Logo Studenta

VICTIMAS DEL PARAMILITARISMO EN COLOMBIA

¡Este material tiene más páginas!

Vista previa del material en texto

EL BLOQUE CAPITAL, LA HISTORIA DE LAS VÍCTIMAS DEL 
PARAMILITARISMO EN BOGOTÁ EN LOS AÑOS 90 
 
 
 
 
 
 
JULIANA JAIMES VARGAS 
 
 
 
 
 
 
 
TRABAJO DE GRADO PARA OPTAR POR TÍTULO DE 
COMUNICADORA SOCIAL 
ÉNFASIS PERIODIMOS 
 
 
 
 
ASESOR 
JORGE CARDONA ALZATE 
 
 
 
 
 
 
PONTIFICIA UNIVERSIDAD JAVERIANA 
FACULTAD DE COMUNICACIÓN Y LENGUAJE 
CARRERA DE COMUNICACIÓN SOCIAL 
 
 
BOGOTÁ D.C 
2018 
ARTÍCULO 23 
 
“La Universidad no se hace responsable por los conceptos emitidos por los alumnos en sus 
trabajos de grado, solo velará porque no se publique nada contrario al dogma y la moral 
católicos y porque el trabajo no contenga ataques y polémicas puramente personales, antes 
bien, se vean en ellas el anhelo de buscar la verdad y la justicia”. 
 
 
2 
 
Tabla de contenido 
Introducción ............................................................................................................................. 3 
1. Problema y justificación………………………………………………………………………10 
2. Marco Teórico ....................................................................................................................... 15 
2.1 Sobe los orígenes del Eln 
2.2 Sobre los orígenes de las Farc y el PCC 
2.3El paramilitarismo en Colombia 
2.4Violencia Urbana 
 3. Entrevistas y trabajo de campo....................................................................................................42 
4.Conclusiones monografía………………………………………………………………………44 
5.La historia del Bloque Capital: las víctimas del paramilitarismo en Bogotá en los años 90...47 
5.1 Capítulo I ¿Existió el Bloque Capital? 
5.2 Los antecedentes del Bloque Capital (Contexto 1996-1997) 
5.3 El apartamento 702 (Historia de Mario Calderón y Elsa Alvarado) 
5.4 Capítulo II- La sucesión de gobiernos 
5.5 En su propia oficina (Historia de Eduardo Umaña) 
5.6 Una muerte que ya se esperaba: el asesinato a Julio Alfonso Poveda 
5.7 Jaime Garzón no solo nos hizo reír 
5.8 Nunca es hora de Callar 
5.9 Wilson Borja: la lucha que continúa 
5.10 Capítulo III -El paramilitarismo pierde los límites 
5.11 Mal paga el diablo a quien bien le sirve (Historia de Euser Rondón) 
5.12 Capítulo IV- Las víctimas anónimas 
5.13 Conclusión 
6. Bibliografía y Referencias……………………………………………………………………146 
7. Anexos…………………………………………………………………………………………154 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
3 
 
 
 
Introducción 
 
 
 
 
En los últimos tiempos, la memoria del conflicto armado en Colombia se ha convertido en 
una atractiva tarea para los medios de comunicación. Pero más que una misión informativa, 
en las actuales circunstancias del país, abocado al desarrollo de instituciones como la 
Justicia Especial de Paz (JEP) o la Comisión de la Verdad, ahora se trata de contribuir 
activamente con el derecho de las víctimas. A construir entre todos la historia reciente de 
una nación que, a falta de justicia, al menos quiere saber lo que pasó. 
 
Esta expectativa no significa que la disciplina del periodismo pueda determinar las 
responsabilidades de los victimarios o aportar conclusiones judiciales inapelables acerca de 
los delitos y acciones graves cometidas en la guerra. Esa es y seguirá siendo una obligación 
prioritaria de la justicia. Pero en términos de verdad, muchas veces no contada en los 
expedientes judiciales, la comunicación y el periodismo poseen herramientas útiles para 
narrar los hechos y contextualizar debidamente las historias. 
 
Por lo general, los testimonios o contextos de esos capítulos difíciles de la violencia 
se quedan guardados en los procesos judiciales, cuando lo que exigen las nuevas 
generaciones son esos detalles ocultos o esas conexiones que explican el horror que no debe 
repetirse. Es claro que los periodistas no son magistrados ni jueces, y por lo tanto no 
pueden señalar con fines de castigo a protagonistas de masacres o asesinatos selectivos, 
pero si pueden aportar información esencial para entender el universo de las víctimas. 
4 
En estos tiempos de posconflicto y de búsqueda incesante por implementar la paz, ese 
interés por la verdad ante una guerra que le ha causado tanto daño y dolor a varias 
generaciones colombianas, la responsabilidad inmediata corresponde a la JEP o a la 
Comisión de la Verdad, pero el periodismo no puede quedarse con los brazos cruzados 
respecto a la misma tarea. Por el contrario, debe activar sus opciones legales y sus 
herramientas de investigación en favor de la memoria colectiva y la lucha contra la 
impunidad. 
 
En este contexto se enmarca este trabajo periodístico. En términos generales, 
documentos como el “Basta ya” del Centro Nacional de Memoria Histórica, entre otros 
similares, reconocen que, en el largo conflicto colombiano de más seis décadas de 
violencia, la transición entre los años 1996 y 1997 marcan un momento crucial en la 
evolución de la guerra. Y esa realidad, trasladada a planos cronológicos, corresponde a 
movimientos determinantes de los principales contendientes, con el propósito de alcanzar la 
victoria militar. 
 
Es la etapa final del gobierno de Ernesto Samper (1994-1998), cuando en la 
trastienda de la pelea judicial en Bogotá por la narcofinanciación de la campaña 
presidencial y los ecos del escandaloso proceso 8000, los dos colosos de la guerra 
extremaron sus acciones. En el sur, las FARC emprendieron su ofensiva militar para sumar 
prisioneros de guerra con fines de canje por sus guerrilleros presos en las cárceles; mientras 
en el norte, el paramilitarismo le daba forma a su ejército nacional llamado Autodefensas 
Unidas de Colombia. 
5 
En ese entramado de violencia, complicidades y corrupción, en los años finales de la 
década de los años 90 y los primeros del siglo XXI, en un periodo que abarca desde la recta 
final de la era Samper, los cuatro años de la administración Pastrana y el primer gobierno 
de Álvaro Uribe, Bogotá fue epicentro de una oleada de guerra sucia sin antecedentes. A 
partir de 1997 y al menos hasta el año 2004, el paramilitarismo incursionó en la ciudad y la 
evidencia fueron varios asesinatos y ataques con claras intenciones de afianzar su poder. 
 
Con el paso del tiempo, a través de las desperdigadas investigaciones judiciales de 
los casos más graves ocurridos en Bogotá en la época señalada, se sabe que buena parte de 
esas acciones fueron desarrolladas por una organización, unas veces identificada como el 
Frente Capital o el Bloque Capital. En cualquier forma, una ofensiva del paramilitarismo en 
la ciudad, que se tradujo en asesinatos políticos, oficinas para concretar ajustes de cuentas, 
extorsiones, secuestros y operaciones de limpieza social. 
 
Lo extraño es que, cuando llegó el proceso de paz entre el gobierno Uribe y las 
autodefensas, y entre 2003 y 2005 se produjo la desmovilización de sus principales frentes 
de guerra, no apareció en esos balances el Bloque Capital. Si existió la entrega de hombres 
y armas del Bloque Centauros, cuyas acciones se entrelazan con muchas de las sucedidas 
en Bogotá en el margen de tiempo descrito, pero como si se tratara de una acción 
deliberada, los que conformaron el Bloque Capital no lo hicieron manifiesto. 
 
En otras palabras, a nivel judicial y también en términos de reconstrucción de 
memoria del conflicto colombiano, hay un vacío respecto a la existencia y acciones 
perpetradas por el Bloque Capital de las Autodefensas Unidas de Colombia. Y lo que está 
claro es que en Bogotá si operó una estructura paramilitar que, de una forma estratégica y 
6 
premeditada, desarrolló una ofensiva violenta, con crímenes específicos y movimientos 
determinantes que hoy representan un capítulo aparte en la historia de la guerra. 
 
A ese Frente o Bloque Capital, enlace del paramilitarismo de la Casa Castaño, ya se 
le atribuyen judicialmente acciones como el triple asesinato de los investigadores del 
CINEP, Mario Calderón y Elsa Alvarado, lo mismo que al padre de ella, Carlos Alvarado. 
El homicidio del penalistay defensor de derechos humanos, Eduardo Umaña Mendoza. El 
crimen del líder sindical del Sumapaz, Julio Alfonso Poveda. El asesinato del periodista 
Jaime Garzón. El secuestro de la comunicadora Jineth Bedoya o el atentado al líder sindical 
Wilson Borja. 
 
No son los únicos casos, pero junto a otros de la misma factura, es evidente que el 
paramilitarismo tuvo su frente de guerra en la capital del país, y que para garantizar sus 
acciones contó con la complicidad de miembros de las Fuerzas Armadas. Una estructura 
que además contó con la impunidad absoluta al interior de la cárcel La Modelo, en Bogotá, 
donde los paramilitares Miguel Arroyave o Ángel Gaitán Mahecha, entre otros, se 
apropiaron de la prisión y la convirtieron en una sede para configurar delitos. 
 
Una telaraña criminal que al exterior de La Modelo también tuvo agresivos 
artífices. El más reconocido, Jesús Emiro Pereira, alias Huevoepisca, concuñado de Carlos 
Castaño, mano derecha de Vicente Castaño y, según sus propias palabras, enlace del 
comandante de la Brigada XIII, general Rito Alejo del Río y del coronel Jorge Eliécer 
Plazas Acevedo, su jefe de inteligencia. Además, Huevoepisca ha reconocido su 
intervención en graves acciones, aunque en casos como el ataque a la periodista Jineth 
Bedoya lo sigue negando. 
7 
De cualquier forma, ese Bloque Capital continúa siendo un capítulo oculto en la 
historia reciente del paramilitarismo. De los demás bloques de las autodefensas se han 
abierto investigaciones concretas y hoy es fácil encontrar documentos de seguimiento de la 
Fiscalía, los jueces o los magistrados de Justicia y Paz. Pero del Bloque Capital, incluso en 
el poder judicial, los silencios son evidentes. O no se le ha dado la importancia y la 
pertinencia que el tema merece o, por alguna razón, no se ha dado un documento 
conclusivo. 
 
