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El Psicoterapeuta como Persona Apuntes Personales y Profesionales Sebastián León

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Índice
 
Cubierta
Portada
Créditos
Nota preliminar
Nuestros «pilotos automáticos»
Jacinta, el dinosaurio y la hormiga
Lo que puede el sentimiento
Javiera o la niña del macetero
Llegar tarde
Cuaderno de terapia: un diario de vida emocional
Cuando estar «mal» está bien
Ser padres: una oportunidad para sanar la infancia
Las funciones de los hijos
Mis siete psicoterapias
Tres notas mentales para psicoterapeutas
Psicoterapia: crecer juntos
Teorías: puentes y no murallas
El truco
Soltar la autoexigencia
Del maltrato al buen trato
Buen trato a la infancia: aceptación incondicional
La infancia robada
Prioridades
Uno
De fútbol y psicoterapia
Esguince emocional
Las cartas en psicoterapia
El amor según mi hijo de cuatro años
Lo verdaderamente importante
El padre de hoy
El «Día del Padre Ausente»
Principio psicogástrico
Mi manera de entender la psicoterapia
La paradoja de la psicoterapia
Sujeto supuesto saber
La belleza de morir
2
Elogio del pluralismo
Acá
Contra el dogmatismo teórico
¿Quién es el paciente y quién el psicoterapeuta?
Rigidez por flexibilidad
Cura de amor
Relación de pareja y carencias afectivas infantiles
No existen los depresivos
Buen trato infantil y felicidad adulta
Crianza natural
Los hijos no son pañuelos
Hijos torbellinos
Disciplina empática: el tercer camino
¿De qué se trata una psicoterapia?
La mayor felicidad
El chipote chillón y la rueda de la fortuna
Una y la otra
Una pregunta difícil
Carlo de Gavardo
La ruta de la Roja
Un mejor país
Pensamiento excluyente y pensamiento incluyente
De fútbol y cambios sociales
Ser y estar en el mundo
Cinco remedios caseros y ancestrales para hacer dormir a tu guagua
Cuando interrumpir la terapia es el mejor cierre de un ciclo
Pequeñas acciones para grandes cambios
El terapeuta como ciudadano: la política cartas hacia arriba
El privilegio de hacer lo que me gusta
Seres socio-psico-biológicos
El aburrimiento como fuente de la creatividad
Intensa-mente
Diez cosas difíciles y diez cosas gratificantes de la crianza
Tres mitos comunes en la psicoterapia con adultos
Como, luego existo
Recorrer la ciudad
El secreto
Manual de safari urbano o el arte de perderse
Para crear hay que seguir en la lucha
Todo momento es un momento nuevo
3
De running y walking
Reflexiones desde la psicoterapia relacional, a propósito de El bosque
de Karadima
La actitud psicoterapéutica: de la neutralidad a la influencia
significativa
«Mi casa es un campo de batalla»
Veinte tesis sobre la psicología del maltrato
Descentralización
Por una adopción respetuosa
Responsabilidad de expresión
El arte de la psicoterapia
La mayor genialidad de Freud
De generosidades y privilegios
Intento de suicidio
Niños
Persona acelerador y persona freno
Tres herramientas clínicas
Confianza básica hacia los niños
Mentir, sobreexigir, polarizar: tres errores en la crianza
El pudridero del alma
Autenticidad responsable
De psicoterapia y escritura
El valor de las cosas «obvias»
Juego, creatividad y belleza
Aterrizaje emocional
El sentido de una psicoterapia
Abuso sexual y sexualidad infantil: el péndulo de Freud
Ser humano
Adopción y prueba de confianza
Seguridad, protección y confianza
Vivir creativo
Flashback
Psicoterapeuta 3D
Contra la corriente
Mandatos de género
El mejor libro
Mensajes que justifican la escritura
Reflexión al paso en Nueva York
Perspectiva
De hogar y de viajes
4
«Trabajobby»
La culpa
Campo adentro
En la mitad del camino
Ilusión de alternativas
La pared que volvió a sonreír
Las vueltas de la vida o la supervisión como «intervisión»
Mensajes que sacan sonrisas
La infancia secuestrada
Confesión antimetodológica
Estremecer los viejos supuestos
Saudade psicoterapéutica
El peligroso péndulo de la crianza
Elogio de la crítica
Amar sin límites, convivir con límites
Crianza empática y crianza apática
Maldita primavera
El suicidio: más allá del tabú y del estigma
Recordar
Del activismo al fundamentalismo
Cinco principios de parentalidad positiva
Paradoja capitalista
«A mí me pegaban y no quedé traumado»
Para personas ociosas y con mucho tiempo libre
Sobre las aguas de la propia historia
Salir del clóset
Un alto cargo académico
Cambiar el mundo
Worst sellers
Solipsismo ideológico
Menos etiqueta, más persona
Un psicoanálisis más humano
Un psicoterapeuta
El secreto de los psicoterapeutas
El camino de la psicoterapia
Contra el culto a la personalidad en psicoanálisis
Autoterapia en tres imposibles pasos
La psicoterapia como trabajo de liberación
El volante y la bencina
Advertencia para psicólogos y estudiantes de Psicología
5
La coraza profesional
Niño mateo
Nuestros personajes encarnados
La autoridad de los padres
La edad emocional
Cuatro palabras a evitar en la crianza
Cuando la enfermedad es la mejor terapia
El histórico síndrome del doble opuesto
El corazón de Magdalena
¿Qué necesitan un estudiante de psicoterapia y un psicoterapeuta?
Con permiso para ser persona
«Quiero que mis hijos sean felices»
El turista y el sabio
Los cuidadores descuidados
Jorge: de autómata a persona
Mirar para el lado
Contra la idealización
Minuto 39
No poder seguir
La depresión o el dolor de la oruga
Autoayuda según Freud, Winnicott y Lacan
Navidad en familias con padres separados: la ilusión de la «familia
feliz»
Autoayuda según Nietzsche, Husserl y Heidegger
Personas antes que adictos
Asumir la propia historia
Cultivar el «sentipensamiento»
Autoayuda según Gadamer, Merleau-Ponty y Lévinas
Autoayuda según Melanie Klein, Wilfred Bion y Donald Meltzer
Pilar Sordo es mi copiloto
Autoayuda según Borges, Cortázar y Galeano
Lo mejor que podemos ofrecer como psicoterapeutas
Ricardo o el inconsciente en acción
El síndrome de sobrecompensación parental
El trabajolismo como mecanismo de huida
Resolver el complejo de Pancho Puelma
Autoayuda según Walter Benjamin, Michel Foucault y Jacques Derrida
Diálogo entre un profesor y un apoderado
Regar la plantita
Eslogan para una psicoterapia
6
El piquero de Dios
Antonio o la comunicación musical inconsciente
Recordatorio fenomenológico para psicoterapeutas
Voy a ganar
Sabiduría rural
Bong
Tres tesoros de la niñez
Todos somos Joaquín
Destinos de la vejez
Star Wars: una historia de apego
El derecho a fallar
Ana, la enfermera del mundo
7
8
SEBASTIÁN LEÓN
EL PSICOTERAPEUTA 
COMO PERSONA
Apuntes personales 
y profesionales
9
EL PSICOTERAPEUTA COMO PERSONA
APUNTES PERSONALES Y PROFESIONALES
Primera edición: septiembre de 2016
© Sebastián León, 2016
Registro de Propiedad Intelectual
Nº 265.239
© RIL® editores, 2016
SEDE SANTIAGO:
Los Leones 2258
CP 7511055 Providencia
Santiago de Chile
 (56) 22 22 38 100
ril@rileditores.com • www.rileditores.com
SEDE VALPARAÍSO:
Cochrane 639, of. 92
CP 2361801 Valparaíso
 (56) 32 274 6203
valparaiso@rileditores.com
Composición, diseño de portada e impresión: RIL® editores
ePub hecho en Chile • ePub made in Chile
ISBN 978-956-01-0289-8
Derechos reservados.
10
NOTA PRELIMINAR
Este libro se puede leer de manera aislada o también como la continuación de los
anteriores, Diario clínico y Psicoterapia relacional y crianza respetuosa. Junto con
estos, El psicoterapeuta como persona compone una trilogía en la que, tanto por
estilo como por contenido, he buscado alejarme de la impronta académica de mis
primeros libros y acercarme a la experiencia más íntima, emocional y confesional de
la vida profesional y personal. Es esta última aparente dicotomía entre la persona y el
psicoterapeuta la que este libro pretende, precisamente, subvertir y diluir, mostrando
que en el oficio psicoterapéutico lo personal anida en el núcleo de lo profesional.
Como psicoterapeuta, soy ante todo persona: un ser humano disponible y abierto al
encuentro único, singular e irrepetible con otro ser humano. Allí, despojado de
corazas, con mi historia encarnada en mi cuerpo, con mis limitaciones, mis puntos
ciegos, mis sombras y unas pocas luces para transitar juntos por la aventura del
aprendizaje emocional compartido. Los datos y contextos de las historias clínicas
aquí incluidas han sido modificados por respeto a la confidencialidad de las personas
involucradas.11
NUESTROS «PILOTOS AUTOMÁTICOS»
Ayer Santi, mi hijo mayor (de cuatro años), se graduó del jardín infantil. Fue un lindo
momento, emotivo y cercano. Eso sí, yo estuve a punto de arruinarlo: sucede que
Santi (y en esto se parece más a la mamá que a mí) es algo tímido al inicio de una
interacción social, aunque luego se suelta y fluye. Entonces, no quería estar en el
escenario con los otros trece o catorce niños, frente a todos los padres, sin que su
mamá o yo estuviéramos a su lado.
Al principio, la Agu (mi mujer) se quedó a su lado en la ceremonia. Era el único
niño acompañado por su madre. Y yo, que sacaba fotos y cuidaba que Dante no se
subiera a la tarima, empecé a sentirme irritado (Dante es nuestro hijo menor, de dos
años, menos tímido y más centro de mesa, en esto quizás más parecido al padre):
¿cómo era posible que mi hijo fuera el único niño que no pudiera ser lo
suficientemente autónomo como para prescindir de la madre en su graduación? ¿No
es acaso una conducta excesivamente sobreprotectora y carente de límites que la Agu
siga ahí con él, sin ponerse firme y dejarlo solo, como los demás compañeritos?
Como la ceremonia había empezado, intenté hacerle entender esto a la Agu con
gestos, pero ella no estuvo de acuerdo. Entonces, aún irritado, fui donde ella y
cambiamos lugares: yo me quedé con Santi y ella con Dante. Y le dije a Santi que ya
estaba bueno, que podía quedarse solo arriba, que yo me iría. Él protestó y se aferró a
mí angustiado.
