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Leduc Drenaje Linfatico Teoria y Practica

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La linfa es reabsorbida por los vasos linfáticos, repartidos por todo el cuer-
po y denominados capilares linfáticos o vasos linfáticos iniciales (Casley-
Smith [2], Casley-Smith [3]). Éstos desembocan en los vasos que transpor-
tan la linfa, llamados precolectores (Ottaviani [22]) o poscapilares (Yoffey y
Courtice [29], Pfleger [23]); estos últimos desembocan en los colectores. La
función y estructura de estos dos tipos de vasos son diferentes.
� VASOS LINFÁTICOS INICIALES, 
CAPILARES LINFÁTICOS
Los vasos linfáticos iniciales están compuestos por un cilindro de células
endoteliales (túnica íntima).
Se distinguen de los capilares sanguíneos por (Leak [11], Pfleger [23]):
• Una luz más grande y más irregular que la de los capilares sanguíneos.
• Un endotelio dotado de un citoplasma delgado, excepto en la región peri-
nuclear.
• Una membrana basal interrumpida.
• Un gran número de conexiones celulares endoteliales. Las relaciones entre
las células endoteliales tienen una importancia fundamental en el funcio-
namiento del sistema linfático. Estas conexiones pueden adoptar varias
formas: una frente a otra, superpuestas o completamente enlazadas.
11
Estructura
del sistema linfático1
Según Leak [11] y Ruszniak y cols. [26], algunos vasos tienen conexiones
bien determinadas (zónulas oclusivas) y desmosomas (enlaces de filamentos
plásmicos finos) (zónulas adherentes). Otros autores, como Yoffey y
Courtice [29], no han hecho mención de estas zonas específicas.
Sin embargo, todos estos autores están de acuerdo en un punto: la apertura
de las conexiones entre las células endoteliales se ve facilitada por los movi-
mientos de los tejidos adyacentes o por el edema, por ejemplo después de un
traumatismo (Leduc [12]).
Estas conexiones se adaptan a las circunstancias locales (Yoffey [29]). La
unión entre dos membranas plasmáticas puede formarse de varias formas,
bien mediante mucopolisacáridos, bien mediante una fusión completa de las
laminillas que parten de dos membranas en las que a veces aparecen micro-
fibrillas. Estas últimas pasan sin continuidad de una célula a otra. 
Dichas formaciones por fusión completa entre laminillas se presentan con
frecuencia.
De esta forma, estas células endoteliales forman una barrera infranqueable
para las moléculas cuyo peso molecular sea superior a 2.000-3.000. Estas
conexiones por fusión son más frecuentes a nivel de los colectores. Por el
contrario, las zonas adherentes se limitan a pequeñas partes de la superficie
celular en los vasos linfáticos iniciales. Además, estas células endoteliales
presentan conexiones poco coherentes.
Si, por una parte, destacamos la ausencia frecuente de conexiones interce-
lulares de las células endoteliales en los vasos linfáticos iniciales, por otra
parte se observa un reforzamiento del tejido conjuntivo, aunque, de todos
modos, menor que en los capilares sanguíneos.
Además, las membranas basales de los vasos linfáticos iniciales son muy
delgadas, incluso a veces ausentes, al contrario que las de los vasos sanguí-
neos y los colectores linfáticos. Las células endoteliales están muy unidas al
tejido conjuntivo (por proyección de la pared celular y del tejido conjuntivo
circundante) (Leak [11], Casley-Smith [3]).
En consecuencia, cada movimiento del tejido conjuntivo provoca una
separación de las células.
Estos diferentes factores tienen el efecto de abrir ampliamente las cone-
xiones endoteliales intercelulares. Esta apertura va desde 20 mμ para las
células endoteliales de los vasos sanguíneos y de los colectores linfáticos,
hasta 100 mμ, a veces incluso más, para los vasos linfáticos iniciales.
Las conexiones abiertas son frecuentes en los tejidos activos como el diafrag-
ma. Ocurre lo mismo en los tejidos lesionados (p. ej., en el caso de una quema-
dura, el número de conexiones abiertas aumenta de 1 a 50/100; ¡hasta 1 sobre 2!).
22 Drenaje linfático
Además, cada modificación del tejido provocada por una lesión o por un
movimiento tiene como resultado la separación de las células del eje longi-
tudinal del vaso, lo que provoca una separación celular incluso mayor.
� PRECOLECTORES POSCAPILARES
Tienen la misma estructura fundamental que los capilares, con la diferen-
cia de que el cilindro endotelial interno está cubierto por una vaina de teji-
do conjuntivo provisto de elementos elásticos y musculares. Esto explica
las propiedades físicas —alargamiento y capacidad contráctil— de los
vasos.
La experiencia demuestra que el vaso se puede contraer de forma rítmica
(Mislin [20]). Tiene más zónulas adherentes y oclusivas y menos conexiones
abiertas (Casley-Smith [1], Leak [11], Poirier [24]).
Además, la membrana basal está más desarrollada.
Los precolectores están provistos de válvulas, a diferencia de los vasos lin-
fáticos iniciales, y presentan un trayecto sinuoso.
� COLECTORES LINFÁTICOS
Al igual que las arterias importantes y las grandes venas, los colectores lin-
fáticos se componen de tres capas diferentes: túnica íntima, túnica media y túni-
ca adventicia.
Los elementos de la capa interna a menudo están orientados de forma lon-
gitudinal, mientras que los de la capa central forman una espiral sólida y por
ello parece que están ordenados circularmente.
Los elementos de la capa externa están más o menos sueltos y son parale-
los al eje longitudinal del vaso.
La capa externa se apoya en el tejido adiposo y el tejido conjuntivo, en los
que se encuentran los grandes vasos linfáticos.
� Túnica íntima
Las células endoteliales tienen forma cúbica en un vaso contraído, y son,
en su mayoría, planas en un vaso estirado. El espesor del endotelio puede
variar de 2 μ (región perinuclear) a menos de 0,1 μ.
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La membrana plasmática, dotada de invaginaciones de profundidad varia-
ble, rodea el protoplasma.
Las dimensiones de estas invaginaciones concuerdan con las vesículas en
las que se produce la micropinocitosis en los vasos capilares y sanguíneos.
La micropinocitosis es responsable del paso de las moléculas grandes por el
endotelio.
El citoplasma es rico en ribosomas en forma de rosetas, o bien unidos a las
cisternas cortas y poco numerosas del retículo endoplasmático. Con fre-
cuencia se encuentran mitocondrias de un diámetro de 0,2 μ. El aparato de
Golgi, provisto de estructuras semilunares y laminares con varias vesículas,
se sitúa en la región perinuclear.
Cerca del aparato de Golgi se observan a veces formaciones multivesicu-
lares.
La luz de un vaso contraído presenta proyecciones internas. Por el contra-
rio, un vaso estirado permanece liso.
� Conexiones intercelulares
Las superficies laterales de las células endoteliales son muy diferentes. Los
bordes del endotelio presentan pliegues en los que las células pueden solapar-
se o enlazarse.
Entre dos membranas plasmáticas endoteliales hay un espacio de 150-
200 Å.
Esta región puede compararse con los desmosomas de las células epitelia-
les. También existen otras zonas específicas entre las células endoteliales 
— focal sites— en las que las membranas plasmáticas están muy unidas unas
a otras sin que desaparezca la apertura intercelular. Estas zonas permiten el
contacto entre las células endoteliales (zónulas adherentes) sin que el espa-
cio intercelular se suprima. No obstante, puede presentarse la eliminación
de los espacios intercelulares. Estas tight junctions entre dos membranas
endoteliales constituyen el lugar de interacción celular.
� Membrana basal
Esta membrana parece continua. Está constituida por una estructura flexible
y delgada de 800-1.000 Å, separada de la membrana endotelial por un espa-
cio de + 500 Å.
44 Drenaje linfático
� Túnica media
Las células musculares componen la mayor parte de la pared del vaso.
Están ordenadas en forma de espiralalrededor de la íntima, y se compo-
nen de 3-6 capas celulares según la capacidad contráctil del vaso. Las células
lisas musculares de la túnica media son cilíndricas, y las terminaciones, pun-
tiagudas. Es muy difícil determinar su longitud total después de realizar una
sección debido a su disposición en espiral.
La membrana plasmática está compuesta por varias vesículas en las que se
produce la micropinocitosis. Con frecuencia, ésta se reduce a las extremida-
des distales del citoplasma.
Se supone que las vesículas en las que se produce la micropinocitosis pro-
vienen de la membrana plasmática y forman vesículas que transitan a través
del citoplasma endotelial. Este fenómeno sería responsable de la transferen-
cia de líquido y de metabolitos entre la célula y el tejido conjuntivo vecino.
La estructura de las células musculares lisas del sistema linfático se carac-
teriza por la presencia de numerosos miofilamentos dispuestos según el eje
de la célula.
El citoplasma de los extremos celulares es rico en electrones. Pease y
Molinari, citados por Leak [11], suponen que esta zona densa cerca de la
membrana plasmática sirve de punto de unión a los miofilamentos. La lon-
gitud media de los miofilamentos es de 60 Å para una célula relajada y de
80 Å para una célula contraída.
� Túnica adventicia
La capa externa de los colectores linfáticos está compuesta por un com-
plejo de tejido conjuntivo, células, terminaciones nerviosas y vasa vasorum.
En la capa externa de la adventicia también se pueden encontrar fibro-
blastos.
Éstos constituyen una especie de caparazón a lo largo de una gran parte
del vaso linfático, formando una separación con respecto al tejido en el que
se encuentran los vasos linfáticos.
El citoplasma presenta los componentes normales de las demás células. El
espesor de la célula varía entre 0,2 μ y 2 μ.
Las células de la túnica de los vasos linfáticos son comparables a las de las
venas.
Las terminaciones nerviosas están muy próximas a las células.
