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TRADUCIDO POR EL 
CENTRO FRATERNAL ROSACRUZ 
 
“MAX HEINDEL” 
SANTIAGO – CHILE 
 
 
 
 
 
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INTERPRETACIÓN 
 
 Los triángulos entrelazados en el extremo superior de este diagrama y el doble triángulo en su 
centro simbolizan la interacción de los triples poderes creativos de Dios en los planos espirituales y 
materiales del ser. 
 La Deidad se expresa como Voluntad, Sabiduría y Actividad. En terminología cristiana, 
estos tres aspectos del Dios Trino, son conocidos como Padre, Hijo y Espíritu Santo. 
 En la interpretación mística del alfabeto hebreo se delinea el sendero de la evolución 
humana desde el barro hasta Dios. 
 Yod, la décima letra del alfabeto hebreo, representa el poder creativo divino que está 
latente en todos los seres. Es por esta razón que la letra Yod se encuentra, en alguna 
forma, dentro de cada una de las veintidós letras hebreas. 
 Por los procesos de evolución espiritual, el hombre hecho a imagen y semejanza de su 
Creador, finalmente alcanzará el estado de perfección divina. Tal es el alto y glorioso 
destino que espera a toda la humanidad. 
 
 
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RECONOCIMIENTOS 
 
 Extiendo, por este medio, un agradecido reconocimiento a Ann Barkhurst, por su 
invaluable asistencia en la compilación y edición de este volumen y un crédito especial por 
su trabajo en la cábala. 
 
 La autora está, también, en profunda deuda con Gertrude Aye, por su contribución 
en el capítulo de la Correlación de los Proverbios de Cristo y el Tarot. 
 
 También, a Elizabeth Hill, por mucho tiempo una fiel asociada a todas las ramas de la 
actividad de publicación de impresos, por el diagrama y su interpretación, que aparece en 
la página precedente. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
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PARTE I 
 
 
PRINCIPIOS BÁSICOS 
 
 
 
 
 
 
 
 
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CAPÍTULO I 
 
LETRAS, NÚMEROS, CLAVES Y CÓDIGOS. 
 Las letras en el alfabeto hebreo, en número de veintidós, son jeroglíficos cósmicos de gran 
significación y poder espiritual. 
Los hebreos, griegos y romanos, entre otros, usaron letras para indicar números, por lo tanto 
estos son sistemas cabalísticos en todos esos idiomas; pero los sistemas griegos y romanos no han 
sobrevivido y la cábala hebrea solamente ha llegado a los tiempos modernos por medio de las 
escuelas cristianas y hebreas de interpretación esotérica de la Biblia. Claves intrincadas han sido 
creadas de los elementos de las letras y números en las cuales se registran los misterios para las 
futuras generaciones. Tres conjuntos de símbolos fueron usados principalmente: GEMATRÍA, en 
la cual letras y números fueron intercambiados y usados como una clave; NOTARIKON, similar a la 
taquigrafía romana, en la cual las letras iniciales o finales de palabras que en una frase podían 
constituirse en una palabra clave o una palabra sagrada o secreta, podían transformarse en una 
frase; y TEMURA, por la cual cientos de combinaciones y “permutaciones” de palabras, nombres y 
mensajes secretos pueden ser descubiertos en el texto de la Biblia por medio de la sustitución. En 
esta última categoría las “combinaciones de Tziruph” han sido especialmente populares desde la 
antigüedad. Estas consistían en claves alfabéticas en las cuales una letra era sustituida por otra de 
tantas maneras como letras había en el alfabeto. Una de estas claves, la clave de Atbash, ha sido 
descubierta empleada en los pergaminos del mar Muerto, por lo menos en una oportunidad. 
La palabra “cábala” es usada comúnmente para designar todos esos códigos místicos y claves 
del judaísmo esotérico por la cual los misterios ocultos son extraídos del texto de la Biblia hebreo-
cristiana. “Cábala”, sin embargo, es más que un simple código secreto de letras y números. El 
término significa “recibir” una “doctrina secreta” o enseñanza transmitida de maestro a discípulo y 
también el estado místico de consciencia por medio del cual la mente del hombre se pone en 
armonía con la Sabiduría de Dios y se transforma en Enseñado-por-Dios. 
Las letras hebreas son usadas en vez de números en esta forma: de Aleph a Yod, las diez 
primeras letras se escriben para significar los números 1 a 10. Desde Kaph, la undécima letra, la 
numeración es por decenas; en lugar de estar escrita por el número 11, se escribe Kaph o K en vez 
de 20. Las letras siguen en orden desde Kaph (K) hasta Kof o Quoph (Q), significando los números 
de 20 a 100. Las tres letras restantes, como Kof, se escriben para las centenas: Resh para 200, Shin 
para 300 y Tau para 400. En seguida la numeración se toma de las cinco letras “finales”. Estas 
son las letras que tienen un símbolo diferente cuando ellas caen al final de una palabra. 
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 Comenzando de nuevo con Kaph, K-final es 500; Mem, M-final es 600; Nun, N-final es 700; 
Kof, P-final es 800 y Tsadé, Tz-final es 900. Para 1.000, a través de todo el Antiguo Testamento, se 
 
7 
 
usa una palabra que se lee “muchos” y que también puede designar una tribu o familia. A veces, 
Jjain es atribuida a cero. 
Los misterios greco-egipcios de Thoth-Hermes fueron aceptados en la cábala hebrea durante 
el período griego, cuando el platonismo y el pitagorismofueron también incorporados en una 
nueva forma. Este intercambio era tan amplio que aún las claves druidas muestran interacciones 
hebraicas así como griegas, a contar de los tiempos en que los druidas, como los egipcios, estaban 
comenzando a usar las letras griegas con las cuales escribir su propio idioma. Sí, las diferentes 
claves mezcladas, pasaron de una Escuela de Misterios a otra. La numerología druídica y hebrea, 
del mismo modo, muestran influencia pitagórica porque los profesores pitagóricos se abrieron 
camino hacia Europa occidental, incluyendo las Islas Británicas y el mismo Pitágoras nació y vivió 
durante la Era en que los hebreos estaban reuniendo sus antiguos documentos en Babilonia y 
Jerusalén después del exilio. Sin duda, Pitágoras había visitado en su juventud el Monte Carmelo, 
consagrado a la memoria de Elías y su Escuela de Profetas y fue en Babilonia donde él alcanzó la 
corona y la cúspide de su sabiduría, nos dice Jámbico. 
 Abraham vino de Ur de los caldeos y fue instruido en la sabiduría babilónica; los hebreos, que 
estuvieron exiliados en Babilonia, renovaron sus antiguos conocimientos y adoptaron nuevamente 
el arameo hablado por sus ancestros. De ahí que la ciencia babilónica y el misticismo astral son 
perceptibles tanto en el sistema hebreo como el pitagórico y los instructores pitagóricos del 
extremo oeste de Europa construyeron un puente que eventualmente unió a la cristiandad y al 
druidismo. Es significativo que la cultura griega haya tomado sus raíces en la Galia antes y durante 
la época en que el espíritu griego de Atenas vacilara y fracasara. 
 A Pitágoras se le da el crédito de haber descubierto la correlación de los números y las 
vibraciones musicales y se le llama el creador de la escala musical moderna. Él enseñó que los 
números son principios que no tienen edad ni comienzo sino que siempre han existido como 
poderes inherentes de seres en el espacio cósmico. Los números preceden tanto al tono como al 
sonido, que están “representados” por letras escritas. Cada una de las letras hebreas tiene un 
valor numérico equivalente y esta es la base del sistema de Gematría en la cual números y letras 
son sustituidos para crear una clave encubriendo varios significados profundos para el iniciado. 
Principios similares han sido aplicados al alfabeto inglés, basados en los números arábigos de 1 a 
10. 
En este libro, sin embargo, restringiremos nuestra atención al alfabeto hebreo y trataremos de 
mostrar cómo encierra y revela ciertos Misterios antiguos que de otra manera quedan perdidos en 
la historia. Esto es insinuado primero en la letra Kaph, que es la 11 de las 22 letras del alfabeto 
hebreo y en el Tarot, por una doncella cerrando el hocico de un león con su mano. En el Zodíaco, 
Leo es el quinto signo y Virgo el sexto, sus números 5 y 6 suman 11. 
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De acuerdo a modos cabalísticos de interpretación, el número 22 amplifica, aumenta o 
complementa las fuerzas de 2 y 11, siendo el doble de ambos de estos números. También 
 
