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KOBIE (Serie Paleoantropología), Bilbao 
Bizkaiko Foru Aldundia-Diputación Foral de Bizkaia 
N.º XXIII, pp. 141-161, 1996 
ISSN 0214-7971 
LA CIUDAD, DOCUMENTO HISTÓRICO: 
REFLEXIONES SOBRE LA PRACTICA DE LA 
ARQUEOLOGÍA URBANA EN LA COMUNIDAD AUTONOMA 
DEL PAÍS VASCO 
RESUMEN 
A. Azkarate Garai-Olaun (1) 
I. García Camino (2) 
Partiendo de las principales experiencias europeas (británicas, francesas o italianas) en "arqueología urba-
na", se efectúa en este artículo un balance de la práctica desarrollada en los últimos 10 años en la Comunidad 
Autónoma del País Vasco. Tras analizar las características específicas del urbanismo de Alava, Bizkaia y Gipuz-
koa, se valoran los denominados "documentos de evaluación" del Patrimonio contenido en un núcleo habitado 
puesto que, al posibilitar estos la elaboración de estrategias de intervención, contribuyen a desarrollar tanto la 
investigación histórica como la propia planificación urbana. Como se verá, los resultados obtenidos soportan 
dignamente cualquier comparación que se quiera efectuar con experiencias similares de ámbito estatal, pero no 
hay que olvidar que es bastante todavía lo que falta para llegar al nivel alcanzado en otros países y superar así 
el error que supone identificar la intervención puntual en un solar de una ciudad con la "arqueología urbana". 
SUMMARY 
Based on major European experience (i.e., British, French or Italian) in the field of "urban archaeology'', the 
article reviews the practica! work done in the last 10 years in the Autonomous Community of the Basque 
Country. Beginning with an analysis of the specific features of urban development in Alava, Bizkaia and Gipuz-
koa, what are known as the "documents of evaluation" of the Patrimonio, or Heritage, for a particular inhabi-
ted area are then assessed. These docúments are particularly valuable because, by making intervention strate-
gies possible, they also facilitate historical research as well as urban planning. As is clear, the results obtained 
bear comparison perfectly well with similar experiences throughout Spain, although there is of course still a 
long way to go if we are to catch up with the most advanced countries and eradicate the tendency to identify 
one-off interventions ata specific plot of city land with "urban archaeology". 
(1) Universidad del País Vasco/Euskal Herriko Unibertsitatea. 
(2) Diputación Foral de Bizkaia/Bizkaiko Foru Aldundia. 
142 A. AZKARATE GARAI-OLAUN - I. GARCIA CAMINO 
LABURPENA 
"Hiri arkeologian" europar (britaniar, frantziar edo italiar) esperientzirik garrantzizkoenetan oinarrituaz, arti-
kulu honetan, Euskal Herriko Autonomi Elkartean azken 1 O urteotan garatu den praktikaren balantze bat egiten 
da. Araba, Bizkaia eta Gipuzkoako hirigintzaren berarizko ezaugarriak aztertuaz gero, biztanleduna den gune 
batetan barrusartzen den Ondarearen "ebaluatzeko agiriak" izenekoak baliotzen dira zeren eta, hauek, parte-
hartzeko jokabideak gauzatzea ahalbidetzen dutenez gero, bai historiazko ikerlaritza zein hiri-plangintza bera 
ere garatzeko laguntzen baitute. Ikusiko denez, lortu diren emaitzek, estatuaren esparruko pareko esperientzie-
kin egin nahi dadineko edozein konparaketa duintasunez jasatzen dute, baina ez da ahaztu behar aski dela bes-
te lurraldeetan lortu den mailara iritsi eta, horretara, hiri bateko orube batetan burutzen den puntuzko interben-
tzioa "hiri arkeologia"-rekin berdintzeak suposatzen duen hutsa gainditzeko falta dena. 
LA CIUDAD, DOCUMENTO HISTORICO: REFLEXIONES SOBRE LA PRACTICA DE LA ARQUEOLOGIA URBANA 143 
l. LAS EXPERIENCIAS PREVIAS COMO PUN-
TO DE PARTIDA 
La "arqueología urbana" posee una rancia tradi-
ción en los países europeos, fundamentalmente en los 
anglosajones. En el nuestro, en cambio, constituye 
una disciplina joven y con cuestiones pendientes 
todavía de definición, tal y como se desprende de la 
bibliografía más reciente. Se comprenderá, por tanto, 
que comencemos esta exposición recordando algunas 
experiencias de las que nos sentimos conceptualmen-
te deudores. De los británicos -verdaderos pioneros 
en el tema- nos fijaremos en la conceptualización 
misma de lo que debe entenderse por arqueología 
urbana, cuestión ésta todavía nada clara entre noso-
tros. De los franceses, en sus documentos de evalua-
ción. De los italianos, finalmente, en la aplicación 
que del método estratigráfico han sabido hacer para la 
documentación y análisis del patrimonio edificado, _ 
fundamentalmente de período post-clásico. 
A.- Finalizada ya la Segunda Guerra Mundial, 
ciudades que habían sido bombardeadas como Lon-
dres, Canterbury, Exeter, Southampton o Winchester 
fueron objeto de las primeras excavaciones de carác-
ter arqueológico. A pesar de que los propios británi-
cos hayan criticado la falta de coordinación y las defi-
ciencias de aquellas primeras intervenciones (H. Cle-
ere, 1982; B. Hobley, 1985), lo cierto es que consti-
tuyeron la base de la futura arqueología urbana euro-
pea, fundamentalmente por la continuidad que supie-
ron dar a aquellos primeros intentos. 
Martín Biddle -con su ejemplar intervención en 
Winchester- no fue ajeno a la progresiva toma de 
conciencia del colectivo británico de arqueólogos 
que, ya para finales de la década de los sesenta, 
comenzaba a articular los primeros programas siste-
máticos sobre la práctica arqueológica en contextos 
urbanos. La constitución de Department of Urban 
Archaelogy (D.UA.) del Museo de Londres en 1973 
supuso un hito en la arqueología urbana europea y un 
modelo, sin duda, tanto para las ciudades británicas 
como para muchas continentales. 
Hoy en día no hos queda sino sonrojamos cuando, 
al consultar algunas publicaciones británicas que tie-
nen ya casi veinte años -o más en algún caso-, pode-
mos apercibirnos de la enorme distancia que nos 
separa todavía no ya de la praxis diaria sino, incluso, 
de la propia conceptualización que reflejan aquellos 
trabajos sobre lo que ha venido a denominarse 
"arqueología urbana". No deja de ser significativo, a 
este respecto, que en el estado de la cuestión que en 
1988 efectuara M.O.H. Carver sobre la arqueología 
europea, con un amplio e interesante anexo de biblio-
grafía crítica en la que se recogen ejemplos británi-
cos, escandinavos, alemanes e incluso americanos, el 
autor no considerase necesario recoger una sola refe-
rencia a intervenciones o publicaciones españolas en 
este campo. 
Todavía se confunde entre nosotros la arqueolo-
gía urbana con la práctica arqueológica ocasional en 
un contexto urbano, potenciando un grave error con-
ceptual de consecuencias nefastas. La ocasionalidad a 
la que nos referimos suele estar generada bien por el 
interés del arqueólogo en algún resto monumental 
significativo -generalmente de período clásico-, bien 
por la necesidad de documentar los testimonios mate-
riales condenados a desaparecer en una operación de 
carácter inmobiliario. 
Tanto en un caso como en otro, este tipo de expe-
riencias se encuentran en las antípodas de lo que se 
entiende por arqueología urbana, al menos entre los 
principales representantes de esta modalidad arqueo-
lógica (M. Biddle, M.H.O. Carver, H. Galinié, etc.). 
