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RAFAEL SANTANDREU Nada es tan terrible La filosofía de los más fuertes y felices SÍGUENOS EN @megustaleerebooks @megustaleer @megustaleer https://www.facebook.com/megustaleerebooks https://twitter.com/megustaleer https://instagram.com/megustaleer/ A mi madre, Valle, siempre a mi lado Manual de uso ¡Mala noticia!: nadie cambia por el hecho de leer un libro, ¡ni de ir al psicólogo! ¡Buena noticia!: pero se puede lograr, de manera sorprendentemente radical, con un poco de esfuerzo diario. Efectivamente, la transformación de uno mismo requiere práctica y esfuerzo. Pero se trata del aprendizaje más importante de la vida de uno: el pasaporte a una vida mucho mejor, mucho más feliz y plena. Este libro es una potente herramienta de transformación personal, un completo manual de autoterapia. Está basado en la psicología cognitiva, la conductual y el mindfulness de tercera generación, las formas de terapia más científicas, más contrastadas con estudios. En mis consultas de Barcelona y Madrid, llevamos años viendo a miles de pacientes y tenemos una ratio de éxito de más del 80 %. Esto es, el 80 % de las personas que acuden a vernos alcanzan sus objetivos terapéuticos. Y, autoevaluándose al final de la terapia, refieren una mejora en su mundo emocional de, al menos, un 8 sobre 10. Es decir, se sienten muy felices y satisfechas con su vida (donde «0» es como llegaron a la consulta y «10», el mejor estado posible). Con la guía adecuada —como este libro— todos podemos alcanzar —y superar— esos resultados. Al final de cada parte se ofrecen ejercicios prácticos. Cualquiera de ellos sirve como práctica diaria. Podemos realizarlos sin un orden fijo, según la preocupación del momento. Esos ejercicios hacen referencia a las «neuras» típicas de los seres humanos: trabajar sobre esos aspectos nos hará personas más fuertes en los diferentes ámbitos de la vida. Sugiero que el lector disfrute, a su ritmo, de cada capítulo y realice diariamente alguno de los ejercicios (durante veinte minutos, como mínimo). Sin duda, verá crecer su músculo emocional: como en el gimnasio, ¡ganará fuerza y flexibilidad, potencia y energía! Como diría un entrenador personal de fitness: «¡A ponernos las pilas!». ¡Aquí arranca nuestra mejor forma emocional! PRIMERA PARTE Todo lo que debes saber 1 Una mente del futuro, ya En un reino de Oriente, Darío, un joven recién salido de la escuela, estaba decidido a obtener todo el éxito posible en la vida. Había sido un estudiante excelente y quería emprender el camino a la gloria. Antes de escoger una dedicación, fue a consultar a un maestro espiritual. Habitaba en un bosque y se decía que tenía poderes sobrenaturales, como ver el futuro. —Gran maestro —dijo Darío con respeto—, estoy por iniciar mi carrera y querría un consejo sobre adónde dirigirme. Mi propósito es tener toda la abundancia posible. Al ver la tierna ingenuidad del muchacho, el maestro decidió proporcionarle la auténtica clave de las riquezas del mundo. Le dijo: —En el corazón de cada hombre habitan dos diosas, de las cuales todo hombre está enamorado. Una es Sara, dueña del conocimiento. Y la otra, Raquel, la guardiana de la riqueza. ¡No lo dudes, busca con todo tu corazón a Sara, la reina del conocimiento, y cásate con ella! —¡Pero si ésa es la diosa de la sabiduría! ¿Por qué no buscar a la otra? — preguntó Darío, confundido. —Porque, hijo mío, en cuanto te cases con el conocimiento, la diosa de la abundancia se pondrá celosa y acudirá a ti por sí sola. Este cuento inmemorial nos quiere enseñar que el autoconocimiento, el desarrollo personal, es la clave para una vida feliz y próspera. Ser fuertes a nivel emocional debería ser la prioridad. Todo lo demás vendrá por añadidura. Estoy convencido de que dentro de unos años —quizá veinte, treinta o cincuenta — dispondremos de unos maravillosos cascos de mejoramiento personal, con electrodos que enviarán señales eléctricas a nuestro cerebro para estimular cualquier función mental, con un menú en el que se podrá elegir: «estar plenamente atento», «tener un sueño reparador», «estar de un humor festivo», «disponer de supermemoria», «estar sexualmente excitado», etc. Le daremos al mando y ¡bum!: nos encontraremos justo como deseamos. De hecho, eso ya existe —como prototipo— y se llama «electroestimulación intracraneal». Se trata de una disciplina en desarrollo a la que sólo le falta tener un mapeo muy detallado de cada función cerebral y un manejo más fino de la estimulación. No estamos nada lejos de conseguirlo. A partir de ese día, la historia de la humanidad dará un vuelco. Prácticamente todas las personas ofrecerán su mejor versión. ¿Cómo será un mundo en el que todos seamos completamente generosos, felices, sosegados, comprensivos y creativos? Seguramente, ya no habrá más guerras ni desigualdades, cuidaremos del planeta y seremos muy espirituales. Pero, a falta de que llegue ese día, la psicología dispone de otra vía para acercarnos a ese ideal. Se trata de estimular el cerebro con nuestro propio pensamiento, de manera que prácticamente encendamos las neuronas del placer. Ahora mismo me encuentro en mi despacho de Barcelona, escribiendo estas líneas, mientras el sol de invierno entra por la ventana y lo baña todo. En mi estéreo suena una canción llamada «Stranger» de Paul Simon. Y me hallo en la situación mental perfecta para este trabajo: casi noto la serotonina fluir por las circunvalaciones de mi materia gris. Y quiero estar siempre así: feliz y en forma. Y sé que tengo la clave en mi diálogo mental. ¿En qué tipo de personas nos vamos a convertir si aprendemos a manejar nuestro mando a distancia emocional, si aprendemos a fondo la psicología cognitiva? Seremos personas: • Muy alegres. • Capaces de activar la droga interior del éxtasis. • Felices, independientemente de la situación. • Rebosantes de serotonina. • Con una gran sensación de abundancia. La gimnasia cognitiva que estás a punto de descubrir (¡y practicar!) te dotará de todos estos atributos. Vamos a describirlos para que tengamos en mente nuestro objetivo. 1. ESTAR SIEMPRE ALEGRES COMO MONJAS DE CLAUSURA Hace un tiempo visité un monasterio de clausura cercano a Burgos. Hacía calor, pero soplaba una agradable brisa que mecía los campos de trigo. Y allí, en las afueras del pueblo, se levantaba un edificio de tres siglos de vida. Tenía unos preciosos muros de mampostería tapizados de enredadera. Dentro del edificio había un claustro con algunos árboles frutales, circundado por sus típicas columnas delgadas, entre las cuales se sentaban algunas hermanas bordando al aire libre. Estuve charlando con ellas durante un par de horas mientras no dejaban de darle hábilmente a la aguja. Nunca olvidaré sus caras: algunas ajadas por la edad, ya entradas en la setentena; otras lozanas, de apenas veinte años; y las que, como yo, estaban a la mitad de su vida. Pero lo que me impactó es que todas rebosaban «alegría». Estaban serenas pero, al mismo tiempo, les salía el júbilo por los ojos. Sus labios siempre prestos a convertirse en desbordante risa. Una de ellas se puso a contar unos chistes muy malos, de esos antiguos, y todas se partían de risa. Luego me contaron cómo se sentían: plenas de corazón. Su vida de clausura estaba llena de amor, sosiego, alegría y plenitud personal. Una alegría constante como ésa —¡incluso durante el sueño!— es uno de los primeros objetivos de nuestro trabajo personal. Y podremos conseguirlo dominando con fuerza y habilidad nuestro diálogo interno. 2. CAPACES DE ACTIVAR LADROGA INTERIOR DEL ÉXTASIS A la persona mentalmente fuerte todo le parece una fuente de goce continuo. Incluso las bocinas del tráfico son divertidos sonidos, llenos de vida. Voces que le dicen que su ciudad es un lugar apasionante y repleto de goces. Todos hemos experimentado alguna vez la experiencia de estar en un estado alterado de conciencia: mediante el consumo de drogas, o después de hacer ejercicio o en medio de la montaña. Se trata de esos momentos en los que todo es espectacular: los colores o las formas se amplifican y se convierten en hermosísimas percepciones. Recuerdo una ocasión en la que había estado todo el día de excursión por la montaña en compañía de una querida amiga mía. Tuvimos un día espléndido y nos pasamos todo el camino charlando sobre nuestros temas comunes: la psicología, las relaciones humanas, la medicina y la nutrición. Cuando acabamos, volví a Barcelona en tren y me apeé en el céntrico Paseo de Gracia. Y, pese a estar muy fatigado por la caminata, me puse a pasear por la ciudad, ya de noche, iluminada con las luces de los comercios. Me encontraba tan relajado que mi percepción se amplió —un poco como si hubiese ingerido una droga—. Empecé a encontrar fascinantes los árboles de las calles, las simetrías de los edificios, la suave brisa de la noche... De repente, no podía estar más lleno de alegría e interés por la vida. Gracias a la psicología cognitiva he descubierto que es posible sentirse así durante la mayor parte de nuestra vida, simplemente porque tenemos esa función cerebral. Por lo general, la provocamos con drogas o con experiencias hermosas, pero todos tenemos a mano el interruptor de esa «función», si aprendemos a encenderlo. Ése es otro objetivo de nuestro entrenamiento cognitivo: dominar la droga interior que nos hará estar continuamente embargados por la vida. REPASO: Objetivos del entrenamiento cognitivo: 1) Ser alegres como las monjas de clausura. 