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Asociación Argentina de Economía Agraria COORDINACIÓN DEL AGRONEGOCIO AVÍCOLA EN LA ARGENTINA. PERTURBACIONES Y ADAPTACIÓN ORGANIZACIONAL. Septiembre, 2008 Sebastián Senesi1 ssenesi@agro.uba.ar1 Hernán Palau2 hpalau@agro.uba.ar2 Trabajo de Investigación. 1 Ayudante de 1° Exclusiva, JTP Ad Honorem, Cátedra de Comercio. Sub-Director Programa de Agronegocios y Alimentos. Facultad de Agronomía, Universidad de Buenos Aires. Av. San Martín, 4453, Buenos Aires (CP 1417). Te/Fax: 005411-4524-2490/2490/0957. 2 JTP Exclusivo, Cátedra de Comercio. Responsable Área de Investigación, Programa de Agronegocios y Alimentos. Facultad de Agronomía, Universidad de Buenos Aires. Av. San Martín, 4453, Buenos Aires (CP 1417). Te/Fax: 005411-4524-2490/2490/0957. 1 COORDINACIÓN DEL AGRONEGOCIO AVÍCOLA EN LA ARGENTINA. PERTURBACIONES Y ADAPTACIÓN ORGANIZACIONAL RESUMEN La coordinación en los agronegocios surge como el resultado de la aplicación de distintos mecanismos que proveen la base para satisfacer la demanda del consumidor, teniendo en cuenta los incentivos para obtener los resultados esperados y controles de los agentes que llevan adelante la tarea. Esto puede ser visto como una coordinación vía precio, en el caso que los mercados funcionen correctamente, y una coordinación institucional (por parte del estado) o a través de mecanismos contractuales (formas híbridas). El objetivo de este trabajo es describir los cambios en las estructuras de gobernancia en el sector avícola argentino desde 1970 hasta la actualidad, identificando los motivos que incentivaron a dichos cambios, el grado de coordinación que se logró y la importancia de los mismos en el desarrollo del sector. Se observa que el sistema avícola pasó de una estructura del tipo “mercado”, con altos costos de transacción a estructuras más coordinadas –contratos e integración vertical–, lo cual redundó en mayor eficiencia sistémica y mayor competitividad tanto a nivel local como internacional. PALABRAS CLAVES: MERCADO, INTEGRACIÓN VERTICAL, CONTRATO, AMBIENTE INSTITUCIONAL, AMBIENTE ORGANIZACIONAL. SUMMARY The coordination in the agribusiness is the result of the application of different mechanisms that provide the base to satisfy the demand of the final consumer, considering the incentives to obtain the results and controls of the agents who take ahead the task. This can be seen like a price coordination, in the case that the markets work correctly, and an institutional coordination (state) or through contractual mechanisms (hybrid forms). The objective of this paper is to describe the changes in the governance structures in the Argentine avian system from 1970 to the present, identifying the reasons that stimulated to these changes, the degree of coordination obtained and its importance in the development of the sector. It is observed that the avian system went from a governance structure “market”, with high level of transaction costs to coordinated governance structures – contracts and vertical integration–, which resulted in greater system efficiency and competitiveness bot at local and international markets. KEY WORDS: MARKET, VERTICAL INTEGRATION, CONTRACT, INSTITUTIONAL ENVIRONMENT, ORGANIZATIONAL ENVIRONMENT CLASIFICACIÓN TEMÁTICA: 3.3 2 COORDINACIÓN DEL AGRONEGOCIO AVÍCOLA EN LA ARGENTINA. PERTURBACIONES Y ADAPTACIÓN ORGANIZACIONAL 1. INTRODUCCIÓN 1.1. Planteo del problema La coordinación en los agronegocios surge como el resultado de la aplicación de distintos mecanismos que proveen la base para satisfacer la demanda del consumidor (Zylbersztajn, 1996), teniendo en cuenta los incentivos para obtener los resultados esperados y controles de los agentes que llevan adelante la tarea. Esto puede ser visto como una coordinación vía precio, en el caso que los mercados funcionen correctamente, y una coordinación institucional (por parte del estado) o a través de mecanismos contractuales (formas híbridas). Cuando los atributos de la transacción (especificidad de activos, incertidumbre y frecuencia) están bien definidos, cuando el precio es un fiel reflejo de dichos atributos, entonces la coordinación vía precio es la más eficiente, y ante la misma la estructura de gobernancia “mercado” es la más eficiente para llevar a cabo la transacción. Sin embargo, varios autores (Zylbersztajn, 1996; Cook & Chaddad, 2001, Ordóñez, 1998) mencionan que el sistema de coordinación vía precio es limitado porque existen “fallas de mercado” (cambios institucionales continuos e impredecibles, asimetría de información, nuevas tecnologías, nuevos consumidores) que hacen que aumente la incertidumbre o que se necesiten nuevos activos más específicos, resultando que el sistema vía precio no logre coordinar la cadena eficientemente. Ante esta situación, los contratos prevalecen para coordinar dicho sistema. En el sistema avícola argentino se observa que la estructura de gobernancia desde 1960 hasta fines de los 70 era el mercado. Los productores –engordadores– habían invertido en galpones, básicamente en la zona de producción agrícola (provincias de Entre Ríos y Buenos Aires) a fin de abastecerse fácilmente del alimento necesario para el engorde. Para ese entonces ya existían empresas incubadoras y proveedoras de pollitos bebés (pollos híbridos). Los mismos eran comprados por los engordadores, quienes realizaban el engorde mediante la compra de alimento balanceado y la contratación de un servicio veterinario (sanidad). La venta de los pollos una vez engordados se realizaba a acopiadores o cooperativas, o bien a brokers que acudían a las zonas productoras o que estaban cercanos a los grandes centros de consumo. La venta final del producto se realizaba en los grandes centros urbanos, en mercados concentradores, como el “Mercado Concentrador de Aves y Huevos de la Capital Federal”, donde tenían sus puestos los más importantes mayoristas. En este sitio se preparaba la mayoría de la mercadería, se clasificaba y seleccionaba el huevo para consumo, se vendían vivos los pollos de cinco meses y 2,300 kg., así como también otros tipos de aves. Para aquellos que lo solicitaban las aves se mataban y desplumaban; no se las evisceraba. En esta estructura organizacional existían riesgos inherentes a la producción/engorde, riesgos de adquirir los productos o venderlos y riesgos financieros. La estructura de gobernancia predominante –mercado– generaba altos costos de transacción, haciendo ineficiente el sistema –altos precios del producto final, baja especificidad de productos, alta incertidumbre productiva y comercial-. 