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Los vasa vasorum están constituidos por pequeños vasos que recorren las
regiones externas de la adventicia y que penetran en las capas más superfi-
ciales de la túnica media.
� VÁLVULAS LINFÁTICAS
Las válvulas linfáticas son comparables a las válvulas del sistema venoso.
Sin embargo, la cantidad es mayor en los vasos linfáticos que en las venas.
La forma de bulbo característica de los vasos linfáticos está provocada por
la sucesión de válvulas. Las válvulas linfáticas están constituidas por láminas
de células endoteliales que provienen de los dos hemivasos (Leak [11]).
Al igual que en las venas, las válvulas linfáticas se proyectan en la dirección
de la corriente linfática, y se ordenan de tal manera que permiten un flujo lin-
fático libre y rápido hacia los grandes vasos linfáticos e impiden el reflujo.
Las válvulas están compuestas por células endoteliales en continuidad con
la íntima del vaso linfático.
Estos pliegues endoteliales tienen como único punto de anclaje una frágil
red de tejido conjuntivo, compuesta por fibras de colágeno separadas a
veces por un fibroblasto.
Las válvulas están desprovistas de células musculares lisas. La membrana
basal se prolonga alrededor de las células endoteliales, y también alrededor
de las válvulas.
El citoplasma de las células valvulares endoteliales está compuesto por
numerosos filamentos que contrastan con los de la pared del vaso. Estos fila-
mentos constituyen quizá los componentes contráctiles de las válvulas nece-
sarios para permitir el paso de la linfa e impedir su reflujo.
Además, los filamentos proporcionan cierta estabilidad a las láminas val-
vulares durante su cierre.
Los microtúbulos representan, según esta hipótesis, los elementos estabi-
lizadores que permiten resistir a las presiones de la corriente de retorno, o
reflujo.
� GANGLIO
Los colectores linfáticos transportan la linfa hacia los relevos ganglionares.
El ganglio está formado por una cápsula conjuntiva periférica que se adhie-
re al tejido adiposo.
66 Drenaje linfático
Los vasos aferentes penetran en el ganglio por el lado convexo.
Los vasos eferentes retoman la linfa y abandonan el ganglio por el hilio.
La linfa se infiltra en el seno marginal o subcapsular. Éste contiene linfoci-
tos y macrófagos.
Después, los canales transportan la linfa hacia el seno medular.
Desde allí, es recuperada por los vasos eferentes que aparecen en el hilio.
Dos tipos de células constituyen el ganglio linfático:
• Células reticulares. Su actividad primordial es la fagocitosis. Otra fun-
ción destacada es la pinocitosis, es decir, la absorción de sustancias lí-
quidas.
• Células linfoides. Estas células son portadoras de la memoria inmuno-
lógica y, por lo tanto, son esenciales en el mecanismo de las reacciones
inmunitarias. Están muy especializadas, y sólo pueden reaccionar contra
un único tipo de antígeno, directamente o por medio de anticuerpos.
La función esencial del ganglio linfático es preservar al organismo de cual-
quier agresión de sustancias extrañas. Esta defensa es el resultado de una
reacción inmunitaria muy compleja.
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� FORMACIÓN DE LA LINFA
La hipótesis de Starling explica el equilibrio que existe entre los fenóme-
nos de filtración y de reabsorción en las terminaciones capilares (fig. 1). El
agua cargada de elementos nutritivos, sales minerales y vitaminas abando-
na la luz del capilar arterial (CA), se incorpora al medio intersticial y baña
las células. Éstas toman los elementos necesarios para su metabolismo y
desechan los productos de degradación celular. Después, el líquido intersti-
cial es retomado por la red de capilares venosos (CV) gracias al sutil juego
de las presiones. ¡Sin embargo, algunos autores han demostrado que existe
una filtración importante a nivel venoso1!
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Fisiología 
del sistema linfático2
Fig. 1. Filtración y reabsorción. CA, capilar arterial; CV, capilar venoso; F, filtración; 
R, reabsorción.
1. Este paso de grandes moléculas (proteínas) del capilar venoso hacia el espacio intersti-
cial no anula, sin embargo, la hipótesis de Starling, que se refiere más específicamente al
movimiento de los líquidos y de las pequeñas moléculas en solución, a través de la membra-
na del vaso.
F R
F R
CA CV
El equilibrio se establece entre la filtración (F) y la reabsorción (R) (equili-
brio de Starling) (fig. 2).
Varias presiones son responsables de estos intercambios a través del capi-
lar sanguíneo:
• Presión hidrostática (PH), ligada a la existencia del torrente sanguíneo. Esta
presión depende de la actividad cardíaca. El valor de ± 30 mm Hg a nivel
arterial desciende hasta ± 20 mm Hg a nivel del capilar venoso.
• Presión oncótica (PO), debida a la presencia de las proteínas en la sangre; es
de 25 mm Hg aproximadamente. Este valor se mantiene más o menos
constante a lo largo de todo el trayecto del capilar. Sólo las moléculas de
tamaño muy reducido abandonan la luz de los capilares.
Representamos simbólicamente con el signo + todas las presiones que ten-
derán a hacer salir el líquido de la luz del vaso, en el sentido de una filtra-
ción, y el signo – a todas las presiones que actuarán en sentido opuesto.
Así, la PH es positiva mientras que la PO es negativa. A partir de esto se
constata que el trayecto del capilar está dividido en dos territorios (fig. 2);
uno, del lado del capilar arterial, está sometido a un fenómeno de fil-
tración (F), y el otro, del lado venoso, está sometido a la reabsorción (R).
En este caso teórico, el territorio está repartido de forma ideal: la canti-
dad de líquido filtrado equivaldría a la cantidad de líquido reabsorbido.
A partir de esta hipótesis de trabajo se puedenestudiar varios casos par-
ticulares:
Caso 1. La presión sanguínea disminuye (fig. 3).
En este caso, la presión hidrostática ligada a la corriente disminuye tam-
bién hasta alcanzar un valor de, por ejemplo, 28 mm Hg a nivel arterial y 
1100 Drenaje linfático
Fig. 2. Equilibrio de las presiones (De Kuhnke [9]).
PH 30 mm Hg
PO 25 mm Hg 25 mm Hg
20 mm Hg
F R
18 mm Hg a nivel venoso. La presión oncótica se mantiene constante: 
25 mm Hg, ya que la concentración de proteínas plasmáticas no ha cambiado.
Se constata, por lo tanto, que la filtración pasa a ser menos importante que
la reabsorción. En este caso no tendremos formación de edema.
Caso 2. El aporte proteico alimentario es insuficiente (fig. 4).
La presión hidrostática no ha cambiado.
Como el aporte proteico alimentario se ha reducido, se produce una dis-
minución del capital proteico plasmático. La presión desciende, por ejem-
plo, de 25 a 22 mm Hg.
En este caso se constata que el territorio en el que se produce la filtración
es más importante que el territorio en el que se produce la reabsorción.
En este caso, el edema aparecerá por insuficiencia de proteínas (v. países
subalimentados: edema de carencia o kwashiorkor).
Situación del capilar in vivo (tabla 1). El capilar situado en el tejido
sufre una presión proveniente de este último, que se opone a la filtración.
Fisiología del sistema linfático 1111
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Fig. 4. Aporte proteico insuficiente.
Fig. 3. Disminución de la presión arterial.
PH 28 mm Hg
PO 25 mm Hg 25 mm Hg
18 mm Hg
F R R
PH 30 mm Hg
PH 22 mm Hg 22 mm Hg
20 mm Hg
F F R
Cuanto más importante es la presión tisular (PT), menos efectiva es la fil-
tración.
Por otra parte, el tejido también contiene proteínas que, por sus propieda-
des hidrófilas, aumentan el valor de la filtración, además de oponerse a la
reabsorción.
Se observa que la filtración que resulta de las diferentes presiones que
están presentes es de 7 mm Hg, mientras que la reabsorción es de 3 mm Hg.
Por lo tanto, existe un exceso de filtración en relación con la reabsorción.
Este líquido excedente baña las células y se encuentra en el medio intersti-
cial. Más tarde será recuperado por unas vías especializadas y pasará a ser 
la linfa.
� VÍAS LINFÁTICAS
� Capilares linfáticos
La red de reabsorción está constituida por los capilares linfáticos que reco-
gen el líquido de filtración cargado de desechos del metabolismo celular. Los
capilares linfáticos iniciales no están valvulados. Están dispuestos en forma
de dedos de guante, es decir, en un sistema tubular cerrado.
1122 Drenaje linfático
Tabla de presiones in vivo
En el capilar arterial (mm Hg) En el capilar venoso (mm Hg)
Presiones en el capilar
Presión hidrostática + 30 + 20
Presión oncótica – 25 – 25
Presiones en el tejido 
Presión tisular – 2 – 2
Presión oncótica + 4 + 4
F = + 7 R = –3*
TABLA 1
*R = – 3 mm Hg. No se trata de una presión negativa. La presión de reabsorción está pre-
cedida del signo negativo porque, según nuestras premisas, hemos postulado que las presio-
nes en favor de la reabsorción estarían precedidas del signo negativo para diferenciarlas de
las presiones a favor de la filtración.
F, filtración; R, reabsorción.
La red de capilares es muy rica. Los capilares linfáticos no parecen estar
inervados, aunque se detectan terminaciones nerviosas en las proximidades
inmediatas de las células que constituyen la membrana de los vasos. Sus
estructuras son diferentes según los órganos y los tejidos. Numerosas anas-
tomosis linfolinfáticas caracterizan la red. Generalmente, el calibre de los
capilares linfáticos es superior al de los capilares sanguíneos.
Los capilares linfáticos están unidos al tejido conjuntivo mediante fila-
mentos (F) (fig. 5) que apoyan los movimientos tisulares.
El estiramiento de la piel produce tirones a nivel de las zónulas adherentes
(ZA) y oclusivas (ZO), que son posibles vías de penetración (de reabsorción).
