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Actas de las III Jornadas de Jóvenes Investigadores en Ciencias Sociales – 2017 – ISBN 978-
987-29423-2-8 
 
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GRUPO DE TRABAJO 18 
REFLEXIONES Y EXPERIENCIAS EN CIENCIAS SOCIALES APLICADAS 
 
COORDINADORES: 
Jimena Vázquez 
María Bargo 
 
FUNDAMENTACIÓN: 
Las ciencias sociales aplicadas constituyen un espacio multidisciplinar que en los 
últimos tiempos ha cobrado mayor relevancia y visibilidad ante la necesidad de 
proporcionar soluciones a problemas concretos de la realidad social desde las 
perspectivas sociocultural, económica y política. En este sentido, consideramos 
importante ofrecer, en el marco de estas, un ámbito de reflexión y discusión respecto de 
la práctica profesional de los cientistas sociales. 
IDAES, al igual que las demás dependencias de la UNSAM, es una institución 
estrechamente ligada al territorio en el que se inscribe y ha demostrado, a lo largo de su 
existencia, un compromiso concreto y activo con los sujetos que comparten ese 
territorio. Esta trascendencia de la institución más allá de los límites de la "torre de 
marfil académica" condice con un proyecto pedagógico que pone el acento en la 
formación de profesionales en ciencias sociales adecuadamente capacitados para 
atender las demandas concretas para la solución de problemas en los distintos sectores 
de nuestra sociedad. En consonancia con este sello distintivo de nuestra universidad, las 
ciencias sociales aplicadas representan la posibilidad de abrir otros nichos de 
oportunidad laboral a los graduados de nuestras carreras ante la creciente contracción de 
los espacios de investigación académica tradicionales. 
Entre las preocupaciones fundamentales podemos mencionar la problematización de los 
variados calificativos que dan cuenta de su carácter "aplicado" - "de gestión", "bajo 
demanda", "profesional", por ejemplo-, las implicancias éticas del quehacer científico 
 
 
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social en ámbitos no académicos, los distintos niveles de negociación con todos los 
sectores implicados en proyectos de gestión, los beneficios y los obstáculos que supone 
el trabajo interdisciplinario, los fundamentos epistemológicos y metodológicos que 
sustentan la práctica profesional del cientista social, entre otros tópicos. 
Asimismo, se debatirá el rol de las ciencias sociales aplicadas en el marco de la 
coyuntura actual en nuestro país, ante la amenaza de desarticulación del aparato 
científico-tecnológico como política de estado y las responsabilidades que nos 
competen a los cientistas sociales en este sentido. 
 
 
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ÍNDICE DE TRABAJOS: 
 
Scarafia, Claudio. Antropología Aplicada en la Trata y Tráfico de Personas .................. 4 
Buccellato, Marcos. Algunas reflexiones sobre el estudio de las artes marciales en clave 
antropológica .................................................................................................................. 18 
Buccellato, Marcos. La antropología aplicada es un deporte de combate ...................... 35 
Gómez Trevijano, Joaquín; Olsson Saizar, Facundo; Vitti, Nicolás. Antropología 
aplicada en la organización social TECHO Argentina: informe técnico sobre asistencia 
y participación vecinal .................................................................................................... 47 
 
 
 
 
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Antropología Aplicada en la Trata y Tráfico de Personas 
 
Claudio Scarafia 
 Capítulo Argentino sobre Trata y tráfico de Personas 
scarafiac@gmail.com 
 
La práctica antropológica y la Trata de Personas. 
De acuerdo con el Protocolo de las Naciones Unidas para Prevenir, Reprimir y Sancionar la 
Trata de Personas, Especialmente Mujeres y Niños (también conocido como Protocolo de 
Palermo) se entiende por trata de personas, la captación, el transporte, el traslado, la 
acogida o la recepción de personas, recurriendo a la amenaza o al uso de la fuerza u otras 
formas de coacción, al rapto, al fraude, al engaño, al abuso de poder o de una situación de 
vulnerabilidad o a la concesión o recepción de pagos o beneficios para obtener el 
consentimiento de una persona que tenga autoridad sobre otra, con fines de explotación. 
Esa explotación incluirá, como mínimo, la explotación de la prostitución ajena u otras 
formas de explotación sexual, los trabajos o servicios forzados, la esclavitud o las prácticas 
análogas a la esclavitud, la servidumbre o la extracción de órganos. 
Es importante destacar que el protocolo señala que el consentimiento dado por la víctima de 
la trata de personas a las distintas formas de explotación no exonera de culpa a los tratantes. 
En conclusión la trata de personas puede definirse a partir de tres elementos clave: 
 El acto – lo que se hace: “el reclutamiento, transporte, transferencia, acogida o recepción 
de personas”. 
 Los medios – cómo se hace: “amenaza o uso de la fuerza, coerción, el secuestro, el fraude, 
el engaño, el abuso de poder o de la vulnerabilidad, la entrega de pagos o beneficios a la 
persona que controla a las víctimas”. 
El propósito – por qué se hace: “explotación, que incluye la explotación de la prostitución 
de otros, la explotación sexual, el trabajo forzado, la esclavitud, o prácticas similares y la 
extracción de órganos”. 
mailto:scarafiac@gmail.com
 
 
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El ObsevaLatrata. (Observatorio Latinoamericano de Trata y tráfico de Personas) 
Las acciones del área de Trata de Personas del Instituto de Capacitación de la UEJN se 
desarrollan desde la conformación del Capítulo Argentino del Observatorio de Trata de 
Personas de la República Argentina, conjuntamente con la PIDHDD (Plataforma 
Interamericana de Derechos Humanos Democracia y Desarrollo) y el Instituto Gino 
Germani de la UBA; que pretende profundizar la articulación con diferentes estamentos del 
poder judicial, la sociedad civil y las universidades. Se trata de un espacio de trabajo 
conformado por distintas organizaciones de la sociedad civil y universidades con diferentes 
ejes de trabajo relacionados con el monitoreo de las acciones realizadas por el estado en 
cumplimiento de la ley vigente y pactos internacionales, como así también la generación de 
acciones de sensibilización y concientización sobre la trata de personas desde la 
prevención, el acceso a la justicia, la restauración de derechos, y el análisis de las relaciones 
de dominación cultural que favorecen este delito. 
 En ese marco hemos avanzado en procesos de investigación-acción en los siguientes 
ejes: 
 La construcción de indicadores de acceso a la justicia, 
 El diagnóstico de la situación de restitución de los DESC (derechos económicos, 
sociales y culturales) y su relación con la efectividad de las políticas públicas 
implementadas, 
 Relevamientos sobre vulnerabilidad de las víctimas, 
 Violación y efectividad de la restitución de esos derechos. 
 Deconstrucción de relaciones de dominación cultural. 
Desde el Capítulo Argentino del Observatorio de Trata y Tráfico de Personas, venimos 
observando que las relaciones entre la comunidad argentina y la comunidad migrante 
boliviana, peruana, dominicana, paraguaya con el Estado Argentino marcan un profundo 
distanciamiento entre la respuesta y el conflicto de base. Esa distancia podría acotarse si se 
diseñan, abordan y ejecutan políticas públicas que atiendan con la misma intensidad la 
tutela de las relaciones comerciales que la tutela de los derechos de l@s migrantes 
laborales. 
 
 
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Este distanciamiento fragmenta la respuesta estatal e impide poner límites a la violación de 
origen, la profunda y sistemática violación a los DESCA. (Derechos económicos, sociales y 
culturales) La resistencia de los estados a ubicar en un mismo estatus las obligaciones de 
los DCP y DESCA constituye un obstáculo a remover desde el Movimiento de los derechos 
humanos autónomo de las partidocracias. 
Los procesos de integración comercial y los modelos de desarrollo a los que responden los 
gobiernos dentro del capitalismo extrativista constituyen un factor desencadenante de la 
trata de personas con fines de explotación sexual y laboral. 
El lugar de la mujer en estos modelos de desarrollo la ubica al menos un siglo atrás en 
relación al lugar y al rol adjudicado al varón, por lo que no es subsumible la trata con fines 
de explotación sexual y la trata laboral en los mismos parámetros, circunstancias, 
características y consecuencias. 
El acceso al ejercicio de los derechos económicos sociales y culturales constituye el desafío 
del siglo frente al modelo de desarrollo que ubica los roles y funciones del ser humano 
mujer y el ser humano varón, al tiempo que establece una dirección clara de los 
movimientos sociales y de las migraciones laborales que generan este modelo de desarrollo. 
La cooperación internacional es la que dirime permanentemente el conflicto en favor del 
modelo de desarrollo y en detrimento de las víctimas. 
Asimismo venimos desarrollando un área de capacitación conformada por diversxs 
profesionales del área jurídica y social, educadxres populares, activistas sociales, etc., 
trabajamos con la modalidad de talleres con distintos colectivos, que abarca desde jueces, 
fiscales y operadores judiciales en el sistema de justicia, hasta diferentes actores 
institucionales como docentes, jóvenes, personal de salud, organizaciones de la sociedad 
civil, etc. Nuestra practica intenta una desconstrucción de las relaciones de dominación 
cultural que puede, según el colectivo en cuestión, ir desde un análisis de sentencias 
judiciales, invisibilización y naturalización de principios y conceptos que reproducen el 
sistema patriarcal dentro del discurso jurídico, hasta los estereotipos y prácticas cargadas de 
violencia real y simbólica desplegadas a través de las diferentes redes vinculares 
institucionales e interpersonales que dan cuenta de la desigualdad de género al interior de 
las mismas, muchas de las cuales producen y sostienen las condiciones de posibilidad de 
 
