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Universidad Nacional Centro de Investigación, Docencia y Extensión Artística Escuela de Arte y Comunicación Visual Arte, Imagen, e Historia del Arte Mario Chaves Villarreal Año: 2021 Arte y Comunicación Visual. Arte, Imagen e Historia del Arte Mario Chaves Villarreal 2 Arte, Imagen, e Historia del Arte El presente informe parte de una reflexión crítica tomando la postura como productor visual para vincular la relación actual existente entre las ideas sobre arte, imagen e historia del arte. Primero, con el fin de comprender la relación entre la cultura actual y su recepción de la imagen, el arte y, por lo tanto, cómo se debe entender la historia del arte, se establece una contextualización de estas ideas dentro de un marco en el que se aborda la ruptura y repercusión de ideologías, teorías y tendencias en la actualidad. Segundo, se establece un marco conceptual derivado de una base teórica definida por posturas de los autores Didi-Huberman, Keith Moxey, Arthur Danto y Ana María Guasch para poder vincular estas teorías con una postura personal y situarla con el quehacer propio entorno a la imagen. Para entender el concepto actual de la historia del arte, se debe comprender que éste dista mucho de la proto-historia del arte renacentista que buscaba exaltar la perfección técnica que, según Danto (2003), seguía una tipificación miguelangeliana y una comprensión biográfica vasariana, ejes articuladores que seguían un contexto humanista y antropocéntrico. En el siglo XVIII, Johann Joachim Winckelmann (1717- 1768) se situó no sólo como “el fundador de una historia [sino también como] celador de una doctrina estética” (Didi-Huberman, 2005, p.12), pues entendió la historia del arte como el análisis de los tiempos, desde una perspectiva evolucionista, debido a lo que llamo un “sentimentalismo evocativo” 1por los tiempos antiguos, y dio una revaloración de los presupuestos del arte antiguo. La formulación de los valores retomados por Winckelmann pautaba una serie de modelos estéticos que planteaban la idealización de lo que debía hacerse para que un objeto-imagen fuese considerado como arte; es decir, los modelos estéticos eran indicativo de un ideal. Estos valores fueron sistematizados y profundizados por Winckelmann en Historia de la antigüedad (1764). Con esto, la historia del arte nació basándose en una serie de “conceptos de la historia elaborados por primera vez a finales del siglo XVIII” (Moxey, 2005, p.28). Justo este contexto espacio-temporal inició una historia del arte con una perspectiva euro centrista —con su afán de poder globalizador y que se permearía de la concepción diocechesca hegelianista, taxonómica y positivista, siguiendo los principios epistemológicos señalados por Foucault de naturaleza analógica y sucesiva. Esta noción de estética ilustrada abogaba por una supuesta soberanía en torno a ciertos objetos estéticos. Consecuentemente, la historia del arte se ubicó como una disciplina influenciada por “una agenda ideológica” (p.29), la cual, hasta cierto punto, estuvo guiada por la subjetividad del historiador, pero que reivindicaba “una objetivación de los restos del pasado” (Didi-Huberman, 2009, p.20). Teniendo claro este espectro general de la historia del arte y considerando que esto impactó en la institución en torno al arte, se debe señalar que las primeras rupturas en torno a esta forma de pensamiento comenzaron con el arte moderno en el siglo XIX por medio de reacciones subversivas frente a la Academia. Dentro de estas reacciones, se encuentra la pintura de Déjeuner sur l´herbe (1863), de Manet, La Primera Exposición Impresionista (1874), en el estudio de Nadar e, incluso, Nocturno en negro y oro: el cohete (1876), de Whistler. Cabe mencionar que Whistler validaba su pintura como arte, mientras que Ruskin lo acusaba de «arrojar un bote de pintura en la cara del público». Con la llegada de las vanguardias del siglo XX, una serie de objetos no relacionados entre 1 El “sentimentalismo evocativo” del arte del pasado que Didi-Huberman (2009) expone, perseguía una perspectiva orgánica y evolucionista del arte con un nacimiento, madurez, decaída y muerte. Arte y Comunicación Visual. Arte, Imagen e Historia del Arte Mario Chaves Villarreal 3 sí terminan de irrumpir en la clasificación y el pensamiento positivista ilustrado, provocando una descentralización del valor estético. Esto es vertebral para poder entender que tanto el arte como las imágenes actuales comienzan a ser valoradas