2) Ser capaces de activar la droga interior del éxtasis como los artistas. 3) ... 3. FELICES, INDEPENDIENTEMENTE DE LA SITUACIÓN Como veremos a lo largo de este libro, ya disponemos de las técnicas para encontrarnos siempre megabien. ¡Así de simple! Incluso en momentos muy difíciles o incómodos. ¿Cómo? Gracias al control del pensamiento y, con ello, de nuestro mundo emocional. En una ocasión estaba en Logroño comiendo con unos amigos. Ellos me explicaban que habían optado por no tener hijos. Y me preguntaron: —Rafael, ¿tú querrías tener hijos? —No. Yo nunca he querido. Lo tengo bastante claro. Pero si los tuviera, tampoco pasaría nada. Sería igualmente feliz. Me lo pasaría genial desarrollando métodos de educación libre. Sería bonito —respondí. Mi amigo Andrés me miró con expresión divertida y me dijo: —¡Rafael! ¡Acabas de describir el punto esencial del budismo! ¡Eso es la iluminación! Yo creo que san Francisco de Asís era un buen ejemplo de persona fuerte y feliz, en cualquier situación. Este santo iba vestido con un hábito humilde, de áspera tela de saco, pero estaba siempre contento. En muchos momentos pasaba hambre, pero eso le daba igual. Cuando disponemos de la capacidad de ser independientes de las circunstancias se abre un mundo de posibilidades a nuestro alrededor porque perdemos todos los miedos: —¿Trasladarse al extranjero? ¡Genial, porque nosotros sabemos estar a gusto en cualquier lugar! —¿Cambiar de trabajo? ¡Ningún problema, porque hasta vendiendo naranjas en una esquina seríamos felices! —¿Soltero? ¿Casado y con diez hijos? ¡Genial de todas formas! La sensación de liberación que se experimenta al comprender que no dependemos de lo exterior ya es un gozo en sí misma. Saber que seremos felices aunque estemos en una silla de ruedas, enfermos en un hospital o como sea es uno de los frutos, en realidad, de cualquier religión bien entendida. Ése será nuestro tercer beneficio terapéutico: la libertad de ser feliz suceda lo que suceda. REPASO Y AÑADIDURA: Objetivos del entrenamiento cognitivo: 1) Ser alegres como las monjas de clausura. 2) Ser capaces de activar la droga interior del éxtasis como los artistas. 3) Ser felices, independientemente de la situación, como los grandes viajeros. 4) ... 4. REBOSANTES DE SEROTONINA Más adelante hablaré de la ananda o la alegría sin causa, un concepto del hinduismo y del budismo. La ananda es la sensación de sentirse feliz sin motivo alguno. Estar en la oficina, en el metro, esperando en un aeropuerto... y notarse increíblemente a gusto. ¿Por qué? Quizá porque me siento vivo, porque la temperatura es buena. Por lo que sea. O caminar por una calle temprano por la mañana y aspirar aire fresco, y recibir no sólo oxígeno sino una tibia sensación de felicidad. La persona bien amueblada con los conceptos cognitivos que aprenderemos aquí se siente así día sí, día también. Una explicación fisiológica sería que le fluyen en abundancia las sustancias de la felicidad del cerebro: la serotonina, la dopamina y demás. Y es que éste es el cuarto regalo de la terapia cognitiva: fluidez de serotonina en el cerebro; ananda o alegría sin causa; sensación de bienestar intensa y gratuita. REPASO Y AÑADIDURA: Objetivos del entrenamiento cognitivo: 1) Ser alegres como las monjas de clausura. 2) Ser capaces de activar la droga interior del éxtasis como los artistas. 3) Ser felices, independientemente de la situación, como los grandes viajeros. 4) Estar rebosantes de serotonina (sin causa) como los niños en un parque de atracciones. 5) ... 5. CON UNA GRAN SENSACIÓN DE ABUNDANCIA La Tierra es un lugar superabundante. Y cuando uno se encuentra bien capta que todo, de alguna forma, le pertenece. Por ejemplo, las personas bellas que pasan por la calle (¡y todas lo son, de un modo u otro!). O los edificios hermosos, con sus formas simétricas, sus detalles fantásticos, sus colores que golpean dulcemente nuestras retinas. ¡Los ricos no son poseedores de las cosas! Lo son quienes saben apreciarlas. Además, también sucede que con tanta serotonina circulando por el cerebro se refina la capacidad de hallar poesía en la vida: de ver un cuadro fenomenal en la melena verde de un árbol, de extasiarse con todo. Y se produce una apertura a nuevas posibilidades, un despertar de la creatividad que nos hace vivir en la abundancia. Muchos de nosotros hemos experimentado la aventura de vivir en otro país y, frecuentemente, sucede que nos sentimos más atrevidos, más emprendedores, en todos los ámbitos: para hacer amigos, para iniciar estudios o negocios, para aprender, para enamorarnos... Es como si algo se desatase en nuestro interior y nos dijese: «¡Aquí todo es fácil! ¡Hay mil oportunidades!». Así vamos a ser cuando hayamos desarrollado nuestra capacidad cognitiva: viviremos en la abundancia como los jóvenes, llenos de vida. Repasemos estas cinco características: REPASO Y AÑADIDURA: Objetivos del entrenamiento cognitivo: 1) Ser alegres como las monjas de clausura. 2) Ser capaces de activar la droga interior del éxtasis como los artistas. 3) Ser felices, independientemente de la situación, como los grandes viajeros. 4) Estar rebosantes de serotonina (sin causa) como los niños en un parque de atracciones. 5) Vivir en la abundancia como los jóvenes, llenos de vida. 2 Las dos claves de la fuerza emocional Un joven monje llegó a un famoso monasterio. Era listo y deseaba hacer carrera: ser reconocido y dejar huella en el mundo. Al cabo de unos meses le permitieron dar algunas lecciones, pero todavía estaba a la sombra del abad, el anciano que dirigía el lugar. En sus clases se amontonaban los seguidores y en las del joven no había casi ninguno. Con la intención de desacreditaral anciano, una noche urdió un plan. Decidió que en la clase de la mañana se plantaría delante del abad con una paloma escondida a la espalda. Luego le retaría a adivinar si el pájaro estaba muerto o vivo: si respondía «muerto», lo soltaría para que volase libremente; si decía «vivo», le retorcería el cuello y lo mostraría muerto. El truco demostraría que el viejo no era un sabio. Por la mañana el abad inició la lección debajo de un frondoso árbol. Al poco el joven se levantó y habló bien alto: —¡Abad! —gritó—, tengo un pájaro a mi espalda. ¿Está vivo o está muerto? El anciano lo miró con serenidad y respondió: —Eso, amigo mío, depende enteramente de ti. El joven se quedó petrificado. Y, tras unos segundos, dejó volar a la paloma y se sentó a los pies de su maestro. Esta historia de origen budista nos enseña que todas nuestras «neuras» son construcciones de nuestra mente, absurdas e innecesarias. Pero podemos aprender a soltarlas para vivir felices y en paz. La terapia cognitiva es la escuela de psicología más estudiada en las universidades de todo el mundo. La más científica y eficaz. Pero eso no quita que beba de tradiciones de miles de años de antigüedad. Quizá el primer aporte lo vertió Lao Tsé, quinientos años antes del nacimiento de Cristo, en una China ancestral compuesta por cientos de reinos, con sus tantos emperadores y sus sabios correspondientes. Sólo un siglo más tarde, en la antiquísima India, lo hizo Sidarta Gautama, Buda. Y, casi al mismo tiempo, en la occidental Grecia, varios filósofos clásicos, entre los que destacaron Diógenes y Epicteto. Desde el inicio este «arte de vivir» fue revolucionario. Quienes lo descubrían sabían que habían hallado un tesoro. Y uno de esos afortunados fue, nada más y nada menos, que todo un emperador romano: Marco Aurelio. Para este cordobés, que llegó a rey de reyes, aquella protopsicología cognitiva era su bien más preciado. Ni las riquísimas propiedades, ni las glorias ganadas en la batalla eran comparables a su «ciudadela interior», la fuente de su felicidad profunda y estable. De hecho, su mayor legado no fueron construcciones ni conquistas sino un librillo al que llamó Meditaciones. Y en la actualidad, todos los días, cientos de personas que se mueven en skateboards parecidos a los de Marty McFly, de Regreso al futuro, vuelven a descubrir fascinadas aquel arte de vivir: la moderna psicología cognitiva. Como psicólogo, he conocido a miles de personas que han hecho ese eureka maravilloso. ¡Yo mismo lo hago cada día! Y ahora, a través de este libro, me dispongo a traspasar este conocimiento una vez más. ¡Bienvenido al club de las personas dotadas de poder emocional! Considérate, amigo, heredero de todo un emperador. KUNG-FU EMOCIONAL Como chaval de los años ochenta que fui, todavía tengo frescas en mi retina las imágenes de la película Karate Kid. ¿Cómo olvidar al señor Miyagi? Ese anciano japonés que enseñó artes marciales a un enclenque adolescente hasta convertirlo en cinturón negro. Las técnicas pedagógicas del señor Miyagi eran la monda: en vez de ejercicios sobre el tatami, imponía pesadas tareas de bricolaje y limpieza. Eso sí, detrás de cada esfuerzo había un aprendizaje crucial. Uno de esos ejercicios era «dar cera, pulir cera» sobre el coche del anciano. «Dar cera, pulir cera», «dar cera, pulir cera»... Y con ello el chico aprendió los movimientos claves del kung-fu. Pues algo muy parecido vamos a aprender aquí. Y es que la fortaleza mental tiene un entrenamiento similar, con dos movimientos que llamaremos: «renuncia y creación». Repitamos: «renuncia y creación». LOS DOS PASOS DE LA PSICOLOGÍA COGNITIVA Comencemos estudiando el primer movimiento: la renuncia, la vía regia hacia la felicidad. No estaría nada mal empezar todos los días renunciando. «Renunciar» —ese primer «dar cera»— consiste en darse