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Índice Cubierta Portada Créditos Nota preliminar Nuestros «pilotos automáticos» Jacinta, el dinosaurio y la hormiga Lo que puede el sentimiento Javiera o la niña del macetero Llegar tarde Cuaderno de terapia: un diario de vida emocional Cuando estar «mal» está bien Ser padres: una oportunidad para sanar la infancia Las funciones de los hijos Mis siete psicoterapias Tres notas mentales para psicoterapeutas Psicoterapia: crecer juntos Teorías: puentes y no murallas El truco Soltar la autoexigencia Del maltrato al buen trato Buen trato a la infancia: aceptación incondicional La infancia robada Prioridades Uno De fútbol y psicoterapia Esguince emocional Las cartas en psicoterapia El amor según mi hijo de cuatro años Lo verdaderamente importante El padre de hoy El «Día del Padre Ausente» Principio psicogástrico Mi manera de entender la psicoterapia La paradoja de la psicoterapia Sujeto supuesto saber La belleza de morir 2 Elogio del pluralismo Acá Contra el dogmatismo teórico ¿Quién es el paciente y quién el psicoterapeuta? Rigidez por flexibilidad Cura de amor Relación de pareja y carencias afectivas infantiles No existen los depresivos Buen trato infantil y felicidad adulta Crianza natural Los hijos no son pañuelos Hijos torbellinos Disciplina empática: el tercer camino ¿De qué se trata una psicoterapia? La mayor felicidad El chipote chillón y la rueda de la fortuna Una y la otra Una pregunta difícil Carlo de Gavardo La ruta de la Roja Un mejor país Pensamiento excluyente y pensamiento incluyente De fútbol y cambios sociales Ser y estar en el mundo Cinco remedios caseros y ancestrales para hacer dormir a tu guagua Cuando interrumpir la terapia es el mejor cierre de un ciclo Pequeñas acciones para grandes cambios El terapeuta como ciudadano: la política cartas hacia arriba El privilegio de hacer lo que me gusta Seres socio-psico-biológicos El aburrimiento como fuente de la creatividad Intensa-mente Diez cosas difíciles y diez cosas gratificantes de la crianza Tres mitos comunes en la psicoterapia con adultos Como, luego existo Recorrer la ciudad El secreto Manual de safari urbano o el arte de perderse Para crear hay que seguir en la lucha Todo momento es un momento nuevo 3 De running y walking Reflexiones desde la psicoterapia relacional, a propósito de El bosque de Karadima La actitud psicoterapéutica: de la neutralidad a la influencia significativa «Mi casa es un campo de batalla» Veinte tesis sobre la psicología del maltrato Descentralización Por una adopción respetuosa Responsabilidad de expresión El arte de la psicoterapia La mayor genialidad de Freud De generosidades y privilegios Intento de suicidio Niños Persona acelerador y persona freno Tres herramientas clínicas Confianza básica hacia los niños Mentir, sobreexigir, polarizar: tres errores en la crianza El pudridero del alma Autenticidad responsable De psicoterapia y escritura El valor de las cosas «obvias» Juego, creatividad y belleza Aterrizaje emocional El sentido de una psicoterapia Abuso sexual y sexualidad infantil: el péndulo de Freud Ser humano Adopción y prueba de confianza Seguridad, protección y confianza Vivir creativo Flashback Psicoterapeuta 3D Contra la corriente Mandatos de género El mejor libro Mensajes que justifican la escritura Reflexión al paso en Nueva York Perspectiva De hogar y de viajes 4 «Trabajobby» La culpa Campo adentro En la mitad del camino Ilusión de alternativas La pared que volvió a sonreír Las vueltas de la vida o la supervisión como «intervisión» Mensajes que sacan sonrisas La infancia secuestrada Confesión antimetodológica Estremecer los viejos supuestos Saudade psicoterapéutica El peligroso péndulo de la crianza Elogio de la crítica Amar sin límites, convivir con límites Crianza empática y crianza apática Maldita primavera El suicidio: más allá del tabú y del estigma Recordar Del activismo al fundamentalismo Cinco principios de parentalidad positiva Paradoja capitalista «A mí me pegaban y no quedé traumado» Para personas ociosas y con mucho tiempo libre Sobre las aguas de la propia historia Salir del clóset Un alto cargo académico Cambiar el mundo Worst sellers Solipsismo ideológico Menos etiqueta, más persona Un psicoanálisis más humano Un psicoterapeuta El secreto de los psicoterapeutas El camino de la psicoterapia Contra el culto a la personalidad en psicoanálisis Autoterapia en tres imposibles pasos La psicoterapia como trabajo de liberación El volante y la bencina Advertencia para psicólogos y estudiantes de Psicología 5 La coraza profesional Niño mateo Nuestros personajes encarnados La autoridad de los padres La edad emocional Cuatro palabras a evitar en la crianza Cuando la enfermedad es la mejor terapia El histórico síndrome del doble opuesto El corazón de Magdalena ¿Qué necesitan un estudiante de psicoterapia y un psicoterapeuta? Con permiso para ser persona «Quiero que mis hijos sean felices» El turista y el sabio Los cuidadores descuidados Jorge: de autómata a persona Mirar para el lado Contra la idealización Minuto 39 No poder seguir La depresión o el dolor de la oruga Autoayuda según Freud, Winnicott y Lacan Navidad en familias con padres separados: la ilusión de la «familia feliz» Autoayuda según Nietzsche, Husserl y Heidegger Personas antes que adictos Asumir la propia historia Cultivar el «sentipensamiento» Autoayuda según Gadamer, Merleau-Ponty y Lévinas Autoayuda según Melanie Klein, Wilfred Bion y Donald Meltzer Pilar Sordo es mi copiloto Autoayuda según Borges, Cortázar y Galeano Lo mejor que podemos ofrecer como psicoterapeutas Ricardo o el inconsciente en acción El síndrome de sobrecompensación parental El trabajolismo como mecanismo de huida Resolver el complejo de Pancho Puelma Autoayuda según Walter Benjamin, Michel Foucault y Jacques Derrida Diálogo entre un profesor y un apoderado Regar la plantita Eslogan para una psicoterapia 6 El piquero de Dios Antonio o la comunicación musical inconsciente Recordatorio fenomenológico para psicoterapeutas Voy a ganar Sabiduría rural Bong Tres tesoros de la niñez Todos somos Joaquín Destinos de la vejez Star Wars: una historia de apego El derecho a fallar Ana, la enfermera del mundo 7 8 SEBASTIÁN LEÓN EL PSICOTERAPEUTA COMO PERSONA Apuntes personales y profesionales 9 EL PSICOTERAPEUTA COMO PERSONA APUNTES PERSONALES Y PROFESIONALES Primera edición: septiembre de 2016 © Sebastián León, 2016 Registro de Propiedad Intelectual Nº 265.239 © RIL® editores, 2016 SEDE SANTIAGO: Los Leones 2258 CP 7511055 Providencia Santiago de Chile (56) 22 22 38 100 ril@rileditores.com • www.rileditores.com SEDE VALPARAÍSO: Cochrane 639, of. 92 CP 2361801 Valparaíso (56) 32 274 6203 valparaiso@rileditores.com Composición, diseño de portada e impresión: RIL® editores ePub hecho en Chile • ePub made in Chile ISBN 978-956-01-0289-8 Derechos reservados. 10 NOTA PRELIMINAR Este libro se puede leer de manera aislada o también como la continuación de los anteriores, Diario clínico y Psicoterapia relacional y crianza respetuosa. Junto con estos, El psicoterapeuta como persona compone una trilogía en la que, tanto por estilo como por contenido, he buscado alejarme de la impronta académica de mis primeros libros y acercarme a la experiencia más íntima, emocional y confesional de la vida profesional y personal. Es esta última aparente dicotomía entre la persona y el psicoterapeuta la que este libro pretende, precisamente, subvertir y diluir, mostrando que en el oficio psicoterapéutico lo personal anida en el núcleo de lo profesional. Como psicoterapeuta, soy ante todo persona: un ser humano disponible y abierto al encuentro único, singular e irrepetible con otro ser humano. Allí, despojado de corazas, con mi historia encarnada en mi cuerpo, con mis limitaciones, mis puntos ciegos, mis sombras y unas pocas luces para transitar juntos por la aventura del aprendizaje emocional compartido. Los datos y contextos de las historias clínicas aquí incluidas han sido modificados por respeto a la confidencialidad de las personas involucradas.11 NUESTROS «PILOTOS AUTOMÁTICOS» Ayer Santi, mi hijo mayor (de cuatro años), se graduó del jardín infantil. Fue un lindo momento, emotivo y cercano. Eso sí, yo estuve a punto de arruinarlo: sucede que Santi (y en esto se parece más a la mamá que a mí) es algo tímido al inicio de una interacción social, aunque luego se suelta y fluye. Entonces, no quería estar en el escenario con los otros trece o catorce niños, frente a todos los padres, sin que su mamá o yo estuviéramos a su lado. Al principio, la Agu (mi mujer) se quedó a su lado en la ceremonia. Era el único niño acompañado por su madre. Y yo, que sacaba fotos y cuidaba que Dante no se subiera a la tarima, empecé a sentirme irritado (Dante es nuestro hijo menor, de dos años, menos tímido y más centro de mesa, en esto quizás más parecido al padre): ¿cómo era posible que mi hijo fuera el único niño que no pudiera ser lo suficientemente autónomo como para prescindir de la madre en su graduación? ¿No es acaso una conducta excesivamente sobreprotectora y carente de límites que la Agu siga ahí con él, sin ponerse firme y dejarlo solo, como los demás compañeritos? Como la ceremonia había empezado, intenté hacerle entender esto a la Agu con gestos, pero ella no estuvo de acuerdo. Entonces, aún irritado, fui donde ella y cambiamos lugares: yo me quedé con Santi y ella con Dante. Y le dije a Santi que ya estaba bueno, que podía quedarse solo arriba, que yo me iría. Él protestó y se aferró a mí angustiado. Fue en ese momento cuando algo en su carita me hizo clic: yo estaba forzando una situación innecesaria. Estaba obligándolo a responder a mi expectativa. No pasaba nada si su mamá o yo nos quedábamos con él. Nadie lo impedía. Era yo quien sentía la necesidad de que mi hijo «no fallara», que actuara «perfecto», que fuera un pequeño «alumno destacado o brillante». Y claro: se había activado mi piloto automático. Cuando niño, yo era gordito, no me iba tan bien en gimnasia, no tenía