3 A partir de principios de los 80 y sobre todo durante los 90, el sector desarrolló innovaciones a nivel tecnológico y sobre todo organizacional: mayor coordinación de todos los actores del sistema. Evaluar el proceso de coordinación, las nuevas formas organizacionales y las nuevas estructuras de gobernancia en el sector será entonces el fin de este trabajo. 1.2. Objetivos e hipótesis El objetivo general de este trabajo de investigación es describir los cambios en las estructuras de gobernancia en el sector avícola argentino desde 1970 hasta la actualidad, identificando los motivos que incentivaron a dichos cambios y el grado de coordinación que se logró. Se plantea como hipótesis que ante una mayor especialización e inversión en activos específicos, el sector avícola generó nuevas estructuras de gobernancia que mejoraron la eficiencia del sistema y la competitividad del mismo. 2. MARCO CONCEPTUAL Tradicionalmente, la economía ha sido estudiada por medio de la “economía neoclásica”. Este paradigma apunta a explicar el funcionamiento del sistema económico a partir de los siguientes supuestos: � infinito número de compradores y vendedores, � transparencia en las transacciones, � productos homogéneos, � informacióncompleta, � contratos completos, � movilidad de los factores, � libertad de entrada y salida, � precios en función del juego oferta/demanda. Según Hoff et al. (1993), la teoría neoclásica explica bien el sistema económico cuando los mercados “funcionan” razonablemente bien, pero falla cuando existen “mercados ocultos” – missing markets– y el precio no es lo único necesario para ajustar [y llevar adelante] las transacciones. A partir de Coase (1937, 1960) se fue desarrollando una nueva teoría de estudio de los sistemas económicos: “la economía de los costos de transacción”, la cual toma a la transacción como la unidad básica de análisis. Surge un concepto ideado por Williamson (1985) a partir de los trabajos precedentes: “la nueva economía institucional”, el cual se fundamenta en los procesos históricos con cambios institucionales (North, 1990), en la economía de los derechos de propiedad (Demzsetz, 1967), en la teoría de la firma y los costos de transacción (Williamson, 1985), y en la teoría de la agencia (Arrow, 1963, 1968; Jensen & Mekling, 1976). La principal diferencia entre la teoría neoclásica y la nueva economía institucional es que la segunda analiza las instituciones ya que en la economía es relevante la estructura legal que obligan a cumplir (“enforced/enforcement”) las leyes, los contratos y los derechos de propiedad (Hoff et al., op. cit.). North (1990) menciona que si en el ambiente institucional no están bien definidos los derechos de propiedad, o si los mismos presentan debilidad –de ahí la 4 importancia del enforcement institucional y de los contratos–, el sendero de crecimiento y desarrollo necesitan de la creación de los mismos o de su fortalecimiento. En su defecto, el sistema analizado presentará ineficiencias producto de los altos costos de transacción. En definitiva, el ambiente institucional puede facilitar o perjudicar el desarrollo del sistema económico y la innovación en diseños que mejoren la competitividad del mismo. Una versión sólida del argumento de la importancia de los derechos de propiedad es que una empresa no puede funcionar adecuadamente a no ser que se creen derechos de propiedad en la forma de recursos y, una vez hecho esto, aquél que desee utilizar un recurso debe pagarle al propietario para obtenerlo. Alchian (1965), Demzezt (1967) y Williamson (2000) mencionan que la inversión en un sistema económico –sobre todo, la inversión en activos específicos- estará determinada por las expectativas de rentabilidad producto de dicha inversión. Un emprendimiento privado no puede funcionar a menos que se haya creado sistemas eficientes de respeto de derechos de propiedad, además de tener un sistema eficiente resolución de disputas en caso de litigios (Coase, 1959). En definitiva, la justa distribución de la renta adicional de dicha inversión será clave para incentivar la inversión y por tanto, las innovaciones. En definitiva, una vez que el derecho de propiedad se encuentra bien definido y el enforcement está asegurado, el gobierno se hace a un lado (Williamson, 2000). Por lo tanto, se necesita ir más allá de las reglas de juego institucionales (leyes, resoluciones, normativas, costumbres, ética, etc.) –nivel macroanalítico– para incluir a las estructuras de gobernancia – nivel microanalítico, organizacional–. En definitiva, los costos de transacción macro, que derivan del pobre cumplimiento de un “Estado de Derecho” y del ambiente institucional y su enforcement, son los que determinan la competitividad de un sistema económico. Sin embargo, en un nivel más microanalítico – relaciones entre los agentes económicos u organizaciones–, Williamson (2000) menciona que de la teoría de los derechos de propiedad y su relación con los contratos se llega a un nivel donde se encuentran las estructuras de gobernancia –mercado, firma, y formas híbridas o contratos–. En este nivel es donde se desarrollan los negocios entre las organizaciones y se busca diseñar alternativas para disminuir los costos de transacción micro. Williamson (1985) menciona que las estructuras de gobernancia deben ser utilizadas para “identificar, explicar y mitigar todas las formas de riesgo contractual”. Hoff et al. (1993) consideran que a partir del supuesto de asimetría de información, y que por lo tanto el sistema de coordinación vía precio resulta insuficiente, se llega a que se planteen otras formas organizacionales: formas híbridas, integración vertical; minimizando de esta forma los costos de transacción. La TCE se sustenta en que la eficiencia en las estructuras de gobernancia es el resultado de los costos de la alineación de las transacciones con las estructuras de gobernancia bajo supuestos del comportamiento dados (Zylbersztajn, 1996). Según Williamson (1993), la transacción depende de tres variables: la incertidumbre, la frecuencia y la especificidad de activos. Aunque la