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MEMORIA 24640
HACER MEMORIA
MATARI PIERRE
El desenvolvimiento de la crisis mundial coincide con un evento desapercibido en la historia del pensa-
miento económico: el centenario de la publicación de El Capital i nanciero de Rudolf Hilferding (1910), 
una de las últimas grandes contribuciones teóricas a la crítica marxista de la economía política. A dife-
rencia de los grandes clásicos de la literatura marxista, El Capital i nanciero fue escasamente reeditado 
en lenguas extranjeras y sigue siendo un libro raro incluso en las bibliotecas. Autor poco conocido y aun 
menos leído, Hilferding fue, junto con Nikolái Bujarin, el único economista marxista en enfrentarse a la 
tarea de una crítica sistemática del marginalismo, es decir a los cimientos de la escuela neoclásica hoy 
predominante. En la hora en que numerosos críticos decretan apresuradamente el i n del “capitalismo 
i nanciero” y del “neoliberalismo”, sin por ello proponer una lectura fecunda de la crisis abierta con los 
cracs de 2007 y 2008, volver a la obra de Hilferding signii ca mucho más que una celebración necroló-
gica. La relectura de El Capital i nanciero, a la hora del desenvolvimiento aún incierto de una de las ma-
yores crisis de la historia del capitalismo, constituye un paso indispensable para ai lar las armas de una 
crítica marxista caída a su más bajo nivel teórico desde el rel ujo de esta corriente de pensamiento a ini-
cios de los años ochenta. Las jeremiadas sobre los Molochs i nancieros del “neoliberalismo” deben ceder 
el paso a análisis genéticos de los fenómenos económicos contemporáneos con el i n de extraer, sobre 
esta base, el signii cado histórico de las contradicciones características del capitalismo actual. 
EL CAPITAL FINANCIERO 
DE HILFERDING:
LEGADO Y LECCIONES PARA EL 
ANÁLISIS CONTEMPORÁNEO 
41SEPTIEMBRE 2010
1. LAS VICISITUDES DE UNA TRAYECTORIA 
INTELECTUAL Y POLÍTICA 
H
ilferding nació en 1877 en una familia pequeño-
burguesa vienesa. Estudiante en medicina, 
Hilferding se adhiere al círculo de discusión 
socialdemócrata constituido alrededor de Max 
Adler, Otto Bauer y Karl Renner en 1893. Es 
en el seno del grupo “austro marxista”, inmerso en la intensidad 
de la vida intelectual de la Viena de la Belle Epoque, que Hil-
ferding se confronta por primera vez a problemas teóricos –en 
filosofía, en ciencias políticas y en economía política– tales como 
los plantea esta “tercera” generación de marxistas. Ahí publica 
su primer estudio en 1904. Se trata de una crítica de las tesis de 
Eugen Böhm-Bawerk, el jefe de la escuela austríaca y autor de 
la más voluminosa crítica burguesa de la teoría del valor y de 
la explotación de Marx escrita hasta la fecha. La respuesta de 
Hilferding consiste en una refutación de la teoría subjetiva del 
valor y del individualismo metodológico 
de Böhm-Bawerk1. Estas actividades sellan 
el acercamiento de Hilferding al partido 
socialdemócrata alemán (SPD) así como 
su amistad con Karl Kautsky, el principal 
teórico de la Segunda Internacional. Hilfer-
ding inicia en 1902 una larga colaboración 
con la revista teórica del SPD, la Neue Zeit. 
A partir de 1906, Hilferding dicta cursos de 
economía política en la escuela de cuadros 
del SPD en Berlín. Amenazado por las leyes 
prusianas que prohíben toda actividad re-
numerada a los extranjeros, Hilferding debe 
ceder su lugar a Frantz Mehring y a Rosa 
Luxembourg con quien no sostiene buenas 
relaciones. Entre 1907 y 1915, Hilferding 
prosigue su colaboración con diversas pu-
blicaciones del SPD. Estos años previos a 
la guerra serán también los de sus últimos 
intensos intercambios intelectuales con sus 
camaradas vieneses y con otros miembros 
de la Segunda International, como Trotsky2, entonces en exilio 
y que, en sus Memorias posteriores ostentará un profundo des-
dén político hacia este “redactor asalariado del partido alemán”3. 
Es durante ese periodo que, a los 33 años, en 1910, Hilferding 
publica El Capital f inanciero. Estudio sobre el desarrollo reciente 
del capitalismo, en Berlín. El autor aborda un tema esbozado por 
Marx: el rol del “sistema de crédito” en la dinámica del modo 
de producción capitalista. Para Hilferding, El Capital f inanciero, 
definido como “capital a disposición de los bancos y utilizado 
por los industriales”4, es un fenómeno histórico orgánico a un 
cierto grado de desarrollo de las fuerzas productivas y de trans-
formación de las formas de la competencia capitalista. Sobre esta 
base, Hilferding aborda cuestiones de carácter “superestructurales” 
como el rol del Estado así como los intereses de las diferentes 
clases sociales en un capitalismo dominado por monopolios bajo 
control de los bancos. Por último, el análisis de Hilferding asienta 
las bases del análisis marxista del imperialismo definido como 
política especifica de El Capital f inanciero.
La crisis de la Segunda Internacional desencadenada por la 
Primera Guerra Mundial va a determinar la evolución política e 
intelectual posterior de Hilferding. Opositor pasivo a la guerra, 
Hilferding se acerca al USPD, el nuevo partido socialdemócrata 
independiente que nace en 1916 como resultado de una escisión 
del SPD corroído por su colaboración al esfuerzo de guerra del 
imperio alemán. No obstante, Hilferding no participará en las 
conferencias de Zimmerwald y de Khiental en donde se reúnen 
los opositores más resueltos a la guerra y de donde saldrá el nú-
cleo de la futura Internacional Comunista. En 1917 Hilferding 
deviene un semi opositor al bolchevismo durante la Revolución 
de Octubre. Es también durante la guerra que Hilferding 
deduce algunas conclusiones en cuanto al destino inmediato 
del capitalismo. En 1915, formula la tesis de la posibilidad del 
advenimiento de un “capitalismo organizado” bajo la dirección 
del sistema bancario, es decir de las instituciones que controlan 
y centralizan el proceso de producción social. Este capitalismo 
organizado, en el cual los conglomerados se 
entrelazan con el Estado, deviene para Hil-
ferding el trampolín para la concretización 
del “principio socialista de la producción 
planificada”5, es decir para una transición al 
socialismo sin una exacerbación revolucio-
naria de la lucha de clases. La posibilidad 
de un control social de la producción así 
como la neutralidad del Estado en la lucha 
de clases, las dos ideas centrales de la tesis 
del capitalismo organizado, se encuentran 
in nuce en El Capital f inanciero.