El vacío es tan notable que incluso, en fecha reciente, la propia Sala de Justicia y 
Paz del Tribunal Superior de Bogotá instó a la Fiscalía a superar su “letargo judicial” y 
esclarecer la operatividad del paramilitarismo en Bogotá entre finales de los años 90 y la 
expedición de la ley de Justicia y Paz (ley 975 de 2005) en el primer gobierno de Álvaro 
Uribe. Con un agravante: de los múltiples casos atribuidos al Bloque Capital, ocho han sido 
calificados por la misma justicia como crímenes de lesa humanidad. 
 
Debe reiterarse que el propósito de este trabajo periodístico no es hacer justicia, ni 
sustituirla, ni pretende tampoco superar sus alcances. Lo que busca es aportar unos 
contextos y unos perfiles judiciales que, desde el campo de la narrativa, ayuden a entender 
lo que sucedió con el Frente o Bloque Capital o cualquiera haya sido la estructura 
paramilitar que operó en Bogotá en los tiempos señalados. El objetivo es alcanzar una 
visión totalizadora de lo que fue esa cadena de asesinatos selectivos y violación a los 
derechos humanos. 
 
Por eso, es necesario plantear tres contextos en un mismo escenario: Bogotá. La 
perspectiva de la guerrilla, en particular de las FARC, la visión del paramilitarismo en el 
8 
momento de su expansión nacional a través del proyecto Autodefensas Unidas de 
Colombia, y el Estado desde la gestión de tres gobiernos: el final de la administración 
Samper, los años de Andrés Pastrana y sus diálogos fallidos con las FARC en la región del 
Caguán, y la era del gobierno Uribe, su seguridad democrática y la ley de Justicia y paz. 
 
Y para entender lo sucedido, a cada contexto se suman relatos personalizados en 
torno al crimen de Mario Calderón y Elsa Alvarado, el 19 de mayo de 1997; el asesinato a 
Eduardo Umaña, el 18 de abril de 1998; la muerte del sindicalista Julio Alfonso Poveda, el 
17 de febrero de 1999; el crimen del periodista Jaime Garzón, el 13 de agosto de 1999; el 
atentado contra Wilson Borja el 15 de diciembre del 2000; el secuestro de la periodista 
Jineth Bedoya, el 25 de mayo del 2000; y el asesinato del alcalde de El Dorado (Meta) 
Euser Rondón y dos acompañantes, el 13 de septiembre de 2004. 
 
Este trabajo periodístico aporta una mirada final para no dejar pasar por alto las 
acciones del Bloque Capital contra ciudadanos del común, a través de operaciones de 
limpieza en áreas periféricas de la ciudad. Judicialmente es una secuencia más oculta que 
los casos nombrados, pero está claro que tales ataques sucedieron, como lo han reseñado 
algunas organizaciones sociales. Habitantes de localidades como Ciudad Bolívar, Bosa, 
Suba, Soacha u otros municipios adyacentes a la capital. 
 
En síntesis, estrictamente desde el ejercicio del periodismo judicial, este trabajo 
únicamente pretende hacer memoria documentada sobre el ambiguo capítulo del Bloque 
Capital de las autodefensas. Evidenciar quiénes fueron las víctimas, cuál era su importancia 
en el contexto del conflicto armado colombiano, como se conectan los distintos casos y 
9 
cuáles han sido los aportes de la justicia. Un recuento para visibilizar y recordar actos de 
violación de derechos humanos que no pueden quedar en el olvido. 
10 
1. Problema y Justificación 
 
Esta investigación registrada a través de un producto periodístico pretende 
contribuir a la construcción de memoria colectiva en el país, especialmente, en tiempos de 
posconflicto en los que entender los diferentes hechos de violencia y violación a los 
derechos humanos resulta fundamental para reconstruir la historia. El Bloque Capital: la 
historia del paramilitarismo en Bogotá en los años 90, es un reportaje que cuenta la 
historia de 8 víctimas en los años 90, todas ellas asesinadas, ultrajadas o amenazadas por el 
Bloque Capital de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC) un frente paramilitar que 
llegó a la ciudad Bogotá para tomar control de zonas lideradas por grupos guerrilleros de 
las FARC. Sin embargo, más allá de la lucha contrainsurgente que definió como grupo a las 
1Autodefensas, El Bloque Capital encontró en la capital de la República un lugar 
estratégico tanto en sus intereses económicos como en sus intereses militares. 
 
Esta investigación intenta generar un análisis crítico de lo que significó la llegada 
del Bloque Capital de las AUC a Bogotá, entendiendo esta ciudad como un lugar decisivo 
para el control del país. En primera instancia porque es la capital de Colombia y se 
encuentran centros de poder importantes para el equilibrio estatal y en segunda instancia, 
siendo esta la razón más importante, Bogotá es la entrada a los Llanos Orientales del país y 
para las AUC era trascendental adquirir el control de ese territorio. 
La toma del poder de las Autodefensas se registró oficialmente a comienzos de 
1997, aunque su incursión comenzó años atrás. El Bloque Capital llega a la ciudad de 
Bogotá en medio de un contexto de desequilibrio político en el que los límites del 
 
 
 
1Ver anexo 1 
11 
narcotráfico habían cruzado lo más alto del poder colombiano: la presidencia de la 
República con el proceso 8000 del gobierno de Ernesto Samper. 
Entre 1997 y 1998 empezó la expansión de las AUC donde se registraron varias 
masacres consecutivas que se acercaban cada vez más al terreno de la capital. Algunas de 
ellas: la masacre del 15 de julio de 1997 en Mapiripán, la masacre de Horqueta en Tocaima 
el 21 de noviembre del mismo año y finalmente se registró la llegada de las AUC al 
Sumapaz zona caracterizada por ser territorio de las FARC. Muchas zonas de control 
guerrillero fueron también interceptadas por las fuerzas paramilitares ya que desde un 
principio ese era el objetivo de las autodefensas: combatir la insurgencia revolucionaria. 
Esta situación afectó en gran medida a las poblaciones que eran víctimas tanto de las FARC 
como de las AUC. En Bogotá el reclutamiento y las infiltraciones de la guerrilla en la 
ciudad eran evidentes en los barrios se encontraban a la periferia: Ciudad Bolívar, Altos de 
Cazucá, Soacha, entre otros. 
En medio de la arremetida paramilitaren la capital de la República, el Bloque 
Capital de las AUC, realizó una serie de asesinatos selectivos en la ciudad. Atentados, 
Amenazas, homicidios y desplazamientos a líderes sociales, sindicalistas, abogados y 
periodistas. Es decir, personas u organizaciones que, de cierta forma, podrían llegar a 
afectar el movimiento paramilitar en la ciudad con las denuncias e investigaciones que se 
encontraban realizando y más allá de eso, con las personas que se orientaban políticamente 
en desacuerdo con el movimiento que promulgaba las Autodefensas. 
Esos diferentes episodios no han sido lo suficientemente registrados en la historia 
de Colombia, porque si bien se encuentran archivos judiciales y documentación en medios 
de comunicación, todos ellos se analizan de forma separada. Este producto periodístico 
intenta, por medio de los recursos del campo de la comunicación social, entender los 
12 
hechos de forma sistemática ya que es innegable que se repiten actores, lugares, modos 
operandi, y tipos de víctimas. 
Para esta investigación se dividieron las víctimas en dos sectores sociales dentro de 
la ciudad, ya que resulta trascendental definir que la llegada del paramilitarismo a la ciudad 
no solo afectó a las zonas más vulnerables, como es el caso de Ciudad Bolívar, Altos de 
Cazucá, y Soacha, sino también otra esfera pública que, aunque se encontraba en una 
posición social un poco más fuerte, también se convirtió en un blanco perfecto para el 
paramilitarismo. 
Como primera instancia se encuentran las víctimas que tal vez han sido menos 
mediáticas pero el impacto social del paramilitarismo contribuyó a problemáticas un poco 
más complejas y son las víctimas pertenecientes a algunas zonas de barrios periféricos del 
sur de la ciudad. lugares donde se instauró el Bloque Capital de las AUC por medio de 
oficinas de cobro, boleteos, desplazamiento interurbano, asesinatos selectivos y limpieza 
social. 
El periodismo entonces, es una herramienta que permite por medio la difusión de la 
verdad contar realidades que liberan. El conflicto armado en Bogotá y específicamente 
el paramilitarismo es un campo que no se ha explorado lo suficiente, comparándolo con el 
registro que se ha tenido del conflicto rural en Colombia. Si bien es cierto que han sido 
consecuencias y magnitudes diferentes, es importante reflejar esa historia de impunidad y 
sufrimiento que también se vivió y aún se vive en la capital. Este tema aporta al campo del 
periodismo en la medida en que se entiende como una herramienta que informa y cuenta 
una historia real, que no todos han escuchado y que quienes lo han hecho no han difundido 
lo suficiente. El periodismo no es el ente encargado de hacer justicia, pero la denuncia por 
13 
medio de los medios es un paso adelante para no dejar en impunidad una realidad que 
también tiene derecho a ser contada. 
 
 
Objetivos generales 
 
Describir cómo se ve reflejado el conflicto armado colombiano en la ciudad de Bogotá 
entendiendo esta como víctima directa al presentar características típicas que por lo general 
se enmarcan en zonas rurales, tales como: asesinato selectivo a líderes comunitarios, 
desplazamiento interurbano y microtráfico local enfocando la investigación al caso 
específico del Bloque Capital de las AUC, como grupo armado paramilitar. Describir las 
diferentes víctimas que el paramilitarismo ha dejado en Bogotá, divididas en esta 
investigación en dos grupos específicos: casos de víctimas en barrios de la periferia de 
Bogotá, como Ciudad Bolívar, Altos de Cazucá, Soacha, entre otros. Y, las víctimas 
pertenecientes a una esfera pública que trabajó en temas de denuncia social o contextos 
políticos, tales como: periodistas, abogados, sindicalistas, investigadores, etc. 
 
