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JOSÉ RAFAEL DEL CID
INDEPENDENCIA Y UNIDAD:
OPORTUNIDADES Y FRUSTRACIONES EN LA CONSTRUCCIÓN DE LA NACIÓN
C O L E C C I Ó N B I C E N T E N A R I O22222
Representante Residente del PNUD en Honduras
Richard Barathe.
Representante Residente Adjunta del PNUD en Honduras
Rosenely Diegues-Peixoto.
Asesor en Políticas y Coordinador del Informe de Desarrollo Humano de Honduras 
PNUD en Honduras
Sergio A. Membreño Cedillo.
Equipo Informe de Desarrollo Humano - Honduras
Alejandra Salazar, Alex Navas, Ángel Rodríguez, Andrea Girón, Anibal Barahona, Cinthya Barahona, Daniela Suazo, 
Ely Noé, Gracia Arteaga, Iliana Licona, Katherine Flores, Pedro Acosta, Ramón Romero, Ruth Perdomo y Víctor Ordóñez.
Elaboración de publicación 
Álvaro Cálix, Darío Euraque, Gina Kawas, Irma Becerra, José B. Falck, Julio Escoto, Libny Ventura Lara, 
María Eugenia Ramos, Mario Argueta, Mario Membreño Cedillo, Mario Posas, Marvin Barahona, Mauricio Díaz Bourdett, 
Óscar Nuñez Sandoval, Pedro Morazán, Rafael del Cid, Rafael Jerez, Ramón Romero, Rodolfo Pastor Fasquelle, Rolando 
Sierra, Rony Castillo Güity, Segisfredo Infante, Sergio Membreño Cedillo, Xiomara Bu, Yesenia Martínez.
 
Revisión de contenido
Pedro Acosta y Sergio A. Membreño Cedillo.
Revisión de redacción
Pedro Acosta.
Diseño y diagramación
Anibal Barahona.
Sobre el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo:
El PNUD forja alianzas con todos los niveles de la sociedad para ayudar a 
construir naciones resilientes ante los distintos problemas actuales. De la misma 
manera, promueve y sostiene un tipo de crecimiento que mejora la calidad de 
vida de todos los actores sociales. El PNUD se encuentra presente en 170 países 
y trabaja para erradicar la pobreza y reducir las desigualdades y la exclusión, así 
como ofrecer una perspectiva global y un conocimiento local al servicio de las 
personas y las naciones.
Copyright © PNUD octubre 2021
Todos los derechos reservados.
Elaborado en Honduras.
Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo – PNUD
Edificio Naciones Unidas, Colonia San Carlos, Calle República de México 2816, Tegucigalpa,
Honduras.
www.hn.undp.org
Esta publicación se ha elaborado con el apoyo financiero del Programa de 
las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), la Agencia Suiza para el 
Desarrollo y la Cooperación (COSUDE), el Gobierno de Canadá a través de 
Asuntos Mundiales Canadá, la Unión Europea (UE), la Agencia de los Estados 
Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID) y el Banco Centroamericano de 
Integración Económica (BCIE). Las opiniones y recomendaciones expresadas 
en esta publicación son las de las y los autores de las propuestas y no 
representan necesariamente las de las Naciones Unidas, incluido el PNUD, o 
las de los Estados miembros de la ONU ni de las entidades donantes.
El PNUD agradece a sus socios: la Agencia Suiza para el Desarrollo y la 
Cooperación (COSUDE), el Gobierno de Canadá a través de Asuntos Mundiales 
Canadá, la Unión Europea (UE), la Agencia de los Estados Unidos para el 
Desarrollo Internacional (USAID) y el Banco Centroamericano de Integración 
Económica (BCIE) que han hecho posible la elaboración de los productos 
de conocimiento realizados en el marco del Informe de Desarrollo Humano 
Honduras.
http://www.hn.undp.org
Uno de los principales desafíos de país en medio de la multicrisis que se vive, 
agravada por el COVID-19, es generar pensamiento, reflexión y acción colectiva 
de carácter nacional y propositivo para la solución de los problemas del país. 
Pero ello presupone repensar el país: la capacidad de entender su historia, de 
contextualizar el momento actual y tener una mirada prospectiva hacia el futuro. 
El principal objetivo es aportar en la generación de análisis y propuestas 
multidimensionales, inclusivas e integrales para responder con eficacia a los 
agobiantes desafíos del siglo XXI.
La Colección del Bicentenario reúne un grupo de 25 académicos, intelectuales 
y pensadores del país. De esta manera, la colección se ha dividido en seis partes. 
La visión histórica: Rolando Sierra Fonseca, Mario Argueta, Segisfredo Infante, 
Libny Ventura Lara, Oscar Núñez Sandoval y Rony Castillo Güity. En la parte de 
análisis del desarrollo: Mario Posas, Marvin Barahona, Julio Escoto, Xiomara Bu, 
Darío Euraque, Yesenia Martinez, Mauricio Diaz Burdett, Pedro Morazán, Ramón 
Romero, María Eugenia Ramos, Mario Membreño Cedillo, Rafael Jerez, Gina Kawas. 
Y en la visión futura (prospectiva): Irma Becerra, Sergio A. Membreño Cedillo, 
Rafael del Cid, Álvaro Calix, Benjamín Falck, y Rodolfo Pastor Fasquelle. A todos 
ellos el agradecimiento por su invaluable aporte a la Colección del Bicentenario. 
El propósito último de la Colección del Bicentenario es construir puentes de 
pensamiento entre académicos, intelectuales, técnicos y formuladores de 
políticas públicas y al mismo tiempo propiciar y promover iniciativas orientadas a 
la construcción de una agenda ciudadana para la transformación. 
La Colección del Bicentenario es, en definitiva, un aporte a la Honduras que 
imaginamos.
