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SimposioIXGeoarqueologia

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LIBRO DE RESUMENES 
 
 Simposio IX 
 
GEOARQUEOLOGÍA EN CHILE Y LATINOAMÉRICA: 
BALANCES HISTÓRICOS, EL PRESENTE Y FUTUROS 
QUEHACERES 
 
 
PRESENTACIÓN 
 
El Departamento de Antropología de la Universidad Alberto Hurtado y la Sociedad 
Chilena de Arqueología convocan a la participación en el XXI Congreso Nacional de 
Arqueología Chilena, el cual se realizará en la sede de esta universidad en la ciudad 
de Santiago entre los días 3 y 7 de diciembre de 2018. 
 
En esta oportunidad se introdujeron modificaciones en la manera que 
tradicionalmente se han organizado los congresos nacionales. Por un lado, se 
desarrollará una nueva dinámica en el espacio dedicado a los simposios, en busca 
de reuniones que sean más trasversales, integradoras y debatidas. Para esto, si bien 
se mantiene la libre postulación de simposios por parte de posibles interesados 
(Simposios VI a XIII), se reservó un espacio para la realización de cinco simposios 
sobre temas que la Comisión Organizadora considera pueden lograr el efecto 
buscado (Simposios I a V). Cada uno de estos simposios ha sido encargado a dos 
reconocidos(as) especialistas en dichos campos, que decidieron sobre las ponencias 
que se postulen y hacer las otras tareas habituales de un relator (comunicación, 
edición, estructura, etc.), aunque una de sus funciones cruciales fue convocar al 
simposio a investigadoras(es) o equipos de investigación específicos que en su 
conjunto puedan lograr el objetivo de entregar una visión trasversal de la temática 
de la reunión. 
 
A la vez, los Simposios Regionales, que en los últimos Congresos han recibido 
presentaciones sobre temas no cubiertos por los Simposios Temáticos, fueron 
reemplazados por Sesiones de Comunicaciones organizadas en torno a los 
principales tipos de sociedades que se pueden reconocer en el registro arqueológico 
en el territorio nacional y áreas vecinas. A saber, sociedades cazadoras y 
recolectoras; sociedades que se inician en la agricultura, pastoreo y/o producción 
alfarera; sociedades agrícolas y/o pastoras; sociedades durante el periodo inka; y 
sociedades de los periodos colonial y republicano. Con ello se pretende reunir en 
una sola sesión a investigadores de distintas áreas geográficas, pero que estudian 
sociedades similares, nuevamente en vista de lograr una discusión trasversal. 
 
Por su parte se mantienen los Paneles dedicados a temas bien fundamentados, con 
presentación de figuras y textos más apropiados para esta modalidad. Estos fueron 
coordinados por la Comisión Organizadora. 
 
Los trabajos presentados en las distintas sesiones del congreso serán posteriormente 
publicados como número especial del Boletín de la Sociedad Chilena de 
Arqueología, revista que actualmente se encuentra indexada en Latindex Catálogo. 
Por esta razón todos los artículos que se presenten serán sometidos al proceso 
editorial propio de esta revista. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
COMISION ORGANIZADORA 
 
 
 
Sociedad Chilena de Arqueología 
Gloria Cabello B. (Presidenta) 
Elisa Calás P. (Secretaria) 
Carole Sinclaire A. 
 
Universidad Alberto Hurtado 
Luis E. Cornejo B. 
Verónica Baeza D. 
Victoria Castro R. 
Boris Santander P. 
 
 
 
 
 
 
 
 
Contacto: xxicnach@uahurtado.cl 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
mailto:xxicnach@uahurtado.cl
INDICE 
 
 Página 
 
Presentación Simposio IX: Geoarqueología en Chile y Latinoamérica: 
balances históricos, el presente y futuros quehaceres. Luca Sitzia y Paula 
C. Ugalde 
 
1 
Geoarchaeology and the Search for Los Primeros Norteamericanos. 
Vance T. Holliday 
 
3 
Contribuciones de la tafonomía lítica al estudio del registro 
arqueológico del sur de Sudamerica. Karen Borrazzo 
 
7 
“La Isla de Muchos Nombres”: Análisis de Procesos de Formación del 
Sitio ‘Ex Isla del Alacrán’. Angel Andrés Carrasco Meza 
 
16 
Procesos de formación de sitios del periodo Arcaico de la Precordillera 
del Norte de Chile: una síntesis. Luca Sitzia 
 
21 
Hydroclimatic changes in the northern Atacama and Andes since 16 
kyr. Christine Y. Chen, David McGee y Jay Quade 
 
26 
Geoarqueología de terremotos y tsunamis holocenos en la costa 
arreica del norte de Chile y sus posibles efectos sobre las poblaciones 
prehispánicas. Diego Salazar, Gabriel Vargas, Tomás León, Jean Louis 
Guendón, James Goff, Ximena Villagrán, Pedro Andrade, Manuel Escobar y 
Camila Palma 
 
29 
De cimientos y estructuras: aproximación geoarqueológica a la 
secuencia estratigráfica-ocupacional de un recinto Caleta Huelén-42 en 
Paposo (costa de Atacama, Norte de Chile). Ximena Power, Luca Sitzia, 
Sebastián Yrarrázaval, Valentina Hernández y Catalina Aliste 
 
34 
Geoarqueología y paleoambientes de los sitios más antiguos de la 
Pampa del Tamarugal, norte de Chile. Paula C. Ugalde, Vance T. Holliday 
y Jay Quade 
43 
 
Paleoambientes, variabilidad climática y ocupaciones humanas en el sur 
de la Pampa del Tamarugal. María Eugenia de Porras, Antonio Maldonado, 
Mauricio Uribe, Camila Segura, Constanza García, Daniela Carrillo y Jose 
Luis Antinao 
 
48 
Especies químicas y procesos de formación: análisis microscópico y 
espectroscópico de tinciones de un conjunto faunístico 
finipleistocénico sumergido (GNLQ1, Quintero). I. Cartajena, B.F. Celis, 
J. Pavéz, V. Flores-Aqueveque, C. Morales, D. Carabias, R. Simonetti y M.J. 
Arancibia 
 
52 
Procesos de formación y cronología del registro arqueológico en 
localidades semiáridas del centro y sur argentino. Cristian M. Favier 
Dubois, Daniela Storchi Lobos y Roberto Bracco 
 
56 
Dinámicas erosivas en paisajes agrarios prehispánicos de las serranías 
orientales del noroeste argentino: el caso de la Sierra de el 
Alto-Ancasti (Catamarca, Argentina). Aportes de la geoarqueología. 
Verónica Zuccarelli, Ana Soledad Meléndez, Melisa Rodríguez Oviedo y 
Marcos N. Quesada 
 
60 
Procesos de formación y tafonomía lítica en contexto de dunas: Arroyo 
Verde 1, Nordpatagonia, Argentina. Eugenia Carranza 
 
64 
Arqueología y Paisaje: resultados e hipótesis. Julio Cezar Rubin de Rubin 
y Rosicler Theodoro da Silva 
 
70 
 
 
XXI Congreso Nacional de Arqueología Chilena / Libro de resúmenes 
Simposio IX: Geoarqueología en Chile y Latinoamérica: balances históricos, el presente y futuros quehaceres 
 
1 | P á g i n a 
 
Simposio IX: GEOARQUEOLOGÍA EN CHILE Y 
LATINOAMÉRICA: BALANCES HISTÓRICOS, EL 
PRESENTE Y FUTUROS QUEHACERES 
 
Relatores: Luca Sitziaa y Paula C. Ugaldeb 
 
a) Laboratorio de Análisis e Investigaciones Arqueométricas, Universidad de Tarapacá. lcsitzia@gmail.com / b) School 
of Anthropology, The University of Arizona; Laboratorio de Arqueología y Paleoambiente, Universidad de Tarapacá 
paulaugalde@email.arizona.edu 
 
