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1 LA PRIMERA BATALLA DE CARABOBO (1814). Gustavo Fuenmayor INTRODUCCIÓN Este es un ensayo de índole histórico militar relacionado con la batalla librada el 28 de mayo de 1814 en la sabana de Carabobo y que resultó en la victoria del ejército patriota al mando del General Simón Bolívar, el Libertador. Este trabajo fue construido utilizando métodos de redacción militar propios del estudio de casos estratégicos y tácticos, incluyendo los factores de la decisión, el análisis del área de operaciones y otros, con la expresa intención de darle el necesario carácter militar al análisis de eventos históricos. Sin embargo, el estudio se hizo tomando en cuenta la doctrina vigente en la época, la influencia de la tecnología existente en el arte de la guerra y la pertinencia de los métodos que caracterizaban el estado del arte de la guerra terrestre a principios de siglo XIX. Por su naturaleza metodológica es un trabajo monográfico de carácter histórico situado en la guerra de independencia de Venezuela durante el año 1814, que pretende agregar un poco más de luz en relación a un hecho de guerra conocido y mal estudiado. Describe las circunstancias previas a la batalla, aclara de alguna manera lo relacionado con la posibilidad de que pudiese haber sido la batalla decisiva de la guerra y esencialmente valora tácticamente este hecho de armas. Este documento está organizado en cuatro capítulos que se inician con la contextualización histórica de la batalla, seguido de un revisión de la naturaleza de los ejércitos enfrentados para informar del estado de la ciencia de la ciencia y arte militar de la época de la guerra de emancipación; un tercer capítulo da cuenta de la batalla como concepto y de la batalla como hecho cumplido en la sabana de Carabobo el 28 de mayo de 1814. El trabajo se cierra con un capítulo dedicado al análisis de la batalla y las conclusiones pertinentes. 2 I. CONTEXTO HISTÓRICO 1. La Situación política La situación política de Venezuela se sitúa en el contexto de la llamada Segunda República. Se considera que la Segunda República se inició con la entrada de Simón Bolívar en la ciudad de Caracas el 6 de agosto de 1813 (aunque hay autores que lo establecen en la capitulación de Miranda el 12 de junio de 1812) y concluyó el 11 de diciembre de 1814 con la derrota republicana en el Combate de Maturín por las fuerzas de la corona al mando del canario Francisco Tomás Morales. Ese año de 1814 el rey Fernando VII volvió al trono de España y empezó la restauración monárquica más reaccionaria, de acuerdo con lo que sostiene Ugalde (1999). Para el momento histórico en que ocurrieron los eventos a los que se hace referencia en este trabajo, la República había sido reestablecida parcialmente después de la toma de la capital por parte de Bolívar y su ejército, además de la designación del primero como suprema autoridad política y militar de Venezuela. Desde el punto de vista político el país estaba aislado porque el gobierno no había sido reconocido por otros estados, como es el caso de la Gran Bretaña, que anteriormente había apoyado la causa emancipadora. Este asunto está documentado en el oficio que el Almirante de Jamaica T.I. Maclean dirigió el 21 de mayo de 1814 a Su Excelencia don Simón Bolívar en respuesta a la carta de presentación del Inspector de Artillería Lino de Clemente y el Coronel Juan Robertson, quienes habían sido comisionados en misión a la Gran Bretaña. En su misiva Maclean expresa que “estando mi gobierno en estricta alianza con España, no puedo, sin órdenes superiores recibir oficialmente agentes públicos de países cuya independencia no ha sido reconocida por el Gobierno de S.M.” (Bolívar. Documentarios de la Libertad, 1981, pág. 181). Por otra parte, tal y como se puede observar en el gráfico 1, las Provincias Unidas de Venezuela (Segunda República), ejercían el control político y 3 militar formal sobre el 40% aproximadamente de la antigua Capitanía General de Venezuela, aunque de hecho lo que había era un relativo ejercicio de la autoridad del estado sobre el centro y parte del occidente y el oriente del país, considerando además que los realistas, o mejor dicho José Tomás Boves y su ejército, controlaban gran parte de los llanos al sur de La Puerta. Gráfico 1. Territorio de las Provincias Unidas de Venezuela durante el período de la Segunda República, proyectado sobre el map a de de la República Bolivariana de Venezuela. Tomado de “Cátedra Boli- variana” por Editorial Santillana, 2014, p. 94. 2. La situación económica Altez A. (2011) en su trabajo sobre la independencia nos dice que, como consecuencia de la guerra, la economía “vio desvanecer su estabilidad muy temprano, perdiendo sementeras, cosechas, ganado, mano de obra, infraestructura, medios de producción e ingresos” (p. 87), mientras que la prioridad era el mantenimiento de los ejércitos de uno y otro lado. El hambre 4 campeaba y la gente que no era arrastrada a los campos de batalla tenía que enfrentar el hambre y el aislamiento (Ibid. P. 87). Esta descripción es complementada por Juan de Austria (1857) cuando relata que en el país estaba “paralizado el comercio, desiertos los campos, sin fruto la industria, agotados los recursos, y exhaustas las arcas públicas por consecuencia de tan desastrosa guerra…” (pág. 268). Esto permite identificar un contexto económico muy difícil que se verá reflejado en los enormes problemas logísticos y financieros que afrontaron los beligerantes en la guerra, en particular los patriotas. Además de las anteriores consideraciones, conviene traer a la memoria el problema que Brito Figueroa (2006) llama “los fenómenos de la transferencia de la propiedad territorial agraria”. En su obra relacionada con la historia económica y social de Venezuela, argumenta que en la llamada “revolución nacional de independencia” entraron en juego los elementos ideológicos y políticos que profundizaron el conflicto entre las clases presentes en el contexto social de la Venezuela de la época, con el agregado económico que contribuyó al agravamiento del enfrentamiento. Como dice el autor “la cuestión agraria fue una de las más importantes, y lamentablemente, una de las menos estudiadas” (p. 192). En las regiones afectadas por la guerra se produjeron ocupaciones de propiedades agrarias por parte de esclavos y peones, promovidas y especuladas inicialmente por los realistas a partir de 1812, en particular por Domingo Monteverde quien creó el Tribunal de Secuestro para la expropiación de los bienes de las personas que habían tenido participación significativa en los hechos de 1810. Esto, a su vez, originó un proceso de reposición de bienes por parte de los patriotas cuando se reinstalaban en el poder y fue la simiente de distorsiones futuras en materia de propiedad de la tierra. Abunda Brito (obra citada) cuando hace referencia en particular a “los valles de Aragua, Tuy y Caracas, además de Barlovento y las tierras bajas del lago de Valencia” (p. 220), escenario principal de la guerra en el año 1814 y asiento de una próspera actividad agrícola en el siglo XVIII, que no tenían 5 nada que exportar y apenas satisfacían las necesidades locales. Refiere que… En 1814, según las reflexiones de uno de los más ricos propietarios de la época, Felipe Fermín Paul, los escasos pueblos que no habían sido so- metidos por las armas realistas no estaban en condiciones de alimentar a sus vecinos, el comercio estaba paralizado, tanto que parecía imposi- ble restablecerlo; la agricultura no existía “sino para recordar a estas pro- vincias susdesgracias; los hacendados y mayordomos estaban en cam- paña y los esclavos, en su mayor parte, y con aspiraciones de obtener su libertad se habían incorporado al ejército. P. 221. 3. La situación social Como señala Aizpurua (1981), la “complicada y contradictoria estructura social va a plantear, y poco a poco en forma irreversible, conflictos sociales (…) que van a ir propiciando y mostrando la crisis que se ha generado en esta sociedad colonial” (p. 9), crisis esta que por supuesto va a ser agitada y magnificada por la guerra de emancipación. La situación social en el año 1814, se caracterizó por los siguientes eventos y sus consecuencias. a. Captación de los esclavos para engrosar las filas de los beligerantes. Para ilustrar esta situación se acude a lo que dice Vergara (2011) en su trabajo relacionado con la libertad de los esclavos a partir del año 1812. El autor señala lo siguiente: Con el inicio de la guerra de independencia, los bandos en pugna querían favorecerse de la fortaleza y resistencia de los esclavos y para lograrlo se les ofreció la libertad a cambio de la toma indefini- da de las armas. Aquellos que atendieron este llamado abandona- ron a sus familias, recorrieron miles de Kilómetros (sic) a tierras desconocidas, fueron heridos en batalla y mataron con el propósito de ser merecedores de la gracia que les ofrecía indistintamente un rey ausente o una república por consolidar. Usualmente, los escla- vos acreditaban sus servicios militares años después de haberlos prestado… (Pp. 80-81) b. Las secuelas del terremoto de 1812: Altez (2010) habla del terremoto de 1812 en los siguientes términos: 6 El impacto causado por el desastre de 1812 no es comparable con ningún en la historia venezolana. No se trata de medir daños, des- trucción o número de víctimas (variables en las cuales, sin duda, también ha de diferenciarse abruptamente de los demás), sino apreciarlo en su justa dimensión histórica y social. Se trató de una catástrofe ocurrida en medio de fronteras que se estaban cruzando dramáticamente. (Pp. 197-198). Para la sociedad de la época, el terremoto significó, en palabras del autor citado, un parte aguas histórico que marcó a todos sus integrantes y dejó una huella indeleble en la memoria de una generación. Y como dice más adelante, ocurrió cuando se estaba deslindando el destino de una nación que emergía y de un imperio que se precipitaba hacia las profundidades de de su decadencia. En consecuencia los cambios originados fueron incues- tionables. 