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Estética de Consumo. El estudio de la puesta en práctica Sanín 
De la cultura material.. 
¿Qué es diseño Hoy? 
Primer Encuentro Nacional de Investigación en Diseño 
Universidad Icesi 2004. Página 1 de 21 
Estética del Consumo 
El estudio de la puesta en práctica de la cultura 
material 
 
Juan Diego Sanín Santamaría 
 
 
 
Resumen 
 
Para algunos en la cultura global el diseño es inalcanzable. Generalmente, al analizar el 
diseño desde la cultura material, se estudia la manera en que fueron concebidos objetos 
extraordinarios para usuarios ideales, y a partir de estos se diseña. 
 
Entendiendo el consumo como el conjunto de dinámicas socioculturales que se desarrollan 
en torno a la adquisición, el uso y el desecho de la cultura material. La estética del consumo 
propone estudiar los objetos desde las formas en que son practicados ordinariamente, por 
los usuarios reales. Tratando de ubicar y definir las tensiones que aparecen entre los 
modelos de consumo idealizados por la cultura global y los realizados por la sociedad local, 
que se materializan en objetos nuevos, en la resignificación de los existentes y en la 
revalorización de otros. Se describen también las tendencias comerciales que desarrollan 
los productores de la cultura material basados en las puestas en práctica de los 
consumidores. 
 
 
Abstract 
 
In a global culture, design is unreachable for some people. The process follows a standard 
user and an idea that the designer materialized in an extraordinary object. 
Meaning the consume as a group of socio-cultural dinamics that are developed in an 
environment, of adquisition, use and disposal at the material culture. The asthetics of the 
consume propose to study the objects from the way thay are usually practice by real users. 
The purpose of this análisis begins by trying to place and define the tensions that appear 
between the models of idealized consume by a global culture and those that are practice by 
the local society and are materialized in new objects, in resignification of existent, and 
revaluate of others. It is also describes the comercial trends, that producers develop on the 
material culture, based on the way the consumers interactuate whit objects. 
 
Estética de Consumo. El estudio de la puesta en práctica Sanín 
De la cultura material.. 
¿Qué es diseño Hoy? 
Primer Encuentro Nacional de Investigación en Diseño 
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Las Puestas en Práctica 
En la parte introductoria de “El sistema de los objetos1” –un libro de 1968 – J. Baudrillard 
refiriéndose a los estudios sobre los objetos, enfatizaba que el análisis formal, funcional y 
estructural 2 no da respuesta a la manera en que estos son vividos, ni a que otras 
necesidades a parte de las funcionales, dan satisfacción. Se preguntaba además por las 
maneras en que ese sistema de objetos (dimensión tecnológica) se trama en la práctica con 
los actos de las personas (dimensión sociocultural). 
 
Cada uno de nuestros objetos prácticos esta ligado a uno o varios elementos estructurales, 
pero, por lo demás todos huyen continuamente de la estructuralidad técnica hacia los 
significados secundarios, del sistema tecnológico hacia un sistema cultural. 
 El sistema de los objetos no puede describirse científicamente más que cuando se le 
considera, a la vez, como resultado de la interferencia continua de un sistema de prácticas 
sobre un sistema de técnicas. 
 La descripción del sistema de los objetos tiene que ir acompañada de una crítica de la 
ideología práctica del sistema. En el nivel tecnológico no hay contradicción: solo hay sentido. 
Pero una ciencia humana tiene que ser del sentido y del contrasentido: de cómo un sistema 
tecnológico coherente se difunde en un sistema práctico incoherente, de cómo la ‘lengua’ de 
los objetos es ‘hablada’, de qué manera este sistema de la ‘palabra’ oblitera al de la lengua. 
Por ultimo, ¿dónde esta no la coherencia abstracta, sino las contradicciones vividas en el 
sistema de los objetos?3 
 
Preguntas similares a las que se hacia Baudrillard, –aunque desde otra óptica, en otro lugar 
y en otra época- son las que guían esta investigación. ¿Cómo es que ponemos en práctica, 
eso que concebimos por cultura material? 
Sobre el “parlache” 
 
"Parlache" (parla + parche) es el nombre que han dado José Ignacio Henao y Luz Stella 
Castañeda4 a las puestas en práctica del lenguaje surgidas en los barrios populares de 
Medellín en los años ochenta, y que se han hecho extensivas a gran parte de la sociedad 
medellinense así como a la de otras ciudades Colombianas. Esta variante del español, se 
diferencia del lenguaje estándar por un fuerte proceso de transformación léxico–semántica, 
que se materializa en el surgimiento de palabras nuevas, la resemantización de significados 
existentes, y en la revitalización de palabras de la cultura popular5. El "parlache" muestra la 
manera en que el español –como lenguaje oficial de la cultura – es desviado o adaptado en 
su uso cotidiano para satisfacer las demandas comunicativas de un gran sector de la 
sociedad, para quienes los significantes y significados concebidos por la tradición 
lingüística –en un momento dado- pierden sentido, al no poder expresar a través de este su 
realidad. En este lenguaje deformado toman forma y se materializan sensibilidades 
 
1 BAUDRILLARD, Jean. El sistema de los objetos. Siglo XXI Editores. México. 1975. 
2 Dimensiones curiosamente parecidas a las definidas en el documento de Estándares Mínimos para los 
Pregrados de Diseño en las que se les nombran como comunicativa, funcional, y productiva. 
3 BAUDRILLARD, Jean. El sistema de los objetos. Siglo XXI Editores. México. 1975. Págs. 6 y 9 
4 HENAO, Salazar José Ignacio, CASTAÑEDA, Naranjo Luz Stella. El parlache. Editorial Universidad de 
Antioquia. Medellín. 2001. 
5 Ibíd., Pág. 4 
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emergentes, nuevas maneras de ser y sentir el mundo, de alteraciones y modificaciones de 
la cotidianidad. El "parlache" identifica a sus practicantes, los cohesiona estableciendo 
vínculos emocionales entre ellos, reflejando además la manera en que perciben y enfrentan 
el mundo. Así unas cuantas palabras del parlache de alguna ciudad colombiana bastarían 
para dar cuenta de sus procesos de comunicación y socialización, de su estilo y su cultura. 
Baudrillard se preguntaba por cómo ese ‘lenguaje’ de los objetos era ‘hablado’… ¿no 
podremos nosotros preguntarnos por la existencia de un dialecto social o de un “parlache” 
de los objetos en nuestras ciudades? ¿Será posible ubicar en las puestas en práctica del 
objeto procesos de transformación similares a los del "parlache": surgimiento de nuevos 
objetos, resignificación de los existentes, revitalización de objetos populares? ¿Cómo 
estudiar entonces esas puestas en práctica de la cultura material, a través de las cuales sus 
practicantes se identifican y cohesionan afectivamente entre sí como un grupo? 
 
