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Arceo, Enrique: Argentina en la periferia próspera Introducción El período 1880/1930 presenta un notable crecimiento para Argentina. Esto da origen a una serie de debates históricos centrales en el análisis de la historia político-económica de nuestro país. Por un lado, acerca del tipo de crecimiento, sus repercusiones en términos de distribución/concentración, vulnerabilidad externa e incapacidad de impulsar un desarrollo sustentable a largo plazo. Por otro, la discusión correspondiente a la estructura agraria, donde subyace la postura sobre la necesidad de propender a la pequeña propiedad agrícola familiar, como forma necesaria y sustancial para propender el crecimiento de un mercado interno y de la industria nacional. En esta postura, radica una mirada crítica hacia el capital extranjero y la gran propiedad predominante, lo cual suponía una limitación a la capitalización agrícola por parte de los arrendatarios, impidiendo la diversificación y tecnificación necesaria de la agricultura, subsistiendo la gran explotación ganadera extensiva. Esta visión crítica, fue deslegitimada en función de tres procesos: a. la recuperación del crecimiento agrícola (pone en duda las características de los terratenientes pampeanos y la estructura de propiedad). b. La posterior crisis del MDA ISI (planteando la duda sobre la relación entre crecimiento de largo plazo con desarrollo industrial y mercado interno –principal argumento para atacar al MDA oligárquico). c. La represión militar y el disciplinamiento que implica la hiperinflación de fines de los ’80 (al asociar el cambio de estructura con control de precios o posibilidad de violencia). Desde una concepción liberal, subyace la explicación de que el MERCADO es el único asignador racional, el cual orientó el proceso de crecimiento. Allí, la estructura de propiedad, las modalidades de tenencia y explotación del suelo responde a dotación de factores y no a aspectos institucionales. Las limitaciones que puedan surgir, se vinculan a cambios en las condiciones internacionales, por lo tanto, la crisis del MDA oligárquico es resultado de cambios impredecibles en las condiciones internacionales y nada tienen que ver con sus propias características. Para esta visión, el Peronismo es el principal factor de irracionalidad, que a partir de desarrollar el mercado interno frustró un proyecto de crecimiento. Las diferentes formas de interpretación Las mismas giran alrededor de dos interrogantes: a. Encontrar las razones de por qué Argentina logró ingresos similares a Europa, y tuvo una evolución posterior tan disímil. b. Tratar de dilucidar la relación entre predominio de la gran propiedad y extensividad de la explotación agropecuaria. Desde una visión crítica, supone que de allí deriva un bajo nivel de inversión y de rendimientos por unidad de superficie. El primer interrogante se plantea desde dos visiones distintas: Por un lado, quienes plantean que el elevado nivel de ingreso per cápita es resultado de ventajas comparativas (elevada productividad) en la producción agropecuaria, respecto a la industria. La otra visión (crítica), plantea que depende de la obtención de una renta diferencial a escala internacional (mayor calidad del suelo implica menores costos en comparación a otros países). La diferencia entre ambas visiones, radica en la “movilidad internacional del capital”; la primera asume una relativa inmovilidad determinando que lo importante dependa de los diferentes precios relativos y la elasticidad de la demanda, donde el precio depende de la dotación relativa de factores de cada país. La segunda visión, acepta la movilidad del capital en un único sistema mundial de precios y en donde el K tiende a tener una misma tasa de ganancia. En ese marco, los países se especializan en aquellas mercancías de menores costos; allí la economía opera como único espacio, y son las diferentes calidades de RRNN las que permiten que se origine la apropiación de renta diferencial. Estas visiones definen marcos de análisis distintos, a la hora de evaluar las relaciones entre estructura de propiedad de la tierra y características - evolución de la producción agropecuaria. En función de analizar estas relaciones, el texto desarrollo la categoría de renta internacional en la medida que considera que para el período no estaban dadas las condiciones de afirmar la conformación de precios internacionales de producción. Es decir, ni ventajas comparativas (por los motivos que explicita la visión crítica), ni renta diferencial (que plantea precios internacionales) pueden dilucidar el despliegue argentino de entonces. La renta internacional, aplica el análisis marxista sobre las transformaciones que experimenta la ley del valor en el ámbito internacional, en la modalidad concreta de inserción de la periferia próspera en la economía mundial. Esta, plantea una problemática distinta respecto de los enfoques mencionados. Por un lado, evaluar los determinantes de la magnitud de “renta de la tierra” y las relaciones entre régimen de apropiación del suelo y características de su explotación. Las CONCLUSIONES son: esas magnitudes no dependen necesariamente de la fertilidad del suelo o de la dotación relativa de factores, es más bien condicionado por las reglas de acceso al suelo. La conformación de un bloque dominante de clase, define de forma simultánea las reglas