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Muchos pacientes asisten sólo por una sesión y el número promedio de sesiones es de tres a seis. Es ampliamente asumido que los pacientes dejan de asistir muy temprano porque se encuentran insatisfechos con el tratamiento recibido. Al ver de cerca los casos de abandono de terapia en cualquier forma de psicoterapia se revela que la mayoría de los pacientes que abandonan el tratamiento después de tan sólo una entrevista lo hacen porque han alcanzado lo que esperaban y que en promedio estos pacientes reportan tanto mejoramiento como aquellos que siguieron el tratamiento prescrito. Estas conclusiones muestran un problema para muchas de las escuelas de psicoterapia, las cuales asumen que una psicoterapia exitosa requiere de un tiempo considerable. De ahí que el mejoramiento después de una sola sesión debe ocurrir antes de que los mecanismos terapéuticos postulados tengan el tiempo de funcionar. Por consiguiente aquellos que mejoran rápidamente, han recibido relativamente poca atención por parte de investigadores y profesionales. En Terapia de Sesión Única, Moshe Talmon, en reconfortante contraste, ha tomado esto y ha desarrollado las implicaciones del mejoramiento después de una sesión individual, y ha sido exitoso al especificar como mínimo algunas de las características del contacto de una terapia única que contribuyen a este resultado. Su suposición central es que muchos pacientes externos, gracias al hecho de que están trabajando en la comunidad tienen tanto un poder de recuperación considerable como también una habilidad para resolver sus problemas. El terapeuta puede movilizar ese potencial latente en una sesión única de terapia, empoderando al paciente, prestándole atención a sus problemas y a los síntomas y ofreciéndole soluciones alternativas y motivación. Una de las suposiciones es que casi todos los miembros de esta red pertenecen a una red social y que la interacción de estos con otros miembros de esa red puede contribuir en gran parte a la angustia y la incapacidad y por la misma razón a su progreso terapéutico. Por consiguiente, cuando es posible, otro miembro de la red generalmente un familiar debería estar involucrado en la entrevista terapéutica. Finalmente, Talmon asume que como los humanos somos criaturas pensantes que ensayamos encuentros por anticipado, interpretamos los significados de los encuentros mientras están ocurriendo y meditamos sobre sus implicaciones; en retrospectiva, los procesos terapéuticos podrían operar no sólo durante las sesiones oficiales de tratamiento sino en tanto que el paciente esté mentalmente en contacto con la situación del tratamiento. Los procesos 3 terapéuticos pueden comenzar en el momento en que el paciente decide pedir una cita, continuar durante el contacto inicial en el consultorio o en la clínica y persistir por un periodo de tiempo indefinido después del tratamiento. Como resultado la toma y el seguimiento de entrevistas son partes integrales de las terapias de sesión única. La presentación de Talmon de la terapia de sesión única, es convincente. Su estilo es excepcionalmente claro y reconfortantemente libre de jerga, no hace afirmaciones exageradas y sus puntos son ampliamente ilustrados por un sistema de resultados empíricos de su propia experiencia y de la literatura relevante. El lector debería ser advertido acerca del hecho que las terapias individuales pueden no ser tan fáciles como el autor trata de mostrarlas. Aunque con toda razón al darle al paciente crédito por el resultado de la terapia, Talmon podría estar subestimando sus propias contribuciones. El es un terapeuta astuto y altamente experimentado que ha llegado a dominar una variedad de modalidades terapéuticas permitiéndole ser altamente flexible al seleccionar las maniobras terapéuticas que encajarán de una mejor manera en sus pacientes particulares. Su experiencia también le ayuda a seleccionar y focalizarse en el problema o síntoma más dócil de la terapia, ofreciendo interpretaciones y sugerencias en momentos en que tienen su máximo impacto y expresar estas intervenciones en términos que los pacientes puedan oírlos como enriquecedores y de apoyo más que implícitamente críticos. Estas técnicas son ejemplo de los aspectos sutiles de los encuentros terapéuticos que los terapeutas experimentados usan intuitivamente, y que pueden ser no solo importantes sino cruciales para alcanzar el éxito terapéutico. Los lectores no deberían pasar por alto el reconocimiento explícito del autor que mientras cuatro de cada cinco pacientes externos de psiquiatría que reciben sesiones únicas de terapia responden favorablemente y que el quinto restante como los otros pacientes internos requieren considerablemente más tratamiento. El tratamiento de sesión individual levanta inquietantes preguntas acerca de la organización de los servicios psicoterapéuticos, preguntas que tienen especial pertinencia en estos tiempos de alta demanda para psicoterapia combinadas con el cada vez menor apoyo financiero. ¿Hasta qué punto las escuelas psicoterapéuticas sobreestiman la psicopatología y subestiman los poderes de recuperación espontáneos y las habilidades para resolver problemas de la mayoría de los pacientes que buscan psicoterapia? Como resultado, ¿cuántas son las facilidades psicoterapéuticas y el personal sobrecargado con pacientes en quienes están endilgadas más sesiones de psicoterapia de las que ellos necesitan o quieren? ¿Hasta qué punto es posible la mala utilización de los recursos disponibles hace innecesariamente subir el costo de estos servicios y restringir acceso a aquellos que realmente necesitan una terapia por más tiempo? La persuasiva demostración que Talmon hace que la preponderancia de los pacientes externos psiquiátricos beneficiados claramente de una sesión de 4 terapia única (sumándole la admisión y el seguimiento) debería motivar la restructuración de los servicios de psiquiatría para pacientes externos para así habilitar a los psicoterapeutas a gastar menos tiempo en pacientes que no necesitan psicoterapia por largos periodos liberando de esta manera más tiempo para aquellos pacientes que si lo necesitan. Por estas importantes implicaciones para la teoría, práctica y provisión de la psicoterapia, las Sesiones de Terapia Única deberían ser leídas y consideradas por todos los terapeutas de pacientes externos, fundando agencias y organizadores de servicios de pacientes externos de psicoterapia. Junio 1990 Jerome D. Frank Profesor Emérito de Psiquiatría Universidad John Hopkins Escuela de Medicina 5 PREFACIO Las Terapias de Sesión Única (STU) podrían ser consideradas como lo último en terapias breves. Sin embargo este libro no esta escrito sólo para psicoterapeutas que hacen terapias breves. Aparentemente todos los terapeutas han tenido sesiones de terapia única y continuarán teniéndolas ya sea planeadaso por omisión. Las sesiones de terapia única son definidas como una reunión cara a cara entre el terapeuta y el paciente sin sesiones previas o subsecuentes durante un año. Como tal, en cuanto a la duración, las STU son la terapia más frecuentemente usada. ¿Cómo, podría preguntarse, cualquiera podría ser realmente ayudado en una sesión? Los encuentros individuales podría argumentarse, deberían ser considerados como un no tratamiento o como una admisión o bien sea como una consulta. ¿Cómo podría ser llamada terapia si la terapia implica cambios largos y profundos de personalidad? Fui entrenado para ver la terapia como un proceso relativamente largo y mi propia terapia terminó solo después de algunos años. Originalmente la idea de una terapia que durara tan sólo una sesión me resultó increíble. Me tomó cientos de casos de terapias individuales y de dos años de búsqueda para apreciar del todo el potencial terapéutico de una y única sesión. En este libro doy la información y experiencia que cambiaron mi punto de vista. Frecuentemente uso los términos terapia y paciente, debido a que la mayoría de los casos se desarrollaron en una clínica psiquiátrica o en un centro médico y fueron tratados por psicólogos clínicos con pacientes que buscaban psicoterapia. Otros términos como lo son orientación, consulta psiquiátrica y clientes pueden ser intercambiables. El problema hasta ahora es que las sesiones individuales muy frecuentemente provocan las etiquetas de “no mostrar” (para la segunda cita), “abandono”, “terminación prematura”, “falla” y otras asignaciones peyorativas. Las Sesiones de terapia única muestran cómo el uso de sesiones individuales provoca cambios sustanciales en la vida de los pacientes. Explica cómo sacarle provecho, planear para ello y cambiar las prácticas terapéuticas normales para poder así respaldar más creatividad, al igual que más efectividad; provee una guía en cómo usar el tiempo de una forma diferente, cómo fomentar una buena preparación y motivación y cómo combinar los procesos necesarios de toma de diagnósticos con aquellos que promueven el cambio. Este libro no se trata de cómo condensar cinco o veinte sesiones en una; más que eso, muestra cómo hacer con lo que ya tenemos ahí, una útil y positiva experiencia terapéutica. El enfoque de las Sesiones de terapia única es ofrecido a pacientes y terapeutas que están listos y motivados para ocuparse de sus asuntos ahora y deja la puerta abierta a lo que ha sido conocido como terapia intermitente durante el ciclo de vida. 6 La sesión de terapia individual es tan vieja como la psicoterapia. La publicación de este libro en este tiempo es el resultado del acelerado cambio en la realidad de la práctica psicoterapéutica. En incremento en los costos del cuidado de la salud exige una búsqueda de