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Talmon Terapia Unica

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Terapia de Sesión Única 
 
Maximizando el efecto del primer (y a menudo el 
único) encuentro terapéutico 
 
Moshe Talmon 
 
 
 2 
 
PRÓLOGO 
 
 
En estudios de pacientes externos de psicoterapia han encontrado 
repetidamente que la mayoría de los pacientes están en tratamiento por 
periodos muy cortos de tiempo. Muchos pacientes asisten sólo por una sesión y 
el número promedio de sesiones es de tres a seis. Es ampliamente asumido que 
los pacientes dejan de asistir muy temprano porque se encuentran insatisfechos 
con el tratamiento recibido. Al ver de cerca los casos de abandono de terapia en 
cualquier forma de psicoterapia se revela que la mayoría de los pacientes que 
abandonan el tratamiento después de tan sólo una entrevista lo hacen porque 
han alcanzado lo que esperaban y que en promedio estos pacientes reportan 
tanto mejoramiento como aquellos que siguieron el tratamiento prescrito. 
 
Estas conclusiones muestran un problema para muchas de las escuelas 
de psicoterapia, las cuales asumen que una psicoterapia exitosa requiere de un 
tiempo considerable. De ahí que el mejoramiento después de una sola sesión 
debe ocurrir antes de que los mecanismos terapéuticos postulados tengan el 
tiempo de funcionar. Por consiguiente aquellos que mejoran rápidamente, han 
recibido relativamente poca atención por parte de investigadores y profesionales. 
 
En Terapia de Sesión Única, Moshe Talmon, en reconfortante contraste, 
ha tomado esto y ha desarrollado las implicaciones del mejoramiento después 
de una sesión individual, y ha sido exitoso al especificar como mínimo algunas 
de las características del contacto de una terapia única que contribuyen a este 
resultado. Su suposición central es que muchos pacientes externos, gracias al 
hecho de que están trabajando en la comunidad tienen tanto un poder de 
recuperación considerable como también una habilidad para resolver sus 
problemas. El terapeuta puede movilizar ese potencial latente en una sesión 
única de terapia, empoderando al paciente, prestándole atención a sus 
problemas y a los síntomas y ofreciéndole soluciones alternativas y motivación. 
Una de las suposiciones es que casi todos los miembros de esta red pertenecen 
a una red social y que la interacción de estos con otros miembros de esa red 
puede contribuir en gran parte a la angustia y la incapacidad y por la misma 
razón a su progreso terapéutico. Por consiguiente, cuando es posible, otro 
miembro de la red generalmente un familiar debería estar involucrado en la 
entrevista terapéutica. 
 
Finalmente, Talmon asume que como los humanos somos criaturas 
pensantes que ensayamos encuentros por anticipado, interpretamos los 
significados de los encuentros mientras están ocurriendo y meditamos sobre sus 
implicaciones; en retrospectiva, los procesos terapéuticos podrían operar no sólo 
durante las sesiones oficiales de tratamiento sino en tanto que el paciente esté 
mentalmente en contacto con la situación del tratamiento. Los procesos 
 3 
terapéuticos pueden comenzar en el momento en que el paciente decide pedir 
una cita, continuar durante el contacto inicial en el consultorio o en la clínica y 
persistir por un periodo de tiempo indefinido después del tratamiento. Como 
resultado la toma y el seguimiento de entrevistas son partes integrales de las 
terapias de sesión única. 
 
La presentación de Talmon de la terapia de sesión única, es convincente. 
Su estilo es excepcionalmente claro y reconfortantemente libre de jerga, no hace 
afirmaciones exageradas y sus puntos son ampliamente ilustrados por un 
sistema de resultados empíricos de su propia experiencia y de la literatura 
relevante. 
 
El lector debería ser advertido acerca del hecho que las terapias 
individuales pueden no ser tan fáciles como el autor trata de mostrarlas. Aunque 
con toda razón al darle al paciente crédito por el resultado de la terapia, Talmon 
podría estar subestimando sus propias contribuciones. El es un terapeuta astuto 
y altamente experimentado que ha llegado a dominar una variedad de 
modalidades terapéuticas permitiéndole ser altamente flexible al seleccionar las 
maniobras terapéuticas que encajarán de una mejor manera en sus pacientes 
particulares. Su experiencia también le ayuda a seleccionar y focalizarse en el 
problema o síntoma más dócil de la terapia, ofreciendo interpretaciones y 
sugerencias en momentos en que tienen su máximo impacto y expresar estas 
intervenciones en términos que los pacientes puedan oírlos como 
enriquecedores y de apoyo más que implícitamente críticos. Estas técnicas son 
ejemplo de los aspectos sutiles de los encuentros terapéuticos que los 
terapeutas experimentados usan intuitivamente, y que pueden ser no solo 
importantes sino cruciales para alcanzar el éxito terapéutico. Los lectores no 
deberían pasar por alto el reconocimiento explícito del autor que mientras cuatro 
de cada cinco pacientes externos de psiquiatría que reciben sesiones únicas de 
terapia responden favorablemente y que el quinto restante como los otros 
pacientes internos requieren considerablemente más tratamiento. 
 
El tratamiento de sesión individual levanta inquietantes preguntas acerca 
de la organización de los servicios psicoterapéuticos, preguntas que tienen 
especial pertinencia en estos tiempos de alta demanda para psicoterapia 
combinadas con el cada vez menor apoyo financiero. ¿Hasta qué punto las 
escuelas psicoterapéuticas sobreestiman la psicopatología y subestiman los 
poderes de recuperación espontáneos y las habilidades para resolver problemas 
de la mayoría de los pacientes que buscan psicoterapia? Como resultado, 
¿cuántas son las facilidades psicoterapéuticas y el personal sobrecargado con 
pacientes en quienes están endilgadas más sesiones de psicoterapia de las que 
ellos necesitan o quieren? ¿Hasta qué punto es posible la mala utilización de los 
recursos disponibles hace innecesariamente subir el costo de estos servicios y 
restringir acceso a aquellos que realmente necesitan una terapia por más 
tiempo? La persuasiva demostración que Talmon hace que la preponderancia de 
los pacientes externos psiquiátricos beneficiados claramente de una sesión de 
 4 
terapia única (sumándole la admisión y el seguimiento) debería motivar la 
restructuración de los servicios de psiquiatría para pacientes externos para así 
habilitar a los psicoterapeutas a gastar menos tiempo en pacientes que no 
necesitan psicoterapia por largos periodos liberando de esta manera más tiempo 
para aquellos pacientes que si lo necesitan. 
 
Por estas importantes implicaciones para la teoría, práctica y provisión de 
la psicoterapia, las Sesiones de Terapia Única deberían ser leídas y 
consideradas por todos los terapeutas de pacientes externos, fundando 
agencias y organizadores de servicios de pacientes externos de psicoterapia. 
 
 
Junio 1990 
 
 
Jerome D. Frank 
Profesor Emérito de Psiquiatría 
Universidad John Hopkins 
Escuela de Medicina 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 5 
PREFACIO 
 
 
Las Terapias de Sesión Única (STU) podrían ser consideradas como lo último en 
terapias breves. Sin embargo este libro no esta escrito sólo para psicoterapeutas 
que hacen terapias breves. Aparentemente todos los terapeutas han tenido 
sesiones de terapia única y continuarán teniéndolas ya sea planeadaso por 
omisión. Las sesiones de terapia única son definidas como una reunión cara a 
cara entre el terapeuta y el paciente sin sesiones previas o subsecuentes 
durante un año. Como tal, en cuanto a la duración, las STU son la terapia más 
frecuentemente usada. 
 
¿Cómo, podría preguntarse, cualquiera podría ser realmente ayudado en 
una sesión? Los encuentros individuales podría argumentarse, deberían ser 
considerados como un no tratamiento o como una admisión o bien sea como 
una consulta. ¿Cómo podría ser llamada terapia si la terapia implica cambios 
largos y profundos de personalidad? Fui entrenado para ver la terapia como un 
proceso relativamente largo y mi propia terapia terminó solo después de algunos 
años. Originalmente la idea de una terapia que durara tan sólo una sesión me 
resultó increíble. Me tomó cientos de casos de terapias individuales y de dos 
años de búsqueda para apreciar del todo el potencial terapéutico de una y única 
sesión. En este libro doy la información y experiencia que cambiaron mi punto de 
vista. Frecuentemente uso los términos terapia y paciente, debido a que la 
mayoría de los casos se desarrollaron en una clínica psiquiátrica o en un centro 
médico y fueron tratados por psicólogos clínicos con pacientes que buscaban 
psicoterapia. Otros términos como lo son orientación, consulta psiquiátrica y 
clientes pueden ser intercambiables. 
 
El problema hasta ahora es que las sesiones individuales muy 
frecuentemente provocan las etiquetas de “no mostrar” (para la segunda cita), 
“abandono”, “terminación prematura”, “falla” y otras asignaciones peyorativas. 
Las Sesiones de terapia única muestran cómo el uso de sesiones individuales 
provoca cambios sustanciales en la vida de los pacientes. Explica cómo sacarle 
provecho, planear para ello y cambiar las prácticas terapéuticas normales para 
poder así respaldar más creatividad, al igual que más efectividad; provee una 
guía en cómo usar el tiempo de una forma diferente, cómo fomentar una buena 
preparación y motivación y cómo combinar los procesos necesarios de toma de 
diagnósticos con aquellos que promueven el cambio. 
 
Este libro no se trata de cómo condensar cinco o veinte sesiones en una; 
más que eso, muestra cómo hacer con lo que ya tenemos ahí, una útil y positiva 
experiencia terapéutica. El enfoque de las Sesiones de terapia única es ofrecido 
a pacientes y terapeutas que están listos y motivados para ocuparse de sus 
asuntos ahora y deja la puerta abierta a lo que ha sido conocido como terapia 
intermitente durante el ciclo de vida. 
 6 
La sesión de terapia individual es tan vieja como la psicoterapia. La publicación 
de este libro en este tiempo es el resultado del acelerado cambio en la realidad 
de la práctica psicoterapéutica. En incremento en los costos del cuidado de la 
salud exige una búsqueda de tratamientos más efectivos con relación al costo, 
incluso como consumidores están buscando una dependencia menor en los 
doctores y las medicinas (incluyendo medicaciones prescritas) y mayor 
confianza en productos naturales de auto ayuda. Al mismo tiempo, el número de 
practicas privadas lucrativas en un entorno de pago por servicio que ofrece la 
terapia de de terminación abierta se esta contrayendo rápidamente. 
 