cuenta de que no necesitamos casi nada para estar bien. ¡Qué liberación! PRIMER PASO: LA RENUNCIA Érase una vez un hombre rico que buscaba la felicidad. Estaba dispuesto a pagar una fortuna a quien le pudiese guiar. El dinero no era un problema, así que llevaba siempre consigo una bolsa llena de diamantes y en cuanto hallaba a un maestro le decía: —Esta bolsa es tuya a cambio del secreto de la plenitud. Había viajado mucho, había acudido a muchos maestros, y ya era conocido en todo el país. Un día se encontró con un gran sabio sufí sentado bajo un árbol y le dijo, una vez más: —Voy en busca de la felicidad auténtica. Todos estos diamantes son tuyos si sabes indicarme el camino. El maestro asintió. Se puso lentamente en pie. Y en cuanto estuvo erguido... ¡agarró la bolsa de los diamantes y echó a correr! Nuestro hombre se quedó petrificado: no podía creer lo que veían sus ojos. ¡Un famoso maestro robando como un sucio truhán! En cuanto se recuperó empezó a perseguirlo por el pueblo: —¡Al ladrón! ¡Me ha robado todo mi dinero! ¡No es un sabio sino un fraude! Gritaba y corría, pero el maestro conocía bien las callejuelas y le despistó enseguida. Al poco, el hombre se derrumbó abatido en una esquina, llorando: —¡Mis diamantes! ¡Era todo lo que poseía! Las gentes del lugar se arremolinaron a su alrededor. Muchos le intentaban animar. Al final le acompañaron al lugar donde había dejado su caballo, junto al árbol del maestro sufí y, ¡qué diantres!, el viejo estaba sentado allí, con la bolsa de diamantes al lado. El viajero se lanzó sobre la bolsa y la apretó fuertemente contra su corazón: —¡Gracias a Dios! —decía y repetía. El maestro lo miró sonriendo y preguntó: —¿Estás feliz ahora? —Nunca lo estuve tanto —concluyó el viajero. —Pues esa misma es la clave de la felicidad —concluyó el anciano. Este cuento milenario explica que la felicidad está a nuestro alcance. El problema es que la buscamos siempre en otro lugar. Da igual que poseamos mucho o poco, que estemos sanos o enfermos... la plenitud está siempre a nuestra disposición. Empecemos por definir la «renuncia alegre», que es algo muy diferente de la «renuncia triste»: el matiz es fundamental. La renuncia alegre es la capacidad de no apegarse a ningún bien, a sabiendas de que hay infinidad de fuentes de bienestar, de que vivimos en una desbordante abundancia. Se trata de soltar riendo, bailando, emocionados por la vida. ¿Por qué la renuncia alegre es tan esencial para la fortaleza emocional? Veámoslo. Las personas nos perturbamos siempre porque lamentamos algo que sucede (o podría suceder). Estamos de mal humor porque nos duele la espalda o dudamos del resultado de un examen. Pero, en realidad, la perturbación emocional no es producto del dolor o del suspenso... sino de la NECESIDAD imperiosa de estar libre de dolor o de la OBLIGACIÓN de aprobar el examen. Dicho de otra forma, el malestar procede de la incapacidad de ver que podríamos estar genial SIN librarnos del dolor y SIN aprobar la asignatura. ¡Eso son sólo nimiedades! Por lo tanto, lo que nos perturba emocionalmente son siempre necesidades absurdas a las que no queremos renunciar. La renuncia alegre —el primer movimiento del kung-fu emocional— nos enseña que podemos ser felices en cualquier caso. Ya no es necesario nada: con o sin dolor, vamos a disfrutar. Con o sin título académico, la vida va a ser genial. ¡Podemos renunciar a todo, podemos ser felices sin nada! Aquí se ha acabado la debilidad emocional. Pero esta alegría sólo es posible si nos damos cuenta de lo que viene a continuación. Nadar en la abundancia Reconozco que a los seres humanos nos cuesta mucho renunciar, cuando en realidad podría ser lo más fácil del mundo. ¡Sólo hay que probarlo! Si lo hacemos, se nos revelará que la vida es tan abundante que no hay nada quetemer. De hecho, la renuncia y la abundancia son dos hechos comunicantes: Cuando nos demos cuenta de este hecho paradójico ya no tendremos ningún problema para la renuncia. Es más, nos enamoraremos de ella: no nos apegaremos a nada porque entenderemos la vida como un jardín repleto de frutos sabrosísimos, inagotables e imperecederos. Y la fuente de la abundancia de la vida es debida a un fenómeno que yo llamo la «gratificación creada». Cuando viajo a Madrid me encanta visitar el Museo del Prado. He ido en treinta o cuarenta ocasiones. Escuchando mi música con los auriculares, me paseo por mis salas favoritas. Me detengo frente a los cuadros de Velázquez, Goya y Rubens, y deslizo la mirada por las pinceladas mágicas de esos genios. Cada cuarenta minutos me doy un descanso y visito la cafetería para revisar mi correo o leer las noticias. Esas visitas al Museo del Prado son una delicia para mí. Pero estoy seguro de que para muchos esos paseos artísticos serían una tortura. Por ejemplo, para aquellos a quienes no les gusta el arte. Lo mismo sucede con la afición al running o a levantar pesas en el gimnasio. Lo que para algunos es una actividad genial para otros es un calvario. Y es que el ser humano es el CREADOR del significado de lo que nos sucede. Si empleamos en nuestro favor —con imaginación y destreza— esa capacidad creadora, viviremos en un mundo de infinita abundancia. Por eso, a efectos de felicidad da igual estar trabajando en la oficina que en la playa, daiquiri en mano. Podremos ser felices en ambos casos si aprendemos a crear un significado hermoso en cada situación. En Cancún puedo relajarme y decirme a mí mismo: «Esto es vida». Y en la oficina, análogamente, puedo trabajar orgulloso y emocionado con nuevas metas y destrezas. Feliz en ambos casos. O, todo lo contrario, en ambos sitios puedo sentirme mal por algún razonamiento neurótico: «En esta playa hace demasiado calor» o «Este curro es un palo». Aunque parezca extraño, somos nosotros quienes nos damos permiso, o no, para la felicidad. Un gandhiano en París Lanza del Vasto fue un joven que vivió en Francia durante el período previo a la Segunda Guerra Mundial. Se declaraba cristiano y gandhiano, practicante de la no-violencia, compositor de música clásica, escritor e intelectual global. Y durante un año de su juventud decidió vivir en la pobreza. No pensaba trabajar ni ganar dinero en absoluto; subsistiría de la beneficencia, de la generosidad de sus amigos y de los restos que desperdicia el opulento mundo. Su experimento resultó un éxito. Fue feliz y creativamente fértil. Y al cabo de dos años dio por finalizada la experiencia para iniciar otra: un viaje a la India para conocer a su admirado Gandhi. Más tarde fundaría en Europa un movimiento cristiano —y gandhiano— de gran calado llamado El Arca. Pero, como explica en su autobiografía, su experiencia de renuncia en las calles de París fue un paso determinante en su crecimiento espiritual. ¿Por qué la renuncia es el primer movimiento del kung-fu emocional? Porque toda perturbación procede siempre de la creencia de que necesitamos mucho para estar bien: «¡Sin pareja, no puedo ser feliz!», «¡Hasta que no encuentre empleo, no puedo disfrutar!», «Si no recobro la salud, mi vida es un asco!». Sin embargo, cuando activamos la renuncia comprendemos que ya lo tenemos todo para ser felices. Como Lanza del Vasto, podemos prescindir con alegría de comodidades, absurdas autoimposiciones y exigencias locas. Entonces sobreviene un auténtico nirvana. Todas las mañanas me doy un ligero paseo por mi hermosa Barcelona. Escucho música a través del milagroso Spotify. Y celebro que nado en la abundancia, básicamente porque nada necesito y, sin embargo, dispongo de tanto... SEGUNDO PASO: LA CREACIÓN Un hombre rico invitó al sabio Nasrudín a una partida de caza, pero le dio por montura un caballo muy lento. El mulá no dijo nada, si bien los demás se distanciaron de él muy pronto y los perdió de vista. Al poco comenzó a llover intensamente. No había refugio en esa zona y todos los cazadores terminaron empapados. Sin embargo, en cuanto empezó a llover Nasrudín se quitó toda la ropa, la dobló y se sentó encima de ella. Cuando cesó la lluvia se vistió nuevamente y regresó a la casa de su anfitrión para almorzar. Nadie podía comprender que el sabio estuviera seco. A pesar de sus veloces caballos, nadie había conseguido hallar refugio en la llanura. Le interrogaron y Nasrudín aclaró: —Fue el caballo que me dieron. Al día siguiente le ofrecieron un caballo rápido y el anfitrión se reservó el más lento. Llovió nuevamente. Mientras regresaba a su casa a paso de tortuga el rico se mojó más que nunca. Nasrudín, por su lado, repitió la operación de la jornada anterior y regresó seco. —¡Usted es el culpable! —gritó el anfitrión—. ¡Me hizo montar ese maldito caballo! —O quizá —dijo el mulá— usted no puso nada de su parte para resolver el problema. Como explica este antiguo cuento, la fuente de la abundancia está en ser un buen creador de significados. Lo que también llamo «cambiar rápido de marco»; es decir, en cada situación saber ver qué nueva oportunidad se nos ofrece. En uno de mis libros anteriores hablé de la familia Kaufman, un ejemplo excelente de «crear significado» o «saber cambiar de marco». Neil y Samahria Kaufman eran unos felices padres de dos hermosos niños. ¡Eran unos padrazos! No tenían ni treinta años y ya planeaban aumentar la familia. Pero cuando Raun, su tercer hijo, cumplió dos años de edad y fue diagnosticado de autismo severo decidieron que aquello, lejos de ser una adversidad, iba a convertirse en una bendición. Los médicos les dijeron que Raun nunca llegaría a hablar y que tendría que