4. La situación militar a. La situación militar previa al año 1814 se caracterizó por la ocurrencia de los siguientes hechos relevantes: (1) La Campaña Admirable La Campaña Admirable se desarrolló en los primeros seis meses del año 1813 y culminó con la derrota de las fuerzas españolas que operaban en Venezuela al mando de Juan Domingo de Monteverde, quien terminó su actuación militar y política en el país tras su retirada, enfermo y herido a la plaza de Puerto Cabello, donde sus soldados lo depusieron del mando. Desde 1812 era el Capitán General de Venezuela y Presidente de la Real Audiencia de Caracas. (2) La existencia de serias diferencias entre el General Santiago Mariño y el General Simón Bolívar debido a la disputa por el liderazgo político y militar de la causa patriota. Esto tuvo como consecuencia la continuación de la guerra en el año 1814 en dos frentes en forma en paralela y sin conexión alguna: uno en el oriente del país comandado por el General Santiago Mariño que conducía la llamada Campaña de 7 Oriente y la otra desde el occidente, al mando de Simón Bolívar, que desarrolló la Campaña de Occidente. (3) La proclamación por parte de Simón Bolívar de “la guerra a muerte con exterminio de la raza española”. Esta declaración fue firmada por el entonces Brigadier Simón Bolívar el 15 de junio de 1813 en la ciudad de Trujillo. Es aceptado por muchos estudiosos, que su propósito era el desestimular la participación de los nacidos en el país a favor de la causa realista y animarlos a luchar en el bando patriota. A juicio del autor, el decreto legalizó las crueles prácticas que se perfilaban con anterioridad y que se manifestarán plenamente en el “terrible año 1814”. (4) La reconquista de Caracas, el 6 de agosto de 1813 por parte de los republicanos, evento que marcó para muchos historiadores el inicio de la Segunda República. Aunque esto significó el logro del control del centro político del país no fue necesariamente el del centro de gravedad del enemigo. (5) El otorgamiento por parte de la Municipalidad de Caracas a Bolívar del título de "El Libertador" y "General en Jefe del ejército Republicano". Al año siguiente fue nombrado Jefe Supremo. Estos honores y designaciones no garantizaron la necesaria unidad de mando, que era imprescindible para la continuación exitosa de la guerra. (6) El surgimiento de la figura del líder realista José Tomás Boves, quien inició operaciones desde el llano con un ejército integrado fundamentalmente por unidades de caballería. Hay historiadores que sostienen que Boves intentó militar en las filas patriotas al principio, pero fue rechazado. Posteriormente logró imponer su liderazgo para organizar un ejército de caballería formado por jinetes llaneros a quienes alienó en contra de los blancos venezolanos, es decir, contra las figuras que dirigían el proceso independentista. En opinión de algunos historiadores, Boves capitalizó en favor de la causa realista el resentimiento social existente en este segmento de la sociedad. http://es.wikipedia.org/wiki/Caracas http://es.wikipedia.org/wiki/Libertador_de_Venezuela http://es.wikipedia.org/wiki/Jos%C3%A9_Tom%C3%A1s_Boves 8 II. NATURALEZA DE LOS EJÉRCITOS ENFRENTADOS Se considera necesario, antes de entrar en materia, hacer una revisión de la naturaleza de los ejércitos que se enfrentaron en el año de 1814, para poder entender el cambio radical que se dio en la forma de hacer la guerra a partir de la Campaña Admirable (1813). Presentar una descripción de los actores que se enfrentaron en los eventos tácticos que caracterizaron el conflicto en ese período tan violento de la guerra de emancipación venezolana, es importante para el posterior análisis de lo que pudo haber sido la batalla decisiva de la guerra. 1. Organización a. Realistas Ejército Realista, los realistas, los españoles o “los godos”, son términos que han sido empleados para referirse a las fuerzas armadas formadas principalmente por españoles europeos y americanos, que fueron empleadas en defensa de la monarquía española frente a las del ejército patriota, en el primer tercio del siglo XIX. El uso de las denominaciones realista o patriota (que en mucha de la literatura española fueron y aún siguen siendo llamados “revolucionarios”), se extendió a la población no beligerante, particularmente a partir de la declaración de la guerra a muerte en 1813, que no dejó margen para neutralidad alguna. El ejército borbónico, como también se conoce a la organización militar existente antes de la invasión francesa, desapareció en España en el año 1808, construyéndose una fuerza nueva durante la guerra que siguió para enfrentarse a Napoleón y luego para servir en ultramar. Al iniciarse la guerra de independencia de la América Meridional y especialmente en la antigua Capitanía General de Venezuela, se produ- jo la parcial desintegración del ejército español de guarnición en las colonias y sectores del mismo se agregaron a los ejércitos independentistas y pasaron a depender de nacientegobierno. Las unidades militares representadas por batallones y compañías de dotación1 y de milicias disciplinadas2, se alinearon en función del apoyo de las élites locales a favor de la Junta o de la Corona. Este proceso no http://es.wikipedia.org/wiki/Fuerzas_armadas http://es.wikipedia.org/wiki/Monarqu%C3%ADa_espa%C3%B1ola http://es.wikipedia.org/wiki/Siglo_XIX 9 se cumplió en las provincias de Maracaibo, Coro y Guayana que permanecieron leales a la corona. Fue común que a partir de la constitución de la República, el ejército realista en América pasase a ser integrado por la agrupación de nuevas unidades constituidas por remanentes de las antiguas organizaciones militares realistas, con mandos y cuadros españoles y un gran número de soldados del país. Esto podría explicar la ausencia de unidades de tradición en la historia militar española en los años previos a la expedición del Gral. Pablo Morillo en el año 1815. Sin embargo, las unidades expedicionarias organizadas y enviadas desde España, también se “americanizaron” en la medida que su supervivencia en los campos de batalla fue garantizada por el reclutamiento de soldados locales. Semprún (2007) en su trabajo titulado “El esfuerzo bélico realista en América durante la Guerra de la Independencia”, expone lo siguiente: En la capitanía general de Venezuela el movimiento de abril de 1810 triunfa sin dificultad en la mayor parte del territorio; si bien los realistas se imponen en las provincias de Coro, Maracaibo y la Guayana. Pronto se inician unas tímidas hostilidades entre ambas zonas, realista y revolucionaria, sobre todo tras la insurrección de Va- lencia – en la que juegan papel importante los «pardos»– contra las nuevas autoridades de Caracas. Las hostilidades no tienen un carácter especialmente encarnizado, en parte por el tono poco radical del movimiento en sus primeros tiempos, así como por el escasísimo eco popular que despierta aquel. Las fuerzas realistas son exiguas: apenas las unidades vetera- nas (siete compañías de infantería) y de milicias (dos batallones de infantería en Valencia, uno en Maracaibo y cuatro compañías en la Guayana) preexistentes en las zonas que quedaron inicial- mente en su poder, complementadas y reforzadas por volunta- rios, algunos de los cuales acuden desde las ciudades insur- gentes, entre ellos una fracción del batallón veterano de Cara- cas. Además cuentan con milicias de la categoría de urbanas de es- casa operatividad. Pág. 40. 