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- 0 - UNIVERSIDAD DE LOS ANDES FACULTAD DE CIENCIAS SOCIALES DEPARTAMENTO DE PSICOLOGÍA ROL DEL RECEPTOR 5-HT1A EN LA EXPRESIÓN DE ESTRATEGIAS DE AFRONTAMIENTO Y EN LA RESPUESTA DE NADO FORZADO EN RATAS WISTAR TRABAJO DE GRADO PARA OPTAR AL TÍTULO DE PSICÓLOGO SANTIAGO ZÁRATE GUERRERO 201125381 BAJO LA DIRECCIÓN DE LUIS FERNANDO CARDENAS P. (PH.D.) CO-DIRIGIDO POR LAURA ANDREA LEÓN ANHUAMÁN (PH.D.) BOGOTÁ, 2014 1 Tabla de contenidos 1. Introducción……………………………..………………………………………..….3 a. Hitos históricos del estudio del estrés……………………………………....3 b. Modificaciones fisiológicas asociadas al estrés…………………………….5 c. Resiliencia y Modelos Animales ……………………………………………6 i. Test de Nado Forzado……………………………………………….8 ii. Test de consumo de sacarosa……………………………………….8 iii. Estrés Crónico Impredecible……………………………………….9 d. Estructuras anatómicas relacionadas a la resiliencia frente al estrés. ….10 i. Circuito Hipotálamo – Hipofisis – Adrenal (HPA)……………….10 ii. Hipocampo……………………………..……………………………11 iii. Cortex Prefrontal Medial…………………………………………..13 iv. Núcleo Dorsal del Rafé……………………………………………..14 v. Sistema Serotoninérgico…………………………………………....15 1. Receptor 5-HT1A…………………………………………..15 e. Buspirona……………………………..…………………………………….17 2. Formulación del Problema de Investigación. ……………………………………18 3. Objetivos……………………………..……………………………………………..19 a. Objetivo General……………………………..…………………………….19 b. Objetivos Específicos……………………………..………………………..19 4. Hipótesis……………………………..……………………………………………..19 5. Variables……………………………..…………………………………………….20 6. Metodología……………………………..…………………………………………20 a. Animales……………………………..…………………………………….20 b. Consideraciones éticas……………………………..……………………..21 c. Aparatos……………………………..…………………………………….21 i. Consumo de Sacarosa…………………………………………….21 ii. Tanque de Nado Forsado………………………………………...21 iii. Campo Abierto……………………………………………………21 d. Cirugía Estereotáxica……………………………..………………………22 e. Drogas……………………………..……………………………………….22 2 f. Procedimiento……………………………..………………………………23 i. Estrés Crónico Moderado………………………………………..23 ii. Test de Consumo de Sacarosa……………………………………24 iii. Test de Nado Forsado y Campo Abierto………………………..24 iv. Perfusión……………………………..……………………………25 v. Histología e Inmunohistoquímica……………………………….25 7. Análisis Estadístico ……………………………..…………………………….....25 8. Resultados………………………………………………………………………..26 a. Selección Fenotípica y Consumo de Sacarosa………………………….26 b. Test de Nado Forzado……………………………………………………27 9. Discusión………………………………………………………………………….29 10. Limitaciones y Futuras Direcciones…………………………….……………....35 11. Conclusiones…………………………………………………………….…….….36 12. Referencias……………………………..…………………………………………37 3 INTRODUCCIÓN Hitos históricos en el estudio del estrés El término estrés fue utilizado en primera instancia por el fisiólogo Walter Cannon, quien lo relacionó con la respuesta de lucha y huida de los animales (Cannon, 1914). En general, este investigador denota el estrés como una respuesta adaptativa del organismo ante una situación adversa. De esta forma, el organismo centra todas sus energías en generar comportamientos que le permitan sobrevivir, activandouna reacción fisiológica específica dirigida a cumplir este objetivo. Dichos comportamientos que son usados con fines de supervivencia, como por ejemplo respuestas de ataque o fuga, cesan rápidamente luego de lograr su propósito y comprenden lo que se conoce como estrés agudo. Más adelante, durante la década de 1930 el investigador Hans Selye adaptó la definición de Cannon al descubrir que en condiciones donde la activación fisiológica se prolonga en el tiempo, el estrés puede ser dañino para el organismo (Selye, 1936). Con el paso del tiempo, las investigaciones han indagado en los efectos nocivos del estrés debido a su acción prolongada en el tiempo, y en relación a esto se ha podido identificar que uno de sus efectos más importantes es el de la posible incapacidad de inactivar el eje hipotálamo – pituitaria – adrenal (HPA) y el sistema nervioso autónomo (SNA) (Sapolsky, Krey, & McEwen, 1986). Años después, en 1960 gracias a investigaciones realizadas en la Universidad de Washington por Thomas Holmes y Richard Rahe donde se desarrollaron las primeras escalas de medición de estrés dirigidas al cambio de las actividades rutinarias, se empezó a desarrollar el concepto de vulnerabilidad al estrés (Alferi, Antoni, Ironson, Kilbourn, & Carver, 2001; Antoni & Goodkin, 1988, 1989; Antoni, 1985; Chan, 2011; McIntosh, Seay, Antoni, & Schneiderman, 2013). Principalmente, se llega a esta noción porque dichas investigaciones realizadas en Washington dejaron ver que no todas las situaciones resultan igualmente inductoras de estrés en todas las personas, sino que, al contrario, habían unas que resultaban más afectadas incluso siendo sometidas a los mismos estímulos ambientales. En consecuencia, desde la psicología clínica se empiezan a generar estrategias terapéuticas cognoscitivas focalizadas en los recursos y estrategias que tenían las personas para manejar las situaciones que les generaban estrés. Así, se trae a colación el concepto de resiliencia que serviría para abordar el problema del estrés desde una perspectiva distinta que involucra características que hacen la diferencia entre una persona y otra. 4 Luego, una década después, gracias a los estudios realizados en la Universidad de Berkeley por Richard Lazarus y siguiendo la línea cognoscitiva con la que se estaba empezando a abordar el problema del estrés en la clínica, se empieza a incluir en su definición el hecho de que la situación estresante sea percibida efectivamente como amenazante para el individuo. De esta manera, en este punto se empieza a pensar que una de las razones por las cuales hay personas más afectadas que otras por el estrés es debido a la interpretación personal que hace cada individuo de la situación. Así, un estresor ambiental que afecte a varias personas por igual puede ser considerada más amenazante para una persona que otra y por lo tanto traería consecuencias más significativas en el organismo (Lazarus, 1979). En consecuencia, se ha establecido que los efectos del estrés son la sumatoria entre los estímulos externos que son amenazantes y la percepción que genera el individuo de éstos cognoscitivamente. Desde allí, se han abierto varias aproximaciones terapéuticas dirigidas a cambiar las atribuciones y valoraciones que se dan durante la presencia del estímulo estresante. Adicionalmente, esto se complementa con el aprendizaje de estrategias que ayudan al individuo a sobreponerse a las situaciones generadoras de estrés y le permiten continuar con normalidad su vida. Posteriormente, durante las décadas del 70 y 80 se recopiló la información que se había trabajado sobre el estrés y se empezó a investigar su efecto en contextos laborales (Benson & Allen, 1980; Dawkins, Depp, & Selzer, 1984; Gable, 1989; Gupta & Beehr, 1979; Levinson, 1981; Medearis, 1973; Powell, 1975; Schaefer, 1974; Shimmin, 1979; Steele, 1990; Veninga, 1979; Zaleznik, Kets de Vries, & Howard, 1977). Durante esta época, gracias principalmente al gran desarrollo de las técnicas de neuroimagenología, se le empezó a dar una mayor importancia a la inclusión de las variables fisiológicas y neurofisiológicas en la explicación del estrés tanto en términos causales como en la comprensión de sus efectos sistémicos (Richardson, 1984). Tanto así que en 1981 Robert Adler introdujo el término Psiconeuroinmunología para referirse al estudio de las relaciones entre el funcionamiento del sistema nervioso y el sistema inmune, mediadas por factores cognoscitivos, dos sistemas que gracias a numerosas investigaciones, se reconoce actualmente la estrecha relaciónque hay entre ambos (Giuffre, Udelsman, Listwak, & Chrousos, 1988; Khansari, Murgo, & Faith, 1990; Khorram, Bedran de Castro, & McCann, 1985; Laue, Loriaux, & Chrousos, 1988; Linton et al., 1985; Marques-Deak & Sternberg, 2004; Szafarczyk, Malaval, Laurent, Gibaud, & Assenmacher, 1987). La gran cantidad de 5 investigaciones anteriores, permitieron desde entonces el desarrollo de aproximaciones farmacológicas de gran impacto para el tratamiento de los diversos tipos de estrés. Así como entre los años 1970 – 1980 se dio una gran investigación sobre el estrés en el ámbito laboral, la década posterior fue prolífica en la evaluación y medición de los niveles percibidos de estrés dentro de ambientes clínicos, creando varias escalas y cuestionarios dirigidos a que los pacientes dieran cuenta de los cambios en este aspecto (Brantley, Waggoner, Jones, & Rappaport, 1987; Dobson & Alban Metcalfe, 1983; Gottschalk & Rey, 1990; Halvorsen, 1991; Heszen-Niejodek, Gottschalk, & Januszek, 1999; Hirst & Bradshaw, 1983; Hovens et al., 1994; Hovens, van der Ploeg, Bramsen, & Reuling, 2000; Ireton, LaFond, & Kunian, 1989; Liljequist, Kinder, & Schinka, 1998; Matheny, Aycock, Curlette, & Junker, 1993; Newton, Sherrard, & Glavac, 1999; Waters, Rubman, & Hurry, 1993; Wolfgang, 1988). En la actualidad, el estrés ha sido definido por la Organización Mundial de la Salud (OMS) como el conjunto de reacciones fisiológicas que en su conjunto preparan al organismo para la acción (World health organization, 1995). Igualmente, el manual diagnóstico y estadístico para los trastornos mentales versión quinta (DSM V) incluye con especial relevancia las alteraciones en los sistemas endocrinos y neuroquímicos asociadas a cambios en la exposición a factores inductores de estrés, como mecanismos relacionados con el surgimiento y la predisposición a desórdenes del ánimo llegando incluso a considerar las diferencias individuales (asociadas a grupo racial o nivel cultural) en la vulnerabilidad para sufrir mayores o menores efectos. Algunas de las disfunciones que se asocian