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Joaquín López Calvo – 22/02/2021 Comunicación III – Gassman Programa: 2º cuatrimestre - 2020 Textos: 31 Páginas: 1149 Páginas firmadas solo por mujeres: 12 (1,04%) Promedio de las fechas de publicación: 1965 Motivación y método de resumen: Mi objetivo al preparar el resumen fue único: aprobar la materia (con 9, todo gracias a este resumen). Para compartirlo tuve dos motivaciones: Primero, me parece injusto que estudiantes que quieran trabajar en marketing, datos, periodismo o políticas públicas deban fumarse esta epistemología hardcore obligatoriamente (o lo que sería peor, los flashes lisérgico-metafísicos de la otra cátedra que da clases cuando quiere); hay mucho mito con esta materia y asusta. Segundo, estoy cansado de quejarme de lo atrasada que está nuestra carrera y no hacer nada al respecto; ojalá este resumen sirva a tantos a aprobar la materia que se vuelva fácil y los docentes se vean obligados a cambiar los textos, en una de esas agregan algo escrito por mujeres o del siglo XXI. Si estos deseos son demasiado ambiciosos, me contento con que solo una persona suba aunque sea un puntito en el final gracias a este resumen. Ojalá esa persona seas vos que estás leyendo ahora. Todo lo que encuentren entre corchetes son notas propias, aclaraciones más que nada, y lo subrayado también es mío (a partir de la Unidad 3 se pone intenso, fue cuando me di cuenta de que mejor no imprimirlo), las itálicas son de los autores. Mi método fue: ver todas las clases, leer todo 2 veces y después comenzar a resumir. Este quiso ser antes un resumen de textos que de conceptos, aunque en algún caso encontrarán “esta parte queda afuera porque no lo dieron en clase” quise limitarme a recortar partes directas de los textos. Esa decisión plantea un trade-off. Por una parte, es positivo en tanto se usan los mismos términos que los autores y se puede dar cierta reposición de lectura en una materia elefantiásica dentro de una carrera más elefantiásica aún; pero por otro lado, el resumen quedó un tanto largo y extensivo para una lectura rápida, y en textos con una claridad discutible como el de Passeron, esa ilegibilidad puede haberse traspasado al resumen. Hice lo mejor que pude. No le tengas miedo a Comu III, el cuco no existe -y si existe, no creo que se vea como el protagonista de “Up” y sonría al final de los teóricos-. Me gustaría que este resumen se pase y no muera acá, que ayude a la mayor cantidad de gente posible. Nada reemplaza a leer los textos, pero les prometo que lo que van a leer a continuación es lo más aproximado. INTRODUCCIÓN PIERRE BOURDIEU y JEAN CLAUDE PASSERON, “El oficio del sociólogo”. Introducción y partes primera y segunda. (1973) INTRODUCCIÓN: EPISTEMOLOGÍA Y METODOLOGÍA El método –escribe Auguste Comte- no es susceptible de ser estudiado separadamente de las investigaciones. Los grandes procedimientos lógicos no pueden aún ser explicados, con suficiente precisión, por separado de sus aplicaciones. Al negarse a disociar el método de la práctica, este texto rechaza todos los discursos del método que amenazan imponer a los investigadores una imagen desdoblada del trabajo científico. Cuando se ha establecido, como tesis lógica, que todos nuestros conocimientos deben fundarse sobre la observación, que debe procederse de los principios hacia los hechos y de los hechos a los principios Bourdieu dirá que estamos ante una falsa pretensión de una única ciencia positiva. Si bien es cierto que los métodos se distinguen de las técnicas por lo menos en que estos son “lo suficientemente generales como para tener valor en todas las ciencias o en un sector importante de ellas”, esta reflexión sobre el método debe asumir el riesgo de rever los análisis más clásicos de la epistemología de las ciencias de la naturaleza. Es necesario someter las operaciones de la práctica sociológica a la polémica de la razón epistemológica para definir, y si es posible inculcar, una actitud de vigilancia, que encuentre en el completo conocimiento del error y de los mecanismos que los engendran uno de los medios para superarlo. A la tentación que siempre surge de transformar los preceptos del método en recetas de cocina científicas solo puede oponérsele un ejercicio constante de la vigilancia epistemológica que, subordinando el uso de técnicas y conceptos a un examen sobre las condiciones y los límites de su validez, proscriba la comodidad de una aplicación automática de procedimientos probados y señale que toda operación, no importa cuán rutinaria y repetida sea, debe repensar a sí misma y en función del caso particular. Los instrumentos solo deberían ser juzgados en su uso. La investigación empírica no necesita comprometer una teoría general y universal del sistema social para escapar al empirismo, siempre que ponga en práctica efectiva, en cada una de sus operaciones, los principios que los constituyen como ciencia, proporcionándole un objeto caracterizado por un mínimo de coherencia teórica. Propone diferenciar el ars inveniendi del ars probandi. Ya volveremos sobre ello, pero como anticipo, la primera se trata de las reglas para la invención mientras que la segunda se refiere a la prueba. Ambas son partes igualmente importantes de la labor científica y así lo corroborará con abstracciones y ejemplos. La mayoría de los errores a los que se exponen la práctica sociológica y la reflexión sobre la misma radican en una representación falsa de la epistemología de las ciencias de la naturaleza y de la relación que mantiene con la epistemología de las ciencias del hombre. Así, epistemologías tan opuestas como el dualismo de Dilthey y el positivismo ignoran la filosofía exacta de las ciencias naturales. De hecho, el positivismo efectúa solo una caricatura del método de las ciencias exactas. El carácter subjetivo de los hechos sociales y su irreductibilidad a los métodos rigurosos de la ciencia conforma una constante en la historia de las ideas que la crítica del positivismo mecanicista solo reafirma. Hayek concluye que los hechos sociales se diferencian “de los hechos de las ciencias físicas en tanto son creencias u opiniones individuales” y, por consiguiente, “no deben ser definidos según lo que podríamos descubrir sobre ellos por los métodos objetivos de la ciencia sino según lo que piensa la persona que actúa.” [Breve salto] No se trata tampoco de negar que la formalización lógica constituye uno de los instrumentos más eficaces del control epistemológico. Pero la implementación legítima de los instrumentos lógicos opera demasiado a menudo como garantía de la enfermiza predilección por ejercicios metodológicos cuyo único fin discernible es posibilitar la exhibición de un arsenal de medios disponibles. Frente a algunas investigaciones concebidas en función de las necesidades de la causa lógica o metodológica, no puede sino evocarse con Abraham Kaplan [esta es linda], la conducta de un borracho que, habiendo perdido la llave de su casa, la busca sin embargo con obstinación bajo la luz de un farol ya que alega que allí se ve mejor. El hecho científico se conquista, construye, comprueba, implica rechazar al mismo tiempo el empirismo que reduce el acto científico a una comprobación. La simple remisión a la prueba experimental no es sino tautológica en tanto no se acompañe de una explicación de los supuestos teóricos que fundamentan una verdadera experimentación, y esta explicitación no adquiere poder heurístico en tanto no se le adhiera la explicitación de los obstáculos epistemológicos que se presentan bajo una forma específica en cada práctica. PRIMERA PARTE: LA RUPTURA I. El hecho se conquista contra la ilusión del saber inmediato La vigilancia epistemológica se impone particularmente en el caso de las ciencias del hombre, en las que la separación entre la opinión común y el discurso científico es más imprecisa que en otros casos. (…) La familiaridad con el universo social constituye un obstáculo epistemológico por excelencia para el sociólogo,porque produce continuamente concepciones o sistematizaciones ficticias, al mismo tiempo que sus condiciones de credibilidad. El sociólogo no ha saldado cuenta con la sociología espontánea y debe imponer una polémica ininterrumpida, con las enceguecedoras evidencias que presentan, a bajo precio, las ilusiones del saber inmediato y la riqueza insuperable. Le es igualmente difícil establecer la separación entre la percepción y la ciencia –que, en el caso del físico, se expresa en una acentuada oposición entre el laboratorio y la vida cotidiana- como encontrar en su herencia teórica los instrumentos que le permitan rechazar radicalmente el lenguaje común y las nociones comunes. I-1. Prenociones y técnicas de ruptura Las prenociones son “representaciones esquemáticas sumarias” que se “forman en la práctica y para ella”, como lo observa Durkheim, reciben su evidencia y “autoridad” de las funciones sociales que cumplen. En definitiva, opiniones primeras sobre los hechos sociales que se presentan como una colección falsamente sistematizada de juicios de uso alternativo. La influencia de las nociones comunes es tan fuerte que todas las técnicas de objetivación deben ser aplicadas para realizar efectivamente una ruptura. Durkheim atribuía a la función de ruptura la definición previa del objeto como construcción “provisoria” destinada, ante todo, a “sustituir las nociones del sentido común por una primera noción científica. En efecto, en la medida en que el lenguaje común y ciertos usos especializados de las palabras comunes constituyen el principal vehículo de las representaciones comunes de la sociedad, una crítica lógica y lexicológica del lenguaje común surge como el paso previo más indispensable para la elaboración controlada de las nociones científicas. La relación con el objeto nunca es de puro conocimiento, los datos son demasiado humanos y tienden a imponérsele estructuras de objeto. Al desmontar las totalidades concretas y evidentes que se presentan a la intuición, para sustituirlas por el conjunto de criterios abstractos que se definen sociológicamente –profesión, ingresos, nivel de educación, etc.