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Las Revoluciones de Colores: una
descripción de las estrategias de acción
implementadas por los movimientos
sociales exitosos
Angélica Rodríguez Rodríguez
El presente documento se erige como una descripción de las estrategias de acción implementadas por los
movimientos sociales exitosos surgidos en Europa del Este y Asia Central entre el año 2000 y 2005. Se con-
sideran movimientos exitosos el OTPOR (Resistencia) de Serbia, el KMARA (Basta) de Georgia, el PORA
(Ya es hora) de Ucrania y el KELKEL (Renacimiento y brillo de Dios) de Kirguistán. Dentro de las princi-
pales estrategias de acción implementadas por dichos movimientos se cuentan: el establecimiento de lazos
con actores de Occidente, el desarrollo de una campaña informativa y de educación electoral, el seguimien-
to de las elecciones y la movilización frente al fraude electoral, todo esto bajo el marco de la no violencia.
Palabras clave: Revoluciones de Colores, movimientos sociales, éxito, estrategias de acción, no violencia.
INTRODUCCIÓN
Entre el año 2000 y 2005 las regiones de Europa del Este y Asia Central se vieron sacu-
didas por una serie de protestas pacíficas en contra de varios de los gobiernos autoritarios
y semi autoritarios vigentes desde comienzos de la década de los noventa. Estas protestas
masivas desarrolladas en el marco de la no violencia, caracterizadas por un fuerte conteni-
do simbólico, protagonizadas por movimientos sociales, detonadas por el fraude electoral
y encaminadas a corto plazo a exigir la celebración de nuevos comicios y a largo plazo a
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reclamar la independencia nacional, la implantación del modelo liberal y la reinauguración
de la democracia se denominaron Revoluciones de Colores. Este nombre hace alusión a la
manera pacífica en que se desarrolló la Revolución de Terciopelo checoslovaca de 1989 y
a su vez se deriva de la utilización simbólica de colores o nombres de flores empleados
como elementos de identificación por parte de la oposición, particularmente por los movi-
mientos sociales retadores.
Aunque diversos movimientos sociales desafiaron a los gobiernos autoritarios o semi
autoritarios de Europa del Este y Asia Central a comienzos del siglo XXI, no todos logra-
ron que éstos colapsaran y se vieran obligados a celebrar, en la mayor brevedad posible,
elecciones libres y competitivas. Éste fue el caso del YOX (No) de Azerbaiyán, del ZUBR
(Visón) de Bielorrusia y de los movimientos de Armenia, Moldavia y Uzbequistán, cuya
actividad fue reprimida por los organismos del Estado. Por el contrario, el OTPOR (Resis-
tencia) de Serbia, el KMARA (Basta) de Georgia, el PORA (Ya es hora) de Ucrania y el
KELKEL (Renacimiento y brillo de Dios) de Kirguistán tuvieron éxito a la hora de des-
plegar su repertorio de acción colectiva.
La mayoría de los estudios realizados hasta el momento sobre las Revoluciones de Colo-
res se concentran en la estructura de oportunidad política que permitió la explosión de este
tipo de eventos (Aslund, 2006; Karatnycky, 2006; Way, 2008); las estructuras de moviliza-
ción empleadas y el uso de la no violenta (Kuzio, 2006; D´Anieri, 2006; Binnendijk y
Marovic, 2006; Tarrow, 2005; Bunce y Wolchik, 2006; Barsamov, 2006; Fenger, 2007;
Beissinger, 2007); las precondiciones institucionales y sociales (Silitski, 2005; Herd, 2005;
Way y Levitski, 2006; Aslund y Mcfaul, 2006; Tamash, 2007); el peso del fraude electoral
a la hora de impulsar la protesta social (Kuntz, 2004); Tucker, 2007); el rol de los líderes
políticos y las coaliciones partidistas (Lanskoy y Areshidze, 2008); o el porqué de las Revo-
luciones (Hale, 2005), pero se ha prestado poca atención al rol que importantes actores
como los movimientos sociales han desempañado durante estos eventos. 
Es por tanto que la pregunta que articula la presente disertación es: ¿cuáles fueron las
estrategias de acción implementadas por los movimientos sociales exitosos en los contex-
tos revolucionarios pacíficos de Europa del Este y Asia Central de comienzos de siglo?
Con esta reflexión se pretende aportar información sobre el repertorio de acción puesto en
marcha por los movimientos sociales OTPOR (Resistencia) de Serbia, KMARA (Basta) de
Georgia, PORA (Ya es hora) de Ucrania y KELKEL (Renacimiento y brillo de Dios) de
Kirguistán.
En un primer apartado se presenta el contexto histórico y político en el que operaron
los movimientos sociales de Serbia, Georgia, Ucrania y Kirguistán. Posteriormente se hace
referencia a algunas consideraciones teóricas que nos permiten una mejor comprensión de
los movimientos sociales, haciendo hincapié en la escuela del repertorio de la contienda
política, perspectiva teórica en la que se inscribe la presente disertación. Vale la pena seña-
lar que al recurrir a la idea de repertorio de contestación, necesariamente hacemos referen-
cia a Charles Tilly, quien acuñó el término a mediados de los años setenta para referirse al
conjunto de rutinas aprendidas y compartidas que se ponen deliberadamente en práctica en
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una época y que proviene más de la lucha misma y no de filosofías políticas o de la propa-
ganda. Después este apartado se procede a describir las estrategias de acción implementadas
por los movimientos sociales exitosos OTPOR (Resistencia) durante la Revolución Bulldo-
zer de 2000; KMARA (Basta) durante la Revolución Rosa de 2003; PORA (Ya es hora)
durante la Revolución Naranja de 2004 y; KELKEL (Renacimiento y brillo de Dios) duran-
te la Revolución de los Tulipanes de 2005. Finalmente se ofrece la conclusión del estudio.
CONTEXTO HISTÓRICO Y POLÍTICO
Serbia
En julio de 2000, Slobodan Milosevic —presidente de la República Federal de Yugos-
lavia entre 1997 y 2000— impulsó una reforma constitucional en la que la elección del
presidente federal quedaba sujeta al voto directo de la población y el presidente, elegido
para un mandato de cuatro años, podía ser reelegido por un periodo más. Dicha reforma
traía consigo dos efectos directos: por una parte, la elección directa del presidente de
Yugoslavia implicaba un pérdida de peso político de la República de Montenegro, que con-
taba con una población mucho menor (680.000 habitantes) en comparación con la Repú-
blica de Serbia (10 millones de habitantes) y, por otra parte, la reforma constitucional
incrementaba, aun más, el poder del presidente de la Federación en detrimento del poder
del legislativo federal y del gobierno, entes que ya no controlarían la actividad presiden-
cial en la misma medida que antes de la reforma. 
