Descarga la aplicación para disfrutar aún más
Vista previa del material en texto
subvariedades difieren ligeramente unas de otras. Toda la organización parece haberse vuelto plástica y se desvía ligeramente de la del tipo progenitor. Toda variación que no es hereditaria carece de importancia para noso- tros. Pero es infinito el número y diversidad de variaciones de estructura hereditarias, tanto de pequeña como de considerable importancia fisioló- gica. El tratado, en dos grandes volúmenes, del doctor Prosper Lucas es el más completo y el mejor sobre este asunto. Ningún criador duda de lo enérgica que es la tendencia a la herencia; que lo semejante produce lo semejante es su creencia fundamental; solamente autores teóricos han suscitado dudas sobre este principio. Cuando una anomalía cualquiera de estructura aparece con frecuencia y la vemos en el padre y en el hijo, no podemos afirmar que esta desviación no pueda ser debida a una mis- ma causa que haya actuado sobre ambos; pero cuando entre individuos evidentemente sometidos a las mismas condiciones alguna rarísima ano- malía, debida a alguna extraordinaria combinación de circunstancias, aparece en el padre -por ejemplo: una vez entre varios millones de indi- viduos- y reaparece en el hijo, la simple doctrina de las probabilidades casi nos obliga a atribuir a la herencia su reaparición. Todo el mundo tie- ne que haber oído hablar de casos de albinismo, de piel con púas, de cuerpo cubierto de pelo, etc., que aparecen en varios miembros de la mis- ma familia. Si las variaciones de estructura raras y extrañas se heredan realmente, puede admitirse sin reserva que las variaciones más comunes y menos extrañas son heredables. Quizá el modo justo de ver todo este asunto sería considerar la herencia de todo carácter, cualquiera que sea, como regla, y la no herencia, como excepción. Las leyes que rigen la herencia son, en su mayor parte, desconocidas. Nadie puede decir por qué la misma articularidad en diferentes individ- uos de la misma especie o en diferentes especies es unas veces heredada y otras no; por qué muchas veces el niño, en ciertos caracteres, vuelve a su abuelo o abuela, o un antepasado más remoto; por qué muchas veces una particularidad es transmitida de un sexo a los dos sexos, o a un sexo solamente, y en este caso, más comúnmente, aunque no siempre, al mis- mo sexo. Es un hecho de cierta importancia para nosotros el que particu- laridades que aparecen en los machos de las castas domésticas, con frec- uencia se transmiten a los machos exclusivamente, o en grado mucho mayor. Una regla mucho más importante, a la que yo espero se dará cré- dito, es que, cualquiera que sea el período de la vida en que aparece por vez primera alguna peculiaridad, ésta tiende a reaparecer en la descen- dencia a la misma edad, aunque, a veces, un poco antes. En muchos 12
Compartir