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MEMORIA 24640 HACER MEMORIA MATARI PIERRE El desenvolvimiento de la crisis mundial coincide con un evento desapercibido en la historia del pensa- miento económico: el centenario de la publicación de El Capital i nanciero de Rudolf Hilferding (1910), una de las últimas grandes contribuciones teóricas a la crítica marxista de la economía política. A dife- rencia de los grandes clásicos de la literatura marxista, El Capital i nanciero fue escasamente reeditado en lenguas extranjeras y sigue siendo un libro raro incluso en las bibliotecas. Autor poco conocido y aun menos leído, Hilferding fue, junto con Nikolái Bujarin, el único economista marxista en enfrentarse a la tarea de una crítica sistemática del marginalismo, es decir a los cimientos de la escuela neoclásica hoy predominante. En la hora en que numerosos críticos decretan apresuradamente el i n del “capitalismo i nanciero” y del “neoliberalismo”, sin por ello proponer una lectura fecunda de la crisis abierta con los cracs de 2007 y 2008, volver a la obra de Hilferding signii ca mucho más que una celebración necroló- gica. La relectura de El Capital i nanciero, a la hora del desenvolvimiento aún incierto de una de las ma- yores crisis de la historia del capitalismo, constituye un paso indispensable para ai lar las armas de una crítica marxista caída a su más bajo nivel teórico desde el rel ujo de esta corriente de pensamiento a ini- cios de los años ochenta. Las jeremiadas sobre los Molochs i nancieros del “neoliberalismo” deben ceder el paso a análisis genéticos de los fenómenos económicos contemporáneos con el i n de extraer, sobre esta base, el signii cado histórico de las contradicciones características del capitalismo actual. EL CAPITAL FINANCIERO DE HILFERDING: LEGADO Y LECCIONES PARA EL ANÁLISIS CONTEMPORÁNEO 41SEPTIEMBRE 2010 1. LAS VICISITUDES DE UNA TRAYECTORIA INTELECTUAL Y POLÍTICA H ilferding nació en 1877 en una familia pequeño- burguesa vienesa. Estudiante en medicina, Hilferding se adhiere al círculo de discusión socialdemócrata constituido alrededor de Max Adler, Otto Bauer y Karl Renner en 1893. Es en el seno del grupo “austro marxista”, inmerso en la intensidad de la vida intelectual de la Viena de la Belle Epoque, que Hil- ferding se confronta por primera vez a problemas teóricos –en filosofía, en ciencias políticas y en economía política– tales como los plantea esta “tercera” generación de marxistas. Ahí publica su primer estudio en 1904. Se trata de una crítica de las tesis de Eugen Böhm-Bawerk, el jefe de la escuela austríaca y autor de la más voluminosa crítica burguesa de la teoría del valor y de la explotación de Marx escrita hasta la fecha. La respuesta de Hilferding consiste en una refutación de la teoría subjetiva del valor y del individualismo metodológico de Böhm-Bawerk1. Estas actividades sellan el acercamiento de Hilferding al partido socialdemócrata alemán (SPD) así como su amistad con Karl Kautsky, el principal teórico de la Segunda Internacional. Hilfer- ding inicia en 1902 una larga colaboración con la revista teórica del SPD, la Neue Zeit. A partir de 1906, Hilferding dicta cursos de economía política en la escuela de cuadros del SPD en Berlín. Amenazado por las leyes prusianas que prohíben toda actividad re- numerada a los extranjeros, Hilferding debe ceder su lugar a Frantz Mehring y a Rosa Luxembourg con quien no sostiene buenas relaciones. Entre 1907 y 1915, Hilferding prosigue su colaboración con diversas pu- blicaciones del SPD. Estos años previos a la guerra serán también los de sus últimos intensos intercambios intelectuales con sus camaradas vieneses y con otros miembros de la Segunda International, como Trotsky2, entonces en exilio y que, en sus Memorias posteriores ostentará un profundo des- dén político hacia este “redactor asalariado del partido alemán”3. Es durante ese periodo que, a los 33 años, en 1910, Hilferding publica El Capital f inanciero. Estudio sobre el desarrollo reciente del capitalismo, en Berlín. El autor aborda un tema esbozado por Marx: el rol del “sistema de crédito” en la dinámica del modo de producción capitalista. Para Hilferding, El Capital f inanciero, definido como “capital a disposición de los bancos y utilizado por los industriales”4, es un fenómeno histórico orgánico a un cierto grado de desarrollo de las fuerzas productivas y de trans- formación de las formas de la competencia capitalista. Sobre esta base, Hilferding aborda cuestiones de carácter “superestructurales” como el rol del Estado así como los intereses de las diferentes clases sociales en un capitalismo dominado por monopolios bajo control de los bancos. Por último, el análisis de Hilferding asienta las bases del análisis marxista del imperialismo definido como política especifica de El Capital f inanciero. La crisis de la Segunda Internacional desencadenada por la Primera Guerra Mundial va a determinar la evolución política e intelectual posterior de Hilferding. Opositor pasivo a la guerra, Hilferding se acerca al USPD, el nuevo partido socialdemócrata independiente que nace en 1916 como resultado de una escisión del SPD corroído por su colaboración al esfuerzo de guerra del imperio alemán. No obstante, Hilferding no participará en las conferencias de Zimmerwald y de Khiental en donde se reúnen los opositores más resueltos a la guerra y de donde saldrá el nú- cleo de la futura Internacional Comunista. En 1917 Hilferding deviene un semi opositor al bolchevismo durante la Revolución de Octubre. Es también durante la guerra que Hilferding deduce algunas conclusiones en cuanto al destino inmediato del