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LAS PRACTICAS PEDAGOGICAS Y SUS RELACIONES DE PODER Las prácticas pedagógicas en la concepción epistemológica o en la teoría del conocimiento no son meramente procedimientos que sirven para mejorar significativamente la enseñanza y el aprendizaje. Si no que se extienden más allá, abarcando otras esferas teóricas y prácticas del saber humano como es el caso de la distribución del poder, las estructuras sociales, los discursos de poder, etc. Elementos de la realidad social que transforman la cultura, la economía y las comunidades que luchan en su entorno por obtener ingresos financieros, económicos, educarse o certificarse en el ámbito de las competencias que ha impulsado el contexto de la globalización. Por ejemplo: En el intercambio comunicativo, circulan los textos, se organizan los objetos de acuerdo a los fines de la enseñanza, se determinan los contenidos socializadores, en suma, se configura el tipo de ordenamiento simbólico a través del cual las agencias de control distribuyen el poder de acuerdo con las finalidades y medios de una determinada sociedad. (Muñoz, 1990, p. 70) Como se puede evidenciar, las prácticas pedagógicas no se hallan aisladas del poder o son ajenas a este último. Dado que, lo pueden justificar de manera consciente e inconsciente a través de la enseñanza o los discursos del poder, o por el contrario pueden servir para generar una mirada mucho más crítica de la realidad social, además de una resistencia pedagógica e intelectual e contra de las imposiciones simbólicas que el poder establece para controlar arbitrariamente a la sociedad. Por ello, se puede afirmar: Las prácticas de la pedagogía indefectiblemente generan, acumulan y distribuyen poder; así mismo estas prácticas adoptarán un carácter específico de acuerdo a la acumulación y distribución, es decir, dependiendo de los medios y finalidades que valore cada cultura en particular. (Muñoz, 1990, p. 71) UNIVERSIDAD AUTONOMA E INDEPENDIENTE DE MEXICO ASESOR: JOSE ORLANDO MELO NARANJO AUTORA: DORA PATRICIA QUIROGA En ese orden de ideas, se afirma que el conocimiento le permite al poder gubernamental, financiero, militar y social que controla las decisiones del mundo, formular enunciados jurídicos, científicos, económicos, políticos, culturales, y educativos, que les permitan formar imaginarios colectivos en la población de cada país para conseguir que los individuos acepten las normas de manera voluntaria, sumisa, consciente e inconsciente. Porque de no hacerlo al pie de la letra, los ciudadanos a nivel moral o ético, podrán experimentar la culpa personal, las acusaciones colectivas o la persecución gubernamental. Por tales razones: Estos criterios de valoración que conforman la ética y juzgan un acto humano entre las posibles gamas de "bien y de mal", son también los que otorgan a un interés particular del conocimiento, una formalidad y un medio determinados, de cuya interrelación se deriva el sentido y la significación que siempre es relativa, pues está referida a las condiciones históricas y sociales, las cuales por ser parte esencial de la cultura, en ocasiones son distintas y hasta contradictorias. (Muñoz, 1990, p. 72) Es decir, el poder también puede usar las prácticas pedagógicas para formar en la escuela docentes y estudiantes poco críticos, sumisos y obedientes a las proyecciones del mercado comercial y capitalista. Para ello, condicionan la enseñanza y el aprendizaje a programas académicos que se encuentran diseñados con anterioridad para responder a los intereses del desarrollo mundial de Europa, Estados Unidos y otras superpotencias que tienen proyecciones financieras al interior de Latinoamérica. Por estas razones, los pedagogos, entes de vigilancia y control usan valores éticos que se han construido con fines de manipulación moral para juzgar como negativo el acto humano de las prácticas pedagógicas que no se ciñan a las normas y programas académicos que han sido diseñados para controlar la sociedad. Por estas razones, es necesario que las prácticas pedagógicas se extiendan más allá de la relación maestro-estudiante, puesto que la enseñanza no se encuentra limitada por normas o protocolos de la dominación que han sido diseñados por el poder, ya que trasciende los programas académicos para constituirse en una actividad, disciplina y didáctica critica, capaz de mejorar las relaciones sociales de los individuos al interior de la sociedad del conocimiento. Claro está, no siempre los pedagogos tienen presente este tipo de principios, por ello, es importante identificar las falencias, a saber: Es verdad que la pedagogía, o más bien la didáctica como propuesta de métodos de enseñanza, puede convertirse, y de hecho a veces se convierte, en una excusa para no seguir aprendiendo e investigando en la propia área en la que se ejerce la docencia, y en un sustituto muy pobre para la falta de conocimientos, de entusiasmo, de espíritu investigativo, y de compromiso con la ciencia respectiva. (Vasco, 1996, p. 119) Es decir, si los docentes anhelan desarrollar prácticas pedagógicas que sean eficaces, eficientes, críticas y renovadoras de la didáctica para la enseñanza y el aprendizaje; es necesario que los pedagogos no dejen de aprender e investigar, si no que permanezcan activos en grupos investigativos que aborden los criterios educativos y las nuevas tendencias que se gestan y desarrollan constantemente en el mundo y Latinoamérica. Por otra parte: El peligro de utilización torcida de algo tan importante como la pedagogía y la didáctica en los más elevados niveles académicos, no es excusa para desterrarlas de la reflexión universitaria, y menos con la autoridad de unas citas de Comenio que a mi parecer señalan precisamente lo contrario: la necesidad de una reflexión creativa y crítica sobre el saber comunicar de los saberes académicos. (Vasco, 1996, p. 119). Por ello se deduce que las prácticas pedagógicas son necesarias para comunicar los saberes críticos y productivos. Por lo tanto, se puede afirmar con certeza que el saber pedagógico tiene una razón de ser, una función social y cultural. Razón suficiente para ejercer la investigación, la innovación y la creatividad por parte de los docentes que anhelen enriquecer su actividad de aprendizaje y enseñanza en la construcción conjunta del conocimiento. De lo contrario, los pedagogos no podrán hacer frente a las exigencias de la escuela, pues los estudiantes cada vez son más críticos, tienen mayor acceso a la información y el conocimiento. Dado que: Puede suceder, y probablemente suceda con frecuencia, que el maestro no haga explícita, ni siquiera para sí mismo, la forma como concibe su asignatura, su desarrollo histórico, sus formas de investigación y generación de conocimientos. Sin embargo, la manera corno asume esos conocimientos y los transforma en objeto su enseñar, supone necesariamente una concepción del saber, de la ciencia y de esa ciencia en particular. (Montoya Vasco, 2011, p. 128) Es decir, si los docentes ejercen las prácticas pedagógicas sin cuestionar la asignatura que enseñan, probablemente lo harán de manera mecánica, solo se encargaran de reproducir conocimientos y no contribuirán a la construcción del saber científico, académico e intelectual en la relación sistémica estudiante- docente. Por ende, se considerar que el docente puede comprender las acciones del poder y las relaciones de este último con las prácticas pedagógicas, si conoce el desarrollo histórico de la disciplina humana o física que enseña. Además de identificar de qué manera aquellas ciencias humanas y naturales han contribuido a la transformación de la sociedad, cuando se han usado de manera positiva o negativa, de que maneras se ha hecho esto, cuáles han sido las causas y consecuencias para lahumanidad y como ellos asumen una posición crítica frente a sus asignaturas sin que medie de manera nociva la pasión que sienten por su profesión. Así podrán plantear problemas y soluciones a sus estudiantes.
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