Logo Studenta

Los_derechos_humanos_entre_luchas_y_disp

¡Este material tiene más páginas!

Vista previa del material en texto

Los derechos humanos, entre luchas y disputas. 
Mercedes Barros1 
 
1- Introducción 
La lucha por los derechos humanos tiene una corta pero intensa presencia 
en nuestro país. Desde sus inicios bajo la última dictadura militar, los 
reclamos de los familiares de las víctimas de la represión ilegal han 
producido una movilización popular alrededor de los derechos humanos, 
entusiasta y provocadora que ha logrado mantenerse vigorosamente hasta 
el presente. En este transcurso, y a pesar de periodos de cierto 
adormecimiento, estos reclamos y movilización han atravesado momentos 
cruciales políticamente donde han ganado un renovado ímpetu y una 
prevalencia significativa en el contexto político nacional. Uno de estos 
momentos de prevalencia ha sido sin duda el acontecido durante los 
meses de la transición y los primeros años de la reapertura democrática 
bajo el gobierno de Raúl Alfonsín. La demanda por los derechos humanos 
se convirtió en un nudo crucial del discurso Alfonsinista en sus inicios y 
marcó decididamente las primeras medidas gubernamentales para lidiar 
con el pasado reciente. La democracia y los derechos humanos aparecieron 
como nombres contiguos de una misma causa, lo que generó inicialmente 
claras muestras de solidaridad de los grupos de familiares de las víctimas 
de la represión con el primer gobierno de la democracia. Ahora bien, el otro 
momento clave en la lucha por los derechos humanos que podemos 
identificar es el que hemos venido atravesado desde los inicios del gobierno 
de Néstor Kirchner y de su predecesora Cristina Fernández de Kirchner. 
 
1
 Artículo publicado en BONETTO, María Susana y MARTINEZ, Fabiana comps. Política y desborde. Más 
allá de la democracia liberal. Editorial Universitaria de Villa María (EDUVIM), Córdoba. 2012 
 
En este artículo analizaré detenidamente esta estrecha relación entre 
derechos humanos y Kirchnerismo. 
El Kichnerismo como fenómeno político de movilización y participación 
popular ha sido objeto de diversos predicados que lo colocan en el terreno 
del desborde, la desmesura, la desobediencia. En este terreno escabroso, el 
fenómeno en cuestión cobra sentido en torno a las nociones de 
manipulación, confrontación y demagogia. De esta forma, en estas 
lecturas del presente se ponen en juego y se re significan viejas y 
reiteradas miradas de un pasado reciente que surgieron para echar luz 
sobre aquel primer peronismo del 45 y sus más variadas implicancias 
políticas. Nuevamente, la demagogia del líder, la ingenuidad de algunos 
muchos, la racionalidad instrumental de otros se anudan para explicar 
esta renovada movilización social y participación política. Hoy, como ayer, 
el apasionamiento y la adhesión fanatizada de sus seguidores son 
producto del engaño y del oportunismo del líder político, quien en su afán 
por conseguir y preservar el poder cae en la desmesura confrontativa, 
desobedece reglas y desborda las instituciones. 
En este artículo me situaré en ese exceso que ha caracterizado al discurso 
Kirchnerista, no para proveer una descripción peyorativa más de esta 
formación discursiva, sino más bien para mostrar su condición novedosa y 
heterogénea respecto a viejos conceptos y sentidos establecidos alrededor 
de los derechos humanos que contribuyeron a dar forma a la vida política 
en la nueva democracia. Antes de aclarar esto último con más 
detenimiento, pasemos primero a analizar aquel otro primer momento de 
auge de la cuestión de los derechos humanos y comprender sus 
implicancias políticas para la lucha por los derechos humanos en nuestro 
país. 
 
2- Con el triunfo de la democracia, los argentinos recuperemos 
nuestras libertades y derechos2 
Bajo el contexto político de la transición, los grupos de familiares de las 
víctimas de la represión ilegal se transformaron en uno de los símbolos 
más importantes de resistencia a la dictadura. Durante aquellos 
turbulentos meses, las protestas alrededor de los derechos humanos 
lograron altos niveles de participación y tuvieron un gran impacto político 
y social3. El tema ganó una relevancia inusitada y se tornó entonces en 
una cuestión ineludible para las fuerzas políticas y sociales de aquel 
momento. La creciente disponibilidad y legitimidad del discurso de los 
derechos humanos marcó el acercamiento de los líderes políticos en plena 
carrera electoral a los reclamos por los derechos humanos. Sin embargo, 
fue finalmente el líder del radicalismo, Raúl Alfonsín, quien logró de 
manera creíble articular la causa de los derechos humanos a su causa 
democrática. 
El discurso del líder radical se organizó alrededor de la noción central de 
democracia: era sólo a través del establecimiento de una nueva democracia 
que una Argentina nueva, popular y unida podía emerger4. Este nuevo 
discurso democrático implicaba la negación de aquello que era definido 
 
2 Palabras de Raúl Alfonsín (Clarín, 28-10-1983). 
3 Como ha sido ampliamente explicado por la literatura existente, durante los meses 
posteriores a la guerra de Malvinas una ola de protestas y reclamos hacia el gobierno 
militar provenientes de los más diversos grupos sociales y políticos sumergió al país en 
un clima generalizado de descontento y oposición. Los grupos de derechos humanos 
organizaron numerosas acciones colectivas de distinta índole y participaron activamente 
en las diferentes manifestaciones y protestas organizadas por el resto de las fuerzas 
políticas y sociales. Véase por ejemplo “La Marcha por la Vida” que fue una de las 
manifestaciones más importantes del movimiento bajo la dictadura. La Nación 6- 10-
1982. Para varios testimonios sobre la marcha, véase entre otros, FISHER, J., Mother of 
the Disappeared, Boston, South End Press,1989, pags.118-119. 
4 Ver BARROS, Sebastián, Orden, democracia y estabilidad. Discurso y política en la 
Argentina entre 1976 y 1991, Córdoba, Alción, 2002.- ABOY CARLÉS, Gerardo, Las dos 
fronteras de la democracia argentina: la reformulación de las identidades políticas de 
Alfonsín a Menem, Rosario, Editorial Homo Sapiens, 2001. - ABOY CARLÉS, Gerardo, 
“Parque Norte o la doble ruptura alfonsinista”, en NOVARO, Marcos y PALERMO, Vicente 
(comp.), La historia reciente: Argentina en Democracia, Buenos Aires, Edhasa, 2004. 
 
como el principal obstáculo del desarrollo del país: el pasado político y 
violento de la nación. La democracia futura requería el abandono de las 
prácticas autoritarias y corporativas que habían caracterizado los años 
recientes y el establecimiento de roles políticos nuevos basados en el 
respeto de las instituciones y sus procedimientos. De esta manera, se 
establecía un quiebre radical no sólo con la experiencia de la dictadura, y 
con lo que esta implicó, sino mas bien con todos aquellos que habían sido 
los protagonistas de la violencia de los últimos años. 
Una de las dimensiones cruciales que le dio más fuerza al trazado de esta 
nueva frontera política entre el pasado y la futura democracia fue 
justamente la posición del líder radical respecto a la violación de los 
derechos humanos.5 Desde el principio de su campaña política, Alfonsín 
fuertemente criticó la represión ilegal lanzada por el régimen militar y no 
dejó dudas de su intención de revisar el pasado reciente. En este sentido 
fue el único líder que dio a conocer el marco legal que implementaría para 
dar respuesta al problema de las violaciones de derechos humanos6 y se 
mostró poco vacilante ante cualquier forma de perdón generalizado.7 A 
través de estas y otras acciones solidarias con los reclamos por los 
derechos humanos, y como consecuencia de las posiciones de sus 
adversarios políticos como así también de la actitud del propio gobierno 
respecto al líder radical, Alfonsín se convirtió en la mejor expresión de la 
 
5 ABOY CARLÉS,Gerardo, op. cit., 2001. - BARROS, Mercedes, “Democracia y derechos 
humanos: dos formas de articulación política en Argentina”, e-l@tina, Vol. 8, núm. 29, 
Buenos Aires, octubre-diciembre de 2009. Dirección URL: 
htpp://www.iigg.fsoc.uba.ar/elatina.htm. 
6 Véase las declaraciones del líder radical en los diarios del 29 de Junio de1983, citado en 
la cronología Argentina 1983, Centro Editor de América Latina y de Investigaciones 
Sociales sobre el Estado y la Administración (CISEA), Buenos Aires, 1984, pág. 235 
7 Alfonsín expresó -aún antes de su promulgación y posteriormente- su rechazo categórico 
a la ley de Amnistía en Septiembre de 1983 propuesta por el régimen y aseguró que la 
consideraría nula e ilegitima una vez en el gobierno. Alfonsín expresó, ‘una ley de esta 
naturaleza, al conceder impunidad por lo actuado, sencillamente abre la posibilidad para 
que se repita lo mismo’ (Clarín, 12-08-1983) 
oposición al mundo pasado de violencia y abusos8. En los meses previos a 
las elecciones generales, la figura del líder político radical aparecía de tal 
manera como la única posición política capaz de dar respuesta a los 
reclamos por justicia y verdad. Así fue entendido por los propios grupos de 
familiares de las víctimas, y lo que finalmente se expresó en el apoyo y 
abrazo explicito por parte de estos grupos a la causa democrática. 9 Vale 
la pena recordar una frase de la presidente de la Asociación Madres de 
Plaza de Mayo, Hebe de Bonafini, en la que se hace mención al triunfo 
electoral del partido radical y en la cual podemos apreciar la asociación o 
relación de contigüidad que se percibió entre el gobierno radical electo y la 
lucha por los derechos humanos: 
Este es uno de los momentos más difíciles para las Madres 
porque tenemos que aprender una manera de luchar y de 
mantenernos en la plaza pero nuestro enemigo ya no estará en 
la casa de gobierno. (La Razón, 18-11-1983) 
Tal como lo entendió Bonafini en ese entonces, en la configuración 
discursiva del nuevo gobierno democrático, la democracia aparecía como 
la condición misma de los derechos humanos y su lucha. Con el triunfo 
de la democracia, en palabras de Alfonsín, “los argentinos recuperemos 
nuestras libertades y derechos” (Clarín, 28-10-1983). Ahora bien, en este 
nuevo contexto discursivo la causa por los derechos humanos si bien 
 
