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ISMREL GfljnRDO REYES DEFICIENCIRS EN LOS Testos de Geografía Física PPR1\ LP EMSEññMZfl OFICIAL Y PARTICULAR (Opúsculo dedicado al Honorable Consejo de Instrucción Pública) Trabajo publicado en la Revista Chilena de Historia y Geografía N.°- 21. Tomo ?<VII. Rño 1916, Santiago de Chile IMPREMTft UtllVERSITORin BRNDERR 130 1916 ISMREL GflJHRDO REYES DEFICIENCIRS EM LOS Tejctos de Geografía Física PflRR LP ENSEÑANZA OFICIAL Y PARTICULAR (Opúsculo dedicado al Honorable Consejo de Instrucción Pública) Trabajo publicado en la Revista Chilena de Historia y Geografía N.° 21. Tomo *VII. ñño 1916. *" \ '- 1 Santiago de Chile IMPREMTR UMlVERSITnRIR bknberh 130 1916 Deficiencias de que adolecen los textos para la enseñanza de la Geografía Física en los colegios del Estado y en los particulares, y necesidad de im» primir una obra que consulte todos los progresos alcanzados en la Física Terrestre. (Opúsculo dedicado al Honorable Consejo de Instrucción Pública) La experiencia recogida durante los exámenes de Geo grafía Física del pasado año escolar, ha ejercido tal in fluencia en mi ánimo que no he podido substraerme a la idea de señalar, ante esta docta corporación, las deficien cias de que adolecen los textos para la enseñanza oficial y particular de este importante ramo de las ciencias físi cas y naturales. He sido informado de que los textos en actual vigencia son tres. Ellos son: Elementos de Geografía Física por dou Diego Barbos Arana; Geografía Física por el P. Juan M. Homs, de la Compañía de Jesús; y Lecciones de Geo grafía Física arregladas por J. Félix González Kocuant, Visitador de Escuelas. En términos generales, puedo decir que ninguno de es- 4 ISMAEL GAJARDO R. tos libros está al día, ni el del Padre Homs, cuya segun da edición es de 1913. La Geografía Física de don Diego Barros Arana es un libro singularmente ameno, instructivo y bien escrito; pero cuyo texto se basa sobre premisas y teorías que, si bien no pueden llamarse falsas, al menos puede decirse que hicieron ya su época. Así, en el Capítulo II, intitulado Estructura de la Tie rra, el sabio maestro nos habla del calor central de nues tro planeta, de las pruebas en que se funda y termina di- ciéndonos que debemos figurarnos a la Tierra como un in menso globo de materias liquidadas por el fuego, y en vueltas por una débil corteza sólida. Conviene observar desde luego, agrega después, que semejante masa fluida encerrada en una corteza tan delgada, no puede per manecer constantemente tranquila. Así se comprenderá fácilmente que esta costra está sometida de tiempo en tiempo a levantamientos, a hundimientos, y a dislocacio nes parciales efectuadas por el líquido incandescente que encierra». Entra en seguida a desarrollar la teoría de Laplace que acepta y admite como la única capaz de explicar el origen y la evolución general del globo terráqueo, y, a la vez, como la única capaz de proporcionar un sistema racional de formación para el conjunto del sistema planetario. La teoría de Laplace, emitida en una época en que el sistema solar era menos conocido que hoy día y cuando se podía admitir que en ese sistema todos los movimien tos, tanto de revolución como de rotación, se efectuaban en el mismo sentido, el sentido directo, tomó esta univer salidad como base fundamental, y, bajo una forma magis tral y de una admirable sencillez, fué, por decirlo así, su DEFICIENCIAS EN LOS TEXTOS DE GEOGRAFÍA FÍSICA 5 traducción material; pero los descubrimientos posteriores han demostrado que tal universalidad no existía. La teo ría de Laplace se ha hecho, pues, insuficiente. Además, sabios astrónomos y eminentes matemáticos han venido atacando, desde un siglo atrás, sus puntos más vulnerables. Así, Babinet, en uno de los números de los Comptes Rendus de la Academia de Ciencias de París, correspondiente al 18 de Marzo de 1861, probó, por el principio mecánico de la conservación de las áreas, que la rotación del Sol, cuando éste se dilata hasta cu brir las órbitas