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Resolución de biocrímenes mediante la genética forense: un nuevo reto para la ciencia y la administración de justicia Francesc Mestres Naval Profesor Titular de Genética. Departament de Genètica. Facultat de Biologia. Universitat de Barcelona. Y Josep Vives-Rego Profesor Honorífico. Departament de Microbiologia. Facultat de Biologia. Universitat de Barcelona. FICHA TÉCNICA Resumen: El biocrimen se define como un hecho delictivo cuya arma es un microorganismo o alguno de sus productos tóxicos. La Microbiología forense es la especialidad científica destinada a identificar el microorganismo causante del acto delictivo y su origen. Conocer al microbio ayudará a identificar el lugar, el proceso de producción y la autoría de los hechos. La Genética forense, dentro del ámbito de la Microbiología, con sus técnicas de estudio del ADN, puede aportar información muy valiosa para la correcta resolución de estos casos. En este artículo presentamos sus principales aportaciones, tanto en el ámbito de las bacterias como en el de los virus, para de este modo ayudar a una mejor conceptualización y tipificación jurídica de este delito. Palabras clave: ADN. Bacterias. Biocrimen. Bioterrorismo. Genética evolutiva forense. Guerra biológica., Filogenia molecular. Hongos. Microbiología forense. Virus. Abstract: Biocrime is defined as a criminal act in which a microorganism or one of its toxic products is used as a weapon. Forensic Microbiology is the scientific specialty designed to identify the microorganism responsible of the criminal act and its origin. To know the microorganismcould allow identifying the place, the production process as well as the perpetrator. Forensic Genetics, as a branch of Microbiology, using its DNA analytical procedures can providevaluable information forthe correct resolutionof these cases.In this article, we present its main contributions in the field, in both bacteria and viruses, aiming a LA LEY Penal nº 118, enero-febrero 2016, Nº 118, 1 de ene. de 2016, Editorial LA LEY 1 / 10 Se habla de biocrimen cuando el arma que se utiliza en un hecho delictivo es un microorganismo Una diferencia fundamental entre guerra biológica y better configuration and juridical codification of this crime. Keywords: Bacteria. Biocrime. Biological warfare. Bioterrorism. DNA. Forensic Evolutionary Genetics. Fungi. Microbial forensics. Molecular phylogeny. Virus. I. INTRODUCCIÓN El principal objetivo de este artículo es ayudar a configurar el concepto de biocrimen a la luz de los conocimientos actuales en Biotecnología y Genética forense. Entendemos que nuestra aportación es un paso más en la conceptualización y tipificación jurídica de este reciente delito y que además, como consecuencia de la globalización, exige un estudio y desarrollo más profundo, tanto en las legislaciones nacionales como sobre todo en la legislación criminal internacional. Empezaremos por definir de forma sencilla el concepto de biocrimen. Se habla de biocrimen cuando el arma que se utiliza en un hecho delictivo es un microorganismo, habitualmente un virus, una bacteria o un hongo. En esencia los biocrímenes son similares a los delitos tradicionales pero su característica diferencial es el tipo de arma usado para delinquir. En vez de utilizar explosivos o un arma blanca o de fuego se utiliza un microbio. En este artículo trataremos las situaciones donde se usa un microorganismo completo como arma y no alguno de sus compuestos tóxicos aislado, como por ejemplo la inyección o ingesta de una toxina biológica. La utilización de toxinas purificadas cae dentro del campo de la Toxicología y desde esta perspectiva hemos decidido excluir su consideración en el presente estudio. Si se repasa la historia de la humanidad puede verse que está repleta de ejemplos sobre el uso de microbios para matar o dañar a individuos o poblaciones. Asirios, romanos o tártaros, entre otros pueblos, contaminaron las fuentes de agua potable de sus enemigos o lanzaron al interior de ciudades sitiadas los cuerpos de personas muertas para de este modo provocar enfermedades contagiosas a la población que se resistía. En la guerra colonial americana entre franceses y británicos de 1767, estos últimos diezmaron poblaciones indígenas fieles a Francia mediante la transferencia de mantas contaminadas de viruela. El siglo XIX fue clave en la evolución de la guerra biológica pues el descubrimiento de las bacterias permitió abrir nuevas potencialidades a la posibilidad de matar mediantes los microorganismos. Durante la Gran Guerra los alemanes trataron de generar epidemias en Italia, San Petersburgo y la Gran Bretaña. A nivel de sabotaje también intentaron infectar caballos, mulas y ganado destinados al frente occidental, ocasionando que algunos centenares de soldados fuesen afectados. Sin embargo, se considera que la guerra biológica moderna se inicia después de la Primera Guerra Mundial en Francia, al tratarse de una nación pionera tanto en la ciencia que estudia los microorganismos (Microbiología) como en los avances de la aviación. Este punto es importante, pues las aeronaves son capaces de llevar rápida y fácilmente los microbios patógenos al interior del territorio enemigo. Sin embargo, el desarrollo de armas biológica por parte de Francia no tuvo continuidad en los años posteriores. La Alemania nazi utilizó profusamente los avances tecno científicos para desarrollar nuevos armamentos, pero Hitler aborrecía la guerra biológica y no se desarrolló dicha línea de investigación bélica. Por contra los británicos, ante el peligro de una invasión alemana en la primavera/verano de 1940, experimentaron en profundidad su posible uso. Con la ayuda de los americanos realizaron un programa de armamento basado en el empleo de microorganismos que por fortuna no llegó a utilizarse. Los japoneses sí emplearon armas biológicas y consta que llegaron a experimentar con seres humanos. Por ejemplo, el ejército nipón estacionado en China efectuó un ataque con pulgas infectadas con la bacteria de la peste (Yersinapestis). Al final