10 Por otra parte, cuando se consultó el “Kalendario Manual y Guía de Forasteros. Estado Militar para 1808”, en Casinello (2007, pp. 34 y 36), se observó que el pie de paz del Ejército Español en la Capitanía de Venezuela era el que se muestra en el siguiente cuadro: Cuadro 1 Pie de paz del Ejército Español en la Capitanía de Venezuela para el año 1808 COMPONENTE INFANTERÍA CABALLERÍA ARTILL ERÍA EJERCITO DE - Bat. de Caracas - Esc. Blancos - 8 cías. DOTACIÓN 11 compañías de Caracas MILICIAS DISCI- - Bat. Blancos de PLINADAS O Caracas PROVINCIALES - Bat. Blancos de Valencia - Bat. Blanco de Aragua - Milicias de Cumaná: - 2 cías. de Blancos 11 cías. de Blancos - 1 ½ cía de Pardos 13 cías. de Pardos 3 cías de Morenos - Milicias de Maracaibo 5 cías. de Blancos 4 cías. de Pardos - Milicias de Margarita: - 1 cía. de Blancos 1 cía. de Blancos 3 cías de Pardos - Bon. Pardos Caracas - Bon. Pardos Aragua El examen del contenido del cuadro permite ver que ese era un ejército típicamente colonial que no estaba diseñado para la ejecución de las operaciones militares propias de un conflicto armado, sino para hacer presencia, respaldar las decisiones de la corona y empeñarse en 11 acciones de apoyo a las autoridades de policía. Esto ayudaría a entender el carácter “poco encarnizado” de las hostilidades al principio de la guerra, según refiere Semprun (ibid) en la página anterior y que cambiará radicalmente a partir de 1814, cuando se termina la llamada “guerra miliciana” y se pasa a lo que muchos han calificado como una cruenta guerra civil. En cuanto al número y calidad de las unidades se considera que es más confiable lo expresado en el cuadro, atendiendo a la naturaleza de la fuente. Las magnitudes de los llamados ejércitos de los dos bandos enfrentados en la guerra de independencia no llegaron a tener la entidad de los que combatieron en las Guerras Napoleónicas y durante las siguientes guerras en Europa. Tampoco se organizaron por parte de ambas fuerzas enfrentadas, unidades de escalón Brigada porque en el caso venezolano ni los españoles ni los patriotas llegaron a integrar las tres armas existentes (infantería, caballería y artillería) en organizaciones militares que las combinasen, como ya se había hecho normal en los teatros de operaciones allende los mares. Hasta el año 1814, los llamados ejércitos realistas y patriotas no pasaron de ser agrupaciones grandes o pequeñas de batallones de infantería, escuadrones de caballería y algunas piezas de artillería. Las unidades de encuadramiento administrativo y táctico eran el Batallón y la Compañía. b. Patriotas Como suele suceder en la mayoría de los procesos independentistas, las nuevas organizaciones militares que nacen en los estados emergentes tienden a imitar a las de las metrópolis. Esto no fue la excepción en el caso de las fuerzas militares que defendieron la causa patriota. Su organización, procedimientos y métodos administrativos y tácticos evidencian haber sido básicamente los mismos que los establecidos en las Reales Ordenanzas de Su Majestad para el Régimen, Disciplina, Subordinación y Servicio de sus Ejércitos (1852), conocidas también http://es.wikipedia.org/wiki/Ej%C3%A9rcito http://es.wikipedia.org/wiki/Guerras_Napole%C3%B3nicas 12 como Reales Ordenanzas, que estaban vigentes de hecho en el año 1814. Es interesante hacer notar que en muchos de los documentos históricos que registran los eventos militares de la guerra de independencia de Venezuela, se encuentra a menudo el término “división” para referirse a la organización de los ejércitos para la batalla, contrario a la práctica del ejército francés que había organizado divisiones de 16 batallones. De lo que se ha revisado y documentado, se desprende que la división no era más que un agrupamiento de unidades de infantería para el cumplimiento de una misión táctica y para el ejercicio del comando y control. Es probable que el término se haya tomado de las divisiones napoleónicas ya de moda en ese momento histórico, como se dijo anteriormente. 2. Personal a. Reclutamiento (1) Realistas En España se empleaba el reclutamiento indiscriminado para las expediciones a las colonias americanas, basado en general en la leva o quinta (sorteo). Por su origen geográfico se puede identificar dos tipos de unidades dentro del ejército realista: las unidades creadas en América y las unidades creadas en España. En Venezuela se aplicó la modalidad de la recluta forzosa, especialmente después de la Primera República, porque con anterioridad se realizaba la captación o reclutamiento de los habitantes locales de acuerdo a su apego a la causa realista, siguiendo el patrón miliciano que caracterizaba la institución militar en la colonia, tal como asoma Thibaud en su trabajo (2004). Este ejército miliciano es el que también describe Esteves en su obra (2007). Altez (2011) complementa lo antes expresado cuando dice que: Entre incredulidades e incomprensión, el discurso indepen- lista levantó mayores rechazos que aplausos allá en la Pri- mera República. Entre1810 y 1812, los revolucionarios se http://es.wikipedia.org/wiki/Leva 13 se las tuvieron que ver con criollos afectos a la corona, es- clavos a favor del rey y pardos conspiradores. P. 86 Esto cambió en la medida en que la guerra continuó y mutó el patrón de violencia en la Segunda República. Para el año 1814, se hizo necesaria, en principio, la movilización del potencial humano representado por los indígenas, los pardos y los esclavos de origen africano asentados en los valles del Tuy y Aragua. El antiguo modelo caracterizado por un fuerte carácter doméstico en la integración del ejército realista, formado por tropas originarias de la ciudad en un 80%, cambió cuando se incorporaron masas de hombres procedentes del campo y de los llanos, al llamado de los líderes realistas, tal y como lo ilustra Porras (2004): Los españoles obtuvieron un inmenso servicio con la utilización de los esclavos como combatientes. José Tomás Boves, Zuazo- la, Eusebio Antoñanzas, Tomás José Morales, Francisco Rose- te y muchos realistas que combatieron a la Primera y Segunda República basaron sus triunfos en el otorgamiento de la libertad a las esclavitudes en sus áreas de operaciones. Pág. 59. Es interesante traer a colación el contenido ilustrativo del oficio que José Tomás Boves dirige al Teniente Justicia Mayor de Camatagua, en el que le dice: “Trate u. de reunir toda la gente útil que se haya en los campos, y el que no comparezca a la voz del rey, se tendrá por traidor y se le pasará por las armas”, en Palacios y Azpurua (1978), pág. 98. (2) Patriotas En el caso de los patriotas el reclutamiento tuvo algunas diferencias en relación con los realistas, porque para el año 1814 el origen de los efectivos bajo las armas era, en términos generales el siguiente: - Remanente de los individuos de origen urbano que se alistaron a partir de 1810 y siguieron siendo fieles a la causa emancipadora. 14 En este remanente se cuentan gran parte de los cuadros de oficia- les, incluyendo al propio Simón Bolívar. - Hombres provenientes de las propiedades de los jefes y oficiales (esclavos y no esclavos) que siguieron a sus dueños y patrones en la empresa de la guerra. - Los venezolanos desertores del ejército español o tomados prisio- ros en el campo de batalla y cuya vida se perdonó en cumplimien- to del mandato del “Decreto de Guerra a Muerte”. - Algunos voluntarios de origen español simpatizantes con la causa emancipadora. Un caso emblemático, pero no único, fue el del Co- ronel Vicente Campo Elías. b. Disciplina, ley y orden. (1) Realistas Siguiendo lo que se expresa en la obra “Las armas y la guerra” (1978)… con la aparición de los ejércitos permanentes en el siglo XVII, la disciplina y el orden se hicieron esenciales; y, la deserción y la cobardía podían ser castigadas con la muerte. Los deli- tos menores eran reprimidos por diversos medios, entre ellos cárcel, azotes y o anulación de la paga. Pág. 26. Lo de la paga se aplicaba cuando la había. El mantenimiento de la disciplina en el ejército español en Venezuela no debió haber sido extraño a esos patrones de comportamiento, matizado con agregados locales. En general y como se dijo anteriormente, las Reales Ordenanzas eran la referencia en cuanto a la administración de los castigos en el ejército realista e incluso el patriota, como se verá en el caso de la deserción masiva ocurrida en Valencia en mayo de 1814 Por otra parte y como señala Esteves (obra citada) “Otra de las formas de mantener las tropas en filas fueron la promesa y el reparto de botín, el saqueo y el pillaje” (p. 4), práctica a la que fueron adeptos los jefes realistas Boves y Morales, entre otros, tal y como lo testimonian la mayoría de los historiadores. 15 (2) Patriotas Las prácticas para el mantenimiento de la disciplina en las filas de las fuerzas emancipadoras no eran muy diferentes de las de su enemigo, esencialmente por su estrecha relación de origen. Porras (obra citada) describe el castigo denominado “Carrera de Baqueta”3 que consistía en hacer pasar al sancionado entre dos filas de soldados que lo flagelaban con las baquetas de sus armas. Quien escribe este documento fue testigo de la aplicación de una modalidad de este castigo en una unidad del Ejército Venezolano tan recientemente como el año 1962. La similitud de la forma de imponer castigos en ambos ejércitos trae a la memoria el caso de Lorenzo Caballero, soldado del ejército realista, quien en 1816 fue castigado con el paso por seis carreras de baqueta, tal y como refiere Porras (p. 36) en su obra. Es interesante agregar que el soldado, recibió ese castigo como accesorio porque después fue mandado a cumplir sentencia de 10 años de presidio en Puerto Rico La deserción era uno de los problemas más comunes y con efectos significativos en el desarrollo de las operaciones. Un ejemplo de los problemas que generaban las continuas deserciones, se evidencia en la agudización de las diferencias entre Bolívar y Mariño producto de la recriminación del primero a este por la reducción de su ejército de 4.000 hombres que comandaba justo antes de la Batalla de Bocachica a tan solo 2.000 tras la derrota de Arao. Pese a que era común el fusilamiento de los desertores