específicamente con eventos estresores, en el DSM-V incluyen el trastorno reactivo del apego, el trastorno de compromiso social desinhibido, el estrés post traumático y los trastornos de adaptación (American Psychiatric Association,2013; Kupfer, First, & Rieger, 2002). Modificaciones fisiológicas asociadas al estrés Como se vio anteriormente en las definiciones iniciales, las respuestas fisiológicas emitidas ante situaciones de estrés están relacionadas con la actividad del sistema nervioso autónomo (SNA) y del eje hipotálamo-hipófisis-adrenal (HPA). Se sabe que el principal efecto fisiológico tanto en el estrés crónico como en el agudo esta mediado por la rama simpática (noradrenérgica) del SNA y que, posteriormente, hay una segunda activación del organismo producida por la activación del eje HPA durante un corto periodo de tiempo. De esta manera, se tiene que si la activación de ambos sistemas se da de manera aguda respondiendo a una demanda ambiental 6 específica a la que se enfrenta el organismo, se considera que se está frente al síndrome general de adaptación (Selye, 1936, 1973). Sin embargo, si la activación fisiológica se da de manera crónica, es decir sostenida en el tiempo, se considera que es adversa y no adaptativa (Graeff & Zangrossi, 2010; Graeff, 2011). Adicionalmente, el estrés crónico ha sido relacionado con cambios fisiológicos, moleculares y comportamentales (Liston et al., 2006; McEwen & Gianaros, 2011; Yuen et al., 2009) además de relacionarse con psicopatologías como depresión, ansiedad, PTSD entre otras (Davidson & McEwen, 2012; Tottenham et al., 2010; Van Loey & Van Son, 2003). Resiliencia y modelos animales No obstante, así como existen personas o animales vulnerables a los efectos del estrés, también hay aquellos que son resilientes. El término de resiliencia en psicología se utiliza para referirse a personas que pueden sobreponerse a eventos adversos, superándolos y continuando con una vida sin el desarrollo de psicopatologías (Kumpfer, 1999; Leipold & Greve, 2009; Martin-Breen & Anderies, 2011; Zolkoski & Bullock, 2012). Inicialmente, los estudios en resiliencia se llevaron a cabo en niños estudiantes de colegio que sufrían bullying y que, a pesar de esta condición, podían sobreponerse y tener una vida académica sin problemas significativos (Bowes, Maughan, Caspi, Moffitt, & Arseneault, 2010; Cohen, 2013; Masten et al., 1988; Masten, Best, & Garmezy, 1990;Masten & Narayan, 2012; van Heugten, 2013; Wilson, 1985). Por otra parte, en términos biopsicológicos la resiliencia se ha definido como la capacidad de un organismo para adaptarse a las demandas del ambiente disminuyendo los niveles de estrés, impidiendo una sobrecarga alostática y retornando a un homeostasis fisiológico. (Franklin, Saab, & Mansuy, 2012; Karatsoreos & McEwen, 2013). Sin embargo, inicialmente en el ámbito de la psicología clínica la resiliencia fue considerada solamente como un estado de ausencia de psicopatología; es decir, se consideraba resiliente a aquella persona que no presentara síntomas de una enfermedad mental. Con la llegada de nuevas investigaciones, se empezó a replantear esta visión y se le concedió como principal característica a la resiliencia, la presencia de estrategias de afrontamiento, también conocidas como coping strategies (Franklin et al., 2012; Russo, Murrough, Han, Charney, & Nestler, 2012). Dado que las estrategias de afrontamiento son comunes en todos los animales debido a que tienen una función evolutiva que los ayuda a sobrevivir, son comportamientos que se presentan en todas las especies (Sapolsky, 2004). Así, para entender la resiliencia en humanos se puede 7 hacer uso de modelos animales que muestren las estrategias de afrontamiento pasivas y activas que presentan ante determinadas variables ambientales. Por esta razón, debido a la facilidad experimental del trabajo con animales de laboratorio se empezaron a caracterizar las estrategias de afrontamiento. De acuerdo a la concepción biopsicológica de la resiliencia, se pudieron clasificar comportamientos específicos dependiendo del tipo de estrategia que utilizaba el animal, de tal manera que el tipo de afrontamiento se dividió en dos: afrontamiento activo o active coping y afrontamiento pasivo o pasive coping (Franklin et al., 2012). Así, la resiliencia estudiada con animales de laboratorio se empezó a entender como la presencia de estrategias de afrontamiento activas (active coping) (Sherrer, 2011). Al contrario, el uso de estrategias de afrontamiento pasivas se ha relacionado con comportamientos predominantes en psicopatologías como ansiedad o depresión (L. León, Landeira-Fernandez, & Cardenas, 2009; Taylor & Stanton, 2007). Desde la neurociencia comportamental y la psicobiología se han realizado estudios en animales para intentar identificar las bases neurales que subyacen a los comportamientos resilientes de los organismos. Cabe resaltar que los primeros estudios en laboratorio que dieron luz sobre las características que tenían los animales resilientes se llevaron a cabo a inicios de la década de los ochenta en el laboratorio de Steven Maier usando el paradigma de desesperanza aprendida (Maier & Seligman, 1976). Desde allí, las estrategias de afrontamiento activas que usan los roedores se manifiestan en comportamientos defensivos/ agresivos, actividad de lucha o exploración. Por el contrario, las estrategias de afrontamiento pasivas se manifiestan en sumisión, congelamiento o freezing e inmovilidad (Franklin et al., 2012). El uso de modelos animales en investigación permite que se pueda tener un estricto control de variables que a su vez da pie para el estudio detallado de un fenómeno psicológico. En otras palabras, gracias a los animales de laboratorio se ha podido entender el funcionamientodel sistema nervioso y de otros sistemas tanto de animales humanos como animales no humanos (Chadman, Yang, & Crawley, 2009; van der Staay, 2006). De acuerdo con lo anterior, cuando se estudian psicopatologías que se presentan en humanos como depresión, trastorno de estrés postraumático (PTSD), trastornos de ansiedad, entre otros, en modelos animales, es fundamental tener en cuenta que se va a estudiar sólo una parte de dicha problemática. Es decir, un modelo animal no da cuenta de la complejidad biológica, psicológica y socio – ambiental que comprende el trastorno en un humano; al contrario, lo que busca es estudiar una característica específica de 8 la psicopatología y a partir de allí hacer una representación simplificada del fenómeno. Por ejemplo, los modelos animales de depresión estudian comportamientos específicos, como anhedonia, que se presentan de manera generalizada en la población que tiene dicho trastorno. El estudio de la anhedonia permite entender mecanismos moleculares, fisiológicos, anatómicos o comportamentales que pueden extrapolarse al estudio de la depresión en humanos (Anisman & Matheson, 2005; Treadway & Zald, 2011; Willner, Muscat, & Papp, 1992; Willner, 1997). Test de nado forzado Uno de los modelos animales que más se han utilizado para estudiar depresión y el efecto de un potencial antidepresivo es el nado forzado (FST). Este test consiste en un tanque redondo lleno de agua, en el cual se introduce a una rata o ratón y se observa su comportamiento mientras nada. El test se basa en la observación de que los roedores al encontrarse en el agua expresan comportamientos dirigidos a escapar del tanque. Sin embargo, con el paso del tiempo al no encontrar una salida, los animales muestran comportamientos pasivos de inmovilidad. Se cree que la inmovilidad en este test refleja una pérdida de motivación del roedor para seguir escapando, debido a que sin importar lo que haga no podrá salir de dicha situación, relacionándose así con desesperanza aprendida (Slattery & Cryan, 2012). Así, en el test se cuantifica la latencia transcurrida entre el momento en que es dejado el animal en el tanque hasta el momento en que empieza la inmovilidad. También se cuantifica la cantidad total de tiempo que se mantiene inmóvil el animal manteniendo únicamente la cabeza por fuera del agua. Estas medidas permiten establecer diferencias entre varios individuos evaluados, de tal manera que los roedores resilientes al estrés tendrán un menor tiempo de inmovilidad y una latencia de inmovilidad mayor que los roedores vulnerables. Lo anterior debido a que los animales resilientes están mostrando un mejor desempeño en el test y por ende una mayor cantidad de active coping (Drugan, Christianson, Warner, & Kent, 2013; Kompagne et al., 2008; L. León & Cardenas, 2008; Marks, Fournier, & Kalynchuk, 2009; Strekalova, Spanagel, Bartsch, Henn, & Gass, 2004). Test de consumo de sacarosa El test de consumo de sacarosa se ha usado experimentalmente para evaluar resiliencia en ratas (Franklin et al., 2012). Este test consiste en una caja con dos bebederos distintos. Por un lado, hay una botella llena de agua potable y por el otro, una botella con sacarosa, una bebida dulce apetecida por los roedores. Se parte de la premisa de que en condiciones de ausencia de 9 estrés y salud adecuada, la rata tenderá a beber mucho más de la botella de sacarosa porque ésta le genera placer. Sin embargo, en condiciones de estrés crónico el animal va a perder el deseo por lo placentero, condición conocida como anhedonia, y consumirá indiscriminadamente de cualquiera de las dos botellas sin importar el contenido. En investigación con roedores se ha visto que el test de preferencia de sacarosa es eficaz en la evaluación de animales con síntomas depresivos, razón por la cual al evaluar varios individuos se pueden separar aquellos que tienen una preferencia mayor hacia la sacarosa, ratas resilientes, de aquellas que no muestran preferencia sobre ninguna