Logo Studenta

NADA ES TAN TERRIBLE Rafael Santandreu

¡Este material tiene más páginas!

Vista previa del material en texto

RAFAEL	SANTANDREU
	
	
Nada	es	tan	terrible
	
La	filosofía	de	los	más	fuertes	y	felices
	
	
	
	
	
	
	
	
	
	
SÍGUENOS	EN
	
	@megustaleerebooks
	
	@megustaleer
	
	@megustaleer
	
https://www.facebook.com/megustaleerebooks
https://twitter.com/megustaleer
https://instagram.com/megustaleer/
	
	
	
	
	
A	mi	madre,	Valle,
siempre	a	mi	lado
	
Manual	de	uso
	
	
¡Mala	noticia!:	nadie	cambia	por	el	hecho	de	leer	un	libro,	¡ni	de	ir	al	psicólogo!
¡Buena	noticia!:	pero	se	puede	 lograr,	de	manera	sorprendentemente	 radical,
con	un	poco	de	esfuerzo	diario.
Efectivamente,	la	transformación	de	uno	mismo	requiere	práctica	y	esfuerzo.
Pero	 se	 trata	del	 aprendizaje	más	 importante	de	 la	vida	de	uno:	 el	pasaporte	 a
una	vida	mucho	mejor,	mucho	más	feliz	y	plena.
Este	libro	es	una	potente	herramienta	de	transformación	personal,	un	completo
manual	de	autoterapia.	Está	basado	en	la	psicología	cognitiva,	la	conductual	y	el
mindfulness	 de	 tercera	 generación,	 las	 formas	 de	 terapia	 más	 científicas,	 más
contrastadas	con	estudios.
En	mis	 consultas	 de	Barcelona	 y	Madrid,	 llevamos	 años	 viendo	 a	miles	 de
pacientes	y	tenemos	una	ratio	de	éxito	de	más	del	80	%.	Esto	es,	el	80	%	de	las
personas	 que	 acuden	 a	 vernos	 alcanzan	 sus	 objetivos	 terapéuticos.	 Y,
autoevaluándose	 al	 final	 de	 la	 terapia,	 refieren	 una	 mejora	 en	 su	 mundo
emocional	 de,	 al	 menos,	 un	 8	 sobre	 10.	 Es	 decir,	 se	 sienten	 muy	 felices	 y
satisfechas	 con	 su	 vida	 (donde	 «0»	 es	 como	 llegaron	 a	 la	 consulta	 y	 «10»,	 el
mejor	estado	posible).
Con	 la	 guía	 adecuada	 —como	 este	 libro—	 todos	 podemos	 alcanzar	 —y
superar—	esos	resultados.
Al	final	de	cada	parte	se	ofrecen	ejercicios	prácticos.	Cualquiera	de	ellos	sirve
como	 práctica	 diaria.	 Podemos	 realizarlos	 sin	 un	 orden	 fijo,	 según	 la
preocupación	del	momento.
Esos	ejercicios	hacen	referencia	a	las	«neuras»	típicas	de	los	seres	humanos:
trabajar	 sobre	 esos	 aspectos	 nos	 hará	 personas	 más	 fuertes	 en	 los	 diferentes
ámbitos	de	la	vida.
Sugiero	 que	 el	 lector	 disfrute,	 a	 su	 ritmo,	 de	 cada	 capítulo	 y	 realice
diariamente	alguno	de	los	ejercicios	(durante	veinte	minutos,	como	mínimo).	Sin
duda,	verá	crecer	su	músculo	emocional:	como	en	el	gimnasio,	¡ganará	fuerza	y
flexibilidad,	potencia	y	energía!
Como	diría	un	entrenador	personal	de	fitness:	«¡A	ponernos	las	pilas!».	¡Aquí
arranca	nuestra	mejor	forma	emocional!
	
	
PRIMERA	PARTE
	
Todo	lo	que	debes	saber
1
Una	mente	del	futuro,	ya
	
	
En	 un	 reino	 de	 Oriente,	 Darío,	 un	 joven	 recién	 salido	 de	 la	 escuela,	 estaba
decidido	 a	 obtener	 todo	 el	 éxito	 posible	 en	 la	 vida.	Había	 sido	 un	 estudiante
excelente	y	quería	emprender	el	camino	a	la	gloria.
Antes	 de	 escoger	 una	 dedicación,	 fue	 a	 consultar	 a	 un	 maestro	 espiritual.
Habitaba	en	un	bosque	y	se	decía	que	tenía	poderes	sobrenaturales,	como	ver	el
futuro.
—Gran	maestro	—dijo	Darío	 con	 respeto—,	 estoy	 por	 iniciar	mi	 carrera	 y
querría	 un	 consejo	 sobre	 adónde	 dirigirme.	 Mi	 propósito	 es	 tener	 toda	 la
abundancia	posible.
Al	ver	la	tierna	ingenuidad	del	muchacho,	el	maestro	decidió	proporcionarle
la	auténtica	clave	de	las	riquezas	del	mundo.
Le	dijo:
—En	 el	 corazón	 de	 cada	 hombre	 habitan	 dos	 diosas,	 de	 las	 cuales	 todo
hombre	 está	 enamorado.	 Una	 es	 Sara,	 dueña	 del	 conocimiento.	 Y	 la	 otra,
Raquel,	la	guardiana	de	la	riqueza.	¡No	lo	dudes,	busca	con	todo	tu	corazón	a
Sara,	la	reina	del	conocimiento,	y	cásate	con	ella!
—¡Pero	si	ésa	es	la	diosa	de	la	sabiduría!	¿Por	qué	no	buscar	a	la	otra?	—
preguntó	Darío,	confundido.
—Porque,	 hijo	mío,	 en	 cuanto	 te	 cases	 con	 el	 conocimiento,	 la	 diosa	 de	 la
abundancia	se	pondrá	celosa	y	acudirá	a	ti	por	sí	sola.
	
Este	 cuento	 inmemorial	 nos	 quiere	 enseñar	 que	 el	 autoconocimiento,	 el
desarrollo	personal,	es	la	clave	para	una	vida	feliz	y	próspera.	Ser	fuertes	a	nivel
emocional	debería	ser	la	prioridad.	Todo	lo	demás	vendrá	por	añadidura.
	
	
Estoy	convencido	de	que	dentro	de	unos	años	—quizá	veinte,	treinta	o	cincuenta
—	 dispondremos	 de	 unos	maravillosos	 cascos	 de	mejoramiento	 personal,	 con
electrodos	 que	 enviarán	 señales	 eléctricas	 a	 nuestro	 cerebro	 para	 estimular
cualquier	 función	 mental,	 con	 un	 menú	 en	 el	 que	 se	 podrá	 elegir:	 «estar
plenamente	 atento»,	 «tener	 un	 sueño	 reparador»,	 «estar	 de	 un	 humor	 festivo»,
«disponer	de	supermemoria»,	«estar	sexualmente	excitado»,	etc.	Le	daremos	al
mando	y	¡bum!:	nos	encontraremos	justo	como	deseamos.
De	hecho,	eso	ya	existe	—como	prototipo—	y	se	llama	«electroestimulación
intracraneal».	Se	trata	de	una	disciplina	en	desarrollo	a	la	que	sólo	le	falta	tener
un	mapeo	muy	detallado	de	cada	 función	cerebral	y	un	manejo	más	 fino	de	 la
estimulación.	No	estamos	nada	lejos	de	conseguirlo.
A	partir	de	ese	día,	la	historia	de	la	humanidad	dará	un	vuelco.	Prácticamente
todas	las	personas	ofrecerán	su	mejor	versión.	¿Cómo	será	un	mundo	en	el	que
todos	 seamos	 completamente	 generosos,	 felices,	 sosegados,	 comprensivos	 y
creativos?	Seguramente,	ya	no	habrá	más	guerras	ni	desigualdades,	cuidaremos
del	planeta	y	seremos	muy	espirituales.
Pero,	 a	 falta	 de	 que	 llegue	 ese	 día,	 la	 psicología	 dispone	 de	 otra	 vía	 para
acercarnos	 a	 ese	 ideal.	 Se	 trata	 de	 estimular	 el	 cerebro	 con	 nuestro	 propio
pensamiento,	de	manera	que	prácticamente	encendamos	las	neuronas	del	placer.
Ahora	mismo	me	encuentro	en	mi	despacho	de	Barcelona,	escribiendo	estas
líneas,	mientras	 el	 sol	 de	 invierno	 entra	 por	 la	 ventana	 y	 lo	 baña	 todo.	En	mi
estéreo	suena	una	canción	llamada	«Stranger»	de	Paul	Simon.	Y	me	hallo	en	la
situación	mental	perfecta	para	este	 trabajo:	casi	noto	 la	serotonina	fluir	por	 las
circunvalaciones	de	mi	materia	gris.	Y	quiero	estar	siempre	así:	feliz	y	en	forma.
Y	sé	que	tengo	la	clave	en	mi	diálogo	mental.
¿En	 qué	 tipo	 de	 personas	 nos	 vamos	 a	 convertir	 si	 aprendemos	 a	 manejar
nuestro	 mando	 a	 distancia	 emocional,	 si	 aprendemos	 a	 fondo	 la	 psicología
cognitiva?
Seremos	personas:
	
•	Muy	alegres.
•	Capaces	de	activar	la	droga	interior	del	éxtasis.
•	Felices,	independientemente	de	la	situación.
•	Rebosantes	de	serotonina.
•	Con	una	gran	sensación	de	abundancia.
	
