeños, en esta línea siguen desarrollándose 
nuevas bases de datos con mayor número y tipos de hueso y especies referenciadas para poder rea-
lizar mejores comparaciones. La combinación de todos estos tipos de técnicas debe proporcionar 
al antropólogo suiciente iabilidad para tomar una decisión sobre la mayoría de los fragmentos. 
Asimismo, el antropólogo tiene la responsabilidad de ser lo más cientíico y objetivo posible y 
admitir si un grado alto de iabilidad no es posible, con palabras como “es consistente con huesos 
humanos”, “una alta probabilidad que sea humano”, “no puede excluirse la posibilidad de que sea 
humano”, entre otros, a la espera de otras técnicas.
Como hicimos para el estudio de campo en el apartado anterior, nos gustaría resaltar de nuevo 
la responsabilidad de las interpretaciones o decisiones del antropólogo, mencionando algunas re-
percusiones y desafíos en forma de ejemplos reales. El primer ejemplo, es un caso que sucedió 
en los últimos años en Europa, donde un miembro de la policía y especialista en antropología, 
declaró como no humanos varios restos óseos quemados encontrados en las primeras semanas, en 
la casa del progenitor de dos niños desaparecidos (de seis y dos años respectivamente)14. La bús-
queda continuó casi once meses más hasta que otros especialistas reanalizaron los restos previos, 
indicando su origen humano y unas edades concordantes con los individuos desaparecidos. Ello 
implicó sufrimiento para la familia, retraso en la identiicación de los restos, demora en la justicia 
y mayores costes económicos que podrían haberse evitado con una segunda opinión. Este caso es 
complicado puesto que involucra huesos subadultos quemados. Teniendo en cuenta esto, debe-
mos aprender para el futuro que consultar a algunos colegas, o que los informes estén irmados 
por varios especialistas independientes, es una práctica aconsejable y necesaria en los casos más 
difíciles.
Un segundo ejemplo, sucedió en el Reino Unido en el año 2012 y desembocó en la mayor búsque-
da de la historia para una persona desaparecida, en este caso una niña de cinco años15. La búsqueda 
encontró cinco fragmentos óseos en la casa del presunto homicida. Estos fragmentos eran de pe-
queño tamaño y cuatro de ellos fueron atribuidos a posibles fragmentos craneales probablemente 
humanos y de edad juvenil. Según la prensa, el desafío residía en que los fragmentos eran muy 
pequeños y estaban quemados, lo cual no permitió una prueba fehaciente de ADN. Dentro de este 
caso, para la acusación trabajaron cuatro antropólogos, mientras que la defensa, por el contrario, 
contó con tan solo uno; todos reconocidos a nivel nacional e internacional y con muchos años de 
experiencia.
El debate sobre esos fragmentos residía en que si eran parte de un hueso, si estaban quemados, 
si pertenecían a un ser humano, y de ser así, de qué parte del esqueleto procedían. Para ello, se 
realizó un estudio comparativo con individuos humanos juveniles de esa misma edad o similar 
y se comparó con esqueletos de otras especies animales, incluyendo análisis histológicos. A pe-
sar de todos estos medios no se pudo llegar a una iabilidad total, por lo que antropólogos de la 
parte acusadora indicaron que las evidencias apuntaban (con ello no necesariamente se indicaba 
una iabilidad del 100%) a que estos restos eran humanos y juveniles; mientras que la defensa se 
14 Cf. http://elpais.com/tag/caso_ruth_y_jose/a/ (acceso 26 de mayo de 2014).
15 Cf. http://www.bbc.co.uk/news/uk-wales-22596503 (acceso 26 de mayo de 2014).
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Restos humanos subadultos: cuestiones prácticas en 
antropología forense 
40
concentró en decir que no era posible estar seguro. Este ejemplo, ilustra la importancia de esta 
pregunta básica de si un hueso es humano o no.
