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http://booksmedicos.org Epidemiología y Salud Comunitaria Jorge Daniel Lemus - Valentín Aragües y Oroz María Carmen Lucioni y Colaboradores DERECHOS RESERVADOS © 2008 Corpus Editorial y Distribuidora editorial@corpuslibros.com.ar jlemus@corpuslibros.com.ar varagues@corpuslibros.com.ar www.corpuslibros.com.ar Suipacha 581 - Tel/Fax: (+54 341) 439 4978 (S2000AOB) Rosario - Argentina Editor: Esteban Oscar Mestre Foto de Tapa: Primer Grupo de Trabajo en Epidemiología de la Ciudad de Buenos Aires, en actividades de vacunación en el Patio del fondo de la Casa Central de la Asistencia Pública (Primitivo Hospital de Mujeres) circa 1910. No está permitida la reproducción total o parcial de esta obra, ni su tratamiento o transmisión por cualquier medio o método, sin autorización escrita de la Editorial. Lemus, Jorge Daniel Epidemiología y salud comunitaria / Jorge Daniel Lemus y Valentín Aragües y Oroz - 1a ed. - 420 p. ; 24 x 16,5 cm. ISBN 978-950-9030-55-8 1. Epidemiología. 2. Salud Comunitaria. I. Aragües y Oroz, Valentín II. Título CDD 614 NOTA La medicina es una ciencia en constante desarrollo. Conforme surjan nuevos conocimientos, se requerirán medicamentosa sean precisos y acordes con los establecidos en la fecha de publicación. Sin embargo, ante los posibles errores humanos y cambios en la medicina, ni los editores, ni cualquier otra persona que haya participado en la preparación de la obra garantizan que la información contenida en ella sea precisa o completa. Convendría recurrir a otras fuentes de datos, por ejemplo, y de manera particular, habrá que consultar la hoja de información que se adjunta con cada medicamento, para tener certeza de que la información de esta obra es precisa y no se han introducido cambios en la dosis recomendada o en las contraindicaciones para su administración. Esto es de particular importancia con respecto a fármacos nuevos o de uso no frecuente. También deberá consultarse a los organismos de control de medicamentos de cada país para obtener información sobre los valores normales y medicamentos permitidos o recomendados. La presente es una publicación de: Se terminó de imprimir en abril de 2008 - Tirada: 1000 ejemplares Rosario - Argentina mailto:editorial@corpuslibros.com.ar mailto:jlemus@corpuslibros.com.ar mailto:varagues@corpuslibros.com.ar www.corpuslibros.com.ar Prof. Dr. Jorge Daniel Lemus Médico, Diplomado en Epidemiología y Doctor en Salud Pública – Posdoctorado en el Queen´s Medical Center / The University of Nottingham – Fellowship British Council – Gran Bretaña Profesor Titular de Epidemiología – Facultad de Medicina – USAL Profesor Titular de Salud Pública – Facultad de Medicina – UBA Profesor Titular de Salud Pública, Director del Departamento de Salud Comunitaria y de la Diplomatura en Epidemiología – Facultad de Ciencias de la Salud – UCES Director de la maestría en Administración de Servicios de Salud – UCES Se ha desempeñado como: Director General Adjunto de Areas Programáticas (MCBA) y Subsecretario de Estado de Programas Prioritarios (MSAS) – Investigador del CONICET Presidente de la Sociedad Argentina de Administración de Organizaciones de Atención de la Salud y Salud Pública – AMA – Capítulo de Epidemiología Director del Hospital General de Agudos Juan A. Fernández – GCABA Actualmente Ministro de Salud del Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires Prof. Dr. Valentín Aragües y Oroz Médico, Diplomado en Epidemiología y en Salud Pública – Especialista en Cardiología – El Salvador – y Medicina Sanitaria – AMA Magíster en Administración de Servicios de Salud – UCES – Diplomado en Dirección de Empresas de Salud (Programa DIRES) – Universidad Austral Profesor Titular de la Maestría en Administración de Servicios de Salud – UCES Docente de la Cátedra de Epidemiología – Facultad de Medicina – USAL Docente Autorizado de Salud Pública – Docente del Departamento de Salud Pública – Facultad de Medicina – UBA Miembro de la Comisión Directiva SAAOASSP – Capítulo de Epidemiología – AMA Secretario del Grupo de Trabajo en Epidemiología y Control de Infecciones – División Área Programática – Hospital General de Agudos Juan A. Fernández – GCABA Actualmente Director de Programas Centrales del Ministerio de Salud del Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires Prof. Dra. María Carmen Lucioni Médica, Diplomada en Epidemiología y Doctora en Salud Pública – Posdoctorado en el Queen´s Medical Center / The University of Nottingham – Gran Bretaña Profesora Adjunta de Epidemiología – Facultad de Medicina – USAL Profesora Adjunta de Salud Pública, Directora de la Diplomatura en Salud Pública y Directora del Posgrado en Salud Social y Comunitaria – Facultad de Ciencias de la Salud – UCES Docente Autorizada de Salud Pública – Facultad de Medicina – UBA Miembro del Capítulo de Epidemiología – Sociedad Argentina de Administración de Organizaciones de Atención de la Salud y Salud Pública – AMA Jefa de División Área Programática –Hospital General de Agudos Juan A. Fernández – GCABA AUTORES COLABORADORES MAG. SANDRA PINZÓN PULIDO Directora de Cooperación Internacional. Escuela Andaluza de Salud Pública. Licenciada en Odontología, Master en Salud Pública y Gestión Sanitaria, experta en Gestión Hospitalaria, Auditoría, Gerencia de Proyectos y Gerencia de Calidad en Servicios de Salud. Consultora Mundial y el Banco Interamericano de Desarrollo en países latinoamericanos y europeos PROF. MAG. FRANCISCO CONTI CUESTA Responsable de Relaciones con la Ciudadanía. Distrito Sanitario Metropolitano de Granada. Servicio Andaluz de Salud. Master en Salud Pública y Gestión Sanitaria, Profesor Colaborador de la Escuela Andaluza de Salud Pública. Consultor en temas de gestión sanitaria, epidemiología, salud pública, innovación en servicios, metodología de investigación, técnicas cualitativas e investigación por encuestas LIC. ALMUDENA MILLÁN CARRASCO Consultora de la Escuela Andaluza de Salud Pública. Licenciada en Psicología, Diplomada en Trabajo Social, Experta Universitaria en Investigación Sanitaria. Consultora de proyectos en los ámbitos de salud pública y gestión de servicios sanitarios y sociales y en proyectos de Investigaciones Sanitarias del Ministerio de Sanidad español LIC. ISABEL FERNÁNDEZ RUIZ Consultora de la Escuela Andaluza de Salud Pública. Licenciada en Medicina y Cirugía. Experta en promoción de la salud a través del desarrollo de escuelas y talleres y en la educación reglada de personal técnico sanitario. Trabajo investigador en el campo de la salud materno infantil y especialmente en las relaciones entre estilos de vida y salud en mujeres. Experta Universitaria en Calidad de Servicios Sanitarios. Consultora en el marco de la Escuela Andaluza de Salud Pública, en el ámbito de los sistemas de gestión de la calidad de los servicios públicos y de organizaciones de servicios sociosanitarios PROF. LIC. LETICIA GARCÍA PANAL Profesora colaboradora. Escuela Andaluza de Salud Pública. Licenciada en Psicología. de Granada. Docente en temas relacionados con la mejora de la calidad de los servicios sanitarios. Desarrollo de proyectos de intervención en el área de servicios sociales y bienestar PROF. DR. RICARDO DURLACH Médico infectólogo. Doctor en Medicina. Director médico del Hospital Alemán. Prof. Pro-titular y Director de la Carrera de Especialista de Enfermedades Infecciosas de la Universidad Católica Argentina. Presidente de la Comisión Directiva del ITAES DRA. ANA MARÍA DI LONARDO Médica UBA – Especialista en Tisioneumonología (UBA) y en Inmunología Clínica – UCES. Profesora titular de la Cátedra de Genética y Embriología, de la Cátedra de Inmunología básica (UCES). Directora de la Carrera de Especialización en Inmunología Clínica, de la Diplomatura en Inmunología Clínica y del Departamento de Investigación (UCES). Docente del Magíster en Bioética (UCA) / Presidente de la Fundación de Investigaciones Genómicas/ Fundadora y Jefa de la Unidad Inmunología del Hospital Dr. C. G.Durand. Fundadora y directora del Banco Nacional de Datos Genéticos PROF. DRA. DELIA OUTOMURO Profesora regular adjunta de Medicina Interna. Facultad de Medicina UBA. PROF. DR. MIGUEL ÁNGEL SCHIAVONE Médico y Doctor en Salud Pública – Profesor Titular de Salud Pública – Facultad de Medicina / USAL – Director Asociado de la Maestría en Administración de Servicios de Salud /UCES Subdirector Médico del Hospital General de Agudos Juan A. Fernández – GCABA Actualmente Subsecretario de Atención Integrada de Salud del Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires DR. FERNANDO AXEL LEMUS Diplomado en Salud Pública – Facultad de Ciencias de la Salud – UCES Médico del Hospital General de Agudos Juan A. Fernández – GCBA / Docente del Internado Rotatorio en APS – Facultad de Medicina – UBA / Docente de la Cátedra de Epidemiología – Facultad de Medicina – USAL / Docente del Departamento de Atención Primaria de Salud / Facultad de Medicina – Instituto Universitario Barceló / Docente de la Cátedra de Salud Pú- blica – Facultad de Ciencias de la Salud – UCES / Miembro del Capítulo de Epidemiología de la Sociedad Argentina de Administración de Organizaciones de Atención de la Salud y Salud Pública – Asociación Médica Argentina DRA. SILVINA HERING Diplomada en Epidemiología – Facultad de Ciencias de la Salud – UCES / Médica del Hospital General de Agudos Juan A. Fernández – GCBA Docente de la Cátedra de Epidemiología – Facultad de Medicina – USAL Docente del Departamento de Atención Primaria de Salud / Facultad de Medicina Instituto Universitario Barceló. JTP de Salud Pública. Dpto. de Salud Pública. Facultad de Medicina. UBA Encuentro de Epidemiólogos en Coolfont, West Virginia, 1994. ÍNDICE PRÓLOGO CAPÍTULO 1 Historia y crónica de la Epidemiología, con especial referencia a la Argentina y la América Latina: Evolución de paradigmas y marco conceptual