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PSIENCIA. Revista Latinoamericana de Ciencia Psicológica ISSN: 2250-5490 contacto@psiencia.org Asociación para el Avance de la Ciencia Psicológica Argentina Benito, Ezequiel LA IMPORTANCIA DE LOS ESTUDIOS SOCIALES DE LA CIENCIA PSIENCIA. Revista Latinoamericana de Ciencia Psicológica, vol. 2, núm. 2, 2010, pp. 108-112 Asociación para el Avance de la Ciencia Psicológica Buenos Aires, Argentina Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=333127104008 Cómo citar el artículo Número completo Más información del artículo Página de la revista en redalyc.org Sistema de Información Científica Red de Revistas Científicas de América Latina, el Caribe, España y Portugal Proyecto académico sin fines de lucro, desarrollado bajo la iniciativa de acceso abierto http://www.redalyc.org/revista.oa?id=3331 http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=333127104008 http://www.redalyc.org/comocitar.oa?id=333127104008 http://www.redalyc.org/fasciculo.oa?id=3331&numero=27104 http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=333127104008 http://www.redalyc.org/revista.oa?id=3331 http://www.redalyc.org por Ezequiel Benito1 PSIENCIA. REVISTA LATINOAMERICANA DE CIENCIA PSICOLÓGICA, 2010, 2(2): 108-112 ENTREVISTA A PABLO KREIMER Psiencia: ¿Cuáles considerás que son los problemas más relevantes del campo de es- tudios sociales de la ciencia, localmente y en la comparación internacional? Pablo Kreimer: Bien, no es lo mismo lo que pasa con la investigación científica en las dis- tintas regiones del mundo. Justamente, en las Jornadas Latinoamericanas de Estudios Socia- les de la Ciencia y la Tecnología (ESOCITE), en el mes de julio último, armamos una mesa para discutir cuáles eran las agendas de la investi- gación sobre estos temas en Europa, Estados Unidos y América Latina. Yo estuve a cargo de la presentación sobre América Latina y para mi sorpresa, las agendas de esta región eran más parecidas a las de Estados Unidos que a las de Europa, en una cierta tensión entre “investigar la producción y el uso social del conocimiento” por un lado y el “desarrollo de políticas en ciencia y tecnología” por el otro. Las similitudes con Es- tados Unidos después se bifurcan porque tanto en sus objetos, lo que es la ciencia y la tecno- logía allí, que son largamente hegemónicos -tanto en el mundo como en el campo de estu- dios sociales de la ciencia- son absolutamente incomparables con los de América Latina. Por otro lado, nuestra estructura de preocupaciones es más parecida a la de Europa, en donde lo que uno observa, con sus matices, es que esa preocupación por las formas de producción y uso del conocimiento dejó lugar a cuestiones ta- les como “quién toma las decisiones”, en lo que uno podría pensar en los temas siguientes: las relaciones ente “ciencia y democracia”, “cien- cia y soberanía”, “conocimiento experto y toma social de decisiones”, etc. Dicho de otro modo: los análisis parecen estar mucho más sesga- LA IMPORTANCIA DE LOS ESTUDIOS SOCIALES DE LA CIENCIA THE IMPORTANCE OF SOCIAL STUDIES OF SCIENCE Pablo Kreimer es sociólogo por la Universidad de Buenos Aires y doctor en Ciencia, Tecnología y Sociedad del Centre Science, Technologie et So- ciété de París. Realizó investigaciones en laboratorios de Francia, Inglate- rra y Argentina. Sus temas de investigación incluyen la sociología e historia de la ciencia, las relaciones centro-periferia en la investigación científica, la relación entre problemas sociales y problemas de conocimiento y el desa- rrollo de campos académicos y disciplinares en América Latina. Actualmente, se desempeña como Investigador Independiente del Con- sejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET). Es Profesor Titular de la Universidad Nacional de Quilmes (Argentina), donde dirige el Instituto de Estudios sobre la Ciencia y la Tecnología y la publica- ción científica REDES, Revista de Estudios Sociales de la Ciencia. Algunos de sus libros son: De probetas, computadoras y