no sólo por su dimensión estética, valores clásicos o técnica, sino por un nuevo criterio, el valor propio de la imagen y del arte y, por ende, de su existencia. Para que esta recalificación o revaloración se diera, tanto de objetos como de arte e imágenes, se tuvo que presionar, a manera estratégica, según Danto (2003), “la intensión del concepto proponiendo como arte algo que violaba algún criterio aceptado para ver que ocurría” (p.478). A partir de estas tensiones se fue encontrando que el sentido del arte trascendía lo que era entendido hasta el momento, tanto así que Aleksandr Ródchenko proclamó que había llevado a la última posibilidad de la pintura utilizando tres paneles monocromos, uno rojo, otro azul y otro amarillo, llamándolos La última pintura (1921). Obra que en sí misma se convertía en un manifiesto de ruptura con la pintura, un motivo experimental y una imagen que sigue impactando hasta la actualidad en la forma en cómo podemos llevar la creación de una imagen hasta las últimas consecuencias, si eso es lo que buscamos. Este nuevo giro del arte demostró que se habían borrado los “falsos criterios a cada paso, [tanto así que] que empezó a apreciarse que no había nada que no pudiera ser arte” (p.478). De esta manera, el arte se liberó de los criterios antiguos, de la perspectiva evolucionista y del afán de una perfección técnica o clasicista. A la vez, la historia del arte se tuvo que comenzar a abrir a otros campos disciplinares, tal como lo planteó Aby Warburg desde finales del siglo XIX, abarcando desde la arqueología, filosofía clásica, filología antropológica y las teorías del arte. Warburg “se quejó de las fronteras policiales de la disciplina de la Historia del arte” (Guasch, 2003, p.66), las cuales definitivamente habían quedado obsoletas con las rupturas y giros del arte planteados anteriormente. Con lo cual, la estética se entendió en profundidad desde su naturaleza intemporal; esos saltos temporales que no seguían precisamente un orden cronológico, sino que provocaban “un poder iluminador de las imágenes como artefactos capaces de pensar y hacer política” (Didi-Huberman, 2012, p.46). Es así como la imagen y el arte en la actualidad se vuelven herederas de la modernidad, provocando la predominancia del pronunciamiento crítico en favor de entender la libertad artística dentro del ámbito del arte, y son pensadas como artefactos de reflexión, de provocaciones, de giros y de conducciones ideológicas. Con estas variables en torno al arte y las imágenes, se debe señalar la anuencia a profundizar en torno a los sistemas de significación y de creencias de los cuales se desprenden los artefactos imagen y arte, abordando desde cuestiones de género, clase social, etnicidad e identidad cultural. A la vez, se debe reafirmar el aporte posestructuralista francés de Derrida, Foucalt y Lacan entorno a una “deconstrucción de los conceptos de visualidad y discursividad” (Guasch, 2003, p.68) con el fin de también considerar las nuevas “lecturas de semiótica, del psicoanálisis, de las teorías feministas”. La semiótica establece un nuevo diálogo en donde incluye “nuevas áreas de debate como la polisemia del significado, la problemática de la autoría, el contexto” (p.72) y abarca más allá de los aspectos binarios de significado y significante.Por lo cual, se debe enfatizar que estos valores culturales son factores de ductilización entorno al juicio estético, provocando actualmente un diálogo inmediato desde los estudios visuales con el arte. Para comprender el marco contextual actual, donde se da el encuentro de arte- imagen, debemos entender que forma parte del proceso de la Globalización, desembocando la era de la digitalización, el ciberespacio y la inmediatez de la conexión Arte y Comunicación Visual. Arte, Imagen e Historia del Arte Mario Chaves Villarreal 4 de las masas. Este proceso de la globalización está impregnado por la nueva fase de desarrollo capitalista y que, debido a su escala mundial, también es factor posibilitador de la interconexión entre culturas mundiales. Frente a esto, Moxey expone en su libro Estética cultural y visual en la era de la globalización (2005) una serie de teorías en torno a la globalización. De estas, desde mi punto de vista, la postura con una mayor apertura es la del antropólogo indio Arjun Appadurai (1949-), quien plantea que las transformaciones de mayor relevancia no giran en torno al contexto económico, sino en torno a los medios culturales que están en contacto con los humanos y, por