Este suceso, sumado al nacionalismo agresivo promulgado por Milosevic y las cons-
tantes irregularidades perpetradas por el poder político serbio desde las elecciones muni-
cipales de 1996 nutrió el descontento político de la oposición. Parafraseando a Van den
Eynde (2000), el movimiento de oposición ya era muy profundo y sólo esperaba una com-
binación adecuada de factores para explotar. Dicha combinación de factores se materiali-
zó con la perpetración del fraude en las elecciones presidenciales de la República Federal
de Yugoslavia celebradas el 25 de septiembre de 2000.
La Comisión Electoral Federal anunció un 40,23% de los votos para Milosevic —Par-
tido Socialista de Serbia— y un 48,22% para Vojislav Kostunica —Coalición Opositora
DOS: Oposición Democrática de Serbia—, a pesar de que los resultados oficiales de las
elecciones indicaban la victoria de Kostunika con un 51,24% de los votos frente a un
37,15% obtenido por Milosevic. Puesto que con estas cifras ninguno de los dos candida-
tos obtenía una mayoría absoluta, se previó la realización de la segunda vuelta para el 8 de
octubre de 2000. Las discrepancias entre los datos registrados por la oposición y los datos
suministrados por las instituciones oficiales así como las dudosas prácticas de vigilancia
de la transparencia de las elecciones evidenciaron laexistencia de fraude electoral. Inme-
diatamente, los demócratas serbios hicieron un llamamiento nacional a la movilización en
contra del fraude y la manipulación de los escrutinios.
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El 5 de octubre de 2000 más de medio millón de manifestantes tomó Belgrado para
reclamar la anulación de las elecciones del 25 de septiembre por considerarlas fraudulen-
tas. Dicha movilización, encabezada por el movimiento social OTPOR fue conocida como
la Revolución Bulldozer y provocó que el Tribunal Constitucional dictara por unanimidad
la anulación de los resultados de los comicios y después de realizar un nuevo conteo decla-
ró el 7 de octubre de 2000 que Kostunika era el nuevo presidente de la República Federal
de Yugoslavia.
Georgia
Durante la presidencia de Eduard Shevardnadze (1995-2003), Georgia presentó ciertas
características democráticas que con el paso del tiempo se fueron diluyendo. La constitu-
ción de 1995 proveyó al legislativo de funciones que le permitían ser un peso real del poder
ejecutivo y de la Suprema Corte. No obstante, con el paso del tiempo el régimen político
georgiano llegó a ser considerado como altamente inefectivo, lo que minó los logros obte-
nidos en un primer momento. Durante este periodo el país se vio sumido en la corrupción
y se contaminó con los problemas típicos de un Estado débil: se presentó ineficacia e ine-
ficiencia en la mayoría de las ramas ministeriales, el ejército se consideraba relativamente
pequeño para los desafíos que debía afrontar, la policía era concebida como una de las ins-
tituciones más corruptas y el Estado era incapaz de cumplir con sus obligaciones básicas.
Dicha situación se agravó con la actuación del Parlamento que en un lapso de cinco años
produjo más de 900 piezas legislativas complicadas, contradictorias e imposibles de poner
en práctica (Lanskoy, Areshidze, 2008: 156).
Aunque a diferencia de sus colegas en otros estados ex soviéticos Shevardnadze no
había levantado un aparato policial represivo o un partido con voluntad hegemónica, a par-
tir de las elecciones de 2000 fue acusado de abuso de autoridad, de rodearse de una corte
de favoritos y de tolerar la corrupción en el gobierno. La población georgiana que hasta
ese entonces le había expresado su apoyo, comenzó a darle la espalda al no detectar nin-
guna mejora en sus condiciones de vida y la crisis del poder de Shevardnadze adquirió gra-
vedad cuando comenzaron a presentarse cismas en su propio partido político, Unión de
Ciudadanos de Georgia (UCG).
Igualmente, la figura de Shevardnadze se vio comprometida al renunciar a la jefatura
de su partido y al introducir múltiples reformas a la constitución tales como reintroducir la
figura del primer ministro y otorgar al presidente la facultad de disolver el Parlamento. Dos
días después de este anuncio, el entonces ministro de Justicia Mikhail Saakashvili, quien
después de la Revolución Rosa asumiría las riendas del país, presentó su renuncia argu-
mentando que no podía seguir formando parte de un gobierno que era incapaz de cumplir
las promesas electorales de erradicar la corrupción.
En Georgia, el fraude se perpetró en las elecciones parlamentarias del 2 de noviembre
de 2003. Esto generó movilizaciones, en cabeza del movimiento social KMARA, que
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comenzaron en Tiflis —la capital— y posteriormente se extendieron a lo largo del territo-
rio. En la sesión inaugural del Parlamento Saakashvili irrumpió en el recinto portando una
rosa para demostrar que estaba desarmado y pidió ante el Congreso en pleno la renuncia
de Shevardnadze, quien dimitió al día siguiente. Ante dicha situación la Suprema Corte
anuló los resultados de las elecciones parlamentarias y las reprogramó junto con las elec-
ciones presidenciales para el 4 de enero de 2004.
Ucrania
Bajo el mandato de Leonid Koutchma (1994-2005) se proclamó la ley sobre el poder,
que reforzaba las prerrogativas presidenciales subordinando el gobierno del jefe de Esta-
do. Aunque esta iniciativa encontró oposición en el Parlamento, la Comisión de Concilia-
ción Ucraniana logró un acuerdo constitucional con el que se le impidió al presidente
disolver el Parlamento en ciertos casos, pero en la práctica se mantuvo la esencia de la ley
sobre el poder que pasó a conformar lo que se denominó la pequeña constitución de Ucra-
nia (Berton y Crosnier, 1999).
A pesar de que Koutchma impulsó la modernización económica de Ucrania, los ciudada-
nos no percibían que existiese una mejora en su calidad de vida y observaban con preocupa-
ción el retorno del autoritarismo contra el que habían luchado en el proceso de independen-
cia. El asesinato del periodista de oposición, Heorhiy Gongadze, en el que se vio envuelto
Koutchma así como el saboteo frecuente a los medios que criticaban el ejercicio presidencial
eran pruebas tangibles del autoritarismo del régimen (Aslund y Mc Faul, 2006). 
El 31 de octubre de 2004 se celebraron las elecciones presidenciales y la Comisión
Central de Elecciones (CCE), controlada por el régimen, demoró el anuncio de los resul-
tados por varios días. Se anunció que Víktor Yuschenko, candidato de la oposición, le había
ganado por corto margen a Víktor Yanukovich, candidato del gobierno, pero que ninguno
de los dos candidatos había alcanzado la mayoría absoluta requerida para posesionarse
como presidente de Ucrania. Los resultados oficiales le daban un 39,9% de los votos a Yus-
chenko frente a un 39,2% de Yanukovich y debido a este resultado se programó una segun-
da vuelta para el 21 de noviembre de 2004. En esta oportunidad la CCE anunció a Yanu-
kovich como ganador de las elecciones con un 49,5% frente a un 46,6% de Yuschenko
mientras que las encuestas independientes, con una muestra de 28.000 personas y un mar-
gen de error del 2%, sostenían que Yuschenko había ganado por un 10% de diferencia
(Wilson, 2005: 1). 