de acceso al suelo y la articulación con el capital agrario e industrial –tanto local como internacional-, sobre estas cuestiones se configura un determinado MODO DE ACUMULACIÓN. Este depende, de la estructura social-económica, de luchas político-sociales que fueron conformando la estructura, y de la composición del bloque de clase que deviene dominante y que impone un sendero de acumulación acorde a sus intereses. El modo que adopta en los diversos países depende: a. atrasos acumulados respecto de países centrales b. dotación de Recursos Naturales (RRNN). c. modalidades históricas específicas que adopta el bloque dominante Desde esta concepción, el MERCADO se constituye en una construcción social, resultado de relaciones de fuerza entre actores sociales. Su racionalidad es histórica y socialmente condicionada, que apunta a la reproducción de la estructura de poder sobre la que se basa, y no garantiza su reproducción con reproducción ampliada de la sociedad en su conjunto. De allí, que un MDA en determinado contexto pueda maximizar el crecimiento como generar una extrema vulnerabilidad (en la medida que no incrementa crecimiento, o adopta cambios en función de las condiciones internacionales). Cáp. I: “Diferentes visiones del desarrollo oligárquico”. Una de las explicaciones, plantea la inmovilidad del K y la teoría de las ventajas comparativas, adoptando una premisa ricardiana de los obstáculos existentes a la libre movilidad del capital y el trabajo, descartando la posibilidad de admitir la igualación en la tasa de ganancia. De allí, se deriva la existencia de costos diferentes entre distintos países, generando la especialización en aquellas mercancías que presentan ventajas comparativas. En ese marco, Argentina tenía gran cantidad de tierra, de capital por hombre ocupado (principalmente ganado) superior a las economías europeas industrializadas, lo que determina su especialización agropecuaria y su elevado ingreso generado por el sector exportador. En base a las ventajas comparativas, surgen dos visiones - Visión crítica tradicional: plantea la existencia de un proceso histórico de conformación de la estructura económico-social de la región pampeana, donde predomina la gran propiedad y la ganadería extensiva. Esto deriva de la política de distribución de tierra, controlada por una reducida oligarquía que concentró su propiedad, en base a la cual concentró poder político y económico (Cárcamo y Oddone). Esta apropiación por grandes productores ganaderos determinó la subordinación de la agricultura a sus necesidades,mediería y arrendamiento se constituyen en la forma predominante (Tenembaum). Este sistema condiciona al productor a desplazarse, asumiendo elevados riesgos económicos y donde el EE queda en forma predominante en manos del terrateniente, los ferrocarriles, el capital comercial y financiero. Allí, se encuentra el principal impedimento a la capitalización de la producción agrícola, situándose en las antípodas respecto al desarrollo productivo que predominante por los chacareros de los demás países nuevos (Campolieti, Cánepa y Tenembaum). La concentración impidió la incorporación de mayor población en la actividad rural, del mismo modo que impidió generar una poderosa clase de medianos productores capaces de aprovechar la mecanización y tecnología (Ferrer). Esto derivó, en una acentuada especialización agraria de carácter extensivo, con un mercado interno reducido que condicionan a la dependencia del comercio mundial. El estancamiento agrario de los años ´40 a los ´60, desde esta perspectiva, resulta del régimen de tenencia de la tierra, en tanto aumentar los rendimientos suponía mejoras de inversión que difícilmente se realizarían por parte de los arrendatarios. Los grandes propietarios desarrollarían un comportamiento no capitalista-empresario, la tierra constituiría en lugar de un capital al cual extraer el máximo provecho, un elemento de prestigio social o refugio de los procesos inflacionarios. El carácter no capitalista del gran terrateniente, en lugar de maximizar la tasa de ganancia logrando mayor rendimiento por ha, apunta a altos ingresos globales que permitan cierto status económico-social, gestando una explotación extensiva por encima del promedio (Giberti). - Visión liberal: La gran explotación ganadera resulta de la dotación de factores existentes y de las características ecológicas de la región pampeana. Allí las relaciones K fueron predominantes y la clase terrateniente impulsó el crecimiento vertiginoso a partir de su flexibilidad para adaptarse a los cambios en el mercado mundial (pasaje del ganado bovino a ovino, mestizaje del ganado criollo, expansión de la agricultura y luego ganadería bovina). Transformaciones que implicaban inversión y reinversión de utilidades. Los arrendamientos fueron la modalidad de acceso a la tierra para los no propietarios. El estancamiento responde a los obstáculos que se introducen al libre juego de las leyes del mercado, son las políticas proteccionistas de los países que alientan la “actividad industrial ineficiente” la causa, generan mayores costos al sector agropecuario (Martínez de Hoz, Cortes Conde). Al principio la actividad ganadera es más importante en función de la relación tierra-trabajo, acceso a los mercados, transporte y redes de comunicación, siendo más costosa la opción de producir cereales. La existencia de EAP de grandes dimensiones