- se desgarra la trama de relaciones que se entreteje continuamente en la experiencia, el análisis estadístico contribuye a hacer posible la construcción de relaciones nuevas, capaces, por su carácter insólito, de imponer la búsqueda de relaciones de un orden superior que den razón de este. El descubrimiento no se reduce nunca a una simple lectura de lo real. Si se insiste demasiado sobre el papel del azar en el conocimiento científico, se corre el riesgo de suscitar las representaciones más ingenuas del descubrimiento resumidas en el paradigma de la manzana de Newton: la captación de un hecho inesperado supone, al menos, la decisión de prestar una atención metódica a lo inesperado, y su propiedad heurística depende de la pertinencia y de la coherencia del sistema de relaciones que pone en cuestión. El acto de descubrir debe romper las relaciones más aparentes, para hacer surgir el nuevo sistema de relaciones entre los elementos. Una investigación seria conduce a reunir lo que vulgarmente se separa o a distinguir lo que vulgarmente se confunde. I-2. La ilusión de la transparencia y el principio de la no-conciencia Creyendo ser dueño de sí mismo y de su propia verdad, no queriendo reconocer otro determinante que el de sus propias determinaciones, el humanismo ingenuo opera en un intento por establecer que el sentido de las acciones más personales y más “transparentes” no pertenecen al sujeto que las ejecuta sino al sistema total de relaciones en las cuales, y por las cuales, se realizan. Las falsas profundidades que promete el vocabulario de las “motivaciones” [un poquito de tierra a la MCR] quizá tengan por función salvaguardar a la filosofía de la elección, adornándola de prestigios científicos. Las relaciones sociales no podrían reducirse a relaciones entre subjetividades animadas de intenciones o “motivaciones” porque ellas se establecen entre condiciones y posiciones sociales y tienen, al mismo tiempo, más realidad que los sujetos que las ligan. El principio explicativo del funcionamiento de una organización está muy lejos de que lo suministre la descripción de las actitudes, las opiniones y aspiraciones individuales; en rigor, es la captación de la lógica objetiva de la organización lo que proporciona el principio capaz de explicar, precisamente, aquellas actitudes, opiniones y aspiraciones. Este objetivismo provisorio que es la condición de la captación de la verdad objetivada de los sujetos, es también la condición de la comprensión total de la relación vívida que los sujetos mantienen con su verdad objetivada en un sistema de relaciones objetivas. I-3. Naturaleza y cultura: substancia y sistema de relaciones Tantas veces condenado, el concepto de naturaleza humana subsiste bajo la especie de conceptos como “tendencias”, “propensiones” de los economistas, “motivaciones” de la psicología social o “necesidades” y “pre-requisitos” del análisis funcionalista. Al recurrir a factores que son por definición transhistóricos y transculturales, se corre el riesgo de dar por explicado precisamente lo que hay que explicar, se condena, en el mejor de los casos, a dar cuenta solamente de las semejanzas entre instituciones, dejando escapar a aquellos que determina su especificidad histórica o su originalidad cultural. I-4. La sociología espontánea y los poderes del lenguaje El lenguaje común que, en tanto tal, pasa inadvertido, encierra en su vocabulario y sintaxis toda una filosofía petrificada de lo social siempre dispuesta a resurgir en palabras comunes que el sociólogo utiliza inevitablemente. Cuando se presenta ocultas bajo las apariencias de una elaboración científica, las prenociones pueden abrirse camino en el discurso sociológicamente sin perder por ello la credibilidad que les otorga su origen. [Cruzar con Wittgenstein] Solo el análisis de la lógica del lenguaje común puede dar al sociólogo el medio de redefinir las palabras comunes dentro de un sistema de nociones expresamente definidas y metódicamente depuradas, sometiendo a la crítica a las categorías, los problemas y esquemas que la lengua científica toma de la lengua común y que siempre amenazan con volver a introducirse bajo los disfraces de la lengua científica más formalizada. Por no someter el lenguaje común, primer instrumento de la “construcción del mundo de los objetos”, a una crítica metódica, se está predispuesto a tomar por datos, objetos preconstruidos en y por la lengua común. Las demarcaciones que efectúa el vocabulario común no son las únicas preconstrucciones inconscientes e incontroladas que se insinúan en el discurso sociológico. Equilibrio, presión, raíz, cuerpo, célula, crecimiento, esos esquemas de interpretación, tomados a menudo del orden físico o biológico, corren el riesgo de transmitir, con el pretexto de la metáfora y de la homonimia, una filosofía inadecuada de la vida social y, sobre todo, de desalentar la búsqueda de una explicación específica. Bourdieu señala dos peligros. Primero, el “cambio de escala”, por el cual se permite transferir al nivel de la sociedad global observaciones o enunciados válidos en el nivel de grupos pequeños. Segundo, a propósito de la física Duhem señalaba que el científico se expone siempre a hallar en las evidencias del sentido común residuos de teorías anteriores que la ciencia ya ha abandonado. Así como las ciencias físicas debieron romper categóricamente con las representaciones animistas de la materia, las ciencias sociales deben efectuar la “ruptura epistemológica” que diferencia la interpretación científica del funcionamiento social de aquellas artificialistas o antropomórficas. Bachelard demuestra que la máquina de coser se inventó solo cuando se dejó de imitar los movimientos de la costurera: la sociología obtendría sin dudas sus mejores frutos de una adecuada representación de la epistemologíade las ciencias de la naturaleza, si se atuviera en cada momento a construir verdaderas máquinas de coser, en lugar de trasplantar penosamente los movimientos espontáneos de la práctica ingenua. I-5. La tentación del profetismo El sociólogo está expuesto, mucho más que cualquiera de los otros especialistas, al veredicto ambiguo y ambivalente de los no especialistas que se creen autorizados a dar crédito a los análisis propuestos. Si, como dice Bachelard, “todo químico debe luchar contra el alquimista que tiene dentro”, todo sociólogo debe ahogar al profeta social que el público le pide encarnar. La sociología profética opera, por supuesto, con la lógica según la cual el sentido común construye sus explicaciones cuando se contenta con sistematizar falsamente las respuestas que la sociología espontánea da a los problemas existenciales que la experiencia común encuentra en un orden disperso: de todas las explicaciones sencillas, las explicaciones por lo sencillo y por la gente sencilla son las más frecuentemente esgrimidas por los sociólogos proféticos que ven en fenómenos tan familiares como la televisión el principio explicativo de los “cambios mundiales”. Para ellos, una explicación cualquiera es preferible a una falta de explicación. Como en rigor, de lo que se trata es deshacerse de las representaciones angustiosas, no nos exigimos demasiado para hallar medios de alcanzarla: la primera representación por la cual lo desconocido se declara conocido hace tanto bien que se la tiene por verdadera. I-6. Teoría y tradición teórica Bachelard niega a la ciencia la seguridad del saber definitivo para recordarle que no puede progresar si no es cuestionando constantemente los principios mismos de sus propias construcciones. Cuando el sociólogo vuelve hacia el pasado teórico de su disciplina, se enfrenta no con una teoría científica constituida sino con una tradición. Compara a dos grupos igualmente equivocados, los empiristas y los teoricistas. Unos, se lanzan a cuerpo descubierto a una práctica que busca encontrar en sí misma su propio fundamento teórico; otros, siguen manteniendo con la tradición la típica relación que las comunidades de literatos están acostumbrados a conservar con un corpus en que los principios que se proclaman disimulan los supuestos en tanto más inconscientes cuanto más esenciales son. La ruptura con las teorías tradicionales y la típica relación con las mismas, no es más que un caso particular de la ruptura con la sociología espontánea: cada sociólogo debe tener en cuenta los supuestos científicos que amenazan con imponerle sus problemáticas, sus temáticas y sus esquemas de pensamiento. Así, por ejemplo, hay problemas que los sociólogos omiten plantear por la tradición profesional no los reconoce dignos de ser tenidos en cuenta. [ver Angenot] I-7. Teoría del conocimiento sociológico y teoría del sistema social. La función primordial de la teoría es la de asegurar la ruptura epistemológica y concluir en el principio que explique las contradicciones, incoherencias o lagunas que sólo él hacer surgir en el sistema de leyes establecido. La teoría del conocimiento sociológico, como sistema de normas que regulan la producción de todos los actos y de todos los discursos sociológicos posibles, es el principio generar de las diferencias teorías parciales de lo social, y por ello el principio unificador del discurso propiamente sociológico que hay que cuidarse de confundir con una teoría unitaria de lo social. Confundir la teoría del conocimiento sociológico, que es del orden de la metaciencia, con las teorías parciales de lo social, que implican a los principios de la metaciencia sociológica, es condenarse ya sea a la renuncia de hacer ciencia, ya sea a considerar una síntesis necesariamente vacía de teorías generales de lo social por metaciencia. SEGUNDA PARTE: LA CONSTRUCCIÓN DEL OBJETO II. El hecho se construye: las formas de la renuncia empirista El punto