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Clínica y Salud, 1999, vol. 10 nº. 2 - Págs. 211-229 CLINICA Y SALUD 211 ESTUDIO DE CASOS Tratamiento de un caso de enuresis nocturna monosintomática con el método de alarma, sobreaprendizaje y práctica positiva. Treatment of monosymptomatic nocturnal enuresis with urine alarm, overlearning and positive practice. A case study CARMEN BRAGADO ALVAREZ * RESUMEN El presente estudio describe el procedimiento utilizado en un caso de enuresis nocturna monosintomática, diagnosticado también con espina bífida oculta. El niño, un varón de 7 años, fue tratado con un programa conductual integrado por tres componentes fundamentales: alarma ante la orina, sobreaprendizaje y práctica positiva. Todos los intentos de los padres por corregir el problema (premiar las noches secas, despertarlo para orinar y limitar la ingestión de líquidos) habían resultado infructuosos. Los resultados obtenidos demuestran una vez más que el método de la alarma, sólo o en combinación con otras téc - nicas como se ha empleado aquí, es el tratamiento de elección parar curar la enuresis monosintomática de forma definitiva. ABSTRACT This study describes the procedure used with a monosymptomatic nocturnal enuretic child, also diagnosed with ocult spina bifida. The * Departamento de Personalidad, Evaluación y Psicología Clínica. Universidad Complutense de Madrid. Campus de Somosaguas. 28223 Madrid. A G R A D E C I M I E N T O S : Deseo expresar mi más sincera gratitud a la madre, sin cuya colaboración, constancia y confianza no hubiera sido posible obtener ningún resultado. Igualmente agradezco a Luci- la Andrés la lectura del manuscrito y sus sugerencias y comentarios. Por último, agradezco a Francisco Becerril su ayuda en la ejecución de los gráficos. Tratamiento de un caso de enuresis nocturna monosintomática con el método de alarma, sobreaprendizaje y práctica positiva. 212 CLINICA Y SALUD child, a male 7 years old, was treated with a behavioral program con - sisting of three major components: urine alarm, overlearning and positi - ve practice. All previous parents’ attempts to manage enuresis [rewqr - ding dry nights, awakening child to urinate, and limiting fluids’ intake] were unsuccessful. Results showed again that the urine alarm method, alone or with aditional techniques, like it was employed here, is the reatment of choice to cure definitively monosymptomatic enuresis. PALABRAS CLAVE Enuresis nocturna monosintomática, espina bífida oculta, alarma- sobreaprendizaje y práctica positiva. KEY WORDS Monosymptomatic nocturnal enuresis, ocult spina bifida, alarm-over - learning-positive practice. INTRODUCCIÓN La enuresis nocturna (EN) es un problema relativamente común en la población infantil. Según el estudio efectuado por la Sociedad de Pediatría Extra- hospitalaria ( 1996) con una muestra aleatoria de 29.793 niños, reclutados en unidades de pediatría extrahospitalaria de toda España, la prevalencia general de la EN en nuestro país parece situarse alrededor del 10,6%. Como en otros estudios epidemiológicos (ver Bragado, 1999), en éste se encontró que la enuresis nocturna era más frecuente en varones que en mujeres (13% versus 9%) y que el tipo primario predominaba sobre el secundario (77% versus 23%), constatando una vez más un incremento de la prevalencia entre los niños con anteceden- tes familiares de enuresis en comparación con los que no los tenían (51,6% y 6,7%, respecti- vamente). Aunque es habitual diferen- ciar entre enuresis nocturna p r i - maria y secundaria, a c t u a l m e n- te se reconoce que esta distin- ción tiene un escaso valor pro- nóstico, dado que ambos tipos de enuréticos responden por igual a los tratamientos al uso (Houts, Berman y Abramson, 1994). En relación al pronóstico terapéutico parece mucho más úti l distinguir entre enuresis simple o monosintomática y enuresis complicada o polisinto - mática, una clasificación que ha conseguido imponerse en los textos especializados de los últimos años. La primera acep- ción se emplea para designar la enuresis nocturna que no se acompaña de síntomas miccio- nales diurnos (urgencia, fre- cuencia, disuria, infecciones uri- narias, etc.) y la segunda, deno- minada por algunos “síndrome enurético”, para resaltar la con- currencia de alguno de estos síntomas. Los enuréticos inclui- dos en este último grupo pue- den presentar también enuresis d i u r n a . Respecto a la etiología y de acuerdo con el estado actual de la investigación, se puede afir- mar que en la génesis de la enu- resis nocturna monosintomática intervienen múltiples causas que incluyen, entre otros, los siguien- tes factores: cierta predisposición genética, una alteración más o menos grave de los mecanismos neurofisiológicos responsables del despertar ante el estímulo de plenitud vesical, la