En caso de necesidad (proceso inflamatorio, edema, etc.), el capilar linfáti-
co se dilata y nuevas vías (preexistentes) pasan a ser funcionales durante el
aumento de la presión tisular2. La progresión de la linfa en los capilares se ve
facilitada por las presiones ejercidas por las contracciones de los músculos
vecinos y por el pulso arterial. Las movilizaciones entre los diversos planos
tisulares, durante los movimientos del cuerpo, favorecen la progresión de la
corriente linfática. Finalmente, las presiones líquidas y tisulares desempeñan
un papel discreto pero esencial en el mantenimiento de la corriente linfática.
Lauweryns y cols. [10] han demostrado que el citoplasma de las células
constitutivas de la membrana de los capilares contiene actomiosina, lo que
permite suponer una actividad contráctil.
� Precolectores
Los vasos linfáticos precolectores (PC) reciben la linfa recogida por los
capilares para conducirla a la red de colectores. Los precolectores son valvu-
lados: la porción comprendida entre dos válvulas se llama linfangión (fig. 6).
Su recorrido es sinuoso. Desembocan en los colectores (C), donde una vál-
vula (V) impide cualquier posibilidad de reflujo.
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Fig. 5. Capilares linfáticos; F, filamentos; ZA, zónula adherente; ZO, zónula oclusiva.
2. Hemos filmado, en el transcurso de linfografías, la apertura de colectores suplementa-
rios después de un aumento de la presión tisular producido por el drenaje manual.
F
ZA
F F
ZO
Los precolectores son el asiento de las contracciones, es decir que su pared
contiene células musculares en la túnica media que se contraen. La porción
contráctil del precolector se sitúa, según Mislin [20], en la parte media del
linfangión (fig. 8).
� Colectores
Los canales linfáticos colectores reciben la linfa para conducirla a los gan-
glios. Constituyen vías muy importantes de evacuación. Desembocan en los
grupos ganglionares (colectores aferentes) y abandonan el ganglio en menor
número (colectores eferentes).
Los colectores están provistos de una musculatura propia que somete los
vasos a importantes contracciones, que envían la linfa poco a poco hacia su
desembocadura terminal.
La progresión de la linfa se ve facilitada en los colectores y precolectores
por los mismos factores que favorecían la movilización de la linfa en los
capilares (v. capilares), pero además encontramos un sistema autónomo
representado por la musculatura intrínseca del linfangión.
La respiración favorece el retorno de la linfa en el canal torácico. Los movi-
mientos de inspiración y de espiración introducen oleadas de presiones
seguidas de depresiones que actúan sobre el canal torácico y que facilitan el
tránsito linfático hacia su desembocadura venosa.
� Canal torácico
Se sitúa en el tórax en posición retroaórtica. Mide de 0,5 a 10 mm de diá-
metro y es la vía final de evacuación para la linfa que proviene de los miem-
bros inferiores y de los órganos situados en el abdomen y el tórax. Cerca de
1144 Drenaje linfático
Fig. 6. Precolectores y colectores. L, dirección de la corriente linfática en el colector
(C); PC, precolector; V, válvula.
L V
PC
C
su estuario recibe el tronco broncomediastínico (3), el tronco yugular (4) y el
subclavio (5) (fig. 7).
Su extremo distal generalmente está formado por una ampolla, la cisterna
de Pecquet, situada a la altura de L3 (1).
El canal torácico tiene aspecto de bulbo debido a la sucesión de los linfan-
giones (2). Desemboca en el ángulo venoso yugulosubclavio izquierdo,
abandonando en algunos casos una ramificación que termina en el ángulo
venoso derecho (inconstante).
Fisiología del sistema linfático 1155
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Fig. 7. Canal torácico. CT, canal torácico; VSC, vena subclavia.
El linfangión es la parte de un precolector o deun colector linfático situada entre
dos válvulas (V). Las válvulas estancas hacen que la corriente linfática (L) sea unidi-
reccional. 
Las células musculares se sitúan en la porción media de la túnica media (1): a nivel
de las válvulas, la pared no contiene células musculares (Mislin [20]).
Las células musculares están dotadas de una terminación nerviosa propia. Las
experiencias de Mislin han demostrado que el linfangión posee un automatismo pro-
pio. La distensión de su pared, provocada por la llegada de la linfa, induce la con-
tracción muscular.
Por lo tanto, ésta será tanto mayor cuanto más importante sea el llenado.
LINFANGIÓN
Fig. 8. Linfangión. 1, localización de las células musculares.
44
3 3
5 5
1
3
5
4
2
2
2
4
5
3
CT
VSC
VSC
C
T
V V
L L
1
1
1166 Drenaje linfático
3. El edema se evacua a través de dos vías:
a) La circulación venosa drena una parte de la fracción líquida del edema.
b) La circulación linfática transporta la fracción constituida por las grandes moléculas y,
por supuesto, una parte líquida.
Repercusión de las presiones del drenaje manual en la red sanguínea 
(De Kuhnke [9])
Presión drenaje manual (mm Hg) Capilar arterial (mm Hg) Capilar venoso (mm Hg)
5 + 7 F – 3 R
10 + 2 F – 8 R
20 – 3 R – 13 R
40 – 13 R – 23 C
– 33 C
TABLA 2
C, colapso; F, filtración; R; reabsorción.
� Ganglio linfático
El ganglio linfático se esboza en el embrión humano a partir del 2.º mes de
gestación, y alcanza su estado definitivo durante la pubertad.
Diversos vasos linfáticos aferentes conducen la linfa, que encuentra dos
posibilidades de circulación: una vía rápida que alcanza directamente los
vasos eferentes (menos numerosos que los aferentes), y una vía lenta en la
que la linfa se va a estancar en el ganglio. La corriente linfática se reduce en
ese punto, lo que permite la sedimentación de los elementos que serán apro-
vechados por el sistema de autodefensa del organismo.
Este flujo alcanza después la red linfática eferente.
La tabla 2 ofrece un aspecto global de las presiones de drenaje que facili-
tan la reabsorción a nivel del capilar sanguíneo: hay que tener en cuenta esta
vía, ya que una fracción del edema se evacua por ella3. Se observa, sin
embargo, que la presión del drenaje manual no puede exceder de 30-40 mm
Hg, si no se produce un colapso (C) de los vasos porque la presión exterior
al vaso sobrepasa el valor de la presión hidrostática que lo mantiene abier-
to (v. equilibrio de las presiones; fig. 2).
En efecto, la presión hidrostática es igual a 30-20 mm Hg. Teniendo en
cuenta la pérdida de presión debida a la amortiguación en el espesor del te-
jido, se puede estimar que la presión no puede exceder de ± 30-40 mm Hg.
� VÍAS LINFÁTICAS DEL MIEMBRO SUPERIOR
Las vías linfáticas del miembro superior se dividen en superficiales, situadas
en la dermis y en el tejido celular subcutáneo por encima de la aponeurosis,
y profundas, situadas por debajo.
La red de colectores superficiales, repartida igualmente por la superfi-
cie de todo el miembro, es más densa en los dedos y en la palma de la mano.
Esto explica la mayor frecuencia de edemas en el dorso de la mano en rela-
ción con la palma.
Los colectores interóseos anteriores y posteriores (estos últimos satélites
de la red sanguínea) ascienden por el antebrazo hacia el brazo recogiendo la
linfa aportada por los capilares. El drenaje se hará sobre todo por la cara ante-
rointerna del antebrazo y del brazo, pasando por las regiones ganglionares
supraepitrocleares. Los colectores alcanzan finalmente la región axilar.
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Anatomía 
de las vías linfáticas3
Estas ramas constituyen, sin duda, una vía suplementaria en caso de interrupción
de la red linfática. Por ejemplo, en el caso de resección linfática debida a una mas-
tectomía.
Estas vías pueden aumentar en número, es decir, que vías preexistentes no funcio-
nales pasan a serlo en caso de necesidad. Otra hipótesis plantea que el sentido del
flujo linfático puede estar invertido y pasar de la red profunda hacia la red superfi-
cial para descargar la red profunda.
OBSERVACIÓN
Dos colectores radiales profundos en la palma de la mano acompañan
a la arteria radial y se anastomosan a la altura del pliegue del codo. Existen
también dos colectores cubitales profundos que ascienden a lo largo de
los vasos cubitales hasta el pliegue del codo.
Los colectores interóseos anteriores y posteriores (estos últimos perfo-
ran la membrana interósea) se unen a los demás colectores a la altura del
pliegue del codo. De estos colectores del antebrazo nacen 2 o 3 colectores
humerales. Éstos pueden ser alcanzados en el tercio medio del brazo por una
o dos ramas de ganglios epitrocleares (Tosatti [28]) y por algunas ramas
musculares.
� GANGLIOS LINFÁTICOS 
DEL MIEMBRO SUPERIOR
� Ganglios superficiales
� Ganglios supraepitrocleares
Están situados 2-3 cm por encima de la epitróclea (fig. 9).
Los vasos eferentes alcanzan la red de los vasos linfáticos profundos (2),
así como los ganglios humerales por vía superficial (3).
1188 Drenaje linfático
Fig. 9. Ganglios linfáticos del miembro superior y ganglios axilares.
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� Ganglios del surco deltopectoral
• Ganglios profundos: podemos encontrarlos a lo largo de las arterias radial,
cubital, interósea y humeral.
• Ganglios axilares (fig. 9).
La mayoría de ellos son infraaponeuróticos (por lo tanto, profundos). Son
pocos los vasos linfáticos del miembro superior que no convergen hacia los
ganglios axilares.
Allí encontramos los grupos humeral, torácico, escapular, central e infra-
clavicular.
Todos los vasos colectores linfáticos del miembro superior (superficiales o
profundos) llegan al grupo humeral.
Sin embargo, el colector más externo del brazo puede evitar el grupo
humeral y unirse directamente a los grupos subclavio y supraclavicular. El
grupo humeral (4) cuenta con 5-7 ganglios en el lado posteroexterno de la
axila.
