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Volumcn26-1980 SEMINARIOS 
Estudios 
LA TEOLOGIA EN ESPAÑA 
Y LA CONSTITUCION «SAPIENTIA CHRISTIANA» 
Ricardo Blázquez * 
Durante bastante tiempo las Facultades de Teología han estado pen-
dientes de la nueva Constitución que regularía sus estudios. La muerte de 
dos Papas -Pablo VI y Juan Pablo I- retrasó su promulgación. Por fin 
Juan Pablo 11, después de considerar «de nuevo detenida y cuidadosa-
mente» el texto preparado, firmó con fecha 15 de abril la Constitución 
Sapientia chri.stiana, y las Normas de la Sagrada Congregación para la 
Educación Católica llevan la fecha del 29 del mismo mes. 
En d marco oportuno de la apertura del curso académico 1979-80 1 
voy a detenerme en algunos aspectos más salientes de la Constitución, y 
reflexionar sobre la manera como podrían afectarnos en nuestra situación 
teológica española. La Constitución, que entrará en vigor el primer día 
del año próximo, pudo haber sido muy distinta en puntos decisivos; 
incluso quizá hubiéramos deseado que efectivamente hubiera sido distin-
ta. Pero a la Constitución ya promulgada necesitamos concederle básica-
mente un voto de confianza y hacer un esfuerzo leal para comprenqer su 
intención y de esta forma situarnos en el dinamismo que abre. 
1. fa HECHO MISMO DE LA CONSTITUCIÓN 
Se cierra con la Sapientia christiana una etapa abierta con las Normae 
quaedam en la que predominó la experimentación (Normae quaedam 
13 ). Era claro que desde la Deus sct'entiarum Dominus no se podía llegar 
sin una transición relativamente larga a la nueva constitución. El Concilio 
Vaticano 11 había producido un cambio profundo en la conciencia eclesial 
que debería encontrar su versión en los planes de estudios. Han sido estos 
años lógicamente de búsqueda, de tantear nuevos cami-
• Decano y Profesor de la Faculrad de Teología de la Universidad Ponúficia de Salamanca. 
• Este cexto recoge en gran parte la conferencia pronunciada el día 6 de octubre en la apertura 
del curso del Estudio Teológico del Seminario Metropolitano de Oviedo, afiliado en el mes de enero 
a la Facultad de Teología de la Universidad Pontificia de Salamanca. 
DOI: https://doi.org/10.52039/seminarios.v25i75.2608
https://doi.org/10.52039/seminarios.v25i75.2608
10 Ricardo Blázquez 
nos, de renovación honda dentro de cada tratado teológico y en el con-
junto del curriculum. A una situación de contornos precisos sucedió otra 
de límites más fluidos, a una situación fundamentalmente cerrada suce-
dió otra fundamentalmente abierta, a una situación estable sucedió otra 
más movediza. Con la búsqueda vino el hallazgo, la purificación y a veces 
tainbién la ansiedad. Pues bien, esta etapa se juzga ya sufientemente re-
corrida. 
La promulgación de una constitución comporta una cierta definitivi-
dad, y por esta razón ha parecido a muchos inmaduro todavía el momen-
to para esta decisión. La Sapientia christiana se defiende y comprende la 
dificultad en el Proemio: «A nadie ciertamente se le ocultan las dificulta-
des que parecen oponerse a la promulgación de una nueva Constitución 
Apostólica. Existe ante todo el 'correr del tiempo' que lleva consigo cam-
bios tan rápidos que parece que no se pueda establecer nada definitivo y 
permanente». Efectivamente los cambios son rápidos, profundos y sus on-
das de repercusión llegan a todos los ámbitos de la vida. La Constitución 
no cierra el camino a la creatividad, la Iglesia está comprometida en una 
renovación profunda y la nueva configuración no se vislumbra fácilmen-
te. Pero la renovación' a veces adopta dentro del mismo camino renovador 
la forma de consolidación, de asimilación y de incorporación de los mate-
riales y experiencias acumulados. Tengo la impresión de que una de las 
claves para comprender el pontificado de Juan Pablo II está en esto. Y el 
hec~o de la promulgación de la presente constitución puede inscribirse 
también en esta perspectiva. Sólo ingiriendo sin digerir el hombre no vi-
ve. El hombre avanza en su historia en ondas de expansión y en descansos 
asirniladores. También la lógica inherente al desarrollo de las ciencias se 
mueve entre acopio de materiales y modelos de comprensión. Por esta ra-
zón el hecho mismo de la promulgación de la constitución es altamente 
significativo. Y no debe ser interpretado sin más como detenimiento de 
la vida. 
La etapa que se abre con la constitución puede ser una excelente 
oportunidad para nosotros. Necesitamos una nueva sistematización de los 
abundantes conocimientos positivos. A veces nos encontramos en medio 
de un acervo de datos pero inconexos, inarticulados, sin eje integrador. 