incertidumbre y la frecuencia son muy importantes para la toma de decisiones de las compañías en qué estructura de gobernancia utilizar, en este trabajo nos focalizamos en el concepto de especificidad de activos, dado el sector que se está analizando. Williamson (1991) menciona que los activos específicos son aquellos activos que su valor depende de la continuidad de las relaciones contractuales, en otras palabras, aquellos activos 5 que su uso es específico para una transacción particular, y en su defecto, en el caso de un uso alternativo, pierde mucho su valor. Se han hecho las siguientes distinciones de especificidad de activos (Williamson, 1991, 1993; Masten et al., 1991): � Especificidad de lugar, se da en etapas sucesivas en una cadena de producción, en la que las empresas se ubican en una relación conjunta a fin de economizar en gastos de inventario y transporte. � Especificidad de activos físicos, tales como los elementos especializados requeridos para producir un producto. � Especificidad de activos humanos, que surgen como consecuencia del efecto de aprendizaje. � Activos dedicados, que son inversiones discretas en plantas multipropósito, realizados a instancia de un cliente en particular; a los que se agregó la especificidad del capital de marca. � Especificidad temporal, ligado a procesos de JIT (Just In Time, justo a tiempo) y a la perecibilidad de los productos. Williamson (1991) establece que los activos específicos crean dependencia bilateral, aumentando los riesgos contractuales. Si no están bien definidos los derechos de propiedad sobre dicha inversión, o sea, si la estructura de gobernancia no respeta la apropiación de la cuasi-renta generada por dicha inversión (por ejemplo, en el mercado spot), el nivel de costos de transacción será muy alto y por tanto muy baja la competitividad. La figura 1 muestra el nivel de costos de transacción (eje y) en base a distintos niveles de especificidad de activos (eje x) y la estructura de gobernancia elegida. Con bajos niveles de especificidad de activos, el mercado spot (M) es la forma más eficiente de gobernar la transacción, los costos de transacción bajo esta estructura de gobernancia son bajos. En la medida que aumenta el nivel de costos de transacción, los contratos (X) y la integración vertical (H) pasan a ser las estructuras de gobernancia con menores costos de transacción. Como lo propuso Williamson (1991), comparado con el mercado, las formas híbridas sacrifican incentivos en favor de una coordinación superior entre las partes. Zylbersztajn (1996) menciona que a partir de la imposibilidad de construir contratos completos para encarar los cambios inesperados en el ambiente, hay una necesidad continua de negociaciones contractuales ex-post, y por tanto hace que la flexibilidad de esta estructura de gobernancia sea un atributo importante. FIGURA 1. COSTOS DE GOBERNANCIA EN FUNCIÓN DE LOS ACTIVOS ESPECÍFICOS k 1 k 2 N iv e l d e e s p e c if i c id a d d e a c t i v o s k C os to s de g ob er na nc ia $ M (k ) X ( k ) H ( k ) Fuente: Williamson (1993), Zylbersztajn (1996) y Hofstede (2004) 6 Williamson (2000) menciona que el pasaje de una gobernancia menos compleja (mercado) a una más compleja (contratos) implica introducir elementos de seguridad adicionales, reducir la intensidad de los incentivos e incurrir en mayores gastos burocráticos. Al pasar de un contrato simple (discreto) a uno complejo (contrato incompleto de largo plazo) aparece una serie de elementos: aumenta la duración del contrato, se introducen multas por incumplimiento, se toman recaudos para la divulgación y el procesamiento de la información agregada y surgen mecanismos especiales para la resolución de perturbaciones. Finalmente, la coordinación de los sistemas de agronegocios es definida como el resultado de diferentes mecanismos que proveen las bases de los requerimientos de las necesidades de los consumidores. Esto puede ser visto como una coordinación vía precio, en el caso que los mercados funcionen correctamente, o una coordinación a través de mecanismos contractuales en su defecto (Zylbersztajn, 1996). Estos últimos son importantes cuando las variables definidas en la transacción son específicas y clave para el desarrollo sistémico competitivo de los sectores agroindustriales. Las formas híbridas pueden proveer incentivos que son necesarios para alcanzar eficiencia en la producción y la distribución de los productos agroalimentarios, a partir que los contratos y las salvaguardas son definidos para garantizar la continuidad y la estabilidad del cluster de transacciones. 3. METODOLOGÍA 3.1. La epistemología Según Sterns et al. (1998), a medida que los economistas agrarios expanden su agenda de investigación al manejo de los agronegocios, están encontrando que las estrategias tradicionales de investigación –que se centran en encuestas y análisis de datos de archivo, conocimiento positivista– son limitadas en cuanto a su aplicabilidad y alcance. A partir de la década del ’80 las empresas de agronegocios y alimentos han experimentado alianzas entre empresas y concentración de mercados, disminuyendo la posibilidad de tomar muestras al azar de grandes poblaciones. Además, la investigación en este sector muchas veces se centra en la toma de decisiones de la gerencia. De esta forma, la documentación de las motivaciones y las estrategias que sustentan las decisiones son, en la práctica, muy complejas y requieren enfoques alternativos de investigación (Sterns et al., 1998). Peterson (1997) lleva adelante una serie de trabajos de investigación partiendo de Yin (1989) y Bonoma (1985) y desarrolla el concepto de “epistemología fenomenológica”. Bajo esta aproximación se apunta a un método científico de inducción, deducción y validación –con énfasis en la inducción– de carácter holístico y local. El objetivo es comprender el fenómeno en una compleja realidad socioeconómica, desarrollando modelos teóricos no cuantificables y ajustados al contexto a partir de la inducción. La propuesta de Peterson aparece como una alternativa epistemológica al positivismo, en donde se desarrolla el método científico y se formulan hipótesis susceptibles de validación. Peterson (1997) señala que tanto el conocimiento positivista como el práctico no son útiles para desarrollar estudios en un ambiente tan cambiante como son los