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(17) A N D R É S S E G O V I A C U E L L A R ( a s e g o v i a . c c @ g m a i l . c o m) Grupo de estudios Cognición, Moral y Desarrollo Psicológico, Universidad Nacional de Colombia. LA EXPLICACIÓN MECANICISTA Y LA CONTINUIDAD BIOPSICOLÓGICA Experimental Con la revolución científica no solo se consoli- da la idea de la posibilidad del conocimiento objetivo, validado por el observador, sino un antropocentrismo que excluye a lo natural y lo material externo al ser hu- mano de la categoría de divino y trascendente. Descar- tes (1636/1996) luego de formular con su método de la duda, que lo único de lo que podemos estar seguros es de nuestra razón, extiende tal argumento para afir- mar que lo externo a nosotros, lo corporal y lo material (res extensa), es diferente a la sustancia humana que nos dota de la razón: el alma (res cogitans). Para el au- tor francés, la materia corresponde en todos los casos a una realidad mecánica, donde objetos inanimados, animales y plantas actúan bajo leyes materiales que les asemejan a máquinas y, en últimas, la razón solo existe en nosotros quienes podemos observar los fenómenos. Este antropocentrismo justificó el dualismo epistémico que divide el sujeto de conocimiento del ob- jeto que se conoce. Además, ofrece una dualidad onto- lógica que propone la existencia de dos sustancias di- ferentes: la mente y la materia. Descartes (1636/1996) despoja a la naturaleza en conjunto de la unicidad hu- mana caracterizada por la razón, y defiende que solo el hombre, su mente y su razón son trascendentes y provienen de lo eterno que viene dado por Dios. El dua- lismo cartesiano trajo consigo la imagen de la máquina, idea clave de la ciencia para referirse al mundo. Todo lo observable actúa bajo principios mecánicos y rígidos —incluso los animales son meras máquinas o mecanis- mos—, y solo es el hombre con su «razón», quien posee la facultad de conocer. Newton hace extensivo este pensamiento a la cien- cia en general, estableciendo una estructura fundamental para toda disciplina científica (Andrade, 2009). Dentro de la perspectiva Newtoniana empieza a configurarse la noción de causalidad y mecanicismo, al proponer leyes de movimiento lineares para explicar las regularidades del mundo. Para el autor inglés, los fenómenos son la reunión de causas, fuerzas y consecuencias, y todo puede ser descrito mecánicamente partiendo de estas categorías. El pensamiento mecanicista newtoniano, concatenado con el cartesiano (aquel que explica el funcionamiento de los seres vivos como máquinas con posibilidad de descomponerse en procesos fundamentales que permiten su explicación como totalidad), es el que finalmente permeará todo el pensamiento científico y llevará a considerar, tanto a la vitalidad, como a la mentalidad procesos mecánicos que siguen leyes universales de manera rígida y lineal, llevando a la Biología y a la Psicología a compartir un mismo destino: reducir sus objetos de estudio a las leyes que rigen los procesos físicos observables (Wright & Bechtel, 2006; Bechtel, 2011). Barandiaran (2008) afirma que las explicaciones mecanicistas, « […] implican la identificación de las partes de un sistema y sus operaciones, como provisión para la explicación de su funcionamiento total» (p. 28). La postura mecanicista y su influencia en el desarrollo científico puede resumirse en ciertos presupuestos, que fue- ron determinantes para el desarrollo de la ciencia y todavía ejercen un peso importante al estar arraigados en los sistemas de representación de nuestra cultura, configurando el marco epistemológico de lo que conocemos, definimos y aceptamos como realidad. Algunos de estos presupuestos son: L ABERINTO 12 / I I -2012 (18) -La separación cartesiana entre mente y materia que trae consigo la separación entre sujeto y objeto, organismo y entorno, hombre y naturaleza; - La objetividad de la observación, la posibilidad de ob- tener una descripción de la realidad libre de prejuicios, preferencias, valores, etc.; - La idea de que la realidad se circunscribe a lo mensura- ble y cuantificable; - La existencia de leyes eternas e inmutables que rigen la naturaleza; - La creencia en una causalidad unidireccional y determi- nista, donde una causa produce un efecto que a su vez puede causar otro efecto y así sucesivamente; - Considerar la materia como realidad última. (Andrade, 2009, p. 80). De esta manera, una postura que pretenda explicar la complejidad biológica y psicológica a través del estudio de las asociaciones entre elementos y a través de la poca flexi- bilidad de dichos procesos frente a demandas del contexto o frente a la historia de las transformaciones equivale, en todos los casos, a una postura mecanicista. Posturas psicológicas de diversa índole (aun abolidos los problemas que cualquier tipo de dualismo traiga consigo en su explicación sobre el conoci- miento) han sostenido una postura cartesiana a nivel metodoló- gico. El conductismo, como el cognitivismo informacional —y de esa manera gran parte de los acercamientos en neurofisiología e inteligencia artificial— manejan, justamente, explicaciones mecanicistas