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Dialnet-LaContabilidadComoLenguaje-5006342

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LA CONTABILIDAD COMO LENGUAJE 
Jesus de Garay Suárez-Llanos' 
Rubén Manso Olivan' 
"La más noble y provechosa de todas las invenciones ha sido la del lenguaje 
... por medio suyo lo hombres registran sus pensamientos, los recuerdan cuando 
han pasado, y los anuncian uno a otro para mutua utilidad y conversación. Sin 
él no habría existido entre los hombres ni gobierno, ni sociedad, ni contrato, ni 
paz, ni más que lo existente entre leones, osos y lobos. 
HOBBES: Leviathan 1, 4, 22. 
La contabilidad por partida doble es uno de los descubrimientos más ingenio­
sos de la mente humana. 
GOETHE: Años de aprendizaje de Wielhelm Meister, 1, X 
(cit. Mises, 1995: 279) 
Necesitamos una representación de la realidad para poder actuar. 
Algo así como un mapa para poder orientarse. Hay muchas formas de 
representar la realidad. Una fotografía, una guía telefónica o una ecuación 
matemática son representaciones diversas del mundo. La contabilidad es, 
igualmente, una forma de representación de la realidad. 
Cualquier representación de la realidad atiende a un aspecto que 
considera relevante. Una representación es, por lo tanto, un aspecto de la 
realidad: üna forma de ver el mundo desde un punto de vista determinado . 
• Profesores de la Universidad Europea de Madrid. 
CUADERNOS DE ADMINISTRACiÓN N° 24/ UNIVERSIDAD DEL VALLE / ENERO 1998 115 
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La contabilidad se centra, por ejemplo, en los aspectos económicos de la 
realidad y, especialmente, en algunos de ellos. 
Toda representación es un lenguaje, en tanto que es una articulación de 
signos, de formas significativas. Y, consecuentemente, existen muchos 
lenguajes, al menos, tantos como formas de representación. Un lenguaje 
difiere de otro precisamente porque representa aspectos diferentes de la 
realidad. Las fórmulas matemáticas no sirven para hablar del amor, pero 
sí pueden servir una poesía o una simple conversación. Un cartel es el 
lenguaje apto para la publicidad, pero no para el cálculo de estructuras de 
un puente. Pues bien, la contabilidad es una forma de representación que 
exige un lenguaje adecuado a aquellos aspectos relevantes que pretende 
representar. Un lenguaje inapropiado sería la ruina de la contabilidad. 
La contabilidad se ha desarrollado como una técnica. Su lenguaje es 
un lenguaje técnico. Y, en consecuencia, sus términos poseen un signifi­
cado unívoco y necesario. "La técnica habla un lenguaje nuevo; eso quiere 
decir: renuncia a todos los resultados que no sean los que ya están 
contenidos, como el resultado de una operación aritmética, en la utiliza­
ción de ese lenguaje .. . Por muy dinámica, explosiva y cambiante que pueda 
mostrarse la técnica en su carácter empírico, lo cierto es que conduce a 
unos órdenes enteramente determinados, unívocos y necesarios" (Junger, 
1990: 158-159). No obstante, la homogeneidad y rigidez del lenguaje 
contable es de gran utilidad para comparar la situación económica de unas 
empresas con otras, lo que permite el uso de un mismo lenguaje contable 
en áreas muy amplias. 
La elección de los objetos que se representan en el lenguaje contable es 
fruto, en gran medida, de las legislaciones mercantil y fiscal. Y, en concreto, 
se ha orientado a la representación de objetos nacidos de actos de comercio 
y valorados de manera objetiva para permitir la comparabilidad. 
Sin embargo, este lenguaje técnico-contable se ha alejado de la expresi­
vidad que caracteriza a los lenguajes verbales de las ciencias sociales y 
humanas y ha reducido la utilidad para el propio elaborador de la 
información contable. 
LA CONTABILIDAD COMO LENGUAJE I JESÚS DE GARAY SUÁREZ I RUBÉN MANso OLIVAN 
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Quizá por eso, la contabilidad es un técnica empresarial con cierto 
desprestigio entre sus usuarios, que no la viven como algo útil para su 
actividad cotidiana, sino, más bien, como una obligación que les viene 
impuesta por el marco socioeconómico en el que se desenvuel ven. Pero si 
la contabilidad no sirve fundamentalmente al que la hace -el empresario­
, perderá buena parte de su eficacia y terminará convirtiéndose en una 
rémora para la empresa. 
