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1 M A N EJ O I N TE G R A L D EL P A C IE N TE C R ÍT IC O MANEJO INTEGRAL DEL PACIENTE CRÍTICO 2 M A N EJ O I N TE G R A L D EL P A C IE N TE C R ÍT IC O 3 M a n ej o I n te g r a l d el P a c Ie n te c r ít Ic o La sabiduría milenaria de la cultura egipcia dejó testimonios imperecederos para la humanidad, en monumentos misteriosos cuyos enigmas aún no han sido del todo descifrados. A través de los siglos, equipos científicos improvisados o muy sofisticados, han promulgado hallazgos maravillosos que han permitido entender que desde tiempos inmemoriales se cultivaron conocimientos que pueden ayudar a la humanidad. La Medicina Crítica sigue rodeada aún de misteriosas conjugaciones fisiopatológicas, que es necesario descifrar para encontrar el mejor camino diagnóstico y terapéutico de las complejas enfermedades que conducen a nuestros pacientes a ese difícil escenario. Solo con dedicación y entrega podremos responder a las exigencias que estas situa- ciones reclaman de nosotros. Laureano Quintero B. Pirámides egipcias 4 M A N EJ O I N TE G R A L D EL P A C IE N TE C R ÍT IC O 5 M A N EJ O I N TE G R A L D EL P A C IE N TE C R ÍT IC O Manejo integral Manejo integral del paciente del paciente críticocrítico Laureano Quintero B. Editores Científi cos Editor Asociado: Olga Lucía Pérez - Elías Vieda Silva edición3a 6 M A N EJ O I N TE G R A L D EL P A C IE N TE C R ÍT IC O Cali Calle 18 Nº 122 Casa 03 Avenida Cañasgordas Pance PBX: (572) 372 8266 Telefax: (572) 555 1575 Bogotá Carrera 45 A Nº 91-25 La Castellana PBX: (571) 742 6442 Telefax: (571) 758 8425 Medellín Carrera 45 Nº 6-80 Patio Bonito El Poblado PBX: (574) 311 1953 Telefax: (574) 582 8991 Barranquilla Carrera 54 Nº 68-196 Prado Ofi center - Local 114 PBX: (575) 369 2690 Correo electrónico contactodirecto@salamandra.edu.co Página WEB www.salamandra.edu.co Línea gratuita Nacional 01-8000-111102 Editores Científi cos Olga Lucía Pérez Elías Vieda Silva Imágenes de Carátula Pirámides egipcias Diagramación e impresión Impresora Feriva S.A. Calle 18 No. 3-33 PBX: 524 9009 Feriva@feriva.com www.feriva.com Cali - Colombia, 2012 MANEJO INTEGRAL DEL PACIENTE CRÍTICO Editor: © Fundación Salamandra Editor asociado: © Laureano Quintero Barrera Primera edición 2009 Segunda edición 2010 Tercera edición 2012 ISBN 978-958-57342-4-1 Derechos Reservados Santiago de Cali, Colombia En Colombia Fundación Salamandra Manejo integral del paciente crítico / autor editor Fundación Salamandra. -- 3a. ed. -- Cali: Fundación Salamandra, 2012. 380 p.; 28 cm. ISBN 978-958-57342-4-1 1. Enfermería de cuidados intensivos. 2. Unidad de cuidados Intensivos. 3. Respiración artifi cial. 4. Ventilación mecánica. 5. Enfermedades cardíacas. I. Tít. 616.028 cd 21 ed. A1357689 CEP-Banco de la República-Biblioteca Luis Ángel Arango 7 M A N EJ O I N TE G R A L D EL P A C IE N TE C R ÍT IC O Contenido 1. Metas en reanimación del paciente traumatizado LAUREANO QUINTERO BARRERA. ............................................................ 17 2. Criterios de admisión y alta para la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) y la Unidad de Cuidados Intermedios (UCIN) en adultos ........... 29 ÁNGELA MARÍA HERRERA P. ALBERTO FEDERICO GARCÍA 3. Equipos MET en las instituciones hospitalarias .................................... 49 LILIANA C. CASTILLO SOTO LAUREANO QUINTERO BARRERA 4. Actualización en protocolos de resucitación cerebrocardiopulmonar ... 59 LAUREANO QUINTERO JASON PEÑUELA 5. Monitoría hemodinámica no invasiva e invasiva en la unidad de cuidado intensivo ...................................................... 69 ÁNGELA MARÍA HERRERA P. WILLIAM FERNANDO BERMÚDEZ IVÁN DARÍO RUIZ MORA 6. Conceptos de fi siología respiratoria en UCI ........................................ 93 BEATRIZ ELVIRA ENDO ABELLA LINDA CECILIA GUTIÉRREZ MÉNDEZ 7. Interpretación de gases arteriales y venosos ...................................... 103 ELÍAS VIEDA SILVA 8. Diagnóstico y manejo de la falla ventilatoria .................................... 121 ISABEL CRISTINA ARIAS VILLEGAS 9. Introducción a la ventilación mecánica ............................................ 129 MARÍA DEL PILAR TRIANA 10. Modos ventilatorios convencionales y parámetros programables ...... 147 MADELAYNE ARISTIZÁBAL Editores científi cos - Editor asociado ............................................................. 9 Autores ....................................................................................................... 11 Introducción ............................................................................................... 13 8 M A N EJ O I N TE G R A L D EL P A C IE N TE C R ÍT IC O 11. Modos ventilatorios no convencionales ............................................ 155 MADELAYNE ARISTIZÁBAL 12. Estrategias de protección pulmonar .................................................. 165 MARTHA VIVIANA PINEDA VÉLEZ 13. Patologías obstructivas de la vía aérea: EPOC ................................... 177 EDUARDO CONTRERAS ZÚÑIGA 14. Edema agudo de pulmón .................................................................. 191 GUISET CARVAJAL BEDOYA EDUARDO CONTRERAS ZÚÑIGA 15. Síndrome de Distrés Respiratorio Agudo (SDRA) ............................... 199 ÁNGELA MARÍA HERRERA ELÍAS VIEDA SILVA 16. Choque, aproximación inicial en urgencias ...................................... 235 ELÍAS VIEDA SILVA 17. Abordaje del choque de origen no claro ........................................... 247 JORGE LEONARDO CONTRERAS PARADA IVO SILJIK 18. Enfoque del paciente con choque cardiogénico................................ 257 EDUARDO CONTRERAS Z. ALEJANDRO JIMÉNEZ G. 19. Sepsis y choque séptico. Un abordaje general .................................. 271 ELÍAS VIEDA1 20. Terapia dirigida por metas en sepsis y choque séptico “Desde el servicio de urgencias a la unidad de cuidado intensivo”..... 285 JUAN KARLO URREA ZAPATA 21. Uso de antibióticos en UCI: protocolos globales .............................. 295 ERNESTO MARTÍNEZ BUITRAGO CHRISTIAN JOSÉ PALLARES GUTIÉRREZ 22. Farmacología en UCI ....................................................................... 