8 BARROS, Mercedes, The emergence and constitution of the human rights movement and 
discourse in Argentina, Reino Unido, Universidad de Essex, 2008. La posición del líder 
radical fue asimismo reasegurada por la respuesta del propio gobierno militar. Esto es, 
durante los meses previos a la promulgación de la ley y una vez conocida la posición 
Alfonsín, el gobierno excluyo al partido radical del dialogo que mantuvo con el resto de las 
fuerzas políticas sobre el contenido y efectos de la ley. Como trascendió en los medios, 
para las autoridades militares ‘la posición de Alfonsín no dejaba lugar para ningún tipo de 
negociación sobre este asunto’. Véase Revista Somos 29, 27 de julio 1983, citado en la 
cronología Argentina 1983, Centro Editor de América Latina y de Investigaciones Sociales 
sobre el Estado y la Administración (CISEA), Buenos Aires, 1984, pág. 286. 
9 Varios testimonios de ese entonces de los familiares muestran claramente este inicial 
apoyo hacia el líder radical y las expectativas que depositaron en la futura democracia. 
Véase para estas declaraciones las entrevistas citadas por FISHER, J., op. cit, págs. 124-
125. 
ganaba un lugar privilegiado también adquiría un nuevo significado. 
Esto es, en todo proceso de articulación política, la demanda articulada 
sufre modificaciones como resultado de la contaminación mutua que el 
propio proceso articulatorio conlleva.10 Las huellas de esta articulación 
quedaron definitivamente plasmadas en las primeras medidas 
legislativas tomadas por Alfonsín a pocos días de haber asumido su 
cargo.11 En el mensaje que anunciaba dichas medidas, Alfonsín expresó: 
El gobierno democrático ha anunciado su más firme decisión de 
restablecer el estado de derecho en la Argentina. (…) Las 
medidas en cuestión tienden a resolver situaciones pasadas y 
también a prevenir hechos futuros. El pasado gravita 
sombriamente sobre nuestro porvenir, las violaciones 
extremadamente aberrantes de los derechos que hacen a la 
esencia de la dignidad humana, en que incurrieran el terrorismo 
y la represión de ese terrorismo no pueden quedar impunes. (La 
Prensa, 14-12-1983) 
 
En sus pasajes finales, entonces concluía, 
 
(…) se ha resuelto iniciar los pasos legales correspondientes para 
someter a proceso a quienes prima facie fueran los máximos 
responsables tanto de la actividad terrorista como de la 
metodología ilegal y cruenta empleada para combatir esa 
actividad (La Prensa, 14-12-1983) 
 
Retomando la lectura de los dos terrorismos que había circulado y 
prevalecido durante los primeros años de la dictadura, el gobierno radical 
 
10 La noción de articulación y prácticas articulatorias es entendida en relación a los 
postulados de la teoría del discurso político elaborada por Chantal Mouffe y Ernesto 
Laclau (1985). 
11 Es necesario aquí aclarar que este nuevo sentido ya podía desprenderse de las varias 
acciones y discursos del líder radical en su campaña electoral 2001. 
definía las responsabilidades con respecto a las violaciones de derechos 
humanos en el país y reconfiguraba de esta manera el entendimiento de la 
causa por los derechos humanos que había prevalecido entre los grupos 
de derechos humanos hasta ese momento.12 Es decir, esta lectura que 
daría lugar a la teoría de los dos demonios –como se conoció tiempo 
después y de la cual Alfonsín se convirtió en el principal enunciador– 
establecía que las violaciones de los derechos humanos del pasado debían 
ser entendidas en el contexto de la confrontación entre los militares y la 
subversión. Ambos eran igualmente responsables del mundo pasado de 
violencia y abusos y debían ser entonces juzgados por igual bajo el nuevo 
régimen democrático, sin revanchismo ni parcialidades.13 
 
En este nuevo contexto discursivo entonces, la cuestión de los derechos 
humanos era así identificada y entendida en relación a ese otro excluido, 
es decir, en oposición a ambas formas de violencia y a toda parcialidad del 
pasado. Su significado estaba de tal forma sobredeterminado por la 
imparcialidad que suponía la nueva democracia y sus instituciones. La 
democracia y su justicia en ese sentido no tomaban posición en relación a 
aquel pasado sombrío que había que dejar definitivamente atrás. 
 
De esta particular forma de articulación política se desprendían entonces 
varios usos y sentidos en torno de los derechos humanos. En primer 
término, la causa por los derechos humanos quedaba estrechamente 
vinculada a una cuestión principalmente de las víctimas inocentes de la 
 
12 BARROS, op. cit., 2008. 
13 En la representación del pasado reciente del discurso Alfonsinista había entonces cierta 
continuidad con el diagnóstico que el propio régimen militar había dado respecto a la 
amenaza de la subversión sobre la sociedad argentina y la respuesta a esta amenaza por 
parte de los grupos extremistas de derecha principales responsables de los así llamados 
“excesos” (CARNOVALE, Vera, “Memorias, espacio público y Estado: la construcción del 
Museo de la Memoria”, en Estudios AHILA de Historia Latinoamericana, n.2 (nueva serie), 
Verveurt, 2006; BARROS, Mercedes, The emergence and constitution of the human rights 
movement and discourse in Argentina, Reino Unido, Universidad de Essex, 2008; 
NOVARO, Marcos y PALERMO, Vicente, La dictadura militar 1976-1983: del golpe de 
Estado a la restauración democrática, Historia Argentina 9, Buenos Aires, Paidós, 2003. . 
represión ilegal. Es decir,el discurso Alfonsinista haciendo equivalentes 
ambas formas de violencia, excluía del campo de lo legítimo tanto a los 
militares participes de la confrontación como a los grupos militantes de 
izquierda. Como consecuencia directa entonces, los miles de 
desaparecidos, detenidos y muertos eran concebidos, en su mayoría, como 
víctimas inocentes que habían quedado atrapados en la confrontación 
entre estos dos extremismos.14 De esta forma, este discurso aseguraba la 
inclusión en el campo democrático de todos aquellos miles de 
desaparecidos y detenidos, y a la vez, posibilitaba la distinción de esas 
víctimas inocentes de las minorías extremistas de izquierda.15 La demanda 
por los derechos era entonces una demanda por las víctimas de la 
 