ende, estos medios entran en un juego de relaciones de intercambio, donde transitan la creatividad cultural, la imaginación y la mercancía. En primer lugar, la creatividad cultural debe entenderse como un factor a favor para que la imagen y la obra de arte se pluri-medialice, remitiendo nuevamente a la ductilización estética y considerando que “el rango artístico de una obra varía en relación a su encuentro con los valores cambiantes de las culturas históricas por las que atraviesa” (Moxey, 2005, p.33). Con lo cual, la obra artística actual varía en relación con la diversificación medial, permitiendo, a su vez, una amplitud creativa para poder abordar distintas problemáticas por medio de una diversificación de opciones. Consecuentemente, esta apertura y ductilidad estética ha derivado en una heterogeneidad e impredecibilidad en torno al arte. Esta apertura ha provocado también que “los medios se [interprenetren] tanto unos a otros y los objetivos son […] difusos” (Danto, 2003, p.481). Por este motivo es válido decir que “se hizo claro que no hay modo en que no pueda aparecer una obra de arte; es decir, cualquier cosa puede ser una obra de arte” (p.477), siempre que se tome en consideración el proceso de legitimación y de aval por la institucionalización, el ámbito y los intereses socio-políticos. En relación a esta legitimación y aval se encuentra el mercado de consumo tanto de imágenes y del arte. Por este motivo, cabe señalar que si bien es cierto como expone Moxey (2005) se da una complicidad cancliniana, donde el consumidor de imagen-arte tiene el poder de elegir aceptando tácitamente “el sistema de producción […] sin más, las cualidades y características que el productor atribuye a su producto” (p.33) y dentro del cual existen intereses psicoanalíticos y políticos tanto del consumidor como del productor. Esto se reafirma cuando Moxey se refiere a que “Appadurai ve el intercambio como un proceso político” (p.35). Simultáneamente a estos intereses, se puede decir que la mercancía del arte e imagen permiten pensar el consumismo desde un valor estético que facilitan un intercambio. Sin embargo, debido a que esta estética de la imagen y el arte están centralizadas en diversos intereses que trascienden un contexto inmediato y apelan por una conducta rizomática, “una experiencia visual descontextualizada” (Guasch, 2003, p.68). Es entonces, en esta relación de intercambio, donde la imagen y el arte se vuelven independientes de su propio contexto del que se desprenden y donde la imaginación se vuelve una práctica social y una función estética para suscitar cambios económicos sociales y culturales. Es decir, el mercado y la institución del arte pueden convertirse un lugar de ruptura y de subversión. Prueba de esto es La Fuente (1917) de Duchamp y, por qué no a manera casi evocativa, un siglo después, Comedian (2019) de Cattelan. Esto es evidencia que el mercado del arte ha ampliado el canon tradicional, tanto así que en el arte contemporáneo “cada obra tiene sólo su propia historia”. (Danto, p.480,2005). Danto (2003) a través de la obra Bad Penny: For Museum Purcharse Only, ejemplificó de cómo un armario de nogal de principios del siglo XVII, cuyo valor estético obedecía a un canon contextual, puede situarse como una pieza de arte de finales del siglo Arte y Comunicación Visual. Arte, Imagen e Historia del Arte Mario Chaves Villarreal 5 XX, siendo parte de una compleja performance, en la que el artista AngelMaker toma parte del mobiliario que había estado en galerías de museo y los ofrece como una re-venta a dichos museos. Angelmaker resignificó lo que era considerado como artesanía, enfocó la relación entre arte y dinero y transfiguró el discurso en torno a dichos objetos. Con esto Danto (2003) evidencia como el canon tradicional se fractura y, en relación a esto, el mercado se beneficia de que la “producción artística ha sido penetrada por la filosofía” (p.479). De esta manera, el valor inmediato de la imagen u arte se resignifica por medio del componente filosófico y se sitúa en mercado. Los objetos de Angelmaker son desprendidos de su contexto original en función de dotarlo para que sea visto con una nueva mirada. Con ello, se enfatiza la frase de Danto (2003) “todo vale” (p.479), pues, bajo esta misma premisa, se puede considerar incluso un Non Token Fungible como The Pixel (2021), del artista Pak, como una obra de arte que, a pesar de desprenderse del aspecto más reductible del diseño, se le revaloriza con un sentido filosófico que apela por