agronegocios, en este caso el sector avícola. El conocimiento fenomenológico (Cassel & Symon, 1994; Easterby- Smith et al., 1991) surge como una alternativa epistemológica para la investigación de los agronegocios. Peterson también menciona que el conocimiento fenomenológico puede pensarse como algo adquirido a través de la reflexión de la acción. Este conocimiento se lo 7 construye haciendo explícito lo que los tomadores de decisiones saben de manera implícita y, al hacerlo explícito, el conocimiento se puede tornar más objetivo y no meramente subjetivo. El conocimiento fenomenológico surge de someter a la crítica y poner a prueba las estrategias, los supuestos y los planteos de problemas implícitos en todo un repertorio de respuestas situacionales (Schon, 1995). El conocimiento fenomenológico es concreto porque se funda en la complejidad de la acción en sí. Se basa en teorías existentes o que necesitan la validación en base a condiciones que los tomadores de decisión viven día a día. El investigador formula una hipótesis tentativa sobre la acción, sus causas y sus resultados. Esta hipótesis se puede luego confrontar con otras situaciones de toma de decisiones. Las confrontaciones subsiguientes determinarán si la hipótesis es sostenible, si necesita ser modificada o desechada. Esto es lo que Bonoma (1985) llama “el ciclo de revisión teoría/datos/teoría”. 3.2. Recolección y análisis de los datos La investigación tiene un carácter de aplicación y descriptivo, según lo propone Gil (1994). El análisis de los datos determina las estructuras de gobernancia y adaptación a los cambios en el sistema avícola argentino. El trabajo tiene dos partes fundamentales: un análisis macro y un análisis micro. Ambos análisis se basan en fuentes secundarias de información (páginas web de CEPA, SAGPyA, revistas especializadas), pero sobre todo en fuentes primarias (entrevistas semi-estructuradas con productores, industriales y representantes de las cámaras). Los cuestionarios tuvieron objetivos concretos en base a la investigación realizada, con el fin de identificar las estructuras de gobernancia elegidas y los motivos de la utilización de las mismas. El análisis micro se ha realizado en base a entrevistas cara a cara con los gerentes y dueños de tres compañías. Estas empresas representan el 50% del total de la producción de carne de pollo en la Argentina. La investigación tiene también un nivel exploratorio, teniendo en cuenta que busca desarrollar, clarificar y/o modificar conceptos e ideas, con una visión de formular problemas más precisos o hipótesis que pueden ser formuladas en estudios posteriores. En este sentido, la investigación se basa en cuestiones cualitativas y en base a aplicaciones prácticas (Gil, 1994). 4. EL SISTEMA AVÍCOLA ARGENTINO 4.1. La estructura de gobernancia “mercado” La producción de aves de corral se remonta desde el año 1857. Para 1945 ya había en Argentina una importante población de aves, con un concepto semi-industrial de explotación y bajos niveles de especificidad de activos, con líneas de madres de pedigree y algunas cruzas con doble propósito: la hembra para producción de huevos y los “gallitos” para consumo. Se los alimentaba con “mezclas” a base de granos y la explotación era a campo o semi-libertad. Hasta mediados de los 70 la comercialización estaba organizada a través de acopios y consignaciones representadas por personas u organizadas en cooperativas. El grueso de los productos acopiados convergía en el “Mercado Concentrador de Aves y Huevos de la Capital Federal”, donde tenían sus puestos los más importantes mayoristas. En este sitio se 8 preparaba la mayoría de la mercadería, se clasificaba y seleccionaba el huevo para consumo, se vendían vivos los pollos de cinco meses y 2,300 kg., así como también otros tipos de aves. Para aquellos que lo solicitaban las aves se mataban y desplumaban; no se las evisceraba. Está claro que la estructura de gobernancia en este caso era el mercado, siendo el mecanismo de coordinación el precio. En la Figura 2 se observa la estructura organizacional para ese entonces. Ya existían empresas incubadoras y proveedoras de pollitos bebés (pollos híbridos). Los mismos eran comprados (t2) por los engordadores (transferencia del derecho de propiedad), quienes realizaban el engorde mediante la compra de alimento balanceado y la contratación de un servicio veterinario (sanidad). La venta de los pollos una vez engordados (t3) se realizaba a acopiadores o cooperativas, o bien a brokers que acudían a las zonas productoras o que estaban cercanosa los grandes centros de consumo. FIGURA 2. ESTRUCTURA ORGANIZACIONAL DE LA AVICULTURA PARA LA DÉCADA DE LOS 60. I N C U B A D O R E S L I N E A S G E N E T I C A S t1 ENGORDADORES t2 ACOPIADORES O COOPERATIVAS BROKERS M E R C A D O C O N C E N T R A D O R PELADEROS LOCALES C O N S U M I D O R t3 t4 t5 ALIMENTO BALANCEADO SANIDAD Fuente: elaboración propia. Siguiendo el modelo de la TCE, en la medida que en una transacción solo se tiene en cuenta el precio a la hora de negociar –no hay otro elemento a tener en cuenta como la calidad del bien a transar, tiempos, especificaciones del producto, etc. (bajos niveles de especificidad de activos)–, el mercado es la estructura de gobernancia más eficiente, la que menores costos de transacción ofrece. En el sector avícola comienzan a partir de fines de los 60 a introducirse otras variables a negociar, además del precio. Por ejemplo, el tipo de pollo a engordar (pollo híbrido, “pollo parrillero”), tipo de alimentación y sanidad, etc. La mayor zona de producción para ese entonces era Entre Ríos, apareciendo problemas en cuanto al traslado de su producción a los centros de consumo y cómo traer las materias primas para la elaboración del alimento o el alimento ya preparado (había grandes limitaciones en el transporte e infraestructura vial). En esta nueva forma del negocio comienzan a aparecer nuevos riesgos, inherentes a la producción/engorde, riesgos de adquirir los productos o venderlos, riesgos de cumplimentar un volumen de producción, riesgos de eficiencia productiva, y riesgos financieros. Los activos involucrados comienzan a ser más específicos, sobre todo el pollito bebé con mayor genética, el know how del engorde y la zona de producción. La estructura de gobernancia “mercado” generaba altísimos costos de transacción micro (a nivel organizacional), producto de la incertidumbre de compra-venta, los vaivenes de precio, etc. 9 Paralelamente, el sistema comercial de acopio y Mercado Concentrador, no resistía la oferta pero tampoco resistía la etapa industrial, que ahora tenía costos y buscaba productividad y competitividad para ganar espacio frente a la carne roja. La primera planta de faena de pollos concebida integralmente para faenar, desplumar y eviscerar los pollos, fue San Sebastián. Normalmente el engordador del pollo era el que menor información tenía en la cadena y el que más sufría estos costos de transacción. Además, a nivel tecnológico, los costos fijos y variables también eran altos, ya que la eficiencia de producción era baja (aprox. 