Una relexión que nos gustaría introducir, es el uso de técnicas destructivas como el ADN. En 
los ejemplos anteriores se ha visto que pueden aportar nuevas evidencias; no obstante, quizás 
debe balancearse su uso. Por ejemplo, si tenemos tan solo unos pocos fragmentos que podrían ser 
restos de una persona reportada como desaparecida, ¿cómo equilibramos la destrucción de esos 
fragmentos pequeños, sin garantía de que el análisis destructivo de ADN o histología pueda pro-
porcionar resultados positivos, sobre todo si el material no está bien conservado o no existen sui-
cientes bases de datos comparativas? Igualmente, si se tienen razones fundadas que la preservación 
no es suiciente o los análisis realizados han resultado negativos, ¿esperaremos a que surjan o 
mejoren las técnicas en el futuro? En nuestra opinión es complicado dar una respuesta categórica 
y deben evaluarse las características de cada caso. Sin embargo, insistimos en el trabajo conjunto 
y la toma de decisiones de manera colaborativa contando siempre con la opinión de la familia.
¿Cuántos individuos? 
Una vez establecida la procedencia humana del hueso, se procede a un inventario de los restos y de 
su estado de conservación. Este estudio tiene el objetivo de responder a las siguientes preguntas: 
¿Estamos ante los restos de un individuo? ¿Hay más de un individuo? ¿Cuántos individuos están 
representados? Para responderla se puede proceder, entre otros métodos (Adams y Byrd, 2014, 
al cálculo del Número Mínimo de Individuos (NMI) o el máximo o más probable número de 
individuos estimados (Most Likely Number of Individuals o MLNI por sus siglas en inglés). Los 
procedimientos para su cálculo pueden ser consultados en los manuales antropológicos (Bernal en 
este texto, capítulo “Guía para la asociación de estructuras óseas provenientes de fosas comunes y 
desastres masivos”, o Adams y Byrd, 2014; Komar y Buikstra, 2008; Dirkmaat, 2012). Entre ellos 
se incluye contar el número de elementos repetidos (Figura 6) (e.g. cinco fémures izquierdos) o 
para restos fragmentados y mezclados las regiones anatómicas especíicas (e.g. trocánter menor, 
apóisis mastoides). Además se deben tener en cuenta las diferencias entre edad y sexo.
En casos donde se hallan restos de diversos 
subadultos de varias edades, son de ayuda 
adicional el tamaño de los huesos y los in-
dicadores de edad, por ejemplo, la unión 
epiisiaria (Schaefer y Black, 2007). Por otra 
parte, también se pueden asociar los huesos a 
un individuo mediante aspectos como el nivel 
de articulación entre sí, el estado de conser-
vación y si existen condiciones patológicas 
bilaterales (L’Abbé, 2005).
 
Conocer el número de individuos es básico 
en casos, por ejemplo, de fosas comunes o ca-
tástrofes masivas donde hay un elevado nú-
mero de huesos mezclados. En estos y otros 
casos, los antropólogos deben supervisar la 
Figura 6. Fémures izquierdos y derechos, adultos y 
subadultos de una población arqueológica sobre una 
mesa antes del cálculo del número mínimo/máximo de 
individuos.
Capítulo 9
Subadult human remains: practical issues in 
forensic Anthropology
41
recolección de muestras de hueso o dien-
tes para análisis de ADN, aquí el poder 
relacionar un hueso con otro gracias al 
tamaño, la edad o la articulación, posibili-
ta minimizar las muestras necesarias para 
ADN.
Aspectos tafonómicos: conservación 
del hueso e intervalo postmortem 
El antropólogo procederá en la morgue a 
documentar el estado de conservación del 
esqueleto, como la erosión, la fragmenta-
ción, el color, entre otros (Figura 7). Esto 
puede incluir una lista de los elementos 
óseos presentes y los ausentes, indicando 
así el límite de los análisis y también qué 
búsquedas adicionales deben hacerse para 
los demás huesos16. 