no es resultado de factores institucionales o sociales, sino por circunstancias económicas, como un bajo valor de la tierra, escasa población, características físicas y naturales. Recién en 1890 la disponibilidad de mano de obra por inmigración, la ampliación de ferrocarriles y la adopción de la alfalfa para alimento comenzaría a combinarse con los cultivos de cereales, expandiendo la agricultura. Esto, en un marco en el cual la tierra estaba jurídicamente distribuida, ocupada y explotada. Mayoritariamente se expande en base al arrendamiento y la mediería. En 1900 comenzaría un proceso de valorización de la tierra por incremento en precios de los productos agropecuarios, por cambio de destino de la tierra y una oferta de tierra que se torna limitada. Conclusión: la visión liberal plantea una estructura agraria resultante exclusivamente del juego de las leyes del mercado, la renta tiende a desaparecer y se transforma en una retribución por el pasto y el esfuerzo del propietario de la tierra. El distanciamiento de Argentina del resto de los países “prósperos”, no se vincula a la modalidad del desarrollo que manifestó en su economía hasta los años ’30, sino a políticas mercado internistas del peronismo y la redistribución de renta entre sectores (Cortes Conde, Llach). La crítica a la visión liberal: plantea la subordinación de la agricultura a la ganadería, en función de un ciclo de rotación tri-anual. Se da una apropiación de EE por la imposición de formas de arrendamiento pre-K; y la existencia de una lógica de control desde el mercado inmobiliario que impide la subdivisión de grandes explotaciones y la incorporación de PP agricultores a la propiedad de la tierra. Estos supuestos extendidos, son contradichos por Barsky y Pucciarelli, manifestando que el arrendamiento que combinaba agricultura y ganadería se torna irrelevante en 1910, posteriormente el mercado mundial determina el desarrollo agrícola o ganadero permanente, en función de las zonas más aptas a cada actividad. Además, el arrendamiento no fue exclusivo en agricultura, la mayor parte se destinó a ganadería y uso mixto. El estancamiento entre los ’40 y ’60 no se puede atribuir a factores estructurales, sino exógenos al sector pampeano (guerra, ausencia de política estatal en materia tecnológica, a incrementos de la producción sin insumos y equipamiento suficiente, etc.). Precios internacionales de producción y teoría de la renta diferencial Para poder establecer la existencia de una rente diferencial, es necesario introducir el supuesto de de “movilidad del capital”, el cual indica que impera un determinado método de producción y una misma tasa de ganancia donde el precio de un mismo producto tiende a coincidir con un precio medio de producción. Este cuadro, en actividades como la agricultura y la minería cambia, en la medida que está involucrado un medio de producción no producido ni reproducible como la tierra. El cual tampoco es homogéneo ni susceptible de ser apropiado. Al diferir calidades y ubicación, el empleo de un mismo método da lugar a diferencias en los precios de producción/precio regulador. Mientras que en la industria la renta extraordinaria solo puede ser temporaria, en la actividad agropecuaria es permanente. La ganancia es resultado de las características diferenciales de la tierra, un hecho natural y apropiado por su propietario. Sin embargo, Marx plantea que la renta diferencial no es consecuencia de un hecho natural, sino resultado de una relación social de producción con base en un hecho natural (el carácter limitado y homogéneo de la tierra). En la medida que, si la tierra se entregase a quienes están dispuestos a obtener la mayor producción posible por parcela, las sucesivas inversiones de K, llevarían a un punto en el desarrollo de las fuerzas productivas que tendería a la igualación del precio medio de producción, desestimando la existencia de renta diferencial. La renta diferencia existe en la medida que un sector de la sociedad se adueñó de la tierra, RRNN limitado y no homogéneo, generando necesariamente precios medio diferenciado. La teoría ricardiana de las ventajas comparativas es difícil de visualizar a escala internacional, en lo que respecta a la movilidad de K para la formación de un mismo sistema mundial de precios de producción que condicione a la especialización de la economía nacional por la mejor calidad de sus tierras de forma exclusiva. Es necesario, a la dotación relativa de factores introducir una serie de aspectos históricos, sociales, tecnológicos, etc. A fin de lograr una mayor explicación del fenómeno. En la explicación por Renta diferencial se visualizan tres posturas: a. El K rentístico como característica del productor pampeano se contradice la perspectiva neoclásica, donde la introducción de la economía al mercado mundial es partir de una renta diferencial, donde hay relaciones de producción K, salarios similares al centro y movilidad internacional de K. Laclau, plantea que el monopolio de la tierra es previo a la expansión agropecuaria, lo que determinó el surgimiento de la renta.La importancia de la renta apropiada, es lo que determino la escasez de K fijo. Al concentrarse la renta en una oligarquía, se optó por no mejorara la debilidad en infraestructura y a que esa renta dependa de la posibilidad de colocar materias primas al mercado mundial, tornándose dependiente de la acumulación de K de los