presencia de poliuria nocturna (ocasionada por una secreción insuficiente de la hormona antidiurética en el hora- rio nocturno) y una capacidad vesical reducida (al menos Carmen Bragado Álvarez CLINICA Y SALUD 213 durante el sueño). Sin desesti- mar las causas anteriores, la Terapia de Conducta sostiene que la EN es consecuencia de un fallo de aprendizaje. La conti- nencia urinaria implica que el niño ha aprendido a dominar ciertas habilidades requisito, a saber: reconoce las señales fisio- lógicas de distensión vesical (es consciente de la necesidad de orinar); es capaz de contraer de forma voluntaria los músculos estriados (de la pelvis y el esfín- ter externo), lo que le permitirá inhibir y posponer la orina hasta que llegar al baño; y sabe iniciar la micción de forma voluntaria, lo que significa que es capaz de relajar el complejo esfintérico para permitir la salida de orina. Se supone que en este proceso de aprendizaje las sensaciones de plenitud que anteceden a la micción adquieren propiedades discriminativas condicionadas, que con la práctica acabarán por activar la respuesta voluntaria de contraer el esfínter de un modo automático, o bien provocarán la respuesta de despertar cuando la cantidad de orina almacenada en la vejiga supere los límites de ajuste del músculo detrusor. La mayoría de los niños logran la continencia entre los tres y los cinco años de edad. Pero, posi- blemente por condiciones inade- cuadas de aprendizaje, algunos no lo consiguen y necesitan que se les enseñe a permanecer secos durante la noche. En defi- nitiva y parafraseando a Peña, León, Giráldez y Leal (1996, pág. 92), el control de la micción hay que aprenderlo y ejercitarlo para que se automatice al hora- rio nocturno. Cualquier circuns- tancia que dificulte o interfiera el aprendizaje puede favorecer la e n u r e s i s . En cuanto al tratamiento, los datos acumulados hasta el momento no dejan lugar a dudas de que el método de la alarma o ciertas variaciones del mismo es el t ratamiento de elección para corregir la EN monosintomática (Bragado, 1999; Houts et al., 1994; Moff a t , 1997; Rosa, Sánchez, Olivares y Marín, 1998). Comparado con los tratamientos farmacológicos como la imipramina, la oxibutini- na y la desmopresina, es el pro- cedimiento más sano, puesto que carece de efectos secunda- rios, y el que obtiene más cura- ciones a corto y largo plazo. Pese a esta evidencia los profe- sionales médicos parecen rea- cios a recomendar su uso, tan sólo un 3%, según los datos aportados por Houts et al. (1994), y alrededor del 11 % , entre nosotros (Gutiérrez, Hidal- go, Hidalgo y Rebassa, 1996). MÉTODO Tratamiento de un caso de enuresis nocturna monosintomática con el método de alarma, sobreaprendizaje y práctica positiva. 214 CLINICA Y SALUD Sujeto Varón de 6 años y 8 meses, mayor de dos hermanos (el menor tiene 3 años y 7 meses). Ha tenido un desarrollo evolutivo normal y destacable en el área motora y del lenguaje, del que tiene un dominio excelente, superando en este aspecto a sus compañeros de clase. Según describe su madre, es un niño sociable y afectuoso. Bien integrado en el contexto escolar y con buen nivel de aprendizaje, aunque el informe psicológico realizado en el colegioun año antes resalta que es un muy sensible, con miedo a cometer errores y a no agradar a los demás. Ambos padres son licen- ciados universitarios y trabajan fuera del hogar. El nivel cultural de la familia es elevado y esti- mulante para el niño. El único problema reseñable se circuns- cribe (según su madre) al hecho de que padece enuresis noctur- na primaria, aspecto que le pre- ocupa y le disgusta, sobre todo cuando tiene que dormir fuera de casa (en vacaciones), y que en cierto modo está limitando algunas de sus actividades, ya que sus padres no se atreven a dejarlo ir sólo a excursiones o campamentos, por lo que se siente bastante motivado hacia el tratamiento. Procedimiento a) Diseño Al comienzo de la intervención se programó un diseño A-B con medidas continuadas en las fases de línea de base (A) trata- miento (B) y seguimiento, pero las circunstancias que aconte- cieron en el curso del tratamien- to permitieron adecuar los datos a un diseño de retirada A-B-A-B (Barlow y Hersen 1988), en el que existen más garantías de que los cambios operados en la conducta problema se deban al efecto terapéutico. Tal efecto resulta evidente cuando las res- puestas objeto de intervención mejoran con el tratamiento y retornan a niveles próximos a la línea de base con su retirada, tal como sucede en este caso (ver gráfico 1). De manera que la secuencia temporal de todo el proceso de intervención resultó como sigue: cuatro semanas de línea de base, puesta en marcha del tratamiento (8 semanas), retirada (5 semanas), reintroduc- ción (9 semanas) y seguimiento (2 años), durante los cuatro