Descarga la aplicación para disfrutar aún más
Vista previa del material en texto
9. La maternidad como cultura. Algunas cuestiones sobre lactancia materna y cuidado infantil! Mari Luz Esteban Introducción La antropología se ha ocupado desde siempre de aspectos diversos de la salud y la enfermedad en todo tipo de sociedades. Pero la me- dicina occídental no ha sído considerada un objeto de estudio más hasta las últimas décadas. Esto se ha debido al etnocentrismo de la disciplina y al lugar que la ciencia y la medicina «científica» ocupan dentro de los engranajes de la cultura occidental, como sistemas de representaciones y prácticas y de conformación de un determinado orden social. Otro aspecto que ha sido analizado desde una perspec- tiva etnocéntrica y sesgada ha sido el de la maternidad, en su doble dimensión biológica y social. Sin embargo, tanto el ámbito médico- científico como la maternidad son campos prívílegíados para com- probar la articulación entre cultura e ideología, y entre distintos fac- tores de desigualdad. Los ámbitos médíco y psícológico tienen un protagonismo fun- damental, tanto en la generación de los discursos hegemónicos como en la proyección de una idea naturalizada e intocable de maternídad que no permite evidenciar, ni siquiera dentro de las ciencias sociales, los diferentes factores socioculturales y experiencias en torno al cui- dado de las criaturas. En este capítulo se hace un análisís crítico de la ideología occidental hegemónica en relación con la maternidad, argu- mentando que se inscribe en un determinado sistema de género y foro 1. Este capítulo es una versión ampliada de dos anteriores: véase Esteban (1999a y 1999b). 208----------- Medicina y cultura rna parte de las reacciones actuales contra los avances de las mujeres. En la primera parte se dará una visión general de las fases de revitali- zación de esta ideología en los dos últimos siglos, de su articulación con la evolución del pensamiento y de la sociedad occidental, y de sus características, para posteriormente analizar dos temas que adquieren especial relevancia en la época actual: la importancia dada al cuidado materno de las criaturas y la promoción de la lactancia materna. Feminismo, sistema de género y reacción contra las mujeres Dentro del pensamiento feminista y de la antropología feminista, exis- ten diferentes corrientes y formas de explicar las desigualdades de gé- nero. Parto de la idea de que las sociedades se estructuran como siste- mas de género, que deben ser analizados como sistemas de poder y estructuras complejas, en las que distintas subestructuras materiales y simbólicas y espacios sociales están interrelacionadas de forma di- námica (Connell, 1987; Saltzman, 1992). Ámbitos fundamentales den- tro de los sistemas de género, como comprobaremos también en el tema de la maternidad, son la estructuración de las diferencias de po- der, la división del trabajo productivo y reproductivo y la configura- ción de las emociones: Hablar de sistemas de género implica dejar de hablar de «mujeres» y de «hombres» como colectivos reificados a cada uno de los cuales se atribuye características y cualidades específicas, para hablar de con- textos históricos y sociales concretos en los que estos sistemas surgen, se reproducen y cambian. Ahora bien, si la construcción social del sexo (el género) se muestra como un aspecto ineludible en el análisis de la construcción de las desigualdades, el género no agota la explicación de dicha construcción y desde la antropología feminista se insiste en la necesidad de tener en cuenta otras variables, como son las de clase so- cial, procedencia étnica, edad, nacionalidad y opción sexual en la pro- ducción de relaciones jerárquicas entre las personas. Lo mismo su- cederá en el caso inverso, ninguna de estas estructuras sociales de desigualdad explicarán en sí mismas divisiones y jerarquizaciones so- ciales si no se tiene en cuenta el papel que el género juega como prin- cipio estructurador social (Diez y Esteban, 1999, p. 8). La maternidad como cultura 209 Desde que aparece el feminismo en el siglo XIX, se han produci- do reacciones sociales ante los cambios provocados por las mujeres.' Los protagonistas, contenidos, argumentos y proyecciones son dife- rentes, dependiendo de los contextos sociohistóricos, pero se dan una serie de constantes que aparecerán también en el tema de este artícu- lo, la maternidad. Las reacciones surgen cuando las mujeres pretenden ocupar es- pacios o desempeñar funciones correspondientes anteriormente a los hombres. El objetivo es mantener un determinado orden social (donde el género, la clase y la etnia/raza aparecen articulados), para lo cual es fundamental el control del papel de las mujeres. Es decir, son ejerci- cios de poder. Los protagonistas pueden ser hombres, mujeres o grupos mix- tos, expertos o ciudadanos. Desde el feminismo se han estudiado más las surgidas dentro de ámbitos masculinizados y menos las que provienen de mujeres. Sin embargo, como veremos en el tema de la promoción de la lactancia materna, el análisis de las posiciones no favorables de las mujeres ante los avances del feminismo permiten abordar y debatir temas a veces ni siquiera identificados como pro- blemas por la teoría y práctica feministas, con lo cual el proceso se enriquece (Esteban, 1999b). Las distintas disciplinas científicas son un instrumento muy im- portante para deslegitimar ciertos cambios en la vida de las mujeres. En el caso de la maternidad, la medicina (más en concreto, la pedia- tría) y la psicología tienen un papel muy importante y creciente, a pe- sar de que se hayan «democratizado» sus formas de intervención so- cial y sanitaria. Los distintos protagonistas no siempre son conscientes de las consecuencias últimas de su forma de pensar o actuar, sino que se ins- criben en una ideología social general. En el caso de la maternidad, muchos de los argumentos y prácticas se basan en una defensa etno- centrista y universalizadora de los derechos y del bienestar de las criaturas, que deja al margen e incluso oculta las condiciones de vida concretas y diferentes de las mujeres y los grupos domésticos en los 2. Uno de los análisismásgenerales de lareacción contra el feminismo, centrado en la sociedad estadounidense actual, es el de Susan Faludi (1993). 