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amplifica y complementa las fuerzas del 1. Los números 11 y 22 son una sumatoria de la influencia 
de todas las letras del alfabeto hebreo consideradas como poderes místicos. 
Espiritualmente, Virgo se correlaciona con el principio femenino, Leo con el masculino. Al 
principio femenino se le denomina “caído”, siendo dominado por el masculino en el plano físico, 
pero no en los procesos alquímicos de regeneración, donde el polo femenino del espíritu está en 
equilibrio con el masculino y se establece el equilibrio (11), en lo interior y en lo exterior. 
Los números 11 y 22 son, en un sentido místico, suplementarios, ya que diez (10) es la verdadera 
base del alfabeto hebreo y un profundo misterio acompaña a ambos números en la teosofía 
cabalística. 
Tau, la Cruz, es la última de las veintidós letras del alfabeto hebreo. La serie termina con la 
cruz, Tau, no como símbolo de dolor, tragedia y derrota sino como emblema de victoria sobre la 
limitación y la absolución del espíritu hacia nuevas esferas de libertad. Y cuando el supremo 
“Indicador del Camino” cargó la cruz subiendo al Monte Calvario, un símbolo de lo incompleto y la 
dualidad del estado consciente, Él aún permanecía en el estado exaltado que había encontrado 
expresión en la palabras: “Mi yugo es suave y mi carga liviana”. 
El número 11 marca la entrada del hombre en el nuevo cielo y la nueva tierra por medio del 
logro de la polaridad o equilibrio, que es la consumación del trabajo iniciático en los planos 
terrestres. El número 22 marca la entrada en el reino de la Luz eterna y el estado de un ser 
celestial. El número 11 termina toda la causación kármica y concluye todos los peregrinajes 
terrestres. El 22 participa de las aguas de la Vida eterna e inmortalidad consciente de sí mismo. 
De aquí en adelante, el iniciado regresa a la vida terrestre solamente como un Hermano de 
Compasión en momentos de crisis humana para traer auxilio y descanso a las almas en pena o 
cautiverio o para inaugurar y reglamentar nuevos procesos y poner la nota clave de nuevas y más 
altas tendencias evolutivas. 
Dado que las letras-números 11 y 22 llevan el secreto de la victoria sobre las fuerzas del 
materialismo. En la misma forma el alfabeto hebreo, como un todo, está construido sobre un 
modelo que relaciona las 22 letras con los siete planos de vida, en los cuales el hombre está 
evolucionando. Las letras están agrupadas en tres septenarios (3x7= 21) con la vigesimosegunda 
permaneciendo solitaria. Estos septenarios sintetizan todos los procesos involucrados en los tres 
pasos o grados que conducen a la Iniciación o Maestría, que en la masonería esotérica son 
designados como: aprendiz, compañero artesano y maestro de artesanos y en la cristiandad 
esotérica son designados como el neófito, el probacionista y el discípulo. El símbolo de ambos es 
la piedra terminada, que es el cubo que se desdobla para transformarse en cruz. 
 
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Otra vez, las 22 letras se dividen en grupos de 3, 7 y 12. Hay tres letras madres, siete dobles y 
doce sencillas. 
 
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Las 3 letras-madres son: Aleph, Mem y Schin. 
Las 7 letras dobles son: Beth, Daleth, Kaph, Phe, Resh, Guimel y Tau. 
Las 12 letras sencillas son: He, Vau, Zain, Jet, Teth, Yod, Lamed, Nun, Samech, Ayin, Tsadé y 
Kof. 
Cuando las letras son estudiadas como números un misterio adicional se abre, porque el 
significado de todas las cosas visibles e invisibles reside en el número. En la Biblia, el más místico 
de los libros, los números 1, 3, 7 y 12 concurren repetidamente desde el principio hasta el fin y 
considerados desde el punto de vista de la numerología, los misterios de la Biblia, se descubre que 
están basados en gran parte sobre estos números, que son las claves del poder de Dios infinito e 
ilimitado. 
Esta ordenación de letras y números, es una insinuación del profundo significado cósmico del 
alfabeto hebreo, sea como un todo o en cada una de sus partes. Sigue el modelo numérico de 
nuestro universo inmediato y el sistema solar en el cual nuestro planeta tiene su ser. 
 
LAS LETRAS HEBREAS COMO GLIFOSCÓSMICOS 
Está bien dicho y es verdad que la primera Biblia del hombre fueron los cielos rutilantes. Allí 
contemplamos las doce gloriosas Jerarquías Zodiacales que rodean el sistema solar, al cual la 
Tierra pertenece. Los planetas y otros cuerpos de este sistema son centros de recepción a través 
de los cuales las fuerzas que emanan de las Jerarquías zodiacales son enfocadas y hacen un 
trabajo ordenado, según se ve en las leyes de evolución y los grandes ciclos del mundo en los 
cuales las civilizaciones se han levantado y caído. Las doce Jerarquías celestiales vierten sobre 
ellos sus poderes sobre y a través de los planetas de nuestro sistema solar para guiar, fortalecer e 
iluminar a los seres vivientes sobre ellos y son parte de las fuerzas que conocemos como las 
Fuerzas del Destino. 
El Sol, que está al centro de los planetas, es el foco principal para los poderes derramados por 
las Jerarquías Zodiacales. Simboliza la Santísima Trinidad relativa a nuestro sistema: Padre, Hijo y 
Espíritu Santo, ese vasto triple poder del Cosmos que se refleja en el ser humano como principios 
de Voluntad, Sabiduría y Actividad, del Espíritu Virginal u Hombre esencial; la trinidad de fuerzas 
descrita simbólicamente como: Fuego, Agua y Aire (a la que se agrega la Tierra para formar el 
Cuaternario). Estos son principios cósmicos que fructifican, nutren y sustentan todas las cosas y 
son despertadas para una acción especializada en el trabajo de Iniciación. 
 
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El triple Poder o Logos Solar, tiene relación con las tres letras madres del alfabeto hebreo: 
 
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Aleph (Fuego), Mem (Agua) y Schin (Aire). En igual forma, las doce constelaciones del zodíaco 
tienen relación con las doce letras sencillas y los siete planetas con las siete letras dobles. 
En términos del planeta Tierra, las veintidós letras y su agrupación en tres madres, siete 
dobles, doce sencillas y tres septenarias, omitiendo la Tau final, incluyen el misterio séptuple de la 
evolución de la vida, forma y consciencia de sí mismo. Por otra parte, cada letra, dentro de y por sí 
misma, contiene un significado séptuple y en las páginas siguientes vamos a tratar acerca de éstos, 
brevemente. 
Nuestro primer propósito es proporcionar un libro-clave útil para el estudiante y el profesor de 
Biblia. Dado que limitamos nuestra discusión a los principios aplicables universalmente, este libro-
clave puede servir igualmente a cualquier credo o culto que acepte la Biblia como Libro de Luz, ese 
Libro que, en las palabras del vidente iluminado Max Heindel, fue dado al hombre “por los ángeles 
archiveros, que dieron a cada uno y a todos, exactamente, lo que necesitan para su desarrollo. 
Ellos están por encima de todo error y si buscamos la luz, la encontraremos allí”. 
El significado séptuple de las letras hebreas incluyen lo numerológico, lo astrológico, lo 
fisiológico, lo iniciático y lo cósmico y su relación con el tono y el color. 
 
LAS VOCALES Y LOS SIETE TRUENOS 
 MÚSICA Y COLOR. 
 
Dado que las relaciones de las letras hebreas con el sonido y el color son las menos 
comprendidas, podemos decir a modo de introducción que las letras madres (Aleph, Mem y Schin) 
representan la dominante, la subdominante y la tónica o los intervalos 1-3-5 de la escala diatónica. 
Estas tres claves de poder significan también los tres colores fundamentales del espectro: azul, 
amarillo y rojo (o en el significado cabalístico: azul, verde y rojo, con el blanco dado como un 
cuarto color). Estos tres colores básicos simbolizan el triple ser del espíritu, mente y cuerpo o 
bien, espíritu, alma y cuerpo. Las doce letras sencillas se relacionan con los doce tonos de la 
escala cromática, cada uno de los cuales está asociado con un color característico. Las siete letras 
dobles se relacionan con los siete tonos de la escala y los siete colores del arcoíris o espectro del 
color como se le conoce comúnmente; la octava nota de la escala completa una octava y comienza 
la siguiente. Los músicos, a menudo, son muy sensibles a las emanaciones de color de la música. 
El Zohar afirma: la obscuridad es un fuego negro, fuerte en color. Existe un fuego rojo, fuerte 
en visibilidad, un fuego amarillo, fuerte en forma y un fuego blanco que incluye todo. La 
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obscuridad es el fuego más fuerte. El último se refiere a las ondas calóricas que no son visibles 
como la luz. 
 