la Segunda Guerra Mundial a los responsables japoneses del programa de guerra biológicano no se les trató como criminales de guerra, sino que dichos investigadores y sus experiencias se incorporaron sin ningún escrúpulo al programa norteamericano de la postguerra. En la actualidad las principales potencias en este ámbito son los Estados Unidos y Rusia, aunque algún otro país posee o tiene la capacidad de desarrollar y producir armas biológicas (1) . Ligado al uso bélico de los microbios aparece el bioterrorismo, es decir, la utilización de los microorganismos para acciones terroristas. La fabricación de las armas biológicas para ambas actividades es esencialmente la misma. Una diferencia fundamental entre guerra biológica y bioterrorismo es la de la escala, tanto en la magnitud del ataque como en el número de afectados. En la primera situación habría miles de personas (o incluso algún orden de magnitud superior) LA LEY Penal nº 118, enero-febrero 2016, Nº 118, 1 de ene. de 2016, Editorial LA LEY 2 / 10 bioterrorismo es la de la escala Guerra biológica, bioterrorismo y biocrimen comparten el mismo tipo de arma afectadas, mientras que en la segunda su número estaría comprendido entre decenas y centenares. Otra diferencia importante es que la guerra biológica tiene por objetivo provocar el mayor número más bajas y gasto de recursos del enemigo, a la vez que generar miedo y desolación entre la población civil. En cambio, el bioterrorismo busca producir el pánico entre la población, pero sobre todo una gran difusión mediática. Una arma biológica muy utilizada en la guerra y el terrorismo son las esporas del Bacillusanthracis. Dicha bacteria es la causante de la enfermedad denominada carbunco en castellano, a pesar de que en muchas ocasiones también recibe el nombre de ántrax. Habitualmente no afecta a las personas, pero, si se inhalan las esporas, éstas generan una infección grave que puede producir la muerte. Posiblemente el caso másconocido es el de las cartas terroristas repletas de esporas enviadas por correo a diferentes personalidades de los Estados Unidos en 2001. En dichos ataques más de 20 personas fueron infectadas, de las cuales cinco murieron (2) . En cambio, en otros casos se ha utilizado a los microorganismos para matar a personas concretas, mediante la inyección o la ingesta por medio de alimentos de algún microorganismo. Los biocrímenes conocidos se inician a partir de los inicios del siglo XX, pues los avances en la Microbiología permiten obtener fácilmente cultivos adecuados de los microorganismos. En estos casos se busca producir la muerte de manera que parezca provocada por una enfermedad natural y de este modo el asesino permanecer oculto a las pesquisas policiales. Otra situación particular es utilizar el miedo a la infección de una enfermedad grave como amenaza para perpetrar un delito, como sería el caso de amenazar a la víctima con una jeringuilla infectada, o supuestamente infectada, con el virus VIH (el virus del SIDA). Por tanto, los tres tipos de ataques (guerra biológica, bioterrorismo y biocrimen) están relacionados en cuanto que comparten el mismo tipo de arma. En estas situaciones existe una clara intencionalidad, pero también debemos tener presente los casos en que los microorganismos afectan a víctimas por mala praxis médica o alimentaria, fugas o contaminaciones accidentales (3) . En todas las situaciones que acabamos de comentar, lo primordial es contener la infección y atender la emergencia sanitaria. Pero no es menos importante tratar de averiguar cómo se ha obtenido el agente infeccioso, sus procesos de producción y utilización para provocar la muerte o daño y finalmente los responsables o colaboradores de cada etapa. Es por ello que dentro de las ciencias forenses se ha desarrollado la Microbiología forense como especialidad para analizar los actos delictivos mediados por microorganismos. Ello implica tener especialistas con la titulación correspondiente, capacidad y medios para la investigación en el lugar de los hechos (con unas medidas de protección adecuadas para el personal especializado respecto a los patógenos que investigan), correcta recolección de las muestras, transporte adecuado de las muestras y cadena de custodia, una buena infraestructura de laboratorios de análisis debidamente acreditados, correcta manipulación y almacenamiento de las muestras, la interpretación de los resultados que se obtengan y la elaboración de unos informes detallados, y finalmente, la presentación de las conclusiones en la Corte de Justicia, incluyendo la posibilidad de que el perito o peritos implicados puedan declarar durante el juicio (4) . Por tanto, desde el punto de vista procedimental la Microbiología forense procede igual que las otras ciencias aplicadas a la forensia (5) . II. LA GENÉTICA FORENSE EN EL ÁMBITO DE LAS BACTERIAS La Microbiología forense trata de esclarecer el origen de una infección producida por microorganismos, ya sea en una población o en un individuo concreto. Conocer el origen del agente infeccioso puede facilitar la identificación del autor. Dicha especialidad se basa en la información proporcionada por diferentes ciencias forenses, pero en este artículo nos centraremos en la metodología aportada por la Genética forense. Su aplicación respecto a los microorganismos es diferente que el enfoque utilizado en los seres humanos. En el caso de nuestra especie se utilizan los marcadores STR (o microsatélites) del sistema CODIS (o equivalentes) para identificar a una persona concreta. Una vez se encuentra una coincidencia de perfiles genéticos entre el ADN recogido en el lugar de los hechos (y correspondiente a quien ha perpetrado el delito) y el del sospechoso, se cuantifica estadísticamente la probabilidad de encontrar este mismo perfil genético por azar en la población de referencia entre personas que no estén emparentadas. Cuantos más marcadores se utilicendicha probabilidad será más pequeña, por tanto la tendencia ha sido en incrementar el número de STR empleados en los análisis de ADN (6) . Por tanto en el ser humano la Genética