210~ Medicinay cultura que crecen las criaturas. Plantean además objetivos que entran en contradicción directa con la defensa de una mayor capacidad de deci- sión y libertad para las mujeres, y en concreto las madres, que, por lo general, son las principales responsables de su cuidado. Evolución y características de la ideología de la maternidad Existen distintos libros y artículos que analizan la ideología occiden- tal de la maternidad, poniendo de manifiesto la importancia de las di- ferencias históricas, culturales, étnicas y/o de clase, que han servido de base para este artículo (Badinter, 1984; Moreno y Soto 1993; Glenn, Chang y Forcey 1994; Díez, 1995; Scheper-Hughes, 1997; Hays, 1998). Desde finales del siglo XIX se pueden distinguir tres períodos en que esa ideología toma especial fuerza: el primero, a finales del si- glo XIX; el segundo, en el período de entreguerras; y el tercero, en la época actual. En los tres se da una continuidad en las ideas sobre los roles de hombres y mujeres, la familia, y la diferenciación de los ám- bitos público y privado. En el siglo XIX, con el predominio del evolucionismo como teo- ría biológica y social, asistimos a una proliferación de discursos acerca de la subordinación de las mujeres y su papel como reproduc- toras, las relaciones entre los sexos, la familia, el matrimonio y la se- xualidad, que constituyeron un medio fundamental de control y po- der, vinculados a la industrialización, la concentración urbana, las preocupaciones raciales y los intereses en torno a la eugenesia y la reproducción de la población. Estas ideologías familiares y domésti- cas vuelven a tomar fuerza en el período comprendido entre las dos guerras mundiales, cuando se presiona a las mujeres para dejar el mercado de trabajo y se reestructuranlas relaciones heterosexuales, reafirmándose la dependencia sexual, emocional y económica de las mujeres (Maquieira, 1997). Factores diversos, como, por ejemplo, caos social en Europa debido a las guerras mundiales, y la ausencia de los hombres de muchos hogares, facilitaron la preocupación por la infancia y el que ésta se haya convertido en un bien social muy im- portante (Moreno y Soto 1993. La maternidad como cultura 211 Pues bien, en estos últimos años, y relacionado con diferentes factores (descenso de la natalidad y envejecimiento de la población en los países del Norte, implantación y éxito social del feminismo, cambios en la economía y la política a nivel mundial que han produ- cido nuevas formas de materialización de las desigualdades socia- les ...), se está produciendo un relanzamiento de estas ideologías, que abarcan diferentes niveles, pero con la constante de la hipervalora- . ción de las criaturas y del papel de las mujeres.' En cuanto a la evolución de las ideas más directamente relacio- nadas con el cuidado de la infancia, Amparo Moreno y Pilar Soto (1993) señalan que muchas de los planteamientos actuales tienen su origen en el siglo XVIII, cuando se empieza a teorizar sobre la impor- tancia de los padres/madres respecto a los hijos/as. En el siglo XIX, se subraya la imporIancia de la figura materna, sobre la que se deposita toda la responsabilidad del futuro bienestar físico y mental de su hijo. Finalmente, en el siglo xx se da un paso más, culpabilizando a las madres del no cumplimiento de su papel, al tiempo que la psicología (y yo añadiría, la pediatría) comienza a tener un papel fundamental, generándose diferentes teorías para subrayar la necesidad de la rela- ción madre/hijo-a y las consecuencias de la privación maternal, entre las que destaca la teoría del apego de John Bowlby de mediados de si- glo,' que, aunque ha sido revisada, sigue teniendo influencia. Centrándonos ahora en las características principales de esta ideología, destacaría en primer lugar que se trata de una ideología de género, puesto que conceptualiza de una manera desigual y jerarqui- zada las funciones y los espacios de los hombres y las mujeres. Un elemento importante es la contradicción implícita entre los cuidados teóricos necesitados por las criaturas (sobre todo las más pequeñas), 3. La «Ley para promover la conciliación de la vida familiar y laboral de las perso- nas trabajadoras» que quiere sacar el Partido Popular estaría en la misma línea (véase el Anteproyecto de los ministerios de Trabajo y Asuntos Sociales, Justicia y Admi- nistraciones Públicas). Desde esta ley se pretenden regular cuestiones relativas a la maternidad y a la atención de enfermedades crónicas e incapacitantes. Además, los cambios que se han experimentado en los últimos años en la sani- dad pública, tiempos más cortos de hospitalización para operaciones, etc., al margen de que puedan pretender racionalizar la atención y el gasto público, se enmarcan tam- bién en planteamientos similares. 4. Hay diferentes traducciones al castellano del trabajo de Bowlby. Véase, por ejem- plo, Bowlby (1989). 