Fue en ese momento cuando algo en su carita me hizo clic: yo estaba forzando una
situación innecesaria. Estaba obligándolo a responder a mi expectativa. No pasaba
nada si su mamá o yo nos quedábamos con él. Nadie lo impedía. Era yo quien sentía
la necesidad de que mi hijo «no fallara», que actuara «perfecto», que fuera un
pequeño «alumno destacado o brillante».
Y claro: se había activado mi piloto automático. Cuando niño, yo era gordito, no
me iba tan bien en gimnasia, no tenía mucha destreza física ni manual, pero sostenía
mi autoestima en ser un «alumno destacado», casi siempre con buenas notas, por lo
general «bien portado», un niño que no daba problemas. Y, sin pensarlo, estaba
traspasándole mi premisa, mi piloto automático, mi chip emocional, a mi hijo.
Apenas vi su carita angustiada, fue como mirarme en sus ojos y reconocer que él
no era yo: que era otra persona, y que podía no responder a la expectativa ceremonial
que yo mismo me había autoimpuesto, sin que pasara nada. De hecho, todo resultó
lindo, recibió su diploma (con su preciosa carita de vergüenza) y luego jugó y comió
tranquilo y contento.
Hoy, mientras me duchaba, pensaba (siempre los pensamientos más importantes
aparecen en la ducha): qué importante es que aprendamos nosotros los padres a
reconocer nuestros propios «pilotos automáticos», nuestros mandatos e imperativos
que tienen que ver con nuestra historia, para no imponérselos a nuestros hijos.
Desde hoy, Santi y Dante, su papá es un poco más consciente del peligro de querer
hacer de ustedes «alumnos destacados», «bien portados», «escolarmente
impecables». Desde hoy, soy un poco más consciente que mi rol como padre no es
imponerles mis expectativas (neuróticas, como la mayoría de las expectativas), sino
facilitarles que ustedes, mis amados hijos, puedan llegar a ser quienes ustedes quieran
12
ser.
Gracias, Agu, por ayudarme a darme cuenta. Los amo a los tres.
Papá.
13
JACINTA, EL DINOSAURIO Y LA HORMIGA
Jacinta tiene 8 años. Hace cuatro meses, Claudia, su mamá, falleció producto de un
cáncer de mama. Junto con esto, Felipe, su papá, la trae a terapia porque «ha estado
súper agresiva en el colegio. La Jaci siempre ha sido líder, con una personalidad bien
potente, pero ahora está mucho más peleadora».
En nuestra segunda sesión juntos, le pido a Jacinta que haga un dibujo, lo que ella
quiera. Dibuja un dinosaurio. Yo le trazo un globo de diálogo al modo de los cómics,
para que ella lo llene con lo que el dinosaurio quiera decir. Lo completa con la
siguiente frase: «Yo soy el animal más fuerte, más grande. ¡Soy invencible, grrrr!».
Acto seguido, le pido que haga un segundo dibujo, que sea todo lo contrario del
dibujo anterior. Se queda pensando y luego dibuja una hormiga. Le hago el globo del
cómic y ella lo llena escribiendo lo siguiente: «Yo soy una pequeña insectita, soy
débil, tengo mucho miedo y me siento solita».
Le pregunto a la Jaci cuál sería ella, si el dinosaurio o la hormiguita. «El
dinosaurio, po, ¡obvio! Es bacán: grande, fuerte y no le puede pasar nada». Le
respondo: «¿Te cuento? Yo a veces me siento como el dinosaurio, fuerte, casi
invencible, y otras veces también me siento como la hormiguita, frágil, débil y
asustado. Por ejemplo, mi abuelita está súper enferma, está a punto de morirse, yo no
puedo hacer nada para que se sane y tengo miedo que cuando yo sea viejito sufra
tanto como ella… Ver así a mi abuelita me pone triste…».
Los ojos de Jacinta se extravían por unos segundos y su expresión facial cambia.
Me dice en voz baja: «¿Te cuento yo ahora mi secreto? Yo en las noches lloro por mi
mamita, pero me escondo en la almohada. Mi mami me dijo que yo tenía que ser
fuerte cuando ella no estuviera y yo no quiero llorar». Le respondo: «Yo entiendo a tu
mamá: ella ha querido lo mejor para ti. Yo estoy seguro de que ella te diría que a
veces puedes sentirte fuerte como un dinosaurio y otras veces puedes sentirte débil
como una hormiguita, necesitar llorar y querer que te abracen».
La Jaci suspira y me pregunta si puede pasar su papá. Felipe entra y ella se recuesta
en sus brazos, como un bebé. Y llora. Felipe le hace cariño con una mano, mientras
con la otra seca sus propias lágrimas. Mis ojos, como los de ellos, también se
inundan.
14
LO QUE PUEDE EL SENTIMIENTO
Carla, de 32 años, me cuenta cómo falleció hace tres meses su pequeño de 4 años,
víctima de un feroz tumor cerebral. Recuerda su última sonrisa, la última vez que le
dijo «mami, me duele la cabecita…», su último llanto, su carita pálida al dormirse
para siempre… Mientras me relata con profundo pesar lo acontecido, siento en carne
propia su dolor, como una puñalada lenta y profunda, dolor que resuena multiplicado
en mis entrañas por tener yo mismo un hijo de la misma edad. No puedo evitar que
varias lágrimas se escapen de mis ojos. Le digo, con total honestidad: «Lo que me
cuentas es muy doloroso, me hiciste llorar…». Me responde: «No hay dolor más
grande… Gracias por no esconder lo que sientes… Por eso me cambié de
psicóloga… A la anterior, cuando le conté esto ni se inmutó, la sentí súper fría, me
hablaba de teorías del duelo, de cifras de niños con cáncer…». Ella me devuelve la
caja de pañuelos que yo le había pasado, para que ahora yo saque un pañuelo.
Pasarán ocho meses de trabajo emocional lento, doloroso, sentido. Le pregunto a
Carla, en su última sesión, qué fue lo más significativo para ella en su terapia de
duelo. Me señala: «Sentirte conectado con mi dolor, sin esconder lo que sentías…
Confiar en que estaba hablándole a una persona viva, capaz de escucharme y
emocionarse conmigo, y no a un libro o a una pared…». Nos abrazamos y nos
despedimos con mucho cariño.
Gracias, Carla, por enseñarme en carne propia las palabras de Violeta Parra: lo que
puede el sentimiento, no lo ha podido el saber.
15
JAVIERA O LA NIÑA DEL MACETERO
Javiera, de seis años, llega enviada por el colegio. Sucede que rompe todo lo que
encuentra a su paso, especialmente receptáculos, como vasos, cajas y floreros. Javiera
apenas se comunica verbalmente: si bien sabe y puede hablar, más bien grita, unas
veces de rabia; otras, de angustia.
Hija de padres sumidos en el alcohol y las drogas, Javiera era encerrada sola en su
casa desde los dos hasta los cuatro años, todo el día, mientras los padres oscilaban
entre trabajos esporádicos, robos y consumo de sustancias. Al cuidado de una tía
abuela desde los cinco años, cambió su encierro cruel y solitario por una violencia
desatada.
La primera vez que la veo, rompe un macetero de greda que yo tengo en la salade
espera. Mientras yo recojo los pedazos, ella me golpea en la espalda. La sostengo con
un fuerte abrazo, por algunos minutos, hasta que deja de hacer fuerza y se pone a
llorar. Le seco sus lágrimas con un pañuelo. Me mira y me dice: «Soy mala». Le
sonrío y le digo: «Eres una niña… Y creo que necesitas asustarme, quizás porque tú
misma estás asustada». Javiera suspira, pero luego vuelve a pegarme y me escupe.
Durante varias sesiones, Javiera arroja todos los juguetes fuera de la caja y me los
tira. Al principio con rabia y gradualmente en forma de juego compartido. Incluso
ella misma me pasa un cojín para que lo ocupe como escudo.
Recién después de tres o cuatro meses, Javiera empieza a hablarme: no sin
dificultad, me cuenta que encontró un perrito abandonado en la calle y que lo llevó a
su casa y le dio comida. Acto seguido me pide un vaso de agua. Se lo doy y por
primera vez me dice «gracias». En el colegio, su agresividad está disminuyendo.
Casi un año más tarde, Javiera, en su última sesión conmigo, recuerda el macetero
que rompió la primera vez que nos vimos. Le señalo que tengo los pedazos
guardados. Se sorprende, me los pide y me pregunta si la puedo ayudar a pegar los
pedazos con cinta adhesiva. Así lo hacemos, durante casi toda la hora, en concentrado
y sereno silencio. Al despedirse, Javiera me abraza y me pide si le puedo regalar el
macetero reparado, a lo cual accedo.
Meses después, la veo en una reunión de seguimiento y Javiera llega con su tía
abuela (a quien ahora le dice «mami»), con un diploma al esfuerzo académico y con
una planta que ha crecido en el macetero que reparamos juntos. «Te vengo a devolver
el macetero y a regalarte esta planta, yo sé que tú la vas a cuidar», me dice. Javiera
deja caer una lágrima. Le agradezco, le hago una pequeña caricia en la cabeza y nos
despedimos.
16
LLEGAR TARDE
Rafael tiene 28 años. Llega a consultar porque su pareja, Patricia, de 26 años, se
suicidó hace 2 meses. Rafael no puede lidiar con su propia tristeza: «Yo sabía que
estaba deprimida, pero jamás pensé que se quitaría la vida…».
El trabajo con Rafael no es fácil, especialmente porque siempre llega muy tarde a
las sesiones, con lo cual nos queda poco tiempo para hablar (pese a que muchas veces
le doy tiempo adicional). Hemos hablado de sus atrasos asumiendo que hay un lado
suyo que quiere abrir su dolor y otro lado que se resiste a hacerlo.
En una sesión, a la que llega 30 minutos tarde, le pregunto: «¿Recuerdas si hay
algún otro contexto en el que te haya pasado esto de llegar tarde?». Su mirada se
pierde hacia la ventana, luego me mira a los ojos y rompe a llorar: «Yo llegué tarde
ese día… Me demoré leyendo el diario por internet en mi oficina… Si hubiera
llegado más temprano, la Pati no habría alcanzado a lanzarse por la ventana del
departamento… Habría estado yo para impedirlo… Me siento tan culpable…».
Rafael llora desconsoladamente. Por primera vez, pudimos entender juntos que su
«llegar tarde» no era solo señal de su dificultad para hablar de asuntos dolorosos, sino
también la escenificación de un mensaje simbólico, la comunicación de un
sentimiento de culpa hasta ese momento inconsciente.
Desde esa sesión en adelante, Rafael comenzó a llegar a la hora y pudimos elaborar
juntos todos los sentimientos involucrados en su trágico duelo: la pena, la rabia, el
miedo, la soledad y la culpa.