Sobre pestes y plagas Estadística como recuento de recursos del estado Contadores de eventos Leyes de la enfermedad El cólera como enfermedad colonial clásica Epidemiología novecentista Redes de causalidad, cajas negras y cajas chinas Epidemiología contemporánea 1. La transformación del contexto 2. La globalización y la práctica epidemiológica 3. Desafíos para la vigencia y relevancia de la Epidemiología 4. De un nuevo compromiso de la Epidemiología con las poblaciones de América Evolución de la Epidemiología en America Latina La Epidemiología en Argentina Situación actual de la Epidemiología en Argentina Formación en Epidemiología en el pre y posgrado Áreas y líneas de investigación Asociaciones y sociedades existentes Cooperación internacional en curso Desarrollo de la Epidemiología en los Servicios de Salud Perspectivas CAPÍTULO 2 Áreas de conocimiento epidemiológico Alcance actual de la Epidemiología Paradigmas en Epidemiología Objetos y modelos del campo de la salud Diversas caracterizaciones de la Epidemiología Usos y perspectivas del moderno raciocinio epidemiológico condiciones de vida Evaluación de los servicios de salud Evaluación de tecnología adecuada Salud ambiental CAPÍTULO 3 La Epidemiología aplicada a los servicios de atención primaria de salud y la salud comunitaria Epidemiología en SILOS, hospitales y centros de salud Bases del pensamiento epidemiológico Grandes campos de aplicación de la Epidemiología en los servicios Inserción de la actividad epidemiológica en el modelo asistencial CAPÍTULO 4 La Epidemiología como instrumento para la adopción de decisiones en el nivel local y la comunidad Experiencia de la introducción del raciocinio epidemiológico en un distrito de salud problemas Análisis de indicadores de salud Indicadores sanitarios Concepto de morbilidad ampliada o extendida, indicadores derivados de este concepto Indicadores de incapacidad Indicadores de salud derivados de los clásicos Indicadores de salud global o de salud positiva Indicador de Grogono y Woodgate Indicador de salud global de Jeniceck Fase B. Determinación de prioridades Fase C. Fijación de objetivos Fase D. Fijación de actividades y servicios Fase E. Ejecución Fase F. Evaluación CAPÍTULO 5 Diseños en investigación epidemiológica Investigacion cuantitativa I) Diseños observacionales II) Diseños experimentales Consideraciones nominalísticas y semánticas sobre medidas absolutas y relativas ...............................................................17 ......19 .................................................20 .....22 ............................................23 .............................................24 .............25 ............................28 ......................................30 ......31 ..................................34 ...........................35 ....36 .................................................36 ..............................36 ....37 .................................43 .......45 ..................................................45 ................................45 .............45 ......................46 .........................46 ...................................................46 ...............................................................47 ..................49 ..........................49 ....................................51 .................54 ........57 .........................................................58 ..............................................59 .................59 ....................60 ....................60 ....................................................61 .................................................63 ....63 .....................64 ..................................65 .............................................66 .........................................................71 ......................73 ............................................76 .............................................................76 ...................77 ....................................77 .............................................78 ...........................78 ................................................78 ..........................................78 ................78 ...........78 ....................79 ...................................79 ............79 ...................................................79 .................................................79 ...............83 ..........................................83 ......................................85 ........................................85 .........................87 Uso, utilidad y limitaciones de las diferentes medidas Interludio: consideraciones sobre MBE Diseño caso control (retrospectivo) Planeamiento y conducción del estudio Planeamiento: cuestiones centrales a tener en cuenta Conducción del estudio Problemas en la medición de la exposición Casos y Controles dentro de una cohorte. Casos y Controles anidados Control de factores de confusión en estudios de casos y controles Tipos de asociación Azar Sesgo o error (bias) Confusión Causalidad reversa Causalidad Confusión Estrategias para el control de la confusión Restricción Regresión logística Apareamiento Interludio: saturación y dragado de datos, sesgo y confusión Diseño de cohortes (prospectivos) El mojón epidemiológico de Framingham Planteamiento de hipótesis en forma precisa y operacional y exposición a la misma destinados a medir la exposición y los efectos de interés Fuente y criterios de selección de las cohortes que se van a comparar Obtención de información Determinación del tamaño muestral Ventajas y desventajas de los estudios de cohortes Diseños transversales o de prevalencia Reporte de caso o serie de casos Diseños de intervención (experimentales) Características generales Requerimientos metodológicos del ensayo clínico controlado Base racional Representatividad de la experiencia Replicabilidad Aleatorización Diseño y ejecución Problemasespeciales en un ensayo clínico Sesgos en la obtención de la información sobre los resultados de interés Ensayos con voluntarios Aspectos éticos Diseños experimentales especiales Diseño factorial Diseños cuasi experimentales Investigaciones cualitativas CAPÍTULO 6 Instrumentos epidemiológicos Población y Técnicas de Muestreo Probabilísticos No Probabilísticos Error Técnicas de recolección de datos Instrumentos tradicionales de medición epidemiológica Medidas de ocurrencia de eventos o problemas de salud Medidas de asociación o riesgo Errores potenciales de los estudios Pruebas Instrumentos estratégicos de la Epidemiología Estrategia de trazadores Estrategia de vigilancia centinela Estrategia de estudios de escenarios o nichos socioecológicos Estrategia de mapas inteligentes Estrategia de evaluaciones epidemiológicas rápidas Estrategia de conglomerados Estrategia de instrumentos de priorización de riesgos e intervenciones Paquetes informáticos especializados Endemias y epidemias. Estudio de brotes epidémicos ..........................................88 ......................90 ............................92 ....................98 ...................................................98 ......................98 ..............98 .......................................100 .......100 ................................101 ....................................101 ............................................101 .................................................................101 .........................................101 .......................................................102 .........................................102 ......................................................102 ..................................................................102 ...............102 .....................................................103 ................................................103 .........................................105 ..................................................105 .....................................................106 ............................108 ............108 ......................................112 ................................112 .......................................112 ......................112 ....................................112 ..............................112 .............................................................112 .....................113 ............................114 .................114 ........................................114 .........................................116 ......................................................116 ..................116 ....................................................116 ....................................................116 .................................................117 ............118 ............................118 ....................................118 ...................................................118 ........................118 ...................................................118 ...................................119 ......................................121 ................................125 ............................125 .......................................................127 .................................................127 .......................................................................128 ..............................131 ......................................132 .............................................132 .............................134 ......................135 ...........................137 ............................................138 ......................................................................138 .........143 .........................................143 ..144 ..........................144 ......................144 ............................145 ........................................145 .................................146 ..........................................146 ....................146 ...................................149 Recolección de información sobre casos índice a partir de personas que informan sobre el brote Etapas de la investigación epidemiológica de un brote Etapa descriptiva Etapa analítica Etapa de intervención (experimental) Screening Metaanálisis Addenda: Estudio de brotes Estudio de un brote epidemico Primera parte introducción Tercera parte: Elección de controles tasa de ocurrencia Quinta parte: Epidemiología descriptiva Sexta parte: comparación de casos y controles: lugar de residencia Séptima parte: comparación de casos y controles: Higiene y estado sanitario del medio Octava parte: Programación de actividades de intervención en el SILOS Anexo: Indicadores frecuentemente utilizados en la evaluación epidemiológica de programas y actividades hospitalarias Indicadores más utilizados para la medición de desigualdades en salud Referencias Indicadores para la evaluación de la historia clinica CAPÍTULO 7 Actividades epidemiológicas y función del epidemiólogo en el hospital Actividades del epidemiólogo en el hospital base Análisis de la situación de salud Intervención en las acciones del area programática Producción de conocimiento básico para actividades y programas Apoyo a la organización de los servicios y a la gestión administrativa Control de las patologías infectocontagiosas tanto en el ámbito intramural como en el extramural (brotes epidémicos) Evaluación de la tecnología apropiada Salud ambiental Coordinar actividades del equipo interdisciplinario y contribuir a una activa participación comunitaria Investigación Docencia CAPÍTULO 8 Infecciones asociadas al cuidado de la salud Fundamentos Infección hospitalaria Objetivos de un programa hospitalario de vigilancia y control de las infecciones Tipos de vigilancia Indicadores Indicadores estandarizados Construcción de indicadores Estimación del promedio de Duración de la Estadía (PRODE) (SIVENIH, 1995) Evaluación del Programa de Vigilancia Componente de vigilancia en unidades de cuidados intensivos neonatales Indicadores de utilización Indicadores de infección Componente quirúrgico Cálculo de tasas de infección en el sitio quirúrgico (ISQ) Tasa de infección en el sitio quirúrgico (ISQ) Control del consumo de antibióticos Vigilancia de los microorganismos Comité de Control de Infecciones Higiene de las manos Personal de salud Prácticas inefectivas en IACS El costo de la infección asociada al cuidado de la salud de la infección hospitalaria Metodología para el abordaje del estudio Costos derivados de la infección hospitalaria Estándares de seguridad institucional dirigidos a la vigilancia, prevención y control de las infecciones ...151 .................................................152 ..........................153 .................................................................156 ....................................................156 ........................................................158 .....................162 ...........................................................163 .......................................................164 ........................................166 ...............................166 ................................166 .....................167 ..................167 ...............................................167 ...........168 .........................168 .................169 ...............................169 ........................................170 .........................................181 ................................................................184 ....185 .............................187 ....188 ..............................188 .............................................188 .........................................189 ...................................190 ..............................190 ......................................................191 .......................................192 ..........................................................192.................................................................193 ........195 .............................................................196 ..............................................................196 ..............................................196 .................197 ....................................................198 .................198 ................................................................199 .....................................200 ..................................200 .............202 .............202 ................................................203 ......................................203 ........................................203 ............................................204 ....................................204 .......205 ........................208 ...........................208 .........................209 ............................................209 ...................................................210 ................................210 ...............................................211 .....................................212 ..............213 ...........................................................214 ................................................................215 CAPÍTULO 9 La Epidemiología en los sistemas locales de información Diseños de sistemas de información Insumos del sistema de información SILOS APS Vigilancia epidemiológica Evolución conceptual y aplicaciones y su utilidad en Epidemiología y salud pública Escala Distancia Altura Orientación Localización Aplicaciones de SIG en Epidemiología y salud pública Consideraciones técnicas Soft disponible para análisis SIG Anexo: Sistemas de información georreferencial y su utilidad en el análisis de la regionalización sanitaria de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires Referencia CAPÍTULO 10 Investigacion epidemiológica Modelo de Esquema de Diseño de Investigacion Epidemiológica CAPÍTULO 11 La Epidemiología aplicada en la evaluación de resultados en Salud Evaluación de Estrategias Sistemas locales de Salud Atención Primaria de la Salud Evaluación de Programas Evaluación de tecnología Evaluación de la actividad epidemiológica CAPÍTULO 12 Epidemiología Social Epidemiología tradicional Epidemiología Social Epidemiología Clínica Problemas epistemológicos Epidemiología del enfrentamiento CAPÍTULO 13 Capacitación del personal en Epidemiología. Modelos de cursos para el personal técnico y profesional CAPÍTULO 14 Inferencia causal, multicausalidad, causalidad compleja Causa y multicausalidad Sobre el azar Inducción y falsación Más alla de la falsación Postulados de Henle Koch y criterios de Hill Causalidad-Multicausalidad en otros contextos Los modelos causales de Rothman Complejidad y Caos El Asunto Sokal o el caballo de Troya posmoderno Paradigmas de la Complejidad Asociaciones débiles y predicciones de baja estabilidad Caos, estructuras disipativas y modelos no lineales Redes independientes de escala Teoría de las catástrofes CAPÍTULO 15 Epidemiología y Medicina Preventiva Qué debe prevenirse El desastre de los pequeños riesgos diseminados Prevención individual y estrategia de alto riesgo Diagnóstico precoz e historia natural de la enfermedad Individuos y poblaciones Selección de pruebas diagnósticas Conclusiones CAPÍTULO 16 Bioética en Epidemiología y Salud Comunitaria Introducción Historia de la ética de la investigación clínica: un camino de desventuras ............................................217 ........................218 ........................220 ....................................................................222 ......................................................................222 ........................................223 .....................224 ........229 .................................................................232 ............................................................232 .................................................................232 .........................................................232 .......................................................233 ...233 .......................................................234 ......................................235 ...........................239 ...243 .................................................................254 .................................255 ........................................................256 ....................................256 ....................................................257 .............................257 ............................................261 ........................................262 ......................................262 ................................265 ......................................266 ......................................267 ..............271 ...............................................273 ......................................275 .............................................275 ............................................275 ....................................275 .........................276 ...............................................281 ...............................................287 ...........................................287 ...........................................................288 ..............................................290 ..........................................292 .........293 .....295 .....299 ........................302 ...................................................304 ...........................................305 ...............................307 .............................309 ...............................................310 .............................312 .........................................313 ....................314 ...................315 ....................................315 .................................................317 ....319 ....321 ..........................................323 ..........................................325 ....................................326 .........................327 ............................................................328 ...329 ..............................................................329 .........................................330 Primer período (hasta 1900): La investigación clínica fortuita y Segundo período (1900-1947): La investigación clínica diseñada y el principio de autonomía Tercer período (1947 a la actualidad): La investigación clínica regulada y la ética de la responsabilidad Normas que regulan la investigación epidemiológica y sociológica. Principales dilemas bioéticos 1991 International Guidelines for Ethical Review of Epidemiological Studies del Consejo de Organizaciones Internacionales de las Ciencias Médicas (CIOMS) responsabilidad. Tácticas y estrategias propuestas El concepto de justicia y la Salud Pública La justicia en la Antigüedad. Justicia cósmica. Justicia como convención. Justicia como proporcionalidad natural La justicia en la Edad Media: Justicia como caridad La justicia a partir de la Modernidad El iusnaturalismo. Justicia como libertad contractual Justicia como igualdad social Justicia como bienestar de la mayoría Justicia como equidad La justicia como principio fomal o material Principio formal de justicia Principios materiales de justicia ¿Derecho a la salud o derecho Macro y microdistribución de recursos Anexo: Guías éticas del colegio americano de Epidemiología CAPÍTULO 17 Técnicas cualitativas y de consenso aplicadas a la Investigación en Salud Introducción Diseños y Métodos de Investigación los grupos de expertos Protocolo de entrevista de captación Técnicas de recogida de información Técnicas individuales Anotaciones Diario personal Diario dietario Notas de campo Observación participante Entrevista informal Entrevista abierta o no estructurada Entrevista semi-estructurada Técnicas grupales Grupo de discusión Grupo focal Grupo triangular Foro comunitario Cuadernocolectivo Técnica 6-3-5 Técnicas de consenso o de expertos Revisión sistemática de la evidencia disponible Técnicas de panel Modelo horizonte Método Hanlon CAPÍTULO 18 Fronteras en Epidemiología: Epidemiología Genómica Molecular y Bioinformática Introducción Epidemiología Genómica La interacción entre genes y medio ambiente en la base de los problemas de salud Epidemiología Genómica: diseño de estudios y estrategias para investigar la base genética de las enfermedades Epidemiología Genómica y el proceso de investigación La Bioinformática Epidemiología Genómica y Bioinformática Conclusiones FUENTES BIBLIOGRÁFICAS ÍNDICE ALFABÉTICO .....................................330 .......................................331 .................................332 ............333 .........................333 ...............................................................336 ................340 ..................340 .............................................340 .....................341 .................................341 .............................342 ...............343 ........................................343 .............346 ....................................346 .............................346 ..........................................347 ...................348 ......................................349 ....................365 ..............................................................365 .........................366 .........................368 ............................................369 .........................369 .......................370 ................................................371 .......................................................371 ...................................................371 .....................................................371 ..................................................371 ....................................371 .............................................372 ....................372 ..............................373 .......................................................375 ............................................375 ........................................................377 ..................................................379 ................................................380 .............................................380 ......................................................380 ...........................381 ................................................381 ...................................................382 ....................................................383 .......................................................387 ...................................389 ..............................................................389 ..........................................390 .........................391 ..................................................394 ............................................397 .....................................................400 ...............402 .............................................................402 ............................405 .........................................417 L parece ser ampliamente compartida por la mayo ría de quienes trabajamos en Epidemio-logía en América Latina. Sin em bargo, sobre todo en los países desarrollados del conti- conceptuales, metodológicos y prácticos en el campo de la Epidemio logía, en los últimos 50 años, parecen haber estado más vinculados a las necesidades y demandas de carácter académico o a las servicios e intervenciones de salud pública. Como muchos de los más prestigiosos centros de formación en Epi demiología se ubican en los países desarrollados, muchos de nuestros epidemiólogos con más alto nivel académico, han sido formados en un ambiente donde no se privilegia el compromiso y la vinculación con los servicios y programas de salud. Tal vez ésta sea una de las razones por las que en muchos casos ha resultado difícil su reinserción en el espacio de las intervenciones. Quizá esto explique también porqué precisamente los campos de aplicación más importantes de la Epidemiología en la Salud Pública, son los que hasta hace pocos años habían tenido un menor espacio e interés, dentro del vertiginoso desarrollo de la producción con ceptual, metodológica y tales como el Análisis de la Situación de Salud, la Vigilancia Epidemiológica, y a aspectos meto- dológicos tales como los estudios de base poblacional, los diseños eco lógicos, los modelos no lineales de determinación y condicionamiento. Por otro lado, es importante reconocer que, sobre todo en los últimos decenios, ha ocurrido un Latina. Este deterioro no ha sido sólo en cuanto a sus posibilidades operativas, su disponibili dad o tiende a predominar, una racionalidad que privilegia un enfoque desde la perspectiva de la es comprensible que se haya reducido el espacio del pensamiento epidemio lógico en los proce- sos de decisión. La racionalidad epidemiológica abor da las intervenciones y servicios desde la perspectiva de lo que ocurre en la población, con un cierto imperativo ético humanista. Mientras servicios, la racionalidad epidemiológica está más pre ocupada por las inequidades sociales en - - gencias epidemiológicas, y por evaluar desde el punto de vis ta del impacto sobre la situación de salud de las poblaciones. Estamos convencidos de que, al menos en las circunstancias actuales de América Latina, es nece- PRÓLOGO 18 Lemus-Aragües-Lucioni . Epidemiología y salud comunitaria de política como en la gerencia misma de servicios y programas, a nivel nacional, regional y local. Para que eso ocurra, para que todo el potencial de la Epidemiología pueda ser aprovechado en - tantivos en la enseñan za y la práctica de la Epidemiología y, sobre todo, en cuanto a las relaciones de los servicios de Epidemiología con los diferentes actores sociales. Éste es un proceso complejo que sin duda tiene peculiaridades en cada país y hasta en cada región al interior de los países. Sin embargo, una de las necesidades que deberá ser satisfecha en todo caso es lo que podría mos llamar la democratización de los conceptos, métodos y técnicas de la Epidemiología. Es decir, hacer ac- cesibles las herramientas de esta disciplina a todos los trabajadores de la salud y actores sociales, que no necesariamente son ni serán especialistas de la Epidemiología. En este camino de democratizar la Epidemiología puede inscribirse el esfuerzo de desarrollar textos como este libro. Su contenido ha sido pensado en función de trabajadores de la salud, incor- porados a servicios de salud, que no necesariamente son ni serán especialistas de Epidemiolo gía. En este texto, por lo tanto, el énfasis está puesto más en el cómo hacer las cosas que en el porqué hacer las cosas. Cuando se realiza este tipo de esfuerzo, es importante ser consciente de que siem- pre en el cómo hacer está implícito el porqué hacer. Muy proba blemente habrá quienes discrepen de algunos de los enfoques de su con tenido. El debate contribuirá a esclarecer y a fortalecer estos aspectos. Sin embargo, deberíamos considerar estas discrepancias como una oportuni dad. estado atravesada por intensos debates conceptuales y metodológicos; y éste ha sido uno de los principales mo tores de su desarrollo. Lo más importante es focalizar nuestro interés en las políticas, pla nes, servicios e intervencio- nes en Salud Pública; asumir el espacio de los trabajadores de la salud y de los actores sociales en salud, como un espa cio privilegiado, tanto o más que el ámbito académico. Desde esta pers pectiva será posible orientar los debates no sólo en función de la cohe rencia conceptual con concepciones más generales sobre la vida y los procesos sociales, sino además y sobre todo, en función de las consecuen cias prácticas de los conceptos y métodos que proponemos y utilizamos; de sus posi- bilidades de fortalecer