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reproductores. Es un hecho muy curioso, señalado ya, que los aquenios o
simientes de la circunferencia se diferencian, a veces mucho, de los del
centro en forma, color y otros caracteres. En Carthamus y en algunas
otras compuestas, los aquenios centrales solos están provistos de vilano,
y en Hyoseris, la misma inflorescencia produce aquenios de tres formas
diferentes. En ciertas umbelíferas, los frutos exteriores, según Tausch,
son ortospermos y el central celospermo, y éste es un carácter que había
sido considerado por De Candolle, en otras especies, como de la mayor
importancia sistemática. El profesor Braun menciona un género de fuma-
riáceas en el que las flores de la parte inferior de la espiga producen co-
mo nuececillas ovales con una sola semilla, y en la parte superior de la
espiga, silicuas lanceoladas de dos valvas y con dos semillas. En estos di-
ferentes casos -excepto en el de las florecillas periféricas muy desarrolla-
das, que son de utilidad por hacer las flores muy visibles para los insec-
tos- la selección natural, hasta donde nosotros podemos juzgar, no ha po-
dido entrar en juego, o lo ha hecho sólo de un modo completamente se-
cundario. Todas estas modificaciones resultan de la posición relativa y
acción mutua de las partes, y apenas puede dudarse que si todas las flo-
res y hojas de la planta hubiesen estado sometidas a las mismas condicio-
nes externas e internas que lo están las flores y hojas en determinadas
posiciones, todas se habrían modificado de la misma manera.
En muchos otros casos encontramos modificaciones de estructura, con-
sideradas generalmente por los botánicos como de gran importancia, que
afectan tan sólo a alguna de las flores de una misma planta, o que se pre-
sentan en distintas plantas que crecen juntas en las mismas condiciones.
Como estas variaciones parecen no ser de utilidad especial para las plan-
tas, no pueden haber sido modificadas por la selección natural. De su
causa nada sabemos; no podemos ni siquiera atribuirlo, como en los ca-
sos de la última clase, a una acción inmediata, tal como la posición relati-
va. Citaré sólo algunos ejemplos. Es tan común observar en la misma
planta indistintamente flores tetrámeras, pentámeras, etc., que no necesi-
to dar ejemplos; pero como las variaciones númericas son relativamente
raras cuando son pocas las partes, puedo citar que, según De Candolle,
las flores de Papaver bracteatum presentan, o dos sépalos y cuatro
pétalos -que es el tipo común en los Papaver-, o tres sépalos y seis péta-
los. El modo como los pétalos están plegados en capullo es, en la mayor
parte de los grupos, un carácter morfológico muy constante; pero el pro-
fesor Asa Gray ha comprobado que algunas especies de Mimulus casi
con tanta frecuencia presentan la estivación de las rinantídeas como la de
las antirrinídeas, tribu esta última a la que pertenece el género. Ang. St.
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