17
CUADERNO DE TERAPIA: 
UN DIARIO DE VIDA EMOCIONAL
A Martina, de 8 años, se le murió su papá hace cuatro meses, en un accidente de auto.
Marcela, su madre, la trae a terapia «para que pueda expresar lo que siente, porque no
habla del tema: no ha llorado, no se ha enojado… Solo volvió a hacerse pipí en la
noche». La propia madre suele llorar mucho, siendo Martina (única hija) quien la
consuela. Sugiero psicoterapia individual para la madre (con otro psicoterapeuta),
quien acepta.
Tempranamente en su terapia, le ofrezco a Martina y a su mamá que puedan hacer
un cuaderno, llamado simplemente «Papá», donde la niña pueda escribir, dibujar,
pegar recortes o lo que quiera y cuando quiera.
Lo primero que trae Martina en su cuaderno es una gran cruz en la primera página,
en forma de equis. Le pregunto por su dibujo y me dice: «En este cuaderno está
prohibido escribir que echo de menos a mi papá». Le pregunto por qué, pero no me
contesta. Entonces yo dibujo una equis chiquitita al lado de la grande que hizo ella.
La invito a contar juntos una historia:
—Había una vez una equis grande y una equis chica… —le digo.
—La equis grande estaba muy triste… —me responde Martina —. Y la equis chica
siente que… —agrego yo—, …que tiene que portarse bien para que su mamá no esté
más triste —concluye Martina. A partir de este dibujo e historia, pudimos
comprender juntos que ella contenía su pena para proteger a su mamá. Su única vía
de descarga era el pipí, sustituto de las lágrimas «prohibidas». Poco a poco, pudo ir
abriéndose y expresar su dolor, mientras paralelamente la madre iba encontrando
contención en su psicoterapia, en lugar de hacerlo en su hija. Luego de algunas
semanas, la enuresis secundaria gradualmente remitió.
En nuestra última sesión, meses más tarde, Martina me pide llevarse su cuaderno.
«Lo quiero guardar con llave. Es mi tesoro. He pensado en sacarle una copia y
dejársela a mi papi en el cementerio. Él ya no está fuera, no lo puedo ver, pero lo
llevo siempre dentro, conmigo».
En los encuentros terapéuticos con Martina, el cuaderno de terapia fue una
herramienta clave, que funcionó como «cuaderno de duelo». En muchas otras
situaciones de duelo, con otros consultantes, también ha sido útil. Pero no solo en
casos de pérdidas afectivas, sino también, y más en general, a modo de bitácora del
tratamiento. Como un verdadero diario de vida emocional.
18
CUANDO ESTAR «MAL» ESTÁ BIEN
Mateo tiene 8 años, es hijo único y siempre lleva una sonrisa en la cara. Sin embargo,
desde hace casi dos años, sufre fuertes dolores estomacales, sin correlato médico,
calificados como «tensionales» por su pediatra. Empieza una psicoterapia. Al poco
andar, el colegio no entiende por qué ahora su sonrisa se transformó en enojo y en
tristeza. «Veo que está mal… Pareciera estar peor desde que empezó la terapia: antes
era amable y tranquilo, aunque iba todos los días a la enfermería por el dolor de
guata. Ahora ya no va a la enfermería, pero en la sala de clases pasa enojado y triste»,
dice su profesora, preocupada. Le explico mi comprensión: Mateo ha empezado a
sacar afuera la rabia y la pena que tenía retenida en sus entrañas: sus padres se
separaron hace dos años, su papá se emparejó hace seis meses con otra mujer y él se
siente muy solo, triste y enojado.
Pasan diez meses de psicoterapia, donde hablamos, dibujamos, contamos historias
y jugamos. También me junto periódicamente con los padres y mantengo mi contacto
con el colegio. En la última sesión, Mateo me dice: «Ahora puedo decirles a mis
papás cuando me siento mal, cuando tengo rabia por algo o cuando me da pena.
Antes no me atrevía, porque los veía tan mal a ellos que no quería darles más
problemas». Le digo: «O sea que antes te tragabas tanto la pena y la rabia, que te
llegaba a doler la guata…». Mateo se queda pensando, con la mirada en el horizonte.
Luego asiente, sonríe y suspira. La sonrisa ha vuelto a su cara, menos permanente que
antes, pero ya no a costa de su dolor estomacal.
19
SER PADRES: UNA OPORTUNIDAD 
PARA SANAR LA INFANCIA
Macarena tiene 36 años. Apenas entra a mi consulta, rompe a llorar: «Nunca pensé
que sería madre… Siempre me aterró la idea de tener tanta responsabilidad en mis
manos… Mi miedo más grande con la maternidad es repetir los errores de mi mamá:
ella fue muy violenta conmigo, todo lo resolvía con golpes… Siento que yo no pude
ser niña, no pude explorar, descubrir, porque cada pequeño error o travesura, era un
charchazo…». Macarena es ahora madre de Facundo, un niño de dos años, a quien
adora. Sin embargo, ser madre la aterra: los fantasmas del sufrimiento de su propia
infancia no la dejan en paz. «Vengo a terapiaa espantar esos miedos, a sanar a mi
niña interior, para poder criar al Facu con amor y sin violencia».
Esteban tiene 31 años. A los pocos días de haberse enterado de que su pareja
espera un hijo de él, comenzó a tener crisis de pánico: «Es una sensación horrible, un
miedo inmenso a morirme, una sensación de ahogo gigante. Lo raro es que es algo
que con la Fran venimos buscando desde hace un año, entonces no entiendo este
miedo tan raro…». Le pregunto por su propia infancia, si existe algo que haya vivido
y que le asusta que pueda vivir su hijo o hija. Se queda pensando y noto cómo seca
rápidamente con su puño una lágrima que cae hacia su mejilla: «Nunca he hablado
esto con nadie… Pero un tío mío que es bueno para el trago me tocó varias veces
cuando niño, cuando tenía como seis o siete años… También hacía que yo lo
tocara…». Llora. Ahora su llanto es como el llanto contenido del pequeño Esteban de
seis o siete años. «Nunca hablé, porque yo sentía que yo también era culpable, no sé
por qué. Sentía que era algo sucio, que no podía hablar con nadie. Nunca lloré
tampoco… Es primera vez… Pero ahora que hablo esto contigo, me doy cuenta de
que siempre he sentido, quizás inconscientemente, un miedo terrible a abusar yo
sexualmente de mis hijos…».
La maternidad y la paternidad son una hermosa (aunque difícil) oportunidad para
reparar nuestras propias heridas infantiles, para así convertirnos en madres y padres
libres de fantasmas y disponibles para amar sin obstáculos ni condiciones.
20
LAS FUNCIONES DE LOS HIJOS
Hijos pilares: hijo o hija cuya función es hacerse fuerte para sostener a padres frágiles
o enfermos.
Hijos mariditos: hijo o hija cuya función es ocupar el lugar de la pareja ausente de
la madre.
Hijos estrellas: hijo o hija cuya función es brillar y cumplir las altas expectativas de
los padres.
Hijos ansiolíticos: hijo o hija cuya función es calmar a la madre y/o al padre.
Hijos antidepresivos: hijo o hija cuya función es aliviar la depresión materna y/o
paterna.
Una psicoterapia puede ayudar a que los hijos se desprendan de estas (u otras)
funciones y puedan vivir sus propias vidas de manera más libre y liviana; asimismo,
una psicoterapia puede ayudar a los padres a hacerse cargo y resolver sus propios
conflictos para dejar de proyectarlos en sus hijos.
21
MIS SIETE PSICOTERAPIAS
Para algunas personas, estar o haber estado en psicoterapia es algo secreto,
vergonzoso, casi tabú. Para mí, acaso por sesgo profesional, se trata de una
experiencia noble, profunda y enriquecedora. No de algo que esconder, sino de algo
que celebrar. Y no lo digo en mi calidad de psicoterapeuta, sino más bien desde mi
vivencia como paciente. En efecto, yo mismo he estado siete veces en psicoterapia,
en calidad de consultante. Tres veces en terapias sistémicas, dos en terapias
humanistas, una en terapia psicoanalítica y una en terapia cognitivo-conductual. He
terminado cinco procesos (uno de largos años, un par de varios meses, algunos de
pocas sesiones) e interrumpido al poco tiempo otros dos.
¿Qué rescato o conservo de cada una de esas experiencias? De mi primera terapia,
que fue psicoanalítica, rescato el apoyo y la presencia de mi terapeuta en los
momentos más difíciles. De la segunda, que fue sistémica, rescato la herramienta de
la escultura, que me quedó grabada para siempre y que yo mismo utilizo a mi manera.
De la tercera, que fue humanista, guardo el recuerdo de la calidad humana y la
capacidad de mi terapeuta para conmoverse emocionalmente, sin tapujos ni máscaras.
De la cuarta terapia, que fue cognitivo-conductual, conservo la ingrata memoria de
tener que responder un cuestionario larguísimo e impersonal para la segunda o tercera
sesión, después de lo cual no volví. De la quinta, que fue sistémica, conservo el sabor
agrio de la ironía burlesca del terapeuta, que me llevó a interrumpir prontamente el
proceso. De la sexta, también sistémica, me quedo con la experiencia de un espacio
de ayuda para poder entender que mi verdad no es la del otro. De la séptima, que fue
humanista, me quedo con el aprendizaje de que no todo es psicológico, y que a veces
vale la pena dejar de darles vueltas a las cosas y pasar a la acción.
A algunas de estas terapias llegué en crisis emocional (particularmente a la
primera); a otras, con una motivación de descubrimiento, exploración y aprendizaje.
Todas a su manera, con lo bueno y lo malo, forman parte de mi experiencia como
persona y como profesional. Cada una de mis siete psicoterapias me ha enseñado algo
que atesoro para mi práctica clínica y, especialmente, para mi vida cotidiana.
Ciertamente, no descarto en absoluto tocar la puerta de una octava terapia, o de una
novena o décima. Y no por mera «dependencia» o adicción a la psicoterapia, sino por
interdependencia y autoconocimiento. Además, parece que soy un hueso duro de
roer: mis defectos tienen fama de intratables. O para decirlo con palabras más dulces:
el trabajo personal es tan vasto como estimulante, tan profundo como infinito.
22
TRES NOTAS MENTALES PARA 
PSICOTERAPEUTAS
1) Adapta tu técnica al paciente y no el paciente a tu técnica.
2) Escucha la historia singular del otro, sin taponearla con etiquetas diagnósticas
ni respuestas de manual.
3) Acepta y valida la diferencia y diversidad que te muestra tu paciente, sin
intentar reducirlas a tus propios ideales.