países industrializados, es decir dependiendo de variables que escapan a su control. b. Renta diferencial y renta especulativa (Flichman), Laclau deja sin resolver el problema del “carácter extensivo de la producción pampeana”. Aspecto fundamental de la región es la inversión y producción por ha menor a Europa, e inferior a otros de los países nuevos de clima templado. Los mayores rendimientos están en Europa y los menores en Argentina, se reduce la diferencia por las condiciones favorables de la región pampeana, donde es sustancialmente menor la inversión por unidad de superficie. Flichman dirá, que la extensividad es resultado de la existencia de una renta especulativa, la inflación, los cambios bruscos en los precios relativos y las oscilaciones en la actividad, determinaron que la tierra se constituya en “valor refugio”. Esto configura que al momento de elegir la tecnología se tenga en cuenta los beneficios derivados de la producción, pero también las ganancias que proviene de la valorización de la tierra. c. Capital especulativo (Sabato), comparte con Flichman que impera una racionalidad en los productores estrictamente capitalista, pero que la ganancia especulativa impide un crecimiento sostenido en la inversión. La diferencia de Argentina con el resto de los países que comienzan un ciclo similar, fue que mientras los demás establecieron como actividad líder al sector industrial, en Argentina siguió estancada en el sector agropecuario, lo cual constituye una mayor sujeción de la economía argentina al mercado mundial. La clase dominante argentina, se constituye sobre la base de actividades comerciales y financieras, que lo adecuan a actuar en situaciones de riesgo y cambios coyunturales del mercado, además que la actividad ganadera le permitía rentabilidades similares al cultivo, volviendo factible la combinación. De este sistema de producción se dan 3 efectos no presentes en USA y Canadá: mayor eficiencia económica de la gran EAP frente al colono familiar –fortaleciendo a una clase de grandes terratenientes con ingresos altamente concentrados-; que la clase empresaria esté habituada a variar en función de las demandas del mercado; que no se estimulara las inversiones productivas especializadas, optando por los activos líquidos. Estas características no se limitaron a un sector, generando una peculiar distorsión en el proceso de acumulación. Cáp. II: “Hacia una visión alternativa” 1. Los obstáculos a la formación de precios internacionales de producción. La apertura económica y movilidad de Capital (K) en el período 1880/1930 es excepcional en sus características. Quienes defendieron la idea de renta diferencial a escala internacional (Laclau, Flichman, etc.) parten de la suposición de Emmanuel acerca de la existencia de una tendencia en el periodo a la igualación en la tasa de ganancias a escala mundial, en función de una relativa igualdad en los rendimientos de las inversiones financieras, utilizando ésta como similar a la tasa de beneficio del K. Pero, para plantear esto, es necesario que el K productivo se desplace por la economía mundial, dentro de cada rama y en las diferentes, de modo que invierta en donde los costos de producción son menores, para que sean las condiciones mundiales de producción las que definen la localización y precio de producción de cada actividad. La movilidad se alcanza de 2 formas: Por un lado, mediante transferencias de ahorro por medio del sistema bancario -de países con bajas tasas de interés a los de mayor- (Proceso indirecto). Por otro, mediante desplazamientos de K hacia donde se minimizan los costos de producción, o a hacia ramas en las que se alcanza igual tasa de ganancia a nivel mundial (proceso directo). Pero ambas modalidades, las cuales pueden darse en forma combinada, son desmentidas. Durante el periodo, la exportación de K solo se da cuando existen garantías sólidas, existe una barrera significativa para obtener préstamos salvo que sean proyectos de gran escala. El proceso indirecto se descarta. Respecto del segundo, se evidencia una reducida importancia y muy concentrada en reducidas actividades. De este modo, se descarta también el modo directo de igualación en la tasa de ganancia que haga posible la formación de precios internacionales de producción. Si bien el 55% de las inversiones de Inglaterra se destinaron a los países nuevos, pero, allí poca importancia tenía las actividades que explicaban el despliegue de sus economías (agropecuarias). No había condiciones para acceder a K en los mercados externos y menos que los K externos realizaran Inversión Extranjera Directa (IED) que necesitaban de una estructura de control, e incluso en aquellas actividades donde existían condiciones estructurales para la movilidad de K a escala mundial, éstas eran irrelevantes. Las IED se concentraron en pocos rubros industriales, de consumo masivo, no susceptibles de transporte y asociado al procesamiento de de producción local. En su mayoría eran Empresas Trasnacionales (ET) en lucha interoligopólica a escala mundial. El 70% de las IED de Inglaterra se concentraron en 2 rubros: empréstito a gobiernos y ferrocarriles. Estas actividades conforman un bloque de “actividades internacionalizadas”, que concentran la mayor inversión en servicios públicos y transporte, de carácter estratégico en el control del desarrollo económico. En el resto de las actividades no había penetración del K externo, por lo que se descarta un proceso indirecto de igualación en la tasa de ganancia. En ese periodo el mercado de K de los países centrales constituía el eje de expansión del modo de acumulación imperante a nivel mundial. No se basó en un proceso directo o indirecto de desplazamiento de K dentro de cada actividad en busca de menores precios de producción, su lógica planteaba la profundización del desarrollo industrial en la metrópolis, a través de incorporar nuevas áreas productoras de alimento y materias primas a bajo costo, también vinculado a la obtención de ganancias monopólicas. 