Su evolución intelectual así como su 
adhesión a la dirección del USPD deter-
minan las posiciones políticas de Hilfer-
ding durante la crisis revolucionaria que 
estalla en Alemania al final de la guerra. 
Fiel a su posición centrista, Hilferding se 
opone, a su izquierda, a la radicalización 
del proceso revolucionario liderado por 
la liga espartaquista de Karl Liebknecht 
y Luxembourg y, a su derecha, a la sangrienta represión anti-
comunista orquestada por el SPD. Hilferding es partidario de la 
convocación de la asamblea constituyente de la cual saldrán las 
instituciones de la República de Weimar. Por otro lado, si bien 
apoya la consolidación de los consejos obreros que se multiplican 
a lo largo y a lo ancho de Alemania, Hilferding busca desviar 
esta suerte de soviets alemanes de toda tarea revolucionaria6. Su 
posicionamiento intermedio y sus dilaciones oportunistas valen 
a Hilferding el oprobio del movimiento comunista internacional 
que se estructura en torno a la Rusia soviética. Hilferding se 
opone a las veintiún condiciones de adhesión a la Internacional 
Comunista o komintern. En su segundo congreso, ésta decreta a 
Hilferding persona non grata7. Aún intelectualmente cercano de 
algunos miembros del antiguo grupo austro-marxista, Hilferding 
participará con el USPD en la breve y patética aventura de la 
“segunda internacional y media”. El final de este intermezzo y la 
reunificación de los dos partidos reformistas de la socialdemo-
cracia alemana marcan el regreso de Hilferding al SPD.
EL AUTOR ABORDA UN TEMA 
ESBOZADO POR MARX:EL ROL 
DEL “SISTEMA DE CRÉDITO” EN 
LA DINÁMICA DEL MODO DE 
PRODUCCIÓN CAPITALISTA. 
PARA HILFERDING, EL CAPITAL 
FINANCIERO, DEFINIDO COMO 
“CAPITAL A DISPOSICIÓN DE 
LOS BANCOS Y UTILIZADO 
POR LOS INDUSTRIALES”, ES 
UN FENÓMENO HISTÓRICO 
ORGÁNICO A UN CIERTO 
GRADO DE DESARROLLO DE 
LAS FUERZAS PRODUCTIVAS 
Y DE TRANSFORMACIÓN 
DE LAS FORMAS DE LA 
COMPETENCIA CAPITALISTA
MEMORIA 24642
De 1924 a 1933, Hilferding, recién naturalizado alemán, 
interviene en el Reichstag como diputado del SPD. Asimismo, 
ocupa el cargo de ministro de Hacienda durante los dos mo-
mentos críticos de la República de Weimar: la primera vez en 
octubre 1923, en plena crisis híper inflacionista, y la segunda 
entre mayo 1928 y diciembre 1929, al inicio de la Gran De-
presión. La llegada de Hitler al poder en 1933 obliga a Hilfer-
ding –socialista y judío– a exiliarse. Durante su destierro, las 
meditaciones sobre la Gran Depresión y sobre las causas de la 
victoria del nazismo lo conducen a reconsiderar algunas de sus 
convicciones políticas así como a revalorizar la importancia del 
rol de la lucha revolucionaria del proletariado. El Manifiesto 
de Praga, el llamado a un derrocamiento revolucionario del 
régimen hitleriano publicado en 1934 por la organización del 
SPD en el exilio (Sopade), es esencialmente redactado por él. En 
1936, Hilferding viaja a París para asistir a una conferencia en 
la Sorbonne, dictada por Bujarin, su alter ego teórico8. Durante 
este encuentro entre el principal economista socialdemócrata 
y el principal economista bolchevique –entonces encargado de 
la misión de recuperar los manuscritos de 
Marx en el extranjero9– los dos hermanos 
enemigos intercambian sus puntos de vista 
teóricos respetivos.10 
No obstante, Hilferding, cautivo de 
un profundo pesimismo en cuanto a la 
constitución de la conciencia de clase 
del proletariado y de una concepción 
reformista del Estado de la cual nunca se 
pudo deshacer, terminará su vida conven-
cido de que la clase obrera alemana fue 
la principal responsable de la victoria del 
nazismo. Hilferding reconsidera también 
la concepción marxista ortodoxa de las 
relaciones entre la base económica y la 
superestructura política. La evolución de 
la URSS de los planes quinquenales –a sus 
ojos una “economía de Estado totalitaria”– así como los ejemplos 
de la Italia fascista y de la Alemania nazi ponen en relieve una 
determinación política de las relaciones económicas11. Estas tesis 
ejercerán posteriormente una profunda influencia sobre el joven 
Marcuse. El “camino de Damasco” de Hilferding concluye con el 
abandono de la concepción materialista de la historia, posición 
que lo habría conducido a la convicción, según Paul Hertz, uno 
de sus cercanos, que “ningún Estado ni ninguna sociedad pueden 
existir sin religión”.12
El final trágico de la vida de Hilferding encarna las vaci-
laciones de la colaboración del aparato de Estado francés con 
la Alemania hitleriana. Al cabo de andanzas incesantes en el 
Sur de Francia, buscando desesperadamente una manera de 
huir hacia Estados Unidos, auxiliado por algunos socialistas 
franceses como Leon Blum, Hilferding es finalmente arresta-
do por la policía del régimen de Vichy en Arles. Deportado a 
Paris, Hilferding es torturado y todo indica que fue asesinado 
por la Gestapo en febrero de 194113. Sus restos nunca fueron 
encontrados. Rudolf Hilferding dejó un manuscrito inacabado 
(“Das historiche problem”) en el cual se proponía regresar sobre 
el tema que determinó, en última instancia, las vicisitudes de la 
trayectoria intelectual y política del mayor economista marxista 
después de Marx: la naturaleza de la forma de Estado orgánica 
al capitalismo desarrollado. 