 
Objetivos específicos 
 
- Describir cómo y por qué surgió la incursión del Bloque Capital de las AUC en 
Bogotá, teniendo en cuenta el contexto histórico, político y social de los años 90 
en Colombia y en la ciudad y que consecuencias trajo eso para el conflicto 
armado en el país. 
- Describir en qué casos concretos se han presentado en Bogotá patrones típicos 
del conflicto armado colombiano como: ¿desplazamiento interurbano, limpieza 
social y asesinatos selectivos? 
14 
- Describir cómo el Bloque capital de las AUC afectó directamente a víctimas de 
diferentes grupos sociales como es el caso concreto de Altos de Cazucá o 
Ciudad Bolívar y a su vez, víctimas pertenecientes al gobierno, a los medios de 
comunicación y a grupos defensores de derechos humanos. 
15 
2. Marco Teórico 
 
Entender el conflicto armado interno que se vive en Bogotá es de cierta forma, 
entender el conflicto armado en Colombia. Para poder explicar movimientos como el 
Paramilitarismo, se debe primero hacer un recuento por la historia de violencia que ha 
sufrido el país en las diferentes décadas. Este trabajo parte desde el año 1945, tiempo en 
el cual se vivió una de las guerras civiles más violentas en la historia del país, tanto así 
que a esa época se le denominó como la Violencia. Los constantes ataques entre partidos 
liberal y conservador dejaron miles de muertos y desplazados. Sin embargo, esta 
situación no solo afectó las zonas rurales, sino que por el contrario alcanzó la ciudad 
capital de Bogotá y estalló en uno de los episodios que, sin duda, marcaron la historia: el 
Bogotazo del 9 de abril. 
El marco teórico de este trabajo se dividirá en tres tópicos centrales. Como 
primera instancia, se realizará en recuento histórico de la violencia en Colombia 
partiendo desde el 9 de abril. Los conceptos desarrollados están basados en el texto de 
Marco Palacios Violencia Pública en Colombia, 1956-2010; de igual forma se tomarán 
como referentes los informes de Alfredo Molano y Daniel Pecaut de La comisión 
histórica del conflicto y sus víctimas. 
Por otro lado, se desarrollará con mayor profundidad la figura del 
paramilitarismo en Colombia ya que es el tópico que atañe directamente esta 
investigación. Para este tema se utilizará el libro de Raúl Zelik Paramilitarismo 
Violencia y transformación social, política y económica en Colombia y el informe 
¡Basta Ya! del centro de memoria histórica. 
16 
Por último, se abordará el tema de conflicto urbano, teniendo en cuenta que el 
fenómeno paramilitar de las AUC en Altos de Cazucá se manifestó desde diversas 
formas que enmarcan el término de conflicto urbano. Es importante también, entender 
que la concepción y construcción sociocultural de una persona de la ciudad es diferente 
a la de una persona que nace en el campo y es por ello que la violencia y el conflicto 
armado también cambia de significación cuando se aborda desde un campo urbano y 
más, si es una ciudad como Bogotá que representa un centro para todo el país. 
Por lo anterior es importante antes que nada definir el concepto de violencia 
urbana para luego poder enmarcar la violencia en Colombia en ese contexto. 
Es por ello que se utilizará como referente, el artículo de La victimización por 
violencia urbana: niveles y factores asociados en ciudades de América Latina y España 
de José Miguel Cruz en donde se define el concepto de violencia urbana y de 
victimización. De igual forma, Fernando Carrión habla sobre Violencia urbana: un 
asunto de ciudad donde nuevamente explica el concepto de violencia urbana pero 
también se remonta al concepto de políticas urbanas y su relación directa con la 
violencia urbana y del mismo autor también se utilizará De la violencia urbana a la 
convivencia ciudadana. 
Los anteriores textos están basados en el contexto latinoamericano de la violencia 
urbana. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
17 
El comienzo de la violencia en Colombia, tuvo origen a finales del 1945 y principios del 
1946. Las causas principales fueron las fuertes diferencias entre clases sociales generadas 
por un cambio en la política oficial hacia los asalariados, situación que se presentó duranteel gobierno de López Pumarejo quien se vio obligado a renunciar debido a una fuerte 
oposición entre liberales y conservadores. Un periodo en la historia de Colombia también 
denominado como La violencia. 
En noviembre de 1945 estalló una protesta del sindicato más grande de Colombia 
FEDENAL, que controlaba a los trabajadores de transporte fluvial de Magdalena. Para 
ese año, el presidente sucesor de López Pumarejo fue Alberto Lleras Camargo, quien 
tuvo que enfrentarse a las diversas huelgas de trabajadores que pedían mejores salarios. 
De igual forma, La Confederación de Trabajadores de Colombia CTC, tiempo después 
emprendió el primer Paro Nacional en la historia del país con objeto de presionar al 
Gobierno para que apoyara a FEDENAL. 
El Paro Nacional y las diferentes huelgas por parte de los trabajadores y 
sindicalistas dejaron ver la debilidad de los movimientos laborales y sobre todo la falta 
de control del Gobierno Colombiano. El paro nacional de CTC rompió todas las 
relaciones con el gobierno del entonces presidente Mariano Ospina Pérez y se vinculó 
directamente con el partido Liberal para bloquear la dominación de las fuerzas 
conservadoras. 
La violencia en Colombia estalló con un conflicto de clases y de aumento 
salarial. Daniel Pécaut, afirma en su libro Violencia Conflicto y política en Colombia 
que el conflicto en Colombia inició, al igual que en muchas partes del mundo, con una 
“retórica contra la oligarquía” naciente del país. Hecho que se incrementó con las tasas 
de inflación nuevas en el territorio y la falta de apoyo gubernamental. La situación 
18 
económica del país reforzó la visibilidad política del partido liberal, dirigido por Jorge 
Eliécer Gaitán. 
 
 
La retórica de la lucha contra la oligarquía, tuvo un atractivo mayor que el común para el 
proletariado debido a circunstancias de tasas de inflación no acostumbradas; una falta de apoyo 
gubernamental para los aumentos de salarios compensatorios; y políticas de gobierno diseñadas para 
retractar las conquistas laborales anteriores y romper la fuerza de los sindicatos. La política laboral 
de Lleras Camargo identificó a los moderados liberales con estos procesos lo mismo que a los 
conservadores. (Pécaut. pg 230) 
 
 
En Colombia se inició entonces un periodo de guerra bipartidista. En el año 1947 
durante el gobierno de Mariano Ospina Pérez del Partido Conservador, se incrementaron 
los actos violentos entre los dos partidos centrales. El presidente Ospina Pérez 
demostraba firmeza ante la época de La Violencia. 
Los medios de comunicación también fueron relevantes en este proceso histórico 
al incrementar la tensión por medio de la prensa sensacionalista del momento. “La 
ignorancia de aquellos cegados por la pasión política partidista, separados del proceso 
político real del país, la prensa amarilla y las figuras políticas locales, fueron culpados 
de La Violencia, tanto por la prensa liberal como conservadora de la capital.” 
(Oquist. pg 232) 
 
Con el tiempo aumentaba cada vez más la lucha de los partidos por obtener la 
hegemonía política del país. Para el año 1947 se designó a Jorge Eliécer Gaitán como el 
Director Nacional Liberal, hecho que claramente suponía una riña directa para las 
próximas elecciones del 1950 con Gaitán como el candidato liberal y Laureano Gómez 
como Conservador. 
Como también lo señala Oquist, en el informe Una lucha armada al servicio del 
Statu quo social y político presentado ante el Alto Comisionado para la paz en el 2015, 
19 
la violencia en Colombia durante ese periodo alcanzó cifras que superaban el registro 
que el país llevaba hasta entonces. 
 
 
Pero esta alternancia se produce en una coyuntura especial: el ascenso de una movilización populista 
inédita, detrás de Jorge Eliécer Gaitán; y de una contra movilización que se reclama de un 
fundamentalismo católico, detrás de Laureano Gómez. Desde entonces la violencia se exacerba: en 
1948 alcanza cerca de 43.000 muertos, en 1950 más de 50.000. (Oquist. pg. 12. 2015) 
 
 
Entre 1947 y 1948 años próximos a las siguientes elecciones la violencia 
aumentó drásticamente en Colombia, con las elecciones municipales la Casa Liberal de 
Cali fue atacada violentamente y de igual forma en zonas como Boyacá y Santander 
estallaron en un conflicto interno entre Liberales y Conservadores. La situación fue 
descrita por Laureano Gómez como un estado de guerra civil. El 28 de enero de 1948 
Jorge Eliécer Gaitán promulgó un Memorial de Agravios, una lista de las localidades 
afectadas por la violencia. El 7 de febrero de 1948 condujo La Marcha del silencio, en 
cual él fue el único orador frente una multitud silenciosa que pedía por la defensa de la 
vida humana. 
Sin embargo, la situación se agravó aún más cuando en febrero de 1948 el 
partido Liberal anunció su retiro de la Unión Nacional, un pacto de coalición entre los 
dos partidos con los que se había gobernado hasta entonces. Pocas semanas después el 9 
de abril, Jorge Eliécer Gaitán fue asesinado en Bogotá. 
El asesinato de Jorge Eliécer Gaitán que desencadenó en el Bogotazo fue un 
hecho social que partió la historia de Colombia en dos. El 9 de abril provocó un 
levantamiento no sólo en la ciudad sino en todo el país, movimientos insurgentes que 
también se conocían como “juntas revolucionarias”. El pueblo colombiano se levantó en 
protesta porque Gaitán representaba de cierta forma un cambio en la estructura política 
20 
que se llevó en el país hasta entonces, y sobre todo su muerte simbolizó represión. En 
Colombia se empezaron a formar grupos que iban en contra del gobierno conservador de 
derecha y eran alentadas por los cambios sociales y políticos que el continente 
latinoamericano también vivía en el momento. 
Para Darío Fajardo, en el informe Estudio sobre los orígenes del conflicto 
armado, razones para su presencia y sus efectos más profundos en la sociedad 
colombiana publicado por el Alto Comisionado para la Paz en las Mesas de 
Conversaciones, señala que la muerte Gaitán estalló la violencia aún con más fuerza de 
lo que se había vivido antes por la guerra partidista entre liberales y conservadores. 
 