mucha destreza física ni manual, pero sostenía mi autoestima en ser un «alumno destacado», casi siempre con buenas notas, por lo general «bien portado», un niño que no daba problemas. Y, sin pensarlo, estaba traspasándole mi premisa, mi piloto automático, mi chip emocional, a mi hijo. Apenas vi su carita angustiada, fue como mirarme en sus ojos y reconocer que él no era yo: que era otra persona, y que podía no responder a la expectativa ceremonial que yo mismo me había autoimpuesto, sin que pasara nada. De hecho, todo resultó lindo, recibió su diploma (con su preciosa carita de vergüenza) y luego jugó y comió tranquilo y contento. Hoy, mientras me duchaba, pensaba (siempre los pensamientos más importantes aparecen en la ducha): qué importante es que aprendamos nosotros los padres a reconocer nuestros propios «pilotos automáticos», nuestros mandatos e imperativos que tienen que ver con nuestra historia, para no imponérselos a nuestros hijos. Desde hoy, Santi y Dante, su papá es un poco más consciente del peligro de querer hacer de ustedes «alumnos destacados», «bien portados», «escolarmente impecables». Desde hoy, soy un poco más consciente que mi rol como padre no es imponerles mis expectativas (neuróticas, como la mayoría de las expectativas), sino facilitarles que ustedes, mis amados hijos, puedan llegar a ser quienes ustedes quieran 12 ser. Gracias, Agu, por ayudarme a darme cuenta. Los amo a los tres. Papá. 13 JACINTA, EL DINOSAURIO Y LA HORMIGA Jacinta tiene 8 años. Hace cuatro meses, Claudia, su mamá, falleció producto de un cáncer de mama. Junto con esto, Felipe, su papá, la trae a terapia porque «ha estado súper agresiva en el colegio. La Jaci siempre ha sido líder, con una personalidad bien potente, pero ahora está mucho más peleadora». En nuestra segunda sesión juntos, le pido a Jacinta que haga un dibujo, lo que ella quiera. Dibuja un dinosaurio. Yo le trazo un globo de diálogo al modo de los cómics, para que ella lo llene con lo que el dinosaurio quiera decir. Lo completa con la siguiente frase: «Yo soy el animal más fuerte, más grande. ¡Soy invencible, grrrr!». Acto seguido, le pido que haga un segundo dibujo, que sea todo lo contrario del dibujo anterior. Se queda pensando y luego dibuja una hormiga. Le hago el globo del cómic y ella lo llena escribiendo lo siguiente: «Yo soy una pequeña insectita, soy débil, tengo mucho miedo y me siento solita». Le pregunto a la Jaci cuál sería ella, si el dinosaurio o la hormiguita. «El dinosaurio, po, ¡obvio! Es bacán: grande, fuerte y no le puede pasar nada». Le respondo: «¿Te cuento? Yo a veces me siento como el dinosaurio, fuerte, casi invencible, y otras veces también me siento como la hormiguita, frágil, débil y asustado. Por ejemplo, mi abuelita está súper enferma, está a punto de morirse, yo no puedo hacer nada para que se sane y tengo miedo que cuando yo sea viejito sufra tanto como ella… Ver así a mi abuelita me pone triste…». Los ojos de Jacinta se extravían por unos segundos y su expresión facial cambia. Me dice en voz baja: «¿Te cuento yo ahora mi secreto? Yo en las noches lloro por mi mamita, pero me escondo en la almohada. Mi mami me dijo que yo tenía que ser fuerte cuando ella no estuviera y yo no quiero llorar». Le respondo: «Yo entiendo a tu mamá: ella ha querido lo mejor para ti. Yo estoy seguro de que ella te diría que a veces puedes sentirte fuerte como un dinosaurio y otras veces puedes sentirte débil como una hormiguita, necesitar llorar y querer que te abracen». La Jaci suspira y me pregunta si puede pasar su papá. Felipe entra y ella se recuesta en sus brazos, como un bebé. Y llora. Felipe le hace cariño con una mano, mientras con la otra seca sus propias lágrimas. Mis ojos, como los de ellos, también se inundan. 14 LO QUE PUEDE EL SENTIMIENTO Carla, de 32 años, me cuenta cómo falleció hace tres meses su pequeño de 4 años, víctima de un feroz tumor cerebral. Recuerda su última sonrisa, la última vez que le dijo «mami, me duele la cabecita…», su último llanto, su carita pálida al dormirse para siempre… Mientras me relata con profundo pesar lo acontecido, siento en carne propia su dolor, como una puñalada lenta y profunda, dolor que resuena multiplicado en mis entrañas por tener yo mismo un hijo de la misma edad. No puedo evitar que varias lágrimas se escapen de mis ojos. Le digo, con total honestidad: «Lo que me cuentas es muy doloroso, me hiciste llorar…». Me responde: «No hay dolor más grande… Gracias por no esconder lo que sientes… Por eso me cambié de psicóloga… A la anterior, cuando le conté esto ni se inmutó, la sentí súper fría, me hablaba de teorías del duelo, de cifras de niños con cáncer…». Ella me devuelve la caja de pañuelos que yo le había pasado, para que ahora yo saque un pañuelo. Pasarán ocho meses de trabajo emocional lento, doloroso, sentido. Le pregunto a Carla, en su última sesión, qué fue lo más significativo para ella en su terapia de duelo. Me señala: «Sentirte conectado con mi dolor, sin esconder lo que sentías… Confiar en que estaba hablándole a una persona viva, capaz de escucharme y emocionarse conmigo, y no a un libro o a una pared…». Nos abrazamos y nos despedimos con mucho cariño. Gracias, Carla, por enseñarme en carne propia las palabras de Violeta Parra: lo que puede el sentimiento, no lo ha podido el saber. 15 JAVIERA O LA NIÑA DEL MACETERO Javiera, de seis años, llega enviada por el colegio. Sucede que rompe todo lo que encuentra a su paso, especialmente receptáculos, como vasos, cajas y floreros. Javiera apenas se comunica verbalmente: si bien sabe y puede hablar, más bien grita, unas veces de rabia; otras, de angustia. Hija de padres sumidos en el alcohol y las drogas, Javiera era encerrada sola en su casa desde los dos hasta los cuatro años, todo el día, mientras los padres oscilaban entre trabajos esporádicos, robos y consumo de sustancias. Al cuidado de una tía abuela desde los cinco años, cambió su encierro cruel y solitario por una violencia desatada. La primera vez que la veo, rompe un macetero de greda que yo tengo en la salade espera. Mientras yo recojo los pedazos, ella me golpea en la espalda. La sostengo con un fuerte abrazo, por algunos minutos, hasta que deja de hacer fuerza y se pone a llorar. Le seco sus lágrimas con un pañuelo. Me mira y me dice: «Soy mala». Le sonrío y le digo: «Eres una niña… Y creo que necesitas asustarme, quizás porque tú misma estás asustada». Javiera suspira, pero luego vuelve a pegarme y me escupe. Durante varias sesiones, Javiera arroja todos los juguetes fuera de la caja y me los tira. Al principio con rabia y gradualmente en forma de juego compartido. Incluso ella misma me pasa un cojín para que lo ocupe como escudo. Recién después de tres o cuatro meses, Javiera empieza a hablarme: no sin dificultad, me cuenta que encontró un perrito abandonado en la calle y que lo llevó a su casa y le dio comida. Acto seguido me pide un vaso de agua. Se lo doy y por primera vez me dice «gracias». En el colegio, su agresividad está disminuyendo. Casi un año más tarde, Javiera, en su última sesión conmigo, recuerda el macetero que rompió la primera vez que nos vimos. Le señalo que tengo los pedazos guardados. Se sorprende, me los pide y me pregunta si la puedo ayudar a pegar los pedazos con cinta adhesiva. Así lo hacemos, durante casi toda la hora, en concentrado y sereno silencio. Al despedirse, Javiera me abraza y me pide si le puedo regalar el macetero reparado, a lo cual accedo. Meses después, la veo en una reunión de seguimiento y Javiera llega con su tía abuela (a quien ahora le dice «mami»), con un diploma al esfuerzo académico y con una planta que ha crecido en el macetero que reparamos juntos. «Te vengo a devolver el macetero y a regalarte esta planta, yo sé que tú la vas a cuidar», me dice. Javiera deja caer una lágrima. Le agradezco, le hago una pequeña caricia en la cabeza y nos despedimos. 16 LLEGAR TARDE Rafael tiene 28 años. Llega a consultar porque su pareja, Patricia, de 26 años, se suicidó hace 2 meses. Rafael no puede lidiar con su propia tristeza: «Yo sabía que estaba deprimida, pero jamás pensé que se quitaría la vida…». El trabajo con Rafael no es fácil, especialmente porque siempre llega muy tarde a las sesiones, con lo cual nos queda poco tiempo para hablar (pese a que muchas veces le doy tiempo adicional). Hemos hablado de sus atrasos asumiendo que hay un lado suyo que quiere abrir su dolor y otro lado que se resiste a hacerlo. En una sesión, a la que llega 30 minutos tarde, le pregunto: «¿Recuerdas si hay algún otro contexto en el que te haya pasado esto de llegar tarde?». Su mirada se pierde hacia la ventana, luego me mira a los ojos y rompe a llorar: «Yo llegué tarde ese día… Me demoré leyendo el diario por internet en mi oficina… Si hubiera llegado más temprano, la Pati no habría alcanzado a lanzarse por la ventana del departamento… Habría estado yo para impedirlo… Me siento tan culpable…». Rafael llora desconsoladamente. Por primera vez, pudimos entender juntos que su «llegar tarde» no era solo señal de su dificultad para hablar de asuntos dolorosos, sino también la escenificación de un mensaje simbólico, la comunicación de un sentimiento de culpa hasta ese momento inconsciente. Desde esa sesión en adelante, Rafael comenzó a llegar a la hora y pudimos elaborar juntos todos los sentimientos involucrados en su trágico duelo: la pena, la rabia, el miedo, la soledad y la culpa. 