de los procesos complejos, adoptando así un tinte cartesiano puro en sus concepciones sobre la cognición. En las explicaciones mecanicistas, se pretende dar cuenta del funcionamiento de un todo acudiendo a la explica- ción de cada una de sus partes y a las operaciones lineares que ocurren entre ellas. Una cafetera o un carro poseen un funcionamiento linear que, equiparado con el caso psicológico y el funcionamiento de la mente, implicaría la referencia a un sistema o dispositivo que, dados ciertos inputs, establecería unas operaciones siempre idénticas para producir outputs. A partir de aquí se hará énfasis en que el estudio de los sistemas complejos y la emergencia de procesos globales, no equiva- lentes a la suma de las partes, conlleva a replantear lo ya es- tudiado sobre la estructura y la función de los sistemas sean biológicos o no1. 1 Este trabajo asume una continuidad organizativa y fenomenológica entre la vida y la mente, de acuerdo con una teoría enactiva de las ciencias de la vida (Varela, Thompson & Rosch, 1991; Thompson, 2007). Nuestra idea propone que vida y mente son un mismo proceso, a saber, la constante regulación y producción de hábitos como la característica genuina de sistemas autónomos constituidos como centros de actividad en el mundo. El mecanicismo conduce a reducir ambos fenómenos a mecanismos distintos, pero una propuesta que los ubique en el área de los sistemas complejos y auto-organizados permite que sean observados como dos caras de un mismo ocurrir. Ahora bien, al entender la vida y la mente como un mismo tipo de fenómeno que se escape a esa categorización mecánica, se puede abordar de una nueva manera el dominio de fenómenos que aborda el estudio del comportamiento (y su regularidad) en los seres vivos. Como hemos referido, la impo- (19) sibilidad de dar cuenta de la complejidad biológica ha llevado a la insistencia por comprender la vida y los pro- cesos que conlleva desde una postura mecanicista, que supone que el funcionamiento de un todo integrado — un organismo por ejemplo— se debe a la correcta fun- ción de ciertas partes elementales que, en tanto com- ponentes, permiten la existencia de dicha totalidad. Esta suposición mecanicista encuentra sus orígenes en diferentes pensadores de épocas antiguas, pero una vez más se fortalece con el pensamiento cartesiano. Así, a nivel funcional, relativo al comportamien- to global de seres vivos, en los sistemas orgánicos y/o naturales, encontramos no solo uno, sino varios ele- mentos que permiten que la idea de la reducción ato- mista (y en general las ideas que pretenden conciliar las explicaciones a través de la dualidad estructura- función) pierda validez. Cuando existe complejidad funcional, como en el caso de todos los sistemas bioló- gicos, entramos en la consideraciónde que son muchos los factores, componentes y relaciones que dan lugar al comportamiento holístico emergente, el cual solo pue- de describirse, tomado como un fenómeno no-linear y no correspondiente a la suma del funcionamiento de sus partes. Estas características constitutivas de los organismos son consecuencia de su auto-organización y de su emergencia como sistemas no lineares. Como concepto en las ciencias de la vida, la auto-organización o autonomía (Varela, 1979) es, hasta ahora, un elemento importante en la reflexión de la bio- logía teórica. La auto-organización, como ya vimos, re- fiere un tipo de proceso natural que consiste en la apari- ción espontánea de patrones ordenados, causados por la interacción recurrente no lineal de sus componentes (Ruiz-Mirazo & Moreno, 2004). La explicación de esta tardía inclusión de una visión que dé prioridad al papel autónomo de los sistemas vivos nos llevaría hasta una revisión de la concepción heredada de la teoría evolu- tiva sintética, donde los seres vivos son la estabilidad probabilística de frecuencias genéticas manifestadas en la presencia de una población en tiempo y espacio debido a su adaptación a exigencias funcionales. Las especies son programas genéticos estables en el tiem- po, por lo tanto recapitulan en la biología la metáfora de la máquina sometida a causalidades externas (García Azkonobieta, 2005). La auto-organización, que reivindica una concepción «internalista» del ocurrir biológico y el desarrollo de la forma orgánica, tiene su primer exponente en Kant (1987). En su crí- tica del juicio, el autor alemán afirma que los seres vivos no pueden describirse desde las leyes de la mecánica y la física, pues hay que atribuirles cierta teleología que los convierte en «propósitos naturales», es decir, los seres vivos tienen una fi- nalidad que es su propia constitución —su ser es su hacer—, por lo cual son causa y consecuencia de sí mismos. En síntesis, el funcionamiento de sus partes solo tiene sentido en virtud de la totalidad. Esta idea auto-organizativa, reclama un funciona- miento no linear, emergente e irreductible a partes fundamen- tales (Thompson, 2007). Retomando otros ejemplos de propuestas no mecani- cistas, la teoría de los sistemas de desarrollo (DST), original- mente planteada por la psicóloga y filósofa de la ciencia (Su- san Oyama 1985), plantea una paridad causal en el proceso Este diagrama ofrece una idea de qué es lo que se propone en biología teórica y experimental desde la teoría de sistemas de desarrollo. Siguiendo el diagrama, no se reduce el origen de la forma viva y la variabilidad en el espacio biológico a la relación entre genes —parámetros mecánicos y manifestaciones rígidas a nivel fenotípico—, pues se introducen además de los mecanismos de regulación genética, un segmento de interacción entre propiedades celulares, síntesis de proteínas, regulación genética y patrones auto- organizativos, lo que conforma una red emergente de procesos no reductibles a sus elementos que implica sobre todo, que cada elemento de la red depende recursivamente de los otros (Alberch, 1989). 