La	gimnasia	cognitiva	que	estás	a	punto	de	descubrir	(¡y	practicar!)	te	dotará
de	 todos	 estos	 atributos.	 Vamos	 a	 describirlos	 para	 que	 tengamos	 en	 mente
nuestro	objetivo.
1.	ESTAR	SIEMPRE	ALEGRES	COMO	MONJAS	DE	CLAUSURA
Hace	un	tiempo	visité	un	monasterio	de	clausura	cercano	a	Burgos.	Hacía	calor,
pero	soplaba	una	agradable	brisa	que	mecía	 los	campos	de	 trigo.	Y	allí,	 en	 las
afueras	 del	 pueblo,	 se	 levantaba	 un	 edificio	 de	 tres	 siglos	 de	 vida.	Tenía	 unos
preciosos	muros	de	mampostería	tapizados	de	enredadera.
Dentro	del	edificio	había	un	claustro	con	algunos	árboles	frutales,	circundado
por	sus	típicas	columnas	delgadas,	entre	las	cuales	se	sentaban	algunas	hermanas
bordando	al	aire	libre.
Estuve	 charlando	 con	 ellas	 durante	 un	 par	 de	 horas	mientras	 no	 dejaban	 de
darle	 hábilmente	 a	 la	 aguja.	 Nunca	 olvidaré	 sus	 caras:	 algunas	 ajadas	 por	 la
edad,	ya	entradas	en	la	setentena;	otras	lozanas,	de	apenas	veinte	años;	y	las	que,
como	yo,	 estaban	a	 la	mitad	de	 su	vida.	Pero	 lo	que	me	 impactó	 es	que	 todas
rebosaban	«alegría».
Estaban	 serenas	 pero,	 al	mismo	 tiempo,	 les	 salía	 el	 júbilo	 por	 los	 ojos.	 Sus
labios	siempre	prestos	a	convertirse	en	desbordante	risa.	Una	de	ellas	se	puso	a
contar	unos	chistes	muy	malos,	de	esos	antiguos,	y	todas	se	partían	de	risa.
Luego	me	contaron	cómo	se	sentían:	plenas	de	corazón.	Su	vida	de	clausura
estaba	llena	de	amor,	sosiego,	alegría	y	plenitud	personal.
Una	alegría	constante	como	ésa	—¡incluso	durante	el	sueño!—	es	uno	de	los
primeros	 objetivos	 de	 nuestro	 trabajo	 personal.	 Y	 podremos	 conseguirlo
dominando	con	fuerza	y	habilidad	nuestro	diálogo	interno.
2.	CAPACES	DE	ACTIVAR	LADROGA	INTERIOR	DEL	ÉXTASIS
A	 la	 persona	mentalmente	 fuerte	 todo	 le	 parece	 una	 fuente	 de	 goce	 continuo.
Incluso	las	bocinas	del	tráfico	son	divertidos	sonidos,	llenos	de	vida.	Voces	que
le	dicen	que	su	ciudad	es	un	lugar	apasionante	y	repleto	de	goces.
Todos	hemos	experimentado	alguna	vez	 la	experiencia	de	estar	en	un	estado
alterado	 de	 conciencia:	 mediante	 el	 consumo	 de	 drogas,	 o	 después	 de	 hacer
ejercicio	o	en	medio	de	la	montaña.	Se	trata	de	esos	momentos	en	los	que	todo
es	 espectacular:	 los	 colores	 o	 las	 formas	 se	 amplifican	 y	 se	 convierten	 en
hermosísimas	percepciones.
Recuerdo	una	ocasión	en	la	que	había	estado	todo	el	día	de	excursión	por	la
montaña	en	compañía	de	una	querida	amiga	mía.	Tuvimos	un	día	espléndido	y
nos	 pasamos	 todo	 el	 camino	 charlando	 sobre	 nuestros	 temas	 comunes:	 la
psicología,	las	relaciones	humanas,	la	medicina	y	la	nutrición.
Cuando	acabamos,	volví	a	Barcelona	en	tren	y	me	apeé	en	el	céntrico	Paseo
de	Gracia.	Y,	pese	a	estar	muy	fatigado	por	la	caminata,	me	puse	a	pasear	por	la
ciudad,	ya	de	noche,	 iluminada	con	 las	 luces	de	 los	comercios.	Me	encontraba
tan	 relajado	que	mi	percepción	 se	amplió	—un	poco	como	si	hubiese	 ingerido
una	 droga—.	 Empecé	 a	 encontrar	 fascinantes	 los	 árboles	 de	 las	 calles,	 las
simetrías	de	los	edificios,	la	suave	brisa	de	la	noche...	De	repente,	no	podía	estar
más	lleno	de	alegría	e	interés	por	la	vida.
Gracias	 a	 la	 psicología	 cognitiva	 he	 descubierto	 que	 es	 posible	 sentirse	 así
durante	la	mayor	parte	de	nuestra	vida,	simplemente	porque	tenemos	esa	función
cerebral.	Por	lo	general,	la	provocamos	con	drogas	o	con	experiencias	hermosas,
pero	 todos	 tenemos	 a	 mano	 el	 interruptor	 de	 esa	 «función»,	 si	 aprendemos	 a
encenderlo.
Ése	 es	 otro	objetivo	de	nuestro	 entrenamiento	 cognitivo:	dominar	 la	droga
interior	que	nos	hará	estar	continuamente	embargados	por	la	vida.
REPASO:
Objetivos	del	entrenamiento	cognitivo:
1)	Ser	alegres	como	las	monjas	de	clausura.
2)	 Ser	 capaces	 de	 activar	 la	 droga	 interior	 del	 éxtasis	 como	 los
artistas.
3)	...
3.	FELICES,	INDEPENDIENTEMENTE	DE	LA	SITUACIÓN
Como	 veremos	 a	 lo	 largo	 de	 este	 libro,	 ya	 disponemos	 de	 las	 técnicas	 para
encontrarnos	 siempre	 megabien.	 ¡Así	 de	 simple!	 Incluso	 en	 momentos	 muy
difíciles	o	incómodos.	¿Cómo?	Gracias	al	control	del	pensamiento	y,	con	ello,	de
nuestro	mundo	emocional.
En	 una	 ocasión	 estaba	 en	 Logroño	 comiendo	 con	 unos	 amigos.	 Ellos	 me
explicaban	que	habían	optado	por	no	tener	hijos.	Y	me	preguntaron:
—Rafael,	¿tú	querrías	tener	hijos?
—No.	 Yo	 nunca	 he	 querido.	 Lo	 tengo	 bastante	 claro.	 Pero	 si	 los	 tuviera,
tampoco	pasaría	nada.	Sería	igualmente	feliz.	Me	lo	pasaría	genial	desarrollando
métodos	de	educación	libre.	Sería	bonito	—respondí.
Mi	amigo	Andrés	me	miró	con	expresión	divertida	y	me	dijo:
—¡Rafael!	 ¡Acabas	 de	 describir	 el	 punto	 esencial	 del	 budismo!	 ¡Eso	 es	 la
iluminación!
Yo	creo	que	san	Francisco	de	Asís	era	un	buen	ejemplo	de	persona	 fuerte	y
feliz,	en	cualquier	situación.
Este	 santo	 iba	 vestido	 con	 un	 hábito	 humilde,	 de	 áspera	 tela	 de	 saco,	 pero
estaba	siempre	contento.	En	muchos	momentos	pasaba	hambre,	pero	eso	le	daba
igual.
Cuando	 disponemos	 de	 la	 capacidad	 de	 ser	 independientes	 de	 las
circunstancias	 se	 abre	 un	 mundo	 de	 posibilidades	 a	 nuestro	 alrededor	 porque
perdemos	todos	los	miedos:
—¿Trasladarse	al	extranjero?	¡Genial,	porque	nosotros	sabemos	estar	a	gusto
en	cualquier	lugar!
—¿Cambiar	de	 trabajo?	¡Ningún	problema,	porque	hasta	vendiendo	naranjas
en	una	esquina	seríamos	felices!
—¿Soltero?	¿Casado	y	con	diez	hijos?	¡Genial	de	todas	formas!
La	 sensación	 de	 liberación	 que	 se	 experimenta	 al	 comprender	 que	 no
dependemos	de	lo	exterior	ya	es	un	gozo	en	sí	misma.	Saber	que	seremos	felices
aunque	estemos	en	una	silla	de	ruedas,	enfermos	en	un	hospital	o	como	sea	es
uno	de	los	frutos,	en	realidad,	de	cualquier	religión	bien	entendida.
Ése	será	nuestro	tercer	beneficio	terapéutico:	la	libertad	de	ser	feliz	suceda	lo
que	suceda.
REPASO	Y	AÑADIDURA:
Objetivos	del	entrenamiento	cognitivo:
1)	Ser	alegres	como	las	monjas	de	clausura.
2)	 Ser	 capaces	 de	 activar	 la	 droga	 interior	 del	 éxtasis	 como	 los
artistas.
3)	Ser	felices,	independientemente	de	la	situación,	como	los	grandes
viajeros.
4)	...
4.	REBOSANTES	DE	SEROTONINA
Más	 adelante	 hablaré	 de	 la	 ananda	 o	 la	 alegría	 sin	 causa,	 un	 concepto	 del
hinduismo	y	del	budismo.	La	ananda	es	la	sensación	de	sentirse	feliz	sin	motivo
alguno.
Estar	 en	 la	 oficina,	 en	 el	 metro,	 esperando	 en	 un	 aeropuerto...	 y	 notarse
increíblemente	 a	 gusto.	 ¿Por	 qué?	 Quizá	 porque	 me	 siento	 vivo,	 porque	 la
temperatura	es	buena.	Por	lo	que	sea.
O	 caminar	 por	 una	 calle	 temprano	 por	 la	 mañana	 y	 aspirar	 aire	 fresco,	 y
recibir	no	sólo	oxígeno	sino	una	tibia	sensación	de	felicidad.
La	 persona	 bien	 amueblada	 con	 los	 conceptos	 cognitivos	 que	 aprenderemos
aquí	 se	 siente	 así	 día	 sí,	 día	 también.	Una	 explicación	 fisiológica	 sería	 que	 le
fluyen	en	abundancia	las	sustancias	de	la	felicidad	del	cerebro:	la	serotonina,	la
dopamina	y	demás.
Y	es	que	éste	es	el	cuarto	regalo	de	la	terapia	cognitiva:	fluidez	de	serotonina
en	 el	 cerebro;	 ananda	 o	 alegría	 sin	 causa;	 sensación	 de	 bienestar	 intensa	 y
gratuita.
REPASO	Y	AÑADIDURA:
Objetivos	del	entrenamiento	cognitivo:
1)	Ser	alegres	como	las	monjas	de	clausura.
2)	 Ser	 capaces	 de	 activar	 la	 droga	 interior	 del	 éxtasis	 como	 los
artistas.
3)	Ser	felices,	independientemente	de	la	situación,	como	los	grandes
viajeros.
4)	Estar	rebosantes	de	serotonina	(sin	causa)	como	los	niños	en	un
parque	de	atracciones.
5)	...
5.	CON	UNA	GRAN	SENSACIÓN	DE	ABUNDANCIA
La	Tierra	es	un	lugar	superabundante.	Y	cuando	uno	se	encuentra	bien	capta	que
todo,	de	alguna	forma,	le	pertenece.	Por	ejemplo,	las	personas	bellas	que	pasan
por	la	calle	(¡y	todas	lo	son,	de	un	modo	u	otro!).	O	los	edificios	hermosos,	con
sus	 formas	 simétricas,	 sus	 detalles	 fantásticos,	 sus	 colores	 que	 golpean
dulcemente	nuestras	retinas.
¡Los	ricos	no	son	poseedores	de	las	cosas!	Lo	son	quienes	saben	apreciarlas.
Además,	también	sucede	que	con	tanta	serotonina	circulando	por	el	cerebro	se
refina	la	capacidad	de	hallar	poesía	en	la	vida:	de	ver	un	cuadro	fenomenal	en	la
melena	verde	de	un	árbol,	de	extasiarse	con	todo.
Y	 se	 produce	 una	 apertura	 a	 nuevas	 posibilidades,	 un	 despertar	 de	 la
creatividad	que	nos	hace	vivir	en	la	abundancia.
Muchos	de	nosotros	hemos	experimentado	la	aventura	de	vivir	en	otro	país	y,
frecuentemente,	sucede	que	nos	sentimos	más	atrevidos,	más	emprendedores,	en
todos	 los	 ámbitos:	 para	 hacer	 amigos,	 para	 iniciar	 estudios	 o	 negocios,	 para
aprender,	para	enamorarnos...	Es	como	si	algo	se	desatase	en	nuestro	interior	y
nos	dijese:	«¡Aquí	todo	es	fácil!	¡Hay	mil	oportunidades!».
Así	 vamos	 a	 ser	 cuando	 hayamos	 desarrollado	 nuestra	 capacidad	 cognitiva:
viviremos	en	la	abundancia	como	los	jóvenes,	llenos	de	vida.
Repasemos	estas	cinco	características:
REPASO	Y	AÑADIDURA:
Objetivos	del	entrenamiento	cognitivo:
1)	Ser	alegres	como	las	monjas	de	clausura.
2)	 Ser	 capaces	 de	 activar	 la	 droga	 interior	 del	 éxtasis	 como	 los
artistas.
3)	Ser	felices,	independientemente	de	la	situación,	como	los	grandes
viajeros.
4)	Estar	rebosantes	de	serotonina	(sin	causa)	como	los	niños	en	un
parque	de	atracciones.
5)	Vivir	en	la	abundancia	como	los	jóvenes,	llenos	de	vida.
2
Las	dos	claves	de	la	fuerza	emocional
	
	
Un	 joven	 monje	 llegó	 a	 un	 famoso	 monasterio.	 Era	 listo	 y	 deseaba	 hacer
carrera:	 ser	 reconocido	y	dejar	huella	en	el	mundo.	Al	cabo	de	unos	meses	 le
permitieron	dar	algunas	lecciones,	pero	todavía	estaba	a	la	sombra	del	abad,	el
anciano	que	dirigía	el	lugar.	En	sus	clases	se	amontonaban	los	seguidores	y	en
las	del	joven	no	había	casi	ninguno.
Con	 la	 intención	 de	 desacreditaral	 anciano,	 una	 noche	 urdió	 un	 plan.
Decidió	 que	 en	 la	 clase	 de	 la	mañana	 se	 plantaría	 delante	 del	 abad	 con	 una
paloma	escondida	a	la	espalda.	Luego	le	retaría	a	adivinar	si	el	pájaro	estaba
muerto	o	vivo:	si	respondía	«muerto»,	lo	soltaría	para	que	volase	libremente;	si
decía	«vivo»,	le	retorcería	el	cuello	y	lo	mostraría	muerto.	El	truco	demostraría
que	el	viejo	no	era	un	sabio.
Por	la	mañana	el	abad	inició	la	lección	debajo	de	un	frondoso	árbol.	Al	poco
el	joven	se	levantó	y	habló	bien	alto:
—¡Abad!	—gritó—,	tengo	un	pájaro	a	mi	espalda.	¿Está	vivo	o	está	muerto?
El	anciano	lo	miró	con	serenidad	y	respondió:
—Eso,	amigo	mío,	depende	enteramente	de	ti.
El	joven	se	quedó	petrificado.	Y,	tras	unos	segundos,	dejó	volar	a	la	paloma	y
se	sentó	a	los	pies	de	su	maestro.
	
Esta	 historia	 de	 origen	 budista	 nos	 enseña	 que	 todas	 nuestras	 «neuras»	 son
construcciones	 de	 nuestra	 mente,	 absurdas	 e	 innecesarias.	 Pero	 podemos
aprender	a	soltarlas	para	vivir	felices	y	en	paz.
	
	
La	 terapia	 cognitiva	 es	 la	 escuela	 de	 psicología	 más	 estudiada	 en	 las
universidades	de	 todo	 el	mundo.	La	más	 científica	y	 eficaz.	Pero	 eso	no	quita
que	beba	de	tradiciones	de	miles	de	años	de	antigüedad.
Quizá	el	primer	aporte	lo	vertió	Lao	Tsé,	quinientos	años	antes	del	nacimiento
de	Cristo,	en	una	China	ancestral	compuesta	por	cientos	de	reinos,	con	sus	tantos
emperadores	y	sus	sabios	correspondientes.
Sólo	 un	 siglo	 más	 tarde,	 en	 la	 antiquísima	 India,	 lo	 hizo	 Sidarta	 Gautama,
Buda.
Y,	 casi	 al	 mismo	 tiempo,	 en	 la	 occidental	 Grecia,	 varios	 filósofos	 clásicos,
entre	los	que	destacaron	Diógenes	y	Epicteto.
Desde	el	inicio	este	«arte	de	vivir»	fue	revolucionario.	Quienes	lo	descubrían
sabían	que	habían	hallado	un	tesoro.	Y	uno	de	esos	afortunados	fue,	nada	más	y
nada	menos,	que	todo	un	emperador	romano:	Marco	Aurelio.
Para	este	cordobés,	que	llegó	a	rey	de	reyes,	aquella	protopsicología	cognitiva
era	su	bien	más	preciado.	Ni	 las	riquísimas	propiedades,	ni	 las	glorias	ganadas
en	la	batalla	eran	comparables	a	su	«ciudadela	interior»,	la	fuente	de	su	felicidad
profunda	 y	 estable.	 De	 hecho,	 su	 mayor	 legado	 no	 fueron	 construcciones	 ni
conquistas	sino	un	librillo	al	que	llamó	Meditaciones.
Y	 en	 la	 actualidad,	 todos	 los	 días,	 cientos	 de	 personas	 que	 se	 mueven	 en
skateboards	 parecidos	 a	 los	 de	Marty	McFly,	 de	Regreso	 al	 futuro,	 vuelven	 a
descubrir	fascinadas	aquel	arte	de	vivir:	la	moderna	psicología	cognitiva.
Como	psicólogo,	he	conocido	a	miles	de	personas	que	han	hecho	ese	eureka
maravilloso.	 ¡Yo	mismo	 lo	 hago	 cada	 día!	Y	 ahora,	 a	 través	 de	 este	 libro,	me
dispongo	a	traspasar	este	conocimiento	una	vez	más.
¡Bienvenido	al	club	de	las	personas	dotadas	de	poder	emocional!	Considérate,
amigo,	heredero	de	todo	un	emperador.
KUNG-FU	EMOCIONAL
Como	chaval	de	los	años	ochenta	que	fui,	todavía	tengo	frescas	en	mi	retina	las
imágenes	 de	 la	 película	 Karate	 Kid.	 ¿Cómo	 olvidar	 al	 señor	 Miyagi?	 Ese
anciano	 japonés	 que	 enseñó	 artes	 marciales	 a	 un	 enclenque	 adolescente	 hasta
convertirlo	en	cinturón	negro.
Las	técnicas	pedagógicas	del	señor	Miyagi	eran	la	monda:	en	vez	de	ejercicios
sobre	el	tatami,	imponía	pesadas	tareas	de	bricolaje	y	limpieza.	Eso	sí,	detrás	de
cada	esfuerzo	había	un	aprendizaje	crucial.
Uno	de	esos	ejercicios	era	«dar	cera,	pulir	cera»	sobre	el	coche	del	anciano.
«Dar	cera,	pulir	cera»,	«dar	cera,	pulir	cera»...	Y	con	ello	el	chico	aprendió	los
movimientos	claves	del	kung-fu.
Pues	algo	muy	parecido	vamos	a	aprender	aquí.	Y	es	que	la	fortaleza	mental
tiene	un	entrenamiento	similar,	con	dos	movimientos	que	llamaremos:	«renuncia
y	creación».	Repitamos:	«renuncia	y	creación».
	