5 Kg. de alimento-1Kg. de pollo), había altos riesgos sanitarios (mortandad) y una baja escala. En resumen, este diseño organizacional generaba altos costos y, aunque la eficiencia productiva era mayor que la que había en los 40/50, los costos totales de producción eran todavía altos y, generaban un alto precio del pollo al consumidor local y pérdida de competitividad frente a otros productos sustitutos. Este alto nivel de costos de transacción y baja competitividad llevó a que muchos productores (engordadores) quiebren o tiendan a desaparecer de la actividad. “Ante esta situación, algunas empresas que proveían pollitos bebés (incubadoras) necesitaban colocar sus productos y ofrecieron a productores que engorden los mismos a cambio que se pague el valor del pollito bebé al final del ciclo. En otros casos, estas empresas decidieron integrarse verticalmente hacia delante, comprando granjas que estaban siendo vendidas” (Roberto Domenech, CEPA, entrevista personal). La situación fue tan caótica que hasta los proveedores de insumos veterinarios o de alimento balanceado también tendieron a financiar a los engordadores, empezándose a generar relaciones contractuales entre los distintos actores, cancelándose el contrato al final de la venta del pollo engordado. Las industrias también empezaban a preocuparse de la importancia de abastecerse de pollo para mantener sus plantas frigoríficas en funcionamiento, necesitando entonces realizar contratos de aprovisionamiento o integrarse verticalmente hacia atrás y producir ellos mismos el pollo engordado. En resumen, las industrias frigoríficas necesitaban vender pollo, tanto para mantener en funcionamiento sus plantas como para abastecer a una demanda interna de carne cada vez más importante. Las empresas proveedoras de insumos, alimentación e incubadoras necesitaban de los engordadores para seguir colocando sus productos. Y muchos productores contaban con los galpones, el know how y baja capacidad financiera para afrontar un ciclo productivo. Se necesitaba una nueva forma de coordinar la producción desde la I+D hasta el consumidor final. El sistema de coordinación vía precio era insuficiente. Otras estructuras de gobernancia eran necesarias. 4.2. Nuevas estructuras de gobernancia: integración vertical y contrato En 1976 comienza el proceso de integración vertical (IV) y coordinación vertical (CV, contratos con los engordadores de pollo). Así entre 1976 y 1983 el sector quedó en parte, integrado, produciéndose dentro de algunas empresas los huevos fértiles, los pollos BB, el alimento, la faena y distribución. Otras empresas optaron por la coordinación donde se realizaban contratos con los engordadores de pollo, para luego faenar y comercializar el pollo (ver Figura 3). La fuente que provocó en cada empresa su “mejor” estructura de gobernancia (integración o coordinación vertical) dependió básicamente de la cultura de la empresa (Ej. 10 empresas que originalmente eran engordadores de pollo preferían integrarse verticalmente más que coordinarse). FIGURA 3. DISEÑOS ORGANIZACIONALES EN LA INDUSTRIA AVÍCOLA ARGENTINA. I+D Abuelos D es a rr o lla d o re s d e lí ne as g en é tic as im p o rta da s Re-cría Reproducción Incubación Engordadores Plantas de faena Distribución Instit ucion es (leye s/no rmat ivas) Organizaciones (Ej. CEPA) Empresas totalmente integradas verticalmente contrato Coordinación vertical Servicios (logística, alimento balanceado, sanidad, bancos) Fuente: elaboración propia. El primer caso (IV) se dio cuando los agentes internalizaron más de una etapa de la cadena. Por ejemplo, engordadores que contaban con galpones de engorde y luego adquirieron primero plantas incubadoras y luego construyeron plantas frigoríficas. Tal es el caso de Rasic (Cresta Roja) que se vio “obligado” a optar por este sistema debido a bajo número de engordadores de pollo que había en su zona de producción. Mientras tanto, la CV se dio en el caso de los engordadores de pollo que tenían una baja capacidad financiera y gerencial para la integración y querían continuar en la actividad. De esta forma, trataban de hacer arreglos o contratos con agentes arriba y debajo de la cadena (faenadores y proveedores de pollitos bebé). Tal es el caso de Las Camelias y Tres Arroyos entre otras. En el caso de la CV, al principio los contratos eran bastante informales o no incluían muchas cláusulas. A continuación se detalla la evolución de los contratos que hubo entre engordadores y coordinadores desde mediados de los 70 hasta fines de los 80: • CUENTA ABIERTA: a los granjeros (engordadores de pollo) se les otorgaba simplemente un crédito para la adquisición de insumos, especialmente alimentos balanceados, pollitos bebe, vacunas y medicinas, lo que disminuía su necesidad de capital. Así los granjeros proporcionaban el capital fundiario, mejoras fundiarias, capital de explotación fija, mano de obra, combustible y otros insumos. Cuando los pollos de engorde eran vendidos por el granjero (engordador), éste pagaba la deuda adquirida con la empresa con un sobreprecio por consecuencia de la financiación adquirida por la compra de insumos (costo financiero). Bajo este tipo de contrato las empresas de alimento balanceado no participaban en la comercialización del producto. La formación del precio de la carne de pollo alnivel de productores se llevaba a cabo a través del libre juego de la oferta y la demanda, donde el productor debía de llevar el producto al mercado y venderlo al mejor postor. Se observa en este contrato altos costos de transacción (alta incertidumbre por falta de información). • CONTRATOS