17 CUADERNO DE TERAPIA: UN DIARIO DE VIDA EMOCIONAL A Martina, de 8 años, se le murió su papá hace cuatro meses, en un accidente de auto. Marcela, su madre, la trae a terapia «para que pueda expresar lo que siente, porque no habla del tema: no ha llorado, no se ha enojado… Solo volvió a hacerse pipí en la noche». La propia madre suele llorar mucho, siendo Martina (única hija) quien la consuela. Sugiero psicoterapia individual para la madre (con otro psicoterapeuta), quien acepta. Tempranamente en su terapia, le ofrezco a Martina y a su mamá que puedan hacer un cuaderno, llamado simplemente «Papá», donde la niña pueda escribir, dibujar, pegar recortes o lo que quiera y cuando quiera. Lo primero que trae Martina en su cuaderno es una gran cruz en la primera página, en forma de equis. Le pregunto por su dibujo y me dice: «En este cuaderno está prohibido escribir que echo de menos a mi papá». Le pregunto por qué, pero no me contesta. Entonces yo dibujo una equis chiquitita al lado de la grande que hizo ella. La invito a contar juntos una historia: —Había una vez una equis grande y una equis chica… —le digo. —La equis grande estaba muy triste… —me responde Martina —. Y la equis chica siente que… —agrego yo—, …que tiene que portarse bien para que su mamá no esté más triste —concluye Martina. A partir de este dibujo e historia, pudimos comprender juntos que ella contenía su pena para proteger a su mamá. Su única vía de descarga era el pipí, sustituto de las lágrimas «prohibidas». Poco a poco, pudo ir abriéndose y expresar su dolor, mientras paralelamente la madre iba encontrando contención en su psicoterapia, en lugar de hacerlo en su hija. Luego de algunas semanas, la enuresis secundaria gradualmente remitió. En nuestra última sesión, meses más tarde, Martina me pide llevarse su cuaderno. «Lo quiero guardar con llave. Es mi tesoro. He pensado en sacarle una copia y dejársela a mi papi en el cementerio. Él ya no está fuera, no lo puedo ver, pero lo llevo siempre dentro, conmigo». En los encuentros terapéuticos con Martina, el cuaderno de terapia fue una herramienta clave, que funcionó como «cuaderno de duelo». En muchas otras situaciones de duelo, con otros consultantes, también ha sido útil. Pero no solo en casos de pérdidas afectivas, sino también, y más en general, a modo de bitácora del tratamiento. Como un verdadero diario de vida emocional. 18 CUANDO ESTAR «MAL» ESTÁ BIEN Mateo tiene 8 años, es hijo único y siempre lleva una sonrisa en la cara. Sin embargo, desde hace casi dos años, sufre fuertes dolores estomacales, sin correlato médico, calificados como «tensionales» por su pediatra. Empieza una psicoterapia. Al poco andar, el colegio no entiende por qué ahora su sonrisa se transformó en enojo y en tristeza. «Veo que está mal… Pareciera estar peor desde que empezó la terapia: antes era amable y tranquilo, aunque iba todos los días a la enfermería por el dolor de guata. Ahora ya no va a la enfermería, pero en la sala de clases pasa enojado y triste», dice su profesora, preocupada. Le explico mi comprensión: Mateo ha empezado a sacar afuera la rabia y la pena que tenía retenida en sus entrañas: sus padres se separaron hace dos años, su papá se emparejó hace seis meses con otra mujer y él se siente muy solo, triste y enojado. Pasan diez meses de psicoterapia, donde hablamos, dibujamos, contamos historias y jugamos. También me junto periódicamente con los padres y mantengo mi contacto con el colegio. En la última sesión, Mateo me dice: «Ahora puedo decirles a mis papás cuando me siento mal, cuando tengo rabia por algo o cuando me da pena. Antes no me atrevía, porque los veía tan mal a ellos que no quería darles más problemas». Le digo: «O sea que antes te tragabas tanto la pena y la rabia, que te llegaba a doler la guata…». Mateo se queda pensando, con la mirada en el horizonte. Luego asiente, sonríe y suspira. La sonrisa ha vuelto a su cara, menos permanente que antes, pero ya no a costa de su dolor estomacal. 19 SER PADRES: UNA OPORTUNIDAD PARA SANAR LA INFANCIA Macarena tiene 36 años. Apenas entra a mi consulta, rompe a llorar: «Nunca pensé que sería madre… Siempre me aterró la idea de tener tanta responsabilidad en mis manos… Mi miedo más grande con la maternidad es repetir los errores de mi mamá: ella fue muy violenta conmigo, todo lo resolvía con golpes… Siento que yo no pude ser niña, no pude explorar, descubrir, porque cada pequeño error o travesura, era un charchazo…». Macarena es ahora madre de Facundo, un niño de dos años, a quien adora. Sin embargo, ser madre la aterra: los fantasmas del sufrimiento de su propia infancia no la dejan en paz. «Vengo a terapiaa espantar esos miedos, a sanar a mi niña interior, para poder criar al Facu con amor y sin violencia». Esteban tiene 31 años. A los pocos días de haberse enterado de que su pareja espera un hijo de él, comenzó a tener crisis de pánico: «Es una sensación horrible, un miedo inmenso a morirme, una sensación de ahogo gigante. Lo raro es que es algo que con la Fran venimos buscando desde hace un año, entonces no entiendo este miedo tan raro…». Le pregunto por su propia infancia, si existe algo que haya vivido y que le asusta que pueda vivir su hijo o hija. Se queda pensando y noto cómo seca rápidamente con su puño una lágrima que cae hacia su mejilla: «Nunca he hablado esto con nadie… Pero un tío mío que es bueno para el trago me tocó varias veces cuando niño, cuando tenía como seis o siete años… También hacía que yo lo tocara…». Llora. Ahora su llanto es como el llanto contenido del pequeño Esteban de seis o siete años. «Nunca hablé, porque yo sentía que yo también era culpable, no sé por qué. Sentía que era algo sucio, que no podía hablar con nadie. Nunca lloré tampoco… Es primera vez… Pero ahora que hablo esto contigo, me doy cuenta de que siempre he sentido, quizás inconscientemente, un miedo terrible a abusar yo sexualmente de mis hijos…». La maternidad y la paternidad son una hermosa (aunque difícil) oportunidad para reparar nuestras propias heridas infantiles, para así convertirnos en madres y padres libres de fantasmas y disponibles para amar sin obstáculos ni condiciones. 20 LAS FUNCIONES DE LOS HIJOS Hijos pilares: hijo o hija cuya función es hacerse fuerte para sostener a padres frágiles o enfermos. Hijos mariditos: hijo o hija cuya función es ocupar el lugar de la pareja ausente de la madre. Hijos estrellas: hijo o hija cuya función es brillar y cumplir las altas expectativas de los padres. Hijos ansiolíticos: hijo o hija cuya función es calmar a la madre y/o al padre. Hijos antidepresivos: hijo o hija cuya función es aliviar la depresión materna y/o paterna. Una psicoterapia puede ayudar a que los hijos se desprendan de estas (u otras) funciones y puedan vivir sus propias vidas de manera más libre y liviana; asimismo, una psicoterapia puede ayudar a los padres a hacerse cargo y resolver sus propios conflictos para dejar de proyectarlos en sus hijos. 21 MIS SIETE PSICOTERAPIAS Para algunas personas, estar o haber estado en psicoterapia es algo secreto, vergonzoso, casi tabú. Para mí, acaso por sesgo profesional, se trata de una experiencia noble, profunda y enriquecedora. No de algo que esconder, sino de algo que celebrar. Y no lo digo en mi calidad de psicoterapeuta, sino más bien desde mi vivencia como paciente. En efecto, yo mismo he estado siete veces en psicoterapia, en calidad de consultante. Tres veces en terapias sistémicas, dos en terapias humanistas, una en terapia psicoanalítica y una en terapia cognitivo-conductual. He terminado cinco procesos (uno de largos años, un par de varios meses, algunos de pocas sesiones) e interrumpido al poco tiempo otros dos. ¿Qué rescato o conservo de cada una de esas experiencias? De mi primera terapia, que fue psicoanalítica, rescato el apoyo y la presencia de mi terapeuta en los momentos más difíciles. De la segunda, que fue sistémica, rescato la herramienta de la escultura, que me quedó grabada para siempre y que yo mismo utilizo a mi manera. De la tercera, que fue humanista, guardo el recuerdo de la calidad humana y la capacidad de mi terapeuta para conmoverse emocionalmente, sin tapujos ni máscaras. De la cuarta terapia, que fue cognitivo-conductual, conservo la ingrata memoria de tener que responder un cuestionario larguísimo e impersonal para la segunda o tercera sesión, después de lo cual no volví. De la quinta, que fue sistémica, conservo el sabor agrio de la ironía burlesca del terapeuta, que me llevó a interrumpir prontamente el proceso. De la sexta, también sistémica, me quedo con la experiencia de un espacio de ayuda para poder entender que mi verdad no es la del otro. De la séptima, que fue humanista, me quedo con el aprendizaje de que no todo es psicológico, y que a veces vale la pena dejar de darles vueltas a las cosas y pasar a la acción. A algunas de estas terapias llegué en crisis emocional (particularmente a la primera); a otras, con una motivación de descubrimiento, exploración y aprendizaje. Todas a su manera, con lo bueno y lo malo, forman parte de mi experiencia como persona y como profesional. Cada una de mis siete psicoterapias me ha enseñado algo que atesoro para mi práctica clínica y, especialmente, para mi vida cotidiana. Ciertamente, no descarto en absoluto tocar la puerta de una octava terapia, o de una novena o décima. Y no por mera «dependencia» o adicción a la psicoterapia, sino por interdependencia y autoconocimiento. Además, parece que soy un hueso duro de roer: mis defectos tienen fama de intratables. O para decirlo con palabras más dulces: el trabajo personal es tan vasto como estimulante, tan profundo como infinito. 22 TRES NOTAS MENTALES PARA PSICOTERAPEUTAS 1) Adapta tu técnica al paciente y no el paciente a tu técnica. 2) Escucha la historia singular del otro, sin taponearla con etiquetas diagnósticas ni respuestas de manual. 3) Acepta y valida la diferencia y diversidad que te muestra tu paciente, sin intentar reducirlas a tus propios ideales. 23 PSICOTERAPIA: CRECER JUNTOS Cada vez que empiezo una psicoterapia con alguna persona que me consulta, me preparo para un viaje de a dos, bipersonal y bidireccional, sin saber del todo cuál será nuestro puerto de destino. Me abro a la posibilidad de que, en el proceso de acompañar el cambio en otra persona, habrá también aspectos de mí mismo que irán, inevitable y favorablemente, cambiando. Toda psicoterapia es un encuentro humano mutuo y recíproco: sin olvidar que el foco es facilitar el crecimiento emocional del otro, sucede que la profunda autenticidad del trabajo terapéutico suele resultar en una experiencia transformadora tanto para el paciente como para el terapeuta. 