307 EDUARDO CONTRERAS Z. ALEJANDRO JIMÉNEZ G. 23. Trastornos hidroelectrolíticos en el paciente crítico .......................... 317 SEBASTIÁN ALBA OSPINA 24. Terapia trasfusional en el paciente crítico ......................................... 331 OSCAR JAVIER VICTORINO 25. Abordaje inicial de la embarazada crítica ........................................ 357 VIRNA PATRICIA MEDINA PALMEZANO 26. Neuromiopatologías en cuidado intensivo ....................................... 367 JESÚS ALBERTO DÍAZ GRANADOS RICARDO ANDRÉS TROYA BASTIDAS 9 M A N EJ O I N TE G R A L D EL P A C IE N TE C R ÍT IC O El doctor Laureano Quintero Barrera es fellow del Colegio Americano de Cirujanos. Cirujano del equipo de Urgencias del Hospital Universitario del Valle en Cali, Colombia. Profesor de las disciplinas de Trauma y Reanimación de la Universidad del Valle y del Hospital Universitario del Valle. Ha ofi ciado como instructor en Trauma para equipos de especialistas en Nicaragua, Panamá, Argentina, Uruguay, Nigeria, Francia, México y, por supuesto, en muchos lugares de Colombia. La doctora Olga Lucía Pérez es Médica egresada de la Universidad del Cauca. Especialista en Cirugía de la Universidad de la Frontera, en Chile. Intensivista de la Universidad del Valle. Actualmente es Subgerente de la Unidad de Terapia Intensiva del Hospital Universitario del Valle. Cali, Colombia. El doctor Elías Vieda Silva es Médico Cirujano egresado de la Universidad Juan N. Corpas, Especialista en Me- dicina Interna de la Universidad del Cauca y en Medicina Críticay Terapia Intensiva de la Universidad de la Sabana. Magíster en Salud Pública Universidad del Valle. Profesor de Medicina Interna, área de Cuidado Crítico de la Universidad del Valle y del Programa de Especialización de Enfermería en Cuidados Intensivos. Coordinador Médico de la Unidad de Terapia Intensiva del Hospital Universitario del Valle, y de la Unidad de Terapia Intensiva de la Clínica Rey David.Cali, Colombia. Editores científi cos Editor asociado Olga Lucía Pérez Laureano Quintero B. Elías Vieda Silva 10 M A N EJ O I N TE G R A L D EL P A C IE N TE C R ÍT IC O 11 M A N EJ O I N TE G R A L D EL P A C IE N TE C R ÍT IC O Autores Sebastián Alba Ospina: Médico y Cirujano Uni- versidad de Manizales. Instructor Asociación Americana del Corazón-Equipo Médico Fun- dación Salamandra. Isabel Cristina Arias Villegas: Médica y Cirujana CES Medellín. Especialista en Anestesiología, Reanimación y Cuidados Intensivos, UPB, Me- dellín. Intensivista Clínica del Country, Bogotá. Madelayne Aristizábal González: Terapeuta respi- ratoria- Especialista en cuidado crítico. Funda- ción Universitaria Autónoma de las Américas. Instructora Fundación Salamandra. Guiset Carvajal Bedoya: Médica y Cirujana Universidad del Valle. Instructora Asociación Americana del Corazón-Instructora Fundación Salamandra. Eduardo Contreras Zúñiga: Médico y Cirujano, Universidad Libre Cali. Medicina Interna, CES. Especialista en Cardiología, Universidad del Valle, Cali. Instructor Asociación Americana del Corazón- Instructor Fundación Salamandra. Beatriz Elvira Endo Abella: Médica y Cirujana Universidad Libre. Residente Oftalmología Hospital Universitario del Valle. Instructora Asociación Americana del Corazón-Instructora Fundación Salamandra. Linda Cecilia Gutiérrez Méndez: Médica y Ciru- jana Universidad Libre. Instructora Asociación Americana del Corazón-Instructora Fundación Salamandra. Martha Viviana Pineda Vélez: Fisioterapeuta Universidad del Cauca. Instructora Fundación Salamandra. Laureano Quintero Barrera: Cirujano Fellow de Trauma y Emergencias Universidad del Valle. Profesor Departamento de Cirugía de la Univer- sidad del Valle. Director Científi co Fundación Salamandra. Instructor Asociación Americana del Corazón. Juan Karlo Urrea Zapata, Md Facc Faha: Médico y Cirujano, Universidad Libre Cali. Medicina In- terna, Pontifi cia Universidad Javeriana, Bogotá. Especialista en Cardiología, Pontifi cia Univer- sidad Javeriana, Bogotá. Instructor Fundación Salamandra Elías Vieda Silva: Médico Cirujano Universidad Juan N. Corpas. Especialista en Medicina In- terna Universidad del Cauca. Especialista en Medicina Crítica y Terapia Intensiva Univer- sidad de la Sabana. Magíster en Salud Pública Universidad del Valle. Profesor hora-cátedra Departamento de Medicina Interna Área Cui- dado Crítico Universidad del Valle. Profesor Programa de especialización de Enfermería en Cuidados Intensivos Universidad del Valle. Coordinador Médico Unidad de Terapia Intensi- va Hospital Universitario del Valle. Coordinador Médico Unidad de Terapia intensiva Clínica Rey David, Cali. Instructor Fundación Salamandra. Ángela María Herrera P: Médica Cirujana Univer- sidad Libre Cali. Instructora Asociación Ame- ricana del Corazón- Equipo médico Fundación Salamandra. Alberto Federico García: Médico y Cirujano Uni- versidad Javeriana Bogotá. Cirujano General Universidad del Valle. Especialista en cuidado intensivo Universidad del Valle. Epidemiología Universidad del Valle (en curso). Cirujano de urgencias Fundación Valle del Lili. Profesor asociado Departamento Cirugía Universidad del Valle. Liliana Castillo Soto: Médica cirujana Universidad Libre Cali. Instructora Asociación Americana del Corazón- Equipo Médico Fundación Sa- lamandra. Jason David Peñuela: Médico Cirujano Fundación Universitaria San Martín. Instructor Asociación Americana del Corazón- Subdirector Académico Nacional Fundación Salamandra-Equipo Médi- co Fundación Salamandra. William Fernando Bermúdez: Médico Cirujano Universidad del Valle. Investigador en Mi- crocirculación Universidad ICESI-Fundación Valle del Lili. Iván Darío Ruiz: Médico Cirujano Universidad del Cauca. Especialista en Anestesiología. Subes- 12 M A N EJ O I N TE G R A L D EL P A C IE N TE C R ÍT IC O pecialista en Anestesiología de Cirugía de Alta Complejidad. María del Pilar Triana: Terapeuta Respiratoria. Maestría en Salud Ocupacional. Instructora Fundación Salamandra. Alejandro Jiménez: Médico y Cirujano Fundación Universitaria San Martín. Instructor Asociación Americana del Corazón- Equipo médico Funda- ción Salamandra. Ernesto Martínez Buitrago: Médico y Cirujano de la Universidad del Valle, Internista