Los vasos eferentes del grupo humeral desembocan:
• En el grupo central (5).
• En el grupo subclavio (6).
El grupo torácico o mamario externo (7) (grupos superior e inferior) com-
prende 5-7 ganglios aplicados sobre la pared torácica de la 2.ª a la 6.ª costi-
llas. Drenan una gran parte de las vías linfáticas de la mama, de la pared
anterolateral del tórax, de la piel y de los músculos de la pared abdominal
supraumbilical.
El grupo escapular (8) tiene 5-10 ganglios situados a lo largo de la vena
escapular inferior hasta su terminación en la vena axilar. Drenan la piel y los
músculos de la pared torácica posterior y de la parte posterolateral de la base
del cuello. La linfa termina después en los ganglios humerales. 
El grupo central cuenta con 4-6 ganglios. Recibe los colectores linfáticos
que vienen de la mama (con el grupo torácico). Está incluido en la grasa de
la parte media de la axila. Envía sus vasos eferentes hacia el grupo infracla-
vicular.
El grupo infraclavicular, que comprende 6-12 ganglios, ocupa el vértice de
la pirámide axilar por encima del pectoral menor. Recibe los vasos eferentes
de los demás grupos, el tronco superficial interdeltopectoral y los colectores
superiores de la glándula mamaria.
La sistemática de los territorios de drenaje de cada uno de estos grupos gan-
glionares tiene poco interés práctico debido a las numerosas anastomosis.
2200 Drenaje linfático
Las vías linfáticas de la piel y de la mama van directamente al grupo retroclavicular
por la cara anterointerna.
OBSERVACIÓN
Las vías linfáticas son más numerosas en el pie que en la pierna y el muslo. En el
pie, se encuentran más en la cara plantar que en la dorsal. Existe un eje medial pos-
terior de drenaje linfático, poco desarrollado, de donde parten ramas circunflejas
que se reúnen con los troncos venosos superficiales anterointernos principales y los
acompañanhasta el grupo inguinal.
OBSERVACIÓN
Examen de los ganglios axilares. El paciente está sentado con el
brazo en antepulsión a ± 30º, el codo en flexión y la mano apoyada sobre 
el hombro del fisioterapeuta. La mano homolateral del fisioterapeuta 
fija el hombro del paciente mientras que con los dedos de la otra mano
explora la pirámide axilar. Los tejidos blandos se presionan contra la caja
torácica o contra el extremo proximal del húmero.
� VÍAS LINFÁTICAS DEL MIEMBRO INFERIOR
Comprenden:
• Colectores superficiales:
– Satélites de la safena interna, que van hacia los colectores inguinales.
– Colectores de la safena externa, que van hacia los ganglios linfáticos
poplíteos.
• Colectores de la región glútea.
• Colectores profundos. Se dividen en:
– Principales. Acompañan a los vasos y comprenden:
1. Los que siguen a la arteria nutricia del hueso.
Anatomía de las vías linfáticas 2211
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2. Los de la membrana interósea.
3. Los que siguen a las arterias plantares.
4. Los que acompañan la anastomosis entre la arteria pedia y la arteria
plantar externa.
5. Los que acompañan a la arteria tibial anterior.
6. Los satélites de la arteria tibial posterior que alcanzan el ganglio
poplíteo más externo. Las vías linfáticas satélites de los vasos femo-
rales aumentan en número a medida que aumentan los vasos colate-
rales. La mayoría terminan en los ganglios inguinales, pero otros los
rodean y se vacían en los ganglios ilíacos externos.
– Vías accesorias. Comprenden:
1. Vías linfáticas satélites de la arteria obturadora que terminan en el
grupo interno de los ganglios ilíacos externos.
2. Vías linfáticas satélites de la arteria ciática que se vacían en los gan-
glios ilíacos internos.
3. Vías linfáticas satélites de la arteria glútea que pueden llegar a los
ganglios linfáticos y a los de la ilíaca común.
1. Estas vías accesorias son vías posibles de derivación en los linfedemas.
2. Existen comunicaciones entre la circulación superficial y la circulación profunda.
OBSERVACIÓN
4. En J Obst Gynec Brit Comm 1966; 73: 71.
� GANGLIOS LINFÁTICOS DEL MIEMBRO INFERIOR
� Ganglios inguinales (fig. 10)
Se dividen en superficiales y profundos. Los ganglios profundos son
menos numerosos: de 1 a 3 (¡4 o 5 según algunos autores!). Están unidos al
grupo interno de ganglios ilíacos. En 1966, Jackson4 demostró que los colec-
tores linfáticos del muslo pueden alcanzar los ganglios linfáticos ilíacos sin
pasar por los ganglios inguinales.
2222 Drenaje linfático
Examen de los ganglios inguinales. El paciente está en decúbito dor-
sal, con las rodillas semiflexionadas y apoyadas sobre un cojín.
� Ganglios poplíteos
Se sitúan bajo la aponeurosis, entre la vena safena externa y el nervio ciá-
tico poplíteo externo y otros más profundos.
Según algunos autores, un ganglio aislado estaría situado por encima de la
aponeurosis y sería, por lo tanto, más superficial, pero unido a los ganglios
más profundos.
El ganglio safeno externo recibe los colectores satélites de la vena safena
externa que provienen del tercio posterior del borde externo del pie, de la
parte externa del talón y de la cara posterior de la pierna.
Examen de los ganglios poplíteos. El paciente está en decúbito ven-
tral, con la rodilla flexionada pasivamente a ± 60º. Con el pulpejo de las
falanges distales se explora el hueco poplíteo.
� Ganglio tibial anterior
Se encuentra en la membrana interósea, por lo tanto, claramente infra-
aponeurótico. Algunos autores creen que es un nódulo interruptor como los
Fig. 10. Ganglios inguinales.
Anatomía de las vías linfáticas 2233
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CONSEJOS PRÁCTICOS
• Los ganglios interruptores pueden estar totalmente ausentes, lo que no tiene
importancia en el drenaje linfático.
• Mucho más graves por sus consecuencias son:
– La anomalía que supone la ausencia de uno o más colectores. En este caso,
incluso en condiciones normales, la función de drenaje puede estar desborda-
da. El linfedema es difícil de tratar: las fases de reposo con el miembro en posi-
ción de declive constituyen una medida profiláctica aconsejable, así como la
adopción de la contención elástica además del drenaje manual.
– La presencia de un número suficiente de colectores pero de un calibre inferior
a lo normal. El linfedema puede aparecer muy tarde, posterior, por ejemplo, a
un traumatismo. Sin embargo, el paciente se acordará quizá de haber tenido los
tobillos «más gruesos» por la tarde sin alcanzar las proporciones de un edema
real. Al levantarse, el edema está siempre prácticamente reabsorbido. Se reco-
mienda la contención elástica, además del drenaje manual.
– La presencia de varices linfáticas. Esta anomalía es un obstáculo evidente para
la evacuación normal de la linfa. El reposo en posición de declive y 
la contención elástica ayudan de forma importante a las maniobras de drenaje.
– La hipoplasia de los vasos linfáticos. Este caso puede combatirse de forma eficaz
con el drenaje manual. Abordamos una de las características esenciales del dre-
naje manual que consiste en devolver a la unidad linfática (el linfangión: espacio
comprendido entre dos válvulas) una actividad normal, o incluso que sobrepase
estas condiciones. Creemos que esta propiedad del masaje es un factor determi-
nante en el tratamiento del linfedema.
• Las comunicaciones linfovenosas han sido demostradas por numerosos autores.
La más importante es, sin duda, la desembocadura del canal torácico en la vena
subclavia.
Se han planteado muchas hipótesis para explicar esta particularidad y, espe-
cialmente, la función en fases de exceso de llenado que podrían desempeñar estas 
comunicaciones.
En otros términos, éstas sólo entrarían en acción en caso de necesidad, en algu-
nas condiciones experimentales o patológicas.
• Entonces se puede suponer que el aumento de la presión del edema, y por lo tanto
también el aumento de la presión en el interior del vaso linfático, es susceptible
de abrir las comunicaciones. Se incluye también el acto quirúrgico, que consiste
en crear artificialmente comunicaciones entre los vasos linfáticos y las venas. 
El paso inverso, es decir, la llegada de sangre venosa a la linfa, produce la coa-
gulación.
que aparecen muchas veces a lo largo de los colectores y a los que no se les
reconoce el título de ganglio.
Otros estiman que es «progresivo» y que aumentará de tamaño en nues-
tros descendientes.
� GANGLIOS ILÍACOS Y LUMBOAÓRTICOS
Es importante hablar de las cadenas ilíacas porque constituyen el paso obli-
gatorio por el que la linfa que viene de los miembros inferiores alcanza el canal
torácico. Las técnicas manuales, sin duda, no tendrán una gran incidencia a
este nivel debido a la profundidad de la localización de estas vías linfáticas.
Los ganglios ilíacos se dividen en 3 cadenas:
• Cadena externa: situada en el borde externo de las arterias ilíacas primitiva
y externa, tiende a insinuarse entre el psoas y la arteria.
• Cadena media: situada por dentro de la arteria ilíaca externa, sobre la cara
anterointerna de la vena. Continúa por detrás de la arteria ilíaca primitiva.
• Cadena interna: nace por detrás de la parte interna de la arcada crural y pro-
sigue a lo largo de la arteria ilíaca interna.
Las cadenas ilíacas reciben también los troncos que drenan la mayoría de
las vísceras pélvicas. Las cadenas ganglionares lumboaórticas se subdividen
en 4 grupos, que prolongan las cadenas iliopélvicas.
Del plexo lumboaórtico salen dos troncos lumbares que, después de un
trayecto sinuoso retrovascular, franquean el orificio aórtico del diafragma
por detrás de la aorta.
