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ELOGIOS PARA LA INTERVENCIÓN DEL CÍRCULO DE SEGURIDAD
 
“Decir que este enfoque es brillante, creativo y transformador se queda corto para captar por
completo su verdadero poder. Los autores han entretejido la teoría del apego en una intervención
innovadora basada en la investigación que ayuda a los bebés y a sus padres a avanzar hacia la
seguridad y hacia una vida de resiliencia y bienestar. Sumérgete en la sabiduría de estos maestros
y estarás eternamente agradecido; sin duda, yo lo estoy. El libro ofrece una exploración
terapéutica intrincada pero práctica macerada en la dedicación y las ideas de sus autores.” —
Daniel J. Siegel, Doctor en Medicina, Departamento de Psiquiatría, Facultad de Medicina de
UCLA; autor de Tormenta cerebral: el poder y el propósito del cerebro adolescente
 
“¡Qué maravilla de libro! Perspicaz, compasivo, emotivo, claro, eminentemente útil: este trabajo
ofrece la mejor combinación que conozco de ciencia en mayúsculas, de profunda experiencia
clínica y de orientación coherente para los terapeutas. Una lectura obligada para cualquiera que
desee comprender y fomentar una crianza efectiva.” —Phillip R. Shaver, Doctor, Catedrático
Distinguido de Psicología, Universidad de California, Davis
 
“En este relevante libro, los autores ofrecen una traducción magistral de conceptos complejos a
un intuitivo enfoque con el que mejorar el apego que está respaldado por una investigación sobre
su efectividad. El uso sensitivo del vídeo permite a los padres verse a sí mismos bajo una nueva
luz y tomar conciencia de cómo representan sus propias experiencias tempranas en la crianza de
sus hijos. El Círculo de Seguridad libera a los padres para que respondan a las necesidades de
protección y apoyo del niño de forma que le genere confianza y fomente la confianza en sí
mismo. Las joyas de sabiduría que contiene junto a las estrategias prácticas de intervención son
un regalo para cualquier terapeuta que quiera mejorar la crianza de los hijos y prevenir el
maltrato infantil.” —Alicia F. Lieberman, Doctora, Titular de la Cátedra Irving B. Harris en
Salud Mental Infantil, Universidad de California, San Francisco
 
“El Círculo de Seguridad se fundamenta en la teoría e investigación del apego. Con una
sorprendente combinación de simplicidad, relevancia clínica y rigor académico, este libro enseña
al lector lo que los niños necesitan realmente para tener un apego seguro y aclara lo que puede
impedir que los padres respondan a esas necesidades. Enfocado a terapeutas y a estudiantes, el
libro retrata vívidamente lo que se considera, tanto nacional como internacionalmente, la
vanguardia de los primeros programas de intervención entre padres e hijos.” —Jude Cassidy,
Doctora, Departamento de Psicología, Universidad de Maryland, College Park
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El nombre Círculo de Seguridad y el gráfico Círculo de Seguridad son marca registrada.
 
Todos los derechos reservados.
Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada
con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley.
 
 
Título original: The Circle of Security Intervention: Enhancing Attachment in Early Parent–Child Relationships
Copyright © 2014 The Guilford Press
Publicado originalmente por The Guilford Press.
Una división de Guilford Publications, Inc. (Nueva York)
 
 
© 2019 EDITORIAL ELEFTHERIA, S.L.
Sitges, Barcelona, España
www.editorialeleftheria.com
Primera edición: Enero de 2019
© De la traducción: Antonio Aguilella Asensi
Ilustración de cubierta: istock.com/AntonioGuillem
Maquetación: Ana Córdoba Pérez
ISBN (papel): 978-84-949641-1-4
ISBN (e-book): 978-84-949641-2-1
DL: B 4040-2019
 
 
 
 
 
A las personas y familias con las que hemos trabajado durante estos años: al abrir sus vidas y
compartir sus historias más íntimas, se han convertido en nuestros mejores maestros.
 
 
SOBRE LOS AUTORES
 
 
Bert Powell, Glen Cooper y Kent Hoffman han ejercido la práctica clínica juntos en Spokane,
Washington, durante más de treinta años. Han trabajado en equipo para traducir los
conocimientos clínicos complejos y la investigación del desarrollo a protocolos sencillos y
accesibles que puedan usarse con individuos y familias. Desde principios de la década de 1990,
se han centrado específicamente en aplicar las relaciones de objeto y la teoría del apego a la
práctica clínica, una visión compartida que condujo a la creación del Círculo de Seguridad
(COS© por sus siglas en inglés, Circle of Security©).
Los tres han prestado sus servicios como consultores en proyectos de investigación
financiados por universidades y ciudades relacionados con protocolos del COS para una amplia
gama de pacientes, incluyendo familias del programa Head Start, bebés en riesgo, padres
adolescentes indigentes y madres encarceladas. Los tres han recibido el Premio del Gobernador
de Washington a la Innovación en la Prevención del Abuso Infantil. Han sido coautores de
numerosos artículos con revisión de pares y de capítulos de libros, muchos junto a Bob Marvin,
quien ejerció como investigador principal en el proyecto inicial del COS, participó en su
desarrollo y continúa involucrado en la implementación de un modelo global del COS.
En 2013, los cuatro autores recibieron el Premio Bowlby-Ainsworth del Consorcio de Apego
de Nueva York por el desarrollo y la implementación de la Intervención en el Apego del Círculo
de Seguridad. Cooper, Hoffman y Powell formaron Circle of Security International para
proporcionar formación sobre la intervención temprana del COS, la teoría del apego, la
evaluación y el diagnóstico diferencial. En respuesta a la necesidad de un modelo de COS
escalable, desarrollaron Círculo de Seguridad-Crianza (COS-P© por sus siglas en inglés, Circle
of Secutiry-Parenting©), un protocolo en DVD de ocho semanas, traducido a múltiples idiomas,
para que los terapeutas y educadores parentaleslo emplearan con grupos, díadas e individuos.
Este protocolo se puede aprender en un programa de formación de cuatro días que ahora está
disponible en todo el mundo.
Bert Powell comenzó su trabajo clínico como terapeuta familiar ambulatorio en un centro
comunitario de salud mental, donde ayudó a una amplia gama de familias a encontrar y usar
fortalezas que no reconocían para abordar sus problemas. Powell está certificado en psicoterapia
psicoanalítica por el Masterson Institute en la ciudad de Nueva York. Es Profesor Asistente
Adjunto de la Escuela de Graduados en Psicología de Orientación en la Universidad de Gonzaga
y ejerce como asesor internacional del consejo editorial de Journal of Attachment and Human
Development. Desde 1985, ha compartido práctica clínica en Spokane, Washington, con Kent
Hoffman y Glen Cooper. Gran parte de su trabajo se ha centrado en la creación y difusión del
Círculo de Seguridad, por el cual los tres han recibido el Premio del Gobernador de Washington
por la Innovación en Prevención del Abuso Infantil y el Premio Bowlby-Ainsworth del
Consorcio de Apego de Nueva York, entre otros galardones. Son coautores de Raising a Secure
Child: How Circle of Security Parenting Can Help You Nurture Your Child’s Attachment,
Emotional Resilience, and Freedom to Explore.
 
Glen Cooper ha trabajado como psicoterapeuta con individuos y familias tanto en el sector
público como en la práctica privada desde la década de 1970. Cuenta con una amplia formación
en sistemas familiares, relaciones objetales, teoría del apego y evaluación de salud mental
infantil. Cooper también se dedica a los cuidados terapéuticos de acogida y es consultor del
programa Head Start desde hace mucho tiempo.
 
Kent Hoffman es psicoterapeuta desde 1972. Certificado en psicoterapia psicoanalítica por el
Masterson Institute en la ciudad de Nueva York, ha trabajado con presos y con personas sin
hogar, además de con adultos que precisan psicoterapia psicoanalítica. Desde la década de 1990
se ha dedicado a diseñar intervenciones de tratamiento para adolescentes indigentes con niños
pequeños a su cargo y a trabajar con ellas. Se puede apreciar el tema subyacente del trabajo de
toda su vida en una charla TEDx titulada “Infinite Worth”.
 
Bob Marvin ejerció como investigador principal en el estudio original del COS y participó en
su desarrollo. Es director de la Clínica de Apego Mary Ainsworth en Charlottesville, Virginia. El
doctor Marvin es uno de los galardonados con el Premio Bowlby-Ainsworth del Consorcio de
Apego de Nueva York para desarrollar e implementar el COS.
 