 
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asimetrías y desigualdades que naturalizan, dentro de otras prácticas violentas, el consumo 
de cuerpos en un contexto de subjetivación colonial capitalista, en donde el delito de la trata 
de personas encuentra un contexto favorable para su ejercicio y perpetuación. 
Intentamos desde estos talleres, y desde una propuesta de deconstrucción-reconstrucción 
colectiva, revisar ejes como cuerpo, identidad, lenguaje explorando desde la discursividad y 
las prácticas socio culturales, esas construcciones hegemonizadas desde un ejercicio del 
poder patriarcal que legitima las diferentes violencias de género, abarcando desde los micro 
machismos cotidianos hasta las formas más aberrantes de violencia como lo son los 
femicidios 
En el equipo del observaLAtrata, venimos abordando el tema de la trata con fines de 
explotación laboral. Estamos intentando definir con mayor precisión el problema 
básicamente en el sector textil, rural y del trabajo doméstico. 
Se ha discutido sobre las intervenciones judiciales, las que muchas veces tienen solo un 
efecto moralizante, que sí bien pone fin a una situación de trata, por otro lado deja a los 
“rescatados” sin medios para su sobrevivencia, muchos de los cuales, trabajadores 
migrantes, deben regresar a sus países de origen, a realizar las mismas tareas o en peores 
condiciones de lo que venían realizándolas. 
Es importante resaltar que tratándose de una actividad genuina de base, es decir el trabajo 
en talleres o el trabajo rural, a diferencia de la trata con fines de explotación sexual, este 
debería ser objeto de la regulación y contralor por parte del Ministerio de Trabajo, con el 
fin de regularizar y conservar esa fuente de trabajo. Uno de los planteos es no pensar tanto 
en términos de Trata, sino desde un enfoque del trabajo como derecho humano 
fundamental, y desde allí intentar multiplicar las intervenciones para su regulación a través 
de la acción mediatizadora del poder ejecutivo, y no tanto desde la acción sancionatoria del 
Estado a través el poder judicial. Asimismo es muy importante la exploración de la 
dimensión cultural del trabajo humano desde la concepción de trabajadores migrantes, 
dónde la empresa familiar y las relaciones de parentesco están en la base de una moralidad 
que sostiene relaciones laborales consensuadas y que a menudo entra en conflicto con la 
regulación laboral e incluso con la ley penal vigentes en nuestro país. A su vez en un 
análisis macro estructural se ha planteado el papel que juega la Trata con fines de 
 
 
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explotación laboral en una economía de mercado, donde las condiciones de producción se 
evalúan como una variable de ajuste, con la connivencia necesaria de los Estados, para la 
perpetuación de esta situación. En el presente nos encontramos relevando las situaciones de 
trata y explotación laboral existentes por rama de actividad, principalmente en las áreas 
textiles y rurales, tanto de nuestro país como de otros países latinoamericanos (Colombia, 
México) a partir de teleconferencias con responsables de universidades y operadores 
judiciales de esos países. 
Otra de las conclusiones a las que arribamos desde el espacio del ObservaLAtrata estuvo 
referida a los principales inconvenientes que presentan las investigaciones de trata y 
explotación laboral, lo que puede ser identificado como un problema de fronteras. Esto es, 
decidir –jurídicamente hablando- dónde termina lo que es un trabajo no registrado, 
irregular, o en condiciones abusivas (históricamente abordado por el derecho laboral o 
administrativo sancionatorio) y dónde empieza el delito de reducción a servidumbre o 
trabajo forzado que se da en el marco de una relación de trabajo. 
No todo trabajo en negro y mal pago es una situación de servidumbre o práctica análoga, 
aunque sí refleje una ilegalidad para las normas laborarles. Y definir el límite entre ambos 
escenarios puede resultar tan difícil como imprescindible por las muy diferentes respuestas 
que estos dos escenarios conllevan. Infracción administrativa laboral vs cárcel, en tanto que 
a los fines de la preservación de la fuente de trabajo, con los límites del caso, puede mejorar 
la perspectiva de la victima de conservar y regularizar su situación de trabajo. 
Por otro lado, como se mencionó más arriba, estamos desarrollando reuniones Virtuales a 
través de teleconferencia sobre Explotación laboral, con la finalidad de DIAGNOSTICAR, 
es estado de situación, identificación del conflicto, las partes en conflictos desde la 
perspectiva de Derechos Humanos (acciones y omisiones del Estado). Lo que queremos ver 
primero es la raíz del asunto. Determinar aquellas actividades que están atravesadas por la 
explotación laboral. Y analizar ¿Cómo esta jurídicamente valorado ese trabajo? ¿Qué dice 
la ley sobre ese trabajo? 
En el análisis del conflicto se conviene en que la macroeconomía juega un papel 
fundamental en la explotación laboral. 
 
 
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El punto de vista central y esencialmente reparador paraanalizar la raíz del conflicto de 
explotación laboral, es el de los derechos de los trabajadores, la relación del trabajador con 
el empresariado y la relación del estado con esos empresarios y los trabajadores. 
La violación de DESCA es la causa de la explotación. La no restitución de DESCA 
mantiene a las personas en la situación de explotación laboral y entre ellas la población 
migrante laboral está especialmente afectada por la explotación, migrantes nacionales e 
internacionales. 
El punto de vista que restringe el conflicto a mirarlo desde la trata impide que se llegue a 
políticas públicas restitutivas de los derechos de las trabajadoras y trabajadores. Nos 
proponemos entender el conflicto para ver que queremos, en materia de políticas públicas, 
pero no solo desde la trata. 
Las áreas centrales reconocidas como afectadas por la explotación laboral, en Argentina, la 
industria de la confección textil –con una mayor participación de la comunidad boliviana-, 
el trabajo agrario y el trabajo doméstico. 
México: Jornaleros agrícola, lo textil, la industria automotriz, telecomunicaciones y 
maquila para diferentes fines en lugares rurales (la ropa desde típica a industrializada), se 
relaciona muy fuertemente con el trabajo infantil. 
Trabajo “familiar” en México: Trabajo en las maquilas. 
El efecto del TLCAN (Tratados de Libre Comercio) en la economía neoliberal y sus 
consecuencias en la explotación laboral, ejemplo de ello es el norte de México (Ciudad 
Juárez y las maquiladoras: los feminicidios, la violencia sexual y el tráfico y trata de 
mujeres en Juárez) 
Empresas internacionalmente reconocidas son las dueñas del objeto de la producción en la 
que se explota a las personas. Empresas de “responsabilidad social” que no es real. 
Se conviene en ver, revisar y analizar la legislación del Estado que favorece la explotación. 
Se observa que la explotación está muy asociada a la migración. 
 Desde el ObsevaLatrata se propugna por: 
 
 
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*La articulación de diálogos regionales constituyen una herramienta de trabajo para la 
cooperación destinada a la erradicación de la trata y tráfico de las personas. 
*La mejor prevención para evitar el acaecimiento de esta violación a los derechos humanos 
es atacar las causas. Entre estas señalamos especialmente la violación sistemática de los 
derechos económicos sociales y culturales. Las determinaciones estructurales que 
promueven la discriminación por género, por edad, origen socioeconómico y étnico. El 
sistema capitalista que considera a la persona como una mercancía. 
 *Verificamos la existencia de aceleradores del proceso de trata, en las actividades 
económicas sin control estatal, la Informalidad de las economías y el camuflaje de las 
relaciones comerciales formales que invisibilizan las actividades ilícitas. Ello unido a la 
falta de inversión económica en la lucha contra la trata y la promoción y protección de los 
derechos de las comunidades mayormente afectadas por la trata de personas. 
Se exhorta a los Estados a: 
*Comprometer los recursos y mecanismos para la asistencia a víctimas de modo tal que ese 
proceso de” victimización” culmine con una reparación efectiva. La víctima debe dejar de 
ser víctima. 
*Profundizar la revisión de las actuales políticas públicas, realizando los cambios 
necesarios para el efectivo logro de la garantía de no repetición. 
*Realizar el Principio de acceso a la Justicia, sumando a la lucha contra la impunidad y la 
restitución efectiva del ejercicio de derechos. 
*Regir las jurisdicciones internas por el derecho internacional de los derechos humanos, 
asumiendo las recomendaciones de los órganos destinados a interpretar esas normas y 
respetando en las decisiones jurisdiccionales los mínimos estándares jurídicos 
internacionales de protección de los derechos humanos. 
*Promover la lucha frontal a la corrupción transparentando la gestión pública. 
* Evitar que la cooperación jurídica se circunscriba a la investigación penal, y asuman 
definitivamente la inclusión de la reparación de los derechos conculcados a las víctimas, 
reparando el daño, que no debe circunscribirse a los aspectos económicos, restituyendo el 
efectivo goce del ejercicio de sus derechos y la garantía de no repetición. 
 