LA COLECCIÓN DEL BICENTENARIO: REPENSAR PARA TRANSFORMAR
Sergio A. Membreño Cedillo
Coordinador de la Unidad de Generación de Conocimiento 
y Coordinador del Informe de Desarrollo Humano (IDH) - Honduras
JOSÉ RAFAEL DEL CID
Sociólogo y Demógrafo, con doctorado de la 
Universidad de Texas. Es un experto en el diseño, 
conducción y análisis de investigaciones de campo, 
tanto de tipo cuantitativo (Encuestas Socioeconómicas) 
como cualitativo (Entrevistas a Fondo, Grupos Focales 
y Diagnósticos y Evaluaciones Participativas). Entre sus 
áreas de experticia se pueden mencionar: el sector 
informal y microempresa, programas de reducción 
de pobreza, participación comunitaria, mercado de 
trabajo, educación.
El Doctor del Cid ha sido a la vez profesor de Ciencias 
Sociales con una buena formación en Sociología y 
Economía y un evaluador experimentado. En esta última 
capacidad, he brindado servicios de evaluación en 
América Latina, África y Asia, incluida la Evaluación de 
la Iniciativa de Educación Bilingüe Basada en la Lengua 
Materna del MOET, apoyada por UNICEF, en Vietnam 
(2014-2015) y la Evaluación de Medio Término del 
Programa.: Apoyo al Programa de Alianzas para Prevenir 
y Erradicar el Trabajo Infantil (2013-2014) implementado 
por la Organización Internacional del Trabajo y Brasil-
Agencia para la Cooperación Internacional.
INTRODUCCIÓN 11
LA FEDERACIÓN CENTROAMERICANA (1823-1840) 12
LA REFORMA LIBERAL (1875-1950) 14
LA INTEGRACIÓN ECONÓMICA CENTROAMERICANA (1958-1970) 16
UN FUTURO INCIERTO 17
SÍNTESIS 18
BIBLIOGRAFÍA 20
Dostoievski entendió, hace más de un siglo, que la 
dificultad de nuestra liberación procede de nuestro 
amor a las cadenas. Amamos las cadenas, los amos, 
las seguridades porque nos evitan la angustia de la razón.
Estanislao Zuleta, Elogio de la dificultad
11 ENSAYO 22 COLECCIÓN BICENTENARIO
INTRODUCCIÓN
Este ensayo parte de la pregunta de si, al igual que las personas, las naciones también tienen un carácter colectivo, 
que las distinga y prepare para enfrentar desafíos, aprovechar oportunidades y alcanzar el éxito. Aclaro que, en este 
sentido, me viene bien compartir la definición de éxito de una nación con José Cecilio del Valle: «lograr el mayor bien 
posible para el mayor número posible» 1.
El uso del término y el estudio del tema relacionado al “carácter nacional” o “espíritu del pueblo” (Volksgeist en 
alemán) se remonta al siglo XVII en Europa, que para el siglo XVIII, habría ganado la atención de enciclopedistas 
como Vico (“Principios de una ciencia nueva en torno a la naturaleza común de las naciones”, 1725), Montesquieu 
(“Consideraciones sobre las causas de la grandeza y decadencia de los romanos”, 1734; “El espíritu de las leyes”, 
1748), Hume (“Carácter de las naciones”, 1748), y Voltaire (“Historia de los hábitos y el espíritu de las naciones, 1756), 
y se ha extendido, con variaciones de enfoque, hasta el presenteen artículos como el de Ramos Gorostiza (“Carácter 
nacional y decadencia en el pensamiento español”, 2010) o el libro de Henry Kissinger, en 2016, que tituló “Orden 
mundial: Reflexiones sobre el carácter de las naciones y el curso de la historia”.2 Esta noción del «carácter nacional» hace 
referencia a la percepción de que la generalidad de los habitantes de cada nación tiene una forma de ser característica, 
definida por unos rasgos comunes perfectamente identificables que condicionan su comportamiento y actitudes, y son, 
por tanto, un factor adicional importante a considerar a la hora de explicar el devenir de un país, ya sea de progreso, 
estancamiento o decadencia (Ramos-Gorostiza, 2010).
A manera de ejemplo diríamos que donde predominaran personas con fuerza de carácter, ricos en autoestima, creativos 
y emprendedores, con altos ideales de libertad y justicia, tendríamos una nación igualmente dotada de tales cualidades. 
En contraste, un colectivo de personas en mayoría inseguras, pobres en autoestima, fatalistas de pensamiento, pasivos 
en actitud, despojados de ideales de libertad y justicia, nos daría como fruto una nación de débil carácter, timorata, 
mediocre en logros y a merced de tiranos.
Uso la expresión “carácter de nación” sin todo el rigor del caso; me sirve como recurso retórico para organizar mi 
reflexión en torno a este rápido recorrido por los 200 años de vida formalmente independiente de Honduras, una de las 
repúblicas situadas en la cintura de América. Aclaro que, al igual que Montesquieu, Hume y otros, considero que este 
espíritu nacional proviene, en gran medida, de la herencia institucional que cada generación de miembros de una nación 
encuentra como condicionante y desafío.3 La herencia institucional es fundamental porque, como afirman Acemoglu 
y Robinson (2014) existen instituciones políticas y económicas que son «extractivas», excluyentes, depredadoras e 
instituciones «incluyentes», creadoras de contextos que propician la generación de riqueza y su redistribución equitativa. 
Por supuesto, las primeras dan lugar al empobrecimiento de las naciones y, las segundas, a su prosperidad.
Dadas las limitaciones de tiempo, fijaré mi atención, única y resumidamente (un tanto atropelladamente), en tres 
eventos históricos: la federación, la reforma liberal y la integración económica centroamericana. Argumentaré cómo 
cada una representó oportunidades para el desarrollo, y a la vez, como estas enfrentaron los desafíos institucionales 
heredados de la colonización y las amenazas provenientes del nuevo orden mundial dentro del cual se abría paso la 
hegemonía global de los EE. UU.