23
PSICOTERAPIA: CRECER JUNTOS
Cada vez que empiezo una psicoterapia con alguna persona que me consulta, me
preparo para un viaje de a dos, bipersonal y bidireccional, sin saber del todo cuál será
nuestro puerto de destino. Me abro a la posibilidad de que, en el proceso de
acompañar el cambio en otra persona, habrá también aspectos de mí mismo que irán,
inevitable y favorablemente, cambiando. Toda psicoterapia es un encuentro humano
mutuo y recíproco: sin olvidar que el foco es facilitar el crecimiento emocional del
otro, sucede que la profunda autenticidad del trabajo terapéutico suele resultar en una
experiencia transformadora tanto para el paciente como para el terapeuta.
24
TEORÍAS: PUENTES Y NO MURALLAS
¿Es posible que una persona con estructura limítrofe pase a tener estructura
neurótica? ¿Es factible que una persona con estilo de apego evitativo o ambivalente
llegue a desarrollar un estilo de apego seguro? Estas preguntas, en mi opinión,
reflejan la estrechez de las teorías. Los modelos psicopatológicos son siempre mapas,
que nunca llegan a dar cuenta de la complejidad y singularidad del territorio de una
vida humana. Las teorías son brújulas útiles, que nos sirven para ayudar a iluminar
los laberintos de la experiencia del otro. Pero cuando las cosificamos y creemos en
ellas como si fueran un texto sagrado, entonces se vuelven muros que nos impiden o
dificultan el contacto con la persona que tenemos frente a nosotros. La vida, tanto
como la psicoterapia, es mucho más fluida que las teorías, que suelen volverse rígidas
o sólidas con el paso del tiempo. Desde Heráclito a los fenomenólogos modernos,
algunos adelantados ya lo han advertido. Conclusión: usemos los modelos teóricos y
psicopatológicos, incluso los manuales técnicos, como mapas para orientarnos, pero
nunca los confundamos con la irreductible riqueza de la experiencia humana. Que las
teorías sean puentes y no murallas.
25
EL TRUCO
Antonia tiene 12 años, es muy inteligente, pero también muy ansiosa. Nunca termina
las pruebas, porque se queda obsesionada con las preguntas que no puede resolver. Al
final, saca malas notas, se frustra y se enrabia. Lo cual hace que llegue a la prueba
siguiente más ansiosa, que se quede pegada en una pregunta y que el circulo vicioso
se repita. Yo le comento que, cuando yo estaba en el colegio, tenía un truco: dejaba
las preguntas difíciles para el final. Si me estaba demorando mucho en resolver un
problema, lo encerraba en un círculo y pasaba al siguiente. Si me sobraba tiempo,
volvía a intentar. Antonia me dice: «¡Oye, psicólogo, esa es una buena idea!». Pocas
semanas después, luego del período de pruebas, los papás me dicen, sorprendidos,que esta vez Antonia no tuvo ansiedad y pudo terminar casi todas las evaluaciones.
«Es que ahora tengo un truco: las difíciles las dejo para el final», dice ella. Los papás
me cuentan que ya no se frustra ni enrabia por sus malas notas. De hecho, las ha
mejorado. Conclusión: no todo problema que llega a una consulta psicológica tiene
que tener una explicación emocional y profunda. A veces basta una sugerencia desde
el sentido común para que el resto de las cosas vuelvan a funcionar. Usar la propia
experiencia, en estos casos, suele ser una buena brújula para ayudar a nuestros
pacientes.
26
SOLTAR LA AUTOEXIGENCIA
Pocas veces en mi vida he ido a un congreso como asistente y no bajo la presión
(generalmente autoimpuesta) de ir como expositor. Confieso que, por mis propios
defectos, recién estoy aprendiendo a soltar esa autoexigencia. Me he demorado
bastante. Esta vez voy a mi próximo congreso internacional a aprender nuevas
herramientas para mi trabajo clínico ¡y también a pasarlo bien!: por fin le haré una
finta al estrés del conferencista. ¿Será el anuncio de la crisis de los 40? Con mi mujer
y los niños incluidos, patiperreando en familia, como tanto nos gusta. Iré a las
conferencias plenarias (que están bastante interesantes), y el resto a pasear. ¡Allá
vamos!
27
DEL MALTRATO AL BUEN TRATO
Hoy, justo después de grabar un pequeño video de mi hijo de cuatro años
aprendiendo a contar en inglés, me llega un video de un niño maltratado mientras
busca aprender matemáticas. Me conmuevo y pienso: para pasar del maltrato al buen
trato, es necesario más educación para los padres y más respeto para los hijos. Quizás
también un acompañamiento psicoterapéutico parental, para romper con los patrones
violentos aprendidos.
28
BUEN TRATO A LA INFANCIA: 
ACEPTACIÓN INCONDICIONAL
El buen trato infantil está basado en la aceptación incondicional del niño como
persona, así como en la satisfacción de sus necesidades emocionales. La respuesta
empática a la conducta del niño va construyendo en él o en ella una sensación de
validación, orgullo y valoración de sus cualidades personales, fuente de una
autoestima positiva. El maltrato infantil está basado en el condicionamiento de la
aceptación del niño de acuerdo a sus conductas, así como en la imposición de las
necesidades y expectativas del adulto por sobre las necesidades emocionales
infantiles. La falta de respuesta empática a la conducta del niño va construyendo en él
o en ella una sensación de invalidación, vergüenza y rechazo de sus cualidades
personales, fuente de una autoestima negativa.
29
LA INFANCIA ROBADA
Leo un texto acerca de «fomentar la responsabilidad en los niños asignándoles tareas
domésticas de acuerdo a su edad: de 2 a 3 años, doblar su ropa limpia y poner la mesa
(y otras cinco tareas domésticas); de 4 a 5 años, pasar la aspiradora y limpiar la mesa
de la cocina (y otras cinco tareas domésticas); de 6 a 7 años, lavar la loza y regar el
pasto (y otras cinco tareas domésticas); de 8 a 9 años, lavar la ropa y cocinar (y otras
cinco tareas domésticas)». La mayoría de las personas opina que este adiestramiento
es positivo, porque se trata de «formar a los niños en rigor y disciplina», para que de
adultos no sean «inútiles, irresponsables ni mediocres». Me declaro, entonces, parte
de la escasa minoría: en mi opinión, el único deber de los niños preescolares es jugar.
Y en el caso de los niños en etapa escolar, con las responsabilidades del colegio (y su
aberrante jornada completa) tienen de sobra. Podemos pedirles ayuda con las tareas
domésticas, claro está, mejor incluso si es de manera lúdica. Pero no estoy de acuerdo
con que esas tareas pasen a ser responsabilidades o deberes de ellos. Ciertamente, es
importante que los niños y niñas tengan límites y responsabilidades. Yo me refiero a
no cargarlos a ellos con las tareas domésticas como si fueran de su exclusividad, a no
adultizarlos. Vivimos inmersos en el patriarcado y en el adultocentrismo, ideologías
que sobrevaloran la autonomía. Deberíamos darle más lugar al reconocimiento de la
dependencia emocional infantil y a la interdependencia humana. Más amor, menos
sobreexigencia. Más respeto a las necesidades infantiles, menos imposición de
ideologías adultocéntricas. No les robemos la infancia a nuestros niños.
30
PRIORIDADES
Hay personas que ahorran (o se endeudan) para comprarse un auto, y me parece
respetable. Yo prefiero publicar libros, y me siento feliz con mis prioridades. Este
año, verán la luz mis libros Diario clínico: cuadernos de un psicoterapeuta,
Psicoterapia relacional y crianza respetuosa, Santiago en 100 poemas y Antología
poética. Dos de psicología y dos de poesía. Quien haya publicado libros de manera
independiente sabe que el asunto está lejos de ser un «negocio» y que se trata mucho
más de un esfuerzo personal por crear algo nuevo y contribuir, aunque sea en un
grado ínfimo, a la reserva cultural de la especie humana. Acabo de concretar con la
editorial el acuerdo de publicación por el cuarto libro para este año. ¡Contento!
31
UNO
«Uno busca lleno de esperanzas… lucha y se desangra», dice el viejo tango,
testimoniando el uso tradicional y coloquial del lenguaje. Heidegger, el filósofo, ya
hablaba del «se» impersonal para referirse a cómo las personas solemos distanciarnos
del contacto con nuestra existencia auténtica y en primera persona: «Uno se siente
mal con estas cosas», «uno piensa que se va a morir», etc. En mi experiencia clínica,
cuando me encuentro con esta situación, suelo invitar a las personas que me consultan
a realizar el ejercicio de cambiar el «uno» y el «se» por el «yo siento» y el «yo
pienso». Esto conlleva comenzar a dejar de considerar los propios sentimientos y
pensamientos como externos y ajenos, a través de un pequeño giro verbal que nos
permite empezar a reapropiarnos de nuestra experiencia emocional, hacernos cargo,
tomar contacto con lo genuino y auténtico de nuestra vivencia, por dolorosa que sea.
Parece un detalle, pero no lo es. Menos «uno se» (impersonal y anónimo), más «yo
siento» (personal y encarnado). Haga usted la prueba. Uno se siente diferente. O
mejor dicho: yo me siento diferente.
32
DE FÚTBOL Y PSICOTERAPIA
El fútbol, como la psicoterapia, es un trabajo en equipo, una experiencia que abunda
en tristezas y alegrías, un espacio de liberación de pasiones ocultas y emociones
reprimidas, un contexto relacional donde suele habitar lo sorpresivo y lo
impredecible.
33
ESGUINCE EMOCIONAL
Lesión psicológica sufrida por una persona en su infancia (por lo general de parte de
sus padres o cuidadores), que en la adultez le impide o dificulta caminar por la vida
de manera suficientemente facilitada o expedita. Muchos adultos llegan a psicoterapia
para tratar o curar sus esguinces emocionales. Esto implica considerar al
psicoterapeuta como un psicotraumatólogo, preocupado por identificar y contribuir a
sanar los traumas emocionales de sus pacientes. ¿Y tú?, ¿sufres de esguinces
emocionales que hacen más difícil tu caminar por la vida? Quizás llegó el tiempo de
detenerte y buscar un espacio de cuidado. Más vale tarde que nunca. Y más vale
temprano que tarde.