LOS	DOS	PASOS	DE	LA	PSICOLOGÍA	COGNITIVA
	
Comencemos	estudiando	el	primer	movimiento:	la	renuncia,	la	vía	regia	hacia
la	felicidad.	No	estaría	nada	mal	empezar	todos	los	días	renunciando.
«Renunciar»	—ese	 primer	 «dar	 cera»—	consiste	 en	 darse	 cuenta	 de	 que	 no
necesitamos	casi	nada	para	estar	bien.	¡Qué	liberación!
PRIMER	PASO:	LA	RENUNCIA
Érase	 una	 vez	 un	 hombre	 rico	 que	 buscaba	 la	 felicidad.	 Estaba	 dispuesto	 a
pagar	una	fortuna	a	quien	 le	pudiese	guiar.	El	dinero	no	era	un	problema,	así
que	llevaba	siempre	consigo	una	bolsa	llena	de	diamantes	y	en	cuanto	hallaba	a
un	maestro	le	decía:
—Esta	bolsa	es	tuya	a	cambio	del	secreto	de	la	plenitud.
Había	viajado	mucho,	había	acudido	a	muchos	maestros,	y	ya	era	conocido
en	todo	el	país.
Un	día	se	encontró	con	un	gran	sabio	sufí	sentado	bajo	un	árbol	y	le	dijo,	una
vez	más:
—Voy	en	busca	de	la	felicidad	auténtica.	Todos	estos	diamantes	son	tuyos	si
sabes	indicarme	el	camino.
El	maestro	asintió.	Se	puso	 lentamente	en	pie.	Y	en	cuanto	estuvo	erguido...
¡agarró	la	bolsa	de	los	diamantes	y	echó	a	correr!
Nuestro	hombre	 se	quedó	petrificado:	no	podía	creer	 lo	que	veían	 sus	ojos.
¡Un	 famoso	 maestro	 robando	 como	 un	 sucio	 truhán!	 En	 cuanto	 se	 recuperó
empezó	a	perseguirlo	por	el	pueblo:
—¡Al	ladrón!	¡Me	ha	robado	todo	mi	dinero!	¡No	es	un	sabio	sino	un	fraude!
Gritaba	 y	 corría,	 pero	 el	maestro	 conocía	 bien	 las	 callejuelas	 y	 le	 despistó
enseguida.	Al	poco,	el	hombre	se	derrumbó	abatido	en	una	esquina,	llorando:
—¡Mis	diamantes!	¡Era	todo	lo	que	poseía!
Las	gentes	del	 lugar	se	arremolinaron	a	su	alrededor.	Muchos	 le	 intentaban
animar.
Al	 final	 le	 acompañaron	 al	 lugar	 donde	 había	 dejado	 su	 caballo,	 junto	 al
árbol	del	maestro	sufí	y,	¡qué	diantres!,	el	viejo	estaba	sentado	allí,	con	la	bolsa
de	diamantes	al	lado.
El	viajero	se	lanzó	sobre	la	bolsa	y	la	apretó	fuertemente	contra	su	corazón:
—¡Gracias	a	Dios!	—decía	y	repetía.
El	maestro	lo	miró	sonriendo	y	preguntó:
—¿Estás	feliz	ahora?
—Nunca	lo	estuve	tanto	—concluyó	el	viajero.
—Pues	esa	misma	es	la	clave	de	la	felicidad	—concluyó	el	anciano.
	
Este	 cuento	 milenario	 explica	 que	 la	 felicidad	 está	 a	 nuestro	 alcance.	 El
problema	 es	 que	 la	 buscamos	 siempre	 en	 otro	 lugar.	 Da	 igual	 que	 poseamos
mucho	 o	 poco,	 que	 estemos	 sanos	 o	 enfermos...	 la	 plenitud	 está	 siempre	 a
nuestra	disposición.
	
	
Empecemos	 por	 definir	 la	 «renuncia	 alegre»,	 que	 es	 algo	muy	 diferente	 de	 la
«renuncia	triste»:	el	matiz	es	fundamental.
La	renuncia	alegre	es	la	capacidad	de	no	apegarse	a	ningún	bien,	a	sabiendas
de	que	hay	infinidad	de	fuentes	de	bienestar,	de	que	vivimos	en	una	desbordante
abundancia.	Se	trata	de	soltar	riendo,	bailando,	emocionados	por	la	vida.
¿Por	 qué	 la	 renuncia	 alegre	 es	 tan	 esencial	 para	 la	 fortaleza	 emocional?
Veámoslo.
Las	personas	nos	perturbamos	siempre	porque	lamentamos	algo	que	sucede	(o
podría	suceder).	Estamos	de	mal	humor	porque	nos	duele	la	espalda	o	dudamos
del	resultado	de	un	examen.
Pero,	 en	 realidad,	 la	 perturbación	 emocional	 no	 es	 producto	 del	 dolor	 o	 del
suspenso...	 sino	 de	 la	 NECESIDAD	 imperiosa	 de	 estar	 libre	 de	 dolor	 o	 de	 la
OBLIGACIÓN	de	aprobar	el	examen.
Dicho	 de	 otra	 forma,	 el	 malestar	 procede	 de	 la	 incapacidad	 de	 ver	 que
podríamos	estar	genial	SIN	librarnos	del	dolor	y	SIN	aprobar	la	asignatura.	¡Eso
son	sólo	nimiedades!
Por	 lo	 tanto,	 lo	 que	 nos	 perturba	 emocionalmente	 son	 siempre	 necesidades
absurdas	a	las	que	no	queremos	renunciar.
La	 renuncia	 alegre	 —el	 primer	 movimiento	 del	 kung-fu	 emocional—	 nos
enseña	que	podemos	ser	felices	en	cualquier	caso.	Ya	no	es	necesario	nada:	con
o	sin	dolor,	vamos	a	disfrutar.	Con	o	sin	título	académico,	la	vida	va	a	ser	genial.
¡Podemos	renunciar	a	todo,	podemos	ser	felices	sin	nada!	Aquí	se	ha	acabado	la
debilidad	emocional.
Pero	 esta	 alegría	 sólo	 es	 posible	 si	 nos	 damos	 cuenta	 de	 lo	 que	 viene	 a
continuación.
Nadar	en	la	abundancia
Reconozco	 que	 a	 los	 seres	 humanos	 nos	 cuesta	 mucho	 renunciar,	 cuando	 en
realidad	podría	ser	lo	más	fácil	del	mundo.	¡Sólo	hay	que	probarlo!
Si	lo	hacemos,	se	nos	revelará	que	la	vida	es	tan	abundante	que	no	hay	nada
quetemer.	De	hecho,	la	renuncia	y	la	abundancia	son	dos	hechos	comunicantes:
	
	
Cuando	nos	demos	cuenta	de	este	hecho	paradójico	ya	no	tendremos	ningún
problema	 para	 la	 renuncia.	 Es	 más,	 nos	 enamoraremos	 de	 ella:	 no	 nos
apegaremos	a	nada	porque	entenderemos	la	vida	como	un	jardín	repleto	de	frutos
sabrosísimos,	inagotables	e	imperecederos.
Y	la	fuente	de	la	abundancia	de	la	vida	es	debida	a	un	fenómeno	que	yo	llamo
la	«gratificación	creada».
Cuando	 viajo	 a	Madrid	 me	 encanta	 visitar	 el	 Museo	 del	 Prado.	 He	 ido	 en
treinta	 o	 cuarenta	 ocasiones.	 Escuchando	 mi	 música	 con	 los	 auriculares,	 me
paseo	 por	mis	 salas	 favoritas.	Me	 detengo	 frente	 a	 los	 cuadros	 de	Velázquez,
Goya	y	Rubens,	y	deslizo	la	mirada	por	las	pinceladas	mágicas	de	esos	genios.
Cada	cuarenta	minutos	me	doy	un	descanso	y	visito	 la	cafetería	para	revisar
mi	correo	o	leer	las	noticias.	Esas	visitas	al	Museo	del	Prado	son	una	delicia	para
mí.
Pero	 estoy	 seguro	 de	 que	 para	 muchos	 esos	 paseos	 artísticos	 serían	 una
tortura.	Por	ejemplo,	para	aquellos	a	quienes	no	les	gusta	el	arte.
Lo	mismo	sucede	con	la	afición	al	running	o	a	levantar	pesas	en	el	gimnasio.
Lo	que	para	algunos	es	una	actividad	genial	para	otros	es	un	calvario.
Y	es	que	el	ser	humano	es	el	CREADOR	del	significado	de	lo	que	nos	sucede.
Si	 empleamos	en	nuestro	 favor	—con	 imaginación	y	destreza—	esa	capacidad
creadora,	viviremos	en	un	mundo	de	infinita	abundancia.
Por	eso,	a	efectos	de	felicidad	da	igual	estar	trabajando	en	la	oficina	que	en	la
playa,	daiquiri	en	mano.	Podremos	ser	felices	en	ambos	casos	si	aprendemos	a
crear	un	significado	hermoso	en	cada	situación.
En	Cancún	puedo	relajarme	y	decirme	a	mí	mismo:	«Esto	es	vida».	Y	en	 la
oficina,	análogamente,	puedo	trabajar	orgulloso	y	emocionado	con	nuevas	metas
y	destrezas.	Feliz	en	ambos	casos.
O,	 todo	 lo	 contrario,	 en	 ambos	 sitios	 puedo	 sentirme	 mal	 por	 algún
razonamiento	neurótico:	«En	esta	playa	hace	demasiado	calor»	o	«Este	curro	es
un	palo».	Aunque	parezca	extraño,	somos	nosotros	quienes	nos	damos	permiso,
o	no,	para	la	felicidad.
Un	gandhiano	en	París
Lanza	del	Vasto	fue	un	joven	que	vivió	en	Francia	durante	el	período	previo	a	la
Segunda	Guerra	Mundial.	Se	declaraba	cristiano	y	gandhiano,	practicante	de	la
no-violencia,	compositor	de	música	clásica,	escritor	e	intelectual	global.
Y	 durante	 un	 año	 de	 su	 juventud	 decidió	 vivir	 en	 la	 pobreza.	 No	 pensaba
trabajar	 ni	 ganar	 dinero	 en	 absoluto;	 subsistiría	 de	 la	 beneficencia,	 de	 la
generosidad	de	sus	amigos	y	de	los	restos	que	desperdicia	el	opulento	mundo.
Su	experimento	resultó	un	éxito.	Fue	feliz	y	creativamente	fértil.	Y	al	cabo	de
dos	años	dio	por	 finalizada	 la	 experiencia	para	 iniciar	otra:	un	viaje	a	 la	 India
para	 conocer	 a	 su	 admirado	 Gandhi.	 Más	 tarde	 fundaría	 en	 Europa	 un
movimiento	cristiano	—y	gandhiano—	de	gran	calado	llamado	El	Arca.
Pero,	 como	 explica	 en	 su	 autobiografía,	 su	 experiencia	 de	 renuncia	 en	 las
calles	de	París	fue	un	paso	determinante	en	su	crecimiento	espiritual.
¿Por	qué	la	renuncia	es	el	primer	movimiento	del	kung-fu	emocional?	Porque
toda	 perturbación	 procede	 siempre	 de	 la	 creencia	 de	 que	 necesitamos	 mucho
para	 estar	 bien:	 «¡Sin	 pareja,	 no	 puedo	 ser	 feliz!»,	 «¡Hasta	 que	 no	 encuentre
empleo,	no	puedo	disfrutar!»,	«Si	no	recobro	la	salud,	mi	vida	es	un	asco!».
Sin	embargo,	cuando	activamos	la	renuncia	comprendemos	que	ya	lo	tenemos
todo	para	ser	felices.	Como	Lanza	del	Vasto,	podemos	prescindir	con	alegría	de
comodidades,	 absurdas	 autoimposiciones	 y	 exigencias	 locas.	 Entonces
sobreviene	un	auténtico	nirvana.
Todas	 las	 mañanas	 me	 doy	 un	 ligero	 paseo	 por	 mi	 hermosa	 Barcelona.
Escucho	 música	 a	 través	 del	 milagroso	 Spotify.	 Y	 celebro	 que	 nado	 en	 la
abundancia,	 básicamente	 porque	 nada	 necesito	 y,	 sin	 embargo,	 dispongo	 de
tanto...
SEGUNDO	PASO:	LA	CREACIÓN
Un	hombre	rico	invitó	al	sabio	Nasrudín	a	una	partida	de	caza,	pero	le	dio	por
montura	 un	 caballo	 muy	 lento.	 El	 mulá	 no	 dijo	 nada,	 si	 bien	 los	 demás	 se
distanciaron	de	él	muy	pronto	y	 los	perdió	de	vista.	Al	poco	comenzó	a	 llover
intensamente.	No	 había	 refugio	 en	 esa	 zona	 y	 todos	 los	 cazadores	 terminaron
empapados.
Sin	 embargo,	 en	 cuanto	 empezó	a	 llover	Nasrudín	 se	 quitó	 toda	 la	 ropa,	 la
dobló	y	 se	sentó	encima	de	ella.	Cuando	cesó	 la	 lluvia	se	vistió	nuevamente	y
regresó	a	la	casa	de	su	anfitrión	para	almorzar.	Nadie	podía	comprender	que	el
sabio	estuviera	seco.	A	pesar	de	sus	veloces	caballos,	nadie	había	conseguido
hallar	refugio	en	la	llanura.	Le	interrogaron	y	Nasrudín	aclaró:
—Fue	el	caballo	que	me	dieron.
Al	 día	 siguiente	 le	 ofrecieron	 un	 caballo	 rápido	 y	 el	 anfitrión	 se	 reservó	 el
más	lento.	Llovió	nuevamente.	Mientras	regresaba	a	su	casa	a	paso	de	tortuga	el
rico	se	mojó	más	que	nunca.	Nasrudín,	por	su	 lado,	repitió	 la	operación	de	 la
jornada	anterior	y	regresó	seco.
—¡Usted	es	el	culpable!	—gritó	el	anfitrión—.	¡Me	hizo	montar	ese	maldito
caballo!
—O	quizá	—dijo	el	mulá—	usted	no	puso	nada	de	su	parte	para	resolver	el
problema.
	
Como	explica	este	antiguo	cuento,	 la	 fuente	de	 la	abundancia	está	en	ser	un
buen	creador	de	significados.	Lo	que	también	llamo	«cambiar	rápido	de	marco»;
es	decir,	en	cada	situación	saber	ver	qué	nueva	oportunidad	se	nos	ofrece.
	