14 Esta condición de inocencia que se le atribuía a las víctimas ya se encontraba presente 
en la propia lectura que los grupos de familiares sostuvieron durante los primeros años 
de su lucha contra la feroz dictadura. Como hemos explicado en otro trabajo con más 
detenimiento, bajo las hostiles condiciones que se vivían durante el PRN, los familiares se 
encontraron inevitablemente afectados por la estrecha asociación que el régimen 
establecía entre víctimas de la represión y subversión, que a su vez era de manera 
equivalencial asociada a actividades políticas de cualquier índole. En este sentido, en un 
intento por hacer legítimos sus reclamos y para diferenciarse ellos mismos y a sus 
familiares de actividades que podrían ser consideras políticas y por ende subversivas, 
estos grupos resaltaron en sus reclamos una y otra vez la ingenuidad de las víctimas y se 
esforzaron por re-investirlas de su condición humana que había sido despojada. Esto 
involucró muchas veces el rechazo de las actividades políticas y la persistente referencia y 
apelación a la condición ordinaria de las víctimas, como así también a sus roles de hijas, 
hijos, trabajadores, estudiantes, ciudadanos comunes del país BARROS, op. cit., 2008; 
BARROS, op. cit., 2009. Véase también al respecto, CARNOVALE, Vera, “Memorias, 
espacio público y Estado: la construcción del Museo de la Memoria”, en Estudios AHILA 
de Historia Latinoamericana, n.2 (nueva serie), Verveurt, 2006; PITTALUGA, Roberto, 
“Miradas sobre el pasado reciente argentino: Las escrituras en torno a la militancia 
setentista (1983-2005)”, en FRANCO, María y LEVIN, Florencia (comp.), Historia reciente: 
perspectivas y desafíos para un campo en construcción, Buenos Aires, Paidós, 2007. 
15 Como ha sido señalado, los predicados de inocencia y victimización asociados a las 
personas detenidas desaparecidas en el nuevo contexto discursivo de la transición se 
consolidarían –en detrimento de otro tipo de identificación– y diseminaría durante los 
primeros años del nuevo régimen democrático contaminado la mayor parte de los debates, 
discusiones y tratamientos de las cuestiones relacionadas con los derechos humanos. 
Particularmente relevante para esta consolidación y diseminación fueron los eventos 
alrededor de la CONADEP y del juicio a las juntas militares. Ambas instancias, si bien 
suponían una fuerte dimensión reparadora hacia las personas que habían sido afectadas 
por la represión, inaugurando un nuevo espacio en donde los eventos del pasado eran re-
significados, también implicaban y requerían una forma de enunciación testimonial que 
situaba primeramente a los testigos en la posición de víctimas, desplazando y no como 
militantes politicios (PITTALUGA, Roberto, “Miradas sobre el pasado reciente argentino: 
Las escrituras en torno a la militancia setentista (1983-2005)”, en FRANCO, María y 
LEVIN, Florencia (comp.), Historia reciente: perspectivas y desafíos para un campo en 
construcción, Buenos Aires, Paidós, 2007. 
represión ilegal en su mayoría víctimas inocentes. En segundo término, y 
en estrecha relación con el punto anterior, la lucha por los derechos 
humanos quedaba entonces sujeta a cierta forma de neutralidad política. 
El énfasis en la inocencia de las víctimas de la represión traía aparejado 
un rechazo implícito o al menos un desplazamiento hacia los márgenes de 
la militancia política de los detenidos-desaparecidos.16 Podríamos decir 
que los reclamos por derechos humanos se reducían a reclamos por 
aquellas personas o activistas que no habían estado involucradas 
directamente con los grupos revolucionarios de izquierda. De esta forma 
esta demanda se desentendía de la posición política de las víctimas –y en 
relación de estrecha equivalencia también de la de los propios familiares– 
y se sujetaba sin revanchismos a la imparcialidad de la institución 
judicial. Esta neutralidad de los derechos humanos iba de la mano de un 
borramiento del origen político de la represión y de los propios reclamos, 
llevando consigo la sombra incipiente de una creciente despolitización. En 
tercer lugar entonces, en el discurso de la nueva democracia el problema 
de los derechos humanos encontraba sus cauces y sus límites en la 
imparcialidad de la justicia y es allí donde se brindarían las respuestas y 
soluciones. De esta forma, este discurso ordenaba y reasignaba la lucha 
por los derechos humanos a un lugar preciso con sus propios códigos y 
procedimientos. Aquel nuevo sujeto que había surgido en el seno del 
proceso de movilización popular contra la campaña represiva de la 
dictadura, era replegado en su nuevo contexto discursivo a los canales 
 
16 Esta visión quedó plasmada en el famoso prólogo del informe final de la CONADEP, “En 
cuanto a la sociedad, iba arraigándose la idea de la desprotección, el oscuro temor de que 
cualquiera, por inocente que fuese, pudiese caer en aquella infinita caza de brujas […] 
porque se sabía de tantos que habían sido tragados por aquel abismo sin fondo sin ser 
culpable de nada […]. Todos caían en la redada […] Todos, en su mayoría inocentes de 
terrorismo o siquiera de pertenecer a los cuadros combatientes de la guerrilla, porque 
éstos presentaban batalla y morían en el enfrentamiento o se suicidaban antes de 
entregarse, y pocos llegaban vivos a manos de los represores”. Véase COMISION 
NACIONAL SOBRE LA DESAPARICIÓN DE PERSONAS (CONADEP), "Nunca Más. Informe 
de la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas", Buenos Aires: Editorial 
Universitaria de Buenos Aires, EUDEBA, 1984. 
. 
institucionales donde su identidad y sus prácticas ganaban un nuevo 
sentido. 17 Es decir, desde este nuevo lugar, los familiares se convertían 
en querellantes y testigos, y su accionar quedaba condicionado a las 
reglas y procesos de la justicia. Podemos sugerir entonces que esta 
judializacion de la causa de los derechos humanos implicaba un 
debilitamiento –y en última instancia ocultamiento– de su politicidad de 
origen. Aquel pasado confortativo y desestabilizador de esta lucha se 
replegaba para dar paso a un presente donde las instituciones darían 
respuesta a sus reclamos. 
 
Ahora bien, la puesta en marcha de las dos instancias institucionales para 
dar solución pronta y de forma expeditiva al problema de los derechos 
humanos, abrió un espacio de revisión del pasado cuyos efectos 
resultaron difíciles de controlar y predecir por el nuevo gobierno 
democrático.18 Aquellas medidas que consolidarían la articulación entre 
democracia y derechos humanos poniéndole un fin definitivo al pasado 
reciente, se convirtieron en el puntapié inicial de su futuro 
distanciamiento. Es decir, la convocatoria multitudinaria de la CONADEP 
y las repercusiones del juicio a las juntas y su histórico fallo, en vez de 
encausar y de esta forma solucionar los reclamos de los familiares de las 
víctimas, finalmente desencadenaron un nuevo proceso de movilización 
popular y un desborde inesperado de los canales judiciales a través de la 
iniciación de centenares de nuevas causas contra las fuerzas armadas. 
Este desborde se tradujo en una crecientepolitización de la cuestión de 
los derechos humanos Esto es, desde distintos sectores sociales esta 
cuestión era retomada tanto como para presionar por una profundización 
 
17 En varias ocasiones Alfonsín muestra su desacuerdo respecto la continuación de las 
movilizaciones de los grupos de derechos humanos. Véase por ejemplo las declaraciones 
del líder radical en ocasión de la cuarta Marcha de Resistencia de las Madres de Plaza de 
Mayo donde plantea que este tipo de acciones con objetivos políticos ajenos a los 
derechos humanos, iba a en contra de los intereses de la nación. Véase en todos los 
diarios del 22 de diciembre de 1984. 
18 BARROS, Mercedes, Negotiating the Past: Truth, Justice and Human Rights in Argentina, 
Reino Unido, Universidad de Essex, 2000. 
de la política de revisión del pasado, como para mostrar su 
disconformidad y descontento con el desborde y aparente descontrol de la 
cuestión por parte del gobierno. Esta creciente politización impulsó 
nuevas medidas institucionales a través de las cuales el gobierno buscaba 
imponer los límites de su política de revisión del pasado y reafirmar su 
narrativa del pasado-presente.19 Las leyes de Obediencia Debida y Punto 
final fueron medidas que más allá de sus efectos legislativos, venían a 
estabilizar el sentido sobre el pasado que contaminaba y redefinía el 
presente. Como hemos explicado en otro lugar con más detenimiento20, en 
el espacio que se inauguró con el trabajo de la CONADEP y durante los 
meses en los que transcurrió el Juicio a las Juntas, no sólo se puso en 
jaque la lectura de la guerra sucia que había prevalecido bajo la dictadura, 
sino también se puso en cuestión aquella relación de equivalencia que se 
establecía en el discurso Alfonsinista entre las fuerzas militares y los 
grupos revolucionarios de izquierda respecto a su responsabilidad por la 
violencia política del pasado reciente. El lenguaje de los derechos 
humanos a través del cual se articulaban los reclamos de los familiares y 
de las victimas tomaba una dinámica propia y planteaba un nuevo juego 
en el cual se consolidaba la lectura de un pasado signado por el 
terrorismo de estado y por la implementación de un plan sistemático de 
crímenes aberrantes y abusos sin precedentes en el país. En este nuevo 
juego de lenguaje, los crímenes y abusos eran significados como delitos de 
lesa humanidad, delitos contra la humanidad toda que no aceptaban 
condiciones ni la imposición de límites políticos. 
 
Así fue como los condicionamientos que imponía la democracia sobre la 
causa de los derechos humanos fueron progresivamente caracterizados 
como una forma de claudicación y retroceso del nuevo gobierno 
 
19 ABOY CARLÉS, Gerardo, op. cit., 2001. 
20 BARROS, Mercedes, op. cit., 2000. 
democrático21; caracterización que finalmente erosionaría la inicial 
identificación de los grupos de derechos humanos con la causa de la 
democracia Alfonsinista. 22 La relación que inicialmente se concebía como 
una relación de contigüidad comenzó a plantearse en términos conflictivos 
y hasta antagónicos. El gobierno que había encarnado en sus origines la 
causa por los derechos humanos, aparecía poco tiempo más tarde como 
su principal opositor.23 
 
Cabe aquí señalar que a pesar de este prematuro desencanto entre 
democracia y derechos humanos, los usos y sentidos que se 
desprendieron de aquella primera articulación política dejaron sus huellas 
en el imaginario político de la nueva etapa democrática. Por varios años, el 
énfasis en la inocencia de las víctimas, la apelación a la neutralidad 
política de los reclamos y el confinamiento de la lucha a la justicia 
condicionaron –aunque con resistencias– el sentido de los derechos 
humanos y su lucha en democracia.24 Asimismo, la desidentificación con 
 