2. EL CAPITAL FINANCIERO EN LA TRADICIÓN MARXISTA 
Mientras preparaba El Capital f inanciero, Hilferding solicitó a 
Kautsky la autorización de consultar los manuscritos que sirvie-
ron a las ediciones de los libros II y III de El Capital preparadas 
por Engels14. Al respecto, conviene notar que Hilferding no hace 
suya la definición general y abstracta del concepto de “capital 
financiero” propuesta por Marx, es decir la autonomización y la 
monopolización en el seno de algunas instituciones de las ope-
raciones del ciclo del capital-dinero. Para Hilferding, El Capital 
f inanciero es un resultado del metabolismo del capitalismo en un 
cierto grado de su desarrollo histórico. El Capital f inanciero “sig-
nifica la unificación del capital. Los antiguos sectores separados 
del capital industrial, comercial y bancario, se hallan ahora bajo 
la dirección común de la alta finanza, en la que están vinculados 
personalmente los señores de la industria 
y de los Bancos. Esta unión tiene como 
base la eliminación de la libre competencia 
del capitalista individual por las grandes 
uniones monopolísticas”.15 Si bien la “fu-
sión” entre bancos e industria constituye 
el meollo de la definición de Hilferding, 
la dominación de los primeros sobre el 
conjunto del proceso de acumulación es 
considerada por él como una tendencia 
inmanente del capitalismo altamente 
desarrollado. La publicación de El Capital 
f inanciero suscita inmediatamente un vivo 
entusiasmo entre los principales teóricos de 
la Segunda Internacional. Kautsky y Bauer 
acogen la obra de manera ditirámbica como 
el “cuarto libro” de El Capital16. Rápida-
mente traducida al ruso (1912), la obra inspirará directamente 
los estudios sobre el imperialismo de Bujarin y Lenin. Si bien 
subraya una “cierta tendencia en conciliar el marxismo con el 
oportunismo,”17 Lenin acoge la obra como “un análisis teórico 
extremadamente valioso” y retoma, para sus propios fines, la 
esencia del análisis. 
La posteridad de El Capital f inanciero en el seno de la “tradi-
ción” marxista estuvo enteramente determinada por la escisión 
política y teórica del movimiento obrero internacional a partir de 
la posguerra. Mientras que el “capitalismo organizado” de Hil-
ferding deviene la tesis oficial de la socialdemocracia reformista 
alemana, la komintern define la posguerra como el periodo de 
la “crisis general del capitalismo”. Hasta la Gran Depresión, el 
enfrentamiento entre comunistas y socialistas en cuestiones eco-
nómicas tuvo lugar en torno a las tesis de Hilferding. Este último 
se convierte en el principal blanco de Eugenio Varga, el principal 
economista de la komintern, que sitúa los fundamentos teóricos 
del reformismo moderno en El Capital f inanciero18. Hilferding 
deviene para la komintern en lo que, otrora, Bernstein era para 
Kautsky. Simultáneamente, algunos de los trabajos marxistas 
LA EVOLUCIÓN DE LA URSS DE 
LOS PLANES QUINQUENALES 
–A SUS OJOS UNA “ECONOMÍA 
DE ESTADO TOTALITARIA”– 
ASÍ COMO LOS EJEMPLOS DE 
LA ITALIA FASCISTA Y DE LA 
ALEMANIA NAZI PONEN EN 
RELIEVE UNA DETERMINACIÓN 
POLÍTICA DE LAS RELACIONES 
ECONÓMICAS. ESTAS TESIS 
EJERCERÁN POSTERIORMENTE 
UNA PROFUNDA INFLUENCIA 
SOBRE EL JOVEN MARCUSE
43SEPTIEMBRE 2010
más destacados sobre las crisis y 
sobre el imperialismo, escritos du-
rante ese periodo, se apoyan sobre 
una apreciación crítica de las tesis 
de El Capital f inanciero. Es el caso, 
por ejemplo, de los trabajos de Fritz 
Sternberg y Henryk Grossmann 
sobre el imperialismo y el carácter 
de las crisis respectivamente.
Será únicamente en el contexto 
posterior a la Segunda Guerra 
Mundial que interviene el olvido 
de Hilferding por las diferentes 
fracciones del movimiento co-
munista. Así como lo resumió 
recientemente François Chesnais, 
Hilferding fue “el primero teórico 
después de Marx en haberse real-
mente propuesto un análisis de la 
finanza. Sigue siendo prácticamen-
te el único. No obstante, su trabajo 
es mayormente desconocido. A 
ello contribuyeron ampliamente 
sus posiciones políticas durante el 
periodo histórico crítico de la Re-
volución de Octubre y la fundación 
de la Tercera Internacional. Es a la socialdemocracia a la cual 
se integró que hubiese incumbido la tarea de hacer prosperar el 
trabajo deHilferding, pero ésta, al renunciar inclusive a la crítica 
teórica del sistema capitalista, tan rápida y completamente, no 
podía hacerlo. Hilferding fue conocido sobre todo a través de 
las citas que se hicieron de él. La aplastante mayoría de aquellos, 
marxistas o no marxistas, militantes pertenecientes a menudo 
a fracciones hostiles, que se han interesado en la noción de El 
Capital f inanciero no leyeron a Hilferding sino únicamente a 
Lenin (a su vez simplemente farfullado por ellos).”19 
Además de este conocimiento de segunda mano, es también 
necesario advertir que la conservación de la definición hilferdi-
niana de El Capital f inanciero por la mayoría de los marxistas de 
la segunda posguerra precisaba de una “corrección” de sus aportes 
analíticos. Por lo común, una crítica que encontramos en la lite-
ratura consiste en reprochar a Hilferding el haber hipostasiado, 
en una formula teórica, los lazos particulares de los bancos y las 
industrias tal como éstos prevalecían en la Alemania bismarc-
kiana. Este reproche ya había sido expresado, justo después de 
la publicación del libro, por Eduard Bernstein, el viejo líder de 
la corriente revisionista20. Será reformulado y fundamentado, en 
su versión clásica, por Paul Sweezy en 1942. 