forense nos permite identificar a una persona concreta con un elevado grado de fiabilidad. La Genética forense aplicada a la identificación de las bacterias tiene una serie de puntos en común con la metodología usada en los humanos, pero también presenta diferencias importantes. Las bacterias son un grupo muy diverso de organismos. Es tan variado que actualmente la biodiversidad total de nuestro planeta se divide en tres dominios (también llamados LA LEY Penal nº 118, enero-febrero 2016, Nº 118, 1 de ene. de 2016, Editorial LA LEY 3 / 10 imperios): el Archaea, el Bacteria y el Eucarya. Los dos primeros están constituidos por bacterias (cada imperio contiene un único reino), mientras que el Eucarya está formado por todos los organismos cuyas células presentan un núcleo y comprende los reinos Protista (fundamentalmente seres eucariotas unicelulares), Fungi (hongos), Plantae (plantas) y Animalia (animales). Por tanto, dos dominios están formados por bacterias, con un origen evolutivo que se remonta a miles de millones de años y por lo tanto extremadamente variado en cuanto a número de especies. Hay que indicar que el concepto de especie, que es muy fácil de aplicar en la mayoría de plantas y animales, presenta muchos problemas en el caso de las bacterias. Es por ello que, además de identificar correctamente a una especie bacteriana, puede ser de capital importancia saber de qué cepa se trata (por «cepa» entendemos una variante con unas características determinadas). Sin embargo, las bacterias tienen la ventaja de que su genoma es mucho más reducido y consta de un solo cromosoma circular y, en algunos casos, de elementos de ADN adicionales (denominados plásmidos). Su reproducción es principalmente asexual, de manera que cada individuo se divide en dos (fisión binaria), generando dos nuevas bacterias. Estas son clones, es decir, individuos genéticamente idénticos. En condiciones ideales una bacteria puede reproducirse en muy poco tiempo (20-30 minutos). Pero también pueden presentarse fenómenos de sexualidad, que son unos mecanismos particulares de intercambio de material genético (ADN) en las bacterias (7) . Para identificar las bacterias pueden utilizarse marcadores genéticos y usar la misma tecnología básica usada en los análisis de muestras humanas (extracción de ADN, amplificación mediante la reacción de PCR y análisis de los marcadores). En las bacterias se pueden utilizar los siguientes marcadores: secuencia de nucleótidos del ADN del gen 16S del rRNA, SNP (Single Nucleotide Polymorphism, o Polimorfismo de Secuencia Única), STR (Short Tandem Repeats, o Secuencias cortas Repetidas en Tándem, también denominadas microsatélites), RFLP (Restriction Fragment Length Polymorphism, o Polimorfismos de Longitud de Fragmentos de Restricción), AFLP (Amplified Fragment Length Polymorphism, o Polimorfismos en la Longitud de Fragmentos Amplificados, una variante del anterior y muy útil en ciertos casos), MLST (Multi-Locus Sequence Typing, o Genotipado de secuencia multilocus, un estudio de unas regiones genómicas concretas muy informativas) y las VNTR (Variable Number Tandem Repeats, o Número Variable de Repeticiones en Tándem, muy utilizado en el caso de las bacterias). Este último marcador es el que ha proporcionado el nivel más alto de resolución para la identificación de las cepas de diferentes especies tales como Yersinapestis (bacteria que ocasiona la peste bubónica ), Escherichiacoli (bacteria típica de nuestro tracto intestinal, pero que presenta cepas patógenas como la O157), Bacillusanthracis (responsable del carbunco) o diferentes especies del género Brucella (bacteria que produce la brucelosis). También, para identificar ciertas especies y sus cepas a veces se utiliza la secuencia de nucleótidos del ADN de algún gen concreto. Desde hace unos años se están poniendo a punto nuevas tecnologías de secuenciación a niveldel genoma completo. Estas son particularmente útiles si el microorganismo ha sido modificado mediante ingeniería genética. La diferencia fundamental en los estudios de Genética forense es que en los humanos podemos identificar personas concretas y realizar una cuantificación de dicha identificación (Random match probability). En cambio, en el caso de las bacterias no se puede identificar a una bacteria concreta. Eso es debido a sus características vitales, tales como su reproducción asexual (que genera clones de individuos genéticamente idénticos), su dinámica mutacional (tienen genes que acumulan mutaciones a ritmos diferentes), la posibilidad de intercambio de material genético (la sexualidad bacteriana) su dinámica genómica, poblacional, evolutiva y ecológica. Sin embargo, la Genética forense puede ser especialmente útil en muchos casos y complementar la información obtenida mediante otras ciencias forenses (composición química de la bacteria, análisis del medio en el que se recogió la muestra bacteriana, estudio de determinados isótopos, respuestas inmunológicas, pruebas toxicológicas, etc.). En general, el objetivo en la investigación forense es encontrar marcadores genéticos que distingan una muestra (o linaje) de otra y así tratar de obtener la información más útil posible sobre su origen. Una especie bacteriana en la que la Genética forense ha aportado buenos resultados ha sido la Bacillusanthracis. En dicha especie no se conocen casos de sexualidad, por tanto la única fuente de variación genética es la mutación, que es muy útil para identificar las diferentes cepas. Ello ha permitido generar unas bases de datos de las distintas cepas identificadas para dicha especie y también para otras muchas especies bacterianas. Una de las más utilizadas es la denominada MRS o Microbial Rosetta Stone, que contiene información sobre microbios patógenos y además presenta una serie de herramientas informáticas para que el usuario pueda acceder y extraer la información. De este modo, cuando la secta terrorista japonesa Aum Shinrikyo esparció esporas de carbunco en Tokio en 1993, fue posible analizarlas con el marcador genético MLVA (Multiple-Locus VNTR Analysis). Una vez caracterizada