pri- meros meses con registros dia- rios y mediante contactos telefó- nicos a los 10, 12 y 24 meses. Hay que subrayar el hecho de que hasta la última fase de trata- miento la terapeuta no tuvo nin- gún contacto con el niño y todo el proceso se llevó a cabo con- tando únicamente con la colabo- Carmen Bragado Álvarez CLINICA Y SALUD 215 ración materna. Todas las sesiones presencia- les tuvieron lugar en la Facultad de Psicología de la Universidad Complutense de Madrid (Campus de Somosaguas) entre finales de noviembre de 1995 y octubre de 1996. Se llevaron a cabo un total de 9 sesiones, cuatro sólo con la madre y cinco con la madre y el niño, y se mantuvieron varias conversaciones telefónicas. b) Evaluación Toda la información relevante al caso se obtuvo mediante dos métodos de evaluación habituales en la práctica clínica infantil: la entrevista y los registros conduc- tuales. La entrevista inicial, de una duración aproximada de una hora y media, se realizó sólo con la madre y tuvo como objetivo indagar sobre aquellos aspectos que han demostrado tener una relación determinada con la enu- resis o el pronóstico terapéutico. El propósito final de la entrevista era llegar a identificar las condi- ciones antecedentes y conse- cuentes funcionalmente relacio- nadas con el problema. Los registros conductuales se destinaron a recabar datos objeti- vos sobre la frecuencia de enure- sis, la respuesta de despertar y la capacidad funcional de vejiga, a fin de conocer la línea de base antes de iniciar el tratamiento. A continuación se comentan los resultados más destacables, obtenidos por ambos métodos. Análisis de la conducta enurética y otras respuestas implicadas. El niño adquirió el control intestinal y la continencia diurna de orina a una edad relativamen- te temprana (2 años). El control nocturno de la micción se inició cuando tenía 3 años, momento en el que comenzó a tener algu- nas noches secas, por lo que se le retiraron los “dodotis”. La madre preveía un desarrollo nor- mal y rápido, pero un mes más tarde nació su hermano peque- ño. A raíz de este acontecimiento se observó un estancamiento en el proceso de aprendizaje que no progresaba conforme a la pauta esperada, dado que se alterna- ban períodos de continencia pro- longados con momentos en los que mojaba la cama a diario. Por ejemplo, entre los cuatro y los cinco años, logró mantenerse seco durante 15 y hasta 30 días seguidos. En el verano de 1994, poco después de cumplir los cinco años, dejó de orinarse, pero en septiembre volvió a hacerlo con mayor frecuencia. Este patrón intermitente describe la conducta enurética hasta el instante en que acude a consul- t a . Tratamiento de un caso de enuresis nocturna monosintomática con el método de alarma, sobreaprendizaje y práctica positiva. 216 CLINICA Y SALUD Durante el día, no presenta síntomas de urgencia, ni una fre- cuencia excesiva de vaciado, y es capaz de retrasar la micción y cortar o iniciar el flujo de orina a voluntad, lo que sugiere que sufre una enuresis de tipo mono- sintomático . Por lo demás, la frecuencia de enuresis no se ve afectada por el hecho de dormir en su propia casa o fuera de ella, por ejem- plo, en casa de sus abuelos, excepto en época de vacaciones donde se aprecia cierta mejoría. Un dato significativo con vistas al pronóstico terapéutico es que se despierta esporádicamente ante la necesidad de orinar y con mayor frecuencia después de orinarse, al notarse mojado, lo que indica que existe cierto nivel de reactividad ante la esti- mulación fisiológica. Antecedentes familiares y acti - tud parental ante el problema No existen antecedentes direc- tos, ninguno de los padres pade- ció enuresis de pequeño, aunque parece que un tío paterno tuvo el mismo problema hasta aproxima- damente los 9 años. La madre está excesivamente preocupada y desea encontrar una solución eficaz, el padre le concede menos importancia pien- sa que ya se le quitará, y, aunque no se ha opuesto a los intentos de su esposa para arreglar el proble- ma, tampoco ha colaborado acti- vamente en ellos. Ambos mues- tran actitudes positivas hacia el niño e intentan ayudarlo a su manera, sin ejercer demasiada presión, según dice la madre. Tratamientos anteriores Probablemente, debido a que la madre es licenciada en psico- logía, aunque no ejerce esta profesión, ha probado diversos métodos para tratar de controlar la enuresis. Poco antes de cum- plir cinco años de edad, implan- tó un sistema de autorregistro y reforzamiento positivo; en un calendario el niño tenía que pin- tar de verde cada día que ama- necía seco y en rojo cuando se había orinado. En una primera etapa utilizó un programa de reforzamiento continuo, donde reforzaba materialmente (con premios pequeños) cada noche seca, y, posteriormente, otorga- ba el reforzador después de haber permanecido sin orinarse