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condiciones de vida- en la adquisición, por selección natural, de cualqu-
ier grado de perfección concebible. En los casos en que no tenemos cono-
cimiento de estados intermedios o de transición, hemos de ser sumamen-
te prudentes en llegar a la conclusión de que no pueden haber existido,
pues las transformaciones de muchos órganos muestran qué maravillo-
sos cambios de función son, por lo menos, posibles. Por ejemplo: una ve-
jiga natatoria parece haberse convertido en un pulmón para respirar en
el aire. Con frecuencia debe haber facilitado mucho las transiciones el
que un mismo órgano haya realizado simultáneamente funciones muy
diferentes y luego se haya especializado, total o parcialmente, para una
función; o el que la misma función haya sido efectuada por dos órganos
distintos, habiéndose perfeccionado uno de ellos mientras el otro le ha
auxiliado.
Hemos visto que en dos seres muy distantes en la escala natural se
pueden haber formado, separada o independientemente, órganos que
sirven para el mismo objeto y son muy semejantes en apariencia externa;
pero cuando se examina atentamente estos órganos, casi siempre pueden
descubrirse en su estructura diferencias esenciales, lo que naturalmente
se sigue del principio de la selección natural. Por otra parte, la regla ge-
neral en toda la naturaleza es la infinita diversidad de estructuras para
obtener el mismo fin, lo cual también se sigue naturalmente del mismo
principio fundamental.
En muchos casos nuestra ignorancia es demasiado grande para que
podamos afirmar que un órgano o parte es de tan poca importancia para
la prosperidad de una especie, que no puedan haberse acumulado lenta-
mente modificaciones en su estructura por medio de la selección natural.
En otros muchos casos, las modificaciones son probablemente resultado
directo de las leyes de variación y de crecimiento, independientemente
de que se haya conseguido así alguna ventaja. Pero aun estas conformac-
iones, muchas veces, han sido después aprovechadas y modificadas to-
davía de nuevo, para bien de la especie, en nuevas condiciones de vida.
Podemos también creer que un órgano que fue en un tiempo de gran im-
portancia se ha conservado con frecuencia -como la cola de un animal
acuático ensus descendientes terrestres-, aun cuando haya llegado a ser
de tan poca importancia, que no pudo haber sido adquirido en su estado
actual por selección natural.
La selección natural no puede producir nada en una especie exclusiva-
mente para ventaja o perjuicio de otra, aun cuando puede muy bien pro-
ducir partes, órganos o excreciones utilísimas, y aun indispensables, o
también sumamente perjudiciales, a otra especie, pero en todos los casos
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