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Polémicas de los ’70.
Dos revistas: Comunicación y Cultura y Lenguajes.
Presentación.
Mariano Zarowsky
La década del ’70 marca un momento fundacional en torno al campo de la comunicación y la
cultura en América Latina1. Decimos fundacional, no porque allí aparezca por primera vez la
problemática de la comunicación, los medios y la cultura, sino porque dicho período puede ser
leído como un momento donde se explicitan las posiciones en torno a ella, se evalúan las
escuelas teóricas y tradiciones existentes -sus presupuestos y objetivos subyacentes- y se fijan
posiciones en torno a ellas. En otras palabras, se trata de un momento de institución (diferente al
de institucionalización, donde lo emergente “difuso” es reconocido y organizado bajo un
dispositivo institucional) donde, como no podría ser de otra manera, se redefinen las posiciones
y las fronteras en el espacio más amplio del campo intelectual y cultural (sus objetos e
instituciones legítimos, sus objetivos etc.) en el marco de una profunda imbricación de la
práctica intelectual con el pensamiento y la práctica política.
En efecto, dos ejes marcan de manera casi excluyente las tensiones en el campo, bien
expresadas en el recorte bibliográfico que se establece con las reseñas del debate entre las
revistas Lenguajes y Comunicación y cultura:
Por un lado, la relación de la investigación y la práctica de la comunicación con la política, y
la inserción de éstas en los procesos políticos y sociales del período. En este sentido, uno de sus
tópicos es el problema de la ideología y el papel de los medios de comunicación (y en general
de la dimensión cultural) en la lucha de clases.
El debate acerca rol del intelectual, de las políticas culturales y de los medios masivos de
comunicación, el tipo de inserción en los proyectos de transformación, atraviesa sin distinción
las diferentes intervenciones y proyectos. Decir que las ciencias sociales se politizan, o que la
política acude a la investigación y la práctica intelectual, pueden aparentar decir lo mismo y sin
embargo expresar matices y posiciones diversas.
Por otro lado, aquellos que hace a la institución del campo y la disciplina de la “comunicación
y la cultura” o de las “significaciones sociales” es el otro eje dominante. La relación con las
diferentes escuelas teóricas y la elección de tradiciones divergentes, la construcción de un objeto
de investigación específico (y legítimo), el problema del método, y fundamentalmente de la
inserción social de la investigación (el para qué) hacen a los tópicos centrales.
A fin de contextualizar y reseñar las tensiones se anexa -de manera completa- el artículo de
Fuentes Navarro: “El estructuralismo y el denuncismo”, (Un campo Cargado de futuro. El
estudio de la comunicación en América Latina, 1992) quien amplia el debate más allá de las
revistas mencionadas2.
2 Sin embargo es necesario hacer algunas observaciones críticas al respecto. La lectura
que realiza Fuentes Navarro -si se atiende a sus “condiciones de producción”- puede revelar
también el contexto político general y la situación del campo a principios de los ’90. Es
sintomática la caracterización que hace Fuentes Navarro del período, ya que atribuye a la
reacción y la resistencia a las dictaduras que asolaron a la mayoría de los países del cono Sur,
la actitud “denuncista” de los investigadores del campo. En rigor, este tipo de intervención (en el
1 Si bien hablamos de década de setenta para dar cuenta de un el tiempo
cronológico optamos por nombrar al período desde un tiempo histórico: la década del
setenta como período que va del auge a la derrota de las luchas obreras y populares
en el cono sur (y que cronológicamente varia según los países y las interpretaciones).
Comunicación y Cultura, Nº1
Editorial.
 Julio de 1973
“La función que se propone cumplir Comunicación y Cultura es la de establecerse como
órgano de vinculación y de expresión de las diversas experiencias que se están gestando en los
países latinoamericanos, en el campo de la comunicación masiva. Evidentemente, no se trata de
asumir cualquier experiencia, sino las que favorecen a los procesos de liberación total de
nuestras sociedades dependientes. Esta norma de prioridad política será la línea de demarcación
que trazará la revista para recoger sus temáticas, sus centros de interés, sus lectores y
colaboradores”.
“(...) A partir de los niveles de conciencia alcanzados por el pueblo organizado en su lucha por
la emancipación, se están gestando alternativas reales a la comunicación y cultura diseñadas por
las clases dominantes para servir a sus intereses.”.
“Por lo tanto, si bien la revista escoge “la comunicación masiva” como punto de partida
específico, presupone que esta noción debe superar los límites del sentido que le confirieron, de
modo unilateral, la ciencia empirista y el aparato ideológico masivo del capitalismo. Cuando
nos aventuramos en el ámbito de las posibles alternativas segregadas por las clases dominadas,
el concepto de “comunicación masiva” se problematiza considerablemente. Al manifestar la
íntima articulación de la lucha ideológica con las otras instancias del proceso de liberación, una
redefinición debe tomar en cuenta la multitud de respuestas que los sectores dominados ofrecen
en su práctica cotidiana orientada a resistir el viejo sistema para construir el orden nuevo.”
“A partir de esta lucha no exenta de contradicciones, deben emerger los gérmenes de una
nueva teoría y una nueva práctica de la comunicación que, en definitiva, se confundirá con un
nuevo modo total de producir la vida hasta en los aspectos más íntimos de la cotidianeidad del
hombre (...). Nuestro cuestionamiento de la “comunicación” transita también por el
enjuiciamiento de los otros aparatos de difusión masiva de ideología, en particular el sistema
educativo.”
“En torno a esta lucha multifacética deberán nuclearse los diversos intereses y las diversas
investigaciones en materia de comunicación, tanto las que tratan de expresar los nuevos
proyectos embrionarios de cultura de las masas, como las que procuran analizar -desde una
perspectiva política- las acciones y tácticas de la burguesía y el imperialismo en la batalla
ideológica que, bajo modalidades distintas, se está librando a diario en nuestros países.”
“Estos grandes lineamientos sitúan el proyecto básico de la revista Comunicación y Cultura:
“la comunicación masiva en el proceso político latinoamericano.”
Los editores.
Santiago de Chile, julio de 1973.
caso de Chile es evidente, pero vale para la Argentina) estaba ligada al momento de ascenso
social y politización de las masas (en el caso de Chile incluso a la política cultural de un
gobierno socialista) al que sí van a poner fin los régimen fascistas. Lectura en clave
“democrática” que lee desde el paradigma dominante del momento (producto de esa derrota
política) y naturalizándolo como única opción posible (expresada en la dicotomía democracia
dictadura), reduciendo el espesor del debate y la lucha políticas de la época.

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