durante cierto número de noches seguidas. Otras estrate- gias consistieron en despertarlo a media noche para que hiciera pis en el baño y limitar la inges- tión de líquido durante la cena. Respecto al comportamiento paterno ante los episodios de enuresis, cabe destacar lo siguiente: al principio no hacían Carmen Bragado Álvarez CLINICA Y SALUD 217 ningún comentario en relación al tema, después comenzaron hacerle algunas “ recomendacio- nes-amonestaciones “ verbales, diciéndole que “debía intentar levantarse y no hacerse pis en la cama”, “que ya era mayor”, “que no estaba bien mojar la cama a su edad” y frases por el estilo. Durante este tiempo, cuando se despertaba a media noche moja- do, llamaba a su padre, que se encargaba de cambiarle el pija- ma y recomponer la cama. Desde los seis años asume él estas tareas, se cambia de ropa, arregla la cama (en realidad se cambia de posición, colocando la almohada en los pies) y la hace al día siguiente (con ayuda materna). No obstante, hacer la cama por la mañana es una acti- vidad que realiza cotidianamen- te, también cuando no se orina, en estas ocasiones la madre le hace ver lo fáci l que resulta hacerla cuando está seca, ya que se tarda menos tiempo y es más cómodo porque no hay que cambiar las sábanas. Todos estos intentos resulta- ron infructuosos, los cambios observados en la frecuencia de enuresis parecían independien- tes de los métodos utilizados, posiblemente porque ninguno de ellos se l levó a cabo de una manera consistente. Es curioso comprobar que la mayoría de los padres suele emplear tácticas parecidas.Por ejemplo, en una encuesta efec- tuada por Gutiérrez et al. (1996) a los padres de 2.616 niños mallor- quines, de 6-7 años de edad, se encontró que el 66% de los que tenían hijos enuréticos les desper- taba para orinar, el 55,7% restrin- gía los líquidos a partir de cierta hora de la tarde/noche, el 69,7% les felicitaba cuando no se hacían pis y el 21,3% les premiaba por no mojar la cama. Muy pocos indicaron que los castigaban, sólo el 4%, aunque un 19% contestó que los regañaban. Pruebas médicas Un mes antes de ponerse en contacto con la terapeuta, consul- taron con el pediatra del niño quien ordenó realizar las pruebas siguientes: un análisis y cultivo de orina, un análisis de sangre y una radiografía de la columna lumbo- sacra. En la analítica no se detectó ninguna anomalía, encontrándose valores normales en todos los parámetros investigados, sin embargo en la prueba radiológica se descubrió espina bífida. El informe del radiólogo decía exac- tamente: “No se aprecia alteración significativa del alineamiento. Vér- tebras y espacios discales norma- les. Se detecta espina bífida en S- 1 y S-2. Partes blandas sin hallaz- gos”. Al valorar estos resultados, el pediatra opina que, aunque no Tratamiento de un caso de enuresis nocturna monosintomática con el método de alarma, sobreaprendizaje y práctica positiva. 218 CLINICA Y SALUD se ha demostrado una relación directa entre la “espina bífida ocul- ta” y la presencia de enuresis, este defecto suele retardar la adquisi- ción del control urinario. Ante esto, los padres deciden consultar con otros dos médicos que muestran opiniones contrapuestas, uno de ellos que tiene una hija enurética cree que es necesario efectuar una exploración más completa a fin de descartar posibles alteracio- nes urológicas y neurológicas, mientras que el otro considera que, teniendo en cuenta el historial del niño y el hecho de que ha teni- do un desarrollo completamente normal, esta ligera alteración no tiene ninguna influencia en su enu- resis, les comenta que el niño aún es pequeño y les recomienda e s p e r a r. De acuerdo con la última opi- nión, los padres piensan que la espina bífida no es la responsable del problema de su hijo, ya que éste no presenta ningún síntoma diurno, ha tenido una evolución normal y ha permanecido largos períodos de tiempo sin enuresis. Deciden no someter al niño a pruebas urodinámicas o neuroló- gicas que pueden resultar invasi- vas y molestas para él, y consul- tar con un terapeuta de conducta. No quieren que este trastorno le acabe provocando otros proble- mas con el paso del tiempo. Linea de Base Aunque la duración más acep- tada de la línea de base es de dos semanas, se decidió ampliar este período a cuatro semanas con el fin de obtener un número mayor de observaciones que permitieran apreciar la estabili- dad de las respuestas objetivo, ya que como ha quedado de manifiesto en los comentarios anteriores el niño mostraba una pauta de enuresis intermitente (ver gráfico 1 ) Los registros indicaron una frecuencia media de episodios enuréticos por semana de 3,75 (rango: 2-6) que normalmente ocurrían una vez por noche. Aproximadamente la mitad de las veces que se orinaba se des- pertaba al notarse mojado, un par de veces se despertó