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nita y la inteligencia de la criatura para hacer rodar sobre él los solesY l�� m�ndos. Ese puente es la lengua que vosotros cuidais con abnegac10n sm par . . � ?sotro�, centinelas del pasado, vigías del futuro; furrieles de latradicwn, cribadores de la leyenda, escardadores del surco histórico leconsagramos el tributo éle nuestro reconocimiento en nombre de n�es.ti:a sangre Y de nuestra fe, porque salpicada con aquella se ven aún laspiedras de Sagunto Y Numa'ncia, y las murallas caribes de Cartagena.Y con sangre. de espf1ñole� e indoespañoles se escribieron _las epopeya�de la reconqmsta � _d� la mdependencia, respectivamente. Salud, me_mona egregia de nuestro gran señor don Miguel gloria •del mundo abismo i d bl d l b'd , . ' . , nson a e e a sa i una y ornato perilustre de laespecie humana. MIGUEL AGUILERA -178- "DEFENSA DE LA MET A.FISICA" Por FERNANDO DE LA VEGA Quien estudie serenamente la filosofía del siglo XIX, sus flujos y reflujos, sus altibajos, acentos y matices, no podrá desconocer el hecho fundamental • de que el materialismo, de que tanto se tiznó aquélla, ha ido disminuyendo y esfumándose en una clara y vergonzante derrota; ¿-Cuáles los exponentes más auténticos del último movimiento espiri tualista? Circunscribiéndome a Francia, sobresalen Paul J anet, Emilio • Boutroux y Henri Bergson, ·después del positivismo de Comte y de Lit tré. ¿ Cuáles en Alemánia? Varios, y el principal de ellos, Rodolfo Euc ken, después de Buchner, de Vries y de Haeckel. Ba ganado, pues, la partida la filosofía espiritualista, que parece extenderse hoy por todos los rincones del universo y animar con gayos fulgores la antorcha que oscilaba macilenta y pronta a extinguirse. Los eternos problemas de la vida, los grandes ideales d�l intelecto relacionados con las ansias del corazón, vuelven a ponerse sobre él tablero de' la disputa tradicional, y cobr�n u�a segunda juventud en la bÓca y en la mente de los pere;mes inquisidores de la esfinge. El caso de Bergson resulta interesante y significativo por demás ; partió del racionalismo puro, como estudiante de matemáticas que era, y con ayuda de éstas, sistematizando ordenadamente las nociones ad quiridas, se fue alzando en la percepción del mundo, hasta tocar la más bella y conceptuosa filosofía. Se hizo metafísico por amor a las. mate máticas, y por conducto de ellas. Del racionalismo más crudo, del po sitivismo más perfecto; pasó a esa zona colindante con el i1ealismo -ca p a superpuesta en el conocimiento inexhausto e infinito.- para concluir .en un sistema completo y armónico, en donde cualquiera puede apre ciar el dilatado proceso de la vida y de las cosas: desde el hecho míni mo del nacimiento hasta la formación y estructura de la conciencia, que por el inspecciona-r riguroso, .por la "intuición:', como él llama, con- -179- yor numerq e verdades trascendentales quista el ma ' d r.ejos científicos, que sólo sirven, a su entender ' t1co de necesidades utilitarias. • ' para sin apoyo de apa el desarrollo prác- A 't d ' qm o av1a es -apenas Bergson . fl, f ca como punto d� partida 1 t • t · _un I oso o experimental, que bus- e es 1momo de la • • M, presentándose como metaf . . •. conciencia. as tarde, irá método lógico como recu::1 co, y e�. ps1colog1smo que él emplea como de su sistema. ' Queda b' o proce imental, entraña solamente la base a 1erto un campo t' • gador para la ' · . vas isimo para el vuelo investi- ' exeges1s teleológica La • , cal positivista ha sido co I t e· . reacc10n contr� la escuela radi- f·1 'f' mp e a. om1enza a t • 1 oso 1co fuerzas que . res aurar el pensamiento parecieron agotada 1 • 1 chos sabios naturalistas com D . s en e s1g o XIX, en que mu- d ' 0 arwm habían 1 'd b. 1 o elemento de idealid d B ' exc m o ruta mente to- - ª • ergson en Fran • E k senalan una ruta nueva . cia Y uc en en Alemania 1 d ' aunque nmguno de ell • en e ogma romano • f . . os quepa virtualmente nida. ' m pro esa con smcendad ninguna religión defi- Un talentoso compatriota nuestr 1 Angel, ha realizado el - d o, e. presb1tero Camilo Villegas Bergson con las enseñanz e a mpeno I e coordmar el criterio filosófico de d s secu ares de la ' t d , • o menos revela con elo . , ca e ra catobca. Esto, cuan- ' cuenc1a cuanto es 1 t h • curs9 de medio siglo ·u d e rec o recornclo en el de:.. 'd · 11 pensa or como Be • d' ci a por herencia · arri , d rgson, JU 10 de sangre, dei- , , man ose a la sombra el 1 • • un afan de sosiego y convi . , ' . S , e t�onco milenario, en t l. · ccwn · ¿ era que la ra d' • e re 1g1osa, deja sentir stt fl . za JU ia, emmentemen- d s e uv10s aun en 1 • 1- • as en el culto de la verdad b. . . as mte 1genc1as entreteni- piración ultraterrena ? Est .º· Jetlva, ?esbgada de todo propósito y as- . a circunstancia qu d , el •• escarceo ele la crítica n 1 d e po na a m1tlrse como un ' o va e na a para el L • pertenece a aquella familia d f'l , f caso. o cierto es que no d e 1 oso os que a d 1 •• e los destinos del ¡ b . d : . . n an so 1c1tando la clave 10m re en etermmadas b • logo, ni cree que la filosof' d o servac10nes de entomó- ia se re uzca co • • • cuadro de los fenómeno 'bl . N �o ciencia al mventario en s sens1 es 1 0 1 Pien a 1 a su misión compete el de t _ • 1 • s , por e contrario, que . . sen ranar os más g bl espmtual. ¿ Qué será de la f'I f' . raves pro emas del reino , . 1 oso 1a sm metaf • ? I taf1s1ca no equivale a filosofía El I b . 1s1ca. �o que no e.s me- l b • a oratorio que b •¡¡ e e e elevarse a la cond' •, d . . , o ra marav1 as no tc10n e c1enc1a fl 'f • ' no sobre razonamientos h . < , t oso tea ; camma sobre hech"s . , Y mue os de estos d b d d 1 ' sm que haya fuerza suficiente pa a d t , 1 es or an e laboratorio, r es rutr os. El entendimiento humano no se satisfa , • experimental ; detrás de ella t d . . ce umcame.9te con la verdad pre en e mtmr algo más, una causa inme- -180- ,, diata o remota, pero determinante de los hechos analizados por la cien cia. No implica la metafísica de ningún modo que se descuide la reali dad, y se caiga en la fantasmagoría por una embriaguez excesiva de idealismo ; no. Aspira a comprenderla mejor, tornándola efecto y conse- cuencia de un agente supremo. • La inteligencia del hombre vive con aspiración a lo absoluto, aun que no llegue a comprenderlo ni a explicarlo ; ronda como fuerza in visible en torno del misterio, y ávida de una solución definitiva h a plantado sus toldas en ese campo de tanteos y hermenéutica. La i�ao- i- ., , . • b nac10n actua como su mei or altado en tales _empresas del espíritu, que , nunca como entonces, aparece tan luminoso ni tan científico . Tod as las verdades descubiertas en el orden físico fueron un día huésp edes fantasmas de la imaginación, que las columbraba de lejos, sin atca n zarlas. En la filosofía existen y existirán problemas insolubles ; y no por ello, sin embargo, debe desalentarse. En la esfera de lo material hay todavía muchos, y el esfuerzo humano no desespera de acercarse y aprehenderlos. Cuando se habl� de p1etafísica, nada tan peregrino como la ac ti- tud que adoptan los materialistas, en su prurito de atacar lo q ue consi deran falso o inexistente: la causa suprema, Dios. Incurren e n fallas, van a dar a despeñaderos más sombríos que los ensueños forjados por la locura. Explicapdo la creación del universo, no la aceptan como efec to legítimo, sino