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Referencia: ÚCAR, X. (2011) Relaciones entre académicos y prácticos en el campo de la pedagogía social y de la educación social”. Pp. 91-‐99. En Maria Belando (Edit.) “II Jornada Monografíca “Pedagogía Social y Educación social: una Mirada al futuro”. Universidad Complutense de Madrid.(ISBN: 978-84-694-5605-7) II Jornada Nacional de la Sociedad Iberoamericana de Pedagogía Social Madrid, 29 de Abril del 2011 RELACIONES ENTRE ACADÉMICOS Y PRÁCTICOS EN EL CAMPO DE LA PEDAGOGÍA SOCIAL Y DE LA EDUCACIÓN SOCIAL Xavier Úcar Dpt. Pedagogia Sistemàtica i Social Universitat Autónoma de Barcelona Marzo, 2011 Numerosos autores han destacado la distancia, los desencuentros y la tensión existente entre el campo académico y el profesional; entre la consideración de la pedagogía social como disciplina y como profesión o práctica (Braches-Chyrek/Sünker, 2009; Rosendal, 2009; Kornbeck, 2009). Eriksson (2006)1 habla de dos discursos diferenciados: el universal que se centra en los análisis conceptuales y es normativo y el particular que parte de las profesiones o prácticas de la pedagogía social y se centra en los objetivos que persigue y en los métodos que utiliza [12]. Kornbeck (2009) ha analizado con precisión los discursos de la International Association of Social Educators a partir de los documentos elaborados en el congreso de Copenhagen en el 2009. Después de constatar que hablan de educación social en lugar de pedagogía social acaba concluyendo que, en los textos elaborados, no se encuentra ninguna referencia a la educación o a la pedagogía, cosa que, como es obvio, le resulta muy sorprendente. Para interpretar la tensión entre la academia y la profesión, Ronsendal (2009) acude a cuestiones epistemológicas relacionadas, por una parte, con la importación de la pedagogía social a Dinamarca desde el contexto alemán y, por otra, con las características de la propia pedagogía en tanto que ciencia. En concreto diferencia las líneas de Natorp –discurso más académico- y Nohl y Baümer – discurso más profesionalizador- y apunta los problemas de soberanía que tiene la pedagogía en el conjunto de las ciencias sociales. Creo que, a partir de la experiencia española, es posible añadir nuevos datos a dicha interpretación. De una manera sintética vamos a identificar tres corrientes de pensamiento y de acción que llegan a España en diferentes momentos del siglo XX y que van a resultar determinantes en la configuración que hoy tiene la pedagogía social en mi país. Al mismo tiempo contribuyen a explicar la tensión entre los académicos y los profesionales a la que hacíamos referencia. o La corriente alemana que vamos a caracterizar como teórica, filosófica y centrada en la Pedagogía. A principios del siglo XX España era muy sensible al pensamiento alemán y los intelectuales de la época2 hicieron de transmisores de la Pedagogía Social; básicamente a través de las ideas de Natorp y seguidores. Mediada la década de los 40 empezó a enseñarse en las universidades una pedagogía social de tipo teórico-filosófico centrada, casi de manera exclusiva, en la inadaptación infantil y juvenil (Quintana, 1984; Fermoso, 1994, 2003). A partir de la entrada de la democracia en nuestro país –mediada la década de los 70- y de la subsiguiente descentralización administrativa, que trasladará buena parte de las decisiones administrativas al ámbito local, comienza a plantease una pedagogía social práctica, profesionalizada y focalizada sobre la resolución de problemas sociales concretos (Colom, 1987). Una nueva pedagogía social que será defendida y representada por un grupo de académicos de toda España que, desde entonces, han luchado por conseguir el reconocimiento de dicho ámbito disciplinar y académico3. Sin embargo, nunca ha llegado a haber en España una titulación oficial de ámbito estatal que llevara el nombre de pedagogía social. Lo habitual es que sea una línea de especialización dentro de los estudios de grado de Pedagogía4. 1 Cit. Eriksson/Markström (2009). 2 Unamuno, Ortega y Gasset, Luzuriaga, Rufino Blanco y Ruiz Amado entre otros (Quintana, 1984). 3 Un grupo de académicos y profesionales que lleva organizando anualmente seminarios de pedagogía social en España desde el año 1981 y que se constituyeron legalmente como sociedad científica, la “Sociedad Iberoamericana de Pedagogía Social” (SIPS) en el año 1999. Para ver la relación de seminarios organizados y los números y temáticas publicadas en la Revista Interuniversitaria de Pedagogía Social, ver Pérez Serrano, 2003; Caride, 2005; Sáez, 2006. Hasta el momento la SIPS ha organizado también dos congresos Iberoamericanos, uno en Chile y otro en Portugal. El próximo será en el 2011 en Portoalegre (Brasil). 