21ABOY CARLÉS, Gerardo, op. cit., 2001; ABOY CARLÉS, Gerardo, op. cit., 2004. 
22 Este desencanto que tuvo lugar a fines de los años ochenta ha llevado a varios 
investigadores a enfatizar la radicalización de la lucha por los derechos humanos y al 
avance de un discurso anti-democrático dentro de las organizaciones (PEREYRA, 
Sebastián, “¿Cuál es el legado de del movimiento de derechos humanos? El problema de 
la impunidad y los reclamos de justicia en los noventa”, en SCHUSTER, Federico, 
NAISHTAT, Francisco, NARDACCIONE, Gabriel, PEREYRA, Sebastián (comp.), Tomar la 
palabra. Estudios sobre protesta social y acción colectiva en la Argentina contemporánea, 
Buenos Aires, Prometeo, 2005.). Creemos sin embargo que más que un desplazamiento 
anti-democrático, lo que sucedió en ese entonces fue un cuestionamiento a aquel sentido 
que se desprendía de la democracia Alfonsinista. Es decir, a la imparcialidad y 
neutralidad democrática que sobredeterminaba –y en ese sentido limitaba– el significado 
de la lucha por los derechos humanos en el país. 
23 Como señala Aboy Carles el líder radical había delineado su política de revisión del 
pasado ya desde los tiempos de su campaña política y esta incluía límites precisos a los 
enjuiciamientos y la diferenciación por niveles de responsabilidad. Sin embargo, es a 
partir de la creciente politización de la cuestión de los derechos humanos y la pérdida de 
poder del discurso de la democracia que aquellos límites y diferenciación comienzan a ser 
vistos como una forma de claudicación del gobierno frente al poder militar. (ABOY 
CARLÉS, Gerardo, Las dos fronteras de la democracia argentina: la reformulación de las 
identidades políticas de Alfonsín a Menem, Rosario, Editorial Homo Sapiens, 2001. 
24 Podemos encontrar rastros de esta forma particular de articulación y del significado 
que se deriva de esta en nuestro presente, cuando por ejemplo, en declaraciones recientes 
el ex presidente Eduardo Duhalde acusa a los organismos de derechos humanos, como la 
Asociación Madres de Plaza de Mayo, de “hacer política” y no luchar verdaderamente por 
el discurso de la democracia se tradujo en una crisis de identidad dentro 
de los grupos de derechos humanos que se plasmó en fracturas internas, 
disputas y diferencias que por largo tiempo marcaron decididamente su 
accionar y su repliegue a los confines del espacio socio-político. 25 
 
3- Los derechos humanos en el vértice de la lucha contra toda 
impunidad26 
 
Este repliegue de la cuestión de los derechos humanos que mencionamos 
más arriba cambió notoriamente a partir de los primeros años del nuevo 
milenio. Veinte años más tarde de aquel primer gobierno de la transición, 
los derechos humanos volvieron a ocupar un rol preponderante en la 
escena política nacional de la mano de Néstor Kirchner. Sin embargo, el 
nuevo proceso articulatorio que posibilitó esta renovada preponderancia 
tuvo implicancias muy diferentes de aquella primera forma de 
articulación, tanto en los usos y sentidos otorgados a la lucha por los 
derechos humanos como en la forma de adhesión e intensidad de la 
identificación que suscitó. 
 
Pasemos a analizar detenidamente las condiciones que hicieron posible 
este otro proceso de articulación política. Como mostramos más arriba, en 
el discurso alfonsinista la estrecha relación que se estableció entre 
democracia y derechos humanos se dio en un contexto político de 
protestas sociales generalizadas donde el discurso de los derechos 
humanos se había tornado en un discurso crecientemente disponible y 
 
los derechos humanos. Duhalde desde Tucumán pregunta, “Me enteré de que (Hebe) de 
Bonafini viene a hablar de política. ¿Por qué viene a hablar de política? ¿Que se cree 
ella?”. La Razón, 27, 05, 2011. 
25 El nuevo lugar que se les asignaba encontró fuertes resistencias y finalmente no logro 
dejar atrásel legado que el pasado les asignaba. 
26 Palabras de Néstor Kirchner, Mensaje Presidencial a la Honorable Asamblea Legislativa, 
1-03-2004. 
 
legítimo. Frente a esta coyuntura, la posición solidaria con los reclamos de 
los familiares de las víctimas del propio Alfonsín, como así también las 
acciones y omisiones de sus adversarios políticos, posibilitaron la 
credibilidad de la articulación de la causa de los derechos humanos a la 
causa democrática. En el caso del discurso Kirchnerista, nuevamente nos 
encontramos con un escenario político turbulento. Los primeros años del 
nuevo milenio estuvieron signados por una crisis social, política e 
institucional sin precedentes en la historia de nuestro país. Durante los 
años 2001 y 2002, el clima de malestar generalizado se tradujo en un ciclo 
de protesta y movilización social que puso en jaque al sistema político en 
su conjunto y a las creencias que lo habían sostenido desde la reapertura 
democrática.27 En este nuevo escenario los movimientos sociales 
obtuvieron un significativo protagonismo que los posicionó como 
interlocutores legítimos frente a los devaluados representantes políticos. 
El movimiento de derechos humanos no fue ajeno a este protagonismo que 
mencionamos. Los distintos grupos que conformaban el movimiento 
tejiendo solidaridades con el resto de los movimientos de protesta tuvieron 
gran presencia en el nuevo ciclo de movilización social. Más aún, podemos 
sugerir que por momentos estos grupos lograron convertirse en la 
principal fuerza articuladora de este abanico diverso de protestas sociales. 
Aquí es necesario señalar este nuevo ímpetu y renovada fuerza de los 
grupos de derechos humanos había comenzado a gestarse ya a fines de la 
década del noventa.28 Bajo el segundo gobierno de Carlos Menem, una 
serie de efectos dislocatorios que resultaron de las repentinas 
 
27 ABOY CARLÉS, Gerardo, op. cit., 2004; TORRE, Juan Carlos, “Los huérfanos de la 
política de partidos. Sobre los alcances y la naturaleza de la crisis de representación 
partidaria”, en Desarrollo Económico, vol. 42 Nº 168, Buenos Aires, 2003; NOVARO, 
Marcos y PALERMO, Vicente, op. cit., 2004; NAISHTAT, Francisco, “Argentina en la 
víspera de Diciembre 2001: la reificación simbólica de la gobernanza y el 
desencantamiento de la democracia representativa”, en SCHUSTER, Federico, NAISHTAT, 
Francisco, NARDACCIONE, Gabriel, PEREYRA, Sebastián (comp.), Tomar la palabra. 
Estudios sobre protesta social y acción colectiva en la Argentina contemporánea, Buenos 
Aires, Prometeo, 2005. 
28 BARROS, op. cit., 2009. 
declaraciones y muestras de arrepentimiento de importantes actores 
sociales con respecto al rol que habían desempeñado durante la última 
dictadura militar, provocaron una nueva embestida de los grupos de 
derechos humanos en la escena política nacional.29 La reactivación del 
pasado que estas declaraciones implicaron no encontró cabida ni 
respuesta en el discurso oficial donde primaba la idea de pacificación 
nacional.30 El resurgimiento de estos grupos tuvo lugar entonces alrededor 
de una crítica a aquel anhelo de unidad y reconciliación nacional que en 
la interpretación de estos grupos no era más que una nueva forma 
engañosa de continuar con la impunidad en la nueva fase democrática. La 
lucha por los derechos humanos se redefinía de esta manera en oposición 
a la impunidad del pasado más reciente, es decir, a la falta de justicia, 
verdad y memoria en democracia con respecto a los crímenes cometidos 
por la última dictadura militar.31. Asimismo, estos crímenes y la dictadura 
se vinculaban crecientemente a un proyecto político y económico que se 
remontaba a la década del setenta y que perduraba hasta la actualidad.32 
 
29 Véase por ejemplo las confesiones de Adolfo Scilingo (VERBITSKY, Horacio, El Vuelo, 
Buenos Aires, Sudamericana, 1995) y de Victor Ibáñez (La Prensa, 25-04-1995). Véase 
también las declaraciones del entonces Jefe del Estado Mayor del Ejército, General Martín 
Balza Clarín, 26-04-1995 
30 ABOY CARLES, op. cit., 2001. 
31 (BARROS, op. cit., 2009; PEREYRA, Sebastián, “¿Cuál es el legado de del movimiento de 
derechos humanos? El problema de la impunidad y los reclamos de justicia en los 
noventa”, en SCHUSTER, Federico, NAISHTAT, Francisco, NARDACCIONE, Gabriel, 
PEREYRA, Sebastián (comp.), Tomar la palabra. Estudios sobre protesta social y acción 
colectiva en la Argentina contemporánea, Buenos Aires, Prometeo, 2005) La aparición de 
una nueva agrupación dentro del movimiento de derechos humanos, Hijos por la 
Identidad y la Justicia contra el Olvido y el Silencio (H.I.J.O.S.) expresaba claramente esta 
nueva ofensiva y revelaba también este otro significado que los grupos le otorgaban de 
manera creciente a su lucha. Véase http://www.hijos.org.ar/ 
32 Esta crítica y nueva lectura del pasado puede verse claramente en las declaraciones 
conjuntas de los grupos de derechos humanos con el motivo de la conmemoración del 
vigésimo aniversario del golpe de estado de 1976: “El 24 de marzo de 1976 se instauró la 
más feroz dictadura de la historia argentina, que implantó el terrorismo de Estado. Con su 
política antinacional, anti-popular y pro-imperialista, consolidó las bases del modelo de 
exclusión actual […] A fin de evitar la capacidad de regeneración del movimiento popular se 
hizo desaparecer, se recluyó en centros clandestinos de detención, se torturó, se puso en 
prisión y se asesinó a decenas de miles de argentinos...” (Citado por LORENZ, Federico, 
“¿De quién es el 24 de marzo? Las luchas por la memoria del golpe de 1976”, en JELIN, 
Elizabeth, La conmemoraciones: las disputas en las fechas in-felices, Madrid, Siglo XXI, 
2003, pags. 88-89) 
De esta forma la lucha contra la impunidad era entonces también una 
lucha contra aquel modelo de exclusión social y desigualdad del pasado y 
del presente. Esta lucha también implicaba el trazado de una línea de 
continuidad entre las generaciones de aquel pasado y del nuevo presente. 
Las víctimas del terrorismo de estado poco a poco perdían su condición de 
inocencia para recuperar su militancia política y sus ideales de 
izquierda.33 Desde allí, desde su común enfrentamiento con aquel 
proyecto político económico, los grupos de derechos humanos se unían a 
la lucha de aquellas generaciones de militantes de los años setenta y con 
ellas al resto de los movimientos de protesta del nuevo milenio. Este 
posicionamiento los convirtió entonces en una de las voces de expresión y 
canalización del malestar social que predominaba en los años 2001 y 2002 
con mayor legitimidad y credibilidad. 
 