de vista –dice Saussure- crea el objeto. Weber dirá que solo allí donde se aplica un método nuevo a nuevos problemas y donde, por lo tanto, se descubren nuevas perspectivas nace una “ciencia” nueva. La investigación científica se organiza de hecho en torno de objetos construidos que no tienen nada de común con aquellas unidades delimitadas por la percepción ingenua. El autor vuelve sobre el principio durkheiminiano según el cual “hay que considerar a los hechos sociales como cosas”. El segundo prefacio de Las reglas dice claramente que se trata de precisar una actitud mental y no de asignar al objeto un status ontológico. Nada se opone más a las evidencias del sentido común que la diferencia entre objeto “real”, preconstruido por la percepción y objeto científico, como sistema de relaciones expresamente construido. No basta multiplicar el acoplamiento de criterios tomados de la experiencia común para construir un objeto que, producto de una serie de divisiones reales, permanece como un objeto común y no accede a la dignidad de objeto científico justamente porque se somete a la aplicación de las técnicas científicas. Un objeto de investigación, por más parcial y parcelario que sea, no puede ser definido y construido sino en función de una problemática teórica que permita someter a un sistemático examen todos los aspectos de la realidad puestos en relación por los problemas que le son planteados II-1. Las abdicaciones del empirismo Lo real no tiene ninguna iniciativa, puesto que solo puede responder si se lo interroga. La teoría domina al trabajo experimental desde la misma concepción de partida hasta las últimas manipulaciones de laboratorio, sin teoría no es posible ajustar ningún instrumento ni interpretar una sola lectura. No existen hechos que puedan trascender tal como son a la teoría para la cual y por la cual fueron creados. Incluso Bourdieu va a hacer cierta crítica a los análisis secundarios de datos, que no fueron construidos para el fin del investigador. En sociología los “datos”, aún los más objetivos, se obtienen por la aplicación de estadísticas (cuadros de edad, nivel de ingresos, etc.) que implican supuestos teóricos y por eso dejan escapar información que hubiera podido captar otra construcción de hechos. Los hechos no hablan, quizá la maldición de las ciencias del hombre sea la de ocuparse de un objeto que habla. Cada vez que el sociólogo cree eludir la tarea de construir los hechos en función de una problemática teórica, es porque está dominado por una construcción que desconoce que él desconoce como tal, recogiendo al final nada más que los discursos ficticios que elaboran los sujetos para enfrentar la situación de encuesta y responder a preguntas artificiales. Cuando el sociólogo renuncia al privilegio epistemológico cae siempre en la sociología espontánea. II-2. Hipótesis o supuestos Toda práctica científica, incluso y sobre todo cuando invoca el empirismo más radical, implica supuestos teóricos y el sociólogo no tiene más alternativa que moverse entre interrogantes inconscientes, por tanto incontroladas e incoherentes. Negar la formulación explícita de un cuerpo de hipótesis basadas en una teoría, es condenarse a la adopción de supuestos tales como las prenociones de la sociología espontánea y de la ideología, es decir, los problemas y conceptos que se tienen en tanto sujeto social cuando no se los quiere tener como sociólogo. Aun cuando se liberara de los supuestos de la sociología espontánea, en la práctica sociológica no podría realizar nunca el ideal empirista el registro sin supuestos, aunque más no fuera por el hecho de que utiliza instrumentos y técnicas de registro. Todas las operaciones de la práctica sociológica, desde la elaboración de los cuestionarios y la codificación hasta el análisis estadístico son otras tantas teorías en acto. El muestreo al azar, por ejemplo, puede aniquilar las estructuras de grupos. II-3. La falsa neutralidad de las técnicas: objeto construido o artefacto [Salteo casi todo esteapartado salvo por…] El hecho construido, según procedimientos formalmente irreprochables, pero inconscientes de sí mismos, puede no ser otra cosa que un artefacto. Los que obran como si todos los objetos fueran apreciables por una sola y misma técnica olvidan que las diferentes técnicas pueden contribuir, en medida variable y con desiguales rendimientos, al conocimiento del objeto. II-4. La analogía y la construcción de hipótesis El positivismo tiende a ver en la hipótesis sólo el producto de una generación espontánea que espera ingenuamente que el conocimiento de los hechos conduzca de modo automático a la formulación de hipótesis. Pero, a propósito del procedimiento paradigmático de Galileo, una hipótesis como la de la inercia no puede ser conquistada ni construida sino a costa de un golpe de estado teórico que, al no hallar ningún punto de apoyo en las sensaciones de la experiencia, no podía legitimarse más que por la coherencia del desafío imaginativo lanzado a los hechos. II-5. Modelo y teoría El modelo proporciona el sustituto de una experimentación a menudo imposible en los hechos. Si hay que precaverse de los falsos prestigios y prodigios de la formalización sin control epistemológico es porque amenazan inducir a que se pueda ahorrar el trabajo de abstracción, que es el único capaz de romper con las semejanzas aparentes de las analogías ocultas. La construcción de un modelo hace surgir por ello propiedades ocultas que no se revelan sino en la puesta en relación. UNIDAD 1: LA CONSTRUCCIÓN DEL OBJETO EN LA MCR CARL HOVLAND et al., “Efecto a corto y a largo plazo en el caso de films de ‘orientación’ o propaganda”. (1949) [Es difícil resumir una investigación. Recomiendo leerla directamente del texto] El film utilizado en este estudio fue The Battle of Britain, elegido en parte porque sus efectos iniciales habían sido probados como amplios por un estudio previo. Se implementó la pauta experimental “antes-después” [ver Hyman]. El cuestionario “antes” fue entregado a diez compañías de reclutas de Infantería durante la primera semana del estudio (abril 1943). Durante la segunda semana, el film fue exhibido ante cinco de las diez compañías. Las otras cinco compañías eran controles y no vieron el film durante el estudio. Cinco días después del pase del film, tres de las compañías que lo habían visto y tres de las compañías de control recibieron el cuestionario “después”. Estas seis compañías fueron utilizadas para determinar los efectos del film a corto plazo. Las cuatro compañías restantes (dos de control y dos experimentales) fueron empleadas nueve semanas después del pase del film para determinar los efectos a largo plazo del mismo. Se empleó un intervalo de nueve semanas porque era el período más largo durante el cual las compañías conservarían el mismo personal. Muestran la Tabla 1 con preguntas del ítem supuestos. En resumen, preguntan por datos como “La Luftwaffe era diez veces más numerosa que la RAF” o “Goering era el jefe de las fuerzas aéreas alemanas” a los distintos grupos: corto plazo, control, largo plazo. Todos los ítems mostraron una reducción con el paso del tiempo, excepto algunos con efectos a corto plazo muy pequeños. La media de largo plazo en los “supuestos” fue ligeramente inferior a la mitad de la obtenida en la medición de corto plazo, por lo tanto la retención fue de alrededor del 50% después de 9 semanas. En contraste con los hallazgos anteriores para los ítems “supuestos”, los resultados para los ítems de “opinión” no muestran una reducción general durante el intervalo de nueve semanas. La variación de las diferencias entre los “efectos” de corto plazo y largo plazo fue del 40,3%. En cambio cuando los grupos fueron comparados antes del film, la gama de las diferencias de segundo orden fue tan solo del -7% al +7% con una variación del 14,6%. La Tabla 2 presenta preguntas de opinión, que ya veremos estuvieron severamente afectadas por el paso del tiempo. Preguntas como “La RAF infligió a los nazis su primera derrota real” o “Los obreros norteamericanos en las fábricas de guerra no deberían trabajar más horas” tuvieron una media prácticamente igual para los efectos de corto y largo plazo. Conclusiones: En el presente estudio, la retención de opiniones –que corresponde a la sustancia- promedió por encima del 100%, en tanto que el recuerdo de los hechos descendió hasta la mitad de su valor inicial. La hipótesis de los “efectos latentes” no tuvo el apoyo de los datos. Al menos en el caso de este film, se obtuvieron mayores efectos en las actitudes nueve semanas después que tras un lapso de solo cinco días, sin embargo los resultados no son muy consistentes de un punto al otro. Por último, presenta algunas hipótesis ad hoc que no pueden ser comprobadas en el presente experimento pero pueden ser consideradas como campo útil para futuros estudios: el olvido de una fuente inicialmente descartada, la interpretación diferida en un contenido relevante, o la conversión de detalles en actitudes. [No creo que valga la pena explicarlas en profundidad] Aunque inconclusivos, los resultados tienen significación en dos problemas importantes: 1- Soportan la hipótesis de que los cambios en opiniones de una índole general más que en los casos de carácter específico pueden mostrarse efectos crecientes con el tiempo. 2- Enfocan la atención sobre el problema metodológico de seleccionar el momento en el tiempo en que deberían hacerse las mediciones después de una presentación para detectar sus plenos efectos. Los estudios se iniciaron con la presunción de un deterioro de los efectos con el tiempo, supuesto que no parece válido en el caso de opiniones. MAURO WOLF, “La investigación de la comunicación de masas. Críticas y perspectivas”. Páginas 21 a 90 (1985) 3 determinaciones guiarán el análisis de las distintas teorías en la investigación sobre medios: A- El contexto histórico, social y económico en que un modelo teórico sobre las comunicaciones ha aparecido o se ha difundido. B- El tipo de teoría social implícita o explícitamente declara de las teorías metodológicas. C- El modelo de proceso comunicativo que presenta cada teoría. A veces las teorías no se refieren a momentos cronológicamente sucesivos sino coexistentes. 