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blancas, por ser las más expuestas a destrucción. Por consiguiente, la se- lección natural pudo ser efiicaz para dar el color conveniente a cada es- pecie de Lagopus y en conservar este color justo y constante una vez ad- quirido. No debemos creer que la destrucción accidental de un animal de un color particular haya de producir pequeño efecto; hemos de recordar lo importante que es en un rebaño de ovejas blancas destruir todo corde- ro con la menor señal de negro. Hemos visto cómo el color de los cerdos que se alimentan de paint-root (Lachnanthes tinctoria) en Virginia deter- mina el que hayan de morir o vivir. En las plantas, la vellosidad del fruto y el color de la carne son considerados por los botánicos como caracteres de importancia la más insignificante; sin embargo, sabemos por un exce- lente horticultor, Downing, que en los Estados Unidos las frutas de piel lisa son mucho más atacadas por un coleóptero, un Curculio, que las que tienen vello, y que las ciruelas moradas padecen mucho más cierta enfer- medad que las ciruelas amarillas, mientras que otra enfermedad ataca a los melocotones de carne amarilla mucho más que a los que tienen la car- ne de otro color. Si con todos los auxilios del arte estas ligeras diferencias producen una gran diferencia al cultivar las distintas variedades, segura- mente que, en estado natural, en el que los árboles tendrían que luchar con otros árboles y con una legión de enemigos, estas diferencias decidi- rían realmente el que hubiese de triunfar un fruto liso o pubescente, un fruto de carne amarilla o de carne morada. Al considerar las muchas diferencias pequeñas que existen entre especies -diferencias que, hasta donde nuestra ignorancia nos permite juzgar, parecen completamente insignificantes- no hemos de olvidar que el clima, comida etc. han producido indudablemente algún efecto direc- to. También es necesario tener presente que, debido a la ley de correla- ción, cuando una parte varía y las variaciones se acumulan por selección natural, sobrevendrán otras rnodificaciones, muchas veces de naturaleza la más inesperada. Así como vemos que las variaciones que aparecen en domesticidad en un período determinado de la vida tienden a reaparecer en la descenden- cia en el mismo período -por ejemplo: las variaciones en la forma, tama- ño y sabor de las semillas de las numerosas variedades de nuestras plan- tas culinarias y agrícolas, en los estados de oruga y crisálida de las varie- dades del gusano de seda, en los huevos de las aves de corral y en el co- lor de la pelusa de sus polluelos, en las astas de los carneros y ganado vacuno cuando son casi adultos-, de igual modo, en la naturaleza, la se- lección natural podrá influir en los seres orgánicos y modificarlos en cualquier edad por la acumulación, en esta edad, de variaciones útiles, y 72
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