capitalismo. En 1915, formula la tesis de la posibilidad del advenimiento de un “capitalismo organizado” bajo la dirección del sistema bancario, es decir de las instituciones que controlan y centralizan el proceso de producción social. Este capitalismo organizado, en el cual los conglomerados se entrelazan con el Estado, deviene para Hil- ferding el trampolín para la concretización del “principio socialista de la producción planificada”5, es decir para una transición al socialismo sin una exacerbación revolucio- naria de la lucha de clases. La posibilidad de un control social de la producción así como la neutralidad del Estado en la lucha de clases, las dos ideas centrales de la tesis del capitalismo organizado, se encuentran in nuce en El Capital f inanciero. Su evolución intelectual así como su adhesión a la dirección del USPD deter- minan las posiciones políticas de Hilfer- ding durante la crisis revolucionaria que estalla en Alemania al final de la guerra. Fiel a su posición centrista, Hilferding se opone, a su izquierda, a la radicalización del proceso revolucionario liderado por la liga espartaquista de Karl Liebknecht y Luxembourg y, a su derecha, a la sangrienta represión anti- comunista orquestada por el SPD. Hilferding es partidario de la convocación de la asamblea constituyente de la cual saldrán las instituciones de la República de Weimar. Por otro lado, si bien apoya la consolidación de los consejos obreros que se multiplican a lo largo y a lo ancho de Alemania, Hilferding busca desviar esta suerte de soviets alemanes de toda tarea revolucionaria6. Su posicionamiento intermedio y sus dilaciones oportunistas valen a Hilferding el oprobio del movimiento comunista internacional que se estructura en torno a la Rusia soviética. Hilferding se opone a las veintiún condiciones de adhesión a la Internacional Comunista o komintern. En su segundo congreso, ésta decreta a Hilferding persona non grata7. Aún intelectualmente cercano de algunos miembros del antiguo grupo austro-marxista, Hilferding participará con el USPD en la breve y patética aventura de la “segunda internacional y media”. El final de este intermezzo y la reunificación de los dos partidos reformistas de la socialdemo- cracia alemana marcan el regreso de Hilferding al SPD. EL AUTOR ABORDA UN TEMA ESBOZADO POR MARX:EL ROL DEL “SISTEMA DE CRÉDITO” EN LA DINÁMICA DEL MODO DE PRODUCCIÓN CAPITALISTA. PARA HILFERDING, EL CAPITAL FINANCIERO, DEFINIDO COMO “CAPITAL A DISPOSICIÓN DE LOS BANCOS Y UTILIZADO POR LOS INDUSTRIALES”, ES UN FENÓMENO HISTÓRICO ORGÁNICO A UN CIERTO GRADO DE DESARROLLO DE LAS FUERZAS PRODUCTIVAS Y DE TRANSFORMACIÓN DE LAS FORMAS DE LA COMPETENCIA CAPITALISTA MEMORIA 24642 De 1924 a 1933, Hilferding, recién naturalizado alemán, interviene en el Reichstag como diputado del SPD. Asimismo, ocupa el cargo de ministro de Hacienda durante los dos mo- mentos críticos de la República de Weimar: la primera vez en octubre 1923, en plena crisis híper inflacionista, y la segunda entre mayo 1928 y diciembre 1929, al inicio de la Gran De- presión. La llegada de Hitler al poder en 1933 obliga a Hilfer- ding –socialista y judío– a exiliarse. Durante su destierro, las meditaciones sobre la Gran Depresión y sobre las causas de la victoria del nazismo lo conducen a reconsiderar algunas de sus convicciones políticas así como a revalorizar la importancia del rol de la lucha revolucionaria del proletariado. El Manifiesto de Praga, el llamado a un derrocamiento revolucionario del régimen hitleriano publicado en 1934 por la organización del SPD en el exilio (Sopade), es esencialmente redactado por él. En 1936, Hilferding viaja a París para asistir a una conferencia en la Sorbonne, dictada por Bujarin, su alter ego teórico8. Durante este encuentro entre el principal economista socialdemócrata y el principal economista bolchevique –entonces encargado de la misión de recuperar los manuscritos de Marx en el extranjero9– los dos hermanos enemigos intercambian sus puntos de vista teóricos respetivos.10 No obstante, Hilferding, cautivo de un profundo pesimismo en cuanto a la constitución de la conciencia de clase del proletariado y de una concepción reformista del Estado de la cual nunca se pudo deshacer, terminará su vida conven- cido de que la clase obrera alemana fue la principal responsable de la victoria del nazismo. Hilferding reconsidera también la concepción marxista ortodoxa de las relaciones entre la base económica y la superestructura política. La evolución de la URSS de los planes quinquenales –a sus ojos una “economía de Estado totalitaria”– así como los ejemplos de la Italia fascista y de la Alemania nazi ponen en relieve una determinación política de las relaciones económicas11. Estas tesis ejercerán posteriormente una profunda influencia sobre el joven Marcuse. El “camino de Damasco” de Hilferding concluye con el abandono de la concepción materialista de la historia, posición que lo habría conducido a la convicción, según Paul Hertz, uno de sus cercanos, que “ningún Estado ni ninguna sociedad pueden existir sin religión”.12 El final trágico de la vida de Hilferding encarna las vaci- laciones de la colaboración del aparato de Estado francés con la Alemania hitleriana. Al cabo de andanzas incesantes en el Sur de Francia, buscando desesperadamente una manera de huir hacia Estados Unidos, auxiliado por algunos socialistas franceses como Leon Blum, Hilferding es finalmente arresta- do por la policía del régimen de Vichy en Arles. Deportado a Paris, Hilferding es torturado y todo indica que fue asesinado por la Gestapo en febrero de 194113. Sus restos nunca fueron encontrados. Rudolf Hilferding dejó un manuscrito inacabado (“Das historiche problem”) en el cual se proponía regresar sobre el tema que determinó, en última instancia, las vicisitudes de la trayectoria intelectual y política del mayor economista marxista después de Marx: la naturaleza de la forma de Estado orgánica al capitalismo desarrollado. 