una nueva consciencia posmoderna digital y, a la vez, se ubica en el mercado, prueba de ello es que fue subastado por más de un millón de euros. Con estos matices, la historia pierde su secuencialidad en función de nuevas miradas en torno al arte, el cual se debe entender como posthistórico, pues, a pesar de que se le da un nuevo giro, sigue siendo heredero de los alcances de una historia y de una repercusión de hechos artísticos. Danto (2003) vincula esta posthistoria o el fin de entender el arte como una cronología evolutiva cuando proclamo la frase de “El fin del Arte”, pues se refería “a la clausura de una historia, no a la terminación de una práctica” (p.476). Esta desvinculación o independencia de una secuencialidad temporal empata con una visión anacrónica de la imagen, un anacronismo vinculado a la supervivencia de la imagen y al síntoma generado en distintos “tiempos heterogéneos y discontinuos” (Didi- Huberman, 2011, p. 11). Es decir, la imagen y el arte no se ubican en un solo evento el pasado ni a un devenir, sino que cumplen una dialéctica benjaminiana, donde el anacronismo y el síntoma afectan a todos los niveles de cronología, pues trasciende en favor de entender que la imagen y el arte no se supeditan al tiempo, sino que son un sistema de relaciones a través del tiempo; la imagen evoca a una memoria y no al pasado en sí, remite realmente a un tiempo que es inverificable. Tanto Warburg, Benjamin y Einstein, ponen a “la imagen en el centro de su práctica histórica y de su teoría de la historicidad” (Didi-Huberman, 2005, p.15). Warburg explora los denominados tiempos perdidos dentro de una basta temporalidad de las imágenes que remite a “largas duraciones, latencias y síntomas, memorias enterradas y resurgidas, anacronismos y umbrales críticos” (p.17). Con lo cual, se deben estudiar las oscilaciones de la naturaleza de la imagen actual mutable, de las permanencias, de su “presencia y la representación” (p.21). Así la imagen y el arte pueden entenderse como un relato no lineal que ocurre como una fulguración, término benjaminiano para referirse al choque de lovisual, desmontar la historia y montar una historicidad. Con esto la imagen se sobredetermina sobre el tiempo y dentro de “una cierta dinámica de la memoria.” (Didi-Huberman, 2011, p.42), trasciende de la temporalidad en que se ejecuta una obra y llega a otras temporalidades en las cuales se ubican las referencias, o, mejor dicho, la “caja mental” (p. 40) del artista, de dónde saca las herramientas. Con ello, tanto los estilos, como los tiempos y los pensamientos convergen en la imagen y en el arte; tal como se observa con la obra trompe-l'oeil (c.1395), de Fra Arte y Comunicación Visual. Arte, Imagen e Historia del Arte Mario Chaves Villarreal 6 Angelico, la cual no remite sólo a una iconografía, sino que también hace uso de “la exégesis bíblica y de la teología encarnacional” (p.41). Para la obra de Fra Angelico, se debe estudiar su caja y sus herramientas mentales, de las cuales se nos es posible entender la dimensión “técnica, estética, religiosa” (p.36). Idealmente para profundizar, deberíamos de poder sumergirnos en “los muros del convento de San Marco, el universo, teológico, exegético y litúrgico de los dominicos” (p.34-35); sin embargo, esto no es posible y el historiador no debe de proyectarse para poder alcanzar una interpretación. Debe de entender el historiador que la sobredeterminación de las imágenes se vincula con el anacronismo. La imagen no cesa de construirse, pues tampoco “el presente no cesa jamás de reconfigurarse [… Así mismo, la imagen] “nos sobrevivirá, […] ante ella somos el elemento frágil […] ella es el elemento del futuro, el elemento de la duración” (p.32) Se puede dilucidar “el desplazamiento del término arte, en beneficio del término visual [donde se da] la perdida de autorreferencialidad, fundacionalismo y esencialismo (implícito en la palabra arte), a favor del concepto más descualificado de la imagen” (Guasch, 2003, p.62,). Es esto esencial de entender en este escrito, debido a que es justo donde desemboca el punto de vista personal. La imagen es abarcadora e independiente; su naturaleza de arte o diseño no es necesaria para poder emitir un juicio entorno al valor de esta, sino lo que se busca legitimar la importancia del lenguaje en el superponiéndose más allá de la percepción ocularcentrista. Es por este motivo que, en su totalidad, la imagen se puede entender como un “proceso activo gobernado por las comunidades e instituciones y centrado