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Laurence Heller, Aline LaPierre - Curar el trauma del desarrollo El método relacional neuroafectivo (NARM) para restablecer la conexión

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Todos los derechos reservados. 
Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra
solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley.
 
 
DESCARGO DE RESPONSABILIDAD MÉDICA: La siguiente información es únicamente de carácter general.
Se debe consultar siempre a un profesional de la salud antes de aplicar cualquiera de los aspectos que se sugieren
en este libro. El lector es el único responsable de cualquier aplicación que haga de los materiales que se explican
en las siguientes páginas.
 
 
Título original: Healing Development Trauma: How Early Trauma Affects Self-Regulation,
Self-Image, and the Capacity for Relationship
Copyright © 2012 Laurence Heller y Aline LaPierre
Publicado originalmente por North Atlantic Books (Berkeley, California)
 
 
© 2017 EDITORIAL ELEFTHERIA, S.L.
Sitges, Barcelona, España
www.editorialeleftheria.com
Primera edición: septiembre 2017
© De la traducción: Antonio Aguilella Asensi
Ilustración de cubierta: istock.com/fotojog
Maquetación: Ana Córdoba Pérez
ISBN (papel): 978-84-947335-6-7
ISBN (e-book): 978-84-947335-7-4
DL: B 25155-2017
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http://www.editorialeleftheria.com
 
 
AGRADECIMIENTOS
Larry
El dicho de que a la tercera va la vencida se aplica perfectamente a este libro. Aunque el
proyecto llevaba siete años en marcha, no consiguió cuajar hasta los últimos tres,
momento en que el que la doctora Aline LaPierre se incorporó. La primera vez que
intenté escribir el libro por mi cuenta me bloqueé. Tampoco salió bien el segundo
intento, para el que conté con la colaboración de un escritor profesional. Tuvo que llegar
Aline (que, como experta psicoterapeuta somática, comprendió lo que yo había estado
tratando de comunicar) para que este libro tomara forma por fin. Su experiencia clínica y
su enfoque estructurado le confirieron una habilidad única para trabajar conmigo en la
consecución y formulación del Modelo Relacional Neuroafectivo y para expresar por
escrito unos conceptos que en ocasiones resultan muy complicados. Este libro es el
resultado de un proceso conjunto, escrito codo con codo en nuestra casa, en aviones, en
trenes, en hoteles y en barcos en al menos diez países. Le estaré eternamente agradecido
por la dedicación que ha aportado a este proyecto.
Quiero dar las gracias a los estudiantes que tengo por todo el mundo, que supieron
apreciar el valor de desarrollar el modelo y que me ayudaron a afinar mi comprensión y
mi capacidad para enseñar este material.
Quiero mostrar mi reconocimiento a Peter Levine por su innovador trabajo sobre el
esclarecimiento del papel del sistema nervioso en el tratamiento de los traumas y por su
empeño en trasladar la curación de los traumas a un público clínico que no para de
expandirse.
También quiero agradecer a mi querido amigo Jim Jonell la cantidad de horas que
hemos pasado juntos desarrollando una concepción detallada del papel del cuerpo en
psicoterapia.
Por último, quiero dar las gracias a mi hijo Kevin Jon Heller, que, desde el principio,
nos ayudó a encontrar una voz para este libro.
 
Aline
Escribir este libro con Larry ha supuesto un extraordinario viaje de colaboración
creativa. A medida que evolucionaba el proyecto, mi respeto y admiración crecían ante
la amplitud de su conocimiento, la profundidad de su experiencia clínica y la maestría de
su afinada comprensión de la naturaleza humana.
Me siento en deuda con muchas mujeres pioneras, y estoy particularmente agradecida
a Emily Conrad y a Bonnie Bainbridge Cohen por su trabajo. Su exploración de los
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principios evolutivos y de los movimientos esenciales de la vida me inició en los
misterios del cuerpo y ejerce una gran influencia en mi trabajo como psicoterapeuta.
Quiero dar las gracias a mis pacientes, ya que su retroalimentación y su
reconocimiento continúan realzando el valor del Contacto Neuroafectivo en la curación
de los traumas en el desarrollo.
____________________________
Ambos queremos dar las gracias a Victor Osaka, por las valiosas habilidades
tecnológicas que aportó a nuestro proyecto y por su colaboración en el desarrollo de los
gráficos para este libro, y a Margaret O. Ryan, que puso a nuestro servicio sus treinta
años de experiencia como editora de libros psicológicos y se aseguró de que nuestra voz
fuera auténtica y clara.
Nuestro agradecimiento también a North Atlantic Books por el entusiasmo que
mostraron al recibir nuestro trabajo y a Emily Boyd por la mano experta con la que nos
ha guiado en la producción del libro.
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Índice
Agradecimientos
Introducción al Modelo Relacional Neuroafectivo (NARM™)
PARTE A. Los cinco estilos adaptativos de supervivencia
1. Perspectiva general
2. Conexión. El primer principio organizador
3. Sintonía. El segundo principio organizador
4. Confianza. El tercer principio organizador
5. Autonomía. El cuarto principio organizador
6. Amor y sexualidad. El quinto principio organizador
PARTE B. El Estilo de Supervivencia de Conexión
7. Fisiología y trauma. Comprender el impacto del trauma en el desarrollo
8. El principio de nuestra identidad. Comprender el Estilo de
Supervivencia de Conexión
9. Transcripción comentada de una sesión de terapia NARM™
10. Avanzar hacia la resolución. Conexión con uno mismo y con los demás
11. La curación de la matriz relacional. El NARM y el Contacto
Neuroafectivo en el tratamiento a largo plazo del trauma temprano en el
desarrollo y del trauma relacional
12. La curación de las distorsiones de la fuerza vital. Un enfoque sistémico
Para seguir leyendo
Sobre los autores
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INTRODUCCIÓN AL MODELO RELACIONAL
NEUROAFECTIVO (NARM™)
La eterna conciencia plena es 
el precio de la libertad
Este libro trata sobre restablecer la conexión. La experiencia de estar conectados es lo
que satisface nuestro anhelo de sentirnos plenamente vivos. Las dimensiones ocultas que
subyacen a la mayoría de los problemas psicológicos y fisiológicos tienen que ver con
una capacidad deficiente de conexión con uno mismo y con los demás y con la
disminución de vitalidad que ello acarrea. Por desgracia, a menudo no somos conscientes
de los obstáculos internos que nos impiden experimentar la conexión y la vitalidad que
queremos. Estos obstáculos se desarrollan como reacción a los traumas en el desarrollo,
a los shocks traumáticos y a las consiguientes desregulaciones del sistema nervioso,
trastornos de apego y distorsiones de identidad. El Modelo Relacional Neuroafectivo
(NARM[1]) tiene como objetivo trabajar con estas desregulaciones, trastornos y
distorsiones, sin perder nunca de vista el fomento del desarrollo de una capacidad
saludable de conexión y vitalidad. En este libro abordamos conflictos relacionados con
la capacidad de conexión y exploramos cómo se puede propiciar una conexión y una
vitalidad más profundas en el proceso de curación de un trauma en el desarrollo.
Aunque la intención original era escribir un libro para terapeutas, no tardamos mucho
en darnos cuenta de que la comprensión que aporta el NARM acerca de la ambivalencia
profunda que tenemos los seres humanos hacia la conexión podría ser útil para
cualquiera que se encontrara inmerso en un camino de autodescubrimiento en busca de
nuevas herramientas para tomar conciencia de sí mismo, para crecer y para curarse. Este
libro será de utilidad para los terapeutas que quieran agregar una nueva dimensión a su
práctica clínica, pero también es una guía para quien esté interesado en desarrollar una
mayor capacidad de conexión y bienestar.
Muchos sistemas psicoterapéuticos se basan en el modelo médico de la enfermedad, y
como consecuencia se centran en la psicopatología; por lo general, la psicoterapia
investiga el pasado de un individuo e intenta identificar los patrones cognitivos y
emocionales disfuncionales que subyacen a los problemas psicológicos. No obstante, a
medida que ha ido surgiendo nueva información sobre cómo funcionan el cerebro y el
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sistema nervioso, los métodos psicológicos tradicionaleshan sido cuestionados y se ha
hecho cada vez más evidente la necesidad de contar con nuevos enfoques clínicos. En la
actualidad resulta erróneo suponer que si sabemos lo que ha ido mal en la vida de una
persona, también sabremos cómo ayudarla a resolver sus dificultades. Por ejemplo, ahora
sabemos que cuando nos centramos en una disfunción, corremos el riesgo de fortalecer
esa disfunción, y si nos centramos en la carencia y en el dolor, lo más probable es que
acaben siendo aún más intensos. Del mismo modo, cuando nos centramos
principalmente en el pasado de un individuo, le proporcionamos habilidades para
reflexionar sobre su pasado, con lo que a veces hacemos que la historia personal parezca
más importante que la experiencia presente.
En La curación de los traumas en el desarrollo presentamos el Modelo Relacional
Neuroafectivo, una psicoterapia con base somática que se centra en fomentar la
capacidad de un individuo para aumentar su conexión y su vitalidad. Es un modelo de
crecimiento humano, de terapia y de curación que, sin ignorar el pasado de una persona,
hace más hincapié en sus fortalezas, capacidades, recursos y resiliencia. Para el NARM
la exploración de la historia personal es importante en la medida en que los patrones de
afrontamiento aprendidos en fases tempranas de la vida interfieren con nuestra capacidad
de sentirnos conectados y vitales en el momento presente. El NARM ayuda a construir y
a ampliar nuestra capacidad actual de conexión con nuestro cuerpo y con nuestras
emociones, así como nuestra capacidad de conexión interpersonal, capacidades que,
como veremos, están íntimamente relacionadas.