2. Relaciones internacionales de producción y renta internacional Los países nuevos que se desarrolla en el periodo en cuestión, lo hacen como “prolongación agraria del centro capitalista industrial”. Un país produce todas las mercancías, mientras el otro solo una, allí los términos de intercambio terminan definidos por los precios de producción del país no especializado, en base a la cantidad de trabajo directo e indirecto empleado para producir una unidad de producto agrícola. En ese sentido, la riqueza de los países nuevos remite a una cuestión conceptualmente distinta que la teoría diferencial a escala mundial. Lo que es necesario dilucidar es: si la riqueza de “los países nuevos” responde a que emplean en la producción de una unidad de producto del agro mayor o menor cantidad de trabajo que en el centro, es decir que no remite a la calidad del suelo sino a la productividad del trabajo, el cual entre otras cosas puede estar condicionado por la calidad del recurso. En los países nuevos la productividad es mayor, hay mayores rendimientos por hombre ocupado que en el centro. En ésos países, el proceso de ocupación del suelo fue muy distinto y la extensión de tierra es sustancialmente mayor por cada unidad de K susceptible de ser invertido, permitiendo obtener mayores rendimientos por hombre ocupado, con tierras de similar calidad. En los países nuevos, el ganado se alimenta por sí mismo en praderas naturales, pudiendo prescindirse del uso de fertilizantes mediante rotación, de esa manera se emplea menos trabajo por unidad de producto. Marx planteaba que hay un hechoque modifica la ley del valor en su aplicación internacional, y es que en el mercado mundial el trabajo nacional más productivo se considera al mismo tiempo el más intensivo, siempre y cuando la nación más productiva no se vea obligada a bajar los precios de venta de su mercancía hasta el límite de su valor. La mayor riqueza resultante de la potenciación del trabajo del país nuevo constituye una renta, denominada renta internacional (a diferencia de la renta diferencial que se plantea calidad diferente y cantidad limitada en un mismo campo de socialización del trabajo y que obtiene la misma tasa de ganancia) constituye un tributo que impone el capital que opera en el país nuevo al conjunto del capital del centro y lo hace en función del control exclusivo que ejerce sobre un territorio. Resulta no sólo de las calidades de similares de la tierra en el centro, sino sobre todo de la imposibilidad del capital del centro de explotar directamente el suelo del país nuevo. De allí, que la “modalidad de apropiación del suelo” determine el nivel de renta, influya en la forma de explotación, y en función de esto, en la magnitud de la renta internacional. 3. Sistema de explotación agraria, reglas de acceso al suelo y renta de la tierra Los análisis que plantean renta diferencial o absoluta recurren a elementos ajenos a la estructura de propiedad, por ejemplo, a la existencia de una renta especulativa por el carácter de “valor refugio”, o por la configuración de la clase dominante en Argentina donde predomina el carácter comercial y financiero que imprime un sesgo específico a la inversión. En ninguno de los análisis se plantean condiciones institucionales en que se desarrollara el proceso de ocupación, como si estas condiciones no incidieran en la asignación de los factores en el proceso productivo. De modo, que en ambas explicaciones la retribución del factor tierra solo varía en razón de su calidad y no es afectado por factores institucionales. El problema de las explicaciones hasta aquí esbozadas es que la teoría de la renta se alcanza a partir de un modelo de desarrollo donde la cantidad de tierra que se explota se determina exclusivamente por la magnitud de K y la técnica impuesta por la exigencia de maximizar la tasa de ganancia. Esto es inadecuado para el análisis del proceso de ocupación en países nuevos, donde las reglas de acceso al suelo fijan la cantidad de tierra a la que es posible acceder, lo que constituye un factor definitorio de las condiciones en que opera. Las reglas de acceso al suelo no son un dato institucional irrelevante externo al proceso económico que sólo podrían afectar en lo económico por mediante la concentración de la renta de la tierra, sino que representan un aspecto de las relaciones de producción y determinan una forma específica de las leyes que rigen el proceso de acumulación. 