bebida, ratas con anhedonia (Bekris, Antoniou, Daskas, & Papadopoulou-Daifoti, 2005; Forbes, Stewart, Matthews, & Reid, 1996; Snyder, Soumier, Brewer, Pickel, & Cameron, 2011). Parte de la evidencia empírica que muestra la validez de tests como el de preferencia de sacarosa y el FST es que drogas antidepresivas, que son utilizadas en animales que tienen comportamientos de tipo depresivo, mejoran el desempeño en estas tareas. En el caso puntual del nado forzado se ha encontrado que el uso de estas drogas reduce el tiempo de inmovilidad de la rata en el test, aumentando los comportamientos activos relacionados con el escape (J F Cryan & Mombereau, 2004; L. León & Cardenas, 2008; Petit-Demouliere, Chenu, & Bourin, 2005; Rupniak et al., 2001; Slattery & Cryan, 2012). Sin embargo, cabe resaltar que otro tipo de fármacos que incrementan el movimiento de los animales actuando sobre la actividad locomotora pueden llegar a confundir la interpretación que se hace del movimiento del roedor, atribuyéndosele el aumento de la latencia a un incremento de active coping y no a una hiperfunción motriz (Borsini & Meli, 1988; Cryan, Markou, & Lucki, 2002; Cryan, Valentino, & Lucki, 2005; León & Cardenas, 2008; Slattery & Cryan, 2012). Por esta razón, una de las alternativas que se han utilizado para controlar esta variable es el uso de test comportamentales que den cuenta del adecuado desempeño de la locomoción del animal. Uno de los más usados en este aspecto es el test de campo abierto que a pesar de ser usado principalmente para medir ansiedad en roedores (Belzung & Griebel, 2001; Carola, D’Olimpio, Brunamonti, Mangia, & Renzi, 2002; Ennaceur, Michalikova, & Chazot, 2006; Prut & Belzung, 2003; Ramos, 2008; Steimer, 2011) también sirve como control del FST (Crestani, Alves, Correa, Guimarães, & Joca, 2010). Estrés crónico impredecible (CUS) 10 Se ha visto que los modelos relacionados con estrés crónico representan de forma más real el estudio experimental de la depresión al igual que de resiliencia comparándolos con los modelos de estrés agudo (Bekris et al., 2005; Katz, Roth, & Carroll, 1981; Willner, Towell, Sampson, Sophokleous, & Muscat, 1987). La investigación muestra que una exposición prolongada de los sujetos experimentales a una variedad de estresores moderados, se relaciona con cambios significativos en su comportamiento, especialmente la inducción de anhedonia (Bekris et al., 2005; Willner, 1983, 1997). Los primeros estudios realizados con CUS relacionándolo con depresión se llevaron a cabo a finales de la década de los ochenta. Allí se comprobó que la presentación crónica de estresores moderados en ratas producía una reducción significativa del consumo de sacarosa (Willner et al., 1987; Willner et al., 1998). Así, teniendo en cuenta lo anterior, se puede ver cómo el CUS es una herramienta que muestra la incidencia que puede tener el estrés como un factor precipitador en el desarrollo de psicopatologías como depresión (Hill, Hellemans, Verma, Gorzalka, & Weinberg, 2012). Adicionalmente, se ha demostrado que el CUS induce síntomas como depresivos en ratas, razón por la cual valiéndose del test de consumo de sacarosa se pueden evaluar a los animales durante este procedimiento para identificar cuales presentan anhedonia y cuáles no. Luego, al acabar el CUS y volver a medir los niveles de consumo de sacarosa se pueden separar a los animales entre aquellos que muestran un mayor consumo, animales resilientes, y aquellos que tienen anhedonia, animales depresivos (F R Bambico, Nguyen, & Gobbi, 2009). Así, luego de tener la separación de los animales debido los resultados del test de consumo de sacarosa, se puede demostrar que los animales que presentan anhedonia por el CUS tienen síntomas como depresivos al ser evaluados en el FST. Además, otro elemento que lo demuestra es que el uso de antidepresivos en estosanimales mejora su desempeño en el FST aumentando la latencia de inmovilidad, resultados similares a los que obtienen los animales que muestran resiliencia en el test de consumo de sacarosa. Estructuras anatómicas relacionadas a la resiliencia frente al estrés Circuito Hipotálamo – Hipofisis – Adrenal (HPA) El eje HPA es un importante sistema neuroendocrino que tiene una función adaptativa en los animales. Tanto en humanos como en roedores su funcionamiento varía en y entre individuos y se piensa que esta variación se asocia a las respuestas diferenciales al estrés (León & Brandão, 2013). Por esta razón resulta importante el estudio de este sistema y su relación con estructuras 11 límbicas. El eje HPA se activa frente a demandas estresantes del ambiente empezando en el núcleo paraventricular del hipotálamo (PVN) donde se da la liberación de factores liberadores de hormona corticotrófica (CRH) hacia la hipófisis. Posteriormente, de la hipófisis es liberada, al torrente sanguíneo, la hormona corticotrófica (ACTH) que viaja por el sistema vascular hasta las glándulas suprarrenales ubicadas en la superficie externa de los riñones. Allí se liberan las hormonas esteroideas asociadas al estrés, en humanos es el cortisol, en ratas la corticosterona (Carlson, 2011; Purves et al., 2009; Squire et al., 2008). La relación entre el circuito HPA y la resiliencia se ha estudiado mucho, en general se asume que una reducida liberación de CRH y un adecuado cambio adaptativo en la actividad de los receptores de CRH promueven la resiliencia (Feder, Nestler, & Charney, 2009). En varios modelos animales, y en algunos estudios en humanos, se ha asociado la resiliencia con una rápida activación seguida de una rápida inactivación del eje HPA en respuesta al estrés (E Ron de Kloet, Joëls, & Holsboer, 2005). En síntesis, la resiliencia en términos neurobiológicos puede definirse como la capacidad que tiene un animal de controlar el estrés y por ende el incremento de CRH y cortisol a través de un elaborado sistema de retroalimentación negativa que ejercen estructuras como el hipocampo, mPFC y núcleo dorsal del rafé por medio del funcionamiento de los receptores glucocorticoides y mineralocorticoides (Charney, 2004; E Ron de Kloet et al., 2005; E Ronald de Kloet, Derijk, & Meijer, 2007; Feder et al., 2009). Ahora bien, dado que el HPA es un punto central en la regulación que ejerce el sistema nervioso frente al estrés, resulta necesario ahondar en la explicación de las estructuras que participan en la retroalimentación negativa de este sistema para entender los mecanismos fisiológicos que subyacen a la resiliencia. Hipocampo El hipocampo es una de las áreas que ejerce control regulatorio sobre el eje HPA, modulando así la liberación de hormonas relacionadas con el estrés. El hipocampo tiene conexiones sinápticas directas e indirectas con el PVN (Carlson, 2011; Purves et al., 2009; Squire et al., 2008). Así, el hipocampo participa en el sistema de retroalimentación negativo del circuito HPA a través de sus receptores glucocorticoides (GR), que ante la sobrecarga de corticoides inhibe la acción del PVN disminuyendo su acción en el eje HPA y logrando un regreso a la homeostasis (McEwen & Magarinos, 1997; McEwen, 1991, 1999, 2007). En humanos y en ratas se ha visto que estimulación eléctrica del hipocampo disminuye la secreción de glucocorticoides, mientras que lesiones de esta misma área incrementa el nivel basal de 12 glucocorticoides, especialmente durante la fase de recuperación del estrés, tarea que es realizada a través de este mecanismo negativo de retroalimentación (Franklin et al., 2012; Jankord & Herman, 2008). Estudios en humanos han demostrado que un mal funcionamiento de la transmisión glutamatérgica, cambios estructurales y funcionales maladaptativos en circuitos hipocampales y disminución del volumen del hipocampo, pueden vincularse con condiciones relacionadas a estrés, tales como el trastorno de depresión mayor (MDD) (Davidson & McEwen, 2012). Adicionalmente, se ha aceptado la hipótesis glutamatérgica de la depresión que se fundamenta en una disfunción del hipocampo en su capacidad de regular negativamente el HPA (Sanacora, Treccani, & Popoli, 2012). Los receptores AMPA y NMDA de glutamato tanto post como pre sinápticos están ligados a la respuesta frente al estrés y la regulación del eje HPA (Popoli, Yan, McEwen, & Sanacora, 2012). Específicamente, los receptores de glutamato se ven afectados de manera indirecta por la acción que tienen los glucocorticoides en sus receptores mineralocorticoides (MR) durante la liberación de hormonas relacionadas con el estrés. Es decir, neuronas postsinápticas que tienen receptores AMPA y NMDA respondiendo a glutamato, son vulnerables a cambios durante la sinapsis debido a la acción de los glucocorticoides en los MR que se encuentran en la neurona presináptica que libera el glutamato. De tal manera que niveles altos de glucocorticoides hacen que los MR modifiquen la respuesta de la célula induciendo una mayor liberación de glutamato haciendo que los receptores AMPA y NMDA actúen más. Se ha encontrado en estudios con ratones que en aquellos animales vulnerables al estrés hay una menor expresión de subunidades GluR1 pero mayor de GlurR2 en los receptores AMPA del hipocampo dorsal, específicamente en las regiones CA1 y el giro dentado en comparación con los ratones resilientes (Schmidt et al., 2010). Este hecho concuerda con el hallazgo de que modelos knock- out en ratones de la subunidad GluR1 en la sinapsis glutamatérgica producía síntomas de tipo depresivo en los animales (Chourbaji et al., 2008). Así, al haber una disminución en la subunidad GluR1 en el hipocampo hay una interferencia con los procesos de plasticidad que allí se llevan a cabo, tales como la potenciación a largo plazo (LTP) y la depresión a largo plazo (LTD) (Kumar, 2011), haciendo que frente a situaciones estresantes, los animales presenten dificultades en el aprendizaje obstruyendo así la aparición de estrategias de afrontamiento activas relacionadas con resiliencia. 