Presentación: La geoarqueología es una disciplina que originalmente integra y adapta 
variados métodos y técnicas de las ciencias de la tierra para resolver problemas 
arqueológicos. Sin embargo, ésta se ha ido definiendo y avanzando hacia una red 
diversificada de problemáticas, respondiendo a un proceso de especialización creciente 
y cada vez más exigente de investigadores que dominan ambos campos de acción, o que 
conforman equipos interdisciplinarios esperando generar investigaciones robustas desde 
ambas ciencias. La definición de la disciplina, que esencialmente parece tan simple, se 
complejiza al cuestionar su carácter teórico, o la escala de acción en la que opera. Por 
ejemplo, aunque los enfoques teóricos procesuales son más comunes, existen 
investigadores post-procesuales que utilizan la geoarqueología como una herramienta. A 
la vez, se han generado discusiones sobre cuáles son los problemas que la geoarqueología 
puede abordar en distintos niveles espaciales - desde el sitio arqueológico hasta el paisaje. 
En conclusión, a escala global, la geoarqueología es una disciplina todavía en el camino 
de definir y precisar sus paradigmas,sus preguntas y su escala(s) de investigación: se 
trata en este sentido de una disciplina joven y efervescente con un alto potencial de 
enriquecer la arqueología en terminos teóricos, metodológicos y factuales. 
 
En Sudamérica, siguiendo una tendencia global, las sesiones o simposios de 
geoarqueología han sido en los últimos años parte importante de los congresos 
arqueológicos. Se han publicado libros en español y portugués, y desde ya cinco años 
existe un grupo de estudios geoarqueológicos de Sudamérica (GEGAL) que ha ido 
federando y estructurando las propuestas y necesidades de investigadores 
latinoamericanos (Dubois & Rubin, 2017). Esto da a entender que esta disciplina acoge 
actualmente una comunidad demandante de espacios de discusión y confrontación en 
sus temas fundamentales. En el panorama chileno, si bien existen varios profesionales 
mailto:lcsitzia@gmail.com
mailto:paulaugalde@email.arizona.edu
XXI Congreso Nacional de Arqueología Chilena / Libro de resúmenes 
Simposio IX: Geoarqueología en Chile y Latinoamérica: balances históricos, el presente y futuros quehaceres 
 
2 | P á g i n a 
 
que operan desde una perspectiva geoarqueológica, no se ha creado una instancia en 
congresos previos de arqueología para crear conciencia y potenciar una comunidad 
específica de geoarqueólogos(as). Así, se espera con este simposio contribuir a la 
construcción de esta comunidad contando con el apoyo de profesionales nacionales, así 
como internacionales. 
 
Para facilitar y evidenciar la diversidad de enfoques posibles en geoarqueología, el 
simposio quiere incluir un espectro amplio de propuestas. Así, invitamos a participar 
todos los profesionales que trabajan sobre los siguientes temas: 
 
• Procesos de formación de sitios y tafonomía del registro arqueológico; 
• Modificación y alteración antrópica del paisaje; 
• Impacto de eventos catastróficos naturales sobre las dinámicas sociales; 
• Relaciones ser humano - ambiente frente a cambios climáticos y adaptaciones culturales 
a largo y corto plazo; 
• Creación y adaptación de metodologías geoarqueológicas en la arqueología 
latinoamericana; 
• Revisiones y análisis históricos o teóricos sobre la geoarqueología en Latinoamérica (o en 
distintos países de Latinoamérica). 
 
 
 
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Simposio IX: Geoarqueología en Chile y Latinoamérica: balances históricos, el presente y futuros quehaceres 
 
3 | P á g i n a 
 
 
Geoarchaeology and the Search for Los Primeros Norteamericanos 
 
Vance T. Holliday1 
 
 
Research into the origins and subsequent development of the first American cultures 
(“Paleoindians” ~13,500 to ~10,000 cal years B.P.), in particular the timing and place of 
their arrival as well as the environments of settlement and evolution of those 
environments, has provoked heated, contentious debates in North American archaeology 
since the 19th century. Many of the questions in this archaeological puzzle are 
fundamentally geological and thus many of the answers have come from the geosciences, 
including geology, geography, and soil science, and at a wide range of spatial scales. 
Geomorphic processes and stratigraphic records at continental and subcontinental scales 
provide an understanding of the regional environmental conditions of settlement and 
possible access routes from Asia. Subregional and local investigations based on 
stratigraphy help assess age relationships and site formation processes as well as past 
environments and paleoenvironmental change. Some clues to subsistence can also be 
gleaned at this scale of geoarchaeology. Finer scales such as sedimentology and 
micromorphology aid in understanding activity areas and site formation processes. In 
this paper I present examples and summaries of various geoarchaeological approaches 
to understanding the peopling of the New World and Paleoindian archaeology, with a 
focus on North America. 
 
Independent of landscape processes, geochronology along with stratigraphy provide 
indicators of the earliest peopling of the Americas and the chronology of subsequent 
settlement and technological evolution. The earliest foragers likely arrived in the 
Americas south of the North American ice sheets in excess of 13,500 years ago. The 
earliest obvious and wide-spread settlement in North America (Clovis) occurred ~13,500 
to ~12,900 cal years. Subsequent and many classic Paleoindian occupations and stone tool 
technologies continued until as late as ~10,000 cal years B.P. on the Great Plains and 
adjacent regions, but more sedentary settlement began earlier in both eastern and western 
North America. 
 
At a continental or subcontinental scale, ice-sheet reconstructions, interpretations of ice-
sheet retreat, and reconstructions of sea-level rise, along with paleobiology, have been 
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Simposio IX: Geoarqueología en Chile y Latinoamérica: balances históricos, el presente y futuros quehaceres 
 
4 | P á g i n a 
 
key in understanding and constraining possible entry routes into the Americas: 
continental interior via an “ice-free corridor” or along the Pacific coast. Modeling changes 
in sea-level and the paleogeography of the “Bering Land Bridge” along with the high-
precision dating of ice retreat over Canada is helping in the reconstruction of the 
environmental conditions faced by ancestral Native American in Beringia and the 
environment, route(s), and timing of their entry into North America. 
 
A viable interior corridor between the ice sheets was likely open as early as ~15,000 cal 
years B.P. Paleoindian artifacts are found through the area of the corridor today, but no 
confirmed sites older than Clovis are known. More than half of the northwest Pacific 
coastal regions retain preserved pre-Clovis-aged shorelines, surveys failed to discover 
sites securely dated to older than 12,500 years ago (1700 years later than the earliest 
unequivocal sites in interior Beringia). 
 
Sea level reconstructions and underwater mapping are also beginning to provide insights 
into the now-submerged coastal shelf landscape on the margins of the Gulf of Mexico and 
the Atlantic Ocean. At ~13,500 cal years the Atlantic coast was up to 100 km wider, the 
Florida Penninsula was up to 150 km wider, and the Texas coast up to 200 km wider. But 
sea level was rapidly rising. Depending on the slope of the shelf, the transgression was 
noticeable at the human generational time scale. 
 