212 Medicina y cultura donde el requisito es la dedicación exclusiva directa o indirecta por parte de las madres, y la incorporación de éstas al ámbito laboral y público. Sharon Hays (1998) lo define como un modelo "de materni- dad intensiva», que provoca en muchas mujeres una sensación de in- compatibilidad entre ambos ámbitos, incluso paradójicamente más en aquellas que tienen una experiencia positiva de sus empleos o fun- ciones sociales, porque suele coincidir que son ellas, por estatus y ni- vel de vida, las que más se acercan en sus ideas a los discursos hege- mónicos. Es además una ideología totalmente culpabilizadora, puesto que negativiza la actitud de aquellas que hacen y/o sienten las cosas de otra manera, de las malas madres, de las desnaturalizadas, gene- rando además dobles discursos, privados y públicos. Desde esta filo- sofía, y aunque se incluya a los padres, se defiende un modelo total- mente en contradicción con la filosofía feminista del reparto de todo el trabajo, el productivo y el reproductivo, y con la equiparación so- cial real de mujeres y hombres. Pero es también una ideología cultural, étnica y de clase, que se genera dentro de un contexto social determinado, la clase media blan- ca occidental, y que se impone al resto del mundo como modelo uni- versal, legitimando un determinado sistema de estratificación social. Esto no quiere decir que las experiencias de las madres sean univer- sales, ni siquiera dentro de la misma sociedad. Centrar los análisis en grupos concretos, marginales o no, y en áreas geográficas diversas, nos permite acceder a experiencias que pueden ser totalmente dife- rentes, y que sirven para poner en cuestión las teorías hegemónicas occidentales. En este sentido, Evelyn Nakano Oleen (1994, p. 7) se- ñala que en Estados Unidos, las jerarquías de clase y raza dan lugar a similitudes y diferencias entre las madres blancas de clase media y las madres trabajadoras de grupos marcados étnicamente. Por su parte, Patricia Hill Collins (1994), a partir de su trabajo con mujeres afro- americanas, critica el hecho de que se haya generalizado a partir de un determinado sector social, provocando que se den por asumidas cuestiones totalmente problemáticas y peligrosas: primero, la idea de que todas las madres y criaturas disfrutan de un adecuado nivel de vida para satisfacer sus necesidades; segundo, que las madres pueden per- cibirse como personas autónomas, y no como en muchos casos ocu- rre como miembros de comunidades con problemas importantes para sobrevivir. La maternidad como cultura 213 Uno de los análisis culturales de la maternidad más importantes es el de Nancy Scheper-Hughes, publicado en castellano con el título de La muerte sin llanto. Violencia y vida cotidiana en Brasil, y lleva- do a cabo en una zona muy pobre del norte del Brasil (1997). Las mu- jeres del Alto do Cruzeiro viven en unas condiciones de vida extre- mas, en un contexto donde se da un modelo de procreación con unos índices de natalidad y de mortalidad infantil altísimos. Esta autora aborda, entre otros, el tema de las relaciones afectivas que se estable- cen entre madres e hijos de distintas edades donde, por ejemplo, no se encuentran duelos por la muerte de criaturas menores de un año, muy habituales en nuestro entorno (influidos también por la construcción y la importancia de esa experiencia desde las teorías psicológicas). La ausencia de duelos la relaciona con las condiciones económicas de aquella zona, con cómo se elabora el proceso de humanización/per- sonificación de las criaturas (diferente y más largo en el tiempo en comparación con el que se hace en nuestra cultura), y con las prácti- cas de las madres que optan por sacar adelante a los hijos que tienen más posibilidades de sobrevivir en aquel medio. Las experiencias de estas mujeres le sirven de base a esta autora para hacer una crítica fe- roz al etnocentrismo y clasisrno de las teorías psicológicas al uso, centradas además muchas veces exclusivamente en el análisis de las mujeres, y en concreto de las madres. Por el trabajo riguroso e inno- vador que nos ofrece, es una etnografía que permite comprobar de qué forma se construyen culturalmente dentro de contextos sociales e históricos determinados las prácticas cotidianas de la gente, sus emo- ciones y valores. Algo que muchas veces es difícil incluso para los propios antropólogos que, por su posición social y laboral general, y por tratarse de un tema como la maternidad que está tan esencializa- do y naturalizado, forman parte también en muchos aspectos de la ideología dominante. Algunas autoras, como las mismas Oleen (1994) y Scheper- Hughes (1997), llevan sus críticas a todo tipo de teorías, poniendo también en cuestión parte del trabajo feminista sobre la maternidad y las relaciones madre/hijo-a, por su énfasis en la universalización y la aplicación etnocéntrica de ciertos principios médicos y psicológicos.En esta línea, en una publicación anterior (1996) he defendido que muchos de los discursos feministas, sobre todo los centrados en la re- producción y la salud, aunque ponen mucho énfasis en la dimensión 214 Medicina y cultura social de la desigualdad de las mujeres y su diversidad, comparten con el estamento médico y científico algunos principios biologicistas y esencialistas sobre el ser mujer,' que no les permiten romper total- mente el universalismo y etnocentrismo de sus teorías, además de impedirles entender debidamente la experiencia de ciertos colectivos de mujeres. Ya en nuestro entorno, hay algunos trabajos, como el de Car- men Díez (1999), centrados en la diversidad de experiencias e in- cluso en los conflictos que aparecen en la vida de las mujeres para compaginar la esfera pública y privada en su vida cotidiana. Díez lleva a cabo su estudio