vivir permanentemente asistido. A los Kaufman les dibujaron un futuro de desdicha y áspero trabajo, pero ellos no lo aceptaron. Enseguida diseñaron otro: una familia unida ante la oportunidad de aprenderlo todo acerca del autismo. Una familia que iba a recibir con total amor al pequeño, incluida su enfermedad. Y se convencieron de que podrían hacer algo hermoso y gratificante con todo ello. Tal fue su entusiasmo que crearon, durante los siguientes años, un método de comunicación autista que derivó en una cura para su hijo Raun. Se convirtió en el primer caso de la historia de autismo revertido. Después de aquella increíble experiencia los Kaufman se hicieron famosos y establecieron un exitoso centro de tratamiento que ahora, más de treinta años después, dirige ¡el propio Raun! Éste es un ejemplo fantástico de cambio de marco. Los Kaufman se dijeron: «Si no podemos ser felices de una manera, lo seremos de otra; porque incluso la enfermedad ofrece mil maneras de crecer y disfrutar». Nuestro día a día está lleno de situaciones en las que entrenar este segundo movimiento de la fortaleza emocional: la creación de un nuevo marco. Si vamos en coche y nos encontramos con un atasco... es hora de relajarse y practicar nuestras dotes de canto (yo tengo un amigo que aprovecha para aprenderse las letras de las canciones). O si en el trabajo tenemos un jefe maleducado... es hora de aprender a manejar personas difíciles e incluso intentar lograr que cambien. Pero cada vez que nos negamos a renunciar a algo bloqueamos esa capacidad de crear nuevos retos, nuevas gratificaciones. Y la abundancia de la vida requiere saber ser felices en cualquier situación. Renuncia y creación de un nuevo marco. Enamorado de una banana Cuentan que los pigmeos de África utilizan un curioso truco para cazar monos. Construyen una jaula con barrotes muy juntos, de forma que entre tronco y tronco apenas cabe la mano del animal,y dentro depositan una banana grande y hermosa. El mono ve la reluciente fruta y, salivando, mete la mano entre las pequeñas aberturas que hay entre los barrotes. Lo que después sucede es asombroso: el mono no puede sacar la banana de la jaula porque no pasa por los estrechos huecos del maderamen ¡y se queda aferrado a la fruta! ¡Es incapaz de soltarla! Los pigmeos acuden entonces y le lanzan una red encima. Así de simple. Quizá sea estúpido el comportamiento del mono, pero la verdad es que el ser humano, una y otra vez, hace algo muy similar. Cuando nos negamos a renunciar a algo nos quedamos atrapados en una jaula mental que nos produce todo tipo de ansiedad. Yo he visto a tantas personas aferradas a la banana de tener hijos, a la de que vuelva determinada pareja, a la de recuperar la salud... que su vida era una auténtica jaula, una prisión muy oscura. Vaciar el zurrón Siempre que nos quedamos aferrados a una banana eliminamos la magnífica abundancia que ofrece la vida. Ya se han acabado los paseos por el bosque, el resto de los frutos y los juegos. Las bananas más comunes son la pareja, la salud, el estatus, la seguridad o la comodidad, pero podemos estar esclavizados por cualquier supuesto bien. Somos como monos porque no nos damos cuenta de que si dejamos caer cualquiera de esos beneficios obtendremos muchísimo más, y además recuperaremos una libertad genial. Muchas veces me han preguntado hasta qué punto hay que renunciar, y yo creo que hay que renunciar a todo porque todo lo vamos a perder, incluso la vida. Cuando llegue el momento en que ésta esté en peligro, lo único que nos va a calmar va a ser renunciar y crear un nuevo marco. Habrá que decirse entonces: «Es posible que deje de vivir, pero eso no será ninguna tragedia. Hasta entonces voy a situarme en el marco de ser el mejor enfermo posible e intentar curarme. Mientras tanto amaré al mundo con la mayor intensidad posible». Eso es. No lo olvidemos nunca. No nos quedemos nada en el zurrón de la renuncia. Nuestro señor Miyagi particular nos está repitiendo una y otra vez: «Si quieres dominar el kung-fu emocional, renuncia y crea, renuncia y crea». En este capítulo hemos aprendido que: • • • • • Existen dos movimientos para la salud emocional: «renunciar» y «crear». «Renunciar» es saber prescindir de los bienes innecesarios. «Crear» es saber encontrar una forma de disfrutar con lo que nos queda, en cada momento. A mayor capacidad de «renuncia», mayor «creación» y mayor abundancia de posibilidades de disfrute. La fortaleza emocional nos pide no quedarnos con nada: ser capaces de renunciar a todo lo que no sea la comida y la bebida del día. 3 La mejor manera de practicar Un maestro budista se hallaba dando una lección. En un momento dado levantó un vaso de agua. Todo el mundo esperaba la típica pregunta: «¿Está medio lleno o medio vacío?». Sin embargo, inquirió: —¿Cuánto pesa? Las respuestas variaron entre 200 y 250 gramos. El maestro respondió: —Amigos míos, el peso en gramos no importa. Lo que cuenta es «lo que nos pesa», y eso depende de cuánto tiempo lo sostenemos. Si lo sostenemos un minuto, no es problema. Si lo sostenemos una hora, nos dolerá el brazo. Y si lo sostenemos un día, el brazo se entumecerá y se paralizará. El peso en gramos no varía, pero cuanto más tiempo lo sujeto, más difícil de soportar se vuelve. Y continuó: —Las preocupaciones son como el vaso. Si piensas en ellas un rato, no pasa nada. Si piensas un poco más, empiezan a doler. Y si piensas en ellas todo el día, acabas sintiéndote paralizado, incapaz de vivir. Su conclusión resumía buena parte de la doctrina budista: —Recordad: hay que saber soltar. Este libro contiene un mensaje extraño: que toda la infelicidad humana, todos los sentimientos y todas las emociones agudas de ansiedad, desesperación, rabia o vergüenza son innecesarios. Son comunes, pero eso no significa que sean necesarios y, por supuesto, buenos. ¡Podemos aprender a salirnos del sentir general para comprobar qué bien se vive en el otro lado! Como hemos visto ya, lo primero que hemos de hacer es darnos cuenta de que nosotros, los seres humanos, somos los CREADORES de casi todas las emociones. ¡No nos damos cuenta de ello, pero lo somos! Y, con un poco de esfuerzo por nuestra parte, podremos aprender a CREAR sólo emociones negativas suaves y montones de emociones constructivas e incluso sublimes. Independientemente de lo mal que nos traten, de lo mal que hagamos las cosas, de lo fatales que sean las condiciones en las que vivamos, SIEMPRE tendremos el poder de transformar nuestros sentimientos de ansiedad, desesperación y rabia. Y no sólo disminuirlos, sino prácticamente eliminarlos de nuestro repertorio emocional. Y esto es posible porque nuestros pensamientos son los responsables de ese mundo emocional, en casi todas las ocasiones. FELIZ, AUNQUE SE MUERA MAMÁ Un paciente llamado Jaime me contó en una ocasión la siguiente anécdota. Jaime estaba bastante iniciado en la terapia cognitiva y su vida fluía ya de una manera mucho más suave y alegre. Pero un soleado domingo, paseando por la ciudad, recibió un mensaje de su hermana. El whatsapp decía: «A mamá le han encontrado un cáncer; parece bastante serio. Llámame cuando puedas». En ese momento todo el dulce bienestar de Jaime se vino abajo: «Oh, no — pensó—. Con lo delicada que está mamá, no va a salir de ésta». En cuestión de minutos su mente se sumió en un mar de pensamientos del tipo: «Le quedan pocos meses y yo he sido muy poco considerado», «¡Nos espera un período muy duro! ¡Este golpe va a ser enorme!»... Y, en un momento dado, se vio llorando en medio de la calle. Pero justo entonces, en ese tumulto de emociones agudas, se acordó de nuestra terapia: «¡Pero cómo! ¡Rafael me ha enseñado a no terribilizar jamás! ¿No será eso lo que estoy haciendo?». Decidido, entró en una cafetería y sacó papel y un bolígrafo, dispuesto a CREAR un nuevo marco emocional. ¡Sí, había aprendido ya, con algunas experiencias menores, que podía hacerlo y quizá esa ocasión no era diferente! Al cabo de media hora, por extraño que parezca, salió de allí sereno, optimista y, casi diría, feliz. Sí, había una adversidad que preferiría no tener que vivir, pero ahora la aceptaba plenamente y, todavía mejor, estaba decidido a emplearla como algo hermoso y útil. ¡Sí, con su mente, en menos de una hora había dado un vuelco a su mundo emocional! Sus pensamientos ahora eran: «Voy a atender a mamá con todo mi cariño y voy a ser feliz con ello», «Tengo una oportunidad maravillosa de transmitirle amor y paz; incluso de enseñarle la psicología cognitiva que he aprendido. La vida me ofrece una hermosa oportunidad». Enseguida veremos con exactitud qué hizo Jaime para transformar su estado mental. Pero, de entrada, nos interesa ser conscientes de que las personas podemos cambiar de manera radical nuestro mundo interior, igual que hizo él aquella mañana de domingo. LA PRÁCTICA ESTÁNDAR Para convertirnos en expertos en la gestión de las emociones tenemos que desarrollar la habilidad de seguir los dos pasos descritos en el capítulo anterior: LOS DOS PASOS DE LA PSICOLOGÍA COGNITIVA Y hacerlo todos los días, de manera sistemática, durante toda nuestra vida. Al principio de manera formal, quizá con papel y un bolígrafo y dedicando una hora todos los días. Y después de forma automática y en cuestión de segundos o minutos. En un inicio, para practicar, podemos seguir el siguiente esquema: PERTURBACIÓN 1) RENUNCIA 2) NUEVO MARCO Y SU BENEFICIO Ansiedad ante un examen ¡Pero si no necesito aprobarlo! ¡Que le den! ¡Suspender puede ser