Stratigraphy, perhaps the most basic principle in both archaeology and geology, first 
established the antiquity and chronology of the earliest artifact assemblages at sites such 
as Folsom and Clovis in New Mexico by demonstrating clear association of artifacts and 
Pleistocene fauna. Prior to development of numerical dating methods geologists and 
paleontologists further provided age estimates of sites via geologic approaches (e.g., 
stratigraphic correlation, local glacier fluctuations, varves) or by using faunal 
assemblages. Geologists also were prominently involved in developing the radiocarbon 
method and applying it to issues of Paleoindian chronology and environments. Many 
Paleoindian sites also yielded not only extinct fauna, but stratigraphic records with 
evidence of markedly different depositional environments in the past. These sites were 
inviting to geologists because many investigators had backgrounds in Pleistocene 
paleontology. The ancient fauna and the striking contrasts between past and present 
depositional environments drew the attention of archaeologists and earth scientists alike 
who recognized the paleoenvironmental implications. 
 
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Well-preserved, stratified Paleoindian sites are common on the Great Plains. Along 
stream valleys, many sites record evidence for energetic stream flow in the terminal 
Pleistocene (~20,000 to ~11,500 cal years) with a change to low-energy floodplains or lake 
and wetland settings by Younger Dryas time (12,900 to 11,500 cal years). Depositional 
environments varied significant in the early Holocene from region to region. Other 
Paleoindian sites were in proximity to lakes or wetlands in depressions on the uplands 
of the Great Plains. These settings were rapidly drying by the early Holocene. Along the 
east flank of the Rocky Mountains and also far to the southeast, on the coastal plain of 
Texas, rivers deeply incised at the close of the Pleistocene and then aggraded, leaving 
Paleoindian sites either unburied on terraces or deeply buried in alluvium. Along the 
Atlantic coastal plain in the terminal Pleistocene rivers shifted from braided to 
meandering during or just after Clovis time. The meanders typically had sandy point 
bars. The bars subsequently deflated, producing sand dunes that bury Paleoindian sites 
adjacent to the streams. 
 
Paleo-lakes occupied many structural basins in the terminal Pleistocene in the now arid 
western U.S. Most of the lakes were rapidly changing from ~20,000 to ~10,000 cal years 
B.P. Paleoindian sites are found around the ancient shorelines and other lake landforms. 
The distribution of ancient sites across paleo-landforms shows that the early foragers 
lived in proximity to lake margins and wetlands and that occupations shifted through 
time, following the shifting lake levels. 
 
Geoarchaeology has also provided some clues to Paleoindian subsistence. Though 
stereotypically viewed as “Big Game Hunters,” a broad range of data, including 
geoarchaeology, now show that the First Americans had much more varied diets, likely 
with more focus on plants and small animals. In the Bonneville Basin of western North 
America, site of the largest paleo-lake in the region, combined archaeological and 
geological studies of paleo-lake Bonneville demonstrate complex exploitation of 
biologically-rich environments along lake margins and alluvial settings that drained 
subbasins of the lake. In Dust Cave in the southeastern U.S., the stratigraphic sequence 
includes thin, discrete, localized, red-clay deposits. The oldest of these clay layers is 
associated with late Paleoindian artifacts (~10,800 cal years). Micromorphology showed 
that the clay is likely an anthropogenic deposit, purposely prepared and fired, and 
probably some sort of cooking surfaces. These features suggest subsistence practices 
other than the hunting of large animals. 
 
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Simposio IX: Geoarqueología en Chile y Latinoamérica: balances históricos, el presente y futuros quehaceres 
 
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The origins and early occupation records of the First Americans are research questions 
germane to archaeologists across both American continents. It is fundamentally an 
archaeological issue, but a host of disciplines have been brought to bear on questions of 
where they came from, how they got here, when they arrived, and what the 
environmental conditions were and how they evolved. The geosciences and 
geoarchaeology have been at the forefront of interdisciplinary investigations of the 
peopling of the New World for well over a century. This interdisciplinary approach 
provides us with data and interpretations at all scale of space from ice sheets and sea level 
down to artifacts and features, providing a more nuanced understanding of the peopling 
of the New World and all of its complexities. 
 
(1Anthropology & Geosciences, University of Arizona, Tucson, Arizona, USA 85721; vthollid@email.arizona.edu) 
 
mailto:vthollid@email.arizona.edu
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Contribuciones de la tafonomía lítica al estudio del registro arqueológico 
del sur de Sudamerica 
 
Karen Borrazzo1 
 
 
Desde las primeras formulaciones de M. Schiffer sobre los procesos de formación del 
registro arqueológico (Schiffer 1972, 1983, 1987), la investigación arqueológica ha 
experimentado la incorporación de abordajes que buscan conocer las trayectorias 
posdepositacionales de los componentes del registro arqueológico (Waters 1992, 
Goldberg et al. 1993, Lyman 1994, Gifford 1981, Hiscock 1985, Stein 1987, Schiffer y Skibo 
1989, entre muchos otros). Estos estudios formacionales mostraron que cada conjunto 
arqueológico es afectado por procesos postdepositacionales o tafonómicos particulares 
cuyo impacto es necesario evaluar antes de realizar interpretaciones conductuales a partir 
de los patrones exhibidos por el registro. Esta naturaleza compleja del registro 
arqueológico, entendido como fenómeno actual en el que convergen y se combinan los 
resultados de procesos culturales y naturales, pre y postdepositacionales, demanda para 
su estudio la asistencia e interacción con otras disciplinas, en particular las ciencias de la 
tierra (Stein 2001). 
 
La tafonomía se encuentra entre las perspectivas que han contribuido sinérgicamente a 
entender la formación del registro arqueológico (Thiébaut et al. 2010). Más aún, su 
creciente incorporación al estudio de distintas líneas de evidencias arqueológicas y los 
resultados obtenidos en su aplicación han producido un impacto profundo en nuestra 
disciplina en tanto mostraron que la mayoría de los sitios arqueológicos son mejor 
definidos como palimpsestos, es decir, fenómenos de naturaleza promediada, 
acumulativa y compleja, y su estudio requiere por tanto la adecuación de nuestras 
preguntas a tales características (cf. Dibble et al. 2017). 
 
En este marco global, el presente trabajo se focaliza en los avances de las perspectivas 
tafonómicas aplicadas al estudio de materiales líticos en el extremo sur de América. Se 
sintetizan algunos conceptos básicos y se delinea el rol efectivo y potencial de la 
tafonomía lítica en las investigaciones arqueológicas. 
 
Tafonomía lítica: definiciones 
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De modo general, la tafonomía puede ser definida como el estudio de la historia 
postdepositacional de un conjunto fósil (i.e., integrado por restos materiales que 
resultaron de factores bióticos y/o culturales). Dicho estudio contempla el análisis de sus 
componentes (huesos, valvas, cerámica, metal, textil, lítico), el contexto que los alberga 
(matriz) y las relaciones espaciales establecidas entre ellos (Stiner 2008, Borrero 2011, 
Domínguez-Rodrigo et al. 2011). A partir de esta definición general, se desarrollan a 
continuación los lineamientos generales para el estudio tafonómico de los materiales 
líticos, foco de este trabajo. 
 
La historia postdepositacional o tafonómica de un conjunto lítico resulta del accionar de 
agentes y los procesos tafonómicos sobre los materiales. Los efectos tafonómicos son las 
consecuencias (el registro material) de estas acciones sobre los especímenes líticos. Desde 
la perspectiva a la que adscribe este trabajo, las alteraciones postdepositacionales que 
experimentan los materiales líticos constituyen una fuente adicional de información para 
la investigación arqueológica y por ello requieren de estudios diseñados para extraer de 
ellos tantos datos como sea posible. Por ello, aquí se propone agrupar las modificaciones 
tafonómicas de los materiales líticos en dos tipos generales: morfológicas y 
distribucionales. Las modificaciones morfológicas son aquellos cambios introducidos enlas propiedades formales (aspecto, textura, forma) de las piezas e incluyen la ocurrencia 
de fracturas, abrasión y pulido, meteorización química y la formación de revestimientos 
(rock coatings). Estos fenómenos constituyen indicadores tafonómicos; puesto que cada 
uno de ellos ocurre en ambientes y situaciones particulares, su presencia es un registro 
de la disponibilidad de tales condiciones. El estudio de las características de los 
indicadores tafonómicos (su ocurrencia, extensión y localización en cada pieza) puede 
informar entonces sobre las condiciones postdepositacionales de un conjunto lítico 
durante su existencia. Es por ello que cada analista necesita operativizar la/s definición/es 
del/los fenómeno/s o indicador/es tafonómico/s seleccionados (corrasión, meteorización, 
etc.) y generar un protocolo para su análisis tafonómico. Un elemento que resulta clave 
para el estudio de la estabilidad es el registro de la posición de cada pieza al momento de 
su recuperación (dorsal, ventral, vertical), dato que luego es cotejado con la localización, 
extensión e intensidad de cada indicador estudiado. 
 