la racionalidad epidemiológica en los procesos de decisión, de su impacto sobrela movilización de actores so ciales para mejorar y transformar la salud y las condiciones de vida de las poblaciones más postergadas, y de contribuir así a la construcción de sociedades más democráticas y solidarias. Esperamos que esta publicación sea útil para enriquecer el acervo epidemiológico en el seno de los servicios de salud, y para fortalecer los espacios de discusión y de debate sobre las posibilida- des y límites de la Epidemiología contemporánea. Historia y crónica de la Epidemiología, con especial referencia a la Argentina y la América Latina: Evolución de paradigmas y marco conceptual La Epidemiología es la ciencia que estudia la dimensión colectiva de la distribución y de los determinantes de la enfermedad y la salud y, al igual que muchas otras ciencias, su proto- historia se focalizó en el estudio de lo exótico e inusual (en este caso las epidemias que en la antigüedad asolaban a los pueblos), análo- gamente a como por ejemplo la astronomía primitiva comenzó estudiando eclipses o la me- teorología huracanes, para después dedicarse a lo usual y cotidiano. En parte, su historia está imbricada con la historia de la medicina misma y, en parte, es la historia de una ciencia muy nueva. Su interés primario está dado pues por la enfermedad como fenómeno poblacional y las dimensiones comunitarias de la misma. Desde que se establecieron las coordenadas básicas de la Epidemiología, de tiempo, lugar y persona (y aún antes desde el tratado Aires, aguas y luga- res de Hipócrates), la espacialidad se grabó a fuego en el contexto epidemiológico y sanitario y fue inseparable del mismo. La premisa epide- miológica fundamental es que las poblaciones y sus condiciones de vida, salud y enfermedad no ocurren azarosa y caóticamente sino que si- - turales bien definidas, como ha sido descrito por multiplicidad de autores, desde los trabajos pioneros de Blum, Dever y otros (Blum, 1973; Laframboise, Lalonde, Dever, 1976, 1980). Según dice MacMahon, la historia de la Epide- miología y su método se vincula a la crónica del desarrollo de cinco ideas centrales: 1- La enfermedad se relaciona con el entorno ambiental en el que las poblaciones están inmersas. 2- El recuento de los fenómenos es más ilustra- tivo que sólo su enunciación. 3- Se pueden usar experimentos naturales para investigar la enfermedad (como el de Snow sobre el cólera). 4- Estos experimentos ocurren más frecuente- mente de lo que se supone. 5- Pueden y deben utilizarse experimentos rea- les bajo determinadas circunstancias (Mac- Mahon & Triochopoulos, Harvard, 2001). Enfocar la enfermedad como algo que podía involucrar poblaciones enteras es un hecho prác- - riéndose las primeras descripciones nosológicas sobre afecciones de poblaciones a enfermeda- des de naturaleza infecciosa. El famoso papiro descubierto por Ebers en una tumba tebana allá y 2000 aC, pasa por ser la mención más anti- gua a un padecimiento colectivo. Ciertamente, la aparición episódica de plagas y pestes de diverso tipo en la historia antigua es indiscutible, como testimonian, por ejemplo, momias milenarias con lesiones sugerentes de tuberculosis, lepra y viruela –la momia de Ramsés V por ejemplo, muerto en 1157 aC, muestra señales de esta úl- preeminente en personas importantes –quienes se mantenían apartados del pueblo bajo–, es pro- bable que estas afecciones fueran más frecuentes entre la población general. La aparición de pla- gas a lo largo de la historia también fue regis- trada en la mayor parte de los libros sagrados, que contienen además las primeras normas de prevención conocidas. CAPÍTULO 1 20 Lemus-Aragües-Lucioni . Epidemiología y salud comunitaria Gran cantidad de escritores grecolatinos comenzando quizá por el vívido relato de Tu- cídides sobre la plaga de Atenas –probable- mente peste bubónica–, que asoló esta ciudad durante la Guerra del Peloponeso entre Atenas y Esparta en 430 aC; supónese que comenzó en Etiopía y desde allí, pasando por Egipto llegó a El Pireo y Atenas, a la sazón cercada y superpoblada. La plaga duró poco tiempo pero contabilizó enorme cantidad de víctimas y un gran quebranto moral, rasgo común se- gún se dice de las grandes epidemias. Antes y después de este historiador, otros escritores occidentales como Homero, Herodoto, Lucre- de procesos morbosos colectivos que pueden ser vistos como fenómenos epidémicos. Estas descripciones dejan en claro que mucha gen- - tos eran contagiosos– así, las pertenencias y los propios cuerpos de las víctimas eran muy temidos–, a diferencia de los médicos de la época quienes pusieron escasa atención en el concepto de contagio. Acciones preventivas y de control de las afecciones contagiosas –una proto salud públi- ca– son referidas en muchos textos antiguos; la Biblia, el Corán, el Talmud y otros recomien- dan prácticas sanitarias como el lavado de ma- nos y alimentos, la circuncisión, el aislamiento de enfermos y la inhumación o cremación de los cadáveres. Según los Evangelios, algunos enfermos –típicamente los leprosos– tenían una condición inherente altamente estigmatizante, eran aislados y tenían prohibido acercarse a la población sana. Las sociedades usualmente promovieron el encierro y la exclusión de la gente anormal, mas no por esto han dejado de observarla, examinarla e interrogarla casi obsesivamente, constituyendo este estudio una vía regia para establecer relaciones de poder en las socieda- des (Foucault, Cours au College de France, 1974, 1975). Se repite clásicamente que la palabra Epi- demiología deriva de epi (encima, sobre), de- mos (pueblo) y logos etimológicamente el estudio de «lo que está sobre las poblaciones» (si bien según OPS hay desde Frost en 1929 y hasta 1977 más de 23 término Epidemiología - OPS Publicación PNSP 84-47), aunque quizá ésta sea una cons- trucción tardía, ya que la primera referencia propiamente médica del término se encuentra en Hipócrates (460-385 aC), quien usó las ex- presiones epidémico y endémico para referirse a los padecimientos según fueran o no propios de determinado lugar, esto es, las enfermedades que residían en una población contra las que la visitaban (epidemeion - tar) pero sin el sentido de una ocurrencia des- usada o grave –recordemos que incluso hoy se enfatiza, al hablar de epidemia, el concepto de prevalencia excesiva más que el carácter agudo, que es compartido por muchas enfermedades no necesariamente infecciosas–. Hipócrates no secundó las creencias populares sobre el conta- gio, y atribuyó la aparición de las enfermedades al ambiente malsano (miasmas) y a la falta de moderación en la dieta y las actividades físicas. En su texto clásico Aires, aguas, y lugares in- dica, sobre todo a los estudiantes de medicina, que la dieta, el clima, la calidad de la tierra, y otros factores medioambientales están invo- lucrados en el desarrollo de las enfermedades en la población y debe prestárseles atención; sobre todo, orienta la percepción hacia lo que constituye un aspecto crítico de las investiga- ciones epidemiológicas: la distribución de la enfermedad en términos de tiempo, espacio y - das epidemiológicas clásicas de tiempo, lugar y persona. Sobre pestes y plagas La creencia en el contagio como fuente de en- fermedad fue subsumida por una imagen en castigo y el perdón divinos, respectivamente, y las explicaciones sobre la causa de los pade- cimientos colectivos estuvieron prácticamen- te ausentes en los escritos médicos elaborados entre los siglos III y XV (periodo de máxima hegemonía de la Iglesia Católica en las ciencias Capítulo 1 Historia y crónica de la Epidemiología, con especial referencia a la Argentina y la América Latina 21 –y asimismo máximo oscurantismo y parálisis de estas mismas ciencias–). No se sabe con pre- cisión desde cuándo se usa el término epidé- mico en su acepción usual de presentación de un número inesperado de casos de enfermedad, pero ya fue utilizado en la baja Edad Mediaen referencia a eventos infecciosos que cada tan- to devastaban poblaciones. La larga historia de epidemias que azotaron al mundo antiguo y medieval fue llevando casi determinísticamen- te a una relación uno a uno y casi natural y a una fusión mental entre las ideas de epidemia, infección y contagio hasta que la aparición de la pandemia de peste bubónica que azotó a Eu- ropa durante el siglo XIV, condujo a la acep- popular– de la doctrina del contagio. Probable- mente haya sido la peste la pandemia más des- tructiva en la historia europea, en especial du- desde el siglo XIV al XVII, ya que no era una enfermedad nueva, como hemos comentado. Según se piensa comenzó en Mongolia y fue llevada por los tártaros a Crimea, quienes sitiaron Caffa –puesto de trueque con merca- deres italianos– adonde llegó la enfermedad en 1346, bien contagiada por las ratas –recuér- dese que es una enfermedad trasmitida por las pulgas de las ratas– bien por el hecho, usual en la antigüedad, de arrojar con catapultas ca- dáveres de apestados a las ciudades sitiadas. Sea como fuere, la plaga devastó a sitiadores y sitiados y se diseminó por el mar Caspio, Rusia, India y China en 1352. Los italianos so- brevivientes llevaron la peste a Génova, desde donde se extendió en semicírculo por Francia, Alemania y Rusia, incluso Inglaterra en 1348, calculándose que mató entre la tercera parte y la mitad de la población o, en números brutos, unos 25 millones de personas. Pasado el acmé inicial entre 1348 y 1351, aproximadamente, y algunos otros brotes como en 1361, la peste se convirtió en una endemia con algunos brotes ulteriores para desaparecer en forma gradual hacia 1670 –si bien persiste en Oriente y Asia– sin una causa clara que lo explique, hablándo- se clásicamente del reemplazo de la rata negra por la rata marrón noruega habitada por una pulga diferente que rara vez se trasmite a las personas. En todo caso, la enfermedad