tratamientos más efectivos con relación al costo, incluso como consumidores están buscando una dependencia menor en los doctores y las medicinas (incluyendo medicaciones prescritas) y mayor confianza en productos naturales de auto ayuda. Al mismo tiempo, el número de practicas privadas lucrativas en un entorno de pago por servicio que ofrece la terapia de de terminación abierta se esta contrayendo rápidamente. Las sesiones de terapia única presentan veintiún casos ejemplo de terapias con individuos, parejas y familias. El rango de edad de los pacientes en estos casos es de los cuatro hasta los sesenta y cuatro años, los problemas presentados varían desde aquellos que están “bien preocupados” los cuales buscan consuelo hasta aquellos que sufren de depresión, ansiedad, obesidad, se están ajustando al divorcio, violencia intrafamiliar y otros problemas. Las técnicas terapéuticas van desde simplemente escuchar y apoyar las fortalezas de los pacientes hasta ofrecer sugerencias hipnóticas, practicar soluciones experimentalmente y dar interpretaciones dinámicas. La sesión de terapia individual puede emplear cualquiera de la gran variedad de técnicas siempre y cuando el acercamiento sea hecho a la medida del individuo; sin embargo, STU no son útiles para todos los pacientes. El libro sugiere criterio para la inclusión y exclusión de los clientes potenciales de STU. Discute las falencias de STU y las maneras de protegerse contra el sub tratamiento y la posible terminación prematura. VISIÓN GENERAL DE LOS CAPÍTULOS El Capítulo Uno introduce el fenómeno de la terapia de sesión única y resume brevemente la base de búsqueda de este libro y la literatura disponible en esta materia. El Capítulo Dos se enfoca en el contacto antes de la sesión y en cómo ajustarse al cambio desde el momento en que el paciente llama a buscar ayuda. Sugiere maneras y criterios para identificar posibles candidatos de STU y aquellos en quienes no es probable beneficiarse del STU. El Capítulo Tres ofrece indicaciones paso a paso para conducir efectivamente las sesiones de terapia única con una variedad de ejemplos y presentando problemas. El Capítulo Cuatro explora dos conceptos claves que subrayan el éxito del STU: primero, darle poder a los pacientes (y las formas en las cuales los terapeutas pueden restaurar su sentido de autonomía, seguridad e independencia) y segundo, enfatizando las maneras en las cuales el proceso natural de cambio puede asistir al proceso terapéutico. 7 El Capítulo Cinco provee una transcripción ligeramente abreviada del diálogo de una STU con un paciente de treinta años. El comentario y el seguimiento posterior muestran cómo los diferentes principios discutidos anteriormente son puestos en práctica. El Capítulo Seis discute casos en los que ha fallado las STU (cuando la terapia termina prematuramente) y sugiere algunas de las lecciones que deben ser aprendidas. El Capítulo Siete discute cómo las actitudes de los terapeutas determinan sus pensamientos, sentimientos y acciones en terapia y sugiere actitudes útiles en el trabajo con pacientes de sesión individual. El Recurso A provee el formato de una breve entrevista de seguimiento la cual fue usada en el estudio de STU. El recurso B contiene sugerencias prácticas para manejar el tiempo y el dinero para poder así alcanzar el reto de las realidades de hoy en día y maximizar los beneficios que obtiene el terapeuta de las STU. Reconocimientos Este libro aunque fue escrito por mi, es el producto del trabajo de muchas personas. En primer lugar deseo agradecer a mis pacientes de STU. A través del uso de la sesión de terapia individual, me permitieron ayudarles a muchos más pacientes de los que me hubiera podido imaginar. Me enseñaron mucho acerca de la variedad de las condiciones humanas y dificultades, nunca hubiera podido saber acerca de esto si me hubiera quedado en el ambiente seguro de la práctica privada en mi propio barrio y entre mi propio grupo socioeconómico. Anteriormente en mi carrera viajé grandes distancias para ver y aprender de los más grandes terapeutas; pero fue de mis pacientes de STU que finalmente aprendí quiénes eran los reales y poderosos héroes de la psicoterapia: los pacientes mismos. Deseo agradecer a Steve DeShazer e Insoo Berg quienes fueron los primeros en darse cuenta del valor de este tipo de terapia. Ellos difundieron la palabra acerca de esto en Estados Unidos y Europa antes que yo siquiera publicara o presentara públicamente cualquier cosa acerca de la sesión de terapia individual. Después Steve me presentó a Gracia A. Alkema el editor a cargo de Jossey-Bass. Más no podía pedir. La elegante guía y el apoyo de Gracia durante el proyecto, hizo la escritura de este libro realmente un reto placentero. Ella tiene la habilidad única de hacer las ideas primarias más claras y aun más ricas. Estoy agradecido con mis amigos y colegas quienes revisaron el manuscrito e hicieron muchas sugerencias útiles: Donald Bloch, Steve DeShazer, Esther Elitzue, Joel Elitzue, Eyal Megad, Patzit Scla y John Weakland. Para las indicacionesclínicas y muchos de los casos ejemplo estoy en deuda con mis compañeros del proyecto investigativo de psicoterapia, Michael F. Hoyt y Robert Rosenbaum. Ellos me dejaron ver y hacer un seguimiento de 8 muchos de sus casos y me consultaron algunos de los míos. Nuestras diferencias individuales y clínicas hicieron este proyecto aun más gratificante. Mientras escribía este libro hicimos un artículo y numerosas presentaciones juntos. El Capítulo Tres fue coescrito con Michael y Robert, y el Capítulo Cinco coescrito con Michael. El plural nosotros cuando es utilizado en este libro se refiere a Michael, Robert y yo. Deseamos agradecer al Sidney Garfield Memorial Fund por proveernos con apoyo parcial para el estudio. Escribí Terapia de Sesión Única mientras ocupaba una posición de tiempo completo en el Kaisser Permanente Medical Center in Hayward, California. Desfruté colaborando con un estimulante y competente equipo de médicos, enfermeras, psicólogos y trabajadores sociales quienes le dieron un nuevo y verdadero significado al término acercamiento de equipo interdisciplinario. En particular deseo agradecer a mis jefes Norman Weinstein y Paul Opsvig quienes me dieron el espacio y el apoyo que necesitaba para escribir este libro. Mis colegas Wesley Lamb y Jane Brooks contribuyeron con ideas importantes relacionadas con la intervención antes de la sesión y siempre dieron su aprobación para respaldar mis deberes clínicos mientras que me tomé el tiempo para completar este libro. Estoy especialmente agradecido con mi esposa Iris por soportar más que su carga en nuestras vidas mientras escribía este libro. Ella fue mi amiga más cercana y colaboradora al hacer este trabajo. Le debo este libro. Berkeley, California Moshe Talmon Mayo 1990 9 EL AUTOR Moshe Talmon ha estudiado el fenómeno de la sesión de terapia única mientras trabajaba como psicólogo clínico en el Kaisser Permanente Medical Center en Hayward, California. También sirvió como crítico, asesor, y consultor al Managed Health Network. Talmon da seminarios acerca de sesiones de terapia única en los Estados Unidos, Europa e Israel. Adicionalmente enseña y supervisa psicoterapia en la Universidad de Pensilvania, la Universidad de Tel Aviv y el colegio de psicoterapia en Haifa, Israel, fue anteriormente director del Kibbuts Child y la Family Clinic en Hadera, Israel. Talmon recibió su licenciatura en psicología de la Universidad de Tel Aviv y junto con su Máster en psicología experimental y su Doctorado en psicología clínica de la Universidad de Pensilvania. El fue asociado de investigación y enseñó a sus compañeros en la Universidad de Pensilvania y en el Philadelphia Child Guidance Clinic. Talmon esta casado con la guionista y productora de video Iris Yotvat y es padre de dos. 10 UNO CUANDO LA PRIMERA SESIÓN ES LA ÚNICA SESIÓN No cesaremos de explorar Y al final de toda nuestra exploración Llegaremos donde empezamos Y conoceremos el lugar por primera vez T.S Elliot (1943) Terapeuta: Buenos días. Es el Dr. Talmon de Kaisser en Hayward. Lo vi en una sesión individual hace un año relacionada con sus hijos. Paciente: Oh si. ¿Cómo está? Terapeuta: Bien gracias, lo estoy llamando para el seguimiento. Usted podrá recordar que cuando usted nos llamó sus dos hijos tenían problemas de comportamiento bastante severos, en particular su hijo, Jaimy quien estaba portándose mal todos los días y usted se sentía abrumado. Paciente: Eso es correcto. Terapeuta: ¿Cómo se encuentran los chicos en este momento? Paciente: Ellos se encuentran muy bien. No tuve ningún problema con ellos desde aquella sesión que tuvimos. De seguro recuerdo lo abrumado que me sentía en ese tiempo. Los niños me estaban sacando de quicio. Gasté cinco años siendo una madre las veinticuatro horas del día lo que me aisló bastante, y sentí que era la única madre en el mundo que tenia problemas tan severos con sus niños. Terapeuta: ¿Hay algo que usted recuerde de la sesión? Paciente: Recuerdo la sesión muy bien. Ahora cada mes tengo dos citas conmigo misma por dos horas cada vez. Primero, voy a arreglarme las uñas y luego usualmente me encuentro con un amigo en un café y hablamos por una hora. Si siento que los niños empiezan a sacarme de quicio simplemente me tomo un descanso. Algunas veces tan sólo tomo una corta caminata, otras veces simplemente paso a la próxima actividad en vez de quedarme en el mismo círculo vicioso con ellos. Terapeuta: ¿Qué cree usted causó el cambio de comportamiento en los niños? 