ratones: la construcción de una mirada socioló- gica sobre la ciencia (1999), L’Universel et le contexte dans la recherche scientifique (1999), Producción y uso social de conocimientos (2004), Culturas científicas e investigación agrícola en América Latina (2005), El científico también es un ser humano. La ciencia bajo la lupa (2009), Ciencia y periferia. Naci- miento, muerte y resurrección de la biología molecular en Argentina (2010). La presente entrevista aborda una serie de tópicos de central importancia para el desarrollo de un progra- ma científico en psicología, que comprenden los modos en que se produce y aplica el conocimiento, un panorama sobre los estudios sociales de la ciencia en América Latina y el mundo, su impacto sobre las políticas científicas y tecnológicas, y el propio aporte de la ciencia psicológica a estos campos. 1 Lic. en Psicología (Universidad de Buenos Aires). Asociación para el Avance de la Ciencia Psicológica (Argentina) Correspondencia: ezequiel.benito@coband.org 109LA IMPORTANCIA DE LOS ESTUDIOS SOCIALES DE LA CIENCIA dos hacia el control social del conocimiento, el control ciudadano, el control público del conoci- miento, más que a seguir indagando sobre si se producen o no cambios importantes en los mo- dos en que el conocimiento se produce (cómo se negocia, se legitima, se usa o no) que eran cuestiones importantes en el pasado. Lo mismo con respecto de dimensiones más globales, es decir, a observar cómo están afectando esas dimensiones generales del conocimiento cientí- fico a las sociedades. Esto último sí se ve como preocupación europea, sobre todo porque los campos emergentes que tienen una presentan una dimensión global en la esfera pública, como el cambio climático, que es una cuestión nece- sariamente global. De hecho, no es lo mismo que generar el conocimiento sobre una vacu- na que usarían ciertas poblaciones en África. Este sería el panorama general. Ahora bien, podemos plantear dos preguntas importantes, luego es cuestión de cómo se posicione uno frente a esto. La primera es de orden concep- tual e implica no suponer que América Latina es autoexplicable, que uno puede tomar, por ejem- plo, la historia de la ciencia colombiana y que eso es suficiente. Debemos tomar en cuenta lo que ocurrió en otros países de América Latina y lo que estaba ocurriendo en el mundo al mismo tiempo, para la historia o para el presente. Esto es un defecto que yo veo muy frecuentemen- te y lo llamaría provincialismo. Por otro lado, el defecto contrario es lo que podemos llamar el pensamiento fuertemente dependiente, que se reconoce en la utilización de marcos teóri- cos elaborados a nivel internacional e intentar aplicarlos de modo acrítico. Esto también lo observo en América Latina de un modo muy persistente. En su momento fue la noción de campo de Bourdieu, hace veinte o veinticinco años. Entonces, los investigadores decían: “me voy a poner a estudiar el campo de tal cosa en tal provincia” y no se preguntaban qué relación tiene eso con la estructuración de un campo, por ejemplo, al estudiar un grupo relativamente marginal de una provincia argentina, siendo que el campo como concepto crítico fue desarrolla- do para observar a la élite francesa que cons- tituye un canon que se impone a nivel interna- cional. Yo no digo que la noción de campo no se pueda utilizar, sino que debemos pensarla críticamente. Esto son dos primeras cuestiones, el provincialismo y la mentalidad subordinada. Frente a esto, es necesario preguntarse cuáles son las categorías de análisis que nos sirven para los objetos que nos interesa expli- car. Hay algunas nociones que nos son útiles y otras que no. Naturalmente, analizar institu- ciones como las de Europa occidental con las mismas herramientas de análisis con que uno analiza las instituciones de América Latina hace agua, porque no se comportan del mismo modo y uno no les puede aplicar los mismos modos de explicación, tampoco el conocimiento des- empeña el mismopapel. Hay toda una serie de cuestiones sobre