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De nuevo, el Zohar afirma: “y Yo lo contemplaré (en el arcoíris) y podré recordar el pacto 
eterno”; esto significa que el deseo de Dios está constantemente a favor del arco y que el que no 
es visible allí dentro, no entrará en presencia de su Maestro. El significado más profundo de las 
palabras: “y Yo lo contemplaré”, debe buscarse en las palabras: “y pondré una marca sobre su 
cabeza (Ezequiel IX, 4), de modo que sea claramente visible…”. Esto es seguramente así, pero el 
arcoíris que aparece en el cielo tiene un significado místico profundo. 
“No esperes al Mesías hasta que aparezca el arcoíris engalanado de resplandecientes colores 
que iluminarán al mundo… Ahora el arco aparece en colores deslucidos…pero, entonces aparecerá 
en su plena panoplia de colores como hace una novia para su esposo”. 
Y de nuevo, “Los tres colores están desplegados en todo lo que procede del aspecto de 
santidad… y si se examina el misterio de los grados, se descubrirá cómo irradian los colores para 
todos lados hasta que entran a través de esos veintisiete canales místicos que son los lados de la 
puerta que detiene el abismo. Todo esto es conocido para los adeptos en ciencia mística”. 
Estos pasajes, entre otros en el Zohar, atestiguan la clarividencia de los sabios que guardaban 
la Doctrina Secreta de Israel. “Los tres colores están desplegados o exhibidos en todo lo que 
procede del aspecto de santidad”. Estas palabras demuestran que los colores áuricos de los 
ángeles y de los seres humanos han sido observados y comprendidos por los místicos de Israel. 
Todavía más. El Zohar afirma: “El firmamento con su cuadrado circunscrito, contiene la gama 
de todos los colores. Se destacan cuatro colores, cada uno tallado con cuatro signos translúcidos, 
tanto superiores como inferiores. Éstos, cuando se descomponen, se vuelven doce. Ellos son: 
verde, rojo, blanco y zafiro, que está hecho de todos estos colores… Esta era la materialización de 
la similitud con la Gloria del Señor. No está permitido contemplar el arcoíris cuando aparece en 
los cielos, ya que eso sería una irreverencia a la Shekinah; los tintes del arcoíris aquí abajo, son 
una réplica del esplendor supremo, que no está hecho para ser contemplado por el hombre. Los 
tres colores primarios y aquel compuesto por ellos, son todos un símbolo y todos se muestran en 
la nube. “Y encima del firmamento que estaba sobre sus cabezasapareció algo semejante a un 
trono, con la apariencia de una piedra de zafiro”. 
No existe verdadera contradicción en estos pasajes. Ellos muestran que los cabalistas no eran 
solamente clarividentes, sino que además eran conocedores de la ciencia de su tiempo. Ellos 
enumeran tanto los primarios aditivos como los sustractivos del espectro solar, en uno de los 
cuales el verde es un primario y en el otro es amarillo. Negro es el resultado final de los 
primarios sustractivos; blanco es de los aditivos. A veces se dice que el índigo incluye a todos 
los colores o bien el púrpura. Los colores sustractivos (pigmentos) todos tienden hacia 
el negro cuando se mezclan juntos; los colores aditivos de rayos de luz tienden hacia el blanco 
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cuando se mezclan juntos. Más aún, estos cabalistas eran conocedores de cinco colores extra no 
considerados usualmente en el espectro solar, de los cuales el color “botón de durazno” 
mencionado por Goethe, es uno ellos. 
La Gloria de la Shekinah consiste en estos colores, según lo revela la visión espiritual y los 
colores del arco iris, según los conocemos, son apenas una réplica tenue de los colores celestiales. 
 
* * * 
 
Las vocales no están enumeradas en el alfabeto hebreo de veintidós letras, aunque Aleph, la 
primera letra, es realmente una vocal. Ellas son el principio de la vocalización, del lenguaje y la 
música pronunciadas por la voz humana. El nombre secreto de Dios no es Jah, Jahveh, ni 
Yahweh, ni Elohim, en cualquiera de sus formas, ni Adonai. Él consiste en las vocales que son 
colocadas y cantadas en una cierta forma y cuando la cantaban los coros del antiguo Templo, se 
escuchaba como un trueno poderoso que remecía la estructura hasta sus cimientos. Solo el 
órgano de tubos moderno puede lograr un efecto equivalente al de voces humanas cantando las 
vocales del gran nombre de Dios. En el libro de las Revelaciones, san Juan se refiere a ellos como 
“Los siete Truenos” que pronunciaban sus voces. En realidad hay más de cinco vocales: a, e, i, o, u, 
como se las conoce familiarmente. En algunos sistemas se enumeran nueve, diez y aún más. 
Demetrio, un filósofo de Alejandría que vivía en el segundo siglo, escribió: “En Egipto, los 
sacerdotes cantan himnos a los dioses pronunciando las siete vocales en sucesión, cuyo sonido 
produce una impresión musical tan fuerte en sus oyentes, como si se utilizaran una flauta y una 
lira”. El estudio de las letras hebreas muestra lo que representan esas siete vocales: los siete 
Espíritus ante el Trono de Dios; pero, estos siete Espíritus eran nombrados públicamente solo por 
las siete letras dobles. 
La palabra, no menos que la canción, es imposible sin sonidos vocales. En la misma forma en 
que las letras hebreas, contadas como veintidós, no incluyen las vocales, así tampoco los griegos y 
egipcios primitivos tenían vocales. Eventualmente, las vocales fueron escritas, pero en el Templo 
de los Misterios, las verdaderas vocales eran un secreto entregado de Maestro a Discípulo y sin 
instrucción personal, no se podía comprender el significado de los textos excepto en una forma 
superficial. 
En los libros de texto hebreo modernos se distinguen diez sonidos básicos vocales, para los 
cuales hay catorce puntos-vocales y signos. También se usan los acentos. A veces los cabalistas 
imputan los diez números a los diez sonidos vocales. 
 
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El Zohar dice:” ¿Qué es esta semilla? Consiste en las letras grabadas, la fuente secreta de la 
Torah, que fluían del primer punto. Ese punto mostraba… ciertos tres puntos-vocales, holem, 
shureq y hireq, los cuales combinados unos con otros formaban una entidad, a saber, la Voz que 
brotaba por medio de su unión. Cuando esta Voz brotaba, emitía con ella su compañera, que 
comprendía todas las letras”. 
Este misterio no era de exclusiva posesión de los hebreos de la historia. Esto retrocede hasta 
los mismos comienzos de la civilización en la Atlántida antediluviana y alguna forma de la Palabra 
Mística de Poder se encuentra en todos los idiomas conocidos, con la posible excepción de las 
tribus muy primitivas que aún existen en un estado de cultura de la Edad de Piedra. 
 
INTERPRETACIÓN FISIOLÓGICA DE LAS LETRAS 
Casi tan obscura como la correlación con la música y el color es la interpretación fisiológica de 
las letras hebreas. En esta interpretación tenemos la correlación cabalística de las letras con la 
forma corpórea y órganos del hombre terrestre, Adam. 
Las siete letras dobles se llaman así porque cada una de ellas posee dos sonidos, uno fuerte y 
el otro débil, aspirado y no aspirado, representando los principios activos y pasivos y relacionados 
con el principio planetario, que es dual. Cada una de las letras dobles representa uno de los 
Elohim, que son a la vez dios y diosa. Los nombres de las siete letras dobles son: 
Beth - la boca del Hombre. 
Guimel - la mano en el acto de coger. 
Daleth - .el pecho. 
 
Kaph o Caf - la mano en el acto de poseer. 
 
Phe o Pe - la lengua y la parte de atrás de la boca. 
 
Resh o Resth - la cabeza. 
 