Las modificaciones distribucionales, por su parte, son aquellas que introducen cambios 
en las localizaciones y/o relaciones espaciales entre los especímenes líticos. Involucran el 
movimiento y cambios de posición –tales como desplazamientos verticales y 
horizontales, cambios en la orientación del eje e inversiones. En este caso se consideran 
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los atributos de forma a la luz del emplazamiento espacial de las piezas. La integración 
de datos granulométricos de los especímenes (tamaños), distribución espacial y 
orientación cardinal del eje mayor de las piezas suele ser útil para identificar y discutir 
el/los proceso/s y agente/s tafonómico/s que actuaron sobre el conjunto estudiado. Como 
puede observase, conforme se avanza en la explicitación de conceptos y métodos 
tafonómicos aplicados al estudio de los materiales líticos se hace evidente el rol clave que 
tiene la articulación con la geoarqueología. 
 
Varios son los factores que afectan la ocurrencia de las modificaciones morfológicas y 
distribucionales así como las características que ellas despliegan. Entre ellos se destacan 
1) el contexto ambiental y sedimentario; 2) las materias primas líticas de las piezas, y 3) 
el lapso de tiempo durante el que los materiales han estado sujetos a la acción de los 
agentes y procesos tafonómicos. La evaluación detenida de todos estos elementos es 
indispensable para evitar comparaciones inapropiadas que deriven en interpretaciones 
incorrectas del registro tafonómico. Como ejemplo podemos mencionar que la mayor 
intensidad de abrasión registrada en un conjunto respecto de otro puede deberse a la 
frecuencia diferencial de materias primas líticas con dureza distinta representadas en 
cada muestra y/o al contexto ambiental (superficie de dunas de arena vs. sustrato 
arcilloso en margen de laguna temporaria), y no necesariamente a los tiempos de 
exposición registrados por cada conjunto. 
 
Por lo tanto, la implementación de perspectivas que permitan realizar un diagnóstico 
tafonómico del registro lítico es central para conocer los posibles sesgos (preservación-
dependientes) de la muestra y ajustar (i.e. maximizar la concordancia) las preguntas de 
nuestra investigación a las características del registro bajo estudio. Además, la aplicación 
de estas evaluaciones formacionales en escala regional ofrece un marco sólido para la 
selección de conjuntos líticos con mayor grado de comparabilidad en términos de su 
historia tafonómica, lo que a su turno maximiza las oportunidades de que las similitudes 
y/o diferencias detectadas entre las muestras respondan a factores conductuales (Burger 
et al. 2008, Borrero 2014, Borrazzo y Borrero 2015). En definitiva, los estudios tafonómicos 
de conjuntos líticos contribuyen a mejorar las interpretaciones arqueológicas. 
 
Contribución de la tafonomía lítica a la arqueología de sudamérica 
 
El registro lítico de superficie es el fenómeno arqueológico más frecuente en muchas 
regiones del mundo. Usualmente se ha insistido sobre las limitaciones de este tipo de 
registro debido a su grado de transformación producto de su exposición prolongada a los 
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procesos naturales y culturales postdepositacionales. Sin embargo, como se dijo más 
arriba, una perspectiva tafonómica considera a los cambios postepositacionales como un 
registro adicional que, con un adecuado marco de referencia, ofrece una nueva fuente de 
información para la investigación arqueológica. En el extremo sur de Sudamérica la 
aplicación de perspectivas tafonómicas al estudio de conjuntos líticos ha proliferado en 
los últimos años, principalmente abocado a capitalizar las modificaciones tafonómicas de 
los conjuntos de superficie para detectar sesgos, caracterizar conjuntos en términos de su 
resolución, integridad y preservación, e interpretar y problematizar las tendencias 
temporales y los atributos morfológicos y tecnológicos del registro (e.g. Borrazzo 2006, 
2013; Somonte y Baied 2013, Ratto y Carniglia 2013, Weitzel et al. 2014, Carranza 2015, 
Ozán et al. 2015, Ugalde et al. 2015, Cañete Mastrángelo y Muñoz 2016, Arteaga Brieba y 
Borrazzo 2017, Storchi Lobos 2018). Estas investigaciones se han desarrollado en distintas 
latitudes y contextos geomorfológicos que incluyen terrazas y dunas costeras e interiores; 
piedemonte, interfluvios y quebradas de altura; talud en reparos rocosos, márgenes de 
lagunas temporarias y permanentes. Hasta el momento la mayoría de estos estudios se 
han desarrollado predominantemente en sectores áridos o semiáridos del sur de 
Sudamérica. 
 
En menor medida, otros trabajos tafonómicos abordaron en la región el problema del 
ruido tafonómico lítico (Borrero 2015), es decir, el estudio de los pseudoartefactos 
(Borrazzo 2011, Balirán 2014, Carranza Elola 2015, Carranza Elola y Méndez 2017). Los 
pseudoartefactos son los litos disponibles en un área o región cuya morfología -de origen 
tafonómico- emula a la de los artefactos líticos; esta categoría también incluye a las 
modificaciones tafonómicas de artefactos preexistentes (e.g. lasca) que producen 
pseudormorfos de instrumentos (o pseudo instrumentos). A pesar de su reducido 
número, los trabajos arriba mencionados mostraron de forma contundente los alcances 
de los efectos tafonómicos (en este caso, modificaciones morfológicas) y la importancia 
de su evaluación para la investigación arqueológica. 
 
En este sentido, dada las controversias planteadas en torno a la ambigüedad de varios 
sitios -tanto pleistocénicos como holocénicos- del sur de Sudamérica y las “industrias” 
líticas allí representadas, la incorporación de un abordaje tafonómico de esos materiales 
líticos no solo es deseable sino necesaria (ver Borrero 2015 y comentarios). Ello también 
conlleva abandonar esquemas confirmatorios que busquen probar la inocuidad o 
irrelevancia para el registro de aquellos procesos tafonómicos que tuvieron y/o tienen 
lugar en los loci bajo estudio. Como ya fuera mencionado, el objetivo de un estudio 
tafonómico es comprender la historia de formación del conjunto lítico, buscando 
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Simposio IX: Geoarqueología en Chile y Latinoamérica: balances históricos, el presente y futuros quehaceres 
 
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identificar los procesos que dieron origen a los patrones exhibidos por los materiales. En 
esta búsqueda será crucial implementaruna investigación en distintas escalas, focalizada 
en el estudio actualístico sistemático de espacios no convencionales, especialmente 
aquellos que carecen de evidencias arqueológicas. Esa primera aproximación al 
“entorno” del registro y su dinámica nos sensibiliza sobre los atributos morfológicos y 
distribucionales del ruido tafonómico lítico local y regional, y provee una plataforma de 
conocimiento más completa -en tanto incorpora información sobre la señal tafonómica- 
para estudiar e interpretar los conjuntos líticos. 
 