Las sesiones de terapia única presentan veintiún casos ejemplo de 
terapias con individuos, parejas y familias. El rango de edad de los pacientes en 
estos casos es de los cuatro hasta los sesenta y cuatro años, los problemas 
presentados varían desde aquellos que están “bien preocupados” los cuales 
buscan consuelo hasta aquellos que sufren de depresión, ansiedad, obesidad, 
se están ajustando al divorcio, violencia intrafamiliar y otros problemas. Las 
técnicas terapéuticas van desde simplemente escuchar y apoyar las fortalezas 
de los pacientes hasta ofrecer sugerencias hipnóticas, practicar soluciones 
experimentalmente y dar interpretaciones dinámicas. La sesión de terapia 
individual puede emplear cualquiera de la gran variedad de técnicas siempre y 
cuando el acercamiento sea hecho a la medida del individuo; sin embargo, STU 
no son útiles para todos los pacientes. El libro sugiere criterio para la inclusión y 
exclusión de los clientes potenciales de STU. Discute las falencias de STU y las 
maneras de protegerse contra el sub tratamiento y la posible terminación 
prematura. 
 
 
 
VISIÓN GENERAL DE LOS CAPÍTULOS 
 
 
El Capítulo Uno introduce el fenómeno de la terapia de sesión única y 
resume brevemente la base de búsqueda de este libro y la literatura disponible 
en esta materia. El Capítulo Dos se enfoca en el contacto antes de la sesión y 
en cómo ajustarse al cambio desde el momento en que el paciente llama a 
buscar ayuda. Sugiere maneras y criterios para identificar posibles candidatos 
de STU y aquellos en quienes no es probable beneficiarse del STU. 
 
El Capítulo Tres ofrece indicaciones paso a paso para conducir 
efectivamente las sesiones de terapia única con una variedad de ejemplos y 
presentando problemas. El Capítulo Cuatro explora dos conceptos claves que 
subrayan el éxito del STU: primero, darle poder a los pacientes (y las formas en 
las cuales los terapeutas pueden restaurar su sentido de autonomía, seguridad e 
independencia) y segundo, enfatizando las maneras en las cuales el proceso 
natural de cambio puede asistir al proceso terapéutico. 
 7 
El Capítulo Cinco provee una transcripción ligeramente abreviada del 
diálogo de una STU con un paciente de treinta años. El comentario y el 
seguimiento posterior muestran cómo los diferentes principios discutidos 
anteriormente son puestos en práctica. El Capítulo Seis discute casos en los que 
ha fallado las STU (cuando la terapia termina prematuramente) y sugiere 
algunas de las lecciones que deben ser aprendidas. 
 
El Capítulo Siete discute cómo las actitudes de los terapeutas determinan 
sus pensamientos, sentimientos y acciones en terapia y sugiere actitudes útiles 
en el trabajo con pacientes de sesión individual. El Recurso A provee el formato 
de una breve entrevista de seguimiento la cual fue usada en el estudio de STU. 
El recurso B contiene sugerencias prácticas para manejar el tiempo y el dinero 
para poder así alcanzar el reto de las realidades de hoy en día y maximizar los 
beneficios que obtiene el terapeuta de las STU. 
 
 
Reconocimientos 
 
Este libro aunque fue escrito por mi, es el producto del trabajo de muchas 
personas. En primer lugar deseo agradecer a mis pacientes de STU. A través 
del uso de la sesión de terapia individual, me permitieron ayudarles a muchos 
más pacientes de los que me hubiera podido imaginar. Me enseñaron mucho 
acerca de la variedad de las condiciones humanas y dificultades, nunca hubiera 
podido saber acerca de esto si me hubiera quedado en el ambiente seguro de la 
práctica privada en mi propio barrio y entre mi propio grupo socioeconómico. 
Anteriormente en mi carrera viajé grandes distancias para ver y aprender de los 
más grandes terapeutas; pero fue de mis pacientes de STU que finalmente 
aprendí quiénes eran los reales y poderosos héroes de la psicoterapia: los 
pacientes mismos. 
 
Deseo agradecer a Steve DeShazer e Insoo Berg quienes fueron los 
primeros en darse cuenta del valor de este tipo de terapia. Ellos difundieron la 
palabra acerca de esto en Estados Unidos y Europa antes que yo siquiera 
publicara o presentara públicamente cualquier cosa acerca de la sesión de 
terapia individual. Después Steve me presentó a Gracia A. Alkema el editor a 
cargo de Jossey-Bass. Más no podía pedir. La elegante guía y el apoyo de 
Gracia durante el proyecto, hizo la escritura de este libro realmente un reto 
placentero. Ella tiene la habilidad única de hacer las ideas primarias más claras 
y aun más ricas. Estoy agradecido con mis amigos y colegas quienes revisaron 
el manuscrito e hicieron muchas sugerencias útiles: Donald Bloch, Steve 
DeShazer, Esther Elitzue, Joel Elitzue, Eyal Megad, Patzit Scla y John 
Weakland. 
 
Para las indicacionesclínicas y muchos de los casos ejemplo estoy en 
deuda con mis compañeros del proyecto investigativo de psicoterapia, Michael 
F. Hoyt y Robert Rosenbaum. Ellos me dejaron ver y hacer un seguimiento de 
 8 
muchos de sus casos y me consultaron algunos de los míos. Nuestras 
diferencias individuales y clínicas hicieron este proyecto aun más gratificante. 
Mientras escribía este libro hicimos un artículo y numerosas presentaciones 
juntos. El Capítulo Tres fue coescrito con Michael y Robert, y el Capítulo Cinco 
coescrito con Michael. El plural nosotros cuando es utilizado en este libro se 
refiere a Michael, Robert y yo. Deseamos agradecer al Sidney Garfield Memorial 
Fund por proveernos con apoyo parcial para el estudio. 
 
Escribí Terapia de Sesión Única mientras ocupaba una posición de 
tiempo completo en el Kaisser Permanente Medical Center in Hayward, 
California. Desfruté colaborando con un estimulante y competente equipo de 
médicos, enfermeras, psicólogos y trabajadores sociales quienes le dieron un 
nuevo y verdadero significado al término acercamiento de equipo 
interdisciplinario. En particular deseo agradecer a mis jefes Norman Weinstein y 
Paul Opsvig quienes me dieron el espacio y el apoyo que necesitaba para 
escribir este libro. Mis colegas Wesley Lamb y Jane Brooks contribuyeron con 
ideas importantes relacionadas con la intervención antes de la sesión y siempre 
dieron su aprobación para respaldar mis deberes clínicos mientras que me tomé 
el tiempo para completar este libro. 
 
Estoy especialmente agradecido con mi esposa Iris por soportar más que 
su carga en nuestras vidas mientras escribía este libro. Ella fue mi amiga más 
cercana y colaboradora al hacer este trabajo. Le debo este libro. 
 
 
 
 
 
Berkeley, California Moshe Talmon 
Mayo 1990 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 9 
 
 
 
 
EL AUTOR 
 
 
 
 
Moshe Talmon ha estudiado el fenómeno de la sesión de terapia única mientras 
trabajaba como psicólogo clínico en el Kaisser Permanente Medical Center en 
Hayward, California. También sirvió como crítico, asesor, y consultor al Managed 
Health Network. 
 
Talmon da seminarios acerca de sesiones de terapia única en los Estados 
Unidos, Europa e Israel. Adicionalmente enseña y supervisa psicoterapia en la 
Universidad de Pensilvania, la Universidad de Tel Aviv y el colegio de 
psicoterapia en Haifa, Israel, fue anteriormente director del Kibbuts Child y la 
Family Clinic en Hadera, Israel. 
 
Talmon recibió su licenciatura en psicología de la Universidad de Tel Aviv 
y junto con su Máster en psicología experimental y su Doctorado en psicología 
clínica de la Universidad de Pensilvania. El fue asociado de investigación y 
enseñó a sus compañeros en la Universidad de Pensilvania y en el Philadelphia 
Child Guidance Clinic. 
 
Talmon esta casado con la guionista y productora de video Iris Yotvat y es 
padre de dos. 
 10 
 
UNO 
 
CUANDO LA PRIMERA SESIÓN ES LA ÚNICA SESIÓN 
 
 
 
No cesaremos de explorar 
Y al final de toda nuestra exploración 
Llegaremos donde empezamos 
Y conoceremos el lugar por primera vez 
T.S Elliot (1943) 
 
 
Terapeuta: Buenos días. Es el Dr. Talmon de Kaisser en Hayward. Lo vi en una 
sesión individual hace un año relacionada con sus hijos. 
 
Paciente: Oh si. ¿Cómo está? 
 
Terapeuta: Bien gracias, lo estoy llamando para el seguimiento. Usted podrá 
recordar que cuando usted nos llamó sus dos hijos tenían problemas de 
comportamiento bastante severos, en particular su hijo, Jaimy quien estaba 
portándose mal todos los días y usted se sentía abrumado. 
 
Paciente: Eso es correcto. 
 
Terapeuta: ¿Cómo se encuentran los chicos en este momento? 
 
Paciente: Ellos se encuentran muy bien. No tuve ningún problema con ellos 
desde aquella sesión que tuvimos. De seguro recuerdo lo abrumado que me 
sentía en ese tiempo. Los niños me estaban sacando de quicio. Gasté cinco 
años siendo una madre las veinticuatro horas del día lo que me aisló bastante, y 
sentí que era la única madre en el mundo que tenia problemas tan severos con 
sus niños. 
 
Terapeuta: ¿Hay algo que usted recuerde de la sesión? 
 
Paciente: Recuerdo la sesión muy bien. Ahora cada mes tengo dos citas 
conmigo misma por dos horas cada vez. Primero, voy a arreglarme las uñas y 
luego usualmente me encuentro con un amigo en un café y hablamos por una 
hora. Si siento que los niños empiezan a sacarme de quicio simplemente me 
tomo un descanso. Algunas veces tan sólo tomo una corta caminata, otras veces 
simplemente paso a la próxima actividad en vez de quedarme en el mismo 
círculo vicioso con ellos. 
 