en la construcción de la subjetividad” (p.63). Ante esto, la naturaleza interdisciplinar de la Cultura Visual reformula la “Historia del arte en una historia o teoría de las imágenes” (Guasch, p.59, 2005), siendo esencial que se trate de esta manera, pues el enfoque cultural permite “un espacio de movilidad” (Guasch, 2003, p.65), a diferencia del evolucionista, casual o finalista abordaje histórico. Esta cultura visual actual se aparta del concepto “adorniano del arte elevado y popular” (p.73) y busca enfocarse en el estudio de las imágenes como “elementos centrales en las representaciones del mundo” (p.73). Partiendo de lo anterior, la cultura visual debe ser entendida desde una concepción inclusiva donde se incorporan “todas las formas de arte y diseño, tanto del campo de las bellas artes o artes canónicas, como el cine, la fotografía, la publicidad, el vídeo, la televisión o internet” (p.69). Dentro de estas manifestaciones, se debe entender que ocurren tanto desde una cultura material, hasta una dimensión digital, y, por lo tanto, incorpórea, abriendo nuevas vías de exposición-recepción trascendiendo la museificación y mercantilización tradicional para adaptarse a los nuevos espacios incorpóreos y virtuales. Esta apertura inmaterial en el ciberespacio también aporta, según Guasch (2005), una libertad “política de cánones y de las estructuras de dominación sexual y social” (p.69), con lo cual, demanda una postura crítica que se desprende de la experiencia subjetiva y del bagaje de la cultura visual de cada individuo para poder interpretar y abordar de manera correcta la imagen. Desde un punto de vista personal, este proceso de diálogo entre arte, imagen, historia del arte, filosofía del arte y estudios visuales permitieron posicionar la imagen desde una postura totalizadora; la cual tiendo a pensar como la más acertada en una época de conexiones inmediatas a nivel global. La gran cantidad de imágenes que han devenido con la digitalización y los medios de masas, independientemente desde su categorización artística o no, han permitido re-pensar en el impacto, el modelamiento de las ideologías y la estructuración de los procesos socio-culturales. Con la apertura de la globalización, digitalización y la diversificación de públicos, de mercados, de intereses y de identidades, Arte y Comunicación Visual. Arte, Imagen e Historia del Arte Mario Chaves Villarreal 7 la imagen debe de ser pensada no sólo desde su dimensión formal, abstracta o figurativa, maximalista o minimalista, sino desde su dimensión comunicativa. Seguir pensando en sólo una cuestión de representación sería volver a una postura winckelmanniana de idealización. Las cualidades de la imagen se vuelven motivos de configuración que se adecúan para un encuentro entre imagen y persona; los contextos en los que se ubica, ámbito artístico o de diseño, son distintos nichos de acción para la imagen. La posmodernidad con su devenir y por su cualidad líquida, nos ha heredado la elección dentro de una gran cantidad de medios, técnicas y recursos. Esto se posibilita no para que neguemos unos o los otros en función de subjetividades y preferencias categoriales, pues sería contradecir la ductilidad y liquidez, ni para que sigamos preguntándonos ¿Qué es arte?, pues seguiríamos corriendo en círculos que no se detienen al igual que los tiempos, sino para superar estas posturas y comenzar a entender de que el aspecto medular se encuentra en saber cómo nos atraviesan las imágenes y profundizar en su naturaleza mutable y dúctil, anacrónica y libre de la institucionalización para acercarse a nosotros por medio del ciberespacio. Finalmente, desde una visión personal y, en gran parte influenciada por la manera en cómo entiendo tanto el concepto como la carrera del Arte y la Comunicación Visual, me sitúo en valorar a la imagen como un proceso activo dentro de las dinámicas actuales posmodernas y posmediales, donde interactúan tanto el arte como el diseño. Con esta perspectiva, y con un alineamiento con el pensamiento warburgiano, me inclino hacia la “descualificación del arte a favor de las imágenes” (Guasch, 2003¸p.66), no por el hecho de que una sea menos valiosa que la otra, sino entendiendo en que el arte como el resto de las imágenes merecen ser profundizadas. Muchas de las imágenes de publicidad o de diseño incluso han impactado más a las sociedades que valiosas piezas de arte. Con lo cual, entiendo a las imágenes desde un carácter antropológico, pues, desde mi subjetividad, me interesan esos