Es con este telón de fondo de protesta social generalizada, de inusitado 
protagonismo de los movimientos sociales, junto con la contracara de una 
devaluada clase política en crisis, y de un rol activo de los grupos de 
derechos humanos, que podemos comprender uno de los procesos 
articulatorios centrales que dieron forma al proyecto político Kirchnerista 
y que se tradujo en su política oficial de derechos humanos. Debemos 
señalar aquí que varios enfoques se remontan a aquel clima político de los 
años 2001 y 2002 para explicar el acercamiento de Kirchner a los 
derechos humanos, pero lo hacen presuponiendo cierta relación de 
exterioridad entre ese contexto particular y el proyecto político en cuestión 
lo que los conduce en parte a conclusiones diferentes a las que aquí se 
intentan plantear. Dentro de aquel tipo de enfoques que mencionamos, 
por ejemplo, Juan Carlos Torre plantea como Kirchner al igual que Perón 
en 1946, se enfrentó al desafío de construir a partir de las alturas del 
Estado poder político-partidario, o en todo caso, ganar apoyos políticos 
 
33 CARNOVALE, op. cit., 2003. 
organizados en la sociedad a los efectos de consolidar su dominio sobre las 
institucionesde gobierno.34 Frente al clima político crítico y denuncialista 
hacia los sectores políticos tradicionales, Kirchner se puso a tono con los 
humores de la opinión pública y decidió entonces abrir sus puertas a los 
líderes de los movimientos de desocupados y de derechos humanos en 
busca de aquella afamada aprobación y adhesión popular. Como sugiere 
este autor, las acciones y muestras de solidaridad con los grupos de 
derechos humanos del entonces presidente Kirchner respondieron a una 
estrategia política a través de la cual se intentó, en primer término ganar 
cierto apoyo popular para luego capitalizar ese apoyo en apoyo partidario. 
En este tipo de planteos entonces vemos como el agente político aparece 
en una posición de exterioridad de su contexto político-social, lo que le 
posibilita una evaluación racional de las opciones en juego y 
eventualmente lo lleva a una decisión política guiada por sus intereses e 
intenciones particulares. 
 
Nuestro rastreo de las condiciones de posibilidad del proceso articulatorio 
de derechos humanos y Kirchnerismo toma un giro diferente. Es decir, lo 
que intentemos mostrar a través de este rastreo es que los proyectos 
políticos no surgen ex nihilo sino más bien en un contexto de relativa 
estructuralidad que posibilita pero también limita cierto tipo de 
articulación política.35La idea de relativa estructuralidad es importante 
aquí ya que desvía nuestra atención de un análisis de las meras 
intenciones o intereses de los agentes, como asimismo de los límites 
impuestos por estructuras de sentido subyacentes, y más bien dirige 
nuestra mirada hacia la disponibilidad y prevalencia de lenguajes políticos 
en y a través de los cuales los agentes sociales se identifican políticamente 
 
34 TORRE, Juan Carlos, “Los huérfanos de la política de partidos. Sobre los alcances y la 
naturaleza de la crisis de representación partidaria”, en Desarrollo Económico, vol. 42 Nº 
168, Buenos Aires, 2003. 
35 En este sentido podemos hablar de una relación de sobredeterminacion. Véase al 
respecto LACLAU, Ernesto, New Reflections on the Revolution of Our Time, Londres, Verso, 
1990. 
y batallan por dar sentido al mundo que los rodea. En este sentido el 
Kirchnerismo como proyecto político se produce en un ámbito histórico e 
institucional específico, y toma su forma a través de la puesta en marcha 
de estrategias discursivas particulares que están supeditas a la 
disponibilidad de ciertas prácticas discursivas que hacen a la vida política 
de nuestra comunidad en un momento determinado. Lo interesante desde 
esta mirada entonces es poder entender cómo en la presencia de cierto 
contexto discursivo este proyecto se constituye poniendo en juego y 
haciendo propio aquellos lenguajes y significantes existentes y no otros. 
Aquellos acercamientos e intentos de explicación que buscan comprender 
esta nueva identidad política centrando su atención en los porqué de 
ciertas estrategias, buscando adivinar las intenciones ocultas, o hurgando 
en los intereses egoístas y particulares de la figura principal de este 
proyecto político, parten de una concepción de un sujeto político 
constituido de antemano, ajeno y exterior a las circunstancias que lo 
rodean, que todo lo puede, o al menos que todo lo intenta para lograr sus 
fines. Como nos muestra el análisis de Torre, Kirchner, evaluando la 
coyuntura particular en la cual gana las elecciones, decide 
estratégicamente acercarse a los movimientos sociales y no a las 
estructuras partidarias tradicionales para construir su poder para luego a 
través de la operación de la así llamada transversalidad lograr estabilizar 
su apoyo partidario. Ahora bien, de este tipo de enfoque derivan toda una 
serie de afirmaciones y valoraciones peyorativas acerca de la política de 
derechos humanos del Kirchnerismo que le atribuyen a ésta un origen, 
mezquino, engañoso, y oportunista. Detrás de cada una de las acciones 
del gobierno respecto a los derechos humanos subyace una estrategia 
política que nada tiene que ver con la verdadera causa de los derechos 
humanos, sino más bien con intereses electoralistas, demagógicos, o de 
otra índole. Estas acusaciones y también las respuestas que se han 
generado para contrarestarlas se remontan al pasado para buscar allí 
aquellas intenciones verdaderas de las figuras protagónicas del 
Kirchnerismo, tendiendo así a esencializar esta identidad, 
desprendiéndola de su contexto discursivo, es decir de aquellas relaciones 
que le dan forma y sentido.36 De la misma manera, en estas aseveraciones 
y argumentos cruzados se esencializa la causa por los derechos humanos, 
es decir, se ancla esta lucha a una forma particular de articulación que se 
remonta a principios de los años ochenta y la fija así a ciertos predicados 
que como vimos no son más que contingentes y arbitrarios.37 
 
Ahora bien, nuestra perspectiva de análisis, como adelantamos más 
arriba, nos aleja de de aquel sujeto político preconstitutido y que todo lo 
puede, y nos conduce a un sujeto que se constituye como tal en el andar, 
en el decir, en el hacer. Por esta razón más que en los porqués del 
Kirchnerismo, es decir en la búsqueda de sus verdaderas esencias, nos 
situamos en el cómo este proyecto político ha ido adquiriendo la identidad 
que lo caracteriza y define a partir de la constitución de un sistema de 
relaciones con otras identidades y a través de la exclusión de una radical 
 
36 Existen innumerables ejemplos de afirmaciones y acercamientos de esta índole tanto 
en el ámbito académico como en el campo de los medios de comunicación, basta abrir las 
páginas y leer las varias editoriales de La Nación o Clarín para corroborarlo. Véase, por 
ejemplo, una muestra de lo que sugerimos en la crítica de Beatriz Sarlo hacia Néstor 
Kirchner y su repentino y falso acercamiento a los derechos humanos, SARLO, Beatriz, 
La audacia y el cálculo. Kirchner 2003-2010, Bs. As., Sudamericana, 2011. Véase a su 
vez, la respuesta de Horacio Verbitsky hacia Sarlo en el matutino porteño Pagina 12, 
donde el autor para responderle recurre a un video que circula hoy en internet donde el 
entonces muy joven Néstor Kirchner reivindica la lucha por los derechos humanos y pide 
por el castigo a los culpables de la represión. Pagina 12, 29-05-2011. 
37 Un buen ejemplo de lo que decimos se encuentra en una editorial de Luis Alberto 
Romero para la Gaceta de Tucumán, donde en palabras del autor “Hay algo importante de 
los derechos humanos que desaparece, por la doble acción del Estado corruptor y de 
organizaciones devenidas cuasi corporaciones: la existencia de un poder moral construido 
al margen del Estado y capaz de interpelarlo en nombre de los principios. Es indudable que 
esta política, que gira hacia la arbitrariedad, el faccionalismo y la colusión, satisface el 
imaginario militante de los 70, a los profesionales de los derechos humanos y también a 
quienes han asumido la función admonitoria de la memoria, incluidos el tono elevado y el 
índice levantado. Lo difícil es colocar esta política en la línea tradicional de los derechos 
humanos, los de 1789 y 1948, que siempre puso el acento en las garantías individuales, en 
el estado de derecho y, en general, en el empleo institucional del poder. Me temo, en suma, 
que los derechos humanos de 2003 no son los mismos que los de 1983”. ROMERO, Luis 
Alberto, “Derechos humanos, ¿de qué estamos hablando?” (La Gaceta, 7-06-2008) 
otredad que al mismo tiempo que la niega, posibilita su existencia38. Es 
precisamente en relación a esa radical otredad que podemos iluminar los 
inicios de la relación de estrecha contigüidad que comenzó a construirse 
entre derechos humanos y Kirchnerismo. 
 