Como apuntaba certeramente M. Biddle -a quien 
seguiremos en este punto- "ceci est de l'archéologie 
en ville, pas de l'archéologie urbaine", porque esta 
última no trata tanto de satisfacer una curiosidad inte-
lectual o de atenuar los efectos de la destrucción de 
un legado material más o menos significativo, cuanto 
de concebir la arqueología de la ciudad como la com-
prensión integral del fenómeno urbano. Se trataría, 
en palabras de quien dirigiera la importante experien-
cia de Winchester, de un proyecto que abarca -sin 
distinción de períodos- desde los orígenes de una ciu-
dad hasta su historia más reciente; que se ocupa de 
los testimonios de todas las escalas sociales, desde las 
estructuras más suntuosas promovidas por el Poder 
hasta la más humilde de las viviendas urbanas; que 
trata, finalmente, de aprehender la totalidaddel fenó-
meno urbano1 en sus aspectos cronológicos, geográfi-
cos, económicos y sociales. (M. Biddle, 1982). Como 
señala en otro punto del mismo estudio, describir los 
elementos patrimoniales de una ciudad tal y como se 
han conservado, es una cosa. Comprender, en cam-
bio, las interrelaciones de estos elementos, saber cap-
tar la manera en la que el palimpsesto urbano ha lle-
gado a convertirse en lo que contemplarnos actual-
mente, es otra cosa muy distinta, mucho más impor-
tante y compleja. Esta investigación de la herencia 
urbana es el campo real de la arqueología que veni-
mos comentando. Una empresa de esta naturaleza, 
cuya ejecución exigió veinte largos años en Winches-
ter, requiere obviamente de un proyecto integral en el 
que la distinción maniquea entre "arqueología de 
investigación" y "arqueología de gestión" -tan en 
boga por desgracia entre nosotros- carece de sentido. 
Necesita también una estrategia precisa, un equipo 
humano de sólida formación en diversas especialida-
Referido no únicamente a la ciudad, sino también a su territorio 
(M.O.H. Carver, 1988). 
144 A. AZKARATE GARAI-OLAUN - I. GARCIA CAMINO 
des, una financiación inteligentemente resuelta, gran-
des dosis de pragmatismo y diplomacia para moverse 
en el complejo mundo de los intereses urbanísticos. 
B.- Tomando como punto de partida el movi-
miento británico, el año 1973 nacía en Tours, bajo la 
dirección de H. Galinié, una importante experiencia 
-voluntariosa en origen (H. Galinié, 1982) y renom-
brada en la actualidad (Centre National d' Archéolo-
gie Urbaine)- que ha marcado también una impor-
tante línea a seguir. Una de sus aportaciones más inte-
resantes son, sin duda, sus Documents d' évaluation 
du patrimoine archéologique urbain, realizados de 
acuerdo a un programa previo (Guide pour l' élabora-
tion des documents d' evaluation ... ). Su publicación 
sistemática, a partir de 1990 -Angers, Douai, Besan-
con, Grenoble, Arles, etc.- ha constituido un ejemplo 
para iniciativas similares llevadas a cabo en la Comu-
nidad Autónoma Vasca que más adelante menciona-
remos. 
Estos "Documentos de Evaluación" tratan de ata-
jar uno de los mayores riesgos de la práctica arqueo-
lógica en contextos urbanos --el intervencionismo 
individualista, descoordinado, sujeto a las más diver-
sas circunstancias de carácter inmobiliario o políti-
co-, constituyéndose en verdaderas cartas arqueoló-
gicas que coadyuven a la planificación urbanística de 
una ciudad. 
C.- Durante los últimos años es de Italia -y parti-
cularmente de la Universidad de Siena- de donde 
proceden los avances metodológicos más significati-
vos, al abrirse nuevas líneas de investigación de gran 
utilidad para la arqueología urbana. Esta nueva meto-
dología a la que pronto nos referiremos, comenzó uti-
lizándose para la documentación y análisis de las 
construcciones históricas y ha acabado usándose tam-
bién para descubrir y expresar la evolución en el 
tiempo del propio tejido urbano. 
Frente a quienes suponen que el objeto de la 
arqueología se encuentra únicamente -incluso funda-
mentalmente- bajo la cota cero, se defiende la nece-
sidad de tratar de forma unitaria tanto la estructura 
edificada como el contenido de su subsuelo2• El patri-
monio edificado no es visto sólo como perteneciente 
a tal o cual período, como algo construido según este 
o aquél estilo, sino como el producto final mixtifica-
do por las múltiples huellas que, inevitablemente, va 
dejando el paso del tiempo. Estas huellas del tiempo 
-demoliciones, reconstrucciones, ampliaciones, repa-
raciones, etc.- quedan recogidas en la fábrica de un 
edificio, convirtiéndolo en un documento histórico de 
"La lectura del edificio y la lectura del substrato arqueológico 
deben efectuarse a la vez, de modo que se consiga una lectura 
unitaria, considerando que las relaciones entre estratos, objetos 
y restos o elementos constructivos forman, de hecho, un solo 
contexto" (L. Caballero, 1987). 
primer orden que hay que saber transcribir primero y 
leer correctamente más tarde. 
Como indicara R. Parenti (1995), "el patrimonio 
arquitectónico, ya sea un monumento o la vivienda 
más modesta, es como un enorme registro que recoge 
en su estructura una gran cantidad de datos. Datos que 
la mayor parte de los investigadores deben poder des-
codificar con criterios uniformes y transmisibles, si 
queremos que no se pierda la gran masa de observa-
ciones y que se conviertan en las informaciones nece-
sarias para que avancen nuestros conocimientos". 
Este proceso de descodificación se lleva a cabo 
mediante el "análisis estratigráfico de construcciones 
históricas" o "arqueología de la arquitectura", méto-
do de trabajo que parte, como es sabido, de los mis-
mos principios teóricos de Harris. Su origen común, 
sin embargo, no debe hacemos olvidar que los testi-
monios edificados no se ajustan estrictamente a las 
leyes fundamentales que rigen las relaciones estrati-
gráficas de un depósito arqueológico (G.P. Brogiolo, 
1995), circunstancia ésta que ha motivado la creación 
de una metodología de carácter específico. Su objeti-
vo fundamental es el de identificar y analizar las 
diversas unidades constructivas que componen un 
edificio (también una manzana o un sector urbano) 
para -una vez establecidas sus relaciones estratigráfi-
cas recíprocas- descubrir las claves que posibiliten la 
lectura de una secuencia diacrónica no siempre fácil 
de aprehender como consecuencia de los diversos 
avatares sufridos a lo largo de los siglos. 
La arqueología de la arquitectura se ha revelado 
como un poderoso instrumento relacionado con 
diversos campos, todos ellos aplicables también en 
arqueología urbana: 
- Historia de la arquitectura. Determinadas con-
cepciones de la Historia de la Arquitectura y de la 
Historia del Arte que tienden a valorar el patrimonio 
edificado en función, básicamente, de criterios de 
carácter estético, han conducido a la creación de 
"modelos" constructivos, analizando las estructuras 
como si hubieran quedado "congeladas" en el 
momento mismo de su edificación y calificándolas 
globalmente dentro de tal o cual estilo artístico. Se 
olvida, de esta manera, que las edificaciones que con-
templamos actualmente no son, en la mayoría de los 
casos, sino el resultado de sucesivas mixtificaciones 
de carácter constructivo que sólo un detallado análi-
sis estratigráfico de su fábrica puede identificar, indi-
vidualizar y articular cronológicamente hasta permi-
tir la comprensión de su historia real3• 
La aplicación, por ejemplo, de esta metodología al prerrománico 
ha producido ya la revisión de algunos presupuestos tradicional-
mente consensuados entre los historiadores de la arquitectura, 
generando un debate sumamente positivo (L. Caballero et alii, 
1991/1992; L. Caballero, 1994; A. Azkarate, 1995) 
LA CIUDAD, DOCUMENTO HISTORICO: REFLEXIONES SOBRE LA PRACTICA DE LA ARQUEOLOGIA URBANA 145 
- Análisis diacrónico del tejido urbano. Desde 
hace algunos años, esta metodología ha venido sien-
do aplicada con éxito al análisis diacrónico del propio 
tejido urbano. Las experiencias son prometedoras por 
cuanto subrayan las posibilidades de la lectura estra-
tigráfica para aprehender la evolución de un centro 
habitado y representar gráficamente su secuencia 
temporal. "Por esta vía -señalaba recientemente R. 
Parenti (1995)- nos parece posible reconstruir plani-
metrías que pongan en relieve la diacronía de los edi-
ficios con el fin de llegar a comprender el crecimien-
to y las transformaciones de un centro urbano a través 
de la historia de sus componentes materiales". 
- Adquisición de nuevos instrumentos de estudio. 
La individualización de las unidades constructivas de 
un edificio y su articulación en una secuencia diacró-
nica (diagrama), permite tanto la caracterización de 
las técnicas constructivas como la identificación de 
modelos constructivos de las distintas épocas históri-
cas (R. Parenti, 1995). Las posibilidades -todavía no 
exploradas suficientemente entrenosotros- son ver-
daderamente grandes, como lo vienen demostrando 
arqueólogos y arquitectos italianos. Los Atlas de téc-
nicas constructivas -regionales o subregionales- (R. 
Parenti, 1988), los estudios de mensiocronología (T. 