Ante las pruebas de fraude, tales como tarjetones distintos a los expedidos por la CCE,
el sabotaje a la red de computadoras donde se había registrado el total de los sufragios y
sobre todo gracias a la monumental protesta promovida por el movimiento social PORA
en el Maidan —Plaza Mayor de Kiev—, el Parlamento expresó la negativa de ratificar los
resultados de las votaciones y la Suprema Corte procedió a la anulación de los mismos y
a la programación de nuevos comicios. Tan sólo unas horas después de que los medios de
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comunicación divulgaran el conteo oficial de los sufragios, y hasta el día en que la Supre-
ma Corte anunció la repetición de las votaciones tres semanas después, más de un millón
de personas se congregaron en el Maidan para denunciar las irregularidades en las eleccio-
nes y para exigir la realización de nuevos comicios. Estas nuevas elecciones dejaron como
ganador a Yuschenko, con el 52% de los votos frente al 44% de Yanukovich, y su manda-
to se inauguró oficialmente el 23 de enero de 2005 (Wilson, 2005: 1).
Kirguistán
Con el cambio de siglo, Kirguistán experimentó una concentración progresiva del
poder político y económico en la élite dirigente. En las elecciones parlamentarias de 2000
los tribunales prohibieron la participación de cuatro de los quince partidos opositores y
poco tiempo después el ex vicepresidente y antiguo ministro nacional de Seguridad, Feliks
Kulov, principal opositor en la carrera presidencial fue condenado a diez años en prisión,
junto con el activista pro derechos humanos y líder del principal partido de oposición,
Erkindik Topchukek Turgunaliev. Por otra parte, en elreferéndum de 2003 para la refor-
ma constitucional, las presiones y sobornos ofrecidos por las autoridades para conseguir
las cuotas de voto eran tan altos que la Comisión Electoral Central (CEC) tuvo que mani-
pular los resultados para hacerlos convincentes. Dicha reforma suprimió la segunda cáma-
ra del legislativo y redujo el número de parlamentarios en la cámara restante. Grosso
modo, para el año 2005 el presidente Askar Akayev (1990-2005) tenía el control del Par-
lamento y de los medios de comunicación, había llevado a cabo una purga de sus rivales
políticos y se había hecho con el control de los principales activos económicos del país.
Bajo este panorama tuvieron lugar las elecciones parlamentarias del 27 de febrero de
2005 así como una segunda vuelta programada para el 13 de marzo, puesto que en la pri-
mera ningún candidato alcanzó el porcentaje requerido para ser elegido en la mayoría de
los distritos. Tanto la oposición como la Organización para la Seguridad y la Cooperación
en Europa (OSCE) denunciaron las irregularidades en los comicios que daban una contun-
dente mayoría de escaños a los partidos pro-gubernamentales, mientras que la oposición
sólo había conseguido siete escaños de los setenta y cinco posibles.
La movilización, promovida principalmente por el movimiento social KELKEL no se
hizo esperar y desató la Revolución de los Tulipanes, que a diferencia de la Revolución
Bulldozer de Yugoslavia, la Revolución Rosa de Georgia y la Revolución Naranja de Ucra-
nia tuvo algunos incidentes violentos registrados en la ciudad de Jalal-Abad así como pro-
vocó la muerte de al menos diez personas en Bishkek, la capital.
Estas protestas provocaron la dimisión de Akayev y el posterior nombramiento de Kur-
manbek Bakyev, designado presidente y primer ministro interino por el Parlamento hasta
la nueva celebración de elecciones presidenciales el 26 de junio de 2005. En esta fecha
Bakyev fue elegido como presidente de Kirguistán hasta 2010, año en que fue depuesto
por una nueva serie de protestas en contra de la represión ejercida durante su mandato.
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Una vez expuesto el panorama histórico y político en que se originaron estas cuatro
Revoluciones de Colores, a continuación se presentan algunas observaciones sobre el estu-
dio de los movimientos sociales, haciendo hincapié en la escuela del repertorio de la con-
tienda política, perspectiva teórica en la que se inscribe la presente disertación y que nos
brinda herramientas para la comprensión del conjunto de estrategias de acción implemen-
tadas por los movimientos sociales OTPOR durante la Revolución Bulldozer de 2000;
KMARA durante la Revolución Rosa de 2003; PORA durante la Revolución Naranja de
2004 y KELKEL durante la Revolución de los Tulipanes de 2005.
UN BREVE RECORRIDO SOBRE LA COMPRENSIÓN DE LOS MOVIMIENTOS
SOCIALES
Según Markoff (1998), el origen de los movimientos sociales se remonta al escenario
europeo de finales del siglo XVIII y su expansión mundial tuvo lugar a lo largo del siglo
XIX. El surgimiento de este tipo de actores respondió en gran medida a un conjunto de
transformaciones simultáneas, tales como el refuerzo de la autoridad del gobierno, la pro-
clamación del gobierno de la élite en nombre del pueblo, las mejoras en el sistema de
transporte, la ampliación de las relaciones comerciales, el auge de la alfabetización y el
abaratamiento de las ediciones (Tarrow, 1999: 90). 
Paralelo al auge de los movimientos sociales, el siglo XIX trajo consigo un gran inte-
rés teórico que buscaba dar cuenta del surgimiento de este tipo de actores, de su defini-
ción, historia y funcionamiento. Inicialmente y hasta bien entrado el siglo XX, el marxis-
mo se convirtió en la única tradición teórica que abordó el tema de la acción colectiva.
Bajo esta perspectiva no se incorporó el concepto de movimiento social como tal, en tanto
toda acción colectiva se reducía a la identificación de la lucha del proletariado organiza-
do bajo la estructura de partido, compuesta a su vez, por revolucionarios de profesión
(Melucci, 1999).
La sociología también hizo su aporte a la comprensión de la acción colectiva, pero
tardó varios años en estudiar a los movimientos sociales como unidades de análisis. Den-
tro de las comprensiones sociológicas clásicas de la actividad grupal se cuentan los apor-
tes de Weber, quien realizó una distinción entre el carisma y la estructura burocrática
(Cataño, 2004); Durkheim, quien se refirió a los estados de gran densidad moral, momen-
tos de entusiasmo colectivo donde el individuo se identifica con la sociedad y se adhiere a
ideales colectivos (Berger, Luckmann, 1997: 125); Le Bon y Tarde, quienes expusieron
una imagen irracional y caótica de la acción colectiva donde la acción era manipulada por
agitadores quienes, a través de la sugestión, provocaban acciones multitudinarias irracio-
nales y violentas (Silva Machado, 2007); Freud, para quien la acción colectiva respondía
a una necesidad primaria inconsciente y a la identificación con un líder, y Ortega y Gasset
quien la relacionó a su vez con una irrupción histórica de las masas privadas de identidad,
susceptibles a la manipulación de los líderes (Rubio García, 2004).