en dos zonas diferentes de Euskal Herria, la comarca de Donostialdea (Gipuzkoa) y la de la Ribera de Navarra, defendiendo la necesidad de una «visión compleja de la maternidad que obliga a alejarse de visiones que la reifican y naturalizan», sub- rayando que si bien la maternidad sigue siendo una metáfora organizadora en nues- tra sociedad, las respuestas de las mujeres son diversas, como se muestra en los grupos e individualidades estudiados, y que las distin- tas vivencias, desde diferentes situaciones observadas (mujeres que optan por la no-maternidad, mujeres que no descartan la maternidad en un futuro, mujeres que asumieron hace tiempo la maternidad, y mujeres que están viviendo su primera experiencia como madres), te- niendo en cuenta variables de edad, situación económica y contexto etnográfico, presentan visiones y momentos diferentes de la materni- dad y, en conjunto, permiten obtener una idea más real de lo que la maternidad representa, que la que ofrecen las ideologías dominantes (Diez, 1999). Otra cuestión que apunta es que, aunque en el imaginario feme- nino la idealización de la maternidad sigue teniendo un espacio muy importante, en la actualidad las mujeres miden las consecuencias que la maternidad va a tener en sus vidas. 5. Para un análisis de la comparación entre discursos médico-científicos y feminis- tas acerca de la salud y el cuerpo de las mujeres, véase Esteban (1996). La maternidad como cultura 215 La importancia dada al cuidado materno y al bienestar de las criaturas En este apartado voy a analizar el énfasis dado en nuestra sociedad a la importancia del cuidado materno y a la búsqueda del bienestar para las criaturas, en relación con dos cuestiones concretas: el debate en torno a la escolarización temprana y el rechazo a las guarderías. En Euskal Herria, a pesar de no ser obligatorio, la mayoría ab- soluta de los niños son escolarizados a los dos años, existiendo para ello suficiente oferta privada y pública, y no variando esto en función de la situación laboral de la madre. Es más, existe un cierto conven- cimiento social general de que la escolarización temprana es un logro tanto para las madres como para las mismas criaturas. Creo además, que esta es la tendencia en el resto del Estado Español. Sin embargo, en los últimos tiempos se está extendiendo una cierta preocupación (más entre enseñantes que entre padres/madres y habría que analizar bien por qué) acerca de la institucionalización de los más pequeños, la forma en que se da la integración en la escuela y los posibles problemas psicoafectivos que pudieran surgir a la larga en el desarrollo de las criaturas, por la supuesta separación traumáti- ca respecto a los padres. Por otra parte, últimamente la prensa se ha hecho eco de la noticia de que en Norteamérica existe un movimien- to de padres y madres a los que la escuela no les parece una buena al- ternativa, y también en Barcelona existe un colectivo de estas caracte- rísticas. De todas formas, esta preocupación se da de manera simultánea a una petición cada vez más creciente, por lo menos dentro de distin- tos colectivos sociales y sindicales de izquierda, de la escolarización desde los Oaños, aunque no sabría decir hasta qué punto esto es algo sentido mayoritariamente incluso dentro de dichos colectivos. Ya hace unos años, la Comisión de Educación de la Asamblea de Muje- res de Bi~kaia llevó a cabo una campaña cuyo objetivo era la escola- rización desde los primeros meses, que quedó incluida dentro de una más general sobre los cuidados domésticos por parte de las mujeres a las personas que no pueden valerse por sí mismas, cuya consigna fue «No al servicio familiar obligatorio. Insumisión». La reivindicación de la escolarización temprana despertó entonces posturas encontradas . incluso entre quienes la defendían. Algunas proclamaban la necesi- 216 ---- ~ Medicinay cultura dad de educación infantil desde el principio; otras se quedaban sola- mente con la idea de que la escolarización contribuye a solucionar el problema de la dedicación gratuita de las mujeres a los demás, ade- más de socializar a las criaturas en una determinada línea. En todo caso, aquella discusión sigue vigente e incluso creo que las diferentes posturas están todavía sin construirse. En relación directa con lo anterior, algo que me resulta curio- so es el rechazo de las guarderías, también llamadas escuelas infan- tiles, porque tiene una implantación social amplísima en gente de todas las clases sociales (aunque se da más en clases medias). Las guarderías han dejado en la práctica de estar de moda, por lo menos para las criaturas menores de 1 año, también entre las feministas. Digo en la práctica porque en algunos discursos se siguen incluyen- do como algo necesario para garantizar la emancipación de las mu- jeres. Para guiarnos por un dato numérico, en un pueblo como Ba- sauri (Bizkaia), con cerca de 50.000 habitantes, sólo existen 9 plazas para menores de 9 meses, al margen de que algunos padres puedan estar utilizando recursos de localidades vecinas. Es verdad que hay lugares donde no existen bastantes plazas para las demandas exis- tentes, pero, en general, la gente con empleo elige otras opciones para el cuidado de sus hijos. Las guarderías, no sólo no están de moda, sino que además hay una cierta ofensiva contra ellas, con planteamientos diferentes: des- de que las criaturas están mal atendidas, que defiende más la gente mayor, hasta que los bebés de guarderías se enferman más, idea to- talmente extendida entre los pediatras, por ejemplo. La verdad es que no tengo datos contrastados sobre la incidencia de las enferme- dades en niños que vayan o no a