Mannoni; M. Milanese, 1988) y las tablas tipocrono-
lógicas que vienen elaborando (l. Ferrando; T. Man-
noni; R. Pagella, 1989) constituyen un instrumental 
de primer orden en la documentación arqueológica. 
- Restauración. Como señalábamos en otra oca-
sión, sin embargo, sospechamos que haríamos un fla-
co favor a este método, si lo defendiéramos única-
mente como un instrumento para el conocimiento his-
tórico de un edificio o de una ciudad. Siempre habrá 
mentes pragmáticas a las que esto del conocimiento 
histórico les parezca un entretenimiento intelectual 
propio de ociosos y difícilmente asumible por moti-
vos tan razonables como el aumento de presupuesto, 
la ralentización de las obras, las urgencias de plazos, 
etc. Pensamos, en cambio, que la arqueología de la 
arquitectura tendrá futuro en la medida en la que 
resulte rentable para los proyectos y objetivos de los 
propios arquitectos. Cuando estos se aperciban, por 
ejemplo, de que determinadas patologías estructura-
les puedan ser explicadas -y corregidas, por lo tanto-
por el descubrimiento de patologías históricas, o 
cuando al término de un proyecto de documentación 
bien ejecutado, el arquitecto reciba un informe serio 
y preciso que facilite sus decisiones finales, tan deli-
cadas y comprometidas muchas veces (A. Azkarate, 
et alii 1995). 
- Conservación. Constituye uno de los capítulos 
fundamentales en el ámbito de la arqueología urbana. 
No vamos a abordarlo, sin embargo, en su sentido 
más habitual -al modo, por ejemplo, como se ha 
planteado en la recentísima polémica sobre los testi-
monios exhumados en la Plaza de Oriente de 
Madrid- sino en otro no menos importante y frecuen-
temente olvidado. 
Existen, en relación con este tema, actitudes 
maximalistas que defienden a ultranza la conserva-
ción de cualquier resto más o menos monumental. 
Hemos sido testigos de actitudes de esta índole que, 
en su afán conservacionista, han intervenido en un 
determinado monumento, "restaurándolo", embalsa-
mándolo, sin efectuar previamente ningún estudio de 
documentación. Como resultado, hemos ganado un 
objeto-fetiche, pero hemos perdido -definitiva e irre-
versiblemente- un documento histórico. Como indi-
caba, hace ya bastantes años, J. Oriol Granados "és 
també important destacar que conservació no és sem-
pre mantenir unes estructures. Moltes vegades pot ser 
una conservació documental, mitjancant un estudi de 
l'objecte, de l'edifici o de les restes antigues" 
(AA.VV., 1985). En esta misma línea, el "análisis 
estratigráfico de las construcciones históricas" se 
convierte -tras un exhaustivo vaciado de las fuentes 
escritas y una restitución fotogramétrica en 3D, por 
ejemplo- en un instrumento para la conservación 
documental absolutamente clave. 
D.- La práctica arqueológica en centros urbanos a 
nivel estatal ha sido impulsada, en sus fases iniciales, 
por la necesidad de recuperar y registrar aquellos ele-
mentos de interés arqueológico que pudieran surgir 
en el transcurso de las labores de rehabilitación de los 
principales centros históricos. Esta modalidad ar-
queológica estuvo marcada desde sus orígenes por la 
improvisación administrativa, el voluntarismo de 
algunos arqueólogos y la total inhibición -por utilizar 
un término elegante- de la arqueología "oficial" vin-
culada a universidades o museos. A nadie debe extra-
ñar, por tanto, que pronto recibiera algunas adjetiva-
ciones4 que, pese a no poseer connotaciones negativas 
intrínsecas, acabaron utilizándose eufemística y dis-
plicentemente para diferenciarla de la "arqueología 
de investigación". 
Esta jerarquización maniquea de la arqueología, y 
pese a las reiteradas protestas que salpican la recien-
te bibliografía española, ha sido asumida por las dis-
tintas administraciones autonómicas y por muchos 
arqueólogos. Si hacemos, por ejemplo, un breve repa-
so de los anuarios que publican las distintas comuni-
dades autónomas recogiendo los informes de las 
intervenciones realizadas en los territorios de su 
ámbito competencial, puede observarse que todos los 
estudios referentes a contextos urbanos aparecen 
recogidos bajo el epígrafe "programas de conserva-
ción o protección del patrimonio", en un lugar clara-
Arqueología de "salvamento", de "intervención", de "urgencia", 
de "gestión", etc. 
146 A. AZKARATE GARAI-OLAUN - l. GARCIA CAMINO 
mente diferenciado del capítulo relativo a los "pro-
gramas de investigación" que ocupan las primeras 
páginas. 
Resulta sorprendente, a este respecto, que los 
debates llevados a cabo hace veinte años en algunos 
países europeos apenas hayan tenido repercusión en 
la arqueología urbana española, presa de graves defi-
ciencias, no ya operativas, sino puramente epistemo-
lógicas o conceptuales. Existen, por fortuna, expe-
riencias sumamente interesantes -llevadas a cabo 
sobre todo en los territorios de la fachada mediterrá-
nea (AA.VV, 1985)- que, junto al tono crítico que 
reflejan algunas publicaciones recientes (AA.VV. 
l 994a; AA. VV. l 994b ), permiten albergar esperanzas 
sobre un aggiornamento a todas luces necesario y 
urgente. 
La situación de la Comunidad Autónoma del País 
Vasco participa, en términos generales, de lo dicho 
para ámbito estatal. Junto a algunas iniciativas de 
indudable interés -que las hay, como veremos-, 
arrastramos todavía algunas deficiencias que habrán 
de ser corregidas a breve plazo. Todo ello será objeto 
de comentario en las líneas que siguen. 
2. LA EXPERIENCIA EN LA COMUNIDAD 
AUTÓNOMA DEL PAÍS VASCO (C.A.P.V.) 
2.1 Características históricas del urbanismo vasco 
La mayor parte de las ciudades de la C.A.P.V., y 
sin lugar a dudas los grandes espacios metropolita-
nos, tienen su origen en la Baja Edad Media. En poco 
más de doscientos años -entre el 12 de Enero de 1140 
y el 3 de Octubre de 1383- los territorios de Alava, 
Bizkaia y Gipuzkoa asistieron a la creación de una 
densa red constituida por 69 núcleos urbanos -deno-
minados villas y dotados de un estatuto jurídico pro-
pio- que provocaron un cambio radical en la organi-
zación del espacio, en la distribución del poblamien-
to, en los emplazamientos preferentemente elegidos 
para tal fin, en la morfología de los mismos e, inclu-
so, en la concepción de territorialidad (J.A. García de 
Cortázar, 1978). Estos enclaves, especialmente los de 
la vertiente cantábrica del País Vasco, estimularon el 
desarrollo económico de la Edad Moderna, determi-
nando, -al triunfar decisivamente como centros habi-
tados, comerciales e industriales- la conformación 
del poblamiento contemporáneo. Tanto su peculiar 
nacimiento, impulsado por decisión señorial o real y 
motivado por circunstancias socio-económicas y 
políticas diversas, como su desarrollo posterior han 
condicionado los planos urbanos y, en consecuencia, 
la tipología de éstos como documentos históricos en 
los que ha quedado reflejada su evolución. Analice-
mos brevemente ambas circunstancias. 
Las ciudades medievales -situadas en la costa, en 
ámbitos fronterizos, en las riberas de los cursos flu-
viales navegables o en las encrucijadas de caminos-
se organizan respondiendo a un modelo homogéneo y 
regular -irtdependientemente de la forma que pueda 
adquirir su perímetro condicionado por la topografía 
del asentamiento-. La existencia de un proyecto urba-
no, definido físicamente por una cerca o muralla y 
caracterizado por la existencia de una o varias calles 
paralelas atravesadas ortogonalmente por otras vías 
más estrechas denominadas cantones, dio origen a 
manzanas compactas subdivididas en solares que, sir-
viendo de asiento a las casas de villa, eran propiedad 
de las distintas familias de pobladores. La escasa 
superficie de los recintos, la ausencia de espacios 
públicos abiertos y amplios, el dominio de una o 
varias iglesias enel paisaje construido, la presencia 
de huertos en el interior de las villas y la integración 
de éstas en su territorio a través de las principales vías 
de comunicación completan los rasgos distintivos de 
la urbanística medieval, observables todavía en la 
actualidad. (B. Arizaga, 1990; Deiker [J.A. Barrio 
dir], 1989/90/91). 