las cuales es necesario inte- rrogarse sin que esa interrogación se haga en el aire sino a través de la propia investigación. Yo estoy cansado de leer no sólo tesis, sino tra- bajos de investigadores con cierta trayectoria, que dicen “voy a utilizar la noción tal de Bijker o la noción tal otra de Callon”. Yo no quiero algo que empiece diciéndome a quien le van a pedir prestada una corbata o una camisa, yo quiero que me digan a qué fiesta van, qué es lo que quieren mostrar. Entonces, ¿Quieren mostrar el modo en que se produce un conocimiento en este contexto particular? ¿Qué conocimiento? ¿Cómo? ¿Bajo qué condiciones? ¿Qué conte- nido tiene este conocimiento? Vamos a mirarlo críticamente, después si le aplicamos la noción de tal o cual, estará muy bien y me tendrán que demostrar por qué esa noción es útil para mos- trar aquello que yo observo. De este modo veo las cuestiones y creo que básicamente, sobre todo en Argentina te- nemos un enorme déficit en el conocimiento de la historia de los campos disciplinarios, de las instituciones de ciencia y tecnología. Creo que tenemos una gran pobreza en este campo en relación, no sólo con los países más avanzados sino con algunos países en desarrollo. Yo ahora tengo un doctorando que está haciendo historia de la Química, es decir, no hay ninguna historia de la Química en la Argentina, no se sabe nada, siendo que la química es una disciplina de las más importantes. Tampoco hay -excepto algu- nos trabajos notables- de la Física. Realmente tenemos muy pocos elementos de conocimien- to sobre la emergencia, desarrollo, conflictos de los campos disciplinarios, de las instituciones y de los sectores en la Argentina. Ahí tenemos por suerte un programa enorme delante nues- tro, un montón de objetos que conviene expli- car. Y también creo que no hay que cometer el pecado que están cometiendo los europeos, que por preocuparse por las relaciones entre 110 ENTREVISTA A PABLO KREIMER ciencia, poder, democracia, ciudadanía, etc., dejan de lado la comprensión de los modos de producción del conocimiento, yo creo que hay que hacer las dos cosas al mismo tiempo. Se- guir observando y explicar cómo se producen los conocimientos, cómo se negocian y además cómo opera eso en el papel de expertos, en la esfera pública, en la percepción y en el poder que pueden tener los ciudadanos, etc. Psiencia: ¿Cómo evaluás el impacto de los estudios sociales de la ciencia en el desarro- llo de políticas científicas y tecnológicas? PK: La economía y en particular la economía de la innovación han tenido mucha influencia, por ejemplo, con nociones como, sistema nacional de innovación, clusters, trayectorias de innova- ción. Creo que todo eso tuvo mucha influencia en las políticas. Particularmente, la noción de sistema nacional de innovación, que es una reformulación del enfoque de sistemas que se había usado en los años sesenta, llevó a que lo que antes era un sistema de ciencia y tec- nología y ahora sea pensado como un sistema nacional de innovación. Más allá de las críticas que uno pueda y deba hacerle a esa noción, influyó muchísimo en las políticas científicas de América Latina. Así como en los años sesenta o setenta había una fuerte influencia de ciertos organismos interna- cionales por un lado, que aportaban una visión tecnocrática, y la perspectiva universalista de la “comunidad científica”, la economía de la inno- vación tuvo mucha influencia. Del mismo modo en que la llamada “república de la ciencia” en los años sesenta necesitaba conocer con qué recursos se contaba o cuántos investigadores había, la economía de la innovación pretende medir resultados, en términos de rendimientos de la inversión. No creo que esto sea malo, es razonable que la innovación se sustente en una racionalidad. Si uno lo que quiere es obtener in- novación, entendida como nuevos productos o procesos que logran ser exitosos en un merca- do, es razonable que uno quiera hacer una rela- ción entre las inversiones y el retorno que éstas tengan. No solamente en términos de