guarderías. Como creo que no los tienen la mayoría de la gente que las ataca, ni siquiera desde la sani- dad. Una colega me habló de un artículo en el que la única conclu- sión al respecto era una tasa ligeramente mayor de otitis en criaturas de guarderías. Pero llama la atención que nadie hable nunca de nin- gún elemento positivo: no sólo de la cuestión económica (sea priva- da o pública, siempre es más barata que una empleada de hogar bien pagada), sino nada en relación con las criaturas, más en un modelo de procreación como el actual, de pocos hijos o incluso hijos únicos. Por ejemplo, las trabajadoras de guarderías, por formación y expe- nencia, suelen tener criterios más acertados y contrastados para la La maternidad como cultura 217 introducción de ciertos hábitos en la infancia que la mayoría de los padres/madres. Poco paulatinamente y sin que se hable mucho de ello, se ha ido implantando una opinión doble respecto al cuidado de la infancia: 1) que quien mejor puede cuidar a un bebé es su madre, o en su defec- to un familiar cercano, padre, abuela, hermana, o una empleada de ho- gar; y 2) que el entorno mejor y más seguro para las criaturas es la casa, cuando en general las guarderías están mucho mejor acondicionadas y con menos peligros, sobre todo cuando los niños comienzan a mover- se. Esto se adorna con ideas no demostradas acerca de lo negativo de introducir a las criaturas en rutinas y disciplinas horarias desde peque- ñitas, que no están en absoluto demostradas.Es más, la ausencia de lí- mites y el exceso de negociación y complacencia que caracteriza en gran parte la educación infantil actual va a provocar que produzcamos personas inseguras y con bajísima tolerancia a la frustración. La discusión en torno al cuidado e institucionalización de los ni- ños puede ser muy amplia y compleja, y los argumentos muy variados. Es verdad que algunas reflexiones y preocupaciones acerca de, por ejemplo, los derechos de los niños son necesarias. Aunque muchas ve- ces se critican y se intentan combatir desde Occidente fenómenos como el trabajo infantil en distintos países del tercer mundo, favoreci- dos por el sistema económico y político global que se impulsa desde la propia sociedad occidental. No está comprobado que los niños de otras culturas y otras épocas históricas tengan más problemas psicológicos que los nuestros, y en esto pueden ser muy apartadores los estudios antropológicos. Sería necesario que, por ejemplo, analizáramos en profundidad los distintos modos de socialización de las criaturas, don- de muchas veces las personas responsables no son las madres o las mujeres. o no exclusivamente." El problema principal que tenemos es que la maternidad es un tema tabú, intocable, en nuestra cultura, incluso dentro de la propia antropología. La relación madre/hijo-a se ha definido como la rela- ción afectiva por excelencia, la principal, al margen de que sea así o no en las experiencias concretas, y ocultándose totalmente el contex- to en el que esto surge y las consecuencias del mismo. 6. En el libro de Hays se puede encontrar una selección de obras que tratan sobre ex- periencias y realidades de otras culturas (1998, pp. 45-46). 218 Medicina y cultura La promoción de la lactancia materna Un segundo aspecto a analizar es la promoción de la lactancia mater- na. En primer lugar, hay que decir que la mayoría absoluta de las mu- jeres dan de mamar a sus hijos, si no hay problema físico para ello, aunque no está claro cuánto tiempo. De todas formas, según algunos datos, esta costumbre está bajando en las madres de edades más jóve- nes y mayores.' Los protagonistas principales de esta campaña son organizacio- nes internacionales como la Organización Mundial de la Salud (OMS), los pediatras y algunos colectivos de mujeres. En la Comuni- dad Autónoma Vasca, por ejemplo, Osakidetza (Servicio Vasco de Salud) ha puesto en marcha recientemente un programa de educación dirigido a mujeres embarazadas. La justificación de esta promoción es la salud de las criaturas, puesto que se piensa que es mejor tanto inmunológicamente como para su desarrollo psicoafectivo. Además, se añade que es más pla- centero para los niños, más barato y que garantiza mejor la alimenta- ción (dirigido esto sobre todo a los países del Sur). Pero, entre otras cosas, no queda claro cuánto tiempo habría que dar de mamar: un mes, tres, un año... Parece que cuanto más tiempo mejor, pero no está en absoluto delimitado. Algunos estudios hechos en ciudades del ter- cer mundo han puesto de manifiesto, por ejemplo, que la superviven- cia y buena salud de los recién nacidos y los bebés no depende de que sean amamantados o no, sino del nivel de vida de sus padres (agua corriente, adecuada atención médica, sanitarización de las calles y ca- sas, buena infraestructura de las viviendas, y un buen nivel de forma- ción de las madres) (Maher, 1995). Un aspecto cuestionado también es el tiempo durante el cual supuestamente los anticuerpos protegen a las criaturas frente a infecciones intestinales. Parece que no es mejor, sino peor, un período de lactancia superior a seis meses. Además, se ha comprobado que en lugares donde los hombres disponen de todos 7. Esta es por 10 menos la conclusión aparecida en el Informe 3-Las mujeres en la Comunidad Autonóma de Euskadi publicado por Emakunde (1992, p. 99). En el mis- mo se dan datos del período 1986-1990, pertenecientes a la Comunidad Autónoma Vasca. En los mismos se comprueba que las mujeres que empiezan a dar de mamar pa- san de ser el 73 por 100 en 1986 a ser el 68 por 100 en 1990, siendo mayor el descen- so en los últimos dos años. La maternidad como cultura 219 los ingresos y