DE PRECIOS GARANTIZADOS: la empresa líder/coordinadora (normalmente eran las empresas faenadotas) se comprometía a comprar la totalidad de la producción de pollos, a la vez que garantizaba un precio por unidad. De esta forma, 11 los riesgos de precios y colocación del producto en el mercado se desplazaron desde el granjero hacia la empresa coordinadora (menores costos de transacción). Sin embargo, los engordadores todavía estaban propensos al riesgo de precio de los insumos y a los elevados requisitos de capital para pagar a la empresa coordinadora en caso de pérdida. • CONTRATOS DE PAGO POR HONORARIOS: al igual que los contratos antes mencionados, las empresas integradoras proveían de todos los insumos y asistencias técnicas para el engorde de los pollos, pero la diferencia es que la empresa integradora tenían la propiedad de los pollos y los granjeros solo realizaban la crianza (típico caso de coordinación vertical donde no hay transferencia de derechos de propiedad, en este caso, el pollito BB). Este nuevo concepto de contratación disminuía los riesgos que corrían los productores: ya no se endeudaban con el integrador por los insumos, sino que cuando los pollos eran vendidos, el granjero recibía un pago por honorarios por cada pollo. Por el lado del coordinador, la desventaja era que corría con el riesgo de la comercialización, fluctuaciones de precios, etc. La desventaja del engordador era que los pagos no se basaban en su eficiencia y el esfuerzo del granjero no era supervisado. Estos contratos estimularon el oportunismo por parte del engordador, ya que el pago por honorarios era cancelado independientemente de su desempeño. • GANANCIAS COMPARTIDAS: en este tipo de contrato ambas partes tienen la figura de socios para los beneficios, pues las ganancias se repartían en partes proporcionales. Los ingresos por ventas de las aves, descontado los costos de la empresa coordinadora, eran compartidos por las dos partes. Cuando existían pérdidas, la empresa coordinadora las absorbían, pero elevaban injustamente los precios de los insumos, de acuerdo a que las ganancias a repartir fueran menores. Otra de las desventajas de los granjeros era que estaban sujetos a los riesgos de precios y riesgos de la colocación de los productos en el mercado por parte del integrador. Se podía prestar a acciones oportunistas por parte de la empresa líder, aumentando los costos de transacción. • CONTRATOS DE CONVERSIÓN ALIMENTICIA: estos contratos se realizaron a fin de otorgar un incentivo al mejoramiento de prácticas de producción. Se daba un pago extraordinario (o bonificación) de acuerdo a la conversión alimenticia, el cual era cancelado al granjero basado en los kilogramos de alimento consumido por cada kilogramo de pollo producido, además del pago de honorarios por el servicio de engorde. Se trataba de evitar así el comportamiento oportunista del engordador, puesto que el ingreso se relacionaba directamente con su nivel de desempeño. • CONTRATOS COMBINADOS: incluían el pago al granjero en concepto de honorarios el cual era ajustado a través de una prima o bonificación por desempeño, con el objeto de desalentar el comportamiento oportunista. En este tipo de contratación lo que se buscaba era premiar al granjero más eficiente mediante bonificaciones y de realizar descuentos al granjero menos eficiente. Como se observa en la evolución de los contratos, se ha buscado que las partes tengan la menor incertidumbre posible en la transacción, sobre todo cuando en la misma se cuentan con alta especificidad de activos. Los primeros contratos no evitaban los problemas de oportunismo y la consecuente incertidumbre organizacional. El perfeccionamiento de los contratos se dio como una forma de mejorar la coordinación vía precio, ya que el precio no era la única necesaria para gobernar la cadena. El consumidor argentino demandaba más carne de pollo, la competencia con la carne vacuna obligaba a minimizar todos los costos (de producción y de transacción) y la inversión en todas las etapas productivas obligaba a hacer más segura la transacción. 12 Esta modernización de la estructura organizacional de la cadena comenzó a mediados de los 70 y se terminó de consolidar en los 90. La integración vertical para algunas empresas, y sobre todo los contratos, sirvieron para disminuir la incertidumbre productiva y comercial, mejorando la capacidad de todo el sistema. El resultado fue un aumento del consumo de carne aviar de 5 Kg./hab./año en 1970 a 11 Kg./hab./año a principios de los 90, producto de la disminución del precio del pollo en góndola. Sin embargo, nuevas perturbaciones se darán a partir de los años 90. 4.3. Cambios institucionales de los 90: capitalización de la inversión previa A mediados de los 90 se dieron una serie de innovaciones, principalmente a nivel institucional, que impactaron en la industria avícola argentina. La convertibilidad, la desregulación del estado, las privatizaciones y el libre mercado (menores tasas de exportación e importación) generaron una mayor estabilidad institucional y la posibilidad de la industria de tecnificarse. Pero este nuevo escenario también abría la posibilidad de ingreso de carne avícola brasileña a precios muy competitivos para el mercado local (y con arancel cero), necesitando entonces el sector avícola argentino profundizar la coordinación y la mejora de la eficiencia. Las empresas líderes con más de una actividad en la cadena priorizaron la inversión en activos específicos: construcción de plantas de faena con estándares de calidad internacionales y mayor volumen de faena (10.000 pollos por hora), y en la compra de abuelos reproductores a fin de generar, mediante mejoras genéticas, una mayor eficiencia de engorde (tasa de conversión). Asimismo, desarrollaron modelo de contratos con los engordadores de pollo, teniendo mayor seguridad jurídica de la propiedad del pollo bebé (evitando posibles oportunismos de venta del activo a otros competidores), generando una mayor escala de producción con baja inversión en la etapa de engorde, y le permitía al engordador de pollos producir sin la compra del pollito bebé y los insumos (alimento y sanidad), y al mismo tiempo le aseguraba la venta del pollo engordado. Dicho contrato se denomina “Combinación del contrato de ganancias compartidas y el contrato combinado”, el cual