Cinco necesidades clave basadas en la biología
El NARM identifica cinco necesidades clave basadas en la biología que son
fundamentales para nuestro bienestar físico y emocional: la necesidad de conexión, de
sintonía, de confianza, de autonomía y de amor-sexualidad. Cuando una necesidad clave
basada en la biología no se ve satisfecha, surgen síntomas psicológicos y fisiológicos
previsibles: la autorregulación, la percepción de uno mismo y la autoestima se ven
amenazadas. Como nuestras necesidades clave basadas en la biología aparecen en las
primeras fases de la vida, desarrollamos capacidades clave que nos permiten reconocer y
satisfacer dichas necesidades como adultos (cuadro I.1). Estar en sintonía con estas cinco
necesidades y capacidades clave implica estar conectados con nuestra vitalidad y con
nuestros recursos más profundos.
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Aunque pueda parecer que los seres humanos padecemos un sinfín de problemas y
desafíos emocionales, la mayoría de ellos se remonta a traumas tempranos en el
desarrollo y a shocks traumáticos que ponen en peligro el desarrollo de al menos una de
las cinco capacidades clave. Por ejemplo, cuando los niños no obtienen la conexión que
necesitan, crecen con el conflicto de buscar y a la vez temer la conexión. Cuando no
logran satisfacer sus necesidades, no aprenden a reconocer lo que necesitan, son
incapaces de expresar sus necesidades y, a menudo, no se sienten dignos de tenerlas
cubiertas.
Cuando se desarrolla la capacidad interna para ocuparnos de nuestras necesidades
clave, experimentamos la autorregulación, la organización interna, la expansión, la
conexión y la vitalidad, que son atributos del bienestar fisiológico y psicológico.
Fomentar el desarrollo saludable de las capacidades clave es fundamental para el
enfoque NARM.
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Cinco estilos adaptativos de supervivencia
En función de lo mucho —o poco— que se cumplan las cinco necesidades clave basadas
en la biología en los primeros años de vida, se ponen en marcha cinco estilos adaptativos
de supervivencia. Estas estrategias de adaptación son formas de hacer frente a la
desconexión, a la desregulación, a la desorganización y al aislamiento que experimenta
un niño cuando no se satisfacen sus necesidades clave. Se denomina a cada uno de los
cinco estilos adaptativos de supervivencia según la necesidad clave y según la capacidad
clave que falta o que se ve amenazada: el Estilo de Supervivencia de Conexión, el Estilo
de Supervivencia de Sintonía, el Estilo de Supervivencia de Confianza, el Estilo de
Supervivencia de Autonomía y el Estilo de Supervivencia de Amor-Sexualidad (cuadro
I.2).
Cuanto más sometidas estén nuestras vidas adultas a los cinco estilos adaptativos de
supervivencia, más desconectados estaremos de nuestros cuerpos, más distorsionados se
volverán nuestros sentimientos de identidad y menos capaces seremos de
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autorregularnos. Aunque nos sintamos limitados por un estilo de supervivencia y por los
patrones fisiológicos que lo integran, a menudo nos asusta ir más allá. Cuando nos
identificamos con un estilo de supervivencia, nos quedamos dentro de los confines de las
limitaciones aprendidas y seguidamente autoimpuestas, con lo que excluimos nuestra
capacidad de conexión y de vitalidad.
Todos nosotros, incluidos los terapeutas, solemos sentirnos abrumados por la amplia
gama y la aparente complejidad de los problemas psicológicos y fisiológicos que
experimentamos los seres humanos. La comprensión de los estilos adaptativos de
supervivencia proporciona cinco principios organizadores básicos que ofrecen un
enfoque claro para la terapia y para el desarrollo personal. El NARM trabaja con cada
capacidad clave para servir de apoyo al proceso de desarrollo personal (cuadro I.3).
En la parte A de este libro se exponen los cinco estilos adaptativos de supervivencia.
La parte B plantea en profundidad la forma en que el primer estilo de supervivencia —lo
que en el NARM denominamos Estilo de Supervivencia de Conexión— se desarrolla
como una adaptación al shock traumático y al trauma en el desarrollo o relacional
ocurrido en edades tempranas. Esta primera etapa de desarrollo se presenta en detalle
porque, a pesar de que las dificultades que se dan en ella no se comprenden bien desde
una perspectiva psicobiológica, tienen un impacto fundamental en nuestra vitalidad, en
la resiliencia de nuestro sistema nervioso, en la formación de la percepción de nosotros
mismos y en nuestra capacidad para relacionarnos.
PRINCIPIOS CLAVE DEL NARM
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El Modelo Relacional Neuroafectivo se centra en la interconexión entre el desarrollo
biológico y el psicológico. El modelo NARM:
• aclara el papel de las dificultades de conexión en la medida en que influyen en una
persona en todos los niveles de experiencia: fisiológico, psicológico y relacional.
• desarrolla el uso de la conciencia somática plena y una orientación hacia las
fortalezas personales con el fin de aumentar la capacidad de autorregulación y la
liberación de las limitaciones que imponen las identidades fijas de los estilos
adaptativos de supervivencia.
Autorregulación y regulación del afecto
Recientemente, la importancia de la autorregulación ha sido objeto de numerosas
investigaciones en el campo de la neurociencia y se ha convertido en un destacado
modelo teórico del pensamiento psicológico. En la actualidad se considera que una de las
consecuencias más significativas de los traumas relacionales y de los shocks traumáticos
tempranos es la consiguiente falta de capacidad para la autorregulación emocional y
autónoma. El shock traumático y el trauma en el desarrollo ponen en peligro la
capacidad de regular nuestras emociones y alteran las funciones autónomas, como la
respiración, la frecuencia cardíaca, la presión arterial, la digestión y el sueño.
En pocas palabras, autorregulación quiere decir que cuando estamos cansados
podemos dormir y que cuando estamos estresados contamos con formas saludables de
liberar ese estrés. La regulación del afecto versa sobre cómo gestionamos nuestras
emociones: cómo lidiamos con la tristeza, la alegría, la ira, la emoción, el reto, el miedo,
en definitiva, con toda la gama de emociones humanas. Los síntomas de la desregulación
emocional se desarrollan cuando no somos capaces de sentir nuestras emociones, cuando
nos abruman o cuando se quedan sin resolver. Ser capaces de gestionar la intensidad de
nuestras emociones, tantolas positivas como las negativas, es esencial para nuestro
bienestar. Cuando no conseguimos manejar emociones fuertes o difíciles o cuando
estamos ansiosos o deprimidos, nos encontramos en un estado de desregulación. La
alteración de los patrones de sueño o alimentación, la ansiedad, los ataques de pánico,
los comportamientos compulsivos, la depresión y la adicción son algunos de los
síntomas más comunes de la desregulación.
En los primeros compases de la vida, la conexión con la madre o con el cuidador
principal opera como un regulador del sistema nervioso del bebé, ya que en primer
término aprende la capacidad de autorregulación a través de la relación con la madre o
con un cuidador cercano. La teoría del apego ha demostrado que una conexión saludable
entre el cuidador y el niño es de vital importancia para dar forma al desarrollo de la
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capacidad de regulación de este último. Cada vez que una madre consigue consolar a su
bebé está regulando eficazmente su sistema nervioso, aunque lo más seguro es que no
piense en el proceso de la maternidad en estos términos. La teoría del apego documenta
la influencia que tienen las madres en estados crónicos de depresión, ansiedad, enfado o
disociación en el desarrollo de sus bebés; la alteración de la conexión entre el bebé y la
madre es traumática. Si por cualquier motivo, el proceso de regulación entre la madre y
el bebé se ve trastocado, el bebé no desarrolla la capacidad básica para la regulación. Si
la capacidad de autorregulación de una madre se ve amenazada, no consigue calmarse y,
por lo tanto, no puede regular adecuadamente el sistema nervioso de su niño. La
estabilidad de esta conexión temprana cobra una especial importancia a la hora de
configurar los patrones de relación del individuo con el cuerpo, con uno mismo y con los
demás. Una capacidad para la autorregulación que se encuentre amenazada puede afectar
negativamente a una persona durante toda la vida. Si no contamos con una sana
capacidad de autorregulación como parte integral de nuestro desarrollo, nos
desestabilizamos, y sin este elemento fundamental, la vida se convierte en una lucha. Se
cree que la desregulación del afecto es la clave del aumento de la vulnerabilidad de un
individuo ante el estrés y el trauma y se la considera un elemento fundamental de
problemas psicológicos y físicos.
La necesidad de sentirnos regulados, a gusto en nuestro cuerpo y con nuestra vida, es
tan importante que cuando estamos en un estado de desregulación, tratamos de encontrar
la regulación que necesitamos, a menudo a cualquier precio. Por ejemplo, la necesidad
de sentirse regulado es tan fuerte que las personas fuman a pesar de saber que es
perjudicial para su salud. Parece ser que fumar opera como un regulador emocional
porque la nicotina reduce la ansiedad y, durante un rato, puede aliviar la depresión. Los
individuos desregulados fuman para conseguir una sensación de alivio, aunque sepan
que fumar puede matarlos. Los intentos de dejar de fumar o de renunciar a cualquier tipo
de sustancia o comportamiento adictivo autodestructivo, como las drogas, el alcohol, la
hipersexualidad, comer demasiado o trabajar en exceso, a menudo fracasan porque es
muy difícil renunciar a un medio de autorregulación, incluso cuando no es saludable,
hasta que pueda ser reemplazado por una forma de autorregulación mejor.
La autorregulación en la práctica clínica
El NARM introduce los conocimientos actuales sobre la regulación del sistema nervioso
en la práctica clínica. Un concepto clave del NARM es fomentar maneras saludables de
regular el sistema nervioso haciendo hincapié en la conexión con las partes de uno
mismo que están organizadas y que son coherentes y funcionales. Analizar los
problemas y centrarse principalmente en lo que ha fallado en la vida de una persona no
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supone necesariamente un apoyo a la autorregulación y, en algunos casos, aumenta la
desregulación. Como veremos, el NARM estimula el potencial de un individuo para
estar sano mediante el uso de técnicas específicas que fomentan la autorregulación
autónoma y emocional y que sustentan la capacidad de conexión y vitalidad.