1 Valle tomó esta expresión y su significado de los utilitaristas John Stuart Mill y Jeremy Bentham.
2 Como conocedor de muchos de los escritos de la ilustración, J.C. Valle también utilizó esta noción de carácter o espíritu de nación. Por ejemplo, en «El Amigo de 
la Patria», No.17 del 7 de septiembre de 1821, en la segunda parte de la sección «Gobierno», Valle hace referencia al carácter del pueblo inglés, a los que observa como 
tenazmente adictos a sus usos, costumbres y leyes, que esto mismo es lo que forma la incontrastable base de su libertad (del Valle 1969: Tomo II, p.169).
3 Los caracteres generales de una nación o de un pueblo son diferentes, y tal diversidad, lejos de ser fruto de la casualidad o de la providencia, está determinada por 
precisas causas inteligibles... Muchas cosas gobiernan a los hombres: el clima, la religión, las leyes, las costumbres, las máximas aprendidas, los ejemplos del pasado; con 
todo ello se forma un espíritu general, que es su resultado cierto (Montesquieu 2008: Libro Decimonoveno).
12 COLECCIÓN BICENTENARIO ENSAYO 22
LA FEDERACIÓN CENTROAMERICANA (1823-1840)
El acta de proclamación de la independencia ocurrió en la capital de Guatemala, y se hizo en nombre de las cinco 
provincias que entonces integraban el Reino de Guatemala. Por lo mismo, uno de los puntos más debatidos fue el de 
cómo proceder con la proclamación. ¿El Capitán General Gaínza, el clero, los aristócratas y los políticos convocados 
debían apropiarse del derecho de emitir una proclama en nombre de las cinco provincias o primero debían consultar a 
cada provincia? A José Cecilio del Valle se le tildó de conservador, no solo por haber sido funcionario al servicio de la 
Corona Española y formar parte del Partido Realista, sino también por abogar a favor de la consulta previa a cada una 
de las provincias. Se interpretó su moción como táctica dilatoria para evitar la proclama de independencia. Es que Valle 
también consideraba que pueblo y élite política no estaban todavía preparados para tomar cargo de la construcción 
de la nueva república. En otras palabras, Valle observaba, con la acuciosidad de la persona informada, que faltaba la 
madurez, la firmeza de carácter, necesaria para saber defender la independencia.4 
Los padres que anhelan forjar carácter firme en sus hijos acuden a medios apropiados para lograr esta meta. 
Saben, o la experiencia les hace saber, que el autoritarismo, la sobreprotección o el trato humillante e injusto, conducen 
generalmente a formar hijos inseguros, mediocres e igualmente reproductores de violencia y resentimiento.
Así parece haber sucedido también con las naciones. La mayoría de los países que sufrieron el colonialismo, arribaron 
a la edad independiente con severas faltas del carácter y condiciones sociales necesarias para la construcción de 
verdaderas repúblicas democráticas.5 ¿Por qué? Porque los imperios coloniales (las llamadas “madre-patria”) se 
empeñaron, unos más que otros, en perpetuar el mandato colonial y, para ello, se valieron de leyes injustas que 
atenuaban o eliminaban las ansias de libertad y justicia, y la capacidad para el autogobierno.
José Cecilio del Valle, el centroamericano más ilustre de la primera mitad del siglo XIX, hizo una magistral argumentación 
a favor de la independencia en la que destaca algunas características del gobierno colonial que habrían de dejar su 
marca nefasta en el espíritu de los colonizados:
Menciona que las leyes coloniales españolas separaron drásticamente a indios, ladinos y 
españoles. Los indios debían existir aislados, distantes aun de las otras clases que vivían en el mismo 
territorio. No podían hablar al Gobierno y Autoridades sino por la boca de un fiscal nombrado por 
el Gobierno español. Debían ser perpetuamente pupilos y existir bajo una tutela que les prohibía 
el uso de sus derechos. 
Los ladinos también debían vivir alejados de las otras clases. No podían entrar en la carrera del 
honor: no podían pisar las universidades y colegios, unirse a las aulas con los jóvenes de otras 
clases, ni haber fuera de ellas las relaciones que estrechan a los funcionarios.
Los españoles americanos (los criollos) tampoco podían relacionarse con todos los españoles 
europeos. La ley prohibía a los empleados el trato, la comunicación y relaciones. 
No había libertad de opinión para nadie. La única opinión permitida era la que dictaba el 
Gobierno de España o enseñaban los libros escritos en la península. La facultad de dictar leyes: 
la de imponer contribuciones: la de proveer empleos: los dos poderes legislativo y ejecutivo eran 
reservados al Gobierno de España. Los virreyes eran militares nacidos y formados en la península. 
La administración de justicia: la de rentas: el mando de tropas: la comandancia de puertos: las 
magistraturas y primeros empleos eran en lo general puestos en manos de españoles, hijos de la 
Península.
El derecho de hablar es natural como el de andar; y el de escribir es lo mismo que el de hablar. 
Pero no era permitido este derecho de la naturaleza. No había libertad de hablar: era coartada la de 
4 Como afirmó Bran Azmitia en su «indicador biobibliográfico», el tema José Cecilio del Valle... ha sido discutido ampliamente a lo largo de más de un siglo, tanto en 
Centroamérica como en otros países (Bran 1969: XIII). Los juicios aquí vertidos se inscriben dentrode las apreciaciones de Bran y las del autor de este ensayo con base a 
la lectura de los escritos del propio Valle.
5 En un Estado popular no basta la vigencia de las leyes ni el brazo del príncipe siempre levantado; se necesita un resorte más, que es la virtud (Montesquieu, El espíritu 
de las leyes, Libro Tercero, Cap. III)
13 ENSAYO 22 COLECCIÓN BICENTENARIO
leer: se prohibía la de escribir; y no se conocía la de imprenta. Parecía imposible mudar un Gobierno 
que había tomado medidas tan encaminadas para perpetuarse en los siglos. El americano volvía 
los ojos a su patria, y veía en ella un caos de tinieblas separado del mundo que podía darle luces... 
La religión y la política parecían unidas para alejar mas allá de lo posible la esperanza lisonjera de 
libertad (El Amigo de la Patria, en del Valle 1969: Tomo II, No.18, 30 de noviembre de 1821, p.17).