Terapeuta: ¿Qué cree usted causó el cambio de comportamiento en los niños? 
 11 
 
Paciente: Siguiendo su sugerencia empecé a darme cuenta de que uno no 
puede ser una madre todo el tiempo. Todos necesitamos descansos y espacio 
para nosotros mismos. Cuando tomé tiempo para mi misma, los niños dejaron 
de sacarme de quicio. Luego empecé a sentirme mejor como madre lo cual me 
dio la libertad para cuidarme a mi misma (mi apariencia, mi dieta). Cuando 
empecé a sentirme mejor con mi apariencia y conmigo misma, mi matrimonio 
empezó a mejorar y luego mi esposo se volvió más atento e involucrado con la 
crianza de los niños también. Entonces, como usted puede ver un pequeño 
cambio terminó convirtiéndose en uno bastante grande. 
 
Terapeuta: Muchas gracias por su aporte. Es muy valioso para mí y desde 
luego estoy muy feliz por usted. Como terapeuta siento que es usted más que 
todo quien se merece el crédito por esos cambios. Después de todo es usted 
quien decide si ha tenido suficiente y necesita hacer algo al respecto. Es usted 
quien conocía a sus hijos tan bien y fue capaz de comunicarme claramente 
acerca de esto para que así yo pudiera darle una sugerencia útil. Por último 
usted ha traducido lo que yo dije de manera muy amable y efectiva para que 
usted y realmente toda su familia puedan beneficiarse de esta acción. 
 
Paciente: ¡Gracias! Definitivamente es muy bueno escuchar que usted me diga 
eso doctor. 
 
Esta es la transcripción (ligeramente condensada) de una de las primeras 
llamadas que hice en un intento de hacerle un seguimiento a mis pacientes que 
habían abandonado el tratamiento después de la primera sesión. En 
retrospectiva, me di cuenta que darle a esta madre el crédito por los cambios y 
tomar “una posición menor” (Haley, 1963) en mi papel de terapeuta no fue 
planeado como un movimiento estratégico sino mas bien como el resultado de 
un sentimiento genuino de mi parte. Debo confesar que cuando decidí hacer 
estas llamadas de seguimiento a mis pacientes de sesión individual estaba lleno 
de preocupaciones. Pensé que los pacientes no me recordarían a mi o a la 
sesión. Me temí que pudieran decirme que era mal terapeuta y que les había 
arruinado sus vidas. Los imaginé diciéndome que maravillosos terapeutas 
habían encontrado para reparar el daño que les había hecho. 
 
 
 
La paradoja de las STU y el Psicoanálisis 
 
 
Para lo mejor de mi conocimiento el “fundador” de la sesión de terapia individual 
(STU) no es nada mas ni nada menos que Sigmund Freud más conocido como 
el fundador de la forma más larga de terapia, el psicoanálisis. Al final del siglo 
diecinueve, Freud trató a una paciente llamada Katharina en una sesión única 
durante una de sus vacaciones en la cima de una montaña Austriaca (Breuer y 
 12 
Freud, [1893] 1944). Más tarde el reportó haber curado la impotencia del 
compositor Gustav Mahler durante una simple caminata por el bosque (Freud, 
1960). (Sospecho que Freud curó la impotencia de Mahler en una sesión 
individual simplemente porque eso era todo lo que el tiempo y la situación 
permitían; si Mahler hubiera hecho citas regulares para psicoanálisis con Freud y 
hubiera ido a su oficina, probablemente habría gastado un tiempo considerable 
mintiendo en el diván de Freud y su impotencia se habría convertido en un 
interesante caso para la discusión posterior. Freud no estaba terriblemente 
interesado en el costode efectividad de su cura hablada). 
 
Mientras agencias sociales y las abarrotadas clínicas de salud mental con 
poco personal son los que con más tendencia buscan promover las STU, la 
mayoría de los casos exitosos de STU reportados en la literatura fueron 
manejados por terapeutas que usaron conceptos psicoanalíticos. Por ejemplo, 
Grotjahn (1946) describió el caso exitoso de STU de un médico deprimido de 
cuarenta y cinco años. Cuando se vieron dos años después el paciente expresó 
su gratitud por el entendimiento que había ganado y reportó una estable y 
satisfactoria vida personal y laboral. Al ser psicoanalista, Grotjahn atribuyó el 
éxito de la terapia el haber traído a la consciencia emociones conflictivas 
reprimidas. El también fue capaz de proveer algo de dirección y sugerencia para 
lo cual el paciente estaba listo y dispuesto a aceptar. 
En el contexto de la ortodoxa sociedad psicoanalítica Americana de los años 40, 
el reportar estos casos y dar instrucciones a los pacientes en la primera sesión 
era muy valeroso. El reporte de Groatjahn apareció en Psicoterapia analítica: 
Principios y Aplicación (Alexander y French 1946); en su autobiografía Seymour 
Sarason (1988) describe este libro y las reacciones de la comunidad 
psicoanalítica hacia este: “En lo que ellos aciertan es que, bajo ciertas 
condiciones, ciertas personas con ciertos problemas pueden, relativamente 
rápido, algunas veces en tan solo una sesión, experimentar cambios marcados 
que perduran y los cuales no son predecibles desde la teoría. Ese libro fue tan 
desconcertante para la comunidad analítica, practicantes y teorizadores, como si 
el Papa hubiera anunciado su conversión al Islam o su consentimiento al aborto. 
Rápidamente se convirtió en un no-libro para esa comunidad” (p. 320). Aun así 
esporádicas versiones acerca de del valor de las STU continuaron apareciendo. 
Por ejemplo Saul (1951) reportó en el Trimestral Psicoanalítico (Psychoanalytic 
Quarterly) las STU exitosas de una mujer hipocondriaca afirmando que fue 
terriblemente aliviada en una entrevista y le fue dada la llave para manejar 
futuras dificultades. 
 
De particular interés en el área es el trabajo hecho por el psicoanalista 
David Malan durante los años sesenta en la clínica Tavistock de Londres, uno de 
los bastiones del psicoanálisis (Malan y otros, 1968, 1975). Entre 1962 y 1966, 
Malan y sus asociados siguieron cuarenta y cinco “pacientes neuróticos sin 
tratar” con varios síntomas de depresión, ansiedad, impotencia, frigidez y 
homosexualidad diatónico quienes fueron vistos en sesiones de consulta 
individuales y que la abandonaron o fueron considerados no aptos para terapia 
 13 
psicodinámica. Se les hizo un seguimiento de dos a nueve años después de su 
terapia. Aquellos que habían sido entrevistados por un psiquiatra no mas de dos 
veces en toda su vida (muchos de ellos habían sido entrevistados tan solo una 
vez), el 51 por ciento fueron juzgados por haber mejorado sintomáticamente y 24 
por ciento psicodinamicamente. Malan encontró que los pacientes de sesiones 
individuales “son de un interés extraordinario, proveyendo no solo evidencia 
directa de mecanismos terapéuticos en la vida diaria, sino también, bastante 
inesperadamente, evidencia acerca de los efectos terapéuticos en las 
entrevistas individuales” (Malan y otros, 1975, p.110). El concluye: “Claramente 
los psiquiatras que asumen consultas no deberían asignar pacientes 
automáticamente a la psicoterapia a largo plazo o siquiera a la psicoterapia 
breve, sino deberían estar conscientes de la posibilidad de que una entrevista 
dinámica podría ser todo lo que se necesita….Finalmente los psiquiatras 
dinámicamente orientados deberían también ser conscientes del poderoso 
efecto potencial terapéutico que tiene decirle al paciente que tiene que tomar 
responsabilidad de su propia vida y reasegurándole que se puede manejar sin 
ayuda terapéutica” (p. 126). (Un caso ejemplo detallado y los mecanismos 
terapéuticos utilizados por los pacientes de Tavistock “sin tratar” son descritos 
en el Capítulo Cuatro). 
 
Mi interés en las sesiones de terapia única resultó de mis observaciones 
durante dos periodos que pasé visitando como psicólogo a los Estados Unidos 
desde Israel. Empecé mis estudios de psicología en la tradición Europea, viendo 
la psicología como parte de la filosofía de la vida dominada por teorías 
psicoanalíticas. Más adelante tuve un entrenamiento más versátil en 
psicondinámica, sistema de familia, cognitivo, conductual, análisis transaccional 
(AT) y modalidades Gestalt. Practiqué la psicoterapia por doce años y estuve en 
terapia a largo plazo con un analista Jungiano. En todo ese tiempo, ninguno de 
mis profesores, supervisores o colegas jamás mencionó, siquiera de paso que la 
terapia puede empezar y terminar en una sola sesión. 
 
Primero visité los Estados Unidos en 1970 para estudiar terapia de familia 
en la Clinica Child Guidance de Filadelfia en donde confronté la realidad de las 
madres solteras pobres y sus hijos. Las chicas no tenían que imaginarse el 
complejo de Electra; de hecho, ellas eran abusadas por sus padres y familiares 
una y otra vez. Los niños no encontraban dificultad con la separación y la 
individualización; ellos forcejearon para sobrevivir a duras penas en un mundo 
de pobreza y de abuso físico y mental. Lo que fue más desconcertante para mí 
fue que mientras esos problemas eran muy reales y más bien horrendos, 
muchos pacientes usaban la terapia de una manera muy breve y orientada a la 
crisis. Ellos me forzaron a ser breve, focalizado, y práctico. En otro contexto el 
psicoanálisis se convirtió en un fascinante juego intelectual muy poco usado en 
la vida cotidiana. 
 
Una vez de regreso en Israel, monté un consultorio privado trabajando en 
la opulenta área de Tel Aviv y con otros miembros de la sociedad kibutz, los 
 14 
cuales me permitieron reanudar el sentido de trabajar a través de problemas 
duraderos con un acercamiento íntimo y a largo plazo primero que todo con los 
individuos. Fui un oyente afortunado, encontrando dificultad con mis clientes a 
través de las dificultades de la vida y enfatizando en sus profundas necesidades 
de crecimiento personal y espiritual. Apoyé su separación e individualización de 
la huella familiar y cultural. Disfruté la intimidad y privacidad de esta práctica. 
Hoy debo admitir que este tipo de terapia no era necesariamente la más útil y 
efectiva con mis clientes pero ciertamente apoyó mi propio crecimiento e 
ingresos en una profesión lucrativa. 
 