A diferencia de Bauer, Sweezy retoma la definición formal de 
El Capital f inanciero de Hilferding como “fusión” de los bancos 
con la industria. No obstante, para Sweezy, la tendencia a la 
dominación de los bancos sobre la industria correspondería, en 
el mejor de los casos, a una forma transitoria característica de 
las relaciones entre estos sectores durante la fase genética de las 
estructuras monopolísticas a finales del siglo XIX. Fueron las 
necesidades de este proceso gestatorio que exigieron la interven-
ción masiva de préstamos bancarios así como la transformación 
del modo de detención de la propiedad privada, mediante el 
accionariado. En la medida en que ambos instrumentos pre-
valecieron como métodos privilegiados de financiamiento de 
las inversiones y de la centralización de los capitales, abrieron 
el paso a una dominación de los bancos sobre la industria. No 
obstante, el advenimiento de un nuevo modus vivendi entre los 
capitalistas con la consolidación de las estructuras monopolís-
ticas y, recíprocamente, el final de la era de “la competencia a 
muerte”, implicó, de vuelta, una nueva modificación del rol de 
los bancos. Sweezy, observador profundo y anticipador de la 
dinámica del capitalismo surgido de la Gran Depresión, recusa 
la tesis de una tendencia histórica a la dominación del capital 
bancario. En suma, Hilferding “confunde una fase transitoria 
del desarrollo capitalista con una tendencia permanente… 
Pasados sus días de gloria, el capital bancario retrocede a una 
posición subsidiaria del capital industrial. Esto no significa que 
el capitalismo en general regrese a su estado anterior; por el 
contrario, el monopolio y la dominación de una pequeña capa 
superior de grandes capitalistas se hacen más sólidos y se ex-
tienden gradualmente, abarcando sectores cada vez más vastos 
del sistema de producción y de distribución. Sólo que su base 
es el capital industrial y no, como Hilferding pensó que sería, 
el capital bancario. La dominación del capital bancario es una 
fase transitoria del desarrollo capitalista, que coincide aproxi-
madamente con la transición del capitalismo de competencia 
al monopolista”.21 
En el contexto posterior a la Gran Depresión y a la Segunda 
Guerra Mundial –la economía mixta– esta lectura de las rela-
ciones entre bancos e industrias se impone rápidamente. Será 
MEMORIA 24644
también compartida por el primer y hasta la fecha uno de los 
pocos comentaristas sistemáticos de Hilferding, Wilfried Gotts-
chalch22. Esta nueva interpretación implicaba redefinir el con-
tenido del imperialismo. De “política de El Capital f inanciero”, 
como lo definía Hilferding, el imperialismo deviene sinónimo 
de “capitalismo monopolista,” un punto sobre el cual ya insistía 
fuertemente Lenin23. Es en el seno de este marco general que la 
utilización del concepto de capital financiero, entendido como 
fusión del capital bancario y del capital industrial, interviene en 
las investigaciones marxistas de la posguerra.
Durante este nuevo periodo, algunos estudios ilustran el 
entrelazamiento creciente entre los mundos bancarios e in-
dustriales así como las conexiones de estos intereses con los 
principales partidos políticos burgueses, a manera del estudio 
de Victor Perlo sobre “la alta finanza” en Estados Unidos24. Al 
mismo tiempo, la utilización del concepto de capital financiero 
desborda progresivamente las corrientes marxistas ortodoxas. 
Durante el boom de estudios críticos sobre el subdesarrollo y 
el imperialismo, lo encontramos en diversos autores, de Harry 
Magdoff a Samir Amin. La generalización del uso de la noción 
de capital financiero no se acompaña, paradójicamente, de una 
profundización teórica del rol del sector financiero en la diná-
mica del capitalismo25. Las principales síntesis marxistas sobre la 
dinámica del capitalismo de la posguerra – El capitalismo monopo-
lista de Baran y Sweezy, El capitalismo tardío de Ernest Mandel, 
Los límites de la economía mixta de Paul Mattick, o incluso los 
tratados de los partidos comunistas oficiales sobre el “capitalis-
mo monopolista de Estado”– no proponen profundizaciones 
teóricas de la finanza. Es cierto que estos análisis intervienen 
en condiciones históricas en las cuales los problemas financieros 
aparecen relegados en un segundo plano. De esta manera, tanto 
las condiciones de la economía mixta –que hasta mediados de los 
años setenta implicaron una moderación del sector financiero en 
la apropiación de la plusvalía– como el rechazo teórico de una 
tendencia profunda a la dominación de los bancos, determinaron 
el atraso del pensamiento marxista sobre este tema.
Los trastornos ocurridos en el capitalismo desde mediados 
de los años setenta dejaron a la crítica marxista relativamente 
desarmada frente a un fenómeno que devendrá dominante en 
las próximas décadas: la autonomía creciente del sector finan-
ciero; un fenómeno cuya acuidad condujo a los economistas a 
hablar corrientemente de un “capitalismo financiero.” A pesar 
del incremento de publicaciones sobre el tema del “capital fi-
nanciero” y del “capitalismo financiero internacional” durante los 
setenta, la dificultad se manifiesta al momento de proponer una 
esclarecimiento teórico de ciertos rasgos como la importancia 
adquirida por las Bolsas, el auge de los inversores institucionales, 
la explosión de las deudas públicas o la potencia de la influencia 
política de los bancos. 