incluso una granoportunidad! Si no apruebo, no pasa nada. Podré partir de cero y descubrir un nuevo sistema de estudio que, a la larga, sea realmente eficaz. En el peor de los casos, si no pudiese aprobar ningún examen jamás, me dedicaría a un trabajo de tipo práctico, que no requiera estudios. Pero, ¡cuidado!, en eso pondría todo mi cariño y motivación para tener éxito y ser muy feliz. Miedo ante una enfermedad No necesito estar sano para ser feliz. No necesito vivir más de lo que me marcará el Voy a ser el mejor enfermo del mundo; me cuidaré de manera ejemplar, e incluso ayudaré a otros. ¡Puedo disfrutar de este reto! Y si no superase esta enfermedad, no pasaría nada en absoluto: simplemente disfrutaré intentando curarme hasta el final. destino, en un momento dado. Y, una vez muerto, ya no habrá ninguna preocupación. Enfado porque mi mujer me ha faltado al respeto No necesito que todo el mundo me trate bien todo el tiempo. Y menos mi esposa, que se merece toda mi comprensión, mi perdón y mi ánimo. Las faltas de respeto son oportunidades de hacerme más independiente de la actuación de los demás. Voy a mejorar mi sistema de valores y no daré tanta importancia a la imagen personal, a mi absurda necesidad de prestigio. Voy a ir cambiando a mi esposa poco a poco, con inteligencia y amor, ¡hasta convertirla en alguien genial! Este esquema: 1) Renuncia; 2) Creación de un nuevo marco, nos ayudará a realizar el cambio de chip que buscamos. Una o más veces al día podemos rellenar un formulario como éste para ir transformando, sobre el papel, los pensamientos que causan nuestras emociones. ¡No lo olvidemos!: somos nosotros con nuestro diálogo interno los que nos provocamos las emociones. ¡Es matemático!: a medida que vayamos realizando esta gimnasia mental, las adversidades tendrán menos poder y nos afectarán cada vez en menor medida. UNA MENTE ALUCINANTE Hace muchos años me ocurrió algo muy divertido y curioso. Me encontraba en la preciosa ciudad medieval de Arezzo, Italia, cursando estudios de especialización en Psicología y me tocó ayudar en la organización de un congreso internacional. Se reunían unos mil psicólogos en los salones de un gran hotel y yo ejercía de traductor del inglés al español. Me acompañaba Marina, una psicóloga especializada en adicciones, inteligente, bella y dulce como pocas personas he conocido. Traducíamos de forma consecutiva. Esto es, el ponente decía dos o tres frases y callaba para darnos tiempo para traducir. Cuando acabábamos proseguía. Al segundo día de trabajo Marina me dio un toque en el hombro y me dijo, tapando el micrófono: «Mira, Rafael, ¡lo estoy haciendo simultáneamente!». La miré sorprendido y vi que, efectivamente, estaba traduciendo al mismo tiempo que hablaba el ponente, con un retardo mínimo de un segundo. Es decir, se había puesto a hacer traducción simultánea. ¡Sin ningún entrenamiento previo! Cuando llegó mi turno quise probarlo yo también. Me coloqué un solo auricular en una oreja y, ¡tachán!, lo conseguí. ¡Funcionaba! Descubrí que la mente puede hacer varias tareas complejas a la vez: escuchar, traducir mentalmente y hablar al mismo tiempo. ¡Era como el primer día que fui en bicicleta! De repente te das cuenta de que la bici se mantiene mágicamente bajo los dos finos neumáticos y ¡no te caes!, fruto de un fenómeno llamado «inercia del movimiento». ¡Era como tocar el piano: con una mano haciendo la base y con la otra la melodía! El cerebro se divide en dos y realiza dos funciones completamente diferentes de forma simultánea. ¡Todos podemos hacerlo! La mente puede dividirse en varias computadoras que trabajan en paralelo. Incluso podríamos hacer decenas de tareas diferentes. Bajo hipnosis, se ha comprobado que una persona puede escribir una novela, ver una película y mantener una conversación al mismo tiempo, ¡con toda tranquilidad! La mano va por un lado, los ojos por otro y la boca también, como si cada cual tuviese su propio cerebro. ¡Alucinante pero cierto! Explico esta historia en este capítulo sobre la práctica de la terapia cognitiva porque la herramienta que acabamos de ver es tan mágica como el efecto de la mente dividida. Es alucinante, inmediata y ¡funciona! ¡Y todos sabemos hacerlo ya!, al igual que Marina y yo comprobamos en nuestra primera experiencia como traductores. La renuncia y la creación nos pueden elevar —cada vez que lo deseemos— al reino de la fortaleza emocional: así, de golpe, de forma instantánea y alucinante. ¡En realidad, es fácil! En otras ocasiones nos costará más, pero se debe más bien a que cerramos la mente. Pero si practicamos con entusiasmo iremos notando que cada vez nos afectan menos las neuras. Tendremos a punto, para cada banana, para cada necesidad inventada, un cambio de marco ideal que nos permitirá renunciar sin dificultad. LA BOLSA DEL DISFRUTE Loreto vino a verme bastante desesperada. Llevaba mucho tiempo fatal, con mucha ansiedad, depresión, obsesiones y muchos miedos. En ese momento llevaba de baja laboral tres años. Su psiquiatra le había recetado todo tipo de fármacos, que algo hacían, pero obviamente no lo suficiente para llevar una vida normal. Así que, en su caso, prácticamente partíamos de la nada. Había que reconstruirlo todo para iniciar un camino hacia la fuerza, la confianza y la paz. Llevaba tanto tiempo mal y tantos eran sus miedos que no había un tema concreto por el que empezar. El problema en estos casos es que uno se ha ido construyendo, sin darse cuenta, una psique que funciona a base de miedo; en vez de ilusión y goce, el único combustible que llegamos a conocer es el temor. Había que enseñar a Loreto a hacer todas las cosas de la vida de otra forma. Así que lo primero que hice fue hablarle de la «bolsa del disfrute». —¿Qué es eso? —me preguntó curiosa. —Es lo que te va a poner bien. Se trata de aprender a vivir llenando una bolsa virtual de actividades gratificantes. Más que buenas: fantásticas, dulces, geniales. —Pero ¿cómo voy a hacer eso, Rafael? Si vivo encerrada en casa y todo me da miedo —me dijo mostrando de nuevo un semblante lleno de temor. —¡No te preocupes! ¡Siempre hay actividades a mano para la bolsa del disfrute! ¡Porque hay infinidad de ellas! Empecemos por una. Se trata de cualquier tarea realizada con amor, delicadeza y significado: ir a comprar el pan, dar un pequeño paseo y que te dé el sol, charlar con alguien... Estaba enseñando a Loreto una de las patas del que iba a ser su sistema curativo. Aprender a realizar todo con amor y encontrar en eso el principal motor sanador de su mente. Su misión era, a partir de entonces, disfrutar de cada pequeña actividad para provocar la producción de serotonina y las demás sustancias de la felicidad. Y, sobre todo, aprender, para el resto de su vida, que existe una forma de hacerlo todo en clave de goce: sin nada que temer, sin nada que perder. Le dije que su bolsa del disfrute iba a provocar, además, un efecto de bola de nieve. Esto es, iba a caer como la nieve por una pendiente. Su bola se haría cada vez más grande hasta provocar una auténtica avalancha. Así iba a sanar: a base de acumular pequeñas tareas realizadas con disfrute. Su mente comprendería, al final, que la vida es goce y que el miedo es una ficción, un juego loco al que ya no iba a jugar nunca más. ANDY WARHOL EN TU CIUDAD Y es que para la psicología cognitiva no tiene lógica realizar nada si no es con cariño y amor: ¡por amor al arte! Y la razón de ello, como ya hemos visto, es aplastante: porque no necesitamos apenas nada, sólo la comida y la bebida del día. Acumular bienes no tiene sentido, únicamente lo tiene disfrutar para dar algo hermosoal mundo y subir hasta el séptimo cielo. ¡Hoy mismo! ¡El día de hoy es cuando se juega la partida de la felicidad! Es obvio que la mejor forma de realizar cualquier tarea es amándola. Como el pintor neoyorquino Basquiat dando brochazos en su loft de Brooklyn, junto a Andy Warhol y los componentes de Velvet Underground. Bailar o cantar mientras moldeamos nuestra vida. Recuerdo, en mi niñez, a mi madre colgando la ropa después de la colada. ¡Éramos cinco hijos y había mucha! Mi madre siempre cantaba mientras hacía las tareas del hogar. La dulce brisa acariciaba su piel mientras iba de un lado al otro, como una danzarina, pinzas en mano. Todavía me sé las letras de su repertorio de zarzuela. Eso es hacer las cosas con amor. Y la buena noticia que recibió Loreto aquel día es que podemos encadenarlo todo así: absolutamente todos nuestros asuntos. Loreto me dijo: —Te pillo. Eso lo puedo intentar. Pero ¿lo tengo que hacer con todas mis actividades? —Claro. Porque la bolsa del disfrute es como una bola de nieve que va a girar y girar, y hacerse más y más grande. Y al final pasarán dos cosas: estarás feliz y satisfecha con tu vida; y aprenderás que todas, absolutamente todas las tareas y situaciones pueden ser enfocadas así, con intenso goce. El efecto bola de nieve del goce era lo que Loreto necesitaba en ese momento para revertir la bola de nieve del miedo instalada en su psique. Y lo íbamos a conseguir a base de acumular, sin prisa pero sin pausa, eventos de disfrute y amor. TODO POR AMOR, NADA POR OBLIGACIÓN Otra de las máximas de la psicología cognitiva es que no hay que hacer nada por obligación. ¡Nada! Sólo por amor y goce. Vivimos en un mundo de abundancia y, sin embargo, estamos atados a mil obligaciones: ¿qué sentido tiene eso? Mi recomendación para Loreto fue que no tenía que hacer nada que le supusiese ansiedad. ¡Las situaciones difíciles debía