Fomento de una mayor capacidad de vitalidad
Nuestro mayor deseo es sentirnos vivos. La falta de sentido y la depresión, entre muchos
otros síntomas, son un reflejo de la desconexión de nuestra vitalidad básica. Cuando nos
sentimos vivos, nos sentimos conectados, y cuando nos sentimos conectados, nos
sentimos vivos. Aunque aporta claridad mental, la vitalidad no es en esencia un estado
mental, ni tampoco se limita a un placer sensorial. Es un estado de flujo energético y de
coherencia en todos los sistemas del cuerpo, el cerebro y la mente. Los seres humanos
respondemos al shock traumático y al trauma en el desarrollo o relacional con
disociación y desconexión. El resultado es una disminución de la fuerza vital que nos
deja, en mayor o menor medida, exiliados de la vida. Para el NARM, trabajar con los
obstáculos que se interponen en el camino de la reconexión con la vida es un principio
organizador clave.
 
EXPERIMENTAR EXPANSIÓN Y VITALIDAD
Tómate unos instantes y piensa en un momento de tu vida en el que te
sintieras particularmente vivo. Elige un acontecimiento que terminara
bien (o que al menos no terminara mal). Puede ser un acontecimiento en
el que estuvieras con alguien, en grupo o solo. Puede ser cualquier cosa:
un día en plena naturaleza, el nacimiento de tu hijo o hacer el amor.
Intenta recordar tantos detalles sensoriales como puedas de esa
experiencia: colores, sonidos, temperatura, olores, etc. A medida que
evoques esos detalles sensoriales, observa cómo te afectan. Siente tu
experiencia física tanto como puedas. Si tienes dificultades en sentir con
el cuerpo, intenta percibir el impacto general del recuerdo.
Tómate tu tiempo con este ejercicio y presta atención a cualquier
pensamiento, juicio o emoción que se interponga en la forma de sentir tu
vitalidad y tu expansión. Aunque consigas sentir un mayor bienestar, no
te sorprendas si aflora algo de tristeza con la expansión, porque puede que
el momento feliz que recuerdes haya terminado. Si percibes alguna
tristeza, siéntela, pero no la conviertas en el objetivo principal de tu
atención.
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_________________________________
No hay una reacción correcta a este ejercicio, pero muchas personas
coinciden en que el mero recuerdo de un momento así puede activar una
sensación fluida, cálida y placentera, una sensación de vitalidad y de
expansión.
 
A lo largo de nuestra dilatada carrera como terapeutas, maestros y supervisores, hemos
percibido la necesidad de comprender la regulación emocional de una forma más
completa y unificada. El NARM plantea una enfoque claro sobre cómo trabajar con las
emociones en el que aprender a estar en contacto con nuestras emociones y expresarlas
apropiadamente es una parte esencial. Mediante el seguimiento de la experiencia física,
sensorial y energética de la emoción en el cuerpo, el NARM hace hincapié en la
conciencia somática plena: contención, profundización y apoyo para satisfacer
biológicamente los estados afectivos. Rastrear y controlar emociones de esta manera nos
pone cada vez más en contacto con nuestra vitalidad básica.
La fuerza vital, la vitalidad y las emociones
Hemos creado dos gráficos para entender y trabajar con las emociones en el contexto de
aumentar la capacidad vital. La figura I.2 muestra cómo disminuye y se distorsiona la
fuerza vital al reaccionar a las adaptaciones que un niño hace ante el fracaso en su
entorno. También muestra las similitudes y diferencias entre el trauma en el desarrollo y
el shock traumático. La figura 6.1 describe en detalle las distorsiones de la fuerza vital
en cada estilo adaptativo de supervivencia. Ambas figuras aclaran la regulación
emocional y autónoma en su relación con las funciones simpáticas y parasimpáticas del
sistema nervioso e integran una interpretación de cómo las distorsiones de la fuerza vital
afectan a nuestra psicología y fisiología.
Distorsiones de la fuerza vitalEn la siguiente sección se explica cómo utilizar el gráfico de la figura I.2 de forma
ascendente para rastrear las distorsiones de la fuerza vital a medida que una persona
experimenta y posteriormente se adapta al trauma en el desarrollo y al shock traumático.
• Energía básica/fuerza vital. El primer nivel del gráfico representa una energía básica
o fuerza vital indiferenciada. Es lo que los franceses llaman élan vital o a lo que
otras culturas se refieren como prana, reiki, chi y esencia, por mencionar solo
algunos de sus nombres más conocidos.
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• Diferenciación positiva de la fuerza vital. El segundo nivel esquematiza las diversas
expresiones de las necesidades clave y de la vitalidad saludable. La fuerza vital es la
energía que fomenta la agresividad positiva, la fuerza, la autoexpresión, la
separación/individuación, la reacción de lucha o huida, la pasión y la sexualidad.
Cuando no se fomentan las expresiones clave de la fuerza vital, cuando se responden
inadecuadamente o cuando se ven bloqueadas, se produce un aumento de la
activación simpática del sistema nervioso.
• Síntomas dominantes simpáticamente. Cuando no se satisfacen las necesidades
clave, se activa el movimiento hacia las distorsiones de la fuerza vital impulsadas
simpáticamente. La respuesta es inicialmente una protesta que, al no ser atendida, se
convierte en ira. La ira es una respuesta de apoyo vital destinada a impactar en un
entorno de falta de apoyo. Por ejemplo, al principio los bebés expresan su necesidad
de contacto, nutrición, amor y conexión mediante el llanto, que no es más que una
expresión de agresividad positiva. Las madres en sintonía identifican la necesidad de
su hijo y responden apropiadamente. Si no se responde adecuadamente a la
necesidad del bebé, este agrava su demanda acelerando la rama simpática del
sistema nervioso autónomo, protestando ante la falta de respuesta y finalmente
sucumbiendo a un estallido de ira. En entornos negligentes y abusivos en los que la
falta de una respuesta adecuada es crónica, la ira y la agresividad no pueden
resolverse. El hecho de que los bebés sientan ira crónica hacia su cuidador se
interioriza instintivamente como una amenaza a la relación de apego y, por lo tanto,
como algo peligroso para la supervivencia. Los síntomas de la activación simpática
no liberada se desarrollan y sumen a los niños —futuros adultos— en estados de alta
excitación, ansiedad e irritabilidad, con propensión a explosiones de mal genio,
temor e incluso ataques de pánico.
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Como veremos, todos los estilos de supervivencia se desarrollan como un intento de
proteger la relación de apego mediante la exclusión de la expresividad básica, la ira,
la agresividad y, en última instancia, la autenticidad.
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• Síntomas dominantes parasimpáticamente. Cuando la agresividad, la ira y otras
formas de protesta resultan ineficaces, imposibles o peligrosas, los niños se adaptan.
En cierto punto, si la falta de sintonía persiste, la activación simpática crónica
sobrecarga el sistema nervioso; los niños se adaptan a través de la resignación,
eliminando la protesta, la ira y la necesidad en sí misma, y pasan a la respuesta de
inmovilidad parasimpáticamente dominante. Este mecanismo no resuelve el
problema básico, pero insensibiliza con eficacia a los niños ante sus necesidades y
emociones. Las necesidades no satisfechas y los sentimientos no resueltos se unen
en el cuerpo y en el sistema nervioso en forma de activación no liberada, que se
retiene como tensión física o como estados de colapso o inmovilidad.
Trabajo terapéutico con las distorsiones 
de la fuerza vital
En el enfoque NARM es fundamental tener en cuenta la idea subyacente de fomentar la
vitalidad y la conexión cuando se trabaja con los síntomas, sin olvidar que los síntomas
reflejan la desconexión, que es una disminución de la conexión con la fuerza vital.
Trabajando desde la parte superior de la figura I.2 (la más sintomática) hasta la parte
inferior (la más vital), en el capítulo 12 presentamos estrategias terapéuticas para abordar
la agresividad no integrada cuando se dirige hacia uno mismo y hacia el exterior. A
medida que la ira, la rabia y la posterior agresividad positiva se va integrando, los
síntomas como la ansiedad y la depresión retroceden. Conforme se identifican las
necesidades básicas no satisfechas en el desarrollo, la conexión con la fuerza vital se
fortalece progresivamente.
El trabajo de integración de todas las emociones juega un papel importante en el
fomento de la reconexión con la fuerza vital. Al trabajar con emociones, los terapeutas
NARM tienen en mente la siguiente pregunta: ¿cuál es la intención implícita de la
emoción? Ayudar a los pacientes a comprender e integrar la intención básica de sus
emociones conduce a una mayor realización biológica y emocional, lo que a su vez
conduce a una mayor conexión con la fuerza vital. Al propiciar un proceso de control y
profundización de los afectos, es posible conseguir un mayor rango emocional y un
aumento de la autorregulación.
La conciencia somática plena
La práctica de la conciencia plena proviene de las tradiciones orientales y se está
convirtiendo en una herramienta psicoterapéutica cada vez más popular. En el sentido
más amplio, la conciencia plena significa prestar atención a nuestra experiencia:
escucharnos a nosotros mismos, a nuestros pensamientos, a nuestras emociones y a
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nuestras sensaciones corporales. En última instancia, aprendemos a escuchar de tal
manera que ya no apartamos de nosotros los elementos de nuestra experiencia, sino que
asumimos que los pensamientos, las emociones y las sensaciones van y vienen. El
atractivo de la conciencia plena radica en la libertad que experimentamos y en la
sensación de fluidez que nos sobreviene cuando estamos presentes pero no nos
identificamos con nuestros pensamientos, sentimientos y sensaciones.