Estética del consumo 
Si el habla, y en nuestro caso más específicamente el parlache es el término que sirve para 
definir las puestas en práctica de la lengua, consumo es el término que propone esta 
investigación para definir las puestas en práctica de la cultura material. Si bien el estudio 
del parlache se enuncia como una socio-lingüística, el del consumo se hace en términos de 
una estética, no porque trate de restringir sus estudios a lo bello que estas puestas en 
práctica de la cultura material puedan resultar, se refiere por el contrario a una estética 
expandida, preocupada por la manera en que lo técnico, lo funcional y lo comunicativo –
como dimensiones del objeto- se traman con lo fisiológico y lo sociocultural –como 
dimensiones de lo humano -, para constituir en cada contexto un código de las emociones 
quepone en evidencia las formas en que los individuos se identifican entre sí, estableciendo 
referentes comunes en los objetos que consumen habitualmente, materializando además en 
esas prácticas, la sensibilidad y el estilo –si por estilo se entienden las maneras de hacer- de 
cada colectivo social. Dicho de otro modo, es a través del consumo que salen a relucir los 
verdaderos rasgos culturales (la identidad cultural) que guían en la práctica a una sociedad. 
El consumo, como aquí se plantea se refiere a los procesos de apropiación de la cultura 
material, a través de los cuales los objetos construidos son convertidos en objetos vividos, 
siendo acomodados a las prácticas sociales (a los hábitos) que se desarrollan a partir de 
estos. Si a través del parlache –entendido como apropiación de la lengua – surgen palabras 
nuevas, nuevos significados, o nuevos valores, las apropiaciones que se refieren al consumo 
de la cultura material permitirán ubicar el surgimiento de nuevos objetos, o de nuevas 
morfologías, modificaciones simbólicas, afecciones o cargas emotivas que los objetos 
reciben, nuevos significados más allá del concebido, otros sentidos, funciones o estructuras 
adquiridos en su práctica. Todas estas claves para desarrollar productos que se ajusten a las 
prácticas sociales de un contexto. 
 
Cuando se estudia el diseño se estudian objetos extraordinarios creados por grandes 
diseñadores, y muy pocas veces se tienen en cuenta manifestaciones del diseño local, pues 
este es considerado como un diseño menor, “criollo” y pintoresco. Se desconoce, y poco 
importa a los “grandes diseñadores” lo que las personas en su cotidianidad piensan y hacen 
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de los objetos que consumen, lo que sienten por el objeto, lo que les comunica. Los lazos 
que se establecen entre las personas y la cultura material permanecen ocultos al no 
despertar ningún interés en aquellos que solo ven el diseño un proceso para definir la 
“buena forma” de los objetos. 
 
Para diseñar se debe estudiar el consumo, se debe proyectar partiendo de lo que las 
personas piensan y hacen de sus objetos. Tomar como referentes las experiencias de 
personas comunes, las maneras en que se apropian de los objetos y los reinterpretan 
material y simbólicamente, para re-producirlos, para volverlos a hacer ajustándolos a sus 
necesidades y expectativas. Estudiar la cultura material debería ser también estudiar lo 
ordinario, lo que transcurre todos los días, lo que por habitual escapa a la mirada. Estudiar 
el diseño es también tratar de entender como son los procesos de diseño inconsciente que 
dan forma a ese “parlache” de objetos que inundan desde la casa hasta la calle. 
 
Consumir 
Definiremos el consumo como el conjunto de dinámicas socio-culturales que se desarrollan 
en torno a la adquisición, el uso y el desecho de la cultura material, entendida esta como 
una serie de objetos en los que se ha materializado información referente a los 
comportamientos de un grupo social. 
 
Esta definición se puede constatar de algún modo con la propuesta por Zigmunt Bauman en 
la que se contempla el consumo como un proceso, y no simplemente como una situación de 
compra, asilada del resto del ciclo de vida del objeto. En su significado habitual – dice 
Bauman – consumir significa apropiarse de las cosas, pagar por ellas y de este modo 
convertirlas en algo de nuestra exclusiva propiedad, impidiendo que los otros las usen sin 
nuestro consentimiento (…) usar las cosas, comerlas, vestirse con ellas, utilizarlas para 
jugar, y en general, satisfacer - a través de ellas - nuestras necesidades y deseos. Consumir 
significa, también, destruir. A medida que las consumimos, las cosas dejan de existir, literal 
o espiritualmente. A veces se les 'agota' hasta su aniquilación total; otras, se les despoja de 
su encanto hasta que dejan de despertar nuestros deseos y pierden la capacidad de satisfacer 
nuestros apetitos: un juguete con el que hemos jugado muchas veces, o un disco al que 
hemos escuchado demasiado. Esas cosas ya dejan de ser aptas para el consumo.6 
 
El consumo como hábito 
Clifford Geertz en “La interpretación de las culturas”7, diferencia claramente la cultura de 
la sociedad, diciendo que la cultura es una trama de significados en función de la cual los 
humanos interpretan su experiencia y guían su acción, la sociedad en cambio es la forma 
que toma la acción, la red existente de relaciones sociales. Esto se puede resumir diciendo 
que si la cultura es in-formación que funciona como una instrucción, la sociedad será la 
forma que toma esa instrucción al convertirse en acción. Los hábitos - según esto - 
 
6 BAUMAN, Zigmut. Trabajo, consumismo y nuevos pobres. Pág. 43 
7 GEERTZ, Clifford. La interpretación de las culturas. Gedisa. Barcelona. 1987 
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corresponden a las acciones desarrolladas por la sociedad, o dicho de otro modo a las 
maneras en que ponen en práctica la información cultural que comparten. Si se observan los 
objetos no como los propone la cultura, sino más bien de la manera en que son apropiados 
habitualmente por la sociedad, aparecen allí sus verdaderos rasgos culturales, entendidos 
estos como sus maneras particulares de hacer y ser, de actuar y de comportarse 
cotidianamente. Rasgos que deben reflejarse en los objetos que se diseñan. 
 