2. EL CAPITAL FINANCIERO EN LA TRADICIÓN MARXISTA Mientras preparaba El Capital f inanciero, Hilferding solicitó a Kautsky la autorización de consultar los manuscritos que sirvie- ron a las ediciones de los libros II y III de El Capital preparadas por Engels14. Al respecto, conviene notar que Hilferding no hace suya la definición general y abstracta del concepto de “capital financiero” propuesta por Marx, es decir la autonomización y la monopolización en el seno de algunas instituciones de las ope- raciones del ciclo del capital-dinero. Para Hilferding, El Capital f inanciero es un resultado del metabolismo del capitalismo en un cierto grado de su desarrollo histórico. El Capital f inanciero “sig- nifica la unificación del capital. Los antiguos sectores separados del capital industrial, comercial y bancario, se hallan ahora bajo la dirección común de la alta finanza, en la que están vinculados personalmente los señores de la industria y de los Bancos. Esta unión tiene como base la eliminación de la libre competencia del capitalista individual por las grandes uniones monopolísticas”.15 Si bien la “fu- sión” entre bancos e industria constituye el meollo de la definición de Hilferding, la dominación de los primeros sobre el conjunto del proceso de acumulación es considerada por él como una tendencia inmanente del capitalismo altamente desarrollado. La publicación de El Capital f inanciero suscita inmediatamente un vivo entusiasmo entre los principales teóricos de la Segunda Internacional. Kautsky y Bauer acogen la obra de manera ditirámbica como el “cuarto libro” de El Capital16. Rápida- mente traducida al ruso (1912), la obra inspirará directamente los estudios sobre el imperialismo de Bujarin y Lenin. Si bien subraya una “cierta tendencia en conciliar el marxismo con el oportunismo,”17 Lenin acoge la obra como “un análisis teórico extremadamente valioso” y retoma, para sus propios fines, la esencia del análisis. La posteridad de El Capital f inanciero en el seno de la “tradi- ción” marxista estuvo enteramente determinada por la escisión política y teórica del movimiento obrero internacional a partir de la posguerra. Mientras que el “capitalismo organizado” de Hil- ferding deviene la tesis oficial de la socialdemocracia reformista alemana, la komintern define la posguerra como el periodo de la “crisis general del capitalismo”. Hasta la Gran Depresión, el enfrentamiento entre comunistas y socialistas en cuestiones eco- nómicas tuvo lugar en torno a las tesis de Hilferding. Este último se convierte en el principal blanco de Eugenio Varga, el principal economista de la komintern, que sitúa los fundamentos teóricos del reformismo moderno en El Capital f inanciero18. Hilferding deviene para la komintern en lo que, otrora, Bernstein era para Kautsky. Simultáneamente, algunos de los trabajos marxistas LA EVOLUCIÓN DE LA URSS DE LOS PLANES QUINQUENALES –A SUS OJOS UNA “ECONOMÍA DE ESTADO TOTALITARIA”– ASÍ COMO LOS EJEMPLOS DE LA ITALIA FASCISTA Y DE LA ALEMANIA NAZI PONEN EN RELIEVE UNA DETERMINACIÓN POLÍTICA DE LAS RELACIONES ECONÓMICAS. ESTAS TESIS EJERCERÁN POSTERIORMENTE UNA PROFUNDA INFLUENCIA SOBRE EL JOVEN MARCUSE 43SEPTIEMBRE 2010 más destacados sobre las crisis y sobre el imperialismo, escritos du- rante ese periodo, se apoyan sobre una apreciación crítica de las tesis de El Capital f inanciero. Es el caso, por ejemplo, de los trabajos de Fritz Sternberg y Henryk Grossmann sobre el imperialismo y el carácter de las crisis respectivamente. Será únicamente en el contexto posterior a la Segunda Guerra Mundial que interviene el olvido de Hilferding por las diferentes fracciones del movimiento co- munista. Así como lo resumió recientemente François Chesnais, Hilferding fue “el primero teórico después de Marx en haberse real- mente propuesto un análisis de la finanza. Sigue siendo prácticamen- te el único. No obstante, su trabajo es mayormente desconocido. A ello contribuyeron ampliamente sus posiciones políticas durante el periodo histórico crítico de la Re- volución de Octubre y la fundación de la Tercera Internacional. Es a la socialdemocracia a la cual se integró que hubiese incumbido la tarea de hacer prosperar el trabajo deHilferding, pero ésta, al renunciar inclusive a la crítica teórica del sistema capitalista, tan rápida y completamente, no podía hacerlo. Hilferding fue conocido sobre todo a través de las citas que se hicieron de él. La aplastante mayoría de aquellos, marxistas o no marxistas, militantes pertenecientes a menudo a fracciones hostiles, que se han interesado en la noción de El Capital f inanciero no leyeron a Hilferding sino únicamente a Lenin (a su vez simplemente farfullado por ellos).”19 Además de este conocimiento de segunda mano, es también necesario advertir que la conservación de la definición hilferdi- niana de El Capital f inanciero por la mayoría de los marxistas de la segunda posguerra precisaba de una “corrección” de sus aportes analíticos. Por lo común, una crítica que encontramos en la lite- ratura consiste en reprochar a Hilferding el haber hipostasiado, en una formula teórica, los lazos particulares de los bancos y las industrias tal como éstos prevalecían en la Alemania bismarc- kiana. Este reproche ya había sido expresado, justo después de la publicación del libro, por Eduard Bernstein, el viejo líder de