4. Bloque de clases dominante, reglas de acceso al suelo y modo de acumulación Alrededor de 1880 tiene lugar un cambio en la división internacional del trabajo, que implica flujos de capitales hacia nuevos países, entrada masiva de inmigrantes y caída en los precios de flete. Esto genera dos cuestiones, por un lado, desplegar una política de acceso a la tierra y por otro la posibilidad o no del desarrollo industrial. La entrada de inmigrantes lleva a realizar en el país una redefinición las reglas de acceso al suelo que todavía le pertenecen al Estado, donde el favorecer la pequeña explotación familiar actúa impidiendo captar renta internacional tempranamente, y un menor nivel elevado de renta implica una mayor tasa de ganancia al capital. En EE.UU. la burguesía industrial resignando sus intereses inmediatos convierte el libre acceso a la pequeña unidad agrícola. De ese modo, se constituye una alianza que le asegura la hegemonía dentro de la clase dominante, que le permite mantener el mercado interno. La excepción en el acceso es para la clase obrera, a quienes las medidas estatales no incorporan adrede. Esto, que sucede en todos aquellos países donde se priorizó la pequeña explotación familiar, se forjó una alianza entre burguesía industrial, pequeña burguesía rural y urbana y clase obrera, en función de lo cual se impuso una serie de reglas tendientes a excluir de la alianza dominante al gran capital agrario, en la medida que la estructura de propiedad se define en función de las reglas de acceso al suelo que establece la legislación. En Australia, al igual que en Argentina la tierra fue ocupada con anterioridad al desarrollo de la agricultura por un grupo reducido de ganaderos, pero sin embargo su preeminencia fue suplantado por otras actividades como la minería y los yacimientos auríferos, que permitió el desarrollo de un mercado interno en función de las demandas que éstos requerían, expandiendo el empleo y el consumo interno, de allí que surge una burguesía agrícola en posición relativamente marginal como proveedora de alimentos. Es decir, surge una estructura económico-social más compleja que implica agudas luchas en torno a la propiedad de la tierra, que lleva a impedir o limitar la gran explotación y favorecer el acceso al pequeño productor agrícola. El bloque dominante subordina al capital agrario en función de la ampliación y diversificación de la estructura industrial y otro tipo de alianza. A diferencia del resto, la legislación argentina generó otro tipo de alianza dominante, constituida bajo la hegemonía de una clase terrateniente, estrechamente relacionada con el gran capital comercial y financiero local e internacional. Más allá de las diferencias en el bloque dominante, los países nuevos lograban una notoria productividad del trabajo y accedían a una renta internacional significativa, así mismo la ausencia de estructuras precapitalistas era notoria en estos casos. Entre los cuales, se destaca EE.UU. en función de contar previamente con un importante desarrollo industrial que constituyo el soporte material para controlar el desarrollo de sus fuerzas productivas. Las formaciones cuyas burguesías no se asientan en el control de un sistema industrial, ejercen un control esencialmente formal sobre el desarrollo de las fuerzas productivas, donde las exigencias de reproducción ampliada y de valor de los países centrales, determinan las actividades a desarrollar y sus características. El capital local periférico, adopta esos límites para desarrollar la distribución de recursos y cuanto más estrecho son, mayor es la eficiencia relativa de su sector exportador, ligado a la explotación de Recursos Naturales (RRNN). La periferia próspera surge en un momento en que las heterogeneidades son aún poco desarrolladas, en donde son escasas las estructuras precapitalistas, existe cierto nivel de salario para atraer mano de obra migrante y se difunden formas de consumo y vida de la metrópolis. Sin embargo, la conformación del bloque de clase dominante determinaría reglas de acceso al suelo que hace a la posterior diferenciación, tanto en la dimensión de la explotación, como en el tipo de sistema de explotación del suelo y lo que es más importante, en lo que refiere al mercado interno y a la distribución del excedente entre renta agraria y ganancia del capital. Es decir, se configuran modos de acumulación diferentes y trayectorias de largo plazo, marcadamente disímiles. Ek promedio de la unidad de explotación en EE.UU. era alrededor de las 44ha, mientras que en Argentina era de 345ha. Mientras en nuestro país la explotación con más de 500ha ocupaban el 71% de la superficie, aquellas con más 200ha en EE.UU. en conjunto sólo concentraban el 22%, a la vez que sólo el 15% de las explotaciones superaban las 100ha por unidad, cuando en Argentina era el 48%. Otro aspecto que denota diferencias, refiere a la modalidad de la tenencia, mientras en la región pampeana mayoritariamente los empresarios eran arrendatarios de la tierra (sólo un 36% era propietario), en EE. UU y Canadá los empresarios-dueños eran 68%y 80% respectivamente. Las diferencias en las dimensiones de la unidad de explotación y las diferentes formas de propiedad, determinan modalidades distintas en el tipo de explotación del suelo. En aquellos países en que predomina la unidad familiar de explotación, por las dimensiones de la parcela y la reducida mano de obra disponible, se impone en la actividad una modalidad de uso intensivo de capital fijo (tecnología) y adoptar un sistema corto de barbecho, que incluye el uso de fertilizantes y demás. En cambio, en la región pampeana donde se impuso la gran explotación, el tipo de explotación del suelo se caracteriza por una modalidad extensiva. Allí es posible una mayor