El proceso NARM añade dos mejoras a la práctica tradicional de la conciencia plena:
• La conciencia somática plena.
• La conciencia plena de los principios organizadores de nuestros estilos adaptativos
de supervivencia.
En la práctica tradicional de la conciencia plena, generalmente se enseña al individuo a
mantenerse abierto ante cualquier experiencia. La conciencia plena tradicional es más
eficaz cuando se ha experimentado un trauma leve. Cuando ha habido un trauma
importante, mantener una conciencia abierta es extremadamente difícil e incluso puede
conducir a abrumadoras reacciones emocionales. Cuantos más traumas haya
experimentado una persona, más difícil será la práctica de la conciencia abierta.
El trauma nos impide estar presentes en nuestros cuerpos debido a la hiperactivación
del sistema nervioso que provoca y a la desregulación sistémica resultante. Los
individuos traumatizados tienden a desconectarse del cuerpo haciéndose demasiado
cognoscitivos o insensibilizando la experiencia corporal, o incluso ambas cosas a la vez.
Cuando hay una activación y una desregulación altas, resulta doloroso estar en nuestros
cuerpos. Por eso el enfoque NARM ha añadido la conciencia somática plena a la práctica
de la conciencia plena tradicional. El propósito de la conciencia somática plena es
fomentar progresivamente una nueva regulación del sistema nervioso mediante la
adaptación de las técnicas Somatic Experiencing®[2], tales como la conexión con el
entorno físico, la orientación, la ralentización y dosificación, la pendulación y la
descarga, diseñadas para abordar los estados de elevada activación, colapso y shock que
experimentan los individuos traumatizados. En el NARM la práctica de la conciencia
somática plena integra la antigua concepción de la conciencia plena con el conocimiento
del siglo XXI acerca de la regulación del sistema nervioso.
La conciencia plena de los estilos adaptativos 
de supervivencia
El segundo aspecto de la conciencia plena que se utiliza en el NARM implica incorporar
al plano consciente nuestros estilos adaptativos de supervivencia y el principio
organizador de cada estilo. La conciencia acercade los estilos de supervivencia suele
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comenzar después de que se haya establecido una cierta capacidad de autorregulación. A
medida que una persona se vuelve más regulada y materializada y los estados de
angustia interna disminuyen, se hace más fuerte la capacidad de autoconciencia. Integrar
la conciencia somática plena con la conciencia plena de los estilos de supervivencia nos
permite trabajar con la historia vital de una persona desde una perspectiva más profunda
y más amplia que la propia narrativa. Los procesos de conciencia somática plena y de
conciencia plena de nuestros estilos de supervivencia se refuerzan mutuamente y
aumentan la eficacia del trabajo psicológico y fisiológico de curación.
Identificaciones basadas en la vergüenza 
y contraidentificaciones basadas en el orgullo
Cada estilo adaptativo de supervivencia tiene identificaciones subyacentes basadas en la
vergüenza que se desarrollan para dar sentido al fracaso temprano en el entorno.
Además, como reacción a la vergüenza subyacente, la mayoría de las personas también
desarrollan contraidentificaciones basadas en el orgullo, un ideal del yo que refleja cómo
les gustaría verse a sí mismos o cómo querrían que los vieran los demás. Las
contraidentificaciones basadas en el orgullo, tradicionalmente consideradas como
defensas, son un intento de convertir la vergüenza en virtud, pero, paradójicamente,
cuanta más energía se invierte en las contraidentificaciones basadas en el orgullo, más
fuertes se vuelven las identificaciones basadas en la vergüenza. En el cuadro I.4 se
presentan brevemente.
Según el NARM, tanto las identificaciones basadas en la vergüenza como las
contraidentificaciones basadas en el orgullo son ilusorias, aunque a menudo parecen
bastante reales. Las contraidentificaciones basadas en el orgullo, que a veces se
descartan como actitudes defensivas, resistencia y negación, operan como protección
ante las dolorosas identificaciones basadas en la vergüenza que resultan del trauma en el
desarrollo y que son ilusorias en sí mismas. Existe el peligro de cuestionar solo las
contraidentificaciones protectoras basadas en el orgullo, las llamadas defensas, sin
trabajar simultáneamente con las identificaciones más profundas basadas en la
vergüenza, que podrían verse reforzadas por ello. Si no se comprende la naturaleza de
estos dos niveles de identificaciones, el proceso terapéutico puede convertirse en algo
innecesariamente doloroso y a veces incluso perjudicial.
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El ciclo de la angustia
El NARM fomenta el desarrollo de la capacidad de conexión, vitalidad y creatividad. El
trastorno del apego, así como el trauma temprano en el desarrollo y el shock traumático,
interfiere con la autorregulación saludable, causa la desconexión de uno mismo y de los
demás, distorsiona la identidad y socava la autoestima. Es más, el trauma en el desarrollo
es uno de los factores que más contribuyen a la desregulación y a los trastornos que esta
22
provoca, que conducen a innumerables problemas psicológicos y fisiológicos, así como a
comportamientos compulsivos, adictivos y autodestructivos. Los estilos de supervivencia
nacen como estrategias adaptativas de salvación que nos ayudan en los primeros
compases de la vida a lidiar con experiencias traumáticas dolorosas y a sobrevivir a
ellas. Paradójicamente, a medida que nos convertimos en adultos, estas mismas
estrategias de supervivencia se convierten en la causa de una continuada desregulación
del sistema nervioso, de disociación y de dificultades de autoestima. Cuando se
perpetúan más allá de su utilidad, los estilos de supervivencia que en cierto momento
fueron adaptativos crean un ciclo de angustia (figura I.4).
Para entender cómo se pone en marcha un ciclo de angustia, es importante asimilar
primero que en el sistema nervioso la información fluye de forma descendente y de
forma ascendente. El término descendente se refiere a cómo afectan las estructuras
cognitivas del cerebro a los sistemas emocional e instintivo del cuerpo. El término
ascendente se refiere a cómo afecta la regulación del sistema nervioso a las cogniciones.
En sentido descendente, nuestros pensamientos, juicios e identificaciones influyen en
cómo nos sentimos y afectan a la capacidad del sistema nervioso para la regulación. En
sentido ascendente, la regulación o desregulación de nuestro sistema nervioso afecta a
nuestras emociones y pensamientos.
Los mecanismos ascendentes son involuntarios, casi siempre inconscientes y están
relacionados con los efectos físicos de los estímulos ambientales sobre el cuerpo. En
cambio, los mecanismos descendentes pueden ser voluntarios y conscientes, y se refieren
a cómo la memoria, la relevancia motivacional, la emoción, la atención y las imágenes
dan forma a la percepción. Los enfoques terapéuticos descendentes se centran en las
funciones corticales de la cognición. Los enfoques terapéuticos ascendentes se centran
en el cuerpo, en la sensación sentida[3] y en las respuestas instintivas conforme se van
procesando a través del tronco cerebral y se desplazan hacia arriba para afectar a las
áreas límbicas y corticales del cerebro. Los bucles continuos de información viajan del
cuerpo al cerebro y del cerebro al cuerpo. Existen bucles de información similares que se
mueven entre estructuras cognitivas, emocionales e instintivas dentro del cerebro (figura
I.3).
Podría afirmarse que los bebés se basan principalmente en mecanismos de percepción
ascendentes. Cuando un niño experimenta un trauma temprano, se pone en marcha un
ciclo de angustia que se mueve inicialmente en sentido ascendente y posteriormente en
sentido descendente en bucles continuos que se refuerzan a sí mismos.
Ascendentemente, el trauma crea la desregulación del sistema nervioso. Cuando la gente
experimenta un trauma, se siente mal; los niños en particular piensan que son malos
cuando se sienten mal. La desregulación y la angustia crónicas en sentido ascendente
23
llevan a identificaciones, creencias y juicios negativos sobre nosotros mismos que, a su
vez, provocan una mayor desregulación del sistema nervioso, con lo que se crea un ciclo
de angustia.
24
El ciclo de curación del NARM
La mayoría de las tradiciones de crecimiento terapéutico y personal tienden a centrarse
en los aspectos descendentes o en los ascendentes del flujo circular de información, que
va del cuerpo al cerebro o del cerebro al cuerpo; en consecuencia, no abordan los
aspectos autoperpetuables del bucle de información y, por ello, suelen ignorar los
vínculos perniciosos que hacen que el ciclo de la angustia siga en marcha. El NARM
integra orientaciones descendentes y ascendentes y trabaja explícitamente con el flujo de
información en ambas direcciones. Esto trastoca los ciclos cerrados de autoperpetuación
de la angustia y fomenta el cambio a un ciclo de curación.
El NARM considera que la experiencia consciente ascendente del cuerpo es la base
del proceso de curación. El cuerpo es nuestra conexión con la realidad, la plataforma
desde la que opera el NARM. Cuando prestamos atención al cuerpo, podemos identificar
más fácilmente qué partes de nuestra narrativa personal son reales y cuáles son ficticias.
Cuando se descargan los estados de shock del sistema nervioso, aumenta el contacto con
nuestro cuerpo. Se establece un ciclo positivo en el que cuanto más autorregulados
25
estemos, más entraremos en contacto con nuestro cuerpo, y cuanto más en contacto con
nuestro cuerpo estemos, mayor será nuestra capacidad de autorregulación.
En sentido ascendente, el NARM se basa en la conciencia somática plena, pero
también utiliza la conciencia plena de los estilos de supervivencia para aportar un
proceso de investigación descendente a nuestro sentido del yo, que incluye nuestras
creencias fijas (identificaciones y contraidentificaciones), nuestro autoodio, nuestro
autorrechazo y nuestros juicios. El NARM también utiliza la investigación para ayudar a
diluir las ideas fijas y restrictivas sobre los demás y sobre el mundo que limitan nuestra
vida.Como muchas de nuestras identificaciones se desarrollan en los primeros cinco
años de vida, las distorsiones de la identidad nos hacen vernos a nosotros mismos y al
mundo desde la perspectiva de un niño.