 
La muerte de Gaitán fue precedida por una intensa persecución contra sus seguidores, que 
motivaron las grandes manifestaciones de protesta encabezadas por el dirigente. Luego de su 
asesinato la violencia se extendió a varias regiones del país(...) Esta etapa de expansión de las 
acciones represivas habrían de llevar a la crisis política de finales de la década y comienzos de la 
de 1950, en las cuales confluían las expulsiones de campesinos y el exterminio de los opositores, 
en particular, de las filas gaitanistas. (Fajardo, D. pg 24. 2015) 
 
 
Según Oquist (1978) la división partidista redujo la autoridad del Estado y lo 
dejó en una situación de “caos” o colapso que con el tiempo se transfiguró en 
modalidades diferentes de violencia. 
Marco Palacios en su texto Violencia Pública en Colombia 1958-2010 (2012, 
p.41) hace un recuento histórico de la tradición política colombiana en la que la 
violencia y la ausencia del Estado para generar control se convierte en un imperativo que 
pasó del siglo XIX hacía el siglo XX. 
 
 
En el sustrato de la formación nacional colombiana y de su cultura política se había consolidado 
tempranamente un sistema bipolar de tipo representativo en un molde perverso de elecciones - 
violencia-elecciones que dominó prácticamente el siglo XIX y quedó latente en la primera mitad 
del siglo XX. 
21 
 
 
En los años 60 surge la idea del Frente Nacional como una estrategia de 
colaboración entre los dos partidos tradicionales: Liberal y Conservador. Consistía en 
una distribución equitativa entre los dos partidos, en las curules parlamentarias del 
gobierno; todo el con el fin de acabar con la guerra civil colombiana del siglo XX por 
medio de la participación igualitaria de los dos polos políticos que tenía el país. 
El FrenteNacional se puso en marcha después del gobierno de Rojas Pinilla. La 
década de los 60 fue un periodo de tiempo en el cual se consolidaron varios grupos 
insurgentes de la izquierda liberal. La influencia de Cuba y las constantes tensiones de 
Estados Unidos en su lucha anticomunista generaron el ambiente propicio para la 
conformación de diferentes grupos de acción campesina y de acción estudiantil dentro 
de las grandes ciudades. 
 
Para los liberales y muchos conservadores –así no lo confesaran–, la violencia tenía que ver con 
el botín burocrático. La creencia de que la coalición liquidaría la lucha banderiza no resultó 
cierta. El vacío fue llenado por el MRL y la Anapo, movimientos que en última instancia 
trasladaron su fuerza social a los grupos armados. No en vano el MRL tuvo que ver con la 
fundación del ELN, y la Anapo con el M-19. (Molano, A. pg 30. 2015) 
 
 
 
 
 
 
2.1 Sobre los orígenes del ELN 
 
La herencia del populismo gaitanista y por el lado conservador Rojaspinillista 
(Palacios. 2012) crecía con el tiempo. Las bases comunistas rurales como la del 
Sumapaz y la del sur de Tolima se unieron desde el 1963 en las Ligas Campesinas del 
PCC. De igual forma el principal grupo en oposición directa al Frente Nacional era el 
Movimiento Revolucionario Liberal (MRL) quien tenía como brazos delegados a las 
juventudes del MRL. Por último, los gaitanistas se mantenían firmes en la línea de la 
22 
legalidad del Frente Nacional razón por la cual eran desacreditados por una parte de la 
izquierda Nacional, con el Frente Unido de Acción Revolucionaria (FUAR) liderado por 
Gloria, la hija de Gaitán, se buscó apoyo de Cuba en busca de una salida armada. 
 
El ELN surge en la ciudad, sus movimientos y organizaciones se iniciaron en las universidades. 
Así como señala Marco Palacios “la urgencia de construir aparatos urbanos clandestinos que, 
mediante campañas de propaganda armada, revelaran las debilidades de los regímenes 
oligárquicos y proimperialistas y tempalaran el espíritu combativo de los nuevos dirigentes cuyo 
nicho natural fuerons las universidades.” (Palacios. 2012) 
 
 
Es así como el ELN, comenzó a realizar diferentes ataques en Bogotá, al respecto 
una nota del El Tiempo citada por Marco Palacio (2012) quien hace referencia a los 
diversos ataques en Bogotá generados entre 1962 y 1963. 
 
 
[...] el llamado movimiento de liberación nacional está representado por sujetos que actúan 
clandestinamente, sin jefes conocidos plenamente y ellos se atribuyen la paternidad de todos los 
atentados ocurridos en Bogotá en el curso de este año. De esos actos de sabotaje, los más 
delicados han sido los ocurridos dentro del propio recinto del Congreso de la República” (El 
Tiempo 4 agosto 1963) 
 
 
Para el Ejército de Liberación Nacional el reclutamiento estudiantil fue un factor 
clave ya que los estudiantes se convirtieron en un elemento de confrontación directa con 
el gobierno de entonces; por medio de las marchas, los paros y la resistencia cívica se 
consolidó una fuerza trascendental en la juventud de izquierda del país. Esas expresiones 
de desacuerdo se desarrollaron desde tiempo atrás y fueron cruciales en gobiernos como 
el de Rojas Pinilla. Como lo señala Palacios: “Los estudiantes habían sido una 
importante fuerza de choque en las jornadas de resistencia cívica que forzaron el retiro 
de Rojas Pinilla en mayo de 1957” 
23 
Universidades como la Nacional, la Libre y el Externado en Bogotá 
contribuyeron a la militancia activa del ELN, de igual forma, en la Universidad del 
Atlántico en Barranquilla y la Universidad Industrial de Santander en Bucaramanga 
hicieron parte de este proceso de reclutamiento juvenil que entraron a hacer parte de las 
JMRL (Juventudes del Movimiento Revolucionario Liberal). 
Sin embargo, los orígenes del ELN se adjudican a la formación revolucionaria 
proveniente de Cuba a cargo de Fabio Vásquez fundador de la guerrilla del ELN. Fabio 
Vásquez nacido en Calarcá, Quindío tuvo que ver el asesinato de su padre a cargo de los 
“pájaros” (grupo armado ilegal conservador durante la época de La Violencia) y desde 
entonces intentó militar en varios grupos armados para contrarrestar el ataque de los 
conservadores. En 1962 fue becado por el gobierno cubano para estudiar economía. 
 
 
La historia con-sagrada enseña, que el ELN nació en Cuba con la formación de la brigada pro 
Liberación Nacional José Antonio Galán, bajo el modelo canónico de la doble dirección: la 
militar Fabio Vásquez Castaño, antiguo militante de las JMRL, y la política, de Víctor Medina 
Morón, es dirigente de la Juventud Comunista y de AUDESA. (...) La formación de la Brigada se 
concentró en una reunión convocada por el Che el 11 de noviembre de 1962. (Palacios, M. pg 
81. 2012) 
 
 
Algunas características a destacar del ELN fue la incorporación del cura Camilo 
Torres a las filas del grupo guerrillero. Camilo Torres fue la figura de la iglesia católica 
en medio de la guerra en Colombia. La idea de un cura militando activamente con un 
grupo guerrillero generó muchas controversias para el cuerpo católico y en general, para 
todo el país. No obstante, su imagen también tuvo mucha fuerza tanto así que llegó a ser 
la cabeza de un masivo movimiento político, el Frente Unido del Pueblo (FUP). 
El ELN no inició como un grupo de autodefensa campesina y, por ende, su 
conformación se diferenció de la de las FARC ya que la primera generación de líderes 
24 
de esta agrupación guerrillera se conformó por agrupaciones del campesinado que 
conformaron guerrillas en el sur del Tolima y otras zonas de Colombia. 
 
 
 
2.2 Sobre los orígenes de las FARC y el PCC 
 
Después del 9 de abril muchos gaitanistas transfirieron su confianza y fuerza 
hacia el PCC (Partido Comunista Colombiano) que había sido fundado desde 1930. Para 
la década de los 60, en los comienzo del Frente Nacional, se vivía una corriente y una 
tensión contra el “peligro comunista” las tensión en medio de la Guerra Fría, la 
conformación y fuerza que tomó la izquierda en el continente latinoamericano y la 
constante intervención de Estados Unidos por impedir que el comunismo se 
incrementara generó el ambiente propicio para que muchos campesinos, mestizo e 
indígenas generaran resistencia contra el gobierno por el periodo de violencia extrema 
en el que se encontraba Colombia. 
Al igual que la mayoría de movimientos sociales y políticos de los cuales se ha 
basado esta investigación, las FARC también surgieron de la constante pugna entre 
liberales y conservadores (1948-1953). La unión de varios grupos de campesinos 
liberales contra los ataques de los pájaros (conservadores) contribuyó la conformación 
de los primeros “ejércitos” o grupos de campesinos que se unieron para proteger a sus 
familias a sus tierras. De la unión de varias familias campesinas que lideraban las 
pequeñas agrupaciones de defensa surgió el “Ejército Revolucionario Nacional”. 
 
 
El Ejército Revolucionario Nacional, se instauró en El Davis, una hacienda ganadera en el sur del 
Tolima. Esta zona se autodenominada como “zona liberada” en donde los campesinos que vivían 
allí se organizaban alrededor de la tierra: la cultivaban, la distribuían y la defendían de otros con 
las armas. Una de las principales razones por las cuales surgió esta organización campesina fue 
25 
por el desacuerdo ante la reforma agraria que se instauró durante el gobierno de Lleras Camargo 
(1961) ya que “la política de tierras del Frente Nacional había dejado en la orfandad algunas 
zonas del país, lo que condujo a la creación de territorios autónomos.” (Molano 2016). 
 
 
La hacienda El Davis fue el primer lugar donde se instauró el modelo que más 
adelante se aplicó en Marquetalia y dio por consiguiente la inminente fundación de las 
FARC; de igual forma, las zonas liberadas iniciaron un movimiento agrario que tomó el 
nombre de “Repúblicas Independientes” en donde los campesinosse autogestionaban y 
sentían la seguridad que el Estado no les otorgaba. Las repúblicas independientes que se 
fundaron estaban en: Marquetalia, Riochiquito, El Pato, Guayabero y Sumapaz. 
Como lo señaló Alfredo Molano en una entrevista que realizó a Jaime Guaraca 
uno de los comandantes fundadores de las FARC. 
 