Nuestra teología produce la impresión de estar «invertebrada». Y en los 
estudiantes se acusa esta carencia de osamenta. Es una tarea primordial 
para nuestros ·centros de estudios encontrar un «corpus», una «summa» 
sencilla, clara, orgánica, con capacidad para localizar los múltiples ele-
mentos dispersos. Con esta invertebración de la teología debe relacionarse 
la imprecisión conceptual y vaguedad terminológica. Parece como si la su-
peración de una forma determinada de teología se hubiera llevado consi-
go la palabra exacta y la idea nítida. En este sentido debemos hacer ver 
que la claridad de ideas no equivale a esclerosis y muerte, ni la vida trans-
curre necesariamente por cauces nebulosos. Esto no impide el que en 
muchos momentos del discurso teológico se palpe con fuerza la esencial 
La Teología en Espa1ia y la Constitución «Sapientia chn"stiana» 11 
incapacidad del lenguaje humano. La forma de asegurar lo conseguido y 
de evitar la dispersión de los datos positivos es la sistematización. Una 
etapa de abundante creatividad requiere la asimilación remansada. 
Seguramente en los planes de estudios durante los años pasados de 
experimentación se han introducido asignaturas que a veces son única-
mente aspectos formales o capítulos de un tratado. Necesitamos retornar 
a las grandes realidades y los grandes temas teológicos. Aquí debe hacerse 
ver cómo el movimiento de la cultura ha afectado al trato que hoy es-
tablecemos con aquellas permanentes cuestiones. Es curioso constatar las 
innumerables determinaciones que ha recibido la palabra teología: 
teología del progreso, de la muerte de Dios ... La teología tiene siempre 
ante sí las grandes realidades: Dios, Jesucristo, la Iglesia, el hombre ... 
que evidentemente se modulan en cada situación cultural de forma dis-
tinta. El centro de la teología viene determinado por el centro de la fe. 
2. ATENCIÓN ESPECIAL A LA INVESTIGACIÓN 
La Constitución se reafirma en los tres ciclos del curriculum teológico: 
bachillerato, licenciatura y doctorado. (Caben otros cursos con finalidades 
peculiares: <ciclo menor», extensión universitaria ... ). La distribución en 
tres ciclos con consistencia propia cada uno viene de las Normae quaedam 
(Art. 44). En la Deus scientiarum Dominus también son mentados los 
tres grados académicos, pero el bachillerato no tuvo significación propia. 
El ciclo primero, ciclo básico, institucional, general. .. tiene la finalidad 
de proporcionar los elementos fundamentales y suficientes de la teología. 
Es de primera importancia que este ciclo evite la fragmentación y procure 
presentar un «corpus» sólido y articulado. Debe tender a la totalidad sufi-
ciente en cuanto a contenidos. Dado su carácter básico se debería prescin-
dir en él de las cuestiones más hipotéticas, que de ordinario se sitúan en 
las fronteras de la investigación (Cfr. Normas 52). La Constitución impul-
sa a que los centros de estudios estén afiliados a facultades para que el ni-
vel del ciclo institucional sea universitario. 
El segundo ciclo o de licenciatura es de carácter <especializado» y debe 
iniciar a la investigación. Esto significa que «formalmente» no es conti-
nuación y prolongación del ciclo primero. La identidad de este ciclo, por 
lo que se refiere a algunas especialidades, no es fácil determinar. Necesi-
tamos un rodaje para alcanzar una configuración estable y convincente de 
este ciclo. Pero lo que síes claro es la meta que se pretende alcanzar: fa-
vorecer la investigación (Cfr. Sapientia christiana 72). 
La incitación a la investigación es muy oportuna en España. Una Uni-
versidad, una Facultad, que no investiga termina pronto en mera repeti-
ción; se desconecta de la vanguardia en la búsqueda y hallazgos 
científicos y se ve obligada a la dependencia del exterior. Así se empobre-
ce progresivamente el centro universitario y no viene asumida la originali-
12 Ricardo Blázquez 
dad de la vida de un pueblo o de una iglesia en la originalidad del pensa-
miento de esas comunidades. ¿Por qué el tradicional desajuste en España 
entre el número y calidad de los graduados y la escasa aportación creativa 
a la teología? ¿Por qué bajando más a la raíz el desnivel entre vitalidad 
religiosa y reflexión teológica? La investigación ejerce tanto en el profesor 
como en las disciplinas una influencia refrescante, rejuvenecedora, otea-
dora de nuevos horizontes. 