La dominación de los grupos financieros y el correlato al cual 
la Historia asocia este fenómeno –las dos guerras mundiales y la 
Gran Depresión– plantean desafíos teóricos y políticos mayo-
res.26 Frente a la voracidad creciente de los sectores financieros, 
la mayoría de los marxistas se limitan al leitmotiv siguiente: bajo 
el presupuesto de la ley del valor, el proceso de valorización del 
capital determina, en última instancia, los límites absolutos del 
monto de la plusvalía global y, por consiguiente, a toda forma de 
repartición de ésta, ergo a las posibilidades de apropiación de una 
parte creciente por los financieros. El problema es que, desde un 
punto de vista marxista, más que un análisis de las limitaciones 
de las posibilidades de distribución de la riqueza creada por la 
producción, se trata de analizar los resortes reales así como el 
significado de la tendencia histórica del acaparamiento de una 
parte creciente de la plusvalía por las instituciones financieras. 
Las dificultades incurridas por los marxistas a la hora de analizar 
los fenómenos financieros contemporáneos así como sus lazos 
con la dinámica productiva determinaron un deslizamiento hacia 
una definición de tipo keynesiano de esta problemática.
Los análisis de Keynes sobre el carácter de la especulación 
financiera y sobrelos problemas que ésta plantea a nivel ma-
croeconómico son elementos cuya integración parecen evidentes 
en un análisis crítico del capitalismo contemporáneo. Los acer-
camientos entre marxistas y keynesianos enriquecen el estudio 
del funcionamiento de los sectores financieros actuales así como 
el entendimiento de algunos mecanismos de la circulación fi-
nanciera. No obstante, estos esfuerzos concluyen a menudo en 
una simple satanización de los mercados financieros percibidos 
como excrecencias cancerígenas del sistema económico. Para 
los menos proclives a la diatriba, el mismo enfoque conduce a 
una denunciación del carácter desestabilizador de los mercados 
financieros y, recíprocamente, a plegarias en pro de una regula-
ción de este sector con el deseo que cumpla su función “normal”: 
financiar las inversiones productivas. Esta última tendencia se ve 
reforzada desde el estallido de la crisis mundial en 2007. En guisa 
de teoría, se apoya especialmente en las descripciones empíricas 
–completamente triviales, dicho sea de paso– de los diferentes 
momentos de los ciclos especulativos, como las perogrulladas 
de Hyman Minsky, el nuevo favorito de los economistas hete-
rodoxos desde los cracs ligados a los subprimes. 
El inconveniente mayor de estas perspectivas es que conducen 
a oponer, de manera romántica desde el punto de vista teórico 
y estéril desde lo político, un capitalismo encaminado hacia la 
especulación a un capitalismo orientado hacia la producción, un 
“capitalismo financiero” a un “capitalismo industrial” o, lo que es 
lo mismo, uno “malo” a uno “menos peor”. Políticamente, esta 
oposición cobra la forma, en los países desarrollados, de una 
nostalgia creciente de las regulaciones financieras posteriores a 
la Segunda Guerra Mundial.
3. ALCANCES Y LÍMITES DE EL CAPITAL FINANCIERO PARA 
EL ANÁLISIS DEL CAPITALISMO CONTEMPORÁNEO
La corporación multinacional es la unidad de producción y de 
distribución de mercancías que domina las condiciones de un 
capitalismo desigual y universalmente desarrollado. Comprender 
la superioridad y el poder de las corporaciones multinacionales 
significa descifrar los fundamentos de la generalización de las 
sociedades anónimas en tanto que tipo específico de empresa. 
Hilferding explica el auge de las corporaciones a partir de una 
doble tendencia que domina toda la historia del desarrollo de la 
producción capitalista: el ahorro de trabajo vivo con respecto a 
los medios de producción utilizados y el aumento de la parte fija 
del capital. La dominación de las corporaciones –fenómeno que 
45SEPTIEMBRE 2010
constituye en sí mismo un índice del grado de desarrollo de las 
capacidades productivas de la humanidad– acarrea la expresión 
contemporánea de las relaciones contradictorias entre fuerzas 
productivas y relaciones de producción. Las relaciones entre 
propietarios-accionistas y managers deviene la envoltura moderna 
de las contradicciones entre el carácter colectivo de la producción 
y el carácter privado de su apropiación. La dominación de las 
corporaciones anuncia también el advenimiento de los sistemas 
financieros modernos27 caracterizados por un protagonismo de los 
mercados financieros en donde intereses, dividendos y comisiones 
son las formas canónicas de apropiación de la plusvalía.
El poder de un puñado de multimillonarios-accionistas 
sobre la totalidad de la pro-
ducción mundial constituye 
el envés de la dominación de 
las corporaciones multinacio-
nales. Al respecto, Hilferding 
notaba cómo se crea, sobre 
la base de la centralización 
del capital-acción a partir de 
carteras diversificadas, “un 
círculo de personas que, en 
virtud de su propio poder 
de capital, o también como 
representantes de la fuerza 
concentrada de capital ajeno 
(directores de Banco), están 
representadas como Consejos 
de Administración en nume-
rosas sociedades por acciones. 
Nace así un especie de unión 
personal, de un lado, entre las 
diversas sociedades por accio-
nes entre sí, y luego, entre éstas 
y los Bancos, circunstancias 
que han de ser de la mayor 
influencia para la política de 
estas sociedades, porque se 
constituye una asociación de 
intereses entre las distintas 
sociedades”.28 Para 2009, los 
ingresos de los 937 multimi-
llonarios censados por la revis-
ta Forbes en su vigésimo cuarto 
ranking mundial de “los mayores plutócratas” (sic) provienen de 
actividades múltiples en las cuales finanza, industria, comercio 
y propiedad inmobiliaria se entrelazan29. La multiplicidad de 
fuentes de ingresos subraya el carácter unificado del capital y, 
por ende, los límites de las anatomías de las clases dominantes 
llevadas a cabo en término de facciones identificadas a partir 
de las principales formas de la plusvalía (ganancia industrial, 
ganancia comercial, interés y dividendos, renta de la tierra e 
inmobiliaria). Esta reunión en pocas manos de una pluralidad de 
modos de apropiación de la plusvalía –obligaciones de Estado, 
títulos de empresas industriales o comerciales, etcétera.– refleja, 
por otra parte, el carácter colectivo de la explotación capitalista. 