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Sin embargo, no fue sino hasta la mitad del siglo XX cuando la sociología política hizo
evidente la necesidad de establecer la diferencia entre la figura del partido, propuesta por
el marxismo, y otras formas de agregación como los sindicatos, los grupos de interés y los
movimientos sociales, con el objetivo de generar una nueva comprensión de la acción
colectiva. En la década de los setenta varios sociólogos norteamericanos realizaron su
aporte a la comprensión de la acción colectiva. Para Park (1972), el comportamiento de
agregación se entendió desde la teoría marxista como un componente del funcionamiento
normal de la sociedad pero siguió representando una acción no estructurada que no se
enmarcaba dentro de las normas que regían el orden social. Más adelante, el sociólogo
estructuralista Robert Merton estableció la distinción entre el comportamiento desviado,
entendido como aquel comportamiento contrario a las normas y producto de desventajas
personales, y el comportamiento inconforme, que buscaba sustituir normas y valores que
consideraba ilegítimos, por unos nuevos, fundados en la legitimación alternativa (Solarez
Jiménez, 2007). A partir de esta propuesta, se introdujo la diferenciación entre los proce-
sos colectivos, producto de la disgregación del sistema, y los procesos impulsados por
actores como los movimientos sociales.
Sin embargo, no fue sino hasta la publicación de las disertaciones de Smelser que la
teoría funcionalista se ocupó explícitamente de los movimientos sociales. A pesar de este
gran avance el autor erró al explicar con las mismas categorías fenómenos diversos de la
acción colectiva, tales como los comportamientos de pánico masivo y las revoluciones. Por
ende, a pesar de la construcción sistemática todo el comportamiento colectivo quedó ceñi-
do a una categoría única en la que se mezclaban y confundían inadecuadamente criterios
analíticos y generalizaciones empíricas (Melucci, 1999). 
A partir de los planteamientos de Park, Merton y Smelser, la acción colectiva superó
los postulados del modelo clásico que lo circunscribían a respuestas dadas a tensiones
estructurales donde no había un proceso previo de organización ni de toma de decisiones
y donde todo el peso explicativo del modelo recaía en un componente motivacional y psi-
cológico. De esta manera, el análisis de la acción colectiva dejó de comprenderse acadé-
micamente como una disfunción del sistema social. Los movimientos sociales pasaron a
ser entendidoscomo unidades de análisis que requerían una atención específica tanto por
su incremento numérico como por su impacto significativo en los procesos sociales, con-
virtiéndose así en un rango analítico general de la acción social. 
Gracias a la comprensión de los movimientos sociales como sistemas de acción que
asociaban orientaciones y significados plurales, y que operaban bajo un rango de posibili-
dades y límites, el estudio de los movimientos sociales se orientó en cuatro dimensiones:
1. Oportunidades políticas: en esta escuela la pretensión de los investigadores recae en
observar cómo aparecen los movimientos sociales. Se busca realizar un análisis del
contexto en que emergen los movimientos sociales, identificando oportunidades
que algunas veces permanecen estáticas y otras veces son producidas por entornos
políticos cambiantes.
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2. Estructuras de movilización: se ocupa de la organización formal de los movimien-
tos sociales. Las estructuras de movilización se definen como “canales colectivos
—tanto formales como informales— a través de los cuales las personas pueden
movilizarse e implicarse en la acción colectiva” (McAdam, McCarthy y Zald, 1999:
24). Esta escuela ha puesto su interés en el análisis comparado de las infraestructu-
ras organizativas de los actores con el objetivo de comprender los patrones históri-
cos de la movilización y predecir cuáles facilitan la emergencia, eficacia y consoli-
dación de los movimientos.
3. Marcos de acción colectiva: hacen referencia tanto a las constantes culturales que
orientan a los participantes como las que éstos mismos construyen.
4. Repertorios de la contienda: indaga cómo se establecen y evolucionan las formas
culturalmente codificadas que tiene la gente de interactuar en la contienda política,
en respuesta al capitalismo, la construcción del Estado y otros procesos menos
monumentales.
Es precisamente dentro de esta última escuela en la que se inscribe la presente diserta-
ción, puesto que el interés reside en indagar cuál fue el conjunto de prácticas desplegadas
por los movimientos sociales exitosos surgidos en Europa del Este y Asia Central entre el
año 2000 y 2005. Fue Charles Tilly quien en 1977 introdujo la noción de repertorio en el
estudio de la acción colectiva. Según Tilly (2002), lo insatisfactorio de las taxonomías que
él mismo había ideado —formas competitivas, proactivas y reactivas— para mejorar la
dicotomía entre lo prepolítico y lo político propuesta por Hobsbawm y Rudé lo indujeron
a introducir el concepto de repertorio en su libro de 1977 Getting It Together in Burgundy.
En sus inicios, la teoría sobre repertorios propuesta por Tilly daba por supuesto que un solo
actor (individual o colectivo) era dueño de un repertorio de medios y los desplegaba de
manera estratégica. No obstante, como el mismo autor lo admitió algunos años más tarde,
esto era un error puesto que en el marco de un repertorio establecido cada rutina consiste
en una interacción entre dos o más partes y por ende los repertorios corresponden a con-
juntos de actores enfrentados y no a actores individuales.
Tilly (1995) definió el repertorio de confrontación como “la totalidad de los medios de
que dispone un grupo para perseguir intereses compartidos”. Posteriormente Tilly fue más
allá al escribir que el repertorio contribuye a describir lo que sucede cuando se identifican un
conjunto limitado de esquemas que se aprenden, se comparten y realizan mediante un pro-
ceso relativamente deliberado de elección. El proceso de aprendizaje está limitado por una
serie de constricciones que restringen las decisiones a las que puede acceder la acción colec-
tiva, así como sienta las bases para la toma de decisiones en el futuro (Tarrow, 1998: 59).
El repertorio de acción desplegado por los actores colectivos cambia con el tiempo,
pero lo hace de un modo bastante lento. Los grandes cambios en las estrategias de acción
colectiva dependen de fluctuaciones significativas tanto en los intereses como en las opor-
tunidades y la organización. A su vez, estos cambios están determinados por transforma-
ciones de gran envergadura en el Estado y el sistema capitalista. 
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Entre el antiguo (siglo XVIII) y el nuevo (siglo XIX) repertorio de acción existen dife-
rencias considerables. El antiguo repertorio era considerado local, porque en la mayoría
de los casos trataba intereses y acciones que se concentraban en una sola comunidad;
bifurcado, porque cuando la gente común se encargaba de asuntos locales y objetos pró-
ximos recurría a la acción directa sin paliativos para conseguir sus metas, mientras que
cuando se dirimían asuntos nacionales canalizaba sus demandas a través de un patrón o
una autoridad local y; particular, porque los detalles de las secuencias de acción varia-
ban enormemente de un grupo a otro, de un asunto a otro y de un lugar a otro. 
