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Eurocentrismo doc

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Ella Shohat y Robert Stam: Despensando el
eurocentrismo. Multiculturalismo y los media
Estos autores proponen
concientizar sobre los efectos
intelectualmente debilitantes del
eurocentrismo inscriptos en las
representaciones mediáticas y de la cultura
popular contemporánea. Critican la
universalización de las normas
eurocéntricas, la idea de que alguna raza
porta el monopolio de la belleza,
inteligencia o fortaleza.
Parten su análisis teniendo en
cuenta que el eurocentrismo es parte del
sentido común al punto que el rol de
dominación histórica sobre otros pueblos
pasa desapercibido.
El discurso
colonialista-imperialista se filtra en el
lenguaje desde la escuela primaria hasta
estructurar las prácticas y representaciones
contemporáneas que difunden las
corporaciones mediáticas como
Hollywood.
Pero no se trata de condenar lo
europeo. Tal actitud perpetuaría el
eurocentrismo. Así como muchos
no-europeos sostienen el eurocentrismo,
Europa aplasta su propia diversidad
cultural: desde la persecución inquisitorial
de los judíos, los musulmanes y los
gitanos hasta la discriminación de los
campesinos, los irlandeses, las mujeres y
los gays/lesbianas.
En definitiva, el pensamiento
eurocéntrico es fundamentalmente
desrepresentativo de un mundo que
siempre fue multicultural. La meta de
estos autores es multiculturalizar el campo
de los estudios culturales.
Para ello proponen hacer
conexiones en términos temporales (entre
el siglo XIX y la Grecia clásica),
espacio-geográficos (ubicando debates en
el amplio contexto que ciñe las Américas,
África y Asia), disciplinarios (forjando
lazos entre la teoría literaria, la etnografía
reflexiva y los estudios culturales),
intertextuales (comparando la “alta
cultura” con las culturas populares) y
conceptuales (relacionando temas de
colonialismo con otros de nacionalismo y
multiculturalismo).
El papel de los medias en la formación
de identidades
Para los autores, los media
contemporáneos forman identidades. La
expectación de los productos mediáticos
impacta complejamente en la identidad
nacional y en la pertenencia comunal. El
contacto mediatizado con pueblos
distantes permite imaginar comunidades.
Inscriptas en las estrategias
narrativas están las representaciones
eurocéntricas. Éstas se construyen
mediante tropos, metáforas y figuras que
trasmiten una actitud etnocéntrica hacia la
tierra, la ecología y las culturas
no-europeas.
Dentro del discurso colonialista,
ciertas figuras retóricas, comparaciones e
imágenes narrativas juegan un rol
constitutivo en la configuración de la
superioridad europea.
No obstante, el discurso
colonialista varía con la región, el período
histórico y las necesidades ideológicas del
momento. Puede condenar al mundo árabe
por vestirse de más y al mundo indígena
por vestirse de menos.
Tropos del Imperio: la animalización
La operación tropológica de
animalización subyuga lo colonizado
como a bestias salvajes de irrefrenable
libidinosidad, que carecen de vestimenta
apropiada y viven en chozas de barro que
parecen nidos y cuevas.
Este mecanismo de dominación
reduce lo cultural a lo biológico y tiende a
asociar lo colonizado con lo vegetativo y
lo instintivo más que con lo aprendido y lo
cultural. Así lo atestiguan los epítetos que
recaen sobre ciertas figuras y lugares de la
cultura popular latinoamericana, como
“Gladis, la bomba tucumana”, “Terremoto
bailable”, “La mona Jiménez”, “El puma
Rodríguez”. El lugar que le cabe a cultura
popular latinoamericana parecería tratarse
de un gran zoológico.
Infantilización
El tropo de la infantilización
proyecta lo colonizado materializando
corporalmente una etapa temprana del ser
humano o del desarrollo cultural. Muchos
científicos buscaron probar alguna vez que
los negros eran intelectualmente idénticos
a los niños blancos.
También se sigue utilizando el
término “subdesarrollado” para referirse al
“Tercer” Mundo (otrora “Nuevo” Mundo).
Estos tropos presuponen que, aún cuando
estos territorios son el producto de cientos
de años de civilización, no están
preparados todavía para controlar su
cuerpo/psique y por eso necesita una
mano-guía de sociedades más adultas y
evolucionadas que los introduzca
suavemente en los tiempos modernos.
Otros binarismos también reflejan
ciertas actitudes verticalistas y
geocéntricas, como lo demuestra la
jerarquización entre clases “altas” y
“bajas” o entre países “centrales” y países
“periféricos”, entre la Europa iluminada
(por la razón) y los mundos oscuros.
Erotización y exotización
Muchos procesos territoriales de
dominación política del hombre blanco
son narrados utilizando un lenguaje
sexuado. Así, se habla de conquistas de
nuevas tierras y de la penetración del
hombre blanco en tierras vírgenes,
indómitas.
El “descubridor” daba nombres a
los lugares como marca de posesión
(Américo Vespucio y su “América”, el
Estrecho de “Magallanes”, Cristóbal
Colón y su “Colombia”, Simón Bolívar y
su “Bolivia”, etc.).
Pero muchas representaciones de
“lo virgen”, sostenidas desde Indiana
Jones hasta los ecologistas, sirven para
legitimar ciertas maniobras geopolíticas de
las potencias occidentales. La cartografía
del Renacimiento y su “terra incógnita” es
otro ejemplo.
A veces, estas metáforas son
recubiertas por un aura de cientificidad. En
películas como Lawrence de Arabia, el
estatus de héroe se trasmuta al del viajero
(a menudo un científico) quien domina
una nueva tierra y sus tesoros, cuyo valor
habían desaprovechado los residentes
“primitivos”.
El Oriente fue visto desde la
Grecia clásica como la escena de los
deleites carnales. Las arenas
resplandecientes metaforizan las pasiones
“calientes”. El desierto es un mundo que
no tiene control de sí. Incluso los árabes
son vistos siempre como polígamos, en
busca de una mujer, a la que arrastrarán
hacia su harén con el rapto si fuera
necesario.
El imaginario del harén refleja una
utopía masculina de sexual omnipotencia.
Y, si bien el discurso eurocéntrico, ha
definido al harén simplemente como un
espacio dominado por el hombre, se trata
de un sistema que también permite que la
mujer tenga acceso a otras mujeres,
proveyendo un lugar para el intercambio
de ideas e información al resguardo de los
oídos y la vista del hombre.
Ciertas películas pueden
representar a la mujer como viajera
independiente de clase alta que ocupa
transitoriamente la posición del pater
blanco enfrente de los nativos. Pero esta
mujer es casi siempre objeto del deseo de
negros, latinos o árabes libidinosos que
intentarán raptarla.
La “vuelta al hogar” es el castigo
disciplinario de las fantasías femeninas de
liberación. Todas estas metáforas permiten
que el espectador revalore y aprecie el
existente orden sexual, racial y
nacional-imperial.

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