Destacan dos asuntos en esta larga alusión a Valle. Primero, la colonia instituyó un apartheid, una separación drástica 
de los nativos indígenas, de los mestizos, de los criollos y de los peninsulares. En una sociedad así, difícilmente se 
generaría el capital social (la confianza entre la gente) necesario para cualquier andamiaje institucional orientado a 
la construcción de una república democrática. Segundo, la colonia monopolizó para los españoles el ejercicio del 
gobierno. Al independizarse, la experiencia sobre cómo gobernar una república era prácticamente nula.
Por esto Valle era del parecer que los centroamericanos estaban poco o nada preparados para ser libres. Claro, el 
asunto era un dilema complicado. Un círculo vicioso. Postergar la independencia en nada contribuía a remediar los males 
creados al espíritu nacional, a menos la Corona española cambiara su trato para con sus colonias. Por esto, proclamar la 
independencia era asumir la actitud que enseña el poeta Machado «caminante no hay camino, se hace camino al andar». 
Los practicantes de las ciencias sociales, conocedores de los enormes obstáculos a encontrar en los caminos a recorrer 
suelen ser cautos, tanto que algunos resisten el andar si antes no se toman determinadas previsiones.
Una de las cautelas que Valle solicitó tomar era la de consultar el parecer del resto de las provincias, porque seguramente 
dudaba de la homogeneidad de opinión y actitudes sobre la independencia. Y la verdad es que la posteridad le hizo 
justicia. Los pliegos de independencia se recibieron con entusiasmo en la mayoría de los municipios, pero varios otros 
discreparon, con lo que rápidamente salieron a relucir las primeras fisuras en el delicado cuerpo infantil de la nación. 
Para que juzguen ustedes el grado de madurez y determinación de élites y partes del pueblo en lo relacionado a la 
independencia, les recuerdo este hecho: la independencia fue proclamada en septiembre y tan solo a los tres meses 
y días, el 5 de enero de 1822, Gaínza y la Junta Provisional Consultiva firmaron inconsultamente el acta de anexión al 
proclamado Imperio Mexicano de Agustín Iturbide. ¿En qué otra parte del mundo una nación ha entregado, así de fácil, 
el derecho a autogobernarse en un tiempo tan corto? Con esto se cumplía, casi al instante, buena parte de la predicción 
de Valle: Día vendrá en que nos sentemos a llorar sobre las ruinas de Centroamérica. (Porque) sabedor de nuestras 
divisiones, de nuestra debilidad, de nuestras desgracias, el invasor extranjero nos dominará (Bran 1969: XXVI; del Valle 
1969: Tomo II, p.208).
Con la cauta postura sostenida en la cuestión de la independencia de España, Valle pareció vacilar en hacer camino 
al andar. Sin embargo, ante la independencia, ya como hecho, Valle cambió de pesimista a optimista al asumir el papel 
de lúcido defensor de la libertad. Así lo mostró al oponerse con firmeza a la anexión a México.6 Y al no poder impedirlo 
y terminar por aceptar ser diputado para representar a Centroamérica en el congreso del imperio, se convirtió en figura 
permanentemente determinada a liquidar dicha anexión, actitud que le valió la cárcel. Pronto las élites centroamericanas 
que se habían acobardado ante el desafío de construir la república o que se deslumbraron con los fulgores y promesas 
de un imperio, terminarían desilusionadas y finalmente coincidirían con Valle.7
Hubo de esperar a la derrota de Iturbide y la caída de su imperio para que, bajo la argumentación infaltable de Valle, 
Centroamérica lograra finalmente desprenderse del mandato de México. Fue así como el 1 de julio de 1823 se redactó 
el Acta que dice: Que las provincias Unidas del Centro de la América, representadas en esta Asamblea, son libres e 
independientes de la antigua España, de México y cualquiera otra potencia, así del antiguo como del nuevo mundo; y 
que no son ni deben ser el patrimonio de persona ni familia alguna.8
6 En el «Manifiesto a la nación Guatemalana» (20 de mayo de 1825), Valle hace un recuento minucioso de su actuación pública. Allí señala que su postura, en los hechos, 
fue favorable a la independencia: Tuve (el honor) de haber escrito el Acta memorable del 15 de septiembre de 1821... tuve el de haber hecho el manifiesto que publicó el 
Capitán General sobre un acontecimiento tan satisfactorio: tuve el de haber procurado afirmar la opinión de independencia, convenciendo su justicia y evidenciando sus 
ventajas en tres discursos que publiqué con este objeto... y tuve el de haber sido nombrado individuo de la Junta Consultiva que se acordó establecer. También recuerda 
que fue firme en lo concerniente al asunto de la anexión a México: Guatemala no debe ser provincia de México. Debe ser independiente. Esto es lo que enseña la razón: lo 
que dicta la justicia: lo que inspira el patriotismo (Vallejo 1892: 24, 25).
7 En el Manifiesto de David (16 de julio de 1841), Morazán fustigó a la élite política conservadora por sus diversos errores en el tratamiento del tema de la independencia, de 
la anexión a México y durante el período de la federación, particularmente con la aprobación de constituciones retrógradas (como las de 1826, 1827 y 1828). Para Morazán, 
las familias conservadoras siempre conspiraron contra la construcción de una república democrática: Vuestra venganza, jamás satisfecha, y vuestros deseos de dominar, 
nunca extinguidos, trajeron otra vez la guerra a la República para dar un nuevo testimonio al mundo de vuestras miras, y a los centroamericanos una prueba de todo lo que 
debiera esperar y temer de sus enemigos (Vallejo 1892:162).
8 Acta de Independencia de 1823. Decreto Legislativo de la Asamblea Nacional Constituyente del 1 de julio de 1823. Aparece en Méndez (1855).