 
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*Unir a la reparación económica la profundización de las investigaciones sobre los bienes 
objetos del delito, que deben ser decomisados y puestos a disposición de la indemnización 
de las víctimas. 
*Generar y viabilizar mecanismos y recursos jurisdiccionales, en especial el patrocinio 
jurídico, para que las víctimas accedan a la indemnización y reparación en las acciones 
civiles. 
*Instrumentar medidas desde las autoridades con competencia en la organización del Poder 
Judicial para que los juicios se lleven a cabo de forma inmediata luego de producida la 
acusación. 
*Construir con la comunidad herramientas de prevención en los grupos y colectivos más 
vulnerables, para que adquieran el conocimiento del hecho violatorio y de las modalidades 
de explotación, con la finalidad de evitar que las personas caigan en las redes de trata. 
*Fortalecer la defensa de los derechos de las víctimas desde el inicio del proceso judicial 
fomentando y logrando que las mismas participen y decidan sobre su proceso de restitución 
de derechos. 
*Ajustar los protocolos de atención a víctimas conforme a los principios y directrices de 
Naciones Unidas para el tratamiento de las graves violaciones a los derechos humanos. 
Bajo ninguna circunstancia, la atención debe estar condicionada a que la víctima denuncie 
su caso. 
*La promoción de la denuncia de los hechos violatorios debe estar acompañada del 
aumento de la capacidad del estado para dar respuesta, no solo en el ámbito penal sino 
esencialmente en la atención y protección de los derechos de las víctimas. 
*Articular esfuerzos en la lucha contra el tráfico ilícito de migrantes, en especial 
promoviendo leyes de regularización migratoria reconociendo los derechos de las personas 
a migrar y de los trabajadores migrantes y sus familias. 
Sobre la producción interna de esta red. 
La red del ObservaLatrata viene desarrollando congresos cada dos años en los cuales se 
discute la situación de la Trata a nivel de Latinoamérica. Allí se presentan los denominados 
 
 
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“informes sombra” (en forma paralela a los datos oficiales que producen los estados) sobre 
el compromiso de los estados en la persecución del delito, el acceso a la justicia y la 
reparación de derechos de las sujetas y sujetos pasivos del delito de trata con fines de 
explotación laboral y/o sexual. Se presentan experiencias de buenas prácticas en torno a la 
problemática en cuestión y es el momento oportuno de reunión de los 17 capítulos que 
conforman la red para discutir la agenda programática y promulgar un documento conjunto 
de exhortación a los estados en los aspectos en los que el observatorio ha detectado 
ausencia de políticas públicas, de sentencias en temas de trata, de avances de relaciones de 
dominación cultural, etc. 
Estos congresos vienen desarrollándose desde el año 2010 con sede en la ciudad de Buenos 
Aires, con intensa participación tanto en el pre congreso como en el desarrollo del 
congreso, del Instituto de Capacitación de la UEJN. Luego se realizó el segundo congreso 
en México, el tercero en Colombia, también con participación de integrantes de este 
Instituto, el cuarto en Bolivia y el quinto se realizara durante el mes de junio de 2017 en 
Perú, donde desde el capítulo argentino vamos a intervenir desde los tópicos de accesoa la 
justicia, restitución de derechos en víctimas pasivas del delito de trata y prevención desde 
las herramientas educativas. 
Aspectos socioculturales en la Trata de Personas. 
Trabajo sobre las denominadas relaciones de dominación cultural que desde una mirada 
patriarcal invisibilizan y cran las condiciones de posibilidad para la consolidación´´ de los 
delitos de trata y tráfico de personas. 
Lo estereotipos de género, la heteronormatividad, las disposiciones espaciales, la 
organización del trabajo, de las instituciones, las semánticas sobre el cuerpo, la 
construcción de la identidad, la utilización del lenguaje son instancias de construcción de 
un relato sobre lxsotrxs. Desde un mandato afianzado en un inconsciente colonial 
capitalístico y logofalocentrado (Rolnik, 2013) que legitima un consumismo como sentido 
y horizonte de la vida, dónde el consumo de cuerpos desde sus versiones de trata con fines 
de explotación sexual para los varones demandantes prostituyentes o como trata con fines 
de explotación laboral en un contexto de producción extractivista de materias primas y de 
 
 
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fuerza de trabajo a bajo costo, nos encontramos con un delito que crece día a día con altos 
niveles de tolerancia social. 
Dicha tolerancia se presenta en el marco de unas relaciones donde el lazo social se 
distiende en su capacidad de red de contención frente al avance de prácticas neoliberales y 
pérdida de los vínculos relacionales por sobre idearios individualistas y meritocráticos. 
Frente a los movimientos migratorios a cuyos migrantes se les atribuye una vulnerabilidad 
intrínseca y auto portante por los orígenes del sujeto, desconociendo la vulnerabilidad 
misma generada por los estados, en un marco de transculturación y en un “en carne viva” 
de esos migrantes se incrementan las condiciones para la captación para la trata y tráfico de 
personas. Subjetividades arrasadas por trayectorias de violación de derechos económicos, 
sociales y culturales generan una autopercepción de no ser portador de derecho alguno, 
aumentando así las condiciones de vulnerabilidad de lxssujetxs. En zonas de actividades 
extractivas como la minería y los pozos de petróleos en el sur de nuestro país, el sesgo de 
género es otro factor que agudiza la situación de vulnerabilidad y vulneración extrema de 
los colectivos migrantes. El sociólogo alemán Norbert Elías no enseña a través de la 
dinámica de los establecidos y los outsiders, los mecanismos que operan a manera de 
sistemas de representación social frente a los grupo migrantes. Frente a la migración masiva 
de trabajadores varones a áreas de economías extractivistas, en dónde las mujeres en 
general no tienen cabida para ciertas tareas bajo la égida de los estereotipos de género 
vinculados a determinadas tareas, se establece un sistema de alarma en el inconsciente 
colectivo de esa comunidad, en relación a que las mujeres locales podrían llegar a ser 
violadas por esta afluencia masiva de trabajadores varones migrantes, por lo cual incentivan 
y toleran la presencia de ámbitos para el ejercicio de la prostitución, que en muchos casos 
se trata de lugares poblados de mujeres víctimas del delito de trata de personas con fines de 
explotación sexual, debido a la creencia de que los varones tienen necesidades sexuales 
“especiales”, y que es necesario ofrecerles un “servicio” de prostitución para su descarga 
libidinal en resguardo de sus propias mujeres las que quedarían así a salvo de ser violadas 
por estos migrantes. 
 
 
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Construcción de la víctima. 
Dentro de los sistemas de representación social y construcción de imaginarios en relación 
con las víctimas de trata es muy común una mirada estereotipadas sobre este concepto que 
hace que muchas veces se invisibilice el proceso ‘por el cual, las personas tratadas 
adquieren ese estatus. Muchos operadores de fuerza de seguridad o judiciales esperan 
encontrar una víctima que se auto perciba como tal con claras marcas corporales de su 
situación de trata que pudiera incluir huellas de ataduras, claros signos de cautiverio, 
evidente deterioro físico, etc., desconociendo los procesos de arrasamiento subjetivos, 
comúnmente conocidos como “ablande” en la jerga de los tratantes, por los cuales lxs 
sujetxs van siendo anuladxs en su voluntad de resistencia por un sistema de restricción de 
su libertad basado en estrategias de deudas, multas, y diversas coacciones psicofísicas que 
derivan en situaciones de aislamiento y confinamiento aunque con nula autopercepción de 
su condición de víctimas o sobrevivientes de una situación de trata de personas. Asimismo 
el enfoque clásico de trata de personas ha establecido un paradigma occidental de 
victimización, dejando afuera una serie de características en la identificación de las 
agraviadas. En Perú por ejemplo, estas características se hallan en modelos socialmente 
institucionalizados a partir de la colonia, como “el padrinazgo”, la sexualidad de la “chola” 
y la mujer selvática. Los procesos de deconstrucción social de las relaciones de dominación 
cultural incluyen en este sentido, la posibilidad de ampliar el campo de estudio 
cuestionando las generalizaciones. 
En esta misma línea, una revisión del lenguaje utilizado en sentencias por investigación de 
delitos de trata, permite desmontar aprioris que reproducen una lógica de la dominación e 
invisibilización de los cuerpos tratados que en muchas ocasiones conduce a la impunidad al 
naturalizar y no identificar prácticas de trata con fines de explotación. 
Muchas niñas y mujeres permanecen atrapadas dentro de su cuerpo, y sobre su piel se 
escriben historias de desigualdad basadas en el sexo, la raza y la apariencia corporal 
(Boesten 2014: 53-54). Esta condición responde a la continuidad histórica de patrones 
coloniales, que persisten con la dominación y arrojan a estos grupos de personas hacia el 
escalafón más bajo de la escala social. Según algunas investigaciones acerca de Trata de 
Personas, estos grupos identificados se encuentran mayormente expuestos a este tipo de 
 