Néstor García Canclini define nuestro tiempo como heterogéneo y lleno de fracturas, donde 
los códigos que unifican a las personas dejan de ser - cada vez más - los de la etnia o la 
nación en la que se nace. Y afirma que una nación ya no se define por sus limites 
territoriales o por su historia política, sino que son más bien sus hábitos tradicionales como 
consumidores los que los llevan a relacionarse de un modo peculiar con los objetos, 
encontrando así un sentido de cohesión y de pertenecía entre ellos8. Según lo dicho por 
Canclini son esos modos de relacionarse con los objetos, de ponerlos en práctica o de 
consumirlos, los que definen la identidad de un grupo social, esta finalmente se materializa 
en los objetos consumidos que a su vez son el registro de sus hábitos. 
 
Tensiones socioculturales y tendencias comerciales 
El mundo actual impone, a través de modelos culturales mundializados, unos modos de 
consumo como los ideales para todas las sociedades, sin embargo al llegar a cada sociedad, 
esas maneras de consumir son apropiadas y deformadas, surgiendo allí ese “parlache” de 
objetos por el que nos hemos preguntado. En los puntos en que la cultura y la sociedad se 
contradicen al jalonar cada una para lados opuestos, aparecen tensiones socio-culturales, 
entre lo idealizado por esa cultura mundial y lo realizado en las sociedades locales, allí 
encontramos los rasgos que distinguen el objeto característico de nuestras ciudades, en el 
que se yuxtapone lo global y lo local, también lo rural, lo comunal y lo urbano. Así mismo 
encontramos tendencias comerciales en el consumo, es decir, estrategias comerciales que 
toman los puntos de tensión como referentes para desarrollar nuevas maneras de 
comercializar, de formalizar y de proyectar el ciclo de vida de los productos. En las 
tendencias –a diferencia de las tensiones – no se yuxtaponen elementos contrarios, en estas 
lo mundial y lo local se hibridan generando algo completamente nuevo 
 
Estéticas de la Adquisición 
Esas formas del consumo idealizadas mundialmente, por el mercadeo, los estudios del 
comportamiento del consumidor y la economía de la experiencia, no ven manera distinta de 
adquirir un producto, que no sea comprándolo en un centro comercialen un almacén de 
cadena o en una boutique especializada, remitiéndonos a la hora de pensar los objetos, a un 
producto nuevo, que se muestra en un empaque que lo protege y lo hace llamativo. Lo que 
se destaca de este producto es la novedad que presenta en su estilo o en su tecnología, son 
por lo general nuevas versiones de una misma función, rediseñadas para que se ajusten a los 
estilos de la nueva época. Otro atributo de este producto nuevo, y no menos importante que 
 
8 GARCÍA C, Néstor. Consumidores y ciudadanos. Editorial Grijalbo. México. 1995 
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sus demás propiedades, es su marca. El producto nuevo, el ideal, es de marca internacional, 
tiene que ser el original, y el original se reconoce por que esta contramarcado, por que lleva 
por debajo adherido de por vida, un adhesivo tornasol, un código de barras que no 
comienza por 7, y un letrerito que dice “Made in USA”. 
 
Objetos 
Ante esta manera ideal de consumir, y frente a este novedoso producto, aparecen en tensión 
diversas formas de adquirir de las sociedades locales. También lo hacen otros objetos, que 
aunque no tan novedosos, llegan a ser más coherentes con nuestras prácticas sociales y se 
convierten de esta manera, en un reflejo, no solo de nuestro estilo, sino sobre todo de 
nuestra realidad, ya que representan de alguna manera un “dialecto social del adquirir” que 
se desvía y presenta una visión deformada del “lenguaje oficial del comprar”. 
 
 
 
Encontrado 
En estas formas reales (no ideales) del consumo, y en cuanto a la 
adquisición se refiere, encontramos que lo que se adquiere no tiene que 
ser necesariamente comprado y mucho menos novedoso, aun prevalecen, 
en nuestras dinámicas socioculturales modos de adquirir que van más allá 
de las transacciones comerciales y que se remontan a tiempos 
inmemorables. Un ejemplo de esta categoría en las formas de adquisición 
son los objetos encontrados, por lo general estos no son como tal objetos, 
es decir, creaciones artificiales, sino que más bien son cosas naturales, 
que no presentan ninguna modificación o transformación de su estado 
natural. Dentro de esta categoría se agrupan todos los elementos 
naturales, que el uso ha definido como objetos simplemente, y no como 
mercancías o productos comerciales. Estos objeto-cosa, a diferencia de 
una piedra preciosa o de una planta incluso, no representan ninguna valor 
comercial, no se venden ni se compran, y su valor esta dado más bien por 
la persona que lo busca y encuentra, valor que puede ser dado a partir de 
su utilidad o del significado simbólico que puede llegar a adquirir en el 
tiempo. Las piedras de cocina –por ejemplo – son objetos encontrados, 
así mismo los caracoles que se utilizan como topes de puerta, ninguno de 
estos se comprende como una mercancía, o como un producto comercial. 
 
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Heredado 
El objeto heredado pasa de generación en generación, y es característico 
de este, el hecho que en el tiempo puede convertirse en reliquia o sea 
museificado, de esta manera lo heredado, en ocasiones, ve modificada su 
función como útil, llegando ha convertirse en un simple elemento 
decorativo, del cual en ocasiones hasta se desconoce su historia y su 
genealogía, y se cree de él que simplemente apareció y que ha estado aquí 
o allá toda la vida. Sin embargo existen muchos objetos heredados que 
permanecen siendo lo que son, conservando su función y su significado a 
lo largo de las épocas, de estos solo el desgaste absoluto determina su fin 
como objeto. Es común que a lo largo de la vida de las personas estas 
hereden todo tipo de objetos, en especial al entrar en periodos de 
transición, como el uniforme de colegio en la niñez y parte de la 
adolescencia. Igualmente en otros periodos de transición como el de la 
independencia, obtenida a través de un lugar propio, se heredan objetos 
como muebles o piezas de vajilla, que entran a conformar eclécticas sala-
comedores, e insólitas mesas servidas, configuraciones espacio-
temporales híbrida en épocas y estilos, que hablan bien de su habitante. 
 
 
Cambiado 
Otra manera de adquirir, que aparece como sustituto de la compra es el 
cambio. El objeto cambiado es aquel que entra en canje por otro objeto. 
Los motivos que pueden llevar al objeto a esta categoría son muy 
diversos, desde el hecho de tenerlo "repetido", de no usarlo, o 
simplemente querer deshacerse de él obteniendo algo a cambio. Conocida 
es por todos la bonita e inquisitiva historia del español que cambiaba 
espejos por oro, hoy, 500 años después en las mismas tierras aun 
prevalece - aunque sin la desproporción de antes - este modo de adquirir 
productos. La “calle del cambalache” es el nombre que recibe en 
Medellín, una actividad que aparece en diferentes lugares del centro de la 
ciudad, en los que se puede cambiar desde una mano de muñeca, hasta un 
reloj de pulso o una olla para preparar arroz. 
 