De esta situación deficiente de la investigación teológica en España 
pueden aducirse diversas razones de diverso nivel. Las tarea5 administrati-
vas han engullido valiosas promesas; no ha habido ambiente favorecedor 
de este trabajo lento, callado pero fecundo, no ha existido el necesario co-
bijo psicológico para que el teológo pudiera estar defendido de las sorpre-
sas y disgustos que sus aportaciones inevitablemente, si no son rutinarias, 
producen en la comunidad eclesial; no se han facilitado las condiciones 
objetivas y las estructuras más elementales para que con cierta dignidad 
pueda cumplirse esta tarea. ¿No es penoso que en España apenas es po-
sible realizar una investigación teológica de cierta envergadura? Es verdad 
que la inercia de una tradición larga, demasiado larga, es en este punto 
un lastre que pesa sobre nosotros, pero ¿sería pedir demasiado en nuestra 
Iglesia, y teniendo en cuenta el reto que nuestra sociedad nos planta, que 
seriamente se afronte esta cuestión? A veces se tiene la impresión de que 
las tareas más urgentes desplazan una y otra vez las tareas de más largo 
alcance. 
Hay otro conjunto de problemas que inciden también negativamente 
en la promoción de la investigación y que seguramente derivan del hecho 
de que entre nosotros la teología sigue muy de cerca el destino de la co-
munidad eclesial. Esta cercanía puede en un sentido ser fecunda porque 
la sensibilidad del teólogo está muy permeada por la realidad eclesial in-
mediata, pero puede impedir decisivamente el despegue de la teología. 
La teología es un discurso con una determinada contextura que requiere 
cierto distanciamiento de la agitación diaria. Un cierto «grado de abstrac-
ción» se impone. 
Entre estos factores que gravitan sobre el trabajo teológico hoy en Es-
paña explicitemos los siguientes: a) Es necesario reflexionar sobre la razón· 
de por qué las grandes esperanzas acariciadas en España en el período 
conciliar e inmediato postconcilio se han visto en gran parte frustradas. 
Lo que pareció un despegue dicidido se ha convertido en desaliento y en 
conciencia entre rebelde y resignada. Seguramente las ilusiones fueron en 
parte ingenuas ya que el mundo no se ha abierto más al mensaje evangé-
lico a pesar de la gran atención que prestó al acontecimiento conciliar (la 
teología se anardeció con el eco del Concilio), porque el entusiasmo entre 
muchos de nosotros estaba acompañado por la ruptura molesta y la obe-
diencia sin convición iluminada de muchos también, no había prepara-
ción teológica sensibilizada a la orientación conciliar, porque carecíamos 
en gran parte de estructuras y éstas no surgen de la noche a la mañana. 
La Teología en Erpaña y la Constitttción «Sapientia chn"stiana» 13 
Pero el desnivel entre esperanzas y desilusión se explica quizá también 
porque la teología en España se ha concebido de forma muy pragmática y 
en dependencia demasiado inmediata de la realidad diaria de la Iglesia. 
En consecuencia la teología ha sufrido los despojos de la Iglesia en estos 
años. Despojos de personas, de instituciones, de solidez, de perspectivas 
de trabajo ... Así se han frustrado muchas vocaciones para la teología y ha 
tenido escasos seguidores. En un segundo momento, la teología ha sufri-
do también las urgencias de la hora de la Iglesia y de la sociedad. Los teó-
logos se han visto reclamados por otros trabajos inaplazables en la comu-
nidad eclesial zarandeada; las fuerzas se dispersaron. Seguramente el ser-
vicio cumplido ha sido necesario. Pero si queremos tener teología con ca-
pacidad de futuro se necesita un robustecimiento de las estructuras uni-
versitarias y un cierto distanciamiento del teólogo de la inmediatez. Es 
verdad que el trabajo teológico, como carisma dentro de la Iglesia en su 
misión hacia el mundo, tiene que ofrecer también rasgos de gratuidad, 
de servicio, de disponibilidad; pero sin una suficiente profesionalización 
el trabajo lento, oculto y de largo plazo es inviable. 
b) La teología se ha visto acosada y fascinada por la acción pastoral. 