de la Uni- versidad del Valle, Fellowship en Clinical Infec- tious Diseases de la Universidad de Cincinnati, en Estados Unidos. Miembro y Expresidente de la Asociación Colombiana de Infectología ACIN. Subdirector de la Unidad de Epidemio- logia Hospitalaria del Hospital Universitario del Valle-Universidad del Valle. Christian José Pallares Gutiérrez: Médico y Ci- rujano de la Universidad del Valle. Candidato a Maestría en Epidemiología de la Universidad del Valle. Miembro de la Asociación Colom- biana de Infectología ACIN. Jefe del Comité de Infecciones del Hospital Universitario del Valle-Universidad del Valle. Virna Patricia Medina: Médico Cirujana de la Uni- versidad del Valle. Especialista en Ginecología y obstétrica Universidad del Valle. Especialista en Cuidado Intensivo de la Universidad del Valle. Docente Departamento Gineco-Obstetricia de la Universidad del Valle. Oscar Javier Victorino: Médico y Cirujano Es- cuela de Medicina Juan N. Corpas Bogotá. Diagnóstico Cardiorrespiratorio. Unidad Clí- nica La Magdalena Ltda, Unidad de Cuidado Intensivo Adulto- Médico Cuidado Intensivo. Asociación Colombiana de Medicina Critica y Cuidado Intensivo (AMCI)-Miembro asociado. Instructor Asociación Americana del Corazón- Instructor Fundación Salamandra. Leonardo Contreras: Médico Cirujano Univer- sidad del Bosque Bogotá. Cirujano General Universidad Central de Venezuela-Universidad del Bosque. Especialista en Endoscopia Digestiva-Universidad de Caldas. Especia- lista en docencia universitaria- Universidad Francisco de Paula Santander. Magíster Salud Pública. Docente Universidad Santiago de Cali. Médico Unidad de Cuidados Intensivos Clínica Rey David. Ivo Siljik: Médico cirujano Universidad del Valle. Cirujano General-Universidad del Valle Do- cente Universidad Santiago de Cali. Ricardo Troya: Médico Cirujano Universidad Cooperativa de Colombia. Instructor Asocia- ción Americana del Corazón- Equipo Médico Fundación Salamandra. Dr. Jesús Alberto Díazgranados: Médico y Ciruja- no Universidad del Valle. Biólogo Universidad del Valle. Maestría en Neuroanatomía Uni- versidad del Valle. Especialista en Neurología Universidad de Buenos Aires - Argentina. Médico Neurológo Centro Médico Imbanaco. Director Médico Centro Médico Neurólogos de Occidente. 13 M A N EJ O I N TE G R A L D EL P A C IE N TE C R ÍT IC O Introducción El enfermo en condición crítica es quizá uno de los retos más complejos para el equipo de salud. Las decisiones y las intervenciones que se ejecuten frente a cada situa- ción deben ser llevadas a cabo con los máximos patrones de seguridad para el paciente. Todo el equipo que labora en Uni- dades de Cuidado Intensivo requiere de procesos de educación continua que garanticen un desempeño acorde con el permanente cambio del conocimiento y de la evidencia. Este documento es un aporte a esa necesidad. LAUREANO QUINTERO B. 14 M A N EJ O I N TE G R A L D EL P A C IE N TE C R ÍT IC O 15 M A N EJ O I N TE G R A L D EL P A C IE N TE C R ÍT IC O En el corazón reside la personalidad No es la persona al completo la que se mide con la plumade avestruz, símbolo del orden mun- dano, sino aquella parte de su ser que constituía para los egipcios el verdadero centro de la perso- nalidad, la sede del entendimiento, la voluntad y la conciencia. (Fragmento del Libro de los muertos, del escriba Ani, hacia 1300 a. C.) 16 M A N EJ O I N TE G R A L D EL P A C IE N TE C R ÍT IC O 17 M A N EJ O I N TE G R A L D EL P A C IE N TE C R ÍT IC O 1 El trauma sigue siendo una de las pri- meras causas de muerte en el mundo y una de las primeras causas de consulta en los servicios de urgencias de los hospitales de todo el planeta. En Colombia la disminución de la tasa de homicidios ha tenido una evolución poco favorable en la mayoría de las princi- pales ciudades, y aunque Bogotá, su capital, registró para el primer trimestre del 2012 una tasa histórica de 16.7 homicidios por cada 100.000 habitantes, las ciudades con mayor número de habitantes después de ella, Medellín y Cali, continúan con cifras de 40 homicidios por cada 100.000 habitan- tes y 80 a 90 homicidios por cada 100.000 habitantes, respectivamente. Con ánimo comparativo vale la pena anotar que la tasa de homicidios en Londres es de 1.6 por cada 100.000 habitantes; en Madrid, de 0.27 por cada 100.000 habitantes, y en Tokyo, de 0.43 por cada 100.000 habitantes. Sumado a esto, los accidentes de tránsito siguen cobrando una muy con- siderable cifra de víctimas anualmente, y los pacientes afectados por quemaduras, caídas y lesiones por arma de fuego y arma cortopunzante ocupan una primera línea en los informes de morbilidad nacional. Esto, paradójicamente, ha comportado una faceta positiva: los equipos de atención en trauma en Colombia tienen una vasta experiencia y un profundo conocimiento en la atención del paciente traumatizado en ur- gencias, en los quirófanos, en las unidades de cuidado intensivo, en los servicios post quirúrgicos y en la escena prehospitalaria. Además del ya tradicional y validado esquema A B C D E del abordaje inicial del paciente, la cultura de atención en la sala de emergencias ha incorporado pautas más re- fi nadas que permiten predecir y/o mejorar su pronóstico evolutivo y el desenlace fi nal. En este capítulo revisaremos algunos de los conceptos relacionados con las metas que deben lograrse en el abordaje inicial y secuencial del paciente víctima de trauma múltiple. Las metas ideales de reanimación en el paciente traumatizado continúan siendo LAUREANO QUINTERO BARRERA Metas en reanimación del paciente traumatizado 18 M A N EJ O I N TE G R A L D EL P A C IE N TE C R ÍT IC O objeto de debate permanente y no podemos hablar en la actualidad de un consenso universal en lo relacionado con parámetros específi cos a cumplir, esquema de fl uidos a utilizar o inducción de hipotensión per- misiva (esta última particularmente en el paciente con trauma cerrado o con trauma craneoencefálico). En este sentido valga recordar, por ejem- plo que la presión arterial y la frecuencia car- díaca en los pacientes víctimas de trauma no son adecuados indicadores de choque. Estos pacientes, aun con pérdida signifi cativa de sangre, pueden cursar con cifras