24 TEORÍAS: PUENTES Y NO MURALLAS ¿Es posible que una persona con estructura limítrofe pase a tener estructura neurótica? ¿Es factible que una persona con estilo de apego evitativo o ambivalente llegue a desarrollar un estilo de apego seguro? Estas preguntas, en mi opinión, reflejan la estrechez de las teorías. Los modelos psicopatológicos son siempre mapas, que nunca llegan a dar cuenta de la complejidad y singularidad del territorio de una vida humana. Las teorías son brújulas útiles, que nos sirven para ayudar a iluminar los laberintos de la experiencia del otro. Pero cuando las cosificamos y creemos en ellas como si fueran un texto sagrado, entonces se vuelven muros que nos impiden o dificultan el contacto con la persona que tenemos frente a nosotros. La vida, tanto como la psicoterapia, es mucho más fluida que las teorías, que suelen volverse rígidas o sólidas con el paso del tiempo. Desde Heráclito a los fenomenólogos modernos, algunos adelantados ya lo han advertido. Conclusión: usemos los modelos teóricos y psicopatológicos, incluso los manuales técnicos, como mapas para orientarnos, pero nunca los confundamos con la irreductible riqueza de la experiencia humana. Que las teorías sean puentes y no murallas. 25 EL TRUCO Antonia tiene 12 años, es muy inteligente, pero también muy ansiosa. Nunca termina las pruebas, porque se queda obsesionada con las preguntas que no puede resolver. Al final, saca malas notas, se frustra y se enrabia. Lo cual hace que llegue a la prueba siguiente más ansiosa, que se quede pegada en una pregunta y que el circulo vicioso se repita. Yo le comento que, cuando yo estaba en el colegio, tenía un truco: dejaba las preguntas difíciles para el final. Si me estaba demorando mucho en resolver un problema, lo encerraba en un círculo y pasaba al siguiente. Si me sobraba tiempo, volvía a intentar. Antonia me dice: «¡Oye, psicólogo, esa es una buena idea!». Pocas semanas después, luego del período de pruebas, los papás me dicen, sorprendidos,que esta vez Antonia no tuvo ansiedad y pudo terminar casi todas las evaluaciones. «Es que ahora tengo un truco: las difíciles las dejo para el final», dice ella. Los papás me cuentan que ya no se frustra ni enrabia por sus malas notas. De hecho, las ha mejorado. Conclusión: no todo problema que llega a una consulta psicológica tiene que tener una explicación emocional y profunda. A veces basta una sugerencia desde el sentido común para que el resto de las cosas vuelvan a funcionar. Usar la propia experiencia, en estos casos, suele ser una buena brújula para ayudar a nuestros pacientes. 26 SOLTAR LA AUTOEXIGENCIA Pocas veces en mi vida he ido a un congreso como asistente y no bajo la presión (generalmente autoimpuesta) de ir como expositor. Confieso que, por mis propios defectos, recién estoy aprendiendo a soltar esa autoexigencia. Me he demorado bastante. Esta vez voy a mi próximo congreso internacional a aprender nuevas herramientas para mi trabajo clínico ¡y también a pasarlo bien!: por fin le haré una finta al estrés del conferencista. ¿Será el anuncio de la crisis de los 40? Con mi mujer y los niños incluidos, patiperreando en familia, como tanto nos gusta. Iré a las conferencias plenarias (que están bastante interesantes), y el resto a pasear. ¡Allá vamos! 27 DEL MALTRATO AL BUEN TRATO Hoy, justo después de grabar un pequeño video de mi hijo de cuatro años aprendiendo a contar en inglés, me llega un video de un niño maltratado mientras busca aprender matemáticas. Me conmuevo y pienso: para pasar del maltrato al buen trato, es necesario más educación para los padres y más respeto para los hijos. Quizás también un acompañamiento psicoterapéutico parental, para romper con los patrones violentos aprendidos. 28 BUEN TRATO A LA INFANCIA: ACEPTACIÓN INCONDICIONAL El buen trato infantil está basado en la aceptación incondicional del niño como persona, así como en la satisfacción de sus necesidades emocionales. La respuesta empática a la conducta del niño va construyendo en él o en ella una sensación de validación, orgullo y valoración de sus cualidades personales, fuente de una autoestima positiva. El maltrato infantil está basado en el condicionamiento de la aceptación del niño de acuerdo a sus conductas, así como en la imposición de las necesidades y expectativas del adulto por sobre las necesidades emocionales infantiles. La falta de respuesta empática a la conducta del niño va construyendo en él o en ella una sensación de invalidación, vergüenza y rechazo de sus cualidades personales, fuente de una autoestima negativa. 29 LA INFANCIA ROBADA Leo un texto acerca de «fomentar la responsabilidad en los niños asignándoles tareas domésticas de acuerdo a su edad: de 2 a 3 años, doblar su ropa limpia y poner la mesa (y otras cinco tareas domésticas); de 4 a 5 años, pasar la aspiradora y limpiar la mesa de la cocina (y otras cinco tareas domésticas); de 6 a 7 años, lavar la loza y regar el pasto (y otras cinco tareas domésticas); de 8 a 9 años, lavar la ropa y cocinar (y otras cinco tareas domésticas)». La mayoría de las personas opina que este adiestramiento es positivo, porque se trata de «formar a los niños en rigor y disciplina», para que de adultos no sean «inútiles, irresponsables ni mediocres». Me declaro, entonces, parte de la escasa minoría: en mi opinión, el único deber de los niños preescolares es jugar. Y en el caso de los niños en etapa escolar, con las responsabilidades del colegio (y su aberrante jornada completa) tienen de sobra. Podemos pedirles ayuda con las tareas domésticas, claro está, mejor incluso si es de manera lúdica. Pero no estoy de acuerdo con que esas tareas pasen a ser responsabilidades o deberes de ellos. Ciertamente, es importante que los niños y niñas tengan límites y responsabilidades. Yo me refiero a no cargarlos a ellos con las tareas domésticas como si fueran de su exclusividad, a no adultizarlos. Vivimos inmersos en el patriarcado y en el adultocentrismo, ideologías que sobrevaloran la autonomía. Deberíamos darle más lugar al reconocimiento de la dependencia emocional infantil y a la interdependencia humana. Más amor, menos sobreexigencia. Más respeto a las necesidades infantiles, menos imposición de ideologías adultocéntricas. No les robemos la infancia a nuestros niños. 30 PRIORIDADES Hay personas que ahorran (o se endeudan) para comprarse un auto, y me parece respetable. Yo prefiero publicar libros, y me siento feliz con mis prioridades. Este año, verán la luz mis libros Diario clínico: cuadernos de un psicoterapeuta, Psicoterapia relacional y crianza respetuosa, Santiago en 100 poemas y Antología poética. Dos de psicología y dos de poesía. Quien haya publicado libros de manera independiente sabe que el asunto está lejos de ser un «negocio» y que se trata mucho más de un esfuerzo personal por crear algo nuevo y contribuir, aunque sea en un grado ínfimo, a la reserva cultural de la especie humana. Acabo de concretar con la editorial el acuerdo de publicación por el cuarto libro para este año. ¡Contento! 31 UNO «Uno busca lleno de esperanzas… lucha y se desangra», dice el viejo tango, testimoniando el uso tradicional y coloquial del lenguaje. Heidegger, el filósofo, ya hablaba del «se» impersonal para referirse a cómo las personas solemos distanciarnos del contacto con nuestra existencia auténtica y en primera persona: «Uno se siente mal con estas cosas», «uno piensa que se va a morir», etc. En mi experiencia clínica, cuando me encuentro con esta situación, suelo invitar a las personas que me consultan a realizar el ejercicio de cambiar el «uno» y el «se» por el «yo siento» y el «yo pienso». Esto conlleva comenzar a dejar de considerar los propios sentimientos y pensamientos como externos y ajenos, a través de un pequeño giro verbal que nos permite empezar a reapropiarnos de nuestra experiencia emocional, hacernos cargo, tomar contacto con lo genuino y auténtico de nuestra vivencia, por dolorosa que sea. Parece un detalle, pero no lo es. Menos «uno se» (impersonal y anónimo), más «yo siento» (personal y encarnado). Haga usted la prueba. Uno se siente diferente. O mejor dicho: yo me siento diferente. 32 DE FÚTBOL Y PSICOTERAPIA El fútbol, como la psicoterapia, es un trabajo en equipo, una experiencia que abunda en tristezas y alegrías, un espacio de liberación de pasiones ocultas y emociones reprimidas, un contexto relacional donde suele habitar lo sorpresivo y lo impredecible. 33 ESGUINCE EMOCIONAL Lesión psicológica sufrida por una persona en su infancia (por lo general de parte de sus padres o cuidadores), que en la adultez le impide o dificulta caminar por la vida de manera suficientemente facilitada o expedita. Muchos adultos llegan a psicoterapia para tratar o curar sus esguinces emocionales. Esto implica considerar al psicoterapeuta como un psicotraumatólogo, preocupado por identificar y contribuir a sanar los traumas emocionales de sus pacientes. ¿Y tú?, ¿sufres de esguinces emocionales que hacen más difícil tu caminar por la vida? Quizás llegó el tiempo de detenerte y buscar un espacio de cuidado. Más vale tarde que nunca. Y más vale temprano que tarde. 34 LAS CARTAS EN PSICOTERAPIA Cada vez con más frecuencia, ocupo en mi práctica clínica la herramienta narrativa de las cartas. Al principio me salía improvisadamente, después investigué y supe que estaba (por fortuna) lejos de ser el primero con esa intuición clínica. Por ejemplo: si identifico que el problema central de una persona es su relación con su padre, le pido tempranamente que escriba una carta a su papá, no para entregársela a él, sino para que pueda leerla en su terapia. Lo mismo si se trata de la madre, de un hermano, de la ex pareja, de un hijo, de un amigo o de un jefe. La carta tiene dos momentos terapéuticos: escribirla (de la manera más auténtica, libre y sin censura posible) y leerla (sacar la voz de los afectos guardados frente al terapeuta como testigo emocional que valida la experiencia). Creo que ocupar este recurso me ha ahorrado varias sesionescon mis consultantes. Es una de mis «tareas terapéuticas» favoritas. ¿Tienes algún conflicto no resuelto con alguna persona significativa? Prueba escribirle una carta y leerla a otra persona de confianza. Y conversar el tema juntos. No es imperativo que esto lleve a restablecer un vínculo en la vida cotidiana. De hecho, muchas cartas son dirigidas a personas ya fallecidas. De lo que se trata, más bien, es de la elaboración interna de dicho lazo emocional y relacional. Si eso repercute en el vínculo real, está muy bien; si no, probablemente también se habrá avanzado lo suficiente. 