Vine a los Estados Unidos una vez más en 1985, esta vez a California. 
Aquí en contraste con el hábitat natural de un consultorio privado en casa, fui 
confrontado con la nueva realidad de los servicios médicos en América, con su 
superávit de proveedores y el crecimiento de la terapia breve en organizaciones 
del mantenimiento de la salud (OMS) (HMOs en Ingles), Organizaciones 
Preferidas de Proveedores (OPP) (PPOs en Ingles) y programas de asistencia a 
los empleados (PAE) (EAPs en Ingles). Aprendí que la creciente atención 
nacional al estrés del divorcio, abuso infantil y adicción a las drogas esta 
trayendo a tratamiento muchos nuevos pacientes que no están psicológicamente 
mentalizados y que carecen de tiempo y recursos para la terapia a largo plazo. 
Como extranjero en este nuevo ambiente desarrollé un acercamiento 
antropológico y traté de escuchar y observar cada familia como si provinieran de 
otro planeta. De hecho, familias del Lejano Oeste y de México con frecuencia 
presentaban un mundo completamente nuevo para mí. Una vez fui capaz de 
dejar de lado mi ego y mis prejuicios, fui privilegiado para aprender nuevas y 
fascinantes maneras en las que las familias y los individuos luchaban contra sus 
problemas con muy poca intervención o ayuda de mi parte. 
 
Aprendí acerca de la frecuencia del fenómeno de las STU por 
coincidencia. Más o menos un año después empecé a trabajar en el 
departamento de psiquiatríadel Centro Médico Permanente de Kaisser en 
Hayward, California entré a la oficina del jefe de departamento Norman 
Weinstein para discutir un caso complicado. Mientras esperaba a que el 
terminara una conversación telefónica, noté en su escritorio un paquete de 
impresiones a computador tituladas “Número de visitas por paciente, periodo 
reportado por los 12 meses previos”. Cada página presentaba un gráfico de 
barras que mostraba el patrón de práctica de un solo terapeuta. Le pregunté al 
Dr. Weinstein si podía ver las impresiones, “Claro que si, respondió”. “Ahora solo 
las leo ocasionalmente. Las ordené hace ocho años, poco después de 
convertirme en jefe y los resultados son casi los mismos todos los años. Mira, 
tómalos todos”. Dejé su oficina cargando un paquete de impresiones de 
computador acerca del patrón de servicio de unos treinta psiquiatras, psicólogos 
y trabajadores sociales. 
 
Cuando estudié los datos estaba asombrado con lo que encontré: (1) Los 
modales (más frecuente) duración de terapia por cada uno de los terapeutas era 
 15 
de una única sesión y (2) el 30 por ciento de los pacientes eligió ir solo por una 
sesión en el periodo de un año. A muchos les ofrecieron otra cita pero, aunque 
no se les cobrara (o se les cobrara una tarifa muy baja), ellos eligieron no 
continuar con una segunda cita o buscar terapia en otra parte. Después estudié 
100.000 citas de pacientes externos programados durante un periodo de cinco 
años (1983-1988) y encontré que la frecuencia de las STU era extremadamente 
consistente. 
 
Los datos que analicé en las impresiones revelaron que la orientación 
terapéutica de los terapeutas no tenía impacto en el porcentaje de STU en su 
práctica total. Por ejemplo, un psicólogo senior que ha sido entrenado en el 
psicoanálisis tradicional y que tenía un diván de analista en su oficina vio el 48 
por ciento de sus pacientes en una sola sesión. Un trabajador social usando la 
teoría de relaciones objetales vio el 55 por ciento de sus clientes una sola vez. 
Un psiquiatra con una fuerte creencia en las bases biológicas de la enfermedad 
mental vio 50 por ciento de sus pacientes tan solo una vez en el transcurso de 
un año. He trabajado con estos profesionales de una manera muy cercana y se 
que son terapeutas competentes que están devotos a sus pacientes. El 
porcentaje de encuentros únicos de terapeutas con pacientes es de alguna 
manera mayor que el porcentaje que el porcentaje actual de STU desde que 
ellos pueden ver pacientes en crisis o referirlos para que sigan con la terapia con 
otro terapeuta. Si el paciente continua la terapia con otro terapeuta no debería 
ser considerado como una STU sino más como una asesoría o un referido. 
 
 
 
FRECUENCIA DE STU EN VARIOS ESCENARIOS 
 
 
Como luego aprendí de la revisión de la literatura, la alta frecuencia de 
Sesiones de Terapia Única ha sido bien documentada a lo largo de un periodo 
de más de treinta años en una variedad de escenarios. Kogan (1957a, 1957b, 
1957c) examinó los registros de los nuevos clientes en los Servicios de División 
de Familia en Nueva York por un periodo de un mes en 1953. De los 250 nuevos 
casos, 151 (56 por ciento) fueron cerrados después de una entrevista. Spoerl 
(1975), examinó los registros de una clínica de salud mental que servía a una 
OMS privada, encontró que el 39 por ciento de los 6.708 clientes vistos en 1972 
hicieron una sola visita a la clínica a pesar del cubrimiento total financiero de las 
primeras diez visitas. Bloom (1975) estudió el sistema de servicio de entrega de 
salud mental pública y privada en Pueblo, Colorado, por un periodo de dos años 
(1969-1971) y encontró que el 32 por ciento de los 1.572 pacientes externos 
fueron vistos por una STU. Aunque es generalmente asumido que los pacientes 
vistos de manera privada tienden a comprometerse más en terapias a largo 
plazo, Bloom no encontró diferencia en la frecuencia de STU entre los pacientes 
de los sistemas públicos y privados de esta comunidad. Y Koss (1979) encontró 
que la tasa de abandono en una muestra de pacientes que van a consultorios 
 16 
privados es consistente con la vista en la población clínica. Baekeland y 
Lundwall (1975) hicieron una revisión extensa de los pacientes de abandonaban 
el tratamiento y concluyeron que en las clínicas generales psiquiátricas, del 20 al 
57 por ciento de los pacientes dejan de volver después de la primera visita. En el 
Condado Prince William, Virginia, la Comunidad de Servicios de Salud Mental ve 
el 80 por ciento de sus pacientes en una única sesión (Rita Morano, 
comunicación personal, 1989). 
 
 
¿ABANDONOS O MILAGROS? 
 
Después de revisar las estadísticas de STU, decidí mirar más de cerca algunas 
de las variables más subjetivas y entonces les pedí a los terapeutas en Kaisser 
que me comentaran acerca de sus propios casos de STU. Ellos vieron los 
pacientes que no volvieron para una segunda cita como casos de abandono y 
los describieron en términos como “resistentes”, “trastorno de personalidad 
límite”, “no preparados para psicoterapia” o “falta de motivación para el cambio”. 
Cuando se les pidió que comentaran acerca del éxito en la sesión, los 
terapeutas asumieron que habían fallado en crear una compenetración con los 
pacientes o que al paciente no le había gustado lo que el terapeuta le había 
dicho u ofrecido. Analizando las evaluaciones de los terapeutas de 141 STU, 
preparados en el tiempo de finalización de los casos, Kogan (1957a, 1957b, 
1957c) encontró que en la mayoría de los casos los terapeutas atribuyeron las 
terminaciones no planeadas a la resistencia del cliente o a la falta de interés. 
 
La literatura psicológica tiene muchas referencias del abandono de la 
terapia pero muy pocas de STU planeado. Muchos investigadores se enfocan en 
el lado negativo de este fenómeno. Por ejemplo, Baekeland y Lundwall (1975) 
estudiaron citas de 330 referencias de abandono del tratamiento. Un paciente 
que “abandona” es descrito como “apto para negar su enfermedad, resentido y 
que tiene características sociopáticas” (p. 748). El terapeuta que tiene pacientes 
que abandonan es descrito como “menos experimentado, mas etnocéntrico, que 
no le gusta su paciente o lo encuentra aburrido…menos agradable, carece de 
calidez y tiene mayor tendencia a asignarles un mal pronóstico” (p. 761). 
 
Intrigado por lo que había encontrado, decidí llamar a todos los pacientes 
a quienes había visto por una sola sesión (frecuentemente uno que no había 
planeado abandonar la terapia). A pesar de mis miedos acerca de lo que podía 
escuchar, los resultados de mis seguimientos parecían casi demasiado buenos 
para ser verdad: 78 por ciento de los 200 pacientes que llamé dijeron que 
obtuvieron lo que ellos querían de una única sesión y se sentían mejor o mucho 
mejor con el problema que los había llevado a buscar terapia. Una estudiante 
postdoctoral “ciega” entrevistó una muestra de mis pacientes STU para reducir 
las obvias “características demandadas” (Orne 1969) creadas por el terapeuta al 
hacer seguimiento de sus propios casos. Sus entrevistas no evocaron 
significativamente resultaron más positivos o negativos de mis propias 
 17 
entrevistas. Aquellos que no experimentaron cambio dieron en su mayoría 
explicaciones “reales” del por qué no habían vuelto a la terapia como lo eran 
“solo estaban disponibles citas en la mañana y no podían tomar tiempo fuera del 
trabajo”. Solo al 10 por ciento no le gustó el terapeuta o el resultado de la sesión. 
Esto también confirmó el estudio de Kogan (1957a, 1957b, 1957c) en donde las 
entrevistas de seguimiento con clientes STU revelaron que los factores basados 
en la realidad que prevenían la continuidad y el mejoramiento en las situaciones 
problema explicaban la proporción substancial de terminaciones sin planear. 
 
Bernard Bloom (1981) del Departamento de Psicología de la Universidad 
de Colorado, Boulder, había conducido el único estudio detallado acerca de los 
procesos terapéuticos de STU.El vio 10 clientes de STU en un centro local de 
salud mental en entrevistas de dos horas. Todos los casos concluyeron 
satisfactoriamente, dejando una puerta abierta a los clientes para retornar en 
caso de que ellos lo necesitaran. Bloom llamó a sus clientes dos meses después 
y encontró que a todos iban muy bien, casi todos habían encontrado la 
intervención útil y solo uno buscó ayuda adicional. El resumió sus conclusiones 
así: “Las sesiones únicas entre los profesionales en salud mental y sus 
pacientes son increíblemente comunes. No sólo es su frecuencia subestimada 
sino más importante aún, su impacto terapéutico que también parece estar 
subestimado”. (p. 180). A través del estudio de Bloom con su pequeño número 
de sujetos y su muy primitivo tipo de evaluación, podría tener poco valor 
científico, su extensiva revisión de la literatura y las instrucciones clínicas que 
proponen son útiles para todos los practicantes que tratan adultos por separado. 
 