A medida que se desarrolla el proceso NARM, se establece un ciclo de curación
(figura I.5) en el que la regulación del sistema nervioso aumenta y las identificaciones y
creencias distorsionadas disminuyen y finalmente se resuelven. En un ciclo de curación
positivo, el aumento de la regulación del sistema nervioso ayuda a disolver las
identificaciones dolorosas; a medida que estas identificaciones y los juicios se
desvanecen, es posible aumentar la capacidad de autorregulación.
La figura I.5 se debe leer en el sentido de las agujas del reloj y de abajo a arriba. En
este ciclo de autorrefuerzo cada paso se basa en el anterior y hace posible el siguiente. El
ciclo se repite a medida que los pacientes siguen avanzando hacia la reintegración de sus
capacidades clave y de su fuerza vital. Puede que al principio los individuos
traumatizados no consigan acceder a su conciencia somática; en esos casos, cualquier
experiencia de autorreferencia puede servir como punto de partida.
26
EL MODELO RELACIONAL NEUROAFECTIVO 
A LO LARGO DE LA HISTORIA
Un breve resumen histórico ayudará al lector a comprender la manera en que el NARM
se integra y a la vez se aleja de las psicoterapias psicodinámicas y cognitivas, así como
de las psicoterapias somáticas y expresivas tradicionales.
Psicoterapias psicodinámicas
El psicoanálisis y las psicoterapias psicodinámicas han dejado clara la gran influencia
que tienen la dinámica del apego, la vida familiar temprana y la historia personal en el
desarrollo de la personalidad. El enfoque del NARM integra elementos de varias
orientaciones clínicas psicodinámicas: la psicología del yo, la teoría de las relaciones de
objeto, la psicología del sí mismo y los importantes desarrollos recientes del apego y de
las teorías relacionales.
27
No obstante, el NARM se desmarca de los enfoques psicodinámicos por la forma en la
que aplica clínicamente la interpretación de estos enfoques. Mientras que las terapias
psicodinámicas se centran en temas de apego y desarrollo con la perspectiva de que el
pasado determina quiénes somos en el presente, el NARM explora la historia personal
para aclarar patrones del pasado que interfieren con estar presentes y en contacto con
nosotros mismos y con los demás aquí y ahora. Aporta un proceso activo de
investigación a los estilos de supervivencia relacional y adaptativa de los pacientes
aprovechando sus fortalezas y ayudándolos a experimentar la capacidad de actuar en las
dificultades de su vida actual. Si bien es cierto que un psicoterapeuta debe ser capaz de
recorrer afectos difíciles con el paciente, el terapeuta NARM siempre fomenta una
conciencia dual plena del pasado y del presente para evitar la regresión; desde su
posición anclada en la experiencia corporal del momento presente, el NARM fomenta la
conciencia de la distinción entre lo que era entonces y lo que es ahora. El enfoque se
centra menos en por qué las personas son como son y más en cómo su estilo de
supervivencia distorsiona su experiencia y su vida en el presente. Al evitar la trampa de
dar más importancia al pasado que al presente, el NARM utiliza una conciencia dual que
está anclada en el momento presente mientras explora patrones cognitivos, emocionales
y fisiológicos que comenzaron en el pasado. El hincapié que hace el enfoque NARM en
el aquí y el ahora de los estilos de supervivencia, en lugar de centrarse en la historia de
una persona, es un proceso complejo e intrincado que se detalla en el capítulo 10.
Trabajar con el enfoque NARM refuerza progresivamente la conexión con uno mismo
en el momento presente. El uso de técnicas orientadas a los recursos con el objetivo de
identificar cambios sutiles en el sistema nervioso añade una eficacia significativa. El
seguimiento de la experiencia del aquí y el ahora en el sistema nervioso es fundamental
para alterar las tendencias predictivas del cerebro. Prestar mucha atención al proceso de
conexión/desconexión, de regulación/desregulación, en el presente nos ayuda a
fortalecer nuestra sensación de agencia (de ser capaces de actuar), a sentirnos menos a
merced de nuestras experiencias infantiles y, lo que es más importante, fomenta una
nueva regulación de nuestro sistema nervioso. La curación se hace posible en la
conexión con nuestro cuerpo y en la relación con los demás.
La dinámica de la transferencia
A menudo las psicoterapias psicodinámicas abogan por el uso de la relación de
transferencia para facilitar la curación de las heridas de apego. Los psicoterapeutas
psicodinámicos alientan implícitamente a sus pacientes a volver a experimentar su
dinámica relacional original dentro de la relación de transferencia, en la creencia de que
es intrínseca al proceso terapéutico.
28
El reconocimiento de la dinámica de la transferencia también es un aspecto importante
del enfoque NARM. Sin embargo, la perspectiva del sistema nervioso que tiene el
NARM añade intervenciones clínicas significativas al trabajo con la transferencia. En la
dinámica de apego temprano, el sistema nervioso del bebé se organiza primero de forma
implícita, respondiendo y siendo regulado por el sistema nervioso sano de la madre.
Como el proceso de apego sigue una secuencia de desarrollo basada en el sistema
nervioso, es prematuro centrarse en la dinámica de la transferencia cuando la
autorregulación se ha visto seriamente afectada o interrumpida por el trauma temprano.
Deben abordarse primero los déficits subyacentes en la organización del sistema
nervioso. Nos da la impresión de que muchas de las problemáticas reacciones de
transferencia que describen los analistas y los psicoterapeutas son innecesariamente
complicadas, o incluso aterradoras, porque el terapeuta no ha tenido en cuenta que la
base de la organización y la regulación del sistema nervioso todavía no está en orden. Un
enfoque basado en el sistema nervioso puede evitar las abreacciones y las regresiones
retraumatizantes que se crean cuando se utiliza la transferencia como vehículo principal
de la terapia antes de que los pacientes hayan podido desarrollar una organización
neuronal adecuada. Centrarse de forma prematura en la relación de transferencia puede
abocar rápidamente a una persona hacia la desorganización y la angustia. La inclinación
hacia la organización básica del sistema nervioso es un elemento fundamental para
trabajar con procesos de transferencia y debe integrarse en las intervenciones clínicas
convencionales. El NARM trabaja con los elementos preverbales y no verbales
vulnerables de un individuo que ha sufrido un shock traumático o un trauma en el
desarrollo o relacional temprano. Las personas gestionan este tipo de trauma temprano
desarrollando el Estilo de Supervivencia de Conexión. Estos pacientes acuden a terapia
inmersos en una lucha con los elementos regresivos de su personalidad y con ideas sobre
sí mismos desarrolladas en respuesta a los primeros fracasos en el entorno. Necesitan
ayuda para aprender a autorregularse. La terapia para el Estilo de Supervivencia de
Conexión puede volverse retraumatizante cuando no se dosifica lo suficiente o cuando
no está orientada a la búsqueda de recursos. En un nivel identitario, el uso de la relación
de transferencia como principio organizador principal puede reforzar las identificaciones
con aspectos regresivos de uno mismo en lugar de liberarlas. Para regular el sistema
nervioso, resulta más eficaz trabajar de manera consistente con los aspectos “adultos”
organizados de uno mismo con el fin de integrar los aspectos desorganizados y
regresivos del “niño”. Al fomentar una conciencia dual firmemente anclada en la
experiencia de la sensación sentida del aquí y el ahora, podemos explorar estilos
adaptativos de supervivencia que comenzaron en la infancia y evitar a la vez la regresión
29
dolorosa, la abreacción y la trampa de hacer que el pasadosea más importante que el
presente.
Psicoterapias somáticas
Durante los últimos setenta años, la psicoterapia somática ha considerado como una
piedra angular la idea de que accedemos a nuestra vitalidad y autenticidad en conexión
con el cuerpo. La tradición de la psicoterapia somática occidental comenzó con el
médico y psicoanalista Wilhelm Reich, que también fue alumno (y posteriormente
colega) de Freud. Reich fue el primer psicoanalista que hizo hincapié en la importancia
de incluir al cuerpo en la psicoterapia; su objetivo era anclar en el cuerpo la creencia de
Freud en el fundamento biológico de la psique. Reich creía que nuestras emociones con
raíz biológica controlan nuestros procesos psicológicos. Se le conoce más por sus ideas
sobre lo que llamó estructuras de carácter, las cuales, según él, se mantienen en su lugar
por el blindaje defensivo, es decir, por la rigidez muscular que se origina como respuesta
protectora a vivir en ambientes emocionalmente represivos que son hostiles para la
vitalidad y la fuerza vital.
Basándose en la revolucionaria concepción de Reich sobre la unidad funcional del
cuerpo y la mente, el médico Alexander Lowen desarrolló la bioenergética, un enfoque
somático en el que incluyó su propio sistema estructural del carácter con base
psicodinámica. Lowen identificó cinco estructuras básicas de carácter en la fase de
desarrollo que, de acuerdo con el pensamiento de su época, se designaron con términos
que recalcaban su patología: esquizoide, oral, psicopática, masoquista y rígida. Las cinco
estructuras de carácter de Lowen aprovechaban abiertamente una concepción
fundamental de la naturaleza humana y han influido en muchas psicoterapias corporales
posteriores, entre las que se encuentra el NARM.