como medida disuasiva y represiva para enfrentar el problemas de las deserciones, más aún en el año 1814, da la impresión por los hechos ocurridos en Arao y luego en Valencia, que la disciplina en el ejército de oriente pudo haber sido relativamente laxa. Los patriotas reprimieron, dentro de sus posibilidades, la práctica del saqueo, el pillaje y el reparto de botín, que fue utilizada como estímulo a la permanencia en filas por los líderes realistas que 16 emergieron en la Segunda República, tal y como lo sostiene Esteves (op. cit., p. 4). Un caso ilustrativo de esta situación fue la medida disciplinaria tomada por El Libertador a raíz de la deserción de 200 hombres de las fuerzas de Mariño el día 20 de Mayo de 1814, 8 días antes de la Primera Batalla de Carabobo. Estos individuos fueron capturados en el camino de San Diego y llevados a Valencia. Allí y “en presencia del ejército fueron fusilados los cabecillas y un soldado de cada cinco” según refiere O´Leary (1981) en el Tomo 6 de sus memorias (p. 314). Fueron “quintados”4, tal y como lo establecía el Artículo III de la Ordenanza de 5 de Diciembre de 1809 sobre la deserción en tiempo de guerra. c. Prisioneros de guerra No se han encontrado registros que indiquen que en ambas fuerzas se manejase este concepto tal y como lo conocemos hoy, ni que existiese doctrina al respecto. Por otra parte, en el año 1814 lo relacionado con los prisioneros de guerra estaba afectado negativamente por las prescripciones del Decreto de Guerra a Muerte, lo que permite considerar que aquellos prisioneros españoles y de origen canario eran pasados por las armas por los patriotas en el mismo campo de batalla o en su posterior sitio de reclusión. Adicionalmente es interesante acotar que hubo ocasiones en que los prisioneros no españoles que manifestaban su voluntad de cambiar de bando, no eran recibidos porque no podían ser alimentados. 3. Inteligencia La obtención de lo que hoy se conoce inteligencia de combate por ambos contendientes se fundamentaba en el reconocimiento (exploración) que ejecutado normalmente por la caballería, las unidades de cazadores (infantería ligera) y los aportes de información por parte de civiles adeptos a una u otra causa (espías o colaboradores). No se conoce de la existencia 17 de referencias que relatencomo se realizaba el proceso de producción de inteligencia más allá del juicio de los jefes militares y sus consejeros. 4. Operaciones. Del comportamiento en el campo de batalla durante la guerra se infiere que ambos ejércitos tenían un perfil táctico muy parecido, al menos hasta 1814. Normalmente se adoptaba un orden de batalla similar con una infantería que estaba encuadrada en formaciones de batallón o regimiento, siendo la primera la estructura organizacional para el combate y la segunda una agru- pación para los fines de la vida en guarnición. a. Empleo de la infantería. Las formaciones tácticas se hacían en orden abierto o en orden cerrado, según se tratase de cerrar combate o desarrollar acciones de exploración (reconocimiento), cobertura de flanco, patrullaje, etc. La formación de la infantería en orden cerrado se establecía en línea o en cuadro. La formación en línea, que también se denominaba formación de batalla consistía en dos o tres líneas o escalones de tiradores, que disparaban desde la misma o por secciones, dependiendo GRÁFICO 2. EJEMPLO DE FORMACIÓN EN ORDEN CERRADO A LA USANZA DE LA ÉPOCA. Tomado de Wikipedia. http://commons.wikimedia.org/wiki/File:French_attack_in_1812_in_Russia.jpg 18 del nivel de instrucción de los soldados. Al cesar el fuego o al disminuir la distancia atacante-defensor se cerraba combate y la infantería atacante procedía a cargar a la bayoneta con la intención de desarticular la defensa y arrollar al defensor. La formación en cuadro se adoptaba cuando era necesario defenderse de las cargas de caballería enemiga, mediante el fuego y la erección de un muro de bayonetas, al estilo de los antiguos piqueros, particularmente en el momento que la unidad de infantería quedaba aislada. La adopción de la formación en cuadro demandaba que la unidad estuviese en capacidad de hacer el cambio con orden y lo más rápidamente posible, además de conservar la formación alrededor de las banderas5 y los Gráfico 3. Ejemplo de la formación en cuadro a la usanza de la época . Toma- do de Wikipedia. mandos, para poder neutralizar el poder de choque de las unidades de caballería; de lo contrario, se producía la desbandada y la posterior persecución y aniquilamiento de los infantes desperdigados por parte de los jinetes enemigos. El orden abierto se asumía cuando el terreno no permitía adopción de la formación en orden cerrado, por ejemplo en bosques, montañas y espacios restringidos. Las unidades se desplegaban en forma dispersa 19 o “en guerrilla” (que no debe ser confundida con la guerrilla) y era propio de las unidades de infantería ligera (cazadores). GRÁFICO 3. EJEMPLO DE FORMACIÓN EN ORDEN ABIERTO A LA USANZA DE LA ÉPOCA. Tomado de Wikipedia Es importante tomar en cuenta que, unido a los problemas logísticos que permanentemente enfrentaron las fuerzas, el territorio representaba uno de los mayores obstáculos para la realización de las operaciones militares. Al respecto el General O´Leary dice que “Quizás no hay país en el mundo donde sean más difíciles las operaciones militares que en América del Sur” (1952, p. 80). Agrega que “Las distancias son considerables, lo población muy escasa y los caminos de ordinario tan males, que no hay combinación militar que pueda calcularse con absoluta precisión” (Ibid., p. 80). Esta es una característica de este conflicto armado, calificado por algunos autores como la guerra en los grandes espacios, que al ser librada por ejércitos coloniales y fuerzas insurgentes en países de escasa población, sientan una diferencia muy importante con lo que ocurría en Europa en ese momento histórico. http://commons.wikimedia.org/wiki/File:Napoleon_Polish_troops_by_Bellange.jpg 20 b. Empleo de la caballería. Tal y como lo dice Omaña en su Historia de la Artillería (1978) “Tanto en las fuerzas patriotas como en las realistas, la caballería adquirió mayor preponderancia sobre las otras armas (infantería y artillería), convirtiéndola en una fuerza decisiva en las acciones” (P. 187). Sin embargo, siguiendo lo que comenta García Ponce (obra citada) los realistas contaron con superioridad de caballería hasta 1816, gracias a los llaneros que seguían a Boves y Morales, principalmente. Semprún (Ibid.) cuando se refiere a la actuación de la caballería realista durante la guerra de la independencia, sostiene que la “suerte no suele acompañar a la caballería realista” (p. 48), pero reconoce que… Por supuesto lo que antecede es en exclusión de la lucha en Vene- zuela en la época de Boves. Aquí solo la caballería realista se comporta de muy otra manera sino que es el elementos principal de las victorias de ese caudillo, cuyas fuerzas montadas están formadas por llaneros, lo que en cierto modo viene a confirmar lo importante que para la utilización con éxito de este arma es contar con formaciones de los que podríamos denominar “jinetes natos”. Y en este caso, con un caudillo que en cualquier caso es uno de los grandes jefe de caballería que se revelarán en el conflicto. P. 48. La caballería de ambos ejércitos cumplía misiones de “descubierta” (explo- ración o reconocimiento), protección de flancos, cobertura de la infantería, ejecución de cargas asumiendo el esfuerzo principal y realización de la persecusión del enemigo en retirada al producirse la desarticulación de sus fuerzas. La llamada caballería llanera que integró el Ejército Llanero o Ejército de Barlovento, como lo llamó su autoproclamado Comandante en Jefe José Tomás Boves, fue la excepción. Boves empleó la caballería como fuerza principal y relegó a la infantería a elemento auxiliar o de combate en áreas urbanas. Esto le dio una iimpronta particular a la guerra de emancipación de Venezuela a partir de 1814. 