como causa y efecto al mismo _tiempo ; acuden al cri terio de que siendo la materia eterna, carece de principio, porque siem pre existió, y nadie la ha creado. El mundo, tal como está, n o represen ta sino una fase evolutiva de esa materia eterna, que en sus etapas pos terior�s puede asumir forma distinta. Halaga esta exp licación del uni verso a la inteligencia? ¿ Sirve mej or que la de la filoso fía católica, al admitir como cosa lógica la existenciade un ser superi or, independien te, que crea el mundo por su propia voluntad soberan a? ¿ Qué explica ción exhibe más élaridad? La segunda, sin duda. Saci a la mente, y la necesita y requiere el entendimiento. La humanida d, en su sentido fi losófico, es más espiritualista que materialista. Lo p rueban las innúme ras religiones, que alimentan siempre la noción de un ente supremo y la ele la· supervivencia del alma. En este bello atri buto de su espiritua lidad descansa sµ mayor grandeza, su radiante altur a sobre el resto de los seres vivientes. Aristóteles llamó al hornbre "animal político", para denotar su condición socíable y cordial ; debió llamarle mejor, a mi ver, "animal -181- metafísico", para describirlo como ser pensante. La divergencia de criterios comienza en el terreno de la especulación metafísica; en otros órdenes de experimentación no asoma discrepancia entre el materialismo y el espiritualismo. -La filosofía espiritualista nunca ha negado el hecho salido del laboratorio; antes, lo suma a los ya demostrados y conocidospor la experiencia. ¿ Qué tiene eso_ que ver? No ha brotado hasta hoyde la retorta del químico, del telescopio del astrónomo, ni de la cáma:ra del biólogo ninguna escuela que excite a negar en redondo y de plano la alteza de las verda9es trascendentales. N ¿s parece más bien queen la escuela materialista se practica una restricción del conocimien to;.hay como un temor a lo profundo y a lo intangible. Por ejemplo, cuando el materialismo llega al hecho, cesa de investigar y detiene su marcha, la espiritualista continúa la suya, avanza más adentro, sin perderde vista el panorama de los fenómenos catalogado�. Casi ni difieren enel método ; tan solo cuando los unos desfallecen o se hastían, los otros prenden la hoguera de su curiosidad para iluminarse en regiones más oscuras, enmarañadas y solemnes. Cabe decir que un materialismo sano,ayuno de prejuicios podría concatenarse fácilmente con la filosofía espiritual, si se átiende a que ésta arrastra una superposición del conocimiento cierto; si el· primero no incidiera en el pecado de volverse metafísico contra su ley y su pesar, para combatir con saña a su adversario.Mu chas cosas se encuentran cercadas de tiniebla; pero todo, casitodo, desemboca por la fuerza en la metafísica. La misma_ n'oción del derecho, que se traduce en leyes, del vivir ordinario, no responde acaso - aun razonamiento metafísico,· a un -concepto puro, indestructible. Si asíno fuera, si las leyes no trataran de resumir una idea de justicia, conveniente a la colectividad y en beneficio de la armon ía social, se reducirían entonces a un-legajo de disposiciones nocivas, inspiradas por el ca pricho, por el odio del más fuerte o por el sentido concupiscente deun_os pocos. Que la metafísica con viene a la naturaleza human a, l.o afirma abiertamente la circunstancia de • n o prescindir de ella. Entién dase que yo la confundo, en una- acepción genérica, con esa tendencia a inquirir, a través del razonar, la raíz· y prir¡cipio de los actos y fenómenos de la vida . Acon tece con las verdades metafísicas lo que con el concepto dela belleza : n adie logra reducirlo a fórmulas matemáticas, a un encasillado mecánico n i a un teorema geométrico; pero todos