 
Usados 
Una prueba de que lo que se adquiere no siempre tiene que ser nuevo es 
el amplio mercado de los usados, y en este caso no nos referimos al 
mercado de automóviles, sino especialmente al de mobiliario, artículos 
para bebé y prendas de vestir. De estas últimas José Navia en "Historias 
nuevas para la ropa vieja"9 cuenta como existe, en Bogotá - como en 
cualquier ciudad del País - todo un mercado en torno a la ropa usada en 
 
9 Navia, José. Historias nuevas para la ropa vieja. Editorial Universidad de Antioquia. Medellín. 
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diferentes sectores de la capital. En Medellín existen reconocidos 
almacenes de ropa usada como “El pobre Luis”, ubicado en la Plaza 
Minorista, donde se puede conseguir un “bluyin” desde 2.000 pesos; o 
“Usados de la 10”, ubicado en plena Zona Rosa, allí venden “blue jeans” 
usados por “gringo”, los cuales exceden en su precio a uno nuevo. Lo 
usado se adquiere, principalmente las prendas de vestir, porque resulta 
más barato que lo nuevo, pero también porque puede resultar más 
llamativo, e irónicamente - en estos tiempos "retro", para algunos - más a 
la moda. 
 
 
Imitados 
Los segmentos de consumidores y sus extranjerizados estilos de vida se 
han encargado de idealizar - a través de sus pautas de consumo - algunas 
marcas, como las más representativas de nuestra época. Son las elegidas 
para representar la identidad de la cultura mundializada, convirtiéndose 
en iconos de niños, jóvenes y adultos, quienes compran al ritmo que estas 
imponen. Las marcas - y más precisamente las multinacionales que 
representan - se han convertido metafóricamente en los estados de la 
globalización, y así como antes la identidad, o la nacionalidad estaba 
dada por los estados de los países, hoy en día, en un mundo sin fronteras 
territoriales, las marcas definen esos vínculos que unen e identifican a las 
personas como parte de algo. El hecho de que las principales marcas, o 
las idealizadas por la era del consumo, sean culturalmente mundiales, no 
significa que por este hecho no sean susceptibles de ser apropiadas por 
sociedades locales. Los productos imitados se fabrican diariamente, tanto 
en pequeños locales improvisados en garajes residenciales, como en 
grandes complejos industriales, sin temor de Dios, ni remordimiento 
algunos son comercializados utilizando nombres que presentan pequeñas 
modificaciones en el nombre, o etiquetas que varían levementeel 
logotipo original. Productos de marcas como “Niki”, “Panasoanic” o 
“Vaseanol”, lejos de seguir los lineamientos y filosofías de la marca 
original, presentan múltiples apropiaciones y reinterpretaciones, no solo 
del logo-símbolo, sino del objeto como tal, de su estilo, su función y su 
tipología. Bien o mal imitados, estos productos son un rasgo distintivo de 
nuestra cultura, y parte integral de nuestros actos sociales. 
Todos estos objetos, encontrados, heredados, cambiados, usados e 
imitados definen muy bien nuestra cotidianidad. Sin empaque, sin precio 
estable, sin garantía ni instrucciones, aunque no son lo último del 
mercado, ni se anuncian por T.V pueden resultar más útiles y 
significativos para nuestra sociedad que los que se ofrecen en “Tele-
Ventas”. A la vez nos hacen pensar en cuales serian las formas más 
apropiadas para comercializar un producto localmente. 
 
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Lugares 
La cultura mundializada no ha idealizado solamente productos y marcas como iconos del 
consumo. También se ha encargado de determinar unos lugares y modos de comprar como 
los más representativos de sus ideales. El hipermercado o el centro comercial son dos de 
esos lugares a los que se va a comprar por mera diversión, más en busca de experiencias 
que de productos que cubran necesidades. Por lo que a la hora de diseñar, o planear una 
estrategia de comercialización pocas veces se tienen en cuenta otros lugares más 
tradicionales como tiendas de barrio o ventas callejeras. 
 
 
La tienda 
En las tiendas de barrio se mezclan los rasgos campesinos de la fonda de 
pueblo, con los “placeres del autoservicio” urbano. Son, por lo general, 
garajes de casas cuyo exterior ha sido forrado con afiches promocionales 
en los que se anuncian pilas, pasabocas, cervezas y chicles que aparecen 
ilustrados a todo color, contrastando con letreros hechos a computador e 
incluso a mano, que anuncian tamales, arepas, encurtidos, empanadas y 
demás productos caseros, todos juntos, desde los más sofisticados hasta 
los más coloquiales, conforman un collage al mejor estilo dadaísta 
definiendo muy bien la oferta que ofrecen. En estas casi todo es adaptado 
pues hasta hace poco ningún producto se diseñaba para ser vendidos en 
ellas. 
 
 
La calle 
Las compras callejeras se ubican literalmente “en cualquier parte”, en 
ellas se mezcla movilidad y exhibición, presentando por lo general en su 
fabricación mecanismos que las convierten en vitrinas rodantes. Aunque 
su oferta puede resultar más especializada que la de una tienda de barrio, 
la cantidad de ellas que existe, permite que este sistema sirva para 
comercializar todo tipo de bienes y servicios. Dentro de estos últimos la 
oferta se centra principalmente en lo referente a servicios de 
comunicación que incluyen llamadas telefónicas internacionales, 
nacionales a fijos y a celulares desde 200 pesos. En el campo de los 
bienes, la oferta y la demanda tienden a preferir los objetos imitados de 
los que se hablo antes, tal vez por que los chicles y cigarrillos son los 
únicos productos que están pensados para vender “por ahí”. 
Las personas que prefieren estos lugares como alternativas de los 
hipermercados y centros comerciales lo hacen principalmente por razones 
económicas, así como por la facilidad que presentan para llegar a ellas. 
 
 
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Tendencias 
Recientemente encontramos en las formas de comercialización de diferentes productos, 
fenómenos comerciales en los que lo cultural-mundial y lo social-local se hibridan, dando 
origen a nuevas líneas de evolución del objeto, su venta y su adquisición. En estas 
observamos un acercamiento entre productores y consumidores, que surge cuando los 
productores acomodan sus estrategias de venta a las formas de adquisición de los 
consumidores. 
 Dentro de estas tendencias encontramos, por una parte las estrategias comerciales 
de grandes marcas para llegar a contextos domésticos –como tiendas de barrio – y públicos 
–como las ventas callejeras, el fenómeno de la guerra del centavo, y el cambio de 
mercancías por puntos. 
 