la cepa por medio de dicho marcador se buscó en la base de datos. Se observó que era una cepa no virulenta (cepa Sterne usada para vacunas ) y relativamente poco peligrosa. En el caso de los ataques de 2001 en los Estados Unidos el estudio de los MLVA permitió identificar a la cepa como la Ames (8) . Esta cepa, originaria de Texas, es rara en la naturaleza pero habitual en los laboratorios. En los laboratorios militares de los Estados Unidos se usa, por su virulencia, para desarrollar vacunas y probar su efectividad en caso de ataque (terrorista o guerra). Con esta información se pudo dirigir la investigación al ámbito de los laboratorios especializados que utilizaban dicho agente infeccioso. En la fuga de esporas de carbunco en la Unión Soviética, el marcador MLVA demostró que en las muestras de los afectados había cuatro tipos diferentes de cepas, con lo que no se apoyaba la versión oficial de un consumo de carne contaminada (en este caso se esperaría que el brote hubiese sido producido por una sola cepa). En la actualidad se están desarrollando nuevas metodologías LA LEY Penal nº 118, enero-febrero 2016, Nº 118, 1 de ene. de 2016, Editorial LA LEY 4 / 10 de análisis del ADN genómico que permitirán identificar con gran exactitud y rapidez las cepas de Bacillus anthracis (9) . Unas consideraciones finales respecto a este apartado. En primer lugar recordar que no se ha identificado una bacteria concreta, sino una cepa (grupo de bacterias) y ello permitió en los tres casos dirigir la investigación. En segundo lugar, los tres casos comentados se refieren a Bacillusanthracis que es una especie con unas características respecto a su genética que facilitan la interpretación de los resultados en los análisis de los marcadores genéticos moleculares. Por suerte, es la especie que más se ha usado en actos criminales, lo cual ha favorecido la investigación forense. En cambio el uso en biocrímenes de otras especies diferentes hace que la investigación no sea tan fácil debido a sus particularidades genéticas, en especial la presencia de fenómenos de sexualidad bacteriana. Por ejemplo, están documentados biocrímenes mediante la inyección de la bacteria Salmonella typhi o Yersiniapestis. También se conocen casos en los que se ha realizado una contaminación de los alimentos mediante Salmonella typhi o Salmonella paratyphi. Estos no son tan fáciles de investigar mediante marcadores genéticos (10) . III. La Genética forense bacteriana en los tribunales de justicia La no identificación de un individuo concreto es la diferencia fundamental entre la Genética forense aplicada a bacterias o a humanos. Por ejemplo, determinar que una cepa de Bacillusanthacis no es natural, sino de laboratorio, puede dirigir la investigación en la dirección correcta. Pero si queremos saber de qué laboratorio proviene, el tema es más complejo. Por tanto, cuando tenemos perfiles genéticos de bacterias y los comparamos con muestras de referencia aparecen toda una serie de preguntas. ¿Qué se puede deducir sobre el origen de la muestra recogida? ¿Todas las muestras recogidas tienen el mismo origen, es decir, pertenece a la misma cepa o linaje? ¿Son las diferencias genéticas demasiado pequeñas para poder concluir que las muestras pertenecen a una misma cepa (o linaje) o no? ¿Existen explicaciones e interpretaciones alternativas a los resultados obtenidos? Aunque no existan diferencias genéticas entre una muestra recogida y las muestras de referencia, ¿realmente podemos probar que tienen el mismo origen? Estas consideraciones pueden no ser relevantes para un científico pero obviamente si lo son en la Administración de la Justicia. Por tanto y pensando en las futuras necesidades de los Tribunales, cuanto mejor sea la validación rigurosa de estos procedimientos forenses y que paralelamente se desarrollen unos estándares de control de calidad de la tecnología de la Genética bacteriana en el ámbito forense, mejor podrá caracterizarse el delito. Pensamos que deben establecerse, a nivel nacional e internacional, una serie de requisitos, homologaciones, acreditaciones, estándares de calidad, etc. para que la pericia realizada mediante Genética bacteriana pueda ser validada y debidamente admitida por los Tribunales de Justicia. En este sentido el FBI ha puesto a punto el SWGMGF (Scientific Working Group on Microbial Genetics and Forensics, es decir el Grupo Científico de Trabajo sobre Genética Microbiana y Forense) para trabajar todos estos temas (11) . IV. LOS VIRUS Y LA GENÉTICA FORENSE El nombre «virus» viene del latín y quiere decir «veneno». Se pensaba que las enfermedades víricas se debían a algún tipo particular de sustancia nociva. A finales del siglo XIX se pudo saber que se trataba de unos microorganismos particulares. Tan especiales que incluso hoy sigue abierto en la comunidad científica el debate sobre si son seres vivos o no. Esto es debido a que comparten algunas características con los seres vivos, pero otras no. Los virus presentan una dimensión extremadamente pequeña y son estructuralmente muy simples. Necesitan siempre una célula huésped (bacteriana o eucariota) para poder reproducirse. Esta reproducción conlleva un número enorme de descendientes en muy pocas generaciones. Además presentan un material genético que puede mutar, y en general lo hace de forma bastante rápida. Como dicho material genético puede cambiar en el tiempo, pueden evolucionar. Su gran capacidad de mutación y el reproducirse dando lugar a una cantidad ingente de descendientes hace que dicha evolución sea muy rápida. Este es el problema grave con el que se encuentran los científicos que trabajan en la elaboración de vacunas o fármacos para combatir las enfermedades víricas. Sin embargo esta potencialidad de los virus puede usarse en favor de los estudios deGenética forense, pues permitirá identificar la fuente de origen de la infección. A partir de los años noventa del siglo pasado se empezaron a usar los virus para cometer biocrímenes, generalmente mediante inyección. En este sentido, uno de los virus más usados ha sido el VIH, el que produce la