34
LAS CARTAS EN PSICOTERAPIA
Cada vez con más frecuencia, ocupo en mi práctica clínica la herramienta narrativa de
las cartas. Al principio me salía improvisadamente, después investigué y supe que
estaba (por fortuna) lejos de ser el primero con esa intuición clínica. Por ejemplo: si
identifico que el problema central de una persona es su relación con su padre, le pido
tempranamente que escriba una carta a su papá, no para entregársela a él, sino para
que pueda leerla en su terapia. Lo mismo si se trata de la madre, de un hermano, de la
ex pareja, de un hijo, de un amigo o de un jefe. La carta tiene dos momentos
terapéuticos: escribirla (de la manera más auténtica, libre y sin censura posible) y
leerla (sacar la voz de los afectos guardados frente al terapeuta como testigo
emocional que valida la experiencia). Creo que ocupar este recurso me ha ahorrado
varias sesionescon mis consultantes. Es una de mis «tareas terapéuticas» favoritas.
¿Tienes algún conflicto no resuelto con alguna persona significativa? Prueba
escribirle una carta y leerla a otra persona de confianza. Y conversar el tema juntos.
No es imperativo que esto lleve a restablecer un vínculo en la vida cotidiana. De
hecho, muchas cartas son dirigidas a personas ya fallecidas. De lo que se trata, más
bien, es de la elaboración interna de dicho lazo emocional y relacional. Si eso
repercute en el vínculo real, está muy bien; si no, probablemente también se habrá
avanzado lo suficiente.
35
EL AMOR SEGÚN MI HIJO DE CUATRO AÑOS
«Papá, esos dos hombres son amigos y pololos. Se quieren mucho, se están casando.
Los pololos pueden ser hombre con mujer, mujer con mujer, hombre con hombre. Si
se quieren, se tratan bien, no se pegan ni se dicen huevón, que es una palabra fea».
36
LO VERDADERAMENTE IMPORTANTE
De vez en cuando, la vida nos regala oportunidades para aprender a distinguir entre lo
verdaderamente importante y lo coyuntural o accesorio. Hoy, nos sucedió como
familia una de esas ocasiones. En el aeropuerto, a un par de horas de viajar a Canadá
con casi todo pagado, mi mujer se dio cuenta de que no sacó su visa para viajar. No
puede entrar a ese país. La idea era viajar los cuatro. Teníamos todo listo.
Confieso que tuve una primera reacción de shock y de bronca: había trabajado muy
duro para que esto fuera posible. Después, pensé irme solo. Incluso empecé a
reordenar mi maleta. Mi hijo mayor se puso a llorar y entonces abrí los ojos: esto nos
divide (me enfurezco con mi mujer y me voy solo, dejando incluso a mis hijos) o nos
fortalece como pareja y familia. Les expliqué a mis hijos que nos faltaba un papelito
para viajar, pero que trataríamos de viajar juntos otro día, a Canadá o a otro lado, y
que hoy haríamos algo muy divertido, lo que más les gusta: andar en metro, y de
noche, en un paseo súper misterioso. Mi hijo mayor (el menor no alcanzó a entender
demasiado) cambió la cara: esbozó una sonrisa y yo sequé la lagrimita que caía por su
mejilla. Vi la expresión culposa de mi mujer, que me decía: «Soy la peor, me quiero
matar». La abracé y le di un beso, mientras ella lloraba.
Igual, mientras escribo esto quizás como terapia, todavía siento algo de frustración
y de rabia, cómo no, soy humano. Pero también ahora pienso: si nuestro gran
problema en la vida es postergar un viaje de placer, quiere decir que somos
demasiado afortunados. No tenemos que luchar contra la pobreza, ni contra el
hambre, ni contra el frío, ni contra la enfermedad incurable, ni contra el desamor
desgarrado.
Hoy no pudimos viajar al otro lado del mundo, pero soy un poco más consciente de
todo lo que tengo: el inmenso amor de mi mujer y de mis hijos, una salud más que
suficiente, un trabajo que amo y que me regala una situación económica privilegiada.
Y el viaje postergado quedará en el libro de las anécdotas familiares.
Quiero decirle una vez más a mi mujer, que todavía siente culpa y vergüenza, que
la entiendo, que la amo y que para eso estamos juntos: para ser compañeros. En el
viaje de la vida, más allá del viaje de turno.
Conclusión: de vez en cuando, la vida nos regala oportunidades para aprender a
distinguir entre lo verdaderamente importante y lo coyuntural o accesorio.
37
EL PADRE DE HOY
«El padre de hoy participa activamente en la crianza, en un rol cada vez más
igualitario con la madre». ¿Realidad cotidiana o discurso políticamente correcto?
38
EL «DÍA DEL PADRE AUSENTE»
En este Día del Padre, pienso en todos los niños y niñas que no tienen a quién
saludar: en los hijos de padres ausentes, en las hijas de hombres que jamás
aparecieron, de progenitores que les prometieron el cielo y les fallaron una y otra vez.
Pienso, también, en esas madres que tuvieron que ser también padres,
multiplicándose cada día hasta el cansancio para sacar adelante a su familia. Pienso
en esos hijos del abandono y en esas hijas del dolor, y en esas madres que han criado
en soledad y en sacrificio. En una fecha que para muchos es el «Día del Padre
Ausente», mi abrazo es para todos ellos.
39
PRINCIPIO PSICOGÁSTRICO
La vida es como una empanada de pino: lo que no se digiere, se repite.
40
MI MANERA DE ENTENDER 
LA PSICOTERAPIA
Mi manera actual de entender y ejercer el oficio de la psicoterapia puede resumirse en
tres principios clínicos: apertura, diálogo y diversidad. A nivel del uso de la teoría,
intento evitar una postura dogmática y busco establecer puentes entre diversas
corrientes psicoterapéuticas, así como lazos con otras disciplinas. En cuanto a la
práctica clínica, procuro sostener una posición de apertura, esto es, una actitud de
honestidad personal y de autenticidad profesional, en una relación de mutualidad y de
diálogo, de seguridad y de confianza, de respeto hacia la diversidad del otro, de
reconocimiento de sus propios recursos y de transparencia responsable respecto a mis
propios sentimientos y pensamientos. Hago lo posible por evitar encerrarme en un
refugio autista de hermetismo y anonimato. Busco más apertura y menos cierre, más
diálogo y menos monólogo, más diversidad y menos uniformidad.
41
LA PARADOJA DE LA PSICOTERAPIA
Empezar una psicoterapia para volverse más fuerte y terminar aceptando la propia
vulnerabilidad.
42
SUJETO SUPUESTO SABER
En mi opinión, es ingenuo (e incluso hipócrita) negar que hay un saber técnico en el
psicoterapeuta; otra cosa es decir que es un «experto en subjetividad». El paciente es
experto en su vida y en su historia (salvo en aquellos puntos ciegos que lo llevan a
consultar). El que más habló del «sujeto supuesto saber» (Lacan) fue precisamente
quien más abusó de su «experticia», «saber» y poder, interrumpiendo sesiones a su
arbitrio.
43
LA BELLEZA DE MORIR
La muerte es el límite que le da sentido a la vida. La pesadilla no es la finitud, sino la
inmortalidad. Comprender la belleza de nuestra transitoriedad nos ayuda a soltar la
lucha contra el paso del tiempo.
44
ELOGIO DEL PLURALISMO
Me gusta la idea del pluralismo: que puedan convivir múltiples realidades diferentes
en un espacio común y en una relación de mutuo respeto y reconocimiento, sin por
ello sacrificar su valiosa diversidad. Por eso, discrepo de la soberbia del ateísmo,
cuando transforma su creencia (o descreencia) en dogma y descalificación de los
creyentes; discrepo, también, del fundamentalismo religioso, otra forma de
dogmatismo o sectarismo, que plantea su propia perspectiva como única realidad.
Sería lindo, en lugar de hablar de «la fe», hablar de «las fes»: así, en plural y con
minúsculas. Algo como lo que sucede con el amor: yo puedo sentir y estar
convencido de que mi pareja es la mejor mujer del mundo, pero si mi vecino le dice a
su pareja que ella es la mejor del mundo, no me pongo a discutir con él, sino que
celebro su amor. Los mundos plurales me parecen mucho más atractivos, interesantes
y habitables que el mundo singular del dogmatismo de turno. Menos dogma, más
pluralismo.
45
ACÁ
Ayudar, crear, aprender. Estar acá, en el presente y con el otro, conectados y
descubriendo. Mi trabajo es acá, y eso es lo que más me gusta. Ayudar a las personas.
Crear ideas nuevas. Aprender enseñando.
46
CONTRA EL DOGMATISMO TEÓRICO
No soy partidario de ninguna «escuela» de psicoterapia o de psicoanálisis que lleve
un nombre propio, como «freudiana», «lacaniana» o «kleiniana». Seguir como
discípulos a una sola y única persona que haga de gran maestro me parece el mejor
camino a una secta. La vía regia a la sobrevaloración de lo mismo y la descalificación
de lo otro. Lo confieso: soy particularmente alérgico a los dogmas. Otra cosa es
hablar de «psicoanálisis pulsional», «teoría de la falta de objeto» o «modelo de
relaciones objetales». Los conceptos llaman a ser discutidos y cuestionados,
interrogados y debatidos, transformados y recreados. Los autores, en cambio, llaman
a ser idolatrados y repetidos. No reduzcamos las teorías a sus autores: midámoslas
por sus propuestas conceptuales y susalcances clínicos. Menos escuelas sectarias,
más corrientes de pensamiento.
47
¿QUIÉN ES EL PACIENTE Y QUIÉN 
EL PSICOTERAPEUTA?
La mayor virtud que puede tener un psicoterapeuta es ser paciente y comprender que
el verdadero psicoterapeuta siempre es el propio paciente.
48
RIGIDEZ POR FLEXIBILIDAD
Tip para disfrutar más de la vida: cambia la rigidez por la flexibilidad. Funciona.
49
CURA DE AMOR
—Mi hijo de cinco años se pegó en su rodilla, lloraba de dolor y no podía ni mover la
pierna. Le dije que tenía un remedio para eso y le puse… ¡jabón líquido! A los pocos
segundos, ocurrió el milagro: dejó de llorar y empezó a mover la pierna normalmente.
Obvio que nunca le había dolido. Los niños lo exageran todo: son excelentes actores.
—Yo creo que no fue él quien actuó, sino que actuó tu amor: el amor de mamá
cura como una pomada milagrosa.
50
RELACIÓN DE PAREJA Y CARENCIAS 
AFECTIVAS INFANTILES
Tip para una mejor vida en pareja: en lugar de exigirle a tu pareja que compense tus
propias carencias afectivas infantiles, busca una psicoterapia.
51
NO EXISTEN LOS DEPRESIVOS
No existen los depresivos, ni los esquizofrénicos, ni los bipolares, ni los limítrofes.
Existen personas. Personas con historias de vida, personas con recursos y
capacidades, personas con vulnerabilidades. Llegó la hora de quitarse las etiquetas.
52
BUEN TRATO INFANTIL Y 
FELICIDAD ADULTA
Nada hay más valioso que el buen trato a la infancia. Es el mayor predictor de la
felicidad adulta.