 
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delitos, comprobándose que el momento de la captación es el desenlace de una cadena 
sistemática de derechos económicos, sociales y culturales que constituyen una situación de 
vulneración extrema para la captación para la trata de personas. (CHS 2016, IOM 2012, 
Movimiento El Pozo 2005, Mallqui & Meléndez 2005). 
Los estudios clásicos sobre la Trata de Personas —a los que se denominan Paradigma de 
Victimización Occidental (POV) —siguen ocupado un lugar preferencial en la metodología 
de investigación académica. 
Este enfoque, que ha sido construido junto con los medios de comunicación y el 
Derecho Internacional, califica de forma general a la víctima como ingenua, incapaz, 
inocente, secuestrada (Demleitner 2001:273; Davidsson 2005:) Como consecuencia, las 
víctimas se convierten en un objeto, dado que estas no muestran, absolutamente, ninguna 
autoridad o personalidad en el proceso de la trata. Por lo tanto, las víctimas han sido 
generalizadas dentro de un papel en la que sus vidas descansan en manos del traficante o 
del posible “rescatista”.(Demleitner 2001: 273; Davidsson 2005: 4; Baker 2013: 2). 
Sin embargo, el paradigma clásico no incluye muchos de los casos de personas tratadas, 
socialmente institucionalizados, y hallados por afuera de las calificaciones arriba 
mencionadas. Así por ejemplo, la construcción social del 
“padrinazgo” ha configurado muchas veces un modelo de trata, debido a los constantes 
abusos de personas que dispensaban protección. Cabe precisar que los denominados“padrinos” son el resultado de una movilización social generada por el dinero, que los ha 
llevado del estatus de indígena o “cholo” al de mestizo. Sobre esto, encargar menores de 
edad a un “benefactor”, ha sido una costumbre muy usada en el Perú. Los “padrinos” 
podían ofrecer educación y trabajo a los menores, pero las niñas a menudo eran explotadas 
en trabajos caseros o dentro de redes de prostitución. De esta manera, no siempre los casos 
de trata tienden a no seguir los paradigmas clásicos del “proxeneta”. En vez de esta figura, 
las víctimas han sido llevadas por familiares directos, cercanos, o del círculo de los 
“padrinos” y “madrinas”. Así vemos que las etiquetas utilizadas por el enfoque clásico de la 
trata (villano, cómplice, víctima y prostituta) no son aplicables dentro del modelo peruano, 
por tanto las personas objeto de este delito corren el riesgo de no estar protegidos por el 
Derecho Internacional. Un ejemplo parecido puede seguirse de los casos donde a través de 
 
 
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redes de parentesco se convoca a otros trabajadores migrantes a participar de talleres de 
confección textil o trabajo agrario en condiciones de explotación para las locales pero que 
no entran en conflicto con las propias pautas culturales de esos trabajadores en situación 
migrante. 
Por otro lado, los procesos sociales acontecidos sobre la sexualidad y la raza de 
las mujeres, por ejemplo de los Andes y la Amazonía, de Paraguay, de República 
Dominicana, etc.) ponen en riesgo el estatus de víctimas, ya que sus cuerpos han sido 
estereotipados por sectores de la sociedad para incorporar de forma “natural” la variable de 
la lujuria. A diferencia de las víctimas estereotipadas como virginales, inocentes y puras, 
este grupo de mujeres son encasilladas dentro de una categoría racial, atribuyéndoles una 
carga de vulgaridad, promiscuidad y alta sexualidad. También vemos que a las mujeres 
provenientes de determinadas regiones geográficas se les carga de significados según los 
cuales comparten determinadas características por la argumentación simplista que el clima 
caluroso incrementa la lívido sexual. Estas imágenes se encuentran tan profundas y 
naturalizadas en el imaginario sexual de algunos demandantes de prostitución que incluso 
ha dejado de ser cuestionadas.(identidad inseparable que incluye raza, clase y género). 
Cuando analizamos y observamos el fenómeno de la trata, es muy fácil simplificar el 
problema. Los estudios académicos tienden a reducirlo, tratando de hacer que el mismo 
zapato se ajuste a todos los pies. En otras palabras, la complejidad de la trata se reduce a 
una imagen universal donde se piensa que las razones de este fenómeno son la 
globalización y la pobreza. La búsqueda de soluciones universales, definiciones y análisis 
de la trata de seres humanos ha dejado este campo superficial, considerando la gran 
complejidad que implica la trata de personas. De hecho, existe una tendencia a crear una 
categoría homogénea de "víctima de trata de personas", sin reflexionar sobre la diversidad 
del grupo. El caso de trata peruano pone de relieve la limitación de la definición jurídica 
internacional junto con el paradigma de victimización occidental, que deben adoptar las 
diferencias dentro de las historias de las personas tratadas para desarrollar un análisis más 
profundo con menos estereotipos y generalizaciones. Los hallazgos del estudio destacan la 
necesidad de una definición pluriversal de la trata de personas que incluya a todas las 
 
 
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personas objeto de trata, no sólo aquellas que cumplan los requisitos construidos a través 
del paradigma occidental de victimización. 
Bibliografía: 
Baker, Carrie N. (2013). Moving Beyond “Slaves, Sinners, and Saviors”: An Intersectional 
Feminist Analysis of US Sex- Trafficking Discourses, Law and Policy, Journal of Feminist 
Scholarship, no. 4 
Boesten, Jelke (2008). "Narrativas de sexo, violencia y disponibilidad: Raza, género y 
jerarquías de la violación en Perú" Raza, etnicidad y sexualidades: ciudadanía y 
Multiculturalismo en América Latina, Bogotá, Universidad Nacional de Colombia. 
Boesten, Jelke (2014). Sexual Violence during War and Peace: Gender, Power, and Post-
Conflict Justice in Peru, New York, Palgrave Macmillan. 
Organización Internacional par a las Migraciones (2012) Módulo IV: Trata de personas. 
Gestión fronteriza integral en la subregión andina (Lima: OIM). 
 
 
 
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Algunas reflexiones sobre el estudio de las artes marciales en clave 
antropológica 
 
Marcos Buccellato 
IDAES-IRD 
marcos@kalliope.com.ar 
 
 
Existen una pluralidad de prácticas muy diferentes a las que se rotula como artes marciales 
o deportes de contacto. La denominación depende muchas veces del interlocutor con el que 
uno se enfrente, algunos incluirán al boxeo como un arte marcial y otros lo llamaran 
“deporte de contacto”. En lo que refiere a lo que un arte marcial es, John Clements, un 
experto en “artes marciales renacentistas” decía que “todos las ‘reconocen’ cuando las ven, 
pero cada uno tiene su definición de lo ‘que’ son”. 
A partir de un trabajo de campo que comprendió la práctica de diversas disciplinas, la 
realización de entrevistas, revisión bibliográfica, análisis de revistas especializadas y 
manuales y seguimiento de los actores en las redes sociales, se identificaron un conjunto de 
elementos comunes que permiten caracterizar un “aire de familia” entre las diferentes 
prácticas. En este sentido, se proponen una serie de categorías analíticas, construidas a 
partir de los sentidos nativos de los actores, para abordar el estudio de las artes marciales. 
El objetivo de este trabajo no es brindar una definición general de “arte marcial” ni agotar 
todos los aspectos que puedan surgir del estudio de estas disciplinas, sino exponer cual fue 
el marco analítico que nos fuimos construyendo a lo largo del proceso de investigación. No 
se trata de capturar la esencia del “arte marcial” sino de explicitar y fundamentar una 
perspectiva desde la cual producir conocimiento. Las artes marciales no se prestan a 
esencialismos. Sin embargo, describir las mismas en base a ciertos elementos y sus 
relaciones entre sí, habilita posibles comparaciones entre disciplinas y al mismo tiempo 
permite describir las transformaciones internas que cada una de ellas sufre a lo largo de su 
historia. 
mailto:marcos@kalliope.com.ar
 