4 Aunque la universidad de Barcelona creó en 2002 un grado propio de pedagogía social que ya no existe en la actualidad. o La corriente anglosajona, que caracterizamos como pragmática y cientista. Llega a España en los años 60 y plantea una nueva forma de enfocar lo pedagógico y la pedagogía. En realidad ni siquiera utiliza el concepto “pedagogía”; de lo que habla, siguiendo las ideas de Dewey, es de las “ciencias de la educación” y en tal sentido afirma que lo que existen son todo un conjunto de ciencias que investigan y analizan los hechos educativos. La Biología, la Psicología, la Antropología, la Filosofía, la Economía y la Sociología, entre muchas otras, todas ellas, por supuesto, de la Educación, serán las ciencias encargadas de investigar el fenómeno educativo. La etiqueta “ciencia” resultaba demasiado tentadora para unos estudios, los de pedagogía, que tenían problemas académicos para legitimar su estatus de científicidad. Los resultados no se hicieron esperar, la nueva perspectiva fue siendo poco a poco integrada por las diferentes universidades. En algunos currículum universitarios, la Sociología de la Educación substituyó a la Pedagogía Social, en otros, ambas convivieron en una compleja y difícil relación (Quintana, 1984). Los estudios de pedagogía que habían tenido una cierta unidad bajo el paraguas protector de la pedagogía resultaron disgregados entre los diferentes campos académicos. Desde mi punto de vista, esto todavía contribuyó más a poner en crisis los estudios de pedagogía. Hay que apuntar también, en aquella misma década, la llegada de las ideas, metodologías y prácticas de desarrollo comunitario que tuvieron una amplia acogida en los campos académicos y prácticos de la sociología y del trabajo social. o La corriente francesa, que caracterizamos como práctica, social y cultural y centrada en la resolución o respuesta a problemáticas concretas. En la década de los 50 y 60, en plena dictadura y con una sociedad de postguerra, llegaron procedentes de Francia numerosas ideas y metodologías de trabajo para actuar en las comunidades y con grupos en situaciones de marginación o de pobreza. Las primeras acciones socioeducativas desarrolladas en ámbitos comunitarios, se gestaron en un contexto de necesidad y como fruto de, al menos, dos procesos: uno de reconstrucción comunitaria y otro de reivindicación o de lucha frente a la dictadura. Con uno u otro objetivo, agentes sociales informales, faltos en la mayoría de los casos de formación teórica e instrumental técnico, acometieron, con grandes dosis de entusiasmo, voluntarismo y confianza en el futuro, el trabajo social y comunitario5. Eran los precursores de los actuales educadores sociales. Aquellos primeros interventores socioeducativos, conscientes de sus deficienciasformativas, bebían con ansiedad de cualquier fuente que les ayudara a organizar, a sistematizar y, en definitiva, a mejorar sus propias prácticas. Aquellas fuentes, que hubieran podido ser las de la pedagogía social, no lo fueron. Por el contrario, se puede decir que, en general, en aquellos años, la pedagogía social pugnaba por hallar su sitio en la universidad ajena del todo a lo que estaba sucediendo en los barrios y en la periferia de muchas ciudades. La educación especializada, la educación de calle y la animación cultural y sociocultural fueron entrando poco a poco en los barrios de las ciudades españolas a través de las actividades de personas concretas6. En los inicios de los 80 la formación necesaria para este tipo de intervenciones socioeducativas y culturales fue asumida por algunas municipalidades 5 Especialmente representativa es la iniciativa “Pioneros” de educadores de jóvenes marginados, que se inicia en 1968 en España en un barrio periférico de la ciudad de Logroño partir de la experiencia de un joven que había bebido de las experiencias de educación en la calle de París. Es el antecedente de los educadores de calle en España (Colom, 1987; Goicoechea, 2000-01). 