11 Paciente: Siguiendo su sugerencia empecé a darme cuenta de que uno no puede ser una madre todo el tiempo. Todos necesitamos descansos y espacio para nosotros mismos. Cuando tomé tiempo para mi misma, los niños dejaron de sacarme de quicio. Luego empecé a sentirme mejor como madre lo cual me dio la libertad para cuidarme a mi misma (mi apariencia, mi dieta). Cuando empecé a sentirme mejor con mi apariencia y conmigo misma, mi matrimonio empezó a mejorar y luego mi esposo se volvió más atento e involucrado con la crianza de los niños también. Entonces, como usted puede ver un pequeño cambio terminó convirtiéndose en uno bastante grande. Terapeuta: Muchas gracias por su aporte. Es muy valioso para mí y desde luego estoy muy feliz por usted. Como terapeuta siento que es usted más que todo quien se merece el crédito por esos cambios. Después de todo es usted quien decide si ha tenido suficiente y necesita hacer algo al respecto. Es usted quien conocía a sus hijos tan bien y fue capaz de comunicarme claramente acerca de esto para que así yo pudiera darle una sugerencia útil. Por último usted ha traducido lo que yo dije de manera muy amable y efectiva para que usted y realmente toda su familia puedan beneficiarse de esta acción. Paciente: ¡Gracias! Definitivamente es muy bueno escuchar que usted me diga eso doctor. Esta es la transcripción (ligeramente condensada) de una de las primeras llamadas que hice en un intento de hacerle un seguimiento a mis pacientes que habían abandonado el tratamiento después de la primera sesión. En retrospectiva, me di cuenta que darle a esta madre el crédito por los cambios y tomar “una posición menor” (Haley, 1963) en mi papel de terapeuta no fue planeado como un movimiento estratégico sino mas bien como el resultado de un sentimiento genuino de mi parte. Debo confesar que cuando decidí hacer estas llamadas de seguimiento a mis pacientes de sesión individual estaba lleno de preocupaciones. Pensé que los pacientes no me recordarían a mi o a la sesión. Me temí que pudieran decirme que era mal terapeuta y que les había arruinado sus vidas. Los imaginé diciéndome que maravillosos terapeutas habían encontrado para reparar el daño que les había hecho. La paradoja de las STU y el Psicoanálisis Para lo mejor de mi conocimiento el “fundador” de la sesión de terapia individual (STU) no es nada mas ni nada menos que Sigmund Freud más conocido como el fundador de la forma más larga de terapia, el psicoanálisis. Al final del siglo diecinueve, Freud trató a una paciente llamada Katharina en una sesión única durante una de sus vacaciones en la cima de una montaña Austriaca (Breuer y 12 Freud, [1893] 1944). Más tarde el reportó haber curado la impotencia del compositor Gustav Mahler durante una simple caminata por el bosque (Freud, 1960). (Sospecho que Freud curó la impotencia de Mahler en una sesión individual simplemente porque eso era todo lo que el tiempo y la situación permitían; si Mahler hubiera hecho citas regulares para psicoanálisis con Freud y hubiera ido a su oficina, probablemente habría gastado un tiempo considerable mintiendo en el diván de Freud y su impotencia se habría convertido en un interesante caso para la discusión posterior. Freud no estaba terriblemente interesado en el costode efectividad de su cura hablada). Mientras agencias sociales y las abarrotadas clínicas de salud mental con poco personal son los que con más tendencia buscan promover las STU, la mayoría de los casos exitosos de STU reportados en la literatura fueron manejados por terapeutas que usaron conceptos psicoanalíticos. Por ejemplo, Grotjahn (1946) describió el caso exitoso de STU de un médico deprimido de cuarenta y cinco años. Cuando se vieron dos años después el paciente expresó su gratitud por el entendimiento que había ganado y reportó una estable y satisfactoria vida personal y laboral. Al ser psicoanalista, Grotjahn atribuyó el éxito de la terapia el haber traído a la consciencia emociones conflictivas reprimidas. El también fue capaz de proveer algo de dirección y sugerencia para lo cual el paciente estaba listo y dispuesto a aceptar. En el contexto de la ortodoxa sociedad psicoanalítica Americana de los años 40, el reportar estos casos y dar instrucciones a los pacientes en la primera sesión era muy valeroso. El reporte de Groatjahn apareció en Psicoterapia analítica: Principios y Aplicación (Alexander y French 1946); en su autobiografía Seymour Sarason (1988) describe este libro y las reacciones de la comunidad psicoanalítica hacia este: “En lo que ellos aciertan es que, bajo ciertas condiciones, ciertas personas con ciertos problemas pueden, relativamente rápido, algunas veces en tan solo una sesión, experimentar cambios marcados que perduran y los cuales no son predecibles desde la teoría. Ese libro fue tan desconcertante para la comunidad analítica, practicantes y teorizadores, como si el Papa hubiera anunciado su conversión al Islam o su consentimiento al aborto. Rápidamente se convirtió en un no-libro para esa comunidad” (p. 320). Aun así esporádicas versiones acerca de del valor de las STU continuaron apareciendo. Por ejemplo Saul (1951) reportó en el Trimestral Psicoanalítico (Psychoanalytic Quarterly) las STU exitosas de una mujer hipocondriaca afirmando que fue terriblemente aliviada en una entrevista y le fue dada la llave para manejar futuras dificultades. De particular interés en el área es el trabajo hecho por el psicoanalista David Malan durante los años sesenta en la clínica Tavistock de Londres, uno de los bastiones del psicoanálisis (Malan y otros, 1968, 1975). Entre 1962 y 1966, Malan y sus asociados siguieron cuarenta y cinco “pacientes neuróticos sin tratar” con varios síntomas de depresión, ansiedad, impotencia, frigidez y homosexualidad diatónico quienes fueron vistos en sesiones de consulta individuales y que la abandonaron o fueron considerados no aptos para terapia 13 psicodinámica. Se les hizo un seguimiento de dos a nueve años después de su terapia. Aquellos que habían sido entrevistados por un psiquiatra no mas de dos veces en toda su vida (muchos de ellos habían sido entrevistados tan solo una vez), el 51 por ciento fueron juzgados por haber mejorado sintomáticamente y 24 por ciento psicodinamicamente. Malan encontró que los pacientes de sesiones individuales “son de un interés extraordinario, proveyendo no solo evidencia directa de mecanismos terapéuticos en la vida diaria, sino también, bastante inesperadamente, evidencia acerca de los efectos terapéuticos en las entrevistas individuales” (Malan y otros, 1975, p.110). El concluye: “Claramente los psiquiatras que asumen consultas no deberían asignar pacientes automáticamente a la psicoterapia a largo plazo o siquiera a la psicoterapia breve, sino deberían estar conscientes de la posibilidad de que una entrevista dinámica podría ser todo lo que se necesita….Finalmente los psiquiatras dinámicamente orientados deberían también ser conscientes del poderoso efecto potencial terapéutico que tiene decirle al paciente que tiene que tomar responsabilidad de su propia vida y reasegurándole que se puede manejar sin ayuda terapéutica” (p. 126). (Un caso ejemplo detallado y los mecanismos terapéuticos utilizados por los pacientes de Tavistock “sin tratar” son descritos en el Capítulo Cuatro). Mi interés en las sesiones de terapia única resultó de mis observaciones durante dos periodos que pasé visitando como psicólogo a los Estados Unidos desde Israel. Empecé mis estudios de psicología en la tradición Europea, viendo la psicología como parte de la filosofía de la vida dominada por teorías psicoanalíticas. Más adelante tuve un entrenamiento más versátil en psicondinámica, sistema de familia, cognitivo, conductual, análisis transaccional (AT) y modalidades Gestalt. Practiqué la psicoterapia por doce años y estuve en terapia a largo plazo con un analista Jungiano. En todo ese tiempo, ninguno de mis profesores, supervisores o colegas jamás mencionó, siquiera de paso que la terapia puede empezar y terminar en una sola sesión. Primero visité los Estados Unidos en 1970 para estudiar terapia de familia en la Clinica Child Guidance de Filadelfia en donde confronté la realidad de las madres solteras pobres y sus hijos. Las chicas no tenían que imaginarse el complejo de Electra; de hecho, ellas eran abusadas por sus padres y familiares una y otra vez. Los niños no encontraban dificultad con la separación y la individualización; ellos forcejearon para sobrevivir a duras penas en un mundo de pobreza y de abuso físico y mental. Lo que fue más desconcertante para mí fue que mientras esos problemas eran muy reales y más bien horrendos, muchos pacientes usaban la terapia de una manera muy breve y orientada a la crisis. Ellos me forzaron a ser breve, focalizado, y práctico. En otro contexto el psicoanálisis se convirtió en un fascinante juego intelectual muy poco usado en la vida cotidiana. Una vez de regreso en Israel, monté un consultorio privado trabajando en la opulenta área de Tel Aviv y con otros miembros de la sociedad kibutz, los 14 cuales me permitieron reanudar el sentido de trabajar a través de problemas duraderos con un acercamiento íntimo y a largo plazo primero que todo con los individuos. Fui un oyente afortunado, encontrando dificultad con mis clientes a través de las dificultades de la vida y enfatizando en sus profundas necesidades de crecimiento personal y espiritual. Apoyé su separación e individualización de la huella familiar y cultural. Disfruté la intimidad y privacidad de esta práctica. Hoy debo admitir que este tipo de terapia no era necesariamente la más útil y efectiva con mis clientes pero ciertamente apoyó mi propio crecimiento e ingresos en una profesión lucrativa. Vine a los Estados Unidos una vez más en 1985, esta vez a California. Aquí en contraste con el hábitat natural de un