 
PRÓLOGO A LA EDICIÓN EN ESPAÑOL
 
 
Es para mí un privilegio dar cuenta del valor y la utilidad de este libro y de sus contenidos, donde
se desarrollan la fundamentación, los principios terapéuticos y las herramientas de uno de los
más relevantes programas de intervención centrada en el vínculo con los que actualmente
contamos: el Círculo de Seguridad (COS por sus siglas en inglés). Tuve la suerte de conocer el
trabajo de sus autores cuando mi compañera Ana Berástegui y yo, hace unos 7 años,
comenzamos a sondear la literatura sobre apego e intervención familiar, en busca de claves para
la creación de un programa de prevención del maltrato en la familia. Ana conocía el COS, y me
invitó a estudiarlo. Me impresionó el tremendo nivel de sistematicidad del programa, el
equilibrio prácticamente perfecto entre rigor teórico y aplicabilidad práctica, y la elegancia de
sus autores para transmitir la esencia de lo que debe ser una intervención suficientemente buena
con familias vulnerables. Debo mucho a este libro, que leí en su versión original hace unos años.
Gran parte de sus hallazgos y de su filosofía, junto con la de otros programas semejantes, está en
el núcleo de mi trabajo con familias y menores. Por esa razón, me resulta difícil tomar distancia y
expresar con brevedad lo que creo que lo convierte en un documento tan valioso. Haré un
esfuerzo y resumiré mi reflexión en tres palabras que, desde mi punto de vista, definen el
corazón de este programa y de este libro, sus coordenadas básicas que tan influyentes han sido
para mí y —me consta— para muchos profesionales preocupados por el desarrollo de los niños
que crecen en condiciones difíciles: entusiasmo, confianza y respeto.
En una película reciente (Un asunto de familia, del director japonés Hirokazu Koreeda), se nos
cuenta la historia de una familia pobre que acoge a una niña de 6 años, víctima de negligencia y
malos tratos. Durante el desarrollo de la película, somos testigos de la progresiva construcción de
un vínculo afectivo entre esta niña dañada, y los extraños con los que ha pasado a convivir. La
película ofrece una especie de muestrario del conjunto de acciones, gestos y procesos casi
invisibles que apuntalan la relación entre alguien dependiente y vulnerable (un niño) y otros
«más fuertes, más sabios y más amables» (las figuras de apego) capaces de protegerlo. Vemos a
la niña compartir con su hermano mayor el interés por los insectos, los objetos encontrados, las
gentes con las que se cruzan por la calle; la vemos aprender e imitar los rituales que observa en
los miembros de su nueva familia; la vemos compartiendo una canción con su nueva madre y,
tiempo después, reproduciéndola cuando está sola; la vemos de nuevo junto a la madre, en la
bañera, comparando cicatrices que tienen cada una en su cuerpo (lo que no deja de ser el trasunto
de otra forma más profunda de compartir: aquella en la que mostramos aquello que nos duele a
quienes pueden comprender y acompañar ese dolor). Hay un espacio compartido, y un tiempo en
que se cruzan las miradas. Se establece un intercambio diario de cosas mundanas: miradas,
contacto físico, rutinas. Se va tejiendo, hilo a hilo, el manto de nuevas relaciones afectivas que
aportan a la niña la seguridad y el estímulo que necesitaba para seguir creciendo. La película que
estoy describiendo y el trabajo que se presenta en este libro tienen algo en común: el entusiasmo
por esa dimensión de las relaciones donde sucede lo pequeño. La construcción del apego al
principio de la vida tiene lugar en la escala de los microsucesos, la repetición cotidiana de la
experiencia compartida que, con frecuencia, se nos pasa de largo a los profesionales. Los autores
de este libro defienden una intervención centrada en las interacciones, casi microscópicas, en
cuyo seno los adultos gestionan las necesidades de apego y exploración de los niños, y cuyo
resultado último es una experiencia de confianza o desconfianza básica en el niño respecto al
mundo, respecto de los otros y respecto de sí mismo. El lector encontrará aquí una exquisita
sistematización de las estrategias que emplea el COS para observar y comprender las
interacciones padres-hijo, por un lado, y para aumentar la sensibilidad de los padres a través del
trabajo sobre dichas interacciones.
Trabajar a favor de los niños que crecen en familias atravesadas por la inseguridad es una
receta casi infalible para el desaliento del profesional. Los que tenemos la suerte y el reto de
atender a estas familias, nos asomamos con frecuencia a un fenómeno desgarrador que, por
desgracia, se da en todas las sociedades humanas: el de los niños que son dañados a manos de
aquellos que deben protegerlos (de los cuales, los padres suelen ocupar —al menos
cronológicamente— un primer lugar). Cuando se lucha contra estas dinámicas, es fácil caer en la
rabia, la impotencia o el desamparo. Frente a este riesgo, el COS nos regala una importantísima
dosis de confianza. Dicha confianza tiene como objeto, por un lado, la oportunidad que tenemos
los profesionales de «curar» a los padres dañados y, al hacerlo, reactivar la capacidad de estos
padres de criar a sus hijos con seguridad. Esta reparación del padre dañado se hace,
fundamentalmente, sobre la base de una experiencia emocional correctora, conseguida en grupo.
La confianza radical de este libro se deposita también sobre los vínculos padres-hijos, ese
fenómeno primordial que durante milesde años ha evolucionado con nuestra especie, dotado de
un enorme poder para hacer que casi cualquier padre o madre, incluso en la más adversa de las
circunstancias, quiera a su hijo y desee protegerlo, mantenerlo con vida y quererlo bien. Sobre la
base de esta fuerza natural, la propuesta del COS no es tanto la de imponer un programa
exhaustivo de rehabilitación parental, sino la de dar a la familia los «empujoncitos» que hacen
falta para que la de crianza pueda redireccionarse, a tiempo, hacia un lugar mejor. El COS
participa de una convicción que Selma Fraiberg, pionera de las terapias padres-hijos, expresó en
los años 70: trabajar a favor de la relación entre niños pequeños y sus padres «es un poco como
tener a Dios de tu parte». En las páginas que siguen, el lector encontrará descritas las estrategias
de intervención familiar que operan en esta clave de confianza.
La última palabra —quizás la más importante— que define esta obra es respeto. El encuentro
con familias de riesgo tiende a activar en los profesionales la tendencia a corregir, enseñar, e
incluso castigar a los padres. De aquí se han derivado una serie de propuestas de trabajo familiar
basadas en una pedagogía meramente teórica (se les explicaba a los padres «lo que hay que hacer
con los hijos»), en el adiestramiento (se entrenaba a los padres en técnicas de control de la
conducta), o en diversas formas de coerción. En estos formatos de trabajo, el profesional
funciona como un educador de los padres, externo a la experiencia subjetiva de los mismos y al
significado de lo que sucede en las relaciones dentro de la familia. El COS apuesta por contener
ese empuje hacia lo correctivo, y nos invita a «cambiar las relaciones de apego desde dentro». Lo
cual pide de nosotros una actitud radical de respeto y de curiosidad respecto a las historias de las
familias. Muchos de los padres que hacen daño fueron niños dañados: sus historias tempranas
son las de una experiencia sostenida de amenaza y la necesidad de desarrollar una adaptación a
los peligros. Cuando escuchamos las historias, descubrimos que estos padres, casi siempre, están
protegiéndose. El padre que hace daño o que descuida a su hijo está tratando de preservar su
integridad psicológica, su autoestima, su equilibrio emocional o una visión del mundo y de sí
mismo que, en algún momento de su desarrollo, le permitió sobrevivir. Este libro explica
detalladamente cómo y por qué los malos tratos son una forma de autoprotección de quien los
perpetra. Esta premisa del COS, construida sobre un acervo de investigaciones empíricas y de
evidencia clínica, es la que más radicalmente cambia las reglas de juego de la intervención
familiar. Todas las estrategias de este programa se implementan bajo un espíritu fundamental de
respeto por el pasado de los padres, sus temores y sus formas de defenderse de los mismos: antes
de cambiar las prácticas de crianza, debemos entender la historia que subyace a ellas. En ese
sentido, los creadores del COS son fieles a la recomendación de Chesterton: «no tires una valla
antes de saber la razón por la que se levantó». Creo que este principio nos abre a un campo de
estrategias terapéuticas tremendamente útiles, así como a una importante dimensión de nuestro
trabajo, marcada por la compasión y el sentido.
 
CARLOS PITILLAS SALVÁ, DOCTOR EN PSICOLOGÍA
Universidad Pontificia Comillas, Madrid
Coordinador del proyecto Primera Alianza
 