 
Combo tienda 
Hace algunos años que aparecieron estrategias comerciales de grandes 
productores para mercados minoristas. Ejemplo de esto son las campañas 
publicitarias que ha desarrollado Coca-Cola para consolidarse como 
producto estrella en las tiendas y cafeterías. Las formas de 
comercialización están basadas en ofrecer productos tradicionales de este 
tipo de establecimientos acompañados de la famosa bebida, utilizando 
para esto la promoción de combos, en los que se combina la gaseosa con 
todo tipo de alimentos populares como empanadas, buñuelos, sanduches, 
tamales, arepas y demás. Además de esto Coca-Cola ha desarrollado 
todo tipo de piezas comerciales como neveras, sistemas de exhibición, 
pizarras y avisos luminosos, que se ajustan a las necesidades del local. 
 
 
Vender en la calle 
A pesar de que los cigarrillos menudeados, y los “caspetes” de las 
construcciones son sin lugar a duda las formas más antiguas de 
comercialización de productos en el espacio público, cada vez aparecen 
más estrategias para el desarrollo de puntos de venta de marcas 
reconocidas en el espacio público. Algunas de ellas son los maletines de 
Colombina, diseñados especialmente para personas que venden productos 
de confitería de manera ambulante; así como también los carritos 
Saltarines de Zenú, los cuales representan verdaderas cafeterías móviles 
que transitan por diferentes puntos de la ciudad, en las que se puede 
conseguir desde una porción de 500 pesos de salchichón hasta un tinto. 
 
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La guerra del centavo 
Como producto de la crisis económica por la que atraviesan algunos 
sectores de la población colombiana, se ha hecho común que muchos de 
los consumidores busquen en lo que compran cualquier oportunidad de 
ahorrar, así sea un centavo. Como consecuencia de esto aparecieron hace 
algunos años los remates, lugares en que se venden cientos de artículos a 
un mismo precio, ahora, esta modalidad de vender todo a un mismo 
precio, se hizo extensiva al sector de los alimentos, primero con los 
reconocidos y ya posicionados puntos de venta de parva El tragadero 
donde todo es a 400, y recientemente con las ventas de Pollo Brosty, 
donde se vende la presa con una papa a 1000. Como manifestaciones de 
este fenómeno está también el incremento de los productos usados, de los 
productos imitados y el aumento de outlets, es interesante anotar como 
este ultimo se ha consolidado tanto que existe un centro comercial en 
Medellín –Mayorca – en el que todos los locales son de este tipo, nos 
encontramos frente a algo que puede denominarse como outletización de 
la moda. 
 
 
Cambios por puntos 
Mejor que regalar es sentir que le regalan a uno. Para esto las grandes 
cadenas de hipermercados como el ÉXITO, han desarrollado estrategias 
en las que parece que obsequiaran para premiar la fidelidad de los 
consumidores. El sistema de cambio de mercancías consiste en la 
acumulación de puntos que se otorgan según la cantidad de dinero 
gastado. La proporción que equivale a un punto por cada 1000 pesos da la 
oportunidad al consumidor de seleccionar de un catálogo –luego de haber 
gastado varios millones de pesos – bonitos set de recipientes plásticos, 
juegos de cama, y electrodomésticos. 
 
Estéticas del Uso 
Los productos están diseñados generalmente para usuarios y actividadesidealizadas 
mundialmente principalmente por disciplinas como la antropometría o la ergonomía, que 
ofrecen a nivel mundial productos como sillas que reflejan las formas de la columna 
vertebral10. En el mundo real ese objeto que supuestamente venia adaptado a nuestra mano, 
o a nuestra espalda, no logra ajustarse al cuerpo, ni a las actividades, ni a los significados 
que surgen en la práctica. Por esto el objeto usado es ante todo un objeto (no adaptable) 
adaptado, es decir, modificado para acomodarse a su medio. Las primeras adaptaciones 
tienden a modificar la parte estructural del objeto con el fin de ajustar su dimensión 
 
10 SÁENZ, Luz Mercedes. La Ergonomía, una forma de pensar. Revista Universitas Científica. Universidad 
Pontificia Bolivariana. Febrero de 2004 Vol. III Págs. 130 - 134 
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funcional/operativa, es decir para que el objeto se acomode a la manera como es operado, o 
para que cumpla mejor y de manera optima su función. 
El otro tipo de adaptación recae también sobre su estructura, pero tienen como objetivo 
modificar su dimensión estético/comunicativa, es decir la apariencia del objeto, su estilo y 
el mensaje que comunica, con el fin de diferenciarlo o hacerlo relativamente más atractivo. 
Por ultimo están aquellas adaptaciones que no tienen nada que ver con la dimensión 
estructural del objeto, que consisten la modificación del sentido lógico del objeto, dándoles 
otro significado, que a la vez que modifica sus rasgos estéticos y con esto la manera en que 
es sentido por las personas y por lo tanto su función. 
 
Adaptación funcional 
Las adaptaciones artificiales que aparecen como una modificación estructural con el fin de 
lograr una acomodación funcional del objeto, pueden clasificarse en tres tipos: 
amputaciones, prótesis y amarres. 
 
 
Amputaciones 
Las amputaciones consisten en acciones que eliminan partes del objeto. 
Pueden ser voluntarias, es decir arrancarle algo siendo consciente de lo 
que se hace; o pueden darse en el tiempo, los objetos pierden partes 
mientras son usados. Por lo general – las voluntarias – tienen como 
finalidad reducir el tamaño del objeto, para que se ajuste a un espacio o a 
la persona que lo usa. Las que suceden a causa del tiempo pasan casi 
desapercibidas, siempre y cuando el objeto siga cumpliendo su función. 
 
 
Prótesis 
Las prótesis, a diferencia de las amputaciones consisten en partes que se 
agregan a los objetos. Principalmente se realizan para que el objeto 
cumpla una función secundaria, que el nuevo componente le permite 
adquirir, un clavo se añade en el extremo superior de un palo de escoba 
para convertirse en un instrumento que sirve para coger frutas de un 
árbol, o elementos colgantes que están a determinada altura; pueden 
presentarse también como extensiones del objeto, intentos por aumentar 
su tamaño, su altura o su peso. 
 