retorno monetario sino también de retornos sociales. Todo eso tuvo muchísima influencia, mien- tras que otros desarrollos de los estudios socia- les de la ciencia y la tecnología tuvieron mucha menos, o nula. Por ejemplo, aquellos estudios que muestran que los procesos de producción de conocimiento son más complejos de lo que se piensa, que no están sustentados en tra- yectorias lineales. Tampoco tuvieron influencia los trabajos que muestran que el hecho de que el conocimiento científico se use muy poco no puede explicarse desde afuera y una vez que el conocimiento es un “producto terminado”, sino que esta circunstancia se produce y se negocia a lo largo de todo el proceso de investigación, entendido como un proceso de producción de conocimiento donde el conocimiento no es el único resultado. Podemos mencionar también aquellos de- sarrollos que mostraron que el conocimiento no es neutro, que no puede ser objetivado en papers y por lo tanto no se puede contar con los papers como reflejo de las prácticas de pro- ducción del conocimiento. Todos esos desarro- llos que mostraron, por ejemplo, que los países de América Latina tienen muchas dificultades de formular agendas de investigación autóno- mas o en todo caso, no directamente subordi- nadas a los temas mainstream que se formu- lan en el plano internacional. O aquellos que desarrollaron ideas en relación con la ciencia como posible instrumento de producción social. Todos estos son desarrollos que fueron completamente ignorados. Entonces, la res- puesta sería que algunos estudios de política científica de pronto incorporaron aunque sea parcialmente la noción de conocimiento como construcción, pero grosso modo yo diría que principalmente las que fueron consideradas fueron básicamente las provenientes de la eco- nomía de la innovación. Psiencia: ¿De qué modo creés que estos conceptos relegados podrían adquirir un rol más destacado en las políticas científicas? PK: Tenemos que pensar primero cómo se formulan las políticas de ciencia y tecnología en la mayor parte de los países de América Latina. Podemos plantear entonces, que son formuladas por representantes de la comuni- dad científica o por -sin que esto tenga un tono despectivo- representantes de la tecnocracia. Históricamente fue más o menos así. Eso no estaría mal si existiera un espacio para incorpo- rar las ideas, los conceptos, las propuestas que provienen de un análisis de los estudios socia- les de la ciencia y la tecnología del mismo modo 111LA IMPORTANCIA DE LOS ESTUDIOS SOCIALES DE LA CIENCIA que las políticas educativas no podrían ignorar investigaciones que muestren -es un ejemplo inventado- que no son necesarias las ocho ho- ras de clase porque son contraproducentes en comparación con seis. De igual manera, las políticas de ciencia y tecnología deberían prestar atención cuando se señala que hay una cuestión que tiene que ver con el desarrollo y madurez de carreras cien- tíficas y que por lo tanto, proponer un cambio radical de orientación por más incentivos eco- nómicos que haya, a los investigadores que ya tienen un grado de madurez determinado no los va a hacer modificar sus agendas de investiga- ción ni sus métodos ni sus preocupaciones. A un investigador que tiene cincuenta años y que hace treinta que trabaja sobre tal cuestión por más que le demos subsidios por millones y mi- llones de dólares no vamos a lograr que cambie completamente su orientación y sus preocu- paciones porque hay una cuestión que implica acumulación de competencias, acumulación de capital simbólico y prestigio en un campo deter- minado y también cierto apego afectivo a una serie de cuestiones con las que uno vino traba- jando. Por ejemplo, yo hace más de veinticinco años hago sociología de la ciencia, por más que a mí me ofrecieran un millón de dólares para hacer sociologíamilitar no me puedo reconvertir de un día para el otro ni vería cual es el inte- rés. Esto la sociología de la ciencia lo muestra bien ¿Porqué las políticas siguen suponiendo que los cambios de