de los planetas, como lo supone Lapla ce, es demasiado lenta para desarrollar una fuerza cen trífuga capaz de separar los planetas. Finalmente, Hale, en su notable obra The Study of Stellar Evolution, ha emitido su opinión en forma tan desfavorable a la teoría de Laplace, que bien pocas es peranzas de poder rehabilitarla les queda ya a sus más ardorosos partidarios. Hé aquí su criterio: «Es un principio bien conocido de dinámica que el » momento de los momentos de un sistema de cuerpos, » no sometidos a la acción de fuerzas exteriores, es cons- » tante. El momento de los momentos se define por la » suma de los productos de las masas de todas las partí- » culas multiplicadas por sus velocidades y por sus dis- » tancias al centro del sistema. «Esta cantidad debería permanecer absolutamente in- » variable, tanto en el caso de que el sistema tuviera la » forma de una nebulosa que ocupara todo el interior de » la órbita de Neptuno, como en el caso de que constitu- » yera un grupo de planetas que girasen en torno del » Sol. Haciendo sus cálculos de modo que fueran lo más 6 ISMAEL GAJARDO R. > favorables para la hipótesis de la nebulosa, Moulton > obtiene los siguientes resultados para el momento de » los momentos: Cuando la nebulosa se dilata hasta la órbita: De Neptuno M=32,176 De Júpiter M=-13,250 De Tierra M= 5,690 De Mercurio M=-- 3,400 En el estado actual M= 0,151 «Así, en vez de permanecer constante, se ve que el » momento de los momentos decrece rápida e irregular- » mente, y, a pesar de las precauciones tomadas para > favorecer en cuanto fuera posible la hipótesis de la ne- » bulosa, el momento de los momentos del sistema pri- » mitivo viene a ser 213 veces mayor que en el del siste- » ma solar actual.» Sin entrar en mayores detalles, y sin que necesaria mente se admita la finalidad de todos los anteriores ar gumentos; difícilmente se podrá negar que la idea de Laplace sobre el origen del sistema solar debe ser recons truida o abandonada. En cuanto al debatido problema del fuego central de la Tierra, la ciencia moderna nos dice, por boca del se ñor Director del Servicio Sismológico, don Fernando de Montessus de Ballore, lo siguiente: (1). «En resumen, todas las observaciones astronómicas, » geodésicas, geofísicas y sismográficas convergen hacia » el conocimiento de una constitución terrestre interna (1) La Sismologie Moderne, pág. 261. DEFICIENCIAS EN LOS TEXTOS DE GEOGRAFÍA FÍSICA 7 » que pone de acuerdo todos los hechos y que se resume » de esta manera: «1. Una corteza exterior de una densidad media de » 2,6 a 2,8 y de un espesor de unos 100 kilómetros. Es » la zona de los fenómenos de solevantamiento de las ca- » denas de las montañas, plegaduras y acarreos, y es » también la zona donde tienen su origen los temblores. «2. Una delgada capa fluida o viscosa de magma. Es » ahí donde ocurren los fenómenos volcánicos, y la tem- » peratura que ahí reina debe estar comprendida entre » 3 000 y 4 000 grados; más allá, no aumenta. «3. Hasta más o menos unos 1 500 kilómetros de pro- » fundidad, una capa de densidad creciente hasta 3 ó 3,4 » y en el seno de la cual la compresión debida a la gra- » vedad crece progresivamente y alcanza el máximo com- » patible con la constitución de la materia. «4. Más allá, un núcleo principalmente constituido de » hierro comprimido. Su densidad crece muy lentamen- » te hasta el centro, en cuya vecindad experimenta cier- » to aumento más rápido. Está caracterizado por una » constancia casi completa de sus propiedades físicas, en » particular de su elasticidad. «El progreso de las observaciones podrá, sin duda, mo- » dificar en ciertas proporciones los espesores de esas di- » versas zonas; pero no es probable que sean ulteriormen- ■» te cambiados de un modo notable, porque esta armonía » ha sido sucesivamente deducida por la experiencia sin > intervención de teorías o de hipótesis. Estamos lejos de » laconcepción del núcleo interno fluido e incandescente * y en lugar de esto hemos llegado experimentalmente a » la certidumbre