grandes gestos warburgianos de la humanidad vinculados a la memoria. Por este motivo, me identifico como productor de imágenes, cursando por diversas dimensiones estéticas y considerando abiertamente el entramado de cualidades visuales y de códigos icónicos. Como productor visual en la actualidad, y especializado en el diseño gráfico, tengo dos objetivos entorno a cómo entiendo la imagen. El primero busca resolver problemas visuales que forman parte de la sociedad, pero que, a la vez, responden a un mercado. Dentro de esta dinámica surge, por ejemplo, crear identificadores visuales o identidades gráficas que sirven comunicativamente y sugestivamente dentro de las dinámicas sociales y se posicionan dentro del mercado mediático o se viralizan a través de la red. El segundo objetivo que persigo como productor visual busca generar imágenes que susciten a la reflexión, al conocimiento y al debate. Vinculadoa esto se encuentra la búsqueda personal en los últimos años universitarios en torno al tema del transhumanismo abordado desde su dimensión figurativa, no porque no sea consciente de que se deba llevar las imágenes hasta las últimas consecuencias o de que el lenguaje abstracto sea incorrecto, sino porque busco a través de la novela gráfica —herramienta de mi caja mental— comunicar a un público amplio, quizás no familiarizado con el tema un mensaje tan necesario como el del transhumanismo. A la vez, gracias a que los medios y las técnicas son diversas y pueden hibridarse, mi búsqueda personal está en hibridar interactividades tanto físicas como digitales por medio de formatos tradicionales como un libro hasta formatos actuales como la realidad aumentada. Arte y Comunicación Visual. Arte, Imagen e Historia del Arte Mario Chaves Villarreal 8 Así mismo, se debe señalar que he concientizado sobre las imágenes que abordan temáticas sobre los cuerpos híbridos entre lo humano y la otredad, siendo esta última, en mi investigación, la máquina. Esto debido a que a lo largo de la historia han estado presentes estas hibridaciones, pues son síntomas de la necesidad humana de trascendencia. Es decir, lo transhumano, siempre ha sido una condición ineherente humana, tal como plantea Radrigán (2015), pues el humano siempre ha esperado ser algo más, ha buscado trascenderse. Con lo cual, estas imágenes han enriquecido mi postura como productor visual en torno al tema del transhumanismo y me he servido de ellas al consultarlas y entenderlas desde una visión actual del cuerpo. Sin pretender abogar por una secuencialidad histórica, las imágenes están presentes en el que hacer personal a manera de Atlas warburgiano, donde puedo observar sus relaciones y crear nuevos discursos, no valiéndome tanto de su dimensión histórico-lineal, sino de su aspecto más historicista del arte. Bibliografía Danto, A. (2003). La Madonna del futuro. Ensayos en un mundo del arte plural. Ediciones Páidos. Guash, Ana M. (2005). Doce reglas para una nueva Historia del Arte. En Luis Brea. Estudios visuales. La epistemología de la visualidad en la era de la globalización. Editorial Akal. Didi-Huberman, G. (2009). La imagen superviviente: Historia del arte y tiempo de los fantasmas según Aby Warburg. Editorial Abada. Didi-Huberman, G. (2011). Ante el tiempo. Historia del arte y anacronismo de las imágenes. Editorial Fondo de Cultura. Didi-Huberman, G. (2012). Supervivencia de las luciérnagas. Editorial Abada. Moxey, Keith. (2005). Estética y cultura visual en la era de la globalización. Editorial Akal. Radrigán, V. (2015). Tecnomorfosis: desbordes e hibridaciones entre el cuerpo y la tecnología: cyborgización y virtualización como claves de la transformación corporal contemporánea. Universidad de Chile. Arte y Comunicación Visual. Arte, Imagen e Historia del Arte Mario Chaves Villarreal 9 Rúbrica de Evaluación Indicador Excelente (4) Muy Bien (3) Suficiente (1) Insuficiente (0) Total 20% Coherencia y redacción: El discurso escrito mantienen un orden lógico, de lo general a lo particular. No se desvía del tema. Uso de citas y notas: Se utilizan citas y notas que refieren, al menos tres de los autores estudiados. Argumento propio: expresa opiniones propias que se derivan del estudio realizado y de su postura personal frente al tema. Ortografía y puntuación: No hay faltas de ortografía. Utiliza correctamente los signos de puntuación. Bibliografía y Anexos: Presentación correcta de la Bibliografía utilizada (Formato APA). Se presentan Anexos que complementan el discurso teórico (opcional) TOTAL 20