hay una desigualdad en el reparto incluso de la comida, las razones para que las mujeres prefieran utilizar leche de bote tienen que ver con que así disponen de dinero líquido y además pueden re- partir los gastos. Se benefician más de los ingresos familiares si no amamantan, puesto que físicamente no gastan tanta energía y su cuer- po descansa más (ibidem). Pero, en general, existe un gran desfase entre la convicción so- cial sobre el beneficio de la lactancia materna y los resultados cientí- ficos. Las investigaciones que se hacen están excesivamente enfoca- das a su defensa, además de estar muy sesgadas, puesto que no diversifican bien todas las situaciones posibles, no tienen en cuenta los contextos sociales y culturales, ni las opiniones, experiencias y estrategias diferentes de las madres y grupos domésticos. Se suele partir de la consideración de relaciones individualizadas entre madres e hijos, donde el fin principal es siempre el «bienestar>, de las criatu- ras, un bienestar definido desde el ámbito médico y psicológico. De todas formas, el tratamiento social de la lactancia materna presenta contradicciones, aunque se piense que es algo natural, y su práctica suele quedar recluida en el ámbito doméstico: en Estados Unidos, por ejemplo, se levantó hace poco tiempo en uno de sus estados la prohi- bición para amamantar en público. No tener en cuenta los factores locales y socioculturales que es- tán alrededor de muchos aspectos de la salud es un problema genera- lizado dentro del ámbito sanitario a nivel mundial, y fuente de refle- xión continua dentro de la antropología aplicada. Constituye, como ya sabemos, uno de los obstáculos más importantes para la puesta en marcha de los programas de intervención o de educación para la sa- lud, más allá de que los mismos objetivos de dichos programas sean revisables o no. Una de las pocas publicaciones que aborda el tema de la lactancia desde un punto de vista cultural es el editado por Vanes- sa Maher y titulado The Anthropology of Breast-feeding, donde apa- recen informaciones sobre trabajos empíricos llevados a cabo en dis- tintos países (\ 995). Sin negar que la lactancia materna pueda tener elementos posi- tivos para las criaturas y las madres en contextos diversos, y que pue- da ser necesario hacer educación para la salud en torno a la misma en lugares y momentos concretos, quiero llamar la atención sobre algu- nas cuestiones de gran importancia que suelen quedar ocultas en el 220 Medicina y cultura discurso que se hace sobre este tema. Por una parte, subrayar algo di- cho anteriormente: que en estas campañas en defensa de la lactancia materna no suelen aparecer prácticamente nunca las experiencias ti opiniones diversas de las madres (y/o otras personas de alrededor), que pueden ser positivas (unión afectiva, placer físico ...) y/o negati- vas, omplicaciones, dolor, sujeción horaria, dependencia...), ade- más de que se incluyen en procesos que deben ser analizados desde una perspectiva dinámica. Los únicos protagonistas son los expertos (más en concreto, los pediatras), que quedan revestidos de todo el poder, y en segundo lugar, las mujeres que tienen una postura mili- tante a favor. No se cita en ningún momento que dar de mamar es un derecho, no una obligación para las mujeres, de manera similar a otros aspec- tos del cuerpo y la salud (el aborto, por ejemplo), y que exige un es- fuerzo y un gasto de energía para las que lo practican. Para algunas, dar o no de mamar o interrumpir la lactancia en un momento deter- minado puede ser un ejercicio de autodeterminación, además de que no querer dar de mamar puede ser también un síntoma de resistencia a la intromisión de la medicina en la vida cotidiana. Por otra parte, no se dice nunca que el no dar pecho puede favorecer la participación del padre en el cuidado de la criatura. Para algunasmujeres dar el pe- cho puede ser también un acto de solidaridad: en salas de maternidad de países no occidentales no es demasiado infrecuente que las muje- res puérperas que están en mejores condiciones físicas se ofrezcan para amamantar temporalmente a los bebés de las que están más ago- tadas, costumbre que sorprendería muchoen nuestro entorno.Como re- sultaría raro en la actualidad algo no tan lejano en el tiempo, como es la práctica de las nodrizas y toda la organización social alrededor de las mismas, tanto en niños de clases altas como de bajas. La lactancia materna es, al margen de una práctica ligada a la alimentación infantil, un ámbito de socialización fundamental para mujeres y niños, de aprendizaje de una determinada gestión de las emociones, de una concreta división del trabajo, un campo desde don- de se estructuran los diversos espacios y relaciones entre diferentes grupos (adultos/niños, hombres/mujeres, médicos-pediatras/clientes- mujeres). De la misma manera que otros aspectos de la experiencia, como la sexualidad o el trabajo, donde sí se ha dado la reflexión, la lactancia materna, tal y como se configura en nuestra sociedad, tiene La maternidad como cultura 221 unas consecuencias determinadas para las mujeres. Dar de mamar está estrechamente unido a la demostración de afecto y ternura por parte de las madres, y dentro de nuestro sistema de parentesco y de género, la expresión de las emociones está más ligada a las mujeres que a los hombres. Es precisamente la dimensión emocional lo que se destaca cuando se piensa en la lactancia, ocultando el trabajo de re- producción que supone. En las tareas que realizan los hombres, ocu- rre justo al revés: se sobredimensiona el trabajo en sí, ocultando la parte emocional.H Otra cuestión que está detrás de la promoción de la lactancia