Su unión supra o infradiafragmática forma el canal torácico. Cuando la
confluencia es infradiafragmática, recibe el tronco linfático intestinal que
drena el quilo absorbido en el intestino delgado. La cisterna de Pecquet seña-
la el origen del canal torácico (fig.7).
� VÍAS LINFÁTICAS DE LA CABEZA Y EL CUELLO
� Círculo ganglionar pericervical
Comprende:
• Grupo occipital profundo: situado sobre el ángulo posterosuperior del 
músculo esternocleidomastoideo y sobre el tejido fibrotendinoso que
recubre la línea occipital superior entre las inserciones del esternocleido-
mastoideo y el trapecio, recibe las vías linfáticas de la porción occipital del
cuero cabelludo. Los vasos eferentes alcanzan las cadenas profundas 
del esternocleidomastoideo hacia el hueco retroclavicular.
2244 Drenaje linfático
• Grupo mastoideo: situado en la fracción proximal del esternocleidomastoi-
deo, recibe las vías linfáticas de la cara posterior del pabellón auditivo y
del territorio parietal del cuero cabelludo. Los vasos eferentes se unen con
los aferentes del grupo parotídeo y después descienden por el margen
anterior.
• Grupo parotídeo: se subdivide en 3 grupos: superficial y preauricular, infra-
aponeurótico y ganglios intraglandulares. Recibe la linfa de las regiones
temporal y frontal del cuero cabelludo, de los párpados, de la base de la
nariz, del oído externo, etc.
• Grupo submaxilar profundo: situado en el borde inferior de la mandíbula,
recibe la linfa del párpado inferior, de la nariz, del pómulo, de los labios,
de las encías y del suelo de la boca.
• Grupo submentoniano: puede ser profundo o superficial, está situado entre
los vientres de los dos digástricos y recibe la linfa del mentón, del labio
inferior, de la parte medial de la encía inferior, del suelo de la boca y de la
punta de la lengua.
� Grupos laterales profundos del cuello
También llamados cadena ganglionar subesternomastoidea profunda,
situada desde la mastoides hasta la base del cuello.
� Grupo cervical profundo yuxtavisceral
Comprende:
• Ganglios retrofaríngeos.
• Ganglios prelaríngeos.
• Ganglios pretraqueales.
• Ganglios de la cadena recurrente.
� Vasos linfáticos de la cabeza y del cuello
Llegan a los ganglios subesternomastoideos. De estos últimos parten vasos
eferentes que se reúnen en cada lado en un tronco común, el tronco yu-
gular.
Anatomía de las vías linfáticas 2255
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Éste se vacía: a la derecha, en el ángulo de unión de las venas yugular
interna y subclavia derechas; a la izquierda, en el canal torácico un poco por
encima de su desembocadura en la subclavia (fig. 7).
� VÍAS LINFÁTICAS DE LA CARA ANTERIOR DEL TRONCO
� Vías linfáticas del pecho
El pecho está drenado por vía anterointerna, sin pasar por la pirámide axi-
lar, directamente por los ganglios situados a la altura de las articulaciones
condroesternales.
Estas vías eferentes se dirigen hacia la zona retroclavicular.
Las vías linfáticas de la región medioabdominal y supraumbilical discurren
también hacia los grupos ganglionares mamarios internos.
Estas vías se dirigen después generalmente hacia el canal torácico.
La vía anteroexterna envía colectores hacia los ganglios mamarios externos
inferiores. A continuación la linfa es evacuada por la pirámide axilar.
� Vías linfáticas abdominales
Las vías linfáticas de la pared del abdomen avanzan desde la línea medio-
abdominal infraumbilical hacia los grupos ganglionares inguinales corres-
pondientes, es decir, los grupos superointerno y superoexterno.
Estos grupos ganglionares envían, a su vez, la linfa por vías aferentes que
desembocan en las cadenas ganglionares lumboaórticas.
� VÍAS LINFÁTICAS DE LA CARA POSTERIOR 
DEL TRONCO
Las vías linfáticas de la cara posterior del tronco se reparten según dos
territorios distintos, delimitados por una línea más o menos horizontal que
pasa a la altura de la 10.ª a la 12.ª vértebras dorsales.
La cara posterior del tórax se drena hacia los ganglios axilares, especialmen-
te hacia los grupos subescapulares (fig. 9) homolaterales.
Los colectores de la región media dorsal se dirigen hacia el hueco axilar
homolateral (fig. 43).
2266 Drenaje linfático
No parece que haya posibilidad de transferencia contralateral de la linfa de
un lado a otro. Nuestras experiencias en animales han demostrado que esto
funciona de forma diferente cuando los ganglios de uno de los dos grupos
axilares han sido resecados.
Las vías linfáticas de la parte baja de la espalda (región lumbar hasta la 11.ª o
12.ª vértebras dorsales) drenan la linfa hacia los grupos ganglionares ingui-
nales.
La región media dorsal baja se drena hacia el hueco inguinal homolateral
(fig. 43). Los colectores linfáticos posteriores pasan a ser laterales, para avan-
zar por la cara anterolateral del abdomen hacia el grupo ganglionar inguinal
superoexterno (fig. 42).
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� INTRODUCCIÓN
Los mecanismos internos que concurren para producir un edema han sido
un misterio durante mucho tiempo.
Los signos clínicos son contradictorios: algunos edemas aparecen por la
tarde; otros, más raros sin duda, son más evidentes al levantarse. La activi-
dad física favorece la eliminación, mientras que a veces el reposo parece más
indicado. Nuestra intención es realizar una aproximación sistemática a estos
problemas.
El edema es el resultado del desequilibrio entre el aporte de líquido pro-
ducido por la filtración a través de los capilares sanguíneos y el drenaje de
este mismo líquido.
El estado de equilibrio, es decir, el estado fisiológico, se alcanza cuando las
vías linfáticas son suficientes para evacuar el líquido aportado por la filtra-
ción. Hay una renovación constante de líquido intersticial, en el que las célu-
las del cuerpo pueden depositar los elementos necesarios para su metabo-
lismo. Si no hay obstrucción, no hay edema.
Cuando el aporte de líquido filtrado es más importante, y como conse-
cuencia el sistema de drenaje no aumenta, se produce el desequilibrio entre
la filtración y la evacuación a expensas de esta última. Los tejidos se llenan
de líquido, la presión intratisular crece y la piel se distiende. El tejido está
hinchado y aparece el edema.
Este edema debido al exceso de aporte líquido es de origen vascular.
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Fisiopatología: 
formación del edema4
Clínicamente presenta fóvea, es decir, que una presión aplicada con el dedo lo
deprime (en forma de fóvea). La depresión persiste después de eliminar la presión.
Rodeando la región edematosa, las manos, mediante presiones, pueden
desplazar el edema progresivamente, de espacio intersticial en espacio
intersticial. Esta última técnica se utilizará a veces en fisioterapia para con-
ducir el líquido filtrado, con prudencia, hacia regiones en las que la circula-
ción linfática es capaz de asegurar la reabsorción y de realizar la evacuación.
Otra forma muy diferente de edema aparece cuando la red de evacuación
es insuficiente, mientras que el aporte mediante filtración es normal. Las
vías linfáticas tienen un gran poder de adaptación: pueden drenar ± 24-30 l
de linfa diariamente. No obstante, llega un momento en que, a pesar de
todo, esta red es insuficiente. El edema se instala, se organiza y pasa a ser
fibroso, y las posibilidades de evacuación dependerán de su grado de evolu-
ción o de organización.
Clínicamente, no presenta el signo de la fóvea y no es posible desplazarlo
mediante presiones.
Entre estas dos formas típicas de edema, uno de origen vascular y otro de
origen linfático, existe toda una gama de edemas que no son ni totalmen-
te de origen vascular ni totalmente de origen venoso. La patología vascular
disfraza la patología linfática, y los signos clínicos no son siempre evidentes.
La linfografía constituye un medio de investigación que cabe valorar, pero
al que no siempre es necesario recurrir. Muchos signos —forma de las uñas
de los dedos de los pies, textura y coloración de la piel, modo de aparición
del edema— son signos clínicos que completarán el cuadroy que a menudo
harán superflua una investigación linfográfica.
� ANÁLISIS
� Edema por aumento de aporte líquido
El edema de origen vascular, relacionado con el aumento del aporte líquido,
puede aparecer como consecuencia del aumento de la presión hidrostática.
� Aumento de la presión hidrostática
Presión hidrostática (PH). Aumenta en las venas durante la bipedesta-
ción. La PH se estima en mm H2O equivalentes a la distancia que separa el
punto considerado del corazón.
3300 Drenaje linfático
La PH varía, por lo tanto, en función de la posición del sujeto. La PH esti-
mada a nivel de la safena interna se anula cuando el paciente está tumbado.
Este valor puede incluso ser negativo cuando el paciente está acostado con
las piernas elevadas (tabla 3).
Si nos referimos a la tabla de presiones (v. «Fisiología especial»):
• La primera mitad de la tabla retoma el cálculo elaborado en el capítulo
dedicado a la fisiología especial. Se observa que la filtración es más impor-
tante que la reabsorción. No obstante, la red de drenaje en condiciones
fisiológicas resuelve este problema.
• En la segunda mitad de la tabla hemos considerado al paciente acostado: la
presión hidrostática es nula. Las resultantes de las presiones actúan en el sen-
tido de la recuperación de líquido tanto a nivel arterial como a nivel venoso.
Por lo tanto, la filtración disminuye considerablemente en beneficio de
una recuperación general de líquido filtrado. Esto explica que, por la maña-
na, al levantarse, los pacientes constaten que el edema ha desaparecido.
Desde el momento de la puesta en pie la presión hidrostática y la filtración
aumentan, y el edema de origen vascular se reinstala con rapidez.
Varices. Son un obstáculo importante para la circulación venosa. En
condiciones fisiológicas, las válvulas dispuestas a lo largo del trayecto veno-
so facilitan la circulación de retorno e impiden el reflujo (fig. 11).