 
Amarres 
Por su parte los amarres consisten en piezas que se añaden a los objetos 
para que permanezcan fijos en un lugar. Pueden ser fijos o temporales, así 
como presentar cierta movilidad del objeto en un área determinada. En 
las tiendas de barrio los encendedores son sujetos al mostrador o a una 
reja por medio de diferentes elementos, nudos, cáncamos y abrazaderas 
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son los más comunes, esta costumbre se hace extensiva también en el 
caso de destapadores y lapiceros. 
 
Adaptaciones estéticas 
Las adaptaciones que tienden a modificar la dimensión estético/comunicativa del objeto, 
transforman su apariencia para que luzca mejor, según los criterios de su propietario. Estas 
podrían explicarse bajo la sentencia de Donald Norman: “las cosas atractivas funcionan 
mejor”, algo ya demostrado y que se comprende al explicar que el sistema cognitivo y el 
afectivo siempre van de la mano, el primero asigna significados el segundo valor. 
 
 
Decorados 
Dado que las preferencias estéticas se presentan –la mayoría de las veces 
– como convenciones culturales, en estas adaptaciones que “decoran” el 
objeto, se ponen en evidencia los rasgos estéticos – es decir, los 
significados y valoraciones – de una sociedad, materializados en este 
caso en la forma en que –ya sea con sus propias manos, o a causa del 
tiempo – personalizan los objetos, para identificarse con ellos, e 
indudablemente para decirle al otro quienes son. 
 
 
 
Personalizados 
Contrarios a los modelos industriales de personalización que se ofrecen 
como solución inmediata a la hora de comprar el producto, los procesos a 
través de los cuales los objetos se hacen personales están dados por largos 
periodos de tiempo, solo son posibles en la medida que nos relacionemos 
con los objetos, y en la medida que este sufre diferentes degradaciones 
que lo llenan de sentido y de historias. Los objetos en sí mismos cambian, 
ollas y sartenes son golpeados y quemados. Las cosas se despican y se 
rompen. Pero podemos decir que esas marcas son las que hacen los 
objetos personales, nuestros. Cada uno de estos es especial. Cada marca, 
cada grabado, cada mancha, cada reparación cuenta una historia, y son 
esas historias las que hacen los objetos especiales11. 
 
Adaptaciones de sentido 
Otro tipo de adaptaciones, aunque no se consideren físicas pues no afectan la morfología 
del objeto, son aquellas que modifican su sentido, su significado lógico y la forma en que 
son valorados, con lo que se ve también transformada su función. 
 
11 NORMAN, Donald A. Emotional Design. Why we love (or hate) everyday things. Pág. 220 
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Mágicos 
Los atributos mágicos además de ser conferidos por el discurso 
promocional y la marca en el momento de la venta-compra, surgen 
principalmente en el uso, donde a través del tiempo, en la puesta en 
práctica se llenan de cargas semánticas que lo revalorizan, lo re-
semantizan, resultando un objeto adaptado, con un nuevo sentido estético 
que lo hace poderoso. “Comprar algo, hoy, no es poseer sólo su 
apariencia formal, ni tampoco su utilidad práctica –una gran parte de 
cosas en venta o son menos útiles de lo que parecen o simplemente no 
sirven para nada –, sino una intersección simbólica, el dominio de una 
relación ilusoria e inverosímil –mágica, debería decirse –de la que la cosa 
adquirida es la llave de acceso12”. En este sentido, el uso de este objeto 
mágico representa un ritual, una puesta en escena casi ceremonial, en la 
que el objeto se convierte en fetiche, en algo con un significado y un 
valor más allá de lo práctico. 
Estos objetos, por lo general, son exhibidos en diferentes especies de 
altares caseros, construidos especialmente para su contemplación, de 
donde salen en ocasiones para ser utilizados. Son, sin duda alguna, ídolos 
que se prestan a la adoración de los creyentes de una nueva especie de 
religión. 
 
 
Diseño inconsciente 
En el campo de las adaptaciones tanto funcionales, como estéticas, lo 
más frecuente es encontrar casos en los que se conjugan varias de ellas 
para lograr la producción de un nuevo objeto. Estos no deben de 
confundirse con los objetos encontrados, contrario a estos el objeto 
creado presenta en su composición elementos de otros objetos, partes que 
se integran para formar un todo que cobra coherencia al prestar una 
función. En estos objetos creados espontáneamente podemos ubicar los 
rasgos de lo que siguiendoa Christopher Alexander13 se podría nombrar 
como “diseño inconsciente” ya que siguen en su proceso de creación, 
rasgos similares a los que las llamadas sociedades inconscientes 
implementan en la elaboración de sus bienes. 
Como es un proceso de diseño lento, que guarda similitud tanto en 
proceso como en resultado, a la artesanía tradicional, ya que se desarrolla 
a través del ensayo y el error por los mismos consumidores, logra en el 
tiempo unas morfologías que logran un ajuste casi perfecto, pues se 
conocen con claridad las especificaciones que debe tener el objeto. La 
 
12 DELGADO, Manuel. La magia. Montesinos Editor. S.A. Barcelona. 1992. Pág. 86 
13 ALEXANDER, Christopher. Ensayo sobre la síntesis de la forma. Ediciones Infinito. Argentina. 1971 
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mayoría de estos diseños de la gente común y corriente –aunque están 
presentes en todos los ámbitos de la cultura material – se presentan con 
mayor frecuencia en lo que se refiere a los objetos para transportar y 
exhibir mercancías en el espacio público, es decir en las ventas callejeras. 
En la calle la estructura plástica o metálica de un coche de bebé es 
combinada con una canastilla de alimentos o un cajón de madera que se 
sujeta a la base, para convertirse así en el mejor elemento para vender 
tintos en el centro de la ciudad; en otro ámbito, unos troncos de árbol y 
algunas tablas, son suficientes para crear piezas sueltas de un mobiliario 
urbano, y crear con este en las afueras de una tienda un parque público. 
 
Todas las adaptaciones mencionadas dan pistas sobre la manera en que deberían estar 
diseñados los objetos, como debería ser su dimensión material, su función, su estética y sus 
formas de relación con la sociedad. 
 
Tendencias 
Dentro de las tendencias del uso, agrupamos las estrategias que los productores 
implementan en la formalización de sus mercancías, para lograr que estas puedan ser 
personalizadas e incluso fabricadas por los consumidores. 
 
