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Características típicas de mujeres que aman demasiado:
1. Típicamente, usted proviene de un hogar disfuncional que no satisfizo sus necesidades emocionales.
2. Habiendo recibido poco afecto, usted trata de compensar indirectamente esa necesidad insatisfecha proporcionando afecto, en especial a hombres que parecen, de alguna manera, necesitados.
3. Debido a que usted nunca pudo convertir a su(s) progenitor(es) en los seres atentos y cariñosos que usted ansiaba, reacciona profundamente ante la clase de hombres emocionalmente inaccesibles a quienes puede volver a intentar cambiar, por medio de su amor.
4. Como le aterra que la abandonen, hace cualquier cosa para evitar que una relación se disuelva.
5. Casi ninguna cosa es demasiado problemática, tarda demasiado tiempo o es demasiado costosa si "ayuda" al hombre con quien usted está involucrada.
6. Acostumbrada a la falta de amor en las relaciones personales, usted está dispuesta a esperar, conservar esperanzas y esforzarse más para complacer.
7. Está dispuesta a aceptar mucho más del cincuenta por ciento de la responsabilidad, la culpa y los reproches en cualquier relación.
8. Su amor propio es críticamente bajo, y en el fondo usted no cree merecer la felicidad. En cambio, cree que debe ganarse el derecho de disfrutar de la vida.
9. Necesita con desesperación controlar a sus hombres y sus relaciones, debido a la poca seguridad que experimentó en la niñez. Disimula sus esfuerzos por controlar a la gente y las situaciones bajo la apariencia de "ser útil".
10. En una relación, está mucho más en contacto con su sueño de cómo podría ser que con la realidad de su situación.
11. Es adicta a los hombres y al dolor emocional.
12. Es probable que usted esté predispuesta emocionalmente y, a menudo, bioquímicamente, para volverse adicta a las drogas, al alcohol y/o ciertas comidas, en particular los dulces.
13. Al verse atraída hacia personas que tienen problemas por resolver, o involucrada en situaciones que son caóticas, inciertas y emocionalmente dolorosas, usted evita concentrarse en su responsabilidad para consigo misma.
14. Es probable que usted tenga una tendencia a los episodios depresivos, los cuales trata de prevenir por medio de la excitación que proporciona una relación inestable.
15. No la atraen los hombres que son amables, estables, confiables y que se interesan por usted. Estos hombres "agradables" le parecen aburridos.
Es verdad en todos nosotros que, cuando sucede algo emocionalmente doloroso y nos decimos que la culpa es nuestra, en realidad estamos diciendo que tenemos control sobre ello: si nosotros cambiamos, el dolor desaparecerá.
La gente hambrienta (Desesperadamente hambrienta de amor y aprobación, y familiarizada con el rechazo) hace malas compras.
Antes de su recuperación, una mujer que ama demasiado, por lo general:
1. Pregunta "¿Cuánto me ama (o necesita)?" y no "¿Cuánto lo quiero?"
2. La mayoría de sus interacciones sexuales con él están motivadas por "¿Cómo puedo hacer que me ame (o necesite) más?"
3. Su impulso de entregarse sexualmente a otros a quienes percibe como necesitados, puede dar como resultado una conducta que ella misma considera promiscua, pero esta apunta principalmente a la gratificación de otra persona, en lugar de a ella misma.
4. El sexo es una de las herramientas que usa para manipular o cambiar a su pareja.
5. A menudo las luchas de poder de la manipulación mutua le parecen muy excitantes. Se comporta en forma seductora para conseguir lo que quiere y se siente estupendamente cuando da resultado y muy mal cuando no es así. El hecho de no obtener lo que quiere por lo general la lleva a esforzarse más.
6. Confunde angustia, miedo y dolor con amor y excitación sexual. A la sensación de tener un nudo en el estómago la llama "amor".
7. Se excita a partir de la excitación de él. No sabe sentirse bien por sí misma; de hecho, se siente amenazada por sus propios sentimientos.
8. A menos que tenga el desafío de una relación no gratificante, se vuelve inquieta. No la atraen sexualmente los hombres con quienes no lucha. En cambio, los llama "aburridos".
9. A menudo forma equipo con un hombre de menor experiencia sexual, para poder sentirse en control.
10. Anhela la intimidad física, pero debido a que teme verse envuelta por otro y/o abrumada por su propia necesidad de afecto, sólo se siente cómoda con la distancia emocional creada y mantenida por la tensión de la relación. Se vuelve temerosa cuando un hombre está dispuesto a acompañarla emocional y sexualmente. Huye de él o bien se aleja.
Hacen falta intereses comunes, valores y objetivos comunes, y capacidad para una intimidad profunda y duradera si se desea que el encantamiento erótico inicial de una pareja a la larga se transforme en una devoción afectuosa y comprometida que soporte el paso del tiempo.
El precio que pagamos por la pasión es el miedo, y el mismo dolor y el mismo miedo que alimentan al amor apasionado también pueden destruirlo. El precio que pagamos por un compromiso estable es el aburrimiento, y la misma seguridad y la solidez que cimentan una relación así también pueden hacerla rígida y sin vida.