al ini- cio de la micción, y 0,75 veces (rango: 0-2) lo hizo ante la nece- sidad de orinar y fue al baño. La capacidad funcional de veji- ga se obtuvo registrando la can- tidad de orina evacuada (duran- te 48 horas consecutivas) en un recipiente graduado. La cantidad media fue de 95cm3 y la canti- dad máxima de 220cm3. c) Tratamiento Una vez finalizada la línea de base se procedió a valorar todos los datos recopilados y explicar a la madre el tratamiento a seguir. Carmen Bragado Álvarez CLINICA Y SALUD 219 En este caso concreto, la hipó- tesis que sostienen algunos auto- res (Mac Keith, Meadow y Tu r n e r, 1973; Moilanen y Rantakallio, 1988) de que la presencia de sucesos estresantes en un perío- do evolutivo crítico (2-3 años) puede interferir en el desarrollo de la continencia nocturna, retrasan- do su consolidación, adquiere cierta consistencia, ya que el nacimiento del hermano menor coincide con el momento en que el control nocturno comenzaba a establecerse. Lamentablemente, este hecho no permite predecir la duración del retraso, ni ayuda a entender el estado actual del pro- blema, máxime cuando, según indica la madre, el niño experi- mentó los celos normales en esta situación y los superó sin dificul- tad. Tampoco parece probable que los episodios de enuresis sean consecuencia directa de tener “espina bífida oculta”. Esta anomalía neurológica constituye la forma más benigna de espina bífida, consiste en un simple defecto de cierre de los arcos ver- tebrales, es asintomática y se aprecia sólo por radiología. Según describe Alfaro (1995, pág., 1473), “en las formas mani- fiestas existe un quiste en la espalda que puede estar formado sólo por meninges (meningocele) o por meninges, médula y/o raí- ces nerviosas (mielomeningoce- le), la forma más grave se corres- ponde con la raquisquisis, c o n s i s- tente en la abertura completa del conducto vertebral”. Como con- cluye Toro (1992), a la luz de los datos disponibles, la idea de que existe alguna relación entre enu- resis nocturna y espina bífida oculta es “simplemente un malen- tendido” que carece de funda- mento, su difusión se debe a una sobregeneralización de las altera- ciones asociadas a la espina bífi- da manifiesta. Por lo que, independientemente de las causas originales, la eva- luación del caso sugiere que el tratamiento más apropiado para conseguir instaurar de forma esta- ble las respuestas de inhibir la orina (dormir seguido) y despertar ante el estímulo de plenitud vesi- cal es el método de la alarma, dado que concurren muchos de los factores que se han encontra- do asociados al éxito terapéutico de este procedimiento, a saber: enuresis monosintomática, cierto grado de reactividad ante la esti- mulación vesical (despertar espontáneo), ausencia de otros problemas psicológicos, poca edad, y, lo que es más importante, motivación materna para seguir las indicaciones de la terapeuta y afrontar las demandas del trata- miento, muy superiores, por cier- to, a las de cualquier tratamiento f a r m a c o l ó g i c o . En la tabla 1 se resume el pro- Tratamiento de un caso de enuresis nocturna monosintomática con el método de alarma, sobreaprendizaje y práctica positiva. 220 CLINICA Y SALUD grama utilizado que, además del aparato de alarma incorporaba las siguientes técnicas: sobrea- prendizaje, reforzamiento positivo, práctica positiva y entrenamiento en limpieza. Se utilizó un disposi- tivo de alarma tradicional (propie- dad de la terapeuta), modelo Eas- tleigh, compuesto por una robusta unidad central, con un fuerte zum- bador que dispone de dos intensi- dades y una señal luminosa, y dos esterillas metálicas que se colocan en la cama. Se decidió emplear el sonido más potente (que supera los 105 decibelios) con el fin de asegurar que el niño oyera la alarma y se despertara, dado que para aprender a des- pertarse ante las señales fisiológi- cas que preceden a la micción (estímulo condicionado), es nece- sario que primero se despierte ante el sonido de la alarma (estí- Carmen Bragado Álvarez CLINICA Y SALUD 221 TABLA 1 Esquema resumen del tratamiento utilizado mulo incondicionado). También se instruyó a la madre para que si, a pesar de todo no la oía, un hecho relativamente frecuente al inicio del tratamiento, se dirigiera a la habitación de su hijo, lo desperta- ra para que se diera cuenta de que la alarma sonaba porque él se estaba orinando, y le pidiera que la apagara. Con la ayuda paterna la mayoría de los niños terminan por escucharla . La ingestión extra de líquido (sobreaprendizaje) se empleó para incrementar la producción de orina nocturna, lo que genera dos efectos importantes: se producen más ensayos de condicionamien- to y se fortalecen las respuestas condicionadas de despertar e inhibir la orina (contracción del esfínter),haciéndolas más resis- tentes a la extinción y