1- La “teoría” hipodérmica La postura sostenida por dicho modelo se puede sintetizar con la afirmación de que “cada miembro del público de masas es personal y directamente ‘atacado’ por el mensaje”. Los elementos que más caracterizaron su contexto fueron la novedad de las comunicaciones de masas y la conexión con las trágicas experiencias totalitarias de aquel período histórico. El principal elemento de la teoría hipodérmica (que también podría describirse como una teoría de y sobre la propaganda en tanto este es su tema central) es la presencia explícita de una “teoría” sobre la sociedad de masas. Existen numerosas variantes existentes en el concepto de sociedad de masas, visiones conservadores, la de Ortega y Gasset, la de Simmel, pero todas tienen ciertos rasgos comunes. Las masas son una agregación homogénea de individuos que –en cuanto a sus miembros- son sustancialmente iguales, no diferenciables, aunque procedan de ambientes distintos, heterogéneos, y de todos los grupos sociales. Las masas se componen de personas que no se conocen y carecen de tradiciones, reglas de comportamiento, liderazgo y estructura organizativa. El principal supuesto problemático es que los individuos permanecen aislados, anónimos, separados, atomizados, aunque también se revisará la idea de masas como agregación más allá de los vínculos comunitarios preexistentes y la debilidad de una audiencia pasiva, indefensa, fragmentada. Podría interpretarse cierto individualismo metodológico cuando desde la teoría hipodérmica se entiende que “cada individuo es un átomo aislado que reacciona por separado a las órdenes y a las sugerencias de los medios de comunicación de masa monopolizados”. Lo que es seguro esque la teoría de la acción de la psicología conductista es basal en tanto distingue un sistema de acción que debe ser descompuesto en unidades compresibles, diferenciables y observables, reduciendo la compleja relación entre organismo y ambiente al par estímulo-respuesta. El modelo de Lasswell (1948) representará una estructuración orgánica, una herencia y una evolución de la teoría hipodérmica. Podemos resumirlo en: “¿Quién, dice qué, a través de qué canal, a quién, con qué efecto?”. La primera pregunta se centrará en los emisores, la segunda elabora el análisis de contenido, la tercera da lugar al análisis de los medios. Esta fórmula se convirtió en una verdadera teoría de la comunicación, estrechamente relacionada con la teoría de la información de los mensajes. Algunas premisas detrás del modelo: la iniciativa es exclusiva del comunicador y los efectos son exclusivos sobre el público, es decir, son procesos exclusivamente asimétricos; la comunicación es intencional y tiende a un fin observable y mensurable en cuanto da lugar a un comportamiento; los papeles de comunicador y destinatario aparecen aislados, independientes de las relaciones sociales. Una crítica central a esta teoría es la concepción de las audiencias como una agregación de clases, de edad, de sexo, de capa social, prestando poca atención a las relaciones implicadas en ellas. Se consideraba que todo ello no influenciaba el resultado de una campaña propagandística, las relaciones informales eran consideradas irrelevantes respecto a las instituciones de la sociedad moderna. La superación de la teoría hipodérmica tuvo lugar a través de tres vías: la primera basada en trabajos empíricos de tipo psicológico-experimental, la segunda también en trabajos empíricos pero sociológicos y la tercera fue una aproximación funcional a la temática de los mass media. La primera estudia los fenómenos psicológicos individuales que constituyen la relación comunicativa, la segunda los factores de mediación entre individuo y medio de comunicación y la tercera elabora hipótesis sobre las relaciones entre individuo y sociedad y medios masivos. 2- La corriente empírico-experimental o “de la persuasión” Tanto esta como la anterior corriente se desarrollan a partir de los años cuarenta y esta contemporaneidad hace difícil diferenciar netamente sus aportaciones por fuera de lo que fue un constante y provechoso intercambio de influencias. Además, este campo aparece muy fragmentado, compuesto por una constelación de micro investigaciones específicas, que no habían sido interrumpidas hasta la redacción de este texto. La teoría resultante consiste en la revisión del proceso comunicativo entendido como una relación mecanicista e inmediata entre estímulo y respuesta, evidenciando (por primera vez en la investigación mediológica) la complejidad de los elementos que entran en juego en la relación entre emisor, mensaje y destinatario. Se tienden a estudiar por un lado la eficacia óptima de persuasión y por otro a explicar el “fracaso” de los intentos de persuasión: los mensajes de los medios contienen particulares características del estímulo que interactúan de forma distinta con los rasgos específicos de la personalidad de los miembros que integran el público. Desde el momento en que existen diferencias individuales en las características de la personalidad entre los miembros del público es lógico deducir que en los efectos habrá variantes correspondientes a dichas diferencias individuales. En los estudios experimentales, algunas variantes vinculadas a dichas diferencias individuales se mantienen contantes mientras se manipulan las variantes cuya incidencia directa sobre el efecto de persuasión se quiere investigar [ver Hyman]. Los demás factores se mantienen constantes respecto a los dos grupos experimentales: de esta forma, si los resultados son significativos, indican la incidencia de la variante analizada sobre la aceptación del mensaje. Dos coordenadas orientan a esta teoría de los medios: la primera representada por los estudios sobre las características del destinatario, que mediatizan la relación del efecto; la segunda, por las investigaciones sobre la organización óptima de los mensajes con fines persuasivos. Esta teoría presenta una estructura lógica muy similar al modelo mecanicista de la teoría hipodérmica, pero incluye la mediación de las variantes que intervienen rompiendo con la inmediatez y uniformidad de los efectos y valorando el papel desempeñado por los destinatarios. El esquema “causa�efecto” de la anterior teoría hipodérmica sobrevive, pero integrado en un marco de análisis que se va complicando y extendiendo. El modelo sería así: Causa (es decir, estímulo) �(procesos psicológicos que intervienen)�efecto (o sea, respuesta) Los estudios más significativos y más conocidos son los realizados por Carl Hovland. En general todavía la investigación experimental proporcionaba datos útiles para aumentar la eficacia de los mensajes o en cualquier caso para poner de manifiesto sus obstáculos: el punto de vista considerado era por tanto el de los efectos deseados o proyectados por el emisor. [Acá presenta algunos factores relativos a las audiencias (interés por adquirir información, exposición selectiva, percepción selectiva) y a los mensajes (la credibilidad del comunicador, el orden de las argumentaciones, etc.), no parecen vitales a los fines de este resumen]. 3- Los estudios empíricos sobre el terreno de “los efectos limitados” El problema fundamental sigue siendo el de los efectos de los medios, pero en distintos términos que las teorías precedentes: si la teoría hipodérmica hablaba de manipulación y propaganda y la teoría psicológico-experimental se ocupaba de la persuasión, esta teoría hablará de influencia, y no solo de la ejercida por los medios sino de la más general que “fluye” entre las relaciones comunitarias, de la que la influencia de las comunicaciones de masas es solo un elemento, una parte. El “corazón” de la teoría mediológica emparentada con la investigación sociológica sobre el terreno consiste en relacionar los procesos de comunicación de masas con las características de contexto social en el que se producen. Un filón atañe al estudio de la composición diferenciada de los públicos y de sus modelos de consumo de comunicaciones masivas. Otro comprende las investigaciones sobre la mediación social que caracteriza dicho consumo. Respecto de la primera, de los estudios de consumo, existen tres formas de conocer lo que un programa significa para el público: el análisis de contenido, el análisis de las características de los distintos grupos de oyentes y el estudio sobre las gratificaciones preguntando directamente a las personas qué significa para ellas un programa. Mientras que a la hora de estudiar el contexto social se analiza la eficacia de los medios masivos en relación al ambiente en el que actúan en tanto “los efectos dependen de las fuerzas sociales dominantes en un determinado período”. El trabajo de Lazarsfeld sobre los líderes de opinión es un ejemplo de esta vertiente. El modelo de la influencia interpersonal subraya por un lado la no linealidad del proceso en el que se determinan los efectos sociales de los medios, y por otro la selectividad intrínseca de la dinámica comunicativa: en este caso, sin embargo, la selectividad obedece menos a los mecanismos psicológicos del individuo (como lo hacía en la teoría precedente) que a la red de relaciones sociales que constituyen el ambiente en el que vive y que dan forma a los grupos de lo que es parte integrante. Si comparamos al modelo psicológico-experimental y el sociológico de campo, en la situación experimental los sujetos que componen la muestra se hallan expuestos todos por igual a la comunicación, mientras que en la “situación natural” del trabajo de campo la audiencia está limitada a los que se exponen voluntariamente a la comunicación. Uno de los motivos que explican la