En España se la ha forzado a aterrizar sin haber levantado el vuelo, a «en-
carnarse» sin tener apenas altura especulativa. Se ha desconfiado de que 
en momentos de transición y de crisis una contribución fecundísima es el 
esclarecimiento teórico. Es necesario levantar la mirada para avizorar una 
llnea ulterior del horizonte. A la teología se ha acusado de abstracta y dis-
tante; y sobre ciertas orientaciones extranjeras de teología de carácter más 
teórico se ha difundido sospechas de ideologización con lo que quedaban 
de entrada descalificadas. Otras orientaciones teológicas de carácter más 
«social» han ejercido una seducción, que no es explicable por el valor en sí 
sino por el significado que tienen o que se les confiere. Efectivamente a 
veces la teología ha sido más sensible a defender su carácter «científico» 
-o quizá más adecuadamente su carácter «académico», su altura, rigor y 
capacidad de diálogo con otros saberes científicos- que a la impugnación 
desde dentro de la Iglesia: desde la pastoral y espiritualidad. Seguramen-
te necesitamos gran dosis «sapiencial» en la teología, pero acusarla hoy en 
España de distanciamiento de las realidades pastorales es infundado; a 
veces lo que ocurre es que tal pastoral que acusa no se encuentra refren-
dada por tal sensibilidad teológica. La pastoral y la vida religiosa sin refle-
xión seria se empobrecen y degeneran en agitación, improvisación y fana-
tismo. Una funcionalización de la teología en todos sus temas, en la in-
mediatez de su incidencia, en la determinación exclusiva desde la reali-
dad eclesial y social existente equivale a recortarle sustancialmente su ra-
dio de acción. Se comprende con dificultad la gratuidad de lo teórico y se 
soporta a duras penas el arco de tiempo necesario para fermentar las con-
ciencias y generar la acción. Necesitamos una vida iluminada por la cien-
cia y una ciencia enriquecida por la vida. Se percibe a veces un temor de 
que los centros universitarios producen un distanciamiento de la realidad, 
14 Ricardo Blázquez 
pero cuando se ven tales centros desde dentro aquellos temores aparecen 
como espejismo. Inserción en la realidad no significa achatamiento teóri-
co; ni altura de perspectivas significa distanciamiento de la realidad. Hoy 
la Iglesia no se abre brecha en nuestro mundo sin calar hondo en la radi-
calidad evangélica y sin quebrar desde el interior las pretensiones cerradas 
de nuestra cultura. 
e) La confrontación entre las esperanzas surgidas en torno al Conci-
lio sobre la teología en España y el trabajoso caminar actual produce de-
sencanto; pero en conjunto el balance sería positivo si la comparación se 
estableciera entre el momento presente y la teología en España del pre-
concilio. Hay deseos de trabajar con realismo, hay personas capacitadas 
para ese trabajo ... Pero las perspectivas profesionales se han limitado; en 
este contexto podemos temer que jóvenes bien preparados, con ilusión 
por la teología, al encontrarse sin lugar adecuadopara desplegar su activi-
dad se sientan frustrados. Esto dificultaría el surgimiento de posibles vo-
caciones futuras, y ya en el presente es una pérdida intolerable. En este 
sentido la vinculación de un centro de estudios a una facultad debe supo-
ner un aliciente para el trabajo del profesor; debe fomentarse el contacto 
entre los docentes para que mancomunadamente se halle el soporte mu-
tuo que el ambiente muchas veces niega; debe ser potenciada la actividad 
pastoral con el aporte de personas teológicamente bien formadas para 
que las perspectivas se ensanchen, los contenidos se enriquezcan y sea po-
sible un discernimiento de las acciones pastorales sin estrechamientos pe-
ligrosos o saltos al vacío infantiles. 
d) Ante el acoso y la fascinación que la teología ha padecido por 
parte de la acción pastoral, se ha dejado sentir con fuerza la tentación de 
las «rebajas». Indudablemente los cursos acelerados, los cursos «a distan-
cia», los cursos organizados por instituciones administrativas y no acadé-
micas ... han prestado un servicio. Esto debe reconocerse y con discerni-
miento puede en parte proseguirse. Pero el señuelo del número, las ofer-
tas atrayentes en gran parte por la facilidad ... son incluso a corto plazo 
un engaño. Este hecho es un signo más de la fuerza y debilidad de la 
teología en España; la fuerza reside en las múltiples y prontas iniciativas, 
la debilidad en deterioro de las instituciones docentes. En este contexto 
podemos enjuiciar también las exigencias académicas y pedagógicas de los 
profesores de religión en los diversos niveles. Si se llevó a cabo un esfuer-
zo enorme, y todavía debe ser sostenido tal esfuerzo, para que la clase de 
religión se enmarcara en el ámbito académico de los estudios, no sería 
comprensible que no se exigiera la titulación que el nivel en cuestión de 
hecho reclame. Por aquí se abriría una posibilidad .real y fundada para 
que los seglares frecuentasen también las clases de teología. El interés 
personal que se puede tener en la iluminación de la fe debe ser fortaleci-
do por el respaldo profesional. 
La Teología en Espa1ia y la Constit11ción «Sapientia chn"stiana» 15 
El habernos detenido en los factores que actualmente aumentan la 
deflación de nuestra teología nos ha conducido del estímulo de la investi-
gación que la Constitución quiere acrecentar a la seriedad de los estudios 
teológicos. Seguramente ambas cuestiones están muy unidas en el dina-
mismo del trabajo teológico. Desde luego la especificidad del segundo 
ciclo debe ser buscada por el camino de la iniciación a la investigación; y 
la afirmación de la teología entre nosotros requiere la confluencia colabo-
radora de muchas personas y de muchas instituciones. 