Los análisis de estimación del intervalo postmortem se basan en el estado de descomposición del 
cuerpo, cuya evaluacióna nivel visual debe tener en cuenta la edad y sexo del individuo, entre 
otros muchos factores como la causa de la muerte, si el cuerpo estuvo enterrado o en supericie, 
si estaba envuelto con algún elemento, el clima, el entorno geológico, entre otros. Lewis (2006, 
p. 23-24; citando a Smith, 1955) sugiere que el volumen de tejidos blandos y la distribución de 
adipocira en los subadultos más jóvenes, varia con respecto a los adultos. Los cuerpos subadul-
tos pueden enfriarse antes que los adultos, o los recién nacidos se descomponen más lentamente 
y posiblemente acaben más fácilmente en momiicación natural en lugar de saponiicación. Por 
ello, todos los factores que ya entendemos como extrínsecos que afectan al cuerpo, además de los 
intrínsecos, y aquí el factor edad tiene cierta importancia, deben considerarse con cautela cuando 
se examinen restos humanos subadultos.
Existen otros estudios que nos pueden ayudar a complementar la información sobre el intervalo 
postmortem. Por ejemplo, podemos obtener información adicional gracias a objetos asociados al 
cuerpo como billetes, recibos, boletos, entre otros. Las prendas de vestir pueden resultar también 
útiles, por ejemplo, un modelo de zapato que salió de producción en un año determinado. Final-
mente, el contexto que rodea al cuerpo, por ejemplo, el contexto estratigráico como se utiliza en 
arqueología. Por último, evidencias tanto entomológicas como botánicas pueden ser usadas para 
calcular el momento en el que se produjo la muerte (Márquez-Grant y Roberts, 2012).
Pese a lo anterior, desde el punto de vista antropológico, en la mayoría de ocasiones es muy pro-
bable que tan solo podamos airmar si los restos son arqueológicos o modernos, o pertenecientes 
a cierto periodo de tiempo, por ejemplo: “según mi experiencia con cadáveres en tal estado de 
16 El antropólogo deberá recomendar a la policía si las búsquedas deben continuar entendiendo el tipo de terreno o zona y el tipo de elementos 
que no se han encontrado. Por ejemplo, si se trata de huesos largos o coxales es esencial continuar la búsqueda dentro de unos parámetros, pero en 
caso de huesos pequeños, el antropólogo deberá juzgar si algunos de estos huesos han desaparecido y han sido digeridos por animales carroñeros 
(Moraitis y Spiliopoulou, 2010; Pokines, 2014; Young et al., 2015).
Figura 7. Húmeros adultos y subadultos de un mismo 
osario, procedentes de una necrópolis histórica. Véase las 
diferencias de grados de conservación, incluyendo la erosión 
cortical, fragmentación y color.
Nicholas Márquez-Grant, 
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Olalla López-Costas
Restos humanos subadultos: cuestiones prácticas en 
antropología forense 
42
descomposición y encontrados con estas características en supericie, es posible o no se puede ex-
cluir que los restos llevan más de unas semanas”; “si el cadáver es de la persona que desapareció y 
falleció aparentemente hace determinados años esperaría que el estado de descomposición fuese… 
en mi experiencia/el estado de descomposición coincide con esa fecha de su desaparición”, sin 
olvidar todos los demás datos que puedan aportar los entomólogos forenses y otros especialistas 
(Ibíd.).
Maceración del esqueleto 
Se ha publicado bastante acerca de técnicas de maceración (King y Birch, 2015; Reverte Coma, 
1999), para poder retirar los tejidos blandos adheridos al hueso, aunque ninguna es especíica para 
individuos subadultos. La ventaja de macerar los restos, especialmente en los cadáveres en avan-
zado estado de descomposición y casi esqueletizados, es poder observar mejor los indicadores del 
peril biológico como la estimación de la edad (e.g. remover el cartílago alrededor de la sínisis 
púbica en adultos) o para un análisis de trauma. No hay que olvidar antes de proceder a la macera-
ción, cualquier estudio que se pueda realizar a través de imágenes como radiografía y tomografía 
computarizada (Brough et al., 2012, 2013).
Entre los diferentes métodos de maceración, King y Birch (2015), hacen una revisión de siete pro-
cedimientos que van desde remover tejido manualmente, o a través de escarabajos (derméstidos), 
hasta poner a hervir los huesos o usar un microondas. En dicho estudio, los autores indican que 
cada uno de los métodos tiene ventajas y desventajas, en relación a su facilidad y la rapidez para re-
mover el tejido, algunas cuestiones de riesgo laboral, de logística y coste, entre otros. En resumen, 
aunque algunos de estos procedimientos sean más eicaces que otros, su uso depende también de 
los recursos disponibles en el laboratorio. En cualquier caso, el proceso de maceración y el tiempo 
que tarde, es una importante consideración antes de comenzar a trabajar en un caso.