	
En	 uno	 de	 mis	 libros	 anteriores	 hablé	 de	 la	 familia	 Kaufman,	 un	 ejemplo
excelente	de	«crear	significado»	o	«saber	cambiar	de	marco».
Neil	 y	 Samahria	Kaufman	 eran	 unos	 felices	 padres	 de	 dos	 hermosos	 niños.
¡Eran	 unos	 padrazos!	 No	 tenían	 ni	 treinta	 años	 y	 ya	 planeaban	 aumentar	 la
familia.
Pero	 cuando	 Raun,	 su	 tercer	 hijo,	 cumplió	 dos	 años	 de	 edad	 y	 fue
diagnosticado	 de	 autismo	 severo	 decidieron	 que	 aquello,	 lejos	 de	 ser	 una
adversidad,	 iba	 a	 convertirse	 en	 una	 bendición.	 Los	 médicos	 les	 dijeron	 que
Raun	nunca	llegaría	a	hablar	y	que	tendría	que	vivir	permanentemente	asistido.
A	los	Kaufman	les	dibujaron	un	futuro	de	desdicha	y	áspero	trabajo,	pero	ellos
no	lo	aceptaron.	Enseguida	diseñaron	otro:	una	familia	unida	ante	la	oportunidad
de	 aprenderlo	 todo	 acerca	del	 autismo.	Una	 familia	 que	 iba	 a	 recibir	 con	 total
amor	 al	 pequeño,	 incluida	 su	 enfermedad.	 Y	 se	 convencieron	 de	 que	 podrían
hacer	algo	hermoso	y	gratificante	con	todo	ello.
Tal	fue	su	entusiasmo	que	crearon,	durante	los	siguientes	años,	un	método	de
comunicación	autista	que	derivó	en	una	cura	para	su	hijo	Raun.	Se	convirtió	en
el	primer	caso	de	la	historia	de	autismo	revertido.
Después	de	aquella	increíble	experiencia	los	Kaufman	se	hicieron	famosos	y
establecieron	 un	 exitoso	 centro	 de	 tratamiento	 que	 ahora,	más	 de	 treinta	 años
después,	dirige	¡el	propio	Raun!
Éste	es	un	ejemplo	fantástico	de	cambio	de	marco.	Los	Kaufman	se	dijeron:
«Si	no	podemos	ser	felices	de	una	manera,	lo	seremos	de	otra;	porque	incluso	la
enfermedad	ofrece	mil	maneras	de	crecer	y	disfrutar».
Nuestro	día	 a	 día	 está	 lleno	de	 situaciones	 en	 las	 que	 entrenar	 este	 segundo
movimiento	de	la	fortaleza	emocional:	la	creación	de	un	nuevo	marco.	Si	vamos
en	 coche	 y	 nos	 encontramos	 con	 un	 atasco...	 es	 hora	 de	 relajarse	 y	 practicar
nuestras	dotes	de	canto	(yo	 tengo	un	amigo	que	aprovecha	para	aprenderse	 las
letras	de	las	canciones).	O	si	en	el	trabajo	tenemos	un	jefe	maleducado...	es	hora
de	aprender	a	manejar	personas	difíciles	e	incluso	intentar	lograr	que	cambien.
Pero	cada	vez	que	nos	negamos	a	renunciar	a	algo	bloqueamos	esa	capacidad
de	crear	nuevos	retos,	nuevas	gratificaciones.	Y	la	abundancia	de	la	vida	requiere
saber	ser	felices	en	cualquier	situación.	Renuncia	y	creación	de	un	nuevo	marco.
Enamorado	de	una	banana
Cuentan	que	los	pigmeos	de	África	utilizan	un	curioso	truco	para	cazar	monos.
Construyen	 una	 jaula	 con	 barrotes	 muy	 juntos,	 de	 forma	 que	 entre	 tronco	 y
tronco	apenas	cabe	la	mano	del	animal,y	dentro	depositan	una	banana	grande	y
hermosa.
El	mono	ve	la	reluciente	fruta	y,	salivando,	mete	la	mano	entre	las	pequeñas
aberturas	 que	 hay	 entre	 los	 barrotes.	 Lo	 que	 después	 sucede	 es	 asombroso:	 el
mono	 no	 puede	 sacar	 la	 banana	 de	 la	 jaula	 porque	 no	 pasa	 por	 los	 estrechos
huecos	del	maderamen	¡y	se	queda	aferrado	a	 la	fruta!	¡Es	incapaz	de	soltarla!
Los	pigmeos	acuden	entonces	y	le	lanzan	una	red	encima.	Así	de	simple.
Quizá	sea	estúpido	el	comportamiento	del	mono,	pero	la	verdad	es	que	el	ser
humano,	una	y	otra	vez,	hace	algo	muy	similar.	Cuando	nos	negamos	a	renunciar
a	algo	nos	quedamos	atrapados	en	una	jaula	mental	que	nos	produce	todo	tipo	de
ansiedad.	Yo	he	visto	a	tantas	personas	aferradas	a	la	banana	de	tener	hijos,	a	la
de	que	vuelva	determinada	pareja,	 a	 la	de	 recuperar	 la	 salud...	que	 su	vida	era
una	auténtica	jaula,	una	prisión	muy	oscura.
Vaciar	el	zurrón
Siempre	 que	 nos	 quedamos	 aferrados	 a	 una	 banana	 eliminamos	 la	 magnífica
abundancia	que	ofrece	 la	vida.	Ya	se	han	acabado	 los	paseos	por	el	bosque,	el
resto	de	los	frutos	y	los	juegos.
Las	bananas	más	comunes	son	la	pareja,	la	salud,	el	estatus,	la	seguridad	o	la
comodidad,	pero	podemos	estar	esclavizados	por	cualquier	supuesto	bien.
Somos	 como	 monos	 porque	 no	 nos	 damos	 cuenta	 de	 que	 si	 dejamos	 caer
cualquiera	 de	 esos	 beneficios	 obtendremos	 muchísimo	 más,	 y	 además
recuperaremos	una	libertad	genial.
Muchas	 veces	me	 han	 preguntado	 hasta	 qué	 punto	 hay	 que	 renunciar,	 y	 yo
creo	 que	 hay	 que	 renunciar	 a	 todo	 porque	 todo	 lo	 vamos	 a	 perder,	 incluso	 la
vida.	Cuando	llegue	el	momento	en	que	ésta	esté	en	peligro,	lo	único	que	nos	va
a	calmar	va	a	ser	renunciar	y	crear	un	nuevo	marco.
Habrá	que	decirse	entonces:	«Es	posible	que	deje	de	vivir,	pero	eso	no	 será
ninguna	 tragedia.	 Hasta	 entonces	 voy	 a	 situarme	 en	 el	marco	 de	 ser	 el	mejor
enfermo	posible	e	intentar	curarme.	Mientras	tanto	amaré	al	mundo	con	la	mayor
intensidad	posible».
Eso	 es.	No	 lo	 olvidemos	 nunca.	No	 nos	 quedemos	 nada	 en	 el	 zurrón	 de	 la
renuncia.	Nuestro	señor	Miyagi	particular	nos	está	repitiendo	una	y	otra	vez:	«Si
quieres	dominar	el	kung-fu	emocional,	renuncia	y	crea,	renuncia	y	crea».
En	este	capítulo	hemos	aprendido	que:
•
•
•
•
•
Existen	 dos	 movimientos	 para	 la	 salud	 emocional:	 «renunciar»	 y
«crear».
«Renunciar»	es	saber	prescindir	de	los	bienes	innecesarios.
«Crear»	es	saber	encontrar	una	 forma	de	disfrutar	con	 lo	que	nos
queda,	en	cada	momento.
A	 mayor	 capacidad	 de	 «renuncia»,	 mayor	 «creación»	 y	 mayor
abundancia	de	posibilidades	de	disfrute.
La	 fortaleza	 emocional	 nos	 pide	 no	 quedarnos	 con	 nada:	 ser
capaces	de	renunciar	a	todo	lo	que	no	sea	la	comida	y	la	bebida	del
día.
3
La	mejor	manera	de	practicar
	
	
Un	maestro	budista	se	hallaba	dando	una	lección.	En	un	momento	dado	levantó
un	 vaso	 de	 agua.	 Todo	 el	 mundo	 esperaba	 la	 típica	 pregunta:	 «¿Está	 medio
lleno	o	medio	vacío?».
Sin	embargo,	inquirió:
—¿Cuánto	pesa?
Las	respuestas	variaron	entre	200	y	250	gramos.
El	maestro	respondió:
—Amigos	míos,	el	peso	en	gramos	no	importa.	Lo	que	cuenta	es	«lo	que	nos
pesa»,	 y	 eso	 depende	 de	 cuánto	 tiempo	 lo	 sostenemos.	 Si	 lo	 sostenemos	 un
minuto,	no	es	problema.	Si	lo	sostenemos	una	hora,	nos	dolerá	el	brazo.	Y	si	lo
sostenemos	un	día,	el	brazo	se	entumecerá	y	se	paralizará.	El	peso	en	gramos	no
varía,	pero	cuanto	más	tiempo	lo	sujeto,	más	difícil	de	soportar	se	vuelve.
Y	continuó:
—Las	preocupaciones	son	como	el	vaso.	Si	piensas	en	ellas	un	rato,	no	pasa
nada.	Si	piensas	un	poco	más,	empiezan	a	doler.	Y	si	piensas	en	ellas	todo	el	día,
acabas	sintiéndote	paralizado,	incapaz	de	vivir.
Su	conclusión	resumía	buena	parte	de	la	doctrina	budista:
—Recordad:	hay	que	saber	soltar.
	
	
Este	libro	contiene	un	mensaje	extraño:	que	toda	la	infelicidad	humana,	todos	los
sentimientos	y	 todas	 las	emociones	agudas	de	ansiedad,	desesperación,	 rabia	o
vergüenza	son	innecesarios.
Son	 comunes,	 pero	 eso	 no	 significa	 que	 sean	 necesarios	 y,	 por	 supuesto,
buenos.	¡Podemos	aprender	a	salirnos	del	sentir	general	para	comprobar	qué	bien
se	vive	en	el	otro	lado!
Como	hemos	visto	ya,	lo	primero	que	hemos	de	hacer	es	darnos	cuenta	de	que
nosotros,	 los	 seres	 humanos,	 somos	 los	 CREADORES	 de	 casi	 todas	 las
emociones.	 ¡No	 nos	 damos	 cuenta	 de	 ello,	 pero	 lo	 somos!	Y,	 con	 un	 poco	 de
esfuerzo	 por	 nuestra	 parte,	 podremos	 aprender	 a	 CREAR	 sólo	 emociones
negativas	suaves	y	montones	de	emociones	constructivas	e	incluso	sublimes.
Independientemente	 de	 lo	 mal	 que	 nos	 traten,	 de	 lo	 mal	 que	 hagamos	 las
cosas,	 de	 lo	 fatales	 que	 sean	 las	 condiciones	 en	 las	 que	 vivamos,	 SIEMPRE
tendremos	 el	 poder	 de	 transformar	 nuestros	 sentimientos	 de	 ansiedad,
desesperación	y	rabia.	Y	no	sólo	disminuirlos,	sino	prácticamente	eliminarlos	de
nuestro	repertorio	emocional.
Y	esto	 es	posible	porque	nuestros	pensamientos	 son	 los	 responsables	de	 ese
mundo	emocional,	en	casi	todas	las	ocasiones.
FELIZ,	AUNQUE	SE	MUERA	MAMÁ
Un	paciente	llamado	Jaime	me	contó	en	una	ocasión	la	siguiente	anécdota.	Jaime
estaba	bastante	iniciado	en	la	terapia	cognitiva	y	su	vida	fluía	ya	de	una	manera
mucho	más	suave	y	alegre.	Pero	un	soleado	domingo,	paseando	por	 la	ciudad,
recibió	 un	 mensaje	 de	 su	 hermana.	 El	 whatsapp	 decía:	 «A	 mamá	 le	 han
encontrado	un	cáncer;	parece	bastante	serio.	Llámame	cuando	puedas».
En	ese	momento	todo	el	dulce	bienestar	de	Jaime	se	vino	abajo:	«Oh,	no	—
pensó—.	Con	lo	delicada	que	está	mamá,	no	va	a	salir	de	ésta».
En	 cuestión	 de	minutos	 su	mente	 se	 sumió	 en	 un	mar	 de	 pensamientos	 del
tipo:	 «Le	 quedan	 pocos	 meses	 y	 yo	 he	 sido	 muy	 poco	 considerado»,	 «¡Nos
espera	un	período	muy	duro!	¡Este	golpe	va	a	ser	enorme!»...
Y,	en	un	momento	dado,	se	vio	llorando	en	medio	de	la	calle.
Pero	justo	entonces,	en	ese	tumulto	de	emociones	agudas,	se	acordó	de	nuestra
terapia:	«¡Pero	cómo!	¡Rafael	me	ha	enseñado	a	no	terribilizar	jamás!	¿No	será
eso	lo	que	estoy	haciendo?».
Decidido,	 entró	 en	 una	 cafetería	 y	 sacó	 papel	 y	 un	 bolígrafo,	 dispuesto	 a
CREAR	 un	 nuevo	 marco	 emocional.	 ¡Sí,	 había	 aprendido	 ya,	 con	 algunas
experiencias	menores,	que	podía	hacerlo	y	quizá	esa	ocasión	no	era	diferente!
Al	cabo	de	media	hora,	por	extraño	que	parezca,	salió	de	allí	sereno,	optimista
y,	casi	diría,	feliz.	Sí,	había	una	adversidad	que	preferiría	no	tener	que	vivir,	pero
ahora	 la	 aceptaba	 plenamente	 y,	 todavía	 mejor,	 estaba	 decidido	 a	 emplearla
como	algo	hermoso	y	útil.	¡Sí,	con	su	mente,	en	menos	de	una	hora	había	dado
un	vuelco	a	su	mundo	emocional!
Sus	pensamientos	ahora	eran:	«Voy	a	atender	a	mamá	con	 todo	mi	cariño	y
voy	 a	 ser	 feliz	 con	 ello»,	 «Tengo	 una	 oportunidad	maravillosa	 de	 transmitirle
amor	y	paz;	 incluso	de	enseñarle	 la	psicología	 cognitiva	que	he	aprendido.	La
vida	me	ofrece	una	hermosa	oportunidad».
Enseguida	veremos	con	exactitud	qué	hizo	Jaime	para	 transformar	su	estado
mental.	 Pero,	 de	 entrada,	 nos	 interesa	 ser	 conscientes	 de	 que	 las	 personas
podemos	 cambiar	 de	manera	 radical	 nuestro	mundo	 interior,	 igual	 que	 hizo	 él
aquella	mañana	de	domingo.
	
	
LA	PRÁCTICA	ESTÁNDAR
	
Para	 convertirnos	 en	 expertos	 en	 la	 gestión	 de	 las	 emociones	 tenemos	 que
desarrollar	la	habilidad	de	seguir	los	dos	pasos	descritos	en	el	capítulo	anterior:
	
LOS	DOS	PASOS	DE	LA	PSICOLOGÍA	COGNITIVA
	
Y	hacerlo	todos	los	días,	de	manera	sistemática,	durante	toda	nuestra	vida.	Al
principio	de	manera	formal,	quizá	con	papel	y	un	bolígrafo	y	dedicando	una	hora
todos	 los	 días.	 Y	 después	 de	 forma	 automática	 y	 en	 cuestión	 de	 segundos	 o
minutos.
En	un	inicio,	para	practicar,	podemos	seguir	el	siguiente	esquema:
	
	
PERTURBACIÓN 1)	RENUNCIA 2)	NUEVO	MARCO	Y	SU
BENEFICIO
Ansiedad	ante	un
examen
	
¡Pero	si	no	necesito
aprobarlo!	¡Que	le	den!
	