35 EL AMOR SEGÚN MI HIJO DE CUATRO AÑOS «Papá, esos dos hombres son amigos y pololos. Se quieren mucho, se están casando. Los pololos pueden ser hombre con mujer, mujer con mujer, hombre con hombre. Si se quieren, se tratan bien, no se pegan ni se dicen huevón, que es una palabra fea». 36 LO VERDADERAMENTE IMPORTANTE De vez en cuando, la vida nos regala oportunidades para aprender a distinguir entre lo verdaderamente importante y lo coyuntural o accesorio. Hoy, nos sucedió como familia una de esas ocasiones. En el aeropuerto, a un par de horas de viajar a Canadá con casi todo pagado, mi mujer se dio cuenta de que no sacó su visa para viajar. No puede entrar a ese país. La idea era viajar los cuatro. Teníamos todo listo. Confieso que tuve una primera reacción de shock y de bronca: había trabajado muy duro para que esto fuera posible. Después, pensé irme solo. Incluso empecé a reordenar mi maleta. Mi hijo mayor se puso a llorar y entonces abrí los ojos: esto nos divide (me enfurezco con mi mujer y me voy solo, dejando incluso a mis hijos) o nos fortalece como pareja y familia. Les expliqué a mis hijos que nos faltaba un papelito para viajar, pero que trataríamos de viajar juntos otro día, a Canadá o a otro lado, y que hoy haríamos algo muy divertido, lo que más les gusta: andar en metro, y de noche, en un paseo súper misterioso. Mi hijo mayor (el menor no alcanzó a entender demasiado) cambió la cara: esbozó una sonrisa y yo sequé la lagrimita que caía por su mejilla. Vi la expresión culposa de mi mujer, que me decía: «Soy la peor, me quiero matar». La abracé y le di un beso, mientras ella lloraba. Igual, mientras escribo esto quizás como terapia, todavía siento algo de frustración y de rabia, cómo no, soy humano. Pero también ahora pienso: si nuestro gran problema en la vida es postergar un viaje de placer, quiere decir que somos demasiado afortunados. No tenemos que luchar contra la pobreza, ni contra el hambre, ni contra el frío, ni contra la enfermedad incurable, ni contra el desamor desgarrado. Hoy no pudimos viajar al otro lado del mundo, pero soy un poco más consciente de todo lo que tengo: el inmenso amor de mi mujer y de mis hijos, una salud más que suficiente, un trabajo que amo y que me regala una situación económica privilegiada. Y el viaje postergado quedará en el libro de las anécdotas familiares. Quiero decirle una vez más a mi mujer, que todavía siente culpa y vergüenza, que la entiendo, que la amo y que para eso estamos juntos: para ser compañeros. En el viaje de la vida, más allá del viaje de turno. Conclusión: de vez en cuando, la vida nos regala oportunidades para aprender a distinguir entre lo verdaderamente importante y lo coyuntural o accesorio. 37 EL PADRE DE HOY «El padre de hoy participa activamente en la crianza, en un rol cada vez más igualitario con la madre». ¿Realidad cotidiana o discurso políticamente correcto? 38 EL «DÍA DEL PADRE AUSENTE» En este Día del Padre, pienso en todos los niños y niñas que no tienen a quién saludar: en los hijos de padres ausentes, en las hijas de hombres que jamás aparecieron, de progenitores que les prometieron el cielo y les fallaron una y otra vez. Pienso, también, en esas madres que tuvieron que ser también padres, multiplicándose cada día hasta el cansancio para sacar adelante a su familia. Pienso en esos hijos del abandono y en esas hijas del dolor, y en esas madres que han criado en soledad y en sacrificio. En una fecha que para muchos es el «Día del Padre Ausente», mi abrazo es para todos ellos. 39 PRINCIPIO PSICOGÁSTRICO La vida es como una empanada de pino: lo que no se digiere, se repite. 40 MI MANERA DE ENTENDER LA PSICOTERAPIA Mi manera actual de entender y ejercer el oficio de la psicoterapia puede resumirse en tres principios clínicos: apertura, diálogo y diversidad. A nivel del uso de la teoría, intento evitar una postura dogmática y busco establecer puentes entre diversas corrientes psicoterapéuticas, así como lazos con otras disciplinas. En cuanto a la práctica clínica, procuro sostener una posición de apertura, esto es, una actitud de honestidad personal y de autenticidad profesional, en una relación de mutualidad y de diálogo, de seguridad y de confianza, de respeto hacia la diversidad del otro, de reconocimiento de sus propios recursos y de transparencia responsable respecto a mis propios sentimientos y pensamientos. Hago lo posible por evitar encerrarme en un refugio autista de hermetismo y anonimato. Busco más apertura y menos cierre, más diálogo y menos monólogo, más diversidad y menos uniformidad. 41 LA PARADOJA DE LA PSICOTERAPIA Empezar una psicoterapia para volverse más fuerte y terminar aceptando la propia vulnerabilidad. 42 SUJETO SUPUESTO SABER En mi opinión, es ingenuo (e incluso hipócrita) negar que hay un saber técnico en el psicoterapeuta; otra cosa es decir que es un «experto en subjetividad». El paciente es experto en su vida y en su historia (salvo en aquellos puntos ciegos que lo llevan a consultar). El que más habló del «sujeto supuesto saber» (Lacan) fue precisamente quien más abusó de su «experticia», «saber» y poder, interrumpiendo sesiones a su arbitrio. 43 LA BELLEZA DE MORIR La muerte es el límite que le da sentido a la vida. La pesadilla no es la finitud, sino la inmortalidad. Comprender la belleza de nuestra transitoriedad nos ayuda a soltar la lucha contra el paso del tiempo. 44 ELOGIO DEL PLURALISMO Me gusta la idea del pluralismo: que puedan convivir múltiples realidades diferentes en un espacio común y en una relación de mutuo respeto y reconocimiento, sin por ello sacrificar su valiosa diversidad. Por eso, discrepo de la soberbia del ateísmo, cuando transforma su creencia (o descreencia) en dogma y descalificación de los creyentes; discrepo, también, del fundamentalismo religioso, otra forma de dogmatismo o sectarismo, que plantea su propia perspectiva como única realidad. Sería lindo, en lugar de hablar de «la fe», hablar de «las fes»: así, en plural y con minúsculas. Algo como lo que sucede con el amor: yo puedo sentir y estar convencido de que mi pareja es la mejor mujer del mundo, pero si mi vecino le dice a su pareja que ella es la mejor del mundo, no me pongo a discutir con él, sino que celebro su amor. Los mundos plurales me parecen mucho más atractivos, interesantes y habitables que el mundo singular del dogmatismo de turno. Menos dogma, más pluralismo. 45 ACÁ Ayudar, crear, aprender. Estar acá, en el presente y con el otro, conectados y descubriendo. Mi trabajo es acá, y eso es lo que más me gusta. Ayudar a las personas. Crear ideas nuevas. Aprender enseñando. 46 CONTRA EL DOGMATISMO TEÓRICO No soy partidario de ninguna «escuela» de psicoterapia o de psicoanálisis que lleve un nombre propio, como «freudiana», «lacaniana» o «kleiniana». Seguir como discípulos a una sola y única persona que haga de gran maestro me parece el mejor camino a una secta. La vía regia a la sobrevaloración de lo mismo y la descalificación de lo otro. Lo confieso: soy particularmente alérgico a los dogmas. Otra cosa es hablar de «psicoanálisis pulsional», «teoría de la falta de objeto» o «modelo de relaciones objetales». Los conceptos llaman a ser discutidos y cuestionados, interrogados y debatidos, transformados y recreados. Los autores, en cambio, llaman a ser idolatrados y repetidos. No reduzcamos las teorías a sus autores: midámoslas por sus propuestas conceptuales y susalcances clínicos. Menos escuelas sectarias, más corrientes de pensamiento. 47 ¿QUIÉN ES EL PACIENTE Y QUIÉN EL PSICOTERAPEUTA? La mayor virtud que puede tener un psicoterapeuta es ser paciente y comprender que el verdadero psicoterapeuta siempre es el propio paciente. 48 RIGIDEZ POR FLEXIBILIDAD Tip para disfrutar más de la vida: cambia la rigidez por la flexibilidad. Funciona. 49 CURA DE AMOR —Mi hijo de cinco años se pegó en su rodilla, lloraba de dolor y no podía ni mover la pierna. Le dije que tenía un remedio para eso y le puse… ¡jabón líquido! A los pocos segundos, ocurrió el milagro: dejó de llorar y empezó a mover la pierna normalmente. Obvio que nunca le había dolido. Los niños lo exageran todo: son excelentes actores. —Yo creo que no fue él quien actuó, sino que actuó tu amor: el amor de mamá cura como una pomada milagrosa. 50 RELACIÓN DE PAREJA Y CARENCIAS AFECTIVAS INFANTILES Tip para una mejor vida en pareja: en lugar de exigirle a tu pareja que compense tus propias carencias afectivas infantiles, busca una psicoterapia. 51 NO EXISTEN LOS DEPRESIVOS No existen los depresivos, ni los esquizofrénicos, ni los bipolares, ni los limítrofes. Existen personas. Personas con historias de vida, personas con recursos y capacidades, personas con vulnerabilidades. Llegó la hora de quitarse las etiquetas. 52 BUEN TRATO INFANTIL Y FELICIDAD ADULTA Nada hay más valioso que el buen trato a la infancia. Es el mayor predictor de la felicidad adulta. 