desapa- reció sin que mediara ninguna acción sanitaria - cir, sin la intervención de los poderes o el saber médicos. Los esfuerzos por comprender la naturaleza de las enfermedades y su desarrollo entre la po- blación condujeron a la elaboración de diversas obras médicas durante los siglos inmediata- mente posteriores al Renacimiento. Un mojón histórico y conceptual se produjo en 1546, cuando Girolamo Fracastoro publicó en Venecia el libro clásico De contagione et contagiosis morbis et eorum curatione, en el que enumera por primera vez las enfermedades de contagiosas (peste, lepra, tisis, sarna, rabia, erisipela, viruela, ántrax y tracoma), agregando como entidades nuevas al tifus exantemático y boceto conceptual de la enfermedad contagiosa, en proponer una forma de contagio secundaria a la transmisión de las que llamaba seminaria contagiorum (esto es semillas generadoras de enfermedad) y en establecer por lo menos tres formas posibles de infección-trasmisión: a/ por contacto directo (como la rabia y la lepra), b/ por medio de fomites –parece inclusive que fue el primero en utilizar este término– que trans- portaban los seminaria prima (como las ropas de los enfermos), y c/ por inspiración del aire o miasmas infectados con los seminaria (como en la tisis). Incluso para médicos destacados como Thomas Sydenham fue imposible comprender esta diferencia fundamental. Cabe a Fracas- toro, pues, el honor de ser el primer médico la primera teoría general del contagio vivo de la enfermedad, siendo considerado por algu- nos como el padre de la Epidemiología. Casi medio siglo después de Fracastoro, el médico francés Baillou publicó en 1580 el libro Epi- demiorum (sobre las epidemias), que contenía una relación completa de las epidemias de sa- rampión, difteria y peste bubónica aparecidas 22 Lemus-Aragües-Lucioni . Epidemiología y salud comunitaria trabajos importante impacto en la práctica mé- dica de la época. Según dice Nájera, el primer uso del término Epidemiología en un documento formal podría ser atribuido al médico sardo Quinto Tiberio Angelerio, famoso por haber tomado drásticas y oportunas disposiciones sanitarias en ocasión de la epidemia de peste en Cerdeña en 1582, en su libro publicado en Madrid en 1598 (Quincti Ty- berii, Epidemiologia siue Tractatus de Peste. 8º. Matriti, 1598 = Quinto Tiberio Angelerio, Epi- demiologia..., Matriti: ex Typographia Regia, 1598. Pas/Arm1/231); pero recién gana vigen- cia con el célebre texto Epidemiología Españo- la, o Historia cronológica de las pestes, conta- gios, epidemias y epizootias que han acaecido en España desde la venida de los Cartagineses hasta el año 1801, con noticia de algunas otras enfermedades de esta especie que han sufrido los Españoles en otros reynos, y de los autores nacionales que han escrito sobre esta materia, así en la península como fuera de ella, impreso en Madrid por D. Fermín Villapando en 1803, escrito por Joaquín de Villalba. Durante el reinado del emperador Justinia- no, entre los siglos V y VI dC, la terrible plaga que azotó al mundo ya recibió el nombre grie- go de epidemia. No se sabe exactamente desde cuándo el término epidémico se usa para refe- rirse a la presentación de un número inesperado de casos de enfermedad, pero no hay duda de que fue utilizado desde la baja Edad Media para describir el comportamiento de las infecciones que de cuando en cuando devastaban a las po- blaciones. Los términos epidémico y endémico fueron incorporados al idioma hacia 1606 pero hacía ya mucho que el Occidente medieval ha- bía llevado a cabo actividades colectivas que sentido actual del término, como el aislamiento y la cuarentena. Estadística como recuento de recursos del estado Si bien hemos comentado que la quintaesencia de la Epidemiología es su cualidad poblacional - tes de salud-enfermedad, hasta bien entrado el siglo XVI, los recuentos poblacionales tenían la carga de impuestos y realizar levas militares. La aparición del Estado moderno lleva implí- cita la idea de que la principal riqueza de una nación es su pueblo, lo que sumado al hecho objetivo de que usualmente el poder político era el poder de los ejércitos, hizo necesario con- tar al pueblo y al ejército, es decir, al Estado. Éste fue el concepto de la Aritmética política de William Petty (1623-1697) y de los releva- mientos de John Graunt (1620-1674), frecuen- temente mencionados como precursores de la Epidemiología, la demografía y la estadística (Last, 1983). Con el nacimiento de las naciones modernas, las actividades dirigidas a conocer precisamente las fuerzas y recursos del Estado (de donde surge el nombre de estadística) reba- - ción formal y sistemática de un sinnúmero de - sanitaria moderna se inició con el análisis de los registros de nacimiento y de mortalidad, hasta entonces realizados únicamente por la Iglesia Católica, que organizaba sus templos en relación lineal con el volumen de feligreses y la renta que obtenía de ellos. Las estadísticas sanitarias nacen coinciden- temente con un avance veloz de las ciencias - cripciones clínicas de la disentería, la malaria, la por Thomas Sydenham (el Hipócrates inglés), entre 1650 y 1676. Los trabajos de este autor re- sultaron esenciales para reconocer a estas pato- logías como entidades distintas y dieron origen - des. En su libro Observationes Medicae, Syden- - des podían ser agrupadas según hilos de «unidad biológica» y ser reducidas a unos cuantos tipos, «…como hacen los botánicos en sus libros sobre las plantas». La noción misma de caso debe ne- cesariamente presuponer que existe un principio organizador que une como un hilo invisible a los individuos, y que a su vez depende de la visión de que las enfermedades son entidades especí- Capítulo 1 Historia y crónica de la Epidemiología, con especial referencia a la Argentina y la América Latina 23 curso y pronóstico, lo que puede parecer pero- grullesco hoy pero no lo era incluso hasta tan tarde como el siglo XIX. una solaentidad extensa, que no variaba en su esencia aunque podía hacerlo en intensidad. Esta concepción unitaria de las enfermedades febriles fue incluso un motor para la reforma sanitaria ya que implicaba que todas ellas podían prevenirse a un tiempo por mejoras medioambientales. Fue crítico para romper este molde el desarrollo de la anatomía patológica. A partir de los trabajos de Morgani, en 1761 se hizo clara la relación entre entre anatomopatología y sintomatología, y de ahí en adelante la medicina comenzó una de la distintividad de las varias patologías. Los trabajos de investigación en patología en el si- glo XIX, incluyen a Louis en Francia, Henle en Alemania y Rokitansky en Austria y dieron pie al concepto de entidades únicas con manifesta- ciones clínicas de algún modo relacionadas a los hallazgos anatómicos. Contadores de eventos se vieron fortalecidas casi inmediatamente, cuando su coterráneo John Graunt analizó, en 1662 –la época del gran incendio de Londres y de las obras de Shakespeare en los teatros po- pulares–, los reportes semanales de nacimien- tos y muertes observados en la ciudad de Lon- muchos patrones interesantes. Cabe a Graunt el mérito de ser uno de los primeros contadores de enfermedades. En 1662 vieron la luz sus Observaciones Naturales y Políticas sobre las Cuentas de Mortalidad, que se publicaban cada semana, si bien en forma intermitente, por los sacristanes de las parroquias de Londres, sien- do estimuladas en gran medida por el miedo a las plagas, pero también debido a que la pobla- ción –los suscriptores diríamos hoy– derivaba consecuencias de diverso tipo de aquellos da- tos, incluso económicas ya que como él mismo decía –recuérdese que era un hombre de nego- cios– debe mantenerse la mente abierta a cual- de nuevas fuentes de conocimiento. Graunt describe la metodología de esta suerte de proto vigilancia (Mc Mahon, Harvard, 2000): Cuando alguien muere, entonces, ya sea tañen- do o doblando campanas o anunciándolo por el se- pulturero del barrio, se le comunica al investigador que corresponda con dicho barrio. Los investiga- dores (matronas juramentadas) acuden inmediata- mente al lugar en el que se encuentra el cuerpo y, la vista del mismo y de cualquier otra evidencia determinan la causa (enfermedad o accidente) del fallecimiento. Al instante envían su informe al sacristán de la parroquia, quien, cada martes por la noche, lo re- los Bautizos ocurridos esa semana, que envía el se- cretario del Ayuntamiento. El miércoles se realiza el recuento general y se imprime para, los jueves, publicarlo y distribuirlo entre todas las familias, que pagan cuatro chelines al año por este servicio. Graunt recopiló y analizó todas las cuentas publicadas entre 1623 y 1660, observando que en los nacimientos y en las defunciones el nú- mero de hombres era mayor que el de las mu- jeres, la elevada tasa de mortalidad entre los lactantes y niños de menos de 5 años –casi un 40%–, la variación estacional en la mortalidad y muchas otras características sobre los naci- mientos y defunciones. Proporcionó informa- ción numérica sobre el impacto de la peste en la población de la ciudad y examinó las condi- ciones meteorológicas y otros aspectos ecoló- gicos de los años durante los cuales se presentó de «la uniformidad y la posibilidad de pronós- tico de los fenómenos biológicos considerados en masa», teniéndosele así como el fundador de la demografía, si bien –como suele ocurrir a mentes demasiado anticipadas a su época– es- tas técnicas no derivaron en aplicaciones epide- miológicas concretas por cerca de 200 años. William Petty publicó por la misma épo- ca trabajos relacionados con los patrones de mortalidad, natalidad y enfermedad entre la población inglesa, y propuso por primera vez la creación de una agencia gubernamental en- cargada de la recolección e interpretación sis- 24 Lemus-Aragües-Lucioni . Epidemiología y salud comunitaria temática de la información