la corriente revisionista20. Será reformulado y fundamentado, en su versión clásica, por Paul Sweezy en 1942. A diferencia de Bauer, Sweezy retoma la definición formal de El Capital f inanciero de Hilferding como “fusión” de los bancos con la industria. No obstante, para Sweezy, la tendencia a la dominación de los bancos sobre la industria correspondería, en el mejor de los casos, a una forma transitoria característica de las relaciones entre estos sectores durante la fase genética de las estructuras monopolísticas a finales del siglo XIX. Fueron las necesidades de este proceso gestatorio que exigieron la interven- ción masiva de préstamos bancarios así como la transformación del modo de detención de la propiedad privada, mediante el accionariado. En la medida en que ambos instrumentos pre- valecieron como métodos privilegiados de financiamiento de las inversiones y de la centralización de los capitales, abrieron el paso a una dominación de los bancos sobre la industria. No obstante, el advenimiento de un nuevo modus vivendi entre los capitalistas con la consolidación de las estructuras monopolís- ticas y, recíprocamente, el final de la era de “la competencia a muerte”, implicó, de vuelta, una nueva modificación del rol de los bancos. Sweezy, observador profundo y anticipador de la dinámica del capitalismo surgido de la Gran Depresión, recusa la tesis de una tendencia histórica a la dominación del capital bancario. En suma, Hilferding “confunde una fase transitoria del desarrollo capitalista con una tendencia permanente… Pasados sus días de gloria, el capital bancario retrocede a una posición subsidiaria del capital industrial. Esto no significa que el capitalismo en general regrese a su estado anterior; por el contrario, el monopolio y la dominación de una pequeña capa superior de grandes capitalistas se hacen más sólidos y se ex- tienden gradualmente, abarcando sectores cada vez más vastos del sistema de producción y de distribución. Sólo que su base es el capital industrial y no, como Hilferding pensó que sería, el capital bancario. La dominación del capital bancario es una fase transitoria del desarrollo capitalista, que coincide aproxi- madamente con la transición del capitalismo de competencia al monopolista”.21 En el contexto posterior a la Gran Depresión y a la Segunda Guerra Mundial –la economía mixta– esta lectura de las rela- ciones entre bancos e industrias se impone rápidamente. Será MEMORIA 24644 también compartida por el primer y hasta la fecha uno de los pocos comentaristas sistemáticos de Hilferding, Wilfried Gotts- chalch22. Esta nueva interpretación implicaba redefinir el con- tenido del imperialismo. De “política de El Capital f inanciero”, como lo definía Hilferding, el imperialismo deviene sinónimo de “capitalismo monopolista,” un punto sobre el cual ya insistía fuertemente Lenin23. Es en el seno de este marco general que la utilización del concepto de capital financiero, entendido como fusión del capital bancario y del capital industrial, interviene en las investigaciones marxistas de la posguerra. Durante este nuevo periodo, algunos estudios ilustran el entrelazamiento creciente entre los mundos bancarios e in- dustriales así como las conexiones de estos intereses con los principales partidos políticos burgueses, a manera del estudio de Victor Perlo sobre “la alta finanza” en Estados Unidos24. Al mismo tiempo, la utilización del concepto de capital financiero desborda progresivamente las corrientes marxistas ortodoxas. Durante el boom de estudios críticos sobre el subdesarrollo y el imperialismo, lo encontramos en diversos autores, de Harry Magdoff a Samir Amin. La generalización del uso de la noción de capital financiero no se acompaña, paradójicamente, de una profundización teórica del rol del sector financiero en la diná- mica del capitalismo25. Las principales síntesis marxistas sobre la dinámica del capitalismo de la posguerra – El capitalismo monopo- lista de Baran y Sweezy, El capitalismo tardío de Ernest Mandel, Los límites de la economía mixta de Paul Mattick, o incluso los tratados de los partidos comunistas oficiales sobre el “capitalis- mo monopolista de Estado”– no proponen profundizaciones teóricas de la finanza. Es cierto que estos análisis intervienen en condiciones históricas en las cuales los problemas financieros aparecen relegados en un segundo plano. De esta manera, tanto las condiciones de la economía mixta –que hasta mediados de los años setenta implicaron una moderación del sector financiero en la apropiación de la plusvalía– como el rechazo teórico de una tendencia profunda a la dominación de los bancos, determinaron el atraso del pensamiento marxista sobre este tema. Los trastornos ocurridos en el capitalismo desde mediados de los años setenta dejaron a la crítica marxista relativamente desarmada frente a un fenómeno que devendrá dominante en las próximas décadas: la autonomía creciente del sector finan- ciero; un fenómeno cuya acuidad condujo a los economistas a hablar corrientemente de un “capitalismo financiero.” A pesar del incremento de publicaciones sobre el tema del “capital fi- nanciero” y del “capitalismo financiero internacional” durante los setenta, la dificultad se manifiesta al momento de proponer una esclarecimiento teórico de ciertos rasgos como la importancia adquirida por las Bolsas, el auge de los inversores institucionales, la explosión de las deudas públicas o la potencia de la influencia política de los bancos. La dominación de los grupos financieros y el correlato al cual la Historia asocia este fenómeno –las dos guerras mundiales y la Gran Depresión– plantean desafíos teóricos