53 CRIANZA NATURAL La «crianza natural» no es aquella practicada por padres naturistas, vegetarianos, veganos o hippies. No es una versión extrema e hiperecológica de la crianza respetuosa. La crianza natural es una aproximación a la parentalidad que parte de la premisa de que la satisfacción de las necesidades físicas y emocionales básicas del bebé por parte de sus cuidadores es una conducta facilitada por la evolución natural, que favorece la supervivencia y conservación de la especie. Amamantar, tomar a los niños en brazos, calmar su llanto, acompañar su dormir, aceptar su dependencia, comprender sus celos, no apurar ni demorar sus logros evolutivos: todos estos son ejemplos de un ambiente facilitador de los procesos naturales del desarrollo físico y emocional de los hijos. El opuesto de una crianza natural es una crianza artificial o antinatural, centrada en la imposición de mandatos culturales patriarcales y adultocéntricos, alejados de las necesidades evolutivas de los niños. Desconsiderar el valor de la lactancia materna, no tomar a los niños en brazos, dejar que lloren, no acompañar su dormir, rechazar su dependencia, reprender sus celos, apurar o demorar sus logros evolutivos: todos estos son ejemplos de un ambiente obstaculizador de los procesos naturales del desarrollo físico y emocional de los hijos. 54 LOS HIJOS NO SON PAÑUELOS Madres y padres del mundo: no busquen contención emocional en sus propios hijos. No les roben la infancia. Que ellos sigan siendo hijos, y que ustedes sigan siendo madres y padres. 55 HIJOS TORBELLINOS ¿Consideras que tu hijo es un torbellino hiperactivo? Lo más probable es que tu expectativa sea tener un hijo excesivamente tranquilo y sereno. En tal caso, el problema no es la saludable actividad de tu hijo, sino tu expectativa poco adecuada a su desarrollo. No pises el palito de los mandatos sociales adultocentristas. 56 DISCIPLINA EMPÁTICA: EL TERCER CAMINO La disciplina, los límites y la responsabilidad son aspectos importantes en la educación de los niños. Una extrema permisividad negligente construye niños «malcriados»: indisciplinados, carentes de límites e irresponsables. Pero una disciplina autoritaria y castigadora no es, en ningún sentido, una mejor alternativa: construye niños sumisos e inseguros, o bien niños desafiantes y agresivos. Afortunadamente, hay una tercera opción: combinar disciplina con empatía, educación con amor. El punto de partida para acceder a esta tercera vía es intentar ver el mundo desde los ojos de nuestros hijos. El problema de la disciplina tradicional es que se queda adherida al punto de vista del adulto, perdiendo conexión emocional y empatía con la experiencia del niño. Sucede que la regulación emocional es un logro evolutivo, no una condición a priori del desarrollo: si nosotros como padres contenemos emocionalmente a nuestros hijos, ellos aprenderán, lenta y gradualmente, a contener ellos mismos sus emociones. La disciplina tradicional se expresa en castigos. Una alternativa al castigo es la disciplina empática y positiva, centrada en la conexión emocional antes que en la corrección conductual. Esto supone dejar de considerar a nuestros hijos como enemigos a doblegar, como rivales a quienes imponerse por la fuerza. Implica, por ejemplo, considerar sus llantos como pedidos de ayuda y no como formas de manipulación; sus pataletas, como oportunidades de mostrarles nuestro amor y no como problemas de conducta a silenciar con autoritarismo. Educar las emociones es un paso previo necesario para educar el comportamiento: para esto, lo primero es tener paciencia y contener nuestras propias emociones como padres (nuestra legítima rabia, nuestro legítimo cansancio, nuestra legítima frustración), para recién entonces intentar explorar qué están sintiendo nuestros hijos. Podemos ocupar el sentido del humor y también pedirles disculpas si nos equivocamos (esto último no disminuye nuestra autoridad, sino que refuerza la confianza de ellos en nosotros). Esta mirada alternativa contribuye a forjar una relación de apego seguro con nuestros niños. Y la palabra apego, desde cada una de sus letras, involucra autorregulación, proximidad, empatía, guía y opción. La disciplina empática, en definitiva, es un tercer camino, más soleado, más verde y mejor pavimentado que la permisividad negligente y que el autoritarismo punitivo. Ahora bien, todo esto suena muy adecuado, pero muchas veces los padres, aunque intenten racionalmente aplicar estos principios, chocan contra sus propias historias de maltrato, abuso o violencia infantil. En estos casos, no hay información que pueda ser suficiente: será necesario un trabajo personal de introspección y contacto emocional con el niño abandonado o la niña herida que todavía habita en el adulto. Cuando los consejos y los libros dejan de ayudar, ahí es donde empieza a tener sentido una psicoterapia. (Comentario al libro Disciplina con empatía: Educando con amor, de Andrea Acosta). 57 ¿DE QUÉ SE TRATA UNA PSICOTERAPIA? No se trata de la aplicación mecánica de un conjunto de técnicas específicas, previsibles y universales. Mucho menos de una actitud impersonal y hermética. Se trata de un acompañamiento emocional único, de un espacio interpersonal cálido que facilita el descongelamiento de procesos de desarrollo detenidos. Se trata de una relación auténtica, sincera y transparente. Se trata de un vínculo singular e irrepetible, abierto al imprevisible misterio de lo humano. 58 LA MAYOR FELICIDAD La mayor felicidad proviene de experiencias de vida y no de objetos materiales. 59 EL CHIPOTE CHILLÓN Y LA RUEDA DE LA FORTUNA Cuando tenía 5 o 6 años, recibí para Navidad algunos lindos y costosos regalos: una bicicleta con el diseño infantil de moda, un robot grande y con luces, un par de poleras bonitas y de marca. Pero lo que más me gustó y que aún recuerdo con cariño, luego de casi 35 años, fue un chipote chillón del Chapulín Colorado que mi viejo compró (según me contó más tarde) en una esquina por lo que hoy serían unos 300 pesos. Hoy, luego de haber visitado Disneylandia con mis hijos, les pregunto qué es lo que más les gustó. Mi hijo de 4 años me responde rápido y sin dudar: «La rueda de la fortuna, papá». Resulta que esa rueda era parte de unos juegos comunes y corrientes que visitamos el día previo a Disney. A mis hijos les encantó conocer el mundo de Mickey Mouse, pero atesoraron más la experiencia en la vieja rueda de los juegos del barrio. Como con el chipote chillón, parece ser que (al menos para lasabiduría infantil) las cosas simples y menos costosas pueden ser, en definitiva, más valiosas, disfrutables y memorables que las cosas más caras y aparentemente más vistosas. 60 UNA Y LA OTRA Una es para enamorarse a primera vista. La otra es para pasar un buen rato. Una es para estar con ella para siempre. La otra es solo para entretenerse. Una es para que el tiempo pase lento, pausado, a ritmo de caminante o de embarcación antigua. La otra es para que el tiempo pase rápido, intenso, como en una montaña rusa o un cohete ardiente. Una te saca un suspiro. La otra te saca un grito. Una es para amarla. La otra para divertirte. Me llevo a las dos conmigo. Me llevo a las dos de un viaje. Adiós, San Francisco. Adiós, Los Ángeles. 61 UNA PREGUNTA DIFÍCIL Museo Homenaje a Martin Luther King, nacido aquí, en Atlanta, Georgia, en el sur profundo de EE. UU. Un gigante de la lucha a favor de los derechos humanos y contra la segregación. Los niños nos preguntan: «¿Por qué lo mataron, si era una persona buena?». 62 CARLO DE GAVARDO Carlo de Gavardo, 45 años. Moraleja: no postergar los propios sueños, no dejar para más tarde ser feliz. La ruta puede terminar antes de lo esperado. La meta puede llegar demasiado pronto. La vida es hoy. 63 LA RUTA DE LA ROJA Señores emprendedores, les dejo esta idea: crear un circuito turístico que se llame «La ruta de la Roja», que recorra los barrios, las canchas y las historias de niño de algunos de los jugadores de Chile campeón de la Copa América 2015. Homenaje a la resiliencia. Doble triunfo: social y deportivo. Porque la pobreza es un rival mucho más duro que Uruguay o que Argentina. 64 UN MEJOR PAÍS Chile será un mejor país cuando el chaqueteo deje de ser deporte nacional y tengamos más confianza en nuestros recursos, ideas y capacidades. 65 PENSAMIENTO EXCLUYENTE Y PENSAMIENTO INCLUYENTE Menos pensamiento excluyente («esto o lo otro»), más pensamiento incluyente («esto y lo otro»). 66 DE FÚTBOL Y CAMBIOS SOCIALES Que festejar un triunfo histórico no sea excluyente de seguir luchando por cambios sociales. El fútbol no es enemigo de una mejor sociedad, de una mejor educación, de una mejor salud, de un mejor trabajo, de una mejor jubilación. Por el contrario: el fútbol nos muestra, precisamente, que la lucha siempre precede al festejo. 67 SER Y ESTAR EN EL MUNDO Es posible ser niño, según la edad cronológica asociada más o menos a la niñez; es posible estar niño, aunque la edad cronológica corresponda a la adolescencia o a la adultez. Es posible ser adolescente, según la edad cronológica asociada más o menos a la adolescencia; es posible estar adolescente, aunque la edad cronológica corresponda a la niñez o a la adultez. Es posible ser adulto, según la edad cronológica asociada más o menos a la adultez; es posible estar adulto, aunque la edad cronológica corresponda a la niñez o a la adolescencia. Ser niño, ser adolescente y ser adulto: etapas cronológicas más o menos fijas dentro de la maduración biopsicosocial de un individuo. Estar niño, estar adolescente y estar adulto: estados emocionales flexibles dentro del desarrollo relacional de un ser humano. Cuando el estar precede al ser, hablamos de regresión emocional; cuando el ser precede al estar, hablamos de sobreadaptación emocional. La salud mental tiene algo que ver con la coincidencia entre ser y estar en el mundo, sin sacrificio significativo de la creatividad y autenticidad personal. 68 CINCO REMEDIOS CASEROS Y ANCESTRALES PARA HACER DORMIR A TU GUAGUA 1. Dale el pecho 2. Tómala en brazos 3. Mécela en tus brazos 4. Hazle cariño 5. Cántale una canción Bonus track: Ten paciencia y comprende que es natural y esperable que tu guagua duerma de manera interrumpida y que despierte seguido. 