El nuevo repertorio es cosmopolita, porque a menudo se relaciona con intereses y cues-
tiones que abarcaban múltiples localidades o porque afecta a centros de poder cuya actua-
ción alcanza a muchas localidades; modular, porque puede transferirse fácilmente de un
determinado escenario o circunstancia a otro, y autónomo, porque comienza a iniciativa
propia del demandante y establece contacto directo entre los agraviados y los centros de
poder de importancia nacional (Tarrow, 1998: 60). 
En cuanto a las estrategias y el repertorio de los movimientos sociales, pueden ir desde
la acción colectiva violenta hasta la utilización de acciones convencionales. Entre estos dos
extremos existe un conjunto de propuestas indefinidas y cambiantes que utilizan la disrup-
ción y que con el paso del tiempo se pueden convertir en acciones convencionales tal y
como ha ocurrido con la huelga o la manifestación.
Desde finales del siglo XX y hasta la actualidad, los movimientos sociales presentes en
Europa del Este y Asia Central han sido actores impulsores del cambio social. Sus accio-
nes han ayudado a transformar las bases estructurales de diversos regímenes políticos, al
promover la ruptura con el autoritarismo y la transición hacia la democracia. Recientemen-
te, los movimientos sociales OTPOR de Serbia, KMARA de Georgia, PORA de Ucrania
y KELKEL de Kirguistán han cumplido con dicho cometido a través del despliegue de un
conjunto de estrategias de acción puestas en práctica durante las Revoluciones Bulldozer
(2000), Rosa (2003), Naranja (2004) y de los Tulipanes (2005), respectivamente.
A continuación se describirán las principales estrategias de acción implementadas por
los movimientos sociales OTPOR, KMARA, PORA y KELKEL. La primera de ellas se
refiere a los lazos establecidos entre los activistas de dichos movimientos y distintos acto-
res de Occidente (Estados, fundaciones y ONG principalmente), la segunda corresponde a
la campaña informativa y de educación electoral, la tercera se refiere al seguimiento de las
elecciones y la cuarta versa sobre la movilización frente al fraude electoral, todas estas
estrategias implementadas bajo el marco de la no violencia.
LOS MOVIMIENTOS SOCIALES Y SUS LAZOS CON DIFERENTES ACTORES 
DE OCCIDENTE
Entre los movimientos sociales OTPOR, KMARA, PORA, KELKEL y diferentes acto-
res de Occidente como los gobiernos de Estados Unidos (EE UU) y algunos gobiernos de
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los países pertenecientes a la Unión Europea (UE), diferentes fundaciones y sobre todo
ONG comprometidas con la promoción de la democracia, se estableció una Red Transna-
cional de Defensa a través de la cual se transfirieron recursos,experiencias, información
y capacitación, entre otras (Keck y Sikkink, 2002). 
Tanto en la Revolución Bulldozer de Serbia (2000), la Revolución Rosa de Georgia
(2003), la Revolución Naranja de Ucrania (2004) y la Revolución de los Tulipanes de Kir-
guistán (2005), la ruptura con el régimen político vigente fue impulsada por una oposición
única y organizada, encabezada por movimientos sociales de base estudiantil. Siguiendo a
Bunce y Wolchik (2006), la conformación de estos movimientos dependió en gran medi-
da de la capacitación proporcionada por activistas de antiguos movimientos sociales de
países como Bulgaria, Rumania y Eslovaquia, entre otros, que ya habían transitado por
experiencias similares a las que ahora se enfrentaban el OTPOR, el KMARA, el PORA y
el KELKEL. Los miembros de los antiguos movimientos a favor de la democracia ayuda-
ron a moldear las campañas del OTPOR, el KMARA, el PORA y el KELKEL y colabo-
raron con el entrenamiento de los nuevos activistas en técnicas de educación electoral,
detección de fraudes y resistencia pacífica. De igual manera, diversas ONG internaciona-
les así como distintitos gobiernos de los países pertenecientes a la Unión Europea y el
gobierno de EE UU contribuyeron a la formación de los nuevos activistas y participaron
en el seguimiento de los procesos electorales. 
Antes de continuar con el desarrollo de esta idea, resulta conveniente señalar que el
soporte brindado por las ONG a los actores colectivos como los movimientos sociales ha
sido abordado por autoras como Segura, Bolívar y Posada (1997), quienes exponen que el
objetivo de las ONG en los procesos de ampliación y expansión de la democracia no resi-
de en el fortalecimiento de ciertas organizaciones sociales para la acción política o la toma
de poder, sino que se remite al acompañamiento de las mismas, cuya actividad está enca-
minada a lograr el desarrollo autónomo de proyectos sociales perdurables, a partir de los
cuales se espera construir un proceso de información y capacitación de la sociedad civil en
temas relacionados con la participación, la apropiación y la utilización de espacios y meca-
nismos de la institucionalidad democrática.
En Serbia, un grupo de estudiantes de la universidad de Belgrado conformó en 1999 el
movimiento de base estudiantil OTPOR (Resistencia) que ejerció una oposición activa
frente al gobierno de Milosevic. La idea de la resistencia no violenta formulada por Gene
Sharp, cabeza del Albert Einstein Institute de Boston, modeló los parámetros de acción de
los activistas del OTPOR y determinó en gran parte el éxito del movimiento, traducido en
el derrocamiento de Milosevic y la inauguración de una nueva transición hacia la demo-
cracia en Serbia a través de la Revolución Bulldozer de 2000. Debido al éxito del OTPOR,
muchos de sus miembros, financiados por el gobierno de USA y diversas ONG de Occi-
dente interesadas en la promoción de la democracia, comenzaron a desplazarse por el
mundo para entrenar a miembros de movimientos locales en técnicas útiles para organizar
revoluciones pacíficas encaminadas a la re-inauguración de gobiernos democráticos. Se
estima que el gobierno de EE UU y diversas ONG norteamericanas gastaron cerca de
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41 millones de dólares en la promoción de programas de conformación de grupos oposi-
tores a Milosevic como el OTPOR (Beissiger, 2007: 261).
En Georgia, el origen del KMARA (Basta) se encuentra ligado a la red que se estable-
ció entre estudiantes opositores al gobierno de Shevardnadze y ONG norteamericanas y
antiguos activistas del OTPOR. Los activistas georgianos crearon lazos con el OTPOR en
la primavera de 2003 (seis meses antes de la Revolución Rosa), cuando visitaron Belgra-
do en un viaje financiado por la Fundación SOROS, y fueron entrenados en técnicas de
resistencia pacífica. Éste fue el nacimiento del KMARA, que de veinte activistas pasó rápi-
damente a constituirse en un movimiento de más de trescientos miembros. Con relación a
otras agencias, fundaciones y ONG puede decirse que The United States Agency for Inter-
national Development (USAID) gastó 1,5 millones de dólares para computarizar las vota-
ciones de 2003. Tanto EE UU como la UE transfirieron fondos a la OSCE para desplegar
un número significativo de observadores durante las elecciones. The National Democratic
Institute for International Affairs (NDI) transfirió fondos a la ONG georgiana Fair Elec-
tions para que pudiera contratar y capacitar a miles de monitores electorales domésticos,
encargados de realizar un proceso de tabulación paralela de votos. Igualmente, George
Soros, a través de The Open Society Institute (OSI), transfirió fondos a la campaña de Saa-
kashvili y apoyó al grupo de estudiantes georgianos que viajó a Serbia y que estableció el
contacto con antiguos miembros del OTPOR. 