21 c. Empleo de la artillería. La naturaleza del sistema de defensa español en América Meridional, par- ticularmente en el Caribe se fundamentó además del ejército y la marina, en las fortificaciones (la defensa de costas) generando la primacía de la artillería fija en perjuicio de la artillería de campaña. Esto explica la relativa debilidad de ésta en la conformación de la fuerzas realistas y patriotas. De acuerdo con Verdera (2005), la artillería de campaña española funda- mentaba su empleo en los principios siguientes: (1) Adelantamiento de las piezas para mejorar la precisión del tiro. (2) Despliegue de las piezas delante de los batallones de infantería. (3) Emplazamiento de las piezas en posiciones situadas en alturas poco elevadas. (4) Evitar el asentamiento de la artillería en grandes elevaciones porque se reducía el efecto del tiro y permitía el desenfilamiento del enemigo. (5) Tomar en consideración que la distancia más ventajosa contra tropas a pie es de 300 y 500 metros, mientras que el tiro con metralla y la bala rasa son más eficaces entre 200 y 300 metros y su empleo depende del despliegue enemigo. (6) Ejecución de tiros cortos mejor que largos, para aprovechar el rebote. (7) Evitar que las piezas disparasenno debían disparar simultaneamente y se recomendaba la selección de los objetivos para aumentar la efica- cia del fuego. (8) En la batalla la artillería no debía abandonar jamás las tropas, ni estas a la artillería (Pp. 127-128). De lo que señala Omaña en su Historia de la Artillería (1978), además de lo dicho anteriormente, se infiere que los patriotas y los realistas emplearon la artillería “a la sueca”, como armas de acompañamiento de lainfantería, debido a su pequeño calibre y su poco alcance efectivo. Las piezas eran emplazadas, sueltas o por baterías, en terreno dominante y con buena observación sobre el campo de batalla, aunque en la guerra de independencia se les utilizó al frente, en los flancos o detrás del cuerpo de 22 tropa principal, probablemente para disparar a cero sobre la caballería enemiga. Conservando las distancias, la figura siguiente permite ilustrar, como a la usanza de la época, se desplegó la artillería de campaña en la Batalla de Waterloo el 15 de junio del año 1815, sin que hubiese diferencia sustancial en ambos adversarios, salvo la eficiencia de los artilleros. d. Empleo de la ingeniería. Para entender el papel de la ingeniería militar en Venezuela antes y durante el período de la guerra de emancipación, es menester recordar que la organización de la defensa del imperio español en América y concretamente en el Caribe, estaba integrada por la marina de guerra, la fortificación y el ejército, según lo que relata Casiniello Pérez en su trabajo sobre El Ejército Español en Indias antes del siglo XIX (p. 17) y se señaló en párrafos anteriores. Dentro de las limitaciones que confrontó España para mantener ese imperio desde el punto de vista militar, la actividad del Real Cuerpo de Ingenieros se orientó la construcción y mantenimiento de fuertes o castillos como el del Morro de la Habana, el de Cartagena de Indias y el de Puerto Cabello, entre otros. Aunque en 1802, el arma de ingenieros en España se enriqueció añadiéndole dos batallones de zapadores y minadores, de modo que cada batallón tenía una compañía de minadores y cuatro de zapadores, al servicio de los ingenieros. Sin embargo, no hay referencia alguna en relación con el apoyo de ingenieros a las unidades del Ejército Español de Indias. Pérez Jurado, sostiene en su trabajo sobre el empleo del arma de ingenieros (1986), que Francisco Jacot fue nombrado Director del Cuerpo de Ingenieros en 1810, a raíz de la declaración de la independencia de Venezuela, cargo que le permitió formar tres compañía de milicias con el nombre de Zapadores de Venezuela (p. 387). Sin embargo, estas unidades no son mencionadas más durante el desarrollo de la guerra de emancipación. Más adelante en su trabajo, el mencionado autor dice que: 23 GRÁFICO 5. USO DE LA ARTILLERÍA DE CAMPAÑA EN LA BATALLA DE WATERLOO, EL18 DE JUNIO DE 1815. Tomado de Atlas of Warfare, p. 139 Línea de artillería al frente del dispositivo de un Cuerpo de Ejército francés Artillería al frente y a los flancos de la línea de batalla de un Cuerpo de Ejército francés 24 Antonio José de Sucre y Alcalá, en calidad de oficial de ingenieros, bajo las órdenes del general D. Santiago Mariño, tendría magnifica actuación en la toma de la plaza de Cumaná: organiza un Batallón de Zapadores con el cual decidirá la caída de Barcelona. P. 390. Parece ser que esta unidad de zapadores de esa cualidad sólo tenía el nombre y que realmente fue un batallón de infantería que fue empleado como tal bajo el mando de Sucre. Salvo lo antes expresado, no hay elementos de juicio que permitan deter- minar que para el año 1814, existiesen elementos o unidades de ingenieros en ambos ejércitos, realista y patriota, salvo los cargos de ingeniero crea- dos para la dirección del esfuerzo de construcción y mantenimiento de las obras. Es bueno recordar que el concepto táctico de preparación del terre- no, que demanda apoyo de zapadores, es posterior al año 1814. 5. Adiestramiento táctico. En la época se reconocía que el adiestramiento era fundamental para estar en condiciones de librar la guerra. Es interesante lo que se señala Milans (2007): Al respecto, un tratado militar inglés exponía en 1768: Ningún recluta debe eximirse de la instrucción de armas hasta que sea tan experto en cargar y disparar la suya 15 veces en 3 minutos y 3/4 . Esto significa sostener el fuego de un disparo cada quin- ce segundos con un arma que requiere múltiples movimientos antes de ser disparada. P. 32. Sin embargo, la dinámica del conflicto armado en Venezuela hacía que las tropas se ejercitasen en el propio campo de batalla, “ya que en muy contadas ocasiones pudieron practicar la forma de disparar con su arma; no existían escuelas y campos de tiro, ni había tiempo para practicar, ni recursos suficientes para destinar a este propósito” (Porras, 2004, pp. 4-6). Cuando se revisa el proceso de quince (15) pasos promedio que era necesario para disparar un arma de fuego de la época y el entrenamiento necesario para la ejecución de los movimientos tácticos en el campo de 25 batalla, incluida la necesaria cohesión de las filas de la infantería para combatir, se identifica que había necesidad de una rigurosa preparación individual y colectiva. Además, se observa que con excepción de las batallas y combate de sitio, las fuerzas de ambos adversarios estaban en constante movimiento por difíciles caminos, enfrentando duras condiciones ambientales, sin apoyo logístico formal y con armas voluminosas y pesadas (el conocido mosquete inglés “Brown Bess”, por ejemplo, pesaba 5,7 kilogramos), sin que pudiese cumplir actividades de adiestramiento de los soldados veteranos o de los nuevos reclutas. Esto permite entender los resultados catastróficos de muchos eventos militares en la guerra de independencia y particularmente durante la Segunda República, debido a la facilidad como se perdía la cohesión táctica de las unidades. Con diferencias puntuales lo antes escrito se aplicaba tanto a los realistas como a los patriotas. 6. Logística a. La función logística en los ejércitos. La logística de ambas fuerzas armadas era similar debido a su origen co- mún y a la naturaleza del Teatro de la Guerra. Es conocido que en la Segunda República el conflicto llegó a adquirir ribetes de guerra civil, debido a la configuración de las fuerzas y al práctico aislamiento de los realistas y los patriotas desde el punto de vista político, económico y militar, lo que afectó de igual manera a ambos contendientes. En consecuencia, esta parte del trabajo se enfocará en forma integral. Semprún (2007) en su investigación hace mención de la intendencia, de los intendentes y las tropas de intendencia. Igualmente señala que en el caso específico del ejército español, en la época en que se desarrolla la Primera Batalla de Carabobo, no existían tropas de intendencia ni en España ni en América, “sino solamente cierto número de oficiales en cada guarnición o contingente operativo encargados de llenar los cometidos en relación con su administración, economía y el aprovisionamiento” (p. 51). Agrega más adelante que… 26 “es precisamente en los años de la contienda americana – en 1814,15 y 18 – cuando se toman importantes medidas en rela- ción con el que pronto llegará a ser un servicio independiente en las fuerzas armadas; aunque este conjunto de medidas, en los teatros de operaciones americanos apenas llegó a alcanzar virtualidad alguna” (p. 51). b. Abastecimientos En los documentos de la época se habla de subsistencias y aprovisionamientos, lo que en tiempos modernos equivale al término abastecimientos. Por otra parte, este aspecto se tratará tomando en cuenta la taxonomía de los abastecimientos registrada en la mayoría de los libros y manuales que tratan la materia logística, las conocidas clases de abastecimiento6, además de considerar solamente las que existían en esa época en la cadena logística. (1) Clase I (alimentos). Como se expone en “Las armas y la guerra” (obra citada) “La vida del soldado raso rara vez ha sido holgada(…) lo corriente ha sido que el soldado se haya visto mal alimentado, probremente vestido, y obligado a vivir en pésimas condiciones” (Pág. 26). Esto no fue la excepción en un país empobrecido y que no se había podido recuperar de la destrucción causada por el terremoto de 1812. En consecuencia era natural que los ejércitos tendiesen a vivir del terreno. Respecto del problema de la alimentación de los ejércitos en el año 1814, Martínez y Otálora (2010), señalan lo siguiente: Para 1814 Venezuela era un gran campo arrasado por la intensi- dad de la guerra a muerte; el país estaba agotado y los ejércitos en contienda se disputaban el control del ganado, principal fuen- te de sustento de las fuerzas armadas. En junio de 1814, la ra- ción de la guarnición de Caracas consistía en pescado seco, de- debido a que el ganado de los valles aledaños ya se había con- sumido o había sido tomado por alguno de los bandos. El control del ganado fue una preocupación permanente de los expedicio- 27 narios, que los obligó a planear múltiples incursiones en los Lla- nos en busca de estos animales. Desde que se iniciaron las ope- raciones, las tropas comieron la ración de campaña, provista obligatoriamente por los ayuntamientos ocupados, encargados de recoger y exigir al vecindario la contribución