En el caso que la maceración la lleve a cabo el antropólogo forense, esta debe hacerse después de 
coordinar con el médico forense y asegurándose que se han documentado todas las alteraciones o 
traumatismos en tejido blando y se han reservado las muestras necesarias. Si se remueve el tejido 
blando mediante bisturí es necesario tener cuidado de no dañar el hueso y en caso de que esto 
suceda, esto debe estar documentado para que otros cientíicos lo tengan presente y no lo vayan 
a interpretar como un traumatismo relacionado con la muerte de la persona. Cuando se produzca 
una segunda autopsia, aunque este tipo de alteración en el hueso sea reconocible, siempre es mejor 
dejarlo documentado para que no surjan dudas al momento de asesorar con análisis cualquier 
traumatismo perimortem en hueso.
Estos mismos protocolos, sin distinguir entre adultos y subadultos, indican que antes de retirar 
los tejidos blandos, se tengan en cuenta análisis futuros que se puedan requerir, como es el caso del 
análisis de diatomeas, toxicología o ADN (Steadman et al., 2006; Arismendi et al., 2004; Rennick 
et al., 2005).
Peril biológico 
La reconstrucción del peril biológico de edad, sexo y caracteres físicos del individuo juvenil tiene 
sus ventajas y desventajas, en comparación con los adultos; por ejemplo, es complicado determi-
Capítulo 9
Subadult human remains: practical issues in 
forensic Anthropology
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nar el sexo sin técnicas genéticas, mientras que la edad se suele estimar con un margen de error 
menor que en los individuos adultos.
Edad del individuo 
Lo primero a tener en cuenta es que la edad estimada a partir de los restos humanos es la edad de 
muerte, es decir la edad que tenía el individuo cuando murió, no es la edad del cuerpo en relación 
a cuándo murió el sujeto —la antigüedad del hallazgo—. La estimación de la edad de subadultos 
se requiere para:
A. Apoyar el proceso de identiicación forense del individuo, incluyendo la reconstrucción 
facial donde la edad es importante (Wilkinson, 2008).
B. Identiicar posibles negligencias o malnutriciones. Por ejemplo, estimando la diferencia 
entre la edad estimada del desarrollo dental en comparación con el crecimiento y desarrollo del 
esqueleto; en este sentido pueden evaluarse ciertas condiciones de negligencia, por ejemplo, si 
hay un retraso en el crecimiento, desarrollo y maduración del esqueleto, entre otros (véase por 
ejemplo un caso en la prensa británica)17.
C. Entender los patrones de mortalidad, por ejemplo, en cuestiones de derechos humanos 
como en genocidios o fosas de guerras civiles. En esta sección se incluye la estimación de si un 
bebé había nacido vivo o no, en caso por ejemplo de infanticidio.
D. Estimar la edad en un sujeto vivo para cuestiones civiles o legales (véase nota en el si-
guiente apartado de este capítulo).
Además de las anteriores, la función principal de conocer la edad del individuo es poder asistir en 
la identiicación del mismo, y ser capaz de reducir la lista de personas reportadas como desapare-
cidas. No obstante, saber la edad no permite realizar una identiicación positiva, ya que datos más 
concretos como ADN serán necesarios. Aun así, la estimación de la edad a través del esqueleto, 
que corresponde a la edad biológica y no la cronológica, es másiable comparado con la estima-
ción realizada visualmente por médicos forenses a través de un análisis físico externo del cadáver, 
e incluso por la ropa o efectos personales asociados con ese cuerpo (İşcan y Steyn, 2013, pp. 86-87; 
Suchey y Katz, 1998; Suchey et al., 1984; Rainwater et al., 2012).