tensionales o de frecuencia cardíaca dentro de límites normales: es la condición ampliamente conocida como de choque compensado, en la cual la presión arterial es normal pero la perfusión tisular del paciente es baja. En una situación como esta dichos parámetros tradicionales pierden valor y no refl ejan lo que realmente está ocurriendo. El paciente continúa en condiciones perniciosas que deben ser superadas so pena de precipitar complicaciones que pueden ser fatales. Han surgido, entonces, parámetros bio- químicos que identifi can mejor la condición de choque y las guías a seguir en el proceso de resucitación. A este respecto, el lactato sérico, el pH y el défi cit de base han cobrado mucha trascendencia y la evidencia progre- sivamente los sitúa como factores claves a considerar en aras de alcanzar metas de reanimación deseables. Por otro lado, es sabido el fi no balance que existe entre la entrega y el consumo de oxígeno. Cuando este equilibrio es alterado empieza a confi gurarse la deuda de oxígeno. El choque es el refl ejo de una crisis celular progresiva derivada de la disminución de la perfusión tisular, frecuentemente acompa- ñada o precedida por hipotensión, y es una clásica situación clínica que puede precipitar dicha deuda de oxígeno. Los efectos de la hipotensión, y aun más, los de la hipoperfusión deben ser revertidos lo más pronto posible, pues la deuda de oxígeno que se genera desencadena una secuencia temible que de no intervenirse conducirá a la muerte. Benjamín Trump es uno de los autores que han descrito con mayor detalle las con- secuencias celulares de la hipoperfusión. Según Trump, una vez desencadenados los eventos secundarios a la isquemia tisu- lar tendrán lugar siete etapas de deterioro progresivo. Inicialmente hay una fase de daño celular (aún reversible) expresada a través de las tres primeras etapas. Viene a continuación una etapa IV o fase de inicio de la muerte celular, y el proceso termina en las etapas V, VI y VII que consolidan la muerte celular. La etapa IV marca la irreversibilidad del proceso. Si permitimos que el paciente llegue allí, hagamos lo que hagamos, ya no habrá retorno. Habremos perdido al pacien- te, es decir, morirá. Ante la defi ciencia de oxígeno mitocon- drial se presenta un défi cit en la producción de ATP. Aumenta, entonces, la producción de ácido láctico y a nivel intracelular hay una disminución reversible de la síntesis de RNA nuclear. La persistencia de la hipoperfusión conduce a edema celular secundario y a pér- dida de los gránulos mitocondriales. Viene a continuación la expresión de la fase III, en la que el edema celular se hace más notorio y se inhibe tanto la síntesis de proteínas como la función mitocondrial. En la etapa IV (“transición al no retor- no”) se acentúan aun más el edema celular, el edema mitocondrial y la pérdida de potasio. Aparece un nuevo y grave proceso caracteri- zado por el ingreso de un exceso de calcio a la célula, lo que producirá efectos muy lesivos y de no revertirse desencadenará las fases V, VI y VII en las cuales, por un efecto dominó, se produce el rompimiento lisosomal y de las estructuras celulares, y necrosis. 19 M A N EJ O I N TE G R A L D EL P A C IE N TE C R ÍT IC O Podríamos decir, entonces, que un objetivo terapéutico fundamental es evitar que nuestro paciente llegue a la fase IV del choque según la concepción de Trump. Independientemente de la causa del choque, las alternativas terapéuticas deben incluir la expansión de volumen, los va- sopresores, la participación de un equipo multidisciplinario para detectar la causa y manejarla a fondo, la prevención de la falla multisistémica, y en general fi jar unas metas que habrán de cumplirse en tiempos claramente especifi cados. En el primer trimestre del año 2012 , Holley, Lukin y colaboradores publicaron en Emergency Medicine Australasia un inte- resante documento que revisa los objetivos hemodinámicos del proceso de resucitación. (Anthony Holley,1,3 William Lukin,2,3 Jen- nifer Paratz, Review article: Goal-directed resuscitation – Which goals? Haemodyna- mic targets, Emergency Medicine Australasia (2012) 24, 14–22). Veamos algunos de sus planteamientos: Presión arterial media En la práctica clínica cotidiana, sin ne- cesidad de maniobras invasivas, es relativa- mente fácil evaluar este parámetro y hacerle seguimiento. La fórmula TA diástólica + 1/3 de la presión de pulso (sistólica menos diastólica) es la que se utiliza con mayor frecuencia. Ahora bien, para una medición constante y confi able de las presiones arte-riales, un catéter intrarterial es el dispositivo más confi able. Fijar una cifra específi ca de presión ar- terial media a alcanzar como meta de reani- mación puede ser caprichoso y aventurado, dado que variables individuodependientes y etiologíadependientes pueden infl uir en las cifras. No obstante, se ha postulado que en pacientes víctimas de trauma una cifra de 65 - 75 mmHg, que debe ser alcanzada en los primeros 30 a 60 minutos de las maniobras de reanimación, es acertada como parte de los objetivos para evitar que se perpetúe la hipoperfusión y se abra el camino hacia la falla multisistémica. Debe tenerse claro, sin embargo, que cuando el paciente traumatizado presenta una hemorragia exsanguinante activa, una meta inmediata es la intervención quirúrgica para detener el sangrado. Si no hay sangrado activo o si este ha sido controlado por los mecanismos naturales de homeostasis no es una buena alternativa llevar las cifras de presión arterial a valores normales o supra- normales, ya que esto puede desencadenar nuevamente el sangrado. Es necesario recor- dar –como se ha comprobado en animales– que en condiciones de normotensión du- rante la reanimación la entrega de oxígeno y otros parámetros de trascendencia se ven notoriamente comprometidos. Uno de los estudios que podemos referenciar para soportar este aserto es el de Bickell. Este autor y sus colaboradores demostraron mejoría en la supervivencia en pacientes víctimas de trauma penetrante de torso cuando se aplicaron protocolos de resucitación hipotensiva en choque hemo- rrágico. En el estudio de Bickell aquellos pacientes que fueron tributarios de resuci- tación tardía