 
No eran 50 familias, pasaban de 200. Fue un campamento muy bien montado, con varias 
organizaciones: de los 15 años hasta los 40, y a veces hasta los 50, eran guerrilleros de fila 
cumplían con cualquier misión militar. Con los mayores de 50 se construían ranchos, cultivaba 
comida, hacían alpargatas (...) Las mujeres remendaban cocinaban, lavaban; algunas eran 
enfermeras y otras enseñaban a leer a los ancianos. (Entrevista a Jaime Guaraca. Molano, A. pg 
66. 2016) 
 
 
Sin embargo, surgieron diferencias entre los campesinos que pertenecían a 
organizaciones liberales y campesinos que hacían parte de organizaciones basadas en el 
modelo comunista. Unos tenían una estrategia militar más completa y otros un modelo 
ideológico más definido. 
 
 
Las armas ganadas en los combates -alegaban los comunistas- no eran propiedad privada de los 
comandantes sino propiedad colectiva del movimiento. En realidad, la organización de los 
limpios (liberales) era un escape de gamonalismo armado contra los conservadores y la policía 
Chulavita. Los comunistas orientados por el Partido, tenían un programa social que reivindicaba 
los derechos a las tierras baldías y las garantías políticas a la oposición. (Molano. pg 24. 2016) 
26 
El Davis se dividió en dos sectores: El Davis, mandado por Isauro Yosa, Mayor 
Lister y Luis Alfonso Castañeda, ese sector era de los Comunes y el sector de La 
Ocasión liberal pertenecía a los “limpios”. El hecho que realmente dividió a estos grupos 
definitivamente fue la Conferencia del Movimiento Popular de Liberación Nacional en 
1952, más conocida como Conferencia de Boyacá, la cual buscaba la unificación de 
todas las guerrillas de las diferentes zonas de Colombia para derrocar la reforma agraria. 
los Comunes fueron a la reunión, pero los liberales no asistieron. 
Después de un tiempo de pequeños combates debido a la división el Ejército 
Nacional de Colombia buscó que los liberales (los limpios) se convirtieran en aliados 
durante el gobierno de Rojas Pinilla, y ellos poco a poco aceptaron las condiciones. Por 
otro lado, los Comunes crearon El Ejército Revolucionario de Liberación. El Ejército 
Revolucionario de Liberación migró hacia Marquetalia, una vereda de Gaitania al sur del 
Tolima, ubicada en el costado occidental del nevado del Huila. 
El 18 de mayo de 1964 durante el gobierno de Guillermo León Valencia las 
fuerzas militares de Colombia inician la operación Marquetalia con el fin de destruir las 
llamadas repúblicas independientes. Esta iniciativa estuvo a cargo de Álvaro Gómez 
Hurtado hijo del expresidente Laureano Gómez quien señaló varios puntos de Colombia 
en donde estaban las zonas que, según él, representaban una amenaza para el país. El 
presidente León Valencia pone en marcha una operación para recuperar a la fuerza esos 
territorios. 
Como se señala en el especial “la operación Marquetalia” de Señal Memoria, la 
estrategia militar se realizó con el apoyo de Estados Unidos, (con la operación Lazo) en 
medio de una guerra contra la expansión del comunismo y aparentemente aquellas 
27 
“Repúblicas Independientes” amenazaban la soberanía de gobierno colombiano, tanto 
así que la operación militar también se conoce como “Operación Soberanía”. 
 
 
Se conoció como la “operación Marquetalia”, y consistió en un despliegue militar que desalojó a 
los llamados “bandoleros” de zonas como Marquetalia (corregimiento de Gaitania, en el 
municipio de Planadas, Tolima), Riochiquito (Cauca), El Pato (Huila) y Guayabero (Guaviare). 
Aquellos bandoleros eran, en su mayoría, campesinos que venían de fracasados procesos de 
amnistía, como los promovidos por el general Rojas Pinilla. En un contexto de guerra fría y de 
miedo al comunismo, el Estado interpretó la organización campesina en torno a propiedades 
colectivas como una amenaza al monopolio de la fuerza y como una alineación con el 
comunismo. (Señal Memoria 2015) 
 
 
Sin embargo, esa operación militar llevaba años de preparación, (Molano 2016) 
explica que en 1963 Manuel Marulanda Vélez , mayor dirigente de estas autodefensas 
campesinas, amplió la influencia de las autodefensas en el área comprendida de Balsillas 
Aipe, Palermo, Órganos, Chapinero, San Luis, La Julia, Aipecito en el Huila; El 
Carmen, Natagaima, El Patá, Monte Frío, Praga, Casadecinc, Santa Rita, Sur de Atá y 
Gaitana en Tolima eran todas las zonas que en realidad constituían la “república 
independiente de Marquetalia. 
En esas zonas, previniendo los operativos del Ejército las guerrillas comenzaron 
a cultivar maíz y arroz y construyeron depósitos para almacenar estos alimentos, se 
organizó la población y se adiestraron diferentes mandos militares. Un año después bajo 
el mando del general José Joaquín Mantilla el 18 de mayo de 1964 el Ejército Nacional 
de Colombia se toma Marquetalia. Sin embargo, la guerrilla de Marulanda estaba 
escondida entre las montañas así que inició una batalla defensiva entre el Ejército y la 
guerrilla. El 27 de marzo, es el encuentro directo con la guerrilla. La constante búsqueda 
del Ejército y los ataques y contraataques de las dos partes se extienden durante unos dos 
meses aproximadamente. El ataque, se prolongó ya que la guerrilla se dividió y se 
28 
expandió hacia las zonas aledañas que también eran consideradas como repúblicas 
independientes. Así lo señala Miguel Pascuas (guerrillero fundador del sexto frente de 
las FARC) en el libro de Alfredo Molano 
 
 
Después de muchos combates salimos hacia el comando de Ciro Trujillo en Riochiquito. Eso 
significaba ocho días por trocha para llegar hasta allá, pasando por el Símbuala. Ya asentados por 
esos lados, veníamos intermitentemente a Marquetalia a pelear unos días y otra vez regresábamos 
a Riochiquito. Ahí generalmente, promediando, entre ida y vuelta y los ratos de pelea, nos 
gastábamos 20 días. (Entrevista Miguel Pascuas. Molano, A. pg 60. 2016) 
 
 
El ataque a la guerrilla en vez de debilitarla la fortaleció y fue el momento 
decisivo en el que la guerrilla se empezó a llamar FARC y dejó de ser un grupo 
autodefensa para convertirse en una organización político militar. Después de la primera 
Conferencia del Bloque Sur entre los meses de octubre o noviembre del 1964 los 
guerrilleros de las repúblicas independientes se proclamaron oficialmente como las 
Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, FARC. 
En el libro El orden de la guerra: las FARC-EP, entre la organización y la 
política se publica el testimonio de un integrante de las FARC con respecto a la 
Operación Soberanía por parte del Ejército Nacional a Marquetalia. 
 
 
Comienza la operación militar contra Marquetalia, el más grande operativo militar realizado hasta 
el momento en Colombia. Es el comienzo de nuevo de la resistencia armada en Colombia. (...) El 
Ejército toma simbólicamente la región de Marquetalia, pero militarmente le fue imposible, a 
pesar de su nueva concepción contra guerrerista, acabar con la simiente de la lucha que había 
emergido en esas tierras. Esa simiente es la raíz de las FARC-EP. Marquetalia es pues, el símbolo 
de esta etapa prolongada del movimiento guerrillero moderno de nuestra patria. (Testimonio de 
guerrillero FARC, citado por: Ferrero. 2002) 
 
 
Las FARC nacen como una guerrilla que no tienen como bases ideológicas el 
comunismo, sin embargo, El Partido Comunista Colombiano, por medio de su apoyo a 
29 
la conformación del movimiento permitió que se alinearan a estas premisas. Como lo 
señalan Juan Guillermo Ferro, Graciela Uribe Ramón. 
Las FARC no son una organización creada por una institución externa. Los 
fundadores de las FARC fueronde origen campesino, población históricamente ligada a 
la violencia que se profundizó en el país a raíz del asesinato del líder liberal Jorge 
Eliécer Gaitán. (...) La orientación ideológica que reciben en ese momento por parte del 
Partido Comunista Colombiano (PCC) influiría luego en la adopción de los principios 
del marxismo leninismo y en la formación de cuadros. (Ferrero y Uribe, G. pg 30. 2002) 
 
2.3 El Paramilitarismo en Colombia 
 
 
 
Breve definición 
 
El paramilitarismo en Colombia surge en a finales de la década de los 60, 
aproximadamente en el año 1966. Antes que nada, es importante definir el término 
Paramilitar. Zelik (2015) afirma en su libro Paramilitarismo Violencia y transformación 
social, política y económica en Colombia que por paramilitares se entiende aquellos 
grupos cuya meta es luchar contra las agrupaciones contrainsurgentes con orientaciones, 
que por lo general, son de izquierda. De igual forma, es importante señalar que estas 
agrupaciones no tienen el carácter de bandas criminales y es por ello que su relación se 
conecta directamente con el Estado y se pone en tela de juicio su autonomía frente a la 
subordinación de las normativas estatales. 
En el mismo sentido, zelink cita a Ljodal quien le otorga al término paramilitar 
una concepción de casi complicidad con el Estado: 
30 
Por paramilitar se entiende cualquier grupo u organización armada de carácter 
irregular que aparece al margen del Estado, pero no opuesto a él, que reivindica 
un derecho privado a defender alguna definición del statu quo, pero con un 
mínimo de autonomía e independencia frente al Estado. (Ljodal (2002: 300) 
citado por zelik 2015) 
 
 
La definición expuesta anteriormente implica una relación directa con el poder 
estatal y de cierta forma, hace referencia a actividades que salen del marco legal y 
oficial, aunque se tengan algún apoyo por parte del Estado. En Colombia, los medios de 
opinión durante mucho tiempo evitaron emplear el término “paramilitar” ya que 
involucraba una relación con el Estado. El término paramilitares siempre fue 
cuestionado, los medios hablaban de “autodefensas” o “grupos al margen de la ley. 
Zelink (2015) habla de la configuración de los grupos paramilitares debido a la 
yuxtaposición de cuatro fenómenos relevantes en la estructura social colombiana: En 
primera instancia se encuentra el sicariato político vinculado al narcotráfico; de igual 
forma también se encuentran los ejércitos privados de ganaderos, narcotraficantes y 
otros grupos poseedores de capital; También están las estructuras de vigilancia y 
patrullaje legales, por lo general conformados por la población civil y con la utilización 
de armamento otorgados por Ejército; y por último, las organizaciones paramilitares que 
se presentan como actores políticos (tal como lo hicieron las AUC). 
 