De esta manera, el optimismo de la tafonomía convierte a las “perturbaciones” del 
registro en fuentes de información. Por ello, la contribución más importante de la 
tafonomía lítica es potenciar y expandir los alcances de la investigación arqueológica. 
 
 
(1CONICET, Instituto Multidisciplinario de Historia y Ciencias Humanas (IMHICIHU-CONICET). Facultad de 
Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires (FFyL – UBA), Buenos Aires, Argentina. Email: 
kborrazzo@yahoo.com.ar) 
 
 
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mailto:kborrazzo@yahoo.com.ar
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“La Isla de Muchos Nombres”: Análisis de Procesos de Formación del 
Sitio ‘Ex Isla del Alacrán’ 
 
Angel Andrés Carrasco Meza1 
 
 
La Ex Isla del Alacrán es una península ubicada en la costa sur de la ciudad de Arica en 
el Norte de Chile, frente a los pies del peñón denominado ‘El Morro’ y a unos 500 metros 
del centro urbano de la ciudad. Antiguamente era una isla pequeña con 49.369 m2 de área 
y a una distancia de 456 metros de la costa ariqueña, hasta que en 1965 fue adherida al 
continente mediante un terraplén de rocas. Este sitio, declarado Monumento Nacional en 
1985, evidencia hallazgos arqueológicos e históricos que apuntan a constantes re-
ocupaciones y re-utilización del lugar por diferentes poblaciones locales a lo largo de la 
cronología ocupacional de Arica: desde ocupaciones prehispánicas de poblaciones 
costeras en el pasado, hasta la visita de ciudadanos ariqueños en la actualidad. 
 
Según fuentes arqueológicas e históricas (Bird 1943; Chacón e Hidalgo 1983; Mendez-
Quiroz et al. 2010; Valenzuela 2010; Chacama et al. 2016a), la isla fue ocupada 
primeramente por aborígenes prehispánicos de los valles y costas cercanas, quienes 
recurrían a ésta para el aprovisionamiento de recursos costeros (caza, pesca, marisqueo, 
etc.), pero principalmente de los grandes depósitos de guano en su superficie, los cuales 
se utilizaban para actividades agrícolas cercanas. Estas actividades de aprovisionamiento 
pueden ser comprobadas por testimonios de las primeras expediciones españolas sobre 
estas costas, las cuales dejan constancia de la presencia de ‘indios guaneros’. Luego, en 
épocas coloniales (s. XVII – XVIII) se dio una intensificación de la actividad guanera sobre 
el sitio por parte de las comunidades aborígenes y coloniales para la comercialización de 
este recurso, ante la creciente actividad agrícola en la región (Chacón e Hidalgo 1983; 
Mendez-Quiros et al. 2010; Salazar 2010; Rosenblitt 2014). En el s. XIX, una vez instaurada 
la República del Perú, la isla pasa a tomar un rol bélico ante la construcción de un sistema 
defensivo sobre su superficie, el cual forma parte de una planeación peruana para la 
protección de la bahía y el Puerto de Arica en 1866 ante inminentes ataques marítimos 
(Chacón e Hidalgo 1983; Araya et al. 2012). Poco después en 1868, la fortificación es 
azotada y abandonada tras los eventos devastadores del terremoto y tsunami que 
afectaron a la región ariqueña (Wormald 1963). Aunque posteriormente, la ínsula 
nuevamente sería ocupada por tropas peruanas en 1879 como punto estratégico para la 
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defensa naval de Arica ante ataques por parte de la Escuadra Chileno durante la Guerra 
del Pacífico (Ramírez 1984; CUA 2006). Ya en principios del s. XX, cuando Arica fue 
anexada al territorio chileno, se produjeron grandes cambios en cuanto al papel que 
cumplía la isla para el desarrollo de la región y para los acuerdos internacionales de paz 
ante la post-guerra. Por ejemplo, en 1965 se realiza la unión de la isla al continente como 
parte del proyecto del mejoramiento del Puerto de Arica y la construcción de una 
carretera que permitiera la entrada del público a ésta (Chacón e Hidalgo 1983). Cabe 
mencionar que esta anexión utilizó material rocoso proveniente del Morro, lo cual 
perjudicó la integridad de sitios prehispánicos en ese sector (Chacama et al. 2016a). En la 
actualidad, la Ex Isla se halla abierta a todo público, convirtiéndose en una importante 
atracción turística para la ciudad de Arica, debido a su vista privilegiada hacia el mar, la 
realización de deportes acuáticos y las ruinas de la antigua fortaleza peruana presentes 
aún en esta. Igualmente es común ver actividades de marisqueo y pesca artesanal por 
parte de pobladores locales. 
 
Como se puede observar, la Ex Isla del Alacrán ha sido constantemente ocupada por 
diferentes poblaciones, quienes realizaron diferentes actividades y le dieron diferentes 
usos. Por consiguiente, los depósitos arqueológicos procedentes de cada una de estas 
ocupaciones han sido alterados, transformados y reconfigurados por ‘procesos de 
formación de carácter antrópico’, producidos por ocupaciones posteriores. Esto provoca 
que el registro arqueológico del sitio tenga secuelas importantes en su configuración, 
como para entender tentativamente cada una de estas ocupaciones, pero por sobre todo 
las que están más atrás en el tiempo. 
 
Si se toma igualmente en consideración a los diferentes estudios arqueológicos sobre la 
propia Ex Isla (Bird 1943; Chacón e Hidalgo 1983; CUA 2006; Valenzuela 2010; Chacama 
et al. 2016b), puede observarse que no se ha hecho alguna investigación profundizada 
para entender la configuración del registro arqueológico y explicar cómo se produjeron 
estos “procesos antrópicos de formación” sobre el sitio. A cambio, solo se ha realizado 
estudios de caracterización o descripción arqueológica sobre los hallazgos materiales 
encontrados superficialmente, hallándose solo la excepción de recientes excavaciones 
arqueológicas, producto de estudios de impacto ambiental en los últimos años. 
 
Por tanto, surgen las preguntas: ¿Cuáles fueron los procesos antrópicos de formación que 
afectaron al sitio? ¿Cómo estos han re-configurado al registro arqueológico de este sitio 
de constantes ocupaciones? Es aquí donde surge la propuesta de investigación de 
descifrar el desarrollo de la configuración del registro arqueológico de la Ex Isla del 
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Alacrán y cuáles los Procesos Antrópicos de Formación actuaron en sus constantes re-
configuraciones. La intención de este objetivo de investigación es enriquecer en cuanto a 
conocimiento sobre cómo se han efectuado las diferentes ocupaciones poblacionales en 
este sitio y sobre la importancia que tenía la Isla para las diversas poblaciones en Arica. 
Pero igualmente, esta propuesta va orientada a la conformación de una metodología 
acuciosa, exploratoria y simplista que pueden aplicarse a casos similares de estudio y así 
lograría ayudar a un mayor entendimiento de este fenómeno. 
 
La investigación se realizó en base a muestras arqueológicas de carácter material y 
sedimentario, las cuales fueron resultantes de excavacionesrealizadas en 2016 por parte 
de la consultora arqueológica Camaquen Ltda sobre la península, en marco del proyecto 
“Levantamiento de Línea de Base Arqueológica en Monumento Nacional Ex Isla del 
Alacrán” (código BIP N° 30390125-0). Estas excavaciones se realizaron en base a 41 pozos 
de sondeo repartidos equitativamente por toda la Ex Isla, las cuales fueron excavadas 
mediante niveles de excavación de 10 cm de grosor (Chacama et al. 2016b). 
 