consultorio privado en casa, fui confrontado con la nueva realidad de los servicios médicos en América, con su superávit de proveedores y el crecimiento de la terapia breve en organizaciones del mantenimiento de la salud (OMS) (HMOs en Ingles), Organizaciones Preferidas de Proveedores (OPP) (PPOs en Ingles) y programas de asistencia a los empleados (PAE) (EAPs en Ingles). Aprendí que la creciente atención nacional al estrés del divorcio, abuso infantil y adicción a las drogas esta trayendo a tratamiento muchos nuevos pacientes que no están psicológicamente mentalizados y que carecen de tiempo y recursos para la terapia a largo plazo. Como extranjero en este nuevo ambiente desarrollé un acercamiento antropológico y traté de escuchar y observar cada familia como si provinieran de otro planeta. De hecho, familias del Lejano Oeste y de México con frecuencia presentaban un mundo completamente nuevo para mí. Una vez fui capaz de dejar de lado mi ego y mis prejuicios, fui privilegiado para aprender nuevas y fascinantes maneras en las que las familias y los individuos luchaban contra sus problemas con muy poca intervención o ayuda de mi parte. Aprendí acerca de la frecuencia del fenómeno de las STU por coincidencia. Más o menos un año después empecé a trabajar en el departamento de psiquiatríadel Centro Médico Permanente de Kaisser en Hayward, California entré a la oficina del jefe de departamento Norman Weinstein para discutir un caso complicado. Mientras esperaba a que el terminara una conversación telefónica, noté en su escritorio un paquete de impresiones a computador tituladas “Número de visitas por paciente, periodo reportado por los 12 meses previos”. Cada página presentaba un gráfico de barras que mostraba el patrón de práctica de un solo terapeuta. Le pregunté al Dr. Weinstein si podía ver las impresiones, “Claro que si, respondió”. “Ahora solo las leo ocasionalmente. Las ordené hace ocho años, poco después de convertirme en jefe y los resultados son casi los mismos todos los años. Mira, tómalos todos”. Dejé su oficina cargando un paquete de impresiones de computador acerca del patrón de servicio de unos treinta psiquiatras, psicólogos y trabajadores sociales. Cuando estudié los datos estaba asombrado con lo que encontré: (1) Los modales (más frecuente) duración de terapia por cada uno de los terapeutas era 15 de una única sesión y (2) el 30 por ciento de los pacientes eligió ir solo por una sesión en el periodo de un año. A muchos les ofrecieron otra cita pero, aunque no se les cobrara (o se les cobrara una tarifa muy baja), ellos eligieron no continuar con una segunda cita o buscar terapia en otra parte. Después estudié 100.000 citas de pacientes externos programados durante un periodo de cinco años (1983-1988) y encontré que la frecuencia de las STU era extremadamente consistente. Los datos que analicé en las impresiones revelaron que la orientación terapéutica de los terapeutas no tenía impacto en el porcentaje de STU en su práctica total. Por ejemplo, un psicólogo senior que ha sido entrenado en el psicoanálisis tradicional y que tenía un diván de analista en su oficina vio el 48 por ciento de sus pacientes en una sola sesión. Un trabajador social usando la teoría de relaciones objetales vio el 55 por ciento de sus clientes una sola vez. Un psiquiatra con una fuerte creencia en las bases biológicas de la enfermedad mental vio 50 por ciento de sus pacientes tan solo una vez en el transcurso de un año. He trabajado con estos profesionales de una manera muy cercana y se que son terapeutas competentes que están devotos a sus pacientes. El porcentaje de encuentros únicos de terapeutas con pacientes es de alguna manera mayor que el porcentaje que el porcentaje actual de STU desde que ellos pueden ver pacientes en crisis o referirlos para que sigan con la terapia con otro terapeuta. Si el paciente continua la terapia con otro terapeuta no debería ser considerado como una STU sino más como una asesoría o un referido. FRECUENCIA DE STU EN VARIOS ESCENARIOS Como luego aprendí de la revisión de la literatura, la alta frecuencia de Sesiones de Terapia Única ha sido bien documentada a lo largo de un periodo de más de treinta años en una variedad de escenarios. Kogan (1957a, 1957b, 1957c) examinó los registros de los nuevos clientes en los Servicios de División de Familia en Nueva York por un periodo de un mes en 1953. De los 250 nuevos casos, 151 (56 por ciento) fueron cerrados después de una entrevista. Spoerl (1975), examinó los registros de una clínica de salud mental que servía a una OMS privada, encontró que el 39 por ciento de los 6.708 clientes vistos en 1972 hicieron una sola visita a la clínica a pesar del cubrimiento total financiero de las primeras diez visitas. Bloom (1975) estudió el sistema de servicio de entrega de salud mental pública y privada en Pueblo, Colorado, por un periodo de dos años (1969-1971) y encontró que el 32 por ciento de los 1.572 pacientes externos fueron vistos por una STU. Aunque es generalmente asumido que los pacientes vistos de manera privada tienden a comprometerse más en terapias a largo plazo, Bloom no encontró diferencia en la frecuencia de STU entre los pacientes de los sistemas públicos y privados de esta comunidad. Y Koss (1979) encontró que la tasa de abandono en una muestra de pacientes que van a consultorios 16 privados es consistente con la vista en la población clínica. Baekeland y Lundwall (1975) hicieron una revisión extensa de los pacientes de abandonaban el tratamiento y concluyeron que en las clínicas generales psiquiátricas, del 20 al 57 por ciento de los pacientes dejan de volver después de la primera visita. En el Condado Prince William, Virginia, la Comunidad de Servicios de Salud Mental ve el 80 por ciento de sus pacientes en una única sesión (Rita Morano, comunicación personal, 1989). ¿ABANDONOS O MILAGROS? Después de revisar las estadísticas de STU, decidí mirar más de cerca algunas de las variables más subjetivas y entonces les pedí a los terapeutas en Kaisser que me comentaran acerca de sus propios casos de STU. Ellos vieron los pacientes que no volvieron para una segunda cita como casos de abandono y los describieron en términos como “resistentes”, “trastorno de personalidad límite”, “no preparados para psicoterapia” o “falta de motivación para el cambio”. Cuando se les pidió que comentaran acerca del éxito en la sesión, los terapeutas asumieron que habían fallado en crear una compenetración con los pacientes o que al paciente no le había gustado lo que el terapeuta le había dicho u ofrecido. Analizando las evaluaciones de los terapeutas de 141 STU, preparados en el tiempo de finalización de los casos, Kogan (1957a, 1957b, 1957c) encontró que en la mayoría de los casos los terapeutas atribuyeron las terminaciones no planeadas a la resistencia del cliente o a la falta de interés. La literatura psicológica tiene muchas referencias del abandono de la terapia pero muy pocas de STU planeado. Muchos investigadores se enfocan en el lado negativo de este fenómeno. Por ejemplo, Baekeland y Lundwall (1975) estudiaron citas de 330 referencias de abandono del tratamiento. Un paciente que “abandona” es descrito como “apto para negar su enfermedad, resentido y que tiene características sociopáticas” (p. 748). El terapeuta que tiene pacientes que abandonan es descrito como “menos experimentado, mas etnocéntrico, que no le gusta su paciente o lo encuentra aburrido…menos agradable, carece de calidez y tiene mayor tendencia a asignarles un mal pronóstico” (p. 761). Intrigado por lo que había encontrado, decidí llamar a todos los pacientes a quienes había visto por una sola sesión (frecuentemente uno que no había planeado abandonar la terapia). A pesar de mis miedos acerca de lo que podía escuchar, los resultados de mis seguimientos parecían casi demasiado buenos para ser verdad: 78 por ciento de los 200 pacientes que llamé dijeron que obtuvieron lo que ellos querían de una única sesión y se sentían mejor o mucho mejor con el problema que los había llevado a buscar terapia. Una estudiante postdoctoral “ciega” entrevistó una muestra de mis pacientes STU para reducir las obvias “características demandadas” (Orne 1969) creadas por el terapeuta al hacer seguimiento de sus propios casos. Sus entrevistas no evocaron significativamente resultaron más positivos o negativos de mis propias 17 entrevistas. Aquellos que no experimentaron cambio dieron en su mayoría explicaciones “reales” del por qué no habían vuelto a la terapia como lo eran “solo estaban disponibles citas en la mañana y no podían tomar tiempo fuera del trabajo”. Solo al 10 por ciento no le gustó el terapeuta o el resultado de la sesión. Esto también confirmó el estudio de Kogan (1957a, 1957b, 1957c) en donde las entrevistas de seguimiento con clientes STU revelaron que los factores basados en la realidad que prevenían la continuidad y el mejoramiento en las situaciones problema explicaban la proporción substancial de terminaciones sin planear. Bernard Bloom (1981) del Departamento de Psicología de la Universidad de Colorado, Boulder, había conducido el único estudio detallado acerca de los procesos terapéuticos de STU.El vio 10 clientes de STU en un centro local de salud mental en entrevistas de dos horas. Todos los casos concluyeron satisfactoriamente, dejando una puerta abierta a los clientes para retornar en caso de que ellos lo necesitaran. Bloom llamó a sus clientes dos meses después y encontró que a todos iban muy bien, casi todos habían encontrado la intervención útil y solo uno buscó ayuda adicional. El resumió sus conclusiones así: “Las sesiones únicas entre los profesionales en salud mental y sus pacientes son