Estos núcleos raramente fueron ampliados en la 
Edad Media, salvo en casos excepcionales como 
Vitoria, Orduña o Lekeitio. Fue el crecimiento eco-
nómico y demográfico posterior el que provocó las 
primeras expansiones fuera de los recintos amuralla-
dos, materializadas en la aparición de nuevos espa-
cios de creación espontánea y de apariencia heterogé-
nea -contrastando así con la regularidad de los encla-
ves primitivos- pero estructurados formalmente en 
torno a los caminos preexistentes que determinaron 
su configuración esencialmente lineal. Estos ensan-
ches sirvieron de asiento a fundaciones monásticas, 
primero, y a vecinos acomodados, más tarde, que 
buscaron extramuros espacios amplios donde cons-
truir viviendas palaciegas acordes con su rango eco-
nómico y social. El crecimiento, sin embargo, fue 
limitado en extensión. Algunas villas, incluso -sobre 
todo las vizcaínas-, tuvieron serios obstáculos jurídi-
cos para rebasar el recinto originario (A. De Andrés, 
1990), optando, ante la presión demográfica, por 
otras soluciones como el crecimiento vertical de las 
edificaciones, la fragmentación de los solares y la 
ocupación del suelo público, especialmente de los 
pasos de ronda. Pese a todo, la morfología del plano 
urbano no experimentó transformaciones significati-
vas (J.I. Linazasoro, 1978) y la villa continúo siendo 
la entidad organizadora del espacio circundante. Sólo 
en algún caso como Hondarribia y Donostia -por su 
situación estratégica y fronteriza-, cercaron estos 
arrabales con un nuevo cinturón defensivo, interrum-
pido por cubos terminados en puntas de diamante, 
acordes con las nuevas necesidades militares del 
renacimiento. 
LA CIUDAD, DOCUMENTO HISTORICO: REFLEXIONES SOBRE LA PRACTICA DE LA ARQUEOLOGIA URBANA 147 
A fines del siglo XVIII se inició una nueva fase en 
el desarrollo urbanístico de las villas vascas: el racio-
nalismo ilustrado pretendió organizar, al menos en 
apariencia, la trama urbana, regularizando alturas e 
imponiendo criterios estéticos que trataban de unifi-
car la imagen de la ciudad. Se intervino, en conse-
cuencia, tanto en el interior del recinto medieval 
como en los ensanches modernos, demoliendo "teja-
vanas", "casillas" y "mugas", ocupando huertas, 
construyendo edificios públicos de carácter cívico y 
creando, finalmente, servicios e infraestructuras 
reclamados por una burguesía ascendente que vio en 
estas operaciones urbanísticas una fuente de riqueza 
de la que hasta entonces sólo se beneficiaba la noble-
za rural. La regularidad que todavía puede observar-
se en el Casco Viejo de Bilbao al fundirse los ensan-
ches renacentistas y barrocos con el núcleo medieval, 
empeño de la actividad desarrollada por arquitectos 
municipales como Agustín Humaran y Juan de Zaba-
la (A. Santana, 1990), la reconstrucción de Donostia 
según proyecto de U gartemendia tras el incendio 
efectuado por los franceses en 1813 (J.I. Linazasoro, 
1978) y las reformas planificadas en Vitoria por Jus-
to Antonio de Olaguíbel (S. Arechaga, 1990), son 
algunos de los testimonios más significativos de este 
proceso. El centro histórico se ordena: se destruyen 
las viejas murallas, se sustituyen algunas casas de 
escasa calidad -especialmente las situadas en los 
lugares más soleados de las villas-, se abren nuevos 
espacios públicos, pero en lo fundamental la huella 
del pasado permanece en la trama urbana. En este 
periodo, no obstante, se observan los primeros sínto-
mas de una pérdida de protagonismo económico y 
social por parte de los centros históricos que, en ade-
lante, será asumido progresivamente por unos ensan-
ches que asoman ya al horizonte como alternativa a la 
ciudad primitiva. 
En la primera mitad del siglo actual, y tras la con-
solidación del proceso industrializador en amplias 
zonas de la C.A.P.V., la tendencia apenas emergente en 
la centuria anterior, se generaliza y triunfa, aunque 
afecte en diverso grado a los diversos núcleos urbanos. 
Los centros históricos de las grandes ciudades se 
abandonan socialmente y reducen su actividad, des-
plazándose las funciones urbanas a los nuevos ensan-
ches -más amplios, cómodos y adecuados para su 
desarrollo- en los que acabarán instalándose también 
las clases altas de la población. 
Los de las ciudades medianas -cabezas comarca-
les- se trasformaron sustituyendo manzanas de casas 
enteras e incluso variando los antiguos trazados que 
permanecían desde la Baja Edad Media. 
Las villas de pequeño tamaño -que sólo en el 
momento de su fundación pudieron considerarse 
urbanas- reforzaron su carácter rural, permaneciendo 
integradas en el campo. 
Al conjunto de transformaciones descrito -que no 
fue ni homogéneo ni sincrónico- se superpuso el cre-
cimiento descontrolado que, afectando fundamental-
mente a la periferia de los municipios, caracterizó el 
caótico desarrollismo de los años sesenta. 
Esta larga evolución histórica culmina, a comien-
zos de la década de los ochenta, con la toma de con-
ciencia general sobre el grave deterioro que presenta-
ban los cascos históricos y con la puesta en marcha, 
por parte de las instituciones, de diversos programas 
orientados a la restauración, rehabilitación y recupe-
ración de los mismos. La redacción de los diversos 
Planes Especiales, sin embargo, descubrió pronto la 
aparente contradicción existente entre el manteni-
miento de las tipologías históricas de estos viejos 
enclaves y las nuevas estrategias propuestas para 
dinamizarlos económica y socialmente. 
Con ánimo de superar esta dificultad, han venido 
articulándose diversas iniciativas -con la colabora-
ción entre las administraciones y profesionales-, y se 
ha procedido a efectuar algunas actuaciones arqueo-
lógicas que describiremos en la última parte del artí-
culo y que han permitido identificar algunos marca-
dores significativos sobre la permanencia o ausencia 
de los elementos del pasado en la trama urbana 
actual. Como punto de partida, en efecto, era funda-
mental que conociéramos las especificidades de nues-
tros viejos solares históricos. Se hacía necesario 
determinar -en expresiones usadas por M.O.H. Car-
ver- tanto el origen en el tiempo y la densidad de los 
contextos estratigráficos, como el grado de conserva-
ción de los mismos. 
El urbanismo histórico europeo se caracterizaba, 
en gran medida, por la reutilización constante de los 
espacios y por el origen antiguo -frecuentemente 
romano- del trazado urbano (J. Chapelot, 1990). 
Pronto iba a advertirse, sin embargo, que la situación 
de las villas y ciudades vascas resultaba muy distinta. 
La larga presión demográfica durante más de seis-
cientos años sobre núcleos que raramente superan las 
4 Ha. de superficie5, alteró profundamente la calidad 
de los estratos desde antiguo. No son raras, por ejem-
plo, las referencias documentales a nuevas edifica-
ciones proyectadas en el Bilbao del siglo XVI en las 
que se recoge la necesidad de limpiar los escombros 
de un solar hasta los cimientos antes de proceder a la 
nueva construcción, por lo que difícilmente encontra-
remos una larga y continuada sucesión de estratos 
históricos. En algunas villas vascas se prefirió -y la 
Vitoria -la fundación más extensa de la C.A.P. V.- dispuso de 20 
Ha, de superficie intramuros, seguida de Bermeo y Laguardia 
que apenas superan las 7 Ha. Si estas cifras se comparan con las 
480 Ha. que tenía Florencia en la misma época o con las 360 de 
Brujas, ciudad con la que Bilbao tuvo continuas relaciones 
comerciales se comprenderá el alcance cuantitativo del fenóme-
no urbano vasco. (B. Arizaga, 1990). 