SIDA. Es bien sabido que usando una jeringuilla no esterilizada que haya sido utilizada por un enfermo es suficiente para transmitir la enfermedad. La Genética forense ha sido útil para resolver distintos casos en los que un virus se ha utilizado para asesinar a una persona o en los que se ha llevado a cabo una mala praxis médica. El genoma vírico es mucho más pequeño y puede ser secuenciado en su totalidad de manera sencilla. En cambio la mutación plantea el mismo problema que en el caso de las bacterias, pero agravado por el gran número de descendientes que se producen en cada generación vírica. A partir de una secuencia de ADN (o ARN, que es muy similar y se presenta en ciertas clases de virus) en poco tiempo se irán acumulando cambios y los descendientes cada vez se parecerán menos a su ancestro. Además, si se produce una infección simultánea de dos virus diferentes (co- LA LEY Penal nº 118, enero-febrero 2016, Nº 118, 1 de ene. de 2016, Editorial LA LEY 5 / 10 infección), sus genomas pueden intercambiar trozos de secuencias de ADN (o ARN). Por suerte, es poco habitual que en una persona que se infecta accidentalmente o como resultado de un biocrimen lo sea por dos tipos víricos a la vez. En tal caso la ciencia forense actual tendría serias dificultades para poder emitir in diagnóstico conclusivo. Por suerte esta posibilidad es altamente improbable. Pero la mutación aparece como un problema grave, por tanto ¿cómo podremos conocer el origen de una infección vírica? Para encontrar la solución hemos de remontarnos a los años sesenta del siglo pasado y a una especialidad que de entrada no parece que tenga nada que ver con la forensia. La disciplina es la Evolución biológica y una de sus áreas de estudio es reconstruir la filogenia (historia) de los seres vivos, es decir, ir buscando la «genealogía» de las diferentes especies. Hasta los años sesenta se utilizaban los parecidos morfológicos entre las especies vivas y el registro fósil. A mediados de dicha década una serie de investigadores entre los que cabe destacar a Fitch y Margoliash se les ocurrió utilizar moléculas para reconstruir la filogenia de los organismos. Ellos utilizaron proteínas, que en aquella época eran más fáciles de analizar que el ADN, no como ocurre ahora. De manera muy simplificada, estos investigadores observaron que cuanto más tiempo ha transcurrido desde que dos especies se separaron de su antepasado común, más cambios (debidos a mutaciones) se detectan al compararla secuencia de la misma proteína entre ambas especies. Por tanto, cuantos más cambios se observan, más tiempo ha pasado, de manera que se trataría de un verdadero «reloj molecular». Sus primeros árboles de la vida pusieron de manifiesto la utilidad de su metodología, la denominada filogenia molecular. Este hito fue un salto espectacular en la Genética evolutiva. Las mejoras técnicas en secuenciación del ADN, el desarrollo de modelos matemáticos cada vez mejores para interpretar los resultados, los programas informáticos para comparar las secuencias (utilizando los modelos matemáticos desarrollados) y los ordenadores cada vez más potentes en capacidad de memoria y en tiempo de ejecución han hecho posible el avance científico de dicha disciplina y su uso forense (12) . Existen muchos ejemplos de casos judiciales de infecciones víricas, de los que nos gustaría destacar los más relevantes (13) . En 1990 se detectó que una mujer presentaba SIDA a pesar de que no pertenecía a ningún grupo de riesgo. La investigación epidemiológica llevó hasta un dentista de Florida enfermo de SIDA como probable fuente de su infección por el virus VIH-1. Posteriormente se observó que otros seis pacientes de dicho odontólogo estaban también infectados con el virus VIH-1. En el estudio molecular se usó la secuencia de ADN de un gen que controla una proteína del virus. Se analizó dicha secuencia en los seis pacientes, el dentista y 35 personas infectadas con VIH-1 de la misma zona geográfica como controles. El estudio filogenético de las secuencias reveló que la del dentista y las de cinco de sus pacientes estaban estrechamente relacionadas, pero la de un paciente no. Las investigaciones epidemiológicas y filogenéticas indicaban que los cinco pacientes habían sido infectados por el dentista, mientras que el sexto paciente no lo había sido. En otro caso, y usando la misma aproximación analítica se pudo comprobar que un cirujano de Baltimore con VIH-1 no transmitió el SIDA a uno de sus pacientes, sino que éste lo adquirió de una transfusión. Por tanto, se pudo realizar una exclusión, característica importante en los estudios de Genética forense. Un caso similar tuvo lugar en Francia, donde un cirujano ortopédico pasó el virus de la SIDA a uno de sus pacientes durante una operación. En Suecia se pudo demostrar mediante los estudios epidemiológicos clásicos y de filogenias mediante moléculas de ADN que un violador había transmitido el virus VIH-1 a su víctima. Sin embargo, uno de los casos más interesantes es el del gastroenterólogo de Lafayette, Luisiana, que preparó una mezcla de virus VIH-1 y HCV (virus de la hepatitis C) a partir de dos de sus pacientes y los inyectó a su exnovia durante una discusión. Se pudo hacer una buena investigación epidemiológica clásica. El estudio de la filogenia de ADN (solo se utilizó el virus VIH-1) mostró la similitud entre las secuencias víricas de la víctima y del paciente a partir del cual el médico preparó la inyección. Los buenos estándares del caso permitieron su aceptación por parte del Tribunal. Por ejemplo la adquisición de las muestras fue realizada de manera correcta, la cadena de custodia fue impecable y la repetición de los análisis en diferentes laboratorios universitarios de reconocido prestigio en el área de la Virología dio robustez a los resultados. Además, el hecho que la metodología del estudio filogenético molecular está sujeto a los patrones de la investigación científica, que los resultados de esta metodología han sido publicados en revistas científicas especializadas de calidad contrastada y con controles editoriales