y políticos mayo- res.26 Frente a la voracidad creciente de los sectores financieros, la mayoría de los marxistas se limitan al leitmotiv siguiente: bajo el presupuesto de la ley del valor, el proceso de valorización del capital determina, en última instancia, los límites absolutos del monto de la plusvalía global y, por consiguiente, a toda forma de repartición de ésta, ergo a las posibilidades de apropiación de una parte creciente por los financieros. El problema es que, desde un punto de vista marxista, más que un análisis de las limitaciones de las posibilidades de distribución de la riqueza creada por la producción, se trata de analizar los resortes reales así como el significado de la tendencia histórica del acaparamiento de una parte creciente de la plusvalía por las instituciones financieras. Las dificultades incurridas por los marxistas a la hora de analizar los fenómenos financieros contemporáneos así como sus lazos con la dinámica productiva determinaron un deslizamiento hacia una definición de tipo keynesiano de esta problemática. Los análisis de Keynes sobre el carácter de la especulación financiera y sobrelos problemas que ésta plantea a nivel ma- croeconómico son elementos cuya integración parecen evidentes en un análisis crítico del capitalismo contemporáneo. Los acer- camientos entre marxistas y keynesianos enriquecen el estudio del funcionamiento de los sectores financieros actuales así como el entendimiento de algunos mecanismos de la circulación fi- nanciera. No obstante, estos esfuerzos concluyen a menudo en una simple satanización de los mercados financieros percibidos como excrecencias cancerígenas del sistema económico. Para los menos proclives a la diatriba, el mismo enfoque conduce a una denunciación del carácter desestabilizador de los mercados financieros y, recíprocamente, a plegarias en pro de una regula- ción de este sector con el deseo que cumpla su función “normal”: financiar las inversiones productivas. Esta última tendencia se ve reforzada desde el estallido de la crisis mundial en 2007. En guisa de teoría, se apoya especialmente en las descripciones empíricas –completamente triviales, dicho sea de paso– de los diferentes momentos de los ciclos especulativos, como las perogrulladas de Hyman Minsky, el nuevo favorito de los economistas hete- rodoxos desde los cracs ligados a los subprimes. El inconveniente mayor de estas perspectivas es que conducen a oponer, de manera romántica desde el punto de vista teórico y estéril desde lo político, un capitalismo encaminado hacia la especulación a un capitalismo orientado hacia la producción, un “capitalismo financiero” a un “capitalismo industrial” o, lo que es lo mismo, uno “malo” a uno “menos peor”. Políticamente, esta oposición cobra la forma, en los países desarrollados, de una nostalgia creciente de las regulaciones financieras posteriores a la Segunda Guerra Mundial. 3. ALCANCES Y LÍMITES DE EL CAPITAL FINANCIERO PARA EL ANÁLISIS DEL CAPITALISMO CONTEMPORÁNEO La corporación multinacional es la unidad de producción y de distribución de mercancías que domina las condiciones de un capitalismo desigual y universalmente desarrollado. Comprender la superioridad y el poder de las corporaciones multinacionales significa descifrar los fundamentos de la generalización de las sociedades anónimas en tanto que tipo específico de empresa. Hilferding explica el auge de las corporaciones a partir de una doble tendencia que domina toda la historia del desarrollo de la producción capitalista: el ahorro de trabajo vivo con respecto a los medios de producción utilizados y el aumento de la parte fija del capital. La dominación de las corporaciones –fenómeno que 45SEPTIEMBRE 2010 constituye en sí mismo un índice del grado de desarrollo de las capacidades productivas de la humanidad– acarrea la expresión contemporánea de las relaciones contradictorias entre fuerzas productivas y relaciones de producción. Las relaciones entre propietarios-accionistas y managers deviene la envoltura moderna de las contradicciones entre el carácter colectivo de la producción y el carácter privado de su apropiación. La dominación de las corporaciones anuncia también el advenimiento de los sistemas financieros modernos27 caracterizados por un protagonismo de los mercados financieros en donde intereses, dividendos y comisiones son las formas canónicas de apropiación de la plusvalía. El poder de un puñado de multimillonarios-accionistas sobre la totalidad de la pro- ducción mundial constituye el envés de la dominación de las corporaciones multinacio- nales. Al respecto, Hilferding notaba cómo se crea, sobre la base de la centralización del capital-acción a partir de carteras diversificadas, “un círculo de personas que, en virtud de su propio poder de capital, o también como representantes de la fuerza concentrada de capital ajeno (directores de Banco), están representadas como Consejos de Administración en nume- rosas sociedades por acciones. Nace así un especie de unión personal, de un lado, entre las diversas sociedades por accio- nes entre sí, y luego, entre éstas y los Bancos, circunstancias que han de ser de la mayor influencia para la política de estas sociedades, porque se constituye una asociación de intereses entre las distintas sociedades”.28 Para 2009, los ingresos de los 937 multimi- llonarios censados por la revis- ta Forbes en su vigésimo cuarto ranking mundial de “los mayores plutócratas” (sic) provienen de actividades múltiples en las cuales finanza, industria, comercio y propiedad inmobiliaria se entrelazan29. La multiplicidad de fuentes de ingresos subraya el carácter unificado del capital y, por ende, los límites de las anatomías de las clases dominantes llevadas a cabo en término de facciones identificadas a partir de las principales formas de la plusvalía (ganancia industrial, ganancia comercial, interés y dividendos, renta de la tierra e inmobiliaria). Esta reunión en pocas manos de una pluralidad de modos de apropiación de la plusvalía –obligaciones de Estado, títulos de empresas industriales o comerciales, etcétera.