Este último rasgo adquiere semejante transparencia únicamente 
sobre la base de la dominación de la sociedad anónima, expresión 
del modo de tenencia colectivo de la propiedad de los medios 
de producción. 
A través de estas formas modernas de concentración y de 
centralización de la propiedad y del capital, Hilferding revela el 
secreto de la actividad de los bancos a cargo de la emisión de las 
acciones de las corporaciones: la ganancia de los fundadores. Esta 
categoría económica constituye la mayor contribución teórica de 
Hilferding al análisis del funcionamiento de la finanza moderna. 
La ganancia de los fundadores –es decir la capitalización bursátil 
de la diferencia entre la tasa de ganancia de la empresa y de la 
tasa de interés que retribuye a 
los accionistas– establece los 
fundamentos de una explica-
ción marxista de la tendencia 
a la proliferación de la emisión 
de títulos en periodos de boom 
económico así como del creci-
miento exponencial del valor 
de estos títulos. El intercambio 
mercantil de estos títulos que 
otorgan derecho a una parte 
de la plusvalía social futura 
corresponde a la circulación f i-
nanciera, es decir la circulación 
bursátil propiamente dicha. La 
capitalización de estos títulos 
representa un capital ficticio. 
El valor de estos capitales 
ficticios depende, a la vez, de 
las fantasías colectivas de los 
especuladores en cuanto a las 
tasas de ganancias futuras así 
como de la diferencia entre 
éstas y las tasas de interés 
en vigor. Antes del estallido 
de la crisis actual, el valor de 
las capitalizaciones bursátiles 
representaba 400 por ciento 
del PIB mundial. 
Con Hilferding, el apetito 
gregario que provoca estas 
burbujas financieras ya no 
aparece unilateralmente como rasgo parasitario de nuestras 
sociedades y que los keynesianos radicales pretenden poder extir-
par. La especulación financiera, en cuanto método de apropiación 
privada de riquezas colectivamente producidas, deviene la regla 
conforme al grado actual de socialización de una producción 
que aún permanece bajo el yugo de la propiedad privada. En la 
Bolsa, “la propiedad capitalista aparece en su forma pura como 
título de renta en el que se ha transformado la relación de explo-
tación, la apropiación de plusvalía, de una manera inaprensible. 
La propiedad deja de expresar cualquier relación de producción 
determinada y se convierte en un título de rendimiento que 
aparece plenamente independiente de cualquier actividad”.30 
MEMORIA 24646
La transformación que la propiedad privada de los medios de 
producción adquiere con la generalización de las corporaciones 
convierte la competencia entre los capitalistas-accionistas en un 
proceso completamente misterioso para el observador superficial, 
esto es la especulación.
A propósito, un aspecto del análisis de Hilferding podrá 
parecer curioso y obsoleto al lector contemporáneo: “Al desa-
rrollo delos Bancos va unido, naturalmente, un retroceso en la 
importancia de las Bolsas”.31 El poder creciente de los bancos 
tiene como correlato un incremento de la influencia de éstos en 
la especulación bursátil, mediante el control que ejercen sobre 
la circulación crediticia. Esta conclusión perentoria apunta a la 
teoría de la moneda y del crédito, el objeto de la primera sección 
de El Capital f inanciero. Es sobre ella que reposa el análisis de 
la posibilidad de una regulación del capitalismo por un sistema 
bancario centralizado. La teoría de la moneda y del crédito 
de El Capital f inanciero concentró la atención de los primeros 
críticos de Hilferding –Bauer, Kautsky, Lenin– sin que éstos 
hayan percibido todas sus implicaciones. En los años setenta, la 
teoría monetaria de Hilferding fue el objeto de una crítica sis-
temática por Suzanne de Brunhoff. Para esta autora, Hilferding 
analiza la moneda directamente en sus funciones capitalistas 
sin considerar una teoría general de ésta32. En otras palabras, 
Hilferding no analiza la moneda como medio de circulación 
de las mercancías en general, esto es independientemente de la 
determinación de capital de éstas. En suma, su enfoque invierte 
el recorrido teórico propuesto por Marx en este terreno33. Hasta 
la fecha, la crítica de Brunhoff permanece como horizonte de 
los lectores contemporáneos de El Capital f inanciero y, de una 
manera general, de la concepción marxista de la moneda. 
A pesar de la aporía teórica señalada por Brunhoff, las tesis 
monetarias de Hilferding anuncian las principales dificultades 
propias a las relaciones monetarias que subyacen el capitalismo 
contemporáneo: la desmonetización del oro en 1971 y, con ella, el 
abandono de cualquier referencia a una moneda-mercancía uni-
versal. Esta nueva realidad plantea una serie de problemas situados 
en el corazón de los debates actuales. En primer lugar, plantea la 
cuestión de la naturaleza de las relaciones entre las monedas de 
los bancos centrales y los instrumentos de crédito y, en segundo 
lugar, la cuestión de la naturaleza de las relaciones de las diferentes 
monedas nacionales entre ellas. Por último, la desmonetización 
de oro plantea el problema de las posibilidades de regulación del 
capitalismo por los grandes bancos centrales (Fed, BCE, etcétera), 
el cual los economistas contemporáneos tratan superficialmente 
invocando las virtudes anestesiantes de la “confianza”.
En un nivel de estudio sociológico, las relaciones de produc-
ción y de distribución estudiadas por Hilferding ofrecen amplias 
perspectivas para el análisis de las sociedades contemporáneas. 