exhaustivos, a la vez que es una metodología ampliamente aceptada por la comunidad científica fueron argumentos importantes en la aceptación por parte del Tribunal. Finalmente el Tribunal también tuvo en cuenta que se realizaron controles adecuados y que se puede hacer una cuantificación del error estadístico del estudio. Es decir, mediante la filogenia molecular se pueden probar diferentes hipótesis y cuantificar cual es la más probable y por tanto se proporciona una medida del error estadístico asociada a cada una de ellas. La admisión de este procedimiento analítico (el estudio de las filogenias moleculares) fue un hito crucial en el sistema judicial de los Estados Unidos. Para acabar los ejemplos, es casi obligado comentar el caso más famoso de nuestro país, el del anestesista de Valencia. En 1998 se detectó un brote de hepatitis C en dicha ciudad. Los estudios epidemiológicos clásicos señalaron a un anestesista (portador del virus) como el posible origen de la epidemia. Se analizaron 4184 secuencias de ADN víricas pertenecientes a 322 pacientes y a 44 individuos control. Los estudios de la filogenia molecular permitieron atribuir al anestesista la infección a 275 de sus pacientes, mientras que se excluyeron 47 enfermos respeto a que dicho médico fuese la fuente de transmisión. Los análisis moleculares del ADN fueron realizados de manera excelente por miembros de la Universidad de Valencia/Instituto Cavanilles y del Centro de Investigación Biomédica en Red de Epidemiología y Salud Pública (CIBERESP) también de Valencia. LA LEY Penal nº 118, enero-febrero 2016, Nº 118, 1 de ene. de 2016, Editorial LA LEY 6 / 10El «biocrimen» es un delito que afecta a la esencia biológica del ser humano, su dignidad e integridad V. SUGERENCIAS DESDE LA CIENCIA FORENSEDE LEGE FERENDA SOBRE EL BIOCRIMEN Tras todo lo comentado previamente, sugerimos una serie de elementos que desde la forensia pueden contribuir a una mejor definición y tipificación del concepto «biocrimen» y que deberían considerarse en el previsible desarrollo de lege ferenda por parte de los juristas de este ámbito. Entendemos que dicho concepto implica el uso de un agente microbiano con la finalidad injustificada y reprobable de matar o dañar a un individuo o a un grupo reducido de individuos motivado por la venganza o la extorsión económica. Deben excluirse del concepto de «biocrimen» los motivados por creencias religiosas, políticas o de otro tipo, en cuyo caso entraríamos en el ámbito del terrorismo o la guerra biológica. Además, los criterios tecnocientíficos a la hora de seleccionar el microorganismo, la implementación del proceso de producción y su utilización logística difieren sustancialmente en los tres tipos de situaciones: biocrimen, bioterrorismo y guerra biológica. Para que se dictamine conclusivamente un hecho delictivo como «biocrimen» es fundamental que queden excluidas las posibilidades de infección o enfermedad natural. Sin embargo, pueden darse casos en que el fallecido (o dañado) esté previamente enfermo y el «biocrimen» se perpetre de modo que acelere o desencadene un desenlace clínicamente fatal, pero que era previsible a medio o largo plazo. En tales casos deberá extremarse la obtención de datos forenses tanto a nivel clínico como genético, microbiológico y biotecnológico. A nuestro entender, el «biocrimen» es un delito que afecta a la esencia biológica del ser humano, su dignidad e integridad. Dada la globalización tanto del conocimiento biotecnológico como de sus métodos y procesos, y lo que es particularmente inquietante, la relativa facilidad de acceso a instalaciones potencialmente capaces de producir agentes biológicos, este tipo de delitos puede adquirir rango internacional con suma facilidad. Por ello entendemos que desde la perspectiva de la ciencia forense, debe estudiarse y legislarse no solo a nivel nacional sino también a internacional puesto que la gran mayoría de instalaciones y procesos destinados a producir y acondicionar microorganismos para los tres fines están a fecha de hoy internacionalizados. Tras lo dicho, entendemos que las diferencias entre las legis laciones nacionales e internacionales en el caso del «biocrimen» pueden ser un riesgo añadido para la población de nuestro planeta. Es por ello que consideramos que tiene que haber propuestas de lege ferenda dirigidas a reducir drásticamente esas diferencias y además que incluyan principios generales y avanzados que tengan validez tanto a nivel jurídico como tecnocientífico. No cabe duda que el desarrollo de la ciencia ha ayudado al ser humano a evolucionar y mejorar su existencia. Sin embargo, no es menos cierto que la utilización indebida, cuando no abusiva, por parte de los transgresores de los valores fundamentales humanos pueden dar al traste con los principios éticos fundamentales de la humanidad. Es precisamente ante tal posibilidad que la Ley (nacional, pero especialmente internacional) debe desarrollar y aplicar todos sus recursos para impedir la deriva inmoral de las aplicaciones de la biotecnología. Dado el alto grado de peligro social que conlleva este tipo de delitos, entendemos que esos cambios son más que urgentes puesto que es la especie humana y sus valores éticos los que está en juego. VI. CONCLUSIONES Y PERSPECTIVAS DE FUTURO En el caso de la guerra biológica y del bioterrorismo es clave confirmar en primer lugar que estamos padeciendo un ataque. En segundo lugar, debe procederse a la alerta sanitaria para contener el brote patológico y proceder a la correcta atención de los afectados. La amenaza bioterrorista es real, aunque para realizar un acto de este tipo se necesita una cierta infraestructura, que por desgracia puede ser que exista en algunos países extremistas con suficientes recursos económicos. En el mundo occidental, los Estados Unidos han sido pioneros en implementar los protocolos de actuación respecto a la posibilidad de guerra biológica, que estaban principalmente bajo la organización del estamento militar. Los ataques bioterroristas mediante cartas con esporas de Bacillusanthracis del 2001 en los Estados