Al igual que Reich, Lowen creía que las estructuras de carácter eran el resultado de
pulsiones frustradas. Wilhelm Reich y Alexander Lowen conservaron la orientación
patologizadora en sintonía con los principios psicoanalíticos de su época en la medida en
que insistieron en la importancia de trabajar con defensas, represión y resistencia. Las
terapias de Reich y Lowen fomentaban la regresión, la abreacción y la catarsis. Ambos
creían que el trabajo del terapeuta consistía en romper el blindaje de carácter de un
paciente —las defensas psicológicas y somáticas— para liberar las dolorosas emociones
que se alojaban en su cuerpo.
Por ejemplo, la bioenergética reconoce que la emoción profunda, ya sea consciente o
inconsciente, se almacena en el cuerpo. Alienta a los pacientes a expresar sus emociones
dando patadas, golpeando, mordiendo y gritando, con el objetivo de liberar estos
poderosos afectos y con la esperanza de que hacerlo conduzca a un aumento de la
30
libertad emocional y de la salud. La excepcional contribución de Reich y Lowen fue
reconocer que las defensas no solo se alojaban en la mente, sino también en el sistema
nervioso, en la musculatura y en los órganos del cuerpo. Esta importante ruptura se
adelantó a su época y anticipó muchos de los desarrollos en ciencias neurológicas y
biológicas que se dan en la actualidad.
El principio reichiano o bioenergético de la unidad funcional de mente y cuerpo está
en la línea del NARM. No obstante, el trabajo del sistema nervioso que hace el NARM
es mucho más delicado y se relaciona con los avances en la investigación neurocientífica
que se han dado en las dos últimas décadas. Como veremos, el uso de los principios
organizadores de la conciencia somática plena y de la conciencia plena de los estilos
adaptativos de supervivencia puede guiar un regreso apacible a la coherencia del sistema
nervioso, lo que minimiza las posibilidades de que el trauma vuelva a aparecer.
Desde una perspectiva NARM, con las intervenciones afectivas intensamente
catárticas se corre el riesgo de causar un aumento de la fragmentación y de la
retraumatización. El mero hecho de centrarse en el dolor, en el vacío o en la rabia
causados por la pérdida, el abandono o el trauma no conduce a la curación. La
orientación del enfoque NARM es utilizar la conciencia plena para ayudar al paciente a
tolerar emociones fuertes, pero sin necesidad de interpretarlas frente al entorno ni de
dirigirlas contra uno mismo. En vez de ser liberados mediante la catarsis, los poderosos
estados emocionales y energéticos se contienen para que puedan ser integrados y
transformados en una mayor capacidad de conexión. Mantenerse presente ante el afecto
intenso y contenerlo aumenta la resiliencia del sistema nervioso y fomenta el desarrollo
de la profundidad emocional.
Somatic Experiencing®
El enfoque Somatic Experiencing® (SE) fue desarrollado originalmente por el doctor
Peter Levine y trabajado en profundidad en la facultad superior del Somatic
Experiencing Trauma Institute, al que pertenece el coautor de este libro Laurence Heller.
Se trata de una eficaz aproximación a la terapia a corto plazo y ascendente que propicia
la nueva regulación del sistema nervioso después de un shock traumático. Es un enfoque
gradual diseñado para tratar el shock traumático y la consiguiente desregulación del
sistema nervioso. Constituye un acercamiento progresivo y suave que fomenta la
realización biológica y la descarga de las intensas energías de supervivencia de las
respuestas corporales de lucha o huida.
Tradicionalmente, los problemas de apego, emocionales o relacionales no forman
parte del abanico terapéutico de la SE. El NARM se añade a la SE y proporciona
31
herramientas adicionales para abordar problemas de desarrollo, de apego, relacionales,
afectivos y transferenciales.
Terapia de la Gestalt
La terapia gestáltica es un enfoque fenomenológico y existencial desarrollado por el
médico Fritz Perls, que comenzó su carrera como psicoanalista pero que luego rechazó el
psicoanálisis con firmeza. La orientación fenomenológica de la Gestalt implica prestar
atención a lo que el paciente está experimentando en el momento. Desde la perspectiva
NARM, este cambio representa un importante paso terapéutico, ya que aborda la
experiencia directa del paciente y aleja la atención de la interminable exploración de la
historia personal. Incorporar el papel del cuerpo y la importancia de las emociones,
como hizo la Gestalt, supuso ir un paso más allá de las terapias psicodinámicas que
ignoran el momento presente y el cuerpo. Tanto la bioenergética como la Gestalt
fomentan la catarsis y la liberación emocional. Según nuestra experiencia, para muchos
pacientes la catarsis no es útil, e incluso puede perjudicar la capacidad de
autorregulación. Cuanto más traumatizado y desorganizado esté el sistema nervioso de
una persona, más probable es que la catarsis la vuelva a traumatizar.
Terapia cognitiva
La terapia cognitiva se centra en la identificación de distorsiones cognitivas y en su
impacto negativo en nuestras vidas. Se trata de una importante contribución que traslada
el objeto de la terapia al aquí y al ahora, haciendo hincapié en la agencia de una persona
para afrontar sus dificultades vitales. Sin embargo, a la hora de tratar traumas en el
desarrollo, dificultades de apego y shocks tempranos, la nueva comprensión que aportan
las neurociencias recalca la importancia de trabajar con la regulación del afecto por
encima de la cognición. Trabajar con la regulación del afecto y el sistema nervioso es un
elemento esencial del enfoque NARM.
La terapia cognitiva introdujo una versión importante de la conciencia plena en la
práctica psicológica clínica ayudando a los pacientes a examinar su pensamiento y
enseñándoles a ser conscientes de sus patrones de pensamiento negativo y a
interrumpirlos. Sin embargo, la terapia cognitiva no aborda los desequilibrios del sistema
nervioso que impulsan las distorsiones cognitivas; concretamente, cuenta con una
eficacia mínima a la hora de trabajar con traumas tempranos. Por ejemplo, en el caso del
Estilo de Supervivencia de Conexión (el más temprano), centrarse en cambiar las
cogniciones distorsionadas reviste una particular dificultad, ya que con el trauma
temprano el córtexaún no está desarrollado del todo, de manera que principalmente son
el sistema nervioso subyacente ascendente y los desequilibrios afectivos los que
impulsan las distorsiones cognitivas.
32
El NARM presenta una aplicación clínica más amplia de la conciencia plena que la
que se encuentra en la terapia cognitiva, puesto que separa la historia relacionada con los
estados de angustia de la angustia fisiológica en sí misma. A medida que el sistema
nervioso se vuelve más regulado, muchas de las distorsiones cognitivas disminuyen. Los
elementos de la terapia cognitiva son de utilidad para trabajar con los aspectos
descendentes del ciclo de la angustia, pero cuando se trata a alguien que ha sufrido un
trauma temprano, es esencial trabajar con el ciclo de angustia tanto descendente como
ascendentemente.
Neurociencia afectiva
Los importantes desarrollos en el campo de la neurociencia de los últimos veinte años
han establecido y documentado los fundamentos biológicos y la importancia psicológica
de la regulación del afecto y de la conexión interpersonal y social. Entre los
acontecimientos importantes de la neurociencia afectiva se encuentran la investigación
del doctor Stephen Porges sobre el sistema polivagal y su interés en el papel del Sistema
de Compromiso Social (SES)[4]; la neurobiología interpersonal del médico Daniel
Siegel, que aclara el papel del sustrato neural de la relación; y la teoría de la regulación
del doctor Allan Schore, que documenta la crucial función que tiene el córtex
orbitofrontal derecho en el apoyo al contacto resonante y a la recuperación de las heridas
de apego. Estos hallazgos, así como la investigación de otros importantes
neurocientíficos, proporcionan una base científica para el enfoque clínico que se ha
venido desarrollando en el NARM desde los años setenta.
Enfoques esotéricos
La limitación de lo que consideramos como nuestra identidad personal se aborda en
muchas tradiciones esotéricas y se ha popularizado a través de autores conocidos, como
Eckhart Tolle y Ken Wilber. Las orientaciones psicodinámicas intentan solidificar el
sentido de identidad y fortalecer el yo, mientras que las orientaciones esotéricas
defienden que el ego es una ilusión que nos separa del ser y nos impide experimentar la
amplitud, la fluidez y la plenitud de nuestra naturaleza esencial. Ambas perspectivas son
importantes. Los enfoques esotéricos abordan las limitaciones de lo que llaman ego, pero
generalmente no incorporan la conciencia clínica de la importancia del apego y del
trauma en el desarrollo a la creación de nuestro sentido del yo. Además, los enfoques
esotéricos no abordan el papel principal de la desregulación del sistema nervioso en la
formación de las identificaciones fijas que se confunden con la identidad.
El NARM integra tanto las tradiciones psicológicas como las esotéricas y añade un
enfoque basado en la biología que a veces ayuda a solidificar el sentido de la identidad
33
de una persona y en otros momentos propicia la exploración de la naturaleza fluida de la
identidad. El enfoque NARM defiende que el acceso más inmediato a las dimensiones
espirituales se produce a través de una fisiología regulada. Durante cientos de años, el
cuerpo, sobre todo en las tradiciones occidentales, fue considerado como un
impedimento para alcanzar la espiritualidad, pero una de las premisas del NARM es que
un yo biológico/psicológico coherente es un trampolín para alcanzar el yo superior. Los
individuos solo pueden abrirse a la naturaleza fluida del yo cuando tienen un sólido
sentido de quiénes son.
La técnica de meditación vipassana es una herramienta importante en el proceso de la
conciencia plena que puede conducir a la conciencia y a la experiencia directa de la
naturaleza fluida del yo. Sin embargo, como se trata de una herramienta poderosa, puede
exponer a los meditadores a estados afectivos dolorosos o abrumadores que no puedan
gestionar por falta de herramientas. Hemos trabajado con muchos individuos que durante
los retiros de meditación se volvían ansiosos y abrumados por sus emociones. Cualquier
sistema de autoexploración que no tenga en cuenta el trauma, los problemas de apego y
el consiguiente funcionamiento alterado del sistema nervioso crea el peligro de
desregular y volver a traumatizar a quienes lo practican.