13 Además de la incidencia de los receptores de glutamato en el afrontamiento al estrés, el BDNF (factor neurotrófico derivado del cerebro) también es un señalizador necesario dentro del hipocampo para que se de resiliencia (Franklin et al., 2012). Se ha visto que los niveles de ARN mensajero que codifica la síntesis de BDNF se encuentran aumentados en el área de CA3 del hipocampo ventral en ratas resilientes al estrés crónico moderado (Bergström, Jayatissa, Mørk, & Wiborg, 2008). También, se he reportado que cuando la sobreexpresión de BDNF en el giro dentado de ratas adultas aumenta la resiliencia y disminuye la anhedonia medida en el test de consumo de sacarosa producida por estrés. Por el contrario, modelos knock-out que no expresan BDNF incrementan los niveles de corticosterona e inducen comportamientos de tipo depresivo y anhedonia (Taliaz, Stall, Dar, & Zangen, 2010; Taliaz et al., 2011). En suma, se sabe que el BDNF es una sustancia con un rol importante en la plasticidad cerebral y en el aprendizaje, razón por la cual es clave en la expresión de comportamientos asociados a la resiliencia debido a su capacidad de hacer que las neuronas tengan cambios morfológicos que se traduzcan comportamentalmente en el aprendizaje que tiene el animal para afrontar situaciones estresantes que le demanda el ambiente. Corteza prefrontal medial (mPFC) Estrés agudo incontrolable, incluso cuando es moderado, perturba rápidamente y de manera severa las funciones de la región prefrontal. Así mismo, el estrés crónico altera drásticamente la organización de las dendritas en áreas prefrontales (Arnsten, 2009; Davidson & McEwen, 2012). No obstante, el mPFC, al igual que el hipocampo, tiene un rol importante en la regulación del estrés a través de una retroalimentaciónnegativa. Principalmente, esta estructura regula el circuito HPA a través de proyecciones directas o indirectas inhibitorias desde la corteza prelímbica (PLC), infralímbica (IC) y corteza cingulada anterior (ACC) (Heidbreder & Groenewegen, 2003). La literatura indica que lesiones en el mPFC aumentan la respuesta del HPA frente a situaciones de estrés, mientras que administración directa de corticosterona en el mPFC atenúa dicha respuesta (Diorio, Viau, & Meaney, 1993). Clínicamente, en el análisis post mortem de pacientes que presentaron cuadros de depresión se puede ver una actividad disminuida en el ACC, una región homóloga funcionalmente a la mPFC de los roedores (Adamec, Toth, Haller, Halasz, & Blundell, 2012; Covington et al., 2010). Una función importante de la corteza prefrontal ventromedial (vmPFC) es su rol en la adquisición a la resiliencia al estrés. Se ha sugerido que la resiliencia hace parte de 14 un proceso cognitivo complejo que involucra un aprendizaje progresivo de estrategias de afrontamiento. Lo anterior ha llevado a pensar que la resiliencia al estrés es algo que ocurre de manera importante en la mPFC y que está mediada por síntesis de proteínas que ocurren en células glutamatérgicas piramidales de esta parte del cerebro (Franklin et al., 2012). Es conocida la influencia que tiene el núcleo dorsal del rafe en la interacción entre hipocampo, mPFC y el circuito HPA (F R Bambico et al., 2009). A continuación, se explicará la relación entre el núcleo dorsal de rafe y otras estructuras implicadas en resiliencia. Núcleo Dorsal del rafe (DRN) Se sabe que el núcleo dorsal del rafe está involucrado en la expresión de emociones y el estado de ánimo de los animales. Aún más, está bien establecido que desregulaciones de la neurotransmisión serotoninérgica en esta área subyacen la etiología de los efectos inducidos por estrés en trastornos como el MDD y la ansiedad (Stockmeier, 1997). Como evidencia de lo anterior, se tiene que los inhibidores selectivos de la receptación de serotonina (ISRS) son el tratamiento farmacológico más efectivo contra dichos trastornos del estado de ánimo (Gartside, Umbers, Hajós, & Sharp, 1995). Histológicamente, el DRN contiene el cincuenta por ciento de los cuerpos neuronales de las células serotoninérgicas, cuyas proyecciones axónicas y dendríticas llegan hasta varios sitios del cerebro entre ellos el septum, el hipotálamo, hipocampo, amígdala y mPFC (F R Bambico et al., 2009). La regulación más grande que presentan estas neuronas de serotonina en el DRN se da por sus autorreceptores 5HT1A que se encuentran ligados a proteínas G que inducen la hiperpolarización de la neurona gracias a una cascada enzimática generada por la inhibición de la adenilciclasa (Franklin et al., 2012). Es decir, estos autorreceptores ayudan a controlar los niveles de serotonina (5HT) que segregan las neuronas desde el DRN, de tal manera que cuando hay mucha serotonina en el espacio intersináptico, ellos empiezan a actuar para inhibir la liberación de más neurotransmisor y así regular su cantidad y efectos sobre las demás estructuras. Así, de acuerdo a la hipótesis serotoninérgica de la depresión – según la cual cantidades pequeñas de 5-HT generan estados depresivos – la resiliencia podría depender de la cantidad de expresión de receptores 5HT1A en el DRN, (Graeff & Zangrossi, 2010; León et al., 2009). Para entender de forma más clara la acción de los receptores 5HT1A en el DRN y su incidencia en la resiliencia y vulnerabilidad al estrés, se estudiarán con más detalle en el 15 siguiente apartado junto con una breve revisión del neurotransmisor serotonina y su incidencia en la emoción. Sistema serotoninérgico Uno de los circuitos neuroquímicos más estudiados con relación al estrés es el sistema serotoninérgico (Chaouloff, Berton, & Mormède, 1999; Firk & Markus, 2007; Richardson-Jones et al., 2010; Southwick, Vythilingam, & Charney, 2005) . La biosíntesis de este neurotransmisor se da gracias a la metabolización de su precursor, el triptófano, por acción de la enzima triptófano hidroxilasa, convirtiéndose en 5–hidroxitriptófano (5 HTP), el cual a su vez se convierte en serotonina (5 HT) (von Bohlen und Halbach & Dermietzel, 2006). Los circuitos serotoninérgicos relacionados con el estado de ánimo, específicamente con depresión, ansiedad y afrontamiento al estrés, son las proyecciones que van desde el DRN hasta el mPFC, hipocampo, núcleo accumbens y amígdala (von Bohlen und Halbach & Dermietzel, 2006). El estrés es asociado con el incremento en la transmisión serotoninérgica en las regiones anteriormente mencionadas. En algunos casos, se da por medio de vías directas, es decir neuronas serotoninérgicas que afectan otras neuronas del mismo neurotransmisor y en otros casos, se da por vías indirectas, en las cuales neuronas serotoninérgicas afectan el funcionamiento de otras neuronas como por ejemplo las dopaminérgicas que se encuentran en núcleo accumbens (Feder et al., 2009). No obstante, la incidencia de estas proyecciones indirectas no parecen tener un papel muy claro en relación a la resiliencia al estrés. Se han identificado una gran cantidad de receptores para este neurotransmisor, llegando a considerarse la existencia de siete familias de receptores distintos (5-HT1 hasta 5-HT7) (von Bohlen und Halbach & Dermietzel, 2006). Entre todos ellos, los más estudiados en relación a emoción y estado del ánimo son las familias 5-HT1 y 5-HT2. Específicamente, se ha destacado el papel del receptor 5-HT1A en la capacidad de regular la transmisión serotoninérgica y por consiguiente la propensión de los animales a desarrollar vulnerabilidad a trastornos relacionados con el sistema serotoninérgico como ansiedad o depresión (Deakin, 1991; Moses-Kolko et al., 2008; Nutt & Stein, 2006; Papakostas, Chuzi, Sousa, & Fava, 2010; Richardson-Jones et al., 2010). Igualmente, los estudios en neurobiología de la resiliencia centrados en este sistema neuroquímico se han enfocado en el rol de este receptor y su expresión en áreas como el DRN, hipocampo, mPFC, entre otras (F R Bambico et al., 2009; Franklin et al., 2012; Russo et al., 2012). 16 Receptor 5-HT1A El receptor 5-HT1A fue el primer receptor serotoninérgico en ser caracterizado y ha sido muy estudiado farmacológicamente. En realidad la mayor expresión del 5-HT1A se da como autorreceptor, aunque también se encuentra como heterorreceptor en algunas áreas del cerebro. En ambos casos, al ser activado por serotonina o drogas afines se comporta de la misma manera, inhibiendo las neuronas donde se encuentre debido a su acción bloqueadora sobre el influjo de Ca2+ y facilitadora del eflujo de K+. Se encuentra como heterorreceptor en una alta densidad en áreas como el hipocampo, el septum lateral, y la corteza prefrontal. Sin embargo, la mayor cantidad de estos receptores se encuentran como autorreceptores en el soma o en las dendritas de las neuronas. Dado que el DRN es el centro de más alta densidad de cuerpos neuronales serotoninérgicos, es también el lugar donde más autorreceptores 5-HT1A hay en el encéfalo (F R Bambico et al., 2009). Su función consiste también en inhibir a la neurona donde se encuentra, sin embargo en este caso se da una auto inhibición dado que es la misma neurona la que deja de segregar serotonina cuando se activan sus autorreceptores. En otras palabras, su función consiste en la retroalimentación negativa de las neuronas serotoninérgicas del DRN. Clínicamente, los receptores 5-HT1A han sido asociados con ansiedad, depresión, regulación de la temperatura, secreción de corticosterona, aprendizaje y memoria. Además, farmacológicamente se ha vinculado con la acción de ansiolíticos como la buspirona y la ipsapirona (Carr & Lucki, 2011). Igualmente, déficits en la función de este receptor se han asociado con