Silverman y Beech (1979) estudiaron los abandonos en un centro 
comunitario de salud mental y concluyeron que “la noción de que los abandonos 
representaban falla para el cliente o la intervención del sistema es claramente 
insostenible. Casi el 80 por ciento de los clientes entrevistados reportaron que 
sus problemas habían sido resueltos, el 70 por ciento reportaron satisfacción con 
los servicios prestados y la mayoría de las expectativas del cliente en el centro 
fueron alcanzadas” (p. 240). Littlepage y otros (1976) estudiaron la relación entre 
el número de contactos de los pacientes con el centro de salud mental y la 
evaluación de servicio de los pacientes. Encontraron que los llamados 
abandonos evaluaron los servicios de manera tan alta como aquellos que 
alcanzaron una terminación “normal”. Sin embargo, muchos terapeutas 
continúan viendo a sus clientes de única sesión de manera no planeada y se 
refieren a ellos como abandonos. En muchos casos, estos encuentros ni siquiera 
son registrados. 
 
Los terapeutas que revisaron o analizaron casos exitosos de STU tienden 
a enfatizar sus propias teorías. Por ejemplo, Malan atribuyó las mejoras 
genuinas de los pacientes a los factores dinámicos (entendimiento, trabajo y 
autoanálisis), mientras que otros sobre-enfatizaron el papel del terapeuta o el 
impacto terapéutico. En su seguimiento de 141 casos, Kogan (1957a, 1957b, 
1957c) entrevistó a los terapeutas y a los pacientes. Los terapeutas 
 18 
consistentemente subestimaron las mejoras de los pacientes no planeados de 
STU (abandono) y consistentemente sobre-estimaron qué tan útil habían sido 
para los pacientes STU planeados; dos tercios de los pacientes en ambos 
grupos sintieron que habían sido ayudados. El psicólogo Nicholas Cummings y 
el psiquiatra William Follete quienes trabajaban en el Centro Médico Permanente 
Kaisser en San Francisco, encontraron que los pacientes vistos sólo por una 
sesión de psicoterapia resultó en un descenso significativo en la utilización total 
de las facilidades médicas por parte de los pacientes. Esto fue evidente en un 
periodo de cinco años. Ellos admitieron que “Las conclusiones de que una sola 
sesión sin visitas psicológicas repetidas podían reducir la utilización médica en 
un 60 por ciento en los próximos cinco años, esto fue sorprendente y totalmente 
inesperado”. (Cummings y Follette, 1976, p. 167). 
 
 
 
STU y La Psicodiagnosis 
 
 
Muchos terapeutas han sido entrenados de acuerdo al modelo médico, el cual 
ve la primera sesión como diagnóstico y por consiguiente dedican la primera 
sesión o por lo menos las primeras sesiones a la admisión, valoración, 
exanimación del estado mental y pruebas psiquiátricas o psicológicas. 
Naturalmente, si el propósito de la primera sesión es la valoración, los 
terapeutas se enfocan en reunir información y tomar la historia. 
Desafortunadamente, esto a menudo significa que ellos se enfocan en 
diagnosticar el desorden correcto y fallan al explorar áreas de fortaleza; 
enfocados en el pasado más que en el presente o en el futuro y al tener que 
cubrir una gran variedad de información se enfocan en el contenido más que el 
proceso, dificultando la creación de un punto focal o de un tema principal. 
Recientemente, me han pedido revisar las estadías de los pacientes internos del 
hospital para el Managed Health Network Inc. Al hablar con el psiquiatra que 
atendía o con el Psicólogo tres o cuatro días después de la admisión del 
paciente les pregunté acerca del plan de tratamiento y el progreso hecho. Los 
doctores que trataban usualmente me contestaron que seguían en su fase 
diagnóstica y por ende eran incapaces de reportar cualquier progreso o plan de 
tratamiento. 
 
Otros terapeutas, preparados en modelos internacionales, sociales o 
humanísticos creen que el propósito de la primera sesión es crear una relación 
con el cliente. Es por esto que dedican la sesión a conocer, evitar 
confrontaciones, retos o intervenciones terapéuticas dirigidas a ocasionar 
cambio. Sin embargo, dada la presente preocupación con la posibilidad de los 
casos de mala práctica médica, los terapeutas estos días son aptos para 
focalizarse en pensamientos homicidas y suicidas o procesos psicóticos y 
plantear preguntas acerca del abuso físico o sexual y también del abuso de las 
drogas y el alcohol. Naturalmente cuando el contenido de la primera sesión gira 
 19 
en torno a todos (o la mayoría) de estos temas, el paciente no esta muy dado a 
dejar la sesión con un sentimiento de esperanza, alivio o pensamiento positivo y 
puede ver el papel del terapeuta como el de un investigador que saca a la luz 
oscuros secretos que luego tendrán que ser reportados a “las autoridades a 
cargo”. 
 
Los tres tipos de STU 
 
1. STU mutuamente acordadas – Cuando el terapeuta y el paciente son 
conscientes de la posibilidad de las STU desde el comienzo mismo de su 
interacción y acuerdan mutuamente al terminar la sesión que la STU es 
suficiente. Esta forma de STU es claramente la más deseable aunque la 
menos conocida en la búsqueda y la práctica clínica. 
2. STU iniciada por el paciente – Cuando el terapeuta planea un tratamiento 
más largo y programa una segunda cita pero el paciente elige terminar la 
terapia. Este resultado puede suceder cuando el paciente no asiste o no 
llama a cancelar la cita sin reprogramar. Esta es la forma más común de 
STU y la menos deseada desde el punto de vista del terapeuta. 
3. STU iniciada por el terapeuta – Cuando el terapeuta no llama a programar 
otra cita aunque el paciente pueda sentir la necesidad de más sesiones. 
Hay muchos casos en los cuales los practicantes pueden efectuar esta 
forma de STU. Por ejemplo, el terapeuta ve el problema que se presenta 
como “un problema habitual” o como un problema que no es de 
naturaleza psicológica y no ofrece otra cita, mientras que el paciente 
resiste la urgencia de desafiar el diagnóstico del terapeuta y se marcha 
sintiendo que no fue tratado. En otro escenario, el terapeuta ve el 
problema realmente insoluble y no le ve motivo a tener otras sesiones, 
aunque el paciente siga esperando una solución o le atribuye poderes 
mágicos al terapeuta y deja la sesión sintiéndose rechazado. Otras veces 
el terapeuta deja una puerta abierta para que el paciente llame de nuevo 
pero un paciente pasivo o extremadamente dependiente podría esperar a 
que el terapeuta “lea su mente” y podría terminar sintiéndose 
abandonado. Esta es la forma menos conocida de STU y no ha sido 
previamente estudiada. Sin embargo, esta es la menos deseada desde el 
punto de vista del paciente y merece más investigación y atención por 
parte de los terapeutas. 
 
Un Estudio Formal de STU Planeadas 
 
Cuando al principio, dije a mis colegas que el 78 por ciento de los 
pacientes que había visto por una sesión única reportaron “mejoramiento” o 
 20 
“mucho mejoramiento”, algunos de ellos sugirieron que este resultado positivo 
era probable por el hecho que muchos de los pacientes identificadoseran niños 
que habían sido tratados en el contexto de sus familias: “Los niños simplemente 
superan la mayoría de los problemas y al tratarlos con sus familias le proveen 
con un co-terapeuta natural que ya hizo el trabajo por usted.” Otros dijeron, “Esto 
es simplemente una intervención de crisis y no una terapia real.” Se volvió claro 
para mi que tenían mucha más dificultad para aceptar el fenómeno de las STU 
que sus pacientes. Sentí que había necesidad de un estudio formal que probara 
estos argumentos y de aprender más acerca de los procesos STU y 
consecuentemente me embarqué en dicho estudio junto con otros dos 
terapeutas que trabajaban exclusivamente con adultos – Michael Hoyt y Robert 
Rosenbaum. 
 
Cada uno de los tres terapeutas que participaron en el proyecto tenía más 
de diez años de amplia experiencia clínica. Aunque nosotros éramos tres 
psicólogos clínicos teníamos estilos y antecedentes muy diferentes. Robert 
Rosenbaum, un psicólogo jefe en Kaisser en Hayward, California era muy activo 
en el movimiento hacia la integración psicoterapéutica. Originalmente entrenado 
psicodinamicamente, el ahora utiliza una variedad de modalidades pero 
particularmente favorece el acercamiento sistémico-estratégico Eriksoniano. El 
se encuentra actualmente trabajando en un proyecto que utiliza principios 
musicales para explicar el proceso psicoterapéutico. También es un 
neuropsicólogo que ha visto la intratabilidad de algunos casos de lesión cerebral, 
era el más escéptico de los colaboradores al comienzo del proyecto. Un día, 
Rosenbaum estaba caminando en las montañas satisfaciendo sus dudas en el 
tema: “Quizás algún cambio puede suceder en una única sesión pero 
seguramente un cambio no significativo. Un cambio duradero requiere los 
procesos graduales que moldean montañas: tiempo, erosión lenta, viento y lluvia 
esculpiendo la fisonomía de la piedra una y otra vez.” En ese punto el sendero 
daba un giro. Una gran avalancha aparecía a la vista. La mitad de la montaña, 
eso parecía, se había deslizado en el valle el invierno pasado cambiando la 
montaña y el valle para siempre, todo esto en el transcurso de menos de treinta 
segundos. En tanto el proyecto progresaba, el saludable escepticismo de 
Rosebaum se convirtió en una fuerza creativa y se volvió uno de los más 
efectivos terapeutas en el proyecto. 
 