discordanciade los resultados es que el experimento describe los efectos de la exposición sobre todo el arco de personas estudiadas, mientras que en los trabajos de campo se describen prioritariamente los efectos producidos sobre los que ya son favorables al punto de vista sostenido en la comunicación. Una segunda diferencia se refiere al tipo de tema sobre el que se valora la eficacia de los medios: en el experimento de laboratorio se estudian especialmente algunas condiciones o factores cuyo impacto sobre la eficacia de la comunicación se quiere comprobar (se eligen deliberadamente temas sobre los que obtener efectos mensurables); en cambio el trabajo de campo se refiere a las actitudes de los sujetos sobre temas más significativos y enraizados profundamente en la personalidad del individuo y por tanto más difícilmente influenciables. En resumen, mientras la investigación experimental tiende por su mismo planteamiento a enfatizar las relaciones causales directas entre dos variantes comunicativas en detrimento de la complejidad de la situación de comunicación, el trabajo de campo se acerca más al estudio naturalista de los contextos comunicativos y presta mayor atención a la multiplicidad de factores presentes simultáneamente y a las correlaciones existentes entre ellos, aunque sin poder establecer eficazmente precisos nexos causales. Algo interesante es que la forma de concebir el papel de la comunicación de masas aparece estrechamente ligada al clima social que caracteriza a un determinado período histórico: a los cambios de dicho clima corresponden oscilaciones en la actitud sobre la influencia de los medios (partiendo de la atribución de una fuerte capacidad de manipulación, pasando por una fase donde el poder de influencia es redimensionado y finalmente pasando por posiciones que atribuyen a los medios un considerable efecto, aunque diversamente motivado del proclamado inicialmente por la teoría hipodérmica). 4- La teoría funcionalista de las comunicaciones de masas Esta teoría representa una visión global de los medios de comunicación de masas en su conjunto. Tienden a explicitar las funciones desarrolladas por el sistema de comunicaciones de masas, la pregunta de fondo ya no es sobre los efectos sino sobre las funciones desempeñadas por las comunicaciones de masas en la sociedad. El desplazamiento conceptual coincide con el abandono de la idea de un efecto intencional, de un objetivo subjetivamente perseguido del acto comunicativo, para concentrar en cambio la atención sobre las consecuencias objetivamente demostrables de la acción de los medios sobre la sociedad en su conjunto o sobre sus subsistemas. Se tiene como referencia otro contexto comunicativo que en las situaciones precedentes. De una situación específica como una campaña informativa se pasa a una situación comunicativa más “normal” y habitual de la producción y difusión cotidiana de mensajes de masas. Define la problemática desde el punto de vista de la sociedad y de su equilibrio, desde la perspectiva del funcionamiento global del sistema social y de la contribución que sus componentes (incluidos los medios) aportan a la misma. Lo que define el campo de interés de una teoría de los medios ya no es la dinámica interna de los procesos comunicativos (típico en la teoría psicológico-experimental), sino la dinámica del sistema social y el papel desempeñado en ella por las comunicaciones de masas. Esta teoría representará una etapa importante en la creciente y progresiva orientación sociológica de la communication research. Si la teoría hipodérmica se remitía al objetivismo conductista y describía la acción comunicativa como una simple relación mecánica de estímulo y respuesta, la teoría sociológica del estructural-funcionalismo describe en cambio la acción social (y no el comportamiento) en su adherencia a los modelos de valor interiorizados e institucionalizados. El sistema social en su globalidad es concebido como un organismo cuyas distintas partes desempeñan funciones de integración y mantenimiento del sistema. No ya la sociedad como medio para la persecución de los fines de los individuos, sino que son estos últimos los que pasan a ser, en cuanto prestan una función, medio para la persecución de los fines de la sociedad. En la teoría estructural-funcionalista, un autor como Talcott Parsons dirá que “los seres humanos aparecen como ‘drogados culturales’ impulsados a actuar según el estímulo de valores culturales interiorizados que regulan su actividad”. La lógica que regula los fenómenos sociales está constituida por cuatro imperativos funcionales: 1- La conservación del modelo y el control de las tensiones: todo sistema social posee mecanismos de socialización que realizan el proceso mediante el cual los modelos culturales del sistema son interiorizados en la personalidad de los individuos. 2- La adaptación al ambiente social: Un ejemplo de función que responde a la adaptación es la división del trabajo. 3- La persecución de la finalidad: todo sistema social tiene varias finalidades que alcanzar para su propia supervivencia. 4- La integración: Debe haber fidelidad entre los miembros de un sistema y fidelidad al propio sistema en su conjunto. Es importante diferenciar a la función del propósito. Mientras este último implica un elemento subjetivo vinculado a la intención propia del individuo que actúa, la función está entendida como consecuencia objetiva de la acción. La sociedad es analizada como un sistema complejo que tiende al mantenimiento del equilibrio (Parsons habla de tendencia a la homeostasis), compuesto por subsistemas funcionales, cada uno de los cuales tiene la misión de resolver un problema fundamental del sistema en su conjunto. Respecto a la sociedad, la difusión de la información cumple dos funciones: proporciona la posibilidad, frente a amenazas y peligros inesperados, de alertar a los suicidas y proporciona los instrumentos para realizar algunas actividades cotidianas institucionalizadas en la sociedad, como los intercambios económicos, entre otros. En relación con el individuo, se identifican otras tres funciones: a) La atribución de status y prestigio a las personas y a los grupos objeto de atención por parte de los medios. b) El fortalecimiento del prestigio para los que se someten a la necesidad y al valor socialmente difundido de ser ciudadanos bien informados. c) El fortalecimiento de las normas sociales, es decir, una función relacionada con la ética. Existe un sector de análisis específico que ha sido directa y significativamente influenciado por el paradigma funcionalista: es el estudio de los efectos de los medios conocido como hipótesis de los “usos y gratificaciones”. Los estudios sobre los efectos pasan de la pregunta “¿qué es lo que hacen los medios a las personas?” a “¿qué hacen las personas con los medios?”. Ni siquiera el mensaje más potente de los medios puede influenciar a un individuo que no se sirva de él en el contexto socio-psicológico en el que vive. Desde este punto de vista, el destinatario se convierte en un sujeto comunicativo de pleno derecho. Emisor y receptor son ambos partes activas en el proceso de comunicación. La hipótesis de los “usos y gratificaciones” se integra en el movimiento de revisión y de superación del esquema informacional de la comunicación. Constituye y acompaña, en la vertiente sociológica, a aquella elaboración de una teoría comunicativa distinta de la teoría de la información que la perspectiva semiótica iba proponiendo entre finales de los años sesenta y mediados de los setenta. Esta hipótesis está articulada a cinco puntos fundamentales: 1- La audiencia es concebida como activa. 2- Gran parte de la iniciativa en la conexión de las necesidades y la elección de los medios depende del destinatario. 3- Los medios compiten con otras fuentes de satisfacción de las necesidades. 4- Desde el punto de vista metodológico, muchas de las finalidades a las que está destinado el usode los medios pueden ser conocidas a través de los datos proporcionados por los mismos destinatarios. 5- Los juicios de valor sobre el significado cultural de las comunicaciones de masas deberían mantenerse en suspenso hasta que las orientaciones de la audiencia no fuesen analizadas en sus mismos términos. Sin embargo esta orientación se encontró con algunas críticas difícilmente salvables. Al proponer considerar a la audiencia como partner activo, se sobrentiende que el uso de los medios está destinado a un fin, es una actividad racional de persecución de una finalidad. Además, el hecho de que exista tanta diferencia entre lo que refieren los sujetos sobre su consumo y su consumo real de los medios invalida la idea de una audiencia activa que actúa de acuerdo a un fin: el procedimiento de preguntar a los sujetos qué importancia tiene para ellos una determinada necesidad y en qué medida utilizan para satisfacerla un determinado medio de comunicación invita a los individuos a reproducir los estereotipos más o menos difundidos sobre las gratificaciones en lugar de su experiencia personal. Por lo tanto se hace necesario integrar dichos datos con otros procedentes de fuentes distintas, aunque haya que tener en cuenta que estos no son idénticamente accesibles o significativos. JOHN B. WATSON, “El conductismo”. Capítulo 1. (1924) [Comienza con toda una comparación con la psicología introspectiva que acá poco interesa]. El conductismo sostiene que es la conducta del ser humano el objeto de la psicología. Afirma que el concepto de conciencia no es preciso, ni siquiera utilizable. Los cultores de la introspección no dicen qué es la conciencia, simplemente comienzan por introducir cosas en ella en calidad de supuestos y, naturalmente, al analizarla luego, encuentran lo que en ella pusieron. Como resultado del método de la introspección, encontramos tantos análisis como psicólogos, no se pueden establecer métodos normativos. Ninguna psicología que incluyese el problema religioso