La metodología utilizada en el estudio consistió en una caracterización del registro 
arqueológico del sitio en cuestión – caracterización del registro material y sedimentario – 
en base a una zonificación de las unidades de excavación, para posteriormente realizar 
un análisis de sedimentación y estratificación de los depósitos del sitio. Igualmente se 
instó que un análisis estadístico multivariado para observar similitudes y diferencias de 
volumen entre depósitos arqueológicos del sitio y entre zonas de estudio. Esto permitió 
entender de mejor forma cómo está configurada y cómo se ha ido configurando el sitio 
en diferentes zonas dentro de este, y así acercarse a comprender las depositaciones y 
alteraciones del registro en cuestión a lo largo de la cronología ocupacional. 
 
(1Alumno tesista de la carrera de Antropología, en mención en Arqueología, de la Universidad de Tarapacá (Arica, 
Chile). Contacto de correo: ang_carras@hotmail.com) 
 
 
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mailto:ang_carras@hotmail.com
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Procesos de formación de sitios del periodo Arcaico de la Precordillera 
del Norte de Chile: una síntesis. 
 
Luca Sitzia1 
 
 
En las últimas dos decadas, el estudio de los cazadores-recolectores de los Andes centro-
sur se ha diversificado en distintas líneas: primeros poblamientos, movilidad y 
estrategias adaptativas, tecnológica, complejización social y cultural, paleoclima y 
paleoambientes. Al interior de esta amplia área, muy pocos estudios arqueológicos se han 
enfocado en las tierras altas del norte de Chile después de los trabajos fundadores de la 
década de los ’80 y ’90 (Dauelsberg 1983; Snatoro 1989; Santoro y Chacama 1982, 1984; 
Santoro y Núñez 1987; Schiappacasse y Niemeyer 1996). Como consecuencia, el 
conocimiento del período Arcaico para esta región se basó hasta hace poco en datos 
relativamente limitados y puntuales. 
 
En los últimos años, nuevas investigaciones en la región de Arica y Parinacota se han 
centrado en el primer poblamiento de la región (e.g. Osorio et al. 2017) y el arte rupestre 
(e.g. Sepúlveda et al. 2017 y referencias incluidas). Además, dos proyectos localizados en 
la cuenca de drenaje del río Tignamar en las regiones de Arica y Parinacota (Proyectos 
FONDECYT 1130808, y antes FONDECYT 11060144) han permitido proporcionar nuevos 
datos y interpretaciones acerca de: i) la distribución de los sitios arqueológicos arcaicos; 
ii) la función de sitio de los asentamientos atribuidos al período arcaico; iii) la cronología 
y la estacionalidad de los sitios; iv) las estrategias de movilidad; v) la cronología y los 
estilos de las pinturas rupestres regionales (Castillo y Sepúlveda, 2017; Dudognon y 
Sepulveda 2017; Osorio et al. 2017; Sepúlveda et al. 2017, 2018). A esto se suman las 
evidencias proporcionadas en el sitio de Ipilla 2 en la misma área de estudio (Herrera et 
al. 2015). 
 
A pesar de esta renovación en la investigación, destaca la falta de datos contextuales 
geológicos regionales para los sitios arqueológicos. Usando esto como punto de partida, 
se manifestó la nececidad de estudiar las dinámicas regionales de asentamiento de 
cazadores-recolectores y las interacciones humano-ambientales desde una perspectiva 
geoarqueológica. Nuestro propósito era de poner a prueba la siguiente hipótesis: los sitios 
arqueológicos del periodo Arcaico (10.500- 3.500 cal. AP) de la Precordillera de Arica 
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(Región de Arica y Parinacota) están bien preservados, y por lo tanto la interpretación 
arqueológica de las dinámicas de asentamiento de los cazadores-recolectores a lo largo 
de este periodo no queda desvirtuada por procesos geomorfológicos. Los objetivos 
específicos de nuestro trabajo fueron estructurados alrededor de esta hipótesis general y 
debían proporcionar claves de lectura para: a) discutir la uniformidad enla visibilidad 
de los sitios Arcaicos y evaluar si en el área considerada dichos sitios están más bien en 
riesgo de erosión o en riesgo de entierro (escala del paisaje); b) discutir la integridad 
tafonómica de los conjuntos de vestigios (escala del sitio). 
 
El trabajo privilegió tres zonas principales que han proporcionado la mayoría de los sitios 
Arcaicos conocidos en la región: Pampa El Muerto, La Estrella-Oxaya, Mullipungo. A la 
escala del paisaje, la metodología empleada fue el mapeo geomorfológico a meso-escala 
de las tres zonas principales, junto con descripciones de terreno de los principales 
procesos geomorfológicos actuales y la identificación y descripción de las capas de 
sedimento de algunos depósitos cuaternarios con potencial paleoambiental. A la escala 
de los sitios, la identificación de los procesos se basó en un enfoque metodológico 
totalmente original para la región, y que consistió en combinar: 1) la descripción 
estratigráfica y edafológica detallada de cada sitio intervenido; 2) el estudio 
micromorfológico de los sedimentos; 3) el análisis granulométrico de los conjuntos líticos 
y puntualmente los remontajes de piezas. 
 
A escala del paisaje, si bien de forma cualitativa, pudimos avanzar hipótesis sobre la 
visibilidad. En el sector de Pampa el Muerto, estimamos que la dinámica holocena en 
términos de cobertura sedimentaria es baja y que por lo tanto la visibilidad de los sitios 
Arcaicos es relativamente alta. Quedan sectores en pie de vertiente donde hay 
acumulación de sedimento, y por lo tanto mayor potencial de preservación, como en el 
caso del sitio Arcaico Medio de La Puerta. En el sector Pampa Oxaya-La Estrella, la parte 
más septentrional presenta un grado de visibilidad comparable a lo de la zona de Pampa 
el Muerto. En el resto del área, la visibilidad es: i) baja en todos los fondos de riachuelos; 
ii) relativamente alta en las zonas planas y las vertientes, con sectores donde la formación 
de pavimentos desérticos podría implicar una menor visibilidad de ocupaciones arcaicas; 
iii) baja en el lecho del Río Tignamar, debido al fuerte potencial de erosión de ese río. En 
el sector de Mullipungo, se destaca una mayor acumulación sedimentaria debido a la 
mayor cantidad de precipitaciones que es vinculada a la mayor altura de dicho sector. La 
visibilidad es baja en el lecho de la Quebrada Oxa y del Río Tignamar. En la terraza 
principal asociada a la Quebrada Oxa, fechada del Holoceno temprano, el potencial de 
visibilidad en superficie de sitios Arcaico Temprano es bajo, mientras es alto el potencial 
de encontrar en estratigrafía sitios de dicho periodo. En los bordes de las quebradas los 
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depósitos de vertiente son un obstáculo a la visibilidad. Al contrario, los sectores en 
planicie tienen una visibilidad relativamente alta, como es el caso de la zona del sitio El 
Alto. 
 