Michael Hoyt hizo sus prácticas pre doctorales con Carl Whitaker y 
continuó con un programa de entrenamiento posdoctoral de dos años de 
práctica y búsqueda en psicoterapia dinámica breve. Los intereses de Hoyt 
incluyen terapia de familia, terapia existencial y más recientemente, terapia de 
redecisión (una forma de terapia TA-Gestalt). El tiene diez años de experiencia 
en Kaisser donde es el director de servicios para adultos en el departamento de 
psiquiatría de Hayward. El accedió a ser el investigador principal en nuestro 
proyecto. 
Para poder aprender cómo incrementar la probabilidad de que las STU fueran 
mutuamente una experiencia útil para los pacientes y los terapeutas, Hoyt, 
 21 
Rosenbaum y yo decidimos atender STU planeadas con sesenta pacientes, en 
su mayoría individuos adultos que aparecían por no crisis, citas rutinarias. 
Enviamos una propuesta de investigación formal al Sidney Garfield Memorial 
Fund, enfatizando la relevancia de nuestro tema con los asuntos de costo-
calidad y calidad en el cuidado, asuntos de gran interés para cualquier 
organización de mantenimiento de la salud (OMS). El fondo acordó ayudarnos 
por un año de estudio. 
 
En lo concerniente a nuestro estilo terapéutico, Hoyt usualmente es muy 
directo en terapia mientras que Rosenbaum es usualmente indirecto. A mi me 
gusta tener conversaciones telefónicas antes de la sesión y tomar algunos 
descansos durante la primera sesión (como lo describo en los Capítulos Dos y 
Tres) mientras que Hoyt raramente lo hace. Me siento más realizado si en la 
primera sesión asisten tres o más miembros de la familia mientras que 
Rosenbaum y Hoyt prefieren trabajar con individuos o parejas. En la mayoría de 
mis casos, el paciente identificado era un niño o un adolescente mientras que los 
pacientes de Rosenbaum y Hoyt eran adultos. Al final, estuvimos de acuerdo en 
apoyar los estilos de cada uno más que tratar de desarrollar un STU universal, 
un tratamiento “talla única”. 
 
Como nuestro estudio estaba centrado en la investigación exploratoria, 
decidimos conducir el estudio de la manera menos intrusiva posible y de forma 
similar las maneras de brindar servicio en nuestra clínica. Solo diez de sesenta 
sesiones fueron conducidas en presencia de uno o dos terapeutas diferentes, los 
cuales en general miraron la sesión detrás de un espejo unidireccional. Aunque 
la mayoría de los casos estudiados por este libro en una sesión regular de 
cincuenta minutos por un solo terapeuta, los sesenta intentos de STU planeados 
deberían ser vistos como un estudio exploratorio y no como un intento de 
conducir una investigación de laboratorio bien controlada. (El efecto del espejo 
unidireccional y el impacto del equipo en los pacientes y el resultado de las STU 
podrían ser el tema de un estudio por separado.) 
 
Para la evaluación usamos la forma de toma estandarizada usada en 
nuestra clínica, la cual es completada por el terapeuta al final de la sesión. 
Desarrollamos un protocolo para que las entrevistas de seguimiento fueran 
administradas a los pacientes (en el teléfono), por otra persona distinta al 
terapeuta de tres a doce meses después de la sesión. La forma de la entrevista 
de seguimiento que usamos es presentada en el Recurso A. Pocas de las 
preguntas usadas eran similares a las que usó Gustafson (1986) en su breve 
estudio de terapia. 
 
La muestra para el estudio fue más heterogénea que altamente restrictiva 
y bien controlada. Consistía en tomar pacientes regulares que nos habían sido 
asignados al azar e incluir blancos, negros, hispanos y asiáticos con problemas 
que iban desde aquellos que estaban “muy preocupados” buscando 
reaseguramiento durante la depresión, insomnio, ataques de pánico, ajustes al 
 22 
divorcio, violencia intrafamiliar entre otros. Los pacientes tenían un rango de 
entre cuatro y noventa y tres años y en educación desde doctorado, profesional 
practicante hasta aquellos que abandonaron la escuela. Aquellos pacientes que 
no podían ser vistos ordinariamente como pacientes de admisión regular en 
nuestra clínica fueron excluidos de la muestra de STU. Esto estaba compuesto 
por aquellos que eran activamente psicóticos, suicidas o estaban en crisis 
severas (normalmente vistos por nuestro departamento a nivel de emergencias, 
el día que ellos llamaban); y pacientes que llamaban por medicaciones (vistos 
por un psiquiatra); y pacientes que llamaban porque tenían problemas de alcohol 
o de drogas (vistos en el departamento de Medicina de Comportamiento, el cual 
tiene un equipo aparte para esto en nuestra clínica). 
 
De los sesenta pacientes en nuestra muestra, pudimos contactar 
cincuenta y ocho para entrevistas de seguimiento. De esos cincuenta y ocho, 
treinta y cuatro (58 por ciento) no requirió sesiones adicionales – esto quiere 
decir que el paciente y el terapeuta acordaron mutuamente al final de la sesión 
que citas futuras no eran necesarias pero dejaron la puerta abierta para que el 
paciente llamara cuando lo considerara necesario. Estos pacientes no tuvieron 
más contacto con nosotros o con cualquier otro terapeuta hasta que fueron 
llamados para un seguimiento entre tres y doce meses después de la sesión. De 
todos los pacientes de STU contactados, el 88 por ciento reportó “gran mejoría” 
o “mejoría” desde la sesión ( en una escala de 1 a 5, en donde 1= gran mejoría, 
3 = ningún cambio y 5 = mucho peor, el nivel promedio de mejoría fue 1.7); 79 
por ciento pensó que la STU había sido suficiente con una tasa de satisfacción 
promedio de 1.6 ( de nuevo en una escala de 1 a 5); y el 65 por ciento reportó 
haber tenido otros cambios positivos que claramenteno fueron relacionados con 
el problema presentado y que podrían haber sido atribuidos al efecto dominó. 
Los pacientes de STU mostraron ligeramente más mejoría y más satisfacción 
que los pacientes que habían sido vistos en más terapias, pero las diferencias 
no fueron significativas. Tres pacientes reportaron que no tenían mejoría o 
sintieron que el STU no había sido suficiente y recibieron terapia posterior. 
 
Para poder comparar nuestros resultados con otras poblaciones clínicas, 
le pedí a Mordecai Kaffman (1990), el director médico de la Clínica Infantil y 
Familiar Kibbutz en Israel que condujera un estudio retrospectivo de la duración 
y el resultado de los casos que el trataba en su kibutz. Kaffman es un psiquiatra 
muy cuidadoso con treinta años de experiencia clínica. El guarda notas 
detalladas de todos sus casos. El vive en una pequeña y estable comunidad 
comunal de 635 personas y puede obtener fácilmente retroalimentación objetiva 
de los pacientes en varios puntos por un periodo de tiempo prolongado. Kaffman 
analizó 211 casos y obtuvo sesiones de seguimiento de tres a seis años 
después de la sesión inicial. Sesenta y cuatro casos (30 por ciento) fueron vistos 
para STU. El resto requerían terapias a corto plazo (definidas como terapias que 
llegaban hasta las ocho sesiones – 41.5 por ciento) o terapia a largo plazo (28.5 
por ciento). Kaffman normalmente dedica de cuatro a cinco horas a su sesión 
inicial para poder obtener un diagnóstico confiable y planea la intervención con 
 23 
toda una red de personas que pueden influenciar el resultado. Kaffman obtuvo 
tanto seguimientos de los pacientes como de la fuente que los refería (como la 
enfermera, el médico general, el profesor o los padres). El mejoramiento 
reportado de los pacientes STU promedio 1.4 (en la misma escala de 1 a 5 
usada en nuestro estudio). Un 84 por ciento de los sesenta y cuatro casos STU 
estudiados, Kaffman fue capaz de alcanzar las STU planeadas y mutuamente 
acordadas. 
 
A pesar del propósito determinado en la primera sesión por las 
expectativas del terapeuta como lo es el tiempo de la terapia, los pacientes 
obtienen algo de la primera sesión y con frecuencia deciden si es suficiente para 
ellos por esa vez. Con las STU, los pacientes pueden rápidamente retornar al 
negocio de la vida y tienen mayor tendencia a tener sus propias decisiones y 
cambios sin quedarse estancados en un largo proceso de paciencia en donde 
naturalmente hay una mayor tendencia a desarrollar una dependencia. En 
cuanto al terapeuta el reto creado por el fenómeno común de una sesión única 
es aprender cómo ser consciente de éste, planearlo y maximizar su inusual 
potencial personal. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 24 
DOS 
 
 
LA PRIMERA LLAMADA: EXPLORACIÓN Y PREPARACIÓN 
ANTES DE LA SESIÓN 
 
 
 
En todos los principios vive una fuerza mágica 
Para cuidarnos y ayudarnos a vivir 
Así sea, corazón: ofrece despedidas sin final! 
Herman Hesse ([1943] 1969) 
 
 
 
El momento en que el paciente descuelga el teléfono para llamar al 
terapeuta o a una clínica, la terapia ya ha sido iniciada. El paciente ha 
reconocido un problema y ha actuado (haciendo la llamada telefónica). Es útil 
aprovechar ese preciso momento. La conversación antes de la sesión y el 
tiempo entre la llamada inicial y la primera sesión son partes importantes de la 
STU. 
 