69 CUANDO INTERRUMPIR LA TERAPIA ES EL MEJOR CIERRE DE UN CICLO Jorge tiene 35 años. Toda su vida ha tenido una pésima relación con su madre. «Ella siempre me descalificó, me humilló, me miró en menos…». Una vez que sus padres se divorciaron, vivió con su papá, a quien describe como cercano y cariñoso. Jorge, desde muy niño, tomó distancia de las mujeres: sus compañeras de colegio le parecían superficiales y despectivas, también las de su universidad. Definida y felizmente homosexual en cuanto a su vida amorosa, tuvo una relación sexual con una mujer a sus dieciséis años, que recuerda como «asquerosa y repugnante». Hoy lleva siete años de relación estable con Ernesto, de 43 años. A terapia llegó por una fuerte discusión con su jefa, una mujer de 52 años, que califica como «déspota y autoritaria». En nuestros primeros dos meses de trabajo, hablamos bastante acerca de cómo el maltrato por parte de su madre ha marcado su vida. Jorge reconoce que por muchos años ha hecho esfuerzos sobrehumanos para alejarse de «todas las mujeres de este planeta». En nuestra sesión más reciente, me dice: «Te quiero dar las gracias por ayudarme a derribar mi pared hacia las mujeres. Lo pensé el fin de semana y creo que es momento de empezar, por primera vez en mi vida, una terapia con una mujer». Le respondo: «Esto, más que una interrupción, es el cierre más coherente que pudiste escoger para una etapa de tu trabajo personal». Sonríe. Hacemos un balance de lo avanzado y de lo pendiente. Nos despedimos con un abrazo. 70 PEQUEÑAS ACCIONES PARA GRANDES CAMBIOS Recién termino de preparar la jornada de este sábado sobre crianza respetuosa. Comparto una reflexión al margen: junto con el placer de hacer jornadas en regiones (Iquique, Viña, Talca, Concepción, etc.), me reconforta poder escoger que mis jornadas capitalinas tengan como escenario un lugar muy central, a pasos de Plaza Italia. Demasiadas actividades son realizadas en el «barrio alto», muchas veces con costos bastante altos y difícil acceso por transporte público, lo cual se transforma en un triple elitismo (valor, lugar, transporte). Pequeñas acciones pueden contribuir a generar grandes cambios: descentralizar y deselitizar son, en mi opinión, prioridades sociales en nuestro país. 71 EL TERAPEUTA COMO CIUDADANO: LA POLÍTICA CARTAS HACIA ARRIBA Hace un tiempo, una joven paciente, políticamente militante y activa en las tomas universitarias, me preguntó, con respeto y esperando una respuesta honesta, por mi posición política: «Para mí es importante —me dijo—, no importa si coincidimos o no, pero no quiero sentir que la terapia es políticamente neutral o que estos temas son algo tabú, porque en mi vida, como tú sabes, son fundamentales». La escuché con atención y le respondí esto: «Yo soy hijo de la dictadura. Nací, sin saberlo, en pleno período de torturas, asesinatos y desapariciones. Viví mi infancia en época de toques de queda y cantando obligadamente en mi colegio la estrofa del himno nacional que celebraba a los ‘valientes soldados’. En mi pubertad, me topé con el plebiscito y la temprana transición a la democracia, todavía sin conciencia política alguna; para mí, en mi inmadurez de la época, era todo como un gran juego, divertido y festivo. En mi adolescencia, estaba más preocupado de pololear y de escuchar música punk que de participar en los escasos espacios políticos de entonces. Ya en la universidad, empecé a desarrollar mi pensamiento crítico, que me hizo tomar partido por una sensibilidad de izquierda y repudiar con vehemencia las violaciones a los derechos humanos cometidas en Chile, así como en todo el mundo y por todos los sectores políticos. Sin embargo, confieso que por años me sentí cómodo en el conformismo concertacionista: para mí, solo existía el Sí y el No, y si gobernaba la coalición del No, era suficiente. Por eso valoro que la nueva generación, a la que tú perteneces, hija de la ‘democracia’ (aunque sea democracia entre comillas), haya sido capaz de romper el adormilado (y corrupto) panorama del duopolio político posdictadura, volviendo a darle vida a la calle como escenario político fundamental, justamente lo opuesto a la mutilación de la política callejera ejercida por la dictadura con sus toques de queda. Te admiro a tiy a tu generación, a la cual también pertenecen mis queridas sobrinas (también políticamente activas), por darnos una clase de educación cívica y ciudadana, en una época que quiere desterrar la educación cívica y la fuerza de la colectividad, imponiendo el individualismo materialista y despolitizado». Ella me mira, sonríe, y me dice: «Gracias por tu respuesta. Aunque no coincidamos del todo, la sentí muy auténtica. Y eso es importante para mí». 72 EL PRIVILEGIO DE HACER LO QUE ME GUSTA Después de una semana y media de vacaciones, me basta un par de días para recordar que amo ser psicoterapeuta. ¡Qué privilegio poder hacer lo que me gusta! Madres y padres del mundo: jamás coarten los intereses vocacionales de sus hijos. 73 SERES SOCIO-PSICO-BIOLÓGICOS No hay fenómeno humano que no sea comprensible a partir de nuestra historia sociopsicobiológica. 74 EL ABURRIMIENTO COMO FUENTE DE LA CREATIVIDAD El aburrimiento es una de las fuentes de la creatividad. Muchos padres viven desesperados por sumir a sus hijos en el entretenimiento permanente. Niños prisioneros de consolas, de aparatos, de estímulos. Cuando mi hijo me dice «papá, estoy aburrido», le respondo «te felicito, mi amor, ahora puedes inventar lo que tú quieras». El aburrimiento es una de las fuentes de la creatividad. 75 INTENSA-MENTE A primera vista, solo la alegría es una emoción buena y saludable, mientras que la tristeza es mala y problemática. A esta última, habría que mantenerla encerrada, reprimida, rechazada. Solo cuando la tristeza es liberada, aceptada e integrada, podemos reconocer su valor: hacer más auténtica nuestra vida y permitirnos sentir con profundidad nuestros duelos, conectarnos en forma empática con el dolor de los otros y de manera introspectiva con nuestra propia memoria. Sin alegría, la vida es apagada, apesadumbrada y marchita; pero sin tristeza, la vida es superficial, indolente e inauténtica. En la existencia humana, las relaciones interpersonales son el escenario fundamental, y la amplia gama de las emociones (alegría, tristeza, miedo, rabia, disgusto, etc.) son los colores que le dan vida y sabor a nuestra experiencia. Estas simples verdades (lo verdadero suele habitar en lo simple) son las que yo mismo verifico a diario en mi oficio como psicoterapeuta. 76 DIEZ COSAS DIFÍCILES Y DIEZ COSAS GRATIFICANTES DE LA CRIANZA Lo más difícil de la crianza: 1. Lidiar con las presiones sociales y opiniones ajenas, así como la culpa por no responder a las expectativas propias y/o ajenas. 2. La exigencia de tener que funcionar en múltiples roles de manera eficiente. 3. El cansancio físico y emocional. 4. La pérdida de tiempos y espacios tanto personales como de pareja. 5. Los conflictos de poder con otras personas que participan en la crianza. 6. Los fantasmas y sombras de los conflictos y traumas no resueltos de nuestra propia infancia. 7. El establecimiento de límites con amor y sin violencia. 8. La soledad. 9. La inseguridad respecto a si lo estamos haciendo bien o no como mamás y papás. 10. La aprehensión respecto a los niños y el miedo a qué les pasará si uno no está. Lo más gratificante de la crianza: 1. El amor mutuo e incondicional (expresado en besos, abrazos, cariños, miradas, etc.). 2. El asombro y sorpresa ante la sabiduría, espontaneidad y humor de nuestros hijos. 3. El orgullo y la satisfacción de verlos crecer. 4. Los momentos compartidos en la vida cotidiana. 5. La lactancia y la conexión física y emocional que implica. 6. El volver a ser niños jugando con ellos, y ver cómo se incorporan al mundo jugando. 7. El crecimiento personal que nos trae ser madres y padres. 8. El empoderamiento (nos volvemos más fuertes). 9. La compañía de los hijos. 10. El reconocimiento de ser una figura significativa e importante para nuestros hijos. 77 TRES MITOS COMUNES EN LA PSICOTERAPIA CON ADULTOS Mito 1: Los adultos son independientes. Falso. Los adultos somos interdependientes. Asumir esto implica, por ejemplo, la libertad de poder sugerir entrevistar a una persona cercana al paciente como complemento a su terapia. Mito 2: Los adultos se expresan y comunican solo por la palabra. Falso. Los adultos, como los niños y adolescentes, tenemos múltiples modos de expresión y comunicación. Asumir esto implica, por ejemplo, la libertad para poder ocupar —además del diálogo verbal— herramientas como dibujos u otras modalidades de expresión comúnmente asociadas a la terapia infantil. Personalmente, el uso de dibujos narrados con adultos me resulta de extrema utilidad y ayuda. Mito 3: Los adultos tienen problemas que remiten estrictamente al aquí y ahora, no a su lejano pasado. Falso. Por más edad que tenga una persona, si no incluimos su historia personal y familiar en la terapia, el proceso será plano, superficial y bidimensional, en lugar de complejo, profundo y tridimensional. Conclusión: la psicoterapia contemporánea con adultos requiere integrar el contexto, la historia y recursos expresivos múltiples y variados. 78 COMO, LUEGO EXISTO Muchas veces, la obesidad es la consecuencia física de comer como manera de autosostén emocional, cuando la contención parental fracasa o es insuficiente. La persona obesa suele «tragarse» todas las emociones «negativas», en especial la tristeza, la rabia y el miedo (hasta que explota, algunas veces de manera agresiva o peligrosa, ya sea para la propia persona o para los demás). Como desde su temprana infancia aprendió que no hay figuras de apego que calmen su angustia, recurre a la comida para atenuar su ansiedad y sentir una efímera sensación de saciedad, que pareciera calmar por un rato el vacío afectivo interior. La obesidad no es el problema de fondo, sino un intento de solucionar el verdadero problema de fondo: la falla, parcial o total, de los cuidadores primarios. La comida es el sustituto del amor: comer es sentirse lleno, no sentirse vacío, sentirse real, vivo. Como, luego existo. 