Como era esperable, los estudios a escala de los sitios dan cuenta de una notable 
variabilidad en término de tipo de procesos de formación y de grados de preservación. 
Los procesos naturales predominantemente registrados en los sitios arcaicos estudiados 
son los siguientes: 1) escurrimiento superficial, 2) pavimentación desértica, 3) 
escurrimiento fluvial, 4) desagregación de paredes rocosas. Se han igualmente detectado 
bioturbaciones. Las implicaciones de nuestros resultados con respecto al modelo de 
patrón de asentamiento miran esencialmente hacia la temporalidad. Planteamos que en 
la actualidad faltan datos críticos para discutir la disminución de sitios del Arcaico Medio 
en la región en relación con cambios climáticos que habrían incentivado los grupos de 
cazadores recolectores a desplazarse en áreas ecológicamente más favorables como la 
Cordillera, tal como se ha comúnmente indicado en la literatura. Los argumentos que 
fragilizan esta hipótesis son los siguientes: 1) la presencia de un nuevo sitio, el sitio de La 
Puerta, perteneciente a este intervalo temporal; 2) la ausencia de análisis tafonómicos en 
sitios excavados previamente y que sustentan esta hipótesis; 3) la observación de una 
actividad fluvial en el Holoceno Medio en el sitio Alero El Bajo que pudo haber borrado 
las evidencias materiales perteneciente al periodo cultural Arcaico Medio; 4) la dificultad 
actual de mantener criterios tecno-tipológicos que permitan distinguir ocupaciones 
Arcaico Medio en ausencia de instrumentos diagnósticos (e.g. puntas de proyectil), lo 
cual complica la posibilidad de evidenciar eventuales conjuntos efímeros de dicho 
periodo; 4) la constatación que, en otros sitios regionales, la ausencia de ocupaciones del 
Arcaico Medio podría estar relacionada a procesos de formación de sitios más bien que a 
factores ambientales. 
 
Este trabajo permite proponer, a nuestro parecer, una lectura más crítica de distintos 
sitios del periodo Arcaico de la Precordillera del Norte de Chile y por ende de los 
problemas en la visión actual de los patrones de asentamiento. Nuestros datos sugieren 
la necesidad de extender estos enfoques a otras áreas de los Andes centro-sur. Esta 
condición nos parece esencial para esclarecer el poblamiento Arcaico y acercarnos de 
forma más precisa y balanceada a debates mayores como la interdependencia entre los 
cambios climáticos y las respuestas de los grupos de cazadores-recolectores. 
 
(1Universidad de Tarapacá, Laboratorio de Análisis y Interpretaciones Arqueométricas (LAIA), Camino a Azapa km 
12, Arica, Chile. Universidad de Tarapaca; lcsitzia@gmail.com) 
 
 
mailto:lcsitzia@gmail.com
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https://doi.org/10.1016/j.quaint.2017.02.005
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Hydroclimatic changes in the northern Atacama and Andes since 16 kyr. 
 
Christine Y. Chen1, David McGee1 y Jay Quade2 
 
 
In our presentation, we will combine previously published results with new dating from 
paleolakes and wetlands that shed light on significant changes in rainfall in the central 
and northern Atacama Desert and nearby Andes in the late Quaternary. Previous 
evidence from rodent middens and wetlands suggests that the Atacama north of about 
23°S experienced two periods of significantly wetter conditions, designated Central 
Andean Pluvial Events (or CAPE) I (15.9 to 13.8 ka) and II (12.7 to 9.7 ka). During this 
time, spring-fed wetlands greatly expanded along the Pacific flank of the Andes, 
accompanied by down-elevation expansion of Puna grassland and tolar shrubland to 
~2500 masl elevation. Floral evidence suggests this was caused by intensification of 
summer rains ultimately connected to the South American monsoon system. 
 
New dating results from shoreline deposits associated with paleolakes found above 4000 
m in the nearby Andes provide a test of these temporal patterns and shed new light on 
the relative magnitude of CAPE I and II. U-Th and 14C dates were obtained from microbial 
tufas encrusting paleo-shorelines of five fossil lake systems: Salar de Huasco (20.3°S), 
Salares de Agua Caliente I and Tara (23.1°S), Salar de Loyoques (23.3°S), and the Lagunas 
Miscanti-Miñiques-Pampa Varela system (~23.7°S). Tufas were carefully field selected 
for the purest and densest material, yielding single-aliquot U-Th ages with high 
230Th/232Th and reasonably high precision, from ±40 to ±500 years, depending on age. 14C 
ages were obtained a few paired samples, revealing substantial (>1000 yrs) 14C reservoir 
effects in Andean lakes, consistent with other previous research showing the 
contributions of volcanic CO2 to lake water. These results verify the utility and viability 
of U-Th dating of lacustrine tufa, where carefully sampled. 
 
Our results confirm previous research in demonstrating the role of CAPE I and II in filling 
lake basins in the central Andes. U-Th dates from tufas cluster between 16.2 to 13.3 ka, 
overlapping within error the span of CAPE I from previous studies. Tufas of this age can 
be found all across the region from 20.3 to 23.7 °S. A second age grouping ranges between 
11.9 to 8.2 ka, overlapping with CAPE II of previous studies, but extending ~1500 years 
younger into the early Holocene. The CAPE II ages are confined to the southern part of 
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the study transect, in the Miscanti- Miñiques -Pampa Varela system. A few dates from 
Pampa Varela point to wetter conditions in the 18.3 to 20.8 ka range, in addition to CAPE 
I and II. As a result, these data have extended further south the known spatial fingerprint 
of CAPE I and II wet periods experienced above 4000 m. 
 
A more regional review of hydroclimatic changes provides some perspective in the 
causes of these rather dramatic shifts in Atacama hydroclimate. For example, the record 
of the CAPE I event is quite widespread, extending north to Bolivia and Peru (18°S), and 
as far east (66.7°W) and south (33.6°S) as Lago Bebedero in Argentina, based on 
previously published and new results. During CAPE I, north-central Bolivia at ~19.5±1°S 
was covered by one of the largest megalakes in the Americas. Its hydrologic maximum, 
the “Tauca highstand”, occurred 16.4 to 14.1 ka, very close to the age constraints provided 
by U-Th dates for CAPE I in the Atacama. The wet conditions that produced this massive 
lake were probably connected to the intensification of the South American monsoon over 
southern Peru and Bolivia, due to a southward shift in the Intertropical Convergence 
Zone (or ITCZ). Diverse records from lakes, speleothems, marine cores, and ice records 
from across northern South America also display this shift. Dramatic cooling of the North 
Atlantic during the Heinrich Event 1 (~17.5 to 14.5 ka) is generally thought to have caused 
the southward displacement of the ITCZ. 
 
The evidence for CAPE II is less extensive than CAPE I and seems to be best expressed in 
a variety of records from the Atacama and Andes between 22 to 25°S. Packrat middens 
contain abundant evidence of downward displacement of Andean vegetation zones into 
the margins of the Atacama Desert, probably the clearest indication of major changes that 
can now be combined with the evidence from wetlands and lakes. CAPE II also appears 
to be expressed in the Bolivian lake record at 19.5±1°S as the Coipasa highstand, which 
developed after the lake had receded from the much higher Tauca highstand. The 
Coipasa (=CAPE II?) lake was just over half (32,300 km2) the size of the Tauca (CAPE I) 
lake (56,700 km2), and required about 30% less rain to support it. The relative size of 
CAPE I and CAPE II-age lakes in the Andes between 24-26°S is still unclear and a focus 
of our ongoing research. 
 
CAPE II is more challenging to diagnose than CAPE I, because of its restricted 
geographical extent and unusual timing. Few regions in South America outside of the 
central Andes and Atacama seem to have been markedly wetter during the early 
Holocene (CAPE II) than today. Moreover, most of the time span covered by CAPE II 
(11.9–8.2) at 23-24°S represents a period of global warming and deglaciation, and how 
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this might be linked to increased rainfall in the Atacama and Andes is unclear. One 
possibility is there is some connection of CAPE II to ENSO variability in the Pacific, but 
marine records of ENSO covering this time period remain incomplete. 
 
U-Th dates also identify presence of the lakes in deeper time at Salares de Huasco and 
Loyoques, in the 110–140 ka time range. This range broadly overlaps with the age of the 
well-dated Ouki highstand at Salar de Poopo in Bolivia. The ultimate climatic causes of 
this wet period are unknown. ~150 ka seems to be the age limit of shoreline preservation 
in this dry but tectonically and volcanically active region. 
 