previniendo las recaídas. El procedimiento se introdujo de forma gradual, en pri- mer lugar, se suprimió la prohibi- ción de beber líquido durante la cena, podía beber lo que quisiera, incluso un vaso de leche al termi- nar de cenar, poco a poco había que incrementar la cantidad hasta que ingiriera un total aproximado de dos vasos y medio de líquido extra. Se explicó a la madre que no era necesario que el niño bebiera la cantidad estipulada de un sola vez, sino en el transcurso de una hora antes de ir a dormir. El método se mantenía hasta finalizar el tratamiento, para lo cual debía lograr permanecer seco durante 14 noches segui- d a s . Aunque se trata de una técnica de castigo destinada a reducir la conducta inadecuada (mojar la cama) y sustituirla por la conduc- ta correcta (levantarse para ori- nar en el baño), la práctica positi- va (PP) se incluyó, sobre todo, para propiciar la respuesta de d e s p e r t a r, ya que se ha demos- trado que su uso tiene efectos beneficiosos sobre el nivel de alerta (ver Bragado, 1983). Pues- to que faltaban pocos meses para que el niño cumpliera los 7 años, se aconsejó que efectuara unos 6-7 ensayos de práctica positiva. Debido a la aversividad de esta técnica y para asegurar la cooperación infantil, suelo explicar que el número ideal de ensayos a realizar es de uno por año, dejando un cierto margen al juicio de los padres para que puedan manejar la situación en el h o g a r. En cuanto al entrenamien- to en limpieza (recomponer la cama y cambiarse de ropa al ori- narse) tenía como objeto fomen- tar la responsabilidad del niño en el proceso y que tomara concien- cia de los inconvenientes que se derivan de mojar la cama. No obstante, estas tareas ya estaban incorporadas en la rutina cotidia- na cuando se instauró el progra- Tratamiento de un caso de enuresis nocturna monosintomática con el método de alarma, sobreaprendizaje y práctica positiva. 222 CLINICA Y SALUD ma, por lo que, estrictamente hablando, no es un componente n u e v o . Por último, se aplicó reforza- miento positivo social (alabanzas, besos, elogios, etc.) y material por mantener la cama seca y despertarse espontáneamente a o r i n a r, además los padres tenían que elogiar a su hijo por cooperar en el proceso. Para evitar posi- bles olvidos y “chantajes”, se decidió que hicieran un pacto escrito con el niño en el que especificaran con claridad los reforzadores de apoyo que podía o b t e n e r, llegando a los siguientes acuerdos: otorgar un punto por cada noche seca y otro punto más por levantarse a hacer pis sin sonar la alarma. El canje de los puntos por los reforzadores se estipuló conforme a la siguien- te pauta: un punto = 4 “tazos”, 4 puntos = un “portatazos”, 8 pun- tos = el “juego de la bola”, 10 puntos = una tortuga, y otros 10 puntos = un “lego barredora”. El pacto se firmó por ambos padres y por el niño. A fin de que el niño tuviera constancia de los avances, se puso a su disposición un calen- dario grande en el que, al levan- tarse, debía pegar una estrellita de colores si no se había hecho pis, en el caso contrario la fecha quedaba en blanco. Debido a la cualificación de la madre para implementar el trata- miento en el hogar, se decidió que fuera ella la encargada de explicar el procedimiento a seguir, con el fin de que el niño no perdiera cole- gio, puesto que todas las sesiones se efectuaron en horario de maña- na. Se insistió en la conveniencia de que hiciera una demostración práctica del equipo técnico para que el niño pudiera examinar el aparato de alarma y comprobara cómo funcionaba, igualmente, se le aconsejó que le explicara con sencillez cómo funcionaba la veji- ga, utilizando para ello una fotoco- pia del esquema incluido en el libro de la terapeuta (ver Bragado, 1999, pág. 22). Para comprobar la evolución del tratamiento se pidió a la madre que registrara a diario los datos que se detallan a con- tinuación y que figuraban en la cabecera de la hoja de observa- ción: fecha, ingestión de líquido (n° de vasos), despertar espon- táneo para orinar (hora), hora en que suena la alarma, ¿la oye? (si/no), se hace pis (si/no), tamaño de la mancha (en cm), n° de ensayos de PP y actitud, y colaboración en el cambio de cama y ropa (nada, poco, nor- m a l ) . CURSO DEL TRATAMIENTO Y RESULTADOS Carmen Bragado Álvarez CLINICA Y SALUD 223 Antes de nada, es preciso mencionar que para poder poner en marcha el tratamiento hubo que solucionar algunos proble- mas, el primero fue que las casas distribuidoras no disponían de rejillas para el modelo de alarma elegido y había que esperar apro- ximadamente un mes para con- seguirlas, por lo que para no retrasar el entrenamiento, dado que el niño estaba muy motivado (según la madre) para iniciarlo ya, se decidió fabricar unas “reji- llas caseras”. Se emplearon dos mosquiteras metálicas de 50 