53
CRIANZA NATURAL
La «crianza natural» no es aquella practicada por padres naturistas, vegetarianos,
veganos o hippies. No es una versión extrema e hiperecológica de la crianza
respetuosa. La crianza natural es una aproximación a la parentalidad que parte de la
premisa de que la satisfacción de las necesidades físicas y emocionales básicas del
bebé por parte de sus cuidadores es una conducta facilitada por la evolución natural,
que favorece la supervivencia y conservación de la especie. Amamantar, tomar a los
niños en brazos, calmar su llanto, acompañar su dormir, aceptar su dependencia,
comprender sus celos, no apurar ni demorar sus logros evolutivos: todos estos son
ejemplos de un ambiente facilitador de los procesos naturales del desarrollo físico y
emocional de los hijos. El opuesto de una crianza natural es una crianza artificial o
antinatural, centrada en la imposición de mandatos culturales patriarcales y
adultocéntricos, alejados de las necesidades evolutivas de los niños. Desconsiderar el
valor de la lactancia materna, no tomar a los niños en brazos, dejar que lloren, no
acompañar su dormir, rechazar su dependencia, reprender sus celos, apurar o demorar
sus logros evolutivos: todos estos son ejemplos de un ambiente obstaculizador de los
procesos naturales del desarrollo físico y emocional de los hijos.
54
LOS HIJOS NO SON PAÑUELOS
Madres y padres del mundo: no busquen contención emocional en sus propios hijos.
No les roben la infancia. Que ellos sigan siendo hijos, y que ustedes sigan siendo
madres y padres.
55
HIJOS TORBELLINOS
¿Consideras que tu hijo es un torbellino hiperactivo? Lo más probable es que tu
expectativa sea tener un hijo excesivamente tranquilo y sereno. En tal caso, el
problema no es la saludable actividad de tu hijo, sino tu expectativa poco adecuada a
su desarrollo. No pises el palito de los mandatos sociales adultocentristas.
56
DISCIPLINA EMPÁTICA: EL TERCER CAMINO
La disciplina, los límites y la responsabilidad son aspectos importantes en la
educación de los niños. Una extrema permisividad negligente construye niños
«malcriados»: indisciplinados, carentes de límites e irresponsables. Pero una
disciplina autoritaria y castigadora no es, en ningún sentido, una mejor alternativa:
construye niños sumisos e inseguros, o bien niños desafiantes y agresivos.
Afortunadamente, hay una tercera opción: combinar disciplina con empatía,
educación con amor. El punto de partida para acceder a esta tercera vía es intentar ver
el mundo desde los ojos de nuestros hijos. El problema de la disciplina tradicional es
que se queda adherida al punto de vista del adulto, perdiendo conexión emocional y
empatía con la experiencia del niño. Sucede que la regulación emocional es un logro
evolutivo, no una condición a priori del desarrollo: si nosotros como padres
contenemos emocionalmente a nuestros hijos, ellos aprenderán, lenta y gradualmente,
a contener ellos mismos sus emociones.
La disciplina tradicional se expresa en castigos. Una alternativa al castigo es la
disciplina empática y positiva, centrada en la conexión emocional antes que en la
corrección conductual. Esto supone dejar de considerar a nuestros hijos como
enemigos a doblegar, como rivales a quienes imponerse por la fuerza. Implica, por
ejemplo, considerar sus llantos como pedidos de ayuda y no como formas de
manipulación; sus pataletas, como oportunidades de mostrarles nuestro amor y no
como problemas de conducta a silenciar con autoritarismo. Educar las emociones es
un paso previo necesario para educar el comportamiento: para esto, lo primero es
tener paciencia y contener nuestras propias emociones como padres (nuestra legítima
rabia, nuestro legítimo cansancio, nuestra legítima frustración), para recién entonces
intentar explorar qué están sintiendo nuestros hijos. Podemos ocupar el sentido del
humor y también pedirles disculpas si nos equivocamos (esto último no disminuye
nuestra autoridad, sino que refuerza la confianza de ellos en nosotros).
Esta mirada alternativa contribuye a forjar una relación de apego seguro con
nuestros niños. Y la palabra apego, desde cada una de sus letras, involucra
autorregulación, proximidad, empatía, guía y opción. La disciplina empática, en
definitiva, es un tercer camino, más soleado, más verde y mejor pavimentado que la
permisividad negligente y que el autoritarismo punitivo.
Ahora bien, todo esto suena muy adecuado, pero muchas veces los padres, aunque
intenten racionalmente aplicar estos principios, chocan contra sus propias historias de
maltrato, abuso o violencia infantil. En estos casos, no hay información que pueda ser
suficiente: será necesario un trabajo personal de introspección y contacto emocional
con el niño abandonado o la niña herida que todavía habita en el adulto. Cuando los
consejos y los libros dejan de ayudar, ahí es donde empieza a tener sentido una
psicoterapia.
(Comentario al libro Disciplina con empatía: Educando con amor, de Andrea
Acosta).
57
¿DE QUÉ SE TRATA UNA PSICOTERAPIA?
No se trata de la aplicación mecánica de un conjunto de técnicas específicas,
previsibles y universales. Mucho menos de una actitud impersonal y hermética. Se
trata de un acompañamiento emocional único, de un espacio interpersonal cálido que
facilita el descongelamiento de procesos de desarrollo detenidos. Se trata de una
relación auténtica, sincera y transparente. Se trata de un vínculo singular e irrepetible,
abierto al imprevisible misterio de lo humano.
58
LA MAYOR FELICIDAD
La mayor felicidad proviene de experiencias de vida y no de objetos materiales.
59
EL CHIPOTE CHILLÓN 
Y LA RUEDA DE LA FORTUNA
Cuando tenía 5 o 6 años, recibí para Navidad algunos lindos y costosos regalos: una
bicicleta con el diseño infantil de moda, un robot grande y con luces, un par de
poleras bonitas y de marca. Pero lo que más me gustó y que aún recuerdo con cariño,
luego de casi 35 años, fue un chipote chillón del Chapulín Colorado que mi viejo
compró (según me contó más tarde) en una esquina por lo que hoy serían unos 300
pesos. Hoy, luego de haber visitado Disneylandia con mis hijos, les pregunto qué es
lo que más les gustó. Mi hijo de 4 años me responde rápido y sin dudar: «La rueda de
la fortuna, papá». Resulta que esa rueda era parte de unos juegos comunes y
corrientes que visitamos el día previo a Disney. A mis hijos les encantó conocer el
mundo de Mickey Mouse, pero atesoraron más la experiencia en la vieja rueda de los
juegos del barrio. Como con el chipote chillón, parece ser que (al menos para lasabiduría infantil) las cosas simples y menos costosas pueden ser, en definitiva, más
valiosas, disfrutables y memorables que las cosas más caras y aparentemente más
vistosas.
60
UNA Y LA OTRA
Una es para enamorarse a primera vista. La otra es para pasar un buen rato. Una es
para estar con ella para siempre. La otra es solo para entretenerse. Una es para que el
tiempo pase lento, pausado, a ritmo de caminante o de embarcación antigua. La otra
es para que el tiempo pase rápido, intenso, como en una montaña rusa o un cohete
ardiente. Una te saca un suspiro. La otra te saca un grito. Una es para amarla. La otra
para divertirte. Me llevo a las dos conmigo. Me llevo a las dos de un viaje. Adiós,
San Francisco. Adiós, Los Ángeles.
61
UNA PREGUNTA DIFÍCIL
Museo Homenaje a Martin Luther King, nacido aquí, en Atlanta, Georgia, en el sur
profundo de EE. UU. Un gigante de la lucha a favor de los derechos humanos y
contra la segregación. Los niños nos preguntan: «¿Por qué lo mataron, si era una
persona buena?».
62
CARLO DE GAVARDO
Carlo de Gavardo, 45 años. Moraleja: no postergar los propios sueños, no dejar para
más tarde ser feliz. La ruta puede terminar antes de lo esperado. La meta puede llegar
demasiado pronto. La vida es hoy.
63
LA RUTA DE LA ROJA
Señores emprendedores, les dejo esta idea: crear un circuito turístico que se llame
«La ruta de la Roja», que recorra los barrios, las canchas y las historias de niño de
algunos de los jugadores de Chile campeón de la Copa América 2015. Homenaje a la
resiliencia. Doble triunfo: social y deportivo. Porque la pobreza es un rival mucho
más duro que Uruguay o que Argentina.
64
UN MEJOR PAÍS
Chile será un mejor país cuando el chaqueteo deje de ser deporte nacional y tengamos
más confianza en nuestros recursos, ideas y capacidades.
65
PENSAMIENTO EXCLUYENTE Y 
PENSAMIENTO INCLUYENTE
Menos pensamiento excluyente («esto o lo otro»), más pensamiento incluyente («esto
y lo otro»).
66
DE FÚTBOL Y CAMBIOS SOCIALES
Que festejar un triunfo histórico no sea excluyente de seguir luchando por cambios
sociales. El fútbol no es enemigo de una mejor sociedad, de una mejor educación, de
una mejor salud, de un mejor trabajo, de una mejor jubilación. Por el contrario: el
fútbol nos muestra, precisamente, que la lucha siempre precede al festejo.
67
SER Y ESTAR EN EL MUNDO
Es posible ser niño, según la edad cronológica asociada más o menos a la niñez; es
posible estar niño, aunque la edad cronológica corresponda a la adolescencia o a la
adultez. Es posible ser adolescente, según la edad cronológica asociada más o menos
a la adolescencia; es posible estar adolescente, aunque la edad cronológica
corresponda a la niñez o a la adultez. Es posible ser adulto, según la edad cronológica
asociada más o menos a la adultez; es posible estar adulto, aunque la edad
cronológica corresponda a la niñez o a la adolescencia. Ser niño, ser adolescente y ser
adulto: etapas cronológicas más o menos fijas dentro de la maduración biopsicosocial
de un individuo. Estar niño, estar adolescente y estar adulto: estados emocionales
flexibles dentro del desarrollo relacional de un ser humano. Cuando el estar precede
al ser, hablamos de regresión emocional; cuando el ser precede al estar, hablamos de
sobreadaptación emocional. La salud mental tiene algo que ver con la coincidencia
entre ser y estar en el mundo, sin sacrificio significativo de la creatividad y
autenticidad personal.
68
CINCO REMEDIOS CASEROS Y ANCESTRALES PARA HACER DORMIR A TU GUAGUA
1. Dale el pecho
2. Tómala en brazos
3. Mécela en tus brazos
4. Hazle cariño
5. Cántale una canción
Bonus track: Ten paciencia y comprende que es natural y esperable que tu guagua
duerma de manera interrumpida y que despierte seguido.