síntomas depresivos, razónpor la cual se ha estudiado mucho su rol en esta psicopatología, llegándose a evidenciar que agonistas de este receptor poseen efectos como antidepresivos en diferentes modelos animales (Blier & Ward, 2003; De Vry, 1995). Adicionalmente, agonistas de 5-HT1A como buspirona han mostrado inducir aumento de la latencia de inmovilidad de ratas en el FST, lo que se ha interpretado como posibles efectos antidepresivos (Carr & Lucki, 2011; John F. Cryan et al., 2005; Kostowski, Dyr, Krzascik, Järbe, & Archer, 1992; Lucki, Singh, & Kreiss, 1994; Singh & Lucki, 1993). Así, tanto los autorreceptores como los heterorreceptores 5-HT1A están implicados en la acción terapéutica de los ISRS, demostrándose que los autorreceptores 5-HT1A presentan desensibilización o downregulation ante tratamientos crónicos. Por el contrario, los heterorreceptores, particularmente los ubicados en el hipocampo muestran sensibilización o upregulation por la acción crónica de antidepresivos tricíclicos (TCA). Sin embargo, cuando se evalúan los cambios 17 del receptor 5-HT1A frente a la acción de antidepresivos se ha visto que no hay resultados concluyentes con respecto a la existencia de upregulation o downregulation. Al parecer, si se suministra el fármaco en un tratamiento crónico o agudo, tienden a haber resultados distintos al observar la expresión del receptor en áreas como el DRN. (F R Bambico et al., 2009; Srinivas, Subhash, & Vinod, 2001). Finalmente, en cuanto a la relación de los receptores 5-HT1A con el afrontamiento al estrés, se ha visto que la exposición a un entrenamiento en CUS en ratas suprime la expresión de estos receptores en el hipocampo, llevando a la presencia de comportamientos de tipo depresivo (Magarinos, McEwen, Flugge, & Fuchs, 1996; Magarinos & McEwen, 1995; McEwen, 1999). Por otra parte, se ha visto que hay downregulation de los autorreceptores 5-HT1A en el DRN en ratas luego de ser expuestas a CUS (F R Bambico et al., 2009). Por esta razón, se ha propuesto que la resiliencia al estrés puede estar relacionada con el funcionamiento y la expresión de este receptor en las áreas relacionadas con la regulación negativa del circuito HPA. No obstante, los resultados de las investigaciones no son concluyentes con respecto al comportamiento que tienen dichos receptores al ser expuestos a tratamientos crónicos o agudos de agonistas de 5-HT1A o antidepresivos ISRS o tricíclicos en el desempeño de test comportamentales como FST luego de CUS. Buspirona Hay pocos agonistas del receptor 5-HT1A usados en clínica, tal vez el más utilizado es la buspirona que no solamente ha mostrado ser una droga con efectos ansiolíticos, sino que además se ha demostrado su efectividad en pacientes depresivos (Cowen, Power, Ware, & Anderson, 1994; Eison & Temple, 1986; Fang et al., 2011; Harvey & Balon, 1995; Loane & Politis, 2012; O’Connor, Rowan, & Anwyl, 1989; Okazawa, Yamane, Blier, & Diksic, 1999a). De hecho, la administración de buspirona induce reducciones significativas en la latencia de inmovilidad de ratas en el FST. Cabe resaltar que se ha estudiado la diferencia que presenta buspirona en su inyección sistémica contra su inyección intracerebral en el DRN, llegando a la conclusión de que sus efectos sistémicos no tienen resultados significativos en la reducción de la latencia de inmovilidad en ratas sometidas al FST en comparación con los efectos de la aplicación local (Luigi, 1988). En cuanto a sus efectos agudos, se ha estudiado la acción de buspirona en relación a la respuesta inicial de la síntesis de serotonina mediada por la acción de los receptores 5- HT1A. Uno de los hallazgos es que en una sepa de ratas depresivas denominada ratas sensitivas 18 Flinders (FSR) el tratamiento agudo de buspirona genera un aumento en la liberación de serotonina en la brecha sináptica en algunas áreas del cerebro, lo cual sugeriría una acción similar a la generada por antagonistas de 5-HT1A. No obstante, también se encontró disminución en la cantidad de serotonina liberada en otras áreas del cerebro, lo que concuerda con la acción ansiolítica mostrada por buspirona. La razón por la cual hay resultados contrarios, se especula que puede deberse a la localización de los receptores 5-HT1A, teniendo en cuenta que unos son autorreceptores y otros heterorreceptores. Otra razón podría darse debido a los efectos secundarios que ha mostrado buspirona teniendo efectos en circuitos nor-adrenérgicos y dopaminérgicos, circuitos también relacionados con emoción (Nishi, Kanemaru, Hasegawa, Watanabe, & Diksic, 2009) Por otra parte, el tratamiento crónico de buspirona (mínimo dos semanas de aplicación diaria) muestra efectos distintos y se ha vinculado más con los efectos antidepresivos de este fármaco. Principalmente, se sabe al actuar durante tanto tiempo hace que haya una desensibilización en los receptores 5-HT1A normalizando la liberación de serotonina en el espacio intersináptico y aumentando su liberación en áreas como el DRN (Okazawa et al., 1999a). En síntesis, existe un gran debate en la literatura acerca de los efectos crónicos y agudos de buspirona en los receptores 5-HT1A en ratas y sus posibles explicaciones. Sin embargo, no hay estudios que registren diferencias entre el tratamiento agudo o crónico con buspirona en el DRN en ratas que hayan sido sometidas a CUS y que, posteriormente, hayan sido evaluadas en el FST para evaluar comportamientos como depresivos en ratas vulnerables o resilientes al estrés. Formulación del problema de investigación Como se ha podido ver a lo largo del marco teórico, existe una amplia evidencia empírica que ha estudiado las bases neurales del estrés y su vulnerabilidad, así como las bases neurales de psicopatologías como depresión. También hay una variedad de modelos animales y farmacológicos que han servido para entender cómo se dan estos fenómenos a nivel molecular y comportamental, para así poder extrapolar los resultados a los humanos, partiendo de que los mecanismos moleculares y anatómicos se mantienen entre especies. Adicionalmente, se pudo ver que en lo respectivo a la resiliencia hay una amplia literatura que vincula al sistema serotoninérgico como principal protagonista de este comportamiento. Además, se encuentran bien caracterizados los comportamientos propios de animales resilientes a demandas estresantes contra aquellos que muestran ser vulnerables. Molecularmente, se ha vinculado al receptor 5- HT1A como uno de los más importantes en la retroalimentación negativa del sistema HPA y de 19 la activación de estructuras como el DRN, mPFC e hipocampo. Sin embargo, a pesar de que farmacológicamente se ha podido ver que este receptor es clave para la aparición de efectos ansiolíticos y antidepresivos, no se ha podido establecer completamente su rol en las estrategias de afrontamiento activas propias de la resiliencia. Así pues, teniendo en cuenta el problema de investigación, el objetivo de este estudio es poder identificar el rol del receptor 5-HT1A de las neuronas del DRN en la expresión de comportamientos resilientes, es decir en la aparición de estrategias de afrontamiento activas o active coping en ratas que han sido sometidas a un paradigma de estrés crónico impredecible (CUS). Con el ánimo de desarrollar una investigación más completa, que permita comparar hallazgos comportamentales y farmacológicos, el presente estudio utilizará dos grupos de ratas distintas, diferenciadas por la expresión fenotípica de comportamientos de tipo resiliente o vulnerable frente al test de consumo de sacarosa luego de ser sometidas a CUS. En esos dos grupos diferentes de ratas, se podrá evaluar el efecto de la droga buspirona con el fin de determinar si la acción del receptor 5-HT1A es distinta en ambos grupos y por ende muestran comportamientos diferenciales al ser evaluadas en FST. Objetivo General Evaluar el papel de losreceptores 5-HT1A en la expresión de estrategias de afrontamiento en ratas Wistar sometidas a CUS. Objetivos específicos. Evaluar las estrategias de afrontamiento activas en ratas Wistar sometidas a CUS por medio de consumo de sacarosa Identificar el papel del receptor 5-HT1A en DRN Identificar las diferencias en la expresión del receptor 5-HT1A en mPFC e hipocampo en ratas Wistar que presentan estrategias de afrontamiento activas contra las que presentan estrategias de afrontamiento pasivas en el FST. Identificar las diferencias en la expresión de BDNF en el hipocampo ventral de ratas con estrategias de afrontamiento activas y ratas con estrategias de afrontamiento pasivas. Evaluar el efecto comportamental de la inyección de buspirona en el DRN. Hipótesis Un 70% de las ratas sometidas al CUS mostrará un consumo significativamente mayor de sacarosa en el test de consumo de sacarosa. 20 Un 30% de las ratas sometidas al CUS mostrará anhedonia al ser evaluadas en el test de preferencia de sacarosa. Las ratas con menor tiempo de inmovilidad y mayor latencia de inmovilidad en el FST tendrán menor expresión de los receptores 5-HT1A en el DRN. Las ratas con mayor tiempo de inmovilidad y menor latencia en el FST tendrán mayor expresión de los receptores 5HT1A en el DRN. Habrá una relación directa entre la presencia o no de anhedonia y la cantidad de receptores 5-HT1A en el DRN. Las ratas con estrategias de afrontamiento activas tendrán mayor expresión de BDNF que las ratas con estrategias de afrontamiento pasivas al estrés La buspirona no tendrá efectos significativamente diferentes a la solución salina, al ser aplicada en ratas resilientes. La buspirona ejercerá un efecto antidepresivo, al ser aplicada en ratas vulnerables (aumentando la latencia y disminuyendo la inmovilidad). Variables Dependientes -Latencia y tiempo de inmovilidad de las ratas en el FST -Expresión de receptores 5-HT1A en mPFC e Hipocampo -Expresión de receptores de BDNF en Hipocampo ventral Independientes - Tratamiento farmacológico: solución salina vs. buspirona. - Fenotipo: ratas que presentan estrategias de afrontamiento activas al estrés vs ratas que presentan estrategias de afrontamiento pasivas al estrés. 