Por otra parte, el presidente de USA, George Bush, envió a Georgia en julio de 2003 al
secretario de Estado James Baker para que tuviera una reunión con los dos representantes
de la oposición, Saakashvili y Nino Burjenadze, y con el presidente Shevardnadze. Baker
propuso una fórmula para la representación de varios partidos en las comisiones electorales
de cada nivel e hizo pública la decisión del gobierno estadounidense de tomar medidas fren-
te al gobierno georgiano si no se realizaban unas elecciones libres y limpias. El presidente
Shevardnadze aceptó la propuesta pero tan pronto Baker partió a EE UU varios de los par-
tidos pro-gubernamentales comenzaron a manipular la fórmula (Fairbanks Jr., 2004: 115).
En Ucrania, el PORA (Ya es hora) desarrolló su programa de acción bajo la influencia
de los ejemplos serbios y georgianos. Catorce activistas del PORA fueron entrenados en
Serbia en el Centro para la Resistencia Pacífica, organización erigida por el OTPOR para
instruir a jóvenes líderes del mundo en cómo organizar movimientos sociales comprome-
tidos con la democracia, motivar la actuación de actores influyentes y desarrollar acciones
masivas. Posteriormente estos catorce activistas realizaron campamentos de verano en
Ucrania para entrenar a los nuevos miembros del movimiento (Yablokova, 2004). 
Por otra parte, The OSI, a través de la iniciativa este-este, apoyó el proceso de trans-
formación democrática proveyendo recursos humanos y financieros para habilitar a la
sociedad civil en materia de educación electoral e incentivó la creación de coaliciones
internacionales con otras instituciones interesadas en restablecer la democracia en Ucra-
nia. Igualmente, a través de la OSI se estableció The International Renaissance Founda-
tion, institución dedicada a construir y mantener la infraestructura y las instituciones nece-
sarias para crear una sociedad abierta en Ucrania. Esta fundación piloteó una iniciativa
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a largo plazo para analizar la transparencia en los gastos del gobierno y para promover el
acompañamiento de la sociedad civil en las decisiones sobre el gasto público. Igualmente
donó 1,3 millones de dólares a ONG ucranianas para que llevaran a cabo programas rela-
cionados con la transparencia de las elecciones. 
Por su parte, USAID supervisó el proceso electoral de 2004 y aportó 1.475 millones de
dólares destinados a actividades de la promoción de la democracia. Con el mismo objeti-
vo, The NDI capacitó a varios miembros del movimiento social PORA en estrategias de
educación de votantes e información a los ciudadanos sobre los procesos electorales y The
International Republican Institute (IRI) patrocinó la mesa para jóvenes líderes de oposi-
ción en enero 28 de 2004. Ésta fue la primera de una serie de encuentros en los que se
buscó recoger opiniones de los líderes así como animarlos a trabajar juntosen el desarro-
llo de estrategias para las elecciones presidenciales. El IRI también ayudó a establecer un
colegio para la formación de jóvenes líderes y realizó un seminario para analizar cómo
mantener altos niveles de comunicación durante las elecciones. 
Finalmente, la Fundación Freedom House denunció abiertamente el fraude electoral
del 21 de noviembre, así como la crítica situación de los medios ucranianos y junto con
instituciones como USAID y Development Associates INC, monitoreó el proceso electo-
ral de 2004. En el mismo año, varias personalidades estadounidenses visitaron Ucrania y
previnieron al presidente Koutchma de los castigos que le serían impuestos, como confis-
cación de propiedades y congelamiento de sus cuentas bancarias en EE UU, si mantenía
su posición intransigente y si le daba soluciones ilegales a la crisis que se avecinaba.
Siguiendo este orden de ideas, podría decirse que EE UU también empleó la diplomacia
del garrote al declarar que impondría sanciones políticas y económicas al régimen ucrania-
no si se demostraba la presencia de fraude en las elecciones. 
En Kirguistán, el surgimiento del KELKEL (Renacimiento y brillo de Dios) se remon-
ta al viaje realizado por un grupo de estudiantes de este país a Ucrania durante la Revolu-
ción Naranja de 2004 como observadores electorales. A su retorno a Kirguistán, impulsa-
ron la creación del KELKEL siguiendo la experiencia del OTPOR, el KMARA y el PORA
En este punto se considera relevante mencionar la propuesta de Beissinger (2007),
quien sostiene que cada revolución democrática exitosa produce una experiencia que es
adoptada por otros, expandida por ONG y emulada por movimientos locales, formando el
contorno de un modelo que comprende seis aspectos básicos: 1. Uso del fraude electoral
como la ocasión propicia para la movilización en contra de regímenes pseudo-democráti-
cos. 2. Soporte externo para el desarrollo de movimientos democráticos locales. 3. Surgi-
miento de movimientos sociales de base estudiantil que emplean tácticas de protesta no
convencional, tanto en un periodo previo a las elecciones para minar la popularidad del
régimen y preparar a los ciudadanos para su caída posterior, como durante los momentos
álgidos del ciclo de protesta. 4. Existencia de una oposición unida y soportada por gobier-
nos de la UE y EE UU. 5. Presión diplomática externa y un inusual seguimiento de las
elecciones. 6. Movilizaciones ante el anuncio de fraude electoral, enmarcadas en la estra-
tegia de la resistencia pacífica (Beissinger, 2007: 261).
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Una vez expuesta la relación existente entre los movimientos sociales OTPOR,
KMARA, PORA y KELKEL y entre éstos y distintos actores de Occidente, procederemos
a abordar el tema de las campañas informativas y de educación electoral implementadas
por estos movimientos. 
LAS CAMPAÑAS INFORMATIVAS Y DE EDUCACIÓN ELECTORAL. 
EL SEGUIMIENTO DE LAS ELECCIONES
Tanto el OTPOR como el KMARA, el PORA y KELKEL se caracterizaron por la
puesta en marcha de grandes campañas informativas en torno a las elecciones presidencia-
les de 2000 en Serbia, las elecciones legislativas de 2003 en Georgia, las elecciones presi-
denciales de 2004 en Ucrania y las elecciones legislativas de 2005 en Kirguistán. A través
de estas campañas se buscó generar información de manera rápida y fidedigna sobre los
candidatos, sus programas y el desarrollo de los procesos electorales. Igualmente se bus-
caba que esta información pudiera ser llevada hasta donde produjera mayor impacto.