increíblemente comunes. No sólo es su frecuencia subestimada sino más importante aún, su impacto terapéutico que también parece estar subestimado”. (p. 180). A través del estudio de Bloom con su pequeño número de sujetos y su muy primitivo tipo de evaluación, podría tener poco valor científico, su extensiva revisión de la literatura y las instrucciones clínicas que proponen son útiles para todos los practicantes que tratan adultos por separado. Silverman y Beech (1979) estudiaron los abandonos en un centro comunitario de salud mental y concluyeron que “la noción de que los abandonos representaban falla para el cliente o la intervención del sistema es claramente insostenible. Casi el 80 por ciento de los clientes entrevistados reportaron que sus problemas habían sido resueltos, el 70 por ciento reportaron satisfacción con los servicios prestados y la mayoría de las expectativas del cliente en el centro fueron alcanzadas” (p. 240). Littlepage y otros (1976) estudiaron la relación entre el número de contactos de los pacientes con el centro de salud mental y la evaluación de servicio de los pacientes. Encontraron que los llamados abandonos evaluaron los servicios de manera tan alta como aquellos que alcanzaron una terminación “normal”. Sin embargo, muchos terapeutas continúan viendo a sus clientes de única sesión de manera no planeada y se refieren a ellos como abandonos. En muchos casos, estos encuentros ni siquiera son registrados. Los terapeutas que revisaron o analizaron casos exitosos de STU tienden a enfatizar sus propias teorías. Por ejemplo, Malan atribuyó las mejoras genuinas de los pacientes a los factores dinámicos (entendimiento, trabajo y autoanálisis), mientras que otros sobre-enfatizaron el papel del terapeuta o el impacto terapéutico. En su seguimiento de 141 casos, Kogan (1957a, 1957b, 1957c) entrevistó a los terapeutas y a los pacientes. Los terapeutas 18 consistentemente subestimaron las mejoras de los pacientes no planeados de STU (abandono) y consistentemente sobre-estimaron qué tan útil habían sido para los pacientes STU planeados; dos tercios de los pacientes en ambos grupos sintieron que habían sido ayudados. El psicólogo Nicholas Cummings y el psiquiatra William Follete quienes trabajaban en el Centro Médico Permanente Kaisser en San Francisco, encontraron que los pacientes vistos sólo por una sesión de psicoterapia resultó en un descenso significativo en la utilización total de las facilidades médicas por parte de los pacientes. Esto fue evidente en un periodo de cinco años. Ellos admitieron que “Las conclusiones de que una sola sesión sin visitas psicológicas repetidas podían reducir la utilización médica en un 60 por ciento en los próximos cinco años, esto fue sorprendente y totalmente inesperado”. (Cummings y Follette, 1976, p. 167). STU y La Psicodiagnosis Muchos terapeutas han sido entrenados de acuerdo al modelo médico, el cual ve la primera sesión como diagnóstico y por consiguiente dedican la primera sesión o por lo menos las primeras sesiones a la admisión, valoración, exanimación del estado mental y pruebas psiquiátricas o psicológicas. Naturalmente, si el propósito de la primera sesión es la valoración, los terapeutas se enfocan en reunir información y tomar la historia. Desafortunadamente, esto a menudo significa que ellos se enfocan en diagnosticar el desorden correcto y fallan al explorar áreas de fortaleza; enfocados en el pasado más que en el presente o en el futuro y al tener que cubrir una gran variedad de información se enfocan en el contenido más que el proceso, dificultando la creación de un punto focal o de un tema principal. Recientemente, me han pedido revisar las estadías de los pacientes internos del hospital para el Managed Health Network Inc. Al hablar con el psiquiatra que atendía o con el Psicólogo tres o cuatro días después de la admisión del paciente les pregunté acerca del plan de tratamiento y el progreso hecho. Los doctores que trataban usualmente me contestaron que seguían en su fase diagnóstica y por ende eran incapaces de reportar cualquier progreso o plan de tratamiento. Otros terapeutas, preparados en modelos internacionales, sociales o humanísticos creen que el propósito de la primera sesión es crear una relación con el cliente. Es por esto que dedican la sesión a conocer, evitar confrontaciones, retos o intervenciones terapéuticas dirigidas a ocasionar cambio. Sin embargo, dada la presente preocupación con la posibilidad de los casos de mala práctica médica, los terapeutas estos días son aptos para focalizarse en pensamientos homicidas y suicidas o procesos psicóticos y plantear preguntas acerca del abuso físico o sexual y también del abuso de las drogas y el alcohol. Naturalmente cuando el contenido de la primera sesión gira 19 en torno a todos (o la mayoría) de estos temas, el paciente no esta muy dado a dejar la sesión con un sentimiento de esperanza, alivio o pensamiento positivo y puede ver el papel del terapeuta como el de un investigador que saca a la luz oscuros secretos que luego tendrán que ser reportados a “las autoridades a cargo”. Los tres tipos de STU 1. STU mutuamente acordadas – Cuando el terapeuta y el paciente son conscientes de la posibilidad de las STU desde el comienzo mismo de su interacción y acuerdan mutuamente al terminar la sesión que la STU es suficiente. Esta forma de STU es claramente la más deseable aunque la menos conocida en la búsqueda y la práctica clínica. 2. STU iniciada por el paciente – Cuando el terapeuta planea un tratamiento más largo y programa una segunda cita pero el paciente elige terminar la terapia. Este resultado puede suceder cuando el paciente no asiste o no llama a cancelar la cita sin reprogramar. Esta es la forma más común de STU y la menos deseada desde el punto de vista del terapeuta. 3. STU iniciada por el terapeuta – Cuando el terapeuta no llama a programar otra cita aunque el paciente pueda sentir la necesidad de más sesiones. Hay muchos casos en los cuales los practicantes pueden efectuar esta forma de STU. Por ejemplo, el terapeuta ve el problema que se presenta como “un problema habitual” o como un problema que no es de naturaleza psicológica y no ofrece otra cita, mientras que el paciente resiste la urgencia de desafiar el diagnóstico del terapeuta y se marcha sintiendo que no fue tratado. En otro escenario, el terapeuta ve el problema realmente insoluble y no le ve motivo a tener otras sesiones, aunque el paciente siga esperando una solución o le atribuye poderes mágicos al terapeuta y deja la sesión sintiéndose rechazado. Otras veces el terapeuta deja una puerta abierta para que el paciente llame de nuevo pero un paciente pasivo o extremadamente dependiente podría esperar a que el terapeuta “lea su mente” y podría terminar sintiéndose abandonado. Esta es la forma menos conocida de STU y no ha sido previamente estudiada. Sin embargo, esta es la menos deseada desde el punto de vista del paciente y merece más investigación y atención por parte de los terapeutas. Un Estudio Formal de STU Planeadas Cuando al principio, dije a mis colegas que el 78 por ciento de los pacientes que había visto por una sesión única reportaron “mejoramiento” o 20 “mucho mejoramiento”, algunos de ellos sugirieron que este resultado positivo era probable por el hecho que muchos de los pacientes identificadoseran niños que habían sido tratados en el contexto de sus familias: “Los niños simplemente superan la mayoría de los problemas y al tratarlos con sus familias le proveen con un co-terapeuta natural que ya hizo el trabajo por usted.” Otros dijeron, “Esto es simplemente una intervención de crisis y no una terapia real.” Se volvió claro para mi que tenían mucha más dificultad para aceptar el fenómeno de las STU que sus pacientes. Sentí que había necesidad de un estudio formal que probara estos argumentos y de aprender más acerca de los procesos STU y consecuentemente me embarqué en dicho estudio junto con otros dos terapeutas que trabajaban exclusivamente con adultos – Michael Hoyt y Robert Rosenbaum. Cada uno de los tres terapeutas que participaron en el proyecto tenía más de diez años de amplia experiencia clínica. Aunque nosotros éramos tres psicólogos clínicos teníamos estilos y antecedentes muy diferentes. Robert Rosenbaum, un psicólogo jefe en Kaisser en Hayward, California era muy activo en el movimiento hacia la integración psicoterapéutica. Originalmente entrenado psicodinamicamente, el ahora utiliza una variedad de modalidades pero particularmente favorece el acercamiento sistémico-estratégico Eriksoniano. El se encuentra actualmente trabajando en un proyecto que utiliza principios musicales para explicar el proceso psicoterapéutico. También es un neuropsicólogo que ha visto la intratabilidad de algunos casos de lesión cerebral, era el más escéptico de los colaboradores al comienzo del proyecto. Un día, Rosenbaum estaba caminando en las montañas satisfaciendo sus dudas en el tema: “Quizás algún cambio puede suceder en una única sesión pero seguramente un cambio no significativo. Un cambio duradero requiere los procesos graduales que moldean montañas: tiempo, erosión lenta, viento y lluvia esculpiendo la fisonomía de la piedra una y otra vez.” En ese punto el sendero daba un giro. Una gran avalancha aparecía a la vista. La mitad de la montaña, eso parecía, se había deslizado en el valle el invierno pasado cambiando la montaña y el valle para siempre, todo esto en el transcurso de menos de treinta segundos. En tanto el proyecto progresaba, el saludable escepticismo de Rosebaum se convirtió en una fuerza creativa y se volvió uno de los más efectivos terapeutas en el proyecto. Michael Hoyt hizo sus prácticas pre