6 Hay que apuntar también, para completar la descripción, que fue en aquella época cuando empezaron a llegar las ideas de Freire que, gestadas en contexto parecido al español, calaron rápidamente en las formas de hacer y de abordar las problemáticas de los agentes sociales informales a los que nos estamos refiriendo (Úcar, 2002a). que organizaron cursos de formación sobre aquellas temáticas. A mediados de aquella década había una gran cantidad de iniciativas de acción socioeducativa y comunitaria que se repartían de forma irregular por todo el Estado y que se caracterizaban por (1) ser diversas y muy heterogéneas; (2) por la inexistencia de mecanismos de coordinación entre ellas; (3) por una falta de regulación a nivel estatal; y, también por último, (4) por no tener vinculación con la formación que se ofertaba en las universidades7. Estas tres corrientes condicionan de manera determinante tanto la evolución de la pedagogía social como las relaciones existentes entre los académicos y los prácticos. A finales de la década de los 80 la universidad española pretende reorganizar el panorama académico español y encarga a una comisión de académicos que perfilen los nuevos títulos universitarios de educación y pedagogía. Aunque la comisión propuso un título de grado en pedagogía social, éste nunca llegó a ver la luz. Que la pedagogía social no estuviera consolidada como ciencia y que hubiera sido ajena al movimiento popular, en torno a la educación en los barrios y con las personas social y culturalmente desfavorecidas, posibilitó que asociaciones y grupos de presión diversos8 se posicionaran a favor de instaurar unos estudios de educación social que fueran claramente profesionalizadores. El resultado fue la aprobación, a finales del 1991, de un título de 3 años de duración9 que conducía directamente a la profesión de educador/a social10. A partir de ese momento la pedagogía social irá a remolque de la educación social. Cosa que tiene sentido si se piensa que, a partir de las ideas de Dewey, numerosos académicos españoles habían definido a la pedagogía social como la “ciencia de la educación social” (Colom, 1987; Sáez, 1997; Ortega, 1999; Pérez Serrano, 2003; Caride, 2005; Úcar, 2002b, 2006; Sáez, 2006). El pedagogo social, en tanto que especialidad de pedagogía tenía una formación de 4 años, cosa que podía establecer diferencias entre ambos profesionales en el mercado de trabajo. Esta situación ha cambiado con la puesta en marcha del Espacio Europeo de Educación Superior y la convergencia que supone el denominado “Proceso de Bolonia” y la creación de dos títulos de grado equivalentes y diferenciados: el de pedagogía y el de educación social11. Aunque en España se puede decir que las relaciones entre académicos y profesionales han sido, en general, cordiales, ambos colectivos no dejan de seguir rutas separadas no exentas de algunos desencuentros y momentos difíciles. Tras las diferencias que, a nivel de toda Europa, se dan entre ambos colectivos se esconde un conjunto de razones muy complejas que mezclan elementos diversos. Entre ellos, dilemas clásicos, como el de las relaciones entre la teoría y la práctica y la preponderancia, a lo largo de la historia, de la primera sobre la segunda. Me parece que el deseo de los prácticos de reivindicar un estatus social y académico al mismo nivel que el de los teóricos es una de las razones que les ha llevado a afirmar su independencia lejos de la tutela de las diferentes ciencias, especialmente de la Pedagogía. 7 Para ampliar ver Úcar, 2001. 8 Entre otros, la asociación de educadores especializados que en aquella época tenía ya mucha fuerza en España y que, nada más aprobarse el título de educación social, cambió rápidamente la denominación de educadores especializados por la de educadores sociales. 9 Lo que en España se conocía como “Diplomatura” a diferencia de la “licenciatura” que duraba 4 años. En la actualidad ambos diseños curriculares se un unificado en los estudios de grado que, en España tienen una duración de 4 años (8 semestres) . 10 Ver Úcar, 2001; Caride, 2007; Torio, 2009. Estos estudios podía tener tres perfiles diferenciados, según se consensuó en 1988 en un unas macro jornadas Estatales en las que participaron académicos, investigadores, profesionales y escuelas municipales de formación. Estos eran: (1) Animación sociocultural y pedagogía del ocio. (2) Educación especializada y (3) Educación de adultos en sus tres posibilidades: (a) alfabetización (educación básica de adultos); (b) animación sociocultural de adultos, y (c) formación ocupacional/laboral. 