148 A. AZKARATE GARAI-OLAUN - l. GARCIA CAMINO 
arqueología lo está demostrando- la sustitución a la 
reutilización.Es cierto que los "ordenadores urba-
nos" -trazados de los viales, manzanas, perímetro de 
la muralla, etc.- se mantienen, pero las modificacio-
nes afectaron incluso a las viejas parcelaciones origi-
nales. Resulta significativo a este respecto, por ejem-
plo, que la hipótesis sobre la pervivencia del denomi-
nado "solar gótico" en el entramado urbano haya sido 
puesta en cuestión desde diversos frentes6• 
Muchas de las villas vizcaínas y guipuzcoanas 
parecen de nueva planta y su origen raramente 
remonta a época romana7 , lo que, junto a las circuns-
tancias de conservación ya descritas, hace que la acti-
vidad arqueológica en contextos urbanos pueda pare-
cer -a algunos arqueólogos- escasamente gratifican-
te. Considerando que los marcadores arriba expuestos 
-alto nivel de destrucciones físicas y escasa densidad 
de contextos estratigráficos- tienen, además, su refle-
jo en la calidad y conservación del registro arqueoló-
gico, se comprenderá claramente que las técnicas tra-
dicionales de la arqueología -basadas esencialmente 
en la excavación- no generen demasiadas expectati-
vas respecto a la comprensión y valoración del fenó-
meno urbano. Es por ello por lo que, tras los resulta-
dos de las primeras intervenciones, se creyó necesa-
rio potenciar la elaboración de otros instrumentos de 
análisis arqueológico. 
2.2. INSTRUMENTOS de planificación: La elabo-
ración progresiva de los documentos de evalua-
ción del Patrimonio Urbano en la Comunidad 
Autónoma Vasca 
A lo largo de los últimos diez años -y al amparo 
del marco legal vigente8- se han venido desarrollan-
B. Arizaga, 1990; l. García Camino, 1992/93. Los resultados de 
algunas intervenciones arqueológicas realizadas en Bilbao y la 
observación del parcelario actual muestran las continuas varia-
ciones en las dimensiones de los solares. Este fenómeno se apre-
cia especialmente en aquellos núcleos que no llegaron a prospe-
rar como centros de dominio, control y organización del entorno, 
quedando reducidos a entidades de población inmersas en el 
mundo rural. El caso vizcaíno de Rigoitia es, en este sentido, 
paradigmático (DEIKER [J.A. Barrio dir], 1990) 
La ocupación antigua de Lekeitio -uno de los pocos lugares 
urbanos donde se han documentado niveles de época romana-
concluye en el siglo V (B. Bengoetxea, S. Cajigas, l. Pereda, 
1995), y ese espacio no vuelve a reutilizarse hasta los siglos XII 
o XIII, cuando en el entorno se dieron las condiciones precisas 
para el desarrollo de la vida urbana, lo que supone la existencia 
previa de un territorio organizado y productor de excedentes eco-
nómicos generados por la explotación agropecuaria. 
La ley de Patrimonio Cultural Vasco, la ley del Suelo, la ley de 
la Reserva de la Biosfera del Urdaibai, los planes rectores de uso 
y gestión de parques naturales, los decretos por los que se califi-
can o inventarian los bienes culturales y las Directrices de orde-
nación del territorio ordenan o recomiendan, según su rango, rea-
do en la C.A.P.V. algunos instrumentos que están 
contribuyendo a la definición del proyecto de arque-
ología urbana entendido como la planificación del 
estudio histórico de la ciudad y concebido tanto para 
revalorizar restos olvidados de especial contenido 
simbólico, como para comprender el diálogo que his-
tóricamente ha entablado la ciudad con el campo y, en 
definitiva, descodificar la compleja lectura de los 
núcleos habitados. Son tres los instrumentos puestos 
en práctica: los dos primeros, inventarios y estudios 
histórico-arqueológicos, conforman un ambicioso 
proyecto de evaluación del patrimonio, a ejecutar a 
medio plazo. El tercero, los proyectos puntuales de 
intervenciones arqueológicas, tratan de constituir una 
respuesta controlada a la ineludible necesidad de 
documentar las partes del entramado urbano que van 
a ser alteradas por circunstancias derivadas de la pre-
sión inmobiliaria o de un planeamiento deficiente de 
los usos del suelo. Los resultados obtenidos en este 
tercer tipo de intervenciones están sirviendo, además, 
para completar una información que revierte en los 
documentos de evaluación en curso. 
A.- Los Inventarios: Nivel básico de evaluación 
Los trabajos se iniciaron a fines de la década pasa-
da ante la confluencia de dos tipos de intereses9 : por 
una parte, la obligación de la administración -en este 
caso la del Departamento de Cultura del Gobierno 
Vasco- de disponer de un instrumento de gestión del 
patrimonio cultural; y por otra, la necesidad de dotar 
a los arqueólogos de un marco que diera sentido a 
unas actuaciones que, de otro modo, quedaban des-
contextualizadas y estériles1º. Se trataba, en suma, de 
10 
!izar el análisis y diagnóstico de los cascos históricos, de su edi-
ficación, de su infraestructura, de sus recursos culturales y de sus 
interrelaciones funcionales, morfológicas y estructurales con el 
territorio, al objeto de establecer un programa de actuaciones a 
corto y medio plazo. 
Debido a esta dualidad de intereses, ha habido quienes han pre-
tendido distinguir entre inventarios de gestión y de investigación 
o cartas arqueológicas (M. A. Querol, 1992). Desde su inicio se 
rechazó esta posibilidad puesto que no comprendíamos la forma 
de otorgar un grado de protección a una ciudad, a un sector de la 
misma o a un monumento sin evaluar su importancia histórica o 
su aportación al conocimiento de la evolución urbana del territo-
rio. Por ello, creímos más conveniente plantear el inventario a 
diversos niveles que, sucediéndose en el tiempo van acumulando 
e interpretando la información disponible a medida que las inves-
tigaciones se desarrollan en profundidad. Bajo esta óptica el 
inventario se presenta como un producto en continúa renovación 
y ampliación. 
En otras ocasiones (l. García Camino, 1988; 1992-93) indicába-
mos cómo los resultados de las primeras intervenciones urbanas 
que realizamos en Bilbao en 1985, nos parecieron frustrantes y no 
tanto por la calidad de los materiales exhumados -escasamente 
espectaculares, por cierto- o por las dificultades a las que tuvimos 
que enfrentamos al abordar por vez primera la excavación de un 
núcleo habitado, sino porque nuestros resultados carecieron de 
LA CIUDAD, DOCUMENTO HISTORICO: REFLEXIONES SOBRE LA PRACTICA DE LA ARQUEOLOGIA URBANA 149 
definir los principales elementos que configuraron el 
tejido urbano del núcleo habitado, recogiendo tam-
bién aquellos otros que fueron organizando su territo-
rio. 
Para realizar este primer documento básico de 
evaluación del patrimonio urbano, se procedió a la 
revisión exhaustiva de la bibliografía sobre la evolu-
ción de la villa, cotejando luego los datos obtenidos 
con la planimetría actual. Los resultados se materiali-
zaron en un plano escala 1/1000, definiendo, por una 
parte, el área susceptible de ser analizada con meto-
dología arqueológica; por otra, el trazado de la mura-
lla, indicando los lienzos conservados y los lugares 
por donde hipotéticamente debía discurrir; en tercer 
lugar, los elementos que destacaban en el entramado 
urbano por ser centros de poder religioso, civil o eco-
nómico -torres, palacios, iglesias, fraguas, talleres 
artesanales, alhóndigas, etc.- haciendo especial refe-
rencia a su cronología, dado que su presencia ha con-
dicionado la configuración urbanística actual; y, 
finalmente, aquellas zonas de la ciudad que -pese a 
haber estado ocupada en épocas históricas- carecían 
actualmente de interés al haber sido vaciadas de con-
tenido por circunstancias diversas 11 • 
Los elementos identificados fueron valorados en 
una ficha escrita, incidiendo en las posibilidades de 
investigación arqueológica que ofrecen y en su apor-
tación al conocimiento del urbanismo histórico en 
función de los datos disponibles, de su conservación, 
de su interrelación con otros elementos significativos 
y de su contextualización en la formación del tejido 
urbano. En definitiva, aunque someramente, se pre-
tendía conocer los elementos básicos de un núcleo 
habitado para procedera su protección. Pero, además, 
y puesto que el nacimiento urbano no pudo materiali-
zarse -ni puede concebirse- sin la existencia previa 
de un territorio cuya formación histórica remonta a 
épocas antiguas se procuró también caracterizar el 
entorno registrando las huellas de los asentamientos 
preurbanos e incluso la de aquellos vinculados, pos-
teriormente, a la villa. 
Concluido el Inventario se dispone en la actuali-
dad de un primer diagnóstico de los casi 300 munici-
pios de C.A.P.V., incluidos los 69 cascos fundados en 
la Edad Media, lo que nos permite reconocer algunas 
de sus características relevantes a través de sus signos 
externos y responder, al menos parcialmente, a los 
repercusión al no estar integrados en un proyecto de investiga-
ción urbana. 