doctorales con Carl Whitaker y continuó con un programa de entrenamiento posdoctoral de dos años de práctica y búsqueda en psicoterapia dinámica breve. Los intereses de Hoyt incluyen terapia de familia, terapia existencial y más recientemente, terapia de redecisión (una forma de terapia TA-Gestalt). El tiene diez años de experiencia en Kaisser donde es el director de servicios para adultos en el departamento de psiquiatría de Hayward. El accedió a ser el investigador principal en nuestro proyecto. Para poder aprender cómo incrementar la probabilidad de que las STU fueran mutuamente una experiencia útil para los pacientes y los terapeutas, Hoyt, 21 Rosenbaum y yo decidimos atender STU planeadas con sesenta pacientes, en su mayoría individuos adultos que aparecían por no crisis, citas rutinarias. Enviamos una propuesta de investigación formal al Sidney Garfield Memorial Fund, enfatizando la relevancia de nuestro tema con los asuntos de costo- calidad y calidad en el cuidado, asuntos de gran interés para cualquier organización de mantenimiento de la salud (OMS). El fondo acordó ayudarnos por un año de estudio. En lo concerniente a nuestro estilo terapéutico, Hoyt usualmente es muy directo en terapia mientras que Rosenbaum es usualmente indirecto. A mi me gusta tener conversaciones telefónicas antes de la sesión y tomar algunos descansos durante la primera sesión (como lo describo en los Capítulos Dos y Tres) mientras que Hoyt raramente lo hace. Me siento más realizado si en la primera sesión asisten tres o más miembros de la familia mientras que Rosenbaum y Hoyt prefieren trabajar con individuos o parejas. En la mayoría de mis casos, el paciente identificado era un niño o un adolescente mientras que los pacientes de Rosenbaum y Hoyt eran adultos. Al final, estuvimos de acuerdo en apoyar los estilos de cada uno más que tratar de desarrollar un STU universal, un tratamiento “talla única”. Como nuestro estudio estaba centrado en la investigación exploratoria, decidimos conducir el estudio de la manera menos intrusiva posible y de forma similar las maneras de brindar servicio en nuestra clínica. Solo diez de sesenta sesiones fueron conducidas en presencia de uno o dos terapeutas diferentes, los cuales en general miraron la sesión detrás de un espejo unidireccional. Aunque la mayoría de los casos estudiados por este libro en una sesión regular de cincuenta minutos por un solo terapeuta, los sesenta intentos de STU planeados deberían ser vistos como un estudio exploratorio y no como un intento de conducir una investigación de laboratorio bien controlada. (El efecto del espejo unidireccional y el impacto del equipo en los pacientes y el resultado de las STU podrían ser el tema de un estudio por separado.) Para la evaluación usamos la forma de toma estandarizada usada en nuestra clínica, la cual es completada por el terapeuta al final de la sesión. Desarrollamos un protocolo para que las entrevistas de seguimiento fueran administradas a los pacientes (en el teléfono), por otra persona distinta al terapeuta de tres a doce meses después de la sesión. La forma de la entrevista de seguimiento que usamos es presentada en el Recurso A. Pocas de las preguntas usadas eran similares a las que usó Gustafson (1986) en su breve estudio de terapia. La muestra para el estudio fue más heterogénea que altamente restrictiva y bien controlada. Consistía en tomar pacientes regulares que nos habían sido asignados al azar e incluir blancos, negros, hispanos y asiáticos con problemas que iban desde aquellos que estaban “muy preocupados” buscando reaseguramiento durante la depresión, insomnio, ataques de pánico, ajustes al 22 divorcio, violencia intrafamiliar entre otros. Los pacientes tenían un rango de entre cuatro y noventa y tres años y en educación desde doctorado, profesional practicante hasta aquellos que abandonaron la escuela. Aquellos pacientes que no podían ser vistos ordinariamente como pacientes de admisión regular en nuestra clínica fueron excluidos de la muestra de STU. Esto estaba compuesto por aquellos que eran activamente psicóticos, suicidas o estaban en crisis severas (normalmente vistos por nuestro departamento a nivel de emergencias, el día que ellos llamaban); y pacientes que llamaban por medicaciones (vistos por un psiquiatra); y pacientes que llamaban porque tenían problemas de alcohol o de drogas (vistos en el departamento de Medicina de Comportamiento, el cual tiene un equipo aparte para esto en nuestra clínica). De los sesenta pacientes en nuestra muestra, pudimos contactar cincuenta y ocho para entrevistas de seguimiento. De esos cincuenta y ocho, treinta y cuatro (58 por ciento) no requirió sesiones adicionales – esto quiere decir que el paciente y el terapeuta acordaron mutuamente al final de la sesión que citas futuras no eran necesarias pero dejaron la puerta abierta para que el paciente llamara cuando lo considerara necesario. Estos pacientes no tuvieron más contacto con nosotros o con cualquier otro terapeuta hasta que fueron llamados para un seguimiento entre tres y doce meses después de la sesión. De todos los pacientes de STU contactados, el 88 por ciento reportó “gran mejoría” o “mejoría” desde la sesión ( en una escala de 1 a 5, en donde 1= gran mejoría, 3 = ningún cambio y 5 = mucho peor, el nivel promedio de mejoría fue 1.7); 79 por ciento pensó que la STU había sido suficiente con una tasa de satisfacción promedio de 1.6 ( de nuevo en una escala de 1 a 5); y el 65 por ciento reportó haber tenido otros cambios positivos que claramenteno fueron relacionados con el problema presentado y que podrían haber sido atribuidos al efecto dominó. Los pacientes de STU mostraron ligeramente más mejoría y más satisfacción que los pacientes que habían sido vistos en más terapias, pero las diferencias no fueron significativas. Tres pacientes reportaron que no tenían mejoría o sintieron que el STU no había sido suficiente y recibieron terapia posterior. Para poder comparar nuestros resultados con otras poblaciones clínicas, le pedí a Mordecai Kaffman (1990), el director médico de la Clínica Infantil y Familiar Kibbutz en Israel que condujera un estudio retrospectivo de la duración y el resultado de los casos que el trataba en su kibutz. Kaffman es un psiquiatra muy cuidadoso con treinta años de experiencia clínica. El guarda notas detalladas de todos sus casos. El vive en una pequeña y estable comunidad comunal de 635 personas y puede obtener fácilmente retroalimentación objetiva de los pacientes en varios puntos por un periodo de tiempo prolongado. Kaffman analizó 211 casos y obtuvo sesiones de seguimiento de tres a seis años después de la sesión inicial. Sesenta y cuatro casos (30 por ciento) fueron vistos para STU. El resto requerían terapias a corto plazo (definidas como terapias que llegaban hasta las ocho sesiones – 41.5 por ciento) o terapia a largo plazo (28.5 por ciento). Kaffman normalmente dedica de cuatro a cinco horas a su sesión inicial para poder obtener un diagnóstico confiable y planea la intervención con 23 toda una red de personas que pueden influenciar el resultado. Kaffman obtuvo tanto seguimientos de los pacientes como de la fuente que los refería (como la enfermera, el médico general, el profesor o los padres). El mejoramiento reportado de los pacientes STU promedio 1.4 (en la misma escala de 1 a 5 usada en nuestro estudio). Un 84 por ciento de los sesenta y cuatro casos STU estudiados, Kaffman fue capaz de alcanzar las STU planeadas y mutuamente acordadas. A pesar del propósito determinado en la primera sesión por las expectativas del terapeuta como lo es el tiempo de la terapia, los pacientes obtienen algo de la primera sesión y con frecuencia deciden si es suficiente para ellos por esa vez. Con las STU, los pacientes pueden rápidamente retornar al negocio de la vida y tienen mayor tendencia a tener sus propias decisiones y cambios sin quedarse estancados en un largo proceso de paciencia en donde naturalmente hay una mayor tendencia a desarrollar una dependencia. En cuanto al terapeuta el reto creado por el fenómeno común de una sesión única es aprender cómo ser consciente de éste, planearlo y maximizar su inusual potencial personal. 24 DOS LA PRIMERA LLAMADA: EXPLORACIÓN Y PREPARACIÓN ANTES DE LA SESIÓN En todos los principios vive una fuerza mágica Para cuidarnos y ayudarnos a vivir Así sea, corazón: ofrece despedidas sin final! Herman Hesse ([1943] 1969) El momento en que el paciente descuelga el teléfono para llamar al terapeuta o a una clínica, la terapia ya ha sido iniciada. El paciente ha reconocido un problema y ha actuado (haciendo la llamada telefónica). Es útil aprovechar ese preciso momento. La conversación antes de la sesión y el tiempo entre la llamada inicial y la primera sesión son partes importantes de la STU. En mi trabajo en un centro médico grande y muy visitado encontré que la tasa de inasistencia era mayor en pacientes a los que se les había otorgado citas inmediatamente después de una llamada de emergencia que entre aquellos que fueron programados para una cita de rutina (normalmente dos o tres semanas después de la llamada). Adicionalmente, aquellos que esperaron por una cita tuvieron una mayor tendencia a mejorar que aquellos que no lo hicieron. En algún momento, cuando el tiempo de espera en nuestra lista había alcanzado las seis semanas me ofrecí a llamar a los pacientes que habían estado esperando cita. Me di cuenta que al gastar de diez a quince minutos en el teléfono, me habilitaba para preparar los casos mejor – por ejemplo, para determinar qué casos podrían tener una mayor prioridad y no deberían esperar, qué pacientes solamente necesitaban reaseguramiento o ser referidos a otra parte y así sucesivamente. Cuando pensé que podía ser de mayor ayuda programé una cita al final de la conversación telefónica. La información que recibí en el teléfono combinada con el tiempo transcurrido hasta la primera sesión me dio una gran perspectiva de cómo evolucionaban los problemas (y algunas veces se resolvían) en ese periodo de tiempo. Algunas veces le pedía al que realizaba la llamada que me llamara cuarenta y ocho horas antes de la sesión; de aquellos pacientes, un tercio llamo a informarme que el problema había mejorado significativamente y que ya no necesitaban una cita. Normalmente les sugería que vinieran de todas formas para “que pudiéramos tener un mejor entendimiento de lo que hizo posible el cambio y planear la prevención de una recaída.” 