Tau - la columna vertebral (entre otras interpretaciones). 
Filosóficamente, esto corresponde a los siete “opuestos” como cualidades: vida y su opuesto, 
muerte; paz y su opuesto, contienda; conocimiento y su opuesto, ignorancia; riqueza y su opuesto, 
pobreza; gracia y su opuesto, pecado; fertilidad y su opuesto, esterilidad; dominio y su opuesto, 
esclavitud (Sepher Yetsirah). Ellas corresponden a las seis direcciones del espacio: Este, Oeste, 
Norte, Sur, Profundidad y Altura, todo apoyado en un Punto Central, que hace el séptimo. Cuando 
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estas siete letras dobles fueron formadas, Dios hizo con ellas los siete planetas, los siete días y 
también las siete “puertas” en el hombre, que son los siete orificios del cuerpo humano, que son 
realmente dobles. 
El hueso triangular de la espina dorsal inferior, llamado sacro, tenía un significado muy 
peculiar e importante en todo el cabalismo antiguo, que no siempre ha sido comprendido 
correctamente. Este esel “hueso” que era “inmortal”, alrededor del cual todo el cuerpo iba a ser 
reconstruido en la resurrección y dado que esto era tomado en forma literal y material, muchos 
conceptos extraños florecieron al respecto. Los esotéricos tenían su propia interpretación porque 
este es el símbolo del Loto Sagrado, donde la fuerza del Fuego duerme y es la fuerza, y no el hueso 
sacro, el que es el agente de inmortalidad y resurrección espiritual en el cuerpo inmortal del 
Adepto… 
El sacro es el “os sacrum” o hueso sagrado y es mencionado varias veces en el Zohar. Conecta 
con la pelvis en el hombre. El cinturón pélvico es una cavidad pélvica ancha y poco profunda que 
sostiene las vísceras. La clave de este cinturón es el sacro. Él sostiene la columna vertebral y 
enlaza el arco desde atrás. Al nacer, el sacro varía de cuatro a siete vértebras; estas se unen en un 
hueso. Sobre el sacro se levanta la columna vertebral. La columna vertebral o espina dorsal 
consiste en las siete vértebras llamadas cervicales, doce vértebras torácicas y cinco vértebras 
lumbares, dando un total de veinticuatro. Cinco huesos redondos, del tamaño de una arveja, se 
encuentran en el extremo inferior de la espina dorsal; estos son el coxis o hueso de la cola. El ser 
humano tiene tres vértebras más que el animal, treintaiuna en vez de veintiocho. 
En Egipto, los médicos habían observado que hay siete huesos del cuello y éstos estaban 
asociados con la “Escalera de Osiris”. Los egiptólogos han quedado considerablemente 
sorprendidos al encontrar que estos huesos del cuello también están misteriosamente asociados 
con el sacro, que está al término del extremo opuesto de la espina dorsal. Los descubrimientos no 
son tan sorprendentes como parecen serlo, ya que la totalidad de la columna vertebral es la 
Escalera de Osiris. 
Las doce letras simples se refieren a los doce signos del Zodíaco: 
He - la cabeza - Aries. 
Vau - el cuello - Tauro. 
Zain - los brazos - Géminis. 
Cheth o Heth - el pecho - Cáncer. 
Teth - el corazón - Leo. 
Yod - el estómago - Virgo. 
Lamed - los riñones - Libra. 
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Nun - los órganos genitales - Escorpión. 
Samekh - los muslos - Sagitario. 
Ayin - las rodillas - Capricornio. 
Quoph o Koph - las pantorrillas - Acuario. 
Tzaddi o Tsaddi - los pies - Piscis. 
 
 
Fisiológicamente, las tres letras madres: Aleph, Mem y Schin, están asociadas con el cerebro 
ya que, cabalísticamente, ellas derivan de la tríada más elevada de Poderes detrás de la cara del 
Hombre Grandioso, Adam Kadmon, quien es el Adam Macrocósmico. Incuestionablemente, los 
antiguos médicos sacerdotes sabían que el daño al cerebro afectaba ciertas áreas específicas del 
cuerpo y de esta manera, algunos cabalistas enseñan que estas tres letras madres gobiernan la 
totalidad del cuerpo. Al igual que las raíces del Fuego, Agua y Aire, ellas son las primeras 
exhalaciones de la Palabra Divina que se hace carne en el Universo manifestado. 
Los sonidos de las vocales, que están escritas, se correlacionan con los tremendos poderes que 
viajan a través del canal de la espina dorsal y que resuenan en los siete ventrículos del cerebro, 
donde son visibles a la visión espiritual como Luz y Color. Fonéticamente, ellas se relacionan con 
las cámaras de resonancia de la boca y de la cara. 
Aleph podría, quizás, ser considerada como una vocal-consonante, ya que está en la lista de 
las consonantes y sin embargo es una vocal, pero, como las otras vocales, su pronunciación varía y 
debe quedar determinada por la tradición. Los antiguos comprendían que aunque las 
consonantes no podían ser pronunciadas solas sin alguna pequeña cantidad de sonido que 
emanara de los pulmones y la garganta y esto está simbolizado en Aleph. A la letra Ayin u Oin, que 
se llama “muda” igual que Aleph, se le atribuye el sonido vocal O, al igual que cero, por algunos 
cabalistas. 
 
 
 
 
 