sobre nacimientos, casamientos y muertes, y de su distribución se- gún sexo, edad, ocupación, nivel educativo y otras condiciones de vida. También sugirió la construcción de tablas de mortalidad por edad de ocurrencia, anticipándose al desarrollo de las actuales tablas usadas para comparar po- blaciones diferentes. Esta manera de tratar la información poblacional fue denominada por Petty aritmética política. Los trabajos de Graunt y Petty no contribu- yeron de inmediato a la comprensión de la na- turaleza de la enfermedad (como ninguna otra ruptura paradigmática, considérense si no las ideas innovadoras de Robert Koch que fueron muy lentamente permeando en la mentalidad vigente entre los médicos), pero fueron funda- mentales para establecer los sistemas de reco- lección y organización de la información que los epidemiólogos actuales usan para desarro- llar sus observaciones. Leyes de la enfermedad El análisis de la enfermedad colectiva por me- dio de esta metodología llevó a la confección de un sinnúmero de leyes de la enfermedad, que se referían primariamente a la probabilidad de enfermar a determinada edad, a la probabili- dad de permanecer enfermo durante un número - cer por determinadas causas. Con todo, estas tablas no derivan directamente de los trabajos de Graunt y Petty, sino de las compañías asegu- - da los precios de los seguros de vida, comunes en Inglaterra y Gales desde mediados del siglo XVII y en Francia desde el siglo XVI a través de las asociaciones de socorros mutuos y las cajas de trabajadores. Las más famosas tablas - mités seleccionados, en Suecia, las de Price en Inglaterra y las de Oliphant en Escocia. Uno de los más famosos constructores de ta- blas de vida para las compañías aseguradoras fue Edmund Halley (1656-1742), el famoso as- trónomo británico descubridor del cometa que lleva su nombre y Daniel Defoe, autor de Robinson Crusoe. El proceso matemático que condujo a la elaboración de leyes de la enfer- medad se inició no obstante con el análisis de la distribución de los nacimientos. Arbuthnot, continuador de los trabajos de Graunt y Petty, había demostrado (circa 1710) que la relación entre nacimientos de varones y mujeres era - dientemente de la sociedad y el país conside- rado; razonó que esta regularidad no podía ser azarosa y por fuerza tenía que ser una disposi- ción divina encaminada a balancear el exceso XVIII, el sacerdote alemán Sussmilch sugirió (continuando la línea enumerativa de Graunt, Petty y Arbuthnot) que la notada regularidad encontrada en los nacimientos era una ley esta- dística por derecho propio, como una ley física, y debían existir leyes similares capaces de ex- plicar el desarrollo de toda la sociedad, nacien- do la idea de una ley de mortalidad y, poco más tarde una para cada cuestión social: suicidio, crimen, vagancia, locura y, naturalmente, la en- fermedad. Este concepto de ley se asemeja en muchos sentidos a aquel en que el economista Marshall se refería a las leyes sociales (habla- que una proposición o declaración general de tendencias, más o menos seguras, más o menos - minadas circunstancias es esperable cierto cur- so de acción sobre otro entre los miembros de un grupo social...» Si bien las estadísticas sobre la enferme- dad no tuvieron importancia práctica hasta el siglo XIX, su desarrollo era un avance formi- dable para la época. La propia frase ley de la enfermedad era una invitación a formular los problemas de salud de modo matemático y la búsqueda de leyes de la enfermedad fue una ac- y contribuyó grandemente al desarrollo de la estadística (de paso, la evolución a la probabili- dad fue un hecho natural). En el siglo XVIII se publicaron trabajos que hacían uso de la enumeración estadística. Por ejemplo, el de James Lind en 1747 sobre Capítulo 1 Historia y crónica de la Epidemiología, con especial referencia a la Argentina y la América Latina 25 la etiología del escorbuto, en el que demos- tró experimentalmente que la causa deesta - tricos. Otro trabajo referido a la práctica de inmunización introducida por Jenner fue pu- blicado por Durand unos años después de la generalización de este procedimiento en Eu- consecuencias de este método preventivo en la esperanza de vida de los franceses. El impe- rio de las probabilidades sólo era concebible en un mundo numérico y en materia médica, esto fue posible sólo gracias a Pierre Charles Alexander Louis y sus trabajos. Este epide- miólogo moderno condujo, a partir de 1830, una gran cantidad de estudios de observación numérica, demostrando, entre muchas otras cosas, que la tuberculosis no se transmitía he- reditariamente y que la sangría era inútil y aún perjudicial en la mayoría de los casos. El mayor representante de los estudios sobre la regularidad estadística en el siglo XIX fue el belga Adolphe Quetelet, que usó los estu- valores promedio de múltiples fenómenos bio- lógicos y sociales. Como resultado, Quetelet transformó cantidades físicas conocidas en pro- piedades ideales que seguían comportamientos regulares, con lo que inauguró los conceptos de término medio y normalidad biológica, catego- rías ampliamente usadas durante la inferencia epidemiológica. Sin embargo, los trabajos de Laplace, Louis, Poisson, Quetelet, Galton y Pearson pronto se acercaron a las posturas sostenidas por los - cos), para quienes, según el dicho del escocés William Kelvin, una ciencia que no medía «era una pobre ciencia». Con ello, se pasó de consi- derar que medir es bueno, a creer que sólo me- dir es bueno. El inglés William Farr, discípulo de Louis generalizó el uso de las tasas de mor- talidad y también los conceptos de población bajo riesgo, gradiente dosis-respuesta, inmuni- dad de grupo, direccionalidad de los estudios y valor año-persona. En 1839 fue designado responsable de las estadísticas médicas de la Gales, siendo los informes anuales publicados por más de 40 años una tradición de cuidadosa aplicación de datos sobre eventos vitales. En 1837 publicó lo que denominó «un instrumento capaz de medir la frecuencia y duración relativa posible determinar el peligro relativo de cada padecimiento. Finalmente, creó el concepto de fuerza de la mortalidad de un padecimiento «decesos entre un número determinado de en- fermos del mismo padecimiento, en un periodo primeros conceptos epidemiológicos altamen- te precisos, es idéntico al que hoy conocemos como letalidad. La investigación realizada en el campo de la Epidemiología experimentó durante el siglo XIX un extraordinario avance, especialmente con los trabajos de Robert Storrs (1840), Oli- ver Wendell Holmes (1842) e Ignaz Semmel- puerperal; los de Panum (1846) sobre la con- tagiosidad del sarampión; los de Snow (1854) sobre el modo de transmisión del cólera, y los de William Budd (1857) sobre la transmisión trabajos radica en el enorme esfuerzo intelec- tual que estos investigadores debieron hacer para documentar e inferir propuestas sobre la capacidad transmisora, los mecanismos de contagio y la infectividad de agentes patóge- nos sobre los que aún no podía demostrarse una existencia real, y, tengamos en cuenta, auxiliados sólo por la observación. Una mues- tra más que elocuente del enorme valor de es- tos trabajos se encuentra en el hecho de que los agentes infecciosos responsables de cada una de estas enfermedades se descubrieron entre veinte y treinta años más tarde, en el mejor de los casos, y dan pie al juicio de Milton Terris de que los epidemiólogos pueden situarse «por delante de todos los demás.» El cólera como enfermedad colonial clásica El método utilizado por los epidemiólogos novecentistas para demostrar la transmisibi- lidad y contagiosidad de los padecimientos 26 Lemus-Aragües-Lucioni . Epidemiología y salud comunitaria mencionados (que, sumariamente consiste en comparar la proporción de enfermos expuestos a una circunstancia con la proporción de enfer- mos no expuestos a ella) se reprodujo de manera sorprendente y con él se estudiaron, durante los siguientes años, prácticamente todos los brotes epidémicos, entre los que comentaremos con cierto detalle los de cólera; incluso versiones aún hoy métodos epidemiológicos en uso. El cólera, la enfermedad colonial por anto- nomasia que evidencia que siempre aparecen por aposición a las cadenas comerciales, cade- nas pestilenciales, surgió en forma epidémica en la India en 1817 y llegó a Gran Bretaña en 1831. Durante el siglo XIX Gran Bretaña per- dió unos 130 000 habitantes en cinco epidemias de cólera, en tanto que durante el mismo siglo y el primer cuarto del siguiente la India perdió por esta causa más de 25 millones de perso- nas. Suele aceptarse que en muchos aspectos la medicina moderna comienza con la marca del - - mó su hallazgo en Calcuta en 1884 (de paso, 2 años antes había descubierto al agente causal la Sociedad de Fisiología de Berlín en 1882, hecho que suele reconocerse como el comienzo formal de la era bacteriológica). No obstante, sus ideas no fueron inmediatamente aceptadas, ya que el paradigma médico de entonces esta- ba dominado por la idea de los miasmas, espe- cie de venenos volátiles que se trasmitían por el aire. La teoría miasmática fue apoyada por los poderes políticos y académicos locales aún luego de los descubrimientos de Snow y Koch, entre otros, porque permitía una explicación menos comprometida sobre la propagación de las enfermedades como el cólera, logrando cerrar un círculo epidémico basado en la tría- dejar de lado –por casi un siglo– los factores principales (miseria-hambre y falta de cultura- inexistente saneamiento) conocidos hasta por la propia población involucrada. Se acuñó así una cólera, que en esencia no ha cambiado, basada en la culpabilidad de un supuesto transmisor, llámese viajero, alimento, avión o individuo poco higiénico. En este sentido, la domina- ción inglesa de la India culpó al entorno del país, viendo en estas causas locales la razón de las espantosas y