tuvieron mejor supervivencia que aquellos que fueron llevados a reanima- ción normotensiva inmediata. Sin embargo, otros estudios han fallado en demostrar la desventaja de la reanima- ción normotensiva y no ha sido posible precisar cuál es la cifra de presión arterial media a alcanzar dentro de los criterios de reanimación del paciente víctima de trauma. Lo que sí es claro es que debe evitarse es persistir habitualmente en la hipoperfusión y la sobrerreanimación (Salamandra Journal. Mi artículo y sus referencias). Oxigenación La entrega de oxígeno ha sido un pa- rámetro que se ha intentado correlacionar relevantemente con las posibilidades de 20 M A N EJ O I N TE G R A L D EL P A C IE N TE C R ÍT IC O supervivencia de pacientes críticos, in- cluidos aquellos víctimas de trauma. Se ha postulado que pacientes que alcanzan valores supranormales de entrega de oxígeno tienen mayores posibilidades de supervivencia frente a aquellos que no lo logran. No obstante, no hay evidencia con- vincente que soporte que este factor mejore la supervivencia. Monitoreo y trauma El monitoreo hemodinámico del pa- ciente traumatizado grave debe manejarse con precaución, ya que la hipoperfusión sistémica y la disfunción cardíaca oculta pueden presentarse en gran número de ellos. Scalea instituyó protocolos de mo- nitoreo hemodinámico invasivo temprano en pacientes de edad avanzada víctimas de trauma cerrado y documentó con anticipa- ción situaciones de choque oculto, y con base en ello intervino estas situaciones y previno desenlaces con falla multisistémica y muerte. El mismo equipo de trabajo encontró que pacientes jóvenes víctimas de trauma penetrante tienen a menudo situaciones de hipoperfusión, y determinan que trabajan- do terapéuticamente para lograr normali- zar el consumo de oxígeno y los niveles de lactato se podría mejorar la supervivencia. La resucitación con líquidos es el tra- tamiento primario para pacientes trauma- tizados con choque hemorrágico y debe enlazarse a la evaluación de indicadores de adecuada recuperación de volumen intravascular. Chang y otros autores han evaluado algunos de estos tópicos sin que hasta el momento haya evidencia contun- dente en todos ellos. Défi cit de base La inadecuada entrega de oxígeno a los tejidos conduce a metabolismo anaeró- bico. El grado de anaerobiosis es, a su vez, proporcional a la gravedad y profundidad del choque hemorrágico del paciente trau- matizado. Dicha anormalidad fi siológico metabólica puede refl ejarse en el défi cit de base y en los niveles de lactato. El pH arterial no es un indicador de valor, ya que los mecanismos compensatorios corporales pueden enmascarar la situación real. Ea- chempati sugirió en un estudio realizado en el 2003 que la concentración de bicarbonato sérico puede ser más confi able que los gases arteriales y se correlaciona muy bien con los valores del défi cit de base. Davis, basado en el hecho de que el défi cit de base es rápidamente obtenible, estableció en un estudio retrospectivo que niveles altos de este défi cit se asociaron a requerimientos de mayor cantidad de líquidos en la reanimación. Así mismo, Rutherford y Falcone comprobaron que el déficit de base se correlacionaba con la mortalidad y con el requerimiento de productos sanguíneos durante la resucitación en trauma. Azuaya encontró, además, que el défi cit de base, el lactato y la necesidad de trans- fusión fueron predictores del desarrollo de falla multisistémica. Dado que un buen número de pacien- tes traumatizados se encuentran bajo los efectos del licor, debe tenerse en cuenta que está documentado que esta condición puede empeorar el défi cit de base compa- rativamente con pacientes con la misma gravedad de trauma que no han ingerido licor. Lactato arterial Vincent mostró que, además del nivel de lactato inicial, la respuesta del nivel de lactato ante intervenciones terapéuticas ta- les como la resucitación con líquidos podría ser un buen predictor de complicaciones en pacientes con choque circulatorio no cardiogénico. Abrahamson, por su parte, estudió a un grupo de pacientes víctimas de trauma 21 M A N EJ O I N TE G R A L D EL P A C IE N TE C R ÍT IC O grave que fueron resucitados llevándolos a valores supranormales de transporte de O 2 , y detectó que el tiempo necesario para nor- malizar el lactato sérico fue un importante factor pronóstico para la supervivencia. Todos los pacientes que normalizaron este valor en 24 horas sobrevivieron. Aquellos que normalizaron el lactato sérico entre las 24 y 48 horas tuvieron una rata del 25% de mortalidad. Y aquellos que no normali- zaron el lactato dentro de las primeras 48 horas tuvieron una mortalidad del 86%. Tonometría gástrica Cuando el sistema corporal, en res- puesta a la hipovolemia, decide “sacrifi car” algunos lechos vasculares, suele escoger en primera el sistema gastrointestinal. Cuando los pasos terapéuticos son adecuados y progresivamente deviene la recuperación tisular, el proceso es inverso; es decir, el primero en ser sacrifi cado es el último en ser recuperado. Se ha encontrado que el estómago, como uno de los lechos que se recuperan más tardíamente, es un órgano trascenden- te a la hora de evaluar los resultados de la reanimación en el trauma. El criterio para utilizar la tonometría gástrica es que la isquemia tisular conduce a un incremento de la PCO 2 tisular y poste- riormente a una disminución del pH tisular. Partiendo de que el CO 2 se difunde rápi- damente en ciertos tejidos, la PCO 2 en la secreción gástrica equilibra pronto la PCO 2 de las mucosas gástricas. Para su medición, se coloca dentro de la luz gástrica un balón semipermeable añadido a una sonda naso- gástrica especial. El balón es llenado con solución salina y el CO 2 empieza a difundir dentro del balón por un período específi co. Se mide, entonces, la PCO 2 en la solución salina y el pH intramucoso gástrico se cal- cula con base en la ecuación de Henderson Hasselbach. La diferencia entre la PCO 2 intragástrica y la PCO 2 arterial (PCO 2 gap)o pH intramucoso gástrico se correlaciona con el grado de isquemia gástrica. Roumen en un estudio prospectivo con 15 pacientes víctimas de trauma ce- rrado encontró que aquellos que tuvieron un