 
Customización 
A pesar de que esta claro, que “las cosas no se hacen personales porque 
hayamos seleccionado algunas alternativas de un catalogo de 
opciones”14, vale la pena destacar algunos productos que ofrecen al 
consumidor la opción de ser modificados de acuerdo a sus criterios de 
gusto. Aunque la customización – o ajuste al usuario – se base por ahora 
en la selección de colores, sonidos o apariencias superficiales, estás 
pueden representar los primeros pasos de un diseño a la medida, en el que 
los objetos se adapten realmente –y en todo sentido – a sus usuarios. 
Algunos ejemplos de este tipo de estrategias son los Nike I.D, algunos 
automóviles de Renault y de Chevrolet, y más recientemente el teléfono 
NokiaTrends. 
 
 
Hágalo usted mismo 
Si usted no logra ajustarse a lo que el mercado le ofrece, pues manos a la 
obra, hágalo usted mismo. Cada vez es más frecuente encontrar todo tipo 
de insumos para que los consumidores fabriquen ellos mismo sus 
productos. Este fenómeno abarca desde las grandes tiendas como Home 
 
14 NORMAN, Donald A. Emotional Design. Why we love (or hate) everyday things. Pág. 220 
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Center, en las que se vende todo tipo de insumos de construcción para 
que los aficionados al canal Casa Club TV puedan construir su propia 
casa, hasta pequeños almacenes de adornos y bisutería, en los que el 
fenómeno de la chaquiromanía toma cada vez más fuerza, esta ultima 
tendencia que consiste en enseñar a los consumidores a fabricar 
accesorios decorativos como collares o pulseras, con los elementos que se 
venden en el mismo local, deja en las personas, además del gusto de 
haber hecho ellos mismos sus productos, la posibilidad de convertir la 
técnica en su propio empleo15. 
 
Estéticas del Desecho 
Las primeras tensiones que aparecen en lo que respecta al desecho, se refieren a las pautas 
de consumo mundial, que promueven procesos de producción y compra masivos, en las que 
los productos son reemplazados rápidamente. Estas contrastan con las pautas de consumo 
reales, que muchas veces ni siquiera logran incluir –por su elevado costo – la mayoría de 
estos productos, prefiriendo por el contrario los que más duran, o los que por tradición 
siempre los han acompañado. Antes que renovar un producto, las personas se las arreglan 
ingeniosamente para extender su ciclo de vida reparándolo, para esto además reutilizan, 
heredan a otros sus objetos, o simplemente conviven con ellos aunque estén envejecidos. 
De otro lado los consumidores reales, en oposición a los modelos internacionales del 
consumo ecológico o ambientalista, -en su gran mayoría no reciclan –, pues desconocen en 
realidad el sentido del proceso y no logran identificar su papel en el ciclo de los materiales 
y de los productos, creen por lo general que ese no es su problema, dejando todo en manos 
de otros: de quienes recolectan las basuras, de cooperativas informales de recicladores o de 
entidades oficiales encargadas del aseo público, esto se demuestra si se tiene en cuenta que 
en una ciudad como Medellín en el año 2002 se producían 1600 toneladas diarias de 
residuos sólidos16. En lo que se refiere a ese discurso constituido a partir de las formas en 
que los son desechados se pueden observar fenómenos como el de la basura, el de lo 
desechable, los objetos reparados y lo reutilizados o reencarnados. 
 
 
Basura 
Dime que desechas y te diré quien eres, es una frase que hoy en día puede 
ser cierta, si se tiene en cuenta que las bolsas de basura de cada residencia 
contienen una descripción pormenorizada de lo que se consume, de lo 
que se adquiere, lo que se usa y finalmente se desecha. La basura de cada 
persona, o de un grupo de personas es un rasgo de su identidad, de los 
valores que dan a los objetos, así como de los ritmos de sus puestas en 
práctica. Mientras que las basuras que contienen empaques de alimentos 
procesados como latas, envases y bolsas plásticas, nos dan la idea de 
 
15 La Hoja de Medellín. Agosto de 2004. Edición 265. Chaquiromanía. Joaquín Gómez Meneses. 
16 El Colombiano. Septiembre 17 de 2004. Los herederos de Rodas. Germán Jiménez Morales. 
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formas de vida aceleradas, en las que el tiempo para la preparación de 
alimentos es muy poca, algo común de clases sociales medias y altas; 
otras basuras están compuestas solamente por materia orgánica, el tipo de 
desecho que representa a aquellos con pautas de consumo menos 
ostentosas y más humildes. La basura, como huella de la puesta en 
práctica de la cultura material, es un rasgo cultural que habla por los actos 
sociales. 
 
 
 
Reciclaje 
Las personas comunes, a diferencia de ese consumidor ideal, no 
comprenden los sellos que vienen inscritos en los productos, por lo que 
no separan las basuras. Finalmente todo tipo de residuos van a parar 
juntos a la misma bolsa de basura. Juntos en una mezcolanza que se 
descompone en el lixiviado que ellos mismos producen, esperan el carro 
recolector el día que pasa, formando por todos los barrios y calles filas 
inmensas de basura, algo que se constituye como una verdadera puesta en 
escena de nuestras ciudades. Antes de que pase el carro, legiones enteras 
de familias que vivendel “rebusque”, los antes llamados “chatarreros” y 
hoy “recicladores” extraen con un agudo sentido los envases de pet y de 
vidrio, las latas y papeles, que son los residuos que mejor pueden ser 
vendidos, así como una que otro objeto o pedazo de objeto que podrá ser 
luego vendido más como basura que como materia prima de algo nuevo 
en algún centro de acopio. En el carro recolector, las bolsas son abiertas 
por los trabajadores, quienes despreocupadamente las revisan en busca de 
algo de valor, antes de que el mecanismo que funciona como una boca las 
comprima. 
 
 
Reparar 
Los objetos que se reparan por lo general son electrodomésticos o 
diferentes artefactos eléctricos así como prendas de vestir, especialmente 
zapatos. Las reparaciones de electrodomésticos, generalmente no se 
realizan en centros especializados, ni donde los mismos productores del 
objeto. Cuando de reparar un objeto se trata, se acude a centros –que 
aunque prestan un buen servicio – podrían considerarse informales, en la 
medida que funcionan de manera similar a una tienda de barrio, en el 
garaje de una residencia se improvisa un mostrador en el que se exhiben 
repuestos y una estantería en la que se ubican algunos de los objetos e 
reparación o ya arreglados. Detrás del mostrador, sobre un escritorio una 
persona –mientras dice “alaorden” – que se enfrenta a un 
electrodoméstico abierto se detiene para examinar el articulo recién 
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llegado, aunque luego de algunos segundos plantea una hipótesis sobre lo 
sucedido el diagnostico se tardara algunas horas o tal vez días, y de 
acuerdo a este el precio. Se realiza un comprobante de que la mercancía 
ha sido recibida y se da una fecha tentativa de cuando puede ser 
reclamada. Luego de sesenta días no se responde por artículos no 
reclamados. 
 
