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origen_especias-108

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reducidas o peculiares, donde han estado sujetas a competencia menos
severa y donde su escaso número ha retardado la casualidad de que ha-
yan surgido variaciones favorables.
Finalmente, creo que, por diferentes causas, existen todavía en el mun-
do muchas formas de organización inferior. En algunos casos pueden no
haber aparecido nunca variaciones o diferencias individuales de natura-
leza favorable para que la selección natural actúe sobre ellas y las acu-
mule. En ningún caso, probablemente, el tiempo ha sido suficiente para
permitir todo el desarrollo posible. En algunos casos ha habido lo que
podemos llamar retroceso de organización. Pero la causa principal estri-
ba en el hecho de que, en condiciones sumamente sencillas de vida, una
organización elevada no sería de utilidad alguna; quizá sería un positivo
perjuicio, por ser de naturaleza más delicada y más susceptible de des-
componerse y ser destruida.
Considerando la primera aparición de la vida, cuando todos los seres
orgánicos, según podemos creer, presentaban estructura sencillísima, se
ha preguntado cómo pudieron originarse los primeros pasos en el pro-
greso o diferenciación de partes. Míster Herbert Spencer contestaría pro-
bablemente que tan pronto como un simple organismo unicelular llegó,
por crecimiento o división, a estar compuesto de diferentes células, o lle-
gó a estar adherido a cualquier superficie de sostén, entrarla en acción su
ley: «que las unidades homólogas de cualquier orden se diferencian a
medida que sus relaciones con las fuerzas incidentes se hacen diferen-
tes»; pero como no tenemos hechos que nos guíen, la especulación sobre
este asunto es casi inútil. Es, sin embargo, un error suponer que no ha-
bría lucha por la existencia, ni, por consiguiente, selección natural, hasta
que se produjesen muchas formas: las variaciones de una sola especie
que vive en una estación aislada pudieron ser beneficiosas, y de este mo-
do todo el conjunto de individuos pudo modificarse, o pudieron origi-
narse dos formas distintas. Pero, como hice observar hacia el final de la
introducción, nadie debe sorprenderse de lo mucho que todavía queda
inexplicado sobre el origen de las especies, si nos hacemos el cargo debi-
do de nuestra profunda ignorancia sobre las relaciones de los habitantes
del mundo en los tiempos presentes, y todavía más en las edades
pasadas.
Convergencia de caracteres
Míster H. C. Watson piensa que he exagerado la importancia de la di-
vergencia de caracteres -en la cual, sin embargo, parece creer- y que la
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