se detalla a continuación: “… La empresa coordinadora provee de alimento balanceado, pollitos bebe, alimento, medicina, asistencia técnica y transporte, mientras que el granjero proporciona la granja, el equipo, la mano de obra y otros insumos. Los pollos son de propiedad de la empresa coordinadora (CV). El valor de la producción se calcula multiplicando la cantidad de kilogramos de pollos entregados en frigorífico por parte del engordador, por su precio, éste último ajustado por una bonificación que depende del desempeño relativo del productor al compararlo con otros granjeros. Al valor de la producción, se le descuenta el valor de los insumos suministrados por la empresa y se calcula la diferencia al productor. De este modo se logra reducir el comportamiento oportunista del granjero, al establecer el precio de la carne de pollo en base a su desempeño. Además, se disminuye el riesgo de la producción, al comparar el desempeño del granjero con el desempeño promedio de los otros productores. La formación del precio de carne de pollo al nivel de productores se establece totalmente a través del mecanismo de precio-formula”. Este contrato la captación de la cuasi-renta generada por dicha inversión a todos los actores del sistema e incentivando a nuevos actoreso a los actores existentes a ampliar las inversiones. Como externalidad de este mejor diseño organizacional se observa: • Para el engordador: estabilidad en el ingreso, mejora en la eficiencia, mercado seguro de sus productos, acceso a capital, financiamiento. 13 • Para la empresa coordinadora: control del abastecimiento del insumo, expansión y diversificación de las operaciones, economía de escala, flexibilidad ante los cambios en la demanda del consumidor. Las fuentes consultadas afirman que el desarrollo de las líneas genéticas de abuelos y padres, la incubación y la faena son los procesos más difíciles de controlar y deben ser internalizados en la empresa (mayor especificidad de activos y utilización de la integración vertical, ver Williamson 1996). Mientras tanto, la producción puede ser tercerizada, de ahí que la mayoría de las empresas hayan optado por el modelo de “coordinación vertical”. Por lo tanto, se pasó de un diseño organizacional con altos costos de transacción y producción en la década del 60, a un nuevo diseño de negocio de clase mundial (precio y calidad). A continuación s observa la performance del sector a partir de los cambios tecnológicos y organizacionales mencionados: • Aumento de la faena, de 50 millones de cabezas a principios de los 70, a 350 millones de animales a fines de los 90 (ver Anexo). • El consumo en el mercado interno creció a más de 25 Kg./hab./año para fines de los 90 (ver Anexo). • Exportación por trozos, principalmente garras y menudencias, lo que permitió conocer los mercados internacionales. • Disminución de las importaciones (principalmente desde Brasil) y aumento de las exportaciones (ver Anexo). La coordinación de la cadena ya estaba realizada y las inversiones eran muy importantes para el nivel de consumo local. Sin embargo, la posterior recesión económica argentina (1998- 2002) que provocó caídas en el consumo y la producción (ver Anexo), y un mercado global cada día más demandante de carne, llevó a la industria avícola local a buscar nuevas ventajas competitivas. 4.4. Los 2000: nuevo escenario, nuevos desafíos A partir del año 2000, los engordadores e industriales nucleados en dos cámaras privadas (CAPIA y CEPA, respectivamente) comenzaron a trabajar en aspectos estratégicos para todo el sector a mediano largo plazo. Las principales fueron: a) la exportación de pollo fresco y troceado, b) la defensa de la industria argentina frente a acciones de dumping de la industria avícola brasileña, y c) la condición sanitaria de la industria aviar argentina. A continuación se detalla cada uno de estos aspectos: a) Para poder lograr la exportación de pollo, las plantas faenadoras debían mejorar aspectos de calidad e inocuidad. Se logró apoyo institucional para el financiamiento de la industria para dicho objetivo. En la actualidad 10 plantas faenadoras (50% de la faena) están habilitadas para la exportación. b) Durante el año 2000, los industriales agrupados en CEPA solicitaron al gobierno nacional medidas anti-dumping a la industria avícola brasileña, generando una prohibición de ingreso de líneas de padres, huevo fértil y pollitos bebe a la Argentina provenientes de Brasil. c) Paralelamente, el sector y el gobierno trabajaron en erradicar y establecer el status libre de las dos principales enfermedades aviares: Newcasttle e Influenza Aviar. A comienzos de 2002, y con el abandono de la convertibilidad, la industria avícola enfrentaba dos escenarios: un menor consumo interno (producto de la disminución del poder adquisitivo 14 por la devaluación del peso, ver Anexo) y la posibilidad de exportar pollo fresco y troceado. A pesar de la crisis institucional y la gran incertidumbre que se vivía en la Argentina por esos tiempos, el sector contó con las siguientes oportunidades: • pesificación asimétrica de sus deudas (la mayor parte de las plantas e inversiones realizadas durante la década de los 90 y comienzos de 2000 fueron licuadas gracias a este tratamiento diferencial de los créditos), • derechos de exportación o retenciones a los productos agropecuarios (lo que genera un menor precio del maíz y de la soja con respecto a los mercados externos y por lo tanto, menores costos de producción), • menores costos laborales (por la devaluación), • devaluación de la moneda (lo que genera una ventaja competitiva cambiaria con respecto a otros competidores mundiales). Estas oportunidades se lograron capitalizar mucho más que por parte de otros sectores, básicamente por dos cuestiones que se habían dado en décadas pasadas: fuerte tecnificación del sector durante la década de los 90 (mediante inversiones) y estructuras organizacionales muy eficientes en torno a los contratos. Además, el sector avícola ha podido generar un importante poder de lobby frente al gobierno kirchnerista, en torno al consenso de precios para el mercado interno, precios para los insumos de la alimentación (maíz y soja en base a retenciones) y objetivos en común entre todos los participantes del sistema. En cuanto a este último tema, el sector avícola, nucleado en CEPA (Cámara de