 
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Proponemos entonces, y retomando un trabajo anterior(Buccellato, 2014), una serie de 
categorías como una forma de describir una práctica concreta. Estas categorías que 
proponemos parten desde la experiencia de los mismos actores , no de abstracciones 
analíticas. Tampoco se basan en las definiciones que los mismos actores proponen, sino que 
atiende a observar que temas que son relevantes en la práctica y los discursos en los que se 
ven involucrados. Desde la perspectiva aquí propuesta, no nos preocupa si un elemento está 
o no presente sino más bien cómo está presente. Un arte marcial no es el conjunto de 
categorías propuestas sino que puede ser descripta a partir de cómo se dan las diferentes 
categorías dentro de la misma. Podríamos considerar, a modo de analogía, que las artes 
marciales serian un discurso con ciertos tópicos persistentes. 
Las categorías, sin embargo, no se entienden aisladas sino que establecen relaciones entre 
ellas, unas se explican en base a otras. Conforman una estructura donde cada una sostiene a 
la otra en el entramado propiodel arte marcial. El objetivo es entender cuál es la forma que 
estas categorías toman en la práctica del arte y como se relacionan entre sí. Para 
complejizar esto, esta red de relaciones entre categorías conceptuales esta en continuo 
movimiento. Las artes marciales no se prestan a esencialismos como muchas otras prácticas 
del mundo. Sin embargo, describir las mismas en base a ciertos elementos y sus relaciones 
entre sí, nos permite al menos describir esas transformaciones. 
Orientación al combate: el elemento agonal 
Cuando uno piensa un arte marcial asocia de forma inmediata, el combate, seguramente 
influido por la televisión y el cine. Pero para un practicante del arte marcial esto es solo un 
aspecto más, para unos central y para otros casi anecdótico, pero la idea de que las técnicas 
aprendidas tienen o tuvieron una finalidad para el combate está presente y que las mismas 
técnicas serían efectivas de necesitar usarlas. Si este supuesto se pierde, probablemente el 
arte se considere una danza o una gimnasia, como por ejemplo sucedió con las danzas 
femeninas con espadas que se convirtió, alrededor del siglo VIII d.c. en algo puramente 
ornamental (Lorge, 2012, p. 120). Uno de los más antiguos practicantes de “kung fu”, nos 
decía que lo que distingue a los movimientos de las artes marciales en la ejecución de 
formas de una danza es la intención. El movimiento ejecutado por el artista marcial tiene 
que tener la intención de golpear, aunque no lo haga. Que el practicante sea conciente o no 
de que las técnicas son para atacar o defender o que se usen o no para tales fines, es 
 
 
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relevante para algunos pero no para todos, lo que sí parece ser una constante es que esas 
funciones deben haber estado presentes al menos en un inicio. El momento fundacional, por 
cercano o lejano que se busque, debe haber considerado los aspectos relacionados con el 
combate. 
Que este orientado al combate tiene dos implicaciones. En primer el aspecto agonal. Tanto 
en la performance como, obviamente, en la práctica del combate en sí, la idea es que hay 
una disputa entre dos o más que están enfrentados y que tratan de dominar, someter o 
destruir al otro. Persiste la idea de que es una práctica asociada a la resolución de un 
conflicto en términos violentos. En segundo lugar es una práctica antagónica.. Luchar 
implica reaccionar a los movimientos del otro acompañando u oponiéndose al movimiento 
pero claramente no colaborando para un fin en común. Esto es algo que en la experiencia 
de la lucha se puede percibir distinto a lo que sería una danza coordinada. 
Lo significativo de esta categoría analítica es que las diferentes artes marciales van a tener 
diferentes posicionamientos sobre la centralidad o no de esta orientación al combate. Tanto 
en el discurso como en las prácticas esto va a ser un elemento diferencial y que se va a 
poner en oposición a como otras artes conciben el combate. 
Regulación de la violencia 
 En relación a esta orientación al combate, encontramos otro elemento que está presente en 
mayor o menor medida, es la regulación de la violencia. Aun cuando la práctica del arte se 
oriente a buscar alguna finalidad “espiritual”, hay una relación entre estas prácticas de 
combate como medio de adquirir una predisposición no violenta. Con los entrenamientos el 
practicante debe poder ejercer la violencia controlada para lastimar o no de ser necesario. 
Si quisiéramos elaborar una explicación sobre lo que se define como violento para los 
participantes probablemente nos encontremos con muchos sentidos diferentes. 
Probablemente el concepto de violencia como es entendido por los mismos cambie 
contextualmente y a través de los diferentes campos. Por tal motivo nos parece útil retomar 
el concepto de “violencia como recurso” que propone Garriga Zucal: La capacidad de 
poder resolver un conflicto a través del uso de la fuerza ya sea a modo de persuasión o para 
aniquilar al otro y considerar la legitimidad del uso de la misma y los contextos donde es 
posible aplicarla. (Garriga Zucal, 2015) 
 
 
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La regulación de la violencia es entonces como la práctica regula la legitimidad del uso de 
la violencia como recurso y al mismo tiempo como hace ese recurso más eficiente en 
términos de resultados reales o potenciales. Es la violencia domesticada a la que se refiere 
Loic Wacquandt cuando habla del boxeo (Wacquant, 2006, p. 225). Es parte de lo que se 
transmite en la enseñanza y está ligado de forma muy cercana al ethos del artista marcial, el 
cual discutiremos en breve. Como nos dice Alejo, quinto dan de Karate e instructor, “vos 
preparas una persona y es una máquina, es una máquina letal, pero vos tenés que enseñarle 
que eso es para él” y también “El arte marcial te da un arma para poder matar una persona”. 
Es esta idea nativa del arte marcial como arma es la que interpretamos como violencia 
como recurso y, su regulación, es el proceso en el que se le enseña el significado de esta y 
cuál debe ser el uso legítimo de la misma 
Relación pedagógica 
El rol del maestro, instructor o entrenador aparece como central para el proceso de 
transmisión del arte marcial de una generación a otra. Si bien pueden llegarse a encontrar 
unos de contacto, cada disciplina, cada institución e incluso cada lugar de práctica 
específico construye una relación pedagógica particular. Esta relación, por lo general 
jerárquica excede la mera transmisión de conocimiento técnico y se muestra central como 
principio de explicación para muchos fenómenos observados. Por otro lado es casi 
determinante como forma de reproducción y transformación del arte de una generación a 
otra. Pero no solamente se puede ver el rrol del instructor como un debelador de saberes, 
sino como un objetivizador cultural en los términos que propone Csordas. Este autor, en sus 
trabajos sobre la posesión religiosa, propone la idea de que el sanador le da el nombre al 
fenómeno que experimenta el poseído y este último interpretará el fenómeno objetivamente 
en función de esta denominación. Es decir que la víctima lo único que tiene es un sentir, 
una experiencia, el objeto se convierte en tal con el acto de nombrarlo(Csordas, 1990, p. 
14). De la misma forma que el sanador le pone nombre a las cosas, es el instructor el que 
como mediador cultural que crea “objetos” al nombrar moviminetos, dolores, posiciones, 
golpes, etc. El instructor el que guía al alumno en el proceso hermenéutico de interpretar y 
apropiarse del arte marcial proveniente de la tradición del arte. Lo pone en contacto con 
toda la tradición propia de la disciplina y le pone el nombre al fenómeno que el alumno 
experimenta, crea el mundo en el proceso de aprendizaje. Pero no es solo el nombrar como 
 
 
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enunciado lingüístico sino que implica una (Wacquant, 2006, p. 253) relación profunda con 
el cuerpo, es nombre, movimiento, sensación y contexto. Un instructor de Karate resumía 
todo esto diciendo lo siguiente “el arte no depende del nombre (del arte) sino del maestro”. 
Al mismo tiempo es este instructor el encargado de transmitir el conjunto de valores que se 
considera propio del arte y formarlo más allá de la ejecución técnica. La transmisión de los 
valores está relacionada fuertemente con lo que cada instructor considera que es el arte y 
como debería ser un artistas marcial. Esto está reflejado en lo que podríamos llamar elEthos 
marcial. 
Ethos Marcial 
Si consideramos entonces las categorías anteriores, veremos que las mismas se materializan 
en la persona del practicante. Es en ese lugar donde la idea de quees un buen “artista 
marcial” se hace concreta. Cada arte marcial tiene una idea más o menos precisa de que 
sujetos debería producir representada por un conjunto de principios y valores que el 
practicante debe respetar. El ethos propio del arte configura una forma de desarrollarse en 
la vida, no es simplemente una guía para el combate o para la situación de lucha. Lo que se 
busca es “un estilo de vida”. En un panfleto promocional esto se ve casi literalmente: “No 
solamente un estilo de pelea, sino un estilo de vida” (12/07/2016). El artista marcial ideal 
es aquel que hace de la práctica una actividad de tiempo completo, algo siempre presente en 
todo momento de su vida. La idea de “estilo de vida”, “filosofía de vida” y en otros 
testimonios también “camino marcial”, involucran una forma de comportarse en la vida. 
Desde esta perspectiva normativa, un artista marcial debería realizar todas las actividades 
de su vida cómo un artista marcial, siguiendo un código de conducta y teniendo una actitud 
determinada ante las circunstancias de la vida. En muchas referencias, en particular de artes 
marciales japonesas, este código se referencia como el Bushido, el camino del guerrero, 
pero muchas veces se expresa exteriormente simplemente como máximas de conducta o 
reflexiones morales. Respeto, valor, honestidad, fortaleza, disciplina, responsabilidad, 
sacrificio, dignidad, humildad, aprendizaje continuo y una cierta abnegación para aceptar 
las circunstancias, son algunos de los valores que suelen ser significativos para diversos 
practicantes. El contenido específico y la modalidad que van a tomar estos valores serán 
cuestiones propias de cada espacio de práctica en particular y la relación que se establezcan 
entre las otras categorías propuestas (por ejemplo, el tipo de regulación de la violencia, el 
 