articulación entre actividad agrícola y ganadera, por el sistema periódico de desplazamiento del arrendamiento agrícola hacia otra unidad y la asignación de la parcela agotada a la ganadería. En cambio, aquello países como EE.UU. el ganado depende mucho más de la actividad agrícola para su alimentación, a la vez que el 60% de forrajeras en la zona pampeana es cultivo perenne (alfalfa), en el resto son más relevantes los cultivos anuales, implicando la duración de praderas ratifícales mucho menor. En la zona Pampeana, además, el pastoreo directo es predominante, en tanto solo un 10% es producción forrajera cosechada. En conclusión, eso implica menores costos unitarios por unidad de producción, lo que a su vez implica una mayor renta internacional apropiada. Es decir, que las reglas de acceso al suelo determinan no solo diferencias en la distribución del excedente, sino que también la producción e inversión por ha y la renta internacional por unidad de producción. Estas diferencias no se limitan a lo agrario, sino que consolidan un bloque de clase dominante, cuando el capital industrial ocupa una posición hegemónica posibilita la configuración de un ciclo nacional del capital donde se reduce la renta agraria en relación al beneficio del capital, y la industria local controla una porción sustancial de la demanda, inversión e incluso de las exportaciones. Esa demanda, a su vez, es estimulada por una determinada distribución relativamente igualitaria del ingreso, como consecuencia de la escasa concentración en la propiedad de la tierra. En Argentina, las características del bloque dominante, determinó el ciclo del capital en su conjunto, articulado en forma directa con el capital industrial del centro, destinado a maximizar la renta agraria, en base a una política de inmigración lograr que los salarios desciendan, alejándose progresivamente de los demás países nuevos y del centro. La Argentina, hasta 1930 reflejó en su estructura arancelaria las exigencias de la economía dominante, la libre importación de bienes ingleses manufacturados, que la industria clave de la época (metalúrgica) no haya tenido peso en la estructura productiva local y la textil una magnitud insignificante. Argentina formaría parte de la “periferia próspera” reproduciendo formas de vida y consumo del centro, pero su permanencia sería breve, en 1935 se diferenciaría por el modo de acumulación implantado por la oligarquía en función de las reglas de acceso al suelo y de la conformación del bloque dominante, cuyos efectos alcanzan a la política industrial, la estructura y dinámica agraria, y a la formación económico y social en su conjunto. La apropiación jurídica del suelo y del ganado, junto a la represión, fueron la forma de lograr mantener disponible mano de obra para emplear en la gran propiedad, es decir, separando al productor directo de sus condiciones de existencia. La tierra por una serie de engorrosos trámite y costos, quedaría en manos de un grupo reducido. Según fuentes, alrededor de 1840 293 personas poseían 8.400 millones de ha. El Estado, en lugar de incentivar que la propiedad se distribuyera incentivado a la inversión y explotación productiva, tendió a asegurar que rápidamente fuera poblada por ganado. A medida que la clase terrateniente necesita expandir su stock ganadero, se avanzaba en los desplazamientos y se excluye a los demandantes pequeños y medianos, por medio de normas y acciones que tienden a obligarlo emplearse en la gran propiedad. En ese marco, se prohíbe toda venta “ilegal” impidiendo que éstos participen en el comercio de bienes agropecuario, concentrando los espacios de distribución. Los grandes terratenientes con el Estado, por las características que asume el proceso de acumulación bajo su hegemonía, logran que sea nula la competitividad con otros sectores del capital, y por la simplificación de la estructura productiva hace crecer cada vez más la importancia de su inserción periférica. En la nueva división mundial del trabajo, la Argentina acepta su rol como “apéndice agrario” del capital metropolitano. En ese marco, no se permite que prolifere la pequeña producción, ni que se desarrolle un mercado interno, ni la posibilidad para que se articule la pequeña burguesía y sectores populares en un proyecto alternativo, sino la Sociedad Rural Argentina en el Estado determinando las reglas de acceso al suelo. En los países donde la legislación permitió el desarrollo de la pequeña propiedad, implicó un radical cercenamiento de las posibilidades de acumulación de la clase terrateniente. En 1878 se promulga la “ley general de Tierras”, por medio de la cual la tierra pública se entregaba en lotes de mil ha, en lugar de 200 que era la medida anterior, se eleva de 5.400 ha a 30 mil ha el máximo a adquirir por una sola persona en un mismo partido y para adquirir el mínimo de ganado que se debía disponer era más de 300 cabeza. Luego se elevaría el mínimo de ha a adquirir a 10 mil. En tres décadas se incorporan a la actividad productiva 40 millones de ha, no quedando tierra pública por enajenar, en 18 años el ganado vacuno crece un 90% en la región y el ganado se constituye en un capital apreciable y no existe alternativa significativa para la inversión que no sea ésta. Al concluir este proceso de apropiación, se genera una vertiginosa elevación del precio de la tierra y la estructura de propiedad resultante definirá las