14 COLECCIÓN BICENTENARIO ENSAYO 22
Por fin Valle podría iniciar la realización de su sueño de ver a su nación convertida en un gigante en lo político, como 
es grande en lo físico. Así lo reafirmará en el discurso de apertura del primer Congreso Federal (25 de febrero de 1825):
que en otros de América: nos eligieron para que confundamos la voz de los que digan que 
"no hay en Los miembros de este cuerpo Legislativo... Somos... representantes de la nación 
más digna de nuestros pensamientos y trabajos. No nos han elegido los pueblos para que los 
extraviemos llevándolos a los horrores de la anarquía o a las cadenas del despotismo. Nos eligieron 
entre "la multitud de hijos suyos para que sostengamos con celo activo y vigilante la justicia de 
su independencia: nos eligieron para que mantengamos con igual energía la integridad de su 
territorio: nos eligieron para que no permitamos jamás su retroceso al antiguo sistema del gobierno, 
ni a "su marcha precipitada y peligrosa: nos eligieron para que los dirijamos con sabiduría prudente 
a igual distancia de las revoluciones que son caos de sangre y muertes, y del despotismo que 
es destructor de todos los derechos: nos eligieron para que vayamos levantando el edificio de 
nuestra prosperidad, canto sobre canto, con el nivel en la mano, sin precipitar nuestros trabajos: 
nos eligieron para que organicemos el sistema de instrucción públicaque es el "origen primero 
de todo bien social: nos eligieron para que "desarrollemos las semillas de riqueza que hay en este 
suelo ''en mayor abundancia Guatemala elementos para ser libre: nos eligieron para que hagamos 
que esta nación aparezca en el mundo con la riqueza, poder y gloria con que debe presentarse en 
la posición de ser la más feliz de todas: nos eligieron para que acreditemos que somos hijos de la 
República de Centro-América, amantes de su felicidad, interesados en su honor, defensores de sus 
derechos (Vallejo 1892: 127).
En las elecciones para la primera presidencia de la federación, Valle logró ganar el voto popular. Sin embargo, el 
Congreso se inclinó por Manuel José Arce y, en consecuencia, el 21 de abril de 1825, designó a este último como 
presidente de la Federación. ¿Otro error de inmadurez política? ¿Cuánto habrá perdido la naciente república al darse 
el lujo de negar el privilegio de su conducción a su hijo más lúcido? (¿Cuánto habrían perdido los norteamericanos de 
no haber elegido a George Washington como su primer presidente?) Y Valle volvería, años después, a intentar dirigir la 
nación. Obtuvo nuevamente el voto popular, pero en esta ocasión tuvo en la muerte (1834) a su obstáculo implacable.
Y también obstáculo implacable para la federación de Centroamérica fue la pesada herencia de la colonización, 
que había producido dirigentes no preparados para el gobierno, una sociedad escindida en clases separadas y 
profundamente desiguales en conocimientos y derechos, una geografía extensa y agreste, un bajo número de habitantes 
(no más de 2 millones) y un incipiente desarrollo económico. Pese a la emergencia de nuevos liderazgos, como los de 
Morazán y Cabañas, favorables a la unión e infatigables combatientes contra las familias más conservadoras de cada 
provincia (como la familia Aycinena en Guatemala), la federación terminó diezmada por la pobreza del tesoro público, 
los conflictos e intereses de los poderosos y sus acérrimos localismos más las intrigas externas, como en el caso de 
los ingleses (CEPAL 1992; García-Laguardia 1988; Fuentes 1973). De 1838 a 1840 las diferentes provincias iniciaron su 
deserción sucesiva de la Unión. Con ello se desaprovechó la primera gran oportunidad histórica, que nos dejó a los 
centroamericanos la frustración perdurable de haber fracasado en la construcción de la Patria Grande.
LA REFORMA LIBERAL (1875-1950)
El 30 de junio de 1871, el movimiento insurgente de Miguel García Granados y Justo Rufino Barrios tomó el control 
del gobierno de la República de Guatemala. En su ideario político proponían abandonar la indiferencia en materia 
de progreso y, en consecuencia, planteaban modernizar el país mediante el desarrollo de las comunicaciones, de la 
agricultura y de la educación primaria (García-Laguardia, 1980: 96-98).
En materia de agricultura el gobierno fomentaría la producción y exportación del añil, la cochinilla y, principalmente, el 
café, a fin de que se convirtieran en motores del crecimiento económico y generadores, vía impuestos, de los ingresos 
necesitados para financiar las obras de beneficio público. Los nuevos gobernantes guatemaltecos se proclamaban 
como continuadores de las ideas morazánicas y, en tal sentido, la restauración de la unión centroamericana 
figuraba entre sus propósitos de mediano plazo. En 1873, Justo Rufino Barrios asumió formalmente la presidencia. 
Siguió la práctica de su antecesor (García Granados) de rodearse de lo más granado de la intelectualidad liberal de 
Guatemala, entre quienes figuraron los hondureños Marco Aurelio Soto y Ramón Rosa. El primero, ya en su calidad de 
secretario de Asuntos Exteriores del gobierno anterior, había convocado desde hacía un año, a los gobernantes del 
15 ENSAYO 22 COLECCIÓN BICENTENARIO
istmo a un Congreso Extraordinario que tendría la misión de restaurar la Federación. En enero de 1876 se reunió dicho 
congreso que, luego de finalizado, reunió a los gobiernos más comprometidos con las ideas liberales --Guatemala y 
El Salvador-- para examinar el preocupante caso de Honduras, entonces hundido en la anarquía política. Como resultado, 
Soto fue colocado al mando de una tropa de 2000 guatemaltecos y 1000 salvadoreños para «pacificar» a Honduras. 
Así, el 13 de octubre de 1876 Soto arribó a la capital Comayagua desde donde tomó las previsiones legales del caso 
para ser finalmente investido, por un Congreso Extraordinario, como presidente de la República, el 27 de mayo de 1877 
(d´Ans. 1998: 125-130).
Una relativamente abundante bibliografía sobre la reforma liberal en Honduras (entre otros, Molina 1982, Posas 
y del Cid 1983, Acuña 1993, d'Ans 1998, Guevara-Escudero 2007, Barahona 2005, Euraque 2001) ha coincidido en 
acreditarle a este proceso avances relevantes en materia de infraestructura de comunicaciones, pero sobre todo 
en la elevación del Estado al sitial de promotor del desarrollo, en vista de la debilidad del empresariado nacional. 