Como ha sido señalado por Aboy Carles, el discurso de Néstor Kirchner 
comienza a tomar forma a través del trazado de una doble frontera 
política.Por un lado, una frontera que excluía un pasado reciente 
encarnado en el menemismo y las consecuencias sociales del proceso de 
reformas del mercado, y por otro lado, una frontera más ambiciosa que 
excluía a un pasado más remoto que se remontaba a la dictadura militar y 
cuyas consecuencias y efectos se prolongaban hasta el presente. 39Ya en 
su primer discurso como presidente podemos ver como comienza a 
esbozarse esta doble ruptura y a definirse los adversarios políticos de este 
incipiente proyecto político. Respecto a la primera ruptura, el nuevo 
presidente electo en aquella ocasión expresó: 
En la década de los 90, la exigencia sumó la necesidad de la 
obtención de avances en materia económica, en particular, en 
materia de control de la inflación. La medida del éxito de esa 
política, la daba las ganancias de los grupos más concentrados 
de la economía, la ausencia de corridas bursátiles y la 
magnitud de las inversiones especulativas sin que importara la 
consolidación de la pobreza y la condena a millones de 
argentinos a la exclusión social, la fragmentación nacional y el 
enorme e interminable endeudamiento externo. … (Discurso de 
la toma de posesión presidencial, Discursos Presidenciales 25-
05-2003) 
 
38 LACLAU, E., op. cit., 1990. 
39 ABOY CARLES, op. cit., 2005. 
Ahora bien, en este primer discurso operaba ya también aquella otra 
frontera que como dijimos tenía un carácter más ambicioso y que su 
trazado abarcaba y contenía aquella primera ruptura. 
 
En lo penal, en lo impositivo, en lo económico, en lo político, y hasta 
en lo verbal, hay impunidad en la Argentina. En nuestro país, cumplir 
la ley no tiene premio ni reconocimiento social… No habrá cambio 
confiable si permitimos la subsistencia de ámbitos de impunidad… 
Rechazamos de plano la identificación entre gobernabilidad e 
impunidad que algunos pretenden. Gobernabilidad no es ni puede ser 
sinónimo de impunidad. Gobernabilidad no es ni puede ser sinónimo 
de acuerdos oscuros, manipulación política de las instituciones o 
pactos espurios a espaldas de la sociedad. (Discurso de la toma de 
posesión presidencial, 25-05-2003) 
Esta otra ruptura se organizaba alrededor de una crítica que no se anclaba 
en nombres propios del pasado reciente, sino más bien, se articulaba 
alrededor de la noción de impunidad por medio de de la cual se nombraba 
y significaba a un proceso de larga data que situaba a los gobiernos 
democráticos precedentes en una línea de continuidad con la última 
dictadura militar. Los acuerdos oscuros, la manipulación, y los pactos a 
espaldas de la sociedad que nombraba Kirchner eran claras muestras de 
aquella continuidad y venían a darle contenido a la impunidad en 
democracia. En un extracto de otro de sus discursos esta línea de 
continuidad queda claramente establecida: 
Si bien es gravísimo, tremendamente grave lo que pasó con la 
dictadura genocida en la Argentina, también ha sido muy grave lo 
que pasó en la etapa democrática. Sin querer apuntar a nadie, 
honestamente se los digo, pero durante muchos años miles y 
miles de hombres y mujeres que participamos de la vida política 
argentina, aceptamos como método de convivencia, y lo hicimos 
como una necesidad para que la democracia pueda sobrevivir, el 
marco de la impunidad concreta. De una forma o de otra, con 
más vergüenza, con menos vergüenza, con más o menos 
sentimientos, con más o con menos carga de conciencia, la 
realidad, cuando se escriba la historia de estos tiempos, sé que va 
a ser muy dura en este aspecto, por más justificaciones históricas 
que se quieran buscar, por estos 20 años de democracia en este 
sentido. (Discurso Presidencial por el Día Nacional de la Memoria 
por la Verdad y la Justicia, 24-03-2004) 
 
Como podemos ver, la crítica esbozada por Kirchner ponía en juego y hacia 
propio aquel lenguaje político –con sus usos y sentidos– que había nutrido 
y dado forma a los reclamos de los grupos de derechos humanos, y que 
como hemos mostrado, se había tornado en un lenguaje crecientemente 
disponible y creíble en el contexto de la crisis del 2001. En y atreves de ese 
lenguaje, Kirchner recuperaba aquella narrativa de un pasado signado por 
la injusticia, el silencio, y la complicidad y se unía así a las luchas contra 
la impunidad. Desde allí, desde su común oposición a la impunidad del 
pasado, Kirchner establecía una relación de equivalencia con los grupos de 
derechos humanos y sus reclamos, en sus palabras: 
 
 Hablemos claro: no es rencor ni odio lo que nos guía y me guía, 
es justicia y lucha contra la impunidad (Discurso Presidencial por 
el Día Nacional de la Memoria por la Verdad y la Justicia, 24-03-
2004) 
 
Desde ese común enfrentamiento, Kirchner tempranamente se presentaba 
como la presencia de aquello que había estado ausente en estos últimos 
años de vida en democracia. Más allá de las experiencias y logros del 
pasado, obviando las medidas de revisión del pasado de gobiernos 
anteriores y de medidas reparatorias concretas que se habían tomado, 
Kirchner se erigía desde aquella primera instancia como la fuerza política 
capaz de encarnar la ruptura con el pasado de impunidad. Volviendo a 
aquel primer discurso de asunción, Kirchner decía: 
 
Vengo, en cambio, a proponerles un sueño: reconstruir nuestra 
propia identidad como pueblo y como Nación; vengo a proponerles un 
sueño que es la construcción de la verdad y la Justicia. (Discurso de 
asunción presidencial, 25-05-2003) 
 
Ahora bien, fue en el transcurso de la anulación de las leyes de Obediencia 
Debida y Punto Final entre los meses de junio y septiembre del año 2003 
que esta ruptura que Kirchner había esbozado comienza a ganar impulso y 
credibilidad. Durante estos meses, la iniciativa legislativa de anular las 
leyes del perdón, que como cabe señalarse, originariamente provenía no de 
las filas del oficialismo sino de los sectores de izquierda y que respondía a 
un reclamo histórico de los mismos, sería finalmente percibida como una 
embestida del propio presidente en su lucha contra la impunidad. Esta 
lectura que comienza a imponerse en la coyuntura política nacional tuvo 
mucho que ver con las acciones de Kirchner pero también con las 
repercusiones y respuestas que se generaron en el resto de los actores 
políticos y sociales. Desde el gobierno, dentro de la misma estrategia 
discursiva que venía sosteniendo, Kirchner no solo expresó su apoyo a la 
posible anulación sosteniendo que ”siempre estuve en contra de las leyes”, 
y caracterizándolas como “normas para mantener impunidad” (Clarin, 31-
07-2003), sino que también dio muestras claras y concretas respecto a su 
posición a favor de la reapertura de los procesos judiciales contra personas 
involucradas en la represión. En este sentido, en el transcurso de los tres 
primeros meses de su gobierno, Kirchner derogó el decreto que prohibía la 
extradición de militares argentinos sancionado por el gobierno de De La 
Rua y ratificó un convenio internacional sobre la imprescriptibilidad de los 
crímenes de guerra y delitos de lesa humanidad (Clarin, 11-8-2003). Como 
decíamos sin embargo, esta posición de Kirchner fue reforzada y validada 
por el resto de las actores políticos y sociales que identificaron al nuevo 
presidente como el principal impulsor de estas medidas40 y que 
vincularon estrechamente la posición a favor o en contra de la anulación 
de las leyes con una posición a favor o en contra de Kirchner. 41 
 
De tal manera, una vez anuladas las leyes del perdón por el congreso, 
Kirchner finalmente se convirtió en el principal vencedor, y la frontera que 
lo separaba del pasado de impunidad adquirió una inusitada fuerza e 
intensidad. Esta fuerza de frontera situó a Kirchner no sólo en una 
relación de solidaridad con la demanda de derechos humanos sino que lo 
constituía en la encarnación misma de la lucha porla verdad, por la 
memoria y por la justicia en el país. Kirchner venía a restaurar aquello que 
había estado ausente y faltante en la Argentina democrática. Tras la 
anulación de las leyes fue el mismo Kirchner quién entregó el decreto que 
ponía en vigencia la anulación de las leyes a los grupos de derechos 
humanos y unos pocos días más tarde expresó: 
 