En la elaboración del inventario -realizado entre los años 1989 y 
1995- participó un amplio equipo compuesto, en algunos territo-
rios, por casi 20 personas, entre las que se encontraban arqueólo-
gos con experiencia en el análisis de períodos diferentes, histo-
riadores de arte, documentalistas y delineantes. 
problemas planteados por la presión urbana, como se 
verá en el último apartado de este artículo. 
B. Los estudios histórico-arqueológicos de las 
villas: Segundo nivel de evaluación 
Al objeto de integrar en los Planes de Ordenación 
Urbana (Planes Especiales de Rehabilitación Integra-
da, Normas Subsidiarias de Planeamiento, Planes 
Generales ... ) el régimen de protección de los Bienes 
Culturales, el Departamento de Cultura del Gobierno 
Vasco ha iniciado un segundo nivel de profundiza-
ción en el inventario mediante "estudios histórico-
arqueológicos" de las 69 villas de fundación medie-
val. 
El nivel básico al que nos referíamos en el capítu-
lo anterior era útil como primer instrumento de plani-
ficación, pero resultaba insuficiente para su incorpo-
ración a los Planes de Ordenación Urbana, más exi-
gentes y exhaustivos en la información que requieren 
sobre la evolución histórica de la villa y su realidad 
arqueológica. Los objetivos, por tanto, de este segun-
do nivel de evaluación son mucho más precisos y 
específicos: ya no se trata de recoger los principales 
elementos de un núcleo habitado, sino de determinar 
-al modo de los Documents d' évaluation franceses-
las variaciones en el tiempo de su tejido urbano, esto 
es su evolución diacrónica; analizar en detalle los ele-
mentos pertenecientes a cada período y diagnosticar 
la calidad de los elementos patrimoniales conserva-
dos. Se trata, en definitiva, de confrontar las previ-
siones científicas, es decir, las expectativas que gene-
ran los análisis bibliográfico, archivístico, arqueoló-
gico, topográfico, cartográfico o de cualquier otro 
tipo, con el registro real de destrucciones en un 
núcleo urbano concreto. En otras palabras, de definir 
la calidad de su registro arqueológico. Para ello 
resultan sumamente provechosos los datos proceden-
tes de observaciones de tipo puntual --ejecución de 
cualquier obra, sondeos y prospecciones geofísicas 
efectuadas con fines distintos a los arqueológicos, 
informes de antiguas excavaciones-. Pero es la actua-
ción programada la que mayores resultados ofrece. 
Una actuación que pasa por el reconocimiento siste-
mático del patrimonio edificado -con la incorpora-
ción metodológica del análisis estratigráfico al que 
nos referíamos en la primera parte del artículo- y por 
la ejecución de sondeos estratigráficos distribuidos 
estratégicamente en función de los problemas históri-
cos que previamente se han planteado. 
Estas intervenciones programadas constituyen el 
punto fundamental de todo el proceso, puesto que 
permiten registrar tanto la densidad del patrimonio 
arqueológico como su estado real de conservación. 
Todo ello posibilitará la planificación de futuras 
investigaciones, evitará la ejecución de excavaciones 
innecesarias y contribuirá a la protección de nuestros 
150 A. AZKARATE GARAI-OLAUN - I. GARCIA CAMINO 
centros históricos, mediante su incorporación al Pla-
neamiento Urbano12 • Este proceso, pese al avance de 
los últimos años, no ha hecho más que comenzar. De 
los sesenta y nueve centros históricos, diez y ocho 
están siendo objeto de este tipo de estudios13 y la 
labor realizada ha sido ciertamente intensa14 • Se han 
observado, sin embargo, algunas deficiencias en el 
tratamiento, presentación e interpretación de la infor-
mación que, evidentemente, han condicionado los 
resultados globales y la utilidad de los estudios, y que 
habrán de ser corregidas de inmediato al objeto de 
alcanzar un nivel óptimo de rendimiento. 
Hay que reconocer, en primer lugar, que la calidad 
de las investigaciones ha sido muy desigual. Frente a 
trabajos exhaustivos, totalmente implicados en la pla-
nificación urbana y en la protección y valoración del 
Patrimonio, otros se han limitado a recopilar textos, 
materiales y datos de diversa procedencia, reprodu-
ciendo mecánicamente las directrices de la adminis-
tración que no eran más que un índice orientativo de 
las labores técnicas a realizar. 
En otras ocasiones la diversa formación de los 
equipos ha generado desequilibrios en la recopilación 
de los datos al recibir prioridad en ciertos trabajos 
algunas cuestiones que, sin embargo, fueron relega-
das en otros15 • En algún caso se obtiene incluso la 
12 
13 
14 
15 
La programación sistemática de sondeos en Bermeo (D. Gil, A. 
Llamosas, 1996, inédito.), por ejemplo, permitieron definir la 
escasa calidad de los depósitos arqueológicos, pese a que en la 
Edad Media fuera el centro urbano más importante de Bizkaia y 
a que existieran algunos indicios sobre su pasado romano. Tam-
bién mediante un programa de sondeos se ha podido documentar 
que es en la zona baja de Bilbao -en tomo a Barrenkale- donde 
mejor está representada la secuencia del Casco Viejo. En Lekei-
tio confirmaron que las nivelaciones de la Edad Moderna habían 
arrasado prácticamente los depósitos estratigráficos medievales, 
aunque conserve todavía algunos lienzos de muralla necesitados 
de una lectura estratigráfica. 
Bien acogiéndose a los Planes de Ayudas del Gobierno Vasco 
para la redacción y modificación del Planeamiento Urbanístico 
que afecta a los Bienes Culturales (Salvatierra, Antoñana, Santa 
Cruz de Campezo y Labastida en Alava; Durango, Lekeitio, Ber-
meo, Elorrio y Bilbao en Bizkaia y Hondarribia, Donostia y 
Elgoibar en Gipuzkoa) o bien impulsados a instancias de los 
Ayuntamientos, de las Diputaciones afectadas o de las Socieda-
des Urbanísticas de Rehabilitación de los cascos históricos (Sali-
nas de Leniz, Mondragón, Bergara, Elgeta e Irún en Gipuzkoa y 
Alegría-Dulantzi en Alava). 
La información recopilada se cartografió en diversos planos que, 
a modo de síntesis, muestran la fisonomía de la ciudad en sus 
principales fases de desarrollo histórico, los sectores que han 
sido objeto de intervenciones arqueológicas o que conservan ele-
mentos significativos para su comprensión, las áreas que carecen 
de interés al haber estado sometidas a una fuerte presión y, final-
mente, las propuestas de actuación reflejadas en el parcelario 
actual. 
Algunos grupos, por ejemplo, han centrado sus documentos de 
evaluación en el análisis estratigráfico de las murallas medieva-
les, otros han preferido profundizar en la información que se des-
prende de la documentación escrita y ha habido, finalmente, 
impresión de que el avance con respecto al nivel bási-
co de inventariado no ha sido el esperado, al no refle-
jarse nítidamente en las conclusiones el carácter dia-
crónico del fenómeno urbano. Como consecuencia se 
ha otorgado la misma valoración y el mismo grado de 
protección a los distintos elementos patrimoniales y a 
los distintos depósitos arqueológicos, proponiendo su 
conservación en el estado actual y condicionando 
cualquier otra utilización del suelo que ocupan a una 
excavación previa que libere de contenido arqueoló-
gico el lugar de referencia. 
Resulta evidente que planteamientos como los 
descritos poco aportan acualquier intento de ordena-
ción urbana, por lo que alguno de estos documentos 
de evaluación no terminan siendo sino simples ane-
xos yuxtapuestos a las directrices del Planeamiento, 
sin incidencia alguna en las mismas. Se produce, en 
consecuencia, una fisura en la transmisión de la infor-
mación entre los arqueólogos y los agentes implica-
dos en la planificación; fisura que se amplia por la 
incomprensión que, en ocasiones, muestran estos últi-
mos para captar la complejidad y riqueza del fenó-
meno urbano. 
Para superar este problema se está estudiando la 
necesidad de establecer, como guía para la redacción 
de estos trabajos, unos criterios mucho más rigurosos 
que ayuden a homogeneizar los resultados tanto en lo 
que respecta a sus contenidos como a la presentación 
de los mismos. Sería también sumamente deseable 
que la coordinación de los estudios no recayera 
exclusivamente en los arqueólogos de la administra-
ción, sino en un consejo asesor compuesto tanto por 
estos como por otros interlocutores ya sean arqueólo-
gos, arquitectos, urbanistas o gestores. 