mente-cuerpo podría alcanzar jamás resultados “verificables”. Los creadores del conductismo decidieron que era preciso renunciar a la psicología o bien transformarla en una ciencia natural. Se limitarían a lo observable, formulando leyes solo relativas a estas cosas. Ahora bien: ¿qué es lo que podemos observar? Podemos observar la conducta –lo que el organismo hace o dice. La regla que el conductista jamás pierde de vista es: ¿puedo describir la conducta que veo en términos de “estímulo y respuesta”? Entendemos por estímulo cualquier objeto externo o cualquier cambio en los tejidos mismos debidos a la condición fisiológica del animal. El único objeto del conductista es reunir hechos tocantes a la conducta –verificar sus datos- someterlos al examen de la lógica y de la matemática (los instrumentos propios de todo científico). [Después describe la respuesta emocional condicionada que por ahí tanto no nos sirve] Muy pronto se descubrirá que la auto-observación, además de no ser la manera más fácil y natural de estudiar psicología, resulta simplemente imposible. Dentro de nosotros mismos solo podemos comprobar las formas más elementales de respuesta. El conductismo es una ciencia natural que se arroga todo el campo de las adaptaciones humanas. Su compañera más íntima es la fisiología, de la que solo difiere en el ordenamiento de sus problemas pero no en sus principios fundamentales ni en su punto de vista central. Los datos científicos se reunirán mediante procedimientos experimentales, solo al conductista experto le será posible inferir. El par estímulo-respuesta es central para el conductismo. El organismo se halla de continuo sometido a la acción de los estímulos –que llegan por la vista, el oído, la nariz y la boca- los denominados objetos de nuestro medio; al mismo tiempo, también el interior de nuestro cuerpo se halla en cada instante sometido a la acción de estímulos nacidos de los cambios en los tejidos mismos. El organismo es atacado por estímulos, la respuesta a estos estímulos puede ser tan pequeña que únicamente sea susceptible a observarla mediante instrumentos. Por lo regular, aunque no siempre, la respuesta del organismo al estímulo trae aparejada una adaptación. Por adaptación solo entendemos que el organismo, al moverse, altera su estado fisiológico de manera tal que el estímulo no provoca ya reacciones. Todo estímulo efectivo tiene su respuesta, y es inmediata. Por estímulo efectivo entendemos el estímulo suficientemente fuerte para vencer la normal resistencia al paso del impulso sensorial desde los órganos de los sentidos a los músculos. A diferencia de las concepciones mitológicas del psicoanalista que afirma que la respuesta puede darse ahora o en años, para el conductista la respuesta es inmediata. Luego aparecen clasificaciones del tipo de respuesta. “Externa-interna”, “aprendidas-no aprendidas” (la mayoría de las respuestas de los adultos son aprendidas), “por órgano que la produce” (visual, auditiva, etc.). Watson acaba diciendo que la filosofía y las ciencias sociales que se valgan de términos como “mente” o “conciencia” deberían revisar sus premisas. Aunque nunca pretende constituir un sistema (pues en todos los campos científicos los sistemas son anacrónicos), el conductismo reúne hechos de observación, y de tiempo en tiempo selecciona un grupo y extrae ciertas conclusiones generales. La técnica y la tentativa de consolidarlos en una teoría o en una hipótesis, describen el procedimiento científico. Juzgado sobre esta base, el conductismo constituye una verdadera ciencia natural. GEORGE C. HOMANS, “El conductismo y después del conductismo”. (1987) Hubo un tiempo en que el conductismo fue tratado como el paria de la psicología y el resto de las ciencias sociales. Pero más allá de su aplicabilidad, como verdad aceptada, el conductismo ha dejado de ser un paria: por el contrario, forma parte de la corriente central de la psicología. El presente ensayo se ocupa de las aplicaciones de la psicología conductista a la sociología. La intuición fundamental del conductismo fue de tipo estratégico: en lugar de tratar de analizar la conciencia y los estados mentales, los investigadores podrían hacer mayores progresos en psicología atendiendo a las acciones de hombres y mujeres y a los estados observables de los individuos y su entorno que es posible relacionar legalmente con tales acciones. El autor comienza distinguiendo entre conducta respondente (refleja) y lo que Skinner fue el primero en denominar conducta operante. La conducta respondente puede producirse automáticamente aplicando un estímulo al sujeto, por ejemplo el reflejo rotular y la salivación de los perros de Pavlov al percibir la comida, son conductas de origen genético. En la conducta operante un estímulo no produce inmediatamente un tipo específico de acción, los animales superiores se encuentran dominados por impulsos (a obtener agua, sueño, placer sexual) y mientras uno de sus impulsos no haya sido satisfecho, el animal mostrará un gran aumento de su actividad en primer lugar y luego idas y venidas en la exploración de su entorno. En condiciones naturales, y con algo de suerte, este aumento de la actividad le ayudará al animal a dar con alguna acción que será seguida de una reducción del impulso, en lenguaje de Skinner esta acción habrá sido “reforzada”. Y tal acción recibe el nombre de operante. Luego se expone la “ley del efecto” de Thorndike: si la acción de un animal (o de una persona) es seguida bde un refuerzo, es probable que el sujeto repita esa acción u otra similar; a su vez el impulso de esa persona a repetir la acción nos autoriza a afirmar que la acción ha sido reforzada. A todo esto subyace un supuesto fundamental de la psicología conductista: las acciones presentes producen un efecto de “retroalimentación” y afectan a las acciones futuras. Una segunda proposición general de la psicología conductista será que “si se repiten circunstancias similaresa las que acompañaron a la acción previamente reforzada, es probable que quien la llevó a cabo repita dicha acción”. A estas circunstancias concurrentes generalmente se les denomina estímulos. Hay refuerzos nativos o refuerzos adquiridos, los animales pueden aprender a relacionar un estímulo nuevo con el refuerzo original. Prescindiendo de los estímulos, existen dos tipos de factores que determinan con qué frecuencia un animal efectuará una acción y no otra al elegir entre alternativas. El primero es la frecuencia relativa con que las alternativas son reforzadas. Esto, en el supuesto de que el refuerzo sea mayor que cero, es lo que Homans llamará el principio del éxito. El segundo es el valor relativo de un refuerzo en comparación con otro. Las diferencias de valor dependen del estado del animal; por ejemplo, de que tenga más hambre o más sed. También habla del coste: la probabilidad de que un animal emprende una acción varía en proporción al refuerzo neto que obtenga: el refuerzo positivo menos el coste (refuerzo al que se ha renunciado). Obsérvese cuanto se parece lo dicho a lo que los teóricos del cálculo de decisiones humano han llamado principio de elección racional: al elegir entre acciones alternativas una persona tenderá a elegir aquella en la que percibe que es mayor la probabilidad de obtener un refuerzo determinado, multiplicado por el valor de la unidad de refuerzo. El autor considera que los principios “del éxito”, “del estímulo” y “del valor” son las proposiciones principales de la psicología conductista, pero a ellos les añade dos más, de orden secundario. Por un lado, el “principio de la privación/saciedad”, si la acción de una persona es reforzada en una proporción mayor que cierta proporción umbral, decrecerá el valor reforzante de la acción, y por tanto, en virtud del principio del valor, es probable que decrezca la frecuencia con que ejecuta la acción, y que aumente la frecuencia con que ejecuta una acción alternativa. Por otro lado está el principio de frustración-agresión, que describe una de las formas de conducta emocional. Si un animal, incluido el hombre, recibe un castigo que no esperaba o no recibe el refuerzo esperado, puede desarrollar lo que en términos antropomórficos se denomina ira y mostrar una conducta agresiva. En suma, estas cinco proposiciones deben considerarse como sistema de ecuaciones simultánea, cada una de las cuales modifica los efectos de las demás de acuerdo con las circunstancias. [Explica lo de tabula rasa, lo salteamos] Dos doctrinas apoyan las tesis de la psicología conductista: el “individualismo metodológico” y la “ley de la subsunción”. Del primer principio se argumentará que lo social no es más que la suma de sus partes individuales, doctrina que encuentra apoyos en figuras como John Stuart Mill: “las leyes de los fenómenos sociales no son ni pueden ser otra cosa que las leyes de las acciones y pasiones de los seres humanos unidos en el estado social. Los hombres siguen siendo hombres en un estado de sociedad: sus acciones y pasiones obedecen a las leyes de la naturaleza humana individual. (…) Los seres humanos en sociedad no tienen más propiedades que las derivadas de (y reductibles a) las leyes de la naturaleza del hombre individual”. Durkheim será uno de los principales opositores del individualismo metodológico al sostener que los fenómenos sociales eran sui generis, irreductibles a la psicología. Del otro lado, Karl Popper opinó que la psicología se limitaría a las consecuencias deseadas de las acciones humanas. Con respecto a las leyes de subsunción: una teoría acerca de un fenómeno es una explicación de este, una “explicación” consiste en un sistema deductivo. Este sistema es un conjunto de proposiciones que constatan una relación entre dos o más variables, no se afirma que exista una relación sino, al menos en una primera aproximación, cuál es la naturaleza de la relación: por ejemplo que X sea una función positiva de Y. Una de las proposiciones será la que ha