Empresas Procesadoras Avícolas), ha sido uno de los pocos sectores en desarrollar un plan estratégico post-devaluación (2003-2010). Esto trajo previsibilidad al sector, mayor representación ante el gobierno y los grupos de interés y una estrategia colectiva tanto para el mercado interno como externo. El resultado de las inversiones de los 90, las estructuras de gobernancia eficientes y el poder de coordinación vertical y horizontal está a la vista. Desde 2003 a 2006 se pasó de faena 250 millones de cabezas a 450 millones, en 2007 se faenaron 487 millones de cabezas, y la proyección para 2008 es de 520 millones de cabezas (ver Anexo). Las exportaciones también crecieron de casi 60.000 toneladas (2002) a 237 mil toneladas (2006) y 304 mil toneladas (2007). Se esperan exportar 350 mil toneladas en 2008 (ver Tabla 1). Aunque este aumento de las toneladas exportadas es muy importante –sobre todo si se tiene en cuenta que no han ido en detrimento del consumo interno, sino que además el mismo ha aumentado desde la devaluación de 18 Kg./Hab./año a 31 Kg./Hab./año en 2008–, es muy importante el aumento de las divisas exportadas en dicho período como se observa en la Tabla 1. De la tabla se desprende que el diferencial 2008-2002 en toneladas exportadas es 577% y en dólares FOB exportados 1.000%. TABLA 1. EXPORTACIONES AVÍCOLAS (EN MILLONES DE DÓLARES FOB, 2002-2008) Año Miles de toneladas US$ FOB (en millones) US$/Tn 2002 60,6 50,0 825,0 2003 89,2 80,0 896,8 2004 114,0 100,0 877,2 2005 137,0 140,0 1021,9 2006 237,0 243,0 1025,3 2007 304,0 375,0 1233,5 2008(e) 350,0 500,0 1428,6 Fuente: elaboración propia en base a datos de SAGPyA y CEPA. 15 En resumen, este nuevo escenario institucional e internacional fue capitalizado por las empresas avícolas gracias a su gran coordinación vertical de toda la cadena. La eficiencia productiva y comercial ya se había logrado en los 90. En los 2000 se logra mejorar la representación del sector frente al Estado y la Sociedad. La coordinación tiene dimensiones verticales y horizontales. 5. CONCLUSIONES La cadena de carne aviar en la Argentina presenta una evolución hacia la coordinación vía contrato casi única en los sectores productivos agroalimentarios. Durante los 60 el mercado o coordinación vía precio primaba en las transacciones. Durante la década del 70 la industria avícola avanzó en el desarrollo tecnológico, disminuyendo sus costos fijos y variables. Sin embargo, esta mejora en sus costos no fue la única causa de una mejora en la competitividad frente a sustitutos (ej. carne vacuna), como así también frente a competidores en el mercado global. El mayor consumo de carne aviar en la Argentina, la competencia por parte de Brasil en la década de los 90 y la posibilidad de exportar carne avícola incentivaron a los actores a invertiren nuevas plantas de faena, nuevos sistemas productivos, mejores líneas genéticas, nuevas plantas de fabricación de alimento balanceado, etc. La mejora de la tecnología en torno a una mayor calidad del producto (sobre todo, inocuidad) y una mayor eficiencia productiva (tanto a nivel granja de engorde como de plantas de faena) que se han dado en los 90, estuvo acompañada de una mejor coordinación de todos los actores del sistema. El desarrollo contractual entre las partes, o sea la estructura de gobernancia más eficiente para este sistema –el contrato–, su fue consolidando a través del tiempo, minimizando el oportunismo, con una mejora en los derechos y obligaciones de ambas partes, a través de mayores controles e incentivos. Los distintos arreglos contractuales mencionados son claros ejemplos de la búsqueda por una mejor coordinación, eficiencia general en el sistema, y menores costos de transacción. Como resultado, el sistema avícola argentino pudo adaptarse en el tiempo a las necesidades del consumidor global (precio y calidad mundial) y a los requerimientos de los distintos socios o aliados estratégicos (Ej., los engordadores), mejorando su performance productiva y comercial. Se comprueba por tanto la hipótesis planteada. El desafío actual es cómo hacer frente a una demanda internacional y nacional cada vez mayor, aumentando la producción y la escala productiva. Si la industria coordinadora tuviera que hacer las inversiones necesarias para aumentar la producción –granjas de engorde–, en un país con bajo acceso al crédito, no se podrían entonces realizar inversiones en plantas de faena y troceado, o en plantas de alimento balanceado. Por ello, el aumento del número de engordadores de pollo es la mayor preocupación de muchas empresas de este sector. Posiblemente sean necesarios nuevos contratos y formas organizacionales a fin de “tentar” a nuevos participantes a que ingresen en el sistema. BIBLIOGRAFÍA Alchian, A.A. “Some economics of property rights”. II Politico. 30-4 (pp. 816-829). 1965. Arrow, K. “Uncertainty and the welfare economics of medical care”. American Economic Review 53 (5): 941-73. 1963. 16 “The economics of moral hazard: Further comment”. American Economic Review 58: 537-539. 1968. Bonoma, T.V. “Case research in marketing: Opportunities, problem and process”. Journal of Marketing Research, Vol. 22. 1985. Cassel, C. & G. Symon. “Qualitative research in work contexts. Qualitative methods in organizational research: A practical guide”. Cassel & Simon (Eds.). Sage Publications, Thousand Oaks, CA. 1994. Coase, R. “The nature of the firm”. 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Vol. 12. 1996. 18 ANEXO FIGURA A.1. EVOLUCIÓN DE CABEZAS FAENADAS (EN MILES DE CABEZAS, PERÍODO 1980-2005) 0 50000 100000 150000 200000 250000 300000 350000 400000 450000 500000 19 71 19 72 19 73 19 74 19 75 19 76 19 77 19 78 19 79 19 80 19 81 19 82 19 83 19 84 19 85 19 86 19 87 19 88 19 89 19 90 19 91 19 92 19 93 19 94 19 95 19 96 19 97 19 98 19 99 20 00 20 01 20 02 20 03 20 04 20 05 20 06 years h ea d s Fuente: elaboración propia en base a CEPA y SAGPyA. FIGURA A.2. EVOLUCIÓN DE LAS EXPORTACIONES AVÍCOLAS (EN MILES DE TONELADAS, PERÍODO 1994-2005) Fuente: SAGPyA 19 FIGURA A.3. EVOLUCIÓN DE LAS IMPORTACIONES AVÍCOLAS (EN MILES DE TONELADAS, PERÍODO 1994-2005) Fuente: SAGPyA. FIGURA A.4. EVOLUCÍON DEL CONSUMO DE CARNE AVIAR (en Kg/Hab./año, PERÍODO 1997-2005) Fuente: SAGPyA. FIGURA A.5. INDICADORES AVÍCOLAS (PERÍODO 2006-2008)
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