Con ese propósito se expandieron el correo y las comunicaciones telegráficas, se instauraron impuestos diversos 
a la actividad productiva, al tiempo que se fomentó la educación y se decretó la libertad religiosa y la abolición del 
diezmo. Además, con miras a seguir la ruta de contar con productos claves de exportación, como base del crecimiento 
económico, se emitieron decretos de fomento a la producción cafetalera y, también, a la minería. Es esto último, lo que 
merece una consideración especial. Pero antes, me permito un paréntesis para retornar a un antecedente interesante 
de los tiempos de la Federación. 
En su diagnóstico sobre las potencialidades de Centroamérica, tempranamente Valle había observado la ubicación 
clave que el istmo centroamericano tenía desde la perspectiva del comercio mundial. En este sentido, pensó que 
Nicaragua ofrecía condiciones ideales para la construcción de un canal interoceánico. Estando ya en funcionamiento 
el Congreso Federal, el tema resultó ampliamente debatido, particularmente lo relacionado a cómo se podría financiar 
tan gigantesco proyecto. Valle argumentó que el canal debía ser construido, pero por capitales centroamericanos, parte 
financiamiento público y parte privado. Observaba imprudente ceder obra tan importante a concesionarios extranjeros, 
por dos motivos, porque estos concesionarios velaban ante todo por sus propios intereses y, segundo, dado el poderío 
económico que suelen tener las grandes corporaciones extranjeras, podrían corromper a la clase política regional. 
Por esto, lo mejor era posponer el inicio de la obra hasta que las finanzas federales hubieran mejorado. Contra los 
consejos de Valle, el Congreso aprobó la obra, que fue entregada en concesión a una compañía holandesa (Vallejo 
1892:166).9
Con el gobierno de Soto volvió a presentarse un asunto similar, en el que también salió a relucir un problema de 
conflicto de interés y corrupción. Soto, con su primo Enrique Gutiérrez y también funcionario del gobierno, poseía 
una mina en San Juancito para cuya explotación se alió en sociedad con una empresa extranjera, la Rosario Mining 
Company. ¿Sería casual, entonces, que mientras la producción del café recibió incentivos mediocres, en contraste la 
minería recibiría de la Constitución y de un decreto gubernamental (un PCM diríamos actualmente) prerrogativas de 
escándalo?
En efecto, la nueva Constitución exoneraba a las empresas mineras -léase Rosario Mining Company- del pago de todo 
impuesto sobre la exportación de oro, plata, cobre o cualquier otro metal; así como de la importación de máquinas y 
equipos. Probablemente Valle, se habría revuelto en su tumba como igualmente se irritó el gobernante de Guatemala, 
Justo Rufino Barrios. Este no solo le retiró a Soto su padrinazgo político, sino que movió tropas hacia la frontera de 
Honduras para forzar la inmediata dimisión de Soto. En marzo de 1883, Soto presentó su renuncia al Congreso, que 
no la admitió como tal, pero a la que dio forma de un permiso «por motivos de salud» para tratamientoen el extranjero 
(d´Ans. 1998: 136-137).
La acción de Soto manchó su reputación de integridad y le impidió su retorno posterior al gobierno del país, pero no 
le impidió terminar enriquecido con la prosperidad ganada posteriormente por la empresa minera extranjera. Lo peor de 
todo fue el precedente creado de haber instituido un Estado «concesionario» (d´Ans. 1998: 125), que en adelante pesaría 
en la toma de decisiones similares con respecto a las empresas bananeras y, hoy día, con cuánta inversión extranjera 
asoma al país.
La reforma liberal posibilitó una nueva oportunidad histórica para Honduras. Significó una oportunidad de rompimiento 
con las instituciones coloniales, pero resultó frustrante en materia económica al ceder las principales fuentes potenciales 
de acumulación de capital a empresas extranjeras. Nuevamente, Valle estuvo en lo cierto. Tales empresas están 
9 Discurso de Valle en la sesión del Congreso Federal de Centroamérica del 27 de abril de 1826.
16 COLECCIÓN BICENTENARIO ENSAYO 22
entendiblemente motivadas por el interés particular, pero peor aun, su poderío económico es tal, frente a las carencias 
nacionales, que fácilmente nos corrompen. A Samuel Zemurray, el fundador de la Cuyamel Fruit Company y luego 
presidente de la United Fruit Company, se le adjudica haber afirmado que en Honduras «una mula de Kentucky es más 
barata que un diputado» (Barahona 2005: 93).
LA INTEGRACIÓN ECONÓMICA CENTROAMERICANA (1958-1970)
El período liberal se habría agotado en Honduras hacia 1945, dejando en la población centroamericana, particularmente 
campesinos e indígenas, un sabor de frustración (Acuña 1993), aunque mezclado con el optimismo tímidamente en 
crecimiento, que traía el final de la segunda gran conflagración mundial. Con la creación en 1945 de la Organización de las 
Naciones Unidas se abría la perspectiva de crear condiciones para la liberación de las últimas colonias (particularmente 
en África), proceder a la reconstrucción de Europa y apoyar a los países en desarrollo a superar su situación de relativo 
estancamiento económico y subordinación. 
En 1948, se creó en el seno de las Naciones Unidas la Comisión Económica para América Latina (CEPAL) con el mandato 
de promover el desarrollo y reforzar sus relaciones internacionales y llevar a cabo el estudio y análisis de información 
sobre la región (CEPAL 1998:9). Figura sobresaliente en la CEPAL fue el economista Raúl Prebish, quien sustentaba 
la tesis de que la industrialización sería clave en el desarrollo de América Latina, por lo que habría que fomentarla por 
medio de un proceso de sustitución de importaciones. Esto significaba convertir a la región en menos dependiente de 
la exportación de sus recursos naturales, para lo que habría que fomentar la industria y expandir el mercado interno, 
o sea, aumentar la capacidad de consumo de las poblaciones latinoamericanas. El gobierno desempeñaría un papel 
protagónico al reducir impuestos y facilitar el financiamiento a las actividades que agregarían valor a los bienes primarios. 
