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SEGUNDA ÉPOCA.—AÑO X MADRID 14 DE FEBRERO DE 1892 TOMO IV.—NUM. O." 
SUMARIO 
IhXTO: La mujer en la época de las Cruzadas, por Concepi-ión Gimeno de Flaquer.—4fi'.víco 
^'^jo: Los Mesones, por Luis Gonzále¿ Obrepón.—Ki »ií"J¡VoW<jnco (conclusión), por Leopoldo 
i-opez de Saá —Dos almas buenas, por Rafael de la Mesa y de la Peña.—Herencia de sctn;ires 
(continuación), por Julia de Ascnsi.—Sicmfre coníifo. por RicardoSepülveda. Loque decía 
Juan, por J tsé M. M a t h e u . - i a es/ro/de/eriia, por Ricardo Lodares Girón.—A'ui'síros grabados, 
por Ignacio de la Fuente. 
GRABADOS: Vigilancia y trabajo - Excmo. Sr. D. Ignacio Baúcr, representante de las casa, 
Rothschild en España.—Autógrafos de escritores mexicanos.—Lqrd Strafford marchando al 
cadalso (cuadro de P. Dclaroche).—Guillermo Tell después dedisparar sobre la cabeza de su 
"'io.—Los ocios en el convento.—La hora exacta. 
LA MUJER EN LA ÉPOCA DE LAS CRUZADAS 
A época de las Cruzadas, tan importante en los anales reli-
giosos, es tambie'n una época gloriosa en la historia de la 
mujer. 
Conocidas son de todo el mundo las causas que promovieron 
las Cruzadas, y creo inútil detenerme en describirlas. 
La religión era en la Edad Media el sentimiento predominante: la 
l^dad Media se distinguirá siempre por la fe, como el siglo xix se 
distingue por la incredulidad. 
La época de las Cruzadas fué muy favorable á la mujer: siempre la 
religión ha prestado su apoyo, ha enaltecido, ha dignificado á nuestro 
sexo. 
En los albores del Cristianismo fué la mujer redimida, levantada de la 
abyección en que yacía, y desde entonces la Iglesia viene protegiéndola. 
En la época de las Cruzadas, como los combatientes tuvieron que 
abandonar los cargos que ejercían para marchar á Tierra Santa, fué pre-
ciso fiar á las mujeres la administración de los intereses y hasta la regen-
cia de los reinos; con ese motivo empezaron á adquirir iniciativa las 
mujeres, empezaron á tener voluntad, pudieron mostrarse en el apogeo 
de todas sus facultades, las cuales habían permanecido dormidas hasta 
entonces, por no tener en qué emplearlas. Los hombres pudi eron com-
prender que las mujeres obran con gran cordura cuando se les hace un 
llamamiento á su criterio, cuando se las coloca al frente de situaciones 
difíciles y seles pide responsabilidad en sus actos. 
Cuanto más respetada sea la mujer, más se esforzará en merecer ese 
respeto: la mujer responde satisfactoriamente á la confianza que se 
deposita en ella. 
En la época de las Cruzadas empezaron las mujeres á tener derechos 
que no habían tenido, y desde entonces demostraron al mundo sus bri-
llantes aptitudes intelectuales y la tuerza de su carácter. 
Las mujeres contribuyeron en distintas formas al triunfo de las Cru-
zadas: unas se armaron para ir á combatir con sus maridos, otras que-
daron desempeñando los cargos que aquéllos ejercían, las más vendie-
ron sus joyas para proporcionar recursos consagrados á la santa causa. 
En la época de las Cruzadas, las mujeres llevaban el peso del poder: 
ellas presidían juicios, sentenciaban pleitos, declaraban reos é investían 
abadesas. VIGILANCIA Y TRABAJO

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