69
CUANDO INTERRUMPIR LA TERAPIA 
ES EL MEJOR CIERRE DE UN CICLO
Jorge tiene 35 años. Toda su vida ha tenido una pésima relación con su madre. «Ella
siempre me descalificó, me humilló, me miró en menos…». Una vez que sus padres
se divorciaron, vivió con su papá, a quien describe como cercano y cariñoso. Jorge,
desde muy niño, tomó distancia de las mujeres: sus compañeras de colegio le
parecían superficiales y despectivas, también las de su universidad. Definida y
felizmente homosexual en cuanto a su vida amorosa, tuvo una relación sexual con
una mujer a sus dieciséis años, que recuerda como «asquerosa y repugnante». Hoy
lleva siete años de relación estable con Ernesto, de 43 años. A terapia llegó por una
fuerte discusión con su jefa, una mujer de 52 años, que califica como «déspota y
autoritaria». En nuestros primeros dos meses de trabajo, hablamos bastante acerca de
cómo el maltrato por parte de su madre ha marcado su vida. Jorge reconoce que por
muchos años ha hecho esfuerzos sobrehumanos para alejarse de «todas las mujeres de
este planeta». En nuestra sesión más reciente, me dice: «Te quiero dar las gracias por
ayudarme a derribar mi pared hacia las mujeres. Lo pensé el fin de semana y creo que
es momento de empezar, por primera vez en mi vida, una terapia con una mujer». Le
respondo: «Esto, más que una interrupción, es el cierre más coherente que pudiste
escoger para una etapa de tu trabajo personal». Sonríe. Hacemos un balance de lo
avanzado y de lo pendiente. Nos despedimos con un abrazo.
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PEQUEÑAS ACCIONES PARA 
GRANDES CAMBIOS
Recién termino de preparar la jornada de este sábado sobre crianza respetuosa.
Comparto una reflexión al margen: junto con el placer de hacer jornadas en regiones
(Iquique, Viña, Talca, Concepción, etc.), me reconforta poder escoger que mis
jornadas capitalinas tengan como escenario un lugar muy central, a pasos de Plaza
Italia. Demasiadas actividades son realizadas en el «barrio alto», muchas veces con
costos bastante altos y difícil acceso por transporte público, lo cual se transforma en
un triple elitismo (valor, lugar, transporte). Pequeñas acciones pueden contribuir a
generar grandes cambios: descentralizar y deselitizar son, en mi opinión, prioridades
sociales en nuestro país.
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EL TERAPEUTA COMO CIUDADANO: 
LA POLÍTICA CARTAS HACIA ARRIBA
Hace un tiempo, una joven paciente, políticamente militante y activa en las tomas
universitarias, me preguntó, con respeto y esperando una respuesta honesta, por mi
posición política: «Para mí es importante —me dijo—, no importa si coincidimos o
no, pero no quiero sentir que la terapia es políticamente neutral o que estos temas son
algo tabú, porque en mi vida, como tú sabes, son fundamentales».
La escuché con atención y le respondí esto: «Yo soy hijo de la dictadura. Nací, sin
saberlo, en pleno período de torturas, asesinatos y desapariciones. Viví mi infancia en
época de toques de queda y cantando obligadamente en mi colegio la estrofa del
himno nacional que celebraba a los ‘valientes soldados’. En mi pubertad, me topé con
el plebiscito y la temprana transición a la democracia, todavía sin conciencia política
alguna; para mí, en mi inmadurez de la época, era todo como un gran juego, divertido
y festivo. En mi adolescencia, estaba más preocupado de pololear y de escuchar
música punk que de participar en los escasos espacios políticos de entonces. Ya en la
universidad, empecé a desarrollar mi pensamiento crítico, que me hizo tomar partido
por una sensibilidad de izquierda y repudiar con vehemencia las violaciones a los
derechos humanos cometidas en Chile, así como en todo el mundo y por todos los
sectores políticos. Sin embargo, confieso que por años me sentí cómodo en el
conformismo concertacionista: para mí, solo existía el Sí y el No, y si gobernaba la
coalición del No, era suficiente. Por eso valoro que la nueva generación, a la que tú
perteneces, hija de la ‘democracia’ (aunque sea democracia entre comillas), haya sido
capaz de romper el adormilado (y corrupto) panorama del duopolio político
posdictadura, volviendo a darle vida a la calle como escenario político fundamental,
justamente lo opuesto a la mutilación de la política callejera ejercida por la dictadura
con sus toques de queda. Te admiro a tiy a tu generación, a la cual también
pertenecen mis queridas sobrinas (también políticamente activas), por darnos una
clase de educación cívica y ciudadana, en una época que quiere desterrar la educación
cívica y la fuerza de la colectividad, imponiendo el individualismo materialista y
despolitizado».
Ella me mira, sonríe, y me dice: «Gracias por tu respuesta. Aunque no coincidamos
del todo, la sentí muy auténtica. Y eso es importante para mí».
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EL PRIVILEGIO DE HACER 
LO QUE ME GUSTA
Después de una semana y media de vacaciones, me basta un par de días para recordar
que amo ser psicoterapeuta. ¡Qué privilegio poder hacer lo que me gusta! Madres y
padres del mundo: jamás coarten los intereses vocacionales de sus hijos.
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SERES SOCIO-PSICO-BIOLÓGICOS
No hay fenómeno humano que no sea comprensible a partir de nuestra historia
sociopsicobiológica.
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EL ABURRIMIENTO COMO FUENTE 
DE LA CREATIVIDAD
El aburrimiento es una de las fuentes de la creatividad. Muchos padres viven
desesperados por sumir a sus hijos en el entretenimiento permanente. Niños
prisioneros de consolas, de aparatos, de estímulos. Cuando mi hijo me dice «papá,
estoy aburrido», le respondo «te felicito, mi amor, ahora puedes inventar lo que tú
quieras». El aburrimiento es una de las fuentes de la creatividad.
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INTENSA-MENTE
A primera vista, solo la alegría es una emoción buena y saludable, mientras que la
tristeza es mala y problemática. A esta última, habría que mantenerla encerrada,
reprimida, rechazada. Solo cuando la tristeza es liberada, aceptada e integrada,
podemos reconocer su valor: hacer más auténtica nuestra vida y permitirnos sentir
con profundidad nuestros duelos, conectarnos en forma empática con el dolor de los
otros y de manera introspectiva con nuestra propia memoria. Sin alegría, la vida es
apagada, apesadumbrada y marchita; pero sin tristeza, la vida es superficial, indolente
e inauténtica. En la existencia humana, las relaciones interpersonales son el escenario
fundamental, y la amplia gama de las emociones (alegría, tristeza, miedo, rabia,
disgusto, etc.) son los colores que le dan vida y sabor a nuestra experiencia. Estas
simples verdades (lo verdadero suele habitar en lo simple) son las que yo mismo
verifico a diario en mi oficio como psicoterapeuta.
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DIEZ COSAS DIFÍCILES Y DIEZ COSAS 
GRATIFICANTES DE LA CRIANZA
Lo más difícil de la crianza:
1. Lidiar con las presiones sociales y opiniones ajenas, así como la culpa por no
responder a las expectativas propias y/o ajenas.
2. La exigencia de tener que funcionar en múltiples roles de manera eficiente.
3. El cansancio físico y emocional.
4. La pérdida de tiempos y espacios tanto personales como de pareja.
5. Los conflictos de poder con otras personas que participan en la crianza.
6. Los fantasmas y sombras de los conflictos y traumas no resueltos de nuestra
propia infancia.
7. El establecimiento de límites con amor y sin violencia.
8. La soledad.
9. La inseguridad respecto a si lo estamos haciendo bien o no como mamás y
papás.
10. La aprehensión respecto a los niños y el miedo a qué les pasará si uno no
está.
Lo más gratificante de la crianza:
1. El amor mutuo e incondicional (expresado en besos, abrazos, cariños,
miradas, etc.).
2. El asombro y sorpresa ante la sabiduría, espontaneidad y humor de nuestros
hijos.
3. El orgullo y la satisfacción de verlos crecer.
4. Los momentos compartidos en la vida cotidiana.
5. La lactancia y la conexión física y emocional que implica.
6. El volver a ser niños jugando con ellos, y ver cómo se incorporan al mundo
jugando.
7. El crecimiento personal que nos trae ser madres y padres.
8. El empoderamiento (nos volvemos más fuertes).
9. La compañía de los hijos.
10. El reconocimiento de ser una figura significativa e importante para nuestros
hijos.
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TRES MITOS COMUNES EN LA PSICOTERAPIA CON ADULTOS
Mito 1: Los adultos son independientes.
Falso. Los adultos somos interdependientes. Asumir esto implica, por ejemplo, la
libertad de poder sugerir entrevistar a una persona cercana al paciente como
complemento a su terapia.
Mito 2: Los adultos se expresan y comunican solo por la palabra.
Falso. Los adultos, como los niños y adolescentes, tenemos múltiples modos de
expresión y comunicación. Asumir esto implica, por ejemplo, la libertad para poder
ocupar —además del diálogo verbal— herramientas como dibujos u otras
modalidades de expresión comúnmente asociadas a la terapia infantil. Personalmente,
el uso de dibujos narrados con adultos me resulta de extrema utilidad y ayuda.
Mito 3: Los adultos tienen problemas que remiten estrictamente al aquí y ahora, no a
su lejano pasado. Falso. Por más edad que tenga una persona, si no incluimos su
historia personal y familiar en la terapia, el proceso será plano, superficial y
bidimensional, en lugar de complejo, profundo y tridimensional.
Conclusión: la psicoterapia contemporánea con adultos requiere integrar el contexto,
la historia y recursos expresivos múltiples y variados.
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COMO, LUEGO EXISTO
Muchas veces, la obesidad es la consecuencia física de comer como manera de
autosostén emocional, cuando la contención parental fracasa o es insuficiente. La
persona obesa suele «tragarse» todas las emociones «negativas», en especial la
tristeza, la rabia y el miedo (hasta que explota, algunas veces de manera agresiva o
peligrosa, ya sea para la propia persona o para los demás). Como desde su temprana
infancia aprendió que no hay figuras de apego que calmen su angustia, recurre a la
comida para atenuar su ansiedad y sentir una efímera sensación de saciedad, que
pareciera calmar por un rato el vacío afectivo interior. La obesidad no es el problema
de fondo, sino un intento de solucionar el verdadero problema de fondo: la falla,
parcial o total, de los cuidadores primarios. La comida es el sustituto del amor: comer
es sentirse lleno, no sentirse vacío, sentirse real, vivo. Como, luego existo.