evitarlas! Porque no tienen mucho sentido en la vida. Quizá podría intentarlas al día siguiente, y sólo si estaba ilusionada para emprenderlas. Sólo si, para entonces, ya no le generaban apenas nervios. A las personas nos suele dar miedo enfrentarnos a la ansiedad, pero también evitar enfrentarnos a ella porque pensamos que, si la evitamos, nos convertiremos en miedicas y el temor nos invadirá del todo. Pero no es cierto, porque más adelante, bien protegidos, volveremos a probarlo. Con ilusión y amor hasta que se produzca el clic que nos hará vivir todas las situaciones con goce. Pero justamente, para vivirlas con goce, tenemos que emprenderlas con ganas, sin presión. En ese sentido, Loreto tenía que probar: ir y venir. Avanzar y retroceder. Siempre disfrutando. Ése es el baile fantástico del explorador. Y, sobre todo, hacer crecer su maravillosa y sanadora bolsa del goce. Nuestro objetivo era que Loreto viviese todas las tareas de la vida como generadoras de disfrute y no de agobio. ¡Hasta poder llegar a ser incluso presidenta de Estados Unidos gozando de la vida, con cero estrés! LAS RELACIONES SOCIALES, COMO PRÁCTICA En esa sesión, para ilustrar cómo tenía que vivir todas las situaciones, trabajamos sobre las relaciones sociales porque son una de las primeras tareas que podemos aprender a realizar con amor. Y así, a la larga, llegar a experimentar que todas las situaciones pueden convertirse en impulsadoras en vez de desgastadoras. • • Muchísimas personas viven las relaciones sociales con nervios. Y, sin embargo, para muchas otras son una fuente maravillosa de bienestar. Esta última manera de relacionarse es la más elevada. (En el capítulo dedicado al carisma lo trataré en detalle.) Recuerdo una visita que hice cuando tenía veintiún años a mis tíos paternos, que vivían también en Barcelona. Yo acababa de llegar de Reino Unido, donde había finalizado mi carrera de Psicología, con un expediente académico excelente. Y allí, sentado en el salón de su casa, tuvimos una charla muy hermosa. Yo me sentía como una persona recién salida de fábrica, nueva, radiante, y me encantó explicarles en qué consistía mi especialidad. Cuando acabamos de cenar y salí de allí me esperaba una noche fresca de verano y el hermoso mundo ante mí. Y es que una conversación bonita, una interacción elegante, realizada con amor, es algo que da fuerzas, llena de energía y sosiego, nos potencia. Loreto podía empezar a llenar su bolsa del disfrute con las interacciones que tenía más cerca: el tendero de la esquina, su madre... Tenía que saborear el placer de la vida, una y otra vez, hasta convencerse de que la vida es SIEMPRE una maravilla. De hecho, la definición de «neura» podría ser: la absurda idea de que una situación cualquiera de la vida NO se puede disfrutar. Descubrir lo contrario es el camino hacia la salud. La gente más fuerte y feliz es capaz de gozar con todo, incluso encargándose de una enfermedad grave. En este capítulo hemos aprendido que: Las emociones negativas no tienen solidez; pueden erradicarse en minutos. El ejercicio diario de renuncia y creación nos va a hacer más fuertes. • • • La estrategia más directa para hacerse fuerte y feliz es buscar el disfrute en todo. Podemos gozar de todas las tareas de la vida. Si estamos muy neuróticos, empecemos por acumular actos de disfrute pequeños, en el día a día. 4 Emular a los superhéroes de verdad Por ahí, en el ancho mundo, existen personas excepcionales. Tienen tanta energía positiva que la transmiten sin quererlo a los demás. La contagian. Viven en otra longitud de onda y su vibración remueve las ondas cerebrales circundantes, otorgándonos pasión por la vida. En el presente capítulo vamos a estudiar tres modelos de fortaleza emocional. Tres personas excepcionalmente fuertes y felices que nos servirán de referente: Michael J. Fox, Jessica Long y Daniel Álvarez. En cualquier momento de nuestra vida, cuando azote la adversidad podemos preguntarnos: «¿Qué me dirían ellos de mi problema?», «¿Cómo lo afrontarían?». Sólo una respuesta es la válida: «¡Ellos tienen razón y yo no!». Hemos incluido una foto de cada uno de ellos en estas páginas para que su imagen nos sirva de inspiración. No lo olvidemos: queremos y podemos ser como ellos. Está absolutamente en nuestras manos. MICHAEL J. FOX ¿Quién no se acuerda de la mítica película de los años ochenta Regreso al futuro? En ella, Michael J. Fox encarnaba a Marty McFly, un adolescente que viajaba al pasado en un coche atómico llamado Delorian. Michael J. Fox tenía entonces veinticuatro años pero parecía un chaval de dieciséis y estaba en la cima de su carrera. La película fue un éxito enorme, recaudó millones de dólares y dio lugar a dos secuelas más. Fue tan grande el éxito que incluso se comercializó un juego de Nintendo y un parque temático con elementos del film. Pero tan sólo seis años después, cuando el actor tenía treinta, se le diagnosticó la enfermedad de Parkinson. Su primer síntoma fue un temblor permanente en un dedo. Y, en muy poco tiempo, su cuerpo no podía parar de balancearse, entre otros muchos síntomas desagradables. En su libro A Lucky Man («Un hombre afortunado») Michael confiesa que, al principio, no podía aceptar su enfermedad. Estaba deprimido, enfadado y confuso. Se decía: «¡No! ¡Dios, ahora que estoy en lo más alto del mundo, no!». Fue una dura época de adicción al alcohol y a las drogas. Durante un largo año se negó a aceptar el diagnóstico. Lo escondía a todo el mundo —incluso a su familia— e iba de médico en médico para intentar recibir otro resultado. Como muchas personas, incluso acudió a pseudoterapias alternativas que le daban falsas esperanzas, sólo para volver a caer en la durarealidad. Hasta que comprendió que había otra forma de llevar su dolencia: aceptarla plenamente y emplearla para hacer algo hermoso. Y, a partir de entonces, empezó su nueva vida. Dejó las drogas, salió del armario de la enfermedad e inauguró una fundación para la investigación del Parkinson. Michael J. Fox, el actor/adolescente prodigio, se convirtió en otra clase de prodigio: un hombre con la misión de darse a los demás. Y descubrió que su nueva encarnación le hacía más feliz de lo que había sido nunca. Su fundación pasó a ser su principal ocupación. Trabajando incesantemente en ella, la convirtió en la asociación de enfermos que más dinero ha aportado a la investigación de cualquier dolencia, con una grandísima diferencia. Ha recaudado hasta la fecha nada menos que 650 millones de dólares. Al margen de eso, Michael J. Fox ha escrito tres libros superventas y ha continuado su carrera como actor, aunque, como él mismo dice: «Sólo puedo hacer papeles de personajes con Parkinson». Pero, increíblemente, los ha encontrado y los ha hecho a su medida, como la serie Michael J. Fox Show, en la que se encarna a sí mismo. Pero lo esencial de este grandísimo actor de sólo 1,63 metros de altura es que ahora no ve su enfermedad como un impedimento para ser feliz. En una entrevista reciente para la televisión decía: «Tengo mucha suerte. Antes también la tenía, pero no me daba cuenta de ello. Tengo una mujer estupenda; unos hijos maravillosos. ¡Mi vida sólo puede calificarse de genial!». El nuevo Michael J. Fox ha adquirido la virtud del humor. Antes era un tipo más bien serio, y ahora su felicidad le ha descubierto la importancia de reír y hacer reír a los demás. De hecho, no deja de reírse del Parkinson, como por ejemplo cuando habla de sus ventajas: «A la hora de cepillarme los dientes es perfecto. Tardo mucho en colocar la pasta dentífrica, pero una vez que lo consigo y me introduzco el cepillo en la boca ¡los movimientos del Parkinson lo hacen todo!». Desde que me dedico a la psicología cognitiva no paro de ver transformaciones tan radicales como la de Fox. Cuando las personas descubren la plenitud en la vida se produce un cambio incluso de carácter. ¡Es algo sorprendente! Nosotros también seremos capaces de lograrlo. Sólo tenemos que reproducir ese mismo cambio de mentalidad; de forma drástica, primordial. Y sin tener una grave enfermedad, claro está: con la sola fuerza de nuestra mente, dirigida todos los días en la dirección correcta. Analizando la filosofía personal de Michael J. Fox he descubierto que él también se apoya en una especie de trabajo mental como el que hacemos en psicología cognitiva. Se habla todos los días con un diálogo de persona fuerte y feliz. En uno de sus libros explica lo siguiente: Mis hijos me vienen a menudo con quejas: «Me pasa esto o lo otro», y yo les explico que, en realidad, no sucede nada de importancia. El otro día, por ejemplo, vi en las noticias que una mujer en Mozambique se vio arrastrada por la corriente de un río. Todo su poblado estaba inundado. La mujer, embarazada, se encaramó a un árbol y ¡dio a luz allí! Inmediatamente les enseñé la noticia a mis hijos y les dije: «¿Veis de qué tipo de tonterías nos quejamos a veces? ¡Esa mujer parió en un árbol y ahí la tenéis, sonriendo y feliz!». En cada momento de tu vida, si te fijas en tus oportunidades en vez de centrarte en las quejas te darás cuenta de que eres muy afortunado. La nueva filosofía de Michael J. Fox no ha salido de la nada. Se la labra él en su día a día, como podemos hacer nosotros. En otra entrevista dice: Por cada cosa que me ha arrebatado el Parkinson, se me ha dado algo de mayor valor. ¡Literalmente! Si no te quejas y estás abierto a crear cosas hermosas, llegan oportunidades increíbles. El Parkinson del actor es muy severo y tuvo