Ahora, con la nulidad de las leyes está la posibilidad de 
restaurar definitivamente la justicia perdida. Espero que los 
 
40 Véase por ejemplo las declaraciones de la titular de Abuelas de Plaza de Mayo, Estela 
de Carlotto que dijo que esa organización "ha aplaudido y seguirá aplaudiendo" las 
medidas del Gobierno para terminar con la impunidad y adelantó que harán "lobby" en el 
Congreso para promover la anulación de las leyes exculpatorias. En sentido inverso, véase 
también las declaraciones del ex jefe del ejército, teniente general Ricardo Brinzoni, “hay 
como una regresión al pasado en el tema militar y no me parece que sea bueno plantear 
ante la opinión pública situaciones ocurridas hace 25 años cuando las Fuerzas Armadas 
miran hacia el futuro"… "En la República Argentina han habido leyes, sentencias y 
condenas y me parece que no hay motivo para ser convocados por otro tipo de justicia” 
(Clarín, 23-07-2003). Este mismo relato se plasmó en los medios de comunicación donde 
en varias ocasiones se hizo hincapié en las presiones del presidente Kirchner para lograr 
la anulación de las leyes (Clarín, 30-07-2003. 10-08-2003, 11-08-2003, 12-08-2003). 
41 Dentro del propio bloque parlamentario del partido justicialista el debate en torno a la 
anulación de las leyes se dio finalmente en torno a estar a favor o en contra de Kirchner. 
(La Nación, 22-08-2003). 
argentinos podamos enorgullecernos ante nosotros y ante el 
mundo porque en el país se terminó con la impunidad. 
 
También sostuvo, 
 
Creo que en la Argentina tiene que haber justicia, tiene que 
haber memoria, porque en un país que no tiene memoria y en 
un país que no tiene justicia se hace muy difícil construir un 
futuro. (Clarín, 3-09-2003). 
 
Estos efectos de frontera se hicieron visibles en las palabras y actos de 
identificación de los organismos de derechos humanos con la figura de 
Kirchner.42 En el transcurso de unos pocos meses, la relación de 
contigüidad entre los derechos humanos y el nuevo gobierno que se 
esbozaba desde el discurso oficial encontraba una respuesta favorable 
entre los distintos grupos. En una de las primeras entrevistas con el 
gobierno, Hebe de Bonafini, presidente de la asociación Madres de Plaza de 
Mayo, expresó: 
 
Kirchner no es como los demás. Ha empezado a hacer algunas 
de las cosas con las que todos estuvimos soñando desde hace 
mucho tiempo. 
 
En este mismo sentido, a poco tiempo de anuladas las leyes, Estela de 
Carlotto también decía: 
 
El presidente Kirchner es un ignoto que está haciendo más de lo 
que prometió hacer. (Diario Rio Negro, 8- 03-2004) 
 
42 Por estos actos entiendo toda una serie de acciones que los grupos de derechos 
humanos comienzan a llevar a cabo, como por ejemplo, acudir a la casa de gobierno en 
reiteradas ocasiones, organizar eventos en forma conjunta con el gobierno, participar de 
actos oficiales, etc. 
 
Es pertinente señalar aquí como en ambos testimonios –entre muchos 
otros de similar tono– Kirchner aparecía como ofreciendo algo más que lo 
esperable, más que una respuesta previsible a un reclamo preciso y 
particular. Kirchner, en cambio, por medio de la apelación a la justicia, a 
la verdad y a la memoria, se presentaba como aquel que hacia presente 
aquello soñado pero impensado y siempre ausente, restaurando la 
experiencia de plenitud comunitaria. De esta manera, el nuevo presidente 
era representado como lo inesperado, lo heterogéneo frente a la 
homogeneidad de un pasado signado por la impunidad. Este carácter 
novedoso y rupturista puede concebirse como la expresión de una 
desmesura o un exceso en relación al orden de las cosas previo a su 
aparición. Desmesura que fue puesta en acto una y otra vez en cada una 
de las medidas que el gobierno de Kirchner tomó en relación a los derechos 
humanos en los meses venideros, por ejemplo en la creación del Museo de 
la Memoria en la Escuela de Mecánica de la Armada, en la orden de retirar 
los cuadros de Videla y Bignone del Colegio Militar, en el pase a retiro de 
militares acusados de delitos de lesa humanidad y en las reiteradas 
enunciaciones condenatorias a la represión ilegal de la última dictadura 
militar. 
 
A través de estos actos de desmesura, el discurso de Kirchner irrumpía en 
el presente y modificaba irreparablemente lo establecido hasta el momento 
en relación a los derechos humanos. Este discurso ponía en cuestión 
viejos conceptos y lenguajes y traía consigo nuevos usos y sentidos, que si 
bien, como vimos estaban disponibles ya en ciertos reductos de lo social, 
su puesta en juego en un nuevo contexto discursivo los convertía en 
novedosos y subversivos.43 En esta puesta en juego se ponía en cuestión 
 
43 En este sentido, esta desmesura tiene que ver justamente con el momento político por 
excelencia, es decir, con aquel momento de institución de lo social a partir del cual se 
pone en cuestión el orden comunitario establecido y sus significados y a su vez se crean 
aquella interpretación del pasado que había prevalecido en el imaginario 
político desde los tiempos de Alfonsín a partir de la cual los derechos 
humanos habían quedado entrampados en la imparcialidad democrática 
frente a la violencia política de los dos demonios44. La imparcialidad de la 
democracia y de su justicia, como vimos, había situado a los derechos 
humanos en el terreno de la inocencia, la neutralidad y la despolitización. 
El discurso de Kirchner desplazaba radicalmente la teoría de los dos 
demonios y los significados que se desprendían de aquella. La doble 
frontera que separaba al nuevo gobierno del pasado reciente y remoto y 
que lo convertía en la encarnación misma de la lucha contra toda 
impunidad, también lo unía en una relación estrecha de solidaridad no 
solo con los familiares de las víctimas de la represión, como vimos más 
arriba, sino con las victimas mismas. En sus palabras: 
 
Por eso, hermanas y hermanos presentes, compañeras y 
compañeros que están presentes por más que no estén aquí, 
Madres, Abuelas, chicos: gracias por el ejemplo de lucha. 
Defendamos con fe, con capacidad de amar, que no nos llenen el 
espíritu de odio porque no lo tenemos, pero tampoco queremos 
la impunidad. Queremos que haya justicia, queremos que 
realmente haya una recuperación fortísima de la memoria y que 
en esta Argentina se vuelvan a recordar, recuperar y tomar como 
ejemplo a aquellos que son capaces de dar todo por los valores 
que tienen y una generación en la Argentina que fue capaz de 
hacer eso, que ha dejado un ejemplo, que ha dejado un sendero, 
su vida, sus madres, que ha dejado sus abuelas y que ha dejado 
sus hijos. Hoy están presentes en las manos de ustedes. 
 
nuevas configuraciones de sentido inconmensurables con el orden anterior (LACLAU, 
Ernesto y MOUFFE, Chantal, Hegemony and Socialist Strategy, Londres, Verso, 1985) 
44 BARROS, op. cit., 2006. 
impunidad (Discurso Presidencial por el Día Nacional de la 
Memoria por la Verdad y la Justicia, 24-03-2004) 
 
Esta relación estrecha se consolidaba cuando el mismo se posicionaba 
como parte de la generación diezmada por la dictadura, 
 
Les vengo a proponer que recordemos los sueños de nuestros 
patriotas fundadores y de nuestros abuelos inmigrantes y pioneros, 
de nuestra generación que pusotodo y dejó todo pensando en un país 
de iguales. (Discurso de asunción presidencial, 25-05-2003) 
 
También ganaba fuerza con las respuestas que generaba. Para citar solo 
alguna de estas, luego de una entrevista con Kirchner, la presidenta de 
Abuelas de Plaza de Mayo decía, “siento que estoy al lado de mi hija”. 
(Clarín, 8-8-2003). 
 