 
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CAPÍTULO II 
 
LA CÁBALA: RELIGIÓN PARA EL ASTRÓLOGO, 
UNA VISIÓN DEL UNIVERSO 
Todos los conceptos que hemos discutido hasta aquí pertenecen al sistema filosófico conocido 
como la “cábala”, en la cual los misterios del alfabeto hebreo están correlacionados con los 
diversos planos cósmicos o Mundos, como estados de conciencia. (La palabra “cábala” es usada 
aquí como una indicación de una teosofía especial, principalmente aquella del Zohar). La cábala es 
una visión del universo visto clarividentemente por los profetas e interpretado por medio de la 
más alta revelación espiritual de místicos y la intuición y razonamiento de científicos y filósofos. 
En sí, la palabra significa “recibir” o la tradición oral o no escrita, transmitida de “boca a oído”. 
El alfabeto hebreo tiene dos maneras de escribirlo, la hebrea y la aramea. La aramea se llama 
la de “letras cuadradas” y la hebrea, la de “letras triangulares” por la forma en que eran escritas. 
El arameo y el hebreo son dos dialectos del mismo idioma semita, al cual también pertenecía el 
fenicio. El fenicio es llamado proto-hebreo y el hebreo está estrechamente relacionado con la 
lengua fenicia. Hebreo es el dialecto occidental en tanto que el arameo es el oriental, 
perteneciente a Babilonia, Caldea y Persia. Abraham habló arameo en Ur de los caldeos, su ciudad 
natal, pero viajó al oeste, a Canaán y adoptó el dialecto occidental que se hablaba allí, el amorita, 
que evolucionó para llegar a ser el que llamamos hebreo. 
Entre tanto, Persia ascendió al poder y conquistó Asiria, Babilonia, Fenicia, Palestina y Egipto. 
Los reyes de Persia hicieron, entonces, del arameo la “lengua franca” para toda la sección del 
Imperio Persa al occidente del río Éufrates, incluyendo Egipto. El arameo fue el idioma comercial 
en toda el área. En Babilonia, Ezra y sus escribas comenzaron el trabajo de recolectar las 
escrituras hebreas y las tradujeron al arameo, que en esa época comenzaba a ser el idioma común 
en Palestina; pero el hebreo continuó como el idioma sagrado, atesorado en sus Misterios y se 
habló mientras duró la nación. Hay pequeñas diferencias entre el hebreo y el arameo, pero estas 
son diferencias de dialecto, ya que son el mismo idioma semítico básico. 
El hecho de que el arameo fuese la “lengua franca” de todo el Imperio Persa al Oeste del 
Éufrates, hablado no sólo en Palestina sino también en Fenicia, Egipto, Babilonia y Persia, explica 
por qué los nombres cabalísticos de los arcángelesy de otras fuerzas cósmicas fueron tan 
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ampliamente conocidos en la antigüedad. El Libro de Daniel muestra esto cuando dice que Gabriel 
es el “príncipe” de Persia, pero que Miguel es el “príncipe” de Israel. Las diferencias de cultura 
entre las diversas naciones que hablaban el arameo en forma más o menos voluntaria, explica en 
parte las contradicciones y discrepancias descubiertas en los escritos cabalísticos. 
Dado que el antiguo mundo solo tenía conocimiento de siete planetas, incluyendo al Sol y la 
Luna, las veintidós letras fueron ordenadas en divisiones septenarias, con la vigésimo segunda, 
Tau, quedando sola al final. De nuevo vemos la relación con Fenicia, ya que se dice que fue 
Fenicio Cadmus el que agregó la letra Tau al alfabeto y fue él quien dio estas letras “cadmeanas” o 
“kadmeanas” a los griegos. 
La cábala, difíciles y abstrusas, como parecen a primera vista, ser sus enseñanzas, es 
comprendida de inmediato con un fondo astronómico. Los babilónicos hablaron de un Árbol del 
Cosmos, en el cual los pájaros -planetas y espíritus- volaban de rama en rama. Mucho antes, en 
los tiempos de los sumerio-acadianos, se echaron las bases de una religión astronómica, una 
religión de astrónomos. Los Anunakis, espíritus del cielo, no eran meros demonios y espíritus 
elementales sino toda una jerarquía de ángeles. Los egipcios hablaron del Árbol de los Dioses en 
sus formas visibles” y de una Novena o nueve grandes dioses. En Babilonia, el Árbol en sus formas 
visibles fue un viejo cedro, ciprés o palma; en Egipto fue un sicomoro, palma o acacia. Otras 
naciones designaron otros árboles de acuerdo a su tamaño, vigor y propiedades curativas. El 
abeto es uno de los más sagrados. Y también, en la cábala hay un gran Árbol Cósmico, llamado el 
Árbol de la Vida, como siendo el mismo árbol que creció y aún crece en el Paraíso. 
LAS DIEZ SÉFIRAS 
En la cábala se mencionan diez Inteligencias Cósmicas, las que se llaman Séfiras. Cada 
Inteligencia, tomada separadamente, constituye una Séfira. Bíblicamente, son reminiscencias de 
los diez Mandamientos de Moisés, pero son mucho más que eso, ya que son las tremendas 
fuerzas Macrocósmicas, que colectivamente, son Dios. 
Durante el período griego, los cabalistas relacionaron sus revelaciones espirituales con la 
ciencia de los griegos, recolectando su material de las escuelas de todas las naciones y por ello, las 
diez Sefiroth se relacionan con las diez esferas de la astronomía griega, siete de las cuales eran los 
planetas, el Sol y la Luna y tres esferas más al exterior, que eran los de las estrellas fijas, lo Infinito 
y lo Eterno. La Tierra era el “Escabel de Dios” o el “Tapete del Universo”. “Lo Infinito relacionado 
con la Mente Divina, que ordenó las revoluciones de las esferas inferiores y a las cuales se 
les llamó, posteriormente, el Primer Movimiento, el Primer Motor. Más allá de esto, estaba 
el Empíreo, donde moraba la Eternidad incomprensible para la humanidad. 
Daath, una “Séfira invisible”, no se muestra en el diagrama cabalístico, pero podemos creer 
que sea la “decimoprimera Séfira”. Según los cabalistas, el mundo, sede de las diez Séfiras, es el 
“Mundo de las Emanaciones”, el cual es el Mundo del Espíritu. Se les llama Emanaciones porque la 
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primera Séfira emana de Dios, la segunda emana de la primera, la tercera emana de la segunda y 
así hasta la décima. Pero estas Séfiras no son ni están separadas una de la otra. La primera Séfira 
está presente por doquier, en tanto que las otras Séfiras son realmente su desarrollo. Se la llama 
Metatrón, cuando se le personifica en los ritos y es “la Palabra” (el Verbo) del Evangelio de San 
Juan o “el Espíritu del proceso Cósmico” de Philo Judeus. 
Las diez Séfiras trabajan por medio de cuatro grandes Mundos denominados: Atziluth, Briah, 
Yetsirah y Assiah, pero estas palabras no son divisiones del universo material. Ellas corresponden 
al Mundo del Espíritu, al Mundo del Pensamiento, al Mundo del Sentimiento o Deseo y 
finalmente, al Universo físico en un sentido especial, el Universo como Dios lo ve. 
Las diez Sefiroth aparecen en cada uno de los cuatro mundos y siete planos. En Atziluth 
aparecen en su propia esencia, como fuerzas arquetípicas o Emanaciones, cada una con un 
nombre de Dios. En Briah aparecen como arcángeles, cada uno con un nombre indicativo del 
trabajo que hacen. En Yetsirah, que es el mundo de Formación o también llamado de Creación, 
aparecen como huestes de seres creativos, popularmente llamados “coros de ángeles”. Una Séfira 
y un arcángel (ambos son lo mismo) constituyen el Poder anímico de un entero coro de ángeles en 
este mundo. Los videntes comparan a estos grupos de ángeles con las doce zonas del Gran 
Hombre del Zodíaco, regida por doce signos. Finalmente, en el cuarto mundo, Assiah, ellos se 
manifiestan en los cuatro elementos y las innumerables huestes de criaturas vivientes que se 
encuentran en el universo de espacio y tiempo, cada parte del mundo físico con su contraparte 
angélica o su doble en el Mundo de las Formaciones, Yetsirah. Las Almas Humanas, los “Ishim”, 
también se correlacionan con las divisiones del Hombre Divino. 
Las Séfiras, como arcángeles, son lo mismo que las “Sirenas” de los filósofos griegos, espíritus 
alados que gobiernan las diez esferas ptolemaicas, que llevaban a los planetas por sus órbitas y 
cuya canción constituyó la música de las esferas. Más tarde, los filósofos creyeron que la música 
de las esferas provenía del movimiento de las esferas en sus órbitas, pero los primeros místicos 
creían que era el Espíritu Alado que cantaba y cuya canción era escuchada por la mente iluminada. 
San Juan dijo:”Dios es Luz” y este es el principio básico del cabalismo. La cábala dice: “El 
Anciano de las Edades”, “El Desconocido de lo Desconocido”, tiene una forma y sin embargo no 
tiene forma. Él tiene una forma por medio de la cual se preserva el Universo y sin embargo, no 
tiene forma porque no puede ser comprehendido. Cuando por primera vez tomó una forma (la de 
la primera Séfira) dio origen a nueve espléndidas luces que emanaron de ella, las que 
brillando a través de ella difunden una luz brillante en todas direcciones. Imaginen una luz 
elevada enviando sus rayos lejos en todas direcciones. Ahora, si nos aproximamos a ella para 
examinar sus rayos, no comprendemos nada más que ellos emanan de dicha luz. Así también 
es el Anciano Sagrado, una luz absoluta, pero en sí mismo oculto e incomprensible. Sólo podemos 
comprenderlo a través de esas emanaciones luminosas que, de nuevo, son parcialmente visibles y 
parcialmente ocultas. Éstas constituyen el “sagrado nombre de Dios”. 
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19Existen varios nombres sustitutos de Dios, consistentes en tres, cuatro, siete, diez, doce, 
treintaidós, cuarentaicuatro y setentaidós letras. Todos estos son nombres sustitutos y dicen 
relación con la correlación alfabética con las partes del universo, vistas u ocultas. Los nombres 
están formados por las letras iniciales de fórmulas de principios cósmicos o las letras iniciales de 
frases que describen algún Misterio profundo de Dios. Algunos cabalistas relacionan los diez 
sonidos vocales a las diez Sefiroth, así como a los diez números. 
 
EL ÁRBOL DE LA VIDA 
 
EL ÁRBOL DEL CRISTO CÓSMICO 
Los cuatro grandes Mundos están, además, subdivididos en siete planos, familiares a todo el 
ocultismo moderno. Dentro de los siete planos se encuentra el Árbol de la Vida, el símbolo más 
importante del cabalismo y en el Árbol de la Vida se encuentran los “pájaros” que vuelan de un 
lado a otro por las ramificaciones de las sendas del Cielo, que son los senderos de evolución, no un 
símbolo del mal sino de iluminación, “el Relámpago”. 
Cuando el estudiante contempla por primera vez el diagrama cabalístico llamado el Árbol de la 
Vida, puede sentirse intrigado de saber por qué se le llama un árbol, ya que consiste en tres pilares 
verticales de los cuales el pilar del centro es más alto que los otros dos. Los pilares están 
adornados con círculos y éstos están unidos por líneas que van de un punto a otro. El glifo es, 
verdaderamente, como un árbol de Navidad. Los círculos y líneas son decoraciones que adornan 
las ramas por todos lados. Un diagrama babilónico muestra el árbol sagrado adornado con cintas 
y lazos. 
Este diagrama es un aparato mnemotécnico, diseñado por iniciados para guiar al neófito en su 
meditación. El diagrama original del Árbol debe haber sido simplemente el Árbol con su tronco y 
ramas dentro del cual vivía el gran Espíritu del Árbol y con él, bajo su poder protector, 
innumerables espíritus más pequeños y a éstos se agregaron los pájaros de la especie humana y la 
Serpiente de la Sabiduría. 
 