Uno de los principios esenciales de Eckhart Tolle es que nada de lo que ocurrió en el
pasado nos puede impedir estar plenamente en el momento presente. Aunque en teoría es
cierta, esta orientación puede ser perjudicial para aquellos que han experimentado un
trauma y que padecen una desorganización importante del sistema nervioso. Los
individuos traumatizados, entre los que estamos la mayoría de nosotros en mayor o
menor medida, necesitan enfoques tanto ascendentes como descendentes que aborden los
desequilibrios del sistema nervioso, así como los problemas de identidad. Muchas
personas identifican “el poder del ahora”, como lo llama Tolle, pero debido a la
desregulación de su sistema nervioso son incapaces de permanecer en el momento
presente. No alcanzar este ideal se convierte en otra de las razones por las que las
personas traumatizadas se sienten mal consigo mismas.
UN CAMBIO FUNDAMENTAL
El NARM utiliza elementos de todos los enfoques mencionados anteriormente en un
sistema que introduce un cambio importante y fundamental en la aplicación de estos
elementos teóricos. El NARM considera que las tradiciones curativas psicodinámicas,
las basadas en el sistema nervioso y las orientales son igualmente importantes y
complementarias. Con la base de los enfoques mencionados anteriormente y yendo más
34
allá de los mismos, el NARM se configura como un enfoque sistémico unificado que
funciona tanto con traumas en el desarrollo como con shocks traumáticos.
Un modelo sistémico unificado
El NARM se basa en las tradiciones psicoterapéuticas, de meditación y de crecimiento
personal y las enriquece para ofrecer una interpretación y unas técnicas que utilizan la
conexión con las partes organizadas, coherentes y funcionales del yo para fomentar la
aparición de nuevos patrones en el sistema nervioso. El NARM está orientado a los
recursos, no es regresivo y tampoco es catártico. Funciona en el momento presente con
la sensación sentida mediante la conciencia somática plena para ayudar a regular el
sistema nervioso con el fin de propiciar una capacidad cada vez mayor de conexión y
vitalidad. Este enfoque nos muestra que es en la conexión con nosotros mismos y con
nuestro cuerpo y en las relaciones donde nos encontramos con la regulación curativa.
El enfoque NARM para el crecimiento y la terapia funciona como antídoto ante los
enfoques deterministas y sostiene que el pasado no determina el presente. La persistencia
de los estilos adaptativos de supervivencia, la desorganización del sistema nervioso y las
distorsiones de identidad que implica son los factores que afectan negativamente a
nuestra experiencia actual. La comprensión de los estilos adaptativos de supervivencia
proporciona herramientas prácticas y técnicas para hacer frente a estas distorsiones de la
identidad y a la desregulación del sistema nervioso. Estar presentes y regulados en
nuestros cuerpos nos ayuda a ser conscientes de muchas ideas y juicios imprecisos que
tenemos sobre nosotros mismos, sobre los demás y sobre el mundo y a dejar de
identificarnos con ellos.
Trabajar con la fuerza vital
Dentro de todos nosotros existe un movimiento espontáneo hacia la conexión, la salud y
la vitalidad. Independientemente de lo retraídos y aislados que nos hayamos vuelto y de
la gravedad del trauma que hayamos experimentado, en el nivel más profundo, al igual
que una planta se mueve de forma espontánea hacia la luz del sol, hay en cada uno de
nosotros un impulso que se mueve hacia la conexión y la curación. Este impulso
orgánico es el combustible que alimenta el enfoque NARM.
[1]. Se mantienen las siglas en inglés, que corresponden a NeuroAffective Relational Model™. (N. del t.)
[2]. Este enfoque terapéutico desarrollado porPeter Levine se basa en la observación de la naturaleza y tiene
como objetivo resolver y curar los traumas. Se traduce como experimentación somática, pero al tratarse de una
marca registrada, se mantiene en inglés tanto en su forma extendida como en sus siglas (SE). (N. del t.)
[3]. El original es felt sense, un concepto acuñado por el filósofo y psicoterapeuta Eugene Gendlin en el marco
del focusing, un proceso psicoterapéutico que se centra en las experiencias corporales que un individuo todavía no
35
ha podido poner en palabras. (N. del t.)
[4]. El original es Social Engagement Systems; se mantienen sus siglas en inglés. (N. del t.)
36
 
PARTE A. 
LOS CINCO ESTILOS ADAPTATIVOS 
DE SUPERVIVENCIA
37
 
1. PERSPECTIVA GENERAL
Paradójicamente, cuanto más tratamos de cambiar, más difícil es que se produzca el cambio.
Por otra parte, cuanto más nos permitimos experimentar plenamente lo que somos, mayor es
la posibilidad de cambio.
Uno de los principios básicos del NARM es que la capacidad de conexión, tanto con uno
mismo como con los demás, define la salud emocional. Como hemos visto en la
introducción, todos los niños necesitan sentirse conectados consigo mismos y con sus
cuidadores: precisan de sintonía afectiva para satisfacer sus necesidades y emociones y
necesitan el apoyo suficiente como para sentirse seguros tanto en su dependencia como
en su independencia. Por último, necesitan aceptar en sintonía el desarrollo de su
sexualidad y de sus relaciones sentimentales con el fin de integrar su capacidad de amar.
Satisfacer estas necesidades es esencial para el éxito de los posteriores años de
formación y sigue teniendo un papel fundamental durante toda la vida adulta. Si las
necesidades clave están en sintonía y se ven razonablemente satisfechas, los niños se
sienten seguros, confían en el mundo y están conectados a sí mismos corporal y
emocionalmente. Crecen experimentando una sensación de bienestar, de regulación y de
expansión.
El ciclo de necesidad-satisfacción
Cuando surge una necesidad primaria, se satisface. Luego pasa a un segundo plano y
emerge otra necesidad; y así es como se perpetúa el ciclo. Cuando un niño ve
interrumpido este ciclo de necesidad-satisfacción de manera significativa, el desarrollo
saludable queda alterado y el fracaso en el entorno causa tensión y rigidez muscular, así
como activación y desequilibrios en el sistema nervioso y en la bioquímica, lo que sienta
las bases para que surjan los síntomas y las enfermedades. Cuando las necesidades clave
no se satisfacen y la protesta para conseguir satisfacerlas no surte efecto, los niños
acaban sintiendo que algo va mal con sus necesidades; no saben que lo que no está
respondiendo adecuadamente es su entorno. Por lo tanto, interiorizan los fallos de su
cuidador y los experimentan como sus propios fracasos personales. Como reacción al
fracaso de sus cuidadores a la hora de satisfacer sus necesidades, los niños llegan a sentir
diferentes grados de ira, vergüenza, culpabilidad y colapso fisiológico. Por desgracia,
38
como existe una falta crónica de sintonía con sus necesidades clave, los niños no
aprenden a sintonizar con las necesidades dentro de sí mismos. Cuando las necesidades
clave se ven sistemáticamente desatendidas, el ciclo de necesidad-satisfacción se
interrumpe y la desregulación del sistema nervioso y las distorsiones de identidad
emprenden un movimiento que a menudo tiene un impacto negativo durante toda la vida.
Los estilos adaptativos de supervivencia
Los seres humanos nacemos con una habilidad de adaptación esencial: la capacidad de
desconectarnos de la experiencias dolorosas internas y externas. Somos capaces de
desconectar de las experiencias de dolor y ansiedad que van asociadas al incumplimiento
de nuestras necesidades primarias. Cuando las necesidades clave se quedan
sistemáticamente sin satisfacer, los niños se enfrentan a una elección crucial: adaptarse o
morir. Cualquier necesidad clave que se quede sin cubrir permanentemente amenaza la
integridad fisiológica y psicológica de los niños y les impide trasladarse por completo a
la siguiente etapa del desarrollo. La progresión del desarrollo se ve perturbada o
interrumpida. Para sobrevivir, los niños se adaptan a su situación amenazada mediante el
desarrollo de lo que en el NARM llamamos un estilo adaptativo de supervivencia. Los
estilos de supervivencia son el resultado de las adaptaciones de los niños a la
insatisfacción crónica de al menos una de sus necesidades con base biológica: la
conexión, la sintonía, la confianza, la autonomía y el amor-sexualidad (cuadro 1.1).
39
La protección de la relación de apego
Los estilos de supervivencia son estrategias de adaptación que usan los niños para
proteger las relaciones de apego con sus padres. Los niños perciben las partes de sí
mismos que sus padres aceptan y valoran, así como las partes de sí mismos que sus
padres rechazan. Se adaptan a la aceptación o al rechazo de sus padres con el fin de
mantener y maximizar la relación de apego y amor. Como se muestra en el cuadro 1.1,
cada estilo adaptativo de supervivencia refleja la renuncia a algún aspecto de la esencia
de uno mismo con el fin de mantener el amor de los padres.
40
Identidad e identificaciones
Sobrevivimos adaptándonos a nuestro entorno. Inicialmente, nuestras estrategias de
supervivencia son respuestas salvadoras que constituyen adaptaciones fructíferas, no
patologías. Sin embargo, las adaptaciones y ajustes que hacemos, aunque antes
supusieran una protección, nos limitan como adultos. Vivir de acuerdo a adaptaciones
aprendidas en la infancia limita nuestra capacidad para responder de manera adecuada y
creativa a los numerosos desafíos de la vida adulta. Las estrategias de afrontamiento que
al principio nos ayudaron a sobrevivir de pequeños se convierten con el paso de los años
en creencias rígidas acerca de lo que somos y de lo que es el mundo. Nuestras creencias
sobre nosotros mismos y sobre el mundo, junto con los patrones fisiológicos asociados a
estas creencias, cristalizan en un sensación de lo que somos que nos resulta familiar.