de explicarse, el explicandum, mientras que las proposiciones de rango más bajo o explicanda, quedan explicadas cuando puede mostrarse que se siguen lógicamente de las otras proposiciones del conjunto. La mayor parte de las teorías no tienen un único explicandum sino muchas explicanda a deducir de las leyes de subsunción bajo diferentes condiciones dadas. En definitiva, una teoría será poderosa cuando un gran número de proposiciones empíricas pueda explicarse a partir de unas pocas leyes subsuntivas. Se consideran ahora las dificultades con que tropieza el problema, qué estrategias de investigación sugiere, sus poros y qué ventajas ofrecerá si se adopta más plenamente. Después de un contraste con el funcionalismo, Homans opina que la mejor forma de aplicar la psicología conductista a la sociología es explicar características de la estructura social que aparecen repetidamente en grupos pequeños de todo el mundo, características que pueden observarse directamente cuando se hacen estudios de campo de nuevos grupos. Una vez que la estructura de un grupo se ha formado y se mantiene por las acciones de sus miembros, esa misma estructura ofrece posibilidades para que sus miembros desarrollen su conducta, que puede consolidar la estructura existente o dar origen a una nueva. Una de las principales dificultades de la aplicación de las doctrinas de la psicología conductista a la explicación de la conducta social es que es una ciencia histórica: la conducta de una persona está determinada por sus pasadas experiencias en interacción con sus circunstancias presentes. Y aunque con frecuencia conocemos bastante bien estas últimas, nuestro conocimiento del pasado de un individuo raras veces alcanza más que para explicar muy groseramente sus acciones presentes. HERBERT HYMAN, “El modelo del experimento y el control de variables”. (1965) El modelo científico para el estudio de las relaciones causa-efecto es el experimento controlado en el cual se comparan las respuestas de un grupo experimental, expuesto al estímulo crucial, con las de un grupo de control equivalentes, que no ha sido sometido al estímulo. Supongamos un experimento sobre el efecto que ejerce la televisación del desarrollo de las convenciones políticas sobre el interés por los asuntos políticos. [A] En el Momento 1, antes de que comience la convención, dividiríamos nuestra muestra total en dos grupos equivalentes e igualados. Uno de estos sería elegido para servir de grupo experimental y el otro de control. En el Momento 1 también registraríamos el nivel de interés político manifestado por los dos grupos en ese momento, y llamaríamos a esas dos medidas x1 e y1. Si los dos grupos han sido igualados correctamente, deberían tener, en un comienzo, el mismo grado de interés x1 e y1 deberían ser iguales. A medida que las convenciones se desarrollan, se mostrará al grupo experimental las sesiones televisadas, mientras que, de algún modo, se impedirá que el grupo de control las vea. [B] Una vez clausuradas las convenciones se medirá nuevamente el interés de ambos grupos con respecto a los asuntos políticos y se registrarán las nuevas mediciones de x2 e y2. ¿Cómo se puede determinar si los programas de televisión han surtido efecto? No sería del todo correcto comparar x2 - x1porque en el momento de las convenciones, los problemas políticos suelen ser de gran interés público. A menos que se lo mantenga completamente aislado, el grupo experimental estará expuesto a estas influencias “extrañas” y la diferencia (x2 - x1) reflejará tanto el efecto de estos factores como el del estímulo experimental. En otras palabras, es imposible distinguir que parte de la diferencia (x2 - x1) se debe a la televisación de las convenciones y qué parte a otros estímulos “irrelevantes”. [C] Aquí es donde interviene el grupo de control. Presumiblemente ha estado expuesto a todos los mismos estímulos que el grupo experimental, con la única excepción de aquel en el queel experimental está vitalmente interesado, en este caso, la televisación. Así, la diferencia entre el nivel de interés exhibido por el grupo de control antes y después de las convenciones refleja la influencia de aquellos otros estímulos. Es decir, (y2 - y1) mide el efecto de los estímulos no experimentales, aquellos que no son controlados por el experimentador. Estas dos diferencias, consideradas en conjunto, proporcionan una medida del efecto del estímulo experimentado verbalmente. Efecto de la televisión = (x2 - x1) - (y2 - y1) Pero en ciencias sociales este método conlleva algunas dificultades. En esta área, el experimentador no es capaz de mantener sobre sus sujetos los controles requeridos para una experimentación adecuada. El resultado es que la experimentación se ha vuelto un ideal raramente realizado en las ciencias sociales, por lo que acaba adoptándose algún tipo de procedimiento aproximado. El método más usualmente empleado suele ser el de las comparaciones entre subgrupos. También debe guardarse especial cuidado de que la relación obtenida no sea espuria. Y aquí Hyman da el ejemplo de una investigación que buscaba comprobar si lo estudiantes de los colegios Ivy League acababan teniendo mayores salarios que los egresados de otras universidades. El resultado inicial fue validante, pero ¿cómo asegurar que los dos grupos son inicialmente idénticos en todas las demás variables (además de ser estudiantes de la Ivy League)? Siempre existe el peligro de que las relaciones que el analista encuentra en los datos de su estudio sean espurias, y surjan de diferencias iniciales entre los grupos comparados. Los factores que determinan diferencias iniciales entre los subgrupos estudiados serán llamados “factores invalidantes”. Podemos preguntarnos inmediatamente si los estudiantes de los Ivy League Colleges no eran más ricos desde el comienzo y esas familias tenían contactos y recursos para acomodar a sus hijos en cargos de mayor ingreso. A fin de minimizar el peligro de que tales relaciones espurias permanezcan ocultas, se emplean procedimientos analíticos que permiten examinar la relación entre la causa supuesta y el efecto supuesto cuando la influencia del posible factor invalidante es eliminada. Esto es, tratamos de eliminar las diferencias iniciales en los subgrupos que podrían producir relaciones espurias. Acá va a dar un ejemplo [hermoso] de relación espuria que explica Durkheim en El Suicidio. En resumen, se compara la tasa de suicidios entre personas casadas y solteras. A primera vista, los casados se suicidan de a 132 [sobre un millón] cada 100 solteros, y por ello ciertos autores han sostenido que el matrimonio y la vida familiar multiplican las probabilidades de suicidio. Sin embargo, cuando se descuentan los menores de 16 años (que por estudios anteriores se sabe que tienen una tasa muy pero muy inferior de suicidios), ahora la relación pasa de 112 solteros suicidados a 100 casados. E incluso con eso, Durkheim prueba que el celibato multiplica las chances de suicidio al separar a los suicidas por rango etario (20 a 25, 26 a 30, 31 a 35 y así) descubriendo que a mayor edad más se suicidan los solteros (hasta 161 por millón de habitantes). En conclusión, la vida familiar tiene por efecto invertir la relación y no aumentarla. Cuando se trabaja con datos secundarios es más difícil establecer rangos etarios o mediciones refinadas variable por variable. Para suplir esta falencia, pueden reemplazarse los métodos empíricos directos por métodos indirectos (el reemplazo de una variable A por otra B). Veamos un ejemplo en el estudio de West sobre la Ivy League. El investigador no tenía información sobre el ingreso de los padres o del alumno, pero sí sabía si habían tenido que trabajar durante sus estudios, con lo que supuso que (salvo excepciones) los estudiantes de mayores recursos no deberían tener que trabajar durante su carrera. Encontró así, que la relación que había encontrado originalmente persistía, y más allá del nivel de ingresos la obtención de un diploma de un Ivy League College tenía un “efecto” sobre sus ingresos ulteriores. UNIDAD 2: LA CONSTRUCCIÓN DEL OBJETO EN LOS EE.CC. DAVID MORLEY, “Interpretar televisión: la audiencia de Nationwide”. (1980) Morley emplea dos modos diferentes de análisis, a fin de examinar dos tipos distintos de restricciones a la producción del sentido: la semiótica y la sociología. Se examinan dos tipos distintos de restricciones de producción de sentido: a) las estructuras y mecanismos internos del texto que invitan a hacer ciertas lecturas y bloquean otras (que puede dilucidarse con la semiótica) y b) los orígenes culturales del receptor (que deben estudiarse desde el punto de vista sociológico). La interacción de estas dos estructuras restrictivas definirá los parámetros del sentido de un texto, con lo cual se evita caer tanto en la trampa de creer que un texto se puede interpretar de una cantidad infinita de maneras (individuales) diferentes, como en la de suponer, con la tendencia formalista, que los textos determinan completamente el sentido. Este proyecto comenzó por analizar, con bastante detalle, las características que el programa de televisión Nationwide recibía de ciertos artificios formales, modos específicos de dirigirse a la audiencia y formas particulares de organización textual. En una segunda etapa, el proyecto examinó la interpretación que individuos de diferentes orígenes sociales hacían del material de ese programa, con el objeto de establecer el papel de los marcos culturales en la determinación de las interpretaciones individuales de los programas en cuestión. En el acto de plantear la cuestión de la interpretación de mensajes por parte de la audiencia, ya rechazamos el supuesto de que los medios son instituciones cuyos mensajes producen automáticamente un efecto sobre nosotros en tanto audiencia. En contra de este supuesto, Morley toma como centro de su análisis el modo de imprimir sentido al sentido del mundo que nos ofrecen