mortíferas epidemias a las que el continente indio parecía tan propenso. Incluso en su Historia de la India, libro de lec- tura obligatoria de la Compañía de las Indias Orientales, empresa comercial privada, y lue- go del gobierno británico, James Mill –padre - dad india había permanecido inmutable desde tiempo inmemorial, constructo mental éste que sirvió de base ideológica para la inacción total. La premisa era que los «aldeanos indios eran mugrientos, preferían ser mugrientos y habían sido mugrientos desde tiempos remo- 1877 «… la mayoría de la gente no cree en el valor del aire y del agua puros …se contentan con mantener los hábitos de sus ancestros y si sufren y mueren atribuyen esta circunstancia al destino…». Como dijimos, el cólera entró a Inglaterra en 1831. En 1854 estalló un brote particular- mente virulento en Londres: entre el 31 de agosto y el 1 de septiembre murieron 500 per- sonas en el área de Golden Square, pertene- ciente a la parroquia de St. James. John Show, un obstetra interesado en más de un aspecto de la ciencia médica (fue por ejemplo uno de los primeros en utilizar una técnica anestésica), se dio cuenta de que tenía un fantástico experi- mento natural en sus manos. Para esta época la gente carecía de agua corriente y usaba pozos y bombas comunitarias para la provisión de agua. El vecindario en que estalló esta epide- mia estaba abastecido por dos compañías, la Lambeth Company y la Southwark & Vaux- hall. En la epidemia de 1849 ambas empre- sas tomaban agua del Támesis en la zona de desembocadura del alcantarillado, pero más tarde la Lambeth trasladó sus bocas río arriba a zonas más limpias. Show trazó un mapa de la zona en que habían tenido lugar las muertes visualizando que la mayoría había ocurrido alrededor de la bomba de Broad Street, abas- tecida por la Southwark y víctima de la conta- Capítulo 1 Historia y crónica de la Epidemiología, con especial referencia a la Argentina y la América Latina27 minación, logrando convencer a los Guardians de que retiraran la manija de la bomba, con lo que la epidemia cesó rápidamente. Con todos causal putativo de la enfermedad que «...ha de tener alguna estructura, como una célula.» (Snow, 1854), unos 30 años antes del descu- brimiento formal de los microorganismos–, el de Snow no fue un verdadero experimento en el sentido de que no evaluó sistemáticamen- te exposición a la bomba en individuos sin cólera; en otras palabras, no hubo controles (pacientes que hubiesen bebido y no hubiesen muerto), sino que fue sólo un estudio de casos y no casos. Pero el ministro local Henry Whitehead, inicialmente escéptico del hallazgo de Snow, investigó en detalle el consumo de agua entre residentes de Broad St. Comenzó preguntan- do a las familias de muertos por cólera sobre los hábitos de las víctimas y encontró que 45 habían tomado agua de la bomba, mientras que 13 no. Extendiendo su análisis sobre los supervivientes (una vez más, Snow sólo con- sideró los muertos), encontró que 35 habían tomado agua de la bomba y 7 no. Razonó ade- cuadamente que para realizar un análisis co- rrecto debía examinar asimismo a los sujetos que, residiendo en Broad St. en septiembre, no hubiesen sufrido de cólera o diarrea. De este modo, entrevistó a 336 controles sanos y en- contró que 279 no habían usado la bomba y contingencia para estos hallazgos. Whitehead concluyó que, entre los atacados, la tasa de consumidores de agua sobre no con- sumidores era de 80 a 20, en tanto que entre aquellos que escaparon era de 57 a 279 (White- head, 1855). Esto arroja un OR de casi 20 entre consumo de agua de la bomba y desarrollo de 0.001). Se piensa acertadamente que éste fue el primer estudio casos y controles de la histo- ria. Poco después de la publicación de Snow, otro célebre epidemiólogo de la época, William cedía caballerosamente la prioridad en el des- cubrimiento –cosa verdaderamente inusual en un científico– Budd publica en Lancet «Alleged discovery of the cause of cholera», en que describe observaciones sobre «peculiares objetos microscópicos en las deposiciones de los enfermos». Esto daría a William Budd la prioridad como descubridor del agente etioló- gico, precediendo en un lustro al italiano Pa- cini, quien los observaría en el intestino de los enfermos. Ambos investigadores no pudieron o que vieron, perdiendo los derechos de autor. El descubrimiento por Robert Koch del vibrión no puso término a las discusiones sobre su patoge- nia: Koch encontraría en Max von Pettenkofer un obstinado adversario, capaz de arriesgar su propia vida en un experimentum crucis; en el dudas y quiso convencerse por sí mismo. En ocasión del brote de Munich en 1854, concluyó tras detallados estudios que sus experiencias no Figura 1.1 Tabla de contingencia para ocurrencia de cólera según el ministro Whitehead Bomba de Broad Street Cólera SÍ NO SÍ 80 57 137 80/57=1.4 NO 20 279 299 20/279=0.07 100 336 436 OR 20 p<0.001 28 Lemus-Aragües-Lucioni . Epidemiología y salud comunitaria bastaban para demostrar la transmisión directa del cólera a través del agua, faltando un paso: el elemental contacto con la tierra. Nació así su famosa teoría del suelo según la cual el ger- provisoriamente x, debía unirse a un sustrato o factor y, presente en el suelo bajo ciertas condi- ciones témporo-espaciales. La suma del binomio (x + y) era igual a z, el verdadero veneno coléri- co –como un cemento de contacto que debe ac- tivarse con una mezcla–, siendo los dos factores inofensivos por separado. Constantinopla fue en 1866 escenario de la presentación de su teoría en el marco de la Tercera Conferencia Sanitaria Internacional, donde ganó la aprobación de los presentes: el aire era el principal vehículo del principio generativo (la miasma colérica x + y = z) del cólera, defenestrando de una vez y para siempre la idea de la diseminación acuática. Con el tiempo su teoría incluiría también la tifoidea y otras enfermedades del suelo y derivando en la misma tríada epidemiológica: agente (x) + me- dio ambiente (y) = huésped susceptible (z). El enfrentamiento decisivo entre Snow y Petenko- fer llegaría con la epidemia de Hamburgo en 1892. Un Pettenkofer de 74 años se vio empu- jado hacia su famoso experimentum crucis: el 7 de octubre, en presencia de selectos testigos, tras neutralizar su pH estomacal con bicarbonato, in- girió 1 ml de un caldo de cultivo de vibrión colé- rico proveniente de un paciente recién fallecido. Según se supone el trago contenía mil millones de bacilos, pero Pettenkofer no murió, experi- mentando sólo una ligera diarrea, demostrando así que al factor x ingerido le había faltado su propio factor y. Sus deposiciones fueron culti- vadas, recuperándose el vibrión en cultivo puro. Koch respondió diciendo que Pettenkofer había, verdaderamente, tenido cólera. Semmelweiss y la fiebre puerperal Igualmente ilustrativo de la metodología epi- demiológica cuasi detectivesca, podríamos decir –caracterizada por 4 pasos: determinar los hechos, examinar las teorías que puedan explicar estos hechos, recolectar la evidencia que pueda dar soporte a la teoría (o refutar- la en términos popperianos), y por último extraer conclusiones–, es el trabajo de Ig- naz Semmelweis en el Hospital Maternal de Viena, otro mojón epidemiológico, que inda- gó sobre las causas de la desusada mortali- dad en la clínica de médicos del hospital de maternidad vienés contra la de la clínica de comadronas entre 1846-47. Luego de consi- derar y descartar con paciencia de detective numerosas causas como aquéllas propias de las pacientes –que suenan hoy insólitas como exceso o estancamiento de la sangre o coa- gulación espontánea de la misma, el peso de la leche secretada–, los exámenes obstétricos de los médicos extranjeros, la aprehensión de las parturientas ante el paso de un clérigo por cósmico telúricas de la ciudad de Viena, un hecho casual –la muerte del profesor de ana- tomía patológica por una herida generada con un instrumento de disección que desató en él una enfermedad indistinguible de la sepsis que mataba a las parturientas– lo llevó a advertir que la enfermedad era en verdad trasmitida por las manos de los médicos que, antes de la revista de sala efectuaban disecciones cadavé- ricas, llevando las partículas cadavéricas en ellas y generando la mortal sepsis puerperal. Semmelweis instó a sus médicos a lavarse las manos después de las disecciones con clorina líquida en 1847 (diciendo que después cam- bió a cal clorada ¡que era más barata!) con lo que la tasa de infección no cesó de descender hasta niveles incluso inferiores a los de la clini- ca de comadronas. Así, concluyó Semmelweis, «la causa endémica desconocida de los horri- bles estragos en la primera clínica eran las partículas cadavéricas adheridas a las manos de los examinadores» y más adelante «...este cuadro proporciona la prueba incontestable origina con la propagación de sustancias ani- mal-orgánicas». (Semmelweis. The etiology, concept and prophylaxis of chilbed fever. The University of Wisconsin Press, 1983) - de correlación), George C. Shattuck (fundador Capítulo 1 Historia y crónica de la Epidemiología, con especial referencia a la Argentina y la América Latina 29 de la Asociación Estadística Norteamericana) - temáticamente el uso del grupo control en los estudios experimentales). Un alumno de Gal- ton, Karl Pearson, descubrió la distribución de chi2 y fundó la Escuela Británica de Biometría. Major Greenwood, alumno de Pearson, fue el más destacado epidemiólogo inglés de la pri- mera mitad del siglo XX y maestro de Austin Bradford Hill, quien, junto con Evans y Jerushal- my –el creador de los conceptos sensibilidad y - tante divulgadores de los criterios modernos de causalidad. En nuestro continente destacaron inicialmente Edward Jarvis, William Welch, Joseph Goldberger, Wade Hampton Frost, Ed- gard Sydenstriker y Kenneth
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