para su sosteni- miento, apoyando así a los defensores del Rey. P.4. Esto permite entender una particularidad de la guerra de emancipa- ción de Venezuela: la influencia determinante que tuvo el problema de la alimentación de las tropas en la planificación y ejecución de las operaciones militares. Los historiadores consultados coinciden en señalar que los mayores dolores de cabeza del Libertador eran cau- sados por la necesidad de alimentar y armar a sus tropas. (2) Clase II (intendencia). En cuanto a lo que conocemos modernamente como material de intendencia, este era muy reducido en la época, si tomamos en cuenta los estándares actuales. Básicamente se limitaba a las prendas de vestir y los pocos elementos del equipo individual del combatiente. (a) Uniformidad (vestuario) 1. Los realistas Desde finales del siglo XVIII la corona intentó unificar los uniformes del ejército colonial de América pero siempre con variantes locales. Pese a ello el ejército realista a principios del siglo XIX tenía un vestuario generalizado. Las tropas regulares usaban el uniforme blanco cremoso de ordenanza y de color “corteza” para las milicias. Es probable que el desgaste producido por las operaciones haya afectado los procesos de mantenimiento y dotación de uniformes, además de las alteraciones nacidas de la necesidad de estar vestido en circunstancias propias de falta de reposición dotación de uniformes y equipo individual7. Sin embargo la información http://es.wikipedia.org/wiki/Siglo_XVIII http://es.wikipedia.org/wiki/Siglo_XIX 28 disponible permite apreciar que en las unidades españolas tendencia fue en cierta forma a conservar la uniformidad. 2. Los patriotas Después de un más de un año de guerra continua, a partir del inicio de la Campaña Admirable (1813) y dado el estado de las finanzas de la República, es probable que los uniformes y equipos de las fuerzas patriotas estuviesen en mal estado o hubiesen sido perdidos en combate. Además hay que tomar en cuenta que la crónica debilidad logística que angustiaba a los mandos republicanos, se reflejaba en una variopinta vestimenta de muchos soldados que en muchas ocasiones portaban lo que cargaban cuando fueron reclutados. Se infiere, por otra parte, que la práctica normal era la de abastecerse de los despojos del campo de batalla. (b) Equipo El autor coincide con la mayoría de los estudiosos de la historia militar quienes sostienen que el equipo y armamento del soldado no forma parte de la uniformidad, pero que son determinantes en su aspecto exterior, además de revelar de alguna forma la capacidad para desempeñarse por sí mismo en el campo de batalla. En el ejército Libertador fue común la falta de tal equipamiento durante largos periodos de la guerra. Por el contrario, el ejército realista, pudo mantener de alguna manera sus efectivos equipados con mayor regularidad. (3) Clase V (armas y municiones). (a) Armas 1. Fusiles y mosquetes Hasta el siglo XIX la mayoría las armas de fuego eran avancarga (cargadas por la boca del cañón), cuya operación era complicada lo que tomaba tiempo y obligaba a los soldados 29 a detenerse en el campo de batalla para cargar y recargar. Esto afectaba la progresión de las acciones ofensivas y exponía a los combatientes al fuego defensivo. El arma de dotación del infante era el mosquete y por lo tanto se va a hacer énfasis en estas armas por ser estas las que caracterizan a la infantería del siglo XIX. No se hace diferencia entre realistas y patriotas, porque la fuente de armas de infantería en 1814 era prácticamente la misma: las capturas después de las batallas, combate y encuentros. Por otra parte y a los fines de facilitar la lectura se hablará de fusiles, independientemente que se trate de mosquetes.Los fusiles de uso común durante la guerra fueron los siguientes: a. Fusiles españoles Aunque García Ponce (2002) sostiene que “en los primeros años de la guerra , lo predominante en la infantería patriota fue el fúsil español de ánima lisa y el inglés de las mismas características, en menor cantidad” (p. 13), no se ha encontrado evidencia de la cantidad y tipo de fusiles españoles en manos de ambos beligerantes. Para la época las armas de uso común en el ejército español eran el fúsil modelo 1770 y la carabina de infantería modelo 1753, asumiendo que el fúsil para infantería modelo 1801 y la tercerola para caballería modelo 1801, de diseño más reciente, no habían llegado a Venezuela obedeciendo a la práctica común de dotar primero a las unidades de la metrópoli y luego a las de las colonias, además de las limitaciones impuestas a raiz de las abdicaciones de Bayona (1808) y la posterior guerra de independencia contra los franceses (1808-1814). Por otra parte, es probable que muchas de esas armas continuasen en manos de los españoles o hubiesen pasado a manos los patriotas, pero 30 no hay registros disponibles así como tampoco los autores o documentos consultados arrojan alguna luz al respecto.Ver figuras ilustrativas en la siguiente página. b. Fusiles franceses - Fusil Charleville Esteves (Op. Cit.) cuando trata de los fusiles utilizados en la guerra de independencia dice que “se usaron mucho el francés Charlesville y el inglés Quenn Anne Musket” (p. 5), pero no se encontró información confiable para determinar la cantidad, modelo y calidad de las armas de origen francés. c. Fusiles ingleses - Mosquete “Queen Anne Musket” Según lo que refiere Milans (2007) en la revista “Armas y Letras” de Uruguay, esta fue un arma robusta y fuerte que era considerada como excelente para los requerimientos de la época y durante el período en que fue de dotación de los británicos. Esta arma, conocida también como “Brown Bess”, prestó servicios en las fuerzas armadas del Reino Unido por más de 100 años, sin sufrir grandes cambios en su diseño, con excepción de la longitud del cañón que fue adaptada a necesidades específicas de los usuarios. Los movimien- tos independentistas sudamericanos contaron también con considerable número de estas armas debido a que la Gran Bretaña era una de las potencias europeas interesadas inicialmente en la emancipación de España de los territorios americanos y la que se mostró más activa en ese campo. De acuerdo al procedimiento normal en la época, los fusiles nuevos eran de dotados a 31 GRÁFICO6. FUSIL PARA INFANTERÍA, MODELO 1770, CON BAYONETA DE CUBO . Tomado de la revista “Armas y Letras” pág. 43 GRÁFICO 7 . CARABINA PARA CABALLERÍA, MODE- LO 1753. Tomado la revista “Armas y Letras” p. 44 las unidades regulares, tropas de milicias, de voluntarios, a la reserva, a países aliados y a la venta en el comercio internacional, una vez que había producido su reemplazo por otras en las fuerzas regulares británicas. Documentos de la época comprueban adquisiciones de este material por parte de gobiernos libertadores sudamericanos, a partir de 1810 (pp. 28- 30). 32 GRÁFICO 8. MOSQUETE QUEEN ANNE O “BROWN BESS”, CALIBRE .753 (19,12 MM.), CON BAYONETA DE CUBO. Tomado la revista “Armas y Letras” p. 29 Como dice el autor “Estos mosquetes no poseían gran precisión en el tiro más allá de las 100 yardas (unos 90 mts.), pero sus cañones sin estrías los hacían más rápidos de cargar (p. 31). Esto, más el hecho que el combate de la época (sic) exigía el mayor volumen de fuego en el menor tiempo posible sobre el enemigo, constituían sus dos características más apreciadas. Al darle prioridad a la velocidad del tiro sobre la precisión hacía que las llamadas “líneas de batalla” (que eran las largas filas de soldados formados de a dos en fondo y codo a codo) cargasen y disparasen sus armas a la voz de sus oficiales. El combate de la infantería se cerraba a los 90 o 100 metros, por lo que normalmente entre el ataque y el asalto mediaba muy poco tiempo. Por otra parte, Esteves en su obra (2007) habla del Modelo 1777 de este mosquete y comenta que tal vez “fue el que llegó… en forma abundante a las incipientes república de America” (p. 05). Sin embargo, de acuerdo a las consultas hechas es probable que se esté refiriendo al modelo 1770, fabricado a fines de ese año, según lo que indica Milans (2007) cuando estudia lo relacionado 33 con el armamento portátil español y británico en las invasiones inglesas de 1806-1807 a la América Meridional. Puede que se refiera al fúsil español modelo 1770 a que se hace referencias en párrafo anterior. Es conveniente aclarar que García Ponce (op. cit.) habla en su obra de los fusiles “Tower” adquiridos en Trinidad por Santiago Mariño en el año 1813. Estas armas son fusiles “Brown Bess” montados en la grán armería de la Torre de Londres, con la marca del fabricante estampada en la parte posterior de la platina de la llave de chispa, detrás de la sujeción a tornillo del martillo, según se muestra en el gráfico siguiente. GRÁFICO 9 .LLAVE DE CHISPA DEL MOSQUETE QUENN ANNE (BROWN BESS) CONSTRUIDA EN LA GRAN ARMERÍA DE LA TORRE DE LONDRES. Tomado de la revista “Armas y Letras” p. 32 d. El fusil venezolano Bifano (2011), en su trabajo titulado “Independencia, cien- cia y progreso”, se refiere al trabajo de un herrero petare- ño llamado Manuel Toro, quien desarrolló un fusil que fue reconocido por el Poder Ejecutivo de las Provincias Unidas de Venezuela, en la Gazeta de Caracas. El arma fue un producto del trabajo artesanal del citado herrero. Toro fue “honrado y premiado con el grado de capitán de 34 maestranza y un cuantioso sueldo” (Ibid. p. 91). No se hace mención de la continuación del trabajo de Toro y de su aporte al esfuerzo de guerra de los patriotas. 