 
PRÓLOGO
 
 
La teoría y la investigación del apego han sido de enorme interés para los profesionales de la
salud mental durante más de tres décadas. Al vincular ciertos comportamientos de los niños
pequeños con motivaciones específicas, la teoría resulta clínicamente satisfactoria al menos en
dos niveles. En primer lugar, se deriva de la forma en que se organizan las conductas de los
bebés y les confiere sentido, es decir, que aporta una mayor proximidad a las figuras de apego
para que se sientan más seguras. En segundo lugar, sugiere que los comportamientos se derivan y
conforman las representaciones mentales que guían la experiencia y las respuestas de un
individuo, primero a la figura de apego y luego a los demás. Estas representaciones, a las que
Bowlby llama modelos de trabajo interno, son metáforas de procesos complejos mediante los
cuales percibimos, interpretamos y respondemos a los demás en las relaciones íntimas. La
atención simultánea que la teoría del apego presta a las conductas observables y a los
significados más profundos de esas conductas resultó particularmente sugerente para muchos que
se sentían atraídos por la riqueza de las teorías psicodinámicas pero que se mostraban
impacientes ante el hecho de que se derivaran de los recuerdos de los adultos. Por fin había una
teoría según la cual se podía observar el comportamiento de los niños pequeños y hacer
inferencias significativas sobre las motivaciones, los estados emocionales y las reglas sociales de
los niños cuando interactuaban con adultos que eran importantes en sus vidas. Además, estas
inferencias se podían rastrear de forma evolutiva.
Esta investigación, que se derivaba de la teoría del apego, como el trabajo pionero de Mary
Ainsworth y sus colegas (Ainsworth, Blehar, Waters y Wall, 1978) sobre el apego seguro,
evasivo y resistente o como el trabajo posterior de Mary Main y sus colegas sobre el apego
desorganizado (Main y Solomon, 1990) y la Entrevista de Apego en Adultos (Main, Kaplan y
Cassidy, 1985), reforzó aún más la emoción de los practicantes ante el hecho de que valorados
constructos clínicos, como la transferencia y la compulsión de repetir, pudieran entenderse e
incluso probarse en paradigmas anclados a comportamientos observables. En la década de 1980,
cuando floreció la investigación sobre el apego de adultos y bebés, parecía que estábamos cerca
de extraer recetas de tratamiento práctico directamente de este trabajo.
Pero eso no sucedió. Por muchas presentaciones y artículos que hubiera, nada parecía dar con
el quid de la cuestión: “¿Qué implica esta investigación para el tratamiento clínico de niños y
adultos?”. Los profesionales se sentían atraídos por el trabajo, entusiasmados por su atención
apropiadamente compleja hacia los enfoques relacionales de la problemática de las relaciones,
pero seguían sin tener claro qué podía aplicarse exactamente y cómo. Al final de su carrera,
Bowlby (1988) escribió A Secure Base: Clinical Applications of Attachment Theory, pero ni
siquiera ese libro proponía una hoja de ruta. Hubo otros libros anteriores y posteriores al de
Bowlby con distintos grados de acierto a la hora de traducir la rica y significativa investigación
del desarrollo a aplicaciones clínicas prácticas, pero ninguno respondía adecuadamente a la
pregunta de cómo se podría aplicar este conocimiento sobre el apego infantil y adulto al entorno
clínico. Había varias intervenciones que eran compatibles con el apego o que se derivaban de él,
pero ninguna parecía incorporar plenamente la teoría y la investigación del apego. En mi
opinión, el Círculo de Seguridad (COS) es un enfoque que ha cambiado las reglas del juego.
Derivado de la investigación del apego y de la teoría de las relaciones objetales de Masterson,
esta intervención interpreta la investigación del apego de manera más significativa y directa que
cualquier otro enfoque que hayamos visto antes.
Al informarme sobre el enfoque COS, lo primero que me llamó la atención fue la notable
manera en que hacía que las ideas abstractas fueran tangibles y reales para los padres de niños
pequeños. Durante años, impartí charlas profesionales en las que defendía que los
comportamientos de base segura y de refugio seguro de un niño pequeño —aventurarse a
explorar y regresar al cuidador para recibir cuidados— podían observarse fácilmente en
cualquier lugar en el que los niños pequeños interactuaran con sus cuidadores. Y, sin embargo,
no había dado el siguiente paso lógico: explicar estos comportamientos de apego en el contexto
de las interacciones de forma clara y directa a los padres con los quetrabajé. Al tomarse en serio
la teoría del apego, incluso al pie de la letra, el COS la ha hecho mucho más accesible que nunca.
Otro punto fuerte del COS es su enfoque creativo para involucrar a los padres. Va más allá de
la típica revisión de las interacciones en vídeo, que se ha generalizado, y también ofrece enormes
apoyos visuales, documentos, “música de tiburón”, “grabaciones bonitas” y otros enfoques que
son bien recibidos por los cuidadores y amplían su comprensión de la relación con sus niños.
Repetidamente, he sido testigo del poder de algunos de estos esfuerzos por hacer que la historia
del apego sea más accesible y cautivadora de lo que hubiera sido de otra manera. No todos los
enfoques específicos valen para todo el mundo, profesionales o pacientes, pero el hincapié en
traducirlos para ponerlos a disposición de los padres hace que el COS sea convincente y
significativo en una amplia variedad de aplicaciones.
Sin embargo, lo que realmente me enganchó es el énfasis que hace el COS en las
sensibilidades esenciales. La aportación de estas sensibilidades a la ecuación es doble: primero,
proporciona una comprensión más profunda de la transmisión intergeneracional del apego al
explicar cómo las diferentes experiencias internas pueden subyacer a interacciones de apariencia
similar e implicar diferentes significados; y, en segundo lugar, facilita el acercamiento más
sofisticado a la psicoterapia desde la perspectiva del apego hasta la fecha, incluidas las
consecuencias de adaptar los enfoques estratégicos en función de nuestra comprensión de las
sensibilidades esenciales. Agregar sensibilidades a la teoría del apego exige operacionalizar y
estandarizar su evaluación, por supuesto. Hacerlo mejorará no solo la promesa terapéutica del
COS, sino también nuestra comprensión de los procesos del desarrollo.
Este libro defiende el COS —clara y elocuentemente— como un modelo conceptual, como un
método de educación para padres y como una técnica psicoterapéutica. Espero que inspire
investigaciones que evalúen su eficacia, definan su alcance y documenten lo que promete.
 
CHARLES H. ZEANAH, JR., DOCTOR EN MEDICINA
Escuela de Medicina de la Universidad de Tulane, Nueva Orleans, Luisiana
 
REFERENCIAS
 
Ainsworth, M. D. S., Blehar, M. C., Waters, E. & Wall, S. (1978). Patterns of attachment: A
psychological study of the Strange Situation. Hillsdale, NJ: Erlbaum.
 
Bowlby, J. (1988). A secure base: Clinical applications of attachment theory. London:
Routledge.
 
Main, M., Kaplan, N., & Cassidy, J. (1985). Security in infancy, childhood and adulthood: A
move to the level of representation. En I. Bretherton & E. Waters (eds.), Growing points in
attachment theory and research. Monographs of the Society for Research in Child
Development, 50 (nº de serie 209), 66-104.
 
Main, M., & Solomon, J. (1990). Procedures for identifying infants as disorganized/disoriented
during the Ainsworth Strange Situation. En M. Greenburg, D. Cicchetti, & E. M. Cummings
(eds.), Attachment in the preschool years: Theory, research, and intervention (pp. 121-160).
Chicago: University of Chicago Press.
 
 
PREFACIO
 
 
 
En los campos del desarrollo social y emocional, la teoría del apego es el marco conceptual más visible y con mayor
fundamento empírico.
~ JUDE CASSIDY Y PHILLIP SHAVER (2008)
 
 
Hace más de cuarenta años, John Bowlby escribió: “Los apegos íntimos a otros seres humanos
son el eje alrededor del cual gira la vida de una persona”. Hace solo cinco años, Cassidy y
Shaver introdujeron la declaración anterior en el prefacio de la segunda edición de Handbook of
Attachment: Theory, Research, and Clinical Applications y calificaron a la teoría del apego como
“una de las líneas de investigación más amplias, profundas y creativas de la psicología del siglo
XX (y ahora del siglo XXI)” (2008, p. xi). Por pura intuición, nadie se atreverá a discutir la
importancia de un progenitor u otro cuidador principal para los niños muy pequeños. Sin
embargo, el legado que se acumula a partir de nuestras relaciones íntimas más tempranas sigue
siendo objeto de debate. ¿Necesitamos a nuestros progenitores únicamente para asegurar nuestra
supervivencia hasta que podamos cuidar de nosotros mismos? De alguna manera, a pesar de las
pruebas de investigación, cada vez más numerosas, que indican que el apego seguro es mucho
más beneficioso, los esfuerzos por transformar la teoría en práctica parecieron malograrse. Los
enfoques conductuales para el desarrollo psicológico saludable prevalecieron durante varias
décadas, en gran medida gracias al hecho de que parecía mucho más fácil medir el
comportamiento que el apego íntimo o los modelos de trabajo interno de una persona. Por lo
tanto, no es de extrañar que los que financian las investigaciones tendieran a favorecer la
investigación del comportamiento. Toda esta investigación conductual también dio sus frutos:
era (y es) relativamente fácil de aplicar en entornos clínicos, como puede atestiguar cualquier
madre que haya trabajado alguna vez con la economía de fichas o que haya aprendido a utilizar
el tiempo fuera y los incentivos. Y estas consagradas técnicas de gestión del comportamiento
funcionan, al menos para controlar el comportamiento, como puede confirmar cualquier maestro,
trabajador social o terapeuta familiar acreditado. Pero cuando hablamos de un desarrollo infantil
saludable, el trabajo no acaba con la gestión del comportamiento. Comienza con ella.
¿Un niño cuyo comportamiento se gestiona mejor tiene ya todo el bienestar al que puede
aspirar? ¿Las habilidades y el autocontrol conducen inexorablemente al óptimo desarrollo
psicológico y al éxito durante la infancia? ¿Pueden los incentivos y el refuerzo vacunar a un niño
contra las dinámicas familiares poco saludables y compensar la debilidad de los vínculos entre
padres e hijos? Incluso aunque aparentemente resuelvan los problemas conductuales y
emocionales de un niño, ¿evitan que el adulto en el que se convierte el niño perpetúe un ciclo de
perturbaciones que a menudo pasan de generación en generación?
Simplificando en exceso, los seres humanos somos más que la suma de nuestros
comportamientos. Como propone la teoría del apego, somos criaturas con una conexión innata
entre nosotros a través de la cual nos sentimos experimentados y comprendidos. Desde el
momento en que nacemos, dependemos hasta tal punto de un apego afectivo que ni siquiera toda
la comida y refugio del mundo pueden garantizar que progresemos sin una relación cercana.
En los años transcurridos desde que Bowlby propuso su crucial teoría, hemos tenido la fortuna
de adquirir datos que respaldan nuestro intuición. Los investigadores han demostrado claramente
que el apego desempeña un papel clave no solo en el desarrollo psicológico y en el bienestar de
los niños, sino también en la salud emocional de los adultos a lo largo de la vida. Y al ayudar a
formar a los adultos, el apego contribuye a determinar qué tipo de padres serán y, por lo tanto,
afecta al desarrollo psicológico de sus propios hijos.
 