Unidos cambiaron esta perspectiva e impulsaron en gran medida lo que hoy conocemos como Microbiología forense, con todo una metodología perfectamente establecida desde la recogida de las muestras hasta la presentación de los resultados con su correcta interpretación en los Tribunales de Justicia (14) . El biocrimen se relaciona estrechamente con el bioterrorismo en cuanto a preparación del arma (un microorganismo), pero el objetivo acostumbra a ser una persona o personas muy determinadas. Muchos casos de biocrímenes no son actos intencionados de producir la enfermedad o la muerte, sino que se trata de negligencias de diferentes tipos. Sin embargo, en los tres niveles (guerra biológica, bioterrorismo y biocrimen) es imprescindible conocer su origen para identificar a los responsables. Aquí tiene un papel destacado la Genética forense de los microorganismos. Como en el caso de LA LEY Penal nº 118, enero-febrero 2016, Nº 118, 1 de ene. de 2016, Editorial LA LEY 7 / 10 (1) (2) (3) (4) (5) (6) los humanos utiliza el ADN, pero de una manera algo diferente, debido a las particularidades de las bacterias y los virus. Como hemos descrito a lo largo de este artículo, las semejanzas (o no) nos van a permitir descubrir el origen de un brote infectivo y con ellos la posibilidad de reconocer al responsable. También hemos indicado el camino a seguir para que la información proporcionada por esta rama de la Genética forense pueda ser admitida por los Tribunales de Justicia. El caso del anestesista de Valencia demuestra que nuestro país está en el buen camino en la integración entre la ciencia aplicada a los microorganismos y su utilización por la Administración de Justicia. Entre todos, pero especialmente con la contribución de juristas y científicos, hemos de seguir avanzando para satisfacer las aspiraciones de nuestra sociedad a la hora de detectar, perseguir y juzgar el crimen que utiliza armas biológicas. Notas Una buena revisión histórica sobre el uso de los microrganismos con fines bélicos, bioterrorismo o biocrímenes puede encontrarse en: Budowle, B. et al., «Microbial forensics: the next forensic challenge», Int. J. Legal Med., 2005, 119, 317–330. Para los lectores interesados en el tema de la historia de la guerra biológica recomendamos: Guillemin, J.,Biological weapons, Columbia University Press. N.Y., 2005; Markotic, A. et al., «Bioterrorism and Forensic Microbiology», Primorac, D. and Schanfield, M. eds., Forensic DNA applications. An interdisciplinary perspective, Boca Raton, FL, U.S.A., CRC Press, 2014. Sobre el tema particular del desarrollo de las armas biológicas por parte del ejército japonés y su investigación con humanos pensamos que una buena fuente de información es: Harris, S., «Japanese Biological warfare research on humans», Zilinskas, R .A. ed., The Microbiologist and Biological defense research: Ethics, politics and international security. N.Y., The New York Academy of Sciences, págs. 21–52, 1992. Ver Texto Respecto al ataque terrorista con esporas de carbunco acaecido en 2001, una buena fuente de consulta es: Keim, P., Microbial forensics: a scientific assessment, Washington D.C. The American Academy of Microbiology, págs. 1–19, 2002. Ver Texto Las fugas accidentales de microorganismos patógenos son un problema grave para la salud de la ciudadanía. Por ejemplo, se produjo una fuga de microorganismos de una planta soviética dedicada a armas biológicas. En concreto, en 1979 se liberaron al exterior esporas de carbunco y como consecuencia murieron 66 personas en lazona de Sverdlovsk (actual Rusia). El gobierno soviético atribuyó las muertes a una contaminación alimentaria, pero posteriormente se pudo demostrar que las víctimas murieron por una fuga accidental en forma de aerosol de una planta secreta de armas biológicas. En 2015 se produjo un envío por error de muestras vivas de esporas de carbunco desde un centro militar situado en Utah a laboratorios privados de nueve estados de la Unión y también a uno de Corea de Sur. Parece que el error fue un fallo en el etiquetaje. Detalles sobre este caso reciente y otros relacionados pueden encontrarse en: Taylor, M. «Pentagon accidentally ships live anthrax samples to 9 states», Forensic Magazine, 5th May 2015. Ver Texto Detalles particulares respecto a los procedimientos y protocolos de actuación de la Microbiología forense pueden encontrarse en: Budowle, B. et al., «Microbial forensics: the next forensic challenge», Int. J. Legal Med., 2005, 119, 317–330; Butler, J.M, Advanced topics in forensic DNA typing: Methodology. Waltham, MA, U.S. A., Elsevier Academic Press, 2012; Markotic, A. et al., «Bioterrorism and Forensic Microbiology», Primorac, D. and Schanfield, M. ed., Forensic DNA applications.An interdisciplinary perspective, Boca Raton, FL, U.S.A., CRC Press, 2014. Ver Texto Respecto a los procedimientos generales de actuación de las ciencias forenses recomendamos la lectura de: Houck, M.M. and Siegel, J.A. Fundamentals of Forensicsciences. Burlington, MA. U.S.A. Elsevier Academic Press,2006; Mestres, F. y Vives-Rego, J. «Justicia y ciencia. Uniendo lo mejor de ambos mundos», Revista Electrónica de Ciencia Penal y Criminología, 2015, 17–04: 1–12. Ver Texto Estos aspectos han sido tratados en profundidad en alguno de nuestros trabajos previos. Los autores interesados en ellos pueden consultar: Mestres, F . y Vives-Rego, J. , «La utilización forense de la huella genética (secuencia del ADN o ácido desoxirribonucleico ): aspectos científicos, periciales, procesales, sociales yéticos», La Ley Penal, 2009, 61, 46–61; Mestres , F. y Vives-Rego, «Bancos y bases de datos genéticos para usos forenses», Revista del Poder Judicial, 2010 , 89, 239–263; Mestres, F. y Vives-Rego, J., «Identificación de características forenses avanzadas a partir del ADN: etnogeografía, patología delictiva y LA LEY Penal nº 118, enero-febrero 2016, Nº 118, 1 de ene. de 2016, Editorial LA LEY 8 / 10 (7) (8) (9) (10) (11) (12) (13) morfoanatomía», La Ley Penal, 2012,91, 48-56; Mestres, F. y Vives-Rego, J., «La resolución de casos abierto, exoneraciones y análisis familiares por medio de la Genética avanzada. Aspectos forenses, sociales y éticos», Revista Electrónica de Ciencia Penal y Criminología, 2012, 14: 04:1-04:18. Ver Texto Pensamos que no es relevante en este artículo entrar en detalles sobre estos procesos. Si algún lector está interesado en ellos le sugerimos las siguientes fuentes bibliográficas de consulta: Klug, W.S. et al. Conceptos de Genética . 