25 Cuando empecé a hacer estas llamadas de prevención, me abstuve de hacer cualquier interpretación o sugerencia telefónicamente, sintiendo que sin una mayor observación era posible cometer errores. Después de varias docenas de casos tentativamente comencé a experimentar con intervenciones muy mínimas y benignas siguiendo la línea de lo que Steve DeShazer (1985) llama “llaves maestras”. Cuando me llama un paciente ansioso y quiere más información antes de la primera sesión, yo diría “Entre ahora y la primera sesión quiero que se de cuenta de las cosas que le pasan y qué le gustaría le siguieran sucediendo en el futuro. De esta manera usted me ayudará a descubrir más acerca de su objetivo y lo que esta haciendo.” Este comentario contiene varios mensajes: (1) El terapeuta esta interesado en los cambios naturales y sin esfuerzo (“que se de cuenta de las cosas que le pasan”). (2) El enfoque esta en la transición del presente al futuro (“Entre ahora y nuestra primera sesión, “que le gustaría le siguieran sucediendo en el futuro”). (3) El paciente es activo y pronto podrá asumir una “posición superior” (“De esta manera podrá ayudarme”). Es deseable devolverle al paciente la llamada dentro de las primeras veinticuatro horas después de la primera llamada. Esto no es solo cuestión de cortesía. Entre el 30 y 40 por ciento de las primeras citas con profesionales de la salud mental no son mantenidas, especialmente en lugares públicos (Palmer y Hampton, 1987). Esto resulta en pérdidas de tiempo y dinero y en el incremento de sentimientos negativos para el terapeuta y la clínica. La llamada inicial tiende a establecer el patrón de la primera sesión. El terapeuta puede usarla para establecer el escenario de una sesión productiva. Tamara Levy (1989) modificó un proceso estándar de toma de información vía telefónica agregando preguntas como: “¿Qué otra cosa es estresante en la familia?” y “¿Qué otra persona involucrada con la familia podría servirnos en la sesión de orientación?” ella finalizaba la conversación diciendo: “La terapia es más efectiva si todos los que están involucrados asisten por lo menos a la primera sesión. ¿Quién asistirá?” La gran mayoría de los que llamaban eran mujeres y un intento de conseguir otros miembros de la familia es a menudo una lucha, llamada por Carl Whitaker (Whitaker y Keith, 1981) “la batalla por la estructura”. Uno podría esperar que aquellas demandas incrementaran la tasa de no asistencia, pero Levy encontró que al usar las preguntas anteriormente mencionadas reducía los abandonos antes de la terapia, incrementaba la participación de los miembros de la familia y otras personas significativas y alteraba la orientación del paciente y el terapeuta para que vieran el problema en un contexto mas amplio. Kaffman (1990) usó un procedimiento más elaborado anterior a la sesión. El pidió que antes de la sesión tanto el pacientecomo los otros (como la fuente que lo refirió, el médico personal, uno de los padres, un profesor, un jefe) enviaran por escrito sus respuestas a tres preguntas: 1. ¿Cuáles son los temas centrales (o problemas) en los ojos del demandado? 26 2. ¿Cuáles son los factores (o circunstancias) que al parecer están relacionadas con el problema (o contribuyeron a este)? 3. ¿Qué medidas han sido usadas hasta ahora en un intento de solucionar los asuntos claves? Kaffman toma de media a una hora para revisar las respuestas y otros reportes médicos y psicológicos. El dice que su trabajo clínico en los kibutz le enseñó que los problemas específicos del individuo o de la familia ciertamente se entrelazaban entre si y que estaban influenciados por las organizaciones que los rodeaban en un grado significativo. Como consecuencia, el trata de incluir por lo menos las personas más significativas en el sistema ecológico humano con lo cual los pacientes referidos y sus familias están en contacto cercano diariamente. El alto porcentaje de STU planeadas y efectivas de Kaffman puede estar relacionada con el tiempo extra y el gran número de gente involucrada en la preparación de la sesión y la intervención. Quién debería venir a la primera sesión La Sra. Jones llamó a la clínica por el consejo que le había dado la pediatra de su hija. Le dijo a la recepcionista que Belinda, su hija de doce años había estado sufriendo de diarrea y dolor abdominal durante más de un año y que había faltado demasiado al colegio y como resultado había sido expulsada. A la madre se le preguntó rutinariamente quién más vivía en la casa. La señora Jones había estado divorciada por tres años y vivía con Belinda y su hijo de quince años James. El padre vivía en un pueblo cercano. El terapeuta asignado al caso eligió programar su propia cita para poder decidir quiénes deberían estar incluidos en la primera sesión. Si el problema mayor era en el colegio, el terapeuta podría incluir al profesor, al director y al consejero. Si el problema era primariamente físico el terapeuta podría invitar al pediatra de Belinda quien trabajó con él en el mismo centro médico. La fuente que refiere es parte importante del sistema terapéutico. Como el pediatra había referido a la Sra. Jones a la clínica el terapeuta debía llamarlo primero. Terapeuta: Recientemente usted nos refirió el caso de la niña de doce años, Belinda con dolor abdominal. Su madre, la Sra. Jones, llamó hoy para buscar terapia. ¿Usted recuerda este caso? Pediatra: Claro que si, estoy muy complacido de que su madre finalmente lo llamó, porque estaba por volverme loco. La he visto más de veinte veces este año y le he hecho todas las pruebas que usted se pueda imaginar. Usted puede verlo en su historia clínica. Todos salieron negativos. Terapeuta: ¿Usted cree que ella esta medicamente “limpia” en este punto? Pediatra: Lo único que puedo decir es me fue referida porque los problemas gastrointestinales son mi especialidad, pero no he podido encontrar 27 absolutamente nada. La remití a un alergista y el intentó con una nueva alimentación y dieta pero no dio resultado. Terapeuta: ¿Estaría interesado en asistir a la primera sesión con la familia? Pediatra: Si usted insiste allá estaré, pero para ser honesto, ya he tenido suficiente con este caso. Cada vez que veo su nombre de nuevo en mi horario solo digo: Oh no! ¿Qué hice para merecer esto? En mi opinión ella tiene un caso severo de hipocondría y es fundamentalmente psicológico. Terapeuta: Déjeme llamar a la madre de Belinda primero y si necesito su ayuda en la sesión lo llamaré de nuevo. Pediatra: Dios lo bendiga y buena suerte. Si no oigo nada de esta niña en un mes entero, es un milagro. Luego, el terapeuta llamó a la mama de Belinda Terapeuta: Habla con el Dr. Talmon de Kaisser en Hayward. Entiendo que usted nos llamo el día de hoy con respecto a su hija Belinda. Madre: Eso es correcto. Terapeuta: ¿En este momento tiene unos minutos para hablar conmigo? Madre: Si, este es un buen momento, Belinda esta en su cuarto leyendo y James esta en el colegio. Terapeuta: Me pidieron que viera su caso desde que soy experto en ayudar a los niños y sus familias a resolver problemas. Tengo en frente mío la descripción del problema que usted dio a la recepcionista esta mañana. También me tomé la libertad de llamar al Dr. Cohen el cual la refirió a nuestro departamento y revisé brevemente su historia clínica. Madre: Me alegra que haya hecho esto ya que el Dr. Cohen conoce a mi hija muy bien y hasta el momento ella debe tener una larga historia clínica. Ella nació en Kaisser, Hayward y siempre la llevé allí. Se que el Dr. Cohen no cree que ella tenga un problema médico, pero yo creo que sus dolores son de verdad. Terapeuta: Entiendo, Cuando usted llamó mencionó los dolores abdominales y el hecho de que Belinda hubiera sido suspendida en el colegio. En este momento, ¿Cuál es su mayor preocupación? Madre: En este momento lo que más me preocupa es el colegio. Ella ha faltado tantos días que ella podría no alcanzar a adelantarse. La semana pasada el colegio le asignó un profesor que viene dos veces a la semana. Estoy muy 28 preocupada. La educación es muy importante, sobretodo para una niña de raza negra. Terapeuta: ¿Qué parece ser el problema en el colegio? Madre: Eso es lo que me tiene intrigada. A ella le gustaba el colegio. La mayoría de sus amigos están allí, estaba contenta con el profesor y ella es una niña muy inteligente y solía tener buenas notas. Por eso pienso que ella en verdad tiene un problema médico, de otra manera, ella hubiera ido al colegio. Yo continúo regañándola para que vaya al colegio pero parece que entre más lo hago ella menos va. Terapeuta: Parece que ha sido muy difícil para ambas. ¿Hay alguna otra persona que sepa de la llamada que usted nos hizo el día de hoy o que este preocupado por Belinda? Madre: Solo Belinda es consciente que lo llamé. Su hermano una vez se disgustó porque ella se quedaba en la casa todo el día, estoy segura que su padre la ama pero desde el divorcio soy yo quien se hace cargo de la salud y los problemas escolares de los niños. Terapeuta: ¿Usted cree que a ellos les importa Belinda lo suficiente para asistir a la primera sesión? Madre: La verdad no se, no nos hemos juntado como familia desde el divorcio. Terapeuta: Se cuánto quiere ayudar a su hija. Se que la mejor manera para ayudar la situación es reunir a todos los miembros de la familia, incluyendo al Papá y a James, para que yo pueda obtener las ideas de todos acerca del asunto. Ahora, ¿le gustaría invitar al padre de Belinda usted misma o le gustaría que yo lo hiciera? Madre [Después de un largo silencio]: Creo que yo debería tratar primero y si el no acepta le haré saber. Terapeuta: Me parece que tenemos un trato. Que le parece el próximo miércoles a las 6 pm? Madre: Suena bien. Gracias por tomarse el tiempo para hablar conmigo el día de hoy. Nos vemos el miércoles. Terapeuta: Gracias por llamarnos el día de hoy. Espero verlos a todos. En la respuesta inicial a la llamada del paciente, el terapeuta trató de transmitir los siguientes mensajes: (1) Me importa. (2) Yo escucho. (3) Me tomo mis responsabilidades profesionales seriamente. (4) Trato sus deseos individuales respetuosamente. 