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origen_especias-14

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demostrarse que las variedades domésticas manifiestan una enérgica
tendencia a la reversión -esto es, a perder los caracteres adquiridos cuan-
do se las mantiene en las mismas condiciones y en grupo considerable,
de modo que el cruzamiento libre pueda contrarrestar, mezclándolas en-
tre sí, cualesquiera ligeras desviaciones de su estructura-; en este caso,
convengo en que de las variedades domésticas no podríamos sacar de-
ducción alguna por lo que toca a las especies. Pero no hay ni una sombra
de prueba en favor de esta opinión: el afirmar que no podríamos criar,
por un número ilimitado de generaciones, nuestros caballos de tiro y de
carrera, ganado vacuno de astas largas y de astas cortas, aves de corral
de diferentes castas y plantas comestibles, sería contrario a toda
experiencia.
Caracteres de las variedades domésticas; dificultad de la distinción en-
tre variedades y especies; origen de las variedades domésticas a partir
de una o de varias especies
Cuando consideramos las variedades hereditarias o razas de las plan-
tas y animales domésticos, y las comparamos con especies muy afines,
vemos generalmente en cada raza doméstica, como antes se hizo obser-
var, menos uniformidad de caracteres que en las especies verdaderas.
Las razas domésticas tienen con frecuencia un carácter algo monstruoso;
con lo cual quiero decir que, aunque difieren entre sí y de las otras espec-
ies del mismo género en diferentes puntos poco importantes, con frec-
uencia difieren en sumo grado en alguna parte cuando se comparan en-
tre sí, y más aún cuando se comparan con la especie en estado natural, de
que son más afines. Con estas excepciones -y con la de la perfecta fecun-
didad de las variedades cuando se cruzan, asunto para discutido más
adelante-, las razas domésticas de la misma especie difieren entre sí del
mismo modo que las especies muy afines del mismo género en estado
natural; pero las diferencias, en la mayor parte de los casos, son en grado
menor. Esto ha de admitirse como cierto, pues las razas domésticas de
muchos animales y plantas han sido clasificadas por varias autoridades
competentes como descendientes de especies primitivamente distintas, y
por otras autoridades competentes, como simples variedades. Si existiese
alguna diferencia bien marcada entre una raza doméstica y una especie,
esta causa de duda no se presentaría tan continuamente. Se ha dicho mu-
chas veces que las razas domésticas no difieren entre sí por caracteres de
valor genérico. Puede demostrarse que esta afirmación no es exacta, y los
naturalistas discrepan mucho al determinar qué caracteres son de valor
genérico, pues todas estas valoraciones son al presente empíricas.
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