de que la Tierra es actualmente en su > conjunto un sólido cuya rigidez es comparable a la del 8 ISMAEL GAJARDO R. » acero, porque es precisamente un bloque de hierro. No » escapará a los entendidos que es a la Sismología a la » que es preciso atribuir el mérito de esta síntesis defi- » nitiva de nuestros conocimientos sobre el estado inter- » no del globo.» Como corolario de todo lo dicho anteriormente, salta a la vista que hay necesidad de innovar y corregir mucho en el texto de don Diego Barros Arana, sobre todo en el capítulo que trata de los Volcanes y Terremotos; pero un capítulo singularmente atrasado de noticias, y que nece sariamente debe ser rehecho o modificado en parte, es el que se refiere a la Geografía Física de Chile. Hay en él una cantidad enorme de errores en las alturas de la ca dena de los Andes, como asimismo en las de la Cordillera de la Costa; se deja notar la omisión de muchos ríos im portantes y de volcanes al Norte del paralelo 33°; sólo se mencionan los pasos andinos más notables; hay escasez de datos sobre nuestros grandes cataclismos sísmicos; la fauna y flora de Chile están muy insuficientemente estu diadas. Naturalmente, casi todos estos errores proceden de la falta de conocimientos geográficos en la época en que fué escrito el libro; pero otros hay, también, que deben ser achacados al autor de la obra de que nos ocupamos, aun cuando esto pueda aparecer algo raro tratándose de un escritor tan minucioso y concienzudo como era el señor Barros Arana. Ejemplos sobre desacuerdos en las cotas y coordenadas geográficas de las alturas principales de la cadena de los Andes, indicadas por el señor Barros Arana, con las de los planos de la Oficina de Mensura de Tierras, podríamos citar muchos; pero queremos más bien mencionar un error DEFICIENCIAS EN LOS TEXTOS DE GEOGRAFÍA FÍSICA 9 de otra índole, del cual, como le ha ocurrido a tantas otras personas, no ha logrado emanciparse el autor de la obra que comentamos. Sostiene el señor Barros que el so- levantamiento de las costas de Chile ha sido sensible des pués de los grandes terremotos, que han devastado nues tro territorio. Así, con respecto al terremoto que conmovió el territorio de Chile el 19 de Noviembre de 1822, dice lo que sigue: .«Santiago y Valparaíso fueron el centro del » terremoto; pero el remezón producido por éste se hizo » sentir en una extensión de 2 000 kilómetros al Norte y » al Sur. En la mañana siguiente se observó que toda la » línea de la costa se había elevado encima de su primer » nivel. En Valparaíso el solevantamiento era de cerca de » un metro: un poco más al Norte era mayor. Algunas ro- » cas que siempre habían estado debajo de las aguas, que- » daron parcialmente descubiertas con los mariscos que » estaban adheridos a ellas. La putrefacción de estos pro- » dujo exhalaciones infectas y malsanas. El 20 de Febrero » de 1835 tuvo lugar otro terremoto que arruinó las ciu- » dades de Concepción, Talcahuano y Chillan. La costa de » esa parte del país experimentó un solevantamiento de » más de un metro; pero se abajó gradualmente, de suerte » que al cabo de dos meses su elevación sobre el antiguo » nivel era sólo de 60 centímetros». Esta leyenda científica, de que los grandes terremotos vienen acompañados con solevantamientos de las costas, ha sido muy difundida en nuestro país, por lo cual no es raro que tenga todavía muchos adeptos; pero después del ¡Requiescat in pace! que le ha entonado el señor de Mon- tessus de Ballore, en su notable artículo: Contestación a la Memoria de don Alejandro Cañas Pinochet sobre Terre motos y Volcanes (Rev. Ch. de Hist. y Geogr. Año III 10 ISMAEL GAJARDO R. ■3 Tomo VIII, pág. 377), demostrando así la sabiduría de aquella máxima latina: «.Sapiens nihil ajfirmat quod non probeta. (No hay que afirmar una cosa sin estar en situa ción de demostrarla), no creemos que pueda seguir man teniéndose en obras científicas, ni menos en las de carác ter didáctico. Otro de los capítulos muy atrasado de noticias en el li bro del señor Barros