	
¡Suspender	puede	ser
incluso	una	granoportunidad!
Si	no	apruebo,	no	pasa	nada.	Podré	partir
de	cero	y	descubrir	un	nuevo	sistema	de
estudio	que,	a	la	larga,	sea	realmente
eficaz.
	
En	el	peor	de	los	casos,	si	no	pudiese
aprobar	ningún	examen	jamás,	me	dedicaría
a	un	trabajo	de	tipo	práctico,	que	no	requiera
estudios.	Pero,	¡cuidado!,	en	eso	pondría
todo	mi	cariño	y	motivación	para	tener	éxito
y	ser	muy	feliz.
Miedo	ante	una
enfermedad
	
No	necesito	estar	sano
para	ser	feliz.
	
	
	
No	necesito	vivir	más	de	lo
que	me	marcará	el
Voy	a	ser	el	mejor	enfermo	del	mundo;	me
cuidaré	de	manera	ejemplar,	e	incluso
ayudaré	a	otros.	¡Puedo	disfrutar	de	este
reto!
	
Y	si	no	superase	esta	enfermedad,	no
pasaría	nada	en	absoluto:	simplemente
disfrutaré	intentando	curarme	hasta	el	final.
destino,	en	un	momento
dado.
Y,	una	vez	muerto,	ya	no	habrá	ninguna
preocupación.
Enfado	porque	mi
mujer	me	ha	faltado	al
respeto
	
No	necesito	que	todo	el
mundo	me	trate	bien	todo
el	tiempo.
	
	
	
	
Y	menos	mi	esposa,	que
se	merece	toda	mi
comprensión,	mi	perdón	y
mi	ánimo.
Las	faltas	de	respeto	son	oportunidades	de
hacerme	más	independiente	de	la	actuación
de	los	demás.	Voy	a	mejorar	mi	sistema	de
valores	y	no	daré	tanta	importancia	a	la
imagen	personal,	a	mi	absurda	necesidad
de	prestigio.
	
Voy	a	ir	cambiando	a	mi	esposa	poco	a
poco,	con	inteligencia	y	amor,	¡hasta
convertirla	en	alguien	genial!
Este	 esquema:	 1)	Renuncia;	 2)	Creación	de	un	nuevo	marco,	 nos	 ayudará	 a
realizar	 el	 cambio	 de	 chip	 que	 buscamos.	 Una	 o	 más	 veces	 al	 día	 podemos
rellenar	 un	 formulario	 como	 éste	 para	 ir	 transformando,	 sobre	 el	 papel,	 los
pensamientos	 que	 causan	 nuestras	 emociones.	 ¡No	 lo	 olvidemos!:	 somos
nosotros	con	nuestro	diálogo	interno	los	que	nos	provocamos	las	emociones.
¡Es	matemático!:	a	medida	que	vayamos	realizando	esta	gimnasia	mental,	las
adversidades	tendrán	menos	poder	y	nos	afectarán	cada	vez	en	menor	medida.
UNA	MENTE	ALUCINANTE
Hace	muchos	años	me	ocurrió	algo	muy	divertido	y	curioso.	Me	encontraba	en
la	 preciosa	 ciudad	 medieval	 de	 Arezzo,	 Italia,	 cursando	 estudios	 de
especialización	 en	 Psicología	 y	 me	 tocó	 ayudar	 en	 la	 organización	 de	 un
congreso	internacional.
Se	reunían	unos	mil	psicólogos	en	los	salones	de	un	gran	hotel	y	yo	ejercía	de
traductor	 del	 inglés	 al	 español.	 Me	 acompañaba	 Marina,	 una	 psicóloga
especializada	 en	 adicciones,	 inteligente,	 bella	y	dulce	 como	pocas	personas	he
conocido.
Traducíamos	de	forma	consecutiva.	Esto	es,	el	ponente	decía	dos	o	tres	frases
y	callaba	para	darnos	tiempo	para	traducir.	Cuando	acabábamos	proseguía.
Al	segundo	día	de	 trabajo	Marina	me	dio	un	 toque	en	el	hombro	y	me	dijo,
tapando	el	micrófono:	«Mira,	Rafael,	¡lo	estoy	haciendo	simultáneamente!».
La	 miré	 sorprendido	 y	 vi	 que,	 efectivamente,	 estaba	 traduciendo	 al	 mismo
tiempo	que	hablaba	el	ponente,	con	un	retardo	mínimo	de	un	segundo.	Es	decir,
se	 había	 puesto	 a	 hacer	 traducción	 simultánea.	 ¡Sin	 ningún	 entrenamiento
previo!
Cuando	 llegó	 mi	 turno	 quise	 probarlo	 yo	 también.	 Me	 coloqué	 un	 solo
auricular	 en	 una	 oreja	 y,	 ¡tachán!,	 lo	 conseguí.	 ¡Funcionaba!	 Descubrí	 que	 la
mente	 puede	 hacer	 varias	 tareas	 complejas	 a	 la	 vez:	 escuchar,	 traducir
mentalmente	y	hablar	al	mismo	tiempo.
¡Era	como	el	primer	día	que	fui	en	bicicleta!	De	repente	te	das	cuenta	de	que
la	bici	 se	mantiene	mágicamente	bajo	 los	dos	 finos	neumáticos	y	 ¡no	 te	 caes!,
fruto	de	un	fenómeno	llamado	«inercia	del	movimiento».
¡Era	 como	 tocar	 el	 piano:	 con	 una	mano	 haciendo	 la	 base	 y	 con	 la	 otra	 la
melodía!	 El	 cerebro	 se	 divide	 en	 dos	 y	 realiza	 dos	 funciones	 completamente
diferentes	de	forma	simultánea.
¡Todos	 podemos	 hacerlo!	 La	mente	 puede	 dividirse	 en	 varias	 computadoras
que	trabajan	en	paralelo.	 Incluso	podríamos	hacer	decenas	de	 tareas	diferentes.
Bajo	hipnosis,	se	ha	comprobado	que	una	persona	puede	escribir	una	novela,	ver
una	 película	 y	 mantener	 una	 conversación	 al	 mismo	 tiempo,	 ¡con	 toda
tranquilidad!	La	mano	va	por	un	lado,	los	ojos	por	otro	y	la	boca	también,	como
si	cada	cual	tuviese	su	propio	cerebro.	¡Alucinante	pero	cierto!
Explico	esta	historia	en	este	capítulo	sobre	la	práctica	de	la	terapia	cognitiva
porque	la	herramienta	que	acabamos	de	ver	es	tan	mágica	como	el	efecto	de	la
mente	dividida.	Es	alucinante,	inmediata	y	¡funciona!	¡Y	todos	sabemos	hacerlo
ya!,	 al	 igual	 que	 Marina	 y	 yo	 comprobamos	 en	 nuestra	 primera	 experiencia
como	traductores.
La	renuncia	y	la	creación	nos	pueden	elevar	—cada	vez	que	lo	deseemos—	al
reino	de	la	fortaleza	emocional:	así,	de	golpe,	de	forma	instantánea	y	alucinante.
¡En	realidad,	es	fácil!
En	otras	ocasiones	nos	costará	más,	pero	se	debe	más	bien	a	que	cerramos	la
mente.	 Pero	 si	 practicamos	 con	 entusiasmo	 iremos	 notando	 que	 cada	 vez	 nos
afectan	 menos	 las	 neuras.	 Tendremos	 a	 punto,	 para	 cada	 banana,	 para	 cada
necesidad	inventada,	un	cambio	de	marco	ideal	que	nos	permitirá	renunciar	sin
dificultad.
LA	BOLSA	DEL	DISFRUTE
Loreto	 vino	 a	 verme	 bastante	 desesperada.	 Llevaba	 mucho	 tiempo	 fatal,	 con
mucha	 ansiedad,	 depresión,	 obsesiones	 y	 muchos	 miedos.	 En	 ese	 momento
llevaba	 de	 baja	 laboral	 tres	 años.	 Su	 psiquiatra	 le	 había	 recetado	 todo	 tipo	 de
fármacos,	que	algo	hacían,	pero	obviamente	no	lo	suficiente	para	llevar	una	vida
normal.
Así	 que,	 en	 su	 caso,	 prácticamente	 partíamos	 de	 la	 nada.	 Había	 que
reconstruirlo	todo	para	iniciar	un	camino	hacia	la	fuerza,	la	confianza	y	la	paz.
Llevaba	 tanto	 tiempo	 mal	 y	 tantos	 eran	 sus	 miedos	 que	 no	 había	 un	 tema
concreto	por	el	que	empezar.
El	 problema	 en	 estos	 casos	 es	 que	 uno	 se	 ha	 ido	 construyendo,	 sin	 darse
cuenta,	una	psique	que	 funciona	a	base	de	miedo;	en	vez	de	 ilusión	y	goce,	el
único	 combustible	 que	 llegamos	 a	 conocer	 es	 el	 temor.	 Había	 que	 enseñar	 a
Loreto	a	hacer	todas	las	cosas	de	la	vida	de	otra	forma.
Así	que	lo	primero	que	hice	fue	hablarle	de	la	«bolsa	del	disfrute».
—¿Qué	es	eso?	—me	preguntó	curiosa.
—Es	lo	que	te	va	a	poner	bien.	Se	trata	de	aprender	a	vivir	llenando	una	bolsa
virtual	 de	 actividades	 gratificantes.	 Más	 que	 buenas:	 fantásticas,	 dulces,
geniales.
—Pero	¿cómo	voy	a	hacer	eso,	Rafael?	Si	vivo	encerrada	en	casa	y	todo	me
da	miedo	—me	dijo	mostrando	de	nuevo	un	semblante	lleno	de	temor.
—¡No	 te	 preocupes!	 ¡Siempre	 hay	 actividades	 a	 mano	 para	 la	 bolsa	 del
disfrute!	 ¡Porque	 hay	 infinidad	 de	 ellas!	 Empecemos	 por	 una.	 Se	 trata	 de
cualquier	tarea	realizada	con	amor,	delicadeza	y	significado:	ir	a	comprar	el	pan,
dar	un	pequeño	paseo	y	que	te	dé	el	sol,	charlar	con	alguien...
Estaba	 enseñando	 a	 Loreto	 una	 de	 las	 patas	 del	 que	 iba	 a	 ser	 su	 sistema
curativo.	Aprender	a	realizar	todo	con	amor	y	encontrar	en	eso	el	principal	motor
sanador	de	su	mente.
Su	misión	era,	a	partir	de	entonces,	disfrutar	de	cada	pequeña	actividad	para
provocar	 la	producción	de	serotonina	y	 las	demás	sustancias	de	la	felicidad.	Y,
sobre	 todo,	aprender,	para	el	 resto	de	su	vida,	que	existe	una	forma	de	hacerlo
todo	en	clave	de	goce:	sin	nada	que	temer,	sin	nada	que	perder.
Le	dije	que	su	bolsa	del	disfrute	iba	a	provocar,	además,	un	efecto	de	bola	de
nieve.	Esto	es,	iba	a	caer	como	la	nieve	por	una	pendiente.	Su	bola	se	haría	cada
vez	más	grande	hasta	provocar	una	auténtica	avalancha.
Así	iba	a	sanar:	a	base	de	acumular	pequeñas	tareas	realizadas	con	disfrute.	Su
mente	comprendería,	al	final,	que	la	vida	es	goce	y	que	el	miedo	es	una	ficción,
un	juego	loco	al	que	ya	no	iba	a	jugar	nunca	más.
ANDY	WARHOL	EN	TU	CIUDAD
Y	es	que	para	la	psicología	cognitiva	no	tiene	lógica	realizar	nada	si	no	es	con
cariño	y	amor:	 ¡por	amor	al	arte!	Y	 la	 razón	de	ello,	como	ya	hemos	visto,	es
aplastante:	porque	no	necesitamos	apenas	nada,	 sólo	 la	comida	y	 la	bebida	del
día.	 Acumular	 bienes	 no	 tiene	 sentido,	 únicamente	 lo	 tiene	 disfrutar	 para	 dar
algo	hermosoal	mundo	y	subir	hasta	el	séptimo	cielo.	¡Hoy	mismo!	¡El	día	de
hoy	es	cuando	se	juega	la	partida	de	la	felicidad!
Es	obvio	que	la	mejor	forma	de	realizar	cualquier	tarea	es	amándola.	Como	el
pintor	 neoyorquino	Basquiat	 dando	 brochazos	 en	 su	 loft	 de	Brooklyn,	 junto	 a
Andy	Warhol	y	los	componentes	de	Velvet	Underground.
Bailar	o	cantar	mientras	moldeamos	nuestra	vida.
Recuerdo,	 en	mi	 niñez,	 a	mi	madre	 colgando	 la	 ropa	 después	 de	 la	 colada.
¡Éramos	cinco	hijos	y	había	mucha!	Mi	madre	siempre	cantaba	mientras	hacía
las	tareas	del	hogar.	La	dulce	brisa	acariciaba	su	piel	mientras	iba	de	un	lado	al
otro,	 como	 una	 danzarina,	 pinzas	 en	 mano.	 Todavía	 me	 sé	 las	 letras	 de	 su
repertorio	de	zarzuela.
Eso	es	hacer	las	cosas	con	amor.	Y	la	buena	noticia	que	recibió	Loreto	aquel
día	es	que	podemos	encadenarlo	todo	así:	absolutamente	todos	nuestros	asuntos.
Loreto	me	dijo:
—Te	 pillo.	 Eso	 lo	 puedo	 intentar.	 Pero	 ¿lo	 tengo	 que	 hacer	 con	 todas	 mis
actividades?
—Claro.	Porque	la	bolsa	del	disfrute	es	como	una	bola	de	nieve	que	va	a	girar
y	girar,	y	hacerse	más	y	más	grande.	Y	al	final	pasarán	dos	cosas:	estarás	feliz	y
satisfecha	con	tu	vida;	y	aprenderás	que	todas,	absolutamente	todas	las	tareas	y
situaciones	pueden	ser	enfocadas	así,	con	intenso	goce.
El	efecto	bola	de	nieve	del	goce	era	lo	que	Loreto	necesitaba	en	ese	momento
para	 revertir	 la	bola	de	nieve	del	miedo	 instalada	en	 su	psique.	Y	 lo	 íbamos	a
conseguir	 a	 base	 de	 acumular,	 sin	 prisa	 pero	 sin	 pausa,	 eventos	 de	 disfrute	 y
amor.
TODO	POR	AMOR,	NADA	POR	OBLIGACIÓN
Otra	de	las	máximas	de	la	psicología	cognitiva	es	que	no	hay	que	hacer	nada	por
obligación.	¡Nada!	Sólo	por	amor	y	goce.
Vivimos	 en	 un	mundo	 de	 abundancia	 y,	 sin	 embargo,	 estamos	 atados	 a	mil
obligaciones:	¿qué	sentido	tiene	eso?
Mi	 recomendación	 para	 Loreto	 fue	 que	 no	 tenía	 que	 hacer	 nada	 que	 le
supusiese	ansiedad.	 ¡Las	 situaciones	difíciles	debía	 evitarlas!	Porque	no	 tienen
mucho	 sentido	 en	 la	 vida.	 Quizá	 podría	 intentarlas	 al	 día	 siguiente,	 y	 sólo	 si
estaba	ilusionada	para	emprenderlas.	Sólo	si,	para	entonces,	ya	no	le	generaban
apenas	nervios.
A	las	personas	nos	suele	dar	miedo	enfrentarnos	a	 la	ansiedad,	pero	también
evitar	 enfrentarnos	 a	 ella	 porque	 pensamos	 que,	 si	 la	 evitamos,	 nos
convertiremos	en	miedicas	y	el	temor	nos	invadirá	del	todo.
Pero	 no	 es	 cierto,	 porque	 más	 adelante,	 bien	 protegidos,	 volveremos	 a
probarlo.	Con	 ilusión	y	 amor	 hasta	 que	 se	 produzca	 el	 clic	 que	 nos	 hará	 vivir
todas	las	situaciones	con	goce.	Pero	justamente,	para	vivirlas	con	goce,	tenemos
que	emprenderlas	con	ganas,	sin	presión.
En	 ese	 sentido,	 Loreto	 tenía	 que	 probar:	 ir	 y	 venir.	 Avanzar	 y	 retroceder.
Siempre	 disfrutando.	 Ése	 es	 el	 baile	 fantástico	 del	 explorador.	 Y,	 sobre	 todo,
hacer	crecer	su	maravillosa	y	sanadora	bolsa	del	goce.
Nuestro	 objetivo	 era	 que	 Loreto	 viviese	 todas	 las	 tareas	 de	 la	 vida	 como
generadoras	 de	 disfrute	 y	 no	 de	 agobio.	 ¡Hasta	 poder	 llegar	 a	 ser	 incluso
presidenta	de	Estados	Unidos	gozando	de	la	vida,	con	cero	estrés!
LAS	RELACIONES	SOCIALES,	COMO	PRÁCTICA
En	esa	sesión,	para	ilustrar	cómo	tenía	que	vivir	todas	las	situaciones,	trabajamos
sobre	las	relaciones	sociales	porque	son	una	de	las	primeras	tareas	que	podemos
aprender	a	realizar	con	amor.	Y	así,	a	la	larga,	llegar	a	experimentar	que	todas	las
situaciones	pueden	convertirse	en	impulsadoras	en	vez	de	desgastadoras.
•
•
Muchísimas	 personas	 viven	 las	 relaciones	 sociales	 con	 nervios.	 Y,	 sin
embargo,	para	muchas	otras	son	una	fuente	maravillosa	de	bienestar.	Esta	última
manera	de	relacionarse	es	la	más	elevada.	(En	el	capítulo	dedicado	al	carisma	lo
trataré	en	detalle.)
Recuerdo	una	visita	que	hice	cuando	tenía	veintiún	años	a	mis	tíos	paternos,
que	vivían	también	en	Barcelona.	Yo	acababa	de	llegar	de	Reino	Unido,	donde
había	 finalizado	 mi	 carrera	 de	 Psicología,	 con	 un	 expediente	 académico
excelente.	 Y	 allí,	 sentado	 en	 el	 salón	 de	 su	 casa,	 tuvimos	 una	 charla	 muy
hermosa.	 Yo	 me	 sentía	 como	 una	 persona	 recién	 salida	 de	 fábrica,	 nueva,
radiante,	y	me	encantó	explicarles	en	qué	consistía	mi	especialidad.
Cuando	 acabamos	 de	 cenar	 y	 salí	 de	 allí	 me	 esperaba	 una	 noche	 fresca	 de
verano	 y	 el	 hermoso	mundo	 ante	 mí.	 Y	 es	 que	 una	 conversación	 bonita,	 una
interacción	elegante,	realizada	con	amor,	es	algo	que	da	fuerzas,	llena	de	energía
y	sosiego,	nos	potencia.
Loreto	podía	empezar	a	llenar	su	bolsa	del	disfrute	con	las	interacciones	que
tenía	más	cerca:	el	tendero	de	la	esquina,	su	madre...	Tenía	que	saborear	el	placer
de	 la	vida,	una	y	otra	vez,	hasta	convencerse	de	que	 la	vida	es	SIEMPRE	una
maravilla.
De	 hecho,	 la	 definición	 de	 «neura»	 podría	 ser:	 la	 absurda	 idea	 de	 que	 una
situación	cualquiera	de	la	vida	NO	se	puede	disfrutar.	Descubrir	lo	contrario	es
el	camino	hacia	la	salud.	La	gente	más	fuerte	y	feliz	es	capaz	de	gozar	con	todo,
incluso	encargándose	de	una	enfermedad	grave.
En	este	capítulo	hemos	aprendido	que:
Las	emociones	negativas	no	tienen	solidez;	pueden	erradicarse	en
minutos.
El	 ejercicio	 diario	 de	 renuncia	 y	 creación	 nos	 va	 a	 hacer	 más
fuertes.
•
•
•
La	 estrategia	más	 directa	 para	 hacerse	 fuerte	 y	 feliz	 es	 buscar	 el
disfrute	en	todo.
Podemos	gozar	de	todas	las	tareas	de	la	vida.
Si	 estamos	 muy	 neuróticos,	 empecemos	 por	 acumular	 actos	 de
disfrute	pequeños,	en	el	día	a	día.
4
Emular	a	los	superhéroes	de	verdad
	