Hace más de una década, Sroufe (1989) declaró audazmente que, aunque la mayoría de las alteraciones clínicas en los
primeros tres años de vida se expresan claramente como problemas de conducta infantil, resulta mucho más útil
conceptualizarlos como trastornos en las relaciones. De acuerdo con este enfoque, la relación entre padres e hijos está
emergiendo como el objetivo de la mayoría de los esfuerzos de intervención y prevención en la salud mental infantil.
(Zeanah, Larrieu, Heller, y Valliere, 2000, p. 222)
 
Sroufe hizo esa afirmación radical hace más de veinte años y, sin embargo, en la mayoría de
los centros de cuidado infantil el enfoque predominante sigue siendo la gestión del
comportamiento de los niños, sin prestar atención apenas a sus necesidades relacionales. A través
del trabajo y la dedicación de cientos de investigadores del desarrollo de todo el mundo, la teoría
del apego ha comenzado el siglo XXI como un recurso fiable, válido y rico en detallespara los
profesionales que trabajan en el campo de la intervención temprana con cuidadores y niños. Pero
hasta la fecha, la mayoría de los profesionales de la salud mental y los trabajadores de cuidado
infantil tienen, en el mejor de los casos, una familiaridad pasajera con la teoría del apego y con el
papel vital que desempeña en nuestras vidas.
Tras cerca una década de improvisadas reuniones en los pasillos, correos electrónicos,
llamadas nocturnas y experiencias clínicas compartidas, llegamos a la conclusión ineludible de
que era hora de cerrar la brecha entre la investigación del apego y la práctica clínica. Nuestro
intento para hacerlo es la intervención del Círculo de Seguridad (COS) que se describe en este
•
•
•
libro, con la que queremos mostrar:
 
que la mayoría de los problemas de comportamiento y emocionales en niños muy pequeños
se pueden relacionar con problemas de apego hacia sus cuidadores principales.
que se puede enseñar a esos cuidadores a mejorar los apegos que fomentan el desarrollo
saludable de los niños y les proporcionan la capacidad de formar apegos seguros con sus
propios hijos cuando sean adultos.
que los niños que se sienten seguros en las relaciones pueden volverse más fuertes a la hora
de explorar su mundo.
 
Aunque los cuidadores tienen un deseo casi universal de hacer todo lo posible por sus hijos, la
forma en que realmente interactúan con ellos se basa, al menos parcialmente, en las
representaciones inconscientes, creencias, procedimientos y estrategias que desarrollan a través
de su propia experiencia como hijos. El enfoque del COS asume que la capacidad de ayudar a
los cuidadores a cambiar sus patrones problemáticos de interacción se ve reforzada por la
conciencia y la reflexión sobre los procesos internos que guían esas interacciones.
Con el propósito de hacer más accesible la teoría del apego, emprendimos el proyecto de crear
un gráfico de una página, que ilustrara las características destacadas del apego seguro, al que
llamamos Círculo de Seguridad, y se convirtió en la piedra angular de nuestra intervención.
A través de una subvención de investigación federal del programa Head Start, integramos el
gráfico del COS en un protocolo de tratamiento de intervención temprana, un modelo grupal de
veinte sesiones en el que los padres se reúnen semanalmente para revisar vídeos editados de ellos
mismos y de sus hijos.
Hemos publicado tres estudios sobre las implicaciones de investigación del protocolo COS. El
primero resumía los resultados del estudio original de Head Start, que analizaba si la
intervención del grupo COS (Hoffman, Marvin, Powell y Cooper, 2006) sería efectiva para
reducir la desorganización y la inseguridad del apego. Los resultados mostraron una disminución
significativa tanto del apego desorganizado (del 60% al 25%) como del inseguro (del 80% al
46%) desde la intervención previa a la intervención posterior. Este modelo de intervención es el
que se describe a lo largo del libro (Hoffman et al., 2006).
El segundo resumía los resultados de un estudio con recién nacidos irritables y sus madres en
apuros económicos en un ensayo controlado y aleatorizado de la Intervención de Visita
Domiciliaria COS (Cooper, Hoffman y Powell, 2000). Los resultados indicaron que en las díadas
con riesgo significativo de apego infantil inseguro (por ejemplo, una madre desdeñosa/evasiva
con un bebé altamente irritable), la intervención reducía significativamente el riesgo de apego
inseguro (Cassidy, Woodhouse, Sherman, Stupica y Lejuez, 2011).
El tercero resumía el uso del modelo COS relacionado con bebés (Cooper, Hoffman y Powell,
2000) dentro de un programa de desviación carcelaria. Los resultados indicaron que las díadas
que recibían tratamiento mostraban una tasa de seguridad al final del programa que era
significativamente mayor (70%) que las tasas observadas habitualmente en muestras de madres
de alto riesgo y estaban en consonancia con las tasas típicas de las muestras de bajo riesgo y
clase media (Cassidy et al., 2010).
El éxito del protocolo COS grupal original ha engendrado un abanico de adaptaciones. En
Spokane, Washington, el enfoque de tratamiento del COS es la piedra angular del Arca de los
Niños (un programa de tratamiento diurno para padres y niños relacionados con los servicios de
protección infantil). También es el enfoque central utilizado con padres y madres adolescentes
indigentes en un refugio local para personas sin hogar. Se utiliza en un programa de visitas a
domicilio de Early Head Start, un proyecto de Head Start para mejorar las relaciones entre
maestros y niños en el aula, y en un programa de escuela secundaria para estudiantes con
problemas de conducta que no han prosperado en escuelas convencionales. El enfoque COS
también se ha incorporado a un esfuerzo de toda la comunidad para coordinar la evaluación, el
tratamiento y los servicios legales para niños pequeños. Además, varias agencias de servicios
sociales de Spokane están utilizando el enfoque de tratamiento del COS para trabajar con bebés,
niños pequeños, niños en edad escolar y adolescentes.
En Virginia y en Noruega, el enfoque COS se aplica al trabajo con padres de acogida y
adoptivos a nivel estatal y nacional, respectivamente. En ambos lugares, también se está
aplicando para integrar y coordinar el cuidado de los niños y los padres durante y después del
tratamiento hospitalario en los centros de tratamiento residencial. En Noruega, la intervención
COS-Crianza se está utilizando en todo el país. En Ontario, el enfoque COS está siendo utilizado
por un centro especializado de evaluación y tratamiento para formar a sus miembros y para
consultar con otros centros y agencias en toda la provincia. En Japón, se está utilizando en el
tratamiento de padres e hijos, y en Alemania forma parte de un proyecto de investigación que
utiliza el protocolo con madres diagnosticadas con importantes trastornos mentales.
En Maryland, el enfoque COS se ha utilizado en un programa de visitas domiciliarias, y
también es la esencia de un programa residencial comunitario que permite a las madres que están
encarceladas vivir con sus bebés. En Australia, el enfoque se usa en el tratamiento de padres e
hijos y en la educación para padres, y hay varios proyectos que integran el COS en los centros de
cuidado infantil. El COS forma parte de los planes de estudios universitarios en teoría del apego
y se ha hecho un hueco en conferencias en Inglaterra, Irlanda, Francia, Italia, Portugal,
Alemania, Israel, Australia, Canadá, Sudáfrica, Noruega, Nueva Zelanda, Suecia, Dinamarca,
Japón, España y en todos los Estados Unidos.
A medida que aumenta la presión en nuestra sociedad para practicar la intervención temprana
en niños, la idea del apego infantil se ha vuelto cada vez más popular entre los formuladores de
políticas y los profesionales en el campo. El enfoque COS se ha granjeado un amplio apoyo
porque hace que la teoría del apego sea más fácil de usar: nos muestra de una manera
intuitivamente clara cómo construir una base de importancia crítica para el desarrollo de niños
sanos, felices y bien ajustados.
Sin embargo, como era de esperar, el hecho de que la palabra “apego” esté de moda viene
aparejado con grandes dosis de desinformación y de confusión. Por lo tanto, este libro arranca en
la Parte I con un capítulo que revisa los detalles de la teoría del apego, incluida la terminología y
los conceptos básicos. Teniendo en cuenta todo lo que se requiere para transformar las prácticas
de cuidado, el enfoque de tratamiento del COS conlleva una gran complejidad, a pesar de la
aparente simplicidad del gráfico. El resto de la Parte I aborda las necesidades del niño en el
Círculo, las respuestas del cuidador en el Círculo, qué necesita el niño para un desarrollo
psicológico saludable, cómo se forman los patrones de apego cuando el niño y el cuidador
interactúan y cómo se puede romper el desarrollo psicológico de un ciclo de apego inseguro e
interrumpido usando la intervención del COS. La Parte II describeel protocolo del COS en
detalle, incluidas diversas modalidades en las que se puede trabajar con el enfoque, y la Parte III
proporciona tres casos detallados como ejemplo.
 
FIGURA P.1. Círculo de Seguridad: la atención de los padres a las necesidades del niño. Copyright 1998 de Cooper, Hoffman,
Marvin y Powell.
 