 
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instructor, la institución a la que pertenecen, la relación con la tradición de la que vienen). 
En cada caso encontraremos variaciones sobre el tipo y la importancia de cada uno de los 
valores involucrados, sin embargo siempre estarán presentes en los testimonios y las 
situaciones observadas. 
Un concepto interesante para describir la idea que los practicantes tienen sobre el proceso 
de convertirse en artista marcial y el ethos que marca este camino es el de Bildung, tal 
como lo entiende Gadamer en Verdad y Método, y que podemos traducir como formación. 
El término alemán Bildung significa la cultura que posee el individuo como resultado de su 
formación en los contenidos de la tradición de su entorno. Bildung es tanto el proceso por 
el que se adquiere cultura, como esta cultura misma en cuanto patrimonio personal del 
hombre culto. Gadamer va a retomar a W. von Humboldt cuando llama bildung “al modo 
de percibir que procede del conocimiento y del sentimiento de toda la vida espiritual y ética 
y se derrama armoniosamente sobre la sensibilidad y el carácter”(Gadamer, 1977, p. 39). 
En este sentido, el artista marcial y el camino de interiorización del ethos marcial pueden 
ponerse en relación con esta idea de bildung como resultado y como proceso. Con esto en 
mente es que vemos como la idea de tradición va a jugar un papel preponderante en la 
forma en la que se interioriza este ethos marcial, y como toda tradición se desarrolla en un 
medio que se la apropia, será esta tradición situada de la cual hablaremos a continuación. 
Tradición 
La idea de una pertenencia a una tradición en la práctica de las artes marciales es otro eje 
importante. Nuevamente podemos encontrar grandes diferencias entre las diferentes 
disciplinas, sin embargo de una forma u otra, los practicantes guardan una relación con la 
historia de su arte, ya sea para mostrar la continuidad o el quiebre con el pasado. Es en este 
punto que las distintas disciplinas se van a autodefinir como “tradicionales” o “modernas”. 
La idea de un origen remoto (cuanto más remoto mejor) para el arte y las proezas de 
“héroes” del pasado (los monjes Shaolin, MiyamotoMusashi, los samurais, Bodhidharma, 
etc.) son características de las artes “tradicionales”. Más aún se encuentra presente la idea 
de construir hacia el pasado una continuidad ininterrumpida hasta el origen con el doble 
propósito de resaltar una evolución y perfeccionamiento progresivo y la idea de pureza 
original. Muchas de estas construcciones tradicionales se basan en relatos más o menos 
 
 
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contemporáneos o “leyendas” sin sustento histórico: Hay un héroe mítico que inaugura la 
tradición y luego una ramificación y difusión de las prácticas que van tomando sus 
diferentes formas, recogiendo elementos de los lugares por los que pasaron, las ideas 
religiosas, etc. 
Los practicantes de disciplinas de combate más asociadas a las prácticas deportivas, como 
en este caso en la lucha olímpica o el boxeo, mantienen quizás una posición más de quiebre 
con la tradición. Un importante instructor de lucha nos habla que la práctica de la misma se 
ha hecho “científica” en la actualidad, recurriendo a estudios académicos, experimentos de 
laboratorio y la mejora continua en los métodos de enseñanza. Por otro lado practicantes de 
MMA y Boxeo presentan a su disciplina como “la evolución de las artes marciales” donde 
se descartan las tradiciones rígidas en busca de la efectividad en el combate y la 
competenciaPodemos entonces retomar las ideas de Eric Hobsbawm y hablar de 
“tradiciones inventadas” en referencia al conjunto de prácticas gobernadas por reglas, 
abierta o tácitamente aceptadas por los practicantes, que pretende inculcar ciertos valores y 
normas de comportamiento por repetición, automáticamente estableciendo una continuidad 
con el pasado (Hobsbawm, 2000, p. 1). La actitud frente a este pasado define en muchos 
aspectos las características de las instituciones de cada disciplina y el ethos pretendido para 
los practicantes. 
La tradición entonces sirve para legitimar la práctica en diferentes niveles. El origen 
remoto, la “pureza de origen” y su antítesis moderna la “evolución”, sirven para legitimar la 
efectividad del arte. En un sentido u en otro la tradición es relevante en las artes marciales. 
Pero estas tradiciones marciales, estos relatos míticos, estas prácticas rituales, no se dan en 
el vacío sino que, como mencionamos anteriormente, se desarrollan en un lugar, en un 
momento particular y con gente concreta. Esta tradición es leída en ese contexto y es 
apropiada y reinterpretada creando una variedad particular de la misma, creando su propia 
historia particular. La tradición no es algo estático e inerte, como afirma Paul Ricoeur “la 
posibilidad de desviación se incluye en la relación entre sedimentación e innovación que 
constituye la tradición“ (Ricoeur, 2006, p. 15). Es en esta apropiación de la tradición, 
concebida como texto, donde se da el proceso de formación del artista marcial. El bildung, 
el camino donde al mismo tiempo construye su propio relato, este proceso donde el arte 
encuentra su avatar es lo que da significado al arte marcial. Ricoeur decía que “el sentido o 
 
 
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el significado de un relato surge en la intersección del mundo del texto con el mundo del 
lector. El acto de leer pasa a ser así el momento crucial de todo el análisis. Sobre él 
descansa la capacidad del relato de transfigurar la experiencia del lector.”(Ricoeur, 2006, p. 
15). Lo que nosotros nos encontramos en el mundo, es este universo de sentidos que se da 
en practicantes concretos que pertenecen a comunidades que dan forma a instituciones 
concretas. En ellas es donde vamos a poder encontrar también puntosde interés para 
abordar el estudio de las artes marciales. 
Institución 
Francois Dubet utiliza la noción de institución como definida “por su capacidad de 
promover un orden simbólico y formar un tipo de sujeto amoldado a cierto orden”(Dubet, 
2010, p. 16). En otra obra también menciona que “las instituciones entonces son maneras 
de ser, objetos, maneras de pensar” y “no son (…) únicamente «hechos» y prácticas 
colectivas, sino también marcos cognitivos y morales dentro de los cuales se desarrollan los 
pensamientos individuales.”(Dubet, 2006, p. 30). En este sentido es que podemos pensar las 
construcciones institucionales dentro del marco de las artes marciales. Academias, 
federaciones, ligas, escuelas y otras formas organizacionales, implican diferentes formas en 
las que se inscribe la historia de las artes marciales a lo largo del tiempo y en sus diferentes 
espacios. 
Las instituciones, siguiendo a Dubet, son las encargadas de producir un sujeto socializado 
de una forma particular. Esto es lo que llama el “programa institucional”(Dubet, 2006, p. 
32) y que representa la forma específica de trabajo sobre otros. Las diversas formas 
institucionales que van configurando diferentes comunidades de practicantes de artes 
marciales, representa la construcción de una máquina de producir sujetos acorde a ciertos 
valores (ethos) y tradiciones en función de ciertos objetivos propios de un grupo de 
dirigentes. Las relaciones jerárquicas que se establecen y el tipo de relación entre los 
estratos van a ser parte también de esta construcción institucional. Al mismo tiempo las 
instituciones se convierten en los medios por los cuales se disputa la legitimidad como arte 
marcial en relación con el resto de las artes. El rol central o secundario que un arte cumple 
en el entramado social, está en gran parte definido por la construcción institucional que 
desarrolla. Sin embargo, son las instituciones las que van a cumplir un rol clave a la hora de 
 