Arana, y esta es una observación general para las tres obras que venimos analizando, es el que se refiere a la Oceanografía Física. Sin temor de in currir en error, podemos afirmar que ésta es una de las ramas de la Geografía Física que más positivos progresos ha hecho en los últimos años, progresos que en gran par te se deben a S. A. El Príncipe de Monaco, como también a esa pléyade de hombres de ciencia que se llaman Víc tor Hensen, el jefe de la expedición alemana a bordo del National, que recorrió durante el año 1889 gran parte del Atlántico del Norte, con el especial objeto de estudiar el plankton; Cari Chun, el sagaz y profundo investigador de las condiciones físicas y biológicas de los océanos In dico y Atlántico, en el vapor Valdivia; Alejandro Agas- siz, cuyas observaciones oceanógraficas a bordo del Álba- tross en las regiones tropicales del Pacífico han sido pu blicadas en una serie de interesantísimos volúmenes) bajo los auspicios del Museo de Zoología Comparativa de la ciudad de Cambridge (Estado de Massachusetts); Ro berto Falcon Scott, que por dos veces intentó alcanzar el Polo Sur, lográndolo finalmente a costa de su vida y la de los cuatro heroicos marinos que lo acompañaban, y cuyo nombre, por este motivo, el mundo pronuncia hoy con admiración y con respeto. No queremos terminar esta lista, de navegantes y oceanógrafos, sin citar antes los DEFICIENCIAS EN LOS TEXTOS DE GEOGRAFÍA FÍSICA 11 importantes trabajos realizados por De Gerlache, en 1897-99; por el capitán francés Juan Charcot, en sus via jes de 1903 a 1905 y de 1906 a 1910, a bordo del Pour- quoi-Pas? y por el teniente Ernesto H. Shackleton, de la Armada británica, quien, junto con sus compañeros Wild Adams y Marshall, logró hacer flamear la bandera de su patria, el 9 de Enero de 1909, en el paralelo 88°23' S., junto a los 162 grados de longitud Este, faltándole sólo una distancia de 320 kilómetros para llegar al Polo. Por otra parte, es imposible, en esta breve reseña, ha cer mención de todos los investigadores y autores que en los últimos años han contribuido al progreso de la ciencia oceanógrafica; pero, entre los que no han tomado parte en extensas exploraciones o expediciones marítimas, pero cuya influencia en el desarrollo de la ciencia ha sido muy grande, séanos permitido inscribir los nombres de Ernst Haeckel y de Antón Dohrn. El primero, en especial, con sus voluminosas publicaciones sobre los radiolarios, con sus encantadores estudios sobre el plankton y con otros libros de carácter más popular, ha despertado un interés mundial por las investigaciones oceanógraficas. Así, pues, dado el escaso interés que en las páginas de esos libros se revela por el estudio del Océano, no es raro, entonces, que, en los exámenes de 1915, se presen taran alumnos sin tener la menor idea de que el agua del mar, fuese una substancia tan complicada, en la que se ha reconocido la presencia de 32 cuerpos simples. Casi todos los examinandos ignoraban, o aparentaban ignorar, que en un litro de agua de mar es fácil encon trar, por experiencias de laboratorio, 27,213 gramos de cloruro de sodio (NaCl); 3,807 g. de cloruro de magne sia (MgCl2); 1,658 g. de sulfato de magnesia (MgSO4); 12 ISMAEL GAJAKDO R. 1,260 g. de sulfato de calcio (CaSOJ; 0,863 g. de sul fato de potasio (K2S04); 0,123 g. de carbonato de calcio (CaC03), y 0,076 g. de bromuro de magnesia (MgBr2). El Padre Homs es también un decidido partidario de la teoría de Laplace, de modo que todas las observacio nes anteriormente hechas, sobre dicha teoría, son aplica bles a su obra. Sentimos, asimismo, no poder elogiarla en cuanto a su estilo, porque, en verdad, no es atrayente y porque el autor no ha sabido dar el interés que merece al asunto de que trata. Pero fuerade varios galicismos que se advierte en sus páginas, como, por ejemplo, alligator por caimán, glaciar por helero, campañoles por musgaños, civetas por gatos de algalia, y otros de menor importancia, el autor ha incu rrido en varios errores técnicos. Así, en la página 141 