 
Historia 
 
Para poder dar una fecha exacta de los orígenes del paramilitarismo es necesario 
delimitar las razones que basan el fenómeno. Si se habla de grupos que toman una 
posición de autodefensas para ir en contra de grupos que atentan contra la seguridad de 
la comunidad, el paramilitarismo se podría remontar a los inicios de la época de la 
31 
Violencia. Sin embargo, es un concepto difícil de registrar ya que al ser “paramilitar” 
debe contar con apoyo oficial o indirecto del Estado. 
Zelink (2015) habla de la teoría de que el paramilitarismo surgió en la época de 
la Violencia con los grupos de patrulleros que estaban al servicio del Partido 
Conservador, los llamados Pájaros o Chulavitas. Esta tesis la sostiene también Gloria 
Gaitán (2004) hija del candidato presidencial Jorge Eliécer Gaitán. Ella, parafraseada 
por Zelink (2015) afirma que las pandillas de los conservadores fueron estructuras que 
se conformaron para ser una fuerza “coercitiva gubernamental al margen de la ley”. Los 
Chulavitas eran grupos de Conservadores que atacaban a los liberales, durante mucho 
tiempo el régimen conservador sectorizó muchas zonas de Colombia, de igual forma los 
liberales también hacían contra peso y es por eso que en la época de la Violencia (de 
1948 a 1953) se cometieron gran número de masacres colectivas. 
El exalcalde de Bogotá Gustavo Petro (2003) escribió en la Revista Rebelión 
sobre el origen del paramilitarismo: 
 
Tras el asesinato de Gaitán la insurrección popular que sobrevino, urbana primero y luego rural, 
obligó a la oligarquía a modificar la práctica selectiva del sicariato a sueldo por una modalidad 
muy parecida al paramilitarismo contemporáneo: los llamados “pájaros”; estos eran bandas 
rurales auspiciadas y protegidas por la Policía de entonces, que se dedicaban a quemar poblados, 
a realizar masacres, a desplazar violentamente la población rural contraria al Gobierno o de 
partidos diferentes al conservador gobernante. 
 
 
Sin embargo, en la época de la Violencia las pandillas conservadoras no tenían 
“una relación no oficial de estructuras informales con el Estado” como lo señala Zelink 
(2015) sino por el contrario eran agrupaciones que se defendían por aparte. El Estado 
tomó partido en esta situación, en el 1958 cuando se instauró el Frente Nacional, 
momento en el cual empezó un proceso de unificación hacia ambos partidos (liberal y 
conservador) y así mismo también se actuó con las agrupaciones alzadas en armas 
32 
respectivamente. “Si asumimos que el término ‘paramilitares’ implica una relación no 
oficial de estructuras informales con el Estado, las pandillas partidistas de la época de la 
Violencia no podrían ser calificadas como paramilitares.” (Zelink 2015) 
 
2.3.1 Primeros movimientos Paramilitares en Colombia 
La Triple A. 
 
A finales de los 70 apareció la organización Acción Americana Anticomunista. Esta 
agrupación en su fin por acabar con el comunismo que se venía desarrollando en 
Colombia desde la década de los 60, cometió varias acciones terroristas: secuestró a 
militantes de la guerrilla, realizó atentados contra periódicos alternativos y envió 
amenazas a jueces y políticos de tendencia izquierdista en el país. Algo curioso de esta 
agrupación fue el modelo que implementó tomado de países donde también surgieron las 
Triple A como el caso de España (Alianza Apostólica Anticomunista 1977) y en 
Argentina (La Alianza Anticomunista Argentina 1970). 
Zelink (2015) señala que la conformación de las Triple A se realizó como ayuda 
de cuerpos de seguridad colombiana. “Investigaciones posteriores de la justicia 
colombiana mostraron que la Triple A se creó con integrantes de los mismos cuerpos de 
seguridad, con lo cual se generaron estructuras militares paralelas y encubiertas”. 
 
 
Los grupos paramilitares de los años 80. 
 
Durante el gobierno de Belisario Betancur se realizó el primer proceso de paz 
con las FARC (1982-1986). De igual forma, en la década de los ochenta surgieron 
nuevas agrupaciones contrainsurgentes que se expandieron a lo largo de todo el país. En 
33 
Medellín y Cali, los líderes del narcotráfico crearon el grupo MAS (Muerte a 
Secuestradores) para protegerse de los secuestros del M-19. También en el Magdalena 
Medio, comerciantes y ganaderos se organizaron para conformar las llamadas 
autodefensas quienes, a su vez, con ayuda del Estado no sólo combatieron los grupos 
subversivos sino los grupos de izquierda y sindicalistas de la región. Asimismo, en 
diferentes partes del país el Ejército le impuso a la población civil a conformar pequeñas 
milicias que apoyaran las Fuerzas Militares. 
En 1987 los paramilitares empezaron a actuar bajo la figura del sicariato, es decir 
se empezaron a registrar los primeros casos de asesinatos selectivos y también los 
primeros secuestros a políticos subversivos. 
En el año 1988, se multiplicaron las masacres a la población civil en 
comunidades. Con el tiempo el control territorial era cada vez más invasivo y resultaba 
una pieza clave para su concentración y posterior configuración. El20 de marzo de 1988 
tuvo lugar el asesinato selectivo a 20 sindicalistas en dos plantaciones bananeras de 
Urabá. En noviembre del mismo año masacraron a otras 40 personas en la ciudad minera 
de Segovia, Antioquia. 
 
 
Los grupos paramilitares se presentaron de manera difusa en este período. Actuaron bajo decenas 
de nombres diferentes y carecieron de una vocería política unificada. Los límites entre sicariato, 
organizaciones cívico-militares y ejércitos privados comenzaron a diluirse en esta fase. (Zelink 
2015) 
 
 
Las ACCU y las AUC. 
 
En 1989 se produjo un cambio dentro del movimiento paramilitar que hasta el 
momento se había llevado. La idea del cambio era adquirir un perfil político que se 
pudiera reflejar en el público. Es así como, en 1994 nacen las ACCU (Autodefensas 
34 
Campesinas de Córdoba y Urabá) y en 1997 se fundaron las AUC (Autodefensas Unidas 
de Colombia) como una coordinación del accionar paramilitar a nivel nacional. 
Las AUC se convirtieron en un tercer actor del conflicto en Colombia 
diferenciando se dé la guerrilla y del Ejército Nacional. Las AUC tomaron un papel 
protagónico en nuevas masacres al redor de Colombia. 
Realizaron un intenso trabajo mediático que les permitiera aparecer como un grupo armado 
dotado de un programa político. Las AUC son responsables de los crímenes de guerra más 
atroces que ha habido en el país, como por ejemplo las masacres de 1997 en Mapiripán (Meta), la 
de 1998 en Barrancabermeja (Santander), la de 1999 en La Gabarra (Norte de Santander) y la del 
2000 en El Salado (Sucre). En el año 2002, las AUC comenzaron un proceso de negociación con 
el Gobierno de Álvaro Uribe, que condujo a una desmovilización por fases hasta el 2006. (Zenlik 
2015) 
 
 
Las AUC mantuvieron relaciones con el Estado una de los ejemplos más claros 
de esto fueron las llamadas cooperativas de seguridad Convivir, creadas por el Estado en 
1994. Las Convivir eran grupos de civiles armados con el fin de proteger las zonas, estos 
civiles tenían el apoyo de gobernadores locales y comandos militares regionales. Con el 
tiempo las AUC conformaron alianzas políticas, en su mayoría con los partidos uribistas, 
y a su vez operaban como instrumentos del Ejército. De igual forma en las zonas donde 
estaban ejercían control político, económico y social y se adentraron en los negocios del 
narcotráfico. 
Se 28 Raul Zelik convirtieron en las organizaciones narcotraficantes más 
importantes del país. Sobre todo, este último factor hizo que las AUC desarrollaran una 
dinámica propia. A través de relaciones clientelistas vincularon a la población civil a su 
proyecto y lograron penetrar las instituciones estatales. (Zelink 2015) 
 
 
Las AUC operaron con las siguientes estructuras regionales. 
35 
• Autodefensas Campesinas de Córdoba y Urabá (Córdoba y Antioquia) 
 
• Bloque Bananero (Urabá) 
 
• Bloque Cacique Nutibara (Antioquia) 
 
• Bloque Capital (Bogotá) 
 
• Bloque Calima (Valle del Cauca) 
 
• Bloque Catatumbo (Norte de Santander) 
 
• Bloque Centauros (Arauca y Casanare) 
 
• Bloque Central Bolívar (Bolívar) 
 
• Bloque Élmer Cárdenas (Antioquia) 
 
• Bloque Héroes de Granada (Antioquia) 
 
• Bloque Héroes de los Montes de María (Bolívar y Sucre) 
 
• Bloque Metro (Medellín) 
 
• Bloque Norte (Costa Caribe) 
 
• Bloque Nutibara (Antioquia) 
 
• Bloque Resistencia Tayrona (Costa Caribe) 
 