 
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mantener la cohesión en la comunidad de practicantes y transformar los valores y objetivos 
relevantes para la misma. 
Comunidad 
Si bien las artes marciales se refieren al desarrollo de las habilidades individuales, la 
práctica es una actividad colectiva. No se puede separar al individuo de su comunidad de 
practicantes. El aprendizaje del combate requiere de otros que presten su cuerpo y es en ese 
intercambio donde se transmite el arte. La cuestión de la comunidad está ligada fuertemente 
a los valores y el ethos compartido. Sin embargo no se corresponden completamente. El 
ethos refiere a la incorporación de valores en el plano individual y la regulación de la 
conducta del artista marcial. Obviamente tiene una dimensión social puesto que son las 
normas que regulan el comportamiento y la actitud del individuo hacia el resto, sin 
embargo la comunidad tienen una dimensión propia que vale la pena separar. Las 
características de los vínculos que unen a los practicantes y el tipo de cohesión y conducta 
colectiva que adquieren son lo que interesa a esta dimensión analítica. Algunos conforman 
“familias” donde el lazo social es de “hermandad” otros espacios rígidos y jerárquicos 
donde lo que prima son las relaciones de autoridad y sumisión. Pero hablar del tipo de 
comunidades que se forman es relevante al abordar el estudio de las artes marciales. La 
comunidad de practicantes configura un mundo propio con tendencias absorbentes en 
términos de Erwin Goffman. Si bien la comunidad no es completamente cerrada, hay 
claramente una demarcación de frontera con el “mundo externo” que implica una 
“tendencia absorbente o totalizadora está simbolizada / por los obstáculos que se oponen a 
la interacción social con el exterior y al éxodo de los miembros”(Goffman, 2001, pp. 17-
18). Estos obstáculos se dan en forma de condena moral a veces pero también pueden estar 
acompañados de penalidades materiales dependiendo de la construcción institucional. Por 
ejemplo, en BJJ, quienes se van a practicar a otra academia permanente mente son 
“creontes” o traidores. Una vez hecho el pasaje, difícilmente el individuo sea aceptado 
nuevamente en la comunidad. En el caso de otras artes marciales, ni siquiera un puede ir de 
visita a otra escuela, gimnasio o dojo sin la autorización de su instructor, “maestro” o 
“Sensei”, de hacerlo puede ser expulsado inmediatamente. 
Es en la comunidad de practicantes donde las técnicas propias del arte vive. Es la 
apropiación especifica de las técnicas por el grupo lo que hace a la técnica, como la 
 
 
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practican, la aplican y la transmiten es lo que garantiza la continuidad del arte y al mismo 
tiempo permite su transformación. La comunidad entonces es algo más que el conjunto de 
individuos que son miembros, sin embargo es de esos individuos, sus prácticas y la forma 
en la que interiorizan las técnicas y el ethos, como interpretan la tradición y como 
colaboran en la construcción institucional, de lo que la comunidad está hecha. Veremos 
entonces como podemos abordar el estudio de los mismos. 
El cuerpo-sujeto 
Las últimas dos categorías son un poco más problemáticas para ser abordadas y merecen 
unas palabras aparte ya que plantean una aproximación diferente a la planteada en los 
trabajos previos. La primera de ellas es la relación entre las categorías de cuerpo e 
“interioridad” propuestas en su momento. Consideramos que ambas categorías son parte del 
mismo fenómeno y no aporta al análisis su separación conceptual. Los siguientes factores 
llevaron a esta reformulación teórica: 
 Se observó una manifiesta dificultad para describir verbalmente las acciones 
corporales, transmitir el conocimiento o hablar de cómo ejecutar las técnicas. Los 
actores se mostraban siempre insatisfechos con la descripción verbal que ellos 
mismos hacían o la juzgaban insuficiente. 
 Al brindar explicaciones sobre el accionar corporal (por ejemplo la lucha o la 
ejecución de una técnica) o el acondicionamiento físico o la salud, los actores 
siempre respondían con aspectos que podían identificarse no solo con lo 
“corporal”, entendido en el sentido restringido del cuerpo como un “algo”, sino con 
elementos que pueden ser asociados a los “estados mentales o “emocionales” 
 Las descripciones verbales son insuficientes sin referencias al hacer concreto. Por 
ejemplo, explicar cómo realizar una técnica era insuficiente sin una aplicación 
concreta, sin un contexto específico. 
 
Algo similar plantea Thomas Csordas en sus trabajos sobre curaciones rituales cuando 
afirma que “this interpretation challenges the common ethnographic description of evils 
pirits in the language of interiority/exteriority”(Csordas, 1990, p. 16). La categoría del 
cuerpo entonces se volvía improductiva para abordar la experiencia del campo y requería 
 
 
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un cambio de perspectiva. Este nuevo enfoque vino de la mano de los estudios de 
“embodiment” que permiten considerar al cuerpo, no como un objeto que se estudia, sino 
como el terreno en el cual se desarrolla la experiencia. En este sentido el conocimiento 
“incorporado” o (embodied) está caracterizado por el “estar-en-el-mundo” en oposición a la 
idea que lo concibe como algo trascendental. 
Siguiendo esta perspectiva elegimos adoptar como categoría la idea de cuerpo-sujeto 
propuesta por Merleau-Ponty pero en línea con la lectura que hace de la misma Nick 
Crossley. La idea detrás de este concepto surge del análisis de la percepción. “Cuerpo-
Sujeto” apunta a reemplazar las ideas de mente-cuerpo propias del dualismo cartesiano y 
por otro lado va en contrade la idea mecanicista del cuerpo que considera al cuerpo como 
un objeto físico. Nosotros somos nuestros cuerpos, no tenemos cuerpos, todas nuestras 
experiencias y sentidos que animan nuestra existencia están basados en un involucramiento 
activo y corporal (e intercorporal) con el mundo (Crossley, 1996, p. 28). En este sentido 
podemos resaltar tres puntos importantes. 
En primer lugar la percepción, como forma de relación entre sujeto y mundo, no es una 
representación interna de un mundo externo, la percepción ocurre en el mundo, no en la 
mente. En el percibir lo que se establece es una relación con el mundo, no hay dos órdenes 
diferentes de cosas (cuerpo y mente), esta división solo se da a partir de una teorización. 
En segundo lugar, rechaza la idea de una mente separada del cuerpo. Para Merleau-Ponty, 
la percepción involucra sensaciones y significados de forma inseparable, estas 
configuraciones de sensaciones significativas le pertenecen al cuerpo como entidad 
sintiente. No existe una proyección de sentido de una mente sobre el mundo, no hay un 
juicio involucrado en el acto de percibir. Esto le da al cuerpo una doble identidad, por un 
lado como sintiente, en el acto de percibir, y como sensible en el acto de ser percibido. Hay 
un “cuerpo-objeto” y un “cuerpo-sujeto” y ninguna de estas facetas se puede reducir a la 
otra, pero cada una de estas realiza la a la otra: la materia no puede definirse por sus 
propiedades sensibles sin un sintiente que la perciba, y este último no puede existir sin un 
mundo sensible que percibir (Crossley, 2001, p. 35). La característica sensible del cuerpo es 
especialmente importante porque revela que la percepción requiere necesariamente de una 
perspectiva. Es desde esta posición tangible y sensible, “cuerpo-objeto” desde donde uno 
 
 
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percibe. Es la articulación entre el cuerpo y el mundo lo que habilita la percepción 
(Crossley, 1995, p. 47). El sujeto percibiente forma parte del mundo, constituye el punto en 
el mundo desde donde este se hace perceptible. Y este cuerpo en el estar-en-el-mundo es al 
mismo tiempo mediado por su presencia física (el cuerpo como objeto) y la percepción 
simbólica (el mundo significativo del cuerpo como sintiente). 
Por último, para Merleau-Ponty, la percepción está basada en la conducta como algo 
adquirido y cultural, una forma cultural mediada por el hábito. El cuerpo percibiente se 
constituye como tal en la adquisición de esquemas perceptuales, interroga activamente al 
mundo a partir de estos esquemas, no es pasivo. Los esquemas son los que hacen que lo que 
percibimos sea inmediatamente significativo. La percepción se da en el estar inmerso en el 
mundo, en una situación y en un hacer concreto, y ese hacer depende de las prácticas 
culturales y las habilidades adquiridas por ese cuerpo. La mirada que asumimos configura 
la forma en la que organizamos el campo perceptivo. El dualismo cuerpo-mente nace de 
abstraer significado de esta inmersión corporizada en una situación dada. Si en cambio 
consideramos la idea de comportamiento significativo concebiremos al cuerpo como 
“incorporando” ideas y significados. Más aún, el cuerpo es agente de prácticas culturales y 
las mismas se conforman por el trabajo de un cuerpo-sujeto activo, este siempre está en 
interacción con su entorno a través de esas prácticas y habilidades. Esta idea también 
desafía la separación de cuerpo-cultura(Crossley, 1995, p. 47). 
La percepción entonces no tiene como principal objetivo la contemplación, sino el 
envolvimiento práctico, tiene que ver con lo que queremos hacer en una situación dada. En 
el contexto del combate en las artes marciales uno se encuentra todo el tiempo registrando 
movimientos con la mirada, con el tacto y el oído que se vuelven significativos de una 
forma específica. En la experiencia de campo, cuando uno combate, ya sea en un 
intercambio de golpes donde uno trata de adivinar las intenciones del otro y visualizar los 
espacios donde uno puede golpear, o en una lucha cuerpo a cuerpo donde uno está 
pendiente de la dirección de la fuerza del rival, sus movimientos, su respiración y la propia 
posición para determinar cuál es el siguiente paso, todo esto se da de forma instantánea. 
Uno está percibiendo la situación en función del objetivo, luchar, y al mismo tiempo a 
través de las técnicas posibles a utilizar o ser víctima por parte del otro. Son estas 
habilidades “incorporadas” a partir de la práctica continua las que median la percepción. Lo 
 