materna es el protagonismo que quieren tener y están teniendo los pe- diatras en la regulación de la vida de las criaturas y sus madres/pa- dres. El cómo se trata actualmente la lactancia no es más que un ejemplo de cómo se está proyectando la reacción médica y social ge- neral frente al avance del feminismo, los cambios en la vida de las mujeres y los logros en cuanto a una mayor autonomía. Como en otros temas, habría que garantizar que se difunda suficiente informa- ción, clara, contrastada y no sesgada, sobre todos los aspectos de la misma, y después que las mujeres decidan. Pero no serán libres para decidir mientras esté sobre sus cabezas la espada de la culpa. De todas formas, casi todos los aspectos comentados forman parte de fenómenos complejos, que no admiten explicaciones sim- plistas. Tendríamos, por ejemplo, que explicar el hecho de que femi- nistas occidentales trabajen activamente a favor de la lactancia ma- terna (lo cual lleva a algunas a ser bastante fundamentalistas con sus propias congéneres). Algunas mujeres que mantienen esta postura lo hacen desde planteamientos naturistas, incluyendo su reflexión en una filosofía general y alternativa al sistema sanitario hegemónico. No voy a negar que algunos de sus argumentos pueden resultar total- mente oportunos, pero creo que es preciso también explicitar que las medicinas no alopáticas, aunque sean subalternas o partan de mode- los de representación diferentes, suelen caracterizarse por los mismos esquemas androcéntricos con respecto a las mujeres que el resto. Hay otras razones en las posturas de muchas mujeres que defien- den a ultranza la lactancia materna. Algo importante es que existen 8. Para profundizar en este aspecto de la configuración de las emociones y su rela- ción con la división del trabajo, véase Comas (1993). 222----- Medicina y cultura distintos modos de entender los avances de las mujeres. como existen distintos feminismos. Pero en estas tomas de posiciones se dejan en- trever también contradicciones, disonancias y miedos que las mujeres tenemos con respecto a nuestra vida íntima y pública, individual y so- cial, en momentos de cambios favorables para nosotras, pero también de incertidumbres sobre el futuro. Desajustes entre los discursos femi- nistas y las prácticas concretas, entre las tareas que «queremos hacer» y las que llevamos a la práctica. La maternidad se ha planteado algu- nas veces como «un terreno propio», una esfera de poder para las mu- jeres (idea que no comparto, pero que tiene cierta difusión). Es posible que, entre otras cosas, algunas mujeres no quieran «abandonar» estos espacios sin asegurarse de qué reciben a cambio. Es posible, incluso, y por qué no vamos a hablar de ello, que en esta sociedad las mujeres tengamos posibilidades de evitar (aunque sea temporalmente) aspec- tos negativos de la vida, como los que comportan muchos empleos (o el simple hecho de tener un horario y unas responsabilidades públi- cas), con las que no cuentan los hombres. De la misma manera que muchos hombres pueden dejar de cuidar a sus personas más allegadas sin que nadie se lo eche en cara, evitando la parte negativa del cuida- do (que a veces es mayor que la positiva). Algunas mujeres con empleo viven la baja maternal como unas vacaciones, pero no todas tienen esta experiencia. Más bien creo que es una época que se suele/puede caracterizar por sentimientos y sen- saciones bastante contradictorios, independientemente de que se de- see ellla hijo/a: felicidad y abatimiento, ternura y miedo, plenitud e impotencia, extrañeza y cercanía frente a la criatura, armonía y des- ajustes en la pareja o el entorno afectivo... son sentimientos habitua- les que las mujeres expresan en esta fase, por lo menos en la intimi- dad, porque hablar mal en público resulta duro y se hacen dobles discursos. Conozco pocas mujeres en mi medio que después de estar unas cuantas semanas dedicándose plenamente a la crianza, no hayan buscado formas de evadirse, aunque sea por períodos cortos de tiem- po, lo cual es un síntoma de salud mental. Pero es un esfuerzo físico y psicológico intenso que te distrae de otras preocupaciones, de otras crisis, de otros conflictos, privados y públicos, que te centra mucho en algo que además te puede gratificar mucho. En algunos entornos van apareciendo hombres que se responsa- bilizan de sus criaturas en todos los aspectos. Aunque esto se da más La maternidad como cultura 223 que nada en sectores de clase media (enseñanza, administración), cuando ambos miembros de la pareja tienen una posición laboral si- milar y una ideología de género progresista.' Además, muchos hom- bres llevan a cabo hoy funciones respecto a sus hijos que no eran co- munes unos años atrás. Pero, por el momento al menos, no es algo generalizado ni mucho menos, y no supone ni cambios significativos en el reparto del trabajo reproductivo ni en las representaciones sobre la maternidad. En todo caso, los hombres parecen estar más dispues- tos a asumir los aspectos positivos y gratificantes de los cuidados do- mésticos (como es el caso de ciertas tareas en relación con los niños) que el total de las funciones. Además, en relación a esto, otra observación necesaria es que desde el feminismo muchos temas se han hecho propios de las muje- res, como son los relativos a la procreación, defendiendo la idea de que ciertas decisiones deben ser exclusivas de las mujeres. En mi opi- nión, esto se puede defender en una sociedad desigual, pero a medida que las distintas sociedades vayan asumiendo en la práctica la equi- paración de hombres y mujeres, tendremos que plantearnos cuándo ciertas cuestiones son de las mujeres, de