3. UNA TEOLOGÍA ABIERTA 
En la medida en que la especialización aumenta, la mirada hacia la 
realidad se parcializa; y en consecuencia la realidad una se fragmenta an-
te el hombre. De esta manera la comprensión y el diálogo se dificultan y 
corremos el riesgo de hablar de lo mismo con distintos lenguajes creando 
así mundos incomunicados. Por esta razón es una exigencia de nuestro 
momento cultural la interdisciplinariedad (interdisciplinary 
approach).Las iniciativas en esta perspectiva se multiplican. Tales deseos, 
esfuerzos y realizaciones vienen motivados por la mejor comprensión, co-
municabilidad y en definitiva por la dimensión misionera de la teología. 
A lo que se aspira es a una teología abierta. Esta apertura está en con-
sonancia con el centro de la temática teológica, que es Dios, y con su 
perspectiva, que es la fe en Dios revelado en Jesucristo -Dios, es decir, 
la realidad que determina toda la realidad. La historia de la salvación 
también alcanza a nuestro mundo; hasta nosotros llega la voluntad de co-
municación de Dios; a nuestro mundo envió Dios a su Hijo. Convertir la 
realidad divina en algo parcial, periférico o superficial, cercenarla en sus 
implicaciones es infidelidad. Por ello el cristianismo buscará hacer rele-
vante su mensaje en el interior de la experiencia de los hombres. Buscará 
la vigencia del acontecimiento Jesús en el interior de la humanidad con 
sus temores y esperanzas, con su pasado, presente y futuro. La vivencia de 
la realidad actual y el encuentro vivo con Dios en Jesucristo hacen brotar 
una comprensión original y siempre en camino. La teología no debe, por 
lo que venimos diciendo, ser un discurso hermético; no debe reducirse al 
clero; no debe limitarse en su tarea a capacitar profesionalmente. Debe 
acometer con rigor el quehacer de ser un discurso sobre Dios, sobre su 
misterio, en relación con nuestro mundo, también con las realidades de 
nuestro mundo más renuentes a esa relación. Pero la interdisciplinariedad 
no equivale a la pretensión de que la teología hable inmediatamente de 
todo; hay realidades que son iluminadas desde Dios como en refracción. 
El intermedio es el proyecto humano intuido, es el hombre concreto, que 
vive y piensa, que es condicionadamente libre, que ama y odia, que es 
capaz de lo mejor y de lo peor. Por esta razón la autonomía de las cien-
cias en relación con la fe es más amplia que la de la cultura (cfr. 
16 Ricardo Blázquez 
Gaudium et spes 59). La interdisciplinariedad no puede significar un re-
corte en la temática teológica ni en el dinamismo de su acceso creyente. 
Por ejemplo el divorcio puede ser tratado interdisciplinariamente. ¿Tam-
bién la divinidad de Jesús? El esfuerzo por la confluencia de las miradas 
en una determinada realidad con la deseada fecundación mutua ayuda a 
que la fe no se encierre en un «ghetto». El diálogo entre la fe y la cultura 
respetándose cada una en su originalidad y legítima autonomía es un 
quehacer necesario para la misión cristiana. Si optan ·por caminar a espal-
das, en un principio la fe puede vivir como más se guia pero en seguida 
surge la sospecha de si no es un refugio para débiles; y la cultura 
recortaría su horizonte y se empobrecería. La fe, que obedece a Dios y 
que piensa en el hombre, tiene que abrirse diariamente espacio en el 
mundo; la cosmovisión en cualquier persona y en cualquier sistema es en 
última instancia fruto de unas actitudes, que tienen mucho que ver con 
la actitud creyente .. Si la fe no hace este esfuerzo laborioso, continuado y 
realista puede aparecer ante los hombres desacreditada como anacrónica, 
fanática y enfermiza. La Constitución Sapientia christiana (cfr. Proemio) 
y otros documentos eclesiásticos sobre educación en diversos niveles, 
tienen en cuenta esta preocupación muy sensible en el Concilio Vaticano 
II. Pues bien, uno de los caminos para este diálogo entre fe y cultura sería 
desde un punto de vista académico el tratamiento interdisciplinar de 
muchas cuestiones. Un cierto clima difuso actualmente de llamada de 
atención sobre ciertas posturas ambiguas, no puede ser interpretado como 
una retirada de ese terreno conflictivo sino como interrogación a formas 
apresuradas de hacer el encuentro entre fe cristiana y mundo contempo-
ráneo. 
La apertura de la teología a la cultura actual es, por tanto, un deber. 
Pero la teología debe desplegar su trabajo abriéndose a otras confesiones 
cristianas y a otras religiones. Los tres ámbitos (cultura, fe cristiana, reli-
gión) son afrontados en esa común actitud de apertura, de confianza de 
la teología en sí misma, de fidelidad a su estatuto. Aunque el diálogo in-
terconfesional tenga entre nosotros escaso sentido inmediatamente prácti-
co, no obstante nuestra teología por solidaridad eclesial y por responsabi-
lidad cristiana debe cultivar también la dimensión ecuménica. 