Grosso modo podría decirse que la campaña informativa adelantada por el OTPOR, el
KMARA, el PORA y el KELKEL se basó en dos pilares. El primero de ellos consistía en
asesorar a la población sobre fuentes confiables de información, informar sobre la activi-
dad política de los candidatos y la financiación de sus campañas, mantener al tanto a los
ciudadanos sobre la actividad de las autoridades electorales, de las instituciones de búsque-
da y análisis de datos y de las distintas ONG nacionales como internacionales envueltas en
el proceso electoral. El segundo pilar estaba enfocado en incentivar a los votantes para que
tomaran parte en las elecciones y preparar a los mismos para la movilización en caso de
presentarse fraude electoral. De igual manera se intentó hacer hincapié en el contenido
simbólico de los diferentes elementos empleados por la oposición como la utilización de
colores, la composición de canciones, la creación de insignias y lemas, así como la pro-
moción de múltiples muestras artísticas y culturales que criticaban los regímenes políticos
vigentes.
Por su parte, la tarea de la educación electoral consistió en enseñarles a los ciudadanos
cómo votar correctamente, concienciarlos sobre la importancia de participar en los proce-
sos electorales y la relevancia de unas elecciones libres, transparentes y competitivas,
informarles sobre las propuestas de los diferentes candidatos, mantenerlos al tanto de los
diversos debates que se habían producido entre los mismos, indicarles en dónde quedaban
y cómo podían dirigirse a las puestos de votación que les correspondían, entre otros. Para
llevar a cabo estas actividades, los movimientos sociales OTPOR, KMARA, PORA y
KELKEL adoptaron una estructura organizativa de trabajo horizontal configurada por
pequeños grupos móviles, integrados por diez o quince activistas, que se encargaban de
proveer información y educación electoral a la población. Estos grupos actuaban en dife-
rentes territorios circunscritos que cubrían la totalidad de los territorios nacionales y dicha
actividad se encontraba bajo coordinación de un centro de campaña, encargado de coordinar
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las acciones de las unidades regionales, de organizar la producción y distribución de los
productos impresos y de adelantar trabajos conjuntos con los demás compañeros oficiales
de la campaña. Igualmente, estos movimientos establecieron una figura a modo de conse-
jo administrativo, conformado por un número reducido de miembros, cuya función recaía
en la coordinación de todos los grupos que conformaban el movimiento así como de las
actividades de protesta que se realizaban en un nivel macro (Demes y Forbrig, 2006: 4).
El seguimiento de las elecciones se llevó a cabo de manera conjunta entre los activis-
tas de los movimientos sociales que habían sido entrenados en la detección de fraude, los
observadores nacionales e internacionales y distintas ONG. En todo momento se buscó
tener a los ciudadanos de Serbia, Georgia, Ucrania y Kirguistán informados en tiempo real
sobre los resultados de las elecciones y para ello se crearon numerosas páginas web que
transmitían el desarrollo de las elecciones desde diferentes zonas de cada uno de estos paí-
ses. En el apartado siguiente se hará referencia a las movilizaciones producidas a causa de
los fraudes electorales que originaron el estallido de las Revoluciones Bulldozer en Serbia
(2000), Rosa en Georgia (2003), Naranja en Ucrania (2004) y de los Tulipanes en Kirguis-
tán (2005), y se hará hincapié en el uso de la no violencia en todas las actividades im-
plementadas por los movimientos OTPOR, PORA, KMARA y KELKEL, estrategia que
influyó profundamente en el éxito de dichos movimientos, al deslegitimar la actividad
represiva del Estado y generar amplia simpatía en gran parte de la población.
FRAUDE Y MOVILIZACIÓN NO VIOLENTA
Una vez declarado el fraude1 en las elecciones presidenciales de 2000 en Serbia, las
elecciones legislativas de 2003 en Georgia, las elecciones presidenciales de 2004 en Ucra-
nia y las elecciones legislativas de 2005 en Kirguistán y gracias a la preparación obtenida
mediante la campaña de información implementada en losmeses anteriores a la realiza-
ción de los comicios, la movilización no se hizo esperar. Aunque en Serbia y Ucrania se
presentaron protestas extremadamente largas y numerosas y en Georgia y Kirguistán fue-
ron relativamente pequeñas y esporádicas, la movilización en contra de los fraudes electo-
rales se erigió en todos los casos como el punto de ruptura de las Revoluciones Bulldozer,
Rosa, Naranja y de los Tulipanes, respectivamente.
Como se ha señalado en múltiples ocasiones, la implementación de las diferentes estra-
tegias de acción por parte de los movimientos sociales OTPOR, KAMARA, PORA Y
KELKEL se realizó en el marco de la acción no violenta. En este punto vale la pena men-
cionar que aunque en el caso de Kirguistán se presentaron algunos incidentes violentos, no
fueron de gran magnitud y el número de víctimas no supero la decena. El impacto del uso
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1. El fraude en todos los casos incluyó voto múltiple, urnas que abrieron tarde, votos no enviados a la ofi-
cina central electoral para el recuento, listas que incluían a personas difuntas y excluían sistemática-
mente a cientos de vivos, entre otros (Lincoln, 2004: 343).
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de la no violencia en el éxito de los movimientos sociales surgidos en Europa del Este y
Asia Central entre 2000 y 2005 se deriva según Muller (2005) del hecho de que aunque la
resistencia no violenta no permite evitar la represión, la priva de cualquier justificación.
Por tanto, la respuesta no violenta sirvió para desacreditar aún más los regímenes de Milo-
sevic en Serbia, de Shevardnadze en Georgia, de Koutchma en Ucrania y de Akayev en
Kirguistán. 
Parafraseando a Sharp, los conflictos más severos y extremos como lo son los políticos
y culturales no se pueden resolver por medios suaves. La negociación, la argumentación y
la conciliación sirven para solucionar conflictos personales y colectivos sencillos, pero los
grandes conflictos, como los observados en Serbia en el año 2000, en Georgia en el 2003,
en Ucrania en el 2004 y en Kirguistán en el 2005, requieren de la no colaboración con
quienes ostentan el poder así como de intervenciones no violentas Siguiendo a Sharp,
desde finales del sigloXVII hasta hoy, la técnica de la acción no violenta ha sido amplia-
mente usada en una variedad de situaciones. En el 2000, el coronel estadounidense retira-
do, Robert Helvy, enseñó técnicas avanzadas de acción no violenta, de acuerdo a la tesis
de Sharp a los activistas del OTPOR en Serbia. En el 2003, Aleksandr Maric, ministro del
Centro por la Resistencia No Violenta instruyó a los jóvenes del KMARA de Georgia y
junto con observadores independientes coordinados por Freedon House contribuyó con la
formación de los militantes del PORA (Cante, Ortiz, 2005: 18). 
CONCLUSIONES
Una vez expuestas las consideraciones antes mencionadas, puede decirse que la pre-
sente disertación ha girado en torno a tres ejes fundamentales:
1. Las estrategias de acción desplegadas por los movimientos sociales en los contex-
tos revolucionarios pacíficos de Europa del Este y Asia Central de principios de
siglo.
2. La relevancia de los actores —movimientos sociales— como agentes impulsores
del cambio social.
3. El fraude electoral como un elemento clave a la hora de resolver los problemas de
la acción colectiva.