Fisiopatología: formación del edema 3311
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Efecto de la disminución de la PH sobre el estado de equilibrio 
de los intercambios líquidos
Equilibrio fisiológico Disminución de la PH (paciente acostado)
Presiones Capilar arterial Capilar venoso Capilar arterial Capilar venoso
PH + 30 + 20 0 0
PO – 25 – 25 – 25 – 25
PT – 2 – 2 – 2 – 2
PO + 4 + 4 + 4 + 4
F + 7 R – 3 R – 23 R – 23
TABLA 3
F, filtración; PH, presión hidrostática; PO, presión oncótica; PT, presión tisular; R, reabsor-
ción.
Las varices son dilataciones de los vasos; las paredes se distienden y las
válvulas son mecánicamente menos eficaces. Después se hace posible el
reflujo (R). La estasis de sangre no oxigenada que se produce como resulta-
do hace que la pared de la vena sea más permeable. Las proteínas sanguí-
neas atraviesan estas paredes y se acumulan en el medio intersticial. Puede
aparecer un edema si la red linfática no palía la llegada repentina de estos
elementos fuera de los vasos.
Flebitis. Son un obstáculo (fig. 12) muy importante (0) al retorno san-
guíneo. La presión venosa choca contra el obstáculo: la sangre refluye en el
vaso y aumenta la presión hidrostática local. 
El vaso está dilatado, las válvulas pierden su estanqueidad y aumenta la
permeabilidad vascular. El aumento de la presión hidrostática contribuye a
abrir vías anastomóticas venovenosas para facilitar el retorno sanguíneo por
una desviación.
3322 Drenaje linfático
Fig. 11. Varices.
Fig. 12. Flebitis.
R
R
O
Insuficiencia cardíaca. La presión venosa por insuficiencia del «cora-
zón derecho» aumenta en los grandes troncos venosos, debilitando la co-
rriente de retorno.
La sobrepresión venosa hace más difícil el retorno de la linfa a la corrien-
te venosa.
� Disminución de la presión oncótica
La presión oncótica está unida a la presencia de proteínas; éstas se oponen
a la filtración (v. «Fisiología») reteniendo el agua en la luz del capilar.
Cualquier disminución de las proteínas «circulantes» tendrá como conse-
cuencia la disminución de la presión oncótica que se opone a la filtración. El
edema de carencia es un ejemplo clínico del exceso de filtración en las insu-
ficiencias de proteínas alimentarias.
Si nos referimos al cálculo de las presiones («Fisiología», tabla 1):
El resultado es que la disminución de las proteínas plasmáticas aumenta la
filtración y disminuye la reabsorción. El desequilibrio se instala progresiva-
mente y aparece el edema de carencia.
� Alteración de la pared vascular (fig. 13)
La alteración de la membrana vascular constituye, por supuesto, un factor
susceptible de producir un aumento de la permeabilidad.
Fisiopatología: formación del edema 3333
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Cálculo de presiones
Equilibrio fisiológico Carencia de proteína
Presiones Capilar arterial Capilar venoso Capilar arterial Capilar venoso
PH + 30 + 20 + 30 + 20
PO – 25 – 25 – 23 – 23
PT – 2 – 2 – 2 – 2
PO + 4 + 4 + 4 + 4
F + 7 R – 3 F + 9 R – 1
TABLA 4
F, filtración; PH, presión hidrostática; PO, presión oncótica; PT, presión tisular; R, reabsor-
ción.
Los elementos que normalmente son retenidos en el vaso se filtrarán (1), en
mayor o menor cantidad, hacia los tejidos, desencadenando en ocasiones pro-
cesos inflamatorios (2) que son susceptibles de alterar el parénquima vascular.
A esto le sigue un edema que se mantiene si la red linfática está desbor-
dada.
� Edema producido por falta de drenaje
El edema producido por el aumento de aporte líquido no concierne direc-
tamente al sistema linfático, ya que en teoría podría constituirse sobre una
red linfática intacta. Con el déficit de drenaje comienza la patología linfáti-
ca propiamente dicha.
El déficit de drenaje conduce al linfedema.
Agenesia (defecto en el desarrollo) o hipoplasia (disminución de la activi-
dad). De origen hereditario o adquirido, son factores que explican la for-
mación del edema. La ausencia del canal torácico produce rápidamente gran-
des cantidades de linfa en la cavidad abdominal y torácica. Tal anomalía con-
duce con rapidez a un desenlace fatal. El edema puede aparecer a veces muy
tardíamente; después de traumatismos, incluso muy ligeros, que crean
momentáneamente un desequilibrio con tendencia a reabsorberse mal. Un
traumatismo banal como la picadura de un insecto puede ser un elemento
suficiente para que se desencadene el edema, que puede llegar a ser irreversi-
ble sin el tratamiento específico. En el examen clínico de estos pacientes se
descubren signos típicos, como la forma de los dedos de los pies en el linfe-
dema del miembro inferior, la ausencia del signo de la fóvea, etc. La linfogra-
3344 Drenaje linfático
Fig. 13. Alteración de la permeabilidad vascular. 1, salida de moléculas de gran tama-
ño además de los elementos normales sometidos a la filtración.
2
1
1
1
fía, que no está exenta de peligro y puede dañar los vasos subsistentes, con-
firma la ausencia o la insuficiencia del drenaje. No aporta elementos nuevos
que permitan, al menos al principio, orientar la adscripción al tratamiento.
Incontinencia valvular. Con estasis o reflujo, congénita o adquirida, la
incontinencia valvular hace que la red linfática sea insuficiente para drenar
el exceso de líquido intersticial.
Las redes linfática precolectora y colectora están provistas de válvulas que
hacen que el circuito sea unidireccional.
La musculatura propia del linfangión (v. fig. 8) propulsa la linfa poco a
poco en el sentido de la circulación linfática. Este mecanismo de drenaje pro-
gresivo sólo puede concebirse si las válvulas crean un compartimiento estan-
co. Cualquier incontinencia valvular tendrá como efecto frenar el drenaje y
producir un fenómeno de reflujo de la linfa hacia atrás en el momento de la
fase contráctil del linfangión o cuando la presión circundante deprima la vía
linfática.
Obstrucción linfática. De origen infeccioso, neoplásico, postoperato-
rio, después de irradiaciones con rayos X o decualquier otro origen, repre-
senta una barrera a la evacuación normal de la linfa.
Aunque la circulación colateral linfática llegue a suplir la insuficiencia de
drenaje, hay que tener en cuenta que la circulación colateral sólo aparece
espontáneamente después de un aumento local de la presión. Ahora bien,
ésta está directamente relacionada con la formación del edema.
� CONCLUSIÓN
La aparición del edema está ligada a la circulación linfática, bien directa-
mente después del aumento del aporte líquido, bien indirectamente, des-
pués de una patología linfática específica.
Estas diferentes causas de aparición del edema coexisten a menudo, de
modo que tenemos patología mixta en la que se da una insuficiencia veno-
sa unida a una insuficiencia del sistema linfático en sí mismo. La gran adap-
tabilidad del sistema linfático, que drena normalmente de 2 a 2,5 l de linfa
cada 24 h, permite evacuar en caso de necesidad de 20 a 30 l cada 24 h. Esta
flexibilidad de la red linfática permite, en muchos casos, evitar el edema. Por
lo tanto, es una evidencia decir que el edema es la prueba de la insuficiencia
linfática.
Fisiopatología: formación del edema 3355
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� INTRODUCCIÓN
El drenaje linfático drena los líquidos excedentes que bañan las células,
manteniendo así el equilibrio hídrico de los espacios intersticiales, y evacua
los desechos que provienen del metabolismo celular.
Dos procesos claramente distintos concurren en la evacuación de estos
líquidos intersticiales.
El primer proceso lo constituye la captación realizada por la red de los capi-
lares linfáticos. Es la consecuencia del aumento local de la presión tisular;
cuanto más aumenta la presión, mayor será la recuperación por los capila-
res linfáticos5.
El segundo proceso consiste en la evacuación, lejos de la región infiltrada, de
los elementos recogidos por los capilares; este transporte de la linfa de los
vasos se efectúa por los precolectores hacia los colectores.
Los dos procesos, muy diferentes el uno del otro, deben ser facilitados por
técnicas adecuadas de drenaje manual.
Para responder a las exigencias —captación y evacuación— que acabamos de
definir, es necesario describir las modalidades de ejecución de las maniobras
que permitan responder a los criterios de captación por una parte y de eva-
cuación por otra.
La captación se realiza donde se ha producido la infiltración.
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Práctica del drenaje 
linfático manual5
5. No obstante, la presión no puede superar ciertas intensidades (v. «Fisiología», p. 16).
La evacuación es la transferencia de los líquidos captados lejos de la zona
de captación.
� MODALIDADES DE EJECUCIÓN 
DE LAS MANIOBRAS DE DRENAJE
� Maniobra de captación o de reabsorción
La mano está en contacto con la piel por el borde cubital del 5.º dedo. Los
dedos imprimen presión sucesivamente impulsados por un movimiento cir-
cular de la muñeca. La palma de la mano participa también en la aplicación
de la presión.
La maniobra conlleva un aumento de la presión tisular, y la orientación de
la onda inicia la evacuación. Por lo tanto, la presión debe estar orientada en
el sentido del drenaje fisiológico. El hombro ejecuta movimientos de abduc-
ción y de aducción del codo. La presión se realiza durante la abducción.
Experimentos con animales han demostrado el buen fundamento de esta
maniobra (v. más adelante).