incluso que someterse a una intervención quirúrgica en el cerebro para reducir los temblores. Una vez más, superada esa experiencia puso en marcha su nuevo sistema de creencias. Sus declaraciones después de la operación fueron: Puede parecer un poco loco lo que voy a decir, pero todo esto me está fortaleciendo. Me hace un millón de veces más sabio y compasivo. Me doy cuenta cada día de que soy vulnerable y me gusta, porque esa vulnerabilidad me abre a las personas. Esa relación de apertura es más valiosa que cualquier cuenta bancaria. La operación a la que se sometió era muy peligrosa. Había un riesgo claro de muerte, pero él confesó que no le preocupaba. Y podemos creérnoslo. Yo he conocido a muchas personas con su misma mentalidad. Aunque no lo parezca, el tema de la muerte es fácil: ¡todos morimos! Una vez que lo aceptas profundamente, ya no te preocupa. Michael J. Fox es un buen ejemplo de cómo ponerse cómodo ante la adversidad y hacer algo positivo de ello. En cualquier momento de bajón emocional podríamos preguntarnos qué nos diría él acerca de nuestro problema. Seguro que sería algo con sentido del humor. (En este vídeo de YouTube: se puede ver a Michael J. Fox acompañando a la guitarra al grupo Coldplay mientras tocan «Johnny B. Goode», recordando una famosa escena de Regreso al futuro.) JESSICA, LA NADADORA MÁS SEXI Jessica Long es una guapísima rubia de veinticuatro años llena de energía, divertida y toda una superatleta. Le han hecho entrevistas en Women’s Health Magazine, Vogue y otras revistas internacionales como ganadora de veintitrés medallas olímpicas en diferentes modalidades de natación. Ha entrenado con su compatriota Michael Phelps, el mejor nadador de la historia, y compagina la piscina con una incipiente carrera como emprendedora: ha montado su propia empresa de asesoría para deportistas y directivos. Pero la particularidad de Jessica es que, desde que tenía dos años, le falta la parte inferior de las dos piernas. Nació con una enfermedad llamada «hemimelia fibular» que obligó a los médicos a amputárselas. Pero eso nunca ha sido un problema muy serio para ella. Como veremos a continuación, prácticamente ha sido una bendición y su gran ventaja. Jessica enseguida aprendió a caminar con prótesis y empezó a practicar diferentes deportes, sobre todo gimnasia rítmica. Pero los médicos le aconsejaron algo de menor impacto para las rodillas y ahí fue cuando descubrió que era una sirena. En el agua se sentía más a su aire que nunca, libre de la atadura de las prótesis de fibra de vidrio. Jessica descubrió que la natación se le daba muy bien y decidió competir al más alto nivel e intentar ser la mejor nadadora paralímpica del mundo. Quizá no lo lograse, pero era un bonito reto y un buen ejemplo de superación para mucha gente. Los éxitos no tardaron en llegar y Jessica se convirtió en un referente del deporte en Estados Unidos. Más que por sus marcas, por su carácter alegre y lleno de vida. Se puede ver un vídeo suyo en YouTube. Es un tráiler de un documental que grabó la NBC sobre su vida titulado Long Way Home: The Jessica Long Story. El documental narra un viaje a Siberia porque Jessica nació allí, aunque cuando tenía trece meses una pareja estadounidense, los Long, la adoptó. Más tarde adoptarían a otro niño con discapacidad procedente del mismo orfanato. Jessica tiene, además, otros dos hermanos que son hijos biológicos de sus padres norteamericanos. El caso de Jessica es una muestra perfecta de que cualquier adversidad se puede transformar en una gran oportunidad. Y darse cuenta de ello es una clave fantástica a la hora de hacerse más fuerte a nivel emocional. Si queremos convertirnos en campeones en la gestión emocional,el primer paso —como en el caso de Jessica— es aprender a aceptar la adversidad con alegría sabiendo que TODA situación ofrece una oportunidad para hacer algo fantástico. Ella sabía que precisamente su falta de piernas podría convertirla en una nadadora especial: llegar a ser un icono de la belleza frente a la adversidad. Tenía delante una opción valiosísima. Su discapacidad no iba a ser un problema, sino su gran aliada para el éxito y la felicidad. Nosotros podemos hacer lo mismo: pensar que cualquier problema, de no arreglarse, se convertirá en fuel de una nueva vida futura mucho mejor. El lema de Jessica, que podemos hacer nuestro, es: Mi falta de piernas es mi oportunidad, lo que me hace especial, lo que le da a mi vida un sentido brutal. A partir de ahora en nuestra vida podemos repetirnos frente a cualquier posibilidad de adversidad: Mi problema va a ser mi oportunidad, lo que me hará especial, lo que le dará a mi vida un sentido brutal. El año pasado Jessica Long habló en Naciones Unidas con motivo del día Internacional de las Personas con Discapacidad, que tiene lugar cada 3 de diciembre: Es muy guay que haya un día dedicado al reconocimiento de las personas con discapacidad. Para mí, la «discapacidad» es la otra cara de la palabra «confianza». Cuando te das cuenta de que ninguna discapacidad tiene por qué impedirte tener una gran vida, entonces crece un fuerte sentimiento de «confianza». Hay días en que no me siento tan segura acerca de mis piernas, pero entonces, más que nunca, intento focalizarme en mis posibilidades y ahí es donde crece la confianza. Yo nunca me he visto como una persona con discapacidad. Para nada. Simplemente llevo unos zapatos más grandes de lo habitual. Cuando era pequeña aprendí que puedo hacer grandes cosas y tener una gran vida, de forma idéntica a cualquier otra persona. Mis doce años de carrera deportiva me han abierto muchas puertas, no sólo en lo que se refiere a las medallas, el éxito y los patrocinadores. La principal puerta ha sido la de la confianza personal: convertirme en quien soy y en quien quiero ser. Puedo presumir de piernas e incluso ayudar a otros a que lo hagan también. (Si queréis, podéis ver el Twitter y el Facebook de Jessica.) ¿Queremos ser como Jessica? ¡Pues todos los días podemos reafirmar nuestro compromiso con su filosofía! De eso se trata: de pertenecer a su club mental. El de las personas que no quieren tener vidas normales sino aprovechar su existencia al máximo: hacerla hermosa, intensa, llena de dulce sentido siempre. DANIEL, EL DIRECTIVO MÁS ATRAYENTE Por las calles de Madrid va el directivo más atractivo del mundo. Se trata de un hombre de unos cincuenta y tantos años que dirige a un equipo de trece personas en el seno de una empresa muy grande. Viaja por todo el mundo y colabora con otras organizaciones a nivel global. Tiene, junto con su esposa Helen, una hija preciosa de diez años y forman una familia primorosa. Este hombre se llama Daniel Álvarez y tiene la particularidad de ser sordociego; esto es, ni ve ni oye, lo cual le sitúa en una posición muy especial ya que si nadie le toca está totalmente aislado. Daniel no puede captar si está solo o acompañado en una habitación. No sabe si hay alguien en un bar atestado de personas. Se trata de una situación difícil de imaginar para los que tenemos muchas ventanas abiertas al mundo. Pero, como veremos a continuación, Daniel es otro de mis héroes. Nada que ver con los modelos que ensalza nuestra sociedad —deportistas o actores—, sino un auténtico maestro con la enseñanza más importante de la vida: que podemos estar exultantes de alegría siempre. A los cinco años, Daniel se quedó completamente sordo a causa de una medicación equivocada y, a los treinta, un glaucoma le quitó la vista. Yo le conocí a través de un artículo del escritor Juan José Millás para el periódico El País. También se hizo un pequeño documental titulado La sordoceguera. Para hacernos una idea de lo que es ser sordociego podemos atender a la siguiente experiencia de Daniel: Al principio lo peor para mí era el despertar por la mañana. Porque cuando despierto yo sigo en la oscuridad total. Y tampoco hay ningún sonido. En realidad, no hay diferencia con el sueño. Y a veces me cuesta cerciorarme de si estoy despierto o todavía dormido. Daniel es totalmente independiente y se desplaza solo por Madrid. Para ello lleva unos tarjetones que usa para que le ayuden a cruzar las calles y a subir a los autobuses. En ellos, por ejemplo, pone: «Soy ciego y sordo, y estoy esperando el 174. Ayúdeme a subir, por favor». Y así espera a que alguien le tome del brazo y le acompañe adentro del vehículo. Todos los que le conocen le definen como muy alegre y entusiasta, además de un gran trabajador. Pero el humor es, quizá, el más importante de sus sellos. En una entrevista que le hacían en la radio explicaba la siguiente historia: Una vez estaba delante de un paso de cebra, en Madrid, ya llegando al trabajo. Sabía que era una calle muy estrecha, pero no me atrevía a cruzar. Unas jovencitas me empezaron a gritar desde el otro lado: «¡Ya puede pasar, que no hay coches!». Pero yo no oía nada, claro. Así que seguía allí. Al final, se enfadaron y se fueron diciendo: «¡Bueno, tío, ya te hemos avisao!». Me lo contó un compañero de trabajo que se partía de risa. La gente se da cuenta de la ceguera por el bastón y las gafas, pero nunca de la sordera. Y es que yo sólo contacto con alguien si me tocan. Como no oye ni ve, Daniel se comunica con el mundo mediante un código que las personas cercanas pueden teclear en su mano. Es la única forma de charlar con él. Pero ahí está Daniel Álvarez, presidente de ASOCIDE, la Asociación de Personas Sordociegas de España, y director de la Unidad Técnica de Sordoceguera de la ONCE. Hace unos años