C. Los proyectos puntuales de intervenciones 
arqueológicas 
Los centros históricos de nuestras ciudades, sin 
embargo, siguen su curso y no pueden esperar a que 
un proyecto como el descrito finalice en un plazo 
todavía no determinado. Ante la necesidad de res-
ponder a los problemas planteados en el quehacer 
cotidiano y regular las intervenciones arqueológicas 
que, inevitablemente, van a tener que efectuarse 
entretanto, se está proponiendo la necesidad de exigir 
en cada actuación un proyecto arqueológico que se 
ajuste, al menos, a los siguientes criterios: a) Contex-
tualización bistórica del sector urbano en el que se va 
a intervenir, al considerar que la arqueología consti-
tuye siempre un método de investigación del pasado. 
b) Diagnóstico de su secuencia diacrónica y de su 
potencial arqueológico. c) Estrategia de intervención 
quienes han orientado sus esfuerzos básicamente al estudio del 
contenido arqueológico de los recintos. 
LA CIUDAD, DOCUMENTO HISTORICO: REFLEXIONES SOBRE LA PRACTICA DE LA ARQUEOLOGIA URBANA 151 
derivada de la evaluación efectuada en el punto ante-
rior y basada en el registro estratigráfico referido tan-
to al subsuelo como al patrimonio edificado. d) Aná-
lisis de los resultados y contextualización de los datos 
arqueológicos en una propuesta de carácter histórico. 
e) Difusión de los mismos a través de publicaciones 
y propuesta de integración de los restos en su contex-
to urbano. 
Estos proyectos -como hemos señalado más arri-
ba- han permitido ampliar, por una parte, el conoci-
miento disponible sobre el urbanismo histórico 16, 
cuestionar, por otra, algunas hipótesis que parecían 
sólidamente asentadas en la historiografía17 y desarro-
llar, finalmente, experiencias metodológicas de indu-
dable interés18 • 
La realidad, sin embargo, no siempre es así y, en 
ocasiones, la contextualización histórica debe hacer-
se en poco tiempo y con escasos instrumentos; la eva-
luación preceptiva resulta de difícil ejecución por la 
ausencia de estudios previos; los análisis efectuados 
no siempre son homogéneos, priorizando los de tipo 
estratigráfico y olvidando el estudio pormenorizado 
de los materiales exhumados; los resultados no se 
difunden, acentuando la "privatización" de unas 
intervenciones en las que domina un individualismo 
incapaz de comprender que cada sector, cada solar en 
el que se interviene no es una unidad susceptible de 
ser analizada al margen del marco espacial y tempo-
ral en el que se halla inmerso. Todo se agrava, en fin, 
por la ausencia de un Plan Integral de Intervenciones 
que impide desarrollar coherentemente programas de 
financiación, quedando ésta en manos de los particu-
lares que pueden, en consecuencia, elegir libremente 
al profesional que "libere" cuanto antes el solar en 
16 
17 
18 
El origen romano de algunas villas costeras de Bizkaia- entre las 
que el caso de Lekeitio resulta paradigmático (B.Bengoetxea, S. 
Cajigas, I. Pereda, 1995)- era desconocido hasta que no se reali-
zaron las primeras intervenciones arqueológicas. De hecho algu-
nos "documentalistas" consideraron, sin criterio alguno, que el 
pretender remontar la antigüedad de Lekeitio más allá del siglo 
XIII era una "falacia" (J. Enríquez; E. Sesmero, en AA.VV. 
1992b) 
La pervivencia del solar gótico en el entramado actual o la pre-
tendida homogeneidad y regularidad de la urbanística medieval 
son algunas de estas cuestiones (l. García Camino, e.p.) 
El País Vasco, y más en concreto el territorio alavés, está en lo 
relativo a la arqueología de la arquitectura a la cabeza de las 
experiencias estatales. Tras su aplicación en iglesias como San 
Pedro de Quilchano, San Román de Tabillas o Andra Mari de 
Ulibarri-Ganboa y en puentes como Bitorika, Katuja, Gardea o 
Berguenda, se está utilizando también en ámbitos urbanos. En 
este sentido, puede mencionarse, a modo de éjemplo, el análisis 
estratigráfico (A. Fdez. de Jáuregui, 1996, inédito), integrado en 
el proyecto de restauración de las murallas de Laguardia llevado 
a cabo por la arquitecta Mª Paz Larrumbide o el importante Plan 
Director de la catedral de Santa María de Vitoria (A. Azkarate, en 
prensa). 
cuestión de ese contenido arqueológico a veces tan 
molesto. 
Es por ello por lo que, desde la administración, se 
están tomando algunas medidas que corrijan el pano-
rama expuesto. Bizkaia, por ejemplo, dispone de una 
Normativa Foral en la que se establecen los criterios 
para el desarrollo, ejecución y promoción de las acti-
vidades arqueológicas. En ella se regulan las caracte-
rísticas de los proyectos, la experiencia que debe 
acreditar la dirección de los trabajos, la presentación 
de los resultados y la constitución de un Archivo 
Arqueológico concebido como centro de documenta-
ción público. Se pretende, con ello, que cada informe 
se convierta en un documento para la elaboración his-
tórica y no en un mero trámite administrativo. El éxi-
to del archivo y la utilidad de todas estas intervencio-
nes exige evidentemente un cambio de mentalidad, 
un cambio por el que la investigación arqueológica 
deje de ser un bien privado, una experiencia particu-
lar y se convierta en un bien colectivo cuyo disfrute y 
aprovechamiento revierta en todos. 
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154 
D Sotanas 
8jj Solares sin interés arqueológico 
CD Elemento de interés arqueológico 
FIGURA l. Bilbao, [6,07 Ha.]. 
A. AZKARATE GARAl-OLAUN - I. GARCIA CAMINO 
Bilbao:Elementos de Interés Arqueológico. 
Programa de Arqueología de Intervención 
Fecha: 18/6/91. 
• Solares vacíos 
-- Restos de muralla 
D Solares excavados 
- - - - Trazado hipotético de la muralla 
Fue fundado en 1300 por D. Diego López de Haro, con el objeto de fortalecer las actividades económicas que se desarrollaran en la ría. Organi-
za su trazado en siete calles paralelas atravesadas por estrechos cantones que responden a un único proyecto urbanístico definido por una mura-
lla de piedra. La regularidad del espacio intramuros sólo se ve rota por la iglesia de Santiago en cuya plazuela se celebraba el mercadosemanal, 
antes de su traslado a la Ribera, aprovechando las ventajas que proporcionaba el puerto interior. La documentación arqueológica disponible pare-
ce indicar que, a diferencia de otras villas vizcaínas, existió una división de funciones en los distintos espacios urbanos (I. García Camino, 
1992/93), según se desprende de la aparición de diversas fraguas y hornos bajos en las excavaciones realizadas en las manzanas definidas por las 
calles Artekale y Somera. 
• 
LA CIUDAD, DOCUMENTO HISTORICO: REFLEXIONES SOBRE LA PRACTICA DE LA ARQUEOLOGIA URBANA 
Durango: Elementos de Interés Arqueológico 
Programa de Arqueologia de Intervención 
Fecha: 08/06/91 
Area de interés primario (núcleo medieval) 
Solares vacíos 
Edificios de nueva construcción 
CD Elemento de interés arqueológico 
FIGURA 2. Durango, [5,01 Ha.]. 
155 
Fue fundado hacia 1276, a fin de fortalecer un nudo comercial. Se articulaba en tres calles que confluyen en sendas iglesias (Santa María y Santa 
Ana). Con anterioridad a 1483 el recinto original se quedó pequeño produciéndose un ensanche consistente en la apertura de una nueva calle (Kale-
barria) que, a su vez, se integró dentro del espacio intramuros al ser rodeada por una nueva muralla. La presión demográfica del siglo XVI propi-
ció la creación de otros ensanches organizados entorno a las principales vías de comunicación y asiento de fundaciones monásticas e instalaciones 
industriales. El bombardeo de la Guerra Civil y el desarrollismo de los años 60 ha alterado en profundidad amplias zonas de la villa. (B. Bengoe-
txea; S. Cajigas, 1995). 
156 
O Solares de reciente construcción 
lll Solares vacios 
CD Elemento de interés arqueológico 
FIGURA 3. Salinas de Leniz, [l Ha.]. 
A. AZKARATE GARAI-OLAUN - I. GARCIA CAMINO 
Salinas de Leniz: Elementos de Interés Arqueológico 
Programa de Arqueología de Intervención 
Fecha: 30/04/95 
• • • • • Trazado hipotético de manzanas de casas desaparecidas 
- - - - - Trazado hipotético de la muralla. 