pH intramucoso gástrico normal mos- traron buena evolución. Naturalmente, todo esto debe correlacionarse con el tipo de trauma, la edad y otros parámetros mencionados. Debemos anotar que todos estos pa- rámetros pueden ser de utilidad pero no sustituyen la valoración clínica juiciosa de cada paciente y el seguimiento constante de su evolución. Así mismo, aunque no todos los servicios de urgencias del país cuentan con medios para manejar todos los parámetros relevantes, es importante que cada institución que atiende trauma busque mejorar las condiciones de valoración y la tecnología básica, y ante todo, la actitud de cada equipo médico. Presión venosa central Por mucho tiempo ha venido siendo usada la presión venosa central como crite- rio de evaluación de la precarga en el mane- jo de pacientes críticos. Una meta inicial de 8 - 12 mmHg fue un criterio muy utilizado, pero hoy es aceptado que hay poca corre- lación entre la presión venosa central y el volumen sanguíneo. Los cambios en la pre- sión venosa central no permiten predecir o evaluar la respuesta a la administración de líquidos. Es bastante claro que una PVC baja y una presión arterial baja coexistentes indican muy probablemente hipovolemia y necesidad de reposición de volumen. No obstante, lo contrario no parece ser cierto. Una elevada PVC no siempre indica una repleción intravascular adecuada, ya que la PVC es afectada por múltiples factores fisiológicos y aun fenotípicos. Por otro lado, en condiciones de choque profundo no es recomendable que el abordaje inicial del paciente involucre la colocación de un 22 M A N EJ O I N TE G R A L D EL P A C IE N TE C R ÍT IC O catéter central, por los riesgos aparejados a esta maniobra. La presión venosa central como pará- metro de reanimación en el trauma, según nuestra revisión, no es un criterio que, por lo pronto, merezca la atención como factor crítico, al menos en la primera fase de abordaje. Saturación venosa de oxígeno La saturación venosa de oxígeno hace referencia a la saturación de la Hb en la sangre venosa, ya sea en la vena cava supe- rior (saturación central venosa de oxígeno) o en la arteria pulmonar (saturación mixta venosa de oxígeno). Fisiológicamente, el contenido venoso de oxígeno (CvO 2 ) está determinado por la diferencia entre el contenido arterial de oxígeno (CaO 2 ) y el consumo de oxígeno (VO 2 ). Las variables que tienen que ver con la cifra de saturación venosa de oxígeno incluyen el gasto cardíaco, el contenido arterial de oxígeno, el contenido venoso de oxígeno y el consumo de oxígeno. Si la concentración de Hb, el consumo de oxígeno y la saturación arterial de oxí- geno son constantes, los cambios en la sa- turación venosa mixta de oxígeno serán un refl ejo del gasto cardíaco. Esta saturación venosa de oxígeno es un indicador de la extracción global de oxígeno. La saturación venosa de oxígeno se mide tradicionalmen- te introduciendo un catéter en la arteria pulmonar, maniobra no usual en servicios de urgencias. Sin embargo, hoy en día se perfi lan dispositivos no invasivos que han demostrado confi abilidad en la medición y que pueden, por tanto, cambiar muy pronto el panorama a este respecto. Al interpretar las mediciones debemos recordar que la saturación venosa central de oxígeno es representativa de la perfusión de aquellos órganos que drenan a través de la vena cava superior. Suele afi rmarse que en condiciones fi siológicas normales la saturación venosa central de O 2 solo es ligeramente inferior a la saturación venosa de oxígeno. Este punto de partida es útil, ya que la relación se puede invertir en presencia de choque séptico, por ejemplo. Para efectos de parámetros de reani- mación, la disminución de la saturación venosa central de oxígeno es indicadora de hipoxia tisular global, y cada vez se usa con más frecuencia como indicador de la gravedad del choque. Monitoreo Doppler Hacia 1970 se empezó a utilizar el monitoreo Doppler esofágico con el fi n de medir el fl ujo sanguíneo aórtico expresado por la velocidad de circulación de la sangre en la aorta descendente durante la sístole ventricular. Esta velocidad, junto con el diámetro aórtico, se utiliza para estable- cer con cierto grado de confi abilidad el volumen latido del ventrículo izquierdo. Las limitantes de esta prueba se rela- cionan con la difi cultad de medir con pre- cisión el diámetro aórtico. Por otro lado, el Doppler esofágico mide el fl ujo sanguíneo en la aorta descendente y deja de lado el fl ujo en el arco aórtico y sus vasos. Es bien sabido que el fl ujo sanguíneo de la aorta descendente es aproximadamente el 70% del gasto cardíaco. Esto implica aplicar un factor de corrección del 30% para tener en cuenta los vasos del cayado. Hacen falta más estudios para validar esta alternativa de seguimiento a las ma- niobras de reanimación. Reanimación hídrica Como podemos ver las metas a cumplir tienen mucho que ver con la terapia de fl uidos que se acometa tanto en lo relacio- nado con el tipo de líquidos como con el esquema específi co de administración de estos líquidos. 23 M A N EJ O I N TE G R A L D EL P A C IE N TE C R ÍT IC O Ertmer, Kampmeier, Rehberg y Lange, del Departamento de Anestesiología y Cuidado Intensivo de la Universidad de Muenster, en Alemania, publicaron en el año 2011 un interesante artículo que revisa los conceptos de muchos autores a este respecto. Específi camente, la revisión de los autores se enfoca en los componentes no sanguíneos para utilizar durante la reanimación del paciente víctima de trau- ma múltiple. ¿Cuáles líquidos? ¿Bajo cuál esquema? Actualmente la evidencia es clara en el sentido de que la administración masiva de líquidos puede ser inútil y aun perjudicial en el paciente que cursa con hemorragia no controlada. Grandes cantidades de líquidos isotónicos cristaloides pueden asociarse con hipotermia, acidosis y aun con respues- ta infl amatoria múltiple. Según los autores, la evidencia se in- clina cada vez más a favor de los líquidos hipertónicos. Particularmente, en las víctimas de trauma craneoencefálico la hipotensión arterial debe ser evitada, y en ese escenario la infusión de líquidos hipotónicos se con- sidera obsoleta y se privilegia la adminis- tración