EL ÁRBOL COMO CADUCEO 
Los cabalistas contemplaron en sus misterios la similitud del Báculo Sagrado de Hermes, con 
un par de serpientes alrededor de él. Mercurio era el mensajero de los dioses y los mensajeros de 
los reyes acostumbraban a llevar un báculo con cintas mostrando su carácter oficial. Sin embargo, 
las cintas tenían tro propósito. Mensajes secretos eran escritos a lo largo de una tira de cuero, 
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quizás una piel de serpiente envuelta alrededor del báculo, que era ilegible cuando se lo 
desenvolvía; el destinatario, entonces, enrollaba la tira en un báculo de igual dimensión y leía el 
mensaje. Las cintas fueron tomadas por serpientes, pero esto era un error, como indica el mito 
griego. En igual forma, las cintas del árbol babilónico llegaron a ser la serpiente del Árbol de la 
cábala, con sus senderos intrincados sugiriendo un mensaje secreto. De nuevo notamos que 
el nombre Metatrón, el arcángel más alto, proviene de la palabra Metator que significa 
“Mensajero”, “Escolta” o “Pionero”. 
El Zohar dice: “…el Cetro Divino estaba en la mano de Moisés… en el cual estaba grabado el 
Nombre Inefable radiando en varias combinaciones de letras. Estas mismas letras estaban en 
posesión de Bezalel a quien se le llamaba el Tejedor”. “A ellos Él ha llenado de la sabiduría del 
corazón… del artesano y del hábil artífice y del tejedor…”. “Por tanto ese cetro tenía grabado en él 
el Nombre Inefable en todos lados, en cuarentaidós combinaciones que estaban iluminadas con 
diferentes colores”. 
EL ÁRBOL COMO UNA FUENTE 
Otra vez, el diagrama del Árbol de la Vida es semejante a una Fuente que, parece un árbol en 
el patrón de su crecimiento; pasando a ser las raíces la sombra de un árbol subterráneo. La fuente 
tiene una sucesión de estanques, uno bajo el otro, el Agua de la Vida y la Sabiduría desbordándose 
(emanando) desde el más alto y bajando en cascada de estanque en estanque hasta el más bajo 
que es el universo físico. El Agua no fluye directamente hacia abajo sin embargo, sino que es 
guiada por canales en un descenso zigzagueante, de izquierda a derecha y de derecha a izquierda, 
hasta que alcanza el fondo. Se piensa en la diosa persa de las aguas, Anahita, cuyo nombre indica 
a Anu y Ana, el Gran Dios y la Diosa del Cielo y que sobrevive bíblicamente en el nombre de Anna. 
La hermosa y gloriosa diosa Anahita precipitaba, desde los picos de las montañas, sus ríos 
haciendo cascadas a través de desfiladeros y valles hacia el mar. En Palestina, el equivalente es el 
río Jordán con sus ondulaciones serpenteantes. 
Todos los desbordamientos o “Emanaciones” vienen de dentro hacia afuera, expresando el 
concepto de desarrollo espiritual desde el más alto estado espiritual hasta el mundo físico, el cual, 
sin embargo, no es el “más bajo” sino simplemente el más externo. Desde este punto, el fluir de 
las aguas debe recomenzar otra vez, retornando a su fuente como los ríos que dejaron sus 
cumbres montañosas y encontraron su camino hacia el océano, de donde se eleva de nuevo bajo 
los poderes del Fuego y el Aire para repetir el ciclo. 
“El Espejo de la Sabiduría de Dios” es uno de los misterios profundamente conmovedores de la 
cábala, apuntando hacia la unidad esencial del hombre con Dios como Imagen y Semejanza. Los 
antiguos estaban tan afligidos por la maldad en el mundo como lo está el hombre hoy y por tanto, 
los sabios resolvieron este problema del origen y naturaleza del mal en términos del Árbol, en la 
alegoría del Reflejo y sus múltiples ilusiones. Pero ellos también reconocieron una Imagen 
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Verdadera, que no era ilusión sino que era el Hombre Arquetípico, una idea en la eterna 
Mente Divina. 
El estudiante debe pensar en el Árbol de la Vida como creciendo junto a un lago en el cual se 
refleja, en tanto que sus raíces, subdividiéndose en ramas en la obscuridad del subsuelo, 
constituye otro Árbol invertido. La imagen arrojada sobre las aguas está invertida y también 
revertida a la manera de una imagen reflejada en un espejo. En esta forma “derecho” e 
“izquierdo”, positivo o negativo, masculino o femenino, sustentan una relación especial recíproca, 
la que no es la misma cuando uno está frente a otra persona, de cara a ella. Dos individuos de 
frente tienen la derecha y la izquierda invertidas, de modo que para estrecharse la mano derecha 
deben hacerlo diagonalmente con respecto al cuerpo. En cambio, parándose ante un espejo, uno 
extiende la mano derecha hacia adelante y alcanza la mano izquierda de la imagen que viene hacia 
él, al igual que en el espejo o en el agua. Esta es la clave para muchos secretos de escritos 
cabalísticos, con izquierda y derecha constantemente confundidas. Esta es la explicación de 
muchos malentendidos del “sentido de los punteros del reloj” y “contrario a los punteros” en las 
interpretaciones de los diagramas y claves cabalísticas.Se ve también, un indicio del hecho de que 
el hebreo se escribe de derecha e izquierda; hasta los horóscopos se leen de derecha a izquierda. 
Varias claves están basadas en las diferentes maneras en que los antiguos escribieron sus 
alfabetos. 
En el “Espejo” tenemos la clave de la doctrina hebrea de la ilusión que crea un mal aparente y 
una interpretación del Árbol de la Vida que ha dejado perplejos a tantos estudiantes. Otra clave 
reside en la Séfira Invisible, Daath, encerrada en lo insondable de la Trinidad y la Serpiente del 
abismo inferior, bajo las raíces del Árbol. El espacio hebreo consistía en cuatro direcciones 
cardinales: Este, Oeste, Norte, Sur y a esto agregaban “Arriba” y “Abajo” o Altura y Profundidad. 
Los cuatro grandes arcángeles son los Mensajeros del Trono, pero Altura y Profundidad son 
reveladas en Daath y su imagen reflejada en el abismo más profundo. 
La Séfira Invisible yace enroscada en el abismo de la Trinidad y en realidad es su puente o 
escalera. Tenemos y somos Sabiduría y Comprensión; sabemos que somos Sabiduría y 
Comprensión en Daath, la Séfira Invisible, cuyo nombre es Sabiduría. El Génesis nos muestra dos 
Árboles, el de la Vida y el del Conocimiento. La cábala nos muestra un Árbol con su Reflejo. 
Dios, como Océano de Sabiduría y Corrección, es descrito en la cábala: “la Fuente del agua de 
mar y el agua del arroyo, que de allí procede para ser dos. Entonces se forma un gran estanque, 
como si se hubiese cavado un gran hoyo; este estanque se llama mar y es el tercero. La 
profundidad insondable se divide en siete arroyos, asemejándose a siete largas vasijas. La fuente, 
el arroyo, el mar y los siete arroyos, juntos totalizan diez. Y cuando el amo rompe las vasijas que 
ha hecho, las aguas retornan a la fuente y entonces quedan solo los restos de estas vasijas, secas y 
sin agua. Es de esta manera que la Causa de las Causas dio origen a las diez Sefiroth”. 
 
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 “La Corona (Kether) es la fuente de la cual emana una luz infinita, de ahí el nombre “Ain 
Soph”, el Infinito…Entonces Él hizo una vasija tan pequeña como un punto, Yod, la cual llenó con 
agua de esta Fuente, la que en sí misma es Sabiduría… Hecho esto, hizo una gran vasija como un 
mar, que se llama Inteligencia…pero, a Dios le bastaría retirarse y se secaría… Finalmente, el mar 
está dividido en siete arroyos llamados: Grandeza, Fuerza Judicial, Belleza, Firmeza, Esplendor, 
Fundamentos y Reino”. 
El estudiante de masonería esotérica encontrará en esta analogía una clave para el significado 
del trabajo hecho por Hiram Abiff, el Maestro Jefe del Templo de Salomón. 
 