2. METODOLOGÍA Animales Se utilizaron 75 ratas macho Wistar (200 g, aprox.) provenientes del bioterio del laboratorio de Neurociencia y Comportamiento de la Universidad de los Andes. Fueron agrupadas de a cinco ratas por caja (46x33x30 cm). Los sujetos fueron mantenidos con agua y comida ad libitum en un ciclo luz/oscuridad cada 12 h, a una temperatura de 22˚C, además estuvo garantizado un nivel controlado de humedad del 57±10 % y una ausencia de ruido u otro estimulo estresante para los animales. Dichas condiciones se mantuvieron durante todo el 21 experimento excepto durante el protocolo de estrés crónico impredecible (CUS por sus siglas en ingles). Consideraciones éticas Durante la realización de este proyecto se cumplieron las normas éticas y legales exigidas para la investigación con animales de laboratorio en Colombia (Ley 84 de 1989 y Resolución No. 8430 de 1993 del Ministerio de Salud). Por razones obvias este tipo de experimentos sólo se puede realizar en animales de laboratorio como ratas. Se garantizó que los animales tuvieron agua y comida (LabDiet) ad libitum, en tanto las condiciones experimentales así lo permitieron. Se respetó la declaración universal de los derechos de los animales proclamada por la liga internacional de los derechos del animal, Ginebra, Suiza (1989) y los principios éticos de la experimentación animal enunciados por ICLAS. Todos los experimentos realizados en este trabajo fueron aprobados por el Comité Institucional de Cuidado y Uso de Animales de Laboratorio (CICUAL-UniAndes). En este proyecto se requierieron ciertas cantidades de fármacos, los cuales se manipularon y descartaron siguiendo procedimientos de bioseguridad ya establecidos en el laboratorio. Cabe aclarar que los reactivos a utilizar fueron de categoría no tóxica, por lo tanto, el estudio no provocó ninguna alteración en el medio ambiente. Aparatos Consumo de sacarosa Se utilizaron cajas de 46x33x30 cm con dos bebederos de tal manera que uno de ellos liberaba solución de sacarosa (33 %) y el otro, agua potable. Cada bebedero estuvo disponible para cada animal durante el tiempo estipulado en el entrenamiento de sacarosa y el posterior test. Tanque de Nado Forzado Estos animales fueron sometidos al test de nado forzado (FST) Para esto se utilizaron tanques de nado forzado de 60 cm de altura y 40 cm de diámetro (Vanyplas) que fueron llenados con agua hasta una altura de 30 cm. Dichas medidas garantizaron que el animal no pudiera tocar el suelo con las patas ni la cola, obligándolo a nadar sin una referencia de fondo. Adicionalmente, el agua tuvo su temperatura controlada (23±2 o C) para que los sujetos experimentales no vayan a presentar síntomas de hipotermia. Campo Abierto El campo abierto mide 60 x 60 x 60 cm y se encuentra dividio dividido en nueve cuadrados que miden 20 x 20cm que forman una cuadrícula abarcando todo el test. Las paredes 22 del laberinto están echas hechas de madera y pintadas de negro. El piso del campo abierto está pintado de blanconegro. Cirugía estereotáxica Para el implante de la cánula (construida a partir de una aguja hipodérmica 21 G), los animales fueron inyectados intraperitonealmente (i.p.) con una mezcla de Ketamina (Rotexmédica) y Xylacina (Bayer, 75 mg/Kg y 10 mg/Kg respectivamente), colocados en un aparato estereotáxico e inyectados con antibiótico veterinario (Synthesis, 100.000 UI) para evitar cualquier tipo de infección. La cánula fue implantada en el núcleo dorsal del rafé (DRN) en las siguientes coordenadas a partir del cráneo: AP= -7.92 mm con relación a Bregma; ML= 0 mm; DV = 6.5 mm, de acuerdo con el atlas de Paxinos y Watson (2005). Para esto, luego de que los animales fueron anestesiados se les evaluó los reflejos motores para garantizar que se encontraran dormidos antes de la operación. Luego, se les cortó el pelo que cubre la piel del cráneo, limpiando siempre el área con isodine para evitar infecciones. Posteriormente, se abrió la piel con un bisturí y se recubrió el área con lidocaína para evitar cualquier estímulo doloroso durante la exposición del cráneo. Después se abrió la piel con el bisturí de tal manera que el cráneo quedara expuesto, simultáneamente se fue limpiando el área con agua oxigenada para ayudar a limpiar el hueso. Más adelante, con la ayuda de un moto-tool se abrió un hueco en el cráneo siguiendo las coordenadas del atlas de Paxinos y Watson (2005) en la estructura deseada, en este caso el DRN. Por último, con la ayuda del aparato estereotáxico, la cánula fue introducida en el cerebro hasta las coordenadas respectivas. Finalmente, se realizaron otros dos huecos en el cráneo para colocar dos tornillos que ayudaron a fijar el cráneo al acrílico usado para proteger y anclar la cánula insertada. Terminado el procedimiento, los animales fueron llevados a cajas individuales de recuperación, donde permanecieron por cinco días. Durante todo el procedimiento de cirugía se le registró la temperatura y otros signos vitales, asegurándose de que éstos se encontraran en valores adecuados. Drogas La droga que se utilizó fue el agonista selectivo para receptores 5HT1A, buspirona, Se disolvió /0,5 Para el grupo control se utilizó solución salina (0,9%; 0,5ul). 23 Procedimiento Estrés Crónico Impredecible (CUS) Se siguió un procedimiento en el que a través de varios estresores moderados que son presentados de forma crónica e impredecible se induce en los animales comportamientos asociados a depresión como anhedonia. En específico, se aplicó el CUS por 4 semanas consecutivas presentándole atodos los animales 2 estresores diarios (F R Bambico et al., 2009). En total se usaron 8 estresores que fueron combinados de forma que no hubiese habituación, tal como aparece en la tabla 1. Tabla 1: Cronograma presentación de estresores CUS diarios durante 4 semanas. Dia Semana 1 Semana 2 Semana 3 Semana 4 Lunes Radio Inclinación caja Luz intermitente Inclinación caja Inclinación caja Luz Intermitente Plataforma Aislamiento Inclinación caja Martes Aislamiento Luz Continua Radio Aislamiento Aislamiento Privación comida/agua Aislamiento Luz continua Miercoles Aislamiento Privación Comida/agua Privación comida/agua Aislamiento Radio Luz continua Aislamiento Privación comida/agua Jueves Luz intermitente plataforma aislamiento Luz continua Radio Inclinación caja Plataforma aislamiento Radio Inclinación de caja Viernes Radio Luz continua Plataforma aislamiento Privación agua/comida Privación comida y agua Luz intermitente Luz intermitente Radio Sabado Aislamiento Luz intermitente Luz continua Inclinación Aislamiento radio Privación de comida /agua Plataforma de aislamiento Domingo Privación de comida/agua Radio Aislamiento Privación comida/agua Aislamiento Radio Inclinación de caja Luego del CUS, gracias al test de preferencia de sacarosa, se separaron las ratas vulnerables de las ratas resilientes. Posteriormente, se formaron cuatro grupos de 13 ratas cada uno. Dos de los grupos recibieron el agonista de 5HT1A buspirona y los otros dos fueron controles. A continuación, en la Tabla 2 se explican los grupos: Tabla 2. Distribución de los animales por grupos. 24 13 Ratas Vulnerables con buspirona 13 Ratas Resilientes con buspirona 13 Ratas Vulnerables con salina 13 Ratas Resilientes con Salina. Consumo de sacarosa Una vez los 75 animales alcanzaron el peso indicado (200 g) se realizó un entrenamiento de tres días durante una semana al consumo de sacarosa. Este consistió en la exposición de los animales, de forma individual en las cajas de consumo de sacarosa durante 1 hora a dos bebederos; uno con sacarosa y otro con agua. Los sujetos fueron privados de agua y comida 12 horas previas al entrenamiento. De esta manera, los días lunes, miércoles y viernes fueron expuestos a los bebederos (intercambiando los bebederos en la caja cada 30 minutos para evitar preferencia de lugar). Luego de esta semana de entrenamiento se empezó el protocolo de estrés crónico impredecible durante cuatro semanas consecutivas. Durante el CUS se realizó un test semanal de consumo de sacarosa desde la semana 1 hasta la 4 (de una hora de para registrar las diferencias individuales entre los sujetos), de tal manera que al finalizar el CUS se pudieron diferenciar los animales que fueron resilientes al estrés y los que mostraron signos de anhedonia como indicador de depresión. Después de asignar a los animales a los grupos, fueron sometidos a la cirugía estereotáxica. Después de cinco días de recuperación fueron sometidos a la primera parte del test de nado forzado (fase de entrenamiento). Veinticuatro horas después fueron inyectados con salina o buspirona (dependiendo del grupo al cual hubieren sido asignados) y 15 minutos después fueron sometidos al test de nado forzado. Test de Nado Forzado y Campo Abierto Durante la primera sesión se expuso cada rata durante quince minutos al tanque de nado forzado. Veinticuatro horas después se colocaron de nuevo en el mismo tanque durante cinco minutos, quince minutos después de haber sido inyectados con la substancia correspondiente. El tiempo que el animal permanece en inmovilidad, con la cabeza fuera del agua, realizando únicamente los movimientos necesarios para flotar, fue registrado, así como la latencia de aparición de la inmovilidad (León & Cardenas, 2008). Por otra parte, se probaron los animales en el test de campo abierto para determinar si la inmovilidad encontrada en el nado forzado se debió efectivamente a una