 
En el año 2002 bajo el gobierno del presidente Álvaro Uribe Vélez se inició un 
proceso de paz con las AUC (bajo el mando de Carlos Castaño), que llevaba registrados 
aproximadamente 219.000 víctimas -según la Comisión Colombiana de Reparación y 
Reconciliación. Con la Ley 782 de 2002, el decreto 1258 de 2003 y la Ley 975 de 2005, 
llamada Ley de Justicia y Paz reglamentaron la desmovilización de los paramilitares que 
confesaran sus delitos y contaran la verdad a las autoridades, ellos obtendrían una pena 
máxima de ocho años en prisión, a menos de que hubieran cometido delitos de lesa 
humanidad. 
36 
En el año 2003 representantes del Gobierno y los paramilitares iniciaron los 
diálogos en Santa Fe de Ralito (Córdoba). El 15 de julio de ese año se firmó el llamado 
'Acuerdo de Ralito', en el que las AUC se comprometieron a desmovilizar a todos sus 
miembros antes de 2005. Según el entonces alto comisionado para la paz Luis Carlos 
Restrepo, en abril del 2006 se desmovilizó el último de los 30.150 hombres que 
pertenecían a los diferentes bloques. El 13 de mayo de 2008 el presidente Álvaro Uribe 
ordenó la extradición a Estados Unidos de los 14 líderes principales de las AUC. Con el 
fin de que que pagarán en EEUU por sus delitos. Sin embargo, el exmandatario impidió 
que los jefes revelaran verdades como lo señalaba el acuerdo desde un principio. 
A pesar de la desmovilización de las AUC en el 2005 el fenómeno paramilitar 
siguió creciendo en las regiones del país a finales del 2006. Estos nuevos surgimientos 
paramilitares se conocieron con el nombre de Bandas Criminales o Bandas Emergentes. 
El gobierno registró a estas agrupaciones solamente por la realización de negocios 
ilegales por medio del narcotráfico. Sin embargo, estos grupos se conformaron de las 
filas de los exmiembros de las AUC. Algunos de los grupos son: Los Rastrojos, Los 
Urabeños, Oficina de Envigado o Águilas Negras. 
Sin embargo, como lo señala Zelink, estas estructuras aún realizan masacres 
selectivas a líderes comunitarios y sindicalistas, es decir, se contradice un poco la 
posición de que solo son grupos narcotraficantes. 
Estas estructuras armadas siguen siendo empleadas para cometer asesinatos 
políticos o desplazar a la población civil. Aunque estas estructuras, a diferencia de las 
AUC, no manejan un discurso político propio ni obedecen específicamente a lógicas 
contrainsurgentes, representan un potencial de violencia que puede ser utilizado desde 
sectores de las élites de poder. (Zelink 2015) 
37 
2.4 Violencia Urbana 
 
Como se ha enmarcado a lo largo de este trabajo la violencia en Colombia ha 
sido un fenómeno que ha ido evolucionando en diferentes movimientos y agrupaciones, 
pero nunca ha desaparecido. Problemáticas como la del paramilitarismo o las guerrillas 
se han infiltrado en la misma estructura de la sociedad colombiana y es por ello que en 
muchas ocasiones pasan por a ser prácticas normalizadoras y ni siquiera se reconocen 
oficialmente como grupos paramilitares o guerrilleros si no, como en el caso de Bogotá, 
se registran como casos de violencia urbana sin entender que el trasfondo de estas 
agrupaciones tiene un recorrido histórico aún más complejo. Para poder entender esa 
relación entre los fenómenos sociopolíticos en Colombia y la relación con la ciudad, 
antes que nada, es importante definir el concepto de violencia urbana. 
Como primera instancia se toma como referente la definición de José Miguel 
Cruz de violencia urbana en donde se aproxima a la relación del concepto con la 
criminalidad. 
 
 
Muchos autores se refieren al término violencia urbana aproximándolo a criminalidad; la mayor 
parte de la violencia ejercida en contra de una persona tiene una dimensión delictiva y, por tanto, 
está penada socialmente, usualmente se ha adoptado el término de violencia urbana para hacer 
referencia al crimen cometido en los entornos públicos de las grandes ciudades. Así, la violencia 
urbana sería aquella ejercida en el marco de las relaciones y dinámicas mediadas por la 
convivencia urbana, cuyas expresiones más frecuentes son el robo a mano armada, las amenazas, 
las agresiones, los golpes, los secuestros y el homicidio. (Cruz, J. pg 260. 1999) 
 
 
El autor a su vez habla del impacto decisivo que tiene la violencia urbana en las 
condiciones de vida de las personas afectadas ya que se ve involucrada su integridad 
física o en muchas ocasiones su misma supervivencia. De igual forma, esas escenas de 
violencia afectan la calidad de vida de las comunidades. En elcaso de Bogotá o 
Medellín es muy difícil ejercer un control gubernamental sobre estas situaciones ya que 
38 
las diferentes agrupaciones ya están inmersas en la comunidad y sus habitantes ya sea 
por conveniencia o por amenazas no denuncian las situaciones. A lo anterior se le debe 
agregar el componente de microtráfico que se vive en las zonas afectadas lo cual ya 
incluye un contexto económico y de negocios ilegales que agrava aún más la violencia 
ya presentada. 
 
 
La violencia se ha extendido por todos los países y ciudades de la región con peculiaridades y 
ritmos propios, provocando varios cambios: en la lógica del urbanismo (blindaje de la ciudad, 
nuevas formas de segregación residencial); en los comportamientos de la población (angustia y 
desamparo); en la interacción social (reducción de ciudadanía, nuevas formas de socialización); y 
en la militarización de las ciudades (mano dura, ejército en las calles), todo esto amén de la 
reducción de la calidad de vida de la población (homicidios, pérdidas materiales). (Carrión, F. 
2008) 
 
 
La violencia urbana se ve en todas las zonas de la ciudad, pero se representa una 
forma más específica en barrios marginales y zonas, donde la policía local no tiene tanto 
control. Estás poblaciones, además, tienen problemas en la infraestructura, el 
ordenamiento territorial y el transporte público, así como la prestación de servicios 
públicos como el agua. Por lo general estas comunidades se encuentran en una situación 
de vulnerabilidad constante en donde sus derechos fundamentales son violados y se 
encuentran en situaciones de dificultad constante. Es por ello, que son focos de 
población y zonas específicas de las ciudades en donde al no haber tanto control estatal 
se convierten en lugares perfectos para que surjan conflictos internos de violencia 
urbana. 
Fernando Carrión propone la implementación de nuevas políticas urbanas que 
cubran las diferentes situaciones de desigualdad que se viven en las zonas vulneradas y 
que directa simbólicamente también se traducen como violencia. 
39 
En otras palabras, a los problemas de transporte, medio ambiente, pobreza, equipamientos, 
vivienda y gobernabilidad de nuestras ciudades se ha incorporado la violencia; lo cual requiere de 
nuevas políticas urbanas, y también políticas explícitas de seguridad ciudadana, porque no sólo se 
ha convertido en un problema urbano adicional sino ahora tiene autonomía propia y afecta a otros 
componentes de la sociedad y la ciudad. (Carrión, F. 2008) 
 
 
Como se explicó anteriormente estas diversas expresiones de violencia tienen un 
trasfondo mucho más profundo de lo que se entiende a simple vista. En el caso de 
Bogotá tanto las FARC como los grupos Paramilitares entraron a la ciudad con 
diferentes grupos. En el caso específico de las paramilitares, tema central de esta 
investigación, la llegada de estos grupos fue para evitar la expansión del control de las 
FARC en la ciudad y de cierta forma, como una estrategia de colonización ideológica 
bajo sus campos de acción. Bogotá se convirtió en un lugar estratégico para estos grupos 
armados ilegales ya que la captación de dinero, la incidencia política y sobre todo el 
posicionamiento simbólico se debían desarrollar desde la ciudad, teniendo en cuenta que 
es un centro importante si se busca la colonización ideológica del país. 
 
 
Aparición oficial del Bloque Capital de las AUC. 
 
El bloque capital de las AUC operó bajo perfil hasta el 2001, aunque el proyecto 
de instauración inició desde el 1999 por órdenes de Carlos Castaño (líder paramilitar). 
Los miembros de este grupo fueron tomados de los frentes campesinos del Sumapaz, el 
bloque centauros del Llano, las autodefensas del Tolima y del Quindío, de igual forma 
había integrantes de Cundinamarca y del departamento de Boyacá. El primer incidente 
que oficializó al Bloque Capital fue una carta firmada por las AUC en el 2001, la cual se 
enviaron amenazas a varios alcaldes la ciudad. 
40 
Según Nelson Mauricio Pinzón con su tesis Los jóvenes de “La loma”: Altos de 
Cazucá y el paramilitarismo en la periferia de Bogotá para la Universidad Nacional, 
según una declaración de uno de los jefes paramilitares, la orden de que se instaurara un 
Bloque de las AUC en Bogotá venía del gobierno mismo. 
En este proceso, además, se hicieron visibles algunas acciones ejecutadas por ellos que generaron 
cierto debate (oferta de seguridad a actores ilegales y sectores sociales, cobranzas de deudas 
generadas por el narcotráfico, captación de bandas criminales y sicariales, etc.), las cuales 
tradicionalmente estaban asociadas al crimen organizado procedentes de carteles del narcotráfico. 
Luego de las desmovilizaciones también despertaron algunos debates sin gran trascendencia las 
declaraciones de jefes paramilitares como Salvatore Mancuso, quien ha afirmado en varias 
ocasiones que la creación del bloque Capital respondió a la petición del ex vicepresidente 
Francisco Santos (2002-2010) y otros sectores de la élite bogotana. (Pinzón, M. 2005). 
 
 
Estas declaraciones se obtuvieron por medio del proceso de paz con los 
paramilitares y la ley de Justicia y Paz. Sin embargo, la Fiscalía decidió archivar el 
proceso contra 2Francisco Santos al no tener material probatorio. 
De igual forma, el Bloque Capital tuvo un reconocimiento por los casos de las 
casas de cobros y la limpieza social en los sectores periféricos de la ciudad. Estas 
denuncias llegaron a la Defensoría del Pueblo en un informe presentado el 3 de marzo 
del año 2004. Las AUC también llegaron a Bogotá a instaurar negocios ilegales de 
narcotráfico y de esta forma fue más fácil el control de las diferentes zonas no solo de la 
ciudad sino también la expansión por más territorios del país. 
 