En mi trabajo en un centro médico grande y muy visitado encontré que la 
tasa de inasistencia era mayor en pacientes a los que se les había otorgado 
citas inmediatamente después de una llamada de emergencia que entre 
aquellos que fueron programados para una cita de rutina (normalmente dos o 
tres semanas después de la llamada). Adicionalmente, aquellos que esperaron 
por una cita tuvieron una mayor tendencia a mejorar que aquellos que no lo 
hicieron. En algún momento, cuando el tiempo de espera en nuestra lista había 
alcanzado las seis semanas me ofrecí a llamar a los pacientes que habían 
estado esperando cita. Me di cuenta que al gastar de diez a quince minutos en el 
teléfono, me habilitaba para preparar los casos mejor – por ejemplo, para 
determinar qué casos podrían tener una mayor prioridad y no deberían esperar, 
qué pacientes solamente necesitaban reaseguramiento o ser referidos a otra 
parte y así sucesivamente. Cuando pensé que podía ser de mayor ayuda 
programé una cita al final de la conversación telefónica. La información que 
recibí en el teléfono combinada con el tiempo transcurrido hasta la primera 
sesión me dio una gran perspectiva de cómo evolucionaban los problemas (y 
algunas veces se resolvían) en ese periodo de tiempo. Algunas veces le pedía al 
que realizaba la llamada que me llamara cuarenta y ocho horas antes de la 
sesión; de aquellos pacientes, un tercio llamo a informarme que el problema 
había mejorado significativamente y que ya no necesitaban una cita. 
Normalmente les sugería que vinieran de todas formas para “que pudiéramos 
tener un mejor entendimiento de lo que hizo posible el cambio y planear la 
prevención de una recaída.” 
 25 
Cuando empecé a hacer estas llamadas de prevención, me abstuve de 
hacer cualquier interpretación o sugerencia telefónicamente, sintiendo que sin 
una mayor observación era posible cometer errores. Después de varias docenas 
de casos tentativamente comencé a experimentar con intervenciones muy 
mínimas y benignas siguiendo la línea de lo que Steve DeShazer (1985) llama 
“llaves maestras”. Cuando me llama un paciente ansioso y quiere más 
información antes de la primera sesión, yo diría “Entre ahora y la primera sesión 
quiero que se de cuenta de las cosas que le pasan y qué le gustaría le siguieran 
sucediendo en el futuro. De esta manera usted me ayudará a descubrir más 
acerca de su objetivo y lo que esta haciendo.” Este comentario contiene varios 
mensajes: (1) El terapeuta esta interesado en los cambios naturales y sin 
esfuerzo (“que se de cuenta de las cosas que le pasan”). (2) El enfoque esta en 
la transición del presente al futuro (“Entre ahora y nuestra primera sesión, “que 
le gustaría le siguieran sucediendo en el futuro”). (3) El paciente es activo y 
pronto podrá asumir una “posición superior” (“De esta manera podrá ayudarme”). 
 
Es deseable devolverle al paciente la llamada dentro de las primeras 
veinticuatro horas después de la primera llamada. Esto no es solo cuestión de 
cortesía. Entre el 30 y 40 por ciento de las primeras citas con profesionales de la 
salud mental no son mantenidas, especialmente en lugares públicos (Palmer y 
Hampton, 1987). Esto resulta en pérdidas de tiempo y dinero y en el incremento 
de sentimientos negativos para el terapeuta y la clínica. La llamada inicial tiende 
a establecer el patrón de la primera sesión. El terapeuta puede usarla para 
establecer el escenario de una sesión productiva. 
 
Tamara Levy (1989) modificó un proceso estándar de toma de 
información vía telefónica agregando preguntas como: “¿Qué otra cosa es 
estresante en la familia?” y “¿Qué otra persona involucrada con la familia podría 
servirnos en la sesión de orientación?” ella finalizaba la conversación diciendo: 
“La terapia es más efectiva si todos los que están involucrados asisten por lo 
menos a la primera sesión. ¿Quién asistirá?” La gran mayoría de los que 
llamaban eran mujeres y un intento de conseguir otros miembros de la familia es 
a menudo una lucha, llamada por Carl Whitaker (Whitaker y Keith, 1981) “la 
batalla por la estructura”. Uno podría esperar que aquellas demandas 
incrementaran la tasa de no asistencia, pero Levy encontró que al usar las 
preguntas anteriormente mencionadas reducía los abandonos antes de la 
terapia, incrementaba la participación de los miembros de la familia y otras 
personas significativas y alteraba la orientación del paciente y el terapeuta para 
que vieran el problema en un contexto mas amplio. 
 
Kaffman (1990) usó un procedimiento más elaborado anterior a la sesión. El 
pidió que antes de la sesión tanto el pacientecomo los otros (como la fuente que 
lo refirió, el médico personal, uno de los padres, un profesor, un jefe) enviaran 
por escrito sus respuestas a tres preguntas: 
1. ¿Cuáles son los temas centrales (o problemas) en los ojos del 
demandado? 
 26 
2. ¿Cuáles son los factores (o circunstancias) que al parecer están 
relacionadas con el problema (o contribuyeron a este)? 
3. ¿Qué medidas han sido usadas hasta ahora en un intento de solucionar 
los asuntos claves? 
Kaffman toma de media a una hora para revisar las respuestas y otros 
reportes médicos y psicológicos. El dice que su trabajo clínico en los kibutz le 
enseñó que los problemas específicos del individuo o de la familia ciertamente 
se entrelazaban entre si y que estaban influenciados por las organizaciones que 
los rodeaban en un grado significativo. Como consecuencia, el trata de incluir 
por lo menos las personas más significativas en el sistema ecológico humano 
con lo cual los pacientes referidos y sus familias están en contacto cercano 
diariamente. El alto porcentaje de STU planeadas y efectivas de Kaffman puede 
estar relacionada con el tiempo extra y el gran número de gente involucrada en 
la preparación de la sesión y la intervención. 
 
 
Quién debería venir a la primera sesión 
 
La Sra. Jones llamó a la clínica por el consejo que le había dado la pediatra de 
su hija. Le dijo a la recepcionista que Belinda, su hija de doce años había estado 
sufriendo de diarrea y dolor abdominal durante más de un año y que había 
faltado demasiado al colegio y como resultado había sido expulsada. A la madre 
se le preguntó rutinariamente quién más vivía en la casa. La señora Jones había 
estado divorciada por tres años y vivía con Belinda y su hijo de quince años 
James. El padre vivía en un pueblo cercano. El terapeuta asignado al caso eligió 
programar su propia cita para poder decidir quiénes deberían estar incluidos en 
la primera sesión. Si el problema mayor era en el colegio, el terapeuta podría 
incluir al profesor, al director y al consejero. Si el problema era primariamente 
físico el terapeuta podría invitar al pediatra de Belinda quien trabajó con él en el 
mismo centro médico. La fuente que refiere es parte importante del sistema 
terapéutico. Como el pediatra había referido a la Sra. Jones a la clínica el 
terapeuta debía llamarlo primero. 
 
Terapeuta: Recientemente usted nos refirió el caso de la niña de doce años, 
Belinda con dolor abdominal. Su madre, la Sra. Jones, llamó hoy para buscar 
terapia. ¿Usted recuerda este caso? 
 
Pediatra: Claro que si, estoy muy complacido de que su madre finalmente lo 
llamó, porque estaba por volverme loco. La he visto más de veinte veces este 
año y le he hecho todas las pruebas que usted se pueda imaginar. Usted puede 
verlo en su historia clínica. Todos salieron negativos. 
 
Terapeuta: ¿Usted cree que ella esta medicamente “limpia” en este punto? 
Pediatra: Lo único que puedo decir es me fue referida porque los problemas 
gastrointestinales son mi especialidad, pero no he podido encontrar 
 27 
absolutamente nada. La remití a un alergista y el intentó con una nueva 
alimentación y dieta pero no dio resultado. 
 
Terapeuta: ¿Estaría interesado en asistir a la primera sesión con la familia? 
 
Pediatra: Si usted insiste allá estaré, pero para ser honesto, ya he tenido 
suficiente con este caso. Cada vez que veo su nombre de nuevo en mi horario 
solo digo: Oh no! ¿Qué hice para merecer esto? En mi opinión ella tiene un caso 
severo de hipocondría y es fundamentalmente psicológico. 
 
Terapeuta: Déjeme llamar a la madre de Belinda primero y si necesito su ayuda 
en la sesión lo llamaré de nuevo. 
 
Pediatra: Dios lo bendiga y buena suerte. Si no oigo nada de esta niña en un 
mes entero, es un milagro. 
 
Luego, el terapeuta llamó a la mama de Belinda 
 
Terapeuta: Habla con el Dr. Talmon de Kaisser en Hayward. Entiendo que usted 
nos llamo el día de hoy con respecto a su hija Belinda. 
 
Madre: Eso es correcto. 
 
Terapeuta: ¿En este momento tiene unos minutos para hablar conmigo? 
 
Madre: Si, este es un buen momento, Belinda esta en su cuarto leyendo y 
James esta en el colegio. 
 
Terapeuta: Me pidieron que viera su caso desde que soy experto en ayudar a los 
niños y sus familias a resolver problemas. Tengo en frente mío la descripción del 
problema que usted dio a la recepcionista esta mañana. También me tomé la 
libertad de llamar al Dr. Cohen el cual la refirió a nuestro departamento y revisé 
brevemente su historia clínica. 
 
Madre: Me alegra que haya hecho esto ya que el Dr. Cohen conoce a mi hija 
muy bien y hasta el momento ella debe tener una larga historia clínica. Ella nació 
en Kaisser, Hayward y siempre la llevé allí. Se que el Dr. Cohen no cree que ella 
tenga un problema médico, pero yo creo que sus dolores son de verdad. 
 
Terapeuta: Entiendo, Cuando usted llamó mencionó los dolores abdominales y 
el hecho de que Belinda hubiera sido suspendida en el colegio. En este 
momento, ¿Cuál es su mayor preocupación? 
 
Madre: En este momento lo que más me preocupa es el colegio. Ella ha faltado 
tantos días que ella podría no alcanzar a adelantarse. La semana pasada el 
colegio le asignó un profesor que viene dos veces a la semana. Estoy muy 
 28 
preocupada. La educación es muy importante, sobretodo para una niña de raza 
negra. 
 
Terapeuta: ¿Qué parece ser el problema en el colegio? 
 
Madre: Eso es lo que me tiene intrigada. A ella le gustaba el colegio. La mayoría 
de sus amigos están allí, estaba contenta con el profesor y ella es una niña muy 
inteligente y solía tener buenas notas. Por eso pienso que ella en verdad tiene 
un problema médico, de otra manera, ella hubiera ido al colegio. Yo continúo 
regañándola para que vaya al colegio pero parece que entre más lo hago ella 
menos va. 
 
Terapeuta: Parece que ha sido muy difícil para ambas. ¿Hay alguna otra 
persona que sepa de la llamada que usted nos hizo el día de hoy o que este 
preocupado por Belinda? 
 
Madre: Solo Belinda es consciente que lo llamé. Su hermano una vez se 
disgustó porque ella se quedaba en la casa todo el día, estoy segura que su 
padre la ama pero desde el divorcio soy yo quien se hace cargo de la salud y los 
problemas escolares de los niños. 
 