(...)Por otra parte, nuestra cultura otorga un viso romántico al sufrimiento por amor y a la adicción a una relación (canciones populares, ópera, literatura clásica, telenovelas...)
(...)Necesitamos desarrollar conscientemente una forma de relacionarnos con más madurez y abierta que la que parece apoyar nuestro medio cultural, para poder cambiar el torbellino y la excitación por una intimidad más profunda.
(...)Esta clase de carga - las chispas, la atracción, el impulso de estar con esa otra persona y de hacer que la relación funcione - no está presente en la misma medida en las relaciones más saludables y satisfactorias, porque no representan todas las posibilidades de saldar viejas cuentas y de prevalecer sobre lo que una vez fue abrumador. Esta emocionante posibilidad de rectificar viejos errores, de recuperar el amor perdido y de ganar una aprobación reprimida es lo que, para las mujeres que aman demasiado, constituye la atracción inconsciente que subyace al hecho de enamorarse.
(...)La ayuda es el lado soleado del control.
(...)El patrón de desarrollar relaciones en las cuales su papel es comprender, alentar y mejorar a su pareja es una fórmula muy utilizada por las mujeres que aman demasiado, y por lo general produce exactamente lo contrario al resultado esperado.
(...)"Al principio yo estaba tan vacía que sentía como si el viento me atravesara. Pero con cada decisión que tomaba por mí misma, ese vacío comenzaba a llenarse un poco más. Tenía que averiguar quién era yo, qué me gustaba y qué no, qué quería para mí y para mi vida. No podía averiguar esas cosas a menos que tuviera tiempo para mí sola, sin nadie en quien pensar y por quien preocuparme, porque cuando había otra persona cerca yo prefería dirigir su vida en lugar de vivir la mía".
(...)Para la mujer que ama demasiado, la práctica de la negación, magnánimamente expresada como "pasar por alto los defectos de él" o "mantener una actitud positiva", oculta la forma en que los defectos de él le permiten ejercer su papel deseado. Cuando el impulso de controlar se disfraza bajo la actitud de "ser útil" y "brindar apoyo", nuevamente lo que se ignora es la propia necesidad de superioridad y poder implícitos en esta clase de interacción.
Es necesario que reconozcamos que la práctica de la negación y el control, en cualquier forma que se los llame, no conduce a mejorar nuestra vida ni nuestras relaciones. Más bien, el mecanismo de la negación nos lleva a relaciones que permiten la representación compulsiva de nuestras viejas luchas, y la necesidad de controlar nos mantiene allí, tratando de cambiar a otra persona en lugar de cambiar nosotras mismas.
La verdadera aceptación de un individuo tal como es, sin tratar de cambiarlo mediante el aliento, la manipulación o la coacción, es una forma muy elevada del amor y, para la mayoría de nosotros, resulta muy difícil de practicar. En el fondo de todos nuestrosesfuerzos para cambiar a alguien hay un motivo básicamente egoísta, una creencia de que a través de ese cambio seremos felices. No hay nada malo en desear ser felices, pero colocar la fuente de esa felicidad fuera de nosotros mismos, en las manos de otra persona, significa que evitamos nuestra capacidad y nuestra responsabilidad de modificar nuestra propia vida para bien.
(...)
Para que la esposa de un adicto al trabajo esté libre para vivir una vida plena, haga lo que haga su esposo, debe llegar a creer que el problema de él no es el suyo, y que no está en su poder, ni es su deber, ni su derecho cambiarle. Debe aprender a respetar el derecho que tiene él de ser quien es, aun cuando ella desee que sea distinto.
Al hacerlo, ella quedará libre: libre de resentimiento por la inaccesibilidad de él, libre de culpa por no ser capaz de cambiarle, libre de la carga de tratar incansablemente de cambiar lo que no puede. Con menos resentimiento y culpa es probable que ella empiece a sentir más afecto hacia él por las cualidades que sí aprecia.
Cuando ella deje de tratar de cambiarlo y reencauce su energía al desarrollo de sus propios intereses, experimentará cierto grado de felicidad y satisfacción, sin importar lo que él haga. A la larga quizá ella descubra que sus objetivos son suficientemente gratificantes y que puede disfrutar una vida plena y satisfactoria sola, sin mucha compañía de su esposo. O bien, a medida que se vuelva cada vez menos dependiente de él para su felicidad, ella puede decidir que su compromiso con un hombre ausente no tiene sentido y puede decidir proseguir su vida sin el constreñimiento de un matrimonio insatisfactorio. Ninguno de estos dos caminos es posible, mientras ella necesite que él cambie para ser feliz. Hasta que lo acepte tal como es, estará congelada en animación suspendida, esperando que él cambie para poder empezar a vivir su vida.
Cuando una mujer que ama demasiado se da por vencida en su cruzada de cambiar al hombre de su vida, entonces él queda solo para reflexionar en las consecuencias de su propio comportamiento. Como ella ya no está frustrada ni infeliz, sino que cada vez se entusiasma más con la vida, se intensifica el contraste con la existencia de él. Él puede elegir luchar por desembarazarse de su obsesión (...) o quizá no.

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