de soluciones hipertónicas, cuyos benefi cios van más allá de la estabilización hemodinámica. En las primeras 24 horas posteriores al trauma las causas universalmente más comunes de muerte incuyen la hemorragia exsanguinante y el trauma craneoencefáli- co. De esas muertes, un poco más del 50% ocurrirán antes de llegar a un hospital. La mortalidad tardía ha sido descrita amplia- mente en muchas publicaciones y está claro que será determinada por la falla multisis- témica y la sepsis. Las decisiones terapéuticas tempranas tienen efecto directo en los riesgos de muer- te tempranos o tardíos para cada paciente. Se ha establecido que en la fase tempra- na posterior al trauma se liberan catecola- minas y hormonas endógenas que incre- mentan el gasto cardíaco y los volúmenes de perfusión, lo cual contribuye a aumentar la pérdida de sangre. Fisiopatológicamente, cuando se manifi esta la hipovolemia, se liberan sustancias vasoconstrictoras que redistribuirán la sangre, privilegiando los órganos vitales: corazón, cerebro, pulmón y riñones. Esta maniobra de defensa del organismo es un arma de doble fi lo. En primera instancia logra prevenir la exsan- guinación y conservar el funcionamiento de estructuras vitales; pero, por otro lado, al producir la hipoperfusiónen los tejidos periféricos desencadena una cascada de respuestas que conducen a la acidosis, a la perpetuación e incremento progresivo de la deuda periférica de oxígeno y fi nalmente a la falla multisistémica. El objetivo terapéutico primordial, en primera instancia, es controlar la pérdida de sangre. En los entrenamientos y en la forma- ción de grupos médicos y de grupos de intervención prehospitalaria se deja claro que los sangrados externos activos pue- den ser controlados mediante compresión externa, y que alternativas que incluyen el torniquete podrían ser válidas en condicio- nes muy bien defi nidas. En estos pacientes, y en pacientes con sangrado interno activo secundario a trau- ma pélvico o ruptura de órganos intraab- dominales o intratorácicos por ejemplo, el papel de la fl uidoterapia quizás se oriente a mejorar la volemia pero no contendrá las fuentes de sangrado. La administración de líquidos diluirá los componentes sanguí- neos y además incrementará las presiones de perfusión, lo cual puede incluso llevar a que se desprendan coágulos ya formados que habrían generado hemostasia. El efecto fi nal será la reactivación del sangrado en lechos previamente controlados, y todo por una equivocada intervención médica. Si, además de administrar altos volúmenes, 24 M A N EJ O I N TE G R A L D EL P A C IE N TE C R ÍT IC O el equipo de intervención no cuida de la temperatura a la cual administra los líqui- dos, otro efecto negativo y perjudicial será la hipotermia. Dado que la hipotermia, la acidosis y la coagulopatía se consideran como la tríada de la muerte, no es aceptable que una intervención médica equivocada que lleve a administrar volúmenes masivos de líquidos y con ello a diluir los componentes sanguíneos, desencadenar nuevos sangra- dos en territorios controlados y propiciar la hipotermia, se haga cómplice de los desenlaces naturales de la exsanguinación por trauma. En los escenarios de trauma múltiple es común que coexista la situación de trauma craneoencefálico. Este tipo de trauma cere- bral no se asocia con hipovolemia o pérdida masiva de sangre en general. Sin embargo, confi gura un panorama que debe enfocarse terapéuticamente con sumo cuidado, pues de no tratarse con esmero el neurotrauma el pronóstico del paciente será sombrío por la destrucción de áreas cerebrales vitales por el trauma mismo, o por los desequili- brios de demanda de perfusión cerebral y aporte de oxígeno. Si limitamos el aporte volumétrico al paciente con trauma cerebral o raquimedular es posible que la presión de perfusión cerebral se deteriore y que no se alcancen metas críticas en neurorreanima- ción, con serias consecuencias neurológicas en un paciente que quizá podríamos con- servar vivo pero con daño cerebral irrever- sible. Nos referimos con esto al paciente a quien hubo, por ejemplo, de controlársele hemostáticamente el sangrado intraabdo- minal y en quien, coexistiendo trauma ce- rebral, para no precipitar la reaparición del sangrado, limitamos los líquidos e inclui- mos una presión arterial media baja, con lo cual sacrifi camos la perfusión cerebral y fi nalmente favorecimos el daño cerebral y como consecuencia su pronóstico integral. El equipo terapéutico debe afi nar muy bien su monitoría y su seguimiento de este tipo de pacientes para lograr un delicado balance en la cantidad de líquidos que debe infundir: ni tantos como para desencade- nar sangrados ni tan poquitos como para sacrifi car perfusión cerebral. La administración masiva de líquidos, insistimos, puede conducir a diluir factores sanguíneos y a incrementar notoriamente el gasto cardíaco, lo cual favorecería la pér- dida de sangre y la coagulopatía. Hay publicaciones que han recogido series de pacientes víctimas de trauma penetrante en quienes la administración inmediata de líquidos fue asociada con menor supervivencia. De lo anterior se colige que la hipo- tensión permisiva, consistente en la admi- nistración restringida de líquidos hasta alcanzar una meta específi ca, cobra trascen- dencia terapéutica para aplicar de acuerdo con la realidad del medio, del escenario y del tipo de paciente, incluso acompañada de la administración de vasoconstrictores cuando hay hipotensión amenazante para la vida. En algunos casos de choque hemorrági- co refractario a la administración de volu- men se ha sugerido que la administración de vasopresina puede ayudar a mejorar las presiones, incluso redistribuyendo el volumen sanguíneo lejos del sitio de la zona lesionada. Este es un asunto que está siendo estudiado y con respecto al cual no hay conclusiones ni evidencia defi nitiva. No obstante, debe ser tenido en cuenta a la luz de expectativas futuras inmediatas. En lo referente al tipo de líquidos, vale la pena que recordemos algunos plantea- mientos interesantes que queremos consig- nar en esta revisión. La solución salina ha sido la piedra angular de los líquidos a utilizar en la re- sucitación del