se lee lo que sigue; «Llámanse líneas isoquímenas las que unen los puntos que tienen igual temperatura de verano-», cuando, en realidad, son las que unen los puntos que tienen la misma temperatura media en invierno. Al hablar de los vientos ciclónicos, dice el Padre Homs que «.giran con movimiento circular en sentido de las agujas del reloj en el hemisferio boreal y en sentido opuesto en el austral». Esto no es exacto, porque en pri mer lugar, los vientos ciclónicos en el hemisferio boreal giran sobre el compás en sentido contrario al movimien to de los punteros de un reloj, y porque, además, al cru zar un barco por las secantes del círculo ciclónico, que pueden conducirlo al semi-círculo peligroso o al maneja ble, la ley de variabilidad de esos vientos, en una u otra de esas posiciones, es la que sigue: «En el hemisferio boreal y en todas las posiciones del se- DEFICIENCIAS EN LOS TEXTOS DE GEOGRAFÍA FÍSICA 13 micírculo peligroso, las direcciones sucesivas del viento giran sobre el compás en el sentido del movimiento de los punteros de un reloj, mientras que en todas las posiciones del semi círculo manejable, las direcciones sucesivas del viento giran sobre el compás en sentido inverso de aquellos. » Refiriéndose al terremoto del 16 de Agosto de 1906, el Padre Homs afirma que «.el mar se retiró por dos veces,pero » con quietud; y que en algún punto del puerto donde an- » tes había 18 brazas de profundidad se hallaron después » 32. El movimiento principal fué ascendente. Todo con- » duce a creer que el foco y que el epicentro estuvo de- » bajo de Santiago». Hay en este párrafo varios errores: en primer lugar, no está probado que el mar se haya retirado; puede haber experimentado ligeros avances o retrocesos, como conse cuencia muy natural de la enorme vibración de la masa líquida; pero nada parecido a maremoto puede decirse que ocurrió en Valparaíso. En segundo lugar, los sondajes hechos con posteriori dad al fenómeno sísmico, han demostrado que la profun didad de las aguas ha permanecido invariable; y, final mente, el foco o epicentro del terremoto no se puede ubi car debajo de Santiago. Más bien, se podría localizar entre Los Perales y Curacaví; pero tampoco puede decir se que hubo un epicentro único, porque hubo varios dis tribuidos o lo largo del eje central de la superficie asola da por el terremoto. En cuanto al librito del señor J. Félix González Ro- cuant, Visitador de Escuelas, que viene precedido de muy buenos informes firmados por los señores J. Figue- roa, Inspector General de Instrucción Primaria; J. Abe lardo Núñez; Juan Madrid; J. Pómulo Amagada, Visita- 14 ISMAEL GAJARDO R. dor de Escuelas de Santiago; José Ignacio Vergara, Rec tor del Liceo de Rancagua; Marco A. de la Cuadra, Ins pector General de Instrucción Primaria; y por los miem bros de la Comisión de Textos, no lo consideramos tan útil como libro de consulta para los maestros de instruc ción primaria y para los alumnos de las Escuelas Norma les, según se desprende de algunos de los mencionados informes. La misma escasa Bibliografía que el autor inserta al final de su trabajo, nos está diciendo, con toda claridad, que se trata de un librito muy elemental. En suma, según todo lo anteriormente expuesto, nin guno de los tres libros, usados como textos de enseñanza, está conforme con los adelantos científicos modernos al canzados en el importante ramo de la Geografía Física; por consiguiente, estimo de necesidad pedir al honorable Consejo de Instrucción Pública que abra un concurso pa ra redactar una nueva obra. Naturalmente, como toda obra que aspire a la perfección, ésta no podrá ser la pro" ducción de un sólo cerebro, si se desea que venga a satis facer verdaderas necesidades de la Instrucción Pública; en ella, a mi juicio, deberán colaborar especialistas en las diversas materias que abarca un texto de Geografía Física, especialistas que los hay buenos y abundantes en nuestro país. Lo Espejo, 4 de Enero de 1916. Ismael Gajardo.
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