falta de motivación o 25 desesperanza (Bambico et al., 2009; León et al., 2009) y no a problemas motores o de coordinación (León & Cardenas, 2008). Para eso, los animales fueron colocados en el campo abierto por un periodo de cinco minutos durante los cuales se contabilizó la cantidad de veces que cruzaron de cuadrante a cuadrante teniendo como entrada cada vez que el roedor ingresaba con sus patas traseras (Katz, Roth, & Carroll, 1981b;Pereira, 2011; Strauss, Maisonnette, Coimbra, & Zangrossi, 2003). Perfusión Se perfundió a los sujetos intracardiacamente, por medio de una bomba peristáltica, con 120 ml de solución salina (0.9 %), seguida de 200 ml de paraformaldehido (4%). Terminada la perfusión se extrajeron los cerebros y se fijaron en paraformalaldehido por tres días. Histología e Inmunohistoquimica Los cerebros fueron cortados en vibratomo (VIBRATOME 1500; 20 µm) recolectando cortes de tres regiones: córtex prefrontal medial (mPFC), hipocampo ventral (VHip) y núcleo dorsal del rafé (DRD). Se recolectó uno de cada cinco cortes desde el inicio hasta el final de cada estructura para su posterior tratamiento para inmunohistoquímica. La inmunohistoquímica se realizó usando anticuerpos primarios para receptores 5TH1A en las estructuras del cerebro mencionadas. Análisis estadístico Se utilizó análisis de varianza de dos vías (ANOVA), siendo un factor el tratamiento (buspirona o salina) y el otro el fenotipo de la rata (presencia de estrategias de afrontamiento activas o pasivas al estrés). Cuando se hizo necesario, las diferencias entra las medias de los grupos fueron analizadas utilizando la prueba post-hoc Student Newman-Keuls. En todos los casos el Alfa establecido fue 0.05. Resultados Selección Fenotípica y Consumo de Sacarosa La selección fenotípica se realizó utilizando los resultados que arrojó la prueba de consumo de sacarosa. Específicamente se clasificaron los animales en cuatro categorías de acuerdo a los cambios en el consumo de sacarosa y de agua durante las cuatro semanas que se tomaron las mediciones. De acuerdo a lo anterior se encontró que los animales mostraban grandes diferencias individuales, evidenciándose una clara separación en cuatro grupos: muy resilientes, resilientes, vulnerables y muy vulnerables. Así, los sujetos que tuvieron un consumo 26 mayor de sacarosa con el paso de las semanas fueron clasificadas como muy resilientes debido a que a pesar de la presencia del CUS siempre prefirieron consumir esta bebida mostrando ausencia de anhedonia. Del mismo modo, los sujetos resilientes no mostraron ser afectados por el CUS como si lo fueron los vulnerables y muy vulnerables, no obstante, su preferencia por la sacarosa fue significativamente menor que la de los muy resilientes, por lo tanto, podrían ser considerados una categoría independiente. Finalmente, lo mismo sucedió con los animales vulnerables y muy vulnerables, los primeros obtuvieron una disminución en el consumo de sacarosa con el paso de las semanas, y los segundos también tuvieron una reducción aunque fue más destacada, de tal manera que la primera semana prefirieron mucho esta bebida y en la última semana dejaron de consumirla considerablemente en comparación con el agua. A continuación, la Tabla 3 muestra los resultados obtenidos luego de la selección fenotípica debido a la prueba del consumo de sacarosa. Selección Fenotípica Tabla 3: Número de animales que conformaron los distintos grupos de acuerdo al consumo de sacarosa. Como se mencionó previamente en la explicación de la metodología, la conformación de los grupos experimentales que fueron usados en la segunda etapa del experimento fue realizada a partir de la diferenciación fenotípica. La clasificación se realizó según lo dispuesto por la tabla 4 usando únicamente de a 24 animales porfenotipo para luego dividir cada grupo en 2 de tal manera que quedaran cuatro grupos de 12 animales cada uno. Dicha cantidad de animales fueron seleccionados ya que con un N de 12 sujetos por grupo se pueden encontrar resultados estadísticamente significativos en los análisis cuantitativos. Conformación de grupos Vulnerables (24) Resilientes (24) 24 ratas muy vulnerables 22 ratas muy vulnerables + 2 ratas vulnerables Tabla 4: Conformación de grupos experimentales. Test de Nado Forzado Muy Resiliente Resiliente Vulnerable Muy Vulnerable 22 15 10 28 27 Figura 1: Tiempo de inmovilidad de ratas resilientes y vulnerables al estrés crónico impredecible de acuerdo al tipo de tratamiento que recibieron. Ratas vulnerables y ratas que fueron tratadas con salina tuvieron significativamente más tiempo de inmovilidad que ratas resilientes y ratas con buspirona. Sin embargo, no hay diferencias significativas que muestren la interacción entre ambos factores La Figura 1 ilustra el tiempo de inmovilidad en segundos para las ratas resilientes y vulnerables a CUS de acuerdo al tratamiento farmacológico que tuvieron con solución salina o buspirona intracerebral. La ANOVA de dos vías mostró diferencias estadísticamente significativas en el tiempo de inmovilidad para el factor fenotipo, así como para el factor tratamiento (F(1,26)= 7,602; p=0,011 F(1,26)=12,380 p=0,002]. No obstante, no se encontraron diferencias significativas en la interacción entre el fenotipo y el tipo de tratamiento utilizado con respecto al tiempo de inmovilidad [F(1,26)= 0,035; p= 0,853]. 28 Figura 2: Tiempo de latencia de ratas resilientes y vulnerables al estrés crónico impredecible de acuerdo al tipo de tratamiento que recibieron. Ratas vulnerables y ratas que fueron tratadas con salina tuvieron significativamente menor tiempo de latencia que ratas resilientes y ratas con buspirona. Sin embargo, no hay diferencias significativas que muestren la interacción entre ambos factores. La figura 2 ilustra el tiempo de latencia en segundos de las ratas resilientes y vulnerables a CUS dependiendo del tipo de tratamiento farmacológico que tuvieron, sea solución salina o buspirona intracerebral. Para esta variable, la ANOVA de dos vías no mostró diferencias estadísticamente significativas en el tiempo de latencia para el factor fenotipo, así como para el factor tratamiento [F(1,26)= 0,764; p=0,39; F(1,26)=2,988 p=0,096]. Del mismo modo, al igual que en el tiempo de inmovilidad no se encontraron diferencias significativas en la interacción entre el fenotipo y el tipo de tratamiento utilizado con respecto al tiempo de latencia [F(4,26)= 0,018; p= 0,894]. Discusión Uno de los focos de análisis en el estudio del estrés es el estudio de la falta de control de los individuos frente a los estímulos estresores (Abouserie, 1994; Breier et al., 1987; Carvalho, Gadzella, Henley, & Ball, 2009; Folkman, 1984; Lazarus, 1979; Peltzer, Shisana, Zuma, Van 29 Wyk, & Zungu-Dirwayi, 2009). Se ha visto de forma clara cómo las personas, a pesar de tener muchas demandas que suplir, pueden verse protegidas de los efectos del estrés cuando tienen control sobre las obligaciones y demandas exigidas por el ambiente. En este orden de ideas, en modelos animales se ha estudiado experimentalmente la variable de la predictibilidad y la falta de control que tienen los sujetos sobre los estresores. Para esto se ha diseñado el modelo de estrés crónico impredecible (Gouirand & Matuszewich, 2005; Haile, GrandPre, & Kosten, 2001; P. Willner et al., 1992; P Willner, 1997) en el cual los animales son sometidos a una variedad de estresores que son presentados de forma que ellos no puedan predecir ni tener control sobre ellos. Así, varios estudios han puesto de manifiesto que ratas sometidas a CUS presentan un aumento estadísticamente significativo en glucocorticoides y comportamientos de tipo ansioso y depresivo al ser medidos en varios tests comportamentales (Mahar, Bambico, Mechawar, & Nobrega, 2014). Del mismo modo, se han comparado varios paradigmas de estrés en ratas viendo que el que mayor nivel de estrés crónico produce es el CUS, incluso por encima del modelo de estrés agudo y el de restricción (Bambico, Nguyen, & Gobbi, 2009). Ahora bien, como se mencionó anteriormente el CUS es un modelo que, a diferencia de otros modelos de estrés, tales como el estrés crónico moderado (CMS) tiene la diferencia de que los estresores son presentados de forma impredecible, es decir los animales no hacen habituación por lo tanto no hay una adaptación fisiológica que disminuya el estado de alerta de los mismos. En este sentido, se han realizado estudios para evaluar específicamente las diferencias existentes entre el CMS y el CUS (Rozeske et al., 2011). Dichos trabajos han revelado que cuando los animales no tienen control sobre los estresores se generan cambios fisiológicos que llevan a comportamientos y síntomas como los que ocurren en psicopatologías como ansiedad o depresión, además de la presencia de estrategias de afrontamiento pasivas propias de dichos trastornos. Específicamente, esos cambios fisiológicos se refieren a la desensibilización de receptores 5-HT1A en varias áreas del cerebro ricas en estos receptores serotoninérgicos, entre ellas, el núcleo dorsal del rafé (Rozeske et al., 2011). El objetivo principal de este estudio fue evaluar el papel de los receptores 5-HT1A en la expresión de estrategias de afrontamiento en ratas Wistar sometidas a CUS. Para esto durante la primera parte de la investigación las ratas fueron sometidas a CUS durante un mes y fue realizada una separación fenotípica seleccionando aquellas que presentaran mayores índices de estrés (vulnerables) y aquellas que mostraran estrategias de afrontamiento activas (resilientes). 