11 Esto podría significar en España el fin de la pedagogía social como disciplina si no se mantiene en el currículum de los estudios de grado de Educación social. La denominada “sospecha Focaultiana” podría estar en la base de la ausencia total del término en los discursos de la International Association of Social Educators. También las relaciones entre corporaciones y grupos de poder y la lucha por delimitar sus respectivos territorios de acción; territorios simbólicos, académicos, epistemológicos, prácticos o profesionales que, a menudo, fundan su confrontación en tradiciones más o menos vinculadas con países concretos o con determinadas corrientes de pensamiento o de acción. En el marco de la evolución de la pedagogía social en España se podría afirmar que la tradición francesa ha triunfado frente a la alemana, por eso, entre otras razones, se habla más de educación social que de pedagogía social y la primera es una profesión consolidada mientras que la segunda sigue teniendo un estatus impreciso. Bibliografia Branches-Chyrek, R.; Süncker, H. (2009) “Will Social pedagogy disappear in Germany?” Pp. 169- 189, in Kornbeck, J.; Rosendal Jensen, N. (Eds.) The diversity of Social Pedagogy in Europe. Studies in Comparative Social Pedagogies and International Social Work and Social Policy. Europäischer Hochschulverlag GmbH & Co. KG. Bremen. Caride, J.A. (2005) Las fronteras de la pedagogía social. Gedisa. Barcelona. Caride, J.A. (2007) “La pedagogía social ante el proceso de convergencia europea de la educación superior” Pedagogía Social. Revista Interuniversitaria. Tercera Época. 14, pp. 11-33. Colom, A.J. y otros (1987) Modelos de intervención socioeducativa.Madrid. Narcea. Colom, A.J. (1987) “El educador de calle”. Pp. 131-154. In Colom, A.J. y otros Modelos de intervención socioeducativa. Madrid. Narcea. Eriksson, L.; Markström, A.M. (2009) “Social pedagogy in a Swedish context” Pp. 46-64 in Kornbeck, J.; Rosendal Jensen, N. (Eds.) (2009) The diversity of Social Pedagogy in Europe. Studies in Comparative Social Pedagogies and International Social Work and Social Policy. Europäischer Hochschulverlag GmbH & Co. KG. Bremen Fermoso, P. (1994) Pedagogía social. Fundamentación científica. Barcelona. Herder. Fermoso, P. (2003) Historia de la pedagogía social española. Valencia. Nau llibres. Fermoso, P. (2003) “¿Pedagogía social o ciencia de la educación social?” Pedagogía Social. Revista Interuniversitaria. Segunda época.10, pp. 61-85. Goicoechea, M.A. (2000-01) “Pioneros, una experiencial de educación social en la Rioja” Pedagogía Social. Revista Interuniversitaria. Segunda Época. (6-7), pp. 175-191. Kornbeck, J. (2009) “Important but widely misunderstood: the problem of defining social pedagogy in Europe” Pp. 211-235 in Kornbeck, J.; Rosendal Jensen, N. (Eds.) (2009) The diversity of Social Pedagogy in Europe. Studies in Comparative Social Pedagogies and International Social Work and Social Policy. Europäischer Hochschulverlag GmbH & Co. KG. Bremen Kornbeck, J.; Rosendal Jensen, N. (Eds.) (2009) The diversity of Social Pedagogy in Europe. Studies in Comparative Social Pedagogies and International Social Work and Social Policy. Ortega, J. (Coord.) (1999) Pedagogía social especializada. Madrid. Ariel Educación. Quintana, J.M. (1984) Pedagogía social. Madrid. Dykinson. Rosendal, N. (2009) “Will Social pedagogy become an academic discipline in Denmark” pp.189- 211, in Kornbeck, J.; Rosendal Jensen, N. (Eds.) The diversity of Social Pedagogy in Europe. Studies in Comparative Social Pedagogies and International Social Work and Social Policy. Europäischer Hochschulverlag GmbH & Co. KG. Bremen. Sáez, J. (1997) “La construcción de la pedagogía social: algunas vías de aproximación” Pp. 40-68 in Petrus, A. (Coordd.) Pedagogía social. Madrid. Ariel educación. Sáez, J. (2006) “La reorganización conceptual del campo de conocimiento de la pedagogía social”. Pp. 17-59, en Planella, J./Vilar, J. (Coord.) La pedagogía social en la sociedad de la información. Barcelona. UOC. Torío, S. (2009) “La pedagogia social en España” Pp. 95-109 in Roberto da Silva, J; De Sousa, J.C.; Moura, R (Orgs.) Pedagogia Social. Sao Paulo: Expressao e Arte Editora. Úcar, X. (2.001) “Actualidad de la profesión de educador social”, pp. 69-80. Letras de Deusto. Vol 31. Nº 91 Úcar, X. (2002a) “Medio siglo de animación sociocultural en España: Balance y perspectivas”, 21 páginas. Revista Iberoamericana de educación. Edición digital. http://www.campus- oei.org/revista/deloslectores/301Ucar.pdf Úcar, X. (2002b) “Reaprender a enseñar: retos actuales de la Pedagogía Social y de la Educación Social”, pp.189-200. ORTEGA, J. (Coord.) Nuevos retos de la pedagogía social: la formación del profesorado. Salamanca. Sociedad Iberoamericana de Pedagogía Social.
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