8.ª ed. Madrid. Pearson Educación S.A. 2006; Griffiths, A.J.F. et al. Genética. 9.ª ed. Madrid. Mc Graw-Hill, 2008; Benito, C. y Espino, F.J. Genética. Conceptos esenciales. Madrid. Ed. Médica Panamericana , 2012; Pierce, B.A. Genética. Un enfoque conceptual. 5.ª ed. Madrid. Editorial Médica Panamericana, 2016 . Ver Texto La cepa Ames de Bacillusanthracis no debe confundirse con el denominado test de Ames. Esta prueba fue puesta a punto por Bruce N. Ames en el año 1974. Con ella se puede evaluar los efectos mutágenos (y posiblemente carcinogénicos) de compuestos químicos utilizando cuatro cepas especiales de la bacteria Salmonella typhimurium seleccionadas por su sensibilidad y especificidad frente a dichos compuestos. Es una prueba importante para valorar la seguridad de los compuestos químicos y hoy en día aún se utiliza. Para información detallada sobre cómo funciona recomendamos las siguientes fuentes bibliográficas: King, R.C. and Stansfield, W.D. A dictionary of Genetics. 4th ed. N.Y. Oxford University Press, 1990; Klug, W.S. et al. Conceptos de Genética. 8.ª ed. Madrid. Pearson Educación S.A., 2008; Griffiths, A.J.F. et al. Genética. 9.ª ed. Madrid. Mc Graw-Hill, 2008; Pierce, B.A. Genética. Un enfoque conceptual. 5.ª ed. Madrid. Editorial Médica Panamericana, 2016. Ver Texto Los lectores interesados en estos casos pueden obtener más información a partir de: Keim, P., Microbial forensics: a scientific assessment, Washington D.C. The American Academy of Microbiology, págs. 1–19, 2002; Keim, P. et al., «Microbial forensics: DNA fingerprinting of Bacillus anthracis (Anthrax)», Anal. Chem., 2008, 80, 4791 –4798; Hari, K.L. et al., «The Microbial Rosetta Stone: a database system for tracking infectious microorganisms », Int. J. Legal Med., 2009, 123, 65–69; Cummings, C.A. et al., «Whole- genome typing of Bacillus anthracis isolates by next-generation sequencing accurately and rapidly identifies strain-specific diagnostic polymorphisms», Forensic Sci. Intern.: Genetics, 2009, Supp Series 2, 300–301. Ver Texto Para más información sobre estos casos puede consultarse: Budowle, B. et al., «Microbial forensics: the next forensic challenge», Int. J. Legal Med., 2005, 119, 317–330. Ver Texto En la nota 5 se presenta información bibliográfica sobre el tema genérico de la aceptación de una prueba científica en un Tribunal de Justicia. Para el caso concreto de la Genética bacteriana en el ámbito forense recomendamos: Budowle, B. et al. «Criteria for validation of methods in Microbial Forensics», Appl. Environ.Microbiol., 2008, 74, 5599-5607; Page , D. «Microbial Forensics», Forensic Magazine, 13 January 2015. Ver Texto El lector que precise más información básica sobre el campo científico de la Filogenia molecular puede leer las publicaciones siguientes: Ayala, F.J. y Kiger jr., J.A. Genética Moderna. Barcelona. Ed. Omega, 1984; Fontdevila , A. y Moya, A. Evolución. Origen, adaptación y divergencia de las especies. Madrid Ed. Síntesis, 2003; Benito, C. y Espino, F.J. Genética. Conceptos esenciales. Madrid. Ed. Médica Panamericana , 2012. Ver Texto Una descripción detallada de estos casos y otros adicionales puede encontrarse en: Ou, C.-Y.et al. «Molecular epidemiology of HIV transmission in a dental practice», Science, 1992, 256, 1165-1171; Homes, E.C. et al . «Molecular investigation of Human Immunodeficiency Virus (HIV) infection in a patient of a HIV-infected surgeon», J. Infect. Dis., 1993, 167, 1411-1414; Albert, J. et al. «Analysis of a rape case by direct sequencing of the Human Immunodeficiency Virus type 1 pol and gag genes», J. Virol., 1994, 68, 5918-5924; Blanchard, A. et al. « Molecular evidence for nosocomial transmission of Human Immunodeficiency Virus from a surgeon to one of his patients», J. Virol., 1998, 72, 4537-4540; Metzer, M.L. et al. «Molecular evidence of HIV-201 transmission in a criminal case» , Proc. Natl. Acad. Sci. USA, 2002, 99, 14292-14297; Scaduto, D.I. et al. «Source of identification in two criminal cases using phylogenetic analysis of HIV-201 DNA sequences», Proc. Natl. Acad. Sci. USA, 2010, 107, 21242-21247 ; González- Candelas. F.«L’Evolució en els tribunals. Aplicacions forenses de les filogènies moleculars», Mètode UV, 2013, 78, 88-95; González- Candelas, F. et al. «Molecular evolution in court: analysis of a large hepatitis C virus outbreak from an evolving source», BMC Biology, 2013, 11, 76. Ver Texto LA LEY Penal nº 118, enero-febrero 2016, Nº 118, 1 de ene. de 2016, Editorial LA LEY 9 / 10 (14) Para más información sobre el tema de la Microbiología forense en general y sus implicaciones judiciales recomendamos las siguientes referencias bibliográficas: Budowle, B. et al. «Building Microbial forensics as a response to bioterrorism», Science, 2003, 301, 1852 -1853; Keim, P., Microbial forensics: a scientific assessment, Washington D.C. The American Academy of Microbiology, págs. 1–19, 2002; Bubowle, B. et al. «Toward a system of Microbial forensics: from samplecollection to interpretation of evidence», Appl. and Environ. Microbiol., 2005, 71, 2209-2213; Bubowle, B. et al. «Microbial forensics: the next forensic challenge», Int. J. Legal Med., 2005, 119, 317-330; Bubowle, B. et al. «Criteria for validation of methods in Microbial forensics», Appl. and Environ. Microbiol., 2008, 74, 5599-5607; Markotic, A. et al., «Bioterrorism and Forensic Microbiology», Primorac, D. and Schanfield , M. eds., Forensic DNA applications. An interdisciplinary perspective, Boca Raton, FL, U.S.A., CRC Press, 2014. Ver Texto LA LEY Penal nº 118, enero-febrero 2016, Nº 118, 1 de ene. de 2016, Editorial LA LEY 10 / 10
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