Entre las técnicas de la estimación de la edad, hay que tener en cuenta las limitaciones si el es-
queleto está incompleto, fragmentado, en mal estado de conservación o no se conoce su sexo ni 
su ancestro. Tanto las limitaciones, como la metodología para estimar la edad de los subadultos, 
como los factores medioambientales que inluyen el desarrollo del esqueleto, han sido tratados en 
el capítulo de edad de Rissech (este volumen), como en otros sumarios publicados (Ritz-Timme 
et al., 2000; Klepinger, 2006; Latham y Finnegan, 2010, Christensen et al., 2014; Márquez-Grant, 
en prensa) y centrándose a nivel macroscópico en el desarrollo y erupción dental (Moorrees et 
al., 1963; Demirjian, 1973, 1976; Smith, 1991; Al Qahtani, et al. 2010), el crecimiento del hueso o 
las longitudes diaisiarias en huesos largos (Fazekas y Kósa, 1978 para fetos y revísese las tablas 
en Scheuer y Black, 2000 o en Schaefer et al., 2009; Rissech et al., 2013; Cardoso et al., 2014a) o 
en la maduración o desarrollo del esqueleto (McKern y Stewart, 1957; Bogin, 1997; Scheuer y 
Black, 2000; Cardoso, 2007; Cardoso et al., 2014b; Shapland y Lewis, 2013, 2014), en su morfo-
logía mediante análisis geométricos morfométricos (Franklin et al., 2008) o a nivel microscópico, 
químico o molecular (Villa y Lynnerup, 2014). A su vez, es importante conocer cómo se aplican 
estos métodos, por ejemplo, si se utiliza un diente, si se utilizan varios, si se utilizan dientes sobre 
17 Cf. http://www.mirror.co.uk/news/uk-news/hamzah-khan-mummiied-body-four-year-old-2282943 (acceso en marzo 2015)
Nicholas Márquez-Grant, 
Andrea P. Muñoz Villarreal 
Olalla López-Costas
Restos humanos subadultos: cuestiones prácticas en 
antropología forense 
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huesos, si los huesos se documentan por grado de fusión, por ejemplo, abiertos, semi-fusionados, 
¾ fusionados o completamente unidos (Buikstra y Ubelaker, 1994). Y la importancia de los mis-
mos depende de la edad de los sujetos, en el caso de individuos fetales o neonatos, según Black 
y Ferguson (2011. p. 4) se deben considerar los centros de osiicación como los principales para 
hacer la estimación de edad mediante seccionado histológico.
Otro punto que se debe considerar es que, aunque algunos métodos sean más aplicables en el 
ámbito bioarqueológico, no necesariamente son los más adecuados para el ámbito forense. El 
criterio Daubert en Estados Unidos (Komar y Buikstra, 2008; Wiersema et al., 2009) requiere 
que los métodos utilizados hayan sido publicados en revistas internacionales, que hayan pasado 
por una revisión estricta, que sean reconocidos por la comunidad cientíica, que se conozca el 
error estándar de los métodos y su limitación aplicada a individuos diferentes de los que deriva la 
muestra. Como indican İşcan y Steyn (2013), unos métodos donde el antropólogo sabe de dónde 
han derivado, qué muestras se han utilizado, el peril de la población de las que derivan los están-
dares de referencia, si las muestras eran adecuadas y si varias edades estaban bien representadas. 
En el caso del estudio de la dentición, en el ámbito forense compete al odontólogo forense, con 
la excepción de aquellos médicos forenses o antropólogos forenses formados en odontología y 
reconocidos en los juzgados.
Sobre cómo proceder a la estimación de la edad en individuos juveniles, debería realizarse según 
una serie de puntos (Algee-Hewitt, 2013, pp. 181-230) que se mencionan a continuación:
A. Se debe tener en cuenta que existen una variedad de factores que afectarán la estimación de 
la edad como: genéticos, medioambientales y la dependencia de sexo y ancestro (Ulijaszek et 
al., 1998; Bogin, 1999; Cardoso, 2007; Humphrey, 1998; Hoppa y FitzGerald, 2005). 