los medios. Esto ya es caracterizar la actividad que desplegamos en nuestra sala cuando miramos televisión como un proceso activo de decodificación o de interpretación, y no un simple proceso pasivo de “recepción” o de “consumo” de mensajes. Y agrega que en actos como ver la televisión en familia surgen una cantidad de conflictos entre las personas que comparten esa acción, en tanto lo que a unos les interesa puede aburrir a otros. El modo en que respondamos a los mensajes que nos ofrecen los medios depende precisamente del grado en que coincidan con otros mensajes (o se opongan a ellos), con otros puntos de vista que hayamos encontrado en nuestras vidas. En el proceso de decodificación e interpretación de los mensajes siempre participan otros mensajes, otros discursos, tengamos o no conciencia explícita de ello. Todas las instituciones y roles en los que se sitúan las personas producen mensajes que se entrecruzan con los mediáticos. La persona que mira el noticiero se sitúa en ese complejo campo de comunicación y está envuelta en un proceso de decodificación del material de los medios, proceso en el cual un conjunto de mensajes o discursos retroalimenta otro, o es desviado por otro. El material que sigue se ocupa del modo en que personas de diferentes orígenes culturales y sociales decodifican el mismo de programa de televisión de maneras distintas. Se podría decir que la investigación de los medios estuvo dominada, durante un período bastante considerable, por una especie de “efecto de péndulo”, según el cual o bien se atendía exclusivamente a la cuestión del mensaje o bien se ponía el acento solo en la audiencia, pero raramente en la cuestión de ambos aspectos. En algunos casos los investigadores sencillamente se concentraron en el análisis de los mensajes, por suponer que estos ejercían automáticamente efectos extensos y directos en aquellos que los veían y los escuchaban, efectos que se daban por supuesto o sededucían directamente, a partir de la naturaleza del mensaje mismo. En la versión “marxista” de esta forma de pensar, los medios se consideraban manipulados enteramente por una astuta clase gobernante con una estrategia de pan y circo para transmitir a las masas una cultura corrupta y valores neofascistas –violencia, sexo deshumanizado, pasividad política, etc.-. También se opone a la concepción de los “efectos” en el sentido de efectos inmediatos sobre actitudes o sobre niveles de información que podríamos identificar con el conductismo. Se podría sostener que la cuestión de las diferentes interpretaciones no es un asunto tan individual. No se trata simplemente de una cuestión de diferentes psicologías individuales, sino también hay que tener en cuenta las diferencias entre individuos inmersos en diferentes subculturas, con diferentes orígenes socioeconómicos. En suma, que si bien es indudable que siempre hay diferencias individuales en el modo en que las gentes interpretan un mensaje particular, bien podría ocurrir que esas diferencias individuales estuvieran enmarcadas por diferencias culturales. Busca poner el acento en la importancia de las diferencias que existen entre los marcos culturales a los que tienen acceso los distintos individuos, así un minero del interior de Gran Bretaña interpreta un mensaje de política económica de su gobierno de manera diferente que un gerente de banco de las afueras de Londres. Al examinar el contexto social antes que el individuo, es preciso reemplazar la idea de “necesidades” personales por la noción de contradicción estructural; e introducir el concepto de subcultura. Entendiendo a las subculturas como “un sistema de sentido y modos de expresión elaborados por grupos en sectores particulares de la estructura social como parte de un intento colectivo de dar trámite a las contradicciones de la situación social”. Más precisamente, las subculturas representan los sentidos y los medios de expresión acumulados a través de los cuales los grupos que se encuentran en posiciones estructurales subordinadas intentar negociar con el sentido de sentido dominante u oponerse a él. Es así como ellas proporcionan una cantidad de recursos simbólicos a los que pueden apelar individuos o grupos particulares cuando intentar explicar su propia situación específica y construirse una identidad viable. ¿Por qué estudiar un programa como Nationwide? A pesar de las observaciones despectivas de la audiencia y sus propios productores, un programa así desempeña un papel ideológico fundamental en el proceso de la comunicación; hasta puede importar más que un programa “serio” como Panorama, porque sus informes individuales sobre la “vida humana” de la época, que constituyen el activo del programa, transmiten una cantidad no despreciable de mensajes implícitos sobre actitudes básicas y valores sociales. Esa serie de supuestos constituye el terreno sobre el que se levantan otros programas más serios, los Panoramas. Esto implica afirmar que en la televisión no existe nada que pueda definirse como “un texto inocente”, ningún programa que no merezca ser objeto de cuidadosa atención, ningún programa que pueda pretender que ofrece solo “entretenimiento” y que no trasmite ningún mensaje sobre la sociedad. Las instituciones emisoras nos suministran ciertos “marcos” a los cuales corresponde esa “información”. Esos “artificios de encuadre” sitúan un programa particular en el flujo de las emisiones y nos dan indicios para saber qué esperar de él. Sin embargo, los programas comunican algo más que su contenido explícito (manifiesto); contienen también mensajes latentes por implicación, suposición o connotación. Para comprender este nivel de comunicación implícita o latente “tenemos que ir más allá de la observación sencilla” para encontrarnos con una serie de preguntas sobre la metodología. Cuando nos preguntamos “¿Qué dice este programa?” también debemos preguntarnos “¿Qué se da por supuesto (que no es necesario decir) en este programa?”. Esta es una forma de empezar a observar no ya simplemente lo que el programa presenta, sino la relación entre lo que se presenta y lo que está ausente de la exposición explícita. Y si esto es realmente así, para poder comprender la significación de un tema particular que aparezca en el programa, necesitamos entender esa configuración de presencias/audiencias. El análisis estructural y el de contenido suelen operar con un modelo “hipodérmico” de la interacción entre los medios y las audiencias, suponiendo que por saber las características del mensaje es posible predecir los efectos que habrá de producir en la audiencia. Con todo, ciertas formas de análisis semiológico pueden ofrecernos un abordaje más provechoso porque se dedican no tanto a establecer el sentido “real” o “último” sino a examinar las condiciones básicas de una comunicación plena de sentido. Ese abordaje dirige nuestra atención al examen de los códigos que están implícitos y explícitos en los mensajes. Hay una aceptación del principio fundamental (derivado de Voloshinov, 1973) según el cual el mensaje es, inevitablemente, polisémico, es decir que un mensaje siempre es capaz de producir más de un sentido o interpretación y nunca puede reducirse simplemente a un sentido “real” o “último”. La situación se vuelve más compleja porque debemos tomar en consideración de que –a causa del necesario interés que tienen por la “claridad” y la “eficacia” de la comunicación- los emisores no pueden dejar simplemente que los mensajes queden abiertos por igual a cualquier interpretación. Y aquí Morley se separa del enfoque de usos y gratificaciones que considera el mensaje como una mera caja vacía, un estímulo, que el decodificador puede usar libremente como mejor le plazca. Es preciso atender a que los emisores, compelidos como están por su deseo de lograr una comunicación “eficaz”, se ven obligados a introducir una “dirección” o ciertas “clausuras” en la estructura del mensaje, en el intento de establecer una de las posibles interpretaciones como la “lectura preferencial o dominante”. Por ejemplo, epígrafes, posición jerárquica de los locutores, marco de las declaraciones. Al analizar programas, no basta con examinar simplemente el contenido de lo que se dice. Se deben tener en cuenta también los supuestos que subyacen en ese contenido. Habrá supuestos referidos a nosotros en tanto audiencia, y tenemos que hacerlos visibles si pretendemos entender los “mensajes” implícitos. Por su presentación, los programas intentan establecer una forma particular de relación con su audiencia. Sobre todas las preguntas empíricas sobre la relación entre enunciadores y audiencia, habrá que arrojar luz considerando pruebas empíricas obtenidas en la indagación de la audiencia. El abordaje del mensaje se basa en las siguientes premisas: a. El mismo suceso se puede codificar de más de una manera. b. El mensaje siempre contiene más de una “lectura” potencial, pueden proponer una sobre la otra pero nunca cerrarse por completo, son polisémicos. c. Comprender el mensaje es una práctica problemática, por transparente que pueda parecer los mensajes codificados de una manera siempre pueden leerse de un modo diferente. En este enfoque, el mensaje no se considera ni un signo unilateral (sin “flujo” ideológico) ni (como en la teoría de los usos gratificaciones) un signo dispar que pueda ser leído de cualquier modo según la psicología del decodificador. Los signos no tienen sentidos definidos sino que, como dijo Voloshinov el mensaje de la televisión es un signo complejo en el cual se ha “inscrito” una lectura preferencial, pero que conserva –si se lo decodifica de un modo diferente del que se usó para codificarlo- su capacidad potencial de comunicar un sentido diferente. El mensaje es, pues, una polisemia estructurada. Un aspecto central del argumento es que no todos los sentidos existen “por igual” en el mensaje. Además, la lectura preferencial es parte
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