79 RECORRER LA CIUDAD Hoy fuimos con mis hijos y mi mujer en metro a la Plaza de Armas y a los tradicionales juegos Diana. ¡Los niños estaban felices! Amamos recorrer juntos la ciudad, como si fuéramos turistas o extranjeros. Mi libro Santiago en 100 poemas es fruto de nuestras exploraciones urbanas. ¡Hágalo usted en su ciudad y con su familia! 80 EL SECRETO No persigas el éxito: deja que te guíe la pasión. El éxito sin pasión es logro vacío y la pasión desinteresada es el secreto del éxito. Y recuerda: jamás creas en frases facilistas de autoayuda que te prometan revelar el secreto de la «felicidad» o del «éxito». 81 MANUAL DE SAFARI URBANO O EL ARTE DE PERDERSE Recorre tu ciudad como extranjero. Visita sus lugares como turista ingenuo, como explorador ciudadano, con y sin rumbo fijo, reinventando sus postales y extraviando sus esquinas, abierto a encontrar lo novedoso en lo repetido, lo sorpresivo en lo rutinario, en lo habitual lo inesperado. Piérdete y encuéntrate y vuelve a perderte, mira lo cotidiano con ojos nuevos, como un ciego que despierta de repente, como un sonámbulo con los ojos abiertos, como un niño, como un niño, como un niño. Súbete a una micro que nunca hayas tomado, sin saber hacia dónde te lleva, bájate en el noveno semáforo, deja que el quiltro que camina sea tu guía durante catorce minutos. Detente. Mira esa casa, ese almacén, esos autos que pasan. Dobla a la derecha y camina tres cuadras. No estás solo: no los ves, pero a tu lado están Charles Baudelaire y Walter Benjamin, dos vagabundos. Son tus copilotos invisibles. Sácale una foto a los transeúntes. También una selfie inoportuna cruzando cualquier calle. Desconoce tu ciudad, saborea sus entrañas, húndete en ella como en un laberinto, habítala como un extraño, olvídala al ritmo lento de tus pasos, flanéala como perro callejero. Sin reloj ni celular, sin mapa ni agenda. Que la gente te confunda con un turista ebrio. Porque la vida es viaje y viajar es perderse. 82 PARA CREAR HAY QUE SEGUIR EN LA LUCHA Quieres crear algo. Lo que sea. Pero crear algo. Estás empezando. Y no te parece tanbueno. Y los demás te dicen (o te hacen sentir) que no es tan bueno. Te decepcionas. Lo piensas dos veces. Te quieres rendir. Te desmotivas. Te faltan las fuerzas. Ese es el momento clave: el abismo donde la mayoría de las personas resbala, el instante en que infinitos proyectos se disipan, el espacio donde gobierna la renuncia. Solo los que aguantan los juicios ajenos, solo los que sobreviven a la propia crítica (que suele ser la más feroz), solo los que resisten las decepciones iniciales, solo los que siguen trabajando con porfía e insistencia, solo los que siguen confiando en sus capacidades, con locura y con paciencia, solo ellos son los que terminan creando algo nuevo. ¿Y tú?, ¿tiras la toalla o sigues en la lucha? (Basado parcialmente en «The Gap», de Ira Glass). 83 TODO MOMENTO ES UN MOMENTO NUEVO Todo momento es un momento nuevo. Pequeños momentos, imágenes que retengo: mi hijo mayor preguntándome qué estoy haciendo, mi caricia en su cabeza, una tos de mi mujer, mi hijo menor pidiéndome pan, la puerta de la cocina abriéndose, el sabor del jamón de pavo, el ladrido del perro del vecino, la luna a medio tapar por el edificio del frente, la botella de agua junto a los pañuelos, los libros apilados, la televisión encendida en la pieza del lado, mi nariz tapada, los calcetines sobre la silla, la bufanda colgando hasta el suelo, el sonido de las teclas. Todo momento es un momento nuevo. Acaso la vida sea eso: un sinfín de pequeños momentos, una cascada de imágenes que ahora, en un instante de ocio, retengo. 84 DE RUNNING Y WALKING Hoy caminé durante más de una hora por el barrio Lastarria. A ritmo pausado, me encontré con libros en las vitrinas, con arte callejero en las veredas, con adoquines bajo mis pies, con niños en una plaza, con parejas tomando un helado, con ancianos sonriendo, con una mujer regando sus plantas, con cinéfilos como yo en la fila de la boletería. En tiempos en que el running está de moda, en que los chilenos corremos acelerados y frenéticos, caminar es un acto a contracorriente: un retorno a la mirada fresca y a la exploración sin prisa, un bajarse de arriba de la pelota, un olvidar carreras, relojes y metas. Chile será un mejor país cuando los caminantes contemplativos sean tantos como los corredores furiosos. 85 REFLEXIONES DESDE LA PSICOTERAPIA RELACIONAL, A PROPÓSITO DE EL BOSQUE DE KARADIMA Tarde, luego de varios meses desde su estreno, pude ver El bosque de Karadima. Aquí, cuatro breves reflexiones desde una aproximación relacional: 1) En el nombre de los hijos es posible tomar acciones protectoras que a veces no tomamos para y por nosotros mismos. 2) Un testigo emocional que nos ofrece su genuina confianza puede ser crucial para develar un secreto y reparar un daño afectivo. 3) La cohesión de varias subjetividades contribuye a que un trauma individual refuerce su carácter de realidad material. 4) ¿Hay algo más injusto, absurdo y retraumatizante que la impunidad resultante de la prescripción de un delito por el simple paso del tiempo? En síntesis: sí al poder transformador de la parentalidad, a la acción validadora del testigo emocional y al impacto terapéutico de la cohesión intersubjetiva; no a la retraumatización por aquella prescripción mal llamada «jurídica». 86 LA ACTITUD PSICOTERAPÉUTICA: DE LA NEUTRALIDAD A LA INFLUENCIA SIGNIFICATIVA En la psicoterapia tradicional, la actitud terapéutica ideal era la «neutralidad», esto es, la pretensión de no influir en el paciente, de operar —como decía Freud— como un «cirujano desapasionado». Hoy en día, con el pasaje epistemológico del positivismo al construccionismo, hay bastante consenso en cuanto a que es imposible no influir en el otro, por lo cual la neutralidad ha sido cuestionada en cuanto ideal clínico, para ser reemplazada por la «influencia significativa»: el reconocimiento de que como psicoterapeutas efectivamente ejercemos influencia en nuestros consultantes, y el deseo de canalizar dicha influencia en términos de lo que pueda ayudar de mejor manera al paciente, con el fin asumido de tener un impacto significativo y marcar una diferencia en la vida del otro. Los psicoterapeutas ya no pretendemos disfrazarnos de científicos impersonales, sino que trabajamos desde un humanismo comprometido con la persona que consulta por nuestra ayuda. 87 «MI CASA ES UN CAMPO DE BATALLA» —Hola, quería pedirte un consejo, sé que por acá no es fácil, ¡pero estamos muy lejos! Tengo dos niños, de cuatro y dos años, ¡y estoy esperando una niñita! Pero tengo un gran problema. ¡Mi casa es un campo de batalla! Mis niños pelean mucho y paso todo el día gritando. ¿Cómo solucionas las peleas con los niños? Algún consejo o tips por favor. ¡Estamos colapsados! Gracias.—Hola, evitando la expectativa de que no sea así, porque es esperable desde el punto de vista del desarrollo emocional y relacional, especialmente ahora que estás embarazada. E intentando prevenir, separándolos cuando empiecen. Mucha paciencia. Cariños.—¡Gracias! 88 VEINTE TESIS SOBRE LA PSICOLOGÍA DEL MALTRATO 1. Todo adulto maltratador ha sido, de alguna forma, un niño maltratado. 2. La violencia familiar es un abuso de poder que suele justificarse «por tu propio bien». 3. La violencia familiar implica doble vínculo y adultocentrismo: «Te maltrato porque te amo». 4. La terapia involucra detener la violencia, reconocerla y nombrarla, conexión emocional y reparación. 5. El factor curativo contra la violencia es una relación de amor, respeto incondicional, reconocimiento intersubjetivo y confianza en los recursos. 6. El terapeuta asume una posición ética de implicación humana con el otro sufriente, lejana a una pretensión de neutralidad objetiva. 7. La violencia intrafamiliar expresa disfunción familiar y conflicto social. 8. La violencia no reconocida y silenciada se reproduce transgeneracionalmente. 9. El abusador justifica sus actos por adhesión rígida a un sistema de creencias considerado como «realidad» y no como mapa cuestionable. 10. Maltrato es desconsideración del niño como sujeto y su reducción a objeto. 11. El maltrato puede ser activo-visible (golpes, abuso sexual), activo-invisible (maltrato psicológico), pasivo-visible (negligencia) o pasivo-invisible (abandono). 12. El maltrato activo se refiere a la acción abusiva (física, sexual o psicológica) que provoca daño; el maltrato pasivo se refiere a la omisión de acciones que aseguran el bienestar. 13. El maltrato visible es aquel cuyos daños son directamente observables; el maltrato invisible es aquel cuyos daños no son directamente observables. 14. La violencia física (golpes) es una forma de maltrato activo-visible. Puede ser realizada con partes del cuerpo o con objetos. Puede generar terror, impotencia y sumisión. 15. La violencia sexual (abuso sexual) es otra forma de maltrato activo-visible. Es solo parcialmente visible, por lo que es importante la prevención que facilita la revelación. 16. El maltrato psicológico es una expresión del maltrato activo-invisible: el niño es agredido a través de palabras que lo humillan, denigran o rechazan. 17. La negligencia es una expresión del maltrato pasivo-visible, que solo llega a ser observable en sus efectos extremos (desnutrición, obesidad, descuidos crónicos). 18. El abandono es una expresión del maltrato pasivo-invisible. 19. Los distintos tipos de maltrato se interconectan: muchas veces se dan y transmiten de manera combinada. 20. No todo niño maltratado se convierte en adulto maltratador: experiencias reparadoras y personas significativas contribuyen a desarrollar el potencial de resiliencia presente en todo ser humano. (Basado parcialmente en El dolor invisible de la infancia, de Jorge Barudy). 89 DESCENTRALIZACIÓN La autogestión es el mejor remedio contra el centralismo. 90 POR UNA ADOPCIÓN RESPETUOSA He tratado en psicoterapia a muchos niños y niñas adoptados que han sufrido una desvinculación radical y abrupta con antiguas figuras de apego que han sido significativas, benignas y no maltratadoras (una abuela o un abuelo,
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