Villa de realengo fundada en 1331 por Alfonso XI, en una zona montañosa de compleja orografía, en la cabecera del valle del Deba. Su funda-
ción atrajo a la población del entorno asentada en un cerro cercano presidido por un pequeño templo que más tarde se convertiría en el actual San-
tuario de Nuestra Señora de Dorleta. La existencia de salinas, utilizadas al menos desde el siglo IV, y de una importante ruta que comunicaba la 
Llanada alavesa y los puertos del Cantábrico fueron los motores de su crecimiento. El plano urbano se organiza en tres calles paralelas que han 
sufrido diversas alteraciones históricas, entre las que el cambio de posición de la iglesia y la desaparición de la.5 manzanas orientales por corri-
mientos de tierra, son las más significativas (M. Urteaga, 1994.). 
CD 
LA CIUDAD, DOCUMENTO lllSTORICO: REFLEXIONES SOBRE LA PRACTICA DE LA ARQUEOLOGIA URBANA 
Donostia-San Sebastian: Elementos de Interés Arqueológico 
Programa de Arqueología de Intervención. 
Fecha: 19/10/95 
Trazado hipotético de la muralla medieval 
Trazado ae la muralla moderna según documentación. 
Elemento de ineterés arqueológico 
-- Trazado de la muralla moderna según datos arqueológicos 
~ Parcelación anterior al siglo XIX. 
FIGURA 4. San Sebastián, [6,4 Ha]. 
157 
Fundada hacia ll80 por el rey navarro Sancho el Sabio es una de las villas más trasformadas de la C.A.P.V. Su trazado medieval no debió pre-
sentar la regularidad que adquirió tras el incendio de 1489, pese a lo que el espacio construido --envuelto por una cerca de piedra desde el siglo 
XIII- no se amplia hasta el siglo XVI, en el que una muralla compleja, adaptada a las necesidades militares del renacimiento, fortifica un nuevo 
recinto. Este esquema urbanístico se mantiene hasta el siglo XIX, cuando el arquitecto ilµstrado P.M. Ugartemendia proyecta íntegramente una 
nueva ciudad conformando el trazado que hoy en día puede verse. (M.M. López Colom, 1994) 
158 
Solares vacíos 
A. AZKARATE GARAI-OLAUN - l. GARCIA CAMINO 
Vitoria-Gasteiz: Elementos de Interés Arqueológico 
Programa de Arqueología de Intervención. 
Fecha: 23/07/93 
Trazado hipotético de la muralla 
Delimitación del área de la judería 
O Edificios sin interés arqueológico 
Restos de muralla 
CD Elemento de interés arqueológico 
FIGURA 5. Vitoria, [20,7 Ha.]. 
Fue fundada en 1181 por el rey navarro Sancho el Sabio, sobre la aldea de Gasteiz -de la que apenas quedan testimonios- al objeto de defender 
la frontera del viejo reino. En la zona más alta de la colina se trazaron tres calles que confluyen en las iglesias de Santa María y San Vicente. El 
conjunto fue rodeado por una cerca abierta al exterior a través de seis portales que enlazan con las principales vías de comunicación. En 1200 la 
villa dejó de ser dominio navarro incorporándose a la corona de Castilla. Alfonso VIII inicio, entonces, una nueva fase expansiva que afectó a la 
ladera oriental del cabezo, trazando tres nuevas calles paralelas a las primitivas. Más tarde, en 1256, Alfonso X propiciara el ensanche definitivo 
por el costado Este, siguiendo un esquema idéntico al anterior. Quedó así configurado el plano de Vitoria que no se vio alterado hasta finales del 
siglo XVIII en el que se emprenden las reformas ilustradas tendentes a conectar la ciudad medieval con la nueva. En sus iglesias, conventos, pala-
cios y casas todavía se observan lienzos y estructuras de edificaciones históricas que requieren ser documentadas arqueológicamente. 
LA CIUDAD, DOCUMENTO HISTORICO: REFLEXIONES SOBRE LA PRACTICA DE LA ARQUEOLOGIA URBANA 
• Solares vacíos 
Trazado de la muralla conservada 
FIGURA 6. Laguardia, [7,4 Ha.]. 
Laguardia: Elementos de Interés Arqueológico 
Programa de Arqueología de Intervención. 
Fecha: 23/07/93 
O Edificios sin interés arqueológico 
Trazado hipotético de la muralla <D Elemento de ineterés arqueológico 
159 
El 25 de Mayo de 1164 Sancho VI el Sabio otorgó Carta Puebla a un pequeño núcleo habitado --organizado alrededor de un castillo- elevándole 
a la categoría jurídica de villa y concediéndole privilegios comerciales. Algunos años más tarde Sancho VII el Fuerte fortifica la puebla rodeán-
dola de una muralla coronada de almenas y protegida por torreones cuadrangulares. El recinto creado siguió un plan urbano regular que se ha con-
servado hasta la actualidad. La presión demográfica y la dedicación económica de sus habitantes. basada en el cultivo de la vid y en la elabora-
ción del vino, impulsó a efectuar continuas reutilizaciones de la edificación -lo que se detecta especialmente en la muralla y en la apertura de 
bodegas en el subsuelo- (F. Martínez de Salinas, 1991). Circunstancias estas que están determinando la calidad del patrimonio arqueológico y, en 
consecuencia, la estrategia de las intervenciones. 
160 A. AZKARATE GARAl-OLAUN - l. GARClA CAMINO 
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FIGURA 7. Aplicación del análisis estratigráfico en las construcciones históricas: Iglesia de San RomlÍn de Tobilla.s (Alava). 
Considerada románica, tras un análisis pormenoritado desveló la existencia de dos importantes fases prerrománicus que habí:in pasado desaper-
cibidas (A. Azkarate, 1995). En la figura se observan de fonna sintética las tres fases fundamentales del trabajo. 
11 Fase: Documentación exhaustiva de la fábrica del templo mediante la fotogrametrla analítica informatizada y el vaciado sistemático de todas 
las referencias bibliográficas y documentales. (altomedievales, Libros de fábrica. Libros de mayormeria, etc ... ) 
21 fase: Análisis estratigráfico del edificio, con la identificación e individualización de las distintas Unidades Constructivas presentesen su fábri-
ca (cada una de ellas con su numeración correspondiente y ficha analítica,) y establecimiento de h1s relaciones estratigráficas existentes entre ellas. 
3° fase: Presentación de los resulllldos a través de un diagrama final periodizado en el que la diacronía del edificio queda perfectamente refleja-
da. (A.Azkarate, A. Fdez de Jáuregui, J. Núñez, 1995). 
I..A CIUDAD. DOCUMENTO HISTORICO: REFLEXlONES SOBRE LA PRACTICA DE I..A ARQUEOLOGIA URBANA 161 
MURALLA LAGUARDIA ZONA FRONTON ESCALA 1:50 
FIGURA 8. Murallas de Laguardia (Alava). El último estudio en el que se está aplicnndo e l método estrotígr.í.fico en Ja lectura de \ns construc-
c iones históricas esul siendo realizado en la muraUa de Laguardia (A. Femández de Jáuregui, 1996), constituyendo la fase documental y previa 
del proyecto de restauración del monumento dirigido por M" Paz Larrambide. La intervención está pcnnitiendo identificur las distintas fábricas y 
la evolución diacrónica de este elemento de origen medieval. 
	AURKIBIDEA-SUMARIO
	ENTERRAMIENTOS EN IGLESIAS DE BIZKAIA.Las necrópolis interiores de Santo Tomás Apóstol (Arrázua), Santa María de ldibaltzaga (Errigoiti), Santa María de Uríbarri (Durango ), San Agustín de Etxebarria, San Martín de Arteaga (Zamudio), Santa María (Güeñes),San Pedro de Romaña (Trucíos) por C. de la Rúa , M. D. del Monte y J. Orúe
	LAS NECRÓPOLIS MEDIEVALES CRISTIANAS EN LA COMARCA MIRANDESA (BURGOS) por Jacinto Campillo Cueva
	LA CIUDAD, DOCUMENTO HISTÓRICO:REFLEXIONES SOBRE LA PRACTICA DE LA ARQUEOLOGÍA URBANA EN LA COMUNIDAD AUTONOMA DEL PAÍS VASCO por A. Azkarate Garai-Olaun e I. García Camino
	PROCESOS DE CONSERVACION SOBRE MONUMENTARIA DOLMENICA DE MONTANA EN RELACIONA SU ENTORNONATURAL por Femando Baseta

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