paciente víctima de trauma múltiple. No obstante, se ha establecido 25 M A N EJ O I N TE G R A L D EL P A C IE N TE C R ÍT IC O que este tipo de sustancia puede producir múltiples efectos deletéreos. Está claro que en el choque hipovolémico hemorrágico la rápida infusión de líquidos cristaloides puede incrementar transitoriamente la presión arterial. Sin embargo, por su natu- raleza, hasta un 70% de estos líquidos ad- ministrados pasarán al espacio intersticial pocos minutos después de la infusión. Esta migración al espacio intersticial puede ser agravada por el daño endotelial vascular. Por esta razón, algunos autores afi rman que cuanto más grave es el trauma, más perjudiciales pueden ser los cristaloides. El sofi sma de la temporal mejora hemo- dinámica gracias a los cristaloides se devela por el daño que realmente genera la lesión por reperfusión, y por una especie de “is- quemia de rebote” que surge prontamente luego de la migración de los líquidos fuera del compartimiento intravascular. Un postulado metabólico para abste- nerse de administrar cristaloides sugiere que la falta de bicarbonato entre sus componentes podría agravar la acidosis metabólica preexistente y en consecuencia la hipoperfusión y la deuda creciente de oxígeno. En este contexto, cuanto más grave sea la lesión, más deteriorado estará el me- tabolismo, más comprometido el equilibrio ácido-base y más perjudiciales serán los cristaloides. Al hacer más pronunciada la acidosis, más riesgo habrá de coagulopatía y de otras complicaciones. Por si esto fuera poco, se sostiene, ade- más, en relación con la administración de cristaloides: • El balance positivo de líquidos al que pueden conducir transi- toriamente podría favorecer el síndrome de difi cultad respiratoria agudo. • El edema tisular inducido por la administración de abundantes cristaloides puede ejercer efecto negativo sobre la permeabilidad gástrica, sobre la función renal y aun sobre la evolución de la herida misma. Soluciones hipertónicas Uno de los principios fundamentales de la infusión de este tipo de líquidos es que causarán la redistribución extracelular e intracelular de los líquidos en el espacio intravascular y con ello generarán un efecto de volumen que excede la cantidad de líquidos administrados. El efecto he- modinámico puede ser precedido por un corto período de vasodilatación refl eja y eventualmente por una caída de la presión sanguínea. Entre los atributos que se reconocen a la administración de este tipo de líquidos están: • Su efecto de administración de gran volumen. • Limitan la generación de edema. • Su efecto antiinfl amatorio • Su efecto inmunomodulador. Estos efectos son particularmente útiles frente a los riesgos de falla multisistémica posresucitación.El hecho de que las solu- ciones hipertónicas restauren rápidamente el volumen plasmático, que impliquen usar un menor volumen, que expongan menos al riesgo de hipotermia y que tengan, además, un benefi cio epidemiológico, hace que un buen número de autores lo consideren un recurso ideal para la resucitación del cho- que hemorrágico controlado. No existe, sin embargo, ni sufi ciente evidencia ni sufi cientes estudios que justi- fi quen el uso habitual de soluciones hiper- tónicas en caso de choque hemorrágico no controlado. La recomendación de infundir dos litros de cristaloides habitualmente en un paciente víctima de trauma se basó en la práctica tradicional y en los consejos de expertos, pero no en la evidencia científi ca. Hoy en día se insiste en la trascendencia de controlar el 26 M A N EJ O I N TE G R A L D EL P A C IE N TE C R ÍT IC O sangrado y en la alternativa de usar líquidos hipertónicos en vez de líquidos cristaloides. En escenarios de trauma complejo por combate armado los programas de cuidado táctico de heridos sugieren la infusión de 500 ml de HES para pacientes en choque, y repetir la infusión después de 30 minutos si el choque aún no se resuelve. A propósito de esquemas de resucita- ción y de reanimación hipotensiva, Morri- son, Carrick y Norman publicaron en el 2011 una interesante información preliminar de un estudio prospectivo randomizado en la que se revisa la situación de los primeros 90 pacientes enrolados. Los grupos de estudio incluyeron uno en el que se aplicó la estra- tegia de reanimación hipotensiva que tenía como objetivo lograr una presión arterial media de 50 mmHg, y otro que buscaba mantener una presión arterial media de 65 mmHg. Los grupos fueron seguidos 30 días y se evaluaron las complicaciones posopera- torias y la morbilidad en general. Los pacientes enfocados con el esque- ma de reanimación hipotensiva necesita- ron una cantidad signifi cativamente me- nor de líquidos y de productos sanguíneos durante la reanimación intraoperatoria. La mortalidad en el período temprano posoperatorio fue también notoriamente menor en este grupo de pacientes. Otro de los resultados favorables en los pacientes sometidos a reanimación hipotensiva fue una menor probabilidad de desarrollar coagulopatía en el posoperatorio inme- diato y menor probabilidad de morir por sangrado posoperatorio secundario a coagulopatía. Este estudio, sin embargo, incluyó la reanimación hipotensiva intraoperatoria- mente (laparotomía o toracotomía) y en pacientes víctimas de trauma cerrado o penetrante. Es decir, a diferencia de muchas otras revisiones, la hipotensión se evaluó durante la cirugía y se incluyó a pacientes con trauma cerrado. 27 M A N EJ O I N TE G R A L D EL P A C IE N TE C R ÍT IC O Sandra Montmany Vioque *, Salvador Navarro Soto, Pere Rebasa Cladera, Alexis Luna Au- froy, Carlos Go´mez Dı´az y Heura Llaquet Bayo Servicio de cirugı´a general y del apa- rato digestivo, Corporacio´ Sanita` ria Parc Taulı´, Sabadell, Barcelona, Espan˜ a . c i r e s p . 2 0 1 1 ; Medicion del acido lactico en pacientes politraumatizados y su utilidad como factor predictor de mortalidad y fallo multiorganico Nicholas Spoerke, MD, Joel Michalek, PhD, Martin Schreiber, MD, FACS, and the Trauma Outco- mes Group Crystalloid Resuscitation Impro- ves Survival in Trauma Patients Receiving Low Ratios of Fresh Frozen Plasma to Packed Red Blood Cells . 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