B. Según la observación de las epíisis podemos realizar el asesoramiento de la edad mediante 
los siguientes pasos: i) observar todos los puntos de fusión en el esqueleto; ii) localizar los 
centros que se han unido más recientemente; iii) identiicar dónde se esperaría ver la siguiente 
unión si el sujeto hubiese continuado viviendo. El intervalo de edad se realizaría, entonces, 
teniendo en cuenta el último punto de unión con la unión que le seguiría, produciendo así un 
rango con una edad mínima y una máxima. Este tipo de evaluación se realizará según el tipo 
de métodos (hueso seco, radiografías —donde aún se vería el estado de unión—, entre otros). 
Además, se aconseja incrementar el rango de edad cuando se desconozca el sexo.
C. Para la estimación de la edad dental, según los métodos se procederá, tras identiicar los 
dientes: i) la identiicación del estado isiológico o el estado de desarrollo dental para un ase-
soramiento visual o con radiografías; ii) la asociación de lo observado o estado de madurez 
con una estándar de referencia. Según en qué caso y en el marco jurídico, este asesoramiento 
debería llevarse a cabo por un experto en odontología forense.
D. En caso de no haberse conservado los dientes, se recomienda utilizar las medidas del hueso 
(e.g. longitud diaisiaria) y comparar con tablas de referencia. Para ello, tener una tabla os-
teométrica, una cinta métrica o calibre deslizante y las tablas de referencia, serían material ideal 
en el laboratorio.
Es importante mencionar que en algunos contextos bélicos, fuera del margen cronológico de in-
terés médico legal, muchos individuos juveniles fueron voluntarios, indicando que eran mayores 
de edad, cuando no lo eran. Un ejemplo donde se ha visto individuos subadultos (menores de 18 
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Subadult human remains: practical issues in 
forensic Anthropology
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años) cuando no se esperaba, según el registro de los desaparecidos y fallecidos, es en el caso de las 
fosas comunes de la Primera Guerra Mundial encontradas en Fromelles, que datan de 1916 (Loe 
et al., 2014). Es decir, en estos incidentes los documentos y la noción de la edad relejada en ellos 
pueden ser erróneos. Es por esa razón que siempre se debe comparar la información documental 
con la praxis.
Finalmente, es necesario que recordar que a diferencia de los estudios bioarqueológicos, no debe-
mos forzar la clasiicación de un individuo en un rango de edad establecido como se ha hecho para 
análisis paleodemográicos (Klepinger, 2006, p. 43; Pickering y Bachman, 2009, p. 90). Por ello, 
se sugiere olvidar los rangos o categoría de edad. Es decir, no forzar la edad en uno de los rangos 
rígidos que se acostumbran a ver en demografía o paleodemografía, pero ser lexibles y dejar que 
el antropólogo forense, según las pruebas/evidencia disponibles, formule el rango de edad que 
considere mejor según los restos preservados y teniendo en cuenta el margen de error o desviación 
estándar de los métodos utilizados.
Una nota sobre la estimación de la edad en sujetos vivos 
La estimación de la edad en sujetos vivos se realiza mediante radiografía convencional o tomo-
grafía computarizada (Garamendi y Landa, 2003; Black et al., 2010a; Schmeling et al., 2008, 2011; 
Cunha et al., 2009; Márquez-Grant, en prensa), sin embargo, es necesario tener en cuenta cuestio-
nes éticas, de consentimiento, de protección de menores, entre otras (Márquez-Grant, en prensa). 
Estas estimaciones de la edad, tanto para casos civiles o criminales, suele realizarse en contextos 
dónde los individuos genuinamente no saben su edad (e.g. no tienen documentos porque se han 
perdido durante conlictos, donde nunca se les ha proporcionado un certiicado de nacimiento 
o donde una cultura no celebra cumpleaños, entre otros)18 o individuos que omiten o mienten 
acerca de su edad. Entre los casos donde es posible que el antropólogo realice estimaciones de la 
edad, se encuentran individuos refugiados, inmigrantes ilegales sin documentación, casos detrá-
ico humano, casos de adopción, de edad de casamiento o casos de delincuentes juveniles. Incluso 
pueden presentarse en deportes, por ejemplo, para evaluaciones de jugadores de fútbol para la 
FIFA (Schmidt et al., 2015).