La teología debe ir por delinte de la misión anunciadora de la Iglesia 
abriendo· caminos al Evangelio en el mundo. A veces este servicio se 
cumple denunciando las cerrazones ideológicas de la ciencia, manifestan-
do las aperturas por donde el lenguaje de la fe puede enlazar con el mun-
do de la ciencia, proponiendo el beneficio que la fe tiene la capacidad de 
prestar al cien(Ifico y a su trabajo. Sería una aportación inmensasi real-
mente el científico se convenciera de que para el futuro no debe temer 
ingerencias qe la Iglesia, y de que se puede ser creyente siri recortar su ri-
gor científico y científico sin silenciar su fe. Es posible avanzar por ambos 
caminos (la humanización y la fe en Dios) sin otras rupturas que las que 
pide la verdad de Dios y el autoengaño del hombre. No existe irreconci-
La Teología en España y la Constitución 11.Sapie11ti'a christiana» 17 
liación entre la madurez del hombre y la gloria de Dios. Otras veces la 
teología sirve a la misión eclesial procurándole cauces de expresión, de 
comprensión filosófico-teológica, de mediación entre la autocomprensión 
del mundo y la autocomprensión del cristianismo. La teología debe pro-
piciar esos lugares de encuentro y de comunicación. De ordinario a un 
movimiento pastoral precede y acompaña un movimiento teológico. Por 
supuesto que la misión de la teología no se comple sólo trabajando en las 
fronteras de las religiones, de las confesiones cristianas y de la cultura, ni 
sólo en la creatividad de la línea del futuro. Hay servicios intraeclesiales 
palpables que tienen lugar en su diario quehacer. Pero hacia lo que de-
seaba llamar la atención ahora siguiendo a la Sapientia christiana es hacia 
el horizonte abierto; sin esta apertura no se cumplen adecuadamente los 
trabajos de cada d1a. 
En la llamada «inculturación» de la fe y eq. la <institucionalización» de 
la Iglesia en la sensibilidad asociativa y en las estructuras del mundo tiene 
una tarea enorme la teología. Es comprensible que el acierto en este servi-
cio no se produzca al primer intento. Pero en esos acercamientos cris-
tianos, religiosos y humanos deben repetirse una y otra vez los tanteos y 
deben proseguirse las líneas abiertas. Esto exige paciencia en todos: en los 
inmediatos «partners» del diálogo, en los portadores últimos de la respon-
sabilidad eclesial y en toda la comunidad cristiana. El emprender caminos 
divergentes por desprecio, miedo, falsa seguridad, etc., es un proceder 
perjudicial para el hombre, empobrecedor para la cultura y para la fe cris-
tiana infiel. Cuando la Constitución Sapientia christiana afirma que la 
«cultura imbuida de verdadero espíritu cristiano es un instrumento que 
favorece la difusión del Evangelio» (Proemio I) está recordando en su se-
cular memoria las dificultades y las oportunidades que le han venido de· 
esa relación. La vitalidad de la fe se crea espacio cultural y este espacio 
cultural es una oportunidad misionera. Se piense en la impenetración del 
mundo musulmán, por ejemplo, a la predicación cristiana y se compren-
derá lo que venimos diciendo; se sospeche lo que una militancia atea per-
sistente a lo largo de generacciones puede producir de desarraigo del sen-
tido religioso en el hombre y nos daremos cuenta de la gravedad de este 
problema. Por esto llama la atención que en un mundo pluralista como 
es el nuestro haya tan poca sensibilidad en la Iglesia a favor de 'institu-
ciones universitarias que tienen como intención especificadora del centro 
este diálogo fe-cultura. 
4. ECLESIALIDAD DE LA TEOLOGÍA 
Es éste un aspecto delicado y de largo alcance, y hoy expuesto a agu-
das hipersensibilidades. Ultimamente hay reiteradas insistencias en este 
punto por parte de la autoridad en la Iglesia. El teólogo efectivamente 
cree a través de la Iglesia, dentro de la Iglesia y con la Iglesia. La dimen-
sión eclesial '-no sólo las dimensiones creyente y cristiana- es una deter-
18 Ricardo Blázquez 
minación constituyente de nuestra teología. Hacemos teología en el inte-
rior de la Iglesia, y enmembrados en su tradición secular y comprometi-
dos con su esperanza para el mundo. Hay que convivir con los hombres 
que en orras épocas han creído y han repensado en profundidad su fe de 
cara a la sociedad en que vivían. En la situación actual sufrimos una aler-
gia hacia nuesrro pasado teológico, siendo así que tenemos capacidad de 
futuro en la medida en que tenemos raíces hondas en el pasado. Por otra 
parte una visión original del hombre, de la vida y de la historia para ha-
cerse comprensible y.acreditarse necesita no sólo hacerse viable como pro-
yecto de futuro sino también como interpretación del pasado. En este 
punto la historiografía marxista es. un claro testimonio. El trato de la 
teología con la historia de la Iglesia es debido en parte a la determinación 
eclesial de su estatuto intelectual y en parte a la relación más amplia 
enrre pasado y futuro en la marcha de la humanidad. Por estas razones 
no debemos caer en una relación estrecha e inmediatista con nuestro pre-
sente; hay que tomar perspectiva desde el reiterado escrutar el pasado. 