	
Por	ahí,	en	el	ancho	mundo,	existen	personas	excepcionales.	Tienen	tanta	energía
positiva	que	la	transmiten	sin	quererlo	a	los	demás.	La	contagian.	Viven	en	otra
longitud	 de	 onda	 y	 su	 vibración	 remueve	 las	 ondas	 cerebrales	 circundantes,
otorgándonos	pasión	por	la	vida.
En	el	presente	capítulo	vamos	a	estudiar	tres	modelos	de	fortaleza	emocional.
Tres	personas	excepcionalmente	fuertes	y	felices	que	nos	servirán	de	referente:
Michael	J.	Fox,	Jessica	Long	y	Daniel	Álvarez.
En	cualquier	momento	de	nuestra	vida,	cuando	azote	la	adversidad	podemos
preguntarnos:	 «¿Qué	 me	 dirían	 ellos	 de	 mi	 problema?»,	 «¿Cómo	 lo
afrontarían?».
Sólo	una	respuesta	es	la	válida:	«¡Ellos	tienen	razón	y	yo	no!».
Hemos	 incluido	una	 foto	de	 cada	uno	de	 ellos	 en	 estas	páginas	para	que	 su
imagen	 nos	 sirva	 de	 inspiración.	 No	 lo	 olvidemos:	 queremos	 y	 podemos	 ser
como	ellos.	Está	absolutamente	en	nuestras	manos.
MICHAEL	J.	FOX
	
¿Quién	 no	 se	 acuerda	 de	 la	 mítica	 película	 de	 los	 años	 ochenta	 Regreso	 al
futuro?	En	ella,	Michael	 J.	Fox	encarnaba	 a	Marty	McFly,	 un	 adolescente	que
viajaba	al	pasado	en	un	coche	atómico	llamado	Delorian.
Michael	 J.	 Fox	 tenía	 entonces	 veinticuatro	 años	 pero	 parecía	 un	 chaval	 de
dieciséis	 y	 estaba	 en	 la	 cima	 de	 su	 carrera.	 La	 película	 fue	 un	 éxito	 enorme,
recaudó	millones	de	dólares	y	dio	 lugar	a	dos	secuelas	más.	Fue	 tan	grande	el
éxito	 que	 incluso	 se	 comercializó	 un	 juego	 de	Nintendo	 y	 un	 parque	 temático
con	elementos	del	film.
Pero	tan	sólo	seis	años	después,	cuando	el	actor	tenía	treinta,	se	le	diagnosticó
la	enfermedad	de	Parkinson.	Su	primer	 síntoma	 fue	un	 temblor	permanente	en
un	dedo.	Y,	en	muy	poco	tiempo,	su	cuerpo	no	podía	parar	de	balancearse,	entre
otros	muchos	síntomas	desagradables.
En	su	libro	A	Lucky	Man	(«Un	hombre	afortunado»)	Michael	confiesa	que,	al
principio,	 no	 podía	 aceptar	 su	 enfermedad.	 Estaba	 deprimido,	 enfadado	 y
confuso.	Se	decía:	«¡No!	¡Dios,	ahora	que	estoy	en	lo	más	alto	del	mundo,	no!».
Fue	una	dura	época	de	adicción	al	alcohol	y	a	las	drogas.
Durante	un	largo	año	se	negó	a	aceptar	el	diagnóstico.	Lo	escondía	a	todo	el
mundo	—incluso	a	su	familia—	e	iba	de	médico	en	médico	para	intentar	recibir
otro	 resultado.	 Como	 muchas	 personas,	 incluso	 acudió	 a	 pseudoterapias
alternativas	 que	 le	 daban	 falsas	 esperanzas,	 sólo	 para	 volver	 a	 caer	 en	 la	 durarealidad.
Hasta	que	comprendió	que	había	otra	 forma	de	 llevar	 su	dolencia:	 aceptarla
plenamente	y	emplearla	para	hacer	algo	hermoso.
Y,	 a	 partir	 de	 entonces,	 empezó	 su	 nueva	 vida.	 Dejó	 las	 drogas,	 salió	 del
armario	 de	 la	 enfermedad	 e	 inauguró	 una	 fundación	 para	 la	 investigación	 del
Parkinson.
Michael	 J.	 Fox,	 el	 actor/adolescente	 prodigio,	 se	 convirtió	 en	 otra	 clase	 de
prodigio:	 un	 hombre	 con	 la	misión	 de	 darse	 a	 los	 demás.	Y	 descubrió	 que	 su
nueva	encarnación	le	hacía	más	feliz	de	lo	que	había	sido	nunca.
Su	fundación	pasó	a	ser	su	principal	ocupación.	Trabajando	incesantemente	en
ella,	 la	convirtió	en	la	asociación	de	enfermos	que	más	dinero	ha	aportado	a	la
investigación	 de	 cualquier	 dolencia,	 con	 una	 grandísima	 diferencia.	 Ha
recaudado	hasta	la	fecha	nada	menos	que	650	millones	de	dólares.
Al	 margen	 de	 eso,	 Michael	 J.	 Fox	 ha	 escrito	 tres	 libros	 superventas	 y	 ha
continuado	 su	 carrera	 como	 actor,	 aunque,	 como	 él	mismo	 dice:	 «Sólo	 puedo
hacer	 papeles	 de	 personajes	 con	 Parkinson».	 Pero,	 increíblemente,	 los	 ha
encontrado	y	los	ha	hecho	a	su	medida,	como	la	serie	Michael	J.	Fox	Show,	en	la
que	se	encarna	a	sí	mismo.
Pero	lo	esencial	de	este	grandísimo	actor	de	sólo	1,63	metros	de	altura	es	que
ahora	 no	 ve	 su	 enfermedad	 como	 un	 impedimento	 para	 ser	 feliz.	 En	 una
entrevista	reciente	para	la	televisión	decía:	«Tengo	mucha	suerte.	Antes	también
la	tenía,	pero	no	me	daba	cuenta	de	ello.	Tengo	una	mujer	estupenda;	unos	hijos
maravillosos.	¡Mi	vida	sólo	puede	calificarse	de	genial!».
El	nuevo	Michael	J.	Fox	ha	adquirido	la	virtud	del	humor.	Antes	era	un	tipo
más	bien	 serio,	 y	 ahora	 su	 felicidad	 le	 ha	descubierto	 la	 importancia	 de	 reír	 y
hacer	reír	a	los	demás.
De	hecho,	no	deja	de	reírse	del	Parkinson,	como	por	ejemplo	cuando	habla	de
sus	ventajas:	«A	la	hora	de	cepillarme	los	dientes	es	perfecto.	Tardo	mucho	en
colocar	 la	 pasta	 dentífrica,	 pero	 una	 vez	 que	 lo	 consigo	 y	 me	 introduzco	 el
cepillo	en	la	boca	¡los	movimientos	del	Parkinson	lo	hacen	todo!».
Desde	 que	 me	 dedico	 a	 la	 psicología	 cognitiva	 no	 paro	 de	 ver
transformaciones	tan	radicales	como	la	de	Fox.	Cuando	las	personas	descubren
la	 plenitud	 en	 la	 vida	 se	 produce	 un	 cambio	 incluso	 de	 carácter.	 ¡Es	 algo
sorprendente!
Nosotros	 también	seremos	capaces	de	 lograrlo.	Sólo	 tenemos	que	reproducir
ese	mismo	cambio	de	mentalidad;	de	forma	drástica,	primordial.	Y	sin	tener	una
grave	enfermedad,	claro	está:	con	la	sola	fuerza	de	nuestra	mente,	dirigida	todos
los	días	en	la	dirección	correcta.
Analizando	 la	 filosofía	 personal	 de	 Michael	 J.	 Fox	 he	 descubierto	 que	 él
también	 se	 apoya	 en	 una	 especie	 de	 trabajo	 mental	 como	 el	 que	 hacemos	 en
psicología	cognitiva.	Se	habla	todos	los	días	con	un	diálogo	de	persona	fuerte	y
feliz.	En	uno	de	sus	libros	explica	lo	siguiente:
	
Mis	 hijos	me	 vienen	 a	menudo	 con	 quejas:	 «Me	 pasa	 esto	 o	 lo	 otro»,	 y	 yo	 les	 explico	 que,	 en
realidad,	no	sucede	nada	de	importancia.	El	otro	día,	por	ejemplo,	vi	en	las	noticias	que	una	mujer	en
Mozambique	se	vio	arrastrada	por	la	corriente	de	un	río.	Todo	su	poblado	estaba	inundado.	La	mujer,
embarazada,	se	encaramó	a	un	árbol	y	¡dio	a	luz	allí!	Inmediatamente	les	enseñé	la	noticia	a	mis	hijos
y	les	dije:	«¿Veis	de	qué	tipo	de	tonterías	nos	quejamos	a	veces?	¡Esa	mujer	parió	en	un	árbol	y	ahí	la
tenéis,	sonriendo	y	feliz!».	En	cada	momento	de	 tu	vida,	si	 te	 fijas	en	 tus	oportunidades	en	vez	de
centrarte	en	las	quejas	te	darás	cuenta	de	que	eres	muy	afortunado.
	
La	nueva	filosofía	de	Michael	J.	Fox	no	ha	salido	de	la	nada.	Se	la	labra	él	en
su	día	a	día,	como	podemos	hacer	nosotros.
En	otra	entrevista	dice:
	
Por	 cada	 cosa	 que	 me	 ha	 arrebatado	 el	 Parkinson,	 se	 me	 ha	 dado	 algo	 de	 mayor	 valor.
¡Literalmente!	Si	no	te	quejas	y	estás	abierto	a	crear	cosas	hermosas,	llegan	oportunidades	increíbles.
	