– refleja, por otra parte, el carácter colectivo de la explotación capitalista. Este último rasgo adquiere semejante transparencia únicamente sobre la base de la dominación de la sociedad anónima, expresión del modo de tenencia colectivo de la propiedad de los medios de producción. A través de estas formas modernas de concentración y de centralización de la propiedad y del capital, Hilferding revela el secreto de la actividad de los bancos a cargo de la emisión de las acciones de las corporaciones: la ganancia de los fundadores. Esta categoría económica constituye la mayor contribución teórica de Hilferding al análisis del funcionamiento de la finanza moderna. La ganancia de los fundadores –es decir la capitalización bursátil de la diferencia entre la tasa de ganancia de la empresa y de la tasa de interés que retribuye a los accionistas– establece los fundamentos de una explica- ción marxista de la tendencia a la proliferación de la emisión de títulos en periodos de boom económico así como del creci- miento exponencial del valor de estos títulos. El intercambio mercantil de estos títulos que otorgan derecho a una parte de la plusvalía social futura corresponde a la circulación f i- nanciera, es decir la circulación bursátil propiamente dicha. La capitalización de estos títulos representa un capital ficticio. El valor de estos capitales ficticios depende, a la vez, de las fantasías colectivas de los especuladores en cuanto a las tasas de ganancias futuras así como de la diferencia entre éstas y las tasas de interés en vigor. Antes del estallido de la crisis actual, el valor de las capitalizaciones bursátiles representaba 400 por ciento del PIB mundial. Con Hilferding, el apetito gregario que provoca estas burbujas financieras ya no aparece unilateralmente como rasgo parasitario de nuestras sociedades y que los keynesianos radicales pretenden poder extir- par. La especulación financiera, en cuanto método de apropiación privada de riquezas colectivamente producidas, deviene la regla conforme al grado actual de socialización de una producción que aún permanece bajo el yugo de la propiedad privada. En la Bolsa, “la propiedad capitalista aparece en su forma pura como título de renta en el que se ha transformado la relación de explo- tación, la apropiación de plusvalía, de una manera inaprensible. La propiedad deja de expresar cualquier relación de producción determinada y se convierte en un título de rendimiento que aparece plenamente independiente de cualquier actividad”.30 MEMORIA 24646 La transformación que la propiedad privada de los medios de producción adquiere con la generalización de las corporaciones convierte la competencia entre los capitalistas-accionistas en un proceso completamente misterioso para el observador superficial, esto es la especulación. A propósito, un aspecto del análisis de Hilferding podrá parecer curioso y obsoleto al lector contemporáneo: “Al desa- rrollo delos Bancos va unido, naturalmente, un retroceso en la importancia de las Bolsas”.31 El poder creciente de los bancos tiene como correlato un incremento de la influencia de éstos en la especulación bursátil, mediante el control que ejercen sobre la circulación crediticia. Esta conclusión perentoria apunta a la teoría de la moneda y del crédito, el objeto de la primera sección de El Capital f inanciero. Es sobre ella que reposa el análisis de la posibilidad de una regulación del capitalismo por un sistema bancario centralizado. La teoría de la moneda y del crédito de El Capital f inanciero concentró la atención de los primeros críticos de Hilferding –Bauer, Kautsky, Lenin– sin que éstos hayan percibido todas sus implicaciones. En los años setenta, la teoría monetaria de Hilferding fue el objeto de una crítica sis- temática por Suzanne de Brunhoff. Para esta autora, Hilferding analiza la moneda directamente en sus funciones capitalistas sin considerar una teoría general de ésta32. En otras palabras, Hilferding no analiza la moneda como medio de circulación de las mercancías en general, esto es independientemente de la determinación de capital de éstas. En suma, su enfoque invierte el recorrido teórico propuesto por Marx en este terreno33. Hasta la fecha, la crítica de Brunhoff permanece como horizonte de los lectores contemporáneos de El Capital f inanciero y, de una manera general, de la concepción marxista de la moneda. A pesar de la aporía teórica señalada por Brunhoff, las tesis monetarias de Hilferding anuncian las principales dificultades propias a las relaciones monetarias que subyacen el capitalismo contemporáneo: la desmonetización del oro en 1971 y, con ella, el abandono de cualquier referencia a una moneda-mercancía uni- versal. Esta nueva realidad plantea una serie de problemas situados en el corazón de los debates actuales. En primer lugar, plantea la cuestión de la naturaleza de las relaciones entre las monedas de los bancos centrales y los instrumentos de crédito y, en segundo lugar, la cuestión de la naturaleza de las relaciones de las diferentes monedas nacionales entre ellas. Por último, la desmonetización de oro plantea el problema de las posibilidades de regulación del capitalismo por los grandes bancos centrales (Fed, BCE, etcétera), el cual los economistas contemporáneos tratan superficialmente invocando las virtudes anestesiantes de la “confianza”. En un nivel de estudio sociológico, las relaciones de produc- ción y de distribución estudiadas por Hilferding ofrecen amplias perspectivas para el análisis de las sociedades contemporáneas. Más que la explicación del crecimiento de la capa de los rentistas- accionistas en el seno de las burguesías, el enfoque de Hilferding permite abordar el problema de la aparente desaparición de las fronteras objetivas de clases así como de la conciencia social de pertenencia de clase de los diferentes actores de la corporación multinacional. Para Hilferding, el desarrollo de las corporaciones “separa la dirección de la propiedad de la empresa y convierte a la dirección en función especial de trabajadores y empleados mejor pagados. Al mismo tiempo, los puestos más altos se con- vierten en empleos influyentes y bien dotados que parecen estar abiertos a todos. De esta forma, se despierta en todo empleado (venciendo su sentimiento de solidaridad) el interés por el as- censo, el impulso por el avance, que se forma en toda jerarquía. Cada cual espera superar al otro y elevarse por encima de la situación semiproletaria hasta alcanzar los ingresos capitalistas. Cuanto más rápido sea el desarrollo de las sociedades por accio- nes, cuanto mayor sea su volumen, tanto mayor será también el número de puestos y, sobre todo, el de los puestos influyentes y bien pagados. Inicialmente, los empleados no ven más que esta armonía de intereses y, como todo empleo, se les presenta como el tránsito a una posición superior, no se sienten tan interesados en la lucha por su contrato de trabajo como en la lucha del capital por la ampliación de sus sectores de influencia”.34 Un tal extracto que se puede encontrar fácilmente hoy en cualquier tratado de sociología a la moda y, más aún, en un capítulo dedicado a una enésima “refutación” pedante del marxismo como método de análisis de las sociedades contemporáneas, fue redactado por un marxista ortodoxo en 1910. Paralelamente a este fenómeno sociológico, Hilferding nota la actitud política de los trabajadores y de los sindicatos de los países industrializados especialmente en materia de inmigración de proletarios no calificados prove- nientes de países relativamente atrasados desde el punto de vista capitalista y sometidos al yugo del imperialismo. Por último, es en El Capital financiero que hay que buscar los fundamentos de las diversas orientaciones de los análisis marxis- tas del imperialismo. Hilferding considera una doble tendencia, contradictoria, de las corporaciones: concertarse y ampliar sus espacios económicos, y edificar barreras a la entrada de estos mismos espacios. Por un lado nace una “cierta solidaridad de los intereses internacionales del capital”, por el otro, se exacerba la competencia entre las principales burguesías. El análisis unilateral de la primera tendencia conduce a la conclusión de un posible entendimiento pacífico entre los carteles capitalistas. Este análisis constituye el núcleo de la teoría del “súper” o “ultra imperialismo” de Kautsky35. Con todo, la polémica que nació de la oposición de Lenin a las tesis de Kautsky sobre el superimperialismo es de primera importancia para los debates sobre el carácter contempo- ráneo del imperialismo. Las reacciones vivas en torno al Imperio de Michael Hardt y Antonio Negri son la mejor prueba de ello. LA PROPIEDAD DEJA DE EXPRESAR CUALQUIER RELACIÓN DE PRODUCCIÓN DETERMINADA Y SE CONVIERTE EN UN TÍTULO DE RENDIMIENTO QUE APARECE PLENAMENTE INDEPENDIENTE DE CUALQUIER ACTIVIDAD”. LA TRANSFORMACIÓN QUE LA PROPIEDAD PRIVADA DE LOS MEDIOS DE PRODUCCIÓN ADQUIERE CON LA GENERALIZACIÓN DE LAS CORPORACIONES CONVIERTE LA COMPETENCIA ENTRE LOS CAPITALISTAS-ACCIONISTAS EN UN PROCESO COMPLETAMENTE MISTERIOSO PARA EL OBSERVADOR SUPERFICIAL, ESTO ES LA ESPECULACIÓN 47SEPTIEMBRE 2010 Se puede interpretar la tesis central de Imperio como deducción de la superestructura política inherente a un proceso de “globali- zación económica,” en el cual las corporaciones desvinculadas de cualquier espacio nacional particular aparecen como los principales arquitectos de este poder único y foucaultianamente difuso, de esta “estructuración biopolítica de los territorios a escala mundial,”36 es decir del Imperio. Dicho de otro modo, la formación de un proceso productivo mundial y el entrelazamiento de los capitales financieros nacionales –dos ideas fuertes que encontramos en la mayoría de los estudios contemporáneos sobre la globalización económica elaborados a partir de enfoques marxistas o no– con- ducen lógicamente a conclusiones políticas ultra cosmopolitas de tipo Negri y Hardt.37 De esta manera, la mayoría de los críticos se equivocan de blanco cuando pretenden refutar la tesis de Imperio a partir de una embestida hacia la hipótesis de la tendencia a la desaparición de los Estados nación. Desde un punto de vista práctico, la realidad de la crisis ac- tual tuvo el mérito de desbaratar las etéreas especulaciones de los autores de ese libro. Es que si, por un lado, la crisis exacerbó efectivamente la necesidad de una cooperación internacional de las principales burguesías situadas en cima del “esquema de Polibio”38 del Imperio (Davos y G7), por otro lado, la mayoría de las medidas concretas anticrisis –en el plano industrial, agrícola, financiero, etcétera– han descubierto los límites y la hipocresía del cosmopolitismo del capital. Lo mismo se puede decir de las actuales medidas de racionalización de los procesos de produc- ción decididas por las corporacionesmultinacionales. Éstas