La Constitución en el punto que nos ocupa -relación entre la 
teología y la Iglesia especialmente el Magisterio de la Iglesia- procede 
con gran discreción. Es consciente de la necesaria vinculación y del 
imprescindible actuar autónomo. Sin vinculación hay dispersión y sin ac-
tuación original hay extinción de un carisma. En diversos momentos de la 
Sapientia christiana y de las «Normas» para su aplicación (Are. 27, 39, 66 
ss. Are. 5, 10, 19 ... ) con dos principios se precisa el comportamiento de 
la teología en este aspecto: libertad y fidelidad, justa autonomía de la 
ciencia y réspecto a la comunidad de creyentes. Estos dos principios no 
son compatibles enrre sí si no es sobre la base de la mutua confianza. No 
debe afirmarse uno a costa del orro: el más fiel no es menos libre ni el 
más libre es menos fiel. 
La teología necesita un espacio holgado para su trabajo. Si no quere-
mos que se convierta en pura repetición, bien sea de la Sagrada Escritura 
o de los textos conciliares o de otros documentos del Magisterio, cada vez 
más formalista y vacía necesita atreverse a pensar siempre de nuevo. Se le 
impone, si desea conservar su forma irreductible y necesaria para la Igle-
sia de afrontar la Palabra de Dios, acercarse constantemente a su pasado 
por la investigación y al presente y futuro del hombre por proyectos crea-
dores. La investigación y la creatividad son coordenadas del trabajo 
científico, y ambas reclaman la libertad. La universidad debe defender su 
libertad frente a las autoridades civiles, los partidos políticos, los sindica-
tos ... ; sólo así es fecunda para bien de la sociedad sin tener que ser el eco 
de la voz de sus amos. La libertad de enseñanza es una garantía de una 
sociedad democrática frente al absolutismo del Estado, frente a los 
estrechamientos y desfiguraciones de las ideologías, frente a los intereses 
creados del poder. En la salud de la universidad se refleja la salud de la 
sociedad. Una facultad de teología debe ser también celosa de su libertad 
frente a las instancias anteriores y también frente a las autoridades ecle-
La Teología en España y la Constit11ci6n «Sapientia chnStiana» 19 
siásticas. Cada ámbito tiene su competencia que debe ejercer sin chanta-
jes, sin maniobras «Secretistas», sin colocarse mutuamente ante hechos 
consumados ... Y los conflictos que pueden surgir que se resuelvan por los 
cauces establecidos y conocidos por todos, con claridad y respecto, con 
posibilidad de defensa, con intentos escalonados de arreglo. En este sen-
tido el Concilio Vaticano Il y su atmósfera de libertad y respecto a la per-
sona ha entrado lógicamente también en la Constitución. Si la discusión 
teológica es cortada prematuramente por la intervención del Magisterio, 
puede quedar el problema más encubierto que escl:vecido y estas solu-
ciones actúan perjudicialmente. Se recuerde el complejo fenómeno del 
modernismo. 
La libertad, por su parte, debe ser responsable y fiel. Tanto las insti-
tuciones docentes civiles como eclesiásticas tienen sus responsabilidades y 
lealtades. La libertad humana es condicionada; no es <absoluta», es decir, 
«desvinculada» y en consecuencia irresponsable. Estas instituciones no tra-
bajan al margen de las necesidades de la sociedad y de la Iglesia. Desde 
nuestro presente, ante un futuro hacia el quecaminamos y que 
«adviene», interrogamos a nuestra tradición cristiana. La gratuidad de la 
teoría y la generosidad de la investigación están al servicio del hombre. A 
veces es necesario suscitar preguntas para que el hombre no se cierre, pero 
siempre es obligación recoger sus interrogantes para intentar esclarecer el 
sentido de las preguntas y tratar de responderlas. Si se observa la serie de 
temas que en un momento determinado son objeto de investigación, se 
constata que vienen determinados desde la actualidad. En este sentido la 
libertad de investigación está remitida -no en sus resultados- pero sí 
en gran parte en la elección de sus temas al presente y futuro de la so-
ciedad. Hay, por tanto, aquí ya un condicionamiento de la libertad de 
investigación. Por otra parte, es preciso tener en cuenta la viabilidad ini-
cial de las hipótesis teológicas. No cualquier ocurrencia está destinada a 
convertirse en proyecto. Hay puntos de referencia en la Palabra de Dios, 
en la lectura ininterrumpida de esta Palabra en la historia de la Iglesia, 
en la capacidad real de la comunidad para soportar ciertos tirones ... que 
deben ser atendidos para iniciar una marcha determinada hacia el futuro. 