Además, las rigideces del lengua je técnico contable han llevado a que 
la elección de los objetos representados y su valoración no siempre atienda 
a otras valoraciones útiles para un empresario en concreto. 
De una manera general, se podría decir que para la contabilidad es 
relevante lo que es útil (Túa, 1995). La utilidad que percibe el sujeto que 
realiza la contabilidad es aquella que incrementa su capacidad de decisión, 
es decir, su libertad. Este tipo de utilidad es la que el sujeto vive como 
propiamente suya. Una contabilidad útil hace más libre al empresario. 
Cabe, desde luego, otro tipo de utilidad en la que el sujeto no incrementa 
su capacidad de decisión, sino que mantiene su actual nivel de libertad. 
Esta limitada utilidad que no es percibida como tal por el individuo y que 
ha contribuido en mucho a su desprestigio como materia. 
Los aspectos de la actividad económica que la contabilidad trata de 
representar pueden dividirse en aspectos homogéneos -que son los que 
normalmente recogen las rúbricas- y aspetos heterogéneos -que son los 
que suelen requerir de la ampliación de información que constituye la 
memoria-o 
La rúbrica es un criterio taxónomico, que agrupa los objetos represen­
tables en contabilidad, de acuerdo con algún criterio homogeneizador. 
Las rúbricas contables establecen ya un sistema de clasificación que 
determina de forma necesaria todo el desarrollo contable. Sin embargo, es 
obvio que unas rúbricas diferentes o una clasificación distinta de los 
diversos apartados contables, supone una forma nueva de realizar la 
contabilidad. Las rúbricas interpretan lo que es relevante y homogeneiza­
ble de forma implícita. Fijar las rúbricas -o lo que es lo mismo: dar nombre 
a las cosas- es el primer acto de interpretación en contabilidad .. 
CUADERNOS DE ADMINISTRACIÓN N° 24/ UNIVERSIDAD DEL VALLE / ENERO 1998 117 
. 
En general, no sólo las rúbricas, sino todos los signos contables, tienen 
un carácter simbólico: representan la realidad económica por medio de 
alguna convención (Aristóteles, 1995). Es decir, los objetos -o aspectos 
de los objetos, incluidas sus relaciones mutuas- que se consideran relevan­
tes son seleccionados según convenciones sociales. O sea, lo que es 
relevante y simbolizable en contabilidad depende de circunstancias histó­
ricas y culturales. Lo que hoy, aquí y ahora es relevante no lo es en otro 
lugar o en otro tiempo. 
Por otro lado, los importes asignados a cada rúbrica, expresados en 
alguna moneda, son representaciones de la suma de un conjunto de objetos 
homogeneizados de acuerdo con un criteriorelevante: el valor de cambio 
o precio de adquisición en un tiempo y lugar determinados, que cambia 
para cada clase de objetos agrupados en la rúbrica y no es permanente en 
el tiempo. 
En resumen, la realidad registrada y clasificada bajo las rúbricas ha de 
ser interpretada y evaluada teniendo en cuenta que las circunstancias 
históricas son, de alguna manera, cambiantes. Se comete, por tanto, un 
error cuando se intenta dar un carácter necesario a dicha selección de los 
objetos relevantes y a su valoración. 
En cualquier caso, la contabilidad ha de atender no sólo a aquellos 
aspectos de la actividad económica que no sonhomogeneizables -es decir, que 
son, en cierto modo, comunes a todas las empresas- y que, por tanto, son 
numerables -pues el número como el nombre de la rúbrica, recoge aspectos 
abstractos que prescinden de las diferencias individuales-, sino que, también, 
ha de registrar los aspectos heterogéneos y diferentes de cada compañía, que 
no son reducibles a una forma común (Sen, 1989: 79). 
El amplio y reciente desarrollo de la memoria representada como una 
utilización del lenguaje verbal es más rico en su precisión homogeneiza­
dora, más diferenciador en los detalles y puede sal var del empobrecimiento 
al que conduce la suma en un importe del valor de los objetos agregados 
en una rúbrica. ,Además, el lenguaje verbal permite recuperar para la 
contabilidad objetos no representables por no ser fruto de un acto de 
comercio, o valoraciones subjetivas del empresario, pero de gran relevan­
cia para sus intereses. 
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Conviene subrayar que la dificultad máxima para cualquier sistema 
contable reside en la interpretación de los bienes económicos. N ada resulta 
tan complejo como establecer qué bienes han de ser valorados y cuál sea 
el valor de cada bien. La contabilidad es, ante todo, una tarea de 
interpretación de los bienes dentro del contexto de la valoración social y 
teniendo en cuenta que cualquier valoración es siempre subjetiva. De 
hecho, la subjetividad es la característica de la valoración que permite el 
intercambio (Mises, 1995: 395). 