Muchos países utilizan los métodos recomendados por el grupo para diagnóstico de la edad de la 
Asociación Alemana de Medicina Forense (Arbeitsgemeinschaft für Forensische Altersdiagnostik 
der Deutschen Gesellschaft für Rechtsmedizin) 19 (Schmeling et al., 2008, 2011). Resumimos a 
continuación los principales puntos:
A. Un examen físico por un médico, donde se evalúen el peso corporal, la altura, la constitu-
ción, el desarrollo de vello púbico y otros signos de maduración sexual, entre otros;
B. Un examen dental por un odontólogo, para estimar el desarrollo dental;
C. En casos donde la odontología no sea tan útil (problemas dentarios, patología, asesoramien-
to basado en el tercer molar, entre otros), un análisis antropológico por un antropólogo foren-
se. Normalmente se estudia el desarrollo de la muñeca/mano (Greulich y Pyle, 1959; Tanner 
et al., 1984, 2001; Thiemann et al., 2006) y si estos huesos se han unido, entonces se realiza un 
examen de las clavículas (Kreitner et al., 1998; Schulz et al., 2008). A estos análisis se une cual-
quier otra imagen o radiografía disponible (Hackman y Black, 2013; Hackman et al., 2010).
D. Una evaluación psicológica es también requerida en algunos países (Black et al., 2010a).
18 Cf. Unicef (2013): http://www.unicef.org/mena/MENA-Birth_Registration_report_low_res-01.pdf
19 Cf. http://agfad.uni-muenster.de/english/start.htm
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antropología forense 
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¿Ha nacido? 
Una de las preguntas que nos ha hecho la policía en algunos casos, es saber si el bebé o feto 
encontrado es un recién nacido, o si por el contrario murió durante el parto. La respuesta tiene 
repercusiones para la investigación si el bebé murió de causas naturales, ya que puede ser valioso 
para la defensa de la madre de posible homicidio, entre otros. Un caso en la prensa británica en 
201020 relacionó el descubrimiento de tres bebés en el armario de una casa, al parecer no habrían 
sobrevivido el parto y los alumbramientos fueron clandestinos. Algunas de estas cuestiones son 
importantes y el antropólogo tiene que tener constancia de los métodos que se presentan, aun 
cuando haya que contar con la colaboración de un odontólogo o un pediatra. En la literatura 
odontológica, a veces se habla de la línea neonatal (Eli et al., 1989; Zanolli et al., 2011; Janardhanan 
et al., 2011; Lewis 2006, pp. 160-161) aunque aún debe comprenderse un poco mejor para utili-
zarse en el ámbito forense.
Sexo del individuo 
En ausencia de órganos genitales externos o internos, el sexo de los individuos subadultos no 
suele estimarse y de ser así, suele determinarse a través de ADN o en el caso de adolescentes por 
la forma de la pelvis. Los análisis de ADN dependen de la conservación de los restos, el coste y 
la disponibilidad de laboratorios. El antropólogo deberá considerar, junto con el policía/juez en-
cargado del caso y el médico forense, la viabilidad y los costos que estos análisis pueden acarrear. 
Por experiencia, parece ser que lo más indicado es tomar un diente o dos como muestras (corona 
formada y raíz si es posible, sin caries ni erosión), seguido de una muestra de hueso compacto 
como la diáisis del fémur. Faerman et al. (1995), en un análisis de restos arqueológicos indica qué 
dientes son los preferidos (Tierney y Bird, 2014), seguido de huesos craneales o cortes de huesos 
largos como el fémur (Daskalaki et al., 2011), en lugar de costillas. Para una visión de los análisis 
de ADN en restos humanos véase Walbank y McDonald (2012) y Mays (2013).