El	 Parkinson	 del	 actor	 es	 muy	 severo	 y	 tuvo	 incluso	 que	 someterse	 a	 una
intervención	quirúrgica	en	el	cerebro	para	 reducir	 los	 temblores.	Una	vez	más,
superada	esa	experiencia	puso	en	marcha	su	nuevo	sistema	de	creencias.
Sus	declaraciones	después	de	la	operación	fueron:
	
Puede	parecer	un	poco	loco	lo	que	voy	a	decir,	pero	todo	esto	me	está	fortaleciendo.	Me	hace	un
millón	de	veces	más	sabio	y	compasivo.	Me	doy	cuenta	cada	día	de	que	soy	vulnerable	y	me	gusta,
porque	 esa	 vulnerabilidad	 me	 abre	 a	 las	 personas.	 Esa	 relación	 de	 apertura	 es	 más	 valiosa	 que
cualquier	cuenta	bancaria.
	
La	operación	a	la	que	se	sometió	era	muy	peligrosa.	Había	un	riesgo	claro	de
muerte,	 pero	 él	 confesó	 que	 no	 le	 preocupaba.	 Y	 podemos	 creérnoslo.	 Yo	 he
conocido	a	muchas	personas	con	su	misma	mentalidad.
	
Aunque	 no	 lo	 parezca,	 el	 tema	 de	 la	muerte	 es	 fácil:	 ¡todos	morimos!	Una	 vez	 que	 lo	 aceptas
profundamente,	ya	no	te	preocupa.
	
Michael	 J.	 Fox	 es	 un	 buen	 ejemplo	 de	 cómo	 ponerse	 cómodo	 ante	 la
adversidad	 y	 hacer	 algo	 positivo	 de	 ello.	 En	 cualquier	 momento	 de	 bajón
emocional	podríamos	preguntarnos	qué	nos	diría	él	acerca	de	nuestro	problema.
Seguro	que	sería	algo	con	sentido	del	humor.
(En	este	vídeo	de	YouTube:	se	puede	ver	a	Michael	J.	Fox	acompañando	a	la
guitarra	al	grupo	Coldplay	mientras	 tocan	«Johnny	B.	Goode»,	recordando	una
famosa	escena	de	Regreso	al	futuro.)
JESSICA,	LA	NADADORA	MÁS	SEXI
	
Jessica	 Long	 es	 una	 guapísima	 rubia	 de	 veinticuatro	 años	 llena	 de	 energía,
divertida	 y	 toda	 una	 superatleta.	 Le	 han	 hecho	 entrevistas	 en	Women’s	Health
Magazine,	Vogue	 y	 otras	 revistas	 internacionales	 como	 ganadora	 de	 veintitrés
medallas	olímpicas	en	diferentes	modalidades	de	natación.
Ha	 entrenado	 con	 su	 compatriota	 Michael	 Phelps,	 el	 mejor	 nadador	 de	 la
historia,	y	compagina	la	piscina	con	una	incipiente	carrera	como	emprendedora:
ha	montado	su	propia	empresa	de	asesoría	para	deportistas	y	directivos.
Pero	la	particularidad	de	Jessica	es	que,	desde	que	tenía	dos	años,	 le	falta	 la
parte	inferior	de	las	dos	piernas.	Nació	con	una	enfermedad	llamada	«hemimelia
fibular»	 que	 obligó	 a	 los	médicos	 a	 amputárselas.	 Pero	 eso	 nunca	 ha	 sido	 un
problema	muy	serio	para	ella.	Como	veremos	a	continuación,	prácticamente	ha
sido	una	bendición	y	su	gran	ventaja.
Jessica	 enseguida	 aprendió	 a	 caminar	 con	 prótesis	 y	 empezó	 a	 practicar
diferentes	 deportes,	 sobre	 todo	 gimnasia	 rítmica.	 Pero	 los	 médicos	 le
aconsejaron	algo	de	menor	impacto	para	las	rodillas	y	ahí	fue	cuando	descubrió
que	 era	 una	 sirena.	 En	 el	 agua	 se	 sentía	más	 a	 su	 aire	 que	 nunca,	 libre	 de	 la
atadura	de	las	prótesis	de	fibra	de	vidrio.
Jessica	descubrió	que	 la	natación	se	 le	daba	muy	bien	y	decidió	competir	al
más	alto	nivel	e	intentar	ser	la	mejor	nadadora	paralímpica	del	mundo.	Quizá	no
lo	lograse,	pero	era	un	bonito	reto	y	un	buen	ejemplo	de	superación	para	mucha
gente.
Los	 éxitos	 no	 tardaron	 en	 llegar	 y	 Jessica	 se	 convirtió	 en	 un	 referente	 del
deporte	 en	Estados	Unidos.	Más	 que	 por	 sus	marcas,	 por	 su	 carácter	 alegre	 y
lleno	 de	 vida.	 Se	 puede	 ver	 un	 vídeo	 suyo	 en	 YouTube.	 Es	 un	 tráiler	 de	 un
documental	 que	 grabó	 la	 NBC	 sobre	 su	 vida	 titulado	 Long	 Way	 Home:	 The
Jessica	Long	Story.
El	 documental	 narra	 un	 viaje	 a	 Siberia	 porque	 Jessica	 nació	 allí,	 aunque
cuando	 tenía	 trece	meses	una	pareja	 estadounidense,	 los	Long,	 la	 adoptó.	Más
tarde	 adoptarían	 a	 otro	 niño	 con	 discapacidad	 procedente	 del	mismo	 orfanato.
Jessica	tiene,	además,	otros	dos	hermanos	que	son	hijos	biológicos	de	sus	padres
norteamericanos.
El	 caso	 de	 Jessica	 es	 una	 muestra	 perfecta	 de	 que	 cualquier	 adversidad	 se
puede	transformar	en	una	gran	oportunidad.	Y	darse	cuenta	de	ello	es	una	clave
fantástica	a	la	hora	de	hacerse	más	fuerte	a	nivel	emocional.
Si	 queremos	 convertirnos	 en	 campeones	 en	 la	 gestión	 emocional,el	 primer
paso	—como	 en	 el	 caso	 de	 Jessica—	 es	 aprender	 a	 aceptar	 la	 adversidad	 con
alegría	 sabiendo	 que	 TODA	 situación	 ofrece	 una	 oportunidad	 para	 hacer	 algo
fantástico.
Ella	 sabía	 que	 precisamente	 su	 falta	 de	 piernas	 podría	 convertirla	 en	 una
nadadora	 especial:	 llegar	 a	 ser	 un	 icono	 de	 la	 belleza	 frente	 a	 la	 adversidad.
Tenía	delante	una	opción	valiosísima.	Su	discapacidad	no	iba	a	ser	un	problema,
sino	su	gran	aliada	para	el	éxito	y	la	felicidad.
Nosotros	 podemos	 hacer	 lo	 mismo:	 pensar	 que	 cualquier	 problema,	 de	 no
arreglarse,	se	convertirá	en	fuel	de	una	nueva	vida	futura	mucho	mejor.	El	lema
de	Jessica,	que	podemos	hacer	nuestro,	es:
Mi	 falta	de	piernas	es	mi	oportunidad,	 lo	que	me	hace	especial,	 lo
que	le	da	a	mi	vida	un	sentido	brutal.
	
A	 partir	 de	 ahora	 en	 nuestra	 vida	 podemos	 repetirnos	 frente	 a	 cualquier
posibilidad	de	adversidad:
Mi	problema	va	a	 ser	mi	 oportunidad,	 lo	 que	me	hará	especial,	 lo
que	le	dará	a	mi	vida	un	sentido	brutal.
	
El	 año	 pasado	 Jessica	 Long	 habló	 en	 Naciones	 Unidas	 con	 motivo	 del	 día
Internacional	 de	 las	 Personas	 con	 Discapacidad,	 que	 tiene	 lugar	 cada	 3	 de
diciembre:
	
Es	muy	guay	que	haya	un	día	dedicado	al	reconocimiento	de	las	personas	con	discapacidad.	Para
mí,	la	«discapacidad»	es	la	otra	cara	de	la	palabra	«confianza».	Cuando	te	das	cuenta	de	que	ninguna
discapacidad	 tiene	 por	 qué	 impedirte	 tener	 una	 gran	 vida,	 entonces	 crece	 un	 fuerte	 sentimiento	 de
«confianza».
Hay	días	 en	que	no	me	 siento	 tan	 segura	 acerca	de	mis	 piernas,	 pero	 entonces,	más	que	nunca,
intento	focalizarme	en	mis	posibilidades	y	ahí	es	donde	crece	la	confianza.
Yo	 nunca	me	 he	 visto	 como	 una	 persona	 con	 discapacidad.	 Para	 nada.	 Simplemente	 llevo	 unos
zapatos	más	grandes	de	lo	habitual.
Cuando	 era	 pequeña	 aprendí	 que	 puedo	 hacer	 grandes	 cosas	 y	 tener	 una	 gran	 vida,	 de	 forma
idéntica	a	cualquier	otra	persona.
Mis	doce	años	de	carrera	deportiva	me	han	abierto	muchas	puertas,	no	sólo	en	lo	que	se	refiere	a
las	medallas,	el	éxito	y	 los	patrocinadores.	La	principal	puerta	ha	sido	 la	de	 la	confianza	personal:
convertirme	en	quien	soy	y	en	quien	quiero	ser.	Puedo	presumir	de	piernas	e	incluso	ayudar	a	otros	a
que	lo	hagan	también.
(Si	queréis,	podéis	ver	el	Twitter	y	el	Facebook	de	Jessica.)
¿Queremos	ser	como	Jessica?	¡Pues	todos	los	días	podemos	reafirmar	nuestro
compromiso	con	su	filosofía!	De	eso	se	trata:	de	pertenecer	a	su	club	mental.	El
de	 las	 personas	 que	 no	 quieren	 tener	 vidas	 normales	 sino	 aprovechar	 su
existencia	al	máximo:	hacerla	hermosa,	intensa,	llena	de	dulce	sentido	siempre.
	
	
DANIEL,	EL	DIRECTIVO	MÁS	ATRAYENTE
	
Por	las	calles	de	Madrid	va	el	directivo	más	atractivo	del	mundo.	Se	trata	de	un
hombre	de	unos	cincuenta	y	tantos	años	que	dirige	a	un	equipo	de	trece	personas
en	el	seno	de	una	empresa	muy	grande.	Viaja	por	todo	el	mundo	y	colabora	con
otras	organizaciones	a	nivel	global.	Tiene,	 junto	con	su	esposa	Helen,	una	hija
preciosa	de	diez	años	y	forman	una	familia	primorosa.
Este	 hombre	 se	 llama	 Daniel	 Álvarez	 y	 tiene	 la	 particularidad	 de	 ser
sordociego;	esto	es,	ni	ve	ni	oye,	lo	cual	le	sitúa	en	una	posición	muy	especial	ya
que	si	nadie	le	toca	está	totalmente	aislado.	Daniel	no	puede	captar	si	está	solo	o
acompañado	 en	 una	 habitación.	No	 sabe	 si	 hay	 alguien	 en	 un	 bar	 atestado	 de
personas.	 Se	 trata	 de	 una	 situación	 difícil	 de	 imaginar	 para	 los	 que	 tenemos
muchas	ventanas	abiertas	al	mundo.
Pero,	como	veremos	a	continuación,	Daniel	es	otro	de	mis	héroes.	Nada	que
ver	con	los	modelos	que	ensalza	nuestra	sociedad	—deportistas	o	actores—,	sino
un	auténtico	maestro	con	la	enseñanza	más	importante	de	la	vida:	que	podemos
estar	exultantes	de	alegría	siempre.
A	 los	 cinco	 años,	 Daniel	 se	 quedó	 completamente	 sordo	 a	 causa	 de	 una
medicación	equivocada	y,	a	los	treinta,	un	glaucoma	le	quitó	la	vista.
Yo	 le	 conocí	 a	 través	 de	 un	 artículo	 del	 escritor	 Juan	 José	 Millás	 para	 el
periódico	 El	 País.	 También	 se	 hizo	 un	 pequeño	 documental	 titulado	 La
sordoceguera.
Para	 hacernos	 una	 idea	 de	 lo	 que	 es	 ser	 sordociego	 podemos	 atender	 a	 la
siguiente	experiencia	de	Daniel:
	
Al	principio	lo	peor	para	mí	era	el	despertar	por	la	mañana.	Porque	cuando	despierto	yo	sigo	en	la
oscuridad	total.	Y	tampoco	hay	ningún	sonido.	En	realidad,	no	hay	diferencia	con	el	sueño.	Y	a	veces
me	cuesta	cerciorarme	de	si	estoy	despierto	o	todavía	dormido.
	
Daniel	es	 totalmente	 independiente	y	se	desplaza	solo	por	Madrid.	Para	ello
lleva	unos	tarjetones	que	usa	para	que	le	ayuden	a	cruzar	las	calles	y	a	subir	a	los
autobuses.	En	ellos,	por	ejemplo,	pone:	«Soy	ciego	y	sordo,	y	estoy	esperando	el
174.	Ayúdeme	a	subir,	por	favor».	Y	así	espera	a	que	alguien	le	tome	del	brazo	y
le	acompañe	adentro	del	vehículo.
Todos	los	que	le	conocen	le	definen	como	muy	alegre	y	entusiasta,	además	de
un	gran	trabajador.	Pero	el	humor	es,	quizá,	el	más	importante	de	sus	sellos.	En
una	entrevista	que	le	hacían	en	la	radio	explicaba	la	siguiente	historia:
	
Una	vez	estaba	delante	de	un	paso	de	cebra,	en	Madrid,	ya	llegando	al	trabajo.	Sabía	que	era	una
calle	muy	estrecha,	pero	no	me	atrevía	a	cruzar.	Unas	jovencitas	me	empezaron	a	gritar	desde	el	otro
lado:	«¡Ya	puede	pasar,	que	no	hay	coches!».	Pero	yo	no	oía	nada,	claro.	Así	que	seguía	allí.	Al	final,
se	enfadaron	y	se	fueron	diciendo:	«¡Bueno,	tío,	ya	te	hemos	avisao!».
Me	lo	contó	un	compañero	de	trabajo	que	se	partía	de	risa.	La	gente	se	da	cuenta	de	la	ceguera	por
el	bastón	y	las	gafas,	pero	nunca	de	la	sordera.	Y	es	que	yo	sólo	contacto	con	alguien	si	me	tocan.
	