30 Durante la segunda parte del trabajo las ratas seleccionadas luego de pasar por cirugía estereótaxica recibieron una dosis intracerebral en el DRN de solución salina (0,9 %) o el agonista de receptores 5-HT1A buspirona y fueron sometidas a test de nado forzado para evaluar efecto antidepresivo. Los resultados de la primera parte de este estudio sostienen y confirman los hallazgos de otras investigaciones que mostraban una separación fenotípica en ratas que habían sido sometidas a CUS, habiendo unas más vulnerables al estrés y otras más resilientes al ser evaluadas en el test de consumo de sacarosa. No obstante, se encontró un dato que difiere con lo visto anteriormente y es el número de animales que tuvieron una menor preferencia sobre el consumo de azúcar. Estudios anteriores (Bambico et al., 2009; Grønli et al., 2004; Willner et al., 1987) afirmaban que,luego de un período de cuatro semanas de exposición al protocolo de CUS, en promedio un treinta por ciento de los animales presentaban indicadores de anhedonia al ser evaluados en test de consumo de sacarosa. Por el contrario, en la presente investigación se encontró que después de cuatro semanas de CUS cincuenta por ciento de las ratas fueron resilientes y 50 por ciento fueron vulnerables. Es decir, la mitad de las ratas prefirieron mucho menos el azúcar con el pasar de las semanas y la otra mitad lo prefirió más. Este resultado se podría explicar debido a que algunos de los estudios previos ampliaron el tiempo de exposición al CUS por más de cuatro semanas llegando a seis y siete. Así, el hecho de que las ratas tengan un período de exposición mayor, podría inducir un aumento en las diferencias, quizá por familiarización de algunos sujetos a la situación estresora y por tanto aumentando el número de ratas resilientes y disminuyendo el de vulnerables. La explicación de por qué ratas del mismo bioterio presentan diferencias fenotípicas tan marcadas en la respuesta al estrés ha sido ampliamente estudiada a nivel genético y epigenetico. Décadas de investigación en genética hanrevelado que enfermedades cerebrales complejas dependen de la interacción entre factores ambientales y genéticos (Eichler et al., 2010; Franklin et al., 2012). Se han identificado estructuras cerebrales que pueden estar involucrados con la susceptibilidad y la resiliencia al estrés. Igualmente los mecanismos epigenéticos que inciden en estos comportamientos se han venido conociendo recientemente. Se entiende por epigenética el ensamble de procesos que inducen cambios hereditables meioticos y mitóticos en la expresión de genes sin la alteración per se de la secuencia de ADN (Franklin et al., 2012). Los mecanismos epigenéticos envuelven múltiples mecanismos incluyendo la metilación de DNA entre otros 31 procesos moleculares y pueden verse afectados por factores ambientales como el estrés, llegándose a demostrar que ciertas desregulaciones en este sistema pueden estar implicadas en psicopatologías relacionadas con estrés como depresión o ansiedad (Franklin & Mansuy, 2011; Hunter & McEwen, 2013; Kubota, Miyake, & Hirasawa, 2012; McEwen, Eiland, Hunter, & Miller, 2012). Se ha visto que el estrés en la adultez de ratas puede modular de forma diferencial metilaciones del ADN en genes específicos relacionados con la vulnerabilidad y resiliencia al estrés. El promotor de CRH es de-metilado parcialmente en el PVN en ratones susceptibles, mostrando mayor evitación durante el test de derrota social, lo cual correlaciona con el incremento de la expresión de CRH (Elliott, Ezra-Nevo, Regev, Neufeld-Cohen, & Chen, 2010). Es decir que debido a un factor ambiental como el estrés, se pueden generar cambios epigenéticos dados por metilaciones de ciertos genes relacionados con la expresión de receptores o neuromoduladores importantes en la regulación de comportamientos resilientes. Un ejemplo más claro se da en un estudio en el que separación crónica impredecible y estrés maternal incide en cambios epigenéticos en sus crías afectando la metilación de diferentes genes en el cerebro de las ratas de las crías, alterando así la expresión de los mismos genes. Específicamente, estos cambios se mantienen a lo largo de las generaciones de crías, induciendo múltiples síntomas como depresivos y ansiosos (Franklin & Mansuy, 2011; Franklin et al., 2010; Weiss, Franklin, Vizi, & Mansuy, 2011). Uno de los mejores fenómenos estudiados que relacionan la interacción entre ambiente y genética es el relacionado con la variación en el promotor del gen transportador de serotonina (5- HTTLPR) conocido como SLC6A4. Se sabe que un alelo corto de 5-HTTLPR se asocia con disminución en la disponibilidad del transportador de serotonina y en consecuencia, una disminución en la recaptación de serotonina en la hendidura sináptica. Comportamentalmente, lo anterior se evidencia en una mayor vulnerabilidad a desarrollar depresión o síntomas depresivos ante la presentación de eventos sumamente estresantes, incluyendo maltrato en la niñez. Por el contrario, se ha visto que los alelos largos homocigotos de este gen se asocian con comportamientos resilientes (Caspi et al., 2003; Feder et al., 2009; Gillespie, Whitfield, Williams, Heath, & Martin, 2005; Stein, Campbell-Sills, & Gelernter, 2009). Otro de los mecanismos moleculares estudiados en relación a la influencia de los genes en la resiliencia es el conjunto de genes relacionados con el eje HPA. Un reciente estudio 32 encontró que el polimorfismo y haplotipo del gen para el receptor CHR tipo 1 (CRHR1) modera la aparición de síntomas depresivos en la adultez de personas que fueron abusadas en su infancia (Bradley et al., 2008). Así mismo, otro estudio vinculó variaciones genéticas en el alelo FKBP5 con una ineficiente recuperación del circuito HPA luego de una exposición a estrés social en pacientes saludables, indicando un potencial factor de riesgo que puede llevar a incrementos crónicos en los niveles de cortisol y, en consecuencia, una predisposición para el desarrollo de psicopatologías relacionadas al estrés (Ising et al., 2008). En suma, alteraciones genéticas y epigenéticas llevan a que individuos en condiciones iguales tengan cambios en sus sistemas fisiológicos, especialmente el eje HPA teniendo así diferencias en la regulación de glucocorticoides por estructuras como el hipocampo y por ende en la respuesta al estrés. Así, como se dijo anteriormente, las diferencias encontradas en este estudio pueden estar dependiendo del tiempo de exposición al CUS, especulando que con un mayor número de semanas, las características fenotípicas que reflejan las propiedades genéticas de los animales podrán expresarse al ser detonadas por el estrés del ambiente en el que se encuentran. Con respecto a los resultados de la segunda parte del experimento tres resultados merecen ser discutidos. Por un lado, este estudio encontró que la buspirona tiene un efecto de tipo antidepresivo en el test de nado forzado en ratas, sin importar su fenotipo (si es resiliente o vulnerable) ya que a pesar de que la latencia no mostró resultados estadísticamente significativos, el tiempo de inmovilidad fue menor en aquellos sujetos que recibieron dicho tratamiento comparados con los que recibieron salina. Por otro lado, la investigación arrojó que el fenotipo de las ratas determina el tipo de estrategia de afrontamiento que van a asumir; ratas vulnerables tienen un mayor tiempo de inmovilidad en comparación con las resilientes. Por último, cabe mencionar que no se encontraron resultados estadísticamente significativos en la interacción entre fenotipo y tratamiento. Eso quiere decir que no se encontró el resultado esperado acerca de que ratas vulnerables al estrés debido al efecto de la buspirona presentaran estrategias de afrontamiento activas en vez de pasivas comparándolas con las que recibían solución salina. No obstante, debido a que los resultados en el tiempo de inmovilidad si mostraron significancia estadística tanto en el fenotipo como en el tratamiento que se usó, se sugiere que una posible explicación sea el reducido número de sujetos experimentales que fueron 33 usados. Es decir, se cree que en la medida que se replique el estudio con una muestra mayor, se obtendrá un resultado significativo en la interacción fenotipo tratamiento. El primer resultado confirma los hallazgos de otras investigaciones en las que la buspirona debido a su acción como agonista de receptores 5-HT1A puede funcionar como antidepresivo. En el 2001 un estudio en humanos con severa depresión refractaria fue desarrollado para evaluar si podían verse beneficiados con un tratamiento crónico de buspirona, comparándolo con placebo. Los resultados arrojaron que aquellos pacientes que consumieron buspirona tuvieron mejoras estadísticamente significativas en cuestionarios y pruebas que miden depresión comparándolos con los que recibieron placebo (Appelberg et al., 2001). No obstante, estos eran pacientes refractarios por lo tanto ya habían sido sometidos a tratamientos con otros fármacos, principalmente con inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (ISRS), lo que pudo haber llevado a que el efecto de buspirona se potenciara con los cambios neurofisiológicos ya producidos debido a la acción de los fármacos que fueron usados anteriormente. Con respecto a esto, cabe mencionar que recientemente se ha desarrollado un novedoso fármaco que ha mostrado tener resultados efectivos en el trato de pacientes depresivos. Dicho fármaco se ha nombrado Vilazodon y tiene un efecto igual al de la buspirona y además es ISRS (Dawson & Watson, 2009; Pierz & Thase, 2014). La importancia de este avance farmacológico está en que se puede interferir de dos formas simultáneas en el sistema serotoninérgico, por un lado actuando como agonista de receptores 5-HT1A potenciando su estimulación y así disminuyendo el tiempo requerido para lograr su desensibilización (down regulation).
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