No se recomienda realizar estimaciones de sexo basadas en otras metodologías, ya que los méto-
dos existentes proporcionan una variabilidad mínima y la probabilidad del 60% o menor del 70% 
para casos forenses es inaceptable para los juzgados y un informe pericial. En general, la estima-
ción del sexo en subadultos ha sido siempre problemática (Saunders, 1992; Scheuer y Black, 2000, 
pp. 15-16; Lewis, 2006: 47; Moore, 2013) especialmente en los pre-pubertales. Se ha estudiado el 
dimorismo sexual en esqueletos pre-pubertales en relación a la morfología del cráneo, la mandí-
bula y la pelvis, aunque siguen presentando un importante margen de error (Weaver, 1980; Hunt, 
1990; Holcomb y Konigsberg, 1995; Molleson et al., 1998; Schutkowski, 1993; Loth y Henneberg, 
2001; Black y Ferguson, 2011; Wilson et al., 2008; Veroni et al., 2010; González, 2012; Hernández 
y Peña, 2010). Lo mismo sucede con los dientes, donde el dimorismo sexual, especialmente de 
los caninos puede ser signiicativo (Moss y Moss-Salentijn, 1977; Ferembach et al., 1980, p. 525; 
Molleson et al., 1998; Pettenati-Soubayroux et al., 2002; Cardoso, 2008) aunque no siempre (İşcan 
y Kedici, 2003).
Estatura y caracteres físicos (ascendencia) 
La estatura y otros caracteres físicos como el ancestro, y patológicos, se han utilizado para apo-
yar el proceso de identiicación del individuo, los cuales resultan problemáticos en el caso de los 
subadultos. 
20 Cf. http://www.cps.gov.uk/mersey-cheshire/cps_merseyside_cheshire_news/mother_sentenced_ater_babies__death/; http://www.bbc.co.uk/
news/uk-england-merseyside-11937010
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Estatura. Los métodos para estimar la estatura se han producido tomando diferentes muestras 
de varias poblaciones adultas a nivel mundial. Sin embargo, en el caso de subadultos, en el ámbito 
de la antropología física y forense, los limitados estudios (Himes et al., 1977; Feldesman, 1992; 
Smith, 2007, Sutphin y Ross, 2011) indican que no es muy aplicable estimar la estatura a partir 
de los huesos en individuos subadultos, especialmente sin conocer su sexo, ancestro, ni su estatus 
socio-económico, entre otros (Smith, 2007; Cardoso, 2009). De utilizar las fórmulas existentes, 
Cardoso (2009) opina que es mejor utilizar los huesos de las extremidades superiores, en compa-
ración con los de las extremidades inferiores. En un principio, las medidas que se deben tomar, 
haciendo uso de una tabla osteométrica, serían la longitud máxima de las diáisis de los huesos lar-
gos, preiriendo el izquierdo sobre el derecho. El hueso debe estar completo, no mostrar patología 
(e.g. fractura en vida), ni con partes perdidas postmortem. Si no se cumplen estas características se 
puede indicar una estimación de la longitud o por lo menos proporcionar una longitud mínima.
Ancestro. Varios estudios han detectado diferencias en relación a la ascendencia o grupo ancestral 
en restos infantiles, aunque dichas variaciones no son constantes. El tema ya es complejo en indi-
viduos adultos, y lo es más en subadultos. Algunos estudios se han realizado enfocados a cráneos 
fetales africanos o europeos (Weinberg et al., 2005) u observando la morfología mandibular de 
varios grupos geográicos (Buck y Strand, 2004). Otra posibilidad, es realizar análisis de isótopos 
estables para asesorar procedencia geográica del individuo (Meier-Augenstein, 2010. La denti-
ción puede aportar algo de información a través de los caracteres epigenéticos o no-métricos (ver 
e.g. Scott y Turner, 1997; Harris et al., 2001; Edgar, 2013; Gill-King, 2009) pero por lo demás, es 
un tema muy difícil y arriesgado para poder proporcionar una estimación o conclusión hacía un 
grupo ancestral u otro. Los análisis de ADN pueden aportar información aunque existen una serie 
de problemas y cuestiones éticas a considerar (Kopec, 2014). Últimamente, los estudios también 
se centran en entender el desarrollo de tales caracteres morfológicos y un estudio importante ha 
sido llevado a cabo por Wood (2015).
Rasgos epigenéticos (discretos) y patología 
Los rasgos epigenéticos o discretos (Hauser y de Stefano,

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