Más que la explicación del crecimiento de la capa de los rentistas-
accionistas en el seno de las burguesías, el enfoque de Hilferding 
permite abordar el problema de la aparente desaparición de las 
fronteras objetivas de clases así como de la conciencia social de 
pertenencia de clase de los diferentes actores de la corporación 
multinacional. Para Hilferding, el desarrollo de las corporaciones 
“separa la dirección de la propiedad de la empresa y convierte 
a la dirección en función especial de trabajadores y empleados 
mejor pagados. Al mismo tiempo, los puestos más altos se con-
vierten en empleos influyentes y bien dotados que parecen estar 
abiertos a todos. De esta forma, se despierta en todo empleado 
(venciendo su sentimiento de solidaridad) el interés por el as-
censo, el impulso por el avance, que se forma en toda jerarquía. 
Cada cual espera superar al otro y elevarse por encima de la 
situación semiproletaria hasta alcanzar los ingresos capitalistas. 
Cuanto más rápido sea el desarrollo de las sociedades por accio-
nes, cuanto mayor sea su volumen, tanto mayor será también el 
número de puestos y, sobre todo, el de los puestos influyentes y 
bien pagados. Inicialmente, los empleados no ven más que esta 
armonía de intereses y, como todo empleo, se les presenta como 
el tránsito a una posición superior, no se sienten tan interesados 
en la lucha por su contrato de trabajo como en la lucha del capital 
por la ampliación de sus sectores de influencia”.34 Un tal extracto 
que se puede encontrar fácilmente hoy en cualquier tratado de 
sociología a la moda y, más aún, en un capítulo dedicado a una 
enésima “refutación” pedante del marxismo como método de 
análisis de las sociedades contemporáneas, fue redactado por 
un marxista ortodoxo en 1910. Paralelamente a este fenómeno 
sociológico, Hilferding nota la actitud política de los trabajadores 
y de los sindicatos de los países industrializados especialmente 
en materia de inmigración de proletarios no calificados prove-
nientes de países relativamente atrasados desde el punto de vista 
capitalista y sometidos al yugo del imperialismo. 
Por último, es en El Capital financiero que hay que buscar los 
fundamentos de las diversas orientaciones de los análisis marxis-
tas del imperialismo. Hilferding considera una doble tendencia, 
contradictoria, de las corporaciones: concertarse y ampliar sus 
espacios económicos, y edificar barreras a la entrada de estos 
mismos espacios. Por un lado nace una “cierta solidaridad de los 
intereses internacionales del capital”, por el otro, se exacerba la 
competencia entre las principales burguesías. El análisis unilateral 
de la primera tendencia conduce a la conclusión de un posible 
entendimiento pacífico entre los carteles capitalistas. Este análisis 
constituye el núcleo de la teoría del “súper” o “ultra imperialismo” 
de Kautsky35. Con todo, la polémica que nació de la oposición 
de Lenin a las tesis de Kautsky sobre el superimperialismo es de 
primera importancia para los debates sobre el carácter contempo-
ráneo del imperialismo. Las reacciones vivas en torno al Imperio 
de Michael Hardt y Antonio Negri son la mejor prueba de ello. 
LA PROPIEDAD DEJA DE EXPRESAR CUALQUIER 
RELACIÓN DE PRODUCCIÓN DETERMINADA Y 
SE CONVIERTE EN UN TÍTULO DE RENDIMIENTO 
QUE APARECE PLENAMENTE INDEPENDIENTE DE 
CUALQUIER ACTIVIDAD”. LA TRANSFORMACIÓN 
QUE LA PROPIEDAD PRIVADA DE LOS MEDIOS DE 
PRODUCCIÓN ADQUIERE CON LA GENERALIZACIÓN DE 
LAS CORPORACIONES CONVIERTE LA COMPETENCIA 
ENTRE LOS CAPITALISTAS-ACCIONISTAS EN UN 
PROCESO COMPLETAMENTE MISTERIOSO PARA EL 
OBSERVADOR SUPERFICIAL, ESTO ES LA ESPECULACIÓN
47SEPTIEMBRE 2010
Se puede interpretar la tesis central de Imperio como deducción 
de la superestructura política inherente a un proceso de “globali-
zación económica,” en el cual las corporaciones desvinculadas de 
cualquier espacio nacional particular aparecen como los principales 
arquitectos de este poder único y foucaultianamente difuso, de esta 
“estructuración biopolítica de los territorios a escala mundial,”36 
es decir del Imperio. Dicho de otro modo, la formación de un 
proceso productivo mundial y el entrelazamiento de los capitales 
financieros nacionales –dos ideas fuertes que encontramos en la 
mayoría de los estudios contemporáneos sobre la globalización 
económica elaborados a partir de enfoques marxistas o no– con-
ducen lógicamente a conclusiones políticas ultra cosmopolitas de 
tipo Negri y Hardt.37 De esta manera, la mayoría de los críticos se 
equivocan de blanco cuando pretenden refutar la tesis de Imperio 
a partir de una embestida hacia la hipótesis de la tendencia a la 
desaparición de los Estados nación. 