a través de decisiones de reestructuraciones y de re-despliegues geográficos develan claramente sus raíces nacionales. Desde un punto de vista teórico, es por consiguiente en la transformación de los enfoques analíticos del proceso de globalización econó- mica que yace la renovación del análisis de las formas contem- poráneas de imperialismo. Esta transformación deberá partir del rol ambidiestro de las empresas multinacionales. La doble tendencia a la internacionalización y a la nacionalización del capital esbozada por Hilferding –y explícitamente formulada por Bujarin39– abre nuevas perspectivas teóricas para esta tarea. El análisis de Hilferding en El Capital f inanciero anticipa de cierto modo la división del capitalismo mundial en diferentes bloques y sub-bloques más o menos dependientes. Desde todo punto de vista, asienta las bases para fecundos análisis de la estructura imperialista del capitalismo mundial actual fragmentado en un cuarteto dominante (Norteamérica, Unión Europea, Japón, Chi- na), en sub-bloques dependientes pero cuyos destinos y grados de autonomía permanecen inciertos y en otros desigualmente ava- sallados. Internacionalización y nacionalización, regionalización y globalización constituyen movimientos encontrados solamente en apariencia. En la realidad, traducen las contradicciones del proceso de formación de una economía mundial unificada bajo el corsé de unidades de producción privadas irremediablemente asentadas en Estados, esto es de formas políticas encargadas de la gestión de los buenos y malos “negocios comunes de la burguesía” (Marx) y de los que el capitalismo no puede deshacerse nunca. El autor es economista y profesor en la Universidad Autónoma de la Ciudad de México (UACM). NOTAS 1 Una compilación comentada de la polémica entre Böhm-Bawerk y Hilferding ha sido elaborada por Paul Sweezy (ed.), Karl Marx and the close of his system, h e Merlin Press, Londres, 1976. 2 Isaac Deutscher, Trotsky, el profeta armado, Era, México, 1968. 3 Léon Trotsky, Ma vie, Gallimard, París, 1953. 4 Rudolf Hilferding, El Capital i nanciero, Ediciones de Ciencias Sociales- Instituto Cubano del libro, La Habana, 1971. 5 Ernest Mandel, El poder y el dinero. Contribución a la teoría de la posible extinción del Estado, Siglo XXI, México, 1994. 6 Gilbert Badia, Historia de la Alemania contemporánea 1917-1932, Editorial Política, La Habana, 1966. 7 “Condiciones de admisión de los partidos comunistas en la Internacional Comunista” en Los cuatro primeros congresos de la internacional comunista, Pasado y presente, México, 1981. 8 Maurice Andreu, “Une conférence de Boukharine à Paris en 1936”, Revue Nouvelles fondations, No. 6, junio de 2007, París. 9 Stephen Cohen, Bujarin y la revolución bolchevique. Biografía política (1888- 1938), Siglo XXI, México, 1976. 10 Andreu, o. c. 11 Hilferding, “Capitalismo de estado o economía de estado totalitario”, en Wright Mills, Los marxistas, Era, México, 1976. 12 Paul Hertz citado por Harold James, “Rudolf Hilferding and the Application of the Political Economy of the Second International”, h e Historical Journal, Vol. 24, No. 4, diciembre de 1981. 13 William Smaldone, Rudolf Hilferding. h e tragedy of a German Social Democrat, Northern Illinois University Press, EU, 1998. 14 Yvon Bourdet, introducción a la edición francesa de Le Capital i nancier, Minuit, París, 1970. 15 Hilferding, o. c., p. 337. 16 M. Howard y J. King, A history of marxian economics (Vol. I, 1883-1929), Princeton University Press, EU, 1989. 17 Lenin, El imperialismo fase superior del capitalismo, Ediciones en Lenguas Extranjeras, Pekín, 1975. 18 Eugène Varga, La crise économique sociale politique, Ediciones Sociales, Paris, 1976. 19 François Chesnais, “La prééminence de la i nance”, en SEM, La i nance mondialisée, PUF, París, 2006. 20 Howard y King, A history of marxian economics (Vol. I, 1883-1929), o. c. 21 Sweezy, Teoría del desarrollo capitalista, FCE, México, 1981. 22 Wilfried Gottschalch “Développement et crise du capitalisme dans la pensée de Rudolf Hilferding”, en Institut Giangiacomo Feltrinelli, Histoire du marxisme contemporain, t. II, 10/18, París. 23 Lenin, “Sobre una caricatura del marxismo y sobre el ‘economismo imperia- lista’”, en Obras completas, t. XXIII,Progreso, Moscú. 24 Victor Perlo, L’empire de la haute i nance. La genèse du CME aux USA, Ed. Sociales, París. 25 Entre las escasas excepciones se puede mencionar los trabajos respectivos de Suzanne de Brunho+ y Duncan Foley. 26 Éste constituye el tema de uno de los últimos artículos muy pesimistas es- critos por Sweezy. Sweezy, “h e triumph of i nancial capital”, Monthy Review, junio de 1994. 27 Jonas Zoninsein, Monopoly capital h eory. Hilferding and Twentieth-Century Capitalism, Greenwood Press, Nueva York, 1990. 28 Hilferding, o. c., p. 126. 29 www.forbes.com 30 Ib., pp.162-163. 31 Ib., p. 162. 32 Suzanne de Brunho+ , La oferta de moneda. Crítica de un concepto, Tiempo Contemporáneo, Buenos Aires, 1975. 33 De Brunho+ , Teoría marxista de la moneda, Roca, México, 1975. 34 Hilferding, o. c., p. 393. 35 Karl Kautsky, “Ultra-imperialism”, Die Neue Zeit, septiembre de 1914, en http://www.marxists.org/archive/kautsky/1914/09/ultra-imp.htm. 36 Antonio Negri y Michael Hardt, Empire, Exils, París, 2000. 37 Lógicamente, es esta concepción de las empresas multinacionales o transna- cionales como “constructoras del tejido conectivo del mundo biopolítico” que inspiran los autores del Imperio. Ver Negri y Hardt, Empire, o. c. 38 Ib. 39 Bujarin, La economía mundial y el imperialismo, Pasado y presente, Buenos Aires, 1971.
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