fue galardonado con la medalla Anna Sullivan por su contribución a la integración de las personas sordociegas. Daniel es un hombre realizado y feliz, ¡enamorado de su familia, de su hermoso trabajo y de la vida! Un ejemplo perfecto de que la adversidad no tiene por qué afectarnos, si tenemos la actitud mental correcta. En cualquier momento de nuestras vidas Daniel nos está diciendo: «¡Ahora mismo tienes por delante un día maravilloso! Ni de coña te digas lo contrario. Cualquier cosa que te pueda estar afectando es una tontería!». Daniel no sólo tiene fuerza y alegría para él mismo, sino que la transmite todos los días a los demás. La cara de su mujer, Hellen, se ilumina cuando habla de él: «Daniel es la persona más positiva que conozco. Es la luz de nuestra vida, de la mía y de la de nuestra hija, Natalia. Yo creo que es un regalo que nos ha caído del cielo». La gente de la ONCE también se siente afortunada de tenerle a su lado. Él es un apasionado de su trabajo: «En general, prefiero dedicar mi tiempo a mis compañeros sordociegos que a mí mismo. Porque, en fin, la mía es una tarea maravillosa. Desde nuestra oficina estamos siempre maquinando cosas chulas para desarrollarnos más y mejor. Se trata de un trabajo común, lleno de sentido, y no hay nada más hermoso que eso». Tanto Daniel como su familia ven las particularidades de la sordoceguera como posibles ventajas. ¡Se diría que son expertos en sacarle el lado positivo a cualquier adversidad! En la entrevista de El País, su mujer decía: «Somos una familia muy especial, que vivimos a otro ritmo porque la sordo-ceguera te obliga a vivir más lento. Pero eso, a su vez, te da la oportunidad de disfrutar más de la vida, de saborear las cosas. Es un premio». La pequeña Natalia, de diez años, es una niña encantadoray vivaracha que está enamorada de su padre. Y la sordoceguera le está enseñando también muchas cosas. Por ejemplo, a ser muy ordenada. «¡Soy la más ordenada de mi clase! Porque para que papá encuentre todo hay que dejar las cosas siempre en su sitio; cerrar armarios y puertas, y no dejar trastos por el suelo.» Daniel, por su parte, encuentra que la sordoceguera es también una ventaja en las peleas conyugales: «No sabes lo que me ahorro al no oír ni ver. Por mucho que meta la pata, a mí no se me puede reñir mucho». Y cuando se pone serio Daniel nos explica su vida interior, que es una lección de budismo zen hecha realidad: «Para mí la vida es sagrada. Sentir la brisa en el cuerpo o los rayos de sol en la cara es un milagro maravilloso. Los olores también son una gozada: el olor a pan fresco al pasar frente a una panadería o el de café recién hecho... La vida nos ofrece cien mil oportunidades de disfrutarla». Los inconvenientes son sólo retos interesantes, nunca problemas: «La vida del sordociego está llena de retos —explica riendo—, como cuando, de soltero, en Madrid, aprendí a cocinar. Ahora soy un “cocinillas” y a mi hija le encantan mis platos. ¡Pero, claro, al principio quemé muchos filetes!». Para Daniel, esas discapacidades son oportunidades; los retos son los mejores pasatiempos que puede tener una persona. Y eso es lo que les enseña a sus compañeros sordociegos de la ONCE, su segunda familia: En mi vida ha habido muchos momentos de cambio: cuando me quedé sordo, luego cuando me quedé ciego, cuando entré a trabajar en la ONCE, cuando conocí a mi mujer, pero si estás abierto a todo lo que te trae la vida con curiosidad y entusiasmo, te das cuenta de que todo es bueno, siempre. Depende de ti verlo así. • • • • • En este capítulo hemos aprendido que: Hay muchas personas que no necesitan lo que la sociedad cree imprescindible: ¡ni salud completa ni una imagen determinada! Podemos ser felices prácticamente siempre. Pensar de forma racional nos hará atrayentes e importantes. Siempre hay tareas maravillosas para realizar, ¡siempre! Todo está en la manera de pensar, como demuestran nuestros héroes. Ejercicios de la Primera parte Una mente del futuro, ya INDICACIÓN La visualización es un ejercicio basado en la lógica cognitiva. Imaginamos escenarios ¡que son posibles! Entre otras cosas, porque muchas personas los viven así. ¡Son factibles y son nuestro objetivo! El talante, a la hora de llevar a cabo la visualización, es esforzarse por imaginar lo propuesto en la medida de lo posible, buscar imágenes en nuestra memoria o en nuestra imaginación, indicarnos el camino a seguir. ¡Con ahínco y perseverancia! Durante los próximos veinte minutos visualízate dotado de las cinco cualidades de una persona fuerte y feliz. ¡Es éste el tipo de persona en que nos queremos convertir! Esta meditación te pondrá en el camino del cambio personal. Empecemos: ¿Te imaginas siempre así?: Alegre como un niño o chispeante como las monjas de Burgos. Visualízate caminando por la calle lleno de esta alegría que te hace sonreír, siempre presto al humor. Todos los días de tu vida. ¡Continuamente! Visualiza un momento de tu vida en que te sintieses así. Quizá en un viaje. Quizá con amigos en un verano cualquiera. Pronto todo el mundo te considerará una de las personas más alegres del mundo. ¡Y lo serás! Con la droga interior del éxtasis como los artistas. Ahora visualiza que te encuentras constantemente en un bello estado mental alterado; lleno de apreciación por lo que te rodea. Captas la hermosura de tu entorno. Paseas por la ciudad y te sientes en comunión con todo. ¡Es posible sentirse así! A mucha gente le sucede. La gente fuerte y feliz en la que nos vamos a convertir. Feliz en cualquier situación como los viajeros. ¡Qué libertad y qué goce saber que vamos a estar al 150 % bien en cualquier situación! Muchas personas son así: las pongas donde las pongas, van a estar dulcemente felices y productivas. Visualízate feliz con quince hijos, educándoles de manera ideal y disfrutando del proceso. Visualízate soltero y sin niños pero igualmente contento, realizando dulcemente un montón de actividades que te llevan a la plenitud: ayudar a los demás, tener un gran trabajo, gozar de la naturaleza... Visualízate como una persona que es capaz de ser feliz en la cárcel, haciendo cosas positivas por sí mismo y por los demás. En una silla de ruedas. Y hasta tetrapléjico como Stephen Hawking, el científico británico que no puede mover ni un músculo. Rebosantes de serotonina (sin causa) como los niños en un parque de atracciones. Ahora imagínate a ti mismo superbien, sin ninguna causa concreta. Has estado así en innumerables ocasiones en tu vida. Simplemente, te has dicho: «¡Qué bien se está aquí!». Con nuestro aprendizaje te vas a encontrar así la mayor parte de tu vida. ¡Visualízalo! Viviendo en la abundancia como los jóvenes llenos de vida. Y, por último, sabes que la vida te ofrece todos sus atractivos y frutos ¡a ti! Porque cuando vivimos despreocupadamente, felices y plenos, lo bueno acude a nosotros porque estamos receptivos a captarlo. ¡Hazte una imagen mental de ti mismo recibiendo toda esa abundancia!: conoces personas maravillosas que se convierten en estrechos amigos, tienes trabajos hermosísimos, disfrutas de la música y de mil bienes más que ni sabías que existían. Las dos claves de la fuerza emocional Durante los próximos veinte minutos visualízate en las siguientes situaciones (falsamente) difíciles. Date cuenta de que, si te tocase estar así, podrías cambiar de marco para ser más feliz que nunca. 1) Visualiza que entras en la cárcel para cumplir condena. Pero, lejos de estar mal, cambias de marco y decides concentrarte en ser feliz en tu nueva situación. ¡Y así es! Empiezas a encontrarte en el mejor momento de tu vida: a) Estás estudiando eso que siempre quisiste aprender; b) Ayudas a los demás: internos y funcionarios; c) Cuidas tu cuerpo y tu mente; d) Incluso ahondas en la espiritualidad. ¡Claro que puedes hacerlo! Y si en esa situación podemos ser felices, ¡cómo no lo vamos a ser frente a cualquier otra adversidad! 2) Imagina que tienes un accidente y te quedas en una silla de ruedas. De nuevo, no tardas en cambiar de marco y te ves lleno de energía: a) ¡Tienes tanta fuerza que incluso ayudas a otros!; b) Tienes un gran trabajo pleno de sentido; c) Tienes grandes amigos, ya que atraes a los demás con tu energía positiva y tu autenticidad. ¡Te encanta tu vida y el universo en general! 3) Visualiza ahora que te quedas tetrapléjico como Stephen Hawking pero, siguiendo su ejemplo, te dices: «¡Ahora va a empezar mi vida de verdad! Ahora es cuando voy a ofrecer lo mejor de mí!». Y decides que vas a llenar tu vida de las tareas más significativas posibles y, ¡bum!, ¡lo consigues! Como Stephen Hawking, estás siempre emocionado con las grandes tareas que estás haciendo por ti y por los demás. Simplemente, has cambiado de marco y te has dado cuenta de que, desde esta situación, ¡hay tanto para dar! SEGUNDA PARTE Todo lo que debes hacer 5 Trabajar y disfrutar En lo alto de la colina había un bonito bosque de robles. Todas las semanas los carpinteros pasaban por allí y escogían algunos para cortarlos y hacer fuertes vigas. Pero nunca se pararon ante uno que, aunque grande, se levantaba curvándose por todas partes. ¡Ni su tronco ni ninguna de sus ramas estaban rectos! Los carpinteros pensaban: —Ese árbol no dará ni una sola tabla decente. También acudían allí los buscadores de leña e igualmente despotricaban del roble: —Esas ramas retorcidas arrojarán un humo pestilente. Y algo parecido opinaban los escultores: —¡Tiene demasiados nudos! No sirve
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