los individuos, y cuándo de la colectividad. O mejor aún, tendremos que encontrar el equilibrio entre decisiones individuales y colectivas, algo que está además en el centro de todos los ámbitos de la sanidad y la salud. En esta mis- ma línea, Evelyne Sullerot (1991)10 analiza las consecuencias de las conquistas de las mujeres en los derechos del padre sobre el hijo. Para Sullerot, esto ha provocado el mantenimiento del segmento ma- dre/hijo, mientras que el del padrelhijo es mucho más frágil, como se ve, por ejemplo, en los casos de divorcio.A modo de conclusión La ideología de la maternidad hegemónica en Occidente es una ideo- logía cultural y de género. Desde la misma se naturaliza la participa- 9. Díez (1999) apunta diferentes estudios que corroboran esta afirmación: CIS (1990); Xunta de Galicia (1991); Instituto de la Mujer (1992); Emakunde (1992). 10. Citado en Díez (1999). 224 Medicina y cultura ción de las mujeres en la reproducción social, y se va directamente en contra de la reivindicación por parte de amplios colectivos de muje- res de la necesidad del reparto del trabajo productivo y reproductivo, que es una condición fundamental para la igualdad. Es decir, la ma- ternidad es un ámbito donde la articulación entre diferencias de poder (por ejemplo, entre expertos y madres), división del trabajo y confi- guración de las emociones (10 reproductivo diferenciado del trabajo y vinculado a las emociones, que se asocian a las mujeres) adquiere toda su importancia. Es una ideología que pone a las criaturas por delante de las ma- dres, generando un discurso sobre el bienestar y el cuidado infantil coherente con un sistema sociopolítico y sanitario que genera des- igualdad social y genérica. En este sentido hay que entender tanto la importancia dada a la relación madre/hijo-a y al entorno doméstico como el ideal para los bebés, como las campañas de promoción de la lactancia materna. Pero, además, es una ideología étnica y de clase, que legitima un determinado orden social, definiendo y proyectando un modelo uni- versal de socialización de las criaturas a partir de un sector de la so- ciedad, las mujeres occidentales, blancas y de clase media. Por último, la maternidad es uno de los ámbitos de la salud y de la experiencia general donde los factores sociales y culturales son más in- visibles, tanto para la población general, como para los sanitarios y cien- tíficos sociales. En este sentido, el estudio de las representaciones, valo- res y vivencias concretas de mujeres y hombres, de las contradicciones entre discursos y prácticas, entre el nivel ideal y el real de la experiencia, de la variabilidad entre diferentes colectivos sociales y culturales, es fun- damental para ampliar el análisis y poner de manifiesto los entresijos y consecuencias de dicha ideología, así como para ir contribuyendo a que la maternidad sea considerada dentro de la antropología y las ciencias so- ciales un ámbito de estudio y reflexión similar a otros. Bibliografía Badinter, E. (1984), ¿Existe el instinto maternal? Historia del amor mater- nal. Siglos xvn al xx, Paidós, Barcelona. La maternidad como cultura 225 Bowlby, J. (1989), Una base segura, Paidós, Buenos Aires. Collins, P. H. (1994), «Shifting the center: raee, c1ass, and ferninist theori- zing about motherhood», en E. N. Glenn, G. Chang y L. R. Forcey, comps., Mothering. Ideology, Experience, and Agency, Routledge, Nueva York y Londres, pp. 45-65. Comas d'Argemir, D. (1993), «Sobre el apoyo y el cuidado. División del tra- bajo, género y parentesco», en X. Roigé, coord., Perspectivas en el es- tudio del parentesco y la familia, VI Congreso de Antropología, Aso- ciación Canaria de Antropología, Tenerife, pp. 65-82. Connell, R. W. (1987), Gender & Power, Polity Press, Oxford. Díez, C. (1995), «Maternidad: ¿hecho natural? I ¿constructo ideológico?», Bitarte, 3, 7, pp. 81-93. Díez, C. (1999), «Maternidad y orden social. Vivencias del cambio», en T. Va- lle, comp., Perspectivas feministas desde la antropología social, Ariel, Barcelona (en prensa). Díez, C. y M. L. Esteban (1999), «Introducción», en C. Díez y M. L. Este- ban, coords., Procesos globales de cambio. Estructuras, contextos y prácticas. Simposio de Antropología del Género (Primera Parte), VIII Congreso de Antropología, Asociación Galega de Antropoloxía, San- tiago de Compostela,pp. 7-17.. Esteban, M. L. (1996), «Relaciones entre feminismo y sistema médico-científi- co», en T. Ortiz y G. Becerra, eds., Mujeres de ciencia. Mujer, feminismo y ciencias naturales, experimentales y tecnológicas, Instituto de Estudios de la Mujerde la Universidad de Granada, Granada, pp. 143-184. - (1999a), «A favor de las malas madres»,Hika, 98, pp. 28-30. _ (1999b), «Amatasunaren ideologia eta emakumeen kontrako erreakzioa [Ideología de la maternidad y reacción contra las mujeres]», Ankulegi- Revista de Antropología Social, 3, pp. 73-80. _ (1999c), «El análisis y la intervención en relación a la salud», Actas del TI Congreso Internacional sobre Género y Políticas de Acción Positiva, Emakunde, Vitoria-Gasteiz. Faludi, S. (1993), Reacción. La guerra no declarada contra la mujer moder- na, Anagrama, Barcelona. Glenn, E. N. (1994), «Social constructions of mothering: a thematic over- view», en E. N. Glenn, G. Chang y L. R. Forcey, eds., Mothering.ldeo- logy, Experience, and Agency, Routledge, Nueva York y Londres, pp. 1-27. -, G. Chang y L. R. Forcey,eds. (1994), Mothering. Ideology, Experience, and Agency, Routledge, Nueva York y Londres. Hays, S. (1998), Las contradicciones culturales de la maternidad, Paidós, Madrid, Textos. img103 img104 img105 img106 img107 img108 img109 img110 img111 img112
Compartir