 
Cuando las AUC anunciaron su arribo a la ciudad (El Tiempo, enero 21 de 2001), no sólo 
continuaron desarrollando acciones sicariales u operaciones tipo comando o “escuadrones 
de muerte” característico de grupos predecesores de naturaleza paramilitar (Duncan y 
Flores, 2006). También crearon estructuras estables para ejercer control territorial y 
especializaron unidades con el ánimo de desarrollar actividades encaminadas a prestar 
apoyo logístico y financiero a grupos paramilitares en otras regiones del país (Duncan, 
2006). Dejaron de operar exclusivamente de manera local, formaron parte de una red con 
conexiones regionales, nacionales e incluso en algunos casos internacionales, por ejemplo, 
para lo pertinente al tráfico de estupefacientes. ( Pinzón, M. 2005) 
 
 
2 Ver anexo2 
41 
 
 
Las AUC se organizaron en diferentes barrios de la periferia de Bogotá, muchos 
de esos barrios que configuran la comunidad de Altos de Cazucá. Entraron como una 
organización de autoridad que ordenaba el territorio. Así mismo, hay denuncias de 
asesinatos y desaparición de jóvenes de estos lugares a causa de las llamadas “listas 
negras” es decir se hacía control de la población por medio de la limpieza social. 
Estas estructuras se representaron como diferentes factores que generaban un 
contexto de violencia urbana pero en muchos de los casos la limpieza social, el 
microtráfico o las amenazas a los comunitarios aunque fueron analizados por aparte para 
explicar la situación de violencia que se veía en estas zonas marginales de la ciudad, 
tenían como base y epicentro las actividades paramilitares del frente de las AUC y por 
tal razón deben analizarse bajo los patrones de estudio del conflicto armado en Colombia 
y en este caso específico, sus repercusiones en comunidades de la ciudad de Bogotá. 
42 
3. Entrevistas y trabajo de campo 
 
 
El Bloque Capital: la historia del paramilitarismo en Bogotá en los años 90 es un producto 
periodístico que suma los relatos personalizados en torno al crimen de Mario Calderón y 
Elsa Alvarado, el 19 de mayo de 1997; el asesinato a Eduardo Umaña, el 18 de abril de 
1998; la muerte del sindicalistaJulio Alfonso Poveda, el 17 de febrero de 1999; el crimen 
del periodista Jaime Garzón, el 13 de agosto de 1999; el atentado contra Wilson Borja el 15 
de diciembre del 2000; el secuestro de la periodista Jineth Bedoya, el 25 de mayo del 2000; 
el asesinato del alcalde de El Dorado (Meta) Euser Rondón y dos acompañantes, el 13 de 
septiembre de 2004 y la historia de John Alex Olaya, un joven que ha vivido en Ciudad 
Bolívar desde hace 25 años y conoce de cerca casos de limpieza social e incursión del 
Bloque Capital. 
Como insumos fundamentales para la realización de este producto periodístico se realizaron 
diferentes entrevistas a familiares cercanos de las víctimas, relatos que fueron imperativos 
para complementar la investigación realizada y darle voz a las historias. Entrevistas a Iván 
Calderón, hijo de Mario y Elsa; Camilo Umaña, hijo de Eduardo Umaña Mendoza; Alfredo 
Garzón, hermano de Jaime Garzón; Sofía Zambrano, abogada de la Comisión Colombiana 
de Juristas; John Alex Olaya víctima de Bloque Capital en Ciudad Bolívar, entre otras 
personas que enriquecieron la narración y le dieron realismo a los relatos, porque en su 
mayoría, aunque no fueron víctimas directas, el conflicto armado y la impunidad de sus 
casos sí influyó en sus vidas. 
43 
3*No todas las entrevistas se adjuntarán en los anexos de este trabajo, por petición directa 
de los entrevistados quienes piden confidencialidad en los testimonios dados. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
3 Ver anexos 4,5,6 
44 
4. Conclusiones 
 
 
El Bloque Capital de las Autodefensas Unidas de Colombia si existió, pero nunca se 
ha abierto un proceso judicial para estudiar los hechos relacionados con su proceder en la 
ciudad entre los años finales de la década de los 90 y los primeros del siglo XXI. Según lo 
declaró un procesado, unos 200 hombres del paramilitarismo, con ayuda de funcionarios 
públicos y agentes de las Fuerzas Armadas, realizaron múltiples actos de violencia, 
crímenes selectivos, narcotráfico, oficinas de cobro y limpieza social. No obstante, este 
capítulo del paramilitarismo en Bogotá parece un territorio intocable. Sin solvencia jurídica 
en el Estado, ni memoria documentada que haga parte de la historia del conflicto armado. Y 
en términos de graves violaciones a los derechos humanos, la deuda es elevada. 
Lo que quedan son las voces y memorias de las víctimas, insumo trascendental para 
la reconstrucción de la verdad. El espacio narrativo que en este trabajo periodístico plantea 
apenas ocho casos, pero que necesita el registro de todos los que constituyeron el siniestro 
apartado del Bloque Capital. El atentado a la dirigente de la Unión Patriótica, Aída Abella 
en 1996, el asesinato del vicepresidente de la Central Unitaria de Trabajadores (CUT), 
Jorge Ortega García el 20 de octubre de 1998, el asesinato del excomisionado de paz Jesús 
Antonio Bejarano en septiembre de 1999, el asesinato del presidente de la Comisión de Paz 
de la Cámara de Representantes Jairo Hernando Rojas, en septiembre de 2001. O por la 
misma época, el exilio del escritor Alfredo Molano y el atentado al sociólogo Eduardo 
Pizarro Leongómez. Todos crímenes y delitos ocurridos en Bogotá con sello paramilitar. 
Y con alto grado de certeza, muchos de estos casos y otros más, como los que 
también se abordan en este aporte periodístico, plantean conexiones del paramilitarismo en 
modus operandi o relación entre víctimas, atribuibles siempre al Bloque Capital. El caso 
45 
Mario Calderón y Elsa Alvarado, con su resguardo ecológico en el Sumapaz, ligado a la 
historia del líder agrario de ese mismo terruño Julio Alfonso Poveda. El fallido intento del 
periodista Jaime Garzón de detener su asesinato acudiendo a la Cárcel Modelo para buscar 
una conexión con Carlos Castaño, en los mismos días en los que la periodista Jineth 
Bedoya documentaba desapariciones, asesinatos o tráfico de armas en el centro 
penitenciario. O las repetidas menciones judiciales al general Rito Alejo del Río o el 
coronel Jorge Eliécer Plazas Acevedo. 
Hilos que se cruzan en el capítulo Bloque Capital para demostrar que esta estructura 
armada del paramilitarismo en Bogotá fue responsable de una sistemática comisión de 
asesinatos y atentados selectivos contra un grupo de personas relacionadas con la defensa 
de los derechos humanos. Una evidencia que para la Justicia Especial de Paz (JEP) y la 
Comisión de la Verdad, representa una nueva oportunidad de alcanzar una visión 
totalizadora de lo que sucedió en la ciudad. Hoy resulta innegable la participación del 
Estado en graves sucesos ocurridos en los años finales de la década de los 90 y los primeros 
del siglo XXI. Varios han sido considerados como de lesa humanidad y crímenes de 
Estado. Persiste el letargo judicial, la pérdida de los testigos o la postergación de los 
expedientes. Pero se puede avanzar. 
No se trata incluso de aclarar solo la mano del paramilitarismo en Bogotá, sino 
desde ella comprender la magnitud del mismo proyecto criminal que se extendió hasta los 
departamentos del Meta, Vichada y Guaviare, entre otros. Mucha tela por cortar alrededor 
del jefe paramilitar Miguel Arroyave, que entre 1999 y 2002 reinó en la cárcel Modelo de 
Bogotá y desde ella, con sus aliados afuera del penal, le dio identidad a una estructura 
armada que cometió incontables crímenes y, a imagen y semejanza de Envigado, se 
desdobló en oficinas de cobro. En el Sanandresito de la 38 o al norte de la ciudad, al mejor 
46 
postor y servicio de ajuste de cuentas. Y grupos de limpieza social que administraron la 
muerte en Ciudad Bolívar, Cazucá o Soacha. Con víctimas anónimas, difíciles de rastrear, y 
la marca común paramilitar y sus efectos colaterales de reclutamiento forzoso, sicariato o 
microtráfico. 
El mismo Miguel Arroyave, que desde el círculo de Jesús Emiro Pereira alias 
Huevoepisca, el Bloque Interno Capital o Henry de Jesús López, alias Mi Sangre, todos con 
libertad para el delito, a su salida de la cárcel Modelo se transformó en el amo y señor del 
Bloque Centauros. En asocio con el enviado especial de la Casa Castaño, despojador de 
tierras y capo Daniel Rendón Herrera, alias Don Mario; o de Manuel de Jesús Pirabán o 
Jorge Pirata. Con manos ávidas para sumar víctimas a su proyecto impune extendido por 
los Llanos Orientales. Una tenebrosa organización insuficientemente documentada, misión 
obligatoria del Estado y las organizaciones sociales, pero también del periodismo y sus 
deberes con la memoria. Con la verdad de la ciudad y del país, para que el olvido no siga 
oculto bajo el tapete de la historia. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
47 
 
48 
 
La historia del Bloque Capital: las víctimas del paramilitarismo 
en Bogotá en los años 90 
En los últimos tiempos, la memoria del conflicto armado en Colombia se ha convertido en una 
atractiva tarea para los medios de comunicación. Pero más que una misión informativa, en las 
actuales circunstancias del país, abocado al desarrollo de instituciones como la Justicia Especial de 
Paz (JEP) o la Comisión de la Verdad, ahora se trata de contribuir activamente con el derecho de las 
víctimas. A construir entre todos la historia reciente de una nación que, a falta de justicia, al menos 
quiere saber lo que pasó. 
Esta expectativa no significa que la disciplina del periodismo pueda determinar las 
responsabilidades de los victimarios o aportar conclusiones judiciales inapelables acerca de los 
delitos y acciones graves cometidas en la guerra. Esa es y seguirá siendo una obligación prioritaria de 
la justicia. Pero en términos de verdad, muchas veces no contada en los expedientes judiciales, la 
comunicación y el periodismo poseen herramientas útiles para narrar los hechos y contextualizar 
debidamente las historias. 
Por lo general, los testimonios o contextos de esos capítulos difíciles de la

Continuar navegando