En resumen, la Figura P.1 ilustra cómo funcionan las intervenciones del COS.Tanto si lidian
con las inevitables deficiencias de sus cuidadores como si se enfrentan a abusos o a abandono
infantil graves, los niños crean estrategias de comportamiento para estar lo suficientemente cerca
de sus cuidadores como para sobrevivir. Estas estrategias se basan en sus instintos con respecto a
qué supone “lo suficientemente cerca, pero no demasiado”, a cuándo es momento de acercarse y
cuándo es momento de retirarse y qué desencadena la aceptación de un cuidador frente a lo que
desencadena el rechazo. Se desarrollan en la etapa preverbal, cuando los niños son tan
vulnerables que permanecer conectados es cuestión de vida o muerte. Por lo tanto, no es de
extrañar que, incluso de adultos, resulte muy complicado hacer cambios fundamentales en estas
estrategias inconscientes, no verbales y salvadoras.
El enfoque del tratamiento del COS hace que estas estrategias de relación fundamentales se
vuelvan conscientes, ya que a menudo están ocultas dentro de la complejidad de las interacciones
y emociones humanas. Sin embargo, incluso cuando los cuidadores alcanzan esa conciencia, se
enfrentan a la difícil tarea de actuar en oposición a lo que parece una táctica para preservar la
vida. Es como pasar por debajo de una escalera, derramar la sal o romper un espejo. Incluso si no
crees en la superstición y sabes que estás a salvo, tu cuerpo puede responder poniéndose alerta.
Cuando los adultos no prestan atención a las estrategias de apego protectoras de su infancia,
reciben una advertencia emocional sutil para no salirse de estas estrategias previamente
aprendidas. El COS aborda este proceso de alarma y defensa porque tiene un profundo efecto en
las capacidades de relación y cuidado.
Una vez que se reconocen las estrategias y las defensas que sustentan esas estrategias, el COS
ayuda a los cuidadores a comprobar por sí mismos el coste que tiene para ellos y para sus hijos
mantener las viejas creencias y los comportamientos problemáticos. Cuando los cuidadores
tienen conciencia y motivación, pueden elegir mantener sus patrones de interacción o
cambiarlos.
Al mejorar la capacidad de los cuidadores para elegir patrones de interacción que satisfagan
las necesidades de apego de sus hijos, el COS ayuda a desarrollar relaciones seguras
esencialmente mediante el uso del gráfico, que sirve de guía para visionar los vídeos y establecer
un diálogo reflexivo con los cuidadores. Como las capacidades esenciales de los niños se
desarrollan mejor en el contexto del apego seguro, el COS puede verse como un enfoque para
ayudar a los cuidadores a crear un ambiente saludable para el desarrollo social, emocional, físico
y cognitivo de sus hijos y, finalmente, para favorecer su autonomía como adultos.
Sin embargo, para comprender el enfoque COS es fundamental la premisa de que un apego
seguro a los demás y la autonomía son en conjunto la urdimbre y el entramado de un ser humano
emocionalmente saludable. Lo que los niños necesitan desarrollar es la autonomía dentro de la
relación y la relación dentro de la autonomía. Basándonos en el funcionamiento del mundo
físico, parece obvio afirmar que una persona está con otras personas o está sola. Pero lo cierto es
que esta dicotomía no está tan clara. Los individuos, incluso cuando no están en presencia de
otros, no son entidades independientes. La sensación interiorizada de estar con los demás está
inextricablemente entretejida con las experiencias vitales de las personas, incluso cuando están
solas.
La autonomía se desarrolla cuando los niños tienen en su interior la sensación de que sus
cuidadores están pendientes, interesados y disponibles cuando es necesario. Cuando los niños
carecen de este tipo de conexión, el esfuerzo por ser totalmente autosuficientes es un acto
desesperado, y no una autonomía real. La autonomía genuina se logra desde un apego seguro. La
autosuficiencia no es un signo de fortaleza emocional o de salud psicológica, ni siquiera es una
opción legítima. El núcleo de la conciencia humana es el potencial de la relación del self con la
mente de otro. “El bebé experimenta el hecho de ser experimentado” (Beebe et al., 2010, p. 14).
Esto es cierto al comienzo de la vida de una persona y sigue siendo cierto hasta el final; el ser
humano requiere la experiencia de ser experimentado y entendido, así como también de sentirse
lo suficientemente seguro como para ser uno mismo y explorar.
Por estas razones, el estudio del apego infantil no solo es enriquecedor profesionalmente, sino
que también es una experiencia profundamente personal. Lo que impulsa a la ciencia del apego
es el hecho de que a través de nuestros primeros apegos, para bien o para mal, aprendemos sobre
el mundo. Lo que convierte a esta ciencia en algo personalmente convincente es que se trata de
una historia de amor. Y no una cualquiera: es la historia de la esperanza, de la satisfacción y
nuestro primer desamor.
El estudio del apego hace que nuestra historia compartida cobre vida con una honestidad
implacable y con una sensación de inmediatez, en cierto modo porque gran parte del aprendizaje
se basa en la observación de las interacciones entre el cuidador y el niño a través de vídeos. Ver
cómo se despliega el ancestral proceso del apego humano familia tras familia puede resultar
edificante. También puede ser difícil de sobrellevar, pero imposible de rechazar, porque la
experiencia de nuestra propia historia se reactiva al observar las interacciones íntimas. A veces es
doloroso observar a los bebés recibir la bondad que anhelábamos pero que no conseguimos.
Otras veces, nos rompe el corazón ver a los bebés afrontar nuestros mayores dolores y nuestros
peores temores. En el mejor de los casos, el estudio del apego infantil abre nuestros corazones a
las necesidades de los niños. Esperamos que se convierta en tu historia de amor, como nos ha
pasado a nosotros.
 
 
AGRADECIMIENTOS
 
 
La redacción de este libro abarcó casi una década de comienzos y paradas, de arranques y de
momentos en los que casi tiramos la toalla. A lo largo del proceso, Seymour Weingarten, Kitty
Moore y Rochelle Serwator en The Guilford Press creyeron en el libro, nos apoyaron y nos
animaron a acabarlo. Para asegurarse de que esto sucediera, nos proporcionaron la guía y la
notable habilidad de Christine Benton, escritora y editora de talento excepcional. Si bien tenemos
experiencia en el uso del vídeo para ilustrar ejemplos clínicos con los que enseñar la teoría del
apego y las relaciones objetales, necesitábamos los sabios consejos de Chris y su experiencia en
redacción para acercar nuestro enfoque a la página impresa. Le estamos agradecidos más allá de
lo que podemos expresar. Trabajar estrechamente con Chris y Kitty en estos últimos tres años ha
sido un verdadero placer.
Ni que decir tiene que las huellas de John Bowlby y Mary Ainsworth están en todas las
páginas de este libro. Además, queremos expresar nuestro agradecimiento continuo a los
innumerables investigadores del apego y del desarrollo infantil en los que nos hemos basado.
Estamos increíblemente agradecidos a Jude Cassidy por su rigor científico, su orientación
constante, su compromiso inquebrantable con el COS y, sobre todo, su amistad; todo ello ha
hecho posible esta obra.
Agradecemos muchísimo a Dave Erb que plantara las semillas del gráfico del COS con su
metáfora del muelle y el barco. Su capacidad para estar-con sigue siendo un modelo para nuestro
trabajo.
También estamos en deuda con James Masterson y Ralph Klein, quienes nos introdujeron en
una comprensión sistemática de la estructura intrapsíquica que se convirtió en el modelo para las
sensibilidades esencialesdel COS. También damos las gracias a Ralph por su supervisión
clínica, donde modeló la sabiduría relacional que hay en el corazón de la teoría de las relaciones
objetales, y por ver el valor intrínseco de las personas más allá de las defensas y de las
patologías.
Estaremos siempre agradecidos a Susan McDonough, cuyo trabajo pionero con la intervención
de vídeo nos brindó la inspiración inicial para el modelo del COS.
Estamos en deuda con Sandra Powell, cuya inquebrantable preocupación por las familias ha
inspirado en gran medida el resultado de nuestro trabajo. Su dedicación y su compromiso con el
tratamiento de calidad para padres, bebés y niños de difícil acceso nos han brindado una sólida
ayuda que nos ha guiado todos estos años.
Queremos agradecer a Charles Zeanah su aliento incesante para ayudarnos a superar nuestro
bloqueo de escritor y conseguir que este material se publicara. Su creencia en la importancia de
COS nos inspiró a seguir adelante.
También nos gustaría agradecer a los muchos colegas, maestros y mentores que nos han
enseñado e inspirado a lo largo de nuestras carreras clínicas: Susie Amundson, Katherine Bair,
Kathryn Barnard, Beatrice Beebe, Lisa Berlin, Neil Boris, Mary Dozier, Karla Clark, Robert
Emde, Milton Erickson, Linda Gilkerson, Douglas Goldsmith, Mary Clare Heffron, Andrea
Karfgin, Frank Kimper, Roger Kobak, Julie Larrieu, Karlen Lyons-Ruth, Salvador Minuchin,
Susan McDonough, David Olds, David Oppenheim, Allan Schore, Phillip Shaver, Daniel Siegel,
Bill Silvers, Arietta Slade, Susan Spieker, Alan Sroufe, Howard Steele, Miriam Steele, Daniel
Stern, Susan Woodhouse y Yair Ziv.
Nuestro agradecimiento a los compañeros de investigación de Spokane que aportaron su
tiempo y experiencia al desarrollo e implementación temprana de la investigación del COS:
Steve Balberg, Pam Barnes, Jennifer Backlund, Mary Brandt, Monica Becket, Polly Carlson,
Judy Cooke, Mary Davis, Lisa Estelle, Patsy Etter, Beth Fergin, Jean Fredrickson, Devon
Greyerbiehl, Sandra Higman, Diane Hermanson, Sarah Hesslink, Lisa Koch, Suzanne Kolbe,
Molly Kretchmar-Hendricks, Clare Lucas, Elizabeth Mann, Janet Mann, Sandy Powell, Beth
Raleigh, Michael Roberts, Harry Rosenkrantz, Jennifer Sparr, Katie Wisenor y Nancy Worsham.
Estamos especialmente agradecidos al personal, padres y niños de Bancroft School, Spokane
Head Start/Early Head Start, Volunteers of America-Crosswalk of Spokane y a Janet y Paul
Mann de The Children’s Ark por ser el campo de pruebas original para el protocolo del COS.
También queremos agradecer a Dave Tanner y Megan Schuyler Kennedy de North by Northwest
Productions y a Dan Baumgarten de Community-Minded Enterprises por su ayuda y apoyo.
También estamos agradecidos a nuestros muchos colegas, además de los ya mencionados, que
continúan expandiendo y desarrollando el uso del COS en todo el mundo: Gizem Arikan, Erin
Atkinson, Michelle Ball, Neil Boris, Ida Brandtzæg, Kevin Burns, Mike Chewning, Joe Coyne,
Robyn Dolby, Matthew J. Dykas, Jane Doyle, Clare Gates, Penny Free, Per Götberg, Carlos
Guerrero, Deborah Harris, Mary Hood, Anna Huber, Jo Hussey, Stine Lier, Cami Maianu,
Francesca Manaresi, Soledad Martínez, Pia Risholm Mothander, Megumi Kitagawa, Tim Page,
Italia Parletta, Jenny Peters, Elizabeth Puddy, Deidre Quinlan, Brigitte Ramsauer, Kate Dent
Rennie, Cindy Roberts, Ando Satoko, Avi Sagi-Schwartz, Charlie Slaughter, Stig Torsteinson,
Sally Watson, David Willis, Danette Wallersheim y Caroline Zanetti.
Damos gracias todos los días por las importantes contribuciones de Gretchen Cook, Kaaren
Goeller Bloom y Mary Davies en Circle of Security International. Sin su compromiso,
coherencia y amabilidad, nuestra capacidad de ofrecer esta intervención no sería posible en
absoluto. También apreciamos profundamente la visión de Jim Sheehan al fundar el Community
Building en Spokane. Su generosidad al proporcionar espacio de oficina y laboratorio para Circle
of Security International y el apoyo de su comunidad nos permite continuar desarrollando el
COS y apoyar a nuestros muchos colegas y agencias en Spokane que están trabajando en la
intervención temprana.
Damos nuestro más sincero agradecimiento a todos los padres que participaron en la
investigación inicial del COS. Esperamos honrar su valentía y contribución al desarrollo del COS
a través de la narración de su experiencia en este libro. Confiamos en que su disposición a
compartir sus historias contribuya a la seguridad de los niños en las generaciones venideras.
Finalmente, ofrecemos nuestro inmenso y continuo agradecimiento a nuestras propias familias
por su constante aliento y su firme presencia durante la redacción de este libro y durante toda
nuestra vida. Sandy, Chelsea y Travis; Christine, Erin, Sara, Scott, Benjamin y Zachary; Kim y
Kai; y Cherri, vosotros sois nuestros Círculos de Seguridad más íntimos, y vuestro cuidado y
compromiso son las razones por las que comenzamos a considerar una carrera profesional basada
en la seguridad y el amor.
 