Esta relación de igualdad que operaba en el discurso de Kirchner 
implicaba la inclusión en el campo de lo legítimo de todos aquellos jóvenes 
idealistas de izquierda y de su lucha revolucionaria. A su vez, esta relación 
se sostenía sobre la exclusión de los sectores comprometidos con la 
represión ilegal y con aquel modelo de país de exclusión y desigualdad que 
se iniciaba en la dictadura y que había encontrado su auge en la década 
del noventa. Como resultado de esta operación de inclusión y exclusión 
que funcionaba con el telón de fondo de la doble ruptura Kirchnerista, la 
lucha contra la impunidad era así también una lucha contra la 
desigualdad y contra la exclusión social. De esta manera y en el discurso 
de Kirchner, la demanda por los derechos humanos, por justicia, por 
verdad y por memoria se articulaban a la lucha por la inclusión, por la 
igualdad y por un proyecto de nación que nos incluya a todos. En palabras 
de Kirchner: 
 
Aquella bandera y aquel corazón que alumbramos de una 
Argentina con todos y para todos, va a ser nuestra guía y 
también la bandera de la justicia y de la lucha contra la 
impunidad. Dejaremos todo para lograr un país más equitativo, 
con inclusión social, luchando contra la desocupación, la 
injusticia y todo lo que nos dejó en su última etapa esta 
lamentable década del ’90 como epílogo de las cosas que nos 
tocaron vivir.(Discurso Presidencial por el Día Nacional de la 
Memoria por la Verdad y la Justicia, 24-03-2004) 
 
Por primera vez entonces, un gobierno de la democracia reivindicaba la 
lucha y militancia de los años setenta, haciéndose partícipe de aquellos 
ideales y reclamos. La parcialidad de este discurso rompía así 
definitivamente con la imparcialidad democrática de los años ochenta y 
posibilitaba nuevos juegos de lenguaje a partir de los cuales se subvertían 
los ahora viejos sentidos alrededor de los derechos humanos. La 
reivindicación por aquellos militantes que habían dado su vida por sus 
ideales ponía en jaque a la figura de la víctima inocente y desplazaba a la 
lucha por los derechos humanos del terreno de la neutralidad política y de 
la imparcialidad de la justicia hacia el ámbito de las luchas populares en 
contra de la exclusión y desigualdad social del presente y del pasado. Así, 
en oposición a las tendencias despolitizadoras de los años ochenta y 
noventa, los reclamos por los derechos humanos tenían que ver con aquel 
espíritu de lucha y confrontación de hoy y de ayer, y adquirían un carácter 
inclaudicable, que no encontraba condicionamientos y limites, las luchas 
por los derechos humanos aparecían, en palabras de Kirchner, “en el 
vértice de la lucha contra toda impunidad”.45 
 
 
45 Palabras de Néstor Kirchner, Mensaje Presidencial a la Honorable Asamblea Legislativa, 
1-03-2004. 
Esta nueva configuración de sentido posibilitaba y legitimaba un tipo de 
lucha y una forma de identidad que poco tenía que ver con aquella 
identidad imaginada durante los años ochenta, bajo el discurso de la 
nueva democracia. Aquella lucha replegada en ese entonces al ámbito de 
la justicia, en donde se borraba su politicidad de origen, hoy encuentra su 
lugar entre aquellos que luchan por la igualdad y la inclusión social. 
 
Como señalamos en la introducción, es esta forma de desmesura del 
discurso de Kirchner lo que ha generado toda una serie de consideraciones 
peyorativas acerca del Kirchnerismo y los derechos humanos, que lo 
presentan como aquel que manipuló, alteró y corrompió a aquello que 
aparecía como incorruptible. Todas estas varias y diversas críticas tienen 
en común el rechazo a la politización que ha implicado el discurso de 
Kirchner en materia de derechos humanos. Es decir, la puesta en cuestión 
y alteración de aquella articulación política que prevaleció en la Argentina 
reciente desde el comienzo de la democracia que ataba los derechos 
humanos a la imparcialidad democrática y que (de)sujetaba al movimiento 
por los derechos humanos al ámbito de la institución judicial. Desde aquel 
rechazo común, los nuevos usos y sentidos que adquirieron los derechos 
humanos en la Argentina del nuevo milenio son rechazados en nombre de 
los verdaderos derechos humanos, en nombre de los verdaderos activistas 
y de las verdaderas organizaciones. Aquella nostalgia queda plasmada en 
las palabras de José Luis Romero: “Me temo, en suma, que los derechos 
humanos de 2003 no son los mismos que los de 1983” (La Gaceta, 7-06-
2008) 
 
 
Bibliografía: 
ABOY CARLÉS, Gerardo, Las dos fronteras de la democracia argentina: la 
reformulación de las identidades políticas de Alfonsín a Menem, Rosario, 
Editorial Homo Sapiens, 2001. 
ABOY CARLÉS, Gerardo, “Parque Norte o la doble ruptura alfonsinista”, en 
NOVARO, Marcos y PALERMO, Vicente (comp.), La historia reciente: 
Argentina en Democracia, Buenos Aires, Edhasa, 2004. 
ABOY CARLÉS, Gerardo, “Populismo y democracia en la Argentina 
contemporánea. Entre el hegemonismo y la refundación”, en Estudios 
Sociales, Revista Universitaria Semestral, Año XV, 1er semestre, Santa 
Fe, Universidad Nacional del Litoral, 2005. 
BARROS, Mercedes, Negotiating the Past: Truth, Justice and Human Rights 
in Argentina, Reino Unido, Universidad de Essex, 2000. 
BARROS, Mercedes, The emergence and constitution of the human rights 
movement and discourse in Argentina, Reino Unido, Universidad de Essex, 
2008. 
BARROS, Mercedes, “Democracia y derechos humanos: dos formas de 
articulación política en Argentina”, e-l@tina, Vol. 8, núm. 29, Buenos Aires, 
octubre-diciembre de 2009. 
Dirección URL: htpp://www.iigg.fsoc.uba.ar/elatina.htm. 
BARROS, Sebastián, Orden, democracia y estabilidad. Discurso y política 
en la Argentina entre 1976 y 1991, Córdoba, Alción, 2002. 
BARROS, Sebastián, “Ruptures and continuities in Kirchner’s Argentina”, 
2006 Meeting of the Latin American Studies Association, San Juan, Puerto 
Rico, Marzo 15-18, 2006. 
CARNOVALE, Vera, “Memorias, espacio público y Estado: la construcción 
del Museo de la Memoria”, en Estudios AHILA de Historia Latinoamericana, 
n.2 (nueva serie), Verveurt, 2006. 
FISHER, J., Mother of the Disappeared, Boston, South End Press,1989. 
GONZALEZ BOMBAL, Ines, “La Figura de la Desaparición en la re-
fundación del Estado de Derecho”, en NOVARO, Marcos y PALERMO, 
Vicente (comp.), La historia reciente: Argentina en Democracia, Buenos 
Aires, Edhasa, 2004. 
LACLAU, Ernesto, New Reflections on the Revolution of Our Time, Londres, 
Verso, 1990. 
LACLAU, Ernesto y MOUFFE, Chantal, Hegemony and Socialist Strategy, 
Londres, Verso, 2001. 
LORENZ, Federico, “¿De quién es el 24 de marzo? Las luchas por la 
memoria del golpe de 1976”, en JELIN, Elizabeth, La conmemoraciones: las 
disputas en las fechas in-felices, Madrid, Siglo XXI, 2003. 
NAISHTAT, Francisco, “Argentina en la víspera de Diciembre 2001: la 
reificación simbólica de la gobernanza y el desencantamiento de la 
democracia representativa”, en SCHUSTER, Federico, NAISHTAT, 
Francisco, NARDACCIONE, Gabriel, PEREYRA, Sebastián (comp.), Tomar 
la palabra. Estudios sobre protesta social y acción colectiva en la Argentina 
contemporánea, Buenos Aires, Prometeo, 2005. 
NOVARO, Marcos y PALERMO, Vicente, La dictadura militar 1976-1983: 
del golpe de Estado a la restauración democrática, Historia Argentina 9, 
Buenos Aires, Paidós, 2003. 
NOVARO, Marcos y PALERMO, Vicente, Introducción a la compilación La 
historia reciente. Argentina en democracia, Buenos Aires, Edhasa, 2004. 
PALERMO, Vicente, “Entre la memoriay el olvido: represión, guerra y 
democracia en la Argentina”, en NOVARO, Marcos y PALERMO, Vicente 
(comp.), La historia reciente: Argentina en Democracia, Buenos Aires, 
Edhasa, 2004. 
PEREYRA, Sebastián, “¿Cuál es el legado de del movimiento de derechos 
humanos? El problema de la impunidad y los reclamos de justicia en los 
noventa”, en SCHUSTER, Federico, NAISHTAT, Francisco, NARDACCIONE, 
Gabriel, PEREYRA, Sebastián (comp.), Tomar la palabra. Estudios sobre 
protesta social y acción colectiva en la Argentina contemporánea, Buenos 
Aires, Prometeo, 2005. 
PITTALUGA, Roberto, “Miradas sobre el pasado reciente argentino: Las 
escrituras en torno a la militancia setentista (1983-2005)”, en FRANCO, 
María y LEVIN, Florencia (comp.), Historia reciente: perspectivas y desafíos 
para un campo en construcción, Buenos Aires, Paidós, 2007. 
SARLO, Beatriz, La audacia y el cálculo. Kirchner 2003-2010, Bs. As., 
Sudamericana, 2011 
TORRE, Juan Carlos, “Los huérfanos de la política de partidos. Sobre los 
alcances y la naturaleza de la crisis de representación partidaria”, en 
Desarrollo Económico, vol. 42 Nº 168, Buenos Aires, 2003. 
TORRE, Juan Carlos (2004), La Operación política de la transversalidad. El 
presidente Kirchner y el Partido Justicialista, Texto revisado de la 
intervención en la Conferencia “Argentina en Perspectiva” organizada por 
el Centro de Estudiantes de la Universidad T. Di Tella, Buenos Aires, 
Noviembre 2004. 
VERBITSKY, Horacio, El Vuelo, Buenos Aires, Sudamericana, 1995. 
 
Diarios: 
 
La Nación 
Clarín 
La Gaceta de Tucumán 
Diario de Rio Negro 
La Prensa

Continuar navegando

Materiales relacionados