2 L ABERINTO 12 / I I -2012 (20) evolutivo. Los organismos no son programas genéticos, estáticos y pasivos, sino una red de interacción de com- ponentes —genes, productos, sustratos, elementos ce- lulares, extracelulares, ambientales— que permanece estable en el tiempo, ya que se reconstruye generación tras generación, estableciendo «sistemas de desarro- llo» diferenciados. Teniendo en cuenta la idea de que no solo los recursos genéticos componen lo que es una especie y en últimas un organismo individual, Oyama (1985; 2000) reclama una «democracia causal», que permita identificar las formas vivas como sistemas en desarrollo que, recapitulan una y otra vez, un proceso de interacción en red que incluye elementos de todo tipo durante la formación de los sistemas biológicos. Esta teoría apunta al hecho de que la expresión genética y la morfogénesis —procesos que estudian disciplinas variadas como la genética molecular, la ge- nética del desarrollo, la biología del desarrollo y la em- briología— son procesos que muestran la interacción recursiva de componentes, y que el estudio actual de la codificación de genes se extiende hasta la síntesis de proteínas, lo que deja muy abandonado el problema de cómo se generan las formas vivas que se supone están codificadas en los genes y sus consecuentes proteínas, y en qué consisten los procesos intermedios entre la codificación genética y la expresión fenotípica (García- Azkonobieta, 2005). CONCLUSIÓN Hemos tratado de señalar brevemente que el pensamiento mecanicista newtoniano-cartesiano, ha permeado el estudio de la biología y de la psicología, como el estudio de leyes que rigen tanto el funciona- miento cognitivo y la regularidad del comportamiento en la segunda, como el origen de la vida, el desarro- llo de las formas y su evolución en la primera. Como hemos anotado, en el caso de las ciencias cogniti- vas, la explicación mecánica ha llevado a considerar lo mental y cognitivo, como un proceso linear, rígido, reductible a componentes fundamentales abstractos, computables y constituyentes de una mentalidad en- frascada dentro de una cabeza. Nuevas perspectivas corporizadas han dado especial relevancia al papel del cuerpo, de la acción y de la historia de interaccio- nes, en la constitución de la experiencia2, perspecti- vas que se asemejan teórica y metodológicamente a la propuesta de este texto, permitiendo la semejanza planteada entre vitalidad/mentalidad desde la idea de auto-organización y complejidad3. En conclusión, proponemos que entender el fe- nómeno de la vida como un fenómeno complejo, auto- organizado y no reductible a componentes básicos, permitirá entender la evolución orgánica y la cognición como dos caras de un mismo proceso complejo: la auto- constitución y la generación de experiencias de mundo significativas que le subyacen. 2 La perspectiva enactiva que fundamenta este trabajo difiere radicalmente de posturas externalistas como el conductismo, que al dar especial papel de importancia a los factores externos de los cuales la conducta sería función, se alejan de explicar qué hace a una relación entre un agente y el mundo significativa, y a un proceso cognitivo. El énfasis en el cuerpo vivo y vivido asume el papel de la autonomía y la experiencia en primera persona como condición única de todo conocer. 3 De aquí nuestra referencia a la continuidad biopsicológica. (21) REFERENCIAS Alberch, P. (1989) The Logic of Monsters: Evidence for internal constraints in development and evo- lution. Geobois 12: 21-57. Andrade, E. (2009). La ontogenia del pensamiento evolu- tivo. Bogotá: Universidad Nacional de Colombia. Barandiaran, X. (2008) Mental Life: A Naturalized ap- proach to the autonomy of cognitive agents. Phd Thesis. Universidad del País Vasco, EHU. Bechtel, W. (2011). Mechanism and biological explana- tion. Philosophy of Science, 78, 533-557. Descartes, R. (1996) Discourse on the method and medi- tations on first philosophy. Yale University, NY. García, T. (2005) Evolución, Desarrollo y (Auto) organi- zación. Un estudio sobre los principios filosófi- cos de la Evo-Devo. Ph.D Thesis. Universidad del País Vasco, EHU. Kant, I. (1987) Critique of Judgement, trans. W.S. Pluhar. Indianapolis, IN: Hacket Publishing Company. Oyama, S. (1985) The ontogeny of information. Deve- lopmental systems and evolution. Cambridge: Cambridge Univ. Press. Oyama, S. 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