Los símbolos contables representan el poder de la empresa, su fuerza, 
su capacidad, sus posibilidades de futuro. U na imagen fiel de una empresa 
es la que representa fielmente su potencia. La empresa es, esencialmente, 
un conjunto de actividades dirigidas al futuro. La fuerza o poder de una 
empresa no se mide simplemente por lo que hizo en el pasado sino, sobre 
todo, por lo que puede llegar a ser. El valor de una empresa se mide por 
sus posibilidades de futuro. Tales posibilidades han de ser reales; esto es, 
viables y no puras posibilidades utópicas, inalcanzables y sin base real. 
El lenguaje contable actual tiende a olvidar algunos de estos poderes. 
Por ejemplo, pueden quedar fuera de la taxonomía de las rúbricas 
aspectos relevantes como la marca y el buen nombre -cuando no son 
adquiridos por contraprestación económica-, los conocimientos, las capa­
cidades y las costumbre de las personas, etc. La fuerza de una empresa a 
menudo se asienta sobre este tipo de objetos inmateriales como la 
información, la costumbre o la imagen. Estos poderes contribuyen a 
acometer nuevas acciones o a estabilizar las acciones futuras, precisamen­
te, en tanto que aumentan o mantienen la libertad de acción se corresponde 
básicamente con su valor como bien económico. 
Sin duda, es un intento inalcanzable precisar exactamente la potencia 
de una empresa. Pero la contabilidad aspira a determinar la diferente 
calidad de los objetos representados, aun cuando la calidad no sea 
enteramente objetivable y dependa mucho de la apreCiación del empresa­
ri-o sobre las posibilidades del objeto. 
La contabilidad sólo puede interpretar de forma aproximada cuáles 
son las posibilidades que hacen fuerte a la empresa, Por una parte, porque 
CUADERNOS DE ADMINISTRACIÓN N° 24 / UNIVERSIDAD DEL VALLE / ENERO 1998 119 
la libertad de acción del empresario es una libertad contingente sometida 
a los imprevistos de la naturaleza, del mercado y de la sociedad. Y, por 
otra parte, porque la contabilidad no puede prescindir de la capacidad 
interpretadora del empresario, que escudriña entre las infinitas posibili­
dades y crea siempre posibilidades de la nada. El espíritu creativo 
empresarial de los directivos es uno de los activos principales de una 
empresa. 
No obstante, asumir la contabilidad sólo puede ofrecer una interpre­
tación aproximada, subjetiva y simbólica de la realidad económica que no 
significa, en absoluto, que haya que abandonarse a una especie de 
arbitrariedad contable. De otro modo, ni siquiera cabría hablar de engaño 
en la manipulación de los datos contables, porque cualquier interpreta­
ción sería legítima. Que sea difícil definir con precisión la fuerza de una 
empresa no quita que haya que intentar hacerlo con la máxima exactitud 
posible. 
Más aún, la contabilidad tiene una indudable relevancia ética en 
cuanto aspira a nombrar y numerar el poder de la empresa sin falsear la 
realidad de las cosas (Garay, 1994). Ya se ha dicho que la contabilidad 
es un lenguaje simbólico y, en segundo lugar, una ulterior interpretación 
de las cuentas y balances. Y precisamente, porque la contabildad exige 
interpretar, representar y simbolizar poderes más o menos inmateriales, 
por eso presenta enormes posibilidades al engaño. 
Es en las tareas de representación de la realidad circundante donde 
surge la posibilidad del engaño. En este sentido, la contabilidad como 
lenguaje de los negocios es un punto en el que pueden apoyarse los 
estudios sobre ética. El principio de imagen fiel, que fundamenta toda la 
disciplina, tiene un contenido básicamente ético, y como tal es exigible a 
cualquier otro lenguaje. 
LA CONTABn.IDAD COMO LENGUAJE I JESÚS DE GARAY SUÁREZ I RUBÉN MANso OUVAN120 
ARISTÓTELES: Acerc... _~ 
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México D.F., 19&- . 
TÚA, J.: Elsopone leó 
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o laJ es exigible a 
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SHELL, M.: Dinero, lenguaje y pensamiento. Fondo de Cultura Económica, 
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153, diciembre de 1995, pp. 10-19. 
CUADERNOS DE ADMINISTRACIÓN N° 24/ UNIVERSIDAD DEL VALLE / ENERO 1998 121RtllÉS MANso OLlVAN

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