En la situación de la Iglesia hay momentos en que debe hacerse primar la 
creatividad y otros en que debe favorecerse sobre todo la asimilación. Re-
cuérdese lo que decíamos .arriba. La reacción de la Iglesia por la esperanza 
que ciertos proyectos le suscitan o por la indiferencia e incluso fastidio 
que le producen es un signo que debe ser atendido. Por supuesto, la 
viabilidad inicial, de que hablamos, nada tiene que ver con la inercia o 
espontáneo rechazo que cualquier novedad de entrada provoca. Es muy 
distinta la novedad coherente de la inviabilidad inicial. 
Es muy importante que los resultados de la investigación se comuni-
quen primeramente en un ámbito adecuado. Allí se decantan, acogen o 
rechazan. Las discusiones entre colegas y los artículos de revistas especiali-
zadas son lugares apropiados; no lo es en cambio la clase del ciclo institu-
. 20 Ricardo Blázquez 
cional o el libro de divulgación. A veces somos víctimas o de la prisa o del 
asalto de la publicidad. Y de esta forma queda turbada sin motivos la fe 
del cristiano. En consecuencia el Magisterio de la Iglesia se ve obligado 
por su servicio pastoral a intervenir en un momento al que debiera haber 
precedido la discusión en círculos especializados y con la debida discre-
ción que ciertas causas imponen. Con frecuencia acontece que hasta la 
pastoral se siente llamada a comunicar ideas teológicas nuevas sin haber 
sido clarificadas en su ámbito propio, el teológico. Parece que el progreso 
de la pastoral debiera estar en experiencias pastorales y no en hipótesis 
teológicas. La pastoral (y la espiritualidad) contribuyen en parte a la veri-
ficación de las hipótesis y sistemas teológicos. Una teología que dificulta 
la relación interior con Dios o que desfonda al pastor en su trabajo carece 
de suficiente aval. En España este hecho seguramente debe ser puesto en 
relación con lo que dijimos arriba sobre la inmediatez que existe entre la 
vida de la Iglesia y la teología y sobre la escasa altura teórica. A pesar de 
que se guarden con discreción los ámbitos donde los resultados de la in-
vestigación vayan comunicándose ordenadamente, con probabilidad sur-
girán conflictos entre teología y Magisterio por una parte y Teología y 
pueblo cristiano por otra. Sólo con generosidad, con paciencia, con con-
fianza, con búsqueda de la verdad por parte de todos puede hallarse el 
camino de solución. Una cierta incomodidad es signo de vitalidad y del 
carácter irreductible de unos carismas a otros. 
5. PARTICIPACIÓN DE TODOS LOS MIEMBROS EN LA MARCHA DE LA INSTITUCIÓN 
Sobre este aspecto sólo llamamos la atención. La Constitución Sapien-
tia christiana, reafirmando las Normae quaedam y siguiendo el espíritu y 
la letra del Concilio pide que el ejercicio de la autoridad sea compartido 
(Art. 11, 34). La Constitución afirma simultáneamente una auténtica co-
legialidad en la dirección y la capacidad de verdadera ejecución de las 
autoridades personales. Pide que se determine la participación de los es-
tudiantes tanto en particular como asociados en la marcha de la vida de la 
institución. 
Aquí viene asumida una aspiración democratizadora legítima, que es 
a la vez oportunidad y responsabilidad. Todos estamos emplazados ante 
el reto de la tarea teológica y de la marcha de nuestros centros en el futu-
ro. Todos estamos convocados a un proyecto de esperanza. En las dificul-
tades y las pruebas debe acrecentarse la «agresión» que es una dimensión 
constitutiva de la esperanza. · 
• • • 
La Teología en España y la Constitución «Sapientia christiana» 21 
La nueva Constitución es una ocasión propicia para hacernos más 
conscientes de las amenazas y de las promesas' de la teología en España, 
Es un estímulo para que con serenidad y realismo recojamos las experien-
cias de los años últimos y las mejores sean consolidadas a fin de que no se 
esfumen. Nos invita a acentuar ciertas perspectivas y a trabajar en una de-
terminada dirección de futuro. 
Universidad Pontificia 
Facultad de Teología 
SALAMANCA 
	1. EL HECHO MISMO DE LA CONSTITUCIÓN
	2. ATENCIÓN ESPECIAL A LA INVESTIGACIÓN
	3. UNA TEOLOGÍA ABIERTA
	4. ECLESIALIDAD DE LA TEOLOGÍA
	5. PARTICIPACIÓN DE TODOS LOS MIEMBROS EN LA MARCHA DE LA INSTITUCIÓN

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