 
Reencarnar 
Otro aspecto del desecho, bastante interesante y que tiene que ver con la 
revalorización de los objetos es la reutilización, a través de la cual se 
obtienen objetos reencarnados. En esta categoría se encuentran aquellos 
objetos que luego de haber cumplido su función básica, y con esto, 
agotado su ciclo de vida reaparecen, para ser vueltos a usar bajo esa 
misma función o en otra, o como parte –como componente – de otro 
objeto. Son comunes los contenedores de granos y demás alimentos 
conseguidos de la reutilización de empaques de jabones para platos como 
el de la marca Cristal, los faroles navideños hechos con botellas de Coca-
Cola y las plantas sembradas en canecas de Pintuco o en tarros de aceite 
Oliosoya. 
 
Tendencias 
Dentro de los fenómenos comerciales que se refieren al desecho de la cultura material 
encontramos dos vías que se contradicen unas de otras, la primera corresponde al 
aceleramiento del ciclo de vida de algunos productos, el segundo de ellos –por el contrario 
– se refiere a las propiedades que presentan algunos productos hoy en día de ser re-
consumidos, a través de su reparación, su recuperación o reutilización. 
 
 
Desechables 
Una característica de la basura de nuestra época, es el hecho de que se 
encuentre llena de cosas que –en gran parte– no son basura, es decir, sus 
componentes no son objetos desgastados, sino más bien elementos cuyo 
ciclo de vida es demasiado corto, en los que la mayoría, la función que 
prestan puede pensarse como simbólica, pues en realidad no prestan 
ninguna. Por una parte el interés por hacer más llamativos los productos y 
de presentarlos mejor los ha saturado de empaques y envoltorios, todos 
elementos que solo sirven para ser el soporte de una impresión, o como 
mediadores en el transporte del producto. Por otro lado algunos 
productos, por resultar muy económicos, tanto por su material como por 
sus procesos de fabricación, se convierten prácticamente en productos 
basura, cuyo ciclo de vida es demasiado corto si se comprara con el 
tiempo que requiere su fabricación, o su degradación en el medio 
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ambiente. Este es el caso de todos los productos que la era del consumo 
ha optado por llamar desechables, y que podrían considerarse como 
objetos que se hacen específicamente para ser desechados. 
El fenómeno de lo desechable, que tomaría fuerza a través de campañas 
de higiene en las décadas finales del siglo XX con la pregunta de si 
“¿Usted tomaría donde otros ya han tomado?” Y el lema “No tomo en 
vidrio, tomo en desechable”, se ha hecho extensivo a otros campos, más 
allá que el de la vajilla pública. Hoy en día, la gran mayoría de objetos 
que representan la cultura mundial, en especial los que hacen parte de 
fenómenos que van al ritmo de la moda, como el vestuario o la música, 
tienen un ciclo de vida tan corto, que aunque su uso no implique su 
desgaste total, pueden considerarse en este momento como desechables. 
Este termino que incluso se hace extensivo a determinados sectores de la 
sociedad como los indigentes, dice mucho de la forma en que se 
relacionan otros sectores sociales, tal vez los que presentan más ingresos, 
con los objetos, y a la vez las formas de entender, dar significado y valor 
a su realidad. Los productos desechables hacen parte también de 
diferentes paisajes urbanos, crean imágenes que definen bien las 
dinámicas sociales y los modos en que la ciudad es practicada. 
 
 
Reconsumir 
Uno de los productos que permite a los consumidores reutilizar y así –
aunque de manera inconsciente – extender el ciclo de vida de su envase 
es la mermelada Respin. Son tal vez pocas las casas colombianas en las 
que no se encuentre en su alacena un vaso de cristal, obtenido al 
reutilizar el envase de la cremosa mermelada. Similar a este sistema es el 
funcionamiento de algunos jabones y detergentes que ofrecen la opción 
de comprar solamente el repuesto, recuperando así el empaque primario, 
el cual sigue funcionando durante varias reposiciones de su contenido. 
Un excelente ejemplo de este tipo de estrategias, y por cierto una muy 
llamativa, es la que aplicaron Isabel Aponte y Olga Alfonso en el diseño 
de las billeteras Eco Sign, ganadoras del Premio Académico de Diseño 
PAD 2004, organizado por la Pontificia Universidad Javeriana, estas 
billeteras están fabricadas en casi su totalidad con piezas de cajas de 
Tetra-Pack consideradas como material de desecho17, más que un 
producto estas representan nuevas formas de pensar la producción de los 
objetos. 
 
 
1717 Revista Proyecto Diseño. Agosto – Septiembre de 2004. N° 35. 
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Conclusión 
Al finalizar este recorrido realizado por las diferentes estéticas del consumo, podemos 
corroborar que es en las prácticas de la cultura material donde podemos descubrir los rasgos 
culturales que definen la sociedad local. Estos rasgos culturales, es decir, esa trama 
compleja de significados en función de la cual las personas interpretan su experiencia y 
guían su acción, no esta regida del todo por referentes mundiales ni locales, sino que más 
bien ambos elementos - lo mundial y lo local – se yuxtaponen, se mezclan y se hibridan, 
dando origen a unas relaciones sociales particulares, así como unas formas de relacionarse 
con los objetos – de consumirlos – que a la vez los particularizan. Como los objetos son los 
mediadores entre los individuos y la sociedad, sobre estos recaen las marcas de esos actos 
sociales y convirtiéndose en un registro de la acción de las personas. Es en los objetos de 
consumocotidiano donde hemos encontrado como es que estos como “lenguaje” son 
“hablados”, y hemos expuesto a manera de glosario algunos de los que conforman el 
“parlache” de los objetos, descubriendo así en lo habitual, nuevos objetos, nuevos 
significados para los que ya existían así como la revalorización de algunos que permanecen 
como parte de la cultura popular. 
 Es en ese “parlache”, conformado por objetos deformados, mágicos, e incluso 
naturales, donde hemos visto como las personas acomodan lo que tienen a la mano para 
poder cubrir sus necesidades, allí mismo podemos encontrar las respuestas a lo que las 
personas desean y necesitan de la cultura material. Esto prueba en parte, que los estudios de 
diseño no deben restringirse al estudio de como los productos extraordinarios han sido 
concebidos, fabricados, distribuidos y puestos en venta, sino también –y de manera especial 
– como es que los objetos ordinarios son practicados y consumidos, como es que son 
adquiridos, usados y desechados por las personas en su cotidianidad. 
 
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