Desde un punto de vista práctico, la realidad de la crisis ac-
tual tuvo el mérito de desbaratar las etéreas especulaciones de 
los autores de ese libro. Es que si, por un lado, la crisis exacerbó 
efectivamente la necesidad de una cooperación internacional 
de las principales burguesías situadas en cima del “esquema de 
Polibio”38 del Imperio (Davos y G7), por otro lado, la mayoría de 
las medidas concretas anticrisis –en el plano industrial, agrícola, 
financiero, etcétera– han descubierto los límites y la hipocresía 
del cosmopolitismo del capital. Lo mismo se puede decir de las 
actuales medidas de racionalización de los procesos de produc-
ción decididas por las corporacionesmultinacionales. Éstas a 
través de decisiones de reestructuraciones y de re-despliegues 
geográficos develan claramente sus raíces nacionales. Desde un 
punto de vista teórico, es por consiguiente en la transformación 
de los enfoques analíticos del proceso de globalización econó-
mica que yace la renovación del análisis de las formas contem-
poráneas de imperialismo. Esta transformación deberá partir 
del rol ambidiestro de las empresas multinacionales. La doble 
tendencia a la internacionalización y a la nacionalización del 
capital esbozada por Hilferding –y explícitamente formulada por 
Bujarin39– abre nuevas perspectivas teóricas para esta tarea. El 
análisis de Hilferding en El Capital f inanciero anticipa de cierto 
modo la división del capitalismo mundial en diferentes bloques 
y sub-bloques más o menos dependientes. Desde todo punto 
de vista, asienta las bases para fecundos análisis de la estructura 
imperialista del capitalismo mundial actual fragmentado en un 
cuarteto dominante (Norteamérica, Unión Europea, Japón, Chi-
na), en sub-bloques dependientes pero cuyos destinos y grados de 
autonomía permanecen inciertos y en otros desigualmente ava-
sallados. Internacionalización y nacionalización, regionalización 
y globalización constituyen movimientos encontrados solamente 
en apariencia. En la realidad, traducen las contradicciones del 
proceso de formación de una economía mundial unificada bajo 
el corsé de unidades de producción privadas irremediablemente 
asentadas en Estados, esto es de formas políticas encargadas de la 
gestión de los buenos y malos “negocios comunes de la burguesía” 
(Marx) y de los que el capitalismo no puede deshacerse nunca. 
El autor es economista y profesor en la Universidad Autónoma de la Ciudad 
de México (UACM).
NOTAS
1 Una compilación comentada de la polémica entre Böhm-Bawerk y Hilferding 
ha sido elaborada por Paul Sweezy (ed.), Karl Marx and the close of his system, 
h e Merlin Press, Londres, 1976.
2 Isaac Deutscher, Trotsky, el profeta armado, Era, México, 1968.
3 Léon Trotsky, Ma vie, Gallimard, París, 1953.
4 Rudolf Hilferding, El Capital i nanciero, Ediciones de Ciencias Sociales-
Instituto Cubano del libro, La Habana, 1971.
5 Ernest Mandel, El poder y el dinero. Contribución a la teoría de la posible extinción 
del Estado, Siglo XXI, México, 1994.
6 Gilbert Badia, Historia de la Alemania contemporánea 1917-1932, Editorial 
Política, La Habana, 1966.
7 “Condiciones de admisión de los partidos comunistas en la Internacional 
Comunista” en Los cuatro primeros congresos de la internacional comunista, Pasado 
y presente, México, 1981.
8 Maurice Andreu, “Une conférence de Boukharine à Paris en 1936”, Revue 
Nouvelles fondations, No. 6, junio de 2007, París. 
9 Stephen Cohen, Bujarin y la revolución bolchevique. Biografía política (1888-
1938), Siglo XXI, México, 1976.
10 Andreu, o. c. 
11 Hilferding, “Capitalismo de estado o economía de estado totalitario”, en 
Wright Mills, Los marxistas, Era, México, 1976. 
12 Paul Hertz citado por Harold James, “Rudolf Hilferding and the Application 
of the Political Economy of the Second International”, h e Historical Journal, 
Vol. 24, No. 4, diciembre de 1981.
13 William Smaldone, Rudolf Hilferding. h e tragedy of a German Social Democrat, 
Northern Illinois University Press, EU, 1998. 
14 Yvon Bourdet, introducción a la edición francesa de Le Capital i nancier, 
Minuit, París, 1970.
15 Hilferding, o. c., p. 337.
16 M. Howard y J. King, A history of marxian economics (Vol. I, 1883-1929), 
Princeton University Press, EU, 1989.
17 Lenin, El imperialismo fase superior del capitalismo, Ediciones en Lenguas 
Extranjeras, Pekín, 1975.
18 Eugène Varga, La crise économique sociale politique, Ediciones Sociales, Paris, 1976.
19 François Chesnais, “La prééminence de la i nance”, en SEM, La i nance 
mondialisée, PUF, París, 2006.
20 Howard y King, A history of marxian economics (Vol. I, 1883-1929), o. c.
21 Sweezy, Teoría del desarrollo capitalista, FCE, México, 1981. 
22 Wilfried Gottschalch “Développement et crise du capitalisme dans la pensée 
de Rudolf Hilferding”, en Institut Giangiacomo Feltrinelli, Histoire du marxisme 
contemporain, t. II, 10/18, París.
23 Lenin, “Sobre una caricatura del marxismo y sobre el ‘economismo imperia-
lista’”, en Obras completas, t. XXIII,Progreso, Moscú.
24 Victor Perlo, L’empire de la haute i nance. La genèse du CME aux USA, Ed. 
Sociales, París.
25 Entre las escasas excepciones se puede mencionar los trabajos respectivos de 
Suzanne de Brunho+ y Duncan Foley.
26 Éste constituye el tema de uno de los últimos artículos muy pesimistas es-
critos por Sweezy. Sweezy, “h e triumph of i nancial capital”, Monthy Review, 
junio de 1994.
27 Jonas Zoninsein, Monopoly capital h eory. Hilferding and Twentieth-Century 
Capitalism, Greenwood Press, Nueva York, 1990.
28 Hilferding, o. c., p. 126.
29 www.forbes.com
30 Ib., pp.162-163.
31 Ib., p. 162.
32 Suzanne de Brunho+ , La oferta de moneda. Crítica de un concepto, Tiempo 
Contemporáneo, Buenos Aires, 1975.
33 De Brunho+ , Teoría marxista de la moneda, Roca, México, 1975. 
34 Hilferding, o. c., p. 393.
35 Karl Kautsky, “Ultra-imperialism”, Die Neue Zeit, septiembre de 1914, en 
http://www.marxists.org/archive/kautsky/1914/09/ultra-imp.htm.
36 Antonio Negri y Michael Hardt, Empire, Exils, París, 2000.
37 Lógicamente, es esta concepción de las empresas multinacionales o transna-
cionales como “constructoras del tejido conectivo del mundo biopolítico” que 
inspiran los autores del Imperio. Ver Negri y Hardt, Empire, o. c.
38 Ib.
39 Bujarin, La economía mundial y el imperialismo, Pasado y presente, Buenos 
Aires, 1971.

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