hablan -de labelleza, experimentan eficazmente su influjo, y algo más todavía, lasolicitan, como sustento irreemplazable d_e la existencia misma. - -182- S b sta base de aspirac10n ultrasensible se yergue el edificio �e o re e • , • 1 l Pero me voy ma s las r ·on es ·y su con secuencia practica , ª-· mora . le . o: e ���. ;uede el sentimiento religioso abatirse hasta desvanec_e:se vi�tualme;te en la humanidad, y conservarse, empero, un� metaf1s1ca l • a divorciada de dogmas y milagros, codiciosa de las pmneras caua tc , , ovedoras de santos sas y sin que interrumpan su avance escenas conm f' . . , • • V dría a ser una meta 1s1ca m-ni ocurrencia trágica de apanc10nes. en . , • • • r • dístante ·de la sugest10ntelectual, apartada de los m1stenos re tg10sos, y del sentimiento ( 1) • • • 1 · Uno de los problemas más turbios para el matenahsmo es a e�ts •tencia del al�a; n o la conciben, no la com?r�nden, �o se la explican • • a resultante de fuerzas bioqu11111cas. Sm embargo, parasmo como un , d d d fundamental Sela filosofía espiritualista posee _un caracte_r .� e ver a da de los ele�en-la siente obrar, moverse, cambiar de pos1c10n es, _a yu d L • la memona y la volunta . os tos que constituyen su con Junto, como . . , . el . aIactos ejecuta.dos por-ésta arrancan del cerebr�; pero, ¿ qmen m t ? o ncerebro, qué principio obró antes que aquél diera la voz de marc 1.J:, e imp�lso inicial? • • . . • b, · se · emL elª filosófica que duda de aquel pnn c1p10 as1co no a escu el d onver pacha de valerse de metafísica , de razonamiento or ena o, para c 1 - •er a conclusiones con cretas que no pueden someterse_ tampoco a a ac g., a podíctica del laboratorio. Sin . el razonamiento, sm el ascenso pau-cwn , bl a los sentidos a otra latino _ désde una ta: e g �:�d !:���v� ea; n �í:f:a i:éi:� no podría fo:mular elsupenor, . menos . ' , • ni lucir en el estadio filosófico la entendim1entQ nmgun a consecuencia maje D stad P;ºd �!; os :gf: -;�s:;; lo . uno de los más ,tormen tosos, hornaza es pues , el , el ideas se ha acen. de las más contrapues�as doctr�n�s e� to o gen e er :fir;á cad; día más endrado bastante la cor·nen�e espmtua l It_sta t ,_ q t ue c s on la adopción de muchas , , f l d la razon sobre e ms 111 0, un tmpeno te e f del espíritu aun que no lleven leyes morales, que �alen ?�r el � uerzo se cuel¡ un hálito de esa marca de procedencia re!tg1osa , a veces, t de metafísica quiero • recordar 't'd specto del concep O ' ¡ ( I ) Para mayor m 1 ez re f' • a La definición nominal, Y a d f , • 5 de meta 1s1c . , , que en el aula se dan_ dos e imctone. ue sobrepasa, lo que trasciende lo f1s1cü definición real, La primera es todo lo q T . , t q 5 ar l). La segunda, la real, 'bl (S Tomás in Boeth de nm' ' • t ipsum", y lo sens1 e, , . • ( omune) • et ea quae consequn ur es la ciencia "quae cons1derat entem 1 � as que la· atafien, ( S, Tom:, in M et. es decir, la que considera al ente y as cos Proem), -183- influencia, cuando se pisa el terreno siempre agitado de la moral. No se ha querido enfrentar, como dos polos irreconciliables, a la moral re ligiosa y a la científica. Berthelot, el gran químico, hablaba de la última como del acuerdo suprefr10 qué debía excogitar el hombre para dirigir sus actos. ¿ Y qué ocurre ? Que en varios puntos, si bien por distintos senderos, se encuentr_an la una y la otra. Entre la religión, que condena la gula como pecado, y la ciencia médica, prescribe que no se coma mu cho para no provocar desarreglos gástricos, se evidencia una aráionía perfecta. Así en otros casos. No he deseado probar que todos los efectos de la metafísica sean exactos, ni muchísimo menos. Sólo he deseado concluir que no cabe pri varse de ella, y que