 
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que poseemos entonces son formas corporales de interacción con el mundo, que entrelazan 
acción y percepción de forma inseparable en un mismo objetivo. 
Pero no es solo percepción lo que refiere al cuerpo. La implicación con el mundo está 
rodeada de una atmosfera emocional que se corresponde a esa situación, que muchas veces 
está asociada a un esquema perceptual o disposición específica. Y no solo emociones, sino 
también figuraciones sobre uno mismo, imaginarios particulares y y sensaciones físicas 
específicas. Por ejemplo, un luchador de MMA nos dice “tenés que querer ganar, sentir un 
poco de enojo para entrar al ring, tenés que tener actitud, pero no es odiar al contrincante, al 
cual le debes respeto, sino perdés el foco” Claramente hay una disposición emocional y 
actitudinal, una forma de estar-en-el-ring necesaria para poder pelear. Entonces un 
esquemas no son solo perceptuales sino emocionales, actitudinales y simbólicos. Las 
formas corporales de interacción con el mundo involucran múltiples dimensiones que se 
cruzan y se hace difícil distinguir, por ejemplo, lo emocional de lo mental o lo corporal. 
Todas estas categorías mezcladas en la experiencia fenoménica llevan a pensar si las 
categorías con las que usualmente describimos los fenómenos no son abstracciones 
innecesarias para abordar su estudio. 
Resta agregar, siguiendo a Crossley (Crossley, 1996, p. 87), que el cuerpo del que nosotros 
tenemos consciencia, es nuestro cuerpo percibido como cuerpo-objeto. En nuestro hacer 
nosotros no somos conscientes de nuestro cuerpo, somos ese cuerpo. Pero en la interacción 
con otros, que nos toman como cuerpo-objeto, nosotros tomamos consciencia de nuestro 
cuerpo, lo objetivamos. Es a través de la perspectiva externa de los otros que nos otros 
reflexionamos sobre nuestro cuerpo, la reflexividad está enraizada en la interacción social, 
es en la apertura al otro en la cual nos podemos objetivizar. Aprendemos a percibirnos 
nosotros mismos a través de la mirada de los otros. De esta forma en nuestro pensarnos a 
nosotros mismos nos encontramos sumergidos en un entramado social que afecta la 
percepción que tenemos del yo, en este sentido nos encontramos cerca de la idea 
Foucaultiana de los cuerpos dóciles que son regulados externamente (Foucault, 2002, p. 
82). Sin embargo, los agentes, en su relación con otros, establecen un diálogo. Nunca el 
otro es singular y homogéneo, representan diversas perspectivas, y es el sujeto en esa 
interacción evalúa, sopesa y contrapone los diversos puntos de vista. Si bien hay esquemas 
 
 
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culturales impuestos sobre el agente, en la diversidad, hay al mismo tiempo cierto espacio 
para la elección individual. 
Este aspecto particular de conformarse como objeto a partir de la apertura al otro es 
importante porque involucra una serie de prácticas reflexivas de cuerpo (Crossley, 1996, p. 
102) que son aquellas prácticas a partir de la cual el agente modifica su propio cuerpo. La 
mirada del otro habilita la reflexividad y es el dialogo con esas otras miradas a partirde la 
cual el cuerpo-sujeto se afecta a sí mismo. Tatuajes, vestimenta, cicatrices y demás marcas 
corporales, están incluidas dentro de estas prácticas reflexivas pero también lo están los 
métodos de entrenamiento, las habilidades adquiridas, la asociación de emociones a 
contextos y la creación de figuraciones de sí mismo que habiliten realizar cosas. Todo lo 
que el agente hace sobre su cuerpo considerado como cuerpo-objeto, pero al mismo tiempo 
dado el aspecto dual, configuran el cuerpo-sujeto. Pese a que la categoría cuerpo-sujeto 
incluye la idea de la interacción con el otro y las prácticas sobre el propio cuerpo, dejamos 
por fuera todas aquellas prácticas y acciones que el agente realice tratando de afectar a los 
oros, considerados como cuerpos-objetos del mundo perceptible. 
Performance 
El término performance tiene una gran variedad de usos y una historia dentro de la 
antropología y el arte, en este caso particular, me gustaría rescatar el uso que le dio John 
Austin, de forma pionera, desde el campo de la lingüística. En referencia a los enunciados 
performativos, este autor afirmaba que una de sus características era que “el acto de 
expresar la oración es realizar una acción, o parte de ella, acción que a su vez no sería 
normalmente descripta como consistente en decir algo.”(Austin & Austin, 1970, p. 45) . 
Dos aspectos son interesantes destacar: en primer lugar, el hecho de enunciar es un acto 
comunicativo, por lo cual implica un otro, aunque ese otro sea uno mismo o una persona 
ideal o imaginada. En segundo lugar, el hecho de “realizar una acción”, producir un efecto 
o transformar la realidad. En los términos que venimos hablando al respecto del cuerpo-
sujeto, mi intención es considerar esta categoría en relación a cuando el cuerpo-sujeto 
considera a los otros como cuerpo-objeto y realiza una operación para afectar a los mismos. 
Es decir que voy a aplicar esta idea a aquellas prácticas de interacción que estén orientadas 
a afectar al otro de alguna forma, es el accionar sobre el otro, aunque este otro sea uno 
mismo como cuerpo-objeto. Obviamente este último punto implica un posible solapamiento 
 
 
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con la idea de prácticas reflexivas propuesta en el apartado anterior, sin embargo considero 
que hay un aspecto extra en la dimensión performatíva. Independientemente de a quién o a 
qué este dirigida la acción, en la performance el otro cumple un rol de espectador. En el 
enunciado performatívo el hecho de enunciar implica un receptor que no es necesariamente 
el destinatario de la acción, pero que “escucha” la oración. Este aspecto de la relación con 
el otro es lo que me interesa destacar en la dimensión performatíva. Por ejemplo, un tatuaje 
como los que son habituales en la práctica del BJJ, donde aparecen Samurais, peces Koi, 
los nombres de las academias, etc. Son prácticas reflexivas según lo caracterizado 
anteriormente, pero al mismo tiempo tratan de producir un efecto sobre otros, comunicar 
una identidad, provocar una reacción (ya sea respeto, temor o cualquier otra cosa) en el 
espectador, incluso si ese espectador es el mismo frente a un espejo que lo convierte en un 
cuerpo-objeto. Es importante resaltar que si uno considera la idea de cuerpo-sujeto como 
una forma de superar el dualismo cartesiano, las prácticas performativas no distinguen entre 
acciones corporales y enunciaciones discursivas. Ambas acciones son producto de un 
cuerpo-sujeto en relación a otro. Si bien el discurso puede tener su dimensión analítica 
como tal, en el acto de enunciarse como acción performativa, está dentro de lo que 
consideramos performance y no análisis del discurso. En este sentido, no nos interesa si el 
acto comunica o no algo, o que sentidos se pueden interpretar detrás de lo realizado, no es 
simplemente un análisis simbólico o representacional, es el efecto sobre el otro lo que 
consideramos importante. Por otro lado hay ciertas prácticas que pueden considerar que 
realizan una cierta transformación sobre el cuerpo-sujeto. Esto le da una dimensión dual al 
fenómeno, entre una práctica-reflexiva y una performance. No hay ambigüedad, el 
fenómeno es analizable desde estas dos dimensiones. Nuevamente son dos aspectos del 
fenómeno que se dan en simultáneo. Un último aspecto a resaltar de las prácticas 
performativas está relacionado con la posibilidad de que la ejecución de las mismas cumpla 
una función particular de transmitir saberes específicos que son difícilmente representables 
en forma discursiva solamente. El hecho de que las técnicas deban ejecutarse, implica que 
“estas conductas, al estar separadas de quienes las realizan, pueden ser guardadas, 
transmitidas, manipuladas y transformadas”(Citro, 2009, p. 35). Los Katas y las formas en 
las artes marciales “tradicionales”, pero así también los “drills” del BJJ y las 
 
 
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“combinaciones” del boxeo, pueden cumplir esta función. En este caso la acción que 
implica su ejecución es la de enseñar a un tercero. 
Reflexiones 
Las categorías presentadas en este trabajo fueron el resultado del proceso de implicación 
prolongada en el campo. Las mismas representan temas relevantes para practicantes de las 
diferentes artes marciales. Son aspectos principales que se pueden demarcar pero no los 
únicos, solo representan un modo de abordaje que nos parece productivo y permite 
arriesgar comparaciones y clasificaciones. Este trabajo es una versión muy acotada de los 
conceptos que se desarrollan en mi tesis de grado y un desarrollo a partir de las primeras 
formulaciones expuestas en el año 2014. 
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La antropología aplicada

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