condiciones en que operarían las “leyes del mercado”, definiendo un tipo de desarrollo de la agricultura y de la actividad agraria en su conjunto, y definiendo la forma en que se apropia el excedente económico generado. Esta valorización de la tierra hace que se incremente la renta internacional, dada su limitación de la oferta. La disponibilidad de tierra, las pasturas, la lluvia y el clima del área pampeana hacen que la reproducción del ganado se de con una intervención sustancialmente menor de trabajo humano. Como la totalidad del suelo está apropiada y en explotación, la competencia del capital por acceder a su posesión –condición para acceder a esa ganancia extraordinaria- determina que esa ganancia se asuma la forma de renta de intensiva, apropiada por un conjunto de propietarios del suelo, más la renta diferencia que se corresponde con el tipo de suelo. Canadá nos indica que otras reglas de acceso al suelo, evitaron una temprana apropiación y ocupación ganadera y permitió que la proporción más elevada de renta internacional sea apropiada como ganancia para el conjunto del capital y la valorización del ganado y de la tierra habría beneficiado una base social mucho más amplia. Pero las reglas de acceso en la región pampeana, resultado de las características de la clase dominante, determinó el predominio de la gran explotación y la apropiación de una parte sustancial de la renta internacional bajo la forma de renta del suelo, con la consiguiente concentración de la tierra y el ganado. A la vez que dio origen a una estructura agraria donde predomina el arrendamiento que tiende a dejar de lado las inversiones que pueden favorecer una mayor productividad por ha. Este uso del suelo, conforma el sistema que posibilita la reproducción material y social del proceso productivo, el arrendamiento descansa en la subsistencia de lagran propiedad y en el uso extensivo del suelo, en la medida que le permite minimizar los costos de producción, en la medida que el uso agrícola del suelo que es poco intensivo y no requiere de gran inversión. Un tipo de sistema intensivo de explotación habría requerido no solo una inversión mayor, sino también modificaciones técnicas empleadas en la ganadería, mejoras del transporte y comercialización, es decir, cambios sustanciales en la relación de fuerzas entre clases, cambios en la forma de propiedad y en las modalidades globales del modo de acumulación. La hegemonía de la clase terrateniente implicó la configuración de un modo de acumulación sustentado en la reproducción ampliada de la forma dominante agro-pampeana y la subordinación del ciclo global del capital local a la necesidad de maximizar la renta internacional y asegurar la apropiación de la mayor porción posible de renta del suelo. Subordinación, a la que sirvió el Estado interviniendo en la distribución del valor entre clases y fracciones. La Argentina requiere mucho menos población rural y obtenía una renta internacional derivada del sistema de explotación del suelo más extensivo. A su vez, sobre esa masa de excedente no hay exigencias para invertir, y la clase dominante incorpora pautas de consumo de la nobleza europea, mientras que el Estado por vía de empréstitos asume la tarea de asegurar las condiciones adecuadas de contexto. La formación bruta de capital fijo en términos globales es reducida, el capital local se abstiene de incursionar en actividades de elevada inmovilización de capital. El modo de acumulación se desarrolla sin grandes inconvenientes ni contradicciones entre las fracciones dominantes, la clase terrateniente y la burguesía agraria actúan como fracción agraria del bloque industrial de las economías centrales, su acceso al mercado mundial es posibilitado por la infraestructura en manos del capital extranjero, a la vez que el núcleo industrial local –integrado también por grandes terratenientes- no compite con las importaciones, sino que es transformación básica de materias primas agropecuarias, mientras que el capital extranjero permanece protegido en los eslabones claves. La distancia de Argentina del resto de la “periferia próspera” se vincula con un cambio en el modo de acumulación en el mercado mundial y de su hegemonía. A la vez que, en lo local, un progresivo agotamiento de los factores que permitieron una acelerada reproducción ampliada del modelo de acumulación. La falta de una política industrial pudo ser más efectiva en momentos de expansión significativa del agro-pampeano. La crisis constituye un rasgo del modelo de desarrollo y de las características del bloque dominante. La configuración de un bloque dominante, determinó un modelo de acumulación que durante medio siglo permitió tasas elevadas de crecimiento, en una configuración particular del ciclo global del capital, donde se le asignaba un lugar secundario a la ganancia del capital productivo, que además excluía la conformación de un sistema industrial como base material para el control del desarrollo de las fuerzas productivas y por esto para la vulnerabilidad ante modificaciones en el mercado mundial o por el agotamiento de las condiciones internas de expansión. Cambios en el modo de acumulación solo podía resultar de una nueva composición del bloque dominante, lo cual no es resultado mecánico sino en función de la forma que va a adoptar la resolución a las contradicciones manifiestas.
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