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RECORRER LA CIUDAD
Hoy fuimos con mis hijos y mi mujer en metro a la Plaza de Armas y a los
tradicionales juegos Diana. ¡Los niños estaban felices! Amamos recorrer juntos la
ciudad, como si fuéramos turistas o extranjeros. Mi libro Santiago en 100 poemas es
fruto de nuestras exploraciones urbanas. ¡Hágalo usted en su ciudad y con su familia!
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EL SECRETO
No persigas el éxito: deja que te guíe la pasión. El éxito sin pasión es logro vacío y la
pasión desinteresada es el secreto del éxito.
Y recuerda: jamás creas en frases facilistas de autoayuda que te prometan revelar el
secreto de la «felicidad» o del «éxito».
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MANUAL DE SAFARI URBANO 
O EL ARTE DE PERDERSE
Recorre tu ciudad como extranjero. Visita sus lugares como turista ingenuo, como
explorador ciudadano, con y sin rumbo fijo, reinventando sus postales y extraviando
sus esquinas, abierto a encontrar lo novedoso en lo repetido, lo sorpresivo en lo
rutinario, en lo habitual lo inesperado. Piérdete y encuéntrate y vuelve a perderte,
mira lo cotidiano con ojos nuevos, como un ciego que despierta de repente, como un
sonámbulo con los ojos abiertos, como un niño, como un niño, como un niño. Súbete
a una micro que nunca hayas tomado, sin saber hacia dónde te lleva, bájate en el
noveno semáforo, deja que el quiltro que camina sea tu guía durante catorce minutos.
Detente. Mira esa casa, ese almacén, esos autos que pasan. Dobla a la derecha y
camina tres cuadras. No estás solo: no los ves, pero a tu lado están Charles Baudelaire
y Walter Benjamin, dos vagabundos. Son tus copilotos invisibles. Sácale una foto a
los transeúntes. También una selfie inoportuna cruzando cualquier calle. Desconoce
tu ciudad, saborea sus entrañas, húndete en ella como en un laberinto, habítala como
un extraño, olvídala al ritmo lento de tus pasos, flanéala como perro callejero. Sin
reloj ni celular, sin mapa ni agenda. Que la gente te confunda con un turista ebrio.
Porque la vida es viaje y viajar es perderse.
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PARA CREAR HAY QUE SEGUIR 
EN LA LUCHA
Quieres crear algo. Lo que sea. Pero crear algo. Estás empezando. Y no te parece tanbueno. Y los demás te dicen (o te hacen sentir) que no es tan bueno. Te decepcionas.
Lo piensas dos veces. Te quieres rendir. Te desmotivas. Te faltan las fuerzas. Ese es
el momento clave: el abismo donde la mayoría de las personas resbala, el instante en
que infinitos proyectos se disipan, el espacio donde gobierna la renuncia. Solo los que
aguantan los juicios ajenos, solo los que sobreviven a la propia crítica (que suele ser
la más feroz), solo los que resisten las decepciones iniciales, solo los que siguen
trabajando con porfía e insistencia, solo los que siguen confiando en sus capacidades,
con locura y con paciencia, solo ellos son los que terminan creando algo nuevo. ¿Y
tú?, ¿tiras la toalla o sigues en la lucha?
(Basado parcialmente en «The Gap», de Ira Glass).
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TODO MOMENTO ES UN MOMENTO NUEVO
Todo momento es un momento nuevo. Pequeños momentos, imágenes que retengo:
mi hijo mayor preguntándome qué estoy haciendo, mi caricia en su cabeza, una tos de
mi mujer, mi hijo menor pidiéndome pan, la puerta de la cocina abriéndose, el sabor
del jamón de pavo, el ladrido del perro del vecino, la luna a medio tapar por el
edificio del frente, la botella de agua junto a los pañuelos, los libros apilados, la
televisión encendida en la pieza del lado, mi nariz tapada, los calcetines sobre la silla,
la bufanda colgando hasta el suelo, el sonido de las teclas. Todo momento es un
momento nuevo. Acaso la vida sea eso: un sinfín de pequeños momentos, una
cascada de imágenes que ahora, en un instante de ocio, retengo.
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DE RUNNING Y WALKING
Hoy caminé durante más de una hora por el barrio Lastarria. A ritmo pausado, me
encontré con libros en las vitrinas, con arte callejero en las veredas, con adoquines
bajo mis pies, con niños en una plaza, con parejas tomando un helado, con ancianos
sonriendo, con una mujer regando sus plantas, con cinéfilos como yo en la fila de la
boletería. En tiempos en que el running está de moda, en que los chilenos corremos
acelerados y frenéticos, caminar es un acto a contracorriente: un retorno a la mirada
fresca y a la exploración sin prisa, un bajarse de arriba de la pelota, un olvidar
carreras, relojes y metas. Chile será un mejor país cuando los caminantes
contemplativos sean tantos como los corredores furiosos.
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REFLEXIONES DESDE LA PSICOTERAPIA 
RELACIONAL, A PROPÓSITO DE 
EL BOSQUE DE KARADIMA
Tarde, luego de varios meses desde su estreno, pude ver El bosque de Karadima.
Aquí, cuatro breves reflexiones desde una aproximación relacional:
1) En el nombre de los hijos es posible tomar acciones protectoras que a veces
no tomamos para y por nosotros mismos.
2) Un testigo emocional que nos ofrece su genuina confianza puede ser crucial
para develar un secreto y reparar un daño afectivo.
3) La cohesión de varias subjetividades contribuye a que un trauma individual
refuerce su carácter de realidad material.
4) ¿Hay algo más injusto, absurdo y retraumatizante que la impunidad resultante
de la prescripción de un delito por el simple paso del tiempo?
En síntesis: sí al poder transformador de la parentalidad, a la acción validadora del
testigo emocional y al impacto terapéutico de la cohesión intersubjetiva; no a la
retraumatización por aquella prescripción mal llamada «jurídica».
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LA ACTITUD PSICOTERAPÉUTICA: 
DE LA NEUTRALIDAD A LA INFLUENCIA 
SIGNIFICATIVA
En la psicoterapia tradicional, la actitud terapéutica ideal era la «neutralidad», esto es,
la pretensión de no influir en el paciente, de operar —como decía Freud— como un
«cirujano desapasionado». Hoy en día, con el pasaje epistemológico del positivismo
al construccionismo, hay bastante consenso en cuanto a que es imposible no influir en
el otro, por lo cual la neutralidad ha sido cuestionada en cuanto ideal clínico, para ser
reemplazada por la «influencia significativa»: el reconocimiento de que como
psicoterapeutas efectivamente ejercemos influencia en nuestros consultantes, y el
deseo de canalizar dicha influencia en términos de lo que pueda ayudar de mejor
manera al paciente, con el fin asumido de tener un impacto significativo y marcar una
diferencia en la vida del otro. Los psicoterapeutas ya no pretendemos disfrazarnos de
científicos impersonales, sino que trabajamos desde un humanismo comprometido
con la persona que consulta por nuestra ayuda.
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«MI CASA ES UN CAMPO DE BATALLA»
—Hola, quería pedirte un consejo, sé que por acá no es fácil, ¡pero estamos muy
lejos! Tengo dos niños, de cuatro y dos años, ¡y estoy esperando una niñita! Pero
tengo un gran problema. ¡Mi casa es un campo de batalla! Mis niños pelean mucho y
paso todo el día gritando. ¿Cómo solucionas las peleas con los niños? Algún consejo
o tips por favor. ¡Estamos colapsados! Gracias.—Hola, evitando la expectativa de que
no sea así, porque es esperable desde el punto de vista del desarrollo emocional y
relacional, especialmente ahora que estás embarazada. E intentando prevenir,
separándolos cuando empiecen. Mucha paciencia. Cariños.—¡Gracias!
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VEINTE TESIS SOBRE LA PSICOLOGÍA 
DEL MALTRATO
1. Todo adulto maltratador ha sido, de alguna forma, un niño maltratado.
2. La violencia familiar es un abuso de poder que suele justificarse «por tu
propio bien».
3. La violencia familiar implica doble vínculo y adultocentrismo: «Te maltrato
porque te amo».
4. La terapia involucra detener la violencia, reconocerla y nombrarla, conexión
emocional y reparación.
5. El factor curativo contra la violencia es una relación de amor, respeto
incondicional, reconocimiento intersubjetivo y confianza en los recursos.
6. El terapeuta asume una posición ética de implicación humana con el otro
sufriente, lejana a una pretensión de neutralidad objetiva.
7. La violencia intrafamiliar expresa disfunción familiar y conflicto social.
8. La violencia no reconocida y silenciada se reproduce transgeneracionalmente.
9. El abusador justifica sus actos por adhesión rígida a un sistema de creencias
considerado como «realidad» y no como mapa cuestionable.
10. Maltrato es desconsideración del niño como sujeto y su reducción a objeto.
11. El maltrato puede ser activo-visible (golpes, abuso sexual), activo-invisible
(maltrato psicológico), pasivo-visible (negligencia) o pasivo-invisible
(abandono).
12. El maltrato activo se refiere a la acción abusiva (física, sexual o psicológica)
que provoca daño; el maltrato pasivo se refiere a la omisión de acciones que
aseguran el bienestar.
13. El maltrato visible es aquel cuyos daños son directamente observables; el
maltrato invisible es aquel cuyos daños no son directamente observables.
14. La violencia física (golpes) es una forma de maltrato activo-visible. Puede
ser realizada con partes del cuerpo o con objetos. Puede generar terror,
impotencia y sumisión.
15. La violencia sexual (abuso sexual) es otra forma de maltrato activo-visible.
Es solo parcialmente visible, por lo que es importante la prevención que facilita
la revelación.
16. El maltrato psicológico es una expresión del maltrato activo-invisible: el
niño es agredido a través de palabras que lo humillan, denigran o rechazan.
17. La negligencia es una expresión del maltrato pasivo-visible, que solo llega a
ser observable en sus efectos extremos (desnutrición, obesidad, descuidos
crónicos).
18. El abandono es una expresión del maltrato pasivo-invisible.
19. Los distintos tipos de maltrato se interconectan: muchas veces se dan y
transmiten de manera combinada.
20. No todo niño maltratado se convierte en adulto maltratador: experiencias
reparadoras y personas significativas contribuyen a desarrollar el potencial de
resiliencia presente en todo ser humano.
(Basado parcialmente en El dolor invisible de la infancia, de Jorge Barudy).
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DESCENTRALIZACIÓN
La autogestión es el mejor remedio contra el centralismo.
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POR UNA ADOPCIÓN RESPETUOSA
He tratado en psicoterapia a muchos niños y niñas adoptados que han sufrido una
desvinculación radical y abrupta con antiguas figuras de apego que han sido
significativas, benignas y no maltratadoras (una abuela o un abuelo,

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