EL ÁRBOL COMO EL TEMPLO DE SALOMÓN 
De nuevo, el Árbol es asimilado a un Templo y en la masonería esotérica, los tres pilares, los 
triángulos, líneas y círculos, derivan en la arquitectura, en la que en cabalismo se refiere al Templo 
de Salomón en sus tres fases históricas: el primer Templo, el de Salomón; el segundo Templo, de 
Zorobabel; y el tercero, el de Herodes, que simplemente fue el Templo de Zorobabel reconstruido, 
con modificaciones y ornamentaciones griegas. Herodes lo restauró hilada por hilada, sin 
interrumpir los servicios en ningún momento. Al igual que en el Templo de Zorobabel, sacerdotes-
masones hicieron el trabajo en el Templo mismo. El antiguo Templo se fundió, literalmente, en el 
nuevo Templo herodiano, piedra por piedra, el cual tomó su lugar. No se perdió ni una piedra. 
El Templo de Salomón también incluyó, como aditamento, los palacios y cortes de justicia y 
una fuerza militar, que fue el prototipo de los templarios medievales, que hacían cumplir la ley y 
guardaban los edificios temporales y sagrados. El Templo en sí era la iglesia del Estado o capilla 
Real. Quienes dicen que la masonería es la reliquia de la Orden de los templarios de la Edad 
Media, no comprenden que los templarios eran solo una parte del organismo de trabajo que fue 
el Templo de Salomón. 
El diagrama del Árbol de la Vida sintetiza todos los aspectos del Templo de Salomón, sus 
alrededores; sus murallas, cámaras, puertas, cavernas, bóvedas, almacenes, pasajes sobre y bajo 
tierra, escaleras serpenteantes, torre y observatorio; su mobiliario, cortinajes y ornamentación; 
sus sacerdotes, servidores y sacrificios; patios interiores y exteriores y pórticos. 
A veces, el Árbol es asimilado a una pirámide, reminiscencias de la tradición de que el Templo 
de Salomón fue realmente construido como las torres de Babilonia en siete niveles o como ese de 
Ur de tres niveles, como siguieron las numerosas tríadas de triángulos sobre el Árbol, con Kether 
como punta de la pirámide. O, puede haber incluido una torre en el lugar en que, más tarde, la 
torre Antonia se elevó como una fortaleza, con el Templo mismo cerca de ella, como en algunas 
de las áreas de los templos babilónicos. En todo caso, las salas del Templo mismo tenían un 
significado especial. 
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El Santo de los Santos era la sala oeste y la cámara más interior a la cual el Sumo Sacerdote 
accedía, una vez al año, para la fiesta de la Expiación. Su amoblado consistía en el Arca de la 
Alianza, eclipsada por querubines, sobre el Propiciatorio que estaba en el Arca; ésta contenía las 
Tablas de la Ley, el Pote del Maná, la Vara de Aarón, que brotó y, por varias centurias, la Serpiente 
de Bronce de Moisés. Estos artículos sagrados se perdieron en el transcurso del tiempo y al fin el 
Santo de los Santos quedó vacío. 
El lugar sagrado era la pieza Este del Templo, separado del Santo de los Santos por una 
cortina. En esta sala estaba el Candelabro de los Siete Brazos, la mesa del Pan de la Proposición 
con doce hogazas, el altar del Incienso y accesorios y las murallas ornamentadas con palmas y 
granados y otros símbolos místicos. Ante la entrada del templo se erguían las dos columnas Jachin 
y Boaz y sosteniendo el Santo de los Santos, pero invisible para la multitud, estaba la tercera 
columna, consagrada a los Misterios de Israel y sugiriendo la Serpiente de bronce de Moisés, que 
había sido alzada en una cruz en forma de la letra Tau, en el desierto, para sanar a la gente. 
El tercer pilar es el Hombre mismo, macrocósmico y microcósmico, el pilar central en el 
diagrama del Árbol de la Vida. Es el pilar de Enoch, el Iniciado, sobre el cual en un momento 
particular, ciertos Sabios inscribieron una Palabra Secreta o Nombre, la cual escrita verticalmente 
en letras hebreas, describiría la forma de un hombre con la Yod como cabeza y He-Vau-He como 
su cuerpo. Este hombre es un andrógino divino, como se muestra en la disposición Jah-Hawwa, 
Dios Padre-Madre: J y E-V-E. De este misterio, el neófito puede decir: YO SOY ESE.Dado que en 
verdad hay solo tres letras en el Nombre Sagrado, estando repetida la He, es el triángulo también 
sagrado para la Palabra Perdida y es usado en arte como el símbolo de la Trinidad, siendo 
mostrado en el Árbol de la Vida como la sucesión de tríadas. 
En los Misterios cristianos, el tercer pilar se relaciona con el Sacrificio de Cristo, la encarnación 
del arcángel supremo y la elevación de Hiram Abiff en la persona de Lázaro, que es también San 
Juan. En los órdenes de la arquitectura es el Niño, como Jachín y Boaz son Padre y Madre. 
La estructura del Templo, con sus dos salas, se alzaba en el atrio de los sacerdotes, que 
sostenía el Lavatorio de Bronce y el Altar para quemar las ofrendas, conjuntamente con 
sus numerosos conductos de agua fluyente, y de acuerdo a la leyenda, una gran fuente borbotante 
proveniente de un manantial subterráneo. Más allá del atrio de los sacerdotes estaba el atrio de 
los israelitas, una parte para los hombres y otra para las mujeres; y en todos los costados del 
atrio de los israelitas estaba el atrio más externo o atrio de los gentiles. Los gentiles, aunque 
se convirtieran, no podían entrar al atrio de los israelitas, bajo pena de muerte. Los famosos 
“pórticos” corrían a lo largo del exterior del atrio de los gentiles. La torre militar llamada Antonia, 
en tiempos romanos, dominaba toda el área. 
 
 
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EL ÁRBOL COMO UNA CARROZA ÍGNEA 
Por otra parte, el Árbol es asimilado a una carroza de fuego, la carroza de Elías, dentro de la 
cual el profeta fue transportado al Cielo, sin pasar por la muerte. Nótese que el Arca de la Alianza 
estaba sostenida sobre dos apoyos que pasaban por unos anillos, cuando era transportada, 
durante la migración de las tribus desde Egipto hacia la tierra prometida y por tanto podemos 
declarar que el Arca era también una Carroza. El diagrama del Árbol, en verdad, semeja una 
carroza más que un árbol y aquí tenemos la explicación de muchas visiones místicas de la “Carroza 
de los ángeles” dentro de la cual el alma volaba al Cielo. Recordamos también a los querubines, 
de quienes la Biblia dice que eran la Carroza de Jehová, en la cual Dios se transportaba cuando Él 
“inclinó los cielos y descendió”. Eran sus alas las que eclipsaban el Propiciatorio en el Santo de los 
Santos, sobre el Arca. Allí, Dios se aparecía al Sumo Sacerdote, una vez cada año, durante la fiesta 
de la Expiación, como Luz y como un Arcángel. 
Las religiones populares, en todas partes, representan el alma humana, siempre al cuidado de 
los ángeles, dioses protectores, dioses y diosas guardianes. Por ello la cábala dice que cada ser 
humano tiene su ángel guardián que lo cuida durante su vida y a su muerte le conduce a su lugar 
en el Paraíso. 
El Iniciado conoce la Carroza Ígnea en una forma especial, como se profundiza en la historia de 
Simeón ben Jochai, que había sido condenado a muerte por Tito y pasó doce años escondido en 
una caverna en Galilea, donde escribió su gran libro sobre los Misterios cabalísticos. Allí fue 
visitado por Elías, el Hierofante del judaísmo esotérico y allí enseñó a su hijo y discípulo. Salió del 
cuerpo mientras enseñaba la doctrina sagrada e inmediatamente una luz deslumbrante llenó la 
obscura caverna, en tanto que otra luz aparecía a su entrada. Por fin, las dos luces desaparecieron 
y entonces los discípulos supieron que la “lámpara de Israel se había extinguido”. Cuando su 
cuerpo era trasladado al lugar del entierro, el sarcófago pareció envolverse en una vívida llama y 
esta llama le precedía; y cuando el sarcófago era depositado en la tumba, una voz de los Cielos 
exclamó: 
 “¡Este es aquél por quien la tierra tembló y los reinos se agitaron!”. 
Posteriormente, su hijo y los discípulos recolectaron todos sus escritos acerca de la Doctrina 
Secreta de Israel, de modo de ser preservados para la posteridad, como había sido conservado 
anteriormente por Adán, que los había recibido de los ángeles, que a su vez lo habían recibido de 
Dios cuando ellos formaron una academia teosófica en el Paraíso. Estos ángeles, a su vez, 
enseñaron la cábala a los descendientes de Adán de modo que ellos pudieran encontrar la senda 
de regreso a su Fuente. Por lo cual, la cábala es “aquello que es recibido”, de la palabra hebrea 
que significa “recibir” la tradición oral o secreta. 
El universo procede de una Trinidad de Flama y “quienquiera que desee tener una percepción 
profunda de la sagrada unidad, que considere una llama elevándose de un carbón ardiente o de 
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una lámpara encendida. Primero verá una doble luz, una blanca brillante (amarilla) y una luz negra 
(o azul); la luz blanca está encima y asciende en línea recta, en tanto que la azul u obscura está 
abajo y parece el asiento de la anterior, sin embargo ambas están conectadas tan íntimamente 
con el material incandescente, que a su vez está debajo. La luz blanca nunca cambia de color; 
siempre permanece blanca, pero en la luz inferior pueden distinguirse varios tonos, en tanto que 
la luz inferior, además, toma dos direcciones: hacia arriba se conecta con la luz blanca y hacia 
abajo con la materia incandescente. Ahora bien, esto está constantemente consumiéndose y 
eternamente asciende hacia la luz superior y así todo se mezcla en una sola unidad… La creación, 
o universo, es simplemente el traje de Dios, tejido con la propia substancia de la Deidad”. Por lo 
tanto, “cuando lo Oculto de todo lo Oculto quiso revelarse a Sí mismo, primero hizo un punto (la 
primera Séfira), la forma dentro de una sagrada forma (la totalidad de las Séfiras) y lo cubrió con 
un espléndido vestido, que es este mundo”. 
 