 
NOTA DE LOS AUTORES
 
 
USO DEL MATERIAL REGISTRADO DE CIRCLE OF SECURITY®
 
Nos complace que hayas llegado hasta esta introducción a nuestro trabajo. Esperamos que este
material se siga compartiendo con padres y profesionales de todo el mundo. Para descargas
gratuitas de Circle of Security® e información adicional, visita www.circleofsecurityinternational.com.
Solo te pedimos que sigas los parámetros relacionados con el uso compartido de este material
que se describen en el apartado “Handouts” (documentos) de la pestaña “Resources” (recursos).
Esperamos que la información de este libro proporcione no solo una introducción a nuestro
trabajo, sino también un marco organizativo que mejore el tuyo. Sin embargo, somos conscientes
de que la palabra escrita no sustituye a la capacitación y la supervisión, y no asumimos ni
respaldamos la idea de que la mera lectura de este material te vaya a preparar adecuadamente
para realizar intervenciones del COS®.
Para nosotros es extremadamente importante mantener la fidelidad de los protocolos de Circle
of Security®. Con este fin, el nombre Circle of Security® y el gráfico están registrados. Si quieres
solicitar permiso para usar el nombre Circle of Security® en cualquier material promocional o
para becas de investigación o servicio directo, visita nuestro sitio web. Gracias por tu ayuda para
proteger la fidelidad de Circle of Security® y por tu trabajo en nombre de los niños y las familias.
 
PRONOMBRES ESPECÍFICOS DE GÉNERO
 
Los cuidadores principales son tanto hombres como mujeres, y el apego es un fenómeno
asombrosamente neutro en cuanto al género. Por lo tanto, hemos elegido alternar entre los
pronombres masculino y femenino cuando describimos a los cuidadores. Con el mismo espíritu,
hemos utilizado tanto “padre/madre” como “cuidador/a” para honrar la contribución de muchos
cuidadores que no son padres biológicos.
 
CASOS PRÁCTICOS
 
Los ejemplos del libro están tomados del material de casos concretos, pero se ha modificado toda
la información identificativa para proteger la privacidad de las familias.
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Estimado lector: gracias por comprar este libro electrónico, gracias por pagar su precio, eso
significa que das valor al conocimiento: a los años de investigación y trabajo del autor, a los
meses de trabajo de la traductora, a las muchas horas de la diseñadora gráfica, de la correctora y
del personal de la editorial que creyó necesario que este libro estuviera disponible en español.
Cuando pagas por este libro, contribuyes a esta cadena tan hermosa de trabajo y valor del
conocimiento. Por favor cuida esta cadena, somos unas pocas personas y familias esforzándonos.
 
CONTENIDO
 
La terapia familiar
 
SOBRE LOS AUTORES
PRÓLOGO A LA EDICIÓN EN ESPAÑOL
PRÓLOGO
PREFACIO
AGRADECIMIENTOS
NOTA DE LOS AUTORES
 
PARTE I. EL APEGO EN LAS RELACIONES DE CUIDADOS TEMPRANAS
CAPÍTULO 1. Oculto a plena vista: la importancia fundamental del apego seguro
CAPÍTULO 2. El Círculo de Seguridad:entender la necesidad del niño de un refugio seguro y de una base segura para la
exploración
CAPÍTULO 3. Estar-con: satisfacer las necesidades del niño a través de la relación
CAPÍTULO 4. Círculos Limitados: la inseguridad y el poder de la adaptación
CAPÍTULO 5. Música de tiburón: cómo el estado de ánimo conforma el cuidado
CAPÍTULO 6. Completar el Círculo
 
PARTE II. LA INTERVENCIÓN DEL CÍRCULO DE SEGURIDAD
CAPÍTULO 7. Observar la relación
CAPÍTULO 8. La evaluación de la interacción: diagnóstico diferencial e identificación de la dificultad clave
CAPÍTULO 9. Comprender el estado anímico y los procesos defensivos a través de las sensibilidades esenciales
CAPÍTULO 10. La evaluación de la percepción de los padres: uso de la Entrevista del Círculo de Seguridad para mejorar
la eficacia del tratamiento
CAPÍTULO 11. Principios y planificación del tratamiento
CAPÍTULO 12. El protocolo de la intervención del Círculo de Seguridad
 
PARTE III. CASOS PRÁCTICOS
CAPÍTULO 13. Laura y Ashley
CAPÍTULO 14. Ana y Sam
CAPÍTULO 15. Shelly y Jacob
 
REFERENCIAS
ÍNDICE POR PALABRAS
NOTAS
 
 
 
 
CAPÍTULO 1
OCULTO A PLENA VISTA
LA IMPORTANCIA FUNDAMENTAL DEL APEGO SEGURO
 
 
Si te propones describir a un bebé, descubrirás que estás describiendo a un bebé y a alguien.
~ DONALD W. WINNICOTT (1964/1987)
 
 
Crees que como comprendes uno, también comprenderás dos, porque uno y uno son dos. Pero para comprender
verdaderamente dos, primero debes comprender “y”.
~ DICHO DE LA SABIDURÍA SUFÍ
 
 
Una mujer morena de unos veinticinco años está sentada en un sofá con las piernas cruzadas y observa a su hija de tres años
jugar con un juguete de apilar a unos cuatro metros de distancia. Acaba de volver a la habitación después de estar unos
minutos ausente y, al ver a su hija ensartar metódicamente los anillos de diferentes formas en el poste, inmediatamente
comienza a emitir instrucciones tranquilas y prácticas intercaladas con preguntas: “¿De qué color es ese?”, “¿Qué forma
tiene el azul?” e incluso “¿Dónde está el hexágono?”.
La niña gatea por la alfombra siguiendo las indicaciones de su madre, pero no se gira para mirarla. Pasados unos minutos,
recoge un maletín de doctor, se lo lleva a su madre y trata de trepar hasta su regazo. La madre empuja suavemente a la niña
hacia el suelo mientras le dice: “Todavía no has apilado todos los anillos. Ahí hay uno… ¡y ahí otro!”. Su hija vuelve
obedientemente hasta el juguete de apilar y coloca otro anillo. Luego recoge el maletín de doctor y vuelve con su madre.
Esta vez consigue llegar a su regazo y examina la oreja de su madre hasta que esta le vuelve a señalar que no ha terminado
de ensartar todas las piezas. La niña ignora su aviso y trata de captar el interés de su madre mientras usa el estetoscopio de
juguete para escuchar su corazón. La madre no mira a la niña, sino a la alfombra y a los juguetes esparcidos. Finalmente, la
pequeña se desliza por las piernas de su madre y regresa con los juguetes, vuelve a darle la espalda a su madre y termina de
colocar los anillos en el poste, a donde pertenecen.
 