2. Municiones Los fusiles (mosquetes) disparaban una bola de plomo que era introducida por la boca (trompetilla) del cañón y encajada en el lugar correcto a golpes de baqueta, lo que convertía la bola en una masa informe de plomo que al impactar con el cuerpo del combatiente enemigo lo inutilizaba por el poder de detención tomando en cuenta el calibre de la misma. Esto producía heridas terribles, además de generar contami- nación debido a los restos de pólvora negra y otras substancias presentes en el campo de batalla. Tal y como abunda Newark (2010)… Hasta después de las guerras napoleónicas, el pro- yectil que se usaba para todas las armas de fuego militares era una sencilla bola de plomo. Podían fabricarse directamente en el campo de batalla de- rritiendo el material y metiéndolo en un molde de acero. A pesar de su sencillez, la bola del mosque- podía infligir heridas realmente terribles. P. 187. Siguiendo con lo que dice Peche Ortiz (s/f), la denominación de los calibres se hacía de acuerdo con el número de balas esféricas que se podían fundir con una libra de plomo. Los calibres más comunes fueron los “de a diez” (diez balas), “de a doce” (doce balas) y los “de a dieciséis” (dieciséis balas); cuantas más balas se obtienen el calibre es más pequeño (p. 23). Esta designación de los calibres se ha conservado hasta nuestros días para denominar los de las escopetas modernas del doce, del dieciséis, etc. 35 Por otra parte, durante el año 1814 la falta de munición fue crónica como lo evidencian los hechos de Bocachica y Arao, relatados previamente. El problema de municionamiento de las fuerzas combatientes afectó a los dos antagonistas por igual, debido a la similitud en sus deficientes estructuras logísticas, además de la falta de estandarización de los calibres. El cuadro que se muestra en la página siguiente da una idea de esto. La fabricación de la munición para los mosquetes era artesanal y normalmente se utilizaba el llamado “molde de bala” o un artilugio similar, parecido al que se presenta en la figura que se muestra seguidamente. La inexistencia de lo que conocemos como líneas de producción, obligaba a ejecutar un proceso manual laborioso de fabricación de ba- Cuadro 2 ORIGEN, CALIBRE Y PESO DE LA MUNICIÓN USADA POR ALGUNOS MOSQUETES DE LA ÉPOCA. ORIGEN PESO CALIBRE 19 mm y Británico 25 gramos 17,34 mm Francés 20 gramos 18 mm Español 20 gramos 18 mm las de plomo para los mosquetes y pistolas, que era previo a la batalla. Esto limitaba la carga básica de los combatientes y generaba un grave problema logístico para los ejércitos. 36 GRÁFICO 10. MOLDE DE BALA . Tomado de Newark p. 187 3. Operación y mantenimiento de los mosquetes y fusiles. En relación con las armas de fuego de la infantería O´Connel (Ibid.) refiere que “una y otra llave se veían afectadas por el tiempo, por lo que a mediados del siglo XIX los ejércitos raramente combatían con tiempo húmedo, y apenas o nunca en invierno” (p. 20). Esto ocurrió antes de la Primera Batalla de Carabobo cuando lo patriotas tuvieron que guardar los fusiles en una casa para evitar que se mojasen, debido a la falta de fundas protectoras. Uno de los elementos que influyó en la operación de las armas de infanteria era la diversidad de origen y “la peligrosa variedad de marcas calibres de armamento inglés, francés y español” (Esteves, 2004, p. 4) aunado a la dificultad para la obtención de munición para cada tipo. De acuerdo con lo que dice ese autor (Ibid), en el inventario de armas de infantería del ejército patriota figuraron fusiles Queen Anne Musket de 37 origen inglés, algunos Charleville de factura francesa, además del Baker modelo 1802, de calibre 20, que debió haber llegado con posterioridad al año 1814. Adicionalmente y siguiendo con el mismo autor, hay una serie de consideraciones que merecehacer al respecto: - La dificultad de proporcionar un fuego continuo y potente por la naturaleza de las armas, que tenía un promedio del 8% al 10% de falla al disparar (incidentes de tiro). - El efecto, ya relatado, de la humedad y la lluvia en la operación de los fusiles. - Los problemas que generaban las piedras de mala calidad y mal cortadas, que a menudo no permitían que se produjese la chispa que encendía la pólvora. - Los cambios que se producían en el alcance y precisión de las armas, debido a la costumbre de los soldados de rebajar el contenido de los cartuchos de pólvora -que era normalmente de 12 gramos- para disminuir el retroceso del fusil. - El recalentamiento de los cañones cuando se hacía fuego cerrado o se disparaba a discreción. 4. Armas de artillería De acuerdo con lo que dice Omaña (obra citada) “ Con motivo de los sucesos de Abril de 1810, la artillería existente se pasó al servicio de la naciente República” (p. 185). Según este autor las piezas de artillería de campaña estaban constituida por piezas de calibre mediano, que según la nomenclatura de la época eran llamadas cañones de 4 libras, por el peso del granada que disparaban. Igualmente se empleaban los llamados “cañones pedreros”, llamados así porque disparaban piedras como proyectiles. 38 En 1810 el jefe de la artillería patriota era el Capitán Diego Jalón, quien lo seguiría siendo – con el grado de Coronel - hasta su ejecución ordenada por Boves en 1814, después de haber sido capturado a raiz de la Segunda Batalla de la Puerta, el 15 de junio de ese año. Omaña (Ibidem) también agrega que el material de artillería que existió en la época eran Falconetes de calibre 4, llamados también “Media Culebrina”; de 6, que eran llamados “Medio Cañón”; y, de 8 que era denominado “Cañón Real”. De acuerdo con Omaña (ob. Cit.) la artillería que estuvo presente en los campos de batalla de 1814, pudo ser el remanente de: - Los 40 cañones de diferentes calibres, que junto con 20 toneladas de munición, fueron traídos por Francisco de Miranda en 1806 en el buque “Leander”. - Las piezas de dotación de las unidades que se pasaron a los patriotas en 1810. - Los 22 cañones, en su mayoría inservibles, que trajo Simóm Bolívar desde la Nueva Granada en 1813. - Las pérdidas y capturas en las batallas y combates. GRÁFICO 11. EJEMPLO DE UNA PIEZA DE ARTILLERÍA DE INICIOS DEL SIGLO XIX . Tomado de Nacional Army Museum de Londres (1978). Las armas y la guerra. 39 El empleo de la artillería durante la guerra de independencia no tuvo la relevancia de las demás armas: la infantería y la caballería. La experiencia en combate demostró, durante el año 1814, que la artillería era necesaria para la ejecución de operaciones ofensivas contra plazas y áreas fortificadas. Esto fue reconocido por Boves después de sus fracasos en La Victoria y en San Mateo, como se ha dicho en párrafo anterior. Los realistas también comprobaron el valor de la artillería en la Batalla de Araure. Sin embargo, la tendencia era la de dar mayor importancia a la movilidad de las fuerzas y prescindir de la artillería, en contraposición con los principios tácticos de la época. Esto debia a la dificultad de transporte de las armas y la munición, además de la falta de capacitación de los mandos y los sirvientes para la operación y mantenimiento de las armas. Es interesante traer a colación el comentario que hace O´Leary (1981) en relación con “la recepción y empleo de una pieza de artillería en Puerto Cabello que era de á a cuatro de montaña, que a pesar de su pequeño calibre sirvió para liberarlos de los fuegos de la marina” (p. 282). Esta pieza de artillería pudo haber sido un cañón de á 4 libras “de montaña”, de longitud más reducida que el de Gribeauval8 “corto”, del mismo calibre, descrito por Salas y al cual hace referencia Calvó en el trabajo sobre la artillería de antecarga (avancarga), lisa, de ordenanza en ejército español entre 1743 y 1866. 40 GRÁFICO 12. CAÑÓN DE A 4 DE ORDENANZA EN EL EJÉRCITO ESPAÑOL ENTRE 1743 Y 1866. Tomado de Historia de la Artillería, Artillería de Ordenanza. 5. Caballería El arma por excelencia de los soldados de caballería era la lanza, la cual era manejada con gran destreza por los jinetes llaneros, que la convertían “en un instrumento devastador y mortifero tanto para la infantería como la propia caballería que se le enfrentara” (Esteves, p. 8) en combate. Estas lanzas eran de fabricación rudimentaria, medían unos cuatro (4) metros de longitud. Había casos de elementos de caballería ligera, que estaban provistos de carabinas o mosquetones o de simples fusiles recortados a guisa de tales. Los oficiales normalmente portaban sables de caballería y excepcionalmente pistola. En las filas patriotas fue normal ver a soldados de caballería armados de hachas, cuchillos y otros instrumentos ofensivos. 