29 Alcanzar un pequeño paso en la dirección correcta en la conversación telefónica antes de la sesión es suficiente. Normalmente este terapeuta trata de ampliar el sistema terapéutico tanto como sea posible e incluye la mayor cantidad de “agentes de cambio” potenciales como pueda. En este caso, tuvo en principio la idea de incluir al pediatra o a los representantes del colegio en la sesión inicial. El decidió no hacer esto, sin embargo, su impresión fue que numerosos intentos ya habían sido hechos por los doctores y el colegio para resolver el problema. Invitar a estagente podría crear “más de lo mismo” o lo que el grupo del Instituto Mental de Búsqueda (Watzlawick, Weakland y Fisch, 1974) describió como soluciones (como las conferencias del colegio o las medicaciones) que se habían convertido en parte del problema. El terapeuta tentativamente descartó un trauma escolar o dificultad en el aprendizaje como parte del problema y trató de crear un sistema terapéutico que podría introducir nuevas dimensiones. El tomó como pista de la declaración de la madre el que la familia no se había juntado desde el divorcio para sugerir que el padre debería ser incluido. Como en este caso el padre aun vivía cerca, ninguno de los padres se había vuelto a casar y la Sra. Jones había planteado que creía que el padre de Belinda amaba a su hija y había acordado llamarlo, el terapeuta esperaba obtener su ayuda y la de su hermano. (Volveremos con Belinda y su familia en el próximo Capítulo.) Tareas antes de la sesión Algunas tareas terapéuticas genéricas pueden ser asignadas antes de la primera sesión. Por ejemplo, cuando el problema presentado es un chico adolescente que se comporta mal y la que se queja es la madre, a menudo el terapeuta escucha en el teléfono que ella esta demasiado involucrada con el chico en un círculo vicioso, mientras que el padre se encuentra periféricamente o totalmente fuera de la situación. Abajo esta descrita una tarea anterior a la sesión que el terapeuta le dio a la madre de un niño de trece años que la desafiaba, le contestaba, no hacía sus labores, incumplió su toque de queda y experimentó con drogas. Dese cuenta como el terapeuta cultiva la motivación y la cooperación: Terapeuta: Estoy dispuesto a ayudarla a usted y a su hijo, pero para poder hacerlo necesito su ayuda desde ahora hasta la primera sesión. ¿Estaría dispuesta a hacer algo distinto? Madre: Estoy tan desesperada, haré cualquier cosa que me diga. Terapeuta: Aprecio mucho eso. Aun así quiero que se tome un momento para pensarlo porque podría ser difícil para usted. 30 Madre [después de un corto silencio]: Estoy pensando que me tomó un largo tiempo darme cuenta que algo estaba andando mal y aún más tiempo superar mi propio orgullo y terquedad para poder buscar ayuda externa. Así que creo que estoy lista para hacer cualquier cosa que sea necesaria. Terapeuta: ¡Felicitaciones! Yo también soy padre y ni siquiera puedo empezar a decirle cuánto me tomó reconocer que podía tomar un poco de ayuda para mi mismo. Lo que me gustaría que hiciera en estos diez días desde ahora hasta nuestra primera sesión es que guarde un diario muy detallado de todas las acciones de su hijo. Quiero que lo escriba en un registro. Hágalo en ese justo y preciso instante, indicando el tiempo y el lugar y todo lo que el hace o dice palabra por palabra. ¿Entiende usted por qué es tan importante esto para que pueda ayudarle a usted y a su hijo? Madre: No estoy realmente segura. Terapeuta: Trabajo con muchos adolescentes y lo que a menudo ellos hacen cuando vienen a mi oficina es actuar muy diferente a como lo hacen en casa, tratando de convencerme que el problema es que su mama los esta regañando mucho. Usted y yo sabemos que esa no es toda la verdad. Para poder ayudarlo necesito saber la verdad para llegar al fondo del problema. Probablemente usted conoce a su hijo mejor que cualquier persona. Por este motivo, quiero me traiga esa información y que observe las cosas donde realmente suceden naturalmente, que es en casa. Madre: Ya entiendo. Terapeuta: Quiero advertirle que su hijo podría tratar de detenerla al hacer su trabajo. El va a tratar de sacarla de quicio de modo tal que en vez de escribirlo todo usted se encontrará ocupada hablando o discutiendo con él. Usted tendrá que atenerse a escribir absolutamente todo para que pueda conocer a su hijo como realmente es, sin ninguna interferencia. ¿Aún cree que puede hacerlo? Madre: Le traeré un diario completo de sus acciones. Terapeuta: Es una promesa. La veré el viernes a las 4 p.m. Mientras que el contenido de esta tarea esta dirigido a juntar más información sobre el problema, el terapeuta ya se ha unido de alguna manera con la madre (“yo también soy padre”, “Usted y yo sabemos”), también escribiendo un cambio estructural ofreciéndole a la madre la oportunidad de pasar del papel de reactor al papel de observadora. El terapeuta esperaba que si ella se mantenía ocupada escribiendo el diario no podría entrar en el círculo vicioso de acción y reacción con su hijo. 31 Qué debería ser evitado Cuando usted sabe poco y tiene una cantidad muy limitada de tiempo, como en la primera llamada, lo que usted elige no preguntar o decir es aún más importante que lo que usted pregunta. El terapeuta debería tener preguntas históricas y factuales como mínimo y evitar darle vueltas al asunto con cosas como el estar demasiado preocupado con el evento precipitado en el cual el que llama desea conversar por horas. Si bien no es posible en toda ocasión, el terapeuta puede tratar (cuando el tiempo y la cooperación lo permiten) tratar de obtener la suficiente información para responder las siguientes preguntas: 1. ¿Soy la persona correcta para este paciente? Si los pacientes enumeran muchas quejas físicas o efectos secundarios por la medicación, ellos deberían ver un doctor, no un psicólogo. Si los pacientes llaman en un estado depresivo y el terapeuta nota que beben excesivamente, el terapeuta no debería verlos a no ser que el u otra persona en la instalación tenga conocimiento acerca de la dependencia química y pueda ayudar al paciente a desintoxicarse. Demasiadas oportunidades terapéuticas son malgastadas por los pacientes al decirle sus problemas a varias personas antes de llegar a la persona indicada. Uno debería ser honesto acerca de sus limitaciones, trabajar con un equipo multidisciplinario y tener a la mano una lista de recursos comunitarios. Si es hecho correctamente, la llamada inicial puede ahorrarle al paciente mucho tiempo y dinero. Además, la primera sesión a menudo es crítica. Pacientes que son mal remitidos o cambiados de un profesional a otro constantemente tienden a perder las ganas y finalmente abandonan el tratamiento. 2. ¿Quién es mi cliente? Hay pocas posibilidades de tener una STU efectiva sin un cliente en el consultorio. El cliente es la persona que esta más interesada en hacer algo diferente para resolver el problema o tomar el consejo del terapeuta. El terapeuta que acuerda ver individualmente a un adolescente referido por su madre, el colegio o la policía tiende generalmente a tener tan solo un visitante (“Mi madre me envió” o “En realidad no se por qué estoy aquí”). En la sesión inicial los terapeutas deberían tratar de incluir a tantos clientes potenciales como puedan. El que llama puede ser uno de ellos, ya que el o ella estaba preocupado o lo suficientemente activo para llamar. Para poder identificar todos los clientes potenciales el terapeuta puede preguntar al que llama: “A parte de usted, ¿quién es el más interesado en el problema? ¿Quién más recuerda que haya tratado de ayudar con el problema?” Otra forma de encontrar clientes es preguntar quién en el sistema tiene el poder de cambiar la situación. Muy frecuentemente, los terapeutas ven la “víctima” sola o con el que se queja, un niño con su madre – mientras que es realmente alguien más (el padre o el profesor) quienes podrían “jalar las cuerdas”. En el caso de Belinda, el terapeuta decidió ampliar el sistema terapéutico e incluir al padre y al hermano. En 32 todos los intentos anteriores que se hicieron para resolver el problema, había sido la madre quien asumía la responsabilidad. 3. ¿Cuál es la agenda oculta, si la hay? Si la madre llama al terapeuta con una lista interminable de problemas con sus hijos, el terapeuta puede preguntarle si está comprometida en una batalla de custodia con el padre del niño. Cuando el paciente
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