Una observación casual etiquetaría esto como una interacción típica entre una madre joven
estándar y una niña en edad preescolar. Pero no se trataba de un momento espontáneo en las
vidas de una mujer y su hija. Laura y Ashley acababan de participar en el ampliamente aclamado
protocolo de investigación de la “Situación Extraña” de Mary Ainsworth, diseñado para revelar
los patrones de apego entre los niños pequeños y sus cuidadores. Esta joven elocuente,
claramente dedicada a su hija, había buscado ayuda porque quería más “consejos sobre crianza”.
Aunque creía que ya era una “madre excelente”, pensaba que no estaría de más aprender de
aquellos que lo sabían “todo sobre la crianza de los hijos”. Laura se unió a un grupo del Círculo
de Seguridad (COS) dirigido por uno de nosotros y en la duodécima semana de las veinte que
dura la intervención vio el vídeo que acabamos de describir. Ya lo había visto antes, al comienzo
del programa, y entonces dijo que le había mostrado lo guapa que era su hija y le había permitido
ver detalles que por lo general no veía. Esta vez, al ver el vídeo comenzó a llorar lentamente.
Conforme se le encogía la cara y bajaba la vista a su regazo, dijo: “Perdí todo ese tiempo
alejándola cuando lo único que quería era abrazarme”.
Lo que Laura estaba viendo era lo que había permanecido oculto para ella en el pasado: el
importantísimo “y” entre su niña y ella. Codificadas en este intercambio habitual entre madre e
hija había certezas notables sobre el papel fundamental de las relaciones de los cuidadores
principales en el desarrollo psicológico de los niños. Sin embargo, debido a la “ceguera mental”
que nos impide ver lo que no podemos tolerar (Shanker, 2004), Laura no podía percibir esas
certezas mientras interactuaba con su niña. No veía que hay momentos para proporcionar
consuelo y momentos para alentar la exploración, y que las necesidades de los niños alternan
entre ambos polos cientos de veces en un mismo día. No veía que los padres a menudo se sienten
más cómodos satisfaciendo una necesidad que la otra. No sabía que la comodidad o incomodidad
de los padres al responder a las necesidades de sus hijos está fuertemente influida por la forma en
que se satisficieron o no sus propias necesidades en la infancia. Y no veía que incluso los niños
muy pequeños aprenden qué es lo que hace que sus cuidadores se sientan incómodos y usarán
una gama de conductas confusas (a las que llamamos “señales erróneas”) para ocultar su
necesidad de esas cosas en un intento de mantener su conexión con el cuidador.
La intervención del COS y el gráfico diseñado a su alrededor están destinados a ayudar a los
cuidadores a aumentar la conciencia acerca de las necesidades de sus hijos y de si sus propias
respuestas satisfacen esas necesidades. Con una mayor conciencia, los padres pueden ampliar sus
opciones de crianza a cada momento cuando sea necesario. En este paso entre la ceguera mental
y ver lo que está oculto a plena vista radica el potencial para romper el dominio de los patrones
de apego problemáticos, transmitidos de generación en generación, que pueden amenazar las
relaciones saludables a lo largo de la vida del niño.
 
LA EVOLUCIÓN DEL CÍRCULO DE SEGURIDAD: UNA TORMENTA
PERFECTA
 
El desarrollo del COS es la historia de cuatro terapeutas que se vieron felizmente en la
confluencia de una serie de “condiciones atmosféricas” que crearon una tormenta perfecta.
Primero surgió la claridad de que la intervención temprana para niños era necesaria y viable. Al
mismo tiempo, estaba cada vez más asentada la importancia de las relaciones para la salud
humana y para el desarrollo, y se estaba descubriendo el mundo interior de bebés y adultos.
Mientras tanto, una extensa investigación estaba estableciendo el papel fundamental del apego en
todo lo anterior.
 
La necesidad de la intervención temprana
• El campo de la salud mental infantil ganó peso y madurez gracias a organizaciones de
apoyo como Zero to Three y al interés de los psiquiatras, y continuó creciendo a lo largo de los
años ochenta y noventa (J. Cassidy, comunicación personal, 13 de mayo de 2011).
• Surgió el campo de la psicopatología del desarrollo. A mediados de la década de 1980, los
científicos comenzaron a hacer un esfuerzo consciente por preguntarse: “¿Qué nos puede decir el
desarrollo normal sobre la psicopatología y qué nos puede decir la psicopatología sobre el
desarrollo?” (C. H. Zeanah, comunicación personal, 17 de mayo de 2011).
Si bien estos desarrollos se estaban gestando en todas partes, desde el laboratorio hasta la sala
de estar, percibimos la necesidad de centrarnos constantemente en la intervención temprana en
nuestro trabajo con adultos, que nos demostraban la cantidad de cosas que ocurrían en etapas
vitales tempranas y continuaban afectando a las personas posteriormente. Observar a los padres
representar el dolor de su infancia de una manera que infligía dolor a sushijos confirmó la
importancia de la experiencia de la primera infancia. Esto demostró ser cierto en todo lo que
habíamos visto desde la década de 1970 durante el asesoramiento a adultos sin hogar, con
crianza de acogida y en entornos de terapia familiar e individual. Y el campo de rápido
crecimiento de la salud mental infantil mostraba entonces sin lugar a dudas que la salud mental
de los niños más pequeños, incluso de los bebés, era observable y medible y, por lo tanto, tenía
potencial para ser un objetivo de intervención y prevención. ¿Pero cómo intervenir temprano?
¿Exactamente cómo podíamos mantener la mente en desarrollo de los niños más pequeños en un
camino de adaptación para prevenir la germinación de problemas cuando fueran adultos?
 
La necesidad de una intervención temprana para centrarse en las relaciones
 
La relación entre padres e hijos está postulándose como el objetivo de la mayoría de los esfuerzos de intervención y prevención
en la salud mental infantil.
— ZEANAH, LARRIEU, HELLER Y VALLIERE (2000, p. 222)
 
Nuestra experiencia clínica también confirmó el principio básico de la terapia familiar de que los
problemas de conducta de una persona están enraizados en el contexto de las relaciones
familiares. Esto quedaba especialmente claro cuando se sacaba a los niños de familias caóticas y
se les colocaba en hogares de crianza de alta calidad. Los niños florecían y su comportamiento
problemático disminuía hasta el punto de que los servicios de protección infantil asumían que los
problemas de los niños se habían resuelto y los enviaban de vuelta a sus caóticas familias. Los
comportamientos problemáticos resurgían rápidamente.
El marco de la terapia familiar proporcionó muchas respuestas. Pero esta perspectiva
terapéutica tenía lagunas. Aunque Salvador Minuchin afirmara que la historia siempre está
presente en el momento actual (Minuchin, 1980) y aunque ya en la década de 1950 Murray
Bowen comenzara a explorar la influencia de las familias de origen en las relaciones actuales, el
campo de la terapia familiar en general prestaba poca atención a la experiencia separada del
contexto.
 
La necesidad de una intervención temprana para centrarse en modelos de
trabajo interno
• El famoso artículo que escribió Selma Fraiberg en 1975, “Ghosts in the Nursery”,
analizaba los efectos transgeneracionales del trauma en bebés, y treinta años más tarde dio
lugar al artículo de Alicia Lieberman, “Angels in the Nursery”, que exploraba el asunto desde el
ángulo opuesto: los efectos beneficiosos de las buenas relaciones entre padres e hijos.
• Siguiendo el trabajo de muchos otros científicos del desarrollo como Louis Sander, Daniel
Stern comenzó a sugerir con su libro de 1985 El mundo interpersonal del infante que las
relaciones de cuidado podían alterar el curso del desarrollo de un niño y la capacidad futura de
formar relaciones saludables y adaptativas. El destino del desarrollo de un niño ya no se
consideraba sellado por eventos clave que configuraban la personalidad según el viejo “hilo
rojo” y las ideas psicoanalíticas de la detención del desarrollo.
• La Entrevista de Apego en Adultos (EAA) se convirtió en un avance técnico clave que ofrecía
una herramienta estandarizada para observar los modelos de trabajo de los padres (Main y
Goldwyn, 1984; George, Kaplan y Main, 1984). Los principios y la información generados por la
EAA fueron de gran interés para los terapeutas porque permitieron estudiar y codificar los
modelos de trabajo interno de los adultos (C. H. Zeanah, comunicación personal, 17 de mayo de
2011).
• En un artículo publicado en 1985 titulado “Security in Infancy, Childhood, and Adulthood”,
Main, Kaplan y Cassidy afirmaban que las categorías de codificación de la EAA para padres
estaban fuertemente asociadas a las categorías de apego correspondientes para sus hijos. Esto
representó un “punto de inflexión importante para el devenir de este campo” (Hesse, 1999, p.
395). La teoría del apego cambió el enfoque principal, que estaba en el comportamiento del niño
o del cuidador, incorporando la calidad de las representaciones orientadas al apego en la mente
del padre y la forma en que estas representaciones predecían las conductas de apego del niño
(Main, Kaplan y Cassidy, 1985).
 