x 90 centímetros, forrando con espa- radrapo fuerte todo el contorno. Este “invento” produjo ciertos inconvenientes; los alambres de los bordes eran demasiado finos y, cuando el niño se movía, aca- baban perforando el esparadrapo y la sábana, lo que provocaba el contacto entre las dos láminas, activando la alarma durante unos segundos, aunque sin llegar a despertarlo. Para evitar este pro- blema la madre se vio obligada a revisar los bordes cada noche, colocando los alambres que se habían salido y poniendo un esparadrapo nuevo cuando el anterior se había estropeado. Otro problema era que la habitación del niño lindaba con la casa de los vecinos, por lo que para evitar molestarlos se procedió a cambiarlo a la del hermano, mientras éste paso a dormir en su cuarto. Este cam- bio no fue bien acogido por el niño, quien, por lo demás, había aceptado muy bien todos los elementos del programa, por lo que los padres tuvieron que convencerlo para que aceptase de buen grado, lo que según su madre se consiguió, ya que no volvió a quejarse por este asun- t o . Un aspecto a destacar, aun- que esperable, fue que la prime- ra noche que sonó la alarma, el niño no quería realizar los ensa- yos de práctica posit iva. La madre lo convenció ofreciéndole “1 tazo” por cada tres ensayos de práctica. Su actitud mejoró en las noches sucesivas. Solventados estos inconve- nientes iniciales, y como puede apreciarse en el gráfico 1, el crite- rio inicial de éxito se logró en un tiempo relativamente corto (8 semanas), pero al suprimir el entrenamiento retornaron los epi- sodios de enuresis y se apreció un notable descenso del desper- tar espontáneo (ver semanas 13 a 17). Preocupada por el cariz que estaban tomando los aconte- cimientos, la madre decidió tele- fonearme para pedir consejo, le pido que me envíe todos los registros y sus observaciones personales a la Facultad con el fin de poder analizar los registros Tratamiento de un caso de enuresis nocturna monosintomática con el método de alarma, sobreaprendizaje y práctica positiva. 224 CLINICA Y SALUD Carmen Bragado Álvarez CLINICA Y SALUD 225 y tratar de averiguar qué ha podi- do fallar. Al revisar los datos me doy cuenta de que existen varios fallos, compruebo que la mayo- ría de las veces en que sonó la alarma el niño no la había oído, que el tamaño de la mancha es arbitrario, no sigue una pauta decreciente como suele suceder en el curso del condicionamien- to, y que buena parte de los ensayos de práctica positiva los ejecutaba “medio dormido”. Pienso que ya es hora de tener una entrevista con el niño y que me he equivocado, ya que no debería haber dejado toda la dirección del tratamiento exclusi- vamente en manos de la madre. La llamo por teléfono para con- certar una entrevista con ella y su hijo, que tuvo lugar al comen- zar la semana 16. En esta sesión, el niño se muestra bastante alegre y deseo- so de dejar de hacerse pis, aun- que está algo decepcionado por el fracaso. Le digo que no se pre- ocupe que lo vamos a intentar de nuevo y que esta vez resultará. Me enseña los “tazos” y “gogos” que ha ganado, jugamos un poco con ellos, y, a continuación, le preguntoacerca del procedimien- to. Charlamos sobre los distintos componentes del tratamiento y me dice que le molesta mucho hacer la PP. En un diagrama de barras de 7 puntos, le pido que me indique cuánto le molesta, rallando con un lapicero la barra que mejor describe su malestar. Comienza a pintar en la barra más alta (punto 7), lo deja, y, finalmente, se decide por el punto 5 de la escala. También me cuen- ta que a veces no oye la alarma porque su madre la tapa con una manta o con una almohada para que no moleste a los vecinos, otras veces la oye, se pone de rodillas en la cama para apagarla, pero no la encuentra (probable- mente porque no la ve). Le pre- gunto cuántos ensayos de PP está dispuesto realizar, responde que todos los que yo le mande. Quedamos en que en principio tiene que hacer sólo 3, aunque puede aumentarlos hasta 7 si lo desea, pero que vamos a esperar unos días más antes de comen- zar de nuevo para que se olvide un poco de ellos. Se queda pin- tando en una mesa, mientras pla- nifico con su madre el método a s e g u i r. Le explico que en mi opinión no hemos conseguido los objetivos previstos porque ha habido una demora importante entre el momento en que sonaba la alar- ma y el momento en que real- mente se producía el despertar. Recalco la necesidad de que ambos sucesos estén muy próxi- Tratamiento de un caso de enuresis nocturna monosintomática con el método de alarma, sobreaprendizaje y práctica positiva. 