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Desarrollo y migración: desafíos y oportunidades en los países del norte de Centroamérica 
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gran magnitud. Asimismo, se trata de delitos y agresiones recibidas directamente por las 
personas migrantes, sin considerar otros riesgos y vulnerabilidades como accidentes, 
enfermedades y distintas formas de discriminación. 
Los hondureños están más expuestos a este tipo de agresiones y delitos; casi uno de 
cada cuatro migrantes hondureños ha sufrido algún delito en su trayecto por México, 
situación que solo afecta al 11% de los salvadoreños y a menos del 5% de los guatemaltecos. 
Estas diferencias en la exposición a riesgos y agresiones se explican en gran medida porque 
en el caso de los hondureños se trata de un flujo más reciente que, por lo mismo, dispone de 
menos redes sociales y conocimiento del proceso de cruce y tránsito por México, lo que los 
coloca en una situación de mayor indefensión. 
Asimismo, los hondureños son los que menos recurren al uso de coyotes u otros 
apoyos durante su trayecto por México y su estancia en México es más prolongada. Estos 
dos factores incrementan su exposición a mayores riesgos y vulnerabilidad. Entre los delitos 
más frecuentes se encuentran los robos y asaltos y las extorsiones. En el primer caso, el 7,4% 
de las personas migrantes ha sufrido algún robo en su trayecto por México y el 5,4% ha sido 
víctima de extorsión, especialmente por parte de alguna autoridad mexicana. Por su parte, 
las amenazas y agresiones muestran una baja recurrencia, con solo el 1,9% y el 1,5%, 
respectivamente. 
Finalmente, el 1% de las personas migrantes ha sufrido directamente un secuestro, 
delito mayor que refleja una situación de alta gravedad y riesgo para el migrante. De 
acuerdo con la Encuesta de Nacional de Victimización y Percepción sobre Seguridad Pública 
(ENVIPE) de 2012, del Instituto Nacional de Estadística y Geografía de México (INEGI), la 
tasa de secuestro en México en 2012 fue de 170 por cada 100.000 habitantes mayores de 18 
años. Si se compara esta cifra con la ya señalada para las personas migrantes en tránsito, 
para las personas migrantes centroamericanas la tasa de exposición al riesgo de ser 
secuestrados es casi seis veces superior a la de la población mexicana (controlando por las 
mismas edades). Esta cifra da una idea clara del nivel del riesgo que significa el secuestro 
para este grupo de la población y, por tanto, el alto grado de vulnerabilidad y desprotección 
en que se encuentra en su tránsito por México. 
La identificación de los agentes perpetradores de los delitos permite cualificar el tipo 
de riesgo al que se enfrentan cotidianamente las personas migrantes. De acuerdo con los 
datos que ofrece la Encuesta de Agresión y Abuso a Migrantes, el 46% de los delitos son 
perpetrados por bandas del crimen organizado, de los que menos del 15% corresponde a los 
polleros, coyotes y bandas de trata de personas y tráfico de migrantes, mientras que el 85% 
restante correspondería a las bandas de narcotráfico, secuestro, extorsión y otros delitos, 
que han proliferado en México en las últimas dos décadas. 
El 42% corresponde a delitos perpetrados por las propias autoridades mexicanas, 
entre las que destacan las distintas fuerzas policiales que serían responsables del 57% de 
estos delitos y las autoridades y agentes del Instituto Nacional de Migración serían 
responsables del otro 31%. Las fuerzas armadas (marina y ejército, fundamentalmente) que 
han asumido funciones y tareas en el combate al narcotráfico, caen también en este tipo de

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