Esto es lo que acabamos considerando nuestra identidad.
Lo que creemos que es nuestra identidad es en realidad el conjunto de las
identificaciones basadas en la vergüenza y en el orgullo de nuestros estilos de
supervivencia. De niños, aprendemos a vivir dentro de las limitaciones impuestas por
nuestro entorno. Sin embargo, de adultos estas limitaciones inicialmente adaptativas se
convierten en prisiones autoimpuestas. Lo que en los niños era una adaptación se
convierte en una mala adaptación en los adultos. La persistencia de estilos de
supervivencia propios del pasado, que se perpetúan cuando se los necesita, es lo que
distorsiona la experiencia actual y crea los síntomas. Si siguen usándose cuando ya han
superado su vida útil, los estilos de supervivencia operan como agentes de desconexión
permanente.
Cada identificación que tenemos sobre nosotros mismos nos desconecta de la fluidez
de nuestra naturaleza esencial. Nuestras identificaciones, es decir, todas las creencias
fijas que consideramos nuestro verdadero yo, junto con los patrones asociados de la
desregulación del sistema nervioso, nos separan de nosotros mismos y de la experiencia
de estar presentes e involucrados. Por mucho que nos sintamos limitados por nuestros
estilos de supervivencia, nos asusta superarlos o no sabemos cómo hacerlo.
Los estilos de supervivencia y el cuerpo
Nuestros estilos de supervivencia se reflejan en nuestro cuerpo de dos maneras: como
áreas de tensión (hipertonía) y como áreas de debilidad o desconexión (hipotonía). Los
patrones de tensión y debilidad revelan las formas en que hemos aprendido a compensar
la desconexión de nuestras necesidades, de nuestra esencia y de la fuerza vital. La
contracción muscular, la rigidez y el colapso son mecanismos físicos de los estilos
adaptativos de supervivencia. Seguir su rastro en el cuerpo y prestar atención a la
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sensación sentida nos proporciona una valiosahoja de ruta para trabajar con los
conflictos internos de cada estilo de supervivencia.
Mirar a través del prisma del trauma 
en el desarrollo y relacional
La conexión puede verse amenazada en el desarrollo humano de muchas maneras, entre
las cuales está la crianza inadecuada o la falta de sintonía, el shock traumático y el
trauma en el desarrollo o relacional, como por ejemplo el maltrato, la negligencia o la
pérdida temprana. La comprensión del proceso mediante el cual cada estilo adaptativo de
supervivencia interioriza y perpetúa el fracaso del entorno distingue al enfoque NARM
de otras terapias psicodinámicas. El NARM ayuda a las personas a darse cuenta de la
forma en que organizan su experiencia usando estilos de supervivencia que han dejado
de ser útiles.
Todos nos encontramos en algún lugar del continuo que va entre la conexión y la
desconexión de nuestra esencia y de nuestro cuerpos. El NARM no se centra tanto en por
qué las personas son como son, sino más bien en cómo su estilo de supervivencia
distorsiona lo que están experimentando en el momento presente. Esto no quiere decir
que el porqué de la historia personal de un paciente no forme parte del proceso
terapéutico. Comprender por qué comenzaron esos patrones en la infancia puede resultar
de ayuda en la medida en que dicha comprensión incide en la experiencia presente. Para
recobrar la salud no basta con explorar; es necesario fomentar la capacidad de volver a
conectar con la fuerza vital básica, como veremos en el capítulo 12.
Observar el desarrollo humano a través del prisma del trauma en el desarrollo y
relacional nos aporta una comprensión de los cinco patrones básicos de la desregulación
fisiológica y de las distorsiones de identidad que se les asocian. Es útil reconocer estos
cinco patrones fisiológicos y de identidad básicos con el fin de dar sentido a lo que de
otro modo puede parecer un amplio espectro de síntomas confusos:
• Conexión: se desarrolla un estilo de supervivencia en torno a la necesidad de
contacto y al miedo que genera.
• Sintonía: se desarrolla un estilo de supervivencia en torno al conflicto entre tener
necesidades personales y rechazarlas.
• Confianza: se desarrolla un estilo de supervivencia en torno al deseo y al miedo a la
confianza y la interdependencia positivas.
• Autonomía: se desarrolla un estilo de supervivencia en torno al deseo y al miedo a la
fijación de límites y a la expresión de independencia.
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• Amor-sexualidad: se desarrolla un estilo de supervivencia acerca de querer amar y
ser amado y el miedo a la vulnerabilidad. También se desarrolla en torno a la
división del amor y la sexualidad.
Los síntomas y el sufrimiento emocional adscritos a cada estilo de supervivencia
indican patrones específicos de desconexión que se reflejan en nuestro cuerpo, en
nuestro comportamiento, en nuestra personalidad, en nuestras relaciones, en nuestra vida
laboral e incluso en las enfermedades a las que somos propensos. Al comienzo, los
estilos de supervivencia son estrategias adaptativas salvadoras a las que todos hemos
recurrido. Es importante no perder nunca el contacto con el sufrimiento inherente a cada
estilo de supervivencia y aproximarse a este sufrimiento con compasión.
Cada uno de los cinco estilos adaptativos de supervivencia es complejo y presenta
múltiples facetas; los capítulos siguientes se limitan a proporcionar una orientación
general. Cada descripción sigue una organización similar:
• Una introducción al estilo adaptativo de supervivencia.
• Una descripción de los traumas en el desarrollo y relacionales tempranos que activan
el estilo de supervivencia.
• Cómo sigue afectando el estilo adaptativo de supervivencia al sistema nervioso
adulto y a la identidad.
• Estrategias de crecimiento para ayudar a los individuos a avanzar hacia la resolución
de los dilemas clave de cada estilo adaptativo de supervivencia.
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2. CONEXIÓN 
EL PRIMER PRINCIPIO ORGANIZADOR
El Estilo de Supervivencia de Conexión 
se presenta en este capítulo y se expone 
a fondo en la parte B de este libro.
Como resultado de los primeros traumas, los individuos con el Estilo de Supervivencia
de Conexión se han desconectado de sus cuerpos, de sí mismos y de las relaciones. Estas
personas se subdividen en dos estilos o subtipos de afrontamiento aparentemente
diferentes: el subtipo pensador y el subtipo espiritualizador. Para controlar el dolor del
trauma temprano, algunas personas se desconectan de sus cuerpos y viven en sus mentes.
Anteponen el pensamiento y la lógica a los sentimientos y las emociones. Otras personas
gestionan su desconexión del cuerpo espiritualizando su experiencia. Estos individuos
tienden a vivir en el campo de las energías, en dimensiones más etéreas. Los individuos
de ambos subtipos están desconectados de sus cuerpos, y cuando se les pregunta lo que
están sintiendo en su cuerpo, consideran que la pregunta supone un reto que les genera
ansiedad, y a menudo les resulta imposible responder.
DESARROLLO DEL ESTILO DE SUPERVIVENCIA 
DE CONEXIÓN
Desde el punto de vista del desarrollo, el Estilo de Supervivencia de Conexión es el
primero de los cinco estilos adaptativos. Se desarrolla como resultado de un shock o
trauma de apego temprano. Cuando la experiencia de los primeros años de vida ha sido
traumática, el trauma pervive en forma de estados de alta activación sistémica. La alta
activación no resuelta se convierte en la fuente de un miedo implacable, indescriptible,
una sensación continua de fatalidad inminente que nunca se soluciona. Los adultos que
desarrollan el Estilo de Supervivencia de Conexión experimentan una dificultad
permanente a la hora de gestionar la desregulación fisiológica de estos altos niveles de
activación, así como las consiguientes distorsiones psicológicas de identidad. Usan la
disociación para desconectar de la angustia de su cuerpo. Como resultado, el niño que
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más tarde será adulto acaba con una desregulación sistémica y con una gama reducida de
resiliencia que lo hacen vulnerable a los traumas posteriores.
EL ESTILO DE SUPERVIVENCIA DE CONEXIÓN EN 
LOS ADULTOS
La identidad y la fisiología de los adultos que han sufrido un trauma temprano se ven
afectadas por la angustia y la desregulación que experimentaron en sus primeros años de
vida. El shock y el trauma de apego tempranos crean un modelo distorsionado y
permanente para el funcionamiento psicológico, fisiológico y relacional. Debido a sus
traumas tempranos, tanto el subtipo pensador como el espiritualizador desconectan de la
experiencia corporal y de las relaciones personales. Aunque en un principio supone una
protección, la desconexión prolongada del cuerpo y de los demás propicia un aumento de
la desregulación que conduce a síntomas psicológicos y fisiológicos.
El subtipo pensador
Como resultado del trauma temprano, el subtipo pensador se repliega dentro de su mente
y escoge profesiones teóricas y técnicas que no requieren de una interacción humana
significativa. Estos individuos tienden a sentirse más cómodos detrás de un ordenador,
en un laboratorio o montándose un despacho en el garaje, ya que así pueden pasar el rato
sin que les molesten. Pueden ser pensadores brillantes, pero tienden a utilizar su
inteligencia para mantener una considerable distancia emocional.
El subtipo espiritualizador
Este subtipo es propenso a espiritualizar su experiencia. A consecuencia del shock o
trauma relacional temprano, estas personas no se sienten bienvenidas en el mundo;
crecieron creyendo que el mundo era un lugar frío y carente de amor. Debido a que a
menudo experimentan a otros seres humanos como amenazas, muchas personas de este
subtipo buscan una conexión espiritual, se sienten más cómodos en la naturaleza y con
los animales y se sienten más conectados a Dios que a otros seres humanos. Para dar
sentido al dolor de sus vidas, a menudo se convierten en buscadores espirituales que
tratan de convencerse de que alguien los ama; si la gente no lo hace, entonces Dios lo
hará.
Estos individuos suelen ser extremadamente

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