uno de los atributos más simpáticos y resplande cientes del hombre reside en esa propensión admirable � cernerse por encima de los objetos materiales, en esa angustia por contemplar más vastos horizontes y perspectivas más largas y halagüeñas que la simple apariencia prosaica de las cosas. El hombre, sin tal atributo, no acep taría adelantar un paso ; no hubiera recibido nunca un conjunto de postulados morales, por los que medir su conducta y regular la acción entre sus semejantes. Aun abandonando ciertos principios religiosos, como los de la existencia de Dios o la inmortalidad del alma, no se in terpreta la moral social, la norma del. derecho, como despique contra la fuerza y la violencia, sin esta situación maravillosa de la menté, de su birse a un plano más alto para considerar y comprender el rítmico en lace y ·desenlace del tráfago espiritual. A muchos acuerdos consoladores, a muchas síntesis armoniosas ha llegado ya la inteligencia humana,especie de rompeolas sobre que se quiebra a diario un turbión de problemas hórridos y la resaca de inquie tudes infinitas. Dejémosla libre, que reciba el tributo de todos los vien tos y las aguas, como • un rompeolas simbólico, purificado continuamen te por' las ondas que lo bañan ; pero enhiesto a toda hora, en una acti tud de aviso de alerta, de elocuente consejo a los navegantes porfiados que hienden los piélagos, y aspiran a no verse expuestos a las· tinieblas ni al naufragio. FERNANDO DE LA VEGA -184- LA SOCIOLOGIA DE LA FILOSOFIA Por FRANCISCO ROMERO La actividad filosófica requiere vocac10n y det ermin�das a�titudes, sería interesante examinar la relación entr� e stas dos mstanc1as, ge :eralmente solidarias y a veces separadas. S1� , entrar . en el fondo d�� asunto es presumible que una enérgica vocac10 n, mediante esfuerz� s ; tanteo�, llegue a crearse el instrumento intelec_tu al adecuad� �ara reali zarse. y a la inversa, que una notable capacid ad por el ex1to y g� ce ' ' . . . · 1 1 . los contornos de una voca-que acarrea su e3erc1c10, adqmera a a arga . . , ción o realmente la promueva. y han de ad mittrs_e, tan:b1en, aunque ac: - so más raras, las situaciones truncas: un a vocacton si� la m��or � ª �el ciclad una capacidad no acompañada en ab soluto de vocac10n .n don de engendrarla. Lo coñ1ún y lo natura l, sin �mbargo, parece ser . la unidad y armonía del momento vocacional y del mstrument�l o f�nc10- nal. La vocación filosófica. supone cierta actitud , que _e_s al m1sm� �iem r: su método o procedimiento más general, su utenstl�o de tra ;Jº: rse . mero es la propensión agudamente teóric a, el admirar.se o ex rana pn d de que sean como son en vez de que las cosas sean en lugar e no ser, . . . f ºd d -en de ser de otro modo ; . la extrema e inco nd1c10nada teor e 1c1 a . �• l . • • nada escapa- se conv1e,.,..e cuanto averiguación a la cita ' por pnnc1p10, f . l t do y en er1 pensamiento del todo, o de las partes con re erencta a . � d ' el 1·11 • • , una proyecc1on - pensamiento hasta lo último. La vocac10�, es e y �esde luego un comienzo , l d" ecciones y esta proyeccwn s teres en ta es ir , . fl f . La voc��ión puede manifes-de efectiva realización, un activo 1 os? ar. d la madurez o bien con 1 • t d o en los comienzos e tarse en pena . 1uven u 1. • 'n de otros intereses intelec- . ·r ·' amp 1ac10 retraso, por la mtens1 1cac1on y 1 f o por el repentino estallido tuales, en. i:narcha • d espaciosa h \-� ª :i;:::e personal. y solitario, pero en de una cns1s. El proceso e� a 1 u . 1 motivo exterior. . • parte la mgerenc1a e e un d. ocas10nes_ t1e�e su . l XVIII la filosofía adquiere un a nueva 1- Hac1a flnes del s1g o • , -185---
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