226 CLINICA Y SALUD mos en el tiempo para que tenga lugar el condicionamiento. Ade- más, le hago notar que la prácti- ca positiva no ha surtido el efecto esperado probablemente porque el niño no se daba cuenta de lo que hacía, ya que estaba medio dormido. Insisto para que no tape la alarma y le sugiero colocarla en un lugar visible y asequible para su hijo, bien en el suelo o en la mesilla de noche. Como el niño había vuelto a dormir en su cuar- to, acordamos no cambiarlo otra vez. Se decide esperar otras dos semanas (hasta la 18) antes de reiniciar el tratamiento. El nuevo período de entrena- miento duró un total de 9 sema- nas, desde la 18 a la 26, momento en que se retiró el tra- tamiento, y esta vez de forma definitiva. Para no cometer los mismos errores que en la fase a n t e r i o r, en ésta se llevaron a cabo 3 sesiones de supervisión conjuntas (madre y niño) con un intervalo entre ellas de unos 15- 20 días. Durante los dos prime- ros meses de seguimiento se produjo un accidente, pero no hubo ninguno más. En este tiempo se efectuó una entrevista de control y varias llamadas tele- fónicas (ver diseño) . DISCUSIÓN Los resultados obtenidos en este estudio ponen de relieve una vez más que el método de alar- ma, sólo o en combinación con otras técnicas como se ha emple- ado aquí, es un procedimiento eficaz para curar la enuresis noc- turna monosintomática. El hecho de que las dos respuestas regis- tradas, despertar y frecuencia de enuresis, mejoraran al introducir el tratamiento y tendieran a apro- ximarse a su nivel basal al retirar- lo, permite suponer que los cam- bios operados en ellas se deben con toda probabilidad al efecto del tratamiento. Además, hoy en día se considera un hecho proba- do que los tratamientos dirigidos al despertar son más efectivos que los que no contemplan este objetivo (ver Hjalmas, 1998; o Watanabe, 1998). En este senti- do, el programa utilizado en este trabajo es quizá el más apropia- do, dado que emplea dos compo- nentes destinados a ese fin, la alarma y la práctica positiva. Por otro lado, la ausencia de recaídas durante los dos años de seguimiento permite suponer que la enuresis se ha resuelto definitivamente, por lo que no es arriesgado afirmar que la espina bífida oculta no era la responsa- ble de los episodios enuréticos y, probablemente, tampoco del retraso en la adquisición de la continencia. Pero, los datos de este estu- dio también han dejado cons- Carmen Bragado Álvarez CLINICA Y SALUD 227 tancia de la existencia de algu- nos fallos, que parecen respon- sabilidad exclusiva de la tera- peuta, dado que si ésta hubiera sido más diligente en la supervi- sión de la terapia, seguramente no se habrían producido y se hubiera alcanzado el éxito mucho antes. De hecho, se ha comprobado que un programa del tipo que nos ocupa suele corregir la enuresis en un tiem- po que no supera los dos meses de tratamiento (Bragado y Gar- cía, 1988). No tengo ninguna duda, y así lo he hecho constar en otras ocasiones (ver Bragado 1999), de que una supervisión estrecha y el apoyo y ánimo del terapeuta son fundamentales para obtener un resultado favo- rable, ya que garantizan el cum- plimiento correcto de instruccio- nes, fomentan la motivación de logro en el niño y ayudan a los padres a solucionar los peque- ños problemas que puedan sur- gir en el curso de la interven- ción. Esta convicción no proce- de sólo de la propia experiencia clínica, sino que viene avalada también por los datos empíricos que subrayan que la eficacia del tratamiento se ve positivamente afectada por el número de con- tactos mantenidos con el profe- sional, es decir, cuantos más contactos mejores resultados (Houts et al., 1994). Es proba- ble, por tanto, que el hecho de que la enuresis desapareciera y no retornara de nuevo al supri- mir el tratamiento por segunda vez (seguimiento) se deba en buena medida a que la terapeu- ta adoptó un papel más activo en esta fase, interpretación ésta que, aunque muy probable, con- viene a mis intereses ya que contribuye a aminorar mi nivel de autocrítica. Espero que estas vicisitudes sirvan al menos para que otros terapeutas no come- tan los mismos errores. Tratamiento de un caso de enuresis nocturna monosintomática con el método de alarma, sobreaprendizaje y práctica positiva. 228 CLINICA Y SALUD Carmen Bragado Álvarez CLINICA Y SALUD 229 Alfaro (1995). Anomalías del desarrollo del sistema nervioso central. En P. Farreras y C. Rozman (Dirs.), Manual de medicina interna (pp. 1.472-1.481). Barcelona: Mosby-Doyma (13ª edición). Barlow, D. H. y Hersen, M. (1988). Dise - nos experimentales de caso único. Barcelo- na: Martínez Roca (original, Pergamon Press Inc., 1984). Bragado, C. (1983). Enuresis nocturna: eficacia parcial de los componentes implica- dos en el entrenamiento en cama seca. Revista Española de Terapia del Comporta - miento, 1 (1), 43-66. Bragado, C. (1999). Enuresis infantil. Un problema con solución. Madrid: Pirámide (original, Madrid: Eudema, 1994). Bragado, C. y García, E.M. (1988). 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