� Maniobra de evacuación o de llamada
La mano está en contacto con la piel por el borde radial del índice. El
borde cubital de la mano queda libre. Los dedos se extienden desde 
el índice hasta el anular tomando contacto con la piel, que se estira 
en sentido proximal a lo largo de la maniobra. La presión se realiza 
durante la abducción del codo. Con esta maniobra se realiza la aspiración
y empuje de la linfa de los colectores. Algunos experimentos con 
humanos durante la realización de linfografías han puesto de mani-
fiesto el efecto de empuje (v. más adelante), y en animales se ha demos-
trado el efecto de aspiración de esta técnica en los colectores (v. más ade-
lante).
Los movimientos del hombro y el codo son amplios, la muñeca se flexio-
na para evitar que se transmitan presiones fuertes, y los desplazamientos de
los dedos son reducidos.
Los movimientos se efectúan con suavidad, como un roce ligeramente
apoyado.
3388 Drenaje linfático
� MANIOBRAS ESPECÍFICAS DE DRENAJE
� Círculos con los dedos (sin el pulgar)
Los círculos con los dedos son movimientos circulares concéntricos efec-
tuados deprimiendo ligeramente la piel y desplazándola en relación al plano
profundo. La piel arrastra los tejidos blandos subyacentes mediante un esti-
ramiento suave, prolongado y rítmico, para facilitar la reabsorción en los
capilares (v. «Fisiología») (fig. 14).
La presión ejercida durante estas maniobras es ligera y progresiva (v.
«Fisiología»). Se realiza según un gradiente de presiones cuyo valor máximo
no pasa de 40 mm Hg (v. «Fisiología»). Los círculos con los dedos se practican
varias veces consecutivas en el mismo lugar. La mano se desplaza sin frotar.
La orientación de las fases sucesivas de presión y depresión sigue el sentido
del drenaje linfático fisiológico. El movimiento se caracteriza por un vaivén
de abducciones y aducciones del hombro con el codo flexionado, que desen-
cadena en la mano una sucesión de pronaciones y supinaciones (fig. 15).
Práctica del drenaje linfático manual 3399
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Fig. 14. Círculos con los dedos según la técnica de reabsorción.
Fig. 15. Círculos con los dedos según la técnica de llamada.
� Círculos con el pulgar
El pulgar, como los demás dedos, puede participar en las maniobras espe-
cíficas de drenaje. Su amplia movilidad le permite adaptarse a los relieves
para deprimirlos después. Las presiones crecientes y decrecientes se orien-
tan en el sentido del drenaje local. Los movimientos circulares alrededor 
del pivote metacarpofalángico se combinan con la rotación axial del pulgar
(figs. 16 y 17).
� Movimiento combinado
El movimiento combinado es la asociación de círculos con los dedos y el
pulgar (fig. 18). Mientras los dedos efectúan los movimientos descritos en la
página 39 (círculos con los dedos sin el pulgar), el pulgar termina con el
4400 Drenaje linfático
Fig. 16. Círculos con el pulgar según la técnica de reabsorción.
Fig. 17. Círculos con el pulgar según la técnica de llamada.
movimiento circular descrito en la página 40 en sentido opuesto o en el
mismo sentido que el movimiento de los demás dedos. Hay que evitar pin-
zar la piel entre el pulgar y los demás dedos cuando los círculos de movi-
miento combinado se ejecutan en sentido opuesto. La maniobra de drenaje
se parece en este caso al amasado6. 
La circunducción de la muñeca permite que el hueco de la mano efectúe
presiones y depresiones sucesivas sobre la zona infiltrada. Esta sucesión lenta,
a razón de una maniobra cada 2-3 s, facilita la reabsorción y ayuda al drena-
je. Es preferible una presión intermitente a una presión constante cuando se
trata de favorecer la recuperación de líquido intersticial por los capilares.
� Presiones en forma de brazalete
Las presiones en forma de brazalete se justifican cuando la zona que se va
a tratar puede ser abarcada con una o ambas manos. Si se aplican poco a
poco, de proximal hacia distal, la presión propiamente dicha va de arriba
hacia abajo, con el objetivo de facilitar la reabsorción en los capilares o en
los vasos linfáticos iniciales. Las manos rodean el segmento que se va a dre-
nar y las presiones son intermitentes, es decir, que a la fase de presión le
sucede una fase de relajación (figs. 19 y 20).
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Fig. 18.Técnica de círculos combinados del pulgar y los dedos.
6. El profesor M. Collard (Departamento de radiología, «El rayo de sol», Montignies-le-
Tilleul, Bélgica) ha demostrado, mediante linfografías, que los vasos linfáticos colectores
podían ser lesionados como consecuencia de masajes profundos. Cuando se trata de vasos
más pequeños, como los capilares, aconsejamos evitar cualquier drenaje fuerte o «con mucha
presión», o incluso cualquier maniobra en la que se efectúen cizallamientos sobre los tejidos
(amasado).
4422 Drenaje linfático
Fig. 19. Presiones en forma de brazalete: principio de la maniobra.
Fig. 20. Presiones en forma de brazalete: fin de la maniobra.
CONSEJOS PRÁCTICOS
Los círculos con los dedos, los círculos con los pulgares, los movimientos combi-
nados y las presiones en forma de brazalete pueden ser ejecutados de dos maneras
diferentes según el objetivo perseguido.
Las maniobras pueden efectuarse:
1.º En una región sana, no infiltrada, con la finalidad de realizar una llamada
sobre la zona infiltrada o una evacuación de la linfa que se encuentra en los
colectores o precolectores. Este efecto de llamada ha sido demostrado in vivo en
experimentos con animales (fig. 21).
Fig. 21. Drenaje de llamada (experimento). A, arteria; L, vaso linfático colector; 
S, sentido del drenaje linfático; V, vena.
S S
L
V
A
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V
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CONSEJOS PRÁCTICOS (continuación)
El drenaje de llamada se debe aplicar por encima de la región afectada. En el ejem-
plo anterior, se efectúa (en 1) por fuera de la zona de control. La maniobra empieza
por el contacto radial de los dedos para terminar por el borde cubital.
La experiencia ha demostrado que, desde las primeras maniobras, la linfa, previa-
mente visualizada por medio de un colorante azul, progresa mediante avances suce-
sivos en respuesta a los movimientos de llamada. El flujo venoso recibe también olea-
das de colorante que rellenan toda la luz del vaso en el momento de las maniobras.
El drenaje de llamada realiza un vaciado de la zona infiltrada, y el flujo linfático resul-
ta considerablemente acelerado7. La maniobra de llamada cumple la doble función
de absorber la linfa distal y de evacuar la linfa que se encuentra en los colectores.
La linfa es aspirada en el sentido de su circulación. Su velocidad de flujo está ace-
lerada. Además, hemos demostrado una dilatación considerable del vaso colector
linfático, cuyo calibre pasa a ser más importante que el de la vena a lo largo del dre-
naje de llamada (aunque el vaso no haya sido manipulado, ya que la maniobra se
aplica a distancia).
Parece lógico, entonces, comenzar el drenaje en los relevos ganglionares situados
por encima de la región infiltrada. Creemos superfluo realizar una llamada en la
zona proximal a estos grupos en los que la evacuación de la linfa está frenada.
La presión ejercida por la mano contribuye a abrir más vías para la evacuación de
la linfa. Los colectores linfáticos, vacíos de linfa, es decir cerrados, se abren y pasan
a ser funcionales porque la mano dirige, mediante presiones ligeras, cantidades
mayores de líquido reabsorbido (Godart y cols. [5]). Es importante comprender que
la presión orientada según la dirección de evacuación abre más vías de drenaje.
2.º En una región infiltrada. Los objetivos son la reabsorción o la captación. La
maniobra intenta facilitar la recuperación del líquido intersticial por los capilares lin-
fáticos y sanguíneos. El fisioterapeuta aplica las manos directamente sobre la infil-
tración.
Las maniobras no pueden producir frotamientos ni pinzamientos. La presión crece
y decrece progresivamente a lo largo de la extensión de la mano. 
Los deslizamientos superficiales en los capilares sanguíneos y linfáticos de nueva
formación provocan el aumento de la permeabilidad de su membrana, y como con-
secuencia una pérdida del líquido reabsorbido.
Se desaconsejan las maniobras superficiales de deslizamiento cuando se sospecha
la existencia de una nueva formación vascular.
7. Hemos tratado varias hipodermitis inflamatorias agudas con el drenaje de llamada. 
Las observaciones subjetivas son las siguientes:
a) Hormigueo en la región en la que se localiza el proceso inflamatorio.
b) Disminución del dolor.
Las observaciones objetivas se limitan a:
a) Medición de una disminución rápida de la temperatura de la región inflamada (medi-
das termométrica y termográfica).
b) Registro fotográfico de la disminución de la coloración de la piel.
� Drenaje manual de los ganglios linfáticos
El drenaje manual de los ganglios linfáticos se efectúa con la misma suavi-
dad y prudencia que el de las vías linfáticas.
Se apoya la mano sobre la piel del paciente con el índice (fig. 22), la depri-
me y la estira en sentido proximal (fig. 23).
Los dedos están perpendiculares a las direcciones de evacuación de los
ganglios, es decir, a los vasos aferentes.
Se puede realizar el movimiento con las dos manos (fig. 24), pero no se
trata de aumentar la presión. Las dos manos pueden «cubrir» una superficie
mayor: en ocasiones, algunos fisioterapeutas ejercen la presión con la mano
situada por encima, mientras la que está en contacto con la piel amortigua
la presión.
4444 Drenaje linfático
Fig. 22. 
Fig. 23. 
� DRENAJE LINFÁTICO MANUAL DE LA CABEZA 
Y DEL CUELLO
El paciente está sentado, ligeramente inclinado hacia atrás.
� Drenaje linfático manual del cuello
El drenaje linfático manual del cuello precede al drenaje de la cabeza y del
rostro, ya que éstos están en posición distal en relación con el cuello, donde
se sitúan las vías de evacuación de la linfa.
El drenaje del cuello comienza por círculos con los dedos que ejercen pre-
siones sucesivas a la altura del hueco retroclavicular (fig. 25A: drenaje del
cuello) (1).