Terapeuta: ¿Usted cree que a ellos les importa Belinda lo suficiente para asistir 
a la primera sesión? 
 
Madre: La verdad no se, no nos hemos juntado como familia desde el divorcio. 
 
Terapeuta: Se cuánto quiere ayudar a su hija. Se que la mejor manera para 
ayudar la situación es reunir a todos los miembros de la familia, incluyendo al 
Papá y a James, para que yo pueda obtener las ideas de todos acerca del 
asunto. Ahora, ¿le gustaría invitar al padre de Belinda usted misma o le gustaría 
que yo lo hiciera? 
 
Madre [Después de un largo silencio]: Creo que yo debería tratar primero y si el 
no acepta le haré saber. 
 
Terapeuta: Me parece que tenemos un trato. Que le parece el próximo miércoles 
a las 6 pm? 
 
Madre: Suena bien. Gracias por tomarse el tiempo para hablar conmigo el día de 
hoy. Nos vemos el miércoles. 
 
Terapeuta: Gracias por llamarnos el día de hoy. Espero verlos a todos. 
En la respuesta inicial a la llamada del paciente, el terapeuta trató de transmitir 
los siguientes mensajes: (1) Me importa. (2) Yo escucho. (3) Me tomo mis 
responsabilidades profesionales seriamente. (4) Trato sus deseos individuales 
respetuosamente. 
 29 
 
Alcanzar un pequeño paso en la dirección correcta en la conversación 
telefónica antes de la sesión es suficiente. Normalmente este terapeuta trata de 
ampliar el sistema terapéutico tanto como sea posible e incluye la mayor 
cantidad de “agentes de cambio” potenciales como pueda. En este caso, tuvo en 
principio la idea de incluir al pediatra o a los representantes del colegio en la 
sesión inicial. El decidió no hacer esto, sin embargo, su impresión fue que 
numerosos intentos ya habían sido hechos por los doctores y el colegio para 
resolver el problema. Invitar a estagente podría crear “más de lo mismo” o lo 
que el grupo del Instituto Mental de Búsqueda (Watzlawick, Weakland y Fisch, 
1974) describió como soluciones (como las conferencias del colegio o las 
medicaciones) que se habían convertido en parte del problema. El terapeuta 
tentativamente descartó un trauma escolar o dificultad en el aprendizaje como 
parte del problema y trató de crear un sistema terapéutico que podría introducir 
nuevas dimensiones. El tomó como pista de la declaración de la madre el que la 
familia no se había juntado desde el divorcio para sugerir que el padre debería 
ser incluido. Como en este caso el padre aun vivía cerca, ninguno de los padres 
se había vuelto a casar y la Sra. Jones había planteado que creía que el padre 
de Belinda amaba a su hija y había acordado llamarlo, el terapeuta esperaba 
obtener su ayuda y la de su hermano. (Volveremos con Belinda y su familia en el 
próximo Capítulo.) 
 
 
Tareas antes de la sesión 
 
Algunas tareas terapéuticas genéricas pueden ser asignadas antes de la primera 
sesión. Por ejemplo, cuando el problema presentado es un chico adolescente 
que se comporta mal y la que se queja es la madre, a menudo el terapeuta 
escucha en el teléfono que ella esta demasiado involucrada con el chico en un 
círculo vicioso, mientras que el padre se encuentra periféricamente o totalmente 
fuera de la situación. Abajo esta descrita una tarea anterior a la sesión que el 
terapeuta le dio a la madre de un niño de trece años que la desafiaba, le 
contestaba, no hacía sus labores, incumplió su toque de queda y experimentó 
con drogas. Dese cuenta como el terapeuta cultiva la motivación y la 
cooperación: 
 
Terapeuta: Estoy dispuesto a ayudarla a usted y a su hijo, pero para poder 
hacerlo necesito su ayuda desde ahora hasta la primera sesión. ¿Estaría 
dispuesta a hacer algo distinto? 
 
Madre: Estoy tan desesperada, haré cualquier cosa que me diga. 
 
Terapeuta: Aprecio mucho eso. Aun así quiero que se tome un momento para 
pensarlo porque podría ser difícil para usted. 
 
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Madre [después de un corto silencio]: Estoy pensando que me tomó un largo 
tiempo darme cuenta que algo estaba andando mal y aún más tiempo superar 
mi propio orgullo y terquedad para poder buscar ayuda externa. Así que creo 
que estoy lista para hacer cualquier cosa que sea necesaria. 
 
Terapeuta: ¡Felicitaciones! Yo también soy padre y ni siquiera puedo empezar a 
decirle cuánto me tomó reconocer que podía tomar un poco de ayuda para mi 
mismo. Lo que me gustaría que hiciera en estos diez días desde ahora hasta 
nuestra primera sesión es que guarde un diario muy detallado de todas las 
acciones de su hijo. Quiero que lo escriba en un registro. Hágalo en ese justo y 
preciso instante, indicando el tiempo y el lugar y todo lo que el hace o dice 
palabra por palabra. ¿Entiende usted por qué es tan importante esto para que 
pueda ayudarle a usted y a su hijo? 
 
Madre: No estoy realmente segura. 
 
Terapeuta: Trabajo con muchos adolescentes y lo que a menudo ellos hacen 
cuando vienen a mi oficina es actuar muy diferente a como lo hacen en casa, 
tratando de convencerme que el problema es que su mama los esta regañando 
mucho. Usted y yo sabemos que esa no es toda la verdad. Para poder ayudarlo 
necesito saber la verdad para llegar al fondo del problema. Probablemente usted 
conoce a su hijo mejor que cualquier persona. Por este motivo, quiero me traiga 
esa información y que observe las cosas donde realmente suceden 
naturalmente, que es en casa. 
 
Madre: Ya entiendo. 
 
Terapeuta: Quiero advertirle que su hijo podría tratar de detenerla al hacer su 
trabajo. El va a tratar de sacarla de quicio de modo tal que en vez de escribirlo 
todo usted se encontrará ocupada hablando o discutiendo con él. Usted tendrá 
que atenerse a escribir absolutamente todo para que pueda conocer a su hijo 
como realmente es, sin ninguna interferencia. ¿Aún cree que puede hacerlo? 
 
Madre: Le traeré un diario completo de sus acciones. 
 
Terapeuta: Es una promesa. La veré el viernes a las 4 p.m. 
 
Mientras que el contenido de esta tarea esta dirigido a juntar más 
información sobre el problema, el terapeuta ya se ha unido de alguna manera 
con la madre (“yo también soy padre”, “Usted y yo sabemos”), también 
escribiendo un cambio estructural ofreciéndole a la madre la oportunidad de 
pasar del papel de reactor al papel de observadora. El terapeuta esperaba que si 
ella se mantenía ocupada escribiendo el diario no podría entrar en el círculo 
vicioso de acción y reacción con su hijo. 
 
 
 31 
Qué debería ser evitado 
 
Cuando usted sabe poco y tiene una cantidad muy limitada de tiempo, como en 
la primera llamada, lo que usted elige no preguntar o decir es aún más 
importante que lo que usted pregunta. El terapeuta debería tener preguntas 
históricas y factuales como mínimo y evitar darle vueltas al asunto con cosas 
como el estar demasiado preocupado con el evento precipitado en el cual el que 
llama desea conversar por horas. Si bien no es posible en toda ocasión, el 
terapeuta puede tratar (cuando el tiempo y la cooperación lo permiten) tratar de 
obtener la suficiente información para responder las siguientes preguntas: 
1. ¿Soy la persona correcta para este paciente? Si los pacientes enumeran 
muchas quejas físicas o efectos secundarios por la medicación, ellos 
deberían ver un doctor, no un psicólogo. Si los pacientes llaman en un 
estado depresivo y el terapeuta nota que beben excesivamente, el 
terapeuta no debería verlos a no ser que el u otra persona en la 
instalación tenga conocimiento acerca de la dependencia química y 
pueda ayudar al paciente a desintoxicarse. Demasiadas oportunidades 
terapéuticas son malgastadas por los pacientes al decirle sus problemas 
a varias personas antes de llegar a la persona indicada. Uno debería ser 
honesto acerca de sus limitaciones, trabajar con un equipo 
multidisciplinario y tener a la mano una lista de recursos comunitarios. Si 
es hecho correctamente, la llamada inicial puede ahorrarle al paciente 
mucho tiempo y dinero. Además, la primera sesión a menudo es crítica. 
Pacientes que son mal remitidos o cambiados de un profesional a otro 
constantemente tienden a perder las ganas y finalmente abandonan el 
tratamiento. 
2. ¿Quién es mi cliente? Hay pocas posibilidades de tener una STU efectiva 
sin un cliente en el consultorio. El cliente es la persona que esta más 
interesada en hacer algo diferente para resolver el problema o tomar el 
consejo del terapeuta. El terapeuta que acuerda ver individualmente a un 
adolescente referido por su madre, el colegio o la policía tiende 
generalmente a tener tan solo un visitante (“Mi madre me envió” o “En 
realidad no se por qué estoy aquí”). En la sesión inicial los terapeutas 
deberían tratar de incluir a tantos clientes potenciales como puedan. El 
que llama puede ser uno de ellos, ya que el o ella estaba preocupado o lo 
suficientemente activo para llamar. Para poder identificar todos los 
clientes potenciales el terapeuta puede preguntar al que llama: “A parte 
de usted, ¿quién es el más interesado en el problema? ¿Quién más 
recuerda que haya tratado de ayudar con el problema?” 
 
Otra forma de encontrar clientes es preguntar quién en el sistema 
tiene el poder de cambiar la situación. Muy frecuentemente, los 
terapeutas ven la “víctima” sola o con el que se queja, un niño con su 
madre – mientras que es realmente alguien más (el padre o el profesor) 
quienes podrían “jalar las cuerdas”. En el caso de Belinda, el terapeuta 
decidió ampliar el sistema terapéutico e incluir al padre y al hermano. En 
 32 
todos los intentos anteriores que se hicieron para resolver el problema, 
había sido la madre quien asumía la responsabilidad. 
 
3. ¿Cuál es la agenda oculta, si la hay? Si la madre llama al terapeuta con 
una lista interminable de problemas con sus hijos, el terapeuta puede 
preguntarle si está comprometida en una batalla de custodia con el padre 
del niño. Cuando el paciente

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