Igualmente, debían imponerse restricciones a las importaciones por medio de impuestos o aranceles a fin de evitar que 
la competencia externa desplazara a las nacientes industrias nativas.
En relación con Centroamérica, la CEPAL propuso el proyecto de la Integración Económica Centroamericana para 
fomentar tanto el desarrollo económico-social como para lograr, en el mediano plazo, la reunificación del istmo. Como 
resultado de estas ideas, se aprobó en Honduras, en 1958, la Ley de Fomento Industrial y, dos años más tarde, el 13 
de diciembre de 1960, Honduras fue país signatario del Tratado General de Integración Económica Centroamericana, 
que estableció el Mercado Común Centroamericano y el compromiso de constituir una Unión Aduanera en el territorio 
de los cinco Estados miembros (Barahona 2005: 193-195). El Mercado Común buscaba superar las desventajas de 
Centroamérica en cuanto, a lo tardío de su proceso industrializador y al tamaño de su población consumidora real 
(un mercado consumidor bastante reducido en cada país). Esta estrategia también contemplaba homogeneizar las 
diferencias de desarrollo que ya eran palpables en esos años. Por ejemplo, Guatemala y El Salvador mostraban un 
sector manufacturero más avanzado que Costa Rica, Nicaragua y Honduras. Este último país se mostraba como el más 
dependiente de su sector agrícola, con apenas unas cuantas empresas industriales concentradas en la Costa Norte y 
bajo el control, en su mayoría, del capital de las compañías bananeras. Así que se contempló, a manera de compensación, 
la creación de grandes empresas de capital público y privado para establecerlas en los países rezagados, tal como el 
proyecto de la empresa siderúrgica, que se buscaría implementar en Agalteca, Honduras (CEPAL 1977:1).
Pese a lo prometedor de la oportunidad abierta por el proceso de integración económica sub regional, nuevamente 
volvieron a imponerse los intereses de élites poderosas, con sus agresivos localismos y visión cortoplacista, sumado a 
intereses foráneos presentes en la región. Se recurrió al abuso de las políticas de incentivos a la industria, por medio de 
lo cual muchas empresas de capital extranjero terminaron beneficiándose a lo grande. Cada país comenzó a adoptar 
incentivos al establecimiento de empresas en desmedro de sus vecinos; algunas de las empresas de Guatemala y 
El Salvador (muchas de ellas en manos de extranjeros), lograron posicionarse como monopolios que barrieron con los 
competidores de los otros integrantes del Mercomún. El contrapeso del trato preferencial a países como Honduras y 
Nicaragua nunca llegó, a pesar de las recomendaciones que, en ese sentido, hiciera la CEPAL y otras entidades de 
la cooperación internacional. También se dejaron de lado algunas reformas sociales claves, como el de la dotación 
de tierras al campesinado pobre, y el mejoramiento general de las condiciones de vida de la clase obrera. Todo esto 
alimentó el descontento entre los países de menor desarrollo relativo donde: «las capas de la burguesía naciente, cuyo 
espíritu empresarial se veía contrariado por la competencia insuperable de los productores extranjeros que, debido a 
la creación de libre intercambio, se beneficiaba de la supresión de las antiguas barreras aduaneras» (d´Ans 1998: 229), 
además del descontento de la población pobre rural y urbana.
17 ENSAYO 22 COLECCIÓN BICENTENARIO
La guerra honduro-salvadoreña y el retiro de Honduras del Mercado Común Centroamericano, en 1969, habrían 
de darle el golpe de gracia a ese impulso inicial de la integración económica de la Patria Grande, aunque todavía 
sobreviven varias entidades regionales enfocadas en la integración, a las que cada día se les observa menos decididas 
a volver realidad el sueño unionista.
UN FUTURO INCIERTO
Este repaso histórico podría extenderse hasta el presente, pero difícilmente vamos a encontrar novedades que 
muestren un mejor aprovechamiento de las oportunidades. Morazán, cerró el discurso dirigido al Congreso Federal 
el 21 de marzo de 1836, con un recordatorio de todos los sufrimientos experimentados por el pueblo centroamericano 
desde la proclama de independencia y expresó que todo ese infortunio y desencanto «ha inspirado a los pueblos el 
justo deseo de una reforma radical».10 Pienso que ese deseo continúa vivo en el alma de los pueblos de cada parcela del 
istmo. Tal vez Costa Rica lo ha hecho mejor como resultado de la revolución de 1948. Guatemala, El Salvador y Nicaragua 
incluyen en su historia revoluciones y acciones insurgentes que se hicieran a nombre de ese deseo que Morazán y otros 
ilustres alguna vez expresaran. Pero a pesar del alto precio pagado en vidas humanas y riqueza destruida, la aspiración 
popular por un modelo de desarrollo más digno continua sin ser plenamente satisfecha. Honduras se lleva hasta ahora 
la peor parte. Su crecimiento económico incipiente y errático, aunado a políticas de pobre ejecución, dirigida por 
gobiernostodavía empapados de la inmadurez avizorada por Valle, nos tienen hoy ocupando casi el lugar último de la 
escala de desarrollo humano del hemisferio occidental.