CAPE I and II would have strongly influenced the habitability of the Andes and adjoining 
margins of the Atacama. The core areas of the Atacama along the central valley are and 
probably have been hyperarid since the mid-Cenozoic and most habitable wherefed by 
Andean runoff. By contrast, the margin of the Atacama along the base of the Andes has 
been the zone of a hydroclimatic fluctuation between a hyperarid/arid state (like today) 
to semi-arid conditions with more vegetation and expanded wetlands and springs during 
CAPE I and II. Peopling of the central Atacama and Andes appears to commence ca. 11–
12 ka, during CAPE II; as far as we know, there is no evidence for native Americans in 
the Atacama or central Andes during CAPE I. The expansion of vegetation and wetlands 
during CAPE II no doubt facilitated the radiation by humans into the Atacama Desert, 
which ended around 8.2 ka. Rather than a barrier, the Andes and Atacama, especially 
along its eastern margin, would have been corridors for settlement and migration by 
early native Americans during CAPE II (~11.9–8.2 ka). 
 
(1 Department of Earth Atmospheric and Planetary Sciences, Massachusetts Institute of Technology, Cambridge, MA 
02139-4307, USA / 2 Jay Quade (presenter), Department of Geosciences, University of Arizona, Tucson, Arizona 85721, 
USA; Quadej@email.arizona.edu) 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
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Geoarqueología de terremotos y tsunamis holocenos en la costa 
arreica del norte de Chile y sus posibles efectos sobre las poblaciones 
prehispánicas 
 
Diego Salazar1, Gabriel Vargas2, Tomás León2, Jean Louis Guendón3, James Goff4, 
Ximena Villagrán5, Pedro Andrade6, Manuel Escobar3 y Camila Palma3 
 
 
El margen de subducción de los Andes Centrales está caracterizado por la ocurrencia de 
grandes terremotos asociados a la subducción de la placa de Nazca bajo la placa 
Sudamericana, cuya convergencia ocurre a aproximadamente 6,5 a 7 cm/año (Béjar-
Pizarro et al., 2010). Este contacto tectónico es responsable de causar grandes terremotos 
de subducción, como los de magnitud (Mw) 8,8 ocurridos en 1868 y en 1877, los cuales 
fueron capaces de generar a su vez grandes tsunamis que afectaron vastas regiones a lo 
largo del sur de Perú y del norte de Chile, respectivamente. En particular, el último gran 
terremoto en 1877 generó una ruptura de aproximadamente 450 a 500 km a lo largo del 
contacto interplaca frente a la costa del norte de Chile, produciendo olas de tsunami que 
alcanzaron 12-20 m en la zona epicentral entre Iquique y Mejillones (Kausel, 1986; Comte 
y Pardo, 1991), pero que impactaron igualmente a las áreas aledañas. 
 
El conocimiento actual acerca de la ocurrencia, características y efectos de grandes 
terremotos y tsunamis se encuentra fuertemente limitado por la carencia casi absoluta de 
registros históricos previos al siglo XIX en la costa del Norte Grande de Chile (Comte y 
Pardo, 1991), así como por la hiperaridez y naturaleza rocosa de gran parte de la región, 
lo que ha limitado las posibilidades de realizar investigaciones paleosismológicas desde 
los espacios litorales. Por lo mismo, estudios geoarqueológicos ofrecen un potencial 
interesante para abordar estas problemáticas en grandes escalas temporales. Resulta 
paradójico, sin embargo, que pese a su potencial, no hay estudios previos de 
geoarqueología orientados a la ocurrencia de tsunamis y terremotos pasados en esta 
región (a diferencia de lo que ocurre en otras regiones). La ausencia de investigaciones 
en esta línea es doblemente llamativa considerando el impacto que sabemos que tuvieron 
este tipo de eventos en la historia reciente o contemporánea de la región, como por 
ejemplo los terremotos y tsunamis de los años 1604, 1868 y 1877 que afectaron localidades 
del sur del Perú (desde Pisco), Arica, Iquique, Tocopilla y Cobija (Lomnitz 1970). 
 
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En efecto, la ocurrencia de eventos catastróficos no puede ser desconocida ni considerada 
un evento aislado. Tampoco debe minimizarse su potencial impacto sobre las trayectorias 
históricas de las poblaciones humanas en el pasado (Dillehay y Kolata, 2004). Datos 
actuales de Naciones Unidas muestran que cerca de 200 millones de personas son 
afectadas anualmente por desastres naturales (Cooper y Sheets, 2012) y diversos estudios 
han documentado con detalle el efecto de eventos catastróficos históricos sobre 
comunidades indígenas de distintas partes del mundo (p.e. Gaillard, 2007). 
 
La investigación sobre la ocurrencia y efectos de terremotos de subducción y tsunamis en 
la costa norte de Chile no solo es importante en términos de comprender procesos 
ambientales y sociales de la prehistoria de esta región en particular, sino que nos permite 
contribuir a una discusión más amplia acerca de la vulnerabilidad y resiliencia de las 
sociedades humanas ante los desastres socio-naturales en general, incluyendo los 
terremotos, tsunamis, así como los efectos del cambio climático, entre otros (Sandweiss y 
Quilter 2008; Craig 2011). Asimismo, permite contribuir con un conocimiento más 
acabado para definir políticas públicas en el presente, por ejemplo aquellas relacionadas 
con los planes de contingencia ante el peligro de tsunamis en la costa norte de Chile. 
Debemos recordar, en este sentido, que dada la escasa información disponible sobre la 
ocurrencia de estos fenómenos antes del siglo XIX, así como la ocurrencia de terremotos 
recientes de intensidad sólo moderada a fuerte en la costa norte de Chile (tales como los 
últimos de Mw 8,1 en Iquique, 2014, Mw 7,7 en Tocopilla, 2007 y Mw 8,1 en Antofagasta, 
1995), esta zona es considerada como una laguna sísmica en donde es posible esperar un 
terremoto y tsunami de grandes dimensiones, similar o superior al de 1877. 
 
En este trabajo, presentamos y discutimos resultados de una investigación 
geoarqueológica orientada a la identificación de megaterremotos tsunamigénicos 
holocenos en la costa arreica del norte de Chile, así como a la discusión de sus posibles 
efectos sobre la trayectoria histórica de las poblaciones prehispánicas de la región. La 
investigación ha sido sustentada a partir de dos proyectos Fondecyt (1151203 y 1161547) 
actualmente en curso, y a la fecha se ha centrado fundamentalmente en las localidades 
de Taltal-Paposo, Mejillones, Cobija, Tocopilla y Pisagua. 
 
La investigación ha seguido una estrategia interdisciplinaria que combina 
aproximaciones desde la geología, geomorfología, arqueología, historia y antropología. 
Metodológicamente, los terremotos y tsunamis holocenos han sido identificados y 
estudiados mediante análisis geomorfológicos de contexto; análisis sedimentológicos y 
estratigráficos de detalle en calicatas y perfiles naturales; identificación de estructuras y 
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depósitos anómalos en perfiles de sitios arqueológicos; identificación de depósitos 
anómalos en testigos de sedimentos marinos obtenidos dentro de la plataforma litoral; 
revisión de fuentes históricas primarias y secundarias acerca de las características y 
efectos producidos por el tsunami de 1868 y el terremoto y tsunami de 1877 en la costa 
arreica del norte de Chile; recuperación de la memoria oral y saberes locales sobre la 
ocurrencia y efectos de terremotos y tsunamis en la región. 
 
Por su parte, los posibles efectos de estos eventos en la prehistoria local y regional han 
sido estudiados mediante fechados por radiocarbono que buscan precisar la cronología 
de los eventos, para su posterior correlación con cambios y transformaciones detectadas 
en el registro arqueológico a distintas escalas espaciales

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