Como	no	oye	ni	 ve,	Daniel	 se	 comunica	 con	 el	mundo	mediante	 un	 código
que	 las	 personas	 cercanas	 pueden	 teclear	 en	 su	 mano.	 Es	 la	 única	 forma	 de
charlar	con	él.
Pero	 ahí	 está	 Daniel	 Álvarez,	 presidente	 de	 ASOCIDE,	 la	 Asociación	 de
Personas	 Sordociegas	 de	 España,	 y	 director	 de	 la	 Unidad	 Técnica	 de
Sordoceguera	 de	 la	 ONCE.	 Hace	 unos	 años	 fue	 galardonado	 con	 la	 medalla
Anna	Sullivan	por	su	contribución	a	la	integración	de	las	personas	sordociegas.
Daniel	 es	 un	 hombre	 realizado	 y	 feliz,	 ¡enamorado	 de	 su	 familia,	 de	 su
hermoso	trabajo	y	de	la	vida!	Un	ejemplo	perfecto	de	que	la	adversidad	no	tiene
por	qué	afectarnos,	si	tenemos	la	actitud	mental	correcta.
En	 cualquier	momento	 de	 nuestras	 vidas	Daniel	 nos	 está	 diciendo:	 «¡Ahora
mismo	 tienes	por	delante	un	día	maravilloso!	Ni	de	coña	 te	digas	 lo	contrario.
Cualquier	cosa	que	te	pueda	estar	afectando	es	una	tontería!».
Daniel	 no	 sólo	 tiene	 fuerza	 y	 alegría	 para	 él	 mismo,	 sino	 que	 la	 transmite
todos	los	días	a	los	demás.
La	 cara	 de	 su	 mujer,	 Hellen,	 se	 ilumina	 cuando	 habla	 de	 él:	 «Daniel	 es	 la
persona	más	positiva	que	conozco.	Es	la	luz	de	nuestra	vida,	de	la	mía	y	de	la	de
nuestra	hija,	Natalia.	Yo	creo	que	es	un	regalo	que	nos	ha	caído	del	cielo».
La	gente	de	la	ONCE	también	se	siente	afortunada	de	tenerle	a	su	lado.	Él	es
un	 apasionado	 de	 su	 trabajo:	 «En	 general,	 prefiero	 dedicar	 mi	 tiempo	 a	 mis
compañeros	 sordociegos	 que	 a	mí	mismo.	 Porque,	 en	 fin,	 la	mía	 es	 una	 tarea
maravillosa.	 Desde	 nuestra	 oficina	 estamos	 siempre	 maquinando	 cosas	 chulas
para	desarrollarnos	más	y	mejor.	Se	trata	de	un	trabajo	común,	lleno	de	sentido,
y	no	hay	nada	más	hermoso	que	eso».
Tanto	 Daniel	 como	 su	 familia	 ven	 las	 particularidades	 de	 la	 sordoceguera
como	posibles	ventajas.	¡Se	diría	que	son	expertos	en	sacarle	el	lado	positivo	a
cualquier	adversidad!	En	 la	entrevista	de	El	País,	 su	mujer	decía:	«Somos	una
familia	muy	especial,	que	vivimos	a	otro	ritmo	porque	la	sordo-ceguera	te	obliga
a	vivir	más	lento.	Pero	eso,	a	su	vez,	te	da	la	oportunidad	de	disfrutar	más	de	la
vida,	de	saborear	las	cosas.	Es	un	premio».
La	 pequeña	Natalia,	 de	 diez	 años,	 es	 una	 niña	 encantadoray	 vivaracha	 que
está	 enamorada	 de	 su	 padre.	 Y	 la	 sordoceguera	 le	 está	 enseñando	 también
muchas	cosas.	Por	ejemplo,	a	ser	muy	ordenada.	«¡Soy	la	más	ordenada	de	mi
clase!	Porque	para	que	papá	encuentre	todo	hay	que	dejar	las	cosas	siempre	en
su	sitio;	cerrar	armarios	y	puertas,	y	no	dejar	trastos	por	el	suelo.»
Daniel,	por	su	parte,	encuentra	que	la	sordoceguera	es	también	una	ventaja	en
las	peleas	conyugales:	«No	sabes	lo	que	me	ahorro	al	no	oír	ni	ver.	Por	mucho
que	meta	la	pata,	a	mí	no	se	me	puede	reñir	mucho».
Y	cuando	se	pone	serio	Daniel	nos	explica	su	vida	interior,	que	es	una	lección
de	budismo	zen	hecha	realidad:	«Para	mí	la	vida	es	sagrada.	Sentir	la	brisa	en	el
cuerpo	 o	 los	 rayos	 de	 sol	 en	 la	 cara	 es	 un	 milagro	 maravilloso.	 Los	 olores
también	son	una	gozada:	el	olor	a	pan	fresco	al	pasar	frente	a	una	panadería	o	el
de	café	recién	hecho...	La	vida	nos	ofrece	cien	mil	oportunidades	de	disfrutarla».
Los	inconvenientes	son	sólo	retos	interesantes,	nunca	problemas:	«La	vida	del
sordociego	está	 llena	de	retos	—explica	riendo—,	como	cuando,	de	soltero,	en
Madrid,	aprendí	a	cocinar.	Ahora	soy	un	“cocinillas”	y	a	mi	hija	le	encantan	mis
platos.	¡Pero,	claro,	al	principio	quemé	muchos	filetes!».
Para	Daniel,	esas	discapacidades	son	oportunidades;	los	retos	son	los	mejores
pasatiempos	 que	 puede	 tener	 una	 persona.	 Y	 eso	 es	 lo	 que	 les	 enseña	 a	 sus
compañeros	sordociegos	de	la	ONCE,	su	segunda	familia:
	
En	mi	vida	ha	habido	muchos	momentos	de	cambio:	 cuando	me	quedé	 sordo,	 luego	cuando	me
quedé	ciego,	cuando	entré	a	trabajar	en	la	ONCE,	cuando	conocí	a	mi	mujer,	pero	si	estás	abierto	a
todo	lo	que	te	trae	la	vida	con	curiosidad	y	entusiasmo,	te	das	cuenta	de	que	todo	es	bueno,	siempre.
Depende	de	ti	verlo	así.
	
•
•
•
•
•
En	este	capítulo	hemos	aprendido	que:
Hay	 muchas	 personas	 que	 no	 necesitan	 lo	 que	 la	 sociedad	 cree
imprescindible:	¡ni	salud	completa	ni	una	imagen	determinada!
Podemos	ser	felices	prácticamente	siempre.
Pensar	de	forma	racional	nos	hará	atrayentes	e	importantes.
Siempre	hay	tareas	maravillosas	para	realizar,	¡siempre!
Todo	 está	 en	 la	 manera	 de	 pensar,	 como	 demuestran	 nuestros
héroes.
Ejercicios	de	la	Primera	parte
Una	mente	del	futuro,	ya
INDICACIÓN
La	 visualización	 es	 un	 ejercicio	 basado	 en	 la	 lógica	 cognitiva.
Imaginamos	 escenarios	 ¡que	 son	 posibles!	 Entre	 otras	 cosas,
porque	muchas	personas	los	viven	así.	¡Son	factibles	y	son	nuestro
objetivo!
El	talante,	a	la	hora	de	llevar	a	cabo	la	visualización,	es	esforzarse
por	 imaginar	 lo	 propuesto	 en	 la	 medida	 de	 lo	 posible,	 buscar
imágenes	en	nuestra	memoria	o	en	nuestra	imaginación,	indicarnos
el	camino	a	seguir.	¡Con	ahínco	y	perseverancia!
	
Durante	los	próximos	veinte	minutos	visualízate	dotado	de	las	cinco	cualidades
de	una	persona	fuerte	y	 feliz.	 ¡Es	éste	el	 tipo	de	persona	en	que	nos	queremos
convertir!	Esta	meditación	te	pondrá	en	el	camino	del	cambio	personal.
Empecemos:
	
¿Te	imaginas	siempre	así?:
Alegre	como	un	niño	o	chispeante	como	las	monjas	de	Burgos.
Visualízate	 caminando	por	 la	 calle	 lleno	de	 esta	 alegría	 que	 te	 hace	 sonreír,
siempre	presto	al	humor.	Todos	los	días	de	tu	vida.	¡Continuamente!
Visualiza	un	momento	de	 tu	vida	 en	que	 te	 sintieses	 así.	Quizá	 en	un	viaje.
Quizá	con	amigos	en	un	verano	cualquiera.
Pronto	 todo	 el	 mundo	 te	 considerará	 una	 de	 las	 personas	 más	 alegres	 del
mundo.	¡Y	lo	serás!
	
Con	 la	 droga	 interior	 del	 éxtasis	 como	 los	 artistas.	Ahora	 visualiza	 que	 te
encuentras	 constantemente	 en	 un	 bello	 estado	 mental	 alterado;	 lleno	 de
apreciación	por	lo	que	te	rodea.	Captas	la	hermosura	de	tu	entorno.	Paseas	por	la
ciudad	y	te	sientes	en	comunión	con	todo.
¡Es	posible	sentirse	así!	A	mucha	gente	le	sucede.	La	gente	fuerte	y	feliz	en	la
que	nos	vamos	a	convertir.
	
Feliz	en	cualquier	situación	como	los	viajeros.	¡Qué	libertad	y	qué	goce	saber
que	vamos	a	estar	al	150	%	bien	en	cualquier	situación!
Muchas	personas	son	así:	las	pongas	donde	las	pongas,	van	a	estar	dulcemente
felices	y	productivas.
Visualízate	feliz	con	quince	hijos,	educándoles	de	manera	ideal	y	disfrutando
del	proceso.	Visualízate	soltero	y	sin	niños	pero	igualmente	contento,	realizando
dulcemente	un	montón	de	actividades	que	 te	 llevan	a	 la	plenitud:	ayudar	a	 los
demás,	tener	un	gran	trabajo,	gozar	de	la	naturaleza...
Visualízate	como	una	persona	que	es	capaz	de	ser	feliz	en	la	cárcel,	haciendo
cosas	positivas	por	 sí	mismo	y	por	 los	demás.	En	una	 silla	de	 ruedas.	Y	hasta
tetrapléjico	como	Stephen	Hawking,	el	científico	británico	que	no	puede	mover
ni	un	músculo.
	
Rebosantes	 de	 serotonina	 (sin	 causa)	 como	 los	 niños	 en	 un	 parque	 de
atracciones.	Ahora	imagínate	a	ti	mismo	superbien,	sin	ninguna	causa	concreta.
Has	estado	así	en	innumerables	ocasiones	en	tu	vida.	Simplemente,	te	has	dicho:
«¡Qué	 bien	 se	 está	 aquí!».	 Con	 nuestro	 aprendizaje	 te	 vas	 a	 encontrar	 así	 la
mayor	parte	de	tu	vida.	¡Visualízalo!
	
Viviendo	 en	 la	 abundancia	 como	 los	 jóvenes	 llenos	 de	 vida.	 Y,	 por	 último,
sabes	 que	 la	 vida	 te	 ofrece	 todos	 sus	 atractivos	 y	 frutos	 ¡a	 ti!	 Porque	 cuando
vivimos	despreocupadamente,	felices	y	plenos,	lo	bueno	acude	a	nosotros	porque
estamos	receptivos	a	captarlo.	¡Hazte	una	imagen	mental	de	ti	mismo	recibiendo
toda	 esa	 abundancia!:	 conoces	 personas	 maravillosas	 que	 se	 convierten	 en
estrechos	amigos,	tienes	trabajos	hermosísimos,	disfrutas	de	la	música	y	de	mil
bienes	más	que	ni	sabías	que	existían.
Las	dos	claves	de	la	fuerza	emocional
Durante	 los	 próximos	 veinte	 minutos	 visualízate	 en	 las	 siguientes	 situaciones
(falsamente)	difíciles.	Date	cuenta	de	que,	si	te	tocase	estar	así,	podrías	cambiar
de	marco	para	ser	más	feliz	que	nunca.
	
1)	Visualiza	que	 entras	 en	 la	 cárcel	 para	 cumplir	 condena.	Pero,	 lejos	de	 estar
mal,	cambias	de	marco	y	decides	concentrarte	en	ser	feliz	en	tu	nueva	situación.
¡Y	 así	 es!	 Empiezas	 a	 encontrarte	 en	 el	 mejor	 momento	 de	 tu	 vida:	 a)	 Estás
estudiando	eso	que	siempre	quisiste	aprender;	b)	Ayudas	a	los	demás:	internos	y
funcionarios;	 c)	 Cuidas	 tu	 cuerpo	 y	 tu	 mente;	 d)	 Incluso	 ahondas	 en	 la
espiritualidad.
¡Claro	que	puedes	hacerlo!	Y	si	en	esa	situación	podemos	ser	felices,	¡cómo
no	lo	vamos	a	ser	frente	a	cualquier	otra	adversidad!
	
2)	Imagina	que	tienes	un	accidente	y	te	quedas	en	una	silla	de	ruedas.	De	nuevo,
no	tardas	en	cambiar	de	marco	y	te	ves	lleno	de	energía:	a)	¡Tienes	tanta	fuerza
que	incluso	ayudas	a	otros!;	b)	Tienes	un	gran	trabajo	pleno	de	sentido;	c)	Tienes
grandes	 amigos,	 ya	 que	 atraes	 a	 los	 demás	 con	 tu	 energía	 positiva	 y	 tu
autenticidad.
¡Te	encanta	tu	vida	y	el	universo	en	general!
	
3)	 Visualiza	 ahora	 que	 te	 quedas	 tetrapléjico	 como	 Stephen	 Hawking	 pero,
siguiendo	su	ejemplo,	te	dices:	«¡Ahora	va	a	empezar	mi	vida	de	verdad!	Ahora
es	cuando	voy	a	ofrecer	lo	mejor	de	mí!».
Y	decides	que	vas	a	llenar	tu	vida	de	las	tareas	más	significativas	posibles	y,
¡bum!,	 ¡lo	 consigues!	Como	Stephen	Hawking,	 estás	 siempre	 emocionado	 con
las	grandes	tareas	que	estás	haciendo	por	ti	y	por	los	demás.
Simplemente,	has	cambiado	de	marco	y	te	has	dado	cuenta	de	que,	desde	esta
situación,	¡hay	tanto	para	dar!
	
	
SEGUNDA	PARTE
	
Todo	lo	que	debes	hacer
5
Trabajar	y	disfrutar
	
	
En	lo	alto	de	la	colina	había	un	bonito	bosque	de	robles.	Todas	las	semanas	los
carpinteros	pasaban	por	allí	y	escogían	algunos	para	cortarlos	y	hacer	fuertes
vigas.	 Pero	 nunca	 se	 pararon	 ante	 uno	 que,	 aunque	 grande,	 se	 levantaba
curvándose	 por	 todas	 partes.	 ¡Ni	 su	 tronco	 ni	 ninguna	 de	 sus	 ramas	 estaban
rectos!	Los	carpinteros	pensaban:
—Ese	árbol	no	dará	ni	una	sola	tabla	decente.
También	acudían	allí	 los	buscadores	de	leña	e	igualmente	despotricaban	del
roble:
—Esas	ramas	retorcidas	arrojarán	un	humo	pestilente.
Y	algo	parecido	opinaban	los	escultores:
—¡Tiene	demasiados	nudos!	No	sirve

Continuar navegando