Tanto en la investigación como en nuestro trabajo clínico quedaba claro que los padres
trasladaban rasgos de personalidad de una situación a otra, lo que sugería que había más en juego
que su contexto actual. También quedaba claro que cuando un niño “se portaba mal”, la
explicación rara vez se limitaba al refuerzo del comportamiento, como se creía popularmente
entonces. La cuestión ya no era tan fácil como que Papá le daba a su hijo lo que quería cuando
gritaba lo suficientemente fuerte, y por eso el niño gritaba mucho todo el tiempo. Los
comportamientos de los niños parecían ser más que declaraciones inmediatas sobre la calidad del
sistema familiar interactivo en el que vivían, y no parecían ser reflejos sin sentido que hubieran
sido moldeados por recompensas y castigos, como creían los conductistas. Más bien, el
comportamiento de los niños está guiado por instintos. De hecho, el comportamiento es una
forma que tienen los niños de comunicar sus necesidades innatas. Los comportamientos
problemáticos parecían surgir cuando los padres fallaban sistemáticamente a la hora de satisfacer
esas necesidades.
En la práctica clínica, hemos visto a niños que mostraban claras necesidades de comodidad
que sus cariñosas madres ignoraban, aunque tenían como prioridad principal lo mejor para sus
hijos. También hemos visto a padres que insistían en abrazar a sus niños, que ansiosamente
trataban de explorar su entorno. A pesar de sus mejores intenciones, los padres no llegaban a
satisfacer las necesidades de sus hijos. Era como si estuviéramos viendo a un titiritero invisible
manipulando los comportamientos en cada interacción entre padres con dificultades y sus hijos.
El deseo de entender a este “personaje entre bambalinas” e incorporar esa idea a una
intervención temprana nos llevó a tres de nosotros a buscar formación psicoanalítica adicional.
Todo comenzó cuando uno de nosotros llevó a James Masterson a Spokane en 1985 para
presentar un taller para las doscientas personas que trabajaban en el Centro de Salud Mental de
Spokane y para la comunidad profesional. Lo que aprendimos cuadraba tan bien con nuestras
observaciones clínicas que en 1986 dos de nosotros comenzamos a estudiar en un programa de
formación a distancia dirigido por el Instituto Masterson y recibimos la certificación de
postgrado en psicoterapia psicoanalítica.
La visión de Masterson de la teoría de las relaciones de objeto del desarrollo nos dio la
esperanza de que el psicoanálisis pudiera proporcionarnos una clave para la intervención
temprana. Pero el psicoanálisis todavía estaba enraizado en el “hilo rojo” y en teorías de
detención del desarrollo que no coincidían con nuestra observación de que la disfunción parental
tiene sus raíces en la infancia y de que las condiciones que fomentan la disfunción tienden a ser
estables durante la niñez y en la edad adulta. La idea del desarrollo de la personalidad durante la
niñez en respuesta a temas persistentes ofrecía más potencial explicativo que la idea de que la
personalidad fuera el producto de un acontecimiento único que lo hubiera cambiado todo a partir
de entonces o de lo que sucedió a una edad crítica en concreto.
Durante un seminario de una semana en 1989, que resultó ser un trampolín importante en el
desarrollo del COS, Daniel Stern dio la misma respuesta a las innumerables preguntas que le
plantearon acerca de su punto de vista sobre la teoría de la detención del desarrollo: que era una
visión constreñida y limitada del desarrollo infantil que no consideraba plenamente la validez de
la experiencia interna del niño a una edad muy temprana. Durante nuestra formación con el
Instituto Masterson, hubo otra perspectiva que solidificó nuestro interés en la importancia de la
experiencia interna: lade la teoría del apego.
 
La necesidad de intervenir en los apegos
 
• Veinte años después de que Mary Ainsworth descubriera los patrones de apego a los que
denominó seguros, ansiosos-evasivos y ansiosos-ambivalentes, Mary Main y Judith Solomon
agregaron la categoría de apego desorganizado/desorientado (Main y Solomon, 1986, 1990).
Esta incorporación hizo que la teoría del apego diera un gran paso hacia el mundo clínico, donde
podía marcar la diferencia para niños que habían sido maltratados o cuyos padres luchaban
contra una enfermedad mental o contra otros problemas importantes (Solomon y George, 2011;
C. H. Zeanah, comunicación personal, 17 de mayo de 2011).
• En 1989 conocimos el trabajo de Susan McDonough, que usa el vídeo con familias difíciles.
Su exitoso modelo de psicoterapia breve, que emplea el vídeo para fomentar las interacciones
positivas, abrió nuestra visión a la validez de crear un enfoque personalizado basado en vídeo.
• La grabación se convirtió en un proceso menos costoso. Puede resultar extraño que un
avance tecnológico impulsado principalmente por su valor de entretenimiento pudiera allanar el
camino para un avance clínico. Pero el hecho de que las videograbadoras se ganaran rápidamente
el favor de los consumidores forzó el desarrollo de equipos más baratos y facilitó la
investigación observacional (J. Cassidy, comunicación personal, 13 de mayo de 2011).
• En 1990, el artículo de Robert Karen en Atlantic titulado “Becoming Attached” convirtió los
áridos constructos del desarrollo infantil en conceptos tangibles expresados en lenguaje
cotidiano. La versión ampliada en un libro, publicada cuatro años después (1994), cautivó a los
lectores con su historia de la teoría del apego presentada en un atractivo formato de no ficción,
completada con acalorados debates, rivalidades y momentos de descubrimiento. Por primera vez,
la teoría del apego se dio a conocer en un gran segmento del público en general.
• En 1993, los tres que estábamos en Spokane conocimos a Jude Cassidy, una teórica e
investigadora del apego que se convertiría en nuestro recurso y guía más influyente a medida
que nos aventurábamos a comprender mejor la teoría del apego. A través de su orientación en
conversaciones telefónicas semanales durante los primeros dos años y con un contacto constante
hasta el día de hoy, conseguimos centrar la teoría y la ciencia del apego.
 
La teoría del apego proporciona una estructura general para nuestra comprensión de la
necesidad de intervenir tempranamente tanto en las relaciones familiares como en los modelos de
trabajo interno. Aportó especificidad a nuestra comprensión de la importancia y la función de las
relaciones. Confirmó nuestra sensación de que el comportamiento es instintivo más que reflexivo
y que, por lo tanto, tiene sentido; que los niños responden más a temas persistentes que a eventos
específicos o detenciones del desarrollo; y que sus respuestas conductuales son adaptaciones
dirigidas a objetivos diseñados para mantener el apego. Nadie ha conseguido captar este instinto
de apego de manera más conmovedora que Judith Viorst (1990) en Pérdidas necesarias, donde
contaba la dolorosa (aunque verdadera) historia de un bebé que había sufrido quemaduras muy
serias:
 
Un niño pequeño yace en la cama de un hospital. Está asustado y dolorido. Las quemaduras cubren el cuarenta por
ciento de su cuerpecito. Alguien lo ha rociado con alcohol y luego, inconcebiblemente, le ha prendido fuego.
Llora por su madre.
Su madre es quien le ha prendido fuego.
No parece importar qué tipo de madre ha perdido el niño o lo peligroso que puede resultar vivir en su presencia. No
importa si le hace daño o lo abraza. Estar separado de su madre es peor que estar en sus brazos mientras caen las
bombas. A veces la separación de la madre es peor que estar con ella cuando ella es la bomba.
Porque la presencia de la madre, nuestra madre, significa seguridad. El miedo a perderla es el primer terror que
conocemos. (p. 22)
 
En esta historia agónica, Viorst resume desde un ángulo ligeramente diferente el tema
fundamental de la teoría del apego en el que se basa el trabajo del COS. La relación con un
cuidador principal en nuestros primeros meses y años no es solo importante: es un requisito
emocional. Encontrar una manera de permanecer en una relación —ya se considere positiva o
negativa, segura o insegura— no es un práctico “complemento”, algo que se elige si se considera
conveniente y se descarta si no es así. Tanto si consideramos el trabajo de Harry Harlow (con
monos que preferían una “madre” de tela a la de metal que les proporcionaba comida) o el de
John Bowlby y Mary Ainsworth como si pensamos en la horrible descripción del niño y la madre
de Viorst, la relación surge como una necesidad emocional tan esencial como el oxígeno que
respiramos.
Sin embargo, la teoría del apego no se limitaba a confirmar la importancia de ese vínculo.
También proporcionaba un marco, exactamente como John Bowlby había concebido, para
intervenir temprano en la vida de los niños. Los apegos ayudan a los niños a crear lo que él
denominaba modelos de trabajo interno de ellos mismos y de las personas con las que mantenían
las relaciones más cercanas. Los apegos seguros conducirían a los niños por un camino de
desarrollo saludable hasta la edad adulta. Con modelos de trabajo interno seguros, podrían
prosperar en la relación y formar los mismos vínculos de seguridad con sus propios hijos. Podría
ayudar perfectamente a romper el ciclo de retos psicológicos que a menudo se perpetúan a través
de generaciones.
 
UNA BREVE HISTORIA DE LA TEORÍA DEL APEGO
 
Ya en 1940, basándose en su trabajo como voluntario con niños inadaptados, John Bowlby
promulgaba su visión revolucionaria de que las relaciones de los niños con sus cuidadoras
desempeñaban un papel importante en la salud mental. Su teoría partía de las teorías freudianas
de que los niños están motivados intrapsíquicamente por dos impulsos principales, el sexo y la
agresividad, y por la lucha por resolver el complejo de Edipo. En 1944 Bowlby publicó un
estudio llamado “Cuarenta y cuatro ladrones juveniles”. En él declaraba que los delincuentes más
perturbados de su muestra tenían una importante historia de separación de sus madres. Hallazgos
como estos lanzaron a Bowlby a una investigación de por vida sobre la naturaleza del apego de
los niños hacia sus cuidadores principales.
Las ideas de Bowlby eran tan radicales que cuando comenzó su trabajo sobre el apego,
descubrió que “de los trabajos escritos para revistas europeas o estadounidenses entre 1920 y
1940, solo veintisiete de ellos analizaban la correlación entre el cuidado materno y la salud
mental” (Blum, 2002). Desde entonces se han escrito miles de artículos sobre el apego,
comenzando con el célebre Los cuidados maternos y la salud mental de Bowlby, publicado por
la Organización Mundial de la Salud en 1951 (¡una monografía que vendió 400.000
ejemplares!). En él realizaba la afirmación pionera y empírica de que para que un niño sea
mentalmente sano, “debe experimentar una relación cálida, íntima y continua con su madre (o
con un sustituto permanente de la madre) en la que ambos encuentren satisfacción y disfrute”
(Bowlby y Ainsworth, 1951, p. 11, Bretherton, 1992).
A esta idea se opusieron los expertos en cuidado infantil (médicos, psicoanalistas y teóricos
del aprendizaje social) de mediados del siglo XX. Desde una perspectiva médica, el surgimiento
de una idea acerca de lo necesaria que era la higiene llevó a Luther Emmett Holt (1855-1924), el
pediatra principal de su época, a sugerir que los adultos debían evitar el contacto con los niños,
incluso el contacto afectuoso y especialmente los besos. Desde la perspectiva de la psicología
infantil, el doctor John B. Watson (1878-1985), el padre del conductismo estadounidense, sugirió
que abrazar y mimar a los bebés dañaba su salud psicológica y que los podían trastornarse de por
vida si se les sostenía demasiado en brazos, incluso unos pocos días. Continuaba

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