QUE LOS HOMBRES PUEDAN ENCONTRAR UN SENDERO 
Hemos visto que hay diez círculos que cuelgan en el Árbol de la Vida, los que están conectados 
por “senderos”. Los diez círculos son las diez estaciones de las diez Séfiras en el Árbol Cósmico; 
ellas están conectadas por veintidós senderos, sumando treintaidós en total. Estos son senderos 
para meditación. El pilar central es llamado el Sendero de la Flecha, porque va derecho hacia a la 
Altura de Dios. Sobre él están colgadas las estaciones de las luminarias, el Sol y la Luna, con la 
Blanca Gloria de Kether en el ápice y el fuego subterráneo de Sandalphon y Malkuth en la base. 
Aunque la Doctrina Secreta era enseñada por los ángeles en el Paraíso al comienzo mismo de 
los tiempos, pasó a través de intermediarios humanos, de edad en edad, en el mundo. Adán la 
trajo del Edén y la dio a Seth; de Seth pasó, a través de las líneas patriarcales a Enoch y de Enoch a 
Noé que la protegió durante el diluvio. El Ángel de la Presencia, a su vez, la reveló a Moisés, en 
el monte Sinaí, quien la pasó a los setentaidós Ancianos, o Príncipes de Israel.El hecho de que 
fueran setentaidós Ancianos sugiere una división de cada uno de los doce signos del Zodíaco en 
seis partes en lugar de los tres decanatos usuales en la astrología moderna. Más tarde, los hijos de 
Leví tomaron a su cargo los documentos, ya que fue Ithamar, el hijo de Leví, quien primero 
escribió la doctrina de Moisés. Los levitas y escribas la tuvieron a su cuidado a partir de entonces. 
 Protegieron los libros secretos a través del período histórico en Palestina y durante el exilio 
en Babilonia; Esdras, el escriba del Altísimo, a su vez reunió todos los libros sagrados, “de modo 
que los hombres puedan encontrar el Sendero”. 
Los esenios y los primeros cristianos se autodenominaron “seguidores del Camino o Sendero” 
y Juan el Bautista, como sus camaradas esenios, declaró que él había venido a preparar el Camino 
o Sendero en el desierto. 
 
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El número básico de senderos cabalísticos es de diez estaciones sefiróticas en el Árbol, más 
veintidós, el número de la letras del alfabeto, o sea, treintaidós senderos. A esto se agregan los 
setentaidós senderos que representan a los setentaidós Príncipes de Israel, quienes recibieron la 
doctrina de Moisés en el Sinaí. El Sanedrín o Concilio de la nación hebrea consistió en setentaiuno 
o setentaidós miembros provenientes de todas las tribus. 
Dado que el número once señala un Misterio especial, de nuevo observamos que se relaciona 
con la Séfira Invisible, la cual es el Misterio de los Misterios para las almas en encarnación. Jod o 
Yod es la décima letra; Kaph la decimoprimera, señala la decimoprimera Séfira cuyo nombre es 
Daath, en tanto que el número veintidós señala la Cruz-Cósmica. 
El sendero de Daath no está descrito, pero el místico lo ve como haciendo un arco sobre el 
Abismo de la Trinidad y reflejado en las obscuras aguas del más profundo abismo. 
Las veintidós letras pertenecientes a los veintidós senderos que conectan las diez estaciones, 
comienzan con Aleph, Beth y Guimel; pero de estas tres letras solo Aleph, una letra madre penetra 
a través de Kether, el que es la gloriosa Corona del pilar central. En la Tríada de Kether están las 
tres letras madres del Pilar Central. En la Tríada de Kether se incluye Hochmah (Sabiduría) y Binah 
(Entendimiento). A menudo se dice que éstas rigen el Zodíaco y la esfera de Saturno; pero hay 
diferentes disposiciones. En su Divina Comedia, Dante ubica a Saturno bajo el Abismo de la 
Trinidad, no encima de él. Hochmah y Binah simbolizan el Dios Padre-Madre. Kether, en el pilar 
central, representa la fuerza central equilibrante, la que armoniza a ambas y las unifica. Tras 
Kether está el Inmanifestado, la Luz Ilimitada del Infinito y la Luz Cósmica primordial. 
Aleph, la primera letra, encabeza el peregrinaje de llamas descendiendo de la altura 
inescrutable de Kether. Es la única vocal en el alfabeto de veintidós letras. 
Dado que hay diez Séfiras, hay tres Tríadas o Trinidades que cuelgan en el Árbol de la Vida y las 
Séfiras del Pilar Central constituyen la fuerza armonizadora para todas ellas. La segunda Tríada es 
la de Júpiter, Marte y el Sol: Hesed, Gueburah y Tiphereth, que significan: Misericordia o Amor, 
Fuerza o Severidad y Belleza. Tiphereth es la fuerza del Pilar Central. La tercera Tríada es la de 
Mercurio, Venus y la Luna, con la Luna como poder del Pilar Central. Sus nombres son Netzah, 
Hod y Yesod, que significan: Gloria, Victoria y Fundamentos. La Luna en Yesod es el poder 
equilibrante del Pilar Central para Mercurio y Venus. 
La Tierra está al fondo y su reino es Malkuth, cuyo arcángel es Sandalphon. Los cabalistas no 
están de acuerdo acerca de los varios nombres de los arcángeles y su soberanía sobre los planetas; 
pero nosotros seguimos, en este estudio, el listado según lo proporciona Max Heindel, aunque el 
señor Heindel no establece el nombre del arcángel de la Tierra, por lo tanto hemos usado el 
nombre Sandalphon según lo dan los cabalistas. Sandalphon también se escribe Synandelphon. 
Samael es el ángel de la ira y Satanael es el ángel del rencor y desesperanza. Los dos principios o 
 
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fundamentos de la conciencia del Infierno, que pertenecen al abismo más profundo y no son 
mostrados en el árbol. 
El libro de los Jubileos correlaciona las veintidós letras del alfabeto hebreo con los seis días de 
la Creación, como se dan en el Génesis. De acuerdo a este libro, fue el ángel de la Presencia 
(Miguel), quien iluminó a Moisés en el monte Sinaí, revelándole cómo en el primer día Dios creó 
los cielos y la tierra y las aguas y todos los espíritus que le sirven - los ángeles de la Presencia, los 
ángeles de la Santificación, los ángeles del Espíritu del Fuego y Vientos y Nubes - seguidos por 
otros trabajos en cada uno de los días sucesivos hasta que al fin de los seis días Él había 
completado veintidós trabajos, incluyendo la creación de la humanidad. En el Sabbath Dios 
descansó. Existen fuertes similitudes aquí con el Sepher Yetsirah, “el libro de la Creación” o de las 
Formaciones, de Simeón. 
“Macho y hembra Él los creó”, es el estribillo constante y esto es mostrado de nuevo en los 
Misterios cabalísticos con los poderes Positivo y Negativo equilibrados por el poder del pilar 
central. La cábala postula dos Principios en la Naturaleza, masculino y femenino en esencia, 
representados por los dos pilares a izquierda y derecha del diagrama del Árbol. 
Estos son los dos Poderes o Principios, Dios Padre-Madre, Jah-Hawwah, separados; pero 
unidos están inscritos sobre el pilar central y coronado con la Corona de Kether. Inscritos así, 
representan al Hijo de Dios, el Unigénito, el Cristo Cósmico o Metatrón a quien Philo Judeaus 
calificó “el Espíritu del proceso Cósmico” porque es Él quien se desarrolla a Sí mismo en todas las 
Emanaciones sucesivas. Él es “esa Palabra” que estaba “en el principio en Dios y sin la 
cual nada de lo hecho habría sido hecho”. 
Las tres primeras letras, Aleph, Beth y Guimel, encabezan la secuencia de letras, pero son solo 
las tres letras madres: Aleph, Mem y Shin, los “espíritus del fuego, del viento y de las nubes” de los 
Jubileos, que tienen un lugar en la Tríada Celestial, la palabra una y triuna que procede de la Boca 
de Dios, en Aliento, Calor y Sonido, que las consonantes forman en sílabas. 
Dado que cada Sephiroth tiene su arcángel, de igual forma las doce tribus de Israel fueron 
gobernadas por un Príncipe-arcángel, en tanto que la nación como un todo era gobernada por 
Miguel (Quién es como Dios). El Templo de Jerusalén era el foco central de las doce tribus, así 
como el Sol es el foco de los poderes del Zodíaco. La Tierra

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