41 (2) Servicios (a) Sanidad 1. Realistas En relación con la medicina en el campo de batalla, por su relevancia y su actualidad histórica, es conveniente reproducir el contenido siguiente del libro “Las armas y la guerra” (Ibid.): Hasta mediados del siglo XIX, los heridos de las batallas se veían sometidos a los horrores de una medicina primi- tiva e insalubre. Las heridas en las carnes eran remenda- das o inmovilizadas sin previa limpieza, y a menudo se recurría la amputación como medio más rápido y expedí- tivo para curar las heridas y evitar la difusión de la gan- grena. Las amputaciones eran efectuadas sin anestési- cos: el único era vinagre, y a veces se introducían gusa- nos en las heridas para que se comiesen la carne ya pu- trefacta. Era frecuente que los que los heridos muriesen, pero la muerte no tenía muchas veces que ver con el campo de batalla. Estas condiciones insalubres eran te- rreno abonado para la enfermedad, y eran más los sol- dados que morían a causa del tifus, la disentería o el có- lera, que por culpa de las armas adversarias. P. 27. Para el momento de la guerra, particularmente en una de sus fases más violentas en el año 1814, no hay indicios que las condiciones medico-sanitarias del país hayan mejorado en relación con las descritas anteriomente, tomando en cuenta las secuelas del terremoto de 1812 y la destrucción causada por el conflicto armado, además del estado del arte de la medicina para la época en el recien liberado territorio colonial de una potencia de segundo orden como era España. A las dificultades antes descritas, que efectaban en forma igual a los dos contendientes, hay que agregar los estragos que causaba el paludismo, que producía la mayoría de las bajas ajenas al combate. 42 2. Patriotas No hay elementos de juicio que lleven a pensar que la situación relacionada con la evacuación y hospitalización, como se deno- mina modernamente a la medicina en el campo de batalla, haya sido distinta que la del lado realista. No existía el concepto del triaje y los heridos eran tratados en las vecindades del campo de batalla, para luego ser llevados a los llamados hospitales de sangre, que no eran más que los escasos hospitales civiles existentes en las ciudades más importantes. Con base en lo que expresa Porras (obra citada) en su trabajo sobre los lisiados de la guerra de independencia, se elaboró el cuadro que se expone en la página si- guiente. Aunque esta no es una muestra representativa de las bajas de los patriotasen la guerra, ni es la idea mostrarla como tal, es importan- te hacer las siguientes inferencias producto de su lectura: - Dos de los heridos fueron dejados por muertos en el campo de batalla. Debido a las difíciles condiciones que reinaban en los campos de batalla, una vez terminados los combates era común - que se dejasen por muertos a los heridos graves e inconscientes. Esta situación no mejoraba si tomamos en cuenta que “el papel de los músicos era recoger a los heridos y muertos cuando no acompañaban a las tropas”, según se refiere en el libro titulado “Evolución Histórica del Uniforme Venezolano” (Museo Histórico Militar, p. 29). - De 35 heridas registradas 22 fueron de bala y 6 por arma blanca. - 8 individuos presentaron heridas múltiples y 4 una sola herida. - Todos resultaron lisiados de guerra. - Pese al esfuerzo hecho por investigador, el resultado es desoladoramente pequeño, habida cuenta de la ferocidad que caracterizó a la guerra de independencia de Venezuela. 43 Cuadro 3 LOS LISIADOS DE LA GUERRA DE INDEPENDENCIA Nº APELLIDO Y NOMBRE HERIDAS DEJADO* OBSERVACIONES TOTAL DE BALA ARMA BLANCA SI NO 1 Andujar José Antonio 2 2 X 2 Ávila Mateo 8 2 6 X 2 de lanza, 1 contusa y 3 de machete 3. Sojo Juan 2 2 X 4. Díaz Gervasio 6 6 X 5. Zerpa Juan 3 2 1 X 6. Durán Ambrosio 8 X Probablemente de bala 7. Álvarez José de Jesús 2 2 X 8. Rodríguez Lino 1 1 X No especificado 9. Malpica Jesús 1 1 X 10. García Juan 1 1 X 11.Ibarra Juan Pablo 1 1 X No especificada 12.González Norberto 2 2 X * Dejado por muerto en el campo de batalla (b) Transporte El transporte como servicio logístico no existía en la época, sin embargo el problema de la movilización de los provisionamientos8 en campaña se resolvía mediante lo que los españoles llamaban “tandas”, que estaban formadas por un tren de unas treinta bestias de carga, al cuidado de un “caporal” y cuatro hombres jóvenes Esos animales de carga eran mulas y mulos (llamados “machos” en los andes venezolanos), que aún en los años sesenta del si- glo pasado, complementaron el transporte de abastecimientos y de armas colectivas de unidades del ejército venezolano, como lo acredita la experiencia profesional del autor. Los movimientos tac- tácticos y administrativos de las tropas se hacían a pie o a caba- ballo, dependiendo de la naturaleza de las unidades. 3. Comando y control Cuando se hace referencia al concepto de comando y control en el contexto del estado del arte de la guerra para principios del siglo XIX y particularmente en la guerra de emancipación de Venezuela (1814), hay que limitarse al 44 ejercicio del mando por parte de los comandantes de las formaciones militares y a sus limitadas capacidades y medios para ejercer el control de los eventos tácticos en desarrollo. El control se delimitará a los procesos de obtención y generación de informaciones (no se hacía inteligencia de combate, en el sentido formal) ya examinados; la planificación y la toma de decisiones; la transmisión de órdenes a los mandos subordinados; y, el control de la evolución de la situación. La capacidad de influir en el desarrollo de los eventos tácticos y el desenlace de la batalla, se limitaba al empleo oportuno y decidido de la caballería, el empeño de la reserva y la presencia del comandante. La carencia de suficientes medios de artillería y la consecuente imposibilidad de masificar los fuegos, no permitió que los mandos de la época pudiesen influir la batalla con este poderoso medio. a. Realistas (1) Comando Los cargos de comando de los ejércitos, unidades y otras formaciones realistas fueron asumidos por españoles peninsulares o nacidos en América, desde el de Capitán General, que era el jefe militar de todas las fuerzas, hasta los de comandante de los distintos ejércitos, regi- mientos y batallones que se organizaron en el país. El desarrollo de la guerra y la libertad de acción que tuvieron algunos de estos jefes, originaron episodios de desobediencia cuyo ejemplo más emblemáti- co fue el de José Tomás Boves, quien llegó a cuestionar o a ignorar la autoridad del Capitán General en 1814, ejercida por el Mariscal Juan Cajigal y Martínez. El aislamiento del campo de batalla, producto de la carencia de medios de comunicación expeditos, las grandes distancias entre los distintos núcleos de fuerza y los comandos superiores, además de la naturaleza del ejercicio del mando en esa época, hacían depender casi exclusivamente la suerte de la guerra y sus eventos, del genio y la experiencia del comandante en presencia, además de los 45 imponderables que serán considerados por Clausewitz y otros en los años siguientes. Incluso hay que tomar en cuenta a la suerte o el azar en el estado final logrado en cada ocasión. Esto lleva a ligar el factor de comando casi exclusivamente al líder efectivo en el campo de batalla. (2) Control Este aspecto es común para ambos ejércitos, debido a la similitud de doctrina, procedimientos y métodos utilizados, como se ha menciona- do en párrafos anteriores. (a) La planificación y la toma de decisiones Respecto de la planificación no se tiene conocimiento de la existencia de procedimientos y métodos de planificación propios de cada ejército. Se infiere que el planificador principal era el mismo comandante, auxiliados por los ayudantes de campo y los amanuenses. La carencia de un Estado Mayor como luego se conocería, dejaría casi toda la carga en los hombros del jefe. Consecuencialmente, la toma de decisiones era de la exclusiva competencia del comandante, sin que aparentemente mediara asesoramiento significativo o evaluación alguna. (b) La transmisión de órdenes a los mandos subordinados De lo que nos legaron los distintos historiadores y testigos de los hechos de armas que jalonaron la guerra de independencia de Ve- nezuela, la transmisión de órdenes se hacía en forma verbal o es- crita, por medio de mensajeros o ayudantes de campo, dependien- do de la importancia de la decisión táctica. (c) El control de la evolución de la situación táctica La evolución de la situación táctica se controlaba mediante la observación directa del campo de batalla desde terreno dominante a la retaguardia de la línea (las fuerzas empeñadas), donde estaba lo que hoy se conoce como el Puesto de Comando (PC), que más que serlo en sentido estricto era un grupo de comando ampliado 46 con el comandante, ayudantes de campo, personal auxiliar y elementos de seguridad. b. Patriotas (1) Comando. El origen de los mandos patriotas se distinguía del de su oponente porque era desempeñado en forma mayoritaria por los miembros de la oligarquía criolla que animó y controló el proceso de emancipación. El posterior desarrollo de la guerra generó la emergencia de liderazgos nuevos desde las filas del ejército, como fue el caso de José Antonio Páez, por citar el más representativo entre muchos. Por otra parte, como se ha mencionado en líneas precedentes, en el oriente del país surgieron líderes militares bajo la égida de Santiago Mariño que formaron un ejército propio que normalmente ejecutó la guerra sin coordinación con las acciones ejecutadas por Simón Bolívar
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