Vale la pena subrayar el rol que tienen los actores en el escenario internacional, pues-
to que son ellos, a través de los procesos de toma de decisiones y de acuerdo a los límites
derivados de las estructuras de oportunidad política, quienes mantienen o modifican el
orden establecido y desarrollan estrategias para alcanzar los objetivos que se proponen.
Dentro de los nuevos actores que han intervenido en la escena internacional, los movi-
mientos sociales se han constituido en importantes agentes de la oposición cuya actividad
está encaminada a impulsar el cambio social. “Los movimientos sociales han asumido el
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gran desafío de conformar ese intelectual colectivo al cual se refería Gramsci, capaz de sin-
tetizar en un proyecto unitario el conjunto disperso y fragmentario de aspiraciones, intere-
ses y demandas del complejo y plural universo de las clases subalternas” (Borón, 2004).
Los movimientos sociales son entonces portadores de una nueva visión y llegan a espacios
en los que el Estado y otras instituciones sociales son incapaces de actuar o no quieren
hacerlo. De igual manera, han llegado a constituirse en el núcleo del que emergen y se
posicionan nuevos temas, discursos, agendas públicas, además de ser el campo de sociabi-
lidad y de recreación de la sociedad misma (Urán Arenas, 2003: 32).
Como se mencionó en la introducción, la Revolución Bulldozer de Serbia, la Revolu-
ción Rosa de Georgia, la Revolución Naranja de Ucrania y la Revolución de los Tulipanes
de Kirguistán son claros ejemplos de que las transformaciones básicas de los países, de sus
estructuras de clase y de su ideología dominante, así como la reconstrucción paralela de
las organizaciones de un Estado bajo nuevos esquemas de pensamiento no son procesos
espontáneos que se desencadenan por la simple acumulación de eventos que presionan la
metamorfosis del entorno. En este proceso intervienen, necesariamente, actores con volun-
tad y capacidad de impulsar los cambios del sistema (Skocpol, 1996: 7). 
En Europa del Este y Asia Central los movimientos sociales se han caracterizado por
ser impulsores fundamentales del cambio social. Tanto a finales de la década de los ochen-
ta, cuando se desintegró la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) y diferen-
tes repúblicas socialistas proclamaron su independencia, como a comienzos de siglo, cuan-
do se desencadenaron las Revoluciones de Colores, los movimientos sociales han sido
actores dinámicos que han puesto en marcha un repertorio de estrategias de acción que ha
alimentado la movilización social en contra del fraude electoral y ha presionado la cele-
bración de nuevos comicios libres y competitivos.
Los movimientos sociales OTPOR (Resistencia), KMARA (Basta), PORA (Ya es hora)
y KELKEL (Renacimiento y brillo de Dios) asumieron el desafío de enfrentar, con éxito,
los regímenes autoritarios o semi-autoritarios reinantes en Serbia, Georgia, Ucrania y Kir-
guistán y se convirtieron en fuente de inspiración para muchos otros movimientos de la
región interesados en llevar a cabo esta tarea.
Dentro del repertorio de estrategias de acción política implementadas por dichos movi-
mientos se cuentan: 
1. El establecimiento de lazos con múltiples actores de Occidente.
2. El desarrollo de una campaña informativa y de educación electoral y el monitoreo
de las elecciones.
3. La movilización frente al fraude electoral, todo esto bajo el marco de la no violencia.
Siguiendo la propuesta elaborada por Keck y Sikkink (2002), entre los movimientos
sociales OTPOR, KMARA, PORA y KELKEL y diferentes actores de Occidente como los
EE UU y algunos países de la UE, diferentes fundaciones y sobre todo ONG comprome-
tidas con la promoción de la democracia, se estableció una red de transferencia de recursos,
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experiencias, información y capacitación denominada Red Transnacional de Defensa. Esta
red fue tejida con el objetivo de que los movimientos sociales retadores construyeran nue-
vos canales que les permitieran presionar una modificación en la conducta estatal y, sin
duda alguna, sirvió para ampliar el espectro de oportunidades políticas que facilitaron el
ejercicio de la actividad de la oposición.
Gracias a esta dinámica,los movimientos sociales pudieron implementar grandes
campañas informativas en torno a las elecciones presidenciales de Serbia en 2000 y de
Ucrania en 2004, y en torno a las elecciones legislativas de Georgia en 2003 y de Kirguis-
tán en 2005. A través de estas campañas se buscó generar información de manera rápida
y fidedigna sobre los candidatos, sus programas y el desarrollo de los procesos electora-
les. A través de la campaña de educación electoral se trató de incentivar a los votantes
para que tomaran parte en las elecciones, se les enseñó a utilizar el tarjetón y se les pre-
paró para la movilización en caso de presentarse fraude electoral. El monitoreo de las
elecciones se llevó a cabo de manera conjunta entre los activistas de los movimientos
sociales, los observadores nacionales e internacionales y distintas ONG. A través del
monitoreo se buscó tener a los ciudadanos de estos cuatro países informados en tiempo
real sobre los resultados de las elecciones e incentivarlos a manifestarse en caso de que
ocurriera un fraude.
Finalmente, resulta importante mencionar que en el caso de las Revoluciones de Colo-
res, el fraude electoral podría tomarse como una contribución parsimoniosa a la literatura
de la ciencia política, en tanto podría ser una herramienta útil para solucionar los proble-
mas de la acción colectiva que enfrentan los ciudadanos en países donde los gobiernos res-
tringen las protestas (Weingast, 1997, 2005). El fraude electoral es un punto focal para
resolver los problemas de la acción colectiva en sociedades donde los ciudadanos tienen
fuertes agravios contra el régimen. A su vez, la ciencia política puede ofrecer ayuda a los
ciudadanos para entender un evento político crucial o una tendencia, que en este caso
correspondería a las Revoluciones Bulldozer de Serbia de 2000, Rosa de Georgia de 2003,
Naranja de Ucrania de 2004 y de los Tulipanes de Kirguistán de 2005 y que contiene herra-
mientas útiles para la comprensión de las demás Revoluciones de Colores.
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Presentado para evaluación: 2 de diciembre de 2009
Aceptado para publicación: 13 de junio de 2011
ANGÉLICA RODRÍGUEZ, Universidad de Salamanca
angelicarodriguezr@gmail.com
Profesional en Relaciones Internacionales y Estudios Políticos de la Universidad Militar
Nueva Granada de Bogotá-Colombia (2007), máster en Ciencia Política de la Universidad
de Salamanca (2009) y doctoranda en Procesos Políticos Contemporáneos de la misma
Universidad. Publicaciones: “Un intento por consolidar una Zona de Integración Fronteri-
za (ZIF) entre el departamento de la Guajira-Colombia y el estado de Zulia-Venezuela”.
Observatoire Politique de l´Amérique Latine e des Caraïbes (Opalc). SciencesPo.
Angélica Rodríguez Rodríguez146Revista Española de Ciencia Política. Núm. 26, Julio 2011, pp. 127-146
16307-C POLITICA-26 (FF) 22/7/11 09:55 Página 146

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