Después, los dedos del fisioterapeuta dibujan círculos sobre las vías de
evacuación preesternocleidomastoideas (2) hasta la inserción mastoidea del
músculo.
Posteriormente, siguen un trayecto paralelo (3) sobre toda la superficie del
músculo esternocleidomastoideo (fig. 25B), y se continúa con el drenaje a lo
largo del borde posterior del músculo esternocleidomastoideo (4). Las masas
laterales del cuello, abundantemente provistas de colectores y ganglios, se
drenan hacia la evacuación retroclavicular. Poco a poco los círculos se des-
plazan hasta los ganglios mastoideos.
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Fig. 24. 
4466 Drenaje linfático
A B
Fig. 25. Drenaje linfático del cuello. A, cara anterior; B, cara lateral.
La nuca (fig. 25B) se drena lateralmente hacia el exterior mediante círcu-
los sucesivos (5) desde el hueco retroclavicular y terminando sobre su 
línea media. El drenaje se continúa hasta la inserción craneal del trapecio.
Estas mismas maniobras se realizan también desplazando los círculos con
los dedos desde 5 hacia 1.
� Drenaje linfático manual del rostro por regiones
El drenaje linfático manual del rostro comienza por el drenaje de los gan-
glios submaxilares (6), preauriculares (7) y submentonianos (8) (fig. 25B)
situados entre los vientres del músculo digástrico.
Los círculos ligeros realizados con el pulpejo de los dedos dejan los grupos
ganglionares y se dirigen hacia los territorios distales más próximos.
El drenaje del ángulo del maxilar precederá al de la punta del mentón, ya
que algunos colectores de los ganglios submentonianos desembocan en los
ganglios submaxilares (v. esquema general del drenaje).
� Drenaje de la piel de la esfera bucal
El drenaje de la piel de la esfera bucal se realiza mediante el drenaje de la
punta del mentón (8’), con el pulpejo de los dedos índice y medio (círculos con
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A B
Fig. 26. A, drenaje linfático de la piel de la esfera bucal; B, drenaje linfático de las
mejillas, del párpado inferior y de la nariz.
los dedos). Las maniobras drenan la linfa desde el labio inferior hasta los gan-
glios submentonianos y sus aferentes de los ganglios submaxilares (fig. 26A).
Desde la comisura de los labios (9), los colectores se dirigen hacia la eva-
cuación submaxilar. Entonces, los círculos con el pulpejo del dedo drenan el
labio superior (10) hacia las vías de evacuación citadas anteriormente.
El camino seguido desde 8, 8’, 9 hacia 10 se hará después en sentido inver-
so desde 10 hacia 8.
El drenaje se continúa evacuando la linfa por las vías submaxilares hacia
los colectores preesternocleidomastoideos. Se termina con el drenaje del
cuello hacia el hueco retroclavicular.
� Drenaje de las mejillas, párpado inferior y nariz
Los colectores linfáticos de las mejillas, del párpado inferior y de la nariz
desembocan en su mayoría en los ganglios submaxilares.
Sin embargo, algunos van al grupo ganglionar preauricular. Los vasos efe-
rentes se dirigen después por vía retromaxilar hacia los ganglios de las cade-
nas esternocleidomastoideas. Otros se detendrán en los ganglios buccinado-
res antes de reunirse con los ganglios submaxilares.
Por lo tanto, hay varias vías que se pueden explotar (fig. 26B).
El drenaje de llamada comienza en los ganglios submaxilares (11). Los cír-
culos con los dedos (en general anular, medio e índice) empujan la linfa hacia
estos relevos. Los dedos se desplazan poco a poco hacia los pómulos dre-
nando toda la zona definida por el ángulo de la mandíbula (12). Después
viene el drenaje del relevo ganglionar preauricular (13) y de las vía aferentes
desde el párpado inferior hasta los pómulos (14).
Los círculos con los dedos drenan también los ganglios buccinadores (15)
antes de dirigirse hacia los colectores de las aletas de la nariz (16), donde los
círculos se reducen a movimientos efectuados con dos dedos.
Las maniobras progresan hacia la base de la nariz: los círculos se realizan
con el pulpejo de uno o dos dedos.
La depresión situada en los bordes de la base de la nariz (17) se drena
mediante círculos realizados con la extremidad distal del dedo medio. El
fisioterapeuta deberá evitar apoyarse en el globo ocular durante esta ma-
niobra.
El párpado inferior se drena por vía de llamada (18) en dos direcciones
diferentes, una hacia el relevo preauricular (14-13) y otra hacia la mejilla y
los ganglios submaxilares (12-11).
El drenaje de las aletas de la nariz se ejecuta con la falange distal de los pul-
gares. Los desplazamientos de los círculos con los pulgares (similares a los
círculos con los dedos) se hacen desde la punta hacia la base de la nariz (19),
y las presiones se orientan en el sentido de la evacuación linfática. Estas
maniobras de 11 a 19 se ejecutarán después en sentido inverso.
El drenaje de las mejillas, del párpado inferior y de la nariz se termina, por
lo tanto, a la altura de los ganglios submaxilares, y más exactamente en la
confluencia de los colectores eferentes de estos ganglios con los ganglios
esternocleidomastoideos.
� Drenaje de la frente, arco ciliar y párpado superior
Los colectores linfáticos que drenan estos territorios se dirigen todos hacia
el grupo preauricular (fig. 27).
Por lo tanto, en este relevo la llamada se realiza mediante maniobras sua-
ves de la última falange del dedo medio (v. maniobra 13 del drenaje de las
mejillas, párpado inferior y nariz).
A continuación, los círculos se desplazan sobre las sienes y después hacia
el párpado superior y la región frontal externa (20); después se reducen a
4488 Drenaje linfático
maniobras con el dedo medio sobre el párpado superior, muy superficiales,
sin empujar contra el globo ocular.
El arco ciliar se drena mediante círculos combinados del pulgar y del índi-
ce (21), que se desplazan desde el extremo lateral hacia la base de la nariz,
en ambos sentidos; las presiones se orientan hacia el flujo preauricular.
El drenaje de la frente se realiza mediante círculos con tres o cuatro dedos.
Las manos se desplazan desde las sienes hacia la región media frontal (22).
Las maniobras en sentido inverso, de 22 a 20, terminan el drenaje de esta
región.
� Drenaje linfático manual general del rostro
El drenaje linfático manual del rostro se realiza efectuando todas las
maniobras que hemos visto región por región (con la excepción del drenaje
de la nuca) (fig. 28).
Por lo tanto, las maniobras empiezan en el hueco retroclavicular y progre-
san por el músculo esternocleidomastoideo hacia los ganglios mastoideos.
El drenaje de los ganglios submaxilares y submentonianos se realiza con la
palma de la mano hacia arriba.
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Fig. 27. Drenaje de la frente, arco ciliar y párpado superior.
5500 Drenaje linfático
Fig. 28. Drenaje linfático del rostro.
Después se procede al drenaje del relevo ganglionar preauricular. El dre-
naje manual del cuello, hasta los ganglios del perímetro cervical, se realiza
varias veces consecutivas en ida y vuelta: es decir, los dedos se desplazan
desde el hueco retroclavicular hacia los relevos ganglionares, y después vuel-
ven con círculos sucesivos hacia el punto de partida retroclavicular. El dre-
naje del cuello constituye el drenaje linfático manual de llamada para el 
rostro.
Los drenajes de la piel del ángulo del maxilar, de los ganglios buccinado-
res y del mentón preceden al drenaje de los labios, las mejillas y las sienes.
El drenaje del rostro se continúa por las aletas de la nariz, los párpados, el
arco ciliar y la frente.
El fisioterapeuta reproduce las mismas maniobras desplazando los dedos
en sentido inverso, desde las zonas más alejadas hacia los relevos ganglio-
nares del perímetro cervical (preauriculares, submaxilares y submento-
nianos).
Las maniobras de ida constituyen la llamada sobre la región que se va a
drenar. Las de vuelta empujan la linfa poco a poco hacia el cuello. Las manio-
bras de vuelta serán más numerosas que las que constituyen la llamada.
El drenaje del cuello propiamente dicho no se realizará más de dos o tres
veces a lo largo de la sesión de tratamiento del rostro.
� DRENAJE LINFÁTICO MANUAL DEL MIEMBRO
SUPERIOR
El paciente está en decúbito, con el miembro superior en abducción y en
posición declive.
Lógicamente, el drenaje manual del miembro superior debe empezar a la
altura de los ganglios de la pirámide axilar (fig. 29).
La llamada, en efecto, no puede producirse más allá del relevo ganglionar.
Sin embargo, la proximidad de la desembocadura terminal del trayecto lin-
fático en la circulación venosa permite suponer que, en el caso del drenaje
del brazo, es útil drenar las vías linfáticas terminales situadas a la altura del
hueco retroclavicular.
Entonces, en primer lugar se utilizan las maniobras circulares con los
dedos (1), dirigiendo la presión hacia el espacio centromediastínico.
Varias series de 4 a 5 círculos ayudarán a abrir los colectores linfáticos
mayores.
El drenaje de llamada propiamente dicho comienza en los ganglios axila-
res, con los dedos situados sobre el grupo central (2). Las presiones se orien-
tan hacia los ganglios subclavios. El drenaje de la vía anastomótica (3), que
no pasa por los ganglios axilares, se realiza por medio de movimientos del
pulgar; en primer lugar, en maniobra de llamada, y después bombeando al
mismo tiempo que la otra mano drena los ganglios humerales (4). Ambas
manos rodean la raíz del brazo (5) (fig. 30A).
Práctica del drenaje linfático manual 5511
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Fig. 29. Drenaje linfático de los ganglios de la pirámide axilar.
Las maniobras en forma de brazalete conducen la linfa a lo largo de los
colectores superficiales hacia los ganglios humerales, es decir, la presión es
transversal en relación al

Otros materiales