La historia de Centroamérica parece decirnos que la herencia dejada por Morazán a la juventud (imitar su ejemplo de 
lucha) todavía espera ser tomada. Ni los jóvenes de la época del héroe, ni la generación de mis bisabuelos, ni la de mis 
padres o la mía han podido vencer los lastres del pasado. Tal vez puedan hacerlo ustedes, jóvenes de la actualidad o sus 
hijos o sus nietos, pero no más allá porque el tiempo se nos ha venido encima. El afamado escritor israelí, Yubal Noah 
Harari, se ha atrevido a vaticinar -en algunas de sus intervenciones públicas- que varias naciones corren el peligro de 
dejar de existir en un tiempo corto como consecuencia de quedar relegados en la carrera por construir sociedades del 
conocimiento. La tecnología ha tenido avances prodigiosos y en el mediano plazo se esperan innovaciones (en robótica, 
infotecnologia y biotecnología) que sustituirán a millones de trabajadores en todo el mundo por robots y computadoras 
de alta capacidad. Esos trabajadores pasarán a ser población «irrelevante», a menos puedan readaptarse rápidamente 
a las nuevas exigencias en materia de competencias laborales. Existen países, entre los que Harari incluye a Honduras, 
cuyo retraso en sus sistemas educativos es tan grande que están condenando a su población a tornarse irrelevantes, 
incompetentes, en el cercano futuro (Harari 2018). Las cifras crecientes de nuestra emigración constituyen señales de 
esta predicción.
La juventud debe apresurarse a demandar mejoras radicales en el sistema educativo. Las predicciones no son 
fatalistas; pueden dejar de cumplirse si retomamos la ruta correcta. La educación, actualizada, innovadora, enfocada en 
estimular el autoaprendizaje es clave para evitar la condena a la irrelevancia. Con la educación universal y de calidad 
también llegará la madurez ciudadana que nos torne más exigentes con la transparencia y capacidad a demandar de 
los gobernantes.
10 Mensaje del General Francisco Morazán como Presidente de la República al Congreso Federal, San Salvador. Tomado de la colección de escritos llevada a cabo por 
Adalberto Santana (2019). El pensamiento de Francisco Morazán. San Salvador. Editorial Universitaria de la Universidad de El Salvador. Págs. 142-147.
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SÍNTESIS
La proclama de la libertad e independencia abarcó a Centroamérica entera, a cada una de sus provincias. Por lo mismo, 
llena de pesadumbre el arribar a la celebración del bicentenario de la independencia más desunidos y desiguales que 
nunca. Cada república de lo que ayer fue una federación celebrará el acontecimiento en privado, como si la epidemia 
de la desunión nos mantuviera en cuarentena perenne. 
África y la América entera fuimos sometidos por varias centurias a la conquista y colonización, que incluyeron la 
destrucción de culturas nativas, la esclavitud y el sometimiento. Para que tal condición de oprobio humano se sostuviera, 
los colonizadores infundieron en los pueblos colonizados el terror, la ignorancia, el engaño que al final forjaron pueblos 
de carácter débil, pasivo, alejado del conocimiento del alfabeto y del ejemplo de gobiernos de libertad y justicia. Y esta 
herencia nociva todavía perdura porque africanos y latinoamericanos hoy todavía luchamos por quitarnos de encima el 
fatalismo, el conformismo, la ingenuidad de cambiar oro por espejitos o la creencia de que todo lo extranjero es mejor. 
Pero ya no se trata de continuar llorando sobre la leche derramada. Es hoy un imperativo categórico el asumir una 
actitud valiente ante las incertidumbres del futuro. No perecerá nuestra nación si cambiamos el chip colonial por el del 
espíritu del emprendimiento y la creatividad nacidos de los grandes ideales de la libertad y la justicia.
20 COLECCIÓN BICENTENARIO ENSAYO 22
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C
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TE
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VISIÓN HISTÓRICA
1 Rolando Sierra
Interpretación y balance del bicentenario de la independencia de Centroamérica: 
una lectura desde la obra de Ramón Oquelí.
2 Mario Argueta Tres momentos en la conformación de la identidad nacional hondureña.
3 Segisfredo Infante El Cicerón de América Central y México.
4 Libny Ventura Lara Los Criptojudíos de Honduras.
5 Óscar Núñez Sandoval Sucesos relevantes en la historia de Honduras.
6 Rony Castillo Güity La pedagogía de los desplazados ¿Cómo enfrentar un bicentenario de colonialismo interno?
VISIÓN DE DESARROLLO
7 Mario Posas El Estado y la construcción de la nación en Honduras.
8 Marvin Barahona
Tres momentos significativos en la construcción del Estado, la nación y la identidad nacional 
en Honduras.
9 Julio Escoto Mecanismos distractorios en la política centroamericana del siglo XIX.
10 Xiomara Bu
Contexto histórico del debate en torno al concepto de los derechos humanos: 
hacia la construcción de una cultura de derechos humanos en Honduras.
11 Darío Euraque Estado y etnicidad en la historiografía, historia y futuro de Honduras.
12 Yesenia Martínez
El Estado y la salud pública en Honduras. Entre contextos históricos, coyunturas y un futuro 
cercano.
13 Mauricio Díaz Burdett
Una propuesta de reconversión deHonduras centrada en los cimientos intelectuales de la 
independencia patria.
14 Pedro Morazán ¿De la pandemia al nuevo paradigma?
15 Ramón Romero Ética ciudadana y desarrollo.
16 María Eugenia Ramos Yo, tú, ellos, nosotros: apuntes sobre la praxis poética y vital de Clementina Suárez.
17 Mario Membreño Cedillo Alfonso Guillén Zelaya: el sujeto político y la conciencia ética.
18 Rafael Jerez El camino de régimen híbrido a democracia plena.
19 Gina Kawas Violencia de género y migración en Honduras.
VISIÓN PROSPECTIVA
20 Irma Becerra Constitución social de Honduras como pensamiento positivo de Ramón Rosa: su vigencia actual.
21
Sergio A. Membreño 
Cedillo
Desarrollo humano, ética y ciudadanía en el siglo XXI.
22 Rafael del Cid Independencia y unidad: oportunidades y frustraciones en la construcción de la nación.
23 Álvaro Cálix Honduras 2021: un momento ineludible para repensar el futuro.
24 José B. Falck
Agricultura, seguridad alimentaria, desarrollo y protección ambiental: un futuro para Honduras 
basado en la ciencia, tecnología en innovación.
25 Rodolfo Pastor Fasquelle El bicentenario de la independencia como nuevo punto de partida para ensayar Centroamérica.
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Todos los derechos reservados 
 
Elaborado en Honduras 
 
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