orientación se pueden ha- cer con incentivos económicos? Si yo me dedi- co a estudiar las determinaciones sociales en la producción de conocimiento en la biología y me dan incentivos muy especiales para que las estudie en la física o en la química yo podría ampliar mis cuestiones a investigar, pero si me dicen que estudie la sociología de la religión o de los militares no puedo. De modo que lo que deberían hacer en su lugar es formar gente en sociología de la religión o de los militares para que dentro de cinco o diez años tengamos re- cursos humanos en condiciones de dedicarse a esos temas. Eso prácticamente no se hizo nun- ca. Esto es no tomar en cuenta estudios que han mostrado cómo funcionan las tradiciones científicas, cuáles son las formas de organiza- ción social de la ciencia y de las instituciones de ciencia y tecnología. Si uno tomara en cuenta todo esto podría efectivamente capitalizarlo en una política que fuera más eficaz. Psiencia: Actualmente se plantea que el modo de producción del conocimiento se ha transformado en algo que algunos llaman tecnociencia ¿Cómo considerarías esta de- nominación y su relación con la diferencia tradicional entre ciencia y tecnología? PK: Es una cuestión muy complicada. Yo diría que hay tres modos de abordarla. La primera es suponer que siempre hubo algo llamado tecnociencia y que es un artificio haber querido separar la ciencia de la tecnología, un artificio digamos analítico. Esta es una perspectiva que no sé qué utilidad analítica podría tener pero hay autores que lo piensan de este modo. La segunda perspectiva es más histórica y supone que a partir de cierto momento en la historia, generalmente identificado con la Segunda Gue- rra Mundial, se desarrolla una aproximación tan fuerte entre la ciencia y, no sólo la tecnología, sino también los determinantes técnicos de la investigación, que no parecería razonable dis- tinguir entre ciencia y tecnología. La tercera mi- rada sería un poco más empírica y se referiría no a cuestiones por principio sino a observar cierto tipo de prácticas y cierto tipo de objetos. Efectivamente hay muchos casos en los cuales estas dimensiones son completamente inseparables; a mí me gusta poner el ejemplo de unos investigadores que están produciendo una semilla a la que le están insertando un gen para hacerla resistente a un virus ¿Qué están haciendo? ¿Están haciendo tecnología, inno- vación, ciencia básica, ciencia aplicada? Están haciendo todo, es una práctica que está carac- terizada por un poco de todas estas cosas. Es posible que puedan publicarlo en un artículo, que sería la forma más tradicional de legitimar un saber disciplinario, que tengan un producto patentado, vendido y producido por otros, y que estén haciendo un ensamblaje científico-técni- co indiferenciado ¿Dónde empieza uno y termi- na el otro? Al mismo tiempo, en el laboratorio de al lado alguien está intentando comprender bajo qué condiciones un gen determinado se expre- sa. Esas dos prácticas hay que diferenciarlas de algún modo. Es evidente que la distinción entre ciencia básica y ciencia aplicada no tie- ne ningún sentido, pero yo no tendría un rótulo para ponerle a cada una, aunque reconozco que son prácticas diferentes. La primera es una práctica en donde están metidos claramente otros actores sociales aunque no se los vea, por 112 ENTREVISTA A PABLO KREIMER ejemplo, el productor rural que antes de plantar la semilla está de algún modo participando de ese proceso. Si no hubiera un productor rural plantando las semillas esa planta resistente a los virus carecería de sentido. A esto hay que sumarle una constelación de actores más com- pleja. En el otro también hay una constelación de actores pero no son los mismos. Entonces, de algún modo hay que distinguir estos dos ti- pos de prácticas ya que no son idénticas como prácticas sociales ni tampoco en términos de su contenido epistémico. Psiencia: Recientemente comenzó a desa- rrollarse un campo que se reconoce como “Psicología de la ciencia” y que analiza la ciencia principalmente desde las teorías de la psicología cognitiva y la psicología social ¿Creés que pueden articularse estos mode- los con los abordajes tradicionales de la so- ciología, la antropología y la historia? PK: En primer lugar, si bien sé que hay aborda- jes dentro de este rótulo no los conozco lo su- ficiente para opinar, pero me parece muy bien. La expresión de estudios sociales de la ciencia y la tecnología me parece que tiene de positivo diferenciar lo que son estudios sociales, y por lo tanto remite a las ciencias sociales, es decir, un físico no puede hacer historia ni sociología ni filosofía de la física porque lo que sabe hacer es física. Debe “reconvertirse” para poder hacerlo. Del mismo modo, las ciencias sociales se distin- guen de esas ciencias experimentales, exactas o naturales -como se las quiera llamar- y me pa- rece que esa división es útil porque hay una es- pecificidad del conocimiento de lo social. Ahora, dentro de eso, los límites son completamente arbitrarios, qué le corresponde a la sociología, qué a la antropología, qué a la psicología, qué a la psicología social, o a las ciencias políticas y en qué medida todos deben ser abordajes del presente e históricos. En este punto a mí las di- visiones me interesan mucho menos. Yo soy so- ciólogo de formación, acabo de publicar un libro sobre la historia de la biología molecular, traba- jé durante mucho tiempo con técnicas propias de etnografía, y por lo tanto de la antropología y a partir de mis investigaciones hago en bue- na medida consideraciones y análisis de orden político. En este contexto, creo que en la medi- da en que la psicología incorpora la dimensión subjetiva necesariamente debe estar presente. Psiencia: ¿Cómo ves el campo de los estu- dios sociales de la ciencia dentro de veinte años? ¿Cómo te gustaría que evolucione? PK: La verdad es que no podría decirte cómo puede llegar a ser. Para explicarte cómo me gustaría tendríamos que tomar en cuenta tres parámetros. El primero es el rigor analítico: de- berían generarse marcos teórico-metodológicos que sean muy robustos, por decirlo de un modo criollo, que no haya chantas. Es necesario de- cirlo, porque hay muchos chantas, en todos los países y en todos los campos, pero me gustaría prevenirlo. En segundo lugar, tendría que existir un equilibrio entre poder explicar los procesos de producción y uso de conocimientos por un lado, y la democratización del conocimiento, la par- ticipación de distintos sectores en la toma de decisiones en relación con el conocimiento, con procesos sociales que impliquen conocimiento o con procesos sociales legitimados por el co- nocimiento, por el otro. Y en tercer lugar, debe desarrollarse la ca- pacidad de democratizar efectivamente el co- nocimiento. El segundo parámetro es analítico, este es más bien político. No sólo en el sentido de las políticas del estado, sino en términos de la dimensión política de los conocimientos, que los conocimientos que se producen localmente le sirvan a esta sociedad, que el conocimiento que se produzca aquí pueda ser usado efectiva- mente por esta sociedad, que existan modos de regularlo, modos de toma de decisión, que no van a ser objetivos sino que van a ser tomas de posición en relación con el conocimiento; van a privilegiar unas cuestiones por sobre otras y van a implicar poner en la esfera pública mo- dalidades de resolución de conflictos en vez de suponer que los conflictos no existen. Hay con- flictos que tienen que ser resueltos en la esfera pública. Eso es lo que yo esperaría para que pueda haber un fuerte desarrollo de la ciencia y tecnología. Y en relación a todo este